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Louis Althusser

Freud y Lacan

Jacques Lacan

Cuadernos ANAGRAMA
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Louis Althusser
Freud y Lacan

Jacques L acan
El objeto
del psicoanálisis

EDITORIAL ANAGRAMA
Título de la edición original:
F r e u d et L a c a n
La Nouvelle Critique
P a r i s , 1965

Réponses à des étudients en p h i l o s o p h i e


sur l ' o b j e t de la psychanalyse
Cahiers pour l'analyse
P a r i s , 1966
El primer texto de este volumen, FREUD Y
Traducción: LACAN, fue publicado por vez primera en La Nou-
Nuria Garreta velle Critique, n.° 161-162, diciembre-enero 1964-
1965. Comporta con respecto a la misma algunas
Revisión y notas: modificaciones, efectuadas expresamente por Louis
Ramón García Althusser para esta edición española.
El segundo, RESPUESTAS A UNOS ESTUDIAN-
Maqueta de la colección: TES DE FILOSOFÍA SOBRE E L OBJETO DEL
Argente y Mumbrú PSICOANÁLISIS, consiste en las respuestas a un
conjunto de preguntas dirigidas a Jacques Lacan
por un grupo de estudiantes de la Facultad de
Letras de París. El texto fue compuesto por
M. G. Contesse.

© EDITORIAL ANAGRAMA
Calle de la C r u z , 44
Barcelona - 17

Depósito L e g a l : B . 21293 - 1970

GRÁFICAS DIAMANTE, Z a m o r a , 83 - Barcelona


LOUIS ALTHUSSER
FREUD Y LACAN

Nota preliminar *

Digámoslo sin rodeos: El que quiera, hoy día,


comprender el descubrimiento revolucionario de
Freud, no solamente reconocer su existencia, sino
también su sentido, debe tratar de superar a costa
de grandes esfuerzos críticos y teóricos, los innu-
merables prejuicios ideológicos que nos separan
de Freud. Ya que el descubrimiento de Freud no
ha sido sólo reducido, como lo veremos más tarde,
a disciplinas que le son ajenas en su esencia (bio-
logía, filología) y numerosos psicoanalistas (espe-
cialmente la escuela americana) se han hecho cóm-
plices de este revisionismo, sino que, lo que es
más grave, este revisionismo ha contribuido de
forma objetiva a la prodigiosa explotación ideo-
lógica, de la cual el psicoanálisis ha sido objeto
y víctima. Tenían sus razones los marxistas que
en 1948 descubrieron en esta explotación una
«ideología reaccionaria» que servía de argumento
a la lucha ideológica contra el marxismo y de

* Louis A L T I I U S S E R propone en estas páginas algunas reflexiones


sobre el estatuto teórico del psicoanálisis. Desea que sus reflexiones
den lugar a otras.

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medio práctico de intimidación y de mistifica- irreductible de un descubrimiento y de su objeto
ción de las conciencias. en los conceptos que lo expresaron en su naci-
Sin embargo hoy podemos afirmar que estos miento y que, inactualizados . por el progreso del
mismos marxistas fueron, a su manera, directa o conocimiento, pueden posteriormente enmasca-
indirectamente, las primeras víctimas de la ideo- rarlo.
logía que ellos mismos denunciaron al confundir- Es necesario pues, para volver a Freud:
la con el descubrimiento revolucionario de Freud, 1) N o solamente que se rechace la capa ideo-
aceptando de hecho las posiciones del adversario, lógica de su explotación reaccionaria como una
siendo víctimas de sus propias condiciones y reco- grosera mixtificación,
nociendo en la imagen que se les impuso la pre- 2) sino también, que se evite caer en los equí-
tendida realidad del psicoanálisis. Toda la histo- vocos más sutiles, sostenidos por el prestigio de
ria de las relaciones entre marxismo y psicoaná- algunas disciplinas más o menos científicas del
lisis se apoya, en lo esencial, sobre esta confusión revisionismo psicoanalítico, y
y esta impostura. 3) consagrarse, finalmente, a un trabajo serio
Es muy comprensible la dificultad de escapar de crítica histórico-teórico para identificar y defi-
de dicha ideología debido a su función: las ideas nir, en los conceptos que Freud se vio obligado
«dominantes» han desempeñado a la perfección su a emplear, la verdadera relación epistemológica
papel de «dominación», imponiéndose, sin saber- entre estos conceptos y el contenido expresado
lo ellos, a los mismos espíritus que querían com- por ellos.
batirlas. Pero también es comprensible por la exis- Sin esta triple tarea de crítica ideológica (1 y 2)
tencia del revisionismo psicoanalítico que hizo y de elucidación epistemológica (3), prácticamen-
posible esta explicación: la caída en la ideología te inaugurada en Francia por Lacan, el descubri-
comenzó en efecto por la caída del psicoanálisis miento de Freud quedaría, en su especificidad,
en el biologismo, el psicologismo, y el sociolo- fuera de nuestro alcance. Y lo que es más grave,
gismo. interpretaríamos como obra de Freud precisamen-
Que este revisionismo haya podido servirse de te sólo aquello que se ha puesto a nuestro alcance,
la ambigüedad de ciertos conceptos de Freud, que tanto si lo quisiéramos rechazar (la explotación
se vio obligado, como todo inventor, a basar sus ideológica reaccionaria), como si, más o menos,
descubrimientos en conceptos teóricos ya existen- inconsideradamente, nos adhiriésemos a ello (las
tes, y por lo tanto, pensados para otros fines, es diferentes formas de revisionismo bio-psico-socio-
también muy comprensible. (¿Acaso Marx no se lógico). En ambos casos seríamos víctimas, a ni-
vio también obligado a basarse en ciertos con- veles distintos, de las categorías explícitas o implí-
ceptos hegelianos?) Nada de esto puede sorprender citas de la explotación ideológica y del revisionis-
a un espíritu un poco ducho en la historia de las mo teórico. Los marxistas, que saben por expe-
ciencias nuevas — y preocupado por encerrar lo riencia las deformaciones que los adversarios de

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Marx impusieron a su pensamiento, podrán com-
prender cuál es la importancia teórica de un
auténtico «volver a Freud» cuando su obra fue víc-
tima de un destino parecido al de Marx.
Los marxistas tendrán que admitir, que un ar-
tículo que se propone tratar un problema de una
importancia tal, si le quiere ser fiel, debe limitar-
se a lo esencial: situar el objeto del psicoanálisis,
para darle una primera definición, en conceptos
que permitan localizarlo, como preámbulo indis-
pensable a la elucidación de tal objeto. Y en conse- Varios amigos me han reprochado, y con razón,
cuencia tendrán que admitir que en lo posible se el haber hablado de Lacan en tres líneas x . Me
utilicen estos conceptos de manera rigurosa, como reprochan el hablar demasiado de él por lo que
lo liaría cualquier disciplina científica, sin diluir- antes dije y demasiado poco por las consecuencias
los en un comentario de vulgarización demasiado que extraje. Me piden que justifique mi alusión
aproximativo, ni tampoco intentar desarrollarlos y su finalidad. H e aquí la explicación que me
verdaderamente en un análisis que exigiría mucho piden; unas palabras donde sería necesario un
más espacio. libro.
El estudio profundo de Freud y Lacan, que cada En la historia de la Razón Occidental, a los
uno puede emprender, es lo único que dará la me- recién nacidos se les envuelve con los mayores
dida exacta de estos conceptos, y permitirá definir cuidados, previsión, precauciones, prevenciones,
los problemas todavía no resueltos en una refle- etcétera. El Prenatal es institucional. Cuando nace
xión teórica ya rica en resultados y promesas. una ciencia joven la familia está preparada para la
sorpresa, el júbilo y el bautismo. Desde antaño,
L. A. a todo niño se le atribuye un padre, y cuando se
trata de un niño prodigio, los padres se dispu-
tarían su paternidad. En nuestro mundo repleto
hay un sitio previsto para el nacimiento, así como
1. Cf. Revue de l'Enseignement philosofique, junio-julio 1963,
Philosophie et Sciences Humaines, p. 7, et p. 11, nota 14: "Marx
fundamentó su teoría sobre el rechazo del mito del " h o m o econo-
micus", Freud fundamentó su teoría sobre el rechazo del mito del
"homo psychologicus". Lacan ha visto y comprendido la ruptura
liberadora de Freud. La ha comprendido en todo el sentido de la
palabra, tomándola en todo su rigor, y forzándola a producir, sin
concesiones ni tregua, sus propias consecuencias. Como todos, pue-
de equivocarse en algún detalle, incluso en sus mojones filosóficos:
pero se le debe lo esencial."

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incluso para la previsión del nacimiento: «pros- sano el espacio teórico donde poder situar su des-
pectiva». __ cubrimiento; tejer con suposiciones tomadas de
Sabemos que durante el{^glg_xix^ nacieron dos uno y otro lado, a ojo, la gran red para pescar
o tres niños a los que no eraba: Marx, en las profundidades de la experiencia ciega el re-
Nietzsche, Freud. Hijos «naturales», en el senti- dundante pez del inconsciente, que los hombres
do en que la naturaleza contradice las costum- creen mudo porque habla incluso cuando duermen.
bres, el derecho, la moral y el buen-vivir: la natu- Esto significa, expresándose en términos kan-
raleza, o sea la regla violada, la madre soltera, tianos: Freud debió pensar su descubrimiento y su
es decir la ausencia de padre legal. La Razón Occi- práctica en conceptos importados, prestados por
dental.. a un hijo ilegítimo se lo hace pagar caro. la física energética, entonces dominante, por la
Marx, Nietzsche, Freud para poder sobrevivir tu- economía política y la biología de su época. Ningu-
vieron que saldar su cuenta a un precio enorme: na herencia legal, salvo un lote de conceptos filo-
condenas, rechazos, injurias, miseria, hambre y sóficos (Conciencia, preconsciente, inconsciente, et-
muerte o locura. Hablo sólo de ellos (podría nom- cétera) quizá más entorpecedores que fecundos ya
brar a otros malditos que vivieron su condena que incluso en su aspecto más conciso llevaban el
a muerte en el color, el sonido o el poema), por- estigma de la problemática de la conciencia; nin-
que dieron origen a ciencia o a crítica. gún fondo heredado de algún antepasado. Sus pre-
Probablemente tiene cierta relación con los lími- decesores fueron sentencias y escritores: Sófocles,
tes y atascos de su genio, el que Freud haya cono- Shakespeare, Molière, Goethe. Teóricamente Freud
cido la pobreza, la calumnia, la persecución y el tuvo que hacérselo todo solo: produciendo sus
que tuviera un espíritu lo bastante fuerte como conceptos propios, sus conceptos «domésticos»,
para soportar, interpretándolas, todas las injurias bajo la protección de conceptos importados, pres-
de su siglo. Dejemos este aspecto cuyo examen tados por las ciencias en el estado en que se
es quizás prematuro. Consideremos simplemente encontraban y, hay que recalcarlo, en el horizonte
la soledad de Freud en su época. N o me refiero ideológico reinante durante la elaboración de di-
a la soledad humana (tuvo maestros y amigos a chos conceptos.
pesar de haber conocido el hambre), me refiero Así es como nos ha llegado Freud. Una larga
a su soledad teórica. Porque cuando quiso pensar, lista de textos, profundos, unas veces claros, otras
es decir, expresar bajo forma de sistema riguroso oscuros, a menudo enigmáticos y contradictorios,
de conceptos abstractos, el descubrimiento extra- problemáticos, parapetados en conceptos de los
ordinario que encontraba todos los días en su cuales muchos a primera vista nos parecen cadu-
práctica cotidiana, quiso buscar precedentes teóri- cos, arcaicos, inadecuados a su contenido, supera-
cos, padres en la teoría y apenas encontró; tuvo dos. Puesto que hoy día ya no dudamos de la exis-
que someterse y ordenar la situación siguiente: ser tencia de este contenido: la práctica analítica en
su propio padre; construir con sus manos de arte- sí y su resultado.

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Resumamos lo que es para nosotros Freud: hecho la teoría de esta magia, de esta práctica so-
1) Una práctica (la cura analítica). 2) Una téc- cial que sería el psicoanálisis, declarando como
nica (el método de la cura), que da lugar a una predecesor de Freud al chamán.
exposición abstracta de tipo teórico. 3) Una teoría ¿Práctica grandilocuente de una teoría en parte
que está en relación con la práctica y la técnica. silenciosa? ¿Práctica altanera o avergonzada de no
Este conjunto orgánico práctico (1), técnico (2), ser más que la magia social de los tiempos mo-
teórico (3) nos recuerda la estructura de toda dis- dernos? ¿Qué es pues el psicoanálisis?
ciplina científica. Formalmente, lo que Freud nos
ofrece posee la estructura de una ciencia. Decimos
formalmente ya que las dificultades de la termino- I
logía conceptual de Freud, la desproporción, a
veces sensible, entre sus conceptos y su conte- Lacan empieza su obra diciendo: Freud fundó
nido nos llevan a preguntarnos: ¿Este conjunto una ciencia. Una ciencia nueva, la ciencia de un
orgánico, práctico-técnico-teórico nos relaciona objeto nuevo: el inconsciente.
con un conjunto verdaderamente estable y f i j o Afirmación rigurosa. Si el psicoanálisis es una
a nivel científico? O dicho de otra manera, ¿la ciencia, al ser la ciencia de un objeto propio, será
teoría, en dicho conjunto orgánico es verdadera- una ciencia estructurada como cualquier otra cien-
mente teoría? O por el contrario, ¿no será quizás cia, poseyendo una teoría y una técnica (método)
una simple transposición metodológica de la prác- que permitan el conocimiento y la transformación
tica (la cura)? De ahí la idea, admitida corriente- de su objeto en una práctica específica. Como
mente, que b a j o las apariencias teóricas (debidas en toda ciencia auténticamente constituida, la
a la pretensión respetable, pero inútil, de Freud), práctica no es el todo de la ciencia, sino un mo-
el psicoanálisis sería una simple práctica que a mento teóricamente subordinado; es el momento
menudo daría resultados aunque no siempre; una en que la teoría convertida en método (técnica) en-
simple práctica que se prolonga en técnicas (reglas tra en contacto teórico (conocimiento) o práctico
del método analítico) pero sin teoría, por lo me- (la cura) con su propio objeto (el inconsciente).
nos sin una verdadera teoría: lo que ella declara Si esta tesis es cierta, la práctica analítica (la
como teoría no sería más que unos simples concep- cura) que absorbe toda la atención de los intér-
tos técnicos, ciegos, en base a los cuales refle- pretes y filósofos, ávidos de la intimidad de la
xionaría las reglas de su práctica; simple prác- pareja confidencial, donde la confesión enfermi-
tica sin teoría... ¿quizá simplemente magia? La za y el secreto profesional médico intercambian
cual triunfaría, como toda magia, como resultado las sagradas promesas de la intersubjetividad, no
de su prestigio, y de sus éxitos, puestos al servicio contiene los secretos del psicoanálisis, sino sola-
de una necesidad o demanda social, en definitiva mente una parte de su realidad, la que existe en
su única y verdadera razón. Lévi-Straus habría la práctica. La práctica analítica no contiene sus

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2. FREUD Y LACAN
secretos teóricos. Si es cierta, la técnica, el méto- Freud quiere decir: volver a la teoría, bien esta-
do, no contienen tampoco los secretos del psi- blecida, fijada, asentada en el mismo Freud; a la
coanálisis, sino que como todo método lo contiene teoría madurada, reflexionada, apuntalada, verifi-
por delegación, no de la práctica sino de la teoría. cada; a la teoría lo suficientemente avanzada e ins-
Como en toda disciplina científica sólo la teoría talada en la vida (comprendiendo la vida práctica)
los contiene. como para haberse construido su morada, produ-
En muchos momentos de su obra, Freud se ha cido su método y engendrado su práctica. L a vuel-
llamado teórico; comparó el psicoanálisis en cuan- ta a Freud no significa un retorno a su nacimiento,
to a ciencia, con la ciencia física procedente de sino una vuelta a su madurez. La juventud de
Galileo; insistió en que la práctica (la cura) y la Freud, este paso conmovedor de la pre-ciencia a
técnica analíticas (el método analítico) eran váli- la ciencia (el período de las relaciones con Char-
das por estar fundadas sobre una teoría científica. cot, Bernhéim, Breuer, hasta los estudios sobre
Freud dijo y repitió que una práctica y una teoría, la histeria —1895—) puede interesarnos, cierta-
aun siendo eficaces, sólo merecían el nombre de mente, pero en otro aspecto: a título de un ejem-
científicas, cuando una teoría se lo autorizaba, no plo de arqueología de una ciencia, o como índice
por simple declaración, sino por su fundamenta- negativo de no-madurez, para poder entonces fe-
char bien la madurez y su advenimiento. La juven-
ción rigurosa.
tud de una ciencia es su edad madura: antes de
L o primero que ha hecho Lacan es tomar esta esta edad la ciencia es vieja, antes de esta edad
afirmación al pie de la letra y extraer su conse- vive de los prejuicios, de los que es hija, y en
cuencia: volver a Freud para buscar, discernir consecuencia vive en la edad de sus padres.
y sacar de su obra la teoría de la que surge todo
el resto, tanto la técnica c o m o la práctica. Toda la historia del psicoanálisis muestra cómo
Volver a Freud. ¿Para qué este volver a las fuen- una teoría joven, por lo tanto madura, puede vol-
tes? Lacan no vuelve a Freud como Husserl a Gali- verse infantil, es decir caer en los prejuicios de
leo o a Tales, para buscarle un nacimiento a su sus antecesores y de sus descendientes: he aquí
nacimiento, es decir para realizar este prejuicio el profundo sentido del volver a Freud, procla-
filosófico-religioso de la pureza, que mantiene que mado por Lacan. Tenemos que volver a Freud no
toda agua que brota sólo es pura en el mismo para volver a su infancia, sino a su edad adulta,
instante, en el puro instante, de su nacimiento, en es decir, para volver a la madurez de la teoría
el puro paso de la no-ciencia a la ciencia. Para freudiana que es su verdadera juventud; volviendo
Lacan este paso no es puro, es aún impuro: la a Freud más allá del infantilismo teórico, del re-
pureza vendrá después, no se la encuentra en este torno a la infancia en el que una parte del psico-
paso todavía « f a n g o s o » (el invisible fango de su análisis contemporáneo, sobre todo el americano,
pasado, suspendido en el agua naciente, que finge saborea las ventajas de lo que ha abandonado.
la transparencia, es decir, la inocencia). Volver a Esta vuelta a la infancia lleva un nombre, psi-

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cologismo, que los fenomenólogos comprenderán medicina y de la filosofía. N o se dieron cuenta de
en seguida; u otro nombre, pragmatismo, que los que este acuerdo era un arma de dos filos, creye-
marxistas también comprenderán en seguida. La ron que el mundo se rendía a sus razones —cuan-
historia moderna del psicoanálisis ilustra el juicio do de hecho, bajo los honores, ellos se rendían
de Lacan. La Razón Occidental (razón jurídica, re- a las razones de este mundo—, prefiriendo sus
ligiosa, moral y política tanto como científica) honores a sus injurias.
después de largos años de desconocimiento, des- Con ello, olvidaban que ima ciencia no es cien-
precio e injurias —medios por otra parte siempre cia si no puede acceder a la propiedad, con pleno
disponibles, en última instancia— de hecho, sólo derecho, de un objeto propio que sea suyo y sola-
consintió firmar un pacto de coexistencia pacífica mente suyo, y no a la porción determinada de un
con el psicoanálisis bajo la condición de anexio- objeto prestado, cedido, abandonado por otra cien-
narlo a sus propias ciencias o a sus propios mitos: cia, o a uno de sus «aspectos», es decir, a las so-
a la psicología, sea conductista (Dalbiez), fenome- bras que siempre pueden distribuirse en las co-
nológica (Merleau-Ponty) o existencialista (Sar- cinas cuando el amo ya está satisfecho. De hecho,
tre); a la bioneurología, más o menos jaksoniana si todo el psicoanálisis se reduce al «condicio-
( E y ) ; a la «sociología» de tipo «culturalista» o namiento» behaviorista o pavloniano de la pri-
«antropológica» (dominante en USA: Kardiner, mera infancia; si se reduce a una dialéctica de las
M. Mead, etc.) y a la filosofía (cf. el «psicoanálisis fases descritas por Freud, b a j o los términos de
existencial» de Sartre, el «Daseinsanalyse» * de Bis- oral, anal, y genital, latencia y pubertad; y si, por
wanger, etc.). Los psicoanalistas consintieron todas último, el psicoanálisis se reduce a la experiencia
estas confusiones, esta mistificación del psicoaná- originaria de la lucha hegeliana, del para-otro feno-
lisis, disciplina reconocida oficialmente, a precio menològico, o de la «abertura» del ser heidegge-
de alianzas-compromiso, selladas con linajes de riano; si todo el psicoanálisis no es más que un
adopción imaginarios, pero con poderes muy rea- arte de adecuar los restos de la neurología, la
les; demasiado satisfechos de salir por fin de su biología, la psicología, la antropología y la filoso-
gettho teórico y ser reconocidos como miembros, fía ¿qué le queda, entonces, como objeto propio
con plenos derechos, de la gran familia de la psi- que le distinga verdaderamente de estas disciplinas
cología, la neurología, la psiquiatría, la medicina, y haga de él una ciencia con pleno derecho? a .
la sociología, la antropología, la filosofía; y de es-
tampar en su triunfo práctico el sello de este reco- •2. Las tentaciones más amenazadoras están representadas por
nocimiento «teórico» que les concedía por fin, des- la filosofía (que reduce voluntariamente todo el psicoanálisis a la
experiencia dual de la cura y encuentra en ella cómo "verificar"
pués de décadas de injurias y exilio, el derecho los temas de la intersubjetividad fenomenològica, de la existen-
de ciudadanía en el mundo de la ciencia, de la cia-proyecto, o más generalmente del personalismo); por l a Psico-
logía que identifica la mayor parte de las categorías del psicoaná-
lisis como atributos de un "sujfeto" que manifiestamente no le
* E n alemán en el orig. La expresión Daseinsanalyse es tradu- presenta ningún problema; por la sociología finalmente, q u e com-
cida corrientemente p o r Análisis existencial. ( N . del R . ) plementando a la psicología, proporciona al "principio de la reali-

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Es en este punto donde interviene Lacan: para y prevención: lenguaje de un hombre asediado de
defender, ante estas «reducciones» y desviaciones entrada y condenado, por la fuerza aplastante de
que actualmente dominan gran parte de las inter- las estructuras y de las corporaciones amenaza-
pretaciones teóricas del análisis, su irreductibili- das, a llevar la ofensiva, a fingir por lo menos
dad, que no es otra que ía irreducíibilidad de su devolver los golpes antes de recibirlos, desani-
objeto. Nadie que haya experimentado alguna vez mando así al adversario y evitando ser aplastado
en su vida la necesidad de seguridad (teórica, por él. De ahí, también la precaución, ese recurso
moral, social, económica), es decir la inquietud de muchas veces paradójico, de buscar garantías en
las corporaciones (cuyo estatuto es indisolublemen- filosofías totalmente ajenas a su trabajo cientí-
te científico-profesional-jurídico-económico) ame- fico (Hegel, Heidegger), que pondrá como testi-
nazadas en su equilibrio y confort por la apari- monio de intimidación para conseguir el respeto
ción de una disciplina singular, una ciencia que de unos y como testimonio de una objetividad
por poco que se crea en ella amenaza destruir posible, aliada natural de su pensamiento, para
las fronteras existentes y trastocar el statu-quo de convencer y enseñar a otros. Condenar este re-
diversas disciplinas y que obliga a cada uno a pre- curso, casi indispensable para mantener un diálo-
guntarse, no sólo por su propia disciplina, sino por go dirigido desde dentro a los médicos, sería igno-
las razones que le llevan a creer en ella y, en con- rar, tanto la debilidad conceptual, en general, de
secuencia, a dudar de ella. Nadie, digo, que haya los estudios médicos como la profunda necesidad
experimentado tal inquietud, puede dudar de que de teoría de los mejores médicos. Y, hablando de
sean necesarias, para la defensa de la «irreduc- su lenguaje, que para algunos es la base de t o d o el
tibilidad del análisis», una lucidez y firmeza fuera prestigio de Lacan («Góngora del psicoanálisis»,
de lo común capaces de rechazar todos los ataques «Gran dragón», gran celebrante de un culto eso-
de la devoradora hospitalidad de las disciplinas térico en el que el gesto, el mutismo, la compun-
antes enumeradas. De ahí la pasión contenida, la ción, pueden formar el ritual tanto de una comu-
contención apasionada del lenguaje de Lacan que nicación real, como de una fascinación muy «pa-
sólo puede vivir y sobrevivir en estado de alerta risina»), y para otros (sabios o filósofos en pri-
mer lugar) constituye, por el contrario, su artifi-
cio, su exotismo y su «esoterismo», se aprecia que
dad" un contenido objetivo (los imperativos sociales y familiares)
que el " s u j e t o " sólo tiene que "interiorizar" para armarse de un dicho lenguaje no deja de estar en relación con
"super-yo" y de las categorías correspondientes. Sometido de este las condiciones de su labor pedagógica: teniendo
m o d o a la psicología o a la sociología, el psicoanálisis queda redu-
cido casi siempre a una técnica de readaptación "emocional" o
que enseñarla teoría del inconsciente a los médi-
"afectiva", a una reeducación de la "función relacional" que no cos, analistas o analizados, Lacan les da en la retó-
tiene nada que v e r con su objetivo real — p e r o que desgraciada-
mente responden a una fuerte demanda que está, además, muy
rica de su palabra el equivalente mimètico del len-
orientada en el mundo contemporáneo. En este sentido, el psico- guaje del inconsciente, el cual, como todos saben,
análisis se ha convertido en un objeto de consumo corriente en la es su última esencia, «witz», retruécano, metáfora
cultura, es decir, en la ideología moderna.
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acertada o no: el equivalente de la experiencia niño de la selva criado por lobos (tal como se ex-
vivida en su práctica, ya sea de analista o de ana- hibían a veces en las cortes del siglo XVIII), sobre-
lizado. viva como criatura humana (habiendo escapado
Basta con comprender las condiciones ideológi- a todas las muertes infantiles, entre las cuales
cas y pedagógicas de este lenguaje —es decir, to- muchas son muertes humanas, muertes que san-
mar en su «interioridad» pedagógica la distancia cionan el fracaso del devenir-humano). Los hom-
de la «exterioridad» histórica y teórica, para dis- bres adultos son siempre amnésicos, testigos y
cernir su sentido y su importancia objetiva— y re- muy a menudo víctimas de esta victoria, que llevan
conocer lo que fundamentalmente se propone: dar en lo más profundo, es decir en lo más desgarra-
al descubrimiento de Freud conceptos teóricos do de su ser mismo, las llagas, enfermedades y
adecuados, definiendo, tan rigurosamente como marcas de esta lucha para la vida o la muerte
hoy sea posible el inconsciente y sus «leyes», que humanas. Algunos, la mayor parte, han salido casi
constituyen todo su objeto. indemnes — o por lo menos, se vanaglorian de
ello y tienden a comunicarlo a grandes voces—;
muchos de estos antiguos combatientes quedan
marcados para toda la vida; algunos mueren algún
tiempo después de la lucha, habiéndoseles abier-
• Cuál es el objeto del psicoanálisis? Aquello de to súbitamente de nuevo las heridas en la explo-
que trata la técnica analítica en su práctica sión psicótica, en la locura, última compulsión de
análitica de la cura, es decir: no la cura misma, una «reacción terapéutica negativa»; otros, los más
ni aquella situación pretendidamente dual en la numerosos, de la manera más «normal» del mun-
que la primera fenomenología o moral que llega do, bajo el disfraz de una muerte «orgánica».
encuentra la satisfacción de su propia necesidad, La humanidad sólo registra sus muertos oficíales
sino los efectos, prolongados en el adulto super- en los memoriales de las guerras: aquellos que su-
viviente, de la extraordinaria aventura que, desde pieron morir a tiempo, es decir, tarde, hombres,
el nacimiento a la liquidación del Edipo, trans- en guerras humanas, donde sólo se desgarran y
forma un animalito engendrado por un hombre sacrifican los lobos y los dioses humanos. El
y una mujer en una criatura humana. Uno de los psicoanálisis en sus únicos supervivientes, se ocu-
«efectos» del devenir-humano del pequeño ser pa de otra lucha, de la única guerra sin memorias
biológico fruto del alumbramiento humano: he ni memoriales, en la que la humanidad fin j e no
aquí, en su lugar, el objeto del psicoanálisis que haber participado nunca, aquella que cree haber
lleva el simple nombre de inconsciente. ganado siempre de antemano, simplemente porque
la ha sobrevivido, vivido y concebido como cultura
La prueba que todos los hombres adultos han humana: guerra que en cada momento se declara
superado, ha sido hacer que este pequeño ser bio- a cada uno de sus vástagos que han proyectado,
lógico sobreviva, pero en vez de sobrevivir como
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y rechazado para sí mismos, en la soledad y con- pueda ser especificado, y conjeturar que la moda-
tra la muerte, recorrer la larga marcha forzada lidad de su materia al igual que la especificidad
que de larvas mamíferas hace niños humanos, de sus «mecanismos» (usando una palabra de
sujetos masculinos o femeninos. Freud), sean de un orden totalmente diferente
No es de extrañar que el biólogo no encuentre a la materia o a los «mecanismos» que el biólogo,
en este objeto su lugar: ¡ciertamente esta histo- el neurólogo, el antropólogo, el sociólogo, el psi-
ria no es biológica! puesto que está totalmente cólogo y el .filósofo, deben conocer. Basta, pues, re-
dominada desde el principio por la presión for- conocer esta especificidad, y la distinción por tan-
zada del orden humano que cada madre graba, to del objeto que la funda, para reconocer al psi-
bajo « a m o r » u odio materno, con la dirección del coanálisis un derecho radical a la especificidad de
ritmo alimenticio y cuidados en general, en el pe- conceptos, acoplados a la especificidad de su ob-
queño animal humano sexuado. Tampoco es de ex- jeto: el inconsciente, y sus efectos.
trañar que la historia, la «sociología» o la antro-
pología no encuentren su lugar en este objeto, ya
que su campo de trabajo es la sociedad y por
tanto la cultura, es decir, aquello que ya no es el III
animalito —el cual no deviene humano-sexual más
que después de haber traspasado este espacio infi- Lacan no negaría que sin la aparición de una
nito que separa la vida de lo humano, lo biológi- nueva ciencia, la lingüística, su tentativa de teori-
co de lo histórico, la «naturaleza» de la «cultura». zación hubiese resultado imposible. Así es como
No es extraño que la psicología se pierda aquí, se desarrolla la historia de las ciencias en la que,
puesto que ella piensa tener relación, en función a menudo, una ciencia no llega a serlo más que
de su «objeto», con alguna «naturaleza», o «no-na- con el recurso y el desvío de otras, no sólo de
turaleza» humana, en la génesis de este existente ciencias ya existentes en el momento de su bau-
identificado y registrado bajo los controles mis- tismo, sino también, de tal ciencia nueva, apare-
mos de la cultura (de lo humano) —siendo así cida tardíamente, que necesita un tiempo para
que el objeto del psicoanálisis es la premisa fun- nacer. La opacidad provisional producida sobre la
damental, el hacer o el no ser nada, el abismo alea- teoría freudiana por el modelo de la física ener-
torio de lo humano-sexual mismo en cada cria- gética del Helmoltz y Maxwell se encuentra hoy
tura humana. Ciertamente, la «filosofía» se ex- día esclarecida por la luminosidad que la lingüís-
travía también en sus búsquedas, puesto que estos tica estructural arroja sobre su objeto, permitien-
singulares orígenes le ocultan los únicos a los que do un acceso inteligible al mismo. Freud ya había
ella rinde el homenaje de su mismo ser: Dios, dicho que todo está sujeto al lenguaje. Lacan pre-
la razón, la conciencia, la historia y la cultura. cisa: « E l discurso del inconsciente está estructu-
Se puede presumir que el objeto del psicoanálisis rado como un lenguaje». En su gran primera obra,
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La Interpretación de los Sueños, * que no es anec- doble y uno, inconsciente y verbal, que por doble
dótica o superficial como se cree con frecuencia, campo no tiene más que un campo único sin nin-
sino fundamental, Freud había estudiado los «me- gún otro más allá de él mismo: el campo de la
canismos» o «leyes» reduciendo sus variantes a «Cadena significante». De este modo, las adqui-
estas dos: el desplazamiento y la condensación **. siciones más importantes de Saussure y de la lin-
Lacan reconoce en ellas dos figuras esenciales de- güística creada por él, entraban con todo derecho
signadas por la lingüística: la metonimia y la me- en la inteligencia del proceso tanto del discurso
táfora. Así, el lapsus, el acto fallido, el chiste del inconsciente, como del discurso verbal del
y el síntoma se convierten, como los elementos sujeto, y de su relación, es decir, de su no rela-
del sueño mismo ***, en significantes, inscritos en ción idéntica a su relación, en una palabra, de su
la cadena de un discurso inconsciente, que repiten unión y de su escisión. De este modo, finalmente,
en silencio —es decir, con voz ensordecedora—, las interpretaciones filosófico-idealistas del incons-
dado el desconocimiento de la «represión», la ca- ciente como segunda conciencia, del inconsciente
dena del discurso verbal del sujeto humano. De como mala f e (Sartre), del inconsciente como su-
este modo se nos introduce en la paradoja, for- pervivencia cancerosa de una estructura inactual
malmente familiar a la lingüística, de un discurso o sin sentido (Merleau-Ponty), todas las interpre-
i taciones del inconsciente como «ello» biológico-
* La interpretación de los sueños (1900). Ver Freud, O. C. (3T.), arquetípico (Jung) se convertían en lo que ellas
Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 1948, T.I. Hay ed. de bolsillo en
Alianza edit., 3 Vol. núms. 34, 35 y 36. eran: no en un comienzo de teoría, sino en unas
Althusser cita esta obra bajo el título de La Science des Rêves «teorías» nulas, en unos malentendidos ideológicos.
manteniendo así el. error cometido respecto de su sentido original
(Traumdeutung) desde su primera traducción francesa (en 1926). Quedaría por definir (estoy obligado al peor es-
( N . de R . )
quematismo, pero, ¿cómo escapar a él en pocas
** Los "mecanismos" o "leyes" a los que el texto se refiere
son constitutivos de la elaboración del sueño (Traumarbeit) que líneas?) el sentido de este primado de la estruc-
•Freud define como "el proceso de la conversión del contenido la- tura formal del lenguaje, y de sus «mecanismos»,
tente en contenido manifiesto" (O.C. cit. T.I., pág. 235). Esta ela-
boración, generalmente deformativa, cumple la función de disfrazar encontrados en la práctica de la interpretación
los deseos reproducidos que se exteriorizan en el sueño. analítica, función misma del fundamento de esta
La condensación y el desplazamiento son las actividades funda- práctica: su objeto, es decir, los «efectos» actua-
mentales —pero no únicas— de tal elaboración; a este propósito
Freud dice textualmente que la elaboración del sueño "...se limita les, en los supervivientes de la «hominización» for-
a condensar el material dado, desplazarlo y hacerlo apto para la zada del pequeño animal humano en hombre o
representación visual, actividades a las que se agrega el último
trozo, inconstante, de elaboración interpretativa" (O.C.T.I. pág. 247. mujer. N o basta ciertamente, para responder a
El subrayado es mío). (NT. del R.). esta cuestión, la simple invocación del primado
*** Para clarificar la relación apuntada en el texto puede verse
especialmente, y además de la ya citada La interpretación de los
de facto del lenguaje, que es el único objeto y
sueños, la obra Psicopatología de la vida cotidiana (1904) y El medio de la práctica analítica. Todo lo que inter-
chiste y su relación con lo inconsciente (1905), ambas en T.I. de viene en la cura se desarrolla en el lenguaje y
las O.C. ya cit. y en ed. de bolsillo en Alianza Edit. (n.° 19 y 162,
respectivamente). ( N . de R . ) por el lenguaje (incluidos el silencio, su ritmo, su
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tono, modulación y pausas). Pero en justicia es de la relación dual, pre-edipiana en la que el niño
necesario demostrar por qué y cómo el papel del no teniendo más relación que la de un alter-ego,
lenguaje en la cura —a la vez materia prima de la madre, que le dosifica su vida entre su presen-
la práctica analítica y medio de producción de sus cia (¡da!) y su ausencia (¡fortl) 3 , vive esta rela-
efectos (el paso, como dice Lacan, de una «palabra ción dual b a j o el modo de la fascinación imagina-
vacía» a una «palabra llena»)— sólo está fundado ria del ego, siendo él mismo este otro, tal otro,
de hecho en la práctica analítica, porque está fun- todo otro, todos los otros de la identificación nar-
dado de derecho en su objeto. Objeto que funda- cisista primaria, sin poder nunca ni frente al otro
menta en última instancia tanto esta práctica ni frente a sí aprehender la distancia objetivamen-
como su técnica; y, puesto que ciencia hay, este te de un tercero. 2) El momento del Edipo, en el
papel del lenguaje está fundamentado en la teoría que una estructura ternaria surge sobre el fondo
de su objeto. de la estructura dual, cuando el tercero (el padre)
Aquí está, sin duda, la parte más original de la se mezcla como intruso en la satisfacción imagi-
obra de Lacan: su descubrimiento. Lacan ha de- naria de la fascinación dual, transtorna su econo-
mostrado que este paso de la existencia (en el lí- mía, rompe las fascinaciones e introduce al niño
mite puramente) biológica, a la existencia huma- en lo que Lacan llama el Orden Simbólico, el del
na (niño humano), se opera bajo la Ley del Orden, lenguaje objetivante que le permitirá decir final-
que yo llamaré Ley de Cultura, y que esta Ley mente: yo, tú, él o ella y que permitirá pues,
del Orden se confundía en su esencia formal con al pequeño ser, situarse como niño humano en un
el orden del lenguaje. ¿Qué hemos de entender mundo de terceros adultos.
por esta fórmula a primera vista enigmática? Así pues, dos grandes momentos: 1) el de lo
Primeramente que la totalidad de este paso no imaginario (pre-edipiano); 2) el de lo simbólico
puede aprehenderse más que bajo los tipos de (el Edipo resuelto), o empleando otro lenguaje,
lenguaje recurrente, designado por el lenguaje del el de la objetividad reconocida en su uso (simbó-
adulto o del niño en situación de cura, designa- lico), pero aún no conocida (el conocimiento de
do, asignado, localizado, b a j o la ley del lenguaje, la objetividad, característica de una «edad» muy
en lo que se f i j a y da todo orden humano y por diferente así como de una práctica distinta).
tanto todo cometido humano. Y además que, en He aquí pues el punto capital que Lacan ha es-
esta asignación por el lenguaje de la cura, se trans- clarecido: estos dos momentos están dominados,
parenta la presencia actual, perpetuada, de la efi- gobernados y marcados por una única Ley, la de
cacia absoluta del orden en el paso mismo, la pre- lo Simbólico. El momento de lo imaginario, que
sencia de la Ley de la Cultura en el devenir-
humano. 3. Freud hizo célebres estas dos expresiones alemanas — p o r las
Para decirlo en forma breve, señalemos los dos que el niño que él observaba, sancionaba la aparición y desapari-
ción de su madre, en la manipulación de un o b j e t o cualquiera que
grandes momentos de este paso. 1) El momento la "representaba": una bobina.
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hemos presentado unas líneas más arriba, para ser que la infancia feliz y sin leyes, el paraíso d e la
claro, como precediendo lo simbólico y distinto «perversidad polimorfa» *, una especie de estado
a él, — e l primer momento en que el niño vive su natural dividido tan sólo, por algunos estadios de
relación inmediata con un ser humano (madre) orden biológico, ligados a la prioridad funcional
sin reconocerla prácticamente como la relación de tal o cual parte del cuerpo humano, lugares
simbólica que es (es decir, como la relación de de necesidades «vitales» (oral, anal, genital) 5 .
un niño humano con una madre humana) —está Todas las etapas franqueadas por la criatura hu-
marcado y estructurado en su dialéctica por la mana sexuada lo son bajo el reino de la Ley, del
misma dialéctica del Orden Simbólico, es decir, código de asignación, de comunicación y de no-
del Orden humano, de la norma humana (las nor- comunicación humanas; sus «satisfacciones» llevan
mas de los ritmos temporales de la alimentación, en sí la marca indeleble y constituyente de la
de la higiene, de los comportamientos, de las ap- Ley, de la pretensión de la Ley humana, que como
titudes concretas del reconocimiento—, la acepta- toda ley, no es «ignorada» por nadie, tanto menos
ción, el rechazo, el sí o el no al niño, no siendo por los que la ignoran, sino quizás desviada o
más que el esbozo, las modalidades empíricas de violada por cada uno, sobre todo por sus fieles
este Orden constituyente, Orden de la Ley y del más puros. Es por ello por lo que toda reducción
Derecho de asignación atributiva o exclusiva) bajo de los traumatismos infantiles a unas «frustra-
la forma misma del Orden del significante, es ciones biológicas» está falseada desde un princi-
decir b a j o la forma de un Orden formalmente pio, puesto que la Ley que les concierne, en cuan-
idéntico al orden del lenguaje *. to a Ley, hace abstracción de todos los contenidos,
Lacan muestra la eficacia del Orden, de la Ley, no existe ni actúa en cuanto a Ley más que por
que acecha desde antes de su nacimiento a toda
* Se refiere a la definición que Freud dio del niño como "per-
criatura humana, y se apodera de ella desde su verso polimorfo". La idea que tal "definición" resalta ha sido ge-
primer grito, para asignarle su lugar y su rol, es neralmente mal comprendida y ha constituido desde su primera
versión un elemento importante de escándalo respecto del psico.
decir, su obligado destino, allá en donde una lectu- análisis freudiano.
ra superficial u orientada de Freud no veía más Para una interpretación de la "perversidad polimorfa" que
precede a la represión puede ayudar la consulta de: Brown, Eros
4. Formalmente. Y a que la Ley de Cultura de la cual el len- y Tanatos, Ed. Joaquín Mortiz, Méjico y H . Marcuse, Eros y civili-
guaje es la primera forma y acceso, no se agota en el lenguaje: zación (diversas ed. en cast, y en catalán). ( N . de R.)
como contenido tiene las estructuras de parentesco reales y las for- 5. A una determinada neuro-biología y psicología les h a sido
maciones ideológicas determinadas, en las cuales los personajes fácil descubrir en Freud una teoría de los "estadios" que, sin du-
inscritos en estas estructuras viven su función. No es suficiente darlo, han traducido en una teoría de la "maduración de los es-
saber que la familia occidental es patriarcal y exogámica (estructu- tadios", sea neuro-biológica, o bio-neuro-psicológica, atribuyendo
ra de parentesco), hay que elucidar las funciones ideológicas que mecánicamente a la madurez neuro-biológica el papel de una "esen-
rigen la paternidad, la maternidad, la conyugalidad y la infancia: cia" en la que los "estadios" freudianos no serían más que e-1
¿Qué es ser "esposo-esposa", "ser padre", "ser madre", "ser hijo" simple y puro "fenómeno". Esta perspectiva no es más q u e una
en nuestro mundo actual? Queda todavía por hacer todo un tra- reedición del viejo paralelismo mecanicista. (Nos referimos aquí,
b a j o de investigación sobre estas formaciones ideológicas especí- entre otros, a los discípulos de Wallon, ya que Wallon no ha te-
ficas. T r a b a j o que depende del materialismo histórico. nido en cuenta a Freud).

33
3. — FREUD Y LACAN
y en esta abstracción, y el niño padece y recibe comienza, siempre ha comenzado incluso sin nin-
esta regla desde que empieza a respirar 8. En ello gún padre viviente, lo que es la presencia en acto
del Padre (que es Ley), por tanto presencia del
6. Sería desconocer la carga teórica de esta condición f o r m a l , Orden del significante humano, es decir, de la Ley
si le opusiéramos la apariencia biológica de los conceptos (libido,
afectos, pulsiones, deseo) en los cuales Freud basa el "contenido"
de Cultura: este discurso, condición absoluta de
del inconsciente. P o r e j e m p l o cuando dice qué el sueño es la todo discurso, el discurso presente desde arriba,
"realización de deseos" (Wunscherfüllung) *. Es en el mismo sentido es decir ausente en su abismo, en todo discurso
que Lacan opone la "palabra v a c í a " a la "palabra llena" del hom-
bre, como lenguaje del " d e s e o " inconsciente. Es n o obstante a verbal, el discurso de este Orden, este discurso del
partir de esta condición f o r m a l que estos conceptos (aparentemen- Otro, del gran Tercero, que es este mismo Orden:
te biológicos) toman su sentido auténtico, que este sentido puede ser
asignado y pcnsudo, y puede ser* dcfinids uriu íácnics, de lu curs. el discurso del inconsciente. En ello nos es dada
E l deseo, categoría fundamental del inconsciente, sólo es inteligible una toma conceptual del inconsciente, que es en
en su especificidad c o m o sentido singular del discurso del incons- cada ser humano el lugar absoluto en el que su
ciente del sujeto humano: el sentido que surge en el " j u e g o " y por
el " j u e g o " de la cadena significante donde se compone el discurso discurso singular busca su propio lugar, busca, se
del inconsciente. Como tal, el " d e s e o " está marcado p o r la estruc- equivoca y equivocándose encuentra su propio
tura que gobierna el devenir humano. Como tal, el deseo se dis-
tingue radicalmente de la "necesidad" orgánica de esencia bioló- lugar, el ancla propia de su sitio, en la imposición,
gica. Entre la necesidad orgánica y el deseo inconsciente, no hay la impostura, la complicidad y la denegación de
continuidad de esencia — c o m o tampoco existe continuidad de
esencia entre la existencia biológica del h o m b r e y su existencia
sus propias fascinaciones imaginarias.
histórica. E l deseo está determinado en su ser equívoco ( " s u casi- De hecho no es más que el fin de la larga marcha
no-ser", dice L a c a n ) p o r la estructura del Orden que le impone su
marca, y le conduce a una existencia sin lugar, la existencia de la forzada hacia la infancia humana el que en el
represión, a sus recursos así c o m o a sus decepciones. N o se accede Edipo el niño sexuado se convierta en niño huma-
a la realidad específica del deseo partiendo de ¡a necesidad orgáni-
ca, así como t a m p o c o se accede a la realidad específica de la
no sexual (hombre, m u j e r ) habiendo sometido a la
existencia histórica partiendo de la existencia biológica del "hom- prueba de lo Simbólico sus fantasmas imaginarios,
bre". Al contrario: así como las categorías d e la historia son las
que permiten definir la especificidad de la existencia histórica del
y acabe, si todo «va bien», por devenir y aceptar lo
hombre, e incluso las determinaciones e n apariencia puramente que es: un niño o una niña entre los adultos, te-
biológicas, c o m o sus "deseos", o los fenómenos demográficos, ha- niendo sus derechos de niño en este mundo de
ciendo la distinción entre su existencia histórica y una existencia
puramente biológica, así son las categorías esenciales del incons- adultos, y poseyendo, como todo niño, el pleno
ciente que permiten aprehender y definir el sentido mismo del derecho de llegar a ser un día «como papá», es
deseo, distinguiéndolo de las realidades biológicas que lo sostie- decir, un ser humano masculino, teniendo una
nen (exactamente como la existencia biológica sostiene la existencia
histórica) p e r o sin constituirlo ni determinarlo. mujer (y ya no solamente una madre), o « c o m o
* "...todo sueño es una realización de deseos y no existen, por mamá», es decir un ser humano femenino tenien-
tanto, sino sueños optativos...", afirma Freud (O.C.T.I., pág, 251)
y en otro lugar añade: " P o r su carácter de realización de deseos do un esposo (y no solamente un padre).
se dividen los sueños en tres clases: en p r i m e r lugar aquellos que Puede realmente parecer asombroso o arbitra-
muestran francamente un deseo no reprimido. En segundo lugar
los que exteriorizan disfrazadamente un deseo reprimido (...) Y en rio, el que en este último drama, todo se desarro-
tercer lugar, aquellos otros que, si bien representan un deseo re- lle y materialice en un lenguaje anteriormente
primido, lo hacen sin disfraz alguno o con un disfraz insuficiente
{Ib. pág. 323). ( N . de R . ) . formado, que en el Edipo queda enteramente cen-
35 11
trado y ordenado alrededor del significante pha- En cualquiera de los casos, sea el momento de
llus: insignia del Padre, insignia del derecho, in- la fascinación dual de lo imaginario (1), sea el mo-
signia de la Ley, imagen fantasmáticá de todo mento (Edipo) del reconocimiento vivido de la
Derecho —pero todos los psicoanalistas lo afirman inserción en el Orden simbólico (2), toda la dia-
como un hecho experimentado. léctica del paso está marcada en su última esen-
La última etapa del Edipo, la «castración», pue- cia por el sello del Orden humano, de lo Simbó-
de darnos una idea de ello. Cuando el niño vive lico, cuya lingüística nos suministra las leyes for-
y resuelve la situación trágica y benéfica de la cas- males, es decir, el concepto formal.
tración, acepta no tener el mismo Derecho (pha- La teoría psicoanalítica puede darnos de este
llus) que su padre, sobre todo no tener el Derecho modo lo que hace de toda ciencia, no una pura
del padre sobre su madre, la cual se revela enton- especulación, sino una verdadera ciencia: la defi-
ces dotada del intolerable estatuto del doble em- nición de la esencia formal de su objeto, condición
pleo, madre para el niño, mujer para el padre; de posibilidad de toda aplicación práctica, técnica,
pero, aceptando no tener el mismo derecho que sobre sus mismos objetos concretos. Es por ello
su padre, conquista la seguridad de tener un día, por lo que la teoría psicoanalítica se escapa de las
más tarde, cuando se convierta en adulto, el dere- clásicas antinomias idealistas formuladas por
cho que le es entonces rechazado por falta de ejemplo, por Politzer cuando este autor (que fue
«medios». N o tiene más que un pequeño derecho el primero en Francia, en captar la capacidad
que llegará a ser grande si habiendo «comido bien teórica y revolucionaria del psicoanálisis) exigién-
su sopa» sabe por sí mismo llegar a ser mayor. dole que fuera una ciencia de lo «concreto», ver-
Cuando por su parte la niña vive y asume la si- dadera «psicología concreta», le reprochaba sus
tuación trágica y benéfica de la castración, acepta abstracciones: el inconsciente, el complejo de Edi-
no tener el mismo derecho que su madre, es po, el complejo de castración, etc. ¿Cómo puede
decir, internaliza una doble aceptación: no tener el psicoanálisis, decía Politzer, pretender ser la
el mismo derecho (phallus) que su padre puesto ciencia de lo concreto, cómo puede y quiere serlo,
que su madre no lo tiene (el phallus), precisa- si persiste en unas abstracciones que no son sino
mente porque es mujer y, al mismo tiempo, acepta lo «concreto» alienado en una psicología abstracta
no tener el mismo derecho que su madre, es decir, y metafísica? ¿Cómo descubrir lo concreto a par-
no ser aún una mujer, como lo es su madre. Pero tir de tales abstracciones, a partir de lo abstrac-
como desquite conquista su pequeño derecho: el to? En realidad, ninguna ciencia puede ahorrarse
de niña, y las promesas de un gran derecho, el la abstracción, incluso cuando en su «práctica»
entero derecho de mujer, cuando llegue a ser adul- (que, bien entendido, no es la práctica teórica de
ta, si sabe crecer aceptando la Ley del Orden esta ciencia sino la práctica de su aplicación con-
humano, es decir, sometiéndose a ella, si es nece- creta) no se relaciona más que con estas variacio-
sario para desviarla —no comiendo «bien» su sopa. nes singulares y únicas que son los «dramas» in-
11
36
dividuales. Las «abstracciones» del psicoanálisis, bre la modalidad del nódulo específico y absoluta-
tal como Lacan las interpreta en Freud (y Lacan mente singular en el que el paso del Edipo ha sido,
no interpreta nada más que los conceptos de es, abordado, franqueado, parcialmente desviado
Freud, dándoles la forma de nuestra cientificidad, o eludido por tal o cual individuo. Estas variacio-
la única existente) son en verdad los auténticos nes pueden ser pensadas y conocidas en su misma
conceptos científicos de su objeto, en la medida en esencia, a partir de la estructura del invariante
que, en tanto que conceptos de su objeto, contie- Edipo, precisamente por la razón de que todo este
nen en sí mismas el índice, la medida y el funda- paso ha sido marcado, desde su principio de la
mento de la necesidad de su abstracción, es decir, fascinación, tanto en sus formas más «aberrantes»
la medida misma de su relación a lo «concreto», como en las más «normales», por la Ley de esta
por tanto su propia relación a lo concreto de su estructura, última forma del acceso a lo Simbó-
aplicación, comúnmente llamada la práctica ana- lico b a j o la Ley misma de lo Simbólico.
lítica (la cura). Sé bien, que estas breves indicaciones no sólo
El Edipo no es pues un «sentido» oculto al cual parecerán sumarias y esquemáticas, sino que real-
sólo faltaría la conciencia o la palabra, ni tampo- mente lo son, y que muchas nociones invocadas
co una estructura desaparecida en el pasado que o anticipadas exigirían profundas explicaciones
fuera siempre posible reestructurar o superar para ser justificadas y fundamentadas. No obs-
«reactivando el sentido»; el Edipo es la estructura tante, incluso esclarecidas en su fundamento y en
dramática, la «machine teatral» 7 que la Ley de las relaciones que poseen con el conjunto de las
Cultura impone a todo candidato, involuntario y nociones que las sostienen y referidas constante-
forzado a la humanidad; una estructura que con- mente a los análisis de Freud, ellas continúan
tiene en sí misma no solamente la posibilidad sino planteándonos una serie de problemas: no sólo
también la necesidad de las variaciones concretas problemas de formación, de definición y de escla-
en las que ella existe, para todo individuo que pue- recimiento conceptuales, sino nuevos problemas
da llegar a su umbral, vivirlo y sobrevivirlo. El reales, producidos necesariamente por el desa-
psicoanálisis, en su aplicación, la llamada práctica rrollo del esfuerzo de teorización que ha sido pre-
psicoanalítica (la cura), trabaja sobre los «efec- cisamente el nuestro. Por ejemplo: ¿cómo pensar
tos» 8 concretos de estas variaciones, es decir, so- rigurosamente la relación entre la estructura for-
mal del lenguaje, condición de posibilidad abso-
luta de la existencia y de la inteligencia del in-
7. Expresión de Lacan ( " m a c h i n e " ) , repitiendo a Freud ( " e i n
anderes Schauspiel... Schausplatz"). Entre Politzer, que habla de
consciente, por una parte, las estructuras concre-
" d r a m a " y Freud y Lacan, que hablan de teatro, escena, represen- tas de parentesco por otra, y finalmente, las for-
tación, género teatral, director, etc., hay toda la distancia del espec-
tador, que se toma c o m o el teatro, al propio teatro.
maciones concretas ideológicas en las cuales se
8. Si se entiende este término de " e f e c t o " en el contexto de una viven las funciones específicas (paternidad, ma-
teoría clásica de la causalidad, se concebirá por él la presencia ternidad, infancia) implicadas en tales estructu-
actual de la causa en su efecto, (cf. Spinoza).

39
38
ras de-parentesco? ¿Acaso es concebible que la va- marcados en el mundo analítico, afectan tanto a
riación histórica de estas últimas estructuras (pa- la teoría como a la técnica analíticas en su mismo
rentesco, ideología) pueda afectar sensiblemente contenido? La eterna cuestión del « f i n del análi-
tal o cual aspecto de las instancias aisladas por sis» ¿no está, acaso, relacionada con este rechazo,
Freud? Otra pregunta: ¿en qué medida puede el es decir con el no-pensamiento de estos proble-
descubrimiento de Freud, pensado en su raciona- mas, que dependen de una historia epistemológica
lidad y por la simple definición de su objeto y del psicoanálisis y de una historia social (e ideo-
lugar, repercutir en las disciplinas de las que se lógica) del mundo analítico?
distingue (como son la psicología, la psicosociolo- Muchos otros problemas reales verdaderamente
gía, la sociología) y provocar en ellas tina serie planteados, que constituyen, ya desde ahora, otros
de interrogaciones sobre el estatuto (a veces pro- tantos campos de investigación. Es de esperar
blemático) de su objeto? Una última pregunta que en un futuro próximo ciertas nociones salgan
por fin, entre tantas otras: ¿Cuáles son las rela- transformadas de esta prueba.
ciones existentes: 1.°) entre la teoría analítica y Si vamos al fondo, esta prueba es aquella a la
sus condiciones de aparición histórica, y 2.°) entre que Freud ha sometido, en su ámbito, una cierta
la teoría analítica y sus condiciones sociales de imagen tradicional, jurídica, moral y filosófica, es
aplicación? decir, en definitiva ideológica, del «hombre», del
1.°) ¿Quién fue, pues, Freud, para haber podido «sujeto» humano. N o era en vano que Freud com-
fundar la teoría analítica y a la vez inaugurar, parara a veces la resonancia crítica de su descu-
como Analista número 1, auto-analizado, Padre brimiento con el escándalo de la revolución co-
originario, la larga filiación de los practicantes pernicana. Desde Copérnico sabemos que la tierra
que se reclaman de él? 2.°) ¿Quiénes son, pues, los no es el «centro» del universo. Desde Marx sabe-
psicoanalistas para aceptar (y de la forma más mos que el sujeto humano, el ego económico, polí-
natural del mundo) la teoría freudiana, la tradi- tico o filosófico no es el «centro» de la historia;
ción didáctica procedente de Freud, a la vez que sabemos también contra los Filósofos de las Luces
las condiciones económicas y sociales (el estatu- y contra Hegel, que la historia no tiene «centro»,
to social de sus «sociedades» estrechamente liga- sino que posee una estructura cuya necesidad de
do al estatuto de la corporación médica) en las «centro» sólo existe en el desconocimiento ideo-
lógico. Freud nos descubre, a su vez, que el sujeto
que ellos ejercen? ¿En qué medida los orígenes
real, el individuo en su esencia singular, no tiene
históricos y las condiciones económico-sociales del la figura de un ego centrado sobre el « y o » , la
ejercicio del psicoanálisis, influyen en la teoría «conciencia» o la «existencia» —sea la existencia
y en la técnica analítica? ¿En qué medida sobre del para sí, del propio-cuerpo o del «comporta-
todo, puesto que tal es de hecho la situación, él miento»—, y que el sujeto humano es descentrado,
silencio teórico de los psicoanálistas sobre estos constituido por una estructura que tampoco tiene
problemas y el rechazo teórico por el que están
\

40 41
• "
«centro» más que en el desconocimiento imagina- Los dos textos publicados en el n.° 6 ("Remarques sur le rapport
rio del «yo», es decir, en las formaciones ideoló- de D. Lagache", "La direction de la cure").
El texto del n.° 3 ("L'instance de la lettre dans l'inconscient").
gicas en las que se «reconoce». t„E1 texto del n.° 6 ("Sur les psychoses"), etc.
Por ello, ya se habrá notado, nos está abierto 9. Entre los textos que han publicado los alumnos de Lacan u
uno de los caminos por los que quizás un día lle- otros influenciados por su enseñanza, aconsejamos especialmente
los artículos de S. Lecaire en La Psychanalyse; el artículo de S. Le-
garemos a una mayor comprensión de esta estruc- claire y J. Laplanche sobre el inconsciente (Temps Modernes julio
tura del desconocimiento que interesa principal- 1961); los artículos de J. B. Lefèvre-Pontalis sobre "Freud aujour-
d'hui" (Temps Modernes, núms. 124, 125, 126, 1956); la obra de
mente a toda investigación sobre la ideología 9 . J. Laplanche sobre Hölderlin (PUF); el libro de Maud Mannoni
sobre L'Enfant arriéré et sa mère ed. Seuil.
Posteriormente a la publicación de este artículo, se ha editado
Enero, 1964. una recopilación de textos de Lacan, bajo el título de Ecrits,
Seuil, 1966. (M- de R.)

NOTA BIBLIOGRÁFICA DE ESTUDIOS

Para facilitar el acceso a la obra de Lacan que está diseminada


en distintas publicaciones colectivas, la ordenamos de la forma
siguiente :
1. "Les complexes familiaux en pathologie." (Encyclopédie Fran-
çaise, de Monzie, Tomo 8. " L a vie mentale". 1938).
2. "La causalité psychique" (Evolution psychiatrique, 1947, fas-
cículo 1).
3. "Le stade du miroir comme formateur de la fonction du
je" (Revue Française de Psychanalyse, 1949, X I I I , 4). \
4. "La chose freudienne" (Evolution Psychiatrique, 1956, fas-
cículo 1).
5. "Les formations de l'inconscient" (Semanaire 57-58). (Bulle-
tin de psychologie).
6. "Les relations d'objet et les structures freudiennes" (Sémi-
naire 56-57). Bulletin de psychologie, n.° 10).
7. "Le désir et son interprétation" (Seminaire 58-59) (Bulletin de
psychologie, enero 60).
8. Los siete números aparecidos de la revista: La Psychanalyse
(PUF), sobre todo el discurso y las intervenciones de Lacan en el
Congreso de Roma (n.° 1) (Discurso de Lacan: "La parole et le lan-
gage en psychanalyse").

42 11
JACQUES LACAN

RESPUESTAS A UNOS ESTUDIANTES DE FILO-


SOFIA SOBRE EL OBJETO DEL PSICOANA-
LISIS 1

I . — CONCIENCIA Y SUJETO

Ha hablado del espejismo engendrado por la


confusión de la conciencia y del sujeto, espejismo
que es denunciado por la experiencia psicoanalí-
tica. Ahora bien, la filosofía habla de conciencia
(cógito cartesiano, conciencia trascendental, con-
ciencia de sí mismo hegeliana, cógito apodíctico
de Husserl, cógito pre-reflexivo de Sartre...) ¿De
qué manera la experiencia psicoanalítica muestra
el desconocimiento engendrado en un sujeto por
el hecho de identificarse con su conciencia?
¿Qué es la conciencia para un psicoanalista?
¿Es posible hacer "salir" a alguien de su concien-
cia? ¿El sujeto de una conciencia no está conde-
nado a ella?
L o que decís que he dicho, me parece más bien
que lo habéis sacado de un texto que escribí como
homenaje a la memoria de Maurice Merleau-Ponty,

1. Las preguntas que se reproducen aquí fueron dirigidas al


doctor Lacan por un grupo de estudiantes de la Facultad de Letras
de París. El texto fue compuesto por M. G. Contesse.

45
único texto, así lo espero, que puede inducir a con- Y o digo que debe considerársela como principal
fusión y que debo esclarecer ante todo en vues- y como la primera salida de la represión original.
tra lectura. Digo que las «conciencias» filosóficas que encon-
Escribí que «el "yo pienso" al que comúnmente tráis en los filósofos hasta el apogeo de Sartre
se reduce la presencia (según lo que precede: la tienen la función de suturar esta abertura del su-
presencia del sujeto fenomenológico) no cesa de jeto, en cuya función el analista reconoce el truco
implicar... todos los poderes de la reflexión por que supone el echar un cerrojo a la verdad (para
lo que se confunden sujeto y conciencia». Esto no lo que el instrumento perfecto sería evidentemente
quiere decir que en ello no haya nada de confuso. el ideal que Hegel nos promete como saber ab-
En un punto eminente de la ascesis cartesiana, el soluto).
que precisamente invoco aquí, conciencia y suje- El pretexto con el que esta operación se adorna
to coinciden. Lo que puede llevar a confusión es desde hace tiempo se traiciona con el estilo del
el tomar este momento privilegiado por exhausti- buen apóstol, el cual está especialmente ilustrado
vo del sujeto —es hacer de él la pura categoría en el discurso de Leibniz. Es para «salvar la ver-
por la que la presencia de la mirada como opaci- dad» para lo que se cierra la puerta.
dad en lo visible devendría la visión misma (con- Desde que Freud ha reproducido el inconsciente
texto de mi frase). sobre la escena que él le asigna («la otra escena»,
Al contrario, es en este mismo momento, de la llama él) y le ha dado el derecho a la palabra,
coincidencia en tanto que él es captado por la re- se impone plantear el problema de un error inicial
flexión, donde, según mi parecer, se sitúa el lugar en la filosofía.
por el que hace su entrada la experiencia psico- Lacan insiste sobre ello, precisamente porque
analítica. Considerándolo únicamente en el tiem- aquel quitar «el cerrojo» es tan temible que sus
po, este sujeto del « y o pienso» revela lo que él mismos practicantes no se preocupan sino de re-
es: el ser de un fracaso. Y o soy el que piensa: legarlo. Digo que el inconsciente posee este dere-
«Luego yo soy», lo he comentado en otra parte, cho, por lo que él estructura en cuanto a lenguaje,
especificando que el «luego», cariz de la causa, di- y daría explicaciones respecto del estrépito sin f i n
vide inauguralmente el « y o soy» de existencia del con el que Freud hace resonar este hecho, si m e
« y o soy» de sentido. hubierais planteado el problema en términos dé
Esta brecha es propiamente aquello de lo que inconsciente y sujeto.
el psicoanálisis nos da la experiencia cotidiana. Entonces hubiera podido añadir que esta razón
Tengo la angustia de la castración al mismo tiem- misma no basta para fundar este derecho, y que
po que la considero imposible: tal es el crudo es necesario, como lo es en el fundamento de todo
ejemplo con el que Freud ilustra esta brecha, re- derecho, un paso al acto, paso ante el que precisa-
producida a todos los niveles de la estructura mente hoy día el psicoanalista se oculta.
subjetiva. Por esto, lo que yo enseño no se dirige especial-
46 11
llamando la atención de sus sucesores respecto d e
mente a los filósofos. Por decirlo de alguna ma- tal problema para que lo debatieran.
nera: no lucho en vuestro frente. Indicación aparentemente insuficiente: los psi-
Es notable el hecho de que m e hagáis preguntas coanalistas raramente han sabido servirse de una
sin que os inquiete, en cambio, dónde m e funda- llave cuando Freud no les ha enseñado cómo abre.
mento para sostener las posiciones que más o me- Quizás el avance que emprendo este año sobre
nos exactamente m e atribuís. Es esencial, sabed- cierto objeto llamado a minúscula permitirá algún
lo, no eludir del enunciado el lugar que ocupa la progreso en ello.
enunciación. Espero haber situado en su lugar la función
Desconfiad, pues, de vuestra precipitación: no de una confusión que está ante todo en vuestra
es tiempo aún para que les falte alimento a las pregunta.
zarandajas filosóficas. Simplemente el paso ai acto La continuación del texto, si es a lo que voso-
psicoanalítico podría indicarles cómo reconocer la tros os referís, muestra precisamente que el ob-
sustancia del lado de la penuria. jetivo al que se refiere en este punto, es el peligro
El psicoanálisis no tiene que dar cuenta a la de la reducción del sujeto al yo. Ha sido precisa-
filosofía del error filosófico, como si la filosofía mente este recentrar la teoría psicoanalítica sobre
debiera «darse cuenta» de ello a partir de en- el yo, lo que me ha sido necesario denunciar
tonces. N o puede haber nada de esto, puesto que ampliamente durante un período de sueño del psi-
sólo en imaginárselo está precisamente el error coanálisis para hacer posible un retorno a Freud.
filosófico mismo. E l sujeto no se equivoca al iden- ¿De qué manera este accesorio sin uso, desig-
tificarse con su conciencia, como vosotros me lo nado por « y o » —que no ha servido más que de
hacéis decir, Dios sabe por qué, sino al no poder estandarte a la psicología misma, desde que ella
dejar escapar más que la topología de sí mismo ha querido ser un poco más objetiva— ha sido
que se desarrolla en esta identificación. puesto de relieve allí donde sería de esperar que
H e dicho topología. Y lo he dicho puesto que es la crítica fuera hecha de nuevo a partir del sujeto?
lo que prevalece. Quiero decir que sin la estruc- Esto sólo puede concebirse por el desliz que ha
tura es imposible captar algo de la realidad de la sufrido el psicoanálisis al encontrarse sometido
economía: de «l'investissement», como se dice, a la explotación «managerial» de la psicología, es-
incluso sin saber lo que se dice. pecialmente en sus técnicas de reclutamiento para
Porque le faltaba la elaboración que la lingüís- los empleos.
tica nos ha proporcionado, Freud dudaba en to- El yo autónomo, la esfera libre de conflictos,
mar un partido claro sobre el origen de la carga propuesto como nuevo evangelio por Heinz Hart-
que él reconocía en la conciencia, por lo que fue mánn en el círculo de Nueva Yorlt„^no es más
muy perspicaz al interpretarla como desmesurada que la ideología de una nueva clase de inmigrados,
ante la debilidad del epifenómeno al que inten- deseosos de prestigio, que regentaban la sociedad
taba reducirla una cierta fisiología y se liberó
49
48 4. FKJBUD Y I-A CAN
de Europa central cuando con la diàspora de la dispensarme de responder sobre los medios de
guerra tuvieron que instalarse en una sociedad en «hacer salir a alguien de su conciencia»? Y o no
la que los valores se sedimentaban según la esca- soy Alphonse Aliáis, quien os respondería: des-
la del income tax. pellejarlo.
En lo que se refiere a la vigilancia necesaria N o es a su conciencia a lo que el sujeto está
me anticipé desde 1936 promoviendo, con el esta- condenado, es a su cuerpo que se resiste de mu-
dio del espejo *, un modelo de esencia ya estruc- chas maneras a realizar la división del sujeto.
tural que recordaba la verdadera naturaleza del El que esta resistencia haya servido para alojar
yo en Freud, a saber, una identificación imagina- toda clase de errores (entre ellos el alma) n o im-
ria o más exactamente una serie envolvente de pide que esta división sea portadora de unos efec-
tales identificaciones. tos verídicos, como el que Freud ha descubierto
Tened en cuenta que recuerdo a este propósito b a j o el nombre de castración, ante el que vacila
la diferencia entre la imagen y lo ilusorio (la «ilu- aún el asentimiento de sus discípulos.
sión óptica» no comienza sino en el juicio; antes
es sólo mirada objetivada en el espejo).
Heinz Hartmann, muy cultivado en estas mate- I I . — PSICOANÁLISIS Y SOCIEDAD
rias, pudo escuchar esta llamada que proferí en
1936 en el Congreso de Marienbad **. Pero no se tCuál es la relación entre el sujeto de una praxis
puede hacer apenas nada contra el atractivo de revolucionaria que tiende a la superación de su
varias formas del campo de concentración: la ideo- trabajo alienado y el sujeto del deseo alienado?
logía psicologizante es una de ellas. ¿Cuál es, según usted, la teoría del lenguaje
Me parece que vosotros, filósofos, sólo tenéis implicada por el marxismo?
necesidad de registrar mis observaciones en el ¿Qué piensa de esta reciente expresión del doc-
caso de que Alain no os haya bastado. tor Mannoni (en una reciente reunión de psicote-
¿Estáis lo suficientemente preparados como para rapeutas institucionales), quien hablando de la
cura psicoanalítica, la caracteriza como "la inter-
vención de una institución en otra institución"?
* "Estadio del espejo" o "fase del espejo". Lacan ha dedicado
dos trabajos a este estadio, a saber: " L e Stade du miroir" (ver
Esto plantea el problema de la función social
nota sig.) y "Le Stade du miroir comme formateur de la fonction de la "enfermedad mental" y del psicoanálisis.
du je", comunic. al X X I Congr. Intern. de psicoanl., Zurich, julio ¿Cuál es la significación social del hecho de que
1949 (recogido en la Revue française de psychanalyse, n.° 4, oct-dic.,
1949). el psicoanalista deba ser pagado por el analizado?
Puede consultarse también a este respecto el cap. I de la obra ¿El psicoanalista debe tener en cuenta el hecho
Lacan de ,Tean-Michel Palmier, Col. psychotfièque, Edit. Univer- de que su cura es una terapia de clase?
sitaires, Paris, 1969. ( N . de R . )
** X I V Cong. psicoanalitico intern. celebrado en Marienbad
del 2 al 18 de agosto de 1936. Lacan intervino con la comunica-
ción titulado "Le Stade du miroir". ( N . de R . ) Por sujeto del deseo alienado vosotros entendéis

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sin duda lo que y o enuncio como: el deseo anticipada del psicoanálisis, el fetiche, dando por
de — es el deseo del Otro *, lo que es justo, o entendido que el psicoanálisis revela su significa-
dicho de otra forma, que no hay sujeto de deseo. ción biológica.
Hay sujeto del fantasma, es decir una división del Pues este objeto causal es aquel en el que las
sujeto causáda por un objeto, esto es, obstruida restricciones reglamentarias toman forma ética en
por él, o más exactamente el objeto en el que la el aburguesamiento que sella a escala planetaria
categoría de la causa ocupa el lugar en el sujeto. la suerte de lo que se llama, no sin pertinencia,
Este objeto es lo que falta a la consideración los cuadros.
filosófica para situarse, es decir, para saber que Ved en ello una línea de lo que podría conver-
ella no es nada. tir vuestra pregunta en un simple esbozo.
Este objeto es el que logramos hacer salir de •»• « i « ¿Itrí + m . I.UUU
V-VILUJ. + y—» r I UV/OpJ. WWJ.U, LUAlUVa ^JLJL ^UlUliLQ
-t ,1 f- n
su sitio a través del psicoanálisis, como el balón yo sostengo que el psicoanálisis no tiene ningún
que se escapa de la mêlée de los jugadores para derecho a interpretar la práctica revolucionaria
lograr un tanto más. —lo que argumentaré más lejos—, sino que, al
Es tras este objeto que corre el psicoanálisis, al contrario, la teoría revolucionaria haría bien en
mismo tiempo que emplea toda su torpeza para responsabilizarse de dejar vacía la función de la
captarlo teóricamente. verdad como causa, ya que precisamente está en
Solamente cuando este objeto —el que y o llamo ello la primera suposición de su propia eficacia.
a minúscula, y que he puesto como título de mi Se trata de poner en tela de juicio la categoría
curso de este año como el objeto del psicoanáli- del materialismo dialéctico, y ya se sabe que los
sis— tenga su estatuto reconocido, se podrá dar marxistas no son especialmente fuertes para hacer-
un sentido al pretendido objetivo, que vosotros lo, aunque en conjunto sean aristotélicos, l o que
atribuís a la práctica revolucionaria, de una supe- ya supone algo.
ración por el sujeto de su trabajo alienado. ¿En Sólo puede decirse que mi teoría del lenguaje
qué puede ser superada la alienación de su tra- como estructura del inconsciente, está implicada
bajo? Es como si vosotros quisierais superar la por el marxismo; si vosotros no sois más exigen-
alienación del discurso. tes que la implicación material con la que m i últi-
N o veo cómo superar esta alienación si no es ma lógica se contenta, es decir, que mi teoría
a través del objeto que soporta su valor, lo que del lenguaje es verdadera cualquiera que sea la
Marx llamaba, en una homonimia singularmente suficiencia del marxismo, y que ella le es necesa-
* " L a afirmación inicial, la tesis podia decirse, que Lacan de-
ria cualquiera que sea el defecto que le transmita.
fiende y retoma sin cesar, es que el deseo del hombre es el deseo Esto, en cuanto a la teoría del lenguaje que el
del Otro" (Jean-Michel Palmier, ob. cit. pág. 96). marxismo implica lógicamente.
A propósito de la interpretación que Lacan hace del deseo véase
su propio trabajo " L a direction de la cure et les principes de son En cuanto a la que ha implicado históricamente,
pouvoir", aparecido en "Psychanalyse", \ol. 6, 1961. ( N . de R . ) no tengo apenas nada que ofreceros, en m i mo-
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desta información de lo que sucede detrás de un tiene la misma función social, pero también deja
cierto telón doctrinal, más que treinta páginas de cumplirla. Y o intento restablecer la ironía en
de Stalin que han acabado con los debates del ma- sus derechos, mediante lo cual quizás también nos
rrismo (del nombre del filósofo Marr, que conside- curaremos del psicoanálisis de hoy.
raba al lenguaje como una «superestructura»). El hecho de que el psicoanálisis tenga que pa-
Enunciados elementales referentes al lenguaje, garse no implica que sea una terapia de clase, sino
especialmente sobre este aspecto de que no es que, ambas cosas, son lo que queda actualmente
una superestructura, hacen que el marxista se si- de la ironía.
túe en lo sucesivo en lo que concierne al lenguaje Esto parece quizás una respuesta demasiado iró-
muy por encima del neopositivismo lógico. nica. Si reflexionáis sobre ella, os parecerá segura-
Lo mínimo que podéis concederme en cuanto a mente más auténtica que si os remitiera a lo que
mi teoría sobre el lenguaje es, si esto os intere- he dicho, unas líneas más arriba, sobre la función
sa, que es materialista. del fetiche.
El significante es la materia que se trasciende Me doy cuenta de que he pasado por alto a Man-
en lenguaje. Os dejo la elección de atribuir esta noni... por no saber exactamente lo que él dijo.
frase a un Bouvard comunista o a un Pécuchet Pronto. L o encontraremos en Temps Modernes.
a quien animan las maravillas de la A.D.N.
Estaríais equivocados si creyerais que me preo-
cupo de la metafísica hasta el punto de hacer un I I I . — PSICOANÁLISIS Y FILOSOFÍA
viaje para encontrarla. La tengo a domicilio, es
decir en la clínica donde converso con ella en unos ¿Cuál es la relación del psicoanálisis con la filo-
términos que me permiten responderos lapidaria- sofía y en qué sentido está habilitado para decir
mente sobre la función social de la enfermedad que la filosofía forma parte de la paranoia (en un
mental: su función, social habéis acertado, es la texto inédito de Freud que comenta Kaufmann)?
ironía. Cuando tengáis práctica en el trato esquizo- Si la ilusión es la última palabra de la subli-
frénico, sabréis que con ironía está armado, iro- mación, ¿qué relación tiene con la ideología? ¿No
nía que va hasta la raíz misma de toda relación es la sublimación una forma de alienación?
social. ¿Cómo concibe la enseñanza del psicoanálisis
No obstante, cuando esta enfermedad es la neu- dentro de la enseñanza de la filosofía?
rosis, la ironía no cumple su función, y el descu-
brimiento de Freud consiste en, a pesar de ello, Ya he dicho lo suficiente para ser breve, puesto
habérsela reconocido —con lo que la restaura en que todo esto no me gusta.
su pleno derecho— lo que equivale a la curación El que la filosofía proceda de la paranoia viene
de la neurosis. de la etapa salvaje de la ironía freudiana. N o es
Ahora el psicoanálisis ha sucedido a la neurosis: ciertamente una casualidad que Freud la reserve
11
54
a lo inédito (la referencia a Alphonse Aliáis no I V . — PSICOANÁLISIS Y ANTROPOLOGÍA
estaría, aquí fuera de sitio; no nos extrañemos,
pues, de encontrar en ello a Kaufmann, quien co- ¿Puede haber, o hay, una disciplina fundamen-
noce la ironía). tal que dé cuenta de la unidad de las ciencias
Siento que creáis que la sublimación es una ilu- humanas? ¿Hay un objeto único de las ciencias
sión. Una simple lectura de Freud os convencería humanas?
de que dice exactamente lo contrario. ¿El psicoanálisis puede fundamentar una antro-
La religión, en cambio, sí que es una ilusión pología?
dice Freud, porque ve en ella una neurosis.
N o sé qué puede esperarse de la enseñanza de la
filosofía, pero he hecho recientemente una expe- La mejor antropología no puede ir más allá
riencia que me ha dejado una duda: la de que que hacer del hombre un ser que habla. Y o mismo
el psicoanálisis no pueda contribuir a lo que se hablo de una ciencia definida por su objeto.
llama la hermenéutica, sino es conduciendo nueva- El sujeto del inconsciente es un ser hablado y
mente a la filosofía a sus relaciones de obscuran- es el ser del hombre; si el psicoanálisis tiene
tismo. que ser una ciencia, ello no es un objeto pre-
Reconocer lo económico en la materia, es decir, sentable.
lo oscuro (ya que al mismo tiempo es motivo de De hecho el psicoanálisis rechaza toda idea del
vanagloria el no tener experiencia de ello), preci- hombre presentada hasta ahora. Es necesario decir
samente donde, como filósofo, se debería confron- que todas ellas, cualesquiera que fueran, yá no
tar con el fracaso del sujeto, es proceder de la eran válidas antes del psicoanálisis.
misma manera en que se forma el célebre fan- El objeto del psicoanálisis no es el hombre; es
tasma del hombre de las ratas *, que puso dos pa- lo que le falta —no una falta absoluta sino de un
quetes de mierda ante los ojos que, como por ca- objeto. Es necesario todavía ponerse de acuerdo
sualidad, eran los de Anna Freud, la hija de su sobre la falta de la que se trata y es esto lo que
psicoanalista. pone fuera de discusión la mención del objeto.
Así es como el filósofo obraría con la verdad, N o es el pan raro, es el bollo del. que una
cuando ella corre el riesgo de verle en su parti- Reina hablaba a su pueblo en tiempo de hambre.
cular pobreza. En ello está, si queréis, la unidad de las cien-
Pero todo esto no es tan grave y los objetivos cias humanas, es decir que ella nos hace sonreír
religiosos están aquí bastante confesados (casi no si no se le reconoce la función de un límite.
se ocultan hoy día) como para que pueda decirse Nos hace sonreír por un cierto uso de la inter-
que el psicoanálisis no está interesado por ellos. pretación, como jugada tramposa de la compren-
* " E l hombre de las ratas" es uno de los casos analizado y
sión. Una interpretación de la que se comprenden
descrito por Freud. ( N . de R.) los efectos no es una interpretación psicoanalítica.
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Basta para saberlo haber sido analizado o ser NOTAS BIO-BIBLIOGRÁFICAS
analista.
Es por ello que el psicoanálisis como ciencia
será estructuralista hasta el punto de reconocer
en la ciencia un rechazo del sujeto.

19 de febrero de 1966.

Louis ALTHUSSER nació en Birmandreis ( A r g e l i a ) e n 1918.


De estudiante m i l i t ó en organizaciones católicas.
L a ascensión del fascismo y la Resistencia l o p o l i t i z a r o n
y en 1948 ingresó en el Partido Comunista francés.
E n su concepción del m a r x i s m o se o p o n e a la tendencia
de interpretar a M a r x según sus escritos de j u v e n t u d
y a considerarlo un humanista. Sostiene que h a y una
cesura epistomelógica entre los Manuscritos de 1848 y
El Capital.
Es p r o f e s o r de f i l o s o f í a en la É c o l e N ó r m a l e Supérieure.

Montesquieu; la Politique et l'Histoire (1959). T r . esp.


Montesquieu, la política y la historia (Madrid, Ciencia
Nueva).
Pour Marx (1965). T r . esp. La revolución teórica de Marx
( M é x i c o , Siglo X X I ) . T r . cat. Per Marx (Valencia, G a r b í ) .
Lire le Capital (1965), con Etienne Balibar. E x i s t e una
segunda versión abreviada y corregida (1968). L a traduc-
ción española Para leer el Capital (México, Siglo X X I )
no es completa y p o r otra parte contiene m a t e r i a l iné-
dito.
Lenin et la philosophie (1969).

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