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Un ensayo
Presentado a
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En cumplimiento parcial
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por
Giancarlo Montemayor
Este ensayo tiene como propósito el analizar las características de la visión que definió
el liderazgo en la vida del apóstol Pablo y que forjó el carácter que trasciende dos mil años más
tarde, influenciando las vidas de numerosos creyentes alrededor del mundo. Esto se pretende
alcanzar a través de un estudio de los pasajes relacionados con el tema en el Nuevo Testamento,
los textos utilizados para este curso, así como recursos alternos en internet.
DOS VISIONES
Pablo tuvo dos visiones; Una física y otra espiritual. La primera de ellas no es algo
que se pueda decir de todo creyente, ya que nadie después del apóstol Pablo ha visto físicamente
a nuestro Señor Jesús. El Doctor Lucas nos relata en Hechos 9 la conversión de Saulo donde
Jesús se le aparece en una luz tan resplandeciente que lo dejó ciego por tres días. Esa es una
visión a la que ningún creyente puede aspirar en esta vida sino en la porvenir cuando Jesús venga
en su reino. Sin embargo, Pablo experimentó una segunda visión en la que todos debemos tener
una empatía; Lucas nos narra que Jesús le dijo a Pablo a través de Ananías que Pablo era un
instrumento escogido por Dios “para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y
de los hijos de Israel”. Pablo aprendió dos conceptos muy importantes. Primero que nada, Pablo
aprendió quién era él: “instrumento escogido me es este” (Hch. 9:15a), y en segundo lugar
aprendió hacia dónde se dirigía: “para llevar mi nombre a los gentiles, y de reyes, y de los hijos
de Israel” (Hch 9:15b). Así que, al inicio de su ministerio, Jesús le había revelado a Pablo quién
era él; un instrumento, y cuál era su meta; predicar el evangelio a todo el mundo. Eso mismo se
nos manda a todo creyente en Mateo 28 como la gran comisión. La visión del líder creyente debe
ser el ir a todo el mundo y hacer discípulos sabiendo que somos instrumentos de Dios.
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Calvin Miller dice que “para ser un líder se necesitan dos cosas: una linterna y un dedo
índice. La linterna alumbrará la oscuridad, y el dedo apuntará el camino a seguir” (Miller 1995,
62).
LA VISIÓN Y LA SOLEDAD
acompañado de tres días de ayuno y soledad (v.9), y la razón por la que esto sucedió es porque
generalmente Dios prepara a aquellos que va a usar a través de un tiempo personal con él. Le
sucedió a Moisés antes de liderar a Israel en el Éxodo. Le sucedió a José en la cárcel antes de ser
Segundo en reino egipcio. Lo mismo le sucedió a David apacentando a sus ovejas antes de ser
mismo le contó a Timoteo que había sido abandonado por los de Asia (2 Tim 1:15). J. Oswald
Sanders dice que “Debido a que el líder debe siempre estar adelante de sus seguidores, vive con
la soledad” (Sanders 1995, 122). El líder creyente tiene una gran responsabilidad ante Dios por
aquellos de quienes es responsible, por lo que siempre debe ir un paso adelante para poder
guiarlos en el camino de Dios. Sanders continúa diciendo “Pablo era un hombre solitario,
incomprendido, por sus amigos, mal representado por sus enemigos, desertado por sus
convertidos” (Ibid.). En pocas palabras, como Pablo, el líder creyente debe ser solitario y ser
intencional al respecto para poder influenciar a otros con lo que aprende meditando en la palabra
de Dios. A.W. Tozer decía “Casi todas las personas más grandes del mundo han sido solitarias.
La soledad parece ser el precio que el santo debe pagar por su santidad” (Ibid.).Con la visión
viene la soledad, y con la soledad vienen las herramientas necesarias como la oración, ayuno, y
lectura para poder guiar a otros a la visión que se planteó en primer lugar. Pablo lo sabía y lo
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La visión no es visión cristiana sino trasciende la vida de uno mismo. Al tener una
visión, se debe plantear de tal forma que las generaciones siguientes puedan seguir
persiguiéndola. Pablo sabía esto muy bien. Es por esto que le escribió a Timoteo lo siguiente:
“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos
para enseñar también a otros” (2 Tim. 2:2). Warren Webster dijo que “El éxito sin sucesores es
un fracaso” (Finzel 2007, 179). Pablo entendía que a pesar de los numerosos dones que Dios le
había dado, no era indispensable, es por eso que formó un equipo para expandir el ministerio de
la gran comisión y antes de morir dejó el legado de la visión de llegar al mundo entero con el
El líder con una visión Cristocéntrica, sabe como Pablo que el éxito de esa visión está
basada en un legado permanente. Esa es la visión de Pablo que trasciende hasta nuestros días.
Aún cuando tuvo la oportunidad de poder ministrar en un solo lugar, él prefirió seguir
entrenando y preparando hombres fieles para que continuaran en el ministerio. Tal fue el caso en
doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro. Y le
acompañaron al barco” (Hechos 20:37-38). Esa debió haber sido una despedida muy dolorosa
para Pablo, sin embargo, no dejó que sus sentimientos interfirieran con la visión que tuvo al
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principio de su ministerio. Ojalá que cada líder creyente pudiera tener una despedida semejante a
la de Pablo cuando el tiempo de partir llegue, y que juntamente como Pablo, pueda ser sensato y
En la carta a los Romanos, Pablo dejó en claro lo que motivaba su visión ministerial:
“Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la
obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y
prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los
alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de esta manera me
esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar
sobre fundamento ajeno.” (Rom. 15:18-20).
En el corazón de Pablo estaba la humildad de saber que Cristo estaba trabajando por medio
de él, y que no era su propia obra. Y esta humildad le permitía visualizar el poder de Cristo
transformando al mundo entero por medio de la predicación. La ambición de Pablo era llegar a
donde nadie había ido con el evangelio. John Piper comenta acerca de este pasaje: “Pablo
manifiesta que su ministerio es lo que Cristo ha hecho a través de él. No es una misión auto-
de Pablo” (Piper, 1995). El orgullo es una de las amenazas más grandes para el líder cristiano y
la única manera de combatirlo es a través de la oración, dependiendo cada día de Dios y siendo
humildes ante él en todo tiempo. Después de todo, como dijo Samuel Brengle, “el hacha no se
puede gloriar de los árboles que ha cortado” (Sanders 1995, 63). Así que, al considerar la visión
que le fue dada a Pablo en Damasco y que se nos ha impartido en Mateo 28, tengamos la
humildad suficiente para decir como Pablo: “soy menos que el más pequeño de todos los santos”
(Ef. 3:8) pero con la obediencia necesaria para decir: “No fui rebelde a la visión celestial” (Hch.
26:19)
BIBLIOGRAFÍA
Finzel, Hans. Success without Succesors: Planning your departure that day you start. En The Top
Ten Mistakes Leaders Make, 2nd ed., David C. Cook, 2007.
Miller, Calvin. Vision: Gathering it up and giving it out. In The Empowered Leader, 1st ed.
Broadman & Holman Publishing Group, 1995.
Piper, John. Paul´s ambition and Bethlehem´s mission. Consultado el 29 de Enero, 2010. A
través de http://www.desiringgod.org/resource-library/sermons/pauls-ambition-and-
bethlehems-mission
Sanders, J. Oswald. El Costo del Liderazgo. En Liderazgo Espiritual, 13ava ed. Editorial
Portavoz, 1995