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Actualizado a 20-12-2016
Durante las estaciones más frías, el funcionamiento consiste en almacenar calor durante el
día, para después devolverlo al ambiente interior durante la noche cuando desciende la
temperatura. Se trata de mecanismos de refrigeración y calefacción pasivos, que
aprovechan la diferencia de temperatura entre el elemento constructivo y su entorno,
amortiguan las diferencias térmicas, y se comportan de forma anticíclica (amortiguación y
retardo).
Evidentemente, el aprovechamiento efectivo de estos sistemas implica un estudio previo
del clima en el que se ubica el edificio – orientación, asoleamiento, horas de radiación, etc.-
, y una adecuada aplicación del mecanismo, que evite temperaturas elevadas en estancias
donde no se requiere, junto con un buen sistema de ventilación, que permita enfriar la masa
térmica en verano.
Imagen: www.ocv.unia.es; Fuente: Pilar Pérez del Real
– La inercia térmica junto a un buen aislamiento térmico puede ser un recurso factible que
permite mantener una temperatura constante durante el día en el interior de una
vivienda, siempre y cuando dicha vivienda permanezca cerrada durante el día y la
temperatura nocturna no supere los 25º C.
– La construcción en seco, con materiales ligeros poco conductores del calor y con uniones
mecánicas, permite la construcción de envolventes térmicas y estructuras de baja inercia
térmica, en los que las pérdidas de calor son mínimas. Es un tipo de construcción común
en EEUU, Norte y Centro de Europa o Canadá. Países fríos donde las viviendas se construyen
con madera y derivados, así como aislamientos térmicos de espesores importantes, vidrios
muy aislantes y sellados continuos, donde no existen juntas o superficies frías que absorban
el calor. Este tipo de construcciones tienen que ser muy estancas al aire.
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