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Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza
del poder stanto en los textos bíblicos como en el lenguaje corriente, significa bienes guardados.
Se habla de tesoros preciosos en el interior del Templo de El tesoro es un conjunto de dinero
y/u objetos que poseen un alto valor, y que se encuentran usualmente
resguardados en un escondite o lugar privado.Jerusalén, 1 R 6, 20 ss., y en los
palacios reales, Am 3, 11-15.ea de Dios y no de nosotros.

Jesús afirma que nuestro tesoro está allí donde tenemos el corazón; si nuestro corazón está en Dios,
nuestro tesoro será su Palabra capaz de modelar nuestras acciones y nuestros sentimientos, de forjar un
estilo de vida, libre del afan de tener y acumular bienes que se destruyen con la herrumbre que
corroe.21 jun.

su primera obra sobre el alma. El tesoro de la luz del Evangelio y la gracia se pone en vasijas de barro. Los
ministros del evangelio están sujetos a las mismas pasiones y debilidades que los demás hombres. Dios
pudo haber enviado ángeles para dar a conocer la gloriosa doctrina del evangelio, o podría haber
enviado a los hijos de los hombres más admirados de enseñar a las naciones, pero eligió humildes
vasijas, más débiles, que su poder podría ser más glorificado en la defensa de ellos, y en el bendito
cambio forjado por su ministerio.

El barro simboliza al hombre y el Alfarero simboliza a Dios. Y es que todos debemos tener en mente que
somos como el barro y que Dios moldeará nuestra vida cada día.

La ilustración nos recuerda el tiempo en que la gente guardaba sus monedas de oro en un puchero de
barro cocido, más o menos grande y después sellaban la boca con más barro. El tesoro quedaba
encerrado en el barro y solo rompiéndolo se podía ver y disfrutar de su contenido. Veamos el pasaje:

“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos
este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” 2ª
Corintios 4:6-7

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