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GUILLERMO SHERIDAN MEXICO EN 1932: LA POLEMICA NACIONALISTA ° 1999 FCE, México Las necesidades pragmaticas de la forma en que se express la genuina nacionalidad después de la Revolucion no tarda rian en considerar prioritarias, una vez mis, a las letras y las artes en la tarea de su institucionalizacion, Lentamente se est bleceria un atado de ideologemas cuya influencia en el qu hacer literario y antistico habria dle alterar su tenxitica, su estilo y su marco referencial: en vez de operar como un ingrediente mas de la nacionalidad literaria 0 artistica, la fuerzat de kt Revo- lucién se asume como su horizonte privilegiado. Se repetia el mismo impulso que habia conducido a Altamisano en el x0x a convertir el campo de la cultura en una esfera simboliea y pri- vilegiada en la que la realidad cultural —incapaz de solucion: sus tribulaciones politicas, econémicas y religiosas— optaba por un nacionalismo de consolacién.2” Como en la anéedota contada por Torres Bodet sobre la soprano que, incap: alcanzar un do de pecho, gritaba “jViva México!”, el nacion: mo es siempre una garantia y un parapeto: una garantia cont la responsabilidad y un parapeto contra sus exigencia ‘Toda verdad decretada arrasa con otras verdades: la consignst que la pasi6n nacionalista asume a partir de este acatamiento a la Revolucion, sxmaba a la evasiva definicién de genuina na~ cionalidad la necesidad de mouificar, y en su caso hasta cance lar, tradiciones literarias que obedecian a las leyes peculiares de un desarrollo determinado por su inevitable participa en una historia mas amplia. Mas alli de que se trataba de tra ciones entr-lazadas con otras la literatura en I de del pais y que podian alegar su aportacién a la conciencia de esa nacionatidad con una constancia anterior a las condiciones sociales ahora usufructuadas por la gentina nacionalidad. De este modo, la hipétesis de que esta genuina nacionalidad representaria nuestra fisonomia espiritual, y su consecuencia —que soto eila poseeris la autoridad para fungi como interlo- cutora de la tradicion o de las culturas ales sminairon por atentar contra la variedad cultural que la misma Revolucién, lego, i expresion genta naclonulidad xe prest tl cise de comentario sponte una autoridad que determina lo que ex genuine y define ls cima, th presume existent Ue nacionalidls aperfa, leeers, 2° reading, 1988 y 1992, pp. 179-204 28 habfa reconocido como uno de sus logro: y anienazaron con restringirla dentro de un nacionatismo. (Para tos fines de este trabajo, por cierl, considero suficiente Ia definici6n que apora $y Berlin [la conviceion de que los hombres pertenecen st un grupo hu- nrano particular, que 's forma de vida del grupo difiere de la de fotros, que el easiewer de los individuos que componen el grupo ex Forma por el grupo misme y ne puede ser comprendido sin él, cs cefinido en terminos de terrtorio comtn, cost mbres, leyes, me moras, creencias, Lenguaje, expresi6n artistica y religiosa, ins iuciones sociales, formas de vida también comunes, a lo cual algu- hos afaden herencia, parenteseo, caracteristicas raciales; y que son Gatos los factores que [orman a los seres hu nanos, sus propésitos y sus valores.)# Fl problema se propone del siguiente modo: Ia mexicana modificar su desarrollo histrico pect liar con abjeto de Convertirse en una literatura genuinamente racional acorde con las nuevas circunstancias politicas, 0 bien seria perseverando en sti propia tradicién —en que In Revolucién es un avatar mis de la historia, pero no sw fasero— como mejor serviria al pais? @Debia subordinarse la literatura a Ir necesidad de forta~ lecer esa genuina nacionalidad, 0 debfa persistir en su eclecti- ismo, padeciendo y aprovechando los obsticulos y heneficios de su indole colonizada (y sus rasgos caracteristicos: individua- lista, marginal, mestiza fronteriza, cosmopolita)? ;Debia acatar cel estado de emergencia y pagarle réditos ideolégicos a la si- {uacion politico-socil o, por el contrario, perseverar en lt conti- nnuidad de su historia interna, movida por otro tipo de oscila- Ciones, menos espectaculares que una revolucién, pero quiz mas profundas? (Una historia, dicho sea de paso, en que la misma idea de nacionalismo operaba como ingrediente, toda ‘vex que habia side ejerciea y discutida de muchsts formas, por lo menos desde el stx, cuando, a resultas del desmembramien= to del Imperio espaiol, el nacionalismo llega a México dentro adebi + fa caso: pasado odie, pdr preset aca ear que el nary qe en de eats Gene ene us ll en at Se CorSy sce eels a eye pen rw prt Re siya defeat Neyer pp T3718, asco, del yea ensayo Beinn Pace Manin, sl apie FE macomssno easly” (pp 738, 29 del paquete ideolégico con que la des titaye al Imperio)® | Es en las respuestas a estas interrogantes donde se fortalece cl dilema entre crear una literatura empefada ¢n edificar kage auina nacionalidad a partir del corte impuesto por li Kevo~ luci6n, o persistir en una literatura que, sujeta a fa naturaleza mnisma de su historia, opta por contencr, criticar y reflejar la nacionalidad sin converttla en un propésito temritico, estilistico ¢ ideol6gico privilegiado por la historia inmediat Desde luego, no fue en 1932 cuando por primera vex se na de la identidad nacional y su expresion como un tema literasio. La polémica de 1932 es, en todo cso, el avatar moderne de una pulsidn secular que en el Xvi es unt i, en el xvit un anhelo y en el xis una ideolo, historia cultural de México ha sido, en medic hile, una respuesta a ese problema que desde tiempos novohis- panos asumi6 su desarraigo no como un estigma, sino como Un rasgo de su identidad y reconocié ahi el disparidor de cierta voluntad clasicista que, con cl paso de los aos, fortalecerian el humanismo jesuita y kt importacion de las luces del xvi Suficientes trabajos de torios han estudiado k discusién de Juana y jesin Ruiz hasta los independientes como Andrés Quin- tana Roo los romiinticos de la Academia de Letrin, el Renaci- amiento iistas eque os empendis en la salvacion de la Repablica, volvcd los ojos al suelo de México, a los hombres de México, is costumbres ya nuestras tradiciones, a nuestras e- peranzats y a nuestros anhelos, a lo que somos en verdad! Lo importante es que kt expresion literaria de "lo que somos en verdad” no tarda en convertirse en la subrepticia necesidad de afirmar una étiea tanto de lo literaturizable como del literate: elescritor mexicano debe ser virl, y en su literatvra deben perci-, hirse gestos narrativos, tematicos 0 expresives que pengan de manifiesto "lo que somos en verdad”. Atendiendo a ese lam do de Caso, mas sus propias indefiniciones, en 1928 Carlos Pellicer se sumari a esta diferenciaei6n de tipo sexual cuando, con motivo de la aparicién de la Antologia de la poesia mext- 1a sd eatin paw Victor Diaz Ariniyt ent Queretapor fa eine ree cionari 1 ta por Dine Aine, p53. se Ghal p3t, Para empl a fogma en gue ess orden tayo reson iow Ariss enmimers und weiner de ba terativs ce test “seudoostune Frnt” pla ene 1921 Y 192. 36 cana moderna hecha por los Contemporineos, diri en carta a tin amigo que “es curioso: en el pais de la Muerte y de los hombres muy hombres, la poesia y la critica saben a bizcochi to frances’? La polémica de 1925 se agotaré pronto, pero aumentard el consenso en el sentico de que los viriles que escriben una litera~ tura rescatable para la caus de Ia Revolucion son aquellos cuya teinitica se identifica con “lo nuestro"; que “nuestras costum- hes y nuestras tradiciones, nuestras esperanzas y nuestros anhe- Jos” son Ia materia prima de la literatura viril; que ese cGmulo de propiedades deben utlizarse en un espiritu formative, y que esto debe hacerse con un estilo que se reconozca como acce= ‘ible, pues de ello depende que el “pueblo” se sienta convocado por esa literatura y se disponga a fortalecer su concincia social [Las PARADOIAS DE 108 CONTEMPORANEOS A principios de la década de ios treintas, la discusi6n seguir or- bitando alrededor de los mismos argumentos, mas © menos rec Cludos desde el congreso cle 1923, pero fortalecido altora por tl “hatcionalismo revolucionario” que en 1929 se decreta como la ideologia del Partido Necional Revolticion rio (exw) con el que Phutarco Elias Calles le escamotest la Presicencia a Vasconcelos. Prudentemente callados ante [1 turbulencia de los aos re- jentes, en los que el gobierno revolucionario arrasa sucesiva y alegremente con la Iglesia catolica (Ia Cristiada), con los can~ Gidistos oposicionistas (Lluitzilac), con los estucliantes vascon- Celistas CTopilejo) y, finalmente, con el voto ciucidkano, los inte- ectuatles nacionalistas comienzan a reaccionisé poco a poco frente a la ereacion de la republicana figura de “Jefe Maximo de la Revolucion” con que el presidente pelele Ortiz Rubio de- cora al general Calles, Para este silencio cokabora también, sin duda, ki advertencia implicka en la orden presiclencial cle abril de 1952 en el sentidlo de que las autoridades eiviles y mititares de- nvabstenerse de hacer declaraciones publicas sin consultar al Ejecutivo”, Gnico a quien compete dirigir y orientar la politica del gobierno, 37 = identiicacion vasconeetans ene el pueblo vel Estado, un Estado que en 1932 se declara el Gnico autorizado para ha- Hare unico edkicador del pats la nica Iglesia, e nico nal”, lo que no significa que las diferentes fuerzas dentro del Una de sus principales coartadas fi siendo la educacion reseatada dela leis, euyo altares subwedridos som sunt courtada historiea, sino adem la legimaeton final ef Reario diecto del tapulse del nacionalisino cultural es grupo en el poder’, Tata modalidad habri de combinarse con otra paradoa: fa portabilidad, sobre todo a partir de 1929, cuando el crack eco- omico, que pone en evidencia la frida del capitalise * Peristen is escusls panculres, pero deat have emp jets a ao ‘cual y apa de co Sonfeionaat, ae + La fase entecomillad ex cde Flarescame (cit p 4) Nacienalone” mo signtica en 1932 lo mina pas fo calistae que ps to vardennss. Pars wns aprecaciin cabal de is tenons eel ue pois Je 1980-195 fora nau opert entre lle concept acho”, envi lvee enay {0 Lis avis Cae "El cholo pe 1 age Mons (1376) H proyecto de curs nacional sew configura oa tien terface ied ye pr se Sonn em toro a uundony proweeio de ovis nary Sees mind cy presence decaan lon nce acs deta Reelin, {Ernie de ge seis y st jst Ea 41 cers Nacional de Publain de 1930 proba que stent pre ae poback mexicans bella decade in bes pics Ee exp ps Sano ue occ lena anc Ker ta ene H0 38 mexicana —y sobre todo en el cardenismo, “el tinico naciona- lismo de izquierda que ha llegado al poder", segin Latis Gon- zilez'*—, una versiin tropical del impetu que, lidereado por la Revolucidn bolchevique, arranca la “década roja", y una sim patia que se suma : demas a los rescoldos del escenario de pays chaud que provocé ie modo por demas abundante en el €x- tranjero lo que Guilherme Merquior llamé “el sindrome de Waldo Frank’? De este modo, curiosament 12 produciendo una ex traits alianza entre un nacionalismo interne —afirmado en prin= cipios politicos y econémicos (caracterizados por la supremacia. del Estado y por su intervenci6n reguladora en a economia) y un somanticismo forineo simpatizante de la Revolus icana (es decir, antioceidental), interesado en sus valores cultu- rales ugraristas y/o antindustriales. ¥ si a los extranjeros simp; tizantes no parecia interesarles el hecho de que a la revolucion de ese pais tan ronxintico lo que mas le interesaba era indus- trializarse (el lema de la frustrada campafa de Obregon en 1928 era “Producciér y transporte”), a los nacionalistas mexi= canos tampoco parecia importarles que los simpatizantes fu sen, a la vez, stibditos de los paises adversarivs que necesitaban, par contrastar sw pasion nacionalista, En efecto, el ntcionalis- into tradicional suele recurrir a adversarios reales o imaginarios para fortalecerse: es una pasion que sélo existe por contraste Y silos extranjeros ronxanticos podian calificarse ficilmente de aliados del nacionalismo, no sucedia lo mismo con los mexi- anos opuestos « ese romanticism, De ahi que et impulso jonalista, ilusteaclo por el auge del muralismo —I de las bellas artes en. asumir la tarea de conducie al pais hacia sus mas preclaras verdades—, encontrase en Jos Contempora- eos a sus contrineantes mis Ficilmente caracterizales en el campo literario. Hacia 1932, el grupo de los Contemporineos ha casi termi nado con su etapa colectiva y se prepara para ;graduarse a. una didspora de individualidades, Desde la polémica de 1925, ha 2 -canentar genet 373. Ws ta dec ca eae atten aveplacin de nuesten ett cone cult ie cinmulen pats por elraconalsn bara de tenegadns cute he Wi moe dita” Ciergioe p63) se grit neue ce toma de posestin de Ort Hb, en pens nai (de tebe de 130 39 [Al asumir las consecuenias de esta acttul, low Contemport eos no sdlo prcticaban una moernickad que arrostead ts conse rite la soledad de fa poesia, sino aulemnts un sernado de tal moxlernicadk: kt responsabilidad de un costae politismo aerecentado por kt comunictcion ratio Fea y de mercancia editorial que awelerabs fa informacion cults fal De pronto, México s¢ ley presentaba come aro evcertig rermanayse alrededor del cine cle Chaplin, it pintura de pars Rhatisse, la miisica de Stravinski, cl teatro de tbsen o Kes ideas que en muiteria de psicologi, fisica 0 Mlosofia Henan as v6 sts europeas, La elaboracion de revistas como Contenport- vous y bile, en las que se dicandfan estos vents, fue el ps del rédito a que los obligaba tal conviccién. ‘En este sentido, los Contemporaincos y sus adkitere ginan nits como stlblitos de fa imprecis patria de la moder aie con su vertigo de ideas, imagenes y lenguajes, que: de kts cauechats afirmuciones nacionales, ‘tal actitud tiene sts propiow Sntecedentes y su propia genealogiat: a partir de 1900, en su vn ka revista L'Ermitage con Maurice Barres y Charles peiarras, y basta sit dos articulos sobre nacionalisme y literate erage 1909 cn la Noxtwelle Revue Prangaise (NRE, Wego recog los en Noneowauer Prétextes (IOLD, André Gide hubia propues: fo los argumentos en favor del cosmopolitisame que: resulta ntrates para [a discusion del t6pico entre Los Contempor- cos, Algunas de fas ideas expuestas por Gide en esos trabajos Senin parafraseadas por ellos 3 To largo de [a pokGmica: desde reefs del desauraige como Virtud mrodernat (pues todo me- joramiento espiritual o supone y 1o nceesita), 0 fa concieneis ve la necesidad del injerto y el iransplanue culturales como proedimientos propios cle cualquier Fortlecimviemto del earier pr foal, hasta ka idea de kt involuntariedad de to nxacional eb ta legitina expresion individual. Cariosamente, los exsayos de Gide sobre ef nacionaismo en Ih fteratura obedecen a una potGmica sunk le una “encues ta" periodistica, lo mismo qu kt de 1932 en México, La revisit parliense La Phalange hubia causado est potemica eon Wh Prepunta similar la que, aos mis tarde, hard ta mexicana aosede Kevisles: Puede ka literatura seria evitar ser nacional Gide, que interviene cusndo la polemics cas na conclilo, de- cl 1 es irrelevante porque: Inubiera sido ms interesante, mes inteligente, preguntar si alguien It biese osislo ealilicar de literatura seria a ura literatura que, ade tok cle representa inevitablen eases univer eer amplsn ci msn. er unces ide ms el observa sig que no apovto come rie testubrtento ob fs obs mis ura, sequels que “Tan ers nis ener, sn tabi ls asda y mera aguelis ema uel genio de un fava se mane stm ey ele ew, re Motere, Gost, thsen o Donorevete {Que puede haber que daaecraeee eee nines pean sebrsnponere ‘iene ny obec arte de sgaicacgn cavers que no tnt nog prevunnte una sigliilon penal Sobre estas convivciones, los Contemporiineos erigen la pla- taforma de su fe cosmopolita y fas premisats esenciales de su aetitud durante la polémica. Pero no por una fidelidad ciega a n dle cuentas uno dle sus guas en el tema de la moral -eaturi—,® sino por fidelidad a una idea de la moderni- I que tenia en Gide y en el esprit de la NRF a sus mas no- ables ahanderados: la certeza del valor de la critica para apre- rt preeminencia de lo humano en ka palaara escrita y lo Universal en la obva individal, Se trataba de un esprit que no tera exclusivo de ka NRF pero que, acaso, manifestaba en ella, ‘como en pocas otras instituciones, una actitud remiss a las es trecheces que, nacicnalistas o exclusivistas, acotaban el queha- cer y el placer literurio —y, sobre todo, el aodties — a kas ext gencias 0 a las expecta ¢ la problemalica social {Estas expectativas (la representatividad de u social, el mejoramiento de kx multitud, el servicio a las ideas politicas, el proyecto nacional, etc.) encontraban su articula- Gién iis manejaMle como convocatoria en lat idea de una Tile- altura nacional que, de entrada, se antoja un propésito noble ¥ positive para cualquier filodoxo. Los Contemporineos des- dehahan esas restricciones en el medio menos adecuado, el de dre a encwests de Ls Phang" p10. Stones Het, por ey-npl, aia wai tos ines cla 1 Edna Coe, en 192, 43 nacional que ki obra de Esquilo, Dante, Shakespeare, Cervane mmponerse y= un pais que acaba de nacer politicamente « una vida revolu- cionaria y nacionalista, urgida de fortalecerse con una litera ra nacional, Pero el concepto era inmangjable sin una previa subordinaci6n a los valores extraliterarios, La expresién Ite. ralura nacional, como ditia Reyes unos aios mas tarde, ya dis miinuido el vendaval de los treintas, "s6lo puede aspirar un. limitudo valor didactico (a menos que se la use como testimo- nio sociolégico o politico para fines no literarios), y ka eritiea In hazat ya como un compartimento estanco arhit incrustado en la continuidad del fendmeno literario".%5 Este desfasamiento entre la voluntad litersvis y su utilizacién politica tiene otros ingredientes. El mismo caricter internacio- nalista de la Revolucion soviética, que convertia en hermanos, de clase a los proletarios por encima de sus arraigos naciona- les, contribuia a afirmar el vértigo de la internacionalizacion (una que no dejaba, en México, de convivir con el nacionalismo de izquierda). Vastagos de esa cultura, los Contemporaneos, prefirieron aquello que los unit a las ideas y la creacion dle sus pares modernos sobre aquello que los regresiha a un romnt: diferencia radicaba en la predileceiin de de lo “nuestro”: fo propio como kx ma- era moderna de experimentar la pertenencia 3 una tradicion, en oposicién a lo nuesiro y a cualquier banderia dle excepcion, xi Tabblo Vasconcclos en Ta década de los Veintes para caracterizar el “renacimiento mexicano" —antes de su ministerio—, alr biendo la cultura mexicana a otras actitudes similares en Finoamérica.® Sin embargo, los Contemporieos se sent. incomodos ante los equiparantientos entec Vanguardisio cosmopolitismo, o entre nacionslismo y modernidad,* cate igorias que les causahan un escozor congruente con las teticen 2° del que habi Apts sobre ta eee ee Mera p 3:0 + For eempl ade lr ete defenses du rain "ve pricica ta xcnofobas nel chauvinans yu, tefar de eepaar We tvrons creak Se turopa, procs smeter mt at pas as, an ce emt ni ints maciona Coals Drummond Ue Andrade, “ary oe Geto, copa por Hons es Weel 3637) savaedia labinoamericana’, de fits, " A fin de cuentas, los Contemporineos venian del “nacionsliss_ guardistas, a los Contemporiineos les fal voracidad y les sobr6 pruclencia: con la excepci6n de Cuesta y Owen, no se inte Suton en Freud ni en Marx, 0 en Lavwrence y Huxley, Su cosmo~ politismo se castigalma por una indolencia que quizais obedes Xl destino de parias intelectuales que se les habia impuesto desde 1925 y que en 1932 ya habian terminado por asumir. En tl fondo «le su escepticismo —de nuevo con las excepciones de Cuesta y Owen, no en halde los més jovenes-— haba entse ellos mas los gestos del dandy decimonén co que las actitudes del vanguardista milcante Expresi6n de estas reticencias, tan mestras, fue esa actitud de afirmar la nacionalidad a fuerza de ignorarla, Le negaban el papel protagnico de su curiosicad —ocupado por la identiclad Superior de la poesia— pero lz ponian en priictica a contra pelo: para ellos, si eso, la nacionalidad radicaba en el temple intimo, nvés como una fatalidad del cardcter que como su pri- vilegio: una ineviabilidad como la que aprecia Gide: la nacio~ nalidud en la que er a pesar de la voluntad, Como le fibula de Ponges® sob: ausencia de Camiellos en ef Gorin (ausentes por evidentes dese el print de vista arabe; necesarios desde el exotista) confirma la ara- bidad del texto, la mexizanidad de tos Contemporineos con- siste en no evidenciarse. Libre ala vez de incertidumbres inter- ras y del yugo de la expectativa Sorinea, I: mexicanidad (y el México) de los Contemporineos se expresaba en su omisién, aparecia como borraclira, acaso como una variable més que ‘como un propésito, ¥ en todo caso, como algo calculadamente ajeno a la eficiencit de la extética del contraste Lt paradoja fue que los Contemporineos ejercian de este modo contradictorio una peculiar lealtad a ta tradicion poétiea mexicana, siempre en el umbral de su taciturna, desengafiada, orgullosa y expectante lealtad a Occidente; esa tradicion situa da en la zona fronteriza del clasicismo, en las goteras de un. imperio mental indiferente a las remotas avanzadas de su pro freso. Habitar ese tertitorio minaco por la suscept.dilidad, en tre el silencioso orgullo y la certidumbre de su oficio, era para tllos la forma Gnica y adecuada de ser mexicanos, de sentirse eslabones de una vieja herencia (alimentada por Sor Juana y “= Weane Eseane Geazalho, en Vue, eneto Ue 1998, 45 Juan Ruiz, el humanismo jesuita, el clasicismo académico, eb ‘modernismo afrancesado, el atelismo atenvists) en la que esi mexicanidad prevalecia a regaiadientes sobre kx explotcion, interesada de los agravios que suponia perseguirla. Ninguno de los fundadores de Ia conciencia poética de México habit medrado voluntariamente con fo nuestro, ni se habia satistecho, con “lo propio”, En este sentido, los Contemporineos podrian haber firmado las ideas de, digumos, Gutierrez Naje quien nunca fue dilicil elegir entre literstura “propia” y literati rr nacional. Y ante la encrucijadst de kt Revoluci6n se sintieron ‘obligados a extremar esta actitud con con la que se vieron excluidos de ell wavionalistas. Lo que Larhaud amd un “autonomismo” intelectual mexicano, tan snportante "desde que Juan Ruiz de Alarcon influencio Con cille’ 7 era a la vez su fortaleza y su debilidad. Prcsle ser provechoso, para seguir con ests idea, cotejar exe manitiesto diferide que fue la revista Comtempordneos (1928- 1931) Los escasos pronunciamientos sobre “lo mexicano” no son tan importantes, Siacaso, suponen la relatoria de fa forma, ten que regivsan las presiones en contra, ya ke vez de la forma en ‘que administean esa borradura No deja de ser curios que la primera vez que ap: conceptos sobre nacionalismio vengan dle comentaist jeros (Aaron Copland ercribiendo sobre kt misiea de Carlos abriel Garcia Maroto sobre la pintura de Diego Rive | primer ejemplo mexicano es un ensayy de Torres Bo det titulado “Perspectiva de la jiteratura mexicana actual”,® que parece haher sido escrito al trasluz de la polémica de 1925 y frente a las reacciones que comienza a provocar la aparicion de la Antologia de la poesia mexicana moderns (1928), Torces Bodet levanta un inventario de las acusuciones vertidas contr su generacion descle 1925, lo que considera una “tragedia inte Iectual”: se le acusa de separarse deliberudamente de los vema “que la vida del pais le offece”, de poseer “un semblante som- brio y luna] peligrosa aristocracia” que se niega a “participar en sus dramas [del pais] y a expresar sus inquictudes". Torres pary extran- © op et * espectivamente, “Cass Chaves compose", mum. 7, diciembre ke 1928, pp, 47-412, “La obs de Diggs Kivera abi 1, joni de 12 pp. 4875, Nan septiemgae 1928, np. 1-3, 46 poder piensa que él y su grepo fcrman parte de “la renovacion dle la patria” y que fn dispuestos es ‘adlular un sistema” en cuyos allares se nivgan a suerificar “el dogma estétivo, estrieto, en que conver Hse “dogina esté-ico”, para Torres Bod perseverancia en lk tradicion. Esa tradicion sobrevive a “las fuinas de kt Revolucign"® y, segin él, iene en Antonio Caso, Gonzalez slartinez, Reyes y Vasconcelos a sus mantenedores. De euialquier modo, ly impoctante del ensayito radica en su idea dle que la tradicion de la literatura mexicans adquiere para él el rango de un “dogma estético” que no puede ser alterado por las clemérides politicas. Dice en referencia a sus maestro: ‘Mas «ue su influencia directa, Io que recibimos a través de ellos fue el mensaje del mundo literario y filos6fico en que than plasmando sus propias conquist El Ambito de Ia modernidad inaugurado con enormes es fucrzox por el Atenco y Ia generacién «le 1915 es, para Torres Bodet, a la vez un obligacién de relacionarse con el “mundo literario y filoséfico” y la profesién de fe en "sus propios mace in Rolland, los simbolistas franceses, Galdés y Azcrin hasta el modernism no-twamericano. Pen: que los beneficios de este magisterio hubiesen sido mayores ten tiempos de paz, pero aun as la Revolucion no tiene por qué estar refida con una tradici6n a la que se sirve sin des- doro de otro tipo de servicio. En todo caso, es evidente en el ensayo de Tortes Bodet un contraste curioso entre dos movi- inivatos: el implosive de la Revolucion v el expansivo de la tradicién moderna. La reacci6n ante las demandas de “compromiso” no siempre seriin tan ponder idas en la revista, En un comentario de casi las mismas fechas, “Epica y economia’,"! Enrique Gonzilez Rojo se enfada con los criticos extranjeros que exigen a los poctas mexicanos “que orientemos nucstrs lirica hacks una es- ética econdmica’, que eseriban “las sobadas caracteristicas de pus chaud’, que incorporen a sus poemas “Ia pistola de Pan- cho Villa "y que, en suma, redacten una poesia que sea *inter- lo Unico que no €: es hvisicamente ka “La exprenin ruins de fa Reval Cea logar eToys" silo dena sus ond ce sin anf un fn de ace el vigor da rain, mens pereredera quel Revol "8 Sim. 5pctubre de 1928, pp 206-210 a pretacién en helleza de los fendmenos sociokigicos", come si fuese menester “destrur los centios de cultura Je Amer ‘que de sus ruinas sur [lel auténtico poeta dela plebe Poco tiempo més tarde, en “Morfologia de ha rucca de dire" Jose Gorostiza sostende pero agi 1 observacién que hila fino: Ia noueelle de José Martinez Sotomayor le parece muy mexicana porque en cella se encuentra viva una constante que resulta del choque centre “la suntuosa fachada y el interior severo” propios del xicano desde ka Colonia. Mas allt de que ter la idea de cunto henriquezurenista, lo interesante es ebservar ue en Gorostiza kt atencién a lo mexicano se siti en el plano estético-moral, no en el de la conviccion Weoldgica, Para Gorostiza, nuestea cultura (que “es hispinica, pues no tenenies otra, a pesar de los nacionalistas") se alimenta por un lado de ta “llaneza castellana” —es decir, una tradicion del caracter uina herencia verhal— y por el otro de la herencia mexicans que perpetia en nosciros fa irreductible inelinaci6n de los luntiguos rexicanos hacia lo deslumbrante”. Del roce de esis dos constantes sults aria chispa que le parce “Mexico simple mente, una mexicanidad sin bandera y sin sodada". También ces interesante que para Gorostiza esto escape de una literati que vende un "Mexico de exportacion’,o “literasiamente sovie= tizado", una literatura pensada "para satisfucer las ideas de a de nuesti 8 vital, jicara fteraria que ban fado por alli para impresionar a los turistis amiericanos de pie ligero” 1 cnunciacion dle un mexicanismo por borradura se comien za asia convert en parte del credo estetice del grupo. fat recat de aire, piensa Gorostiza, express 1 México con una eficacig {que aumenta en la medida en que no desec becerlo, Mexico se cexpresa en la forma, en el estilo, en la expresion de una sutil mexicanidad que yace en el ser del mexicano, mis que en st hacer, y que es donde la borradura adquiere cierta potencia nacional, que no nacionalista Un poco en ese tenor, en “iteratura de la Revolucion y liters tura revolucionaria’ 6 Ortiz de Montellano se pregunta si el éxito en el extranjero de Los de abajo y BI éguila y la serpiente im 25, jan de 1980, pp 240-28 * Sum, 2 hl de 1930, pp. 778 48 una incomodidad semejante ado ui gt 200 all retomae ene se debe “a su val intrinseco oa la enorme publicidad que las noticias sobre la Revoluci6n han tenido en Europa”. Ortiz. de Montellano reconoce las causa y lamenta jue Europa prefiera fa literatura de la kevolucién a la revoluc ionaria, es decir, la que busca “darle expresion a lo nacional”. Y sentencia que logeé algo importante con los nuevos escritores:‘I...] convencerlos de la existencia de una sensibilidad personal, mient personal més genuina mente niesicana, en kt que habia que ahondar sin retravise de Ja cultura del mundo’ idea de Ortiz de Montellano abrevia otro aspecto intere- sante del enfrentamiento: junto a la borracl.ira nacionalista des- aca la interiorizacior de la experiencia revlucion: dualizarla no es hacer de ell ki medida de la creaei6n literaria, sino un vehiculo para ahondar en lo que de personal tiene el proceso creativo, Por eso, en un articulo de 1928, Ortiz. de Mon- icllano prefiere hablar de la Revoluci6n como la "descubrido- 1 del alma colectiva’, y de la “literatura revolucionaria" como, de la relatora de esa alma colectiva, Para él, la personalizacion de esa experiencia es la principal obligacién del eseritor mex Cano: asi como el “caricter nacional” ahondé en si misiao dk ido a la Revolucidin, gracias a ella el escritor ahonda en su pro- pia responsabilidad. La nacionalided se convierte de este modo en una interrogacion ns sobre La naturaleza de ta creacion individual, no en su bandera ni en su coartad la Revolucion, en todo ci ia indiv Auronso Rees Las diversas alusiones a Reyes €n los articulos de los Contem- porineos no son casuales, En su defensa de una literatura que represente, sin proponérselo, “México simplemente”, se ha~ brain sentido honractos por la autorizacion que les concede Re yes en 1931 para publicar en su revista el "Discurso por Virgi- lio" $5 ensayo en el que no dejan de enriquecer sus propias convieciones. ‘Al defender la humanidades clisieas no solo como “una afirmacién consciente sobre el sentido que debe regir nuestra esque del erature mexicana max ‘i 5, febreta le 1931, pp. 97-131, 19,37, p99 49 Le Rac tc en sta politica” ni ns ‘come una afirmuicin de “nuestra adhe- si6n a determinadas formas de civ ‘vehiculo natural de todo Jo autGctono", Reyes se mantenis Teal a una nacionalidad que, en términos culturales ote: cosa que a permitir que por ella fluyese la cultura eect dena -—Su lengua espafiola y su herencia latina— con la con- diciy. de comunicarle su peculiarided, “su condimento de abt garcia y gustosa especieria”, Para Reyes, no cabia duca al respeto: el espiritu mexicano sélo puede expres for que ef agua latina udquirid aqui. Entiende que Ia pertenen- cia a Ja comunidad de los hombres genera responsabilidades inevitables, sobre todo la de buscar lo que mas compartinios con los otros, con esa comunidad a la que “Europa nos metio, de repente”. En el “jicarismo” no ve otra cosa que adornos gra ‘ciosos “que la cultura se cuelga al cuello”, pero que disimulan tun gesto segregante, dvido de jes de la cultura. EL “Discurso” convocaba st asumir las respons sabilidades de la inteligencia, una de cuyas mayores adversi rias le parece que es, precisamente, la infautacion nacionalista In solicitud de “dividirnos de Europa” le parcee a Reyes hs necedad que puede hacer "bizquear sin objeto nugstea intelic igencia”; una pérdida de tiempo, “lo peor que podemos hacer” na confusi6n ho difieren de las de otros pueblos, y mucho menos se pueden Convertir en “un bien moral” exclusivo de México, Tn este sen tido, la mejor poesia es la que contempla al hombre abstracto, *y mucho mas que al accidente que somos —Id est al mex: cano—, al arquetipo que quisiéramos ser". Reyes considera {que dehemos tener humildad y paciencia en espera de “nues- tia hora’, la hora de pertenecer completamente a esa tradicion, seguros de que el vencedor —como enscita Virgilio “apren- de mas del venci La tesis de Reyes no amerit6, ni publicarrente ni de inmed to, muchas reacciones adversas por parte de los nacionalista 1 ensayo estaba calculadamente escrito para celebrar tambicn Ia Revolucion, en la que Reyes veia no un obsticulo para pine de mexicano el agua latina, sino un mejoramiento de condiciones para lograrlo. Lentamente, de la miano de los dentes politicos, la lectura del ensayo con las anteojeras de lt susceptibilidad y el rigor del capirote, comenzari a sacar de con no aspirala ararse de los verdaderos idea imental”, Nuestras verdades, pienss, 50 21804 texto ciestos entrelineados ideologicamente comprometedores: por ejemplo, su propuesta de que la cultura precortesiana no ts sino “una Cutiosickid” que no puede cambiar el color del agua hutricia, Lo mismo lo referente a su conviccion de que todo ideal politico aspira a “igualar hacia artiba, no hacia abajo", que tra la manera de Keyes de precaver cont a el populismo ust= fructuable por el interés politic. Tin un moniento en que los imperatives politicos se rego dean en apuntalar ias convicciones contrarias, la lectura intere- sada del “Discurso” se justifica ademas por un agravante ex: traliterario: el hecho de que Reyes sustituya al recién ungido presidente Ortiz Rubio en la embajada en Brasil, no deja de jnterpretarse come tin signo ominoso ene los aspirantes pala Ciegos a la sucesién, Esto explicara el calvulado ataque de los hacionalistas en 1932 para, con fa exctis:. cultural, minar el {iio del Reyes politico. Reyes, en efecto, preparaba su eso a Méxicu pero me parece candoroso suponer que To hacia con objeto de relevar de nuevo a Ortiz Rubio, Por lo mnismo, me parece mal calculada la severa reprimenclt que le isesta Dominguez Michael en su ensayo “Alfonso Reyes en las fuinay de Troya”,* en el cual considera que, en el “Discurso”, Reyes se presenta en su faceta mids lamentable. "El estilo es declamatorio y demagogico, y sus intenciones, buroc dice “que licho texto "es el platillo que Reyes sed de Su cocina para e] banquets nacionalista y estatdlatra de los aiios treinta; es su escasa y por fortuna prescindible ‘ion a esa ideologia de la Revolucion que le fue, venturosa y quimicamente, ajena”. No eabe duda de que Reyes era un le: | servidor de fa patria en el servicio exterior, ¥ seria ingenuo pretender que no se ra las espaldas mexicanas, pero resulta dificil detectar en Discurso” ingredientes precisos al se-vicio de est ideologia Gu bucolismo agratio, por ejemplo, no ¢s tanto una caravana «un gobiemo —un “seforpresidentismo”, dic» Dominguez Michael— para el que la realidad agraria es determinante; es iis bien el reconocimiento de una realidad politica y cultural que aun desprende su legitimidad del mundo agrario). Pero Dominguez Michael, en otros aspectos tan habil en su analisis Op. p28 31 cde Reyes, se muesta intolerante con su acti frente al stud Enefveto, Reyes se cuidh de no ofender al Estado, y ereo que sus mvdaies prefieen lx moxeracion de wn esis a ht me trlls moderna, pero ai una cosa ni otra reagan fa fuerza de violist mu eeaceiOn no s6lo fue “mnlilus, sino eobarde”, The parece ute se cote el eyo de ugar con It misma nhs ties con que lo hetero los nacionaistas, bien desde el otro ttre, Hiene azn Dominguez al decir que la agresin con: ecomemporincs eu tnd stn es ial (fue Reyes eulvaba en su exiio diplomatico", pero no al propo her que Reyes ofec aa Toy fos nents Consolaba “en pelvado" a los Contemporineas, “expubsidos del yobiemo y amenazados de linchamiento por su esteticis- thot? Aen tambien tne ita fa amighceid de Reyes, enero de diplomacta, y que sélo en su cortespondncit (ni siquiera ta st Duara) exernase su verdadert opinién sobre "as rin Glades del nacionalismo™ y sobre Ta Forma en que ve le bia thceraclo con ess acusaciones, Pero me ved hligado a eens ord su pertenencia al cuerpo diplomatic) no le permitian bir aternaiva: Reyes es el que eligid set y se somete 8 Has CUnscouenglis de eva cleccion, por ais inedmendo que Te hs staal impede respuesta que hubiese prferido mis com funnlcates i herida que le propinaron sos enemigos a si ule polieamente ardti aos en sina No seri hasta 1953, nce Leopoldo Zea y los Hiperionesinauguran ln coleceon Menicay lo Mexicano, cuando Reyes sent reparada I afents 2Qve es lo mexieuno? ,,.] Cuando naclie se preocupaba de este asunto, yo, Viajando por tierras ext eras veces me interrogué sobre esas cuestiones, La distan= Gis clurificaba lax perspectivas. La auseneia estimulaba a pensir Sobre la patria lejina. Los jévenes filGsofos de que hablo no le Olvidaron, como lo olvidaon en cambio algunos ingratos ti ios de mi propia generaciGn que a toda costa se empearon en feusarme de no prestaratention alas cosas de nuestro pats, Pero Tos jovenes han sido justicieros, y me han reconocido el discrete y © op. eit, pp. 60-01 pais “ " a moclesto valor de un precursor de buena fe, destinado, claro esi, ve pronu superaco por las generaciones que fo sigue. Me 316, so de no haher muesto sin ver que, en este orden s¢ me Naya hecho justieia® La relacion entre lox Contempordneos y Reyes ent 193) Se habia graduado del discipulado de la década de los veintes, en Trarurae yalgana que okra carta iniial, a cient cumaraderia sobre postueis afines, AT principio, el reinera habia operado como el renee ontee ellos y lao ideas literarias, le! mismo modo qe darter Martinez 6 Lopez Velarde habian operado como ent cee con ta tradicidn poética mexicana, o Tablada con Ia mune Stal. fr Reyes y en su determinacion de enirentar de man sratural el contacto con ka tradicién podtica europes (a Pate de chestiones estéticas —Paris, 1911—) habian leido un eer se ee edesnidad, de curiosidad sin trabss regionales; en BI circle (1917) habrian abondado en la dimensi6n étiea ¥ este tiea del quehacer literario y sus responsabi idades. Prestigiadlo en Madrid por el Centro de Estudios Historicos ¥ por Menendez Pidal, Reyes habia comenzado a retornsar o9 248 por ples hacia el iféxico que habia abandenado en 1913 Y> Tentamente, lograba atraer Ia atencion de los jovenes a fuerza die publica’ en revistas mexicanas. Desde lejos, laments9 2 se erin de México y se comparaba con Eneas huyendo de troya,* pero a la vee se felictaba por haberse puesto & salvo, Treariamente, de a Revolucion y de sus conseeuencias en I cescritura. Decia a sus colegas mexicanos abs vivido tds estos aos sometids a rucs pruebas: [a Con” Teena -—trase unica ele ka eutara— de vusestsos taojon er 19° doar apida alos ws lias pore subresato yl wolemcia. Los vate, rete por a manana perdian su witud por be noctes y wns de wn went hens de destallcciaiento, pudistes prewntaros si wuesos vere eleafes no serian, como wns bir Pigaes del esprit en {gue se podan fundar promesas Segura a pesar de relatar las e s confiesa anorac a sv pati, ‘easualidadl que agradez- trecheces que pasd, se felicita por st S eyes, 1926, PP save Mice 2, Vease al respecte el yt cade ensayo de Domi 53 = co a mi suerte” que le permitié “salvar ls continuidad de mi tre bajo preferido, lt lealtad a mi vocucion". La biografia de Reyes, Jegendaria ya entre la gente de letras en México —y entre los jOvenes que ain no se llamar los Contemporineos, pero que ya mnilitan en +! PEN Club que dirige Genaro Estrada, al que Reyes ha dirigido la carta—, gn se podia Iver precisamente como una incitacién a impedir que el contagio de los “hilimbiques” inte- Jectuales afectara el cuerpo de la tradicion? “También en Reloj de sol (Madrid, 1926) el exiliado precisa sus “simpatias y diferencias” por vez primera, dedicando una seccién, "Correo dle América”, a reciprocar esa curiosidad que le comen en México, en una szrie de cartas a Alfonso Junco, Abreu Gomez y otros. El ono de interesante, y no lo es menos imaginar el efecto que halyrin tenido sus consejos sobre los Contemporaneos muchiachos: "se deben mezclar otras aguas en la Corriente tradicional’; “zpor qué no fecundar la vena propia con nueva historia de la literatura no cuentan los que quieren hacer ima cosa” que sus predecesores, ete.7! Una actitud de Re Ja que habrin comulgado es ka que urgis vigil el sentiment lismo, y denteo de él, la proclividad al exabrupto nacionalista ccartas es Ante todo preseindir de prédicas sentimentales dle que tanto se us y substituirlas por [a difusion de algunos eonocinientos preeisos, donde cuben tanto el interés com el agtado [.) El his panoamerivanismo no es s6lo euestion de “fuera de la sangee”s también ex fuerza de fa eaz6n, En ki fuerza de la sungre no vale la pena insistir. Fala kt compania de la raz6n Reyes comenzaha a apercibirse de la intensificacién del timentalismo nacionalista, y en otra de fas cartas dle la serie, la dirigida a Antonio Mediz. Bolio, toca por primera vez, de modo sesgado, el problema de la singularidad y la actitud del escritor acia él, En esa carta, Reyes evoca la Visidn le Andbitac y su propésito de "emprender wi desarrollarse bajo esta divisa: En busca del alma nacional”. ta romantica expresion “alm I" suele aparecer en los s+ ctitos de Reyes a partir de 1917, y la utiliza en las mas diversas werie de ensayos que habian de 2 Reyes, 1926, pp 101-1 eneyes, 21, p72 54 unstancias. Por ciemplo, en ur. articulo de ese ano, titulado intelectustlidad mexicana y Ia guerra europea”, explica su celo hacia bos Estados Unidos diciendo: "Por muy firme que se desee la amistad entre México y los Estados Unidos del Norte, aquella gran repiblica podra hacernos muchos benefi- ios, pero no en el robustecimiento del alma nacional"? Sin embargo, al mismo tiempo declara de manera vehemen- te que su incondieionalidad para con los Aliados —y para el caso la de la intelectualidad mexicana— obedece a que México le debe a Francia “su verdadera independencia, que es la del espiritu”, una declaracion que los posteriores administradores del “alms nacional” habrian rechazado pot principio. Convie- ne, pues, ealcular que cuando Reyes se impone Ia divisa bus- car ef alma nacional, lo que hace es calar la forma en que su propia alina recorre la circunstancia nacional que Ia modela, ceptibilidad y sin vanagloriarse de su pecu lejos de Reyes que los personajes porfiria- xto "Los dos augures “un hombre evolucionado no es de ninguna parte"? Ft “ALA NACIONAL": ILSCARLA © DECKETARLA Frente a los muralistas que ya en 1922 preficren hablar de “rea- dad nacional”, los poctas como los Contemporineos 0 Reyes reivindican el caricter individual de su actitud y hacen hinea- pig en la naturaleza animica de esa realidad, si bien la expre- sién “alma nacional” sera utilizaca por bandos contradictorios pero siempre con. razén superior de la cultura, Antes, en 1873, Altamirano, oto jucobino, preferia hablar de cional”, por ejemplo cuando dice “la meta de la lit in el enunciado de la polémi opera desde el principio como una expresion depositaria de ideoiogemas o representaciones tan imprecisas como conchi- yentes, no muy alejadas de lo que vimos que Abelardo Villegas llama "ereencias de eficiencia hist6rica’, Se trata de representa fcter nacional de 1932, “alma nacional” ares 1920", en Olas evmplcte op. 477 eyes, 182. p 3 tenn fe D1. simbolos e identidades que habian sido fortalecidos | por la eclosi6n sin ataduras del sentimiento nacionalista durante Ja primera década de ia apacieion dhe te presentaciones generadas por el propio proceso revolucionari y la presencia de nuevas propuestas culturales liberadys por ls Revolueién.? Esas representaciones cabian dentro de un uso litico al que se prestaba la expresién “alma nacional”, sobre kt mais pragmaitica “realidad nacional” que ya figura en el diseurso de, por ejiem- plo, David Alfaro Siqueiros en 1922. Antes, en un discurso de 1926, el mtisico Manuel M. Ponce habia propuesto que el “de= bes" el arte mexicane eca ‘formarel alma nacional"? Cuane do en 1923 Reyes se propone “buscar el alm nacional", es decir, una biisqueda que se enuncia como resultado de wn esfucrzo individual, ajeno a todo propésite formatinn, lo hace en parte, debido al palpable interés de la Revoluci6n institu- onalizacla por cooptar al “alma nacional” co.n0 objetivo es- tetico/pedagdxico ntre buscar el alma nacional y vl imperitivo de formarter se establecéa una diferencia relevante: formar suponia ki insta Iacidn previa de un modelo de lo nacional que, despues, se stspiraria a divulgar y fortalecer. Dejando dle ldo, por lo pron- to, el hecho de que aspirar a formearel alma nacional equivale 4 reconocer técitamente que no existe y es preciso creadkt, ese modelo no puede sino elaborarse a partir de representaciones de Ia nacionalidad culturalmente sancionadas y en euya insti- tucionalizacion intervienen intereses mis © menos arbit Por otro lado, buscar el alma nacional suponi Reyes la critica de cualquier modelo previo y el repase de su pert Gia historica, lo cual implicaba desbrozar lt maleza acritica 0 demagogiea que suele vestir al “alma nacional” cuando se le exige por decreto. Una cultura nacional puede formalizar sus larlas como valederas y hasta hace tun cédigo predeterminado, pero solo a fuerza de st ka misma cultura que aspira a fortalecer. La elvecion Ler pasa mexican, Méxies: Caly Arn 99h, pans. dd pe Floescant ely p10. 56 de la palabra alma, por otro lado, privilegiaba una esencia que abarcaba la suma de las vieisitudes de esa nacionalidad, n «lel anecdotario historico. En este » en la misma carta x Mediz, Bolio que la misién de un no puede ser otra que “tislirabrarel mensaje que un pueblo ha traido al mundo". Ahi no cesarian las diferencias: se podri \gregar que la expresi6n formar ef alma nacional supone tam bien una decisién de naturaleza pedagogizante, colectiva, épica, institucional; mientras que buscarla obedece a un impulso es- peculativo, individvalista, doméstico, privado. de 1932 enitentaba no solo a naciona- ino a dos maneras opuestas de en- al", que se pueden resumir como la formativa y Ia especulativa (y que, incluso, podrian significat cl viejo dilema entre el uso divergente del concepto F entre liberates y republicanos).* Qu luviese una rentabilidad politica inst cia de su formulacin durante el congreso vas- jorizacién durante la década de. Jos veintes y, ada siguiente, su convertibilidad en moneda fuerte para la aclquisicién de todo tipo de hienes en el barat Tectual y politico del pais, La misma celeridad con que se 1c, obliga it esa opcién formativa a apres rar las representa ciones de que habla Florescano 0 las “creencias de eficiencia histérica” de Villegas: on veloz y arbiteario vdemécum de sig- nox y gestos de valor nacional que se montan sobre ka comple- jidad «lel pais revelado por sa Revoluci6n, Estas representacio- hes tienden a convertirse en un reconcen’fado de idiosincrasia que, propalado y asumido por las necesicades de legitimacion del Estado, amenaza con cuajar en un manual de bucnos moda- les nacionalistas clel que echard mano a discrecion ef mesia- rise formativo, Por ello hay un deseo, detris del punto de vists nitcionslista en la potemica de 1932, de que la literatura se lie al muralis- mo y a ki musica en la tarea de formar fa nactonatidad un deseo de que las letras superen fa renuencia que, desde 1920, Ricardo Arenales habia sentenciado con sa frase lapidarias "Em Frenge a lr wea repubbcina de que i Piet oun Ke oi ann Brading, 1992, materi . i una tendencia dg opinion cada vez mis cOmoda y ampli que ha- bia decididd que la empa de ese re wdicabst en la inercia del modemismo (y en individualist, alrancesaca, elitista, enfermiza, escapist, eve.), » continuadores que NO isente Alfonso Reyes y, mis luego, en sus continuacor 5, lox Conte dilerencia de Gor udu del ancien régine, o de Reyes, tolerado par su pr prestigio en Espana, sus servicios diplomiticos y su atencién Tos temas nacionales, los Contemporineos carecian de carta de ismo documento inaugural de la polemics ‘Alonso les achicha varios delitos exclusives del vanguairdismo: son una mafia (estin en “conta _d¢ kis personas, obras y Cosas « antenivn al margen del 5°, pues no han tenido *conside- peisonalidades que en ef mundo tistico, literario y filosdifico uns vencraci6n a perpetuidad” provoca ria contre los jovenes", y-son europeistas (ve desentienden “Ue los problems nacionalles"). Una gltima aeusici6n, quiz ku mis reiterada pero It menos tfanitable por el opinionismo aubien- terme aparece en ka invitacion a fa pokémies: ka que ube los Contemporaineos del kulo *afemtinaclo” en La antinonaa “Tite ura virl es, literatura afeminada” debatida cn ka ya citada pole mica de 1925,

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