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Resumen del capítulo 3 de Ética para amador.

Estudiante: Andrea Paternina


La mayoría de las cosas las hacemos porque nos las mandan (los padres cuando se es joven,

los superiores o las leyes cuando se es adulto), porque se acostumbra a hacerlas así y otras

veces nos la creamos nosotros mismos, porque son un medio para conseguir lo que

queremos (como tomar el autobús para ir al colegio) o sencillamente porque queremos

hacerlas así.

El comandante nazi del campo de concentración al que acusan de una matanza de judíos

intenta excusarse diciendo que “establa cumpliendo órdenes” y es curioso pensar como

siendo personas estudiadas, adultas, pudieron hacer caso a semejantes ordenes, ¿Por qué no

se detuvieron a pensar que lo que estaban haciendo no estaba bien, ni estaba justificado?

Muchos dicen que lo que los hizo actuar así era la doctrina alemana, otros dicen que fue el

miedo, tenían miedo a que su comandante hiciera lo mismo con sus soldados, si lo vemos

de esa forma el miedo es un limitante y un gran enemigo. Todo esto tiene que ver con la

cuestión de la libertad, que es el asunto del que se ocupa propiamente la ética. Libertad es

poder decir sí o no, sin importar lo que digan mis jefes o los demás; Libertad es decidir,

pero también, darte cuenta de que estás decidiendo.

¿Cómo podemos calificar como “buena o mala” a una persona? decimos que un futbolista

es bueno cuando le sirve a su equipo, y que una moto es buena cuando cumple todo lo que

se le pueda pedir a una moto, pero con las personas pasa distinto determinar si alguien es

bueno o malo en general, como ser humano, las opiniones varían mucho. Sabemos que las

cosas son buenas cuando cumplen su fin, pero no sabemos que finalidad tiene el ser

humano, clara, porque no hay un único reglamento para ser buen humano ni el hombre es

instrumento para conseguir nada.

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