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Arthur Asher Miller, nacido en Nueva York en 1915 en el seno de una familia de
emigrantes judíos polacos, es considerado uno de los mejores dramaturgos del s.XX.
Miller, quien junto con sus padres se vio obligado a mudarse desde Manhattan a
Brooklyn, ya que la Gran Depresión acabó con la empresa familiar, estudió
periodismo en la Universidad de Michigan, la cual pagó trabajando en un almacén de
repuestos para automóviles. En 1938, al graduarse, regresó a Nueva York, donde se
ganó la vida escribiendo guiones radiofónicos. Será en la década de los 40 cuando se
consolide su éxito. Empieza teniendo fama con su novela Focus, que es un alegato
contra el antisemitismo, y con el estreno de Un hombre con mucha suerte, que es su
primera obra en Broadway. Pero será en 1947 con la obra Todos eran mis hijos, en la
que denuncia el cinismo de las empresas armamentísticas y la cual permaneció en
cartelera durante casi un año y recibió el Premio de la Crítica otorgado por el Círculo
de Críticos de Teatro de Nueva York, cuando dará el gran salto a la fama. Dos años
más tarde, llegará su mayor triunfo: La muerte de un viajante. La obra se representó
ininterrumpidamente desde el 10 de febrero de 1949 hasta el 18 de noviembre de
1950, y posteriormente se estrenó en salas de todo el mundo. Fue galardonada con el
Premio Pulitzer, con tres Premios Tony y de nuevo, con el de la Crítica de Nueva
York. Además, en 1985 fue llevada al cine por Volker Schlöndorff.
Así, deja claro lo que es el elemento fundamental de toda su obra: la crítica social. Lo
que corroboramos con posteriores títulos como Las brujas de Salem o Panorama
desde el puente.
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nutre del pasado con la que el autor nos explicará el presente. Así, el tiempo, que es
lineal, va a sufrir diferentes analepsis. Con un momento de lucidez, o eso parece,
comienza el segundo acto, en el que Willy se enfrenta a su realidad e intenta
modificarla, pero será en vano. De hecho, cambiará a peor. Su única y última
esperanza será Biff, su hijo mayor, quien se hundió cuando descubrió que Willy le era
infiel a Linda, su madre, la cual adopta el papel de esposa y madre sufriente. Para Biff
su padre era un héroe, era excepcional y él aspiraba a ser como su padre. Así, se dará
cuenta de que Willy es un mentiroso y un fracasado, y que todos los valores que éste
le había inculcado son falsos. Por último, está Happy, el hermano menor. Está
obsesionado por tener éxito, por triunfar. Intenta ser todo lo que su padre le ha
inculcado pero no lo consigue. Happy nunca reconocerá que el fracaso sea por culpa
del lema de vida de su padre, nuca reconocerá que su padre ha fracasado, aunque en
un momento le rechaza, finge que no es su padre. Parece que se averguenza de él. Y
es curioso porque desde que es pequeño intenta llamar la atención de Willy, siempre
dice "Estoy adelgazando", intuimos que se siente a la sombra de Biff. Paralelamente
están Charley y su hijo Bernard, que son la antítesis de Willy y Biff. Son la voz del
realismo. Hay debates entre Willy y Charley en los que discuten el lema principal del
protagonista: Charley rechaza que el atractivo personal conceda el éxito, mientras que
Willy lo defiende. Ahí surge el conflicto, en el sueño de Willy y su realidad, la
realidad social. Él aspira a ser como su hermano Bernard, quien aparece unicamente
en las analepsis, pero su situación no se lo permite y cuando se percata de ello decide
suicidarse. Cabe destacar que lo hace en un coche, y que durante toda la obra hay una
gran cantidad de referencias mecánicas. Recordemos que Miller trabajó en un almacén
de repuestos para automóviles. Además, la historia tiene lugar en Brooklyn, donde
éste vivió. Y no olvidemos que la empresa de sus padres sufrió la crisis del 29.
Arthur Miller saca a la luz un sistema que desecha a los individuos una vez que ha
exprimido sus vidas.