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La disciplina del servicio

POSTED ON 4 OCTUBRE, 2018 BY UNIVERSIDAD CRISTIANA LOGOS

Escoger servir versus escoger ser un siervo.


Una vacilación natural y comprensible acompaña a cualquier discusión seria sobre el
servicio. Tal vacilación es prudente, ya que es sabio calcular el coste antes de zambullirse
de cabeza en cualquier disciplina. Experimentamos un temor similar a esto: “Si hago eso, la
gente se aprovechará de mí; me pisotearán”.

     Justo aquí debemos ver la diferencia entre escoger servir y escoger ser un siervo.
Cuando escogemos servir, seguimos estando a cargo; decidimos a quién serviremos y
cuándo serviremos. Y si nosotros estamos a cargo, nos preocuparemos mucho acerca de
que cualquiera pueda pisarnos, es decir, que se haga cargo por encima de nosotros.

     Pero cuando escogemos ser un siervo, cedemos al derecho de estar a cargo. Hay una
gran libertad en esto. Si voluntariamente escogemos que se aprovechen de nosotros,
entonces no pueden manipularnos. Cuando escogemos ser un siervo, rendimos el derecho
a decidir a quién y cuándo serviremos. Nos hacemos disponibles y vulnerables.

La perspectiva de un esclavo.
 Considere la perspectiva de un esclavo. Un esclavo ve toda la vida desde el punto de vista
de la esclavitud; no se ve a sí mismo poseyendo los mismos derechos que los hombres y
mujeres libres. Por favor, entiéndame; cuando esa esclavitud es involuntaria, es cruel y
deshumanizante. (Una buena parte de mi estudio doctoral fue sobre la esclavitud en
Norteamérica. Soy muy consciente de la naturaleza demoníaca de la servidumbre
involuntaria). Sin embargo, cuando la esclavitud se escoge libremente, todo cambia. La
servidumbre voluntaria es un gran gozo.

     Las imágenes de la esclavitud puede que sean difíciles para nosotros, pero no fueron
difíciles para el apóstol Pablo. Él frecuentemente se jactaba de su esclavitud a Cristo,
usando profusamente el concepto del siglo I de “esclavo por amor” (es decir, el esclavo que
por amor escoge seguir siendo esclavo). Hacemos todo lo posible por suavizar el lenguaje
de Pablo traduciendo la palabra “esclavo” como “siervo”; pero cualesquiera que sean las
palabras que decidamos usar, asegurémonos de comprender que Pablo quería decir que
había cedido libremente a sus derechos.

     Por tanto, el temor de que se aprovechen de nosotros y nos pisoteen está justificado.
Eso es exactamente lo que puede que suceda; ¿pero quién puede herir a alguien que
libremente ha escogido que le pisen? Thomas à Kempis nos dice que estemos “tan
sujetos… que todos los hombres puedan pasar por encima de nosotros y pisarnos como
hacen con el lodo de la calle”.

El gozo de servir
En Las pequeñas flores de San Francisco, una encantadora historia, hablé de cómo
Francisco enseñó al hermano Leo el significado del perfecto gozo. Cuando los dos
caminaban bajo la lluvia y el intenso frío, Francisco le recordó a Leo todas las cosas que el
mundo —incluyendo al mundo religioso— creía que traerían gozo, añadiendo cada vez: “El
gozo perfecto no está en eso”. Finalmente, exasperado, el hermano Leo le dijo: “Le ruego
en nombre de Dios que me diga dónde está el gozo perfecto”, y entonces Francisco
comenzó a enumerar las cosas más humillantes y autodegradantes que pudo imaginar,
añadiendo cada vez: “Oh, hermano Leo, escriba que el gozo perfecto está ahí”.
Para explicar y concluir el tema, le dijo al hermano Leo: “Sobre todas las virtudes y dones
del Espíritu Santo que Cristo da a sus amigos está la de conquistarse a uno mismo y
soportar voluntariamente sufrimientos, insultos, humillaciones y dificultades por amor a
Cristo”.

 
 

Extraído del libro El fundamento del líder, pág. 70 parte del currículo del programa
de Liderazgo Espiritual.

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