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4 RAZONES POR LAS QUE EL ‘ÉXITO’ EN LA VIDA DEPENDE DEL AMOR PROPIO

BUENA VIDA

AMARTE ES LA MEJOR DECISIÓN QUE PUEDES TOMAR


RESPECTO A TU EXISTENCIA
Vivir es una tarea que ocurre entre la reinvención y la constancia. Si bien el cambio
propio de la vida nos llama a mirar la existencia siempre con nuevos ojos, al mismo
tiempo es posible considerar ciertas constantes generales entre las cuales suceden los
hechos de la vida. Una de éstas es el amor propio.

Para decirlo con sencillez, el amor propio no es otra cosa más que quererse a uno
mismo. Suena fácil, pero la verdad es que es menos común de lo que creemos. Por
distintas razones, una persona puede crecer bajo una idea disminuida de lo que es,
creyendo que no merece tal o cual cosa de la vida, que no es inteligente o atractiva, que
vale menos que los demás o que los otros son siempre mejores; patrones de conducta
que a su vez derivan en comportamientos autodestructivos o de autosabotaje (descuidar
la salud, permanecer en circunstancias poco satisfactorias para uno mismo, infligir
cierta forma de abuso a otras personas o recibirlo, etc.). El mundo, sin duda, sería un
mejor lugar si nos diéramos cuenta de que todo comienza con el acto relativamente
obvio de amarse.

A continuación compartimos cuatro puntos en los que se evidencia la relación del amor
propio con esa plenitud de la vida. 

El amor propio es la base de la confianza en uno


mismo
¿Cuántas veces has abandonado un proyecto sólo por falta de confianza en ti mismo (a)?
Tuviste ideas, planeaste, acaso diste incluso algunos pasos para hacerlo realidad… y al
final venció esa voz interna que te hizo temer, que te hizo creer que fracasarías o,
simplemente, que no podrías hacerlo. 

En un nivel profundo, esa “voz” está relacionada con cierta falta de autoestima, pues en
última instancia no te consideras “suficiente” para intentar algo (suficientemente
inteligente, capaz, preparado, etc.), sin ver que casi lo único de veras necesario para
emprender y sostener un esfuerzo es la confianza en lo que eres, en la probidad de
hacer, equivocarse y aprender sobre la marcha.

El amor propio es necesario para la intuición


Popularmente se suele atribuir una gran importancia a las “corazonadas”, que son otro
nombre que recibe la intuición. Grosso modo, podemos decir que se trata de esos
pensamientos que cruzan por tu mente en ciertas situaciones y que, en el fondo, revelan
lo que de verdad quieres, las opciones de vida hacia las cuales te sientes inclinado y los
caminos que algo en ti ansía tomar. Sin embargo, por algún miedo que no entiendes,
prefieres desatender esos llamados, pensar que no son para ti o que no puedes elegir lo
que de verdad quieres. 
Quererte también tiene como efecto confiar en lo que piensas y quieres, y tomar tu
intuición como la guía para construir tu vida.

El amor propio favorece la concentración


Puede sonar ilógico relacionar un estado emocional con una capacidad que se cree sólo
intelectual, pero si es así, es porque estamos muy habituados a separar tajantemente
ambas cualidades. Las emociones, sin embargo, influyen más de lo que solemos aceptar
en nuestro desarrollo mental, y una prueba muy sencilla es que cuando pasamos por un
estado emocional agudo (un momento de depresión o de mera tristeza, un ataque de
ansiedad, el enojo, etc.), simplemente no podemos pensar con claridad. En sentido
opuesto, cuando nuestras emociones están equilibradas, nuestro trabajo intelectual se
desarrolla óptimamente. Así es como el amor propio favorece la concentración, pues
una vez que confiamos en lo que pensamos y hacemos, una vez que podemos silenciar
la voz del temor, ineludiblemente nos entregamos de lleno a la labor que elegimos y, en
general, al momento presente de nuestra vida.

Finalmente, el amor propio conduce a la


compasión
El amor es, en realidad, una forma de la compasión. Dirigido hacia lo que somos, nos
hace ser más compasivos con nosotros mismos: nos hace ver nuestros errores con cierta
bondad, más como ocasiones de aprendizaje que como momentos de fracaso; nos hace
ponderar nuestras circunstancias de vida y entender nuestras limitaciones con tanta
objetividad como nuestras posibilidades; nos enseña a perdonar, entender y proseguir en
el camino de nuestra vida. Y lo mismo hacia otras personas. 

Por esta razón el amor propio es indispensable para “triunfar” en la vida, no en el


sentido con el que suele entenderse este verbo en las sociedades construidas sobre la
lógica de la producción y la ganancia, sino en un sentido profundo. El triunfo de la vida
es justo eso: que la existencia esté gobernada por el sentido de lo vivo, por la plenitud,
el amor, la celebración y el cuidado de todo lo que respira y late en este mundo. Al
final, el amor propio es el medio por el cual entramos en comunión con la vida en sí.

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