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MGIC: Postgrado en
Arquitectura Medioambiental
y urbanismo Sostenible
Arquitectura Medioambiental
Sesión 6.
Autora de la documentación: Glòria Font Basté
 
       
 

Sesión 6: Captadores solares y espacios intermedios.

TAREA 1: CAPTADORES SOLARES. TIPOS Y EJEMPLOS.

Denominamos captadores solares a los recursos arquitectónicos que utilizamos para


favorecer la captación de la radiación solar y el aprovechamiento de esta energía para
el confort higrotérmico de un ambiente.

Estos elementos pueden estar directamente relacionados con el espacio interior a


acondicionar o ser lo que denominamos espacios intermedios. En este documento
trataremos el primer tipo.

Decimos que estos captadores que están directamente en contacto con el espacio a
tratar pueden ser directos o indirectos.

Los directos son superficies vidriadas en contacto con el ambiente interior; ventanas,
fachadas vidriadas o lucernarios que aportan ganancias energéticas directas al
interior. Los aportes energéticos se ven favorecidos principalmente por el efecto
invernadero que se produce en las superficies vidriadas.

Efecto invernadero en las superficies vidriadas: estas superficies son


transparentes a las longitudes de onda corta pero no lo son a las longitudes
de onda larga, por lo que cuando la radiación solar impacta en ellos la
transmiten directamente al interior en prácticamente toda su totalidad
(excluyendo la parte que se refleja según las características del vidrio); esta
radiación incidente calienta los elementos que hay en el interior del ambiente
(paredes, suelo, mobiliario...) y estos cueros al aumentar su temperatura
emiten radiación de longitud de onda larga. El vidrio no es transparente a ésta
por lo que la radiación queda en el ambiente aumentando la temperatura del
aire de éste.
       
Ejemplo de una superficie captadora directa que potencia el efecto invernadero con la inercia de los
elementos interiores.

En caso de que nos interese captar y mantener este aporte energético (climas fríos o
cálidos secos en época fría o tarde-noche) tendremos que "guardar" esta energía
combinando esta captación directa con inercia térmica y/o aislamiento, en función de
las necesidades del espacio y teniendo en cuenta que debemos evitar
sobrecalentamientos.

El diseño de la superficie captadora dependerá de la carga térmica interna, el clima (la


incidencia de la radiación solar; por ejemplo en Barcelona al sur en invierno
aproximadamente 3-4KWh/m2, lo obtenemos mediante atlas de radicación), el uso... Y
es aconsejable proporcionar la altura de las aberturas a la profundidad del espacio.

Como ya se ha mencionado, tendremos en cuenta el tipo de vidrio y sus propiedades


de transmisión y reflexión (factor solar). Así mismo también influenciaran en ellas el
tratamiento de las superficies de las jambas y antepechos.

Al igual que las protecciones solares la situación de la ventana respecto a la fachada


modificará el factor sombra. Igualmente tendremos en cuenta a la hora de definir una
ventana como un elemento captador las protecciones solares que le afectan y su
posición.

Así, las superficies vidriadas en combinación con las protecciones solares adecuadas
se convierten en elementos de captación flexibles y adaptables.

Si realizamos la captación solar directa mediante lucernarios a Sur o cubiertas en


diente de sierra (con lucernarios en serie). La captación será a través de la cubierta lo
que permite el aprovechamiento solar en zonas interiores o que no dispongan de
fachadas bien orientadas. Además, supone máxima libertad en la localización de la
masa térmica para acumular el calor ganado.

De la misma manera que en las ventanas, los lucernarios deberán protegerse en


época cálida. En el caso de cubierta en diente de sierra debe preverse que el ángulo
de cada una de ellas, de manera que asegure que los lucernarios no queden
sombreados entre sí durante las horas de época fría en las que la radiación es
máxima.

Ejemplo de una superficie captadora directa en un clima frio que está protegida con una contraventana
opaca que aisla de las pérdidas en la noche
       

"Otro sistema de calefacción solar pasiva consiste en los aportes indirectos, cuando la
radiación solar incide primero en una masa térmica que está situada entre el sol y el
ambiente. La radiación solar absorbida por esta masa se convierte en energía térmica
(calor) y es transferida después al espacio habitable."

"El libro de la energía solar pasiva". Edward Mazria (pág. 53)


Editorial Gustavo Gili, S.A. Barcelona 1983. ISBN 968-6085-76-9

Estos serán los captadores indirectos, elementos más complejos que basándose en la
masa térmica o el efecto invernadero se diseñan para captar y aprovechar la máxima
energía posible. Al hacer que la radiación solar no incida directamente sobre el
espacio; sino que es previamente absorbida por una masa que luego la radiará hacia
el interior; este tipo de captadores pueden controla mejor las oscilaciones de
temperatura.

El principal ejemplo de ellos es el muro captador o de inercia que puede ser según
como se sitúe y si se hace en combinación con la ventilación o no; un muro trombe,
una chimenea solar, una solera de grabas o un paramento con inercia.

El sistema se basa en potenciar y aprovechar el efecto invernadero; básicamente


funciona colocando un elemento con gran masa térmica orientado a la máxima
captación y protegerlo exteriormente con una superficie transparente. Debido a esta
superficie, al incidir el sol se producirá el efecto invernadero en el espacio que hay
entre los dos elementos y el muro se irá calentando y traspasará la energía al interior
por radiación con un retardo debido a su inercia (esta radiación puede ser efectiva
hasta unos 4-6metros).

La eficacia del sistema dependerá tanto del grueso del muro, del material y del color
superficial exterior (una pared oscura, con absorción solar del 95% es uno de los
captadores de mejor rendimiento); como del vidrio usado; si usamos vidrios dobles
reduciremos las pérdidas de calor nocturnas y evitaremos posibles condensaciones,
pero la colocación de más capas de vidrio no es recomendable ya que la reducción de
las pérdidas durante la noche no compensa la disminución de ganancias solares
durante el día. Así mismo también podemos aumentar su efectividad con reflectores
exteriores durante el día y aislamiento por la noche.

En el programa LIFE del COAC se recomendaba lo siguiente respecto a los muros


captadores:

“(…) El espesor óptimo de una pared térmica dependerá de la conductividad y del


calor específico del material utilizado, y debe estar en función de las necesidades del
ambiente interior (hacen falta aproximadamente 5 horas para que el calor atraviese 20
cm de una pared de hormigón).
Así, un muro con alto calor específico tendrá un gran poder de acumulación de
energía, pero si su conductividad es baja, transferirá el calor más lentamente y deberá
disminuirse su espesor para que sea suficiente el aporte de calor al local.
       
Para un ciclo día-noche, por ejemplo, un muro de obra sería de un grueso inferior a
uno de hormigón: dado que su calor específico y su conductividad son menores, sólo
una pequeña parte de la pared almacena calor y lo transfiere más lentamente,
debiendo reducir el grueso del ladrillo para conseguir una transferencia correcta. De
forma orientativa se recomiendan gruesos de 30-40 cm en hormigón y de 25-35 cm en
ladrillo macizo.
Es factible, por otro lado, aumentar el poder de acumulación de la obra utilizando
ladrillo perforado y rellenando sus huecos con otro material de calor específico mayor,
por ejemplo, arena, pero asumiendo que, dada la menor conductividad de ésta última,
la transferencia será más lenta, por lo que puede ser aconsejable en acumulaciones
para ciclos más largos.
Por lo tanto, no existe un material y espesor óptimos para todos los muros
almacenadores de calor. Su elección dependerá de las necesidades de cada
ambiente.
De forma aproximada, en climas fríos (temperaturas medias de invierno comprendidas
entre -7 ºC y -1 ºC) se debe prever de 0,45 a 1 m² de muro captor con doble vidrio por
cada metro cuadrado de superficie útil interior del local. En climas templados
(temperaturas medias de invierno entre +2 ºC y +7 ºC) debe preverse de 0,22 a 0,60
m² de muro captor por metro cuadrado útil. En general, es necesario incrementar el
tamaño de un muro térmico a medida que aumenta la latitud de su emplazamiento.
(…)”

Todos los sistemas de captación indirecta se basaran en este funcionamiento.


Algunos de ellos como el muro trombe o chimenea solar los podemos combinar con
ventilación para pre-tratar el aire que introducimos al ambiente por lo que los
asociamos a la ventilación energética.

Los que no se combinan tan habitualmente con ventilación son Muros o cubiertas de
inercia y la solera de gravas.

La solera de grava se basa en utilizar la grava aislada como deposito acumulador. Se


aísla del terreno y se cree el efecto invernadero mediante un cristal perimetral lo que
hará que el aire contenido entre las gravas aumente su temperatura y las gravas
también ; poco a poco cederá la energía hacia el espacio interior.

º
       
Otra versión de estos elementos es su combinación con el agua ya que la capacidad
calorífica del agua es 4 veces mayor que la del aire por lo que con menos volumen de
agua podemos contener 4 veces más energía que con el mismo volumen de aire. En
contra tendremos todos los posibles problemas constructivos que pueden derivar de
añadir agua a ciertos elementos. Este es el caso de las cubiertas de agua o cubiertas
estanques.

Estas cubiertas utilizan la masa de agua como almacén de calor. Podemos


encontrarlas como un estanque abierto o como agua contenida en bidones. El forjado
sobre el que se la sitúa suele pintarse de color oscuro, para aumentar la absorción de
calor, y ser metálico, con el objeto de aumentar su conductividad y facilitar su
transmisión; y el espacio que aprovecha la energía acumulada es el inmediatamente
inferior. Es aconsejable que se aíslen en la noche para no perder la energía tan
rápido.

Aunque en este caso la orientación del edificio no supone un condicionante para su


aplicación, sí lo es la latitud del emplazamiento, ya que en invierno la radiación solar
tiene un ángulo de incidencia muy bajo. Por este motivo se aconseja en regiones de
baja latitud, donde puede ser más interesante utilizarlo en verano. En latitudes más
altas puede disponerse una sobre cubierta inclinada o vertical que, además de
aumentar el rendimiento por radiación, disminuya las posibles pérdidas por
convección.

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