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La región del NOA podría caracterizarse por ser un espacio organizado donde el conjunto tiene
cierta unidad, nacido de una cierta uniformidad que ha ido creando paisajes.
Por encima de estos paisajes, como se ha gestado por la cohesión originada en la acción
coordinadora desde centros, un espacio funcional organizado, que se expresa menos por sus
límites que por la vida de relación que en ella se cumple.
Dentro de la región Noroeste subyacen diferentes unidades estructurales: la Puna y el sector de la cordillera
andina oriental; parte de las sierras subandinas; la sección septentrional de las sierras pampeanas; un
pequeño sector del borde Norte de la precordillera y la planicie pedemontana tucumano-salto-jujeña, que se
proyecta hacia la llanura santiagueña y chaco-formoseña, esta última en su extremo Oeste.
Antecedentes históricos y actuales han generado el crecimiento y desarrollo de este espacio regional, a partir
de polos. La intensidad de cohesión se va debilitando, en tanto aparecen nuevos y poderosos polos de
desarrollo, como es el caso de las ciudades de Córdoba y Mendoza.
En efecto, la fuerza expansiva de la región Noroeste, declina paulatinamente hacia la planicie santiagueña, la
zona de las Salinas Grandes, elemento geomorfológico de gran influencia negativa en las comunicaciones y
en el poblamiento.
En la planicie salteña, la región se delimita de la misma manera que en la planicie santiagueña, pero aquí el
límite no es fijado por un rasgo geomorfológico, sino que se diluye en tanto las distancias, y el subdesarrollo
especialmente, son tan grandes, que pierde fuerza por inercia.
Por el Sur, si bien es cierto que la dependencia del territorio catamarqueño con el Noroeste es neta, no
sucede así con el área riojana, en que entran a jugar elementos como es la cercanía, de la región del Centro y
de la región de Cuyo. Por ello, debemos pensar que se trata de un área de transición o de transfiguración, sin
definición regional, por cuanto, como en el caso del Este salto-jujeño, no ha surgido un polo de desarrollo
fuerte como para configurar una fisonomía definida.
Los primeros intentos de organización del Noroeste, considerado por los españoles como un «espacio vacío»
ya que desconocieron la organización prehispánica, fueron las disposiciones puramente jurídicas por las que
otorgaban concesiones a los conquistadores del Tucumán.
Muchas serán las ciudades que surgirán en este espacio durante los siglos XVI y XVII, verdaderos «focos»
para afirmar la dominación y ocupación definitiva de esta gran región, en una
cadena coherente y armónica de mutuo apoyo, concreción acertada de la ideología de La Gasea primero, que
quería poblar el Tucumán; descongestionando de soldados el Perú, iniciando a la vez una economía agrícola
en la zona más propicia y asegurando la defensa del camino del Perú.
Pero la ideología que lleva a la ordenación más coherente de esta región es la del virrey Francisco de
Toledo, quien deseaba fortalecer esta región frenando la expansión de la conquista hacia el sur, para la cual
ordenó la fundación de una red de ciudades que vino así a complementar, la ya fundadas ciudades de
Santiago Del Estero en el año 1533, la de San Miguel de Tucumán en 1565 y la de Córdoba en 1573.
Paulatinamente, la organización de la región siguió en marcha. Las ciudades surgidas del plan del virrey
Toledo se afianzaron y cada una generó su propia área de influencia, y posteriormente, se procedía a la
división de la tierra.
Las ciudades principales emergían con más vigor, pero todavía no se desarrollaba una vida regional, debido
a las dificultades de los desplazamientos, de modo que las radiaciones de relaciones fuera de cada ciudad,
quedaban limitadas a aquellos de tipo administrativo, político y judicial.
Pero aquella vieja fisonomía de organización emanada dese la ciudad de Santiago del Estero fue alterada en
parte cuando el polo de desarrollo, espontáneamente, se trasladó a la ciudad de San Miguel de Tucumán.
La actividad de la población del Noroeste se ha especializado fundamentalmente en la agricultura, que más
que otras actividades sufre la influencia del medio natural y humano; sus características imprevisibles e
inciertas hacen más difícil una automatización y una regularidad en su ritmo, de ahí que la perennidad de los
polos originales ha dependido en cierta manera de la naturaleza del suelo, del costo del transporte de los
productos agrícolas hacia los mercados de con-sumo o puertos de exportación, de la aptitud de la población
para esa actividad, del espíritu de empresa y, por supuesto, del contenido demográfico.
Con la construcción de ferrocarriles y caminos, las ciudades y centros menores dejaron de ser consecuencia
de las necesidades de coordinación de sus campañas, simples lugares de consumo de la producción del
suelo, para comenzar a desarrollar una economía específica, absorbiendo parte de la población rural y
empezando recién a jugar un papel motor esencialmente activo.
El desarrollo económico, especialmente basado en cultivos industriales en algunas áreas y ganaderas en
otras, ha promovido la jerarquización de los centros. En efecto, la ciudad de San
Miguel de Tucumán se ha transformado en el centro de servicios de primer orden, verdadera metrópoli
regional de todo este espacio, al que directa o indirectamente todos los demás centros se encuentran en
dependencia y relación constante; le sigue en segundo lugar la ciudad de Salta; en tercero las ciudades de
Santiago del Estero y de Jujuy; existen otros centros de cuarto, quinto y sexto orden y, finalmente, aquellos
núcleos locales cuya función organizativa queda circunscripta a pequeñas áreas. El desarrollo económico,
además, ha acelerado los medios de circulación de hombres y de mercaderías, de capitales, sobre vastas
zonas. Los servicios se diversifican y concentran en sentido longitudinal, uniendo aquellas primeras
ciudades fundadas a lo largo del camino a Charcas o hacia el Río de la Plata, estando centrada la densidad
mayor en la metrópoli regional.
Sin duda en el Noroeste algunas zonas menos desarrolladas, han conservado actividades tradicionales,
formas de vida rudimentarias, por lo que quedan sin centros de gravedad complementarios que los puedan
incorporar a la economía regional, quedando por lo tanto marginadas y, en consecuencia, la influencia de la
región se ejerce a través de la absorción de mano de obra, como sucede en el Este de la planicie salteña, con
los indios matacos, tobas, charotes, chiriguanos, que arriban y regresan en sincronización con la recolección
del tabaco y del poroto, de modo tal que no se incorporan permanentemente al trabajo.
Por lo antedicho, una de las características más distintivas del Noroeste es la poco equilibrada distribución
de la población. Existen zonas de altas densidades en torno a las áreas urbanizadas de las ciudades capitales
de provincia y de la metrópoli regional, en coincidencia con las planicies pedemontanas del sistema del
Aconquija en Tucumán, y de las sierras subandinas en territorio salteño y jujeño. Rápidamente esta densidad
disminuye en las zonas envolventes a las anteriores y sobre todo en vinculación a los valles fluviales que
transcurren en plena zona montañosa, constituyendo verdaderos oasis poblacionales.
Esta particular distribución de la población del Noroeste puede explicarse en parte por el hecho de que una
vez superada el estado de una economía de subsistencia, el espacio humanizado se ha organizado en base a
economías más evolucionadas con estructuras socio-profesionales más complejas, generando un mosaico de
paisajes, como ser los gestados en torno a la actividad azucarera, al tabaco, a los cultivos mixtos, a las
hortalizas, al banano, etc., consecuencia de la diversidad de condiciones naturales.
En el año 1869, el Noroeste contenía el 26% de la población total del país. Este porcentaje es revelador de
un cambio en la estructura económica, que ha sido señalada por Ferrer, cuando a la economía primaria de
subsistencia sucede la etapa de transición a la economía primaria exportadora. La composición de las
exportaciones había cambiado; de la plata procedente de Potosí y de los productos de la tierra que absorbían
el 80% de las mismas, so había pasado a la actividad agrícola especializada, desapareciendo los productos
tradicionales que no podían sufrir la competencia de los importados.
A fines del siglo XIX, en 1895, al realizarse el II Censo Nacional, se constata que la región del Noroeste
argentino contenía el 17,42% del total de la población del país. Hacia 1914 la misma sólo representaba el
12,58% del total. En los sucesivos censos, la población del Noroeste pasa a representar el 11,95%del total, el
10,8%; el 10.2% y finalmente en el año 1980, el 10,83%.
Esta disminución constante de la población de la región en relación con la población total del país, se
explica en parte en razón del aumento y sobre todo, de la gran concentración poblacional en la zona litoral,
proceso que se cumplió rápidamente en relación a la etapa de la economía industrial no integrada.
Las transformaciones ocurridas en el espacio agrario del Noroeste han impactado a las poblaciones
residentes. El campo se ha vuelto un mercado activo de maquinarias; se expande el espacio organizado y se
fomenta la modernización de las industrias que utilizan la materia prima.
La modernización más representativa en la región se cumple en el ámbito azucarero, en el frente tropical de
las sierras subandinas y planicies conexas, en algunos valles altos. La transformación agraria fomenta
además la dispersión de la población y su reordenamiento: flujos de jornaleros, de terratenientes, de
empresarios agropecuarios que se intensifican y se expanden.
En toda la región hay déficit en la producción de carne, por lo que la mitad de la demanda se satisface con
ganado proveniente de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y otras.
Considerando que el impulso industrial se fundamenta, en gran medida, en el desarrollo minero, debemos
acotar que el Noroeste produce, en minerales metalíferos, aproximadamente el 90% del total nacional.
Pero no todo el Noroeste es la actividad agropecuaria, minera y forestal, sino también se ha robustecido la
actividad industrial. La composición de este sector, según la mano de obra empleada, revela que la más
importante es aquella referida a las industrias alimenticias y de bebidas.
Podríamos decir que el futuro desarrollo integral de a producción del Noroeste, dependerá del incremento de
los medios de transporte, especialmente de las dos líneas internacionales que completan el ferrocarril.
Los paisajes
Habíamos dicho anteriormente que toda la región se caracteriza por la complejidad y diversidad de sus
paisajes, nacidos del proceso organizativo y orientado en gran medida, por las características naturales del
medio. Por ello, de la confrontación de esas comarcas hemos distinguido los siguientes paisajes:
La puna
La Quebrada de Humahuaca
El valle Calchaquí (jurisdicción salteña)
El valle de Lerma
La cuenca de Güemes-Metán-Rosario de la Frontera.
El frente tropical pedemontano subandino
Las cuencas y valles catamarqueños y riojanos
Llanuras, cuencas y valles tucumanos
La planicie oriental chaco-salteña, santiagueña y catamarqueño-riojana.
La Puna
Se ha conservado esta denominación, porque se trata de un paisaje que revela, en general, una gran debilidad
en los lazos organizativos y consecuentemente, «deprimidos» desde el punto de vista económico, lo que
dificulta el poblamiento que en general queda «determinado» por las difíciles condiciones naturales del
medio.
La puna constituye un resto sobreelevado del antiguo macizo de Brasilia y cubre aproximadamente unos
90.000 km2 de superficie y una altura media de 3.800 s/nm. Su morfología movida, donde se destacan largos
cordones montañosos de cumbres englaciadas, con gran cantidad de volcanes y las depresiones y valles que,
en la zona Sur especialmente, contienen salares y en la Norte son recorridos por escasos ríos, todo esto crea
condiciones muy particulares para su incorporación y anexión al resto de la región.
El clima, de gran rigor, caracterizado por grandes amplitudes térmicas diarias, sequedad, ya que las lluvias,
en la mayor parte de su ámbito, no pasan de 250 mm anuales e incluso, en el sector sudoccidental apenas
alcanzan 50 mm por año; sequedad acentuada por la frecuencia de los vientos especialmente desde el oeste,
lo cual de-termina una magra vegetación caracterizada por asociaciones muy dispersas e integrada, por
gramíneas duras, arbustivas. Bajo estas condiciones, la ordenación del espacio, ha obedecido casi fatalmente
a la posibilidad de la existencia del agua.
La marginalidad de la puna, no solo se manifiesta en la escasa y particular distribución de la población, sino
en la gran movilidad espacial que drena continuamente la población joven, económicamente activa, que se
dirige hacia otros paisajes más evolucionados del Noroeste. El poco arraigo de la población se explica por
las limitaciones que impone este medio tan difícil, que rechaza la ocupación intensiva de los hombres.
La valoración geopolítica de este ámbito se acentúa en relación a la explotación minera, de azufre
especialmente.
Completa le economía minera una agricultura y ganadería de manutención. El uso del suelo es discontinuo
por lo que, especialmente en el centro y sur es aprovechado.
La explotación agraria es muy pequeña, mientras que las tierras para el pastoreo son las extensas superficies
comunales. Las técnicas son muy rudimentarias.
Dentro de este particular cuadro natural, el poblamiento se ha definido en centros elementales en intima
vinculación, a la existencia del agua y, muy especialmente a las estaciones ferroviarias.
Podemos concluir que en esta gran espacio, no se ha producido aún la cohesión de todo el paisaje, y los ejes
de relaciones con áreas más desarrolladas del Noroeste son de débil densidad, debido a las conexiones
esporádicas que mantiene constituyendo por lo tanto su característica fundamental.
La Quebrada de Humahuaca
De gran trascendencia histórica y con antecedencias de la ocupación precolonial, constituye hoy un paisaje
empobrecido por la poca evolución de una economía de mercado.
La quebrada principal nace en Tres Cruces y se extiende por 180 km hasta las proximidades de León,
Amplio valle tectónico recorrido por el río consecuente, Río Grande, perteneciente a la subcuenca del
Bermejo, se caracteriza por la presencia de quebradas laterales que surcan el paisaje por el Oeste y se vierten
hacia el valle central.
Todas estas quebradas secundarias son recorridas por ríos que son posteriormente colectados por el Río
Grande. Con temperaturas medias máximas de 20°C y medias mínimas de —10°C, frecuentes vientos que se
orientan en el sentido de las quebradas, y una vegetación, acorde a estas características, representada por
estepas arbustivas, en íntima relación no sólo con la sequedad sino también a las diferentes altitudes, han
creado condiciones particulares para la instalación humana.
A pesar de las limitaciones desde el punto de vista morfoclimático, los habitantes han desarrollado
actividades agropecuarias de relativa importancia, aunque se debe señalar que la disponibilidad de espacio
para las tierras agrícolas especialmente, queda enmarcada en las planicies de pequeñas dimensiones
formadas por los ríos. En el resto de las tierras ocupadas por bosques y montes naturales se cría una
ganadería extremadamente extensiva, que aprovecha los pastos naturales y que se orienta sobre todo a la cría
del ganado caprino, de las llamas, del ganado lanar, caballar y, en última instancia, de los vacunos.
Sin embargo, debemos afirmar que la economía de este paisaje, está centrada fundamentalmente en la
minería y en el turismo. La primera, con la explotación de Sierra Aguilar, de donde se extrae el plomo, el
zinc y la plata.
El cobre es otro mineral de importancia, especialmente el contenido en las gangas de cuarzo y baritina.
Además de la actividad minera otra actividad introducida en este paisaje, como se ha dicho, es el turismo. La
belleza y colorido de cada uno de sus sectores y el clima de verano, atraen anual-mente a un importante
número de turistas.
Debemos decir que, modernamente, el esquema tradicional se ha modificado. Los pobladores tienden a vivir
en núcleos elementales y pequeños centros urbanos. Sin duda en todo el paisaje, la población de mayor
importancia es Humahuaca que tiene su área de influencia hasta Tres Cruces y Abra Pampa. Por el Sur,
anexa a su influencia a las poblaciones de Tilcara, Maimará, Purmamarca y Tumbaya hasta Volcán y León,
debiéndose aclarar que este paisaje está bajo la directa y frecuente influencia de la ciudad de San Salvador
de Jujuy.
La localización de los centros poblacionales está en íntima relación a las vías de comunicación, caminos y
ferrocarriles que se han trazado en sentido longitudinal siguiendo la orientación de la quebrada. El paisaje
organizado, aparece interrumpido por la presencia de prolongaciones de formas de relieve abruptas,
presentando el aspecto de una guirnalda de oasis en toda su extensión, donde se suceden las áreas verdes de
los cultivos y los principales centros de población. Se trata, en suma, de un paisaje humanizado en las
planicies aluviales de los principales ríos y afluentes.
El Valle Calchaquí
Se trata de un paisaje, que ha quedado rezagado en el proceso de desarrollo general del territorio salteño y
del NOA.
El valle o los valles Calchaquí(es) corresponde a la jurisdicción salteña y se extiende a lo largo de 220 km de
Norte a Sur.
Este paisaje se caracteriza por un tipo de instalación humana muy particular, en íntima relación a las
planicies aluviales formadas principalmente por el río Calchaquí y sus importantes afluentes. Impera un
clima semiárido de altura. Aquí, las precipitaciones son del orden de los 400 mm al Sur y van disminuyendo
hacia el centro y el Norte hasta los 200 mm anuales.
En íntima relación con las condiciones morfológicas y climáticas, los suelos se presentan muy variados, y de
poca profundidad, donde se desarrolla una vegetación de monte en el fondo del valle, el prepuneño hasta los
3.400 metros de altura, el puneño hasta los 5.000 metros y más arriba el andino y subandino.
La economía, desde los comienzos, estaba fundamentada en la actividad agrícola (viñas, árboles frutales,
cereales, legumbres y hortalizas), y en una ganadería extensiva (cría de vacunos, caballares, ovejas y
cabras).
En torno de la creciente importancia de esta área, que proporcionaba productos derivados del agro al valle de
Lerma, y para el comercio con Chile, se había radicado una importante población que representaba a
mediados del siglo pasado, el 25% del total provincial y que, en 1980, sólo llegaba al 3%. Este fenómeno se
puede explicar por un despoblamiento paulatino y por crecimiento poblacional en las demás áreas de la
provincia de Salta.
La unidad económica de toda esta zona, la constituyen las «fincas», generalmente con una organización más
sistemática en la zona vecina a los ríos, que proporcionan el agua para riego indispensable para la práctica
de los cultivos especializados: forrajeras (53% del área cultivada), vid para vinos (14%), vid para uva de
mesa (2,2%), cultivo de pimiento para pimentón (7,4%), comino, (2,3%) y frutales (1%).
Queda como rubro importante la actividad ganadera, aunque debemos destacar que todo el sector Sur y
prácticamente hasta más al Norte de Angastaco, domina el cultivo de la vid y el de pimiento para pimentón.
Al Norte de La Puna y en las zonas montañosas marginales, la cría de ganado se vuelve extremadamente
extensiva y casi, pastoril, subsistiendo algunos cultivos de manutención vinculados con algunos “puestos”.
Sin duda, se trata de un paisaje, con una cohesión más definida en el sector Sur, comandada por la ciudad de
Cafayate y en el sector Norte por la ciudad de Cachi, en el que faltan medidas infraestructurales,
especialmente para el dominio hídrico, lo cual solucionaría el principal problema de los vallistos, que sin
duda es el agua.
El Valle de Lerma
Se trata de la unidad más desarrollada de la provincia de Salta, debido en gran medida, a la localización de la
ciudad capital, que comanda en forma intensa la organización de este amplio valle, de aproximadamente
14.186 km2; enmarcado, al Oeste por cordones montañosos pertenecientes a la cordillera oriental y por el
Este, por cordones occidentales de las sierras subandinas.
La estructura general ha sido rellenada por potentes masas de sedimentos aluviales, traídos por la rica red
hidrográfica de importantes ríos que constituyen los tributarios del río Pasaje o Juramento y que han
determinado la formación de suelos franco-arenosos, definidos en ciertos sectores, en suelos azonales
jóvenes o bien en otros de tipo pardo, areno-arcillosos, limosos, con capas importantes de humus, de alta
aptitud productiva.
Bajo un clima subtropical serrano, con estación seca, se desarrolla una vegetación correspondiente al distrito
del bosque chaqueño-serrano, al distrito subtropical serrano y a un monte secundario, resultante de la
acción antrópica.
En este ámbito, los españoles fundarían la actual ciudad de Salta, cumpliéndose la organización en base a las
primitivas «haciendas» y «encomiendas» donde se criaba ganado y se culti-vaban forrajeras, hortalizas y
frutales.
A la influencia de la ciudad capital ha permitido una mayor cohesión del paisaje, respaldada por otras
ciudades subdominantes.
Sin duda, la localización despareja de la población se relaciona íntimamente a las aptitudes productivas del
suelo, a las posibilidades de riego o a las atracciones turísticas, etcétera.
Esta población del Valle de Lerma se dedica a las actividades agropecuarias en especial, y el cultivo
dominante es el tabaco.
Además de este cultivo dominante se cosecha maíz forrajera vinculada a otra actividad económica
importante como es la ganadería, frutales y hortalizas.
La actividad ganadera ha, tenido relevancia desde la época colonial ya que en el valle existían los potreros
para invernada de los animales que se enviaban al Alto Perú y a Chile.
La actividad intensa que se cumple en todo este paisaje, queda revelada porque en él se ha localizado casi
todo el parque industrial de la provincia, el 50% de la ganadería bovina, el 98% del cultivo del tabaco y el
49%de la población, todo lo que configura variables que lo colocan dentro de unos de los paisajes más
jerarquizados de la región del Noroeste argentino.
La cuenca de Rosario de la Frontera-Metán-Guemes
Este paisaje se desarrolla en lo que viene a constituir la prolongación de la cuenca de Tapia Trancas, dentro
del área tucumana.
De Sur a Norte se define la cuenca de Rosario de l Frontera, limitada al Este y al Oeste al sistema subandino.
Algo más al Norte se encuentra la cuenca cerrada de Metan, marginada por el Cerro Colorado y la Sierra de
Metan.
Finalmente, la cuenca de Güemes, con ligeras diferenciaciones en el sector Norte, que se abre ampliamente
hacia la planicie fluvial correspondiente al rio Mojotoro-Lavayén-San Francisco. En este sector es donde la
población se ha asentado con más intensidad, en tomo de una economía basada en cultivos industriales
(tabaco, caña de azúcar), cereales y ganadería. En cambio, en el área Sur de esta cuenca y en vinculación a la
característica de la red hidrológica, constituida en su mayoría por ríos de caudal intermitente, veremos que
las actividades se especializan sobre todo en los cultivos de soja y de porotos.
Bajo un clima, con ligeras variantes en cada una de estas cuencas, que puede ser caracterizado como de tipo
subtropical serrano, con estación seca, con máximas absolutas de 30°C y mínimas absolutas de —7°C.
Inviernos secos, con heladas y promedios de temperaturas inedias mensuales que no superan los 14°C. Las
precipitaciones son del orden de 600 a 800 mm anuales. Todas estas características apuntadas, tienen, por
tratarse de cuencas montañosas, variaciones locales, según el mayor cerramiento u orientación distinta.
Los suelos, en general aluviales, proporcionan áreas de buenas aptitudes productivas. Estas tres cuencas de
Rosario de la Frontera, Metan y Güemes tuvieron importancia para las comunicaciones no solo en la época
prehispánica sino cuando se organiza el espacio en base a los asentamientos españoles, y ese papel está
actualmente en plena vigencia.
Los primeros núcleos fundados por los españoles se relacionan precisamente con esa función de contacto de
la planicie con el Alto Perú.
Los habitantes de este paisaje, en gran medida, se dedican a las actividades agrícolas, debiéndose destacar el
cultivo de poroto seco y la soja.
Todos estos cultivos se han localizado en aquellos sectores que corresponden a las bajas planicies aluviales e
incluso en las suaves lomadas que anteriormente han estado ocupadas por el monte.
También es importante la actividad ganadera en el área de: vacunos, yeguarizos, mulares, porcinos y
caprinos.
Complementan estos rubros los recursos forestales, que cubren las áreas pedemontanas.
En suma, se observa en este paisaje una reciente dinámica, que está transformando su fisonomía y
especialmente, desde la inauguración de los diques de El Tunal y de Miraflores, que no solamente regulan el
caudal de los ríos, sino que proporcionan energía y riego.
Conclusiones
Por todo lo expresado hasta aquí debemos señalar, una vez más, que la región del Noroeste
argentino presenta una variedad de paisajes bien definidos por las distintas cualidades físicas y
humanas que han intervenido en el proceso de ocupación, consecuencia además de antecedentes
históricos, psicológicos, económicos y espirituales. La diferente intensidad con la que se ha cumplido
la ordenación de este amplio espacio, determina una rica gama de jerarquizaciones paisajísticas,
cohesionadas por el sistema de relaciones que singularizan a la región y la diferencian de otras
regiones geográficas del espacio argentino.