Está en la página 1de 7

Eduardo Matos Moctezuma

A pesar de la abundancia de menciones sobre esta zona arqueológi­


ca, buena parte de los estudios que hasta ahora se han realizado son
fragmentarios y, en muchos sentidos, repetitivos, además de no atender a
la comparación crítica de las crónicas coloniales con las evidencias arqueológicas.

E d u ard o M atos M o ctezu m a es investigadoi«*inéiil:o tes instituciones llevan a cabo: El Colegio de M éxico y
del inaii, arq u eólo g o p o r la e n a h y m aestro en C ien cias el Fondo de Cultura Económ ica. Y es que no se atienen
A ntrop ológicas por la iinam , donde tam bién com p letó su únicam ente al dato arqueológico, sino que incluyen di­
d o ctorad o . Autor, en tre otros, de M uerte a p ío de obsidian a. versas fuentes escritas y el dato etnológico unido a algo
Vida v muerte en el templo mayor, T m lihiiam n , Los a.zteras\ muy im portante: las diversas m aneras de com prender
L a s piedras negadas, lia recib id o nu m erosas d istin cio n es a Cem poala por parte de distintos investigadores, ade­
n acion ales e in tern acio n ales. más de atender aspectos lingüísticos y de otra índole.
Por otro lado, los autores resaltan un tem a de suyo im­
Representa un gran reto escribir una obra de portante: escribir para el gran público. En efecto, esta
divulgación que reseñe la historia cultural de la práctica es un verdadero reto, pues conlleva escribir
antigua ciudad de C em poala. A pesar de la abun­ sin muchos tecnicismos y con palabras llanas sin que se
dancia de m enciones sobre esta zona arqu eológi­ pierda el carácter científico del relato. Siem pre he dicho
ca, buena parte de los estudios que hasta ahora que escribir un libro de divulgación conlleva u na enor­
se han realizado son fragm entarios y, en muchos me responsabilidad, pues quien lo lee por lo general
sentidos, repetitivos, adem ás de no atender a la carece de las herram ientas con que se supone cuenta el
com paración crítica de las crónicas coloniales autor, de m anera tal que el lector creerá a pie ju n tillas
con las evidencias arqueológicas. Con frecu encia lo que le dice alguien que se considera especialista en
se ha recu rrid o a enfoques que subrayan la m ag­ la m ateria y con grados universitarios. Caso diferente es
nitud de su arqu itectu ra o su participación en la cuando lo escrito va dirigido a nuestros pares, pues ellos
alianza pactada con los conquistadores españo­ pueden coincidir o rebatir nuestros argum entos ya que
les, en vez de plantear estudios procesuales sobre m anejan nuestro propio lenguaje y conocim iento. Ade­
su econ om ía, la vida cotidiana, la cosmovisión, la más, es necesario e indispensable que el científico no se
organización social, etcétera (p. 13). encierre en su cam pana de cristal, sino que inform e al
grueso de la gente acerca de los conocim ientos adquiri­
cerca de estas palabras que Félix Báez-Jorge y dos. Esto es un deber, no una concesión.

A Sergio Vásquez Zárate nos brindan al inicio de su


“Introducción” al libro que nos ocupa, quisiera
hacer dos reflexiones. En prim er lugar, fue precisam en­
te este planteam iento del contenido del libro lo que me
* Texto leído durante la presentación del libro Cempoala (El
Colegio de México/rcr), de Félix Báez-Jorge y Sergio Vásquez Zá­
rate el 20 de marzo de 2012, en el auditorio de la Unidad de Hu­
llevó a incluirlo en la Serie Ciudades, que dos im portan­ manidades de la uv.

IA PALABRA Y EL HOMBRE 4 1
En otra ocasión hice ver la inconsistencia quien lleva a cabo trabajos en 1890 y 1891 en diferentes
lugares de Veracruz a través de la Com isión C ientífica
de estos nombres y de lo aseverado de Cem poala bajo el p atrocinio de la S ecretaría de Ju s­
ticia e Instrucción Pública. Los trabajos se iniciaron en
por Litvak en el sentido de que la V illa R ica y continu aron en C em poala, para pasar
después a la región entre Papantla y C otaxtla, en sitios
la lucha arm ada que se inició en com o Nautla, Soledad, M edellín, C otaxtla, Tecolutla, la
M ixtequilla, Tlalixcoyan y otros lugares. Finalm ente, se
1910 había detenido los trabajos em prendieron trabajos en El Tajín, los cuales cu lm ina­
ron el 28 de m arzo de 1891.
arqueológicos en el país, siendo Los autores continúan su recorrid o por la arqu eo­
logía veracruzana y llegan a los trabajos dirigidos por
que durante la segunda década del siglo Jo sé G arcía Payón, que enm arcan bajo el térm ino de
Escuela m exicana o Escuela de reconstru cción nacio­
XX se hicieron aportes significativos en la nal, siguiendo en esto los planteam ientos de Litvak y
G ándara. Cabe señalar que en otra ocasión hice ver la
arqueología... inconsistencia de estos nom bres y de lo aseverado por
Litvak en el sentido de que la lucha arm ada que se in i­
ció en 1910 había detenido los trabajos arqueológicos
Pero pasem os al con tenido del libro. Dividido en en el país, siendo que durante la segunda década del
nueve capítulos, los autores nos dan en el p rim ero de siglo x x se hicieron aportes significativos en la arqueo­
ellos un p anoram a de los “Estudios arqueológicos pre­ logía, com o la crea ció n de la E scu ela In tern a cio n a l
vios”, en donde se destaca a H erm ann Strebel com o de Arqueología y Etnología A m ericana y el desarrollo de
un pionero del interés por los sitios arqueológicos y un proyecto de la envergadura del coordinado por Ma­
en p articu lar de C em poala, a la que dedica “un breve nuel G am io en Teotihu acan, por señalar sólo algunos.
artícu lo [...] al cual agrega un sencillo plano del sitio” G arcía Payón in tervend rá en diversos sitios y tam ­
(p. 19), todo esto en 1884. H acen ver la relación entre bién en C em poala. Se m en cio n an los nom bres de M el­
este personaje y la señora E stefanía Salas de Bróner, g arejo Vivanco y M edellín Zenil por su im portan cia
quien recibe d inero desde A lem ania enviado por el en diversos aspectos del V eracruz p rehispánico y así se
propio Strebel para in tervenir en diversos lugares con llega a finales de los años setenta, en que surge con un
el fin de obten er m aterial que luego le envía a A le­ en foqu e muy d iferen te al em pleado hasta entonces:
m ania. Segú n A nnick D aneels, con esto se hace una el proyecto “H istoria de los asentam ientos hum anos
in terp retación estratig ráfica m ucho antes que la de en la Costa C en tral de V eracruz”, bajo la d irecció n de
M anuel G am io en A zcapotzalco. A tinadam ente, Báez Ju rg e n B rü gg em an n , quien contó con varios colabora­
y Vásquez hacen ver que D aneels, en su aseveración: dores. En C em poala se pudo aplicar u na nueva visión
y con esto se derivaron estudios relevantes com o lo
...n o m enciona los fundam entos m etodológicos m uestra la pu blicación Zem poala: el estudio de u n a ciu­
que m arcan la en orm e d iferencia en tre u na y otra d a d prehispánica.
pesquisas, pues la prim era se realizó sin n ingún C on esto term in a este cap ítulo que atiend e lo rela­
estudio en el terren o (por “correspon d en cia”, tivo a la historia arqu eo lóg ica de esta región y en par­
com o lo indica la citada autora), m ientras que ticu lar de C em poala, para pasar al siguiente capítulo,
la investigación de G am io (orientada por Franz titulado “El T o ton acap an y C em poala en las crón icas”.
Boas) siguió estrictam ente los lin cam ien tos del E n éste se analizan dos puntos de vista: la perspecti­
análisis estratigráfico (p. 20). va arqu eológica, por un lado, y la visión etn o h istórica
y etn ológica, por el otro. R ico en con ten id o y discu­
A lo anterior se suma lo dicho por el arquitecto Igna­ siones, en el se com en tan problem as com o la presen­
cio M arquina, citado por los autores: “Así se entiende la cia de los primeros pobladores de la región y el proceso
dura crítica que form ulara Ignacio M arquina, señalan­ de desarrollo en donde las perio d ificacio n es vienen
do la destrucción causada por Estefanía Salas de B ró ­ a tratar de aclarar el tem a pero, com o advierten los
ner y sus ayudantes en “un gran núm ero de tumbas de autores, “no es raro en co n tra r -a u n para un mismo
C em poala y en otros lugares de Veracruz” (p. 19). sitio a rq u eo ló g ico - d istintas propuestas secuencia-
No pasan inadvertidos en este capítulo los nom ­ les que ilustren su devenir” (p. 45). L a discusión de
bres de Berendt, Seler, Del Paso y Troncoso, y G alin­ los distintos period os y las características que le son
do y Villa, destacando el nom bre del tercero de ellos, propias plantean nuevas in terrog an tes acerca de las

42 OTOÑO, 2012
Alt'xander Apóstol: Ifogrn canario

presencias cerám icas, arqu itectónicas y de interrela- m ann y C ortés, quienes im plican u na organización
ciones entre diferentes lugares dentro del área, pero social dirigida por un pod er cen tral. D e esto h ab lare­
tam bién con el resto de M esoam érica. Sobre Gempoa- mos más adelante. En lo co n cern ien te a la etnohisto-
la, señalan los autores: ria y la etn ología, B áez-Jorge y Vásquez Z árate hacen
un plausible intento por acu d ir a estos datos por m e­
La abu ndancia y diversidad de fragm entos de ce ­ dio de diferentes investigadores que ap ortaron en su
rám ica en la superficie o en las excavaciones es- m om ento in fo rm ació n im p o rtan te sobre el particular.
tratigráficas, ya en los sistemas am urallados, ya en Hay que destacar la revisión que hacen del con cepto
un extenso p erím etro en torno a los num erosos Totonacnpnn tanto desde el punto de vista de la lin gü ís­
m ontículos de C em poala, sugieren u na larga se­ tica com o al tratar de d efin ir los lím ites de lo que se
cu en cia de ocupación hum ana en la región, cuyo considera com o tal. “La lin gü ística aún tien e m ucho
periodo más representativo y asociado a la más que ap ortar al co n o cim ien to p rehispánico regional;
alta densidad p oblacional se ubica durante el H o­ persisten dudas sobre el origen y d esarrollo de la len ­
rizonte Posclásico (p. 63). gua totonaca” (p. 80). Este cap ítulo es de una en orm e
riqueza que p erm itirá a los estudiosos p e n etra r en la
Desde este m om ento vemos la com plejidad que tiene m anera en que distintos autores han analizado esta
C em poala según diversos ángulos. U no de ellos, de la región.
mayor im portancia, es el del control hidráulico, que En el cap ítulo m se habla del en to rn o geográfico
incluye la irrig ación, las áreas inundables y la desvia­ de C em poala. Se nos hace ver lo variado del m edio
ción del Río G rande de A ctopan para su uso tanto en am biente, con sus cañadas, valles y m ontañas; se habla
la ag ricultu ra com o para las necesidades cotidianas. tam bién de los sistem as de agua y de los yacim ientos
Una red de acueductos fue localizada por Brügge- de diferentes m ateriales, com o piedras y arcillas, que

LA PALABRA Y EL HOMBRE 43
F e m a n d o I.ip k a u : E l buzo

fueron aprovechados por los pobladores. A esto se su­ de u na alta densidad h a b ita cio n a l, sino tam bién
m aron suelos idóneos p ara el cultivo, lo que perm itía p ara d esem p eñ ar diversas fu n cio n es ad m in istra­
explotarlos por m edio del riego. Todo esto explica en tivas, po líticas y religiosas cuyo im p acto seg u ra­
buena m edida el asentam iento de C em poala en m e­ m ente alcan zab a un am plio d o m in io region al
dio de un hinterland (com o lo llam an nuestros auto­ (p. 104).
res) apto para el desarrollo hum ano.
Los siguientes cu atro capítulos en tran de lleno en Se han podido d efin ir áreas para usos distintos. Tal es
las características de C em poala desde diversas pers­ el caso del área de prod ucción, con posible presencia
pectivas. El asentam iento y la planificación urbanos de talleres de obsidiana o de elaboración de otro tipo de
han sido estudiados por la arqueología, y así leem os artefactos que indican su fabricación en el interior de la
que se: ciudad, así com o espacios para la circu lació n y co n ­
sumo de variados productos. Un área con m arcado
...h a n revelado num erosas evidencias resp ecto a ca rá cter religioso es evidente d en tro de los conjuntos
u na in fra e stru ctu ra u rb an a plan ificad a, no sólo arqu itectón icos del lugar. Por o tra parte, nuestros au­
para v in cu lar las actividades co tid ian as propias tores hacen ver con pru d encia que:

44 OTOÑO, 2012
La extensión u rban a y el tam año de la pobla­ Hace ver que las tensiones existentes entre
ción de C em poala son causa de p olém ica en tre
los especialistas, la cual quizá nunca se resuelva, Tenochtitlan y Cempoala "serían el pi­
debido a la irreversible y progresiva pérdida de
la evidencia arqu eológica, cond ición que im pide vote que operaría Hernán Cortés
p rop oner un cálcu lo apropiado de la densidad
dem ográfica. Sin em bargo, basados en estim a­ para tejer el entramado de intri­
ciones de los cronistas, suele acep tarse que esta
ciudad con taba al m enos con u na población de gas y argucias que sustentó su
entre 25 0 0 0 y 30 0 0 0 h ab itan tes... (p. 109).
estrategia para la conquista de
Y digo que actúan prudentem ente, porque los cálcu ­
los que se han hech o en ciudades com o Teotihu acan , la capital azteca".
M onte Albán y T en ochtitlan no tienen bases firm es
para sustentarse.
Algo que afirm an nuestros estudiosos es que en el Un aspecto que no pasa inadvertido para nues­
Posclásico (900-1521 d.C.) C em poala se constituía en tros autores es el relativo a la religión de C em poala,
la ciudad de mayor dim ensión en el centro de la Costa en donde, una vez más, acuden a las fuentes históricas
del G olfo, com o lo sugiere su extensión, la presencia y a estudiosos actuales sobre el tem a. Ellos expon en
de sus conjuntos arqu itectón icos, su com plejidad ur­ los atributos y la in d u m en taria del gru p o sacerdotal,
bana y los sistemas de acueductos que la alim entaban. así com o la m anera en que era elegido éste y su jerar-
En cu anto a la organización social y política, exis­ quización in tern a. Tam bién m encio n an el sacrificio
te polém ica en cu anto a si se trataba de calpullis, com o h um ano y su presencia aun antes del d om inio m exi-
lo plantea Brü ggem ann, o de o tra form a de organiza­ ca. In teresan te es el hallazgo por p arte de Del Paso y
ción, com o lo establece G arcía M árquez. Báez-Jorge T roncoso de un chacm ol a un lado del E d ificio de las
y Vásquez Zarate se in clin an , tras un análisis del co n ­ C him eneas que parece apu n tar en este sentido, au n ­
cepto calpulli y de otros tipos de organización, a pen ­ que tam bién hay relatos de los cronistas y evidencias
sar que el calpulli pudo existir del mism o m odo que arqueológicas sobre el particular. LTn dato im portan te
lo hacía en Ten och titlan y Texcoco, al evolucionar de es el que m encio n an acerca de la existen cia de “salas
su carácter de com unidad gentilicia hacia una orga­ y casas en C holula”, según señala M otolinía, lo que
nización basada en principios territoriales. Tratan lo evidencia el ca rá cter de gran sacralidad y de lugar de
relativo a la ordenación social y el control hid ráulico pereg rin ación de la antigua ciudad sagrada.
haciendo ver que todo lo referente a la agricu ltu ra y, El capítulo v i i i lleva por n om bre “La con d ición
por ende, a los sistemas hidráulicos debió de estar or­ axial de C em poala en la con qu ista de M éxico-Teno-
ganizado colectivam ente y controlad o por los m andos ch titla n ”. En él los autores vuelven a e c h a r m ano de
de los calpullis y otras instancias superiores. diferen tes fuentes h istóricas para, basados en ellas,
Un tem a igualm ente interesante es el de las regula­ referir los a co n tecim ien to s desde el m om en to en que
ciones m atrim oniales, basadas en cronistas com o Tor- C ortés y sus huestes p on en pie en tierras veracruza-
quemada, M otolinía, Sahagún, M endieta, Las Casas, nas hasta el in stan te en que em pren d en la m arch a
etc., ya que las alianzas m atrim oniales “entre grupos ét­ h acia T la x ca la , C holula y T en o ch titla n . D e todo esto
nicos diferentes fueron un recurso para conciliar inte­ hay que rescatar algu nos aspectos de sum a im p o rta n ­
reses” (p. 147). O tro factor que m encionan los autores cia. Siem pre he hablad o acerca de la d iferen cia que
es el de la “Naturaleza y estructura del pod er”, mismo notó C ortés en cu an to a la actitud de los ind ígenas
que se basaba en la nobleza hereditaria, que a su vez se desde el m om ento que costea C ozum el hasta llegar
sustentaba en m atrim onios endogám icos. Aquí anali­ a lo que hoy es V eracruz. En este últim o punto se les
zan la relación que existía entre C em poala y T enochti­ recib e sin violencia y, por el co n tra rio , son invitados
tlan, la cual describen com o un som etim iento pacífico a visitar C em p oala p or su m áxim o d irigen te. Se en ­
que le perm itía a la segunda m antener un alto grado teran de los problem as que les provoca M octezum a,
de autonom ía política. Esto se estudia y plantea a conti­ al que p erió d icam en te hay que pagarle un tributo.
nuación y se hace ver que las tensiones existentes entre C ortés p ercib e que cu en ta con u na b u en a cabeza
Tenochtitlan y C em poala “serían el pivote que operaría de playa, y an te la in co n fo rm id ad de algu nos de sus
H ernán Cortés para tejer el entram ado de intrigas y acom p añan tes que deseaban regresar a Cuba, decide
argucias que sustentó su estrategia para la conquista de dar al través con las naves -n u n c a qu em arlas, com o
la capital azteca” (p. 162). bien asientan los a u to re s- con lo que, al igual que

LA PALABRA Y EL HOMBRE 45
Damaris Betancourt: Hah. 2010, Alamar

C ésar ante el R ubicón, la suerte qu ed aría echad a. Lo en tanta dism inución que no v inieron a qu ed ar más
dem ás ya es h isto ria ... de tres o cu atro personas en é l...” (p. 215).
El últim o capítulo está dedicado a la m anera en ¡Terrible d estino el de aquella ciudad que fuera
que C em poala fue abandonada. Varios factores co in ­ cabeza de u na región! Pero, com o bien señalan los au­
cidieron para que esto o cu rriera. Uno de ellos fue la tores record and o a F erd inand Braudel: “Al rem ontar
epidem ia de viruela que se desató y causó la m uerte el curso de los siglos, ¿cóm o p o d rían no ser excelentes
de m iles de habitantes. Los estragos provocados por guías las civilizaciones?” E n efecto, con sus ciudades
este mal son reseñados por cronistas com o López de m ilenarias, las civilizaciones
G om ara, M otolinía y Torquem ada. A esto sum an la
interp retación de m odernos estudiosos que dan su atraviesan el tiem po, triu n fan sobre lo duradero.
p arecer sobre este acontecim iento, todos ellos citados M ientras pasa la pelícu la de la historia, ellas se
por Báez y Vásquez. Sin em bargo, agregan otras cau ­ m antienen im p ertu rbab les [...] con tin ú an com o
sas: “...a los factores de despoblación propiciados por dueñas de su espacio, ya que el territo rio que
las epidem ias, deben agregarse la g u erra y la explota­ ocu pan puede variar en sus m árgenes, pero en el
ción, así com o las agotadoras jo rn a d a s lab orales” (p. corazón, en la zona cen tral, su dom inio, su sede,
211). En fin, todos estos factores fueron diezm ando siguen siendo los m ism os (pp. 218-219).
la población y fue así que, hacia 1610, Torquem ada
expresa las siguientes palabas que los autores consi­ C on estas palabras de Brau del, los autores ponen
deran el epitafio de la antigua ciudad: “No tiene este punto final al libro. C om o en las buenas pelícu las y
sitio m orad or n inguno, porque vino desde entonces los bu enos libros -y este lo e s -, qué m ejo r final que

46 OTOÑO, 2012
Francisco Mata Rosas: Descarga cantra el mura

la reflexión del autor de E l M editerráneo. Pero aún nos C ien tífica E x p lo rad o ra de la J u n ta C olom b in a
regalan una conclusión que en su p arte sustancial (p. 223).

Estamos, pues, ante un libro que reúne el conocim iento


A d iferen cia de C holula, T la x c a la y T en o ch titlan profundo de las fuentes históricas; el aporte de la ar­
-e sc e n a rio s p ro tagó n ico s de la h isto ria m exica ­ queología y la etnología; el decir de los investigadores
n a -, C em p oala fue p rácticam en te aband on ada actuales y la sabia m anera de engarzar todo ello para
a m enos de un siglo de h a b er pactad o con C or­ darnos un pan oram a vivido de lo que fue C em poala
tés, hasta que fue “re d escu b ierta” a finales del - l a Sevilla de A m érica- y de lo que sigue siendo. Gra­
siglo x ix , en tre selvas y potreros, por F ran cisco cias a Félix Báez-Jorge y a Sergio Vásquez Zárate por sus
del Paso y T ro n coso , qu ien en cabezó la C om isión palabras, su inteligencia, su pasión por la h isto ria...

LA PALABRA Y EL HOMBRE 47

También podría gustarte