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Título: La ciudadanía y la comunicación *

(Una encrucijada entre el modernismo eurocentrista y la comunicación inducida desde el


sistema tecnológico)
Autor: Pablo René Belzagui

RESUMEN

A través de una serie de autores se propone una de-construcción del concepto de ciudadanía
para posibilitar un esquema de abordaje “des-pensado” que nos permita interrogar -e
interrogarnos- sobre la comunicación existente, y posible, en la relación del individuo y la
política.
Iniciamos haciendo referencia a un ensayo de María Cristina Mata1, que será el articulador de
la presente reflexión. Allí la autora reseña un texto del francés Balibar acerca de la presencia
de los grupos de extranjeros, que de forma no-legal ingresan al territorio europeo, y que
parece decir eran “invisibles” a sus ojos. Retomo algunos de esos párrafos: “Les debemos
nuestro reconocimiento por haber forzado las barreras de la comunicación, por haberse hecho
ver y oír como lo que son: no fantasmas de delincuencia y de invasión, sino trabajadores,
familias a la vez de aquí y de otras partes, con sus particularismos y la universalidad de su
condición de proletarios modernos.”2 En otro párrafo expresa que “Siempre es necesario que
los interesados conquisten el derecho a la palabra, la visibilidad, la credibilidad, corriendo el
riesgo de represión”... y que esos migrantes invisibles, además, le permitieron repensar
algunos de sus conceptos troncales, como el de ciudadanía …“ el haber recreado entre
nosotros la ciudadanía, en cuanto que ella no es una institución o un estatus, sino una práctica
colectiva”.
El texto del francés inscribe en toda su trayectoria, donde las ideas de ciudadanía, derecho,
representación y democracia son centrales. Un pensamiento que se clasifica en el estante de
“política”, aún cuando en ocasiones refiera a procesos comunicacionales no los hace sino
como subyacentes a los mencionados, y por ello, superditados a ellos. También sujetos a sus
variaciones analíticas y observaciones prácticas. Ese mundo que le irrumpe a los ojos, que le
hace recrear “la ciudadanía”, es una producción mediatizada, es una aparición televisiva. No
son prácticas analíticas de sus teorías quienes le dan existencia a “esos”, sino que es la
irrupción disruptiva del “reclamo migrante” en el discurso mediatizado de lo que existe en la
pantalla televisiva francesa de 1998 lo que al estar allí -¡ahora!- le hace reclamar al intelectual
la revisión de sus análisis y propuestas conceptuales. Que no las hace en la calle, donde se
reclama “ciudadanía”, sino en el responsable espacio del intelectual de la Academia. Tzvetan
Todorov3, al hablar de los intelectuales franceses, decía que todos ellos, sin excepción, se
debían pensar “sus” colonias antes que intentar formular definiciones para los colonizados o
migrantes políticos. El activista y músico Scott Heron declaraba ya en los años ’70 que el
sistema tenía coptado los medios, y que esta visión coorporativa iba en contra del intento de
libre determinación de las personas oprimidas, y que “la revolución no va a ser televisada”.
No sirve quedarse sentado esperando en tu casa, “…porque la revolución no va a ser
televisada, brother.” Hoy podríamos agregar, además, que los medios no se la merecen.

1Mata, María Cristina, “Comunicación y Ciudadanía: dilemas pendientes” en Culturas


populares y culturas masivas: Los desafíos actuales a la comunicación (2011), Beatriz Alem y Aldo Ameigeiras
(comp.). Editorial de la Universidad Nacional de Gral. Sarmiento (UNGS), Buenos Aires, Argentina.
2 El texto de Etienne Balibar mencionado está incluido en el libro Derecho de ciudad, cuya edición en español es
de editorial Nueva Visión, Buenos Aires, del año 2004.
3 Sobre todo en Tzvetan Todorov, El hombre desplazado, capítulos “Debates sobre el racismo” y “La política de
los intelectuales”. Edición en español consultada, Taurus, Buenos Aires, Argentina, 2008.
Ciudadanía. ¿Qué es pensar en estos términos? ¿Qué significa hacerlo desde aquí,
latinoamérica? Dice bien María Mata, que los estudios de comunicación no produjeron
visiones críticas sobre las transformaciones de sus postulados conceptuales, y que el traspaso
de pueblo a ciudadanía no es claro. Si lo es en el pensamiento político, y tal vez lo sea, como
en el caso de Balibar, porque ciudadanía es un concepto derivado de una serie de otros
conceptos, que además derivan de una visión de mundo, que culturalmente podemos
denominar como de “europea”. Aún cuando esta palabra para nosotros remite a un mundo de
pertenencia más amplio que al de los intelectuales y políticos que hacen uso de ella en esos
sitios. Lo veremos más adelante.
Ciudadanía no es gratuita. Es la elaboración conceptual del modernismo4 sobre el sujeto que
pasa a ser dominante en el sistema-mundo que construyen. Moderno como construcción
particular de una cosmovisión, que parte de la división de la realidad en una materia (cuerpo)
a la que se debe prestar especial atención y por ella ponerla como foco del conocimiento, y
una no-materia (espíritu) a la que debemos relegar al mundo de los no-saberes, o en el mejor
de los casos, al de las incomprobables creencias. Esta naturalización de la idea de dualidad va
a estar de fondo dogmático de todo el conocimiento; más aún, son el sustento sobre el cual se
construirán las ciencias sociales en estos países5. Tenemos, entonces, que darle el marco de
referencia espacio-temporal que tiene para no caer en el facilismo de trasponerla ni en el
espacio, ni en el tiempo. Entonces, en esta visión de las cosas, hoy ser ciudadano en el país de
Balibar no se nace, se hace. Esta fuerte impronta de que uno no es hasta que no se hace,
marcadamente fuerte en todo pensamiento colonialista, fue ampliamente difundida por las
ciencias sociales. Los estudios llamados sobre “identidad” son aún muy recurrentemente
utilizados para hacer “nacer” los “movimientos sociales”, junto a los que proponen la idea de
que, además de nacer, hay que “tener voz”. Identidad no es lo que se es sino aquello que se
produce para lograr ser. De esta manera, los estudios sobre identidad descubren lo que son los
otros, y, por deducción de superioridad académica que asume que el otro así lo es, se le exige
que lo representen. Nada de libertad entendida como la posibilidad de decidir -que incluya la
de no hacerlo- se encuentran en los pensamientos así originados. Se es negro no porque el
“negro” haya descubierto al blanco, se es negro por el “blanco” así lo determinó. Por lo tanto,
ahora se es negro.6 Para regresar a nuestro texto de Balibar, el director del filme que con gran
4
5 Sirvan los textos de Edgardo Lander, “Ciencias Sociales: Saberes coloniales y eurocéntricos”, de Immanuel
Wallerstein, sobre todo el “Informe Gulbenkián”, de Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder, eurocentrismo y
América Latina”, entre otros.
6 Interesante de leer la manera en que los franceses, precisamente, y no los ingleses, se preocuparon por
encontrar clasificación científica a los matices de las pieles de los “negros”, llegando a determinar más de 100
diferenciadas. Diferencias que, a los ojos de esos mismos negros no existían. A partir de ahora todos nos
llamamos con el genérico de negros, la proclama de la revolución haitiana, debería ser una refundación de las
ciencias sociales en nuestras tierras –con muchas otras propias, claro-, que des-informe la impuesta visión
crudeza retrató esa vida que era invisible a los ojos del pensador, que durante años pobló el
puerto de Calais, “Figuras de guerra”, explica en un texto de presentación que …“un sujeto es
profundamente irreductible a las representaciones sociales y raciales que se hacen de él”7…
No se nace migrante, no se hace migrante, no se es migrante. Así se es para los otros. Esa
construcción mediatizada de ciudadanía es lo que el mundo conceptual de valorizaciones del
pensador necesita para pensarlo(s).
Nuestro amigo Balibar no expresa más que la pertenencia al mundo de sus valores, que son
esta idea de lo moderno, el europeísmo generalizador y falazmente universalista.
Pero el pensador, piensa. En el año 2012 publicó una serie de textos retomados que giran en
torno a lo político y la democracia, que precisamente llamó Ciudadanía. No se hallan
menciones al texto citado al comienzo, digo, como “promotor” de una reflexión distinta. Más
bien se halla en línea con discursos más abiertos (y pesimistas) sobre el devenir de la idea y
práctica democrática, acercándose a otros contemporáneos, otrora contrincante en polémicas,
como Pierre Rosanvallon. Cerrando lo que a su entender el neoliberalismo europeo había
terminado de construir, allí dice:
… “la promoción ilimitada del individualismo y del utilitarismo, y la
privatización de las funciones y los servicios públicos. ¿En qué medida puede
decirse que esta respuesta contiene un peligro mortal para la ciudadanía, no
sólo en sus figuras pasadas, sino también en aquellas por venir? ¿En qué
medida puede imaginarse que esta contenga, al menos negativamente, las
premisas de una nueva configuración de la ciudadanía más allá de sus
instituciones tradicionales (en particular la democracia representativa, que el
neoliberalismo tiende a sustituir por diversas formas de “gobernanza” y de
“comunicación de masas”)?”8

Y es que la forma de pensar la realidad propia del pensamiento hegemónico europeo no deja
de proponer estructuras y clasificaciones en donde, a partir de una separación de lo que
considera no ser (lo otro), se re-piensa como centro o cúspide. En esos mismos años, la
intelectualidad europea toda pensaba lo distinto, que la TV ya había dado nacimiento: los
migrantes. Thomas Hammar había propuesto una tipología simple para hablar de ciudadanos,
que consistía en nacionales, extranjeros y denizens. Es en esta última definición donde hay
que ver la mayor cuota de colonialidad y no, como aparenta, en la claramente objetiva de
“extranjero”. Denizens, palabra de origen alemán, designa lo que aún no es, sin decir si puedo
o cuando logra serlo. Los que no son ciudadanos, pero tampoco los vemos como extranjeros,
parece aclarar el autor. Esta clasificación, realizada apenas pocos años después de que la no-
existencia del muro del haya hecho conocerles la existencia de los que detrás de él vivían,
moderna que todo lo intenta resumir en una disputa dual.
7 La película del director Sylvain George fue ganadora del Festival BAFICI de 2011, y el texto extraído está
incluido en la carta que él hizo llegar ante la imposibilidad de estar presente, que fue leída en el momento de la
premiación y que (traducida) fue publicada en el anuario del mismo Festival.
8 Balibar, Ettiene. Ciudadanía (2013). Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, Argentina.
televisados, igual que el caso de Balibar, es para clasificar a todos esos habitantes de europa
que al momento de decirlo vivían en algunos casos por 3 generaciones allí, pero que no se los
consideraba propiamente “nacionales”. Son las multitudes aún denominadas extranjeras por
su origen cultural, antes que por su temporalidad: turcos en Alemania, marroquíes en Francia,
senegaleses en Inglaterra, africanos en Italia, sudacas en España. Podríamos decir, que tienen
más derechos que los extranjeros que no tienen ninguno, pero que nunca serán considerados
con-ciudadanos de los que tienen (se arrogan) el derecho de “nacionales”9. Lo que Hammar
proponía era una inocencia comparado con la propuesta del 2008 de la Fundación Schumann;
y para que sean mejor apreciados, los encolumnaremos:
Nacionales
Ciudadanos residentes de la Unión Europea (UE)
Ciudadanos de la UE no residentes
No UE residentes (famosa directiva 2003 en revisión y no cumplida de hecho)
No UE temporales10
Demandantes de asilo
Sin papeles no expulsables
Sin papeles expulsables

Ahora son demasiados para tratar de explicarlos. No viene al caso, además. “Los antropólogos
(que) han sido cómplice de la racionalización de la economía moderna al contribuir a la
naturalización de los constructos de la economía, la política, la religión, el parentesco y
similares, como los bloques primarios en la construcción de toda sociedad”... como dice
Edgardo Lander11, deberían también ayudar a ver estos mismos conceptos como
construcciones propias de una cultura, en un tiempo, en un lugar. Nos la debe.
Quedamos encerrados en el primero de los términos del dilema que plantea María Mata: no se
logra el derecho de ciudadanía si no hace oír ese reclamo. Solo existe (o no) lo que se
reclama. Hacerse oír, tomar la palabra, como lo dijimos, fecundos campos de los estudios de
comunicación.

A poco más de 20 años de la publicación de Consumidores y Ciudadanos de García


Canclini12, tal vez deberíamos volver a leer gran parte de él, alejados del desencanto que
produjo en su momento. Rescatamos algunos párrafos para mostrar que se puede hablar de
ciudadanía por fuera de los marcos teóricos referenciales del pensamiento europeo, aún

9 Parecido a nuestros “bolivianos”, ¿no?


10 ¡Aquí la clasificación agrega una pequeña división interna: Trabajadores No UE cualificados y Trabajadores
No UE no cualificados!
11 Lander, Edgardo. (2000). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas
Latinoamericanas. (compilador). CLACSO, Buenos Aires, Argentina.
12 García Canclini, Néstor. (1995). Consumidores y Ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización.
Editorial Grijalbo, México.
cuando el autor abreva en él13. Decía: “Para vincular el consumo con la ciudadanía, y a ésta
con aquél, hay que desconstruir las concepciones que encuentran los comportamientos de los
consumidores predominantemente irracionales y las que sólo ven a los ciudadanos actuando
en función de la racionalidad de los principios ideológicos.” En respuesta a la “irracionalidad”
que del consumidor tenían como definición toda la intelectualidad europea, explícita en
Habermas. García Canclini incorpara aquí dos variables que son consecuencias directas del
dominio de las ciencias sociales europeas: la multiculturalidad y la globalización económica.
La primera, intento de interpretar la variabilidad de los mundos diferentes; la otra, estadio del
desarrollo del sistema-mundo capitalista. Aquí, en Latinoamérica, lo multicultural no es un
concepto, es una realidad observable. La globalización, consecuencia del dominio económico
de ese sistema-mundo. Un pensamiento que no podría haber sido radicado en una mentalidad
europea tal como la perfilamos.
Claro, esta propuesta de abandonar la ciudadanía y asumir(se) consumidor derrumba la
hipótesis -marcadamente colonizada- de que todo pensamiento debe arraigarse en una
estructura conceptual, teórica, que lo contenga. Y pensar el consumo o los consumidores no lo
eran si no partían de posiciones demonizadoras. También se la pudo leer como una posición
des-politizadora y claudicante de los principios nunca escritos de que pensar al ciudadano,
desde aquí, solamente era validado por la intelectualidad académica si se lo hacía desde la
propuesta alternativa, transformadora o revolucionaria. Es decir, había poco espacio para
proponer lugares distintos desde donde realizar esa observación, desde donde analizarla luego.
El autor propone allí pensar la construcción de esa “comunidad” de iguales en la diferencia
desde una distopía. Los tiempos fueron marcando tendencia. Un ejemplo que podemos
verificar de manera fácil es la transformación que tuvo en 35 años la idea del militante
ambientalista o ecologista, de aquellos frentes “verdes” europeos, revindicantes de las
propuestas violentas y armadas del los ‘60/’70, a los Partidos Verdes de hoy, socios del
conservadurismo europeo en la ejecución de las políticas más restrictivas (puertas adentro) y
colonialistas (hacia fuera). Contrastante como la actual militancia “#greenpeace” y las
Asambleas contra las Fumigaciones, si de nuestro país vamos a hablar. Porque esta
comunidad que se propone reemplazante a la ciudadanía no claramente definida de un
europeo fue transformada por el consumo. O modelada. Dice en la misma obra García
Canclini que “no fueron tanto las revoluciones sociales, ni el estudio de las culturas populares,
ni la sensibilidad excepcional de algunos movimientos alternativos en la política y en el arte,
como el crecimiento vertiginoso de las tecnologías audiovisuales de comunicación lo que
volvió patente de qué manera venían cambiando (desde fines del SXX) el desarrollo de lo
13 Dejar de utilizar la palabra ciudadanía podría ser el camino alternativo más disruptor y revolucionario de los
estudios de comunicación en Latinoamérica.
público y el ejercicio de la ciudadanía.” Esto dolió mucho en su momento. No fueron las
ideologías, ni las conformaciones partidarias populares o con propuestas transformadoras;
como tampoco la voz de los sin voz, ni las prácticas comunitarias mediatizadas por los
conceptos de “lo popular”, sino el propio sistema-mundo capitalista quien, a sabiendas o no,
puso al alcance de los “ciudadanos” el consumo de artefactos tecnológicos que posibilitó la
aparición de “comunidades”.
Son justamente estos artefactos, o dispositivos, al alcance del consumo de todos nosotros los
que no solo transformaron la relación con lo público, sino que también transformó la relación
de las estructuras administradoras de lo público con nosotros. También la forma y desde
dónde pensar esta relación. Aquí hay muchos fantasmas que perduran. La idea de que la
tecnología es neutra y dependerá del uso su validez, es una de ellas. Dentro de ella, la más
preocupante es la que postula que si la utilizo en un proyecto “liberador”, ella proporcionará
la liberación. Algunos ámbitos están muy contaminados por estas ideas, el educativo es uno
de ellos. El sistema político, la democracia, es otro. Así como en el primero el aparato es el
mediador de la transformación, hasta convertirse en la liberación misma, en el segundo, son
las nuevas redes sociales -o formas de ellas- que se inventaron a partir de la web 2.0 y que
hoy dominan tanto el espectro, hasta poder creer que allí están nuestros deseos (web 3.0).
Se puede postular que ... “las redes sociales operan como una extensión del ‘vecindario’.”
(Winocur, 2012, pag85) y aún más, que fueron salvadoras de la prepotencia de sus medios
predecesores, cuando ... “observamos que los sujetos contemporáneos no se entregaron a la
adicción por Internet como quien descubre una nueva y poderosa droga, sino que la Red
posibilitó un espacio largamente deseado -consciente o incoscientemente-, de destrucción y
recomposición imaginaria de la frágil y errática experiencia humana, que previamente fue
creado y ensayado en la producción y apropiación de las diversas narrativas que ofrecieron los
medios de comunicación impresos y electrónicos en el último siglo.” (Winocur, op.cit,
pag86). Todo el pensamiento actual está atreavesado por la presencia ubicua de la web,
internet, las redes sociales y un aparato que todo lo aglutina, el teléfono celular con aplicación
4G. Pero estas conclusiones nada dicen de que en la actualidad el 80% de toda la circulación
de datos de la web pasa por servidores que están en EEUU, de los cuales son dueños tan solo
5 empresas (coorporaciones). Tampoco que la información que proporcionamos, con esa tonta
idea de que “no tenemos nada para ocultar”, brinda una base de datos amplia e
interrelacionada, no solamente de nosotros, sino de un mundo más vasto y geográficamente
más amplio que el pequeño dominio en el que vivimos. Nada dicen de que con esa
información tan tontamente proporcionada, los administradores del sistema nos devuelven
lecturas más amigables, soluciones a las preguntas, caminos iluminados, es decir, manejan la
distracción de manera más sutil, hacen la experiencia menos errática, en apariencia. Tampoco
que este año, 2017, el Congreso de los EEUU habilitará a esas coorporaciones a “manipular”
la información que desinteresadamente nos ponen al alcance de un click. Todo por el bien
superior: ¿la humanidad?, ¿las personas?, ¿el conocimiento?, tal vez ¿un dios? No, por el
sistema-mundo capitalista que la creó.
La comunicación entre el individuo y el sistema político, sea el primero un ciudadano europeo
o uno en tránsito a serlo, un consumidor de Chiapas o de la CABA, utiliza medios -tanto en
forma de redes como de aparatos- para su información, formación y producción de sentidos
que se encuentra, por decirlo de manera más digerible, contaminados.
Pierre Rosanvallon en un reciente ensayo explica que si las realidades no se dejan ver, si son
voluntariamente ocultadas, las vidas mismas se abandonan a la oscuridad. Ésta la identifica,
en el sistema político que analiza, la democracia, con los prejuicios. El individuo, en vez de
construirse en un ciudadano que busca el compromiso junto a otros por causas que motiven
una mejor vida para todos, es dominado por fantasmas y su realidad es producto de su
imaginación, no del afuera. Y priorizando la idea de la confianza como “institución
invisible14” como dimensión cognitiva, considera que no se podrá construir mecanismos
sociales que no sean la segmentación, la fragmentación, la ghetización. Trabajo que el entorno
de “redes sociales” construye de manera eficaz.
Entonces, cómo será posible pensar la democracia en este siglo XXI. Rosanvallon cree y
propone que las narrativas audiovisuales, herederas de las visuales, que habían sido
desplazadas y desprestigiadas por los discursos que imponían el conocimiento a través de la
escritura, tendrán el objetivo de “narrar la sociedad” actual. (Rosanvallon, 2017, p155). Los
aparatos se vuelven herramientas. Su uso, ahora consciente, es del orden de lo fundamental.
Ahora que pensamos que las tecnologías que permiten las comunicaciones mediadas son
viables para “revisar” la realidad, cabe preguntarse ¿para qué? Rosanvallon dirá que para
discutir el poder, para complejizar el sistema político, para sacar al sistema democracia de su
aletargamiento y conformismo sistémico. Lo complejo es lo contrario a lo simple. La
simplificación es la fórmula que ofrece el sistema neoliberal como respuesta al sistema-
político. El trabajo a partir de la lectura de los algorritmos de los datos que antes
mencionábamos van en esta dirección: sustituir el desempeño del individuo en sociedad
(¿ciudadano?) por formulaciones pre-seteadas.
Decíamos que Balibar, en sus textos de Ciudadanía, se acercaba a Rosanvallon. Criticando el
status quo que propone el neoliberalismo, expresa que ... “la gran ecuación establecida por
los estados modernos entre ciudadanía y nacionalidad (que precisamente da su contenido a la

14 El autor hace referencia a la propuesta analítica de Niklas Luhmann.


idea de “soberanía del pueblo”) comienza a funcionar entonces en contra de su significado
democrático: no para hacer de la nacionalidad la forma histórica en la que se construyan una
libertad y una igualdad colectivas, sino para hacer de ella la esencia de la ciudadanía, la
comunidad absoluta que todas las comunidades deben reflejar.” Este produce un proceso de
fragmentación en tres cuestiones, que hacían una sola idea de ciudadanía; hoy posible a través
del dominio de las narrativas individuales y grupales. Se puede ser “argentino”, pertenecer a
la comunidad “mapuche” y no poseer condiciones sociales que permitan el desarrollo en
sociedad. Y estar incluido en la red tecnológica que abstrae las diferencias.
Estar presentes en las redes, en el sistema de comunicación tecnologizada, parece no ser una
decisión que parta íntegramente de nuestra voluntad. Si el primer círculo al que nos lleva el
pendular del dilema era ser visible (en los medios) para existir, ahora, inercialmente arrojados
hacia el otro extremo, solo podemos estar en los medios si encajamos en los discursos de los
mismos. Es decir, formateados a ser no lo que queremos sino lo que de nosotros dicen los
otros, y asumidos como tales en los discursos que nos visibilizan. Un imperativo de lo
imposible.
Balibar le otorga a sus “ciudadanos” un poder superior de transformación: democratizar la
democracia. Similar a la respuesta de Rosanvallon de llevar más allá de lo “logrado” los
objetivos de la democracia. Hacerla un sistema que marque un horizonte, donde caminar no
sea alcanzarlo.
Desde nuestra posición latinoamericanista, no dudamos de que esa concreción sea posible.
Pero decimos que aún el sistema-mundo se apoya en una gran dicotomía, que es la necesidad
de imposición en pos de la libertad. Aquí, sus ideas de libertad, son dominación.
¿Podremos salvar el dilema? Podríamos comenzar por pensarnos más desde nosotros mismos;
asumir nuestros conocimientos, romper los dominios colonizadores de los saberes. Poner en
duda todo lo dado como cierto si no participamos emancipadoramente de esa construcción.-
Notas y Bibliografía de Referencia

* Un hecho infortuito hizo que el texto original se perdiera, tan solo quedando el título y el resumen del mismo.
Este fue re-escrito, tratando de rememorar aquél otro. Acto imposible, como tratar de ser fiel a la obra original en
una traducción.

Balibar, Étienne. (2013) Ciudadanía. Adriana Hidalgo, Buenos Aires, Argentina.

García Canclini, Néstor. (1995). Consumidores y Ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización.


Editorial Grijalbo, México.

Lander, Edgardo. (2000). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas
Latinoamericanas. (compilador). CLACSO, Buenos Aires, Argentina.

Hammar, Thomas. (1990). Democracy and the Nation-State: Aliens, Denizens


and Citizens in a World of International Migration. Avebury, Londres, Reino Unido. (citado en español en
“Ciudadanía: concepto y contexto” de Javier De Lucas Martín. Universidad de Valencia. Publicación Interna.
2013.

Mata, María Cristina, “Comunicación y Ciudadanía: dilemas pendientes” en Culturas


populares y culturas masivas: Los desafios actuales a la comunicación (2011), Beatriz Alem y Aldo Ameigeiras
(comp.). Editorial de la Universidad Nacional de Gral. Sarmiento (UNGS), Buenos Aires, Argentina.

Rosanvallo, Pierre. (2017). “La democracia del siglo XXI”, en revista Nueva Sociedad N° 269, mayo-junio
2017.

Todorov, Tzvetan. (2008) El hombre desplazado, capítulos “Debates sobre el racismo” y “La política de los
intelectuales”. Taurus, Buenos Aires, Argentina.

Winocur, Rosalía (2012). “Sufrimiento y performance en las redes sociales” en Espacios Urbanos y TIC-
Transformaciones recíprocas. Dossier, García Canclini compilador, TELOS, Cuadernos de Comunicación e
Innovación. Telefónica, Fundación Telefónica. Madrid, España.

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