Está en la página 1de 5

Estas son las

razones por
las que el
estrés lo
puede matar.

El estrés es una condición emocional provocada por el exceso de


trabajo, las presiones del día a día, el afán por cumplir objetivos,
las largas jornadas laborales y la falta de descanso reparador.

Y, cuando se prolonga en el tiempo, provoca que el organismo


emita respuestas dañinas que deterioran progresivamente la
salud de los afectados.
“El asunto es que los riesgos asociados a esta condición desbordan lo
meramente emocional -depresión, ansiedad o angustia- y terminan por
manifestarse con síntomas físicos”, explica Rodrigo Córdoba, director del
Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Rosario.

De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica el estrés como


una epidemia global y lo ubica como el principal problema de salud para los
trabajadores.

En este sentido, la psicóloga Sandra Herrera manifiesta que son muchos los
estudios que demuestran que el estrés laboral aumenta el riesgo de insomnio,
fatiga, úlceras gástricas, problemas cardiovasculares, incluso con desenlaces
severos como infartos o accidentes cerebrovasculares.

Juan Vicente Conde, médico especialista y miembro de la Sociedad Colombiana


de Medicina del Trabajo, asegura que el ambiente en los espacios laborales, las
relaciones interpersonales con jefes y compañeros, las carga de trabajo, la
presión y la carencia de periodos óptimos de descanso son los factores de riesgo
más frecuentes de esta enfermedad.

Y lo grave es que, según Córdoba, la mayor complicación de esta alteración es la


dificultad que se tiene a la hora de detectarla. “Como el estrés es visto como
algo necesario, porque es un mecanismo adaptativo, de llamada a la acción y
que moviliza recursos fisiológicos y cognitivos, muchas veces se considera como
algo normal”, dice.

Sin embargo, cuando estos elementos sanos desbordan a la persona, esta pasa a
vivir en un estado de alerta permanente y es ahí cuando el organismo desata un
conjunto de respuestas que, mantenidas en el tiempo, acaban por deteriorar la
salud física y mental, “en una espiral que ni el mismo afectado llega a percibir”,
remata el psiquiatra.

5 procedimientos médicos aterradores que se hicieron por mucho tiempo


Si tiene estos síntomas busque ayuda: puede ser un derrame cerebral
Si tiene estos síntomas, corra a urgencias que puede ser un infarto
Riesgo mortal
Córdoba y Herrera sostienen que cuando una persona se encuentra estresada su
organismo produce sustancias asociadas a las defensas contra el peligro, como
el cortisol y la adrenalina.

Estas hormonas, explica la psicóloga, aumentan la presión arterial, el ritmo del


corazón, redistribuyen la sangre en el organismo, limitan el sueño, frenan las
ganas de comer y llevan a la irritabilidad de forma permanente lo que termina
por afectar las relaciones con el entorno del estresado.

A lo anterior se le suma la permanente contracción muscular que, según María


Fernanda Pérez, fisioterapeuta del Hospital San Ignacio, produce dolores en el
cuello, la espalda y alteraciones posturales que terminan por limitar la capacidad
para trabajar y para el desempeño de la vida diaria.

Para Conde, cuando el estrés no se diagnostica ni se trata a tiempo termina por


incrementar otros factores de riesgo que pueden desembocar en enfermedades
serias como la diabetes, las afecciones coronarias y renales, además de
patologías mentales específicas como la ansiedad y la depresión.

“Es urgente que ante los primeros síntomas se realicen las intervenciones
necesarias”, dice Conde. Y esto incluye, consultar ante la falta de sueño, la
pérdida del apetito, el desgano por el trabajo, la irritabilidad permanente, la
tendencia a buscar incapacidades, la sensación de angustia y la pérdida del
deseo por el disfrute y el compartir con la familia y los amigos.

Córdoba agrega que también hay que buscar ayuda cuando hay dolores
musculares de larga duración, la apatía en las relaciones sexuales, aumento en la
frecuencia de los conflictos con la pareja o en el trabajo, el aumento de peso y el
aumento en el consumo de alcohol, de cigarrillo o el consumo de sustancias
psicotrópicas.
Para prevenir
Sandra Herrera insiste en la necesidad de prevenir y controlar desde las
primeras etapas el estrés. De acuerdo con la psicóloga, se ha demostrado que el
ejercicio, practicado de forma regular es una de las mejores terapias para
combatir esta patología.

“Al hacer deporte el organismo libera endorfinas, unas sustancias amigables


relacionadas con el bienestar y que terminan por favorecer todas las partes del
cuerpo y las emociones”, indica.

La fisioterapeuta Pérez complementa que los deportes de fondo son los que
producen una mayor cantidad de estas endorfinas que aplanan los picos de
estrés: trotar, montar en bicicleta, nadar, bailar o las sesiones de aeróbicos son
algunas las actividades más recomendadas.

Lo anterior, en palabras de la nutricionista Nohora Bayona, acompañado de una


correcta hidratación, de una dieta equilibrada donde predominen los alimentos
naturales ricos en fruta y verduras, ojalá repartidos en cinco comidas menores al
día.
Desconexión
Conde resalta la importancia de tomar vacaciones regulares que incluyan una
verdadera desconexión laboral. “En ese tiempo hay que evitar acciones como
revisar el correo, responder llamadas de trabajo y llevarse tareas para completar
en el descanso, porque esto hacer que el cerebro no se desconecte del día a día
y los factores estresantes se mantengan”, remata el especialista.

Por último, es fundamental crear un ambiente de trabajo agradable. A lo largo


de la semana, los trabajadores pasan más de cuarenta horas en sus puestos de
trabajo y por ello, dice Córdoba, hay que fomentar las relaciones
interpersonales con los compañeros y hasta tener el puesto de trabajo ordenado
para ayudar a disminuir las tensiones propias de los espacios laborales, esto sin
dejar de cumplir con las pausas activas que hoy son norma en todas las oficinas.
“Sentirse a gusto en el lugar de trabajo minimizará el riesgo de sufrir episodios
de estrés”

“pausa activa”

También podría gustarte