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LAS RAZONES DE ELLACURÍA

EN EL 25º ANIVERSARIO DEL MARTIRIO


DE LOS JESUITAS DE LA UCA (1989-2014)

José Sols Lucia

PRESENTACIÓN .................................................................................................................... 3
RAZONES ............................................................................................................................... 5
CONCLUSIÓN ........................................................................................................................ 27
NOTAS .................................................................................................................................... 28
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN ................................................................................... 31
José Sols Lucia, Doctor en Teología, director de la Cátedra de Ética y Pensamiento
Cristiano del IQS (Instituto Químico de Sarrià, Universidad Ramon Llull). Ha escrito en
esta misma colección Teología de la marginación (Cuaderno n. 46, abril 1992), El legado
de Ignacio Ellacuría (Cuaderno n. 86, octubre 1998) y Cien años de violencia (Cuaderno
n. 120, julio 2003). Es miembro del área Teológica de Cristianisme i Justícia.

Edita Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona


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Maquetación: Pilar Rubio Tugas - Noviembre de 2014

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PRESENTACIÓN

Hace veinticinco años que Ignacio Ellacuría fue asesinado por el ejér-
cito salvadoreño en plena guerra civil. La madrugada del 16 de noviem-
bre de 1989, soldados del batallón Atlacatl entraron en la residencia de
los jesuitas de la UCA (Universidad Centroamericana) de San Salvador
(El Salvador) y mataron a todos los que encontraron allí, concretamen-
te a seis jesuitas: Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín-
Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López.
La cocinera de la residencia, Elba Ramos, se alojaba también allí junto
a su hija Celina, protegiéndose de la guerra, dado que durante aque-
llos días los combates se libraban en las calles de la capital, y había
toque de queda. Ambas fueron acribilladas sin piedad para que no
hubiera testigos. El ejército pretendía que la opinión internacional cre-
yera que había sido la guerrilla quien había matado a los jesuitas, pero
esta estrategia no sirvió de nada, dado que al final se supo todo. Se
supo qué soldados y al mando de qué oficiales habían llevado a cabo
este asesinato de población civil desarmada, y se les juzgó por ello,
pero nunca se juzgó a quien había dado la orden, con toda seguridad
el propio gobierno salvadoreño, presidido por Alfredo Cristiani, con la
connivencia de la embajada norteamericana durante la Administración
del presidente George Bush (padre).1
Afortunadamente, hace años que los tambores de guerra dejaron de
sonar en El Salvador y en toda Centroamérica, por lo que hoy hay liber-
tades democráticas en la región. No obstante, persiste el problema de
fondo: una enorme desigualdad social, que está trayendo nuevas for-
mas de violencia, no política, sino en forma de «maras» (bandas de
delincuentes, extremadamente violentas), sin olvidar la gran violencia
que constituye la pobreza misma.
La figura de Ellacuría es inmensa en muchos sentidos. Siendo un filó-
sofo de altura, discípulo y estrecho colaborador de Xavier Zubiri, otro
gran filósofo, quiso que su filosofía estuviera al servicio de la causa de
los pobres de la Tierra, no de manera panfletaria, sino dando elemen-
3
tos de comprensión de la realidad histórica. Siendo teólogo, supo arti-
cular el mensaje de salvación del cristianismo con los gritos de libera-
ción de todo un subcontinente, el latinoamericano, que se desangraba
por estructuras económicas injustas y por dictaduras de enorme cruel-
dad. Siendo rector de una universidad, la UCA de El Salvador, quiso
implicarse en los enormes problemas económicos, sociales y políticos
de su tiempo, y repensar la universidad precisamente como una insti-
tución al servicio de esas causas históricas de liberación, de nuevo, no
a modo panfletario, sino, como solía decir él, «universitariamente». No
obstante, no deberíamos recordar hoy a Ellacuría para quedarnos
paralizados por su extraordinaria energía y creatividad, sino al contra-
rio, debemos recordarlo para que su historia sea para nosotros una
fuente de inspiración en el difícil reto de transformar lo inhumano de la
realidad actual.
En concreto, queremos presentar aquí algunas de las razones que ins-
piraron en su vida a Ignacio Ellacuría, jesuita español, vasco, naciona-
lizado salvadoreño, como ya hemos dicho, gran filósofo y teólogo, rec-
tor de la UCA, hombre de paz, agudo analista político. Esa vida le llevó
a una muerte martirial que habría podido evitar, pero él optó por estar
hasta el final junto a las mayorías oprimidas, trabajando por una paz
justa y por una reconciliación nacional, aportando a la causa de la libe-
ración su extraordinario bagaje intelectual, en lo filosófico, en lo teoló-
gico y sobre todo en lo político.
Y lo recordaremos dando la palabra al propio Ignacio Ellacuría a través
de una selección que hemos hecho de algunos de sus mejores textos,
precedidos de breves introducciones que ayudarán a entender mejor
–esperamos– eso que hemos querido llamar «las razones de
Ellacuría».2

4
RAZONES

Hemos escogido veintisiete razones que inspiraron la vida de Ellacuría,


cada una precedida por una breve introducción nuestra.

1. La vida auténtica consiste en pretenderlo, un autorretrato del futuro


estar uno centrado en el trabajo Ignacio Ellacuría.
por el bien de la humanidad
El P. Aurelio Espinosa fue todo lo con-
Ignacio Ellacuría tuvo varios grandes trario de un superficial, que mariposea
maestros a lo largo de su vida: el P. por cualquier tema, o de un intelectual
Miguel Elizondo, en el Noviciado de desvirtuado en funciones administrati-
Santa Tecla (El Salvador); el P. Aurelio vas aparentes. [...] Fue desde su prime-
Espinosa, en los estudios de Humani- ra juventud un trabajador excepcional,
dades, en Ecuador; el P. Ángel Martínez como sólo es posible en un hombre que
Baigorri, poeta navarro afincado en Ni- tome como «forma de vida» el trabajo.
caragua; el P. Karl Rahner, en los estu- El trabajo era su punto de gravedad, al
dios de Teología, en Innsbruck; Xavier que venía a caer, cuando no se lo impe-
Zubiri, su maestro en filosofía, en dían obstáculos externos. Somáticamen-
Madrid; el P. Pedro Arrupe, Superior te su necesidad de descanso era mínima;
General de la Compañía de Jesús de síquicamente, descansaba trabajando.
1965 a 1983; Monseñor Óscar Romero, Esto indica, entre otras cosas, que esta-
arzobispo de San Salvador (El Salva- ba plenamente centrado en su trabajo.
dor) de 1977 a 1980. Acerca de cada uno Podía centrarse –y encontrar su centro–
de ellos escribió con agradecimiento. en el trabajo, porque éste correspondía a
En una ocasión, aún joven, describió un lo que él era, y él estaba dispuesto a ser
rasgo de Aurelio Espinosa, que es, sin lo que era. La palabra que corresponde
5
a este comportamiento es autenticidad: cido sin gran esfuerzo por una clase mi-
autenticidad, más aún que moral, exis- noritaria. Y ha sido vencido en algo que
tencial. La efectividad y la fama tenían había propuesto como muy bien pensa-
que dársele por añadidura.3 do, como algo a lo cual estaba total-
mente decidido y como algo plenamen-
te respaldado por la Fuerza Armada.4
2. El Estado no debería arrodillarse
ante el capital Y así no puede ser. En la batalla entre el
capital y el interés común, sólo una fir-
En los años 70, ya siendo profesor y di- me alianza del poder ejecutivo, de la
rector del Departamento de Filosofía de Fuerza Armada y del pueblo puede co-
la UCA, antes de que estallara la guerra menzar en este país un proceso de pro-
civil, Ellacuría fue testigo de algunos de fundos cambios sociales. Pero para esto
los intentos vanos del Estado salvado- se requiere todo lo contrario de lo que ha
reño por tener una verdadera autonomía ocurrido: que el poder ejecutivo y la
política. Los intereses de las grandes Fuerza Armada estén más cerca del pue-
corporaciones norteamericanas siempre blo que del capital.5
acababan prevaleciendo por encima de
la voluntad del gobierno y, por supues-
to, del pueblo. Ellacuría soñaba con que 3. En tiempo de guerra civil,
El Salvador llegara a ser una democra- el diálogo nacional puede llevar
cia moderna y adulta, un poder político a una futura paz justa
al servicio –sólo– de su pueblo, de sus
En 1980, El Salvador se sumergió en
mayorías, dado que eso es precisamen-
una guerra civil que duraría doce años y
te la democracia. En 1979, un grupo de
se cobraría 75.000 vidas, la mayoría ci-
jóvenes oficiales del ejército dio un gol-
viles. Los más de diez años de protestas
pe de Estado para instaurar de una vez
pacíficas pidiendo, exigiendo transfor-
una auténtica democracia y emprender
maciones estructurales, sólo habían ob-
una necesaria reforma social y agraria.
tenido como respuesta una dura repre-
Aquella Junta parecía el inicio del sue-
sión violenta por parte del ejército, a
ño democrático, pero sólo unos meses
veces en forma de «escuadrones de la
después la Junta se arrodilló ante el
muerte» (militares sin uniforme), lide-
mandato del capital –las grandes corpo-
rados por el temible Mayor D’Au-
raciones internacionales y la oligarquía
buisson, el hombre que dio la orden de
nacional. Ellacuría publicó un famoso y
matar a Monseñor Óscar Romero. Con-
cáustico editorial: «A sus órdenes, mi
tra la opinión de muchos, desde el ini-
capital».
cio Ellacuría afirmó cuatro cosas: a) que
En esta lucha ha ganado la dictadura de aquella guerra sería larga, b) que no la ga-
la burguesía. Se ha demostrado, siquie- naría ninguno de los dos bandos, c) que
ra coyunturalmente, que no es posible ninguno de los dos bandos representaba
una ruptura, si es que la ruptura toca ele- al país –ni siquiera la suma de ambos lo-
mentos estructurales del actual sistema. graba representarlo–, y d) que al país no
El Estado ha sido vencido y ha sido ven- le interesaba que ganara ninguno de los
6
dos bandos. Por ello, se dedicó de lleno en marcha y de conseguir a través de él
a hacer de mediador entre las dos partes la paz que se necesita. […] Ante todo, se
enfrentadas para contribuir a un diálogo requiere la puesta en marcha de un gran
que llevara a la paz –según él, primero, sujeto colectivo. Cuanto más número de
«diálogo nacional», y sólo después, gentes se comprometa en la tarea, cuan-
«diálogo en la cumbre»–, y aportó re- to más pueblo se organice a favor de es-
flexiones sumamente interesantes acer- ta causa y cuantas más organizaciones
ca de cómo se puede llegar a la paz –a de todo tipo se movilicen en esta direc-
una paz justa– cuando se está en medio ción, tanto mejor para la paz. Es un error
de un conflicto bélico nacional.6 y una trampa pensar que el problema es
No es un crimen entrar en diálogo y ne- tan sólo del gobierno y de los frentes re-
gociación con el FDR7 [...]; ni lo es si- volucionarios. Como es ilusorio pensar
quiera hacerlo con el FMLN8, que es un que se puede delegar esta cuestión fun-
poder real en el país con el que inevita- damental del diálogo nacional en manos
blemente se ha de tratar, si se quiere una de los partidos políticos, cuando han si-
solución política y no puramente militar. do tan incapaces en promoverlo. […] El
No sólo no es un crimen; es una necesi- diálogo nacional supone que la mayor
dad. Es una obligación política. Si se fra- parte de la población y la mayor parte de
casa en el intento o porque el diálogo ni las organizaciones de todo tipo se pon-
siquiera se pudo iniciar o porque el diá- gan en estado de diálogo, esto es, que
logo no llevó a una negociación satis- reflexionen sobre cuáles son las solu-
factoria, siempre queda la posibilidad de ciones mejores para terminar con la si-
iniciar una nueva vía. Pero el intento no tuación calamitosa en la que vive la ma-
puede darse por fracasado antes de em- yor parte de la población salvadoreña.
prenderlo. No es que la negociación, in- Supone no sólo que reflexionen sobre sí
cluso aunque tuviera un gran éxito, sea mismos, sino que se abran a escuchar lo
un recurso suficiente para lograr la paz. que otras fuerzas o sectores dicen, no
Pero puede ser un paso muy importante importando lo distante que estén sus opi-
no sólo para la paz, sino para que la paz niones.10
lograda sea justa y responda a las necesi- Contra los que afirmaban que, «una
dades del pueblo salvadoreño, para que vez acabada la guerra, hay que pasar pá-
la paz sea el primer paso firme hacia una gina», Ellacuría se pronunciaba en estos
rápida, urgente reconstrucción. De ahí la términos:
grave responsabilidad histórica ante la
No se trata con ello de terminar con la
que se encuentran los sectores democrá-
guerra de cualquier modo. No se puede
ticos.9
terminar con la guerra más que cuando
[El «estado de diálogo», que debería haya la seguridad razonable de que no
sustituir al estado de guerra,] consiste en volverán a darse las condiciones que la
que la mayor parte de la población esté hicieron estallar. Esto no implica que de-
cada vez más consciente de la necesidad ba esperarse a superar los males y las in-
de un diálogo nacional a fin de ponerlo justicias estructurales que secularmente
7
han crucificado al país, pues tal tarea es pluralidad se reduce a una absurda dua-
de todos y por mucho tiempo. Implica lidad «A / no-A», cuando la realidad so-
tan sólo que se asegure una situación cial y política es mucho más diversa.12
global y una correlación de fuerzas que
Se trata de atender al hecho real de que
impulsen el proceso justo para conse-
la mayor parte de la población y un buen
guirla de una forma eficaz, lo cual exi-
grupo de fuerzas sociales importantes
ge, sin duda, la presencia activa en el
más o menos organizadas desean una so-
proceso de quienes más han hecho por
lución distinta a la de la guerra. ¿Por qué
cambiar las cosas. El fin de las hostili-
no aprovechar esta fuerza para obligar a
dades sin garantías suficientes no traería
concluir la guerra, para determinar me-
la pacificación y, menos aún, una paz didas provisionales mientras no se fina-
justa y consolidada. Las mismas causas lice aquélla y para encontrar aquellos
y los mismos agentes producirán antes o puntos fundamentales que permitirán re-
después los mismos efectos, si en lo fun- solver el «principio» del conflicto?13
damental las mismas circunstancias si-
guen igual. Desde otro punto de vista se- La propuesta es que el pueblo recupere
ría una vergüenza nacional que hubiera su protagonismo activo sin someter su
sido en vano tanta sangre derramada y fuerza y su posible organización a nin-
tanto trabajo realizado, y lo sería, si no guna de las dos partes en conflicto [...].
se lograra un avance sustancial hacia un La hipótesis que aquí se avanza es que
nuevo orden social, no estructurado se- si esta tercera fuerza social se dinamiza
gún los intereses de las minorías, sino puede conducir no sólo a la solución del
según las necesidades y la voluntad de conflicto, sino también a delinear los
las mayorías.11 puntos fundamentales de un proyecto
social al cual los políticos debieran so-
meterse.14
4. En los conflictos bélicos y Ellacuría denuncia que el pueblo no
revolucionarios hay que escuchar está llevando las riendas de su propio
la voz de la «tercera fuerza social»
destino:
Tal como ya hemos indicado más arriba,
No es el pueblo, como fuerza social, el
Ellacuría afirmó a menudo que ninguno
sujeto real de su propio destino político,
de los dos bandos de la guerra civil sal-
sino que lo son sus presuntos represen-
vadoreña representaba a la mayoría del
tantes, quienes miran más por los inte-
país; ni siquiera la suma de ambos lo re-
reses propios, derivados de estar o no es-
presentaba. En El Salvador había «una
tar en el poder que por los intereses
tercera fuerza social» que carecía de voz
reales de la población.15
en la guerra, y que, según Ellacuría, de-
bía ser escuchada, algo parecido a lo que El objetivo fundamental de esta tercera
Paul Preston denominó «la tercera fuerza social debe ser la superación del
España» en sus estudios acerca de la conflicto actual. El objetivo no puede ser
Guerra Civil Española. Suele ocurrir en tomar ella misma el poder político, para
los conflictos bélicos nacionales, que la lo cual no está capacitada, ni tampoco el
8
que una u otra de las partes en conflicto tenido que ver con la libertad. Se ha su-
llegue al poder, sino la superación del puesto que es tarea de hombres libres, en
conflicto. La «superación» dialéctica del pueblos libres, libres al menos de aque-
conflicto implica, tras el enfrentamiento llas necesidades básicas que impiden ese
de ambas partes con la consiguiente ne- modo de pensar que es la filosofía; se ha
gación de las mismas, propia de toda admitido también que ha ejercido una
confrontación dialéctica, la conquista de función liberadora para quien filosofa y
una nueva solución superadora, que sin- que, como ejercicio supremo de la ra-
tetice lo razonable de cada una de las zón, ha liberado del oscurantismo, de la
partes en oposición en algo que no es ignorancia y de la falsedad a los pueblos.
simplemente un término medio o un A lo largo de los siglos, desde los pre-
conjunto de coincidencias, sino en algo socráticos hasta los hombres de la ilus-
realmente nuevo que, de otra forma y en tración, pasando por todas las formas
otra unidad estructural, recoja lo que de críticas de pensar, en realidad se ha da-
positivo hay en los proyectos contra- do a la razón, y a la razón filosófica en
rios.16 particular, grandes prerrogativas en fun-
ción de la libertad.17

5. La filosofía tiene una función La función crítica de la filosofía está


liberadora orientada, en primer lugar, a la ideología
dominante, como momento estructural
La filosofía es la mayor expresión de la de un sistema social, [...] admitido que
libertad. Toda filosofía seria, rigurosa, lo ideológico puede ser vehiculado no
desarrolla una función de criticidad, sólo por aparatos teóricos de toda índo-
mediante la cual el hombre se libera de le, sino también por un cúmulo de obje-
los engaños, lugares comunes, tradicio- tivaciones y relaciones sociales.18
nes hace tiempo incuestionadas, miedos
ante lo natural. A través de su función Toda filosofía nueva ha surgido por in-
crítica, la filosofía desenmascara la ide- satisfacción del filósofo o de la escuela
ología dominante en un sistema políti- filosófica con todo o casi todo lo que ha
co, económico o cultural dominante, las antecedido en el terreno filosófico. Los
falsas ideologizaciones que, bajo capa grandes filósofos han sido siempre unos
de ideología legítima, mantienen intac- grandes inconformes con el pensamien-
ta una estructura social injusta. El hom- to recibido, y no sólo están preparados
bre es libre, y la filosofía es el lenguaje mentalmente para grandes gigantoma-
de la libertad. Ellacuría aplicó esta con- quias, sino que su talante mismo es esen-
cepción de la filosofía a su presente his- cialmente crítico y está preparado para
tórico, con lo que contribuyó a analizar distinguir la verdad de sus apariencias,
discursos que pretendían justificar lo lo probado de lo no probado, etc.19
que había, y también a desenmascarar La filosofía debe desempeñar siempre
engaños. una función liberadora, pero el modo de
Se puede decir que la filosofía desde desempeñarla es distinto y esto va a ha-
siempre, aunque de diversas formas, ha cer que haya filosofías distintas con su
9
propia universalidad. No hay una fun- ciudadanos. Debe analizarlas crítica-
ción liberadora abstracta y ahistórica de mente, debe contribuir universitaria-
la filosofía; hay, por tanto, que determi- mente a la denuncia y destrucción de las
nar previamente el qué de la liberación, injusticias, debe crear modelos nuevos
el modo de la liberación y el adónde de para que la sociedad y el Estado puedan
la liberación.20 ponerlas en marcha. Insustituible labor
de la universidad en su servicio al país
como un todo y a todos los ciudadanos.
6. La misión de la universidad De esta orientación se aprovecharán
consiste en analizar la realidad y además los profesores y estudiantes al
en contribuir a su transformación: vivir en una universidad, que al ser lo
«universitariamente» que debe ser, les ofrece una tarea crítica
Ellacuría fue siempre un hombre uni- y creadora, sin las que no hay formación
versitario. Tras su largo período de for- universitaria.22
mación en diferentes centros superiores
(Quito, Innsbruck, Madrid) fue, primero,
7. Con Monseñor Romero,
director del Departamento de Filosofía
Dios pasó por El Salvador
de la UCA de El Salvador (1969-1979),
y después, hasta su muerte, rector de es- Monseñor Óscar Romero fue arzobispo
ta universidad (1979-1989). Sus refle- de San Salvador entre 1977 y 1980, año
xiones acerca de la función social, cul- en que fue asesinado. Nadie como él
tural y política de la universidad son marcó tanto a Ellacuría. Nadie como él
abundantes y de gran calidad.21 Ellacuría encarnó tan proféticamente y tan pasto-
considera que la universidad debe par- ralmente lo que quería ser la Teología de
ticipar en los procesos históricos de la Liberación, aquella teología latinoa-
transformación social, económica y po- mericana que Ellacuría contribuyó a
lítica, para lo cual debe aportar análisis formular. Monseñor Romero fue «la
y propuestas de cambio estructural. No voz de los sin voz» de El Salvador du-
puede dar la espalda a la realidad histó- rante tres intensos años, hasta que un
rica, como hicieron no pocas universi- disparo acabó con su vida, pero no con
dades de su tiempo. Ahora bien, tampo- su memoria.
co puede convertirse en un local sindical Hace ocho meses, un 24 de marzo, caía
o político. Tal como ya hemos señalado ante el altar Monseñor Romero. Bastó
más arriba, solía decir que la universi- con un tiro al corazón para acabar con
dad debe actuar «universitariamente». su vida mortal. Estaba amenazado hacía
La forma específica con que la universi- meses y nunca buscó la menor protec-
dad debe ponerse al servicio inmediato ción. Él mismo manejaba su carro y vi-
de todos es dirigiendo su atención, sus vía en un indefenso apartamento adosa-
esfuerzos y su funcionamiento universi- do a la Iglesia donde fue asesinado. Lo
tario al estudio de aquellas estructuras mataron los mismos que matan al pue-
que, por ser estructuras, condicionan pa- blo, los mismos que en este año de su
ra bien o para mal la vida de todos los martirio llevan exterminadas cerca de
10
diez mil personas, la mayor parte de ellas golpe, aunque sí fue súbito el cambio
jóvenes campesinos, obreros y estudian- inicial. El asesinato del padre Grande, el
tes, pero también ancianos, mujeres y ni- primero de los sacerdotes mártires que
ños que son sacados de sus ranchos y le tocó enterrar, sacudió su conciencia.
aparecen poco después torturados, des- Se le rompieron los velos que le oculta-
trozados, muchas veces irreconocibles. ban la verdad y la nueva verdad empe-
No importa determinar quién fue el que zó a apoderarse de todo su ser. No fue
disparó. Fue el mal, fue el pecado, fue el inicialmente un cambio subjetivo, sino
anti-Cristo, pero un mal, un pecado y un una transformación objetiva. Se le des-
anti-Cristo históricos, que se han encar- cubrió algo que antes no había visto a
nado en unas estructuras injustas y en pesar de su buena voluntad y de su pu-
unos hombres que han elegido el papel reza de intención, a pesar de sus horas
de Caín. Sólo tuvo tres años de vida pú- de oración y de su ortodoxia repetida, de
blica como arzobispo de San Salvador. su fidelidad al magisterio y a la jerarquía
Fueron suficientes para sembrar la pala- vaticana. La luz se apoderó de él y esto
bra de Dios, para hacer presente en su le transformó. No es que él se transfor-
pueblo la figura de Jesús; fueron dema- mase y así se le mostrase algo que antes
siados para los que no pueden tolerar la no veía; más bien vio algo nuevo, algo
luz de la verdad y el fuego del amor.23 objetivamente nuevo y esto lo transfor-
El P. Rutilio Grande, jesuita, buen mó. Esto nuevo fue, en un primer mo-
amigo de juventud de Monseñor Ro- mento, la verdad deslumbrante de un
mero y sacerdote muy entregado a la sacerdote que se había dedicado a evan-
causa de los pobres, murió asesinado en gelizar a los pobres, que en esa evange-
marzo de 1977, pocos días después de lización había llevado a los pobres a his-
haber tomado Romero posesión como torizar la salvación, a dar carne histórica
arzobispo de la capital. Tras la muerte a la palabra eternamente nueva de Dios.
de Rutilio, en pocas horas, Romero Por esto fue asesinado por quienes se
cambió radicalmente. Romero decía sentían interpelados por esa palabra
que aquello no fue una «conversión», evangélica y por ese pueblo que lo había
pero sí que en aquel momento se le hecho carne propia y hasta cierto punto
abrieron los ojos y empezó a ver algo proyecto político. Otros obispos y otros
cristianos vieron en el martirio del padre
que antes no había sabido ver, a pesar
Grande un suceso político e incluso die-
de su buena fe como pastor: la gran in-
ron de él interpretaciones enceguecidas
justicia en la que vivían los pobres.
e increíbles. Monseñor Romero, no. Sus
Muchos creemos que aquello sí fue una
ojos limpios vieron la verdad. Y enton-
conversión, aunque reconocemos que,
ces se le reveló lo que significaba ser
efectivamente, siempre había sido un
apóstol en El Salvador de hoy; signifi-
buen pastor.
caba ser profeta y ser mártir. Y entonces
[Romero] se convirtió en el gran regalo comenzó la carrera de profeta y de már-
de Dios porque él mismo quedó total- tir, no porque él la hubiese elegido, sino
mente convertido. No ocurrió todo de un porque Dios lo llenó con las voces his-
11
tóricas del sufrimiento de su pueblo ele- mer momento. Lo ha descubierto no tan-
gido y con la voz de la sangre del primer to directamente en la escucha del clamor
justo que moría martirialmente en El de los pueblos y de las clases oprimidas,
Salvador actual, para que todos tuvieran sino en los movimientos socio-políticos
más vida y para que la Iglesia entera re- de la liberación, que habían recogido
cuperara su pulso profético rebajado.24 efectivamente ese clamor y lo habían ar-
ticulado en distintas formas de lucha po-
El evangelio siempre se lee desde un lu-
lítica.27
gar, siempre se lee situadamente; la fe se
vive también situadamente. Esa lectura
y esa vitalización nunca serán ni siquie- 9. La Teología de la Liberación
ra suficientemente adecuadas, si ese lu- estudia lo liberador de la fe
gar y esa situación no son de modo pre- cristiana en todas las dimensiones
ferencial el mundo de los oprimidos. Y de lo humano
en esto consistió la conversión apostóli-
ca de Monseñor Romero. Cambió de lu- A pesar de los textos y de las homilías
gar, cambió de situación y lo que era una de claro contenido social de los Padres
palabra opaca, amorfa e ineficaz se con- de la Iglesia (ss. II-VI), de algunos teó-
virtió en un torrente de vida al que el logos de la escolástica medieval, de los
pueblo se acercaba para apagar su sed.25 teólogos de la escuela de Salamanca (s.
XVI) y de la escuela de Coímbra (s. XVII),
Con Monseñor Romero, Dios pasó por de algunos misioneros dominicos y je-
El Salvador.26 suitas en América (ss. XVI-XVII), de las
Reducciones guaraníes del Paraguay (s.
XVIII), la verdad es que el cristianismo
8. La Iglesia que no deja de entró en la Modernidad con un discurso
aprender: la Teología de la
teológico muy reducido a lo personal:
Liberación bebió de movimientos
Dios nos salva a cada uno de nosotros,
sociales y políticos de izquierda
como si se tratara de una salvación sólo
La Iglesia enseña, pero también debe individual, uno por uno. La Teología de
aprender. Ellacuría dio un ejemplo de la Liberación latinoamericana y la
ello al admitir que el (re)descubrimien- Teología Política europea y norteameri-
to de lo liberador del cristianismo en el cana muestran que la liberación que sa-
orden de las estructuras sociales, eco- le de la Pascua impregna todos los ór-
nómicas y políticas le vino a la Teología denes de lo humano, también el orden
de la Liberación de movimientos políti- de las estructuras de sociedad, funda-
cos y sociales. mentales en la vida humana.28
La teología de la liberación, que ha in- La teología de la liberación […] trata
troducido tan vigorosamente en el ma- primariamente de todo lo que atañe al
gisterio, en la reflexión y en la práctica Reino de Dios, sólo que enfoca todos y
de la Iglesia el tema de la liberación, lo cada uno de sus tópicos, aun los más ele-
ha descubierto fuera de ella misma y vados y aparentemente separados de la
fuera de la Iglesia, al menos en un pri- historia, sin olvidar nunca, y frecuente-
12
mente con atención muy especial, a su manera nítida en el Antiguo Testamen-
dimensión liberadora.29 to: así como Israel vivió un proceso de
No se trata de que la Iglesia sea o no una
liberación política en su huida de Egipto
fuerza política, que entre en colisión con (s. XIII a.C.), y a posteriori formuló ese
otras fuerzas políticas, pues la Iglesia no acontecimiento histórico como vivencia
debería nunca ir en busca del poder po- teologal (Dios quiere la libertad de su
lítico. Se trata de que la Iglesia, fiel a su pueblo; celebración de la Pascua judía),
misión, promueva la salvación integral así también en la América Latina de los
del hombre, salvación que en su inte- años 60, 70 y 80 del s. XX, el pueblo bus-
gralidad tiene una dimensión política.30 ca la liberación, y Dios está con su pue-
blo. Queriendo reaccionar contra cierta
teología tradicional, Ellacuría afirma
10. La liberación es una tarea que la liberación es primigeniamente
histórica que afecta a lo estructural colectiva, comunitaria, no individual:
Dios salva al pueblo, y en esa experien-
Sin duda, la liberación es inicialmente
cia comunitaria cada individuo puede
personal, ya que sólo la persona puede
vivir personalmente la salvación.
ser liberada. Sin embargo, las personas
viven en sistemas sociales, por lo que Israel entendió su salvación desde su
hay que hablar también de una libera- propia liberación histórica. En su propia
ción de tipo estructural: social, política, historia de pueblo, antes que de indivi-
económica. duos, y de pueblo con problemas con-
cretos de índole predominantemente
La liberación es por lo pronto una tarea
política, es donde la revelación de la pa-
histórica y, dentro de la historia, una ta-
labra de Dios fue tomando carne. Es una
rea socio-económica. Esa era la deman-
salvación que tiene mucho de liberación
da y a eso había que responder. No era
de los enemigos políticos, que lo eran de
pequeña la demanda ni fácil la respues-
Yahvé, porque lo eran del pueblo de Yah-
ta. En el elemento estructural histórico
vé. En este estadio de la historia de la sal-
de lo socio-económico se debatía en
vación se va de la experiencia política a
gran parte el destino del mismo hombre
la experiencia religiosa, y se espera de
y de la humanidad.31
la religión que venga a interpretar y, en
su caso, resolver problemas políticos, es
11. La experiencia salvífica que decir, problemas del pueblo como tota-
tuvo Israel en el Antiguo lidad pública.32
Testamento es la misma que tienen Se pertenecía al pueblo de Israel y en la
hoy los pueblos que luchan por
pertenencia a este pueblo, que era el ob-
su liberación histórica
jeto global de la salvación, es donde ca-
En un primer momento, la Teología de la da miembro del pueblo podría esperar su
Liberación –la primera teología cristiana salvación, salvación de su aquí y de su
nacida fuera de Europa y del Medite- ahora, que sin duda tenía una proyección
rráneo en veinte siglos– se inspiró de religiosa.33
13
12. Hace falta una cristología a una cristología total y a una cristolo-
que recoja el logos histórico gía a la altura cambiante de la historia;
sólo él podrá descubrirnos qué hay de
La vida humana es esencialmente –aun-
salvación en la historia a raíz de la his-
que no sólo– histórica. Por ello, la sal-
toria de salvación.36
vación también lo es. De no serlo, no se-
ría humana. Que la salvación sea
histórica significa que todos sus mo- 13. Ser cristiano consiste
mentos lo son: a) ofrecimiento de la sal- en seguir a Jesús en la historia
vación –la experiencia de Israel en el
Antiguo Testamento y la experiencia de La salvación que procede de la Pascua
las primeras comunidades cristianas en tiene su origen en la historia de Jesús,
el Nuevo Testamento–; b) acogida de la una historia hasta la muerte en cruz, una
salvación –historia de Israel e historia historia llena de opciones morales, de
de la Iglesia–; y c) la teología, que, que- denuncias sociales y de palabras profé-
riendo dar razón de la experiencia de ticas. Difícilmente podremos acoger la
salvación, necesita de un «logos» histó- salvación en nuestra vida sin revivir de
rico. algún modo esa historia. Podemos, sin
duda, vivir de nuevo la vida de Jesús en
Hoy necesitamos una nueva cristología la celebración de la fe, pero sobre todo
para la que el tema capital no puede ser estamos llamados a vivirla en la histo-
cómo se concilia conceptualmente –y se ria, afrontando la realidad de hoy como
tranquiliza así la inquietud intelectual– Jesús afrontó la de su tiempo. No se tra-
la unicidad de persona con la duplicidad ta de imitar la vida de Jesús –eso sería
de naturalezas, sino, más bien, cómo absurdo por anacrónico–, sino de revi-
realiza Jesús en toda su plenitud su mi- virla en nuestra historia, con nuestra
sión de salvador del hombre. Esto no es personalidad, con nuestras capacidades,
un planteamiento meramente funciona- intentando percibir los retos de nuestro
lista ni menos profundo que el anterior. tiempo.
Si la historia tiene más entidad metafísi-
ca que la naturaleza, las reflexiones so- No hay acceso al Cristo de la fe sino a
bre la historia deberán ser más profun- través del Jesús histórico, y que este ac-
das que las anteriores. Y por definición ceso a la transcendencia del Cristo sólo
más operativas.34 fue posible en Jesús por la vida que lle-
vó, y sólo es posible al hombre más que
Esta nueva cristología debe dar todo su
constituyéndose en seguidor –no pura-
valor de revelación a la carne de Jesús,
mente en imitador– de lo que especial-
a su historia. Hoy más que nunca es ab-
mente en los evangelios se nos presenta
surdo pretender construir una cristología
como la historicidad material de Jesús,
en la que no cuente decisivamente la
no excluido su carácter político. Se tra-
realización histórica de la vida de Jesús.35
ta, en definitiva, de una recuperación in-
Sólo un logos que tenga en cuenta la rea- tegral de la historicidad para, sin identi-
lidad histórica de Jesús puede dar paso ficaciones ni dualismos, hacer de Jesús
14
el lugar por excelencia del encuentro de en la historia, sino que hace de la histo-
la divinidad.37 ria, integralmente entendida, la materia
misma del seguimiento, pero tiene al
El seguimiento es un seguimiento histó-
mismo tiempo un carácter transcenden-
rico del Jesús que hizo presente la divi-
te por cuanto lo tiene aquel a quien se si-
nidad en la historia. Este seguimiento no
gue y lo tiene también el Espíritu por el
es meramente moralista, porque este
cual y con el cual se sigue, porque el se-
moralismo volvería a caer en una posi-
guimiento está medido y orientado por
tividad sin transcendencia, esto es, en un
lo que debe ser el Reino de Dios, tal co-
positivismo sin espesor histórico, según
mo lo anunció y puso en marcha Jesús.40
la acertada expresión de Juan Luis
Segundo. Hay seguimiento porque hay No hay que circunscribir la categoría de
fe, y no habría fe si no hubiera donación seguimiento al plano estrictamente per-
de la verdad real de Jesús a quien él gra- sonal, como si fuera posible un segui-
tuitamente –o mejor el Padre– ha deci- miento de disposiciones interiores sin
dido amar de un modo especial. Pero, plasmación en los procesos públicos y
aceptado todo esto, lo que se da es un se- en las estructuras sociales.41
guimiento histórico y no una mera imi-
tación. El seguimiento histórico implica,
en primer lugar, que se hace del Jesús 14. Los pobres nos salvan
histórico un punto de referencia insusti- Es fácil entender que los pobres son
tuible tanto en lo que es su vida unitaria «objeto de salvación», que necesitan de
y totalmente entendida como en lo que la ayuda y de la solidaridad de los que
es el despliegue de sus actitudes, de sus vivimos confortablemente en el actual
acciones y de sus palabras; por mucho sistema social. Pero es más complicado
que sea difícil llegar a su ipsissima bio- entender que los pobres sean «sujeto de
grafía38 y a sus ipsissima verba39 y acep- salvación». Pues lo son. Dios –el único
tando de grado que ellas implican ya lec-
que puede salvar–, para salvarnos, opta
turas e interpretaciones históricas, se las
por situarse allí donde la humanidad es-
toma como punto de arranque constitu-
tá siendo negada, de tal modo que para
tivo. Pero el seguimiento histórico im-
acoger su salvación no podamos sino
plica, en segundo lugar, que cada uno de
acercarnos a esos lugares sociales.
los seguidores en particular y en común
Ellacuría habla de «pobres», pero po-
trata de hacer con su propia biografía,
dríamos ampliar el término a todo indi-
pero en su propia historia, no tanto lo
viduo o grupo al que le sean negados los
que Jesús haría, sino lo que Jesús le
derechos humanos. No olvidemos que
manda hacer –leído este mandato desde
anunciamos un Cristo crucificado, no un
lo que él fue históricamente y a la luz
César triunfante, ni un rey Herodes opu-
de lo que su Espíritu, también a través de
lento, ni siquiera un fariseo acomodado.
los signos de los tiempos, dicta en los
corazones que han sido asumidos por él. La Iglesia tiene una vocación universal
Ese seguimiento tiene un evidente ca- de salvación, pero su lugar más propio
rácter histórico, pues no sólo se realiza es el mundo de los pobres. No es que
15
sean necesarios los pobres para que ha- sola historia, la historia de salvación
ya Iglesia o para que la Iglesia sea san- ofrecida por Dios en el interior de la his-
ta [...], sino que no puede ser santa y sal- toria humana. Ellacuría sigue de cerca a
vadora, si los hay, más que desde, con y Karl Rahner al afirmar que hay una so-
para los pobres. Pero los pobres no son la historia, no dos, y que en esa única
sólo misión de la Iglesia; son también su historia lo divino se revela en lo huma-
salvación, lugar de presencia de Cristo no. La dualidad conceptual no debería
salvador, así como los que están al otro conducirnos al error de creer que existe
extremo de los pobres han sido históri- una dualidad en lo real. La preposición
camente, lo son actualmente, y [...] se- «en» es clave para articular la dualidad
guirán siendo el lugar de la perdición de conceptual de lo teológico en la unidad
la Iglesia.42 de la realidad histórica: la salvación en
… [para algunos] resulta escandaloso el nuestra historia; Dios actúa en nuestras
proponer a los necesitados y oprimidos obras, que son fruto de nuestra libertad.
como la salvación histórica del mundo. Desde un principio damos por aceptado
Resulta escandaloso a muchos creyen- que no se dan dos historias, una historia
tes, que ya no creen ver nada llamativo de Dios y una historia de los hombres,
en el anuncio de que la muerte de Jesús una historia sagrada y una historia pro-
trajo la vida al mundo, pero que no pue- fana. Más bien lo que se da es una sola
den aceptar teóricamente, y menos aún realidad histórica en la cual interviene
prácticamente, que esa muerte que da vi- Dios y en la cual interviene el hombre,
da pase hoy realmente por los oprimidos de modo que no se da la intervención de
de la humanidad. Y resulta asimismo es- Dios sin que en ella se haga presente de
candaloso a quienes buscan la liberación una u otra forma el hombre, y no se da
histórica de la humanidad. Es fácil ver a
la intervención del hombre sin que en
los oprimidos y necesitados como aque-
ella se haga presente de algún modo
llos que requieren ser salvados y libera-
Dios. Lo que se necesita discernir es la
dos, pero no lo es el verlos como salva-
distinta intervención de Dios y del hom-
dores y liberadores.43
bre y el distinto modo de «relación» en
esas intervenciones.44
15. Sólo hay una historia El problema permanente de la relación
Debido a la larga posteridad del pensa- entre lo divino y lo humano cobra así
miento de san Agustín (desde el s. V has- una importancia nueva y, sobre todo,
ta el s. XX), a su vez muy condicionado una perspectiva nueva. ¿Qué tienen que
por el neoplatonismo, la teología cris- ver los esfuerzos humanos por una libe-
tiana tendió a marcar la dualidad entre ración histórica, incluso socio-política,
lo trascendente y lo inmanente, entre lo con la instauración del reino de Dios que
divino y lo humano, dualidad que co- predicó Jesús? ¿Qué tiene que ver el
rresponde, sí, a la fe cristiana, pero que, anuncio del reino de Dios y su realiza-
mal interpretada, puede llevar a olvidar ción con la liberación histórica de las
que ambas dimensiones se dan en una mayorías oprimidas? Tales cuestiones,
16
en su doble vertiente, representan un histórico. Hay una universalidad con-
problema fundamental de la praxis de la ceptual a-histórica y hay una universali-
Iglesia de los pobres a la par que un pro- dad conceptual histórica o, si se prefie-
blema esencial de la historia actual lati- re, historizada. Aquélla puede parecer
noamericana. No es primariamente una más teórica y más universal, pero no es
cuestión conceptual, sino una cuestión así tanto porque encubre una historici-
real, que necesitará el uso de conceptos dad que en su encubrimiento opera de-
para ser resuelta teóricamente, pero que formantemente, como porque descono-
no es primaria ni últimamente una cues- ce la dimensión propia de universalidad
tión puramente teórica. En efecto, no es de la realidad histórica, apropiadamente
primariamente un problema de conjun- conceptualizada.45
ción teórica de dos conceptos abstractos,
Precisamente, la unidad total de una so-
uno que se refiriera a la obra de Dios y
la historia de Dios en los hombres y de
otro que se refiriera a la obra del hom-
los hombres en Dios no permite la eva-
bre. El partir de los conceptos y del su-
sión a uno de los dos extremos abstrac-
puesto más o menos explícito que de a
tos: «sólo Dios» o «sólo el hombre»; pe-
conceptos adecuadamente distintos co-
ro tampoco permite quedarse en la
rresponden realidades diferentes, lleva a
dualidad acumulada de Dios y del hom-
dificultades superfluas. Los conceptos
adecuadamente distintos serían dos, y a bre, sino que afirma la unidad dual de
esos dos conceptos se les atribuiría el co- Dios en el hombre y del hombre en Dios.
rrelato de dos realidades adecuadamen- Este «en» juega una distinta función y
te distintas. Dicho de otra forma, tras tiene una distinta densidad cuando la ac-
una larga elaboración intelectual, reali- ción es de Dios y cuando la acción es del
zada a lo largo de siglos, se ha llegado a hombre en Dios, pero siempre es el mis-
la separación conceptual de lo que en la mo «en». Y por eso, no es una praxis me-
experiencia biográfica y en la experien- ramente política, ni meramente históri-
cia histórica aparece como unido; esa se- ca, ni meramente ética, sino que es una
paración conceptual, no sólo se ha con- praxis histórica trascendente, lo cual ha-
vertido cada vez más como evidente, ce patente al Dios que se hace presente
sino que se ha convertido en punto de en la acción de la historia.46
partida para regresar a una realidad, que
ya no es vista primigeniamente en sí
misma, sino a través de la «verdad» atri-
buida al concepto. Separado el concep- 16. La praxis eclesial está
to de la praxis histórica real y puesto al al servicio de la praxis histórica
servicio ideologizado de instancias que Otra típica dualidad del cristianismo oc-
institucionalizan intereses no criticados cidental: teoría y praxis. Lo uno o lo
reflejamente, no sólo no se resuelve el otro. O bien lo uno y lo otro, pero yux-
problema, sino que se lo encubre. Y se tapuestos. Pues no, Ellacuría afirma que
encubre no tanto porque el concepto sea teoría y praxis, si son auténticas, sólo
abstracto, sino más bien porque no es pueden ir de la mano, dado que la teo-
17
ría es un momento de la praxis. La re- que acompaña a toda acción humana,
flexión teológica es un momento inte- hasta la conciencia refleja y la reflexión
rior a la acción de los cristianos en el sobre lo que es, lo que sucede y lo que
mundo. Pensamos para poder entender se hace; reflexión que puede tomar dis-
el sentido de lo que llevamos entre ma- tintas formas, desde las precientíficas
nos. Y el pensar supone, por supuesto, hasta las estrictamente científicas, según
orar. Y aún otra dualidad: praxis eclesial la peculiaridad de cada una de las cien-
y praxis sociopolítica, esto es, histórica. cias.49
Ellacuría rompe de nuevo la dicotomía:
El dinamismo entero de la realidad his-
la praxis eclesial es interior a la praxis
tórica es lo que ha de entenderse como
histórica. No soy cristiano y ciudadano
praxis. Esta praxis es una totalidad activa
de mi país (o, si lo preferimos, ciudada-
inmanente, porque su hacer y su resul-
no del mundo); soy lo uno en lo otro.
tado quedan dentro de la misma totali-
Precisamente porque intentamos parti-
dad una en proceso, a la cual va confi-
cipar en la construcción de lo que lla-
gurando y dirigiendo en su proceso. La
mamos Reino de Dios (el modo de hom-
praxis, así entendida, tiene múltiples
bre y de sociedad esbozado por Jesús),
tiene sentido adentrarse sin miedo en las formas, tanto por la parte del todo, que
problemáticas políticas, económicas y en cada caso es su sujeto más propio, co-
sociales de nuestro tiempo. mo por el modo de acción y el resultado
que propicia. Pero, en definitiva, la acti-
La praxis eclesial no tiene el centro en vidad de la realidad histórica es la praxis,
sí misma ni tampoco en un Dios ajeno a entendida como totalidad dinámica.50
la historia, sino en un Dios que se hace
presente en la historia. La praxis eclesial
tiene su centro en el Reino de Dios y en 17. La justicia consiste
la realización de ese Reino en la histo- en devolverle a cada uno
ria; [...] está configurada mucho más de su dignidad humana
lo que se acepta usualmente por otros
¿Qué es la justicia? Tras tomar con-
momentos de la praxis histórica, y la
ciencia de que se dan situaciones histó-
praxis eclesial debe ponerse al servicio
ricas en las que la dignidad humana es-
de la praxis histórica.47
tá siendo negada de manera estructural,
Por praxis entendemos aquí la totalidad la justicia consiste en el trabajo activo
del proceso social, en cuanto transfor- –teórico y práctico a la vez– para trans-
mador de la realidad tanto natural como formar esas estructuras y construir otras
histórica.48 que le devuelvan la dignidad al hombre:
a todo el hombre, a todos los hombres.
La praxis es la unidad de todo lo que el
conjunto social hace en orden a su trans- [La justicia consiste en] Que cada uno
formación e incluye dinámicamente la sea, tenga y se le dé, no lo que se supo-
respectividad del sujeto-objeto [...]. Esa ne que ya es suyo porque lo posee, sino
praxis tiene momentos teóricos de dis- lo que le es debido por su condición de
tinto grado que van desde la conciencia persona humana y por su condición de
18
socio de una determinada comunidad La violencia originaria es la injusticia es-
y, en definitiva, miembro de la misma tructural, la cual mantiene violentamen-
especie, a la que en su totalidad psico- te –a través de estructuras económicas,
orgánica corresponde regir las relacio- sociales, políticas y culturales– a la ma-
nes correctas dentro de ella misma y en yor parte de la población en situación de
relación con el mundo natural circun- permanente violación de sus derechos
dante.51 humanos. A esta violencia, una vez ce-
rrados los demás caminos, responde el
Toda la región centroamericana, aunque
pueblo organizado, el cual toma las armas
en distinto grado, ha vivido ancestral-
y empuña la revolución para superar
mente y sigue viviendo en una situación
la injusticia estructural que lo oprime y la
económica que no le permite a la mayor
violencia que lo domina. A su vez, esta
parte de la población satisfacer sus ne-
violencia revolucionaria tiende a ser
cesidades básicas. Aquí radica el princi- contrarrestada por la violencia represiva
pio básico de todos los problemas sin del Estado y aun de las clases dominan-
cuya solución los conflictos rebrotarán tes, no sólo legalmente, sino con prácti-
incesantemente.52 cas estrictamente terroristas. En su última
fase este conjunto de violencias entrela-
zadas da paso a un estado de guerra ci-
18. La injusticia estructural es la
vil, el cual se refleja tanto en el enfren-
primera violencia, a la que siguen
tamiento de dos poderes con dos ejércitos
la revolucionaria y la represiva,
umbral de la guerra civil como en la polarización de los sectores.53

Ante la acusación de que la Teología de Yo he mantenido siempre que toda vio-


lencia es mala. Pero sostengo también
la Liberación defiende la violencia re-
que hay unas violencias peores que
volucionaria, Ellacuría contesta que eso
otras; esto es claro. Todo acto de vio-
es falso, que esta teología no promueve
lencia es malo; pero puede que en algu-
ninguna violencia, pero que entiende
na ocasión sea inevitable. En este senti-
que pueda surgir históricamente la re- do la teología de la liberación, por
volución como respuesta a estructuras ejemplo, ha insistido en que la violencia
inhumanas y a represiones atroces. Hay más grave, y la raíz misma de toda vio-
tres violencias en el orden de lo socio- lencia, es la violencia estructural: es de-
político y económico –la estructural, la cir, la violencia de la civilización del ca-
represiva y la revolucionaria–, que en pital que mantiene a la inmensa mayoría
ocasiones desembocan en una cuarta –la de la humanidad en condiciones bioló-
guerra civil. Si hablamos de «violen- gicas, culturales, sociales y políticas ab-
cia», hay que analizar las tres, dado que solutamente inhumanas. Esa es la vio-
las tres se dan en un solo proceso histó- lencia estructural fundamental. Por eso,
rico. No es legítimo analizar moralmen- decir que los teólogos de la liberación
te la violencia revolucionaria sin haber defienden la violencia y que la teología
estudiado antes las otras dos, que están de la liberación propicia la violencia es
en el origen de la revolucionaria. un error, pues ésta es la teología que más
19
sistemáticamente ha denunciado que la porque se invoque el nombre de la paz.
violencia estructural –a la cual, por cier- No se puede ir a la paz, dice el Papa
to, nadie ha acusado de «violenta», pues [Juan Pablo II en su carta a los obispos
a todos les ha parecido una cosa normal, salvadoreños del 6 de agosto de 1982],
reflejo del orden establecido, etc.– es la con «renuncia a la debida justicia o a la
violencia fundamental contra la que hay defensa de los pobres marginados ni se
que combatir para erradicarla, a ser po- puede alcanzar la paz con intentos de
sible con el mínimo de violencia.54 pseudojusticia». Una paz con menosca-
bo de la defensa de los pobres y de los
marginados, ni es paz verdadera, ni es
19. La paz justa es la única paz cristiana. Los pobres siguen necesi-
alternativa razonable a la violencia tando de defensa eficaz de sus vidas y de
Ellacuría estudió la posibilidad de llegar sus derechos, y la Iglesia está obligada a
a acuerdos de paz en medio de un con- tomar sobre sus hombros la causa de los
flicto bélico nacional, como el salvado- pobres, por muchos problemas que esto
reño. De hecho, hizo de mediador hasta le acarree. Hay que buscar la paz, pero
el último día de su vida. Más aún, ade- la paz verdadera, la paz que resuelva los
lantó su viaje de Barcelona a El Salva- problemas nacionales. Hay que buscar
dor en noviembre de 1989 para intentar la paz por el camino de la reconciliación,
hacer de puente entre el gobierno y la que exige esfuerzos de las dos partes en
guerrilla –que había tomado ya buena conflicto y no sólo de una de ellas, por
parte de la capital–, y lo hizo precisa- el hecho de que esté en la oposición. Hay
mente a petición del gobierno salvado- que trabajar por la paz que lleve «a ins-
reño, que pocos días después ordenó taurar una convivencia fundada sobre el
que lo asesinaran, como ha quedado am- respeto de cada individuo y de los valo-
pliamente probado en la investigación res de cada sociedad civil». Cuando, por
histórica. Ahora bien, para él la paz te- consiguiente, el Papa rechaza la violen-
nía que ser justa, verdadera, no simple cia, no está por eso propiciando el paci-
silencio de las armas. fismo, que impide al violentado defen-
derse de su violentador; el pacifismo que
Cuando la situación se prolonga y se ve se consigue con el terror, la muerte y la
que la violencia revolucionaria y la re- desaparición de todo aquel que se atre-
presiva, así como la violencia de la gue- ve a disentir. Ni pacifismo, ni violencia.
rra, no alcanzan ni a conservar el orden ¿Qué entonces? Paz verdadera.56
establecido ni menos a resolver la vio-
lencia institucional, surge no sólo racio-
nalmente, sino en el ánimo de una gran 20. El pecado personal se objetiva
parte de la población, la necesidad del en estructuras sociales
diálogo y de la negociación como cami-
La Teología de la Liberación introdujo
no para la paz.55
el concepto de «pecado estructural».
[Carece de sentido] proponer como le- Fue criticada por algunos teólogos, in-
gítima una fórmula de pacificación sólo cluida una comisión vaticana que exa-
20
minó esta teología.57 Se les dijo que el del mundo, que es fundamentalmente
pecado no puede ser estructural porque histórico y estructural, comunitario y
pecan las personas, no las estructuras. objetivo, fruto a la vez y causa de otros
Pero la Teología de la Liberación no muchos pecados personales y colectivos
afirma que pequen las estructuras, sino y que él mismo se propaga y se consoli-
que éstas cristalizan y objetivan históri- da como la negación permanente del rei-
camente el pecado humano, como por no de Dios. No es que las estructuras pe-
ejemplo, una dictadura, un sistema po- quen, como algunos hacen decir a los
lítico que niegue la libertad religiosa, el teólogos de la liberación, pero las es-
colonialismo o incluso el poscolonialis- tructuras manifiestan y actualizan el po-
mo económico del tiempo de Ellacuría. der del pecado y en ese sentido hacen pe-
Además, esas estructuras «hacen pecar» car y dificultan sobremanera el que los
a los hombres, dado que los sitúan en un hombres lleven la vida que les corres-
medio que invita a seguir una lógica in- ponde como hijos de Dios.60
humana. El papa Juan Pablo II acabó
acogiendo esta expresión al hablar de
«estructuras de pecado».58 21. La teología estudia el Reino
de Dios, y la Iglesia lo despliega
Una situación que no permite a la ma- en la historia
yoría ser persona y vivir como persona
por estar sojuzgada y aplastada por ne- Ellacuría afirma que la Iglesia no debe-
cesidades vitales fundamentales; una si- ría anunciarse a sí misma, sino que de-
tuación de injusticia institucionalizada bería anunciar el Reino de Dios en la
que impide positivamente la fraternidad historia, como Jesús no se anunció a sí
entre los hombres; una situación confi- mismo, sino que anunció el Reino de
gurada por modelos de la sociedad capi- Dios ya presente entre nosotros. Por
talista y de la sociedad de consumo, que
ello, la Iglesia debería trabajar siempre
impiden la solidaridad y la transcenden-
para convertirse ella al Reino de Dios.
cia cristianas; una situación en la que el Una característica preliminar es que el
mundo y la sociedad –lugares inexora- anuncio de Jesús no es, desde luego, un
bles que median la presencia de Dios en- anuncio de la Iglesia, ni es siquiera un
tre los hombres– son la negación de la anuncio de sí mismo como lugar cerra-
esencia amorosa de Dios como realidad do y absoluto, pero ni siquiera un anun-
última fundante de toda realidad; una si- cio de lo que es Dios en sí, separado de
tuación en la que no aparece la imagen los hombres. Y ésta debería ser una ac-
encarnada de Cristo, sino más bien la ne- titud fundamental de la Iglesia: su anun-
gación permanente de esa imagen; una cio, su actividad no debería ser el anun-
situación de tales características, desde cio de sí misma ni […] el anuncio de un
el punto de vista cristiano, no tiene más Jesús y de un Dios al margen de la sal-
que un nombre: pecado.59 vación real del hombre y del mundo.61
El anuncio del Reino y la dificultad de Lo que sucede es que el concepto mis-
implantarlo hacen presente un pecado mo de Reino de Dios es un concepto di-
21
námico, a la par histórico y transhistó- den de la dignidad humana, y mediante
rico. La realidad de Reino de Dios im- su pastoral aporta luz y criterios a la pre-
plica en sí misma el problema de su rea- sencia activa de los cristianos en la so-
lización, es una realidad en realización. ciedad, aun sabiendo que todo ello pue-
El hacer teológico, entonces, tiene que de producir un rechazo por parte de los
enfrentarse directamente con lo que es la sistemas vigentes. Ahí reside su testi-
realización del Reino de Dios. Al no ser monio –su «martirio». Ahí se unifica en
Dios sino el Reino de Dios el objeto fun- una sola historia lo utópico con lo sal-
damental del hacer teológico, el aspecto vífico.
de realización resulta decisivo.62
La Iglesia no es en principio una instan-
Es menester […] separar Iglesia y Reino cia que ha de ejercer su misión política
de Dios para que aquélla pueda quedar principalmente por la vía diplomática,
configurada por éste, para que la Iglesia sino que ha de ejercerla más bien por la
pueda verse cada vez más libre de su vía profética y por la pastoral de acom-
«versión-al-mundo» mediante una au- pañamiento. Y esto supone una conver-
téntica «conversión al Reino». La Iglesia sión y un riesgo de hacerla pobre y aun
debe tener un centro fuera de sí misma, de martirizarla, esto es, de hacerla már-
un horizonte más allá de sus fronteras tir.65
institucionales, para orientar su misión y
Ha de mantenerse unitariamente que,
aun para dirigir su configuración estruc- para dar con el carácter trascendente de
tural. Y este centro y este horizonte no lo categorial y para categorizar interpre-
pueden ser otros que los que tuvo la tativa y prácticamente lo trascendente,
evangelización de Jesús: el Reino de es necesaria la interpelación del Espíritu
Dios.63 en la historia. A través de lo verdadero y
Es el Reino de Dios lo absoluto en la de lo falso, de lo bueno y de lo malo, de
Iglesia, […] [y] la Iglesia está subordi- lo justo y de lo injusto, etc., valorados
nada al Reino y no el Reino a la Iglesia.64 unitariamente desde lo que es la fe co-
mo don recibido y práctica cotidiana, es
como se capta la trascendencia de lo his-
22. La acción de la Iglesia en tórico y, a su vez, se proyecta y realiza
la historia es profética trascendentemente algo que es unitaria-
mente histórico y suprahistórico.66
En la historia de la Iglesia ha habido un
exceso de diplomacia y de política, no El profetismo de la denuncia, en el ho-
de «política» en el sentido de «denuncia rizonte del Reino de Dios, traza los ca-
de injusticias estructurales», sino de minos que llevan hacia la utopía. El «no»
«política» en el sentido de «búsqueda del profetismo, la negación superadora
del poder». El auténtico nervio político del profetismo, va generando el «sí» de
de la misión de la Iglesia tiene que ser la utopía, en virtud de la promesa, que
eminentemente profético y pastoral. es el reino de Dios, ya presente entre los
Mediante su profetismo la Iglesia de- hombres, sobre todo desde la vida,
nuncia las injusticias cometidas en el or- muerte y resurrección de Jesús, que ha
22
enviado su Espíritu para la renovación, tina» es la actual situación histórica
a través de la muerte, de todos los hom- de El Salvador, Guatemala, Honduras,
bres y de todas las cosas.67 Nicaragua y otros países o situaciones
semejantes que se les pudiera compa-
rar.69
23. América Latina es un lugar
teológico Latinoamérica no debe entenderse como
integrante epigonal del mundo occiden-
La Teología de la Liberación propugna tal, sino como perteneciente de lleno al
una teología contextuada, y no «ageo- Tercer Mundo. Obviamente el modo la-
gráfica» o «ahistórica». El mensaje de tinoamericano de pertenencia al Tercer
salvación cobra en cada contexto histó- Mundo es distinto del modo hindú o
rico un significado particular, incluso vietnamita; obviamente también la per-
distinto. Ahora bien, no sirve cualquier tenencia al Tercer Mundo es distinta de
lugar. El «lugar» es aquella realidad las naciones del cono sur y del istmo
donde la humanidad está siendo negada centroamericano. Más aún, elementos
de un modo u otro. La América Latina de básicos de la cultura occidental parecen
los años 70 y 80 del siglo pasado, afir- ser elementos integrantes, no debida-
ma Ellacuría, es un «lugar teológico» mente diferenciados, de la cultura lati-
–un locus theologicus. Y matiza que noamericana. Pero nada de esto invalida
cuando él habla de «América Latina», nuestro propósito, porque la individua-
se refiere a los países centroamericanos lidad histórica de Latinoamérica es evi-
y, por extensión, a otros que viven un dente y, además, está por hacerse; es de-
drama semejante al de Centroamérica. cir, su hacerse está en momentos que
Pero para lograr la conjunción adecuada permiten más campo electivo que el de
de utopía y profecía es menester situar- otros mundos.70
se en el lugar histórico adecuado. Toda
América Latina es una región en la que
conjunción de esas dos dimensiones hu-
contrasta su gran potencialidad y rique-
manas e históricas, para ser realista y fe-
za de recursos con el estado de miseria,
cunda, necesita «situarse» en precisas
injusticia, opresión y explotación, im-
coordenadas geo-socio-temporales. De
puesto a una gran parte del pueblo. Con
lo contrario desaparece el impulso insos-
ello se da una base objetiva para el con-
layable del principio de realidad, sin el
traste de la utopía, dada en su rica po-
que ambas son juego mental, más formal
tencialidad, con el profetismo, pre-dado
que real. Pero hay unos lugares históri-
en la negación de la utopía por la reali-
cos más propicios al surgimiento de uto-
dad cotidiana. Los incesantes movi-
pistas proféticos, de profetas utópicos.68
mientos revolucionarios en lo político y
Cuando se habla de problemas teológi- los movimientos cristianos en lo religio-
co-políticos, «América Latina» es más so son distintas formas de cómo una po-
una categoría conceptual que una reali- derosa conciencia colectiva utópica y
dad empíricamente histórica. […] La profética se ha hecho reflejo y cargo de
concreción para mí de «América La- lo que es la realidad objetiva.71
23
Los pobres en América Latina son lugar tadores de la situación religiosa, socio-
teológico en cuanto constituyen la má- económica y política.73
xima y escandalosa presencia profética
y apocalíptica del Dios cristiano y, con-
siguientemente, el lugar privilegiado de 25. La humanidad sufriente es el
la praxis y de la reflexión cristiana. Esto «pueblo crucificado»
lo vemos y lo palpamos en la realidad El concepto de «pueblo crucificado» es
histórica y en los procesos que vive central en la teología de Ellacuría.74 Así
América Latina, y lo reconfirmamos en como la muerte de Jesús fue dialéctica
la lectura que desde ese lugar hacemos –si hay un crucificado, hay un crucifi-
de la palabra de Dios y de toda la histo- cador, dado que nadie muere colgado de
ria de salvación.72 una cruz de manera natural–, así tam-
bién la situación de pobreza, de opre-
sión y de muerte de multitudes en
24. Jesús murió en cruz por
América Latina es dialéctica –están así
causas históricas
porque alguien lo ha provocado. Ellos
«Alguien» crucificó a Jesús. Y lo hizo son, pues, el «pueblo crucificado».
«por algún motivo». Jesús no «murió»
Para comprender lo que es el pueblo de
simplemente, sino que «fue matado»,
Dios, importa mucho volver los ojos so-
afirma Ellacuría. Debemos investigar
bre la realidad que nos rodea, sobre la
esas causas históricas –quién mató a
realidad de nuestro mundo tras cerca de
Jesús y por qué–, dado que si el Padre
dos mil años de existencia de la Iglesia,
resucitó a aquel hombre, su Hijo, aquel
tras cerca de dos mil años desde que
hombre que vivió de aquel modo, que
Jesús anunció el acercamiento del
dijo lo que dijo, que obró como obró, y
Reino de Dios. Esta realidad no es sino
que fue ejecutado en una cruz, sabremos
la existencia de una gran parte de la hu-
entonces qué espera el Padre de noso-
manidad literal e históricamente cruci-
tros hoy.
ficada por opresiones naturales y, sobre
Subrayar el carácter histórico de la todo, por opresiones históricas y perso-
muerte de Jesús es fundamental para la nales. Y esa realidad despierta en el es-
cristología y para la soteriología históri- píritu cristiano una pregunta insoslaya-
ca, que como tal cobraría un sentido ble que abarca otras muchas: ¿qué
nuevo. El carácter histórico de la muer- significa para la historia de la salvación
te de Jesús implica, por lo pronto, que su y en la historia de la salvación el hecho
muerte ocurrió por razones históricas. de esta realidad histórica que es la ma-
Es un punto que con razón subrayan ca- yoría de la humanidad oprimida? ¿Se la
da día más las nuevas cristologías. Jesús puede considerar históricamente salva-
muere –es matado, como insisten tanto da, cuando sigue llevando sobre sí los
los cuatro evangelios como los Hechos– pecados del mundo? ¿Se la puede con-
por la vida histórica que llevó, vida de siderar como salvadora del mundo pre-
hechos y de palabras que no podía ser cisamente por llevar sobre sí el pecado
tolerada por los representantes y deten- del mundo? ¿Qué relación tiene con la
24
Iglesia como sacramento de salvación? La teología ha sido históricamente re-
Esta humanidad doliente ¿es algo esen- flexión sobre la fe, pero desde una si-
cial a la hora de reflexionar sobre lo que tuación determinada social y cultural-
es el pueblo de Dios y sobre lo que es mente (aunque sin percatación refleja de
la Iglesia?75 los condicionamientos que esta situa-
ción imponía). Esta reflexión, al ser si-
tuada y temporalizada, no sólo logra un
26. Tanto la Revelación como resultado distinto por adición de dos
su recepción en la fe son cantidades fijas (dato revelado más re-
estructuralmente históricas flexión), sino que lleva a un sentido nue-
Retomemos la idea de «logos históri- vo de lo revelado y consiguientemente a
co». La Revelación no se dio en forma una nueva síntesis.78
de dogma, sino en forma de historia. La inteligencia humana no sólo es siem-
Toda ella es histórica. Dios salva de ma- pre histórica, sino que esa historicidad
nera que su historia de salvación se da pertenece a la propia estructura esencial
en el interior de la historia humana. La de la inteligencia, y el carácter histórico
acogida de esa salvación es también his- del conocer en tanto que actividad im-
tórica: primero, a lo largo de la historia plica un preciso carácter histórico de los
de Israel, y después, a lo largo de la his- mismos contenidos cognoscitivos.79
toria de la Iglesia, sin olvidar la huma-
nidad entera. Por ello, el dogma y la Aunque se reconozca la importancia his-
teología deben ser históricos. tórica permanente del planteamiento de
la acción cristiana en términos de justi-
La revelación misma es histórica en su cia y se estime lo que significa el que la
misma estructura, de modo que no pue- biblia le haya dado tanta riqueza de ma-
de tener un único sentido unívoco para tices, no quiere decir que para siempre y
situaciones realmente distintas; y si tal en todos los lugares vaya a ser la «lucha
es la revelación en cuanto entrega, lo es por la justicia» el mejor signo histórico
mucho más en cuanto recepción.76 de la plenitud de la salvación. Estamos
La teología de la liberación ha insistido haciendo teología histórica y no pode-
mucho, aunque no es esto algo exclusi- mos caer en la inconsecuencia de parar
vo de ella, en la historicidad de la salva- la historia y de hacerla unívocamente
ción. Esta historicidad tiene dos lectu- significativa.80
ras: la salvación es ella misma histórica
en el sentido de que tiene historia, y la
27. La escatología es histórica
salvación es histórica en el sentido de
que afecta a la historia misma, la cual de- La salvación ofrecida por el Padre en
be quedar transformada por la presencia Jesucristo, y acogida por nosotros en el
salvífica de Dios en ella. [...] La revela- Espíritu, es escatológica en el sentido de
ción y la salvación empezaron histórica- que es un acontecimiento que pertenece
mente, continuaron históricamente y si- al fin de los tiempos, a la plenitud de lo
guen abiertas al futuro histórico.77 humano. Esa escatología no se da de una
25
vez por todas en la Resurrección del ni una presencia puramente cultual en
Señor, ni está incrustada en un futuro la que se realizaría «incruentamente»
que se nos haría inaccesible, sino que se lo que sucedió de una vez por todas, si-
da ya en nuestra historia, aunque toda- no que se necesita una presencia que
vía de manera fragmentada, como la vi- verdaderamente se historice como en
da humana misma. Jesús se historizó Dios. La operatividad
de la historia respecto de la escatología
Entiendo por escatología histórica una tendrá que ser real e intrínseca. […) Esta
escatología que tiene que ver con la his- operatividad intrínseca exige que ya en
toria y ha de verse con ella, a la par [que] la historia se hagan presentes, de algún
hace de la historia vía operante de la es- modo, los bienes de la escatología, y es-
catología. La presencia de la escatología to no a modo puramente intencional o
en la historia deberá ser histórica. No como pura promesa, sino como prome-
bastaría una presencia epifánica, en el sa inicialmente realizada que nos pro-
sentido de sucesivas presencias tangen- yecta a una realización más plena en la
ciales de lo mismo, eterno e inmutable, superación de los bienes ya logrados.81

26
CONCLUSIÓN

Veinticinco años después de su muerte martirial, el pensamiento de


Ignacio Ellacuría sigue siendo fecundo para entender hoy la misión de
la Iglesia en el mundo, y para analizar las estructuras económicas y
sociopolíticas, y para entender en qué dirección deberían ser transfor-
madas.
Ellacuría no escogió el tiempo que le tocó vivir. Lo asumió con respon-
sabilidad. A priori nadie habría imaginado a aquel joven vasco, inteli-
gente, deportista, vestido con sotana, cuarenta años después hacien-
do de mediador entre el gobierno salvadoreño y el FMLN. Pues lo hizo.
Nosotros tampoco hemos escogido nuestro tiempo: la globalización, la
crisis económica, el desarrollo de las nuevas tecnologías que condu-
cen a un paro crónico en el sistema económico, la desigualdad social
creciente, el drama de los inmigrantes. Es un tiempo cargado de pro-
blemas, pero también lleno de posibilidades para construir la humani-
dad. Asumamos nuestro tiempo con responsabilidad.

27
NOTAS

1. Cfr. M. DOGGET, P. ARMADA, Una muerte anun- 9. ELLACURÍA, «La responsabilidad de las “terceras
ciada en El Salvador, PPC, Madrid, 1995. fuerzas”», ECA. Estudios Centroamericanos
2. Para una presentación sintética de la vida y obra 394 (1981), p. 751-752.
de Ignacio Ellacuría, cfr. J. SOLS, El legado de 10. ELLACURÍA, «El Salvador en estado de diálo-
Ignacio Ellacuría, Cuaderno n. 86, Cristianisme go», en ID., Veinte años de historia en El
i Justícia, Barcelona, 1998; o bien J. SOLS, La Salvador, vol. III, op. cit., p. 1.419-1.420.
teología histórica de Ignacio Ellacuría, 11. ELLACURÍA, «El aporte del diálogo al problema
Trotta, Madrid, 1999, p. 19-71; para una pre- nacional», en ibid., p. 1.349.
sentación sintética de su pensamiento, cfr. J. 12. Cfr. J. SOLS, «Nuevos agentes en la vida política»,
SOLS, «El pensamiento de Ignacio Ellacuría», en C. de la CRUZ AYUSO, J. MARTÍNEZ CON-
Iglesia Viva 203 (2000), p. 95-105. TRERAS (eds.), Crisis de la democracia, San
3. ELLACURÍA, «El P. Aurelio Espinosa Pólit, S.J.», Esteban, Salamanca, 2010, p. 193-216.
ECA. Estudios Centroamericanos 178 (1963), 13. ELLACURÍA, «Replanteamiento de soluciones
p. 21-22. para el problema de El Salvador», en ID.,
4. ELLACURÍA, «A sus órdenes, mi capital», en ID., Veinte años de historia en El Salvador, vol. II,
Veinte años de historia en El Salvador (1969- op. cit., p. 1.126-1.127.
1989). Escritos políticos, vol. I, UCA Ed., San 14. Ibid., p. 1.127.
Salvador (El Salvador), 1991, p. 651-652. 15. Ibid., p. 1.128.
5. Ibid., p. 654-655. 16. Ibid., p. 1.129.
6. Cfr. J. SOLS, «El pensamiento de Ellacuría en 17. ELLACURÍA, «Función liberadora de la filoso-
torno a la reconciliación», en FORUM DEUSTO fía», en ibid. , vol I, p. 93.
(ed.), ¿Hacia una nueva era?, Publicaciones 18. Ibid., p. 95.
de la Universidad de Deusto, Bilbao, 2011, p. 19. Ibid., p. 100.
41-98; también: J. SOLS, J. C. PÉREZ, «El pensa- 20. Ibid., p. 108.
miento de Ignacio Ellacuría acerca de procesos 21. Cfr. ELLACURÍA, Escritos universitarios, UCA
históricos de reconciliación política. Análisis de Ed., San Salvador (El Salvador), 1999; J.
siete conceptos: conflicto, violencia, causa, diá- SOLS, «Las universidades y la vida pública»,
logo, pacificación, paz, reconciliación», Pen- en X. ETXEBERRIA, A. HORTAL (eds.), Profe-
samiento 251 (2011), p. 103-124; y también: J. sionales y vida pública, Desclée de Brouwer,
SOLS, Cinco lecciones de pensamiento social Bilbao, 2011, p. 205-224.
cristiano, Trotta, Madrid, 2013, p. 87-112. 22. ELLACURÍA, «Discurso de la Universidad Cen-
7. El FDR (Frente Democrático Revolucionario) troamericana “José Simeón Cañas” en la firma
fue una coalición política de izquierda demo- del contrato con el Banco Interamericano de
crática. Tras el asesinato de sus líderes, se unió Desarrollo (BID)», en ID., Escritos universita-
al FMLN, «el Frente», en el que se ocupó rios, ibid., p. 22-23.
sobre todo del trabajo diplomático nacional e 23. ELLACURÍA, «Monseñor Romero: un enviado
internacional. En 1988 se transformó en el de Dios para salvar a su pueblo», Revista
partido Convergencia Democrática. Latinoamericana de Teología 19 (1990), p. 5.
8. El FMLN (Frente Farabundo Martí para la Libe- 24. Ibid., p. 7.
ración Nacional), conocido como «el Frente», 25. Ibid., p. 8.
fue el organismo que coordinó los cinco grupos 26. Última frase de la homilía de Ignacio Ellacuría
guerrilleros desde 1980 hasta el final de la gue- en la misa de funeral por Óscar Romero, cele-
rra. En 1992 se transformó en partido político. brada en la UCA, en marzo de 1980. Cit. en J.
28
SOBRINO, Monseñor Romero, UCA Ed., San 48. ELLACURÍA, «Función liberadora de la filoso-
Salvador (El Salvador), 1994, p. 64. fía», op. cit., p.110.
27. ELLACURÍA, «Liberación», Revista Latinoame- 49. Ibid., p. 111.
ricana de Teología 30 (1993), p. 214. 50. Ibid., p. 119.
28. Cfr. J. SOLS, «Lo cristiano de la liberación», 51. ELLACURÍA, «Liberación», op. cit., p. 225.
en J. SOBRINO, R. ALVARADO (eds.), Ignacio 52. ELLACURÍA, «Factores endógenos del conflicto
Ellacuría, “aquella libertad esclarecida”, Sal centroamericano: crisis económica y desequi-
Terrae, Santander, 1999, p. 161-176. librios sociales», en ID., Veinte años de histo-
29. ELLACURÍA, «Historicidad de la salvación cris- ria en El Salvador, vol. I, op. cit., p. 168.
tiana», en I. ELLACURÍA, J. SOBRINO, Mysterium 53. Ibid., p. 169.
Liberationis, vol. I, Trotta, Madrid, 1990, p. 325. 54. ELLACURÍA, Quinto centenario de América
30. ELLACURÍA, «Liberación: misión y carisma de Latina: ¿descubrimiento o encubrimiento?,
la iglesia latinoamericana», ECA. Estudios Cuaderno n. 31, Cristianisme i Justícia, Bar-
Centroamericanos 268 (1971), p. 72. celona, 1990, p. 13.
31. ELLACURÍA, «Liberación», op. cit., p. 215. 55. ELLACURÍA, «Factores endógenos del conflicto
32. ELLACURÍA, «Liberación: misión y carisma de centroamericano…», op. cit., p. 169.
la iglesia latinoamericana», op. cit., p. 65. 56. ELLACURÍA, «Juan Pablo II y el conflicto salva-
33. Ibid. doreño», en ID., Escritos teológicos, vol. III,
34. ELLACURÍA, «Carácter político de la misión de UCA Ed., San Salvador (El Salvador), 2002,
Jesús», en ID., Teología Política, Ediciones p. 25-26.
del Secretariado Social Interdiocesano, San 57. Cfr. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, Teo-
Salvador (El Salvador), 1973, p. 3. logía de la Liberación, BAC, Madrid, 1978.
35. Ibid. 58. JUAN PABLO II, Sollicitudo rei socialis, encícli-
36. Ibid. ca, Ciudad del Vaticano, 1987, n. 36; cfr.
37. ELLACURÍA, «Aporte de la Teología de la NEBEL, M., La categoría moral de pecado
Liberación a las religiones abrahámicas en la estructural, Trotta, Madrid, 2011.
superación del individualismo y del positivis- 59. ELLACURÍA, «Liberación: misión y carisma de
mo», Revista Latinoamericana de Teología 10 la iglesia latinoamericana», op. cit., p. 73.
(1987), p. 10. 60. ELLACURÍA, «Aporte de la Teología de la Libe-
38. Acontecimientos exactos de la vida de Jesús. ración a las religiones abrahámicas…», op.
39. Palabras exactas que dijo Jesús. cit., p. 9.
40. ELLACURÍA, «Aporte de la Teología de la Libe- 61. ELLACURÍA, «Recuperación del Reino de Dios»,
ración a las religiones abrahámicas…», op. en ID., Conversión de la Iglesia al Reino de
cit., p. 10-11. Dios, op. cit., p. 15-16.
41. ELLACURÍA, «Pueblo de Dios», en C. FLORISTÁN, 62. ELLACURÍA, «La teología como momento ideo-
J. J. TAMAYO (eds.), Conceptos Fundamentales lógico de la praxis eclesial», op. cit., p. 470.
de Pastoral, Cristiandad, Madrid, 1983, p. 852. 63. ELLACURÍA, «Recuperación del Reino de
42. ELLACURÍA, «Liberación: misión y carisma de Dios», op. cit., p. 13-14.
la iglesia latinoamericana», op. cit., p. 71. 64. ELLACURÍA, «Los pobres: lugar teológico en
43. ELLACURÍA, «El pueblo crucificado», en ID., América latina», en ID., Conversión de la
Conversión de la Iglesia al Reino de Dios, Sal Iglesia al Reino de Dios, op. cit., p. 170.
Terrae, Santander, 1984, p. 28-29. 65. ELLACURÍA, «Esquema de interpretación de la
44. ELLACURÍA, «Historicidad de la salvación cris- Iglesia en Centroamérica», Revista Latinoame-
tiana», op. cit., p. 327. ricana de Teología 31 (1994), p. 7.
45. Ibid., p. 326. 66. ELLACURÍA, «Utopía y profetismo», en I. ELLA-
46. Ibid., p. 340. CURÍA, J. SOBRINO, Mysterium Liberationis,
47. ELLACURÍA, «La teología como momento ideo- vol. I, op. cit., p. 399.
lógico de la praxis eclesial», Estudios Eclesiás- 67. Ibid., p. 409.
ticos 207 (1978), p. 463. 68. Ibid., p. 393.
29
69. ELLACURÍA, «Los pobres: lugar teológico en 77. ELLACURÍA, «Aporte de la Teología de la Libe-
América latina», op. cit., p. 153. ración a las religiones abrahámicas…», op.
70. ELLACURÍA, «Liberación: misión y carisma de cit., p. 6-7.
la iglesia latinoamericana», op. cit., 70. 78. ELLACURÍA, «Tesis sobre posibilidad, necesi-
71. ELLACURÍA, «Utopía y profetismo», op. cit., dad y sentido de una teología latinoamerica-
400. na», en VARGAS MACHUCA, A. (ed.), Teología
72. ELLACURÍA, «Los pobres: lugar teológico en y mundo contemporáneo: homenaje a Karl
América latina», op. cit., 163. Rahner, Cristiandad, Madrid, 1975, p. 326.
73. ELLACURÍA, «El pueblo crucificado», op. cit., 79. ELLACURÍA, «Hacia una fundamentación del
39-40. método teológico latinoamericano», ECA.
74. Cfr. J. SOLS, La teología histórica de Ignacio Estudios Centroamericanos 322-323 (1975),
Ellacuría, op. cit., p. 245-279. p. 420.
75. ELLACURÍA, «El pueblo crucificado», op. cit., 80. ELLACURÍA, «Fe y Justicia (II y III)», Christus
p. 25. 503 (1977), p. 33.
76. ELLACURÍA, «La teología como momento ideo- 81. ELLACURÍA, «Escatología e historia», Revista
lógico de la praxis eclesial», op. cit., p. 459. Latinoamericana de Teología 32 (1994), p. 117.

30
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN

Proponemos algunas preguntas para la reflexión a partir del texto de José


Sols:

1. Ellacuría se dedicó de lleno a hacer de mediador entre las dos partes


enfrentadas para contribuir a un diálogo que llevara a la paz.
Ellacuría estudió la posibilidad de llegar a acuerdos de paz en medio de un
conflicto bélico nacional, como el salvadoreño.
¿Crees que podemos apuntar a vivir esta actitud en el momento
actual? ¿Cómo lo concretarías?

2. Ellacuría considera que la universidad debe participar en los procesos his-


tóricos de transformación social, económica y política, para lo cual debe apor-
tar análisis y propuestas de cambio estructural.
¿Cómo cambiar contenidos y valoraciones en los estudios de
nuestros niños y jóvenes y hacer un análisis que propicie un cam-
bio estructural. ¿Cómo y desde dónde lo empujamos?

3. En la lectura del Cuaderno aparece una pregunta algo incómoda, y apela


a los empobrecidos, a los crucificados, al pueblo salvadoreño que tanto amó
Ellacuría.
¿Qué es la justicia? Tras tomar conciencia de que se dan situaciones histó-
ricas en las que la dignidad humana está siendo negada de manera estructu-
ral, la justicia consiste en el trabajo activo –teórico y práctico a la vez– para
transformar esas estructuras y construir otras que le devuelvan la dignidad al
hombre: a todo el hombre, a todos los hombres.
¿En qué situaciones nos llevaría esta manera de ver la justicia a un
compromiso teórico y práctico? ¿Qué es para nosotros la dignidad?
31
4. Ellacuría afirma que la Iglesia no debería anunciarse a sí misma, sino que
debería anunciar el Reino de Dios en la historia, como Jesús no se anunció a
sí mismo, sino que anunció el Reino de Dios ya presente entre nosotros.
¿En qué situaciones se hace presente el Reino de Dios en nuestra
vida, en nuestra familia, en la comunidad cristiana, en la Iglesia?

No deberíamos recordar hoy a Ellacuría para quedarnos paralizados por su


extraordinaria energía y creatividad, sino al contrario, debemos recordarlo
para que su historia sea para nosotros una fuente de inspiración en el difícil
reto de transformar lo inhumano de la realidad actual.

32

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