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Contexto histórico.

Tras la Revolución Inglesa de 1640 que acabó con la vida de Carlos I (1649) y la
abolición de la monarquía de los Estuardo, se instaura la República gobernada por el
Parlamento. Cronwell acabó disolviendo el Parlamento y estableciendo una dictadura
militar personal que duraría hasta su muerte en 1659. Dos años después, se reestablecería
la monarquía en la persona de Carlos II Estuardo.

Mientras, en el continente tiene lugar la Guerra de los Treinta Años. Concluye en


1648 con la paz de Westfalia, que supuso una reestructuración del mapa europeo, el fin
del poderío político de los Habsburgo, y el comienzo de la hegemonía francesa en
Europa. España continuará la guerra con Francia hasta 1659,. (Paz de los Pirineos) que
supone para nuestro país el repliegue definitivo en Europa.

El autor.

Thomas Hobbes (1588-1679). Hijo de un pastor anglicano, la pobreza le obligó a


interrumpir sus estudios y ganarse la vida como preceptor. La revolución le obligó a
exiliarse en París, no encontrándose en Inglaterra cuando Carlos I fue ejecutado; por ello
el Leviathan es una obra de emigrado. Se ha afirmado que con ella Hobbes pretendía
presentar sus respetos a los poderosos del momento, pero será sospechoso ante unos y
otros que le acusan su pasado pro-Estuardo. En Francia se familiarizó con la filosofía de
Descartes, que le influiría grandemente.

Su vida transcurrió entre la inseguridad, la angustia, y el ansia de paz, de donde


nació Leviathan, su más famosa obra (de la que el texto forma parte) que suscitó el horror
de los católicos, de los obispos anglicanos, de los defensores de la libertad política, y
(curioso) hasta de algunos partidarios de los Estuardo.

Comentario.

En el texto Hobbes plantea la necesidad que tiene el hombre de defenderse de sí


mismo y los demás, ya que el estado de naturaleza en el que el hombre nace es un estado
de guerra de unos contra otros. y de anarquía. Para defenderse, renuncia a su libertad,
depositándola en otra persona o asamblea representativa, es decir, soberano o parlamento.
Este poder lo sujeta a través de castigos, pactos o leyes, y lo defiende contra agresores
extranjeros o miembros de la propia comunidad.
Cree pues que el único camino que el hombre tiene para alcanzar la paz es la
renuncia voluntaria del individuo a su propia soberanía. Se establece así una idea de
pacto.

Nace así la sociedad civil, como consecuencia de un pacto voluntario. La


soberanía está basada en un contrato entre individuos que deciden darse un soberano. Y el
origen del contrato está en la búsqueda de la paz. Así, el contrato, lejos de limitar la
soberanía la funda.

Hobbes establece dos métodos por los que el soberano puede adquirir el poder:
por la fuerza natural o por derecho de guerra, llamándose entonces Estado por
adquisición, o por decisión voluntaria (la ley civil limita a la natural) de los hombres que
se ponen de acuerdo para someterse a otro hombre, siendo entonces Estado político o
Estado por institución.

Es de este último caso del que Hobbes habla en su Leviathan, considerando así
que el estado es la suma de intereses particulares al que se abandona el ciudadano para
que lo proteja, y está fundamentado en la propiedad. Así, todo ataque al Estado lo es a la
propiedad.

Lo que se está expresando es la teoría del poder absoluto del Estado, representado
por el monarca. Aunque la soberanía de éste tiene límites en la razón y la conciencia
profesional del soberano. No sería razonable que el monarca no buscara el interés de su
pueblo (ahora súbditos) porque se confunde con el suyo propio. Por lo que el deber
coincide con la utilidad.

Se presenta al Estado como una persona-Leviathán, como un gigante cuyos


tentáculos lo abarcan todo, cuya carne es la propia carne de los que le han delegado el
cuidado de defenderlos. El Estado así formado perdería su razón de ser si la seguridad no
fuera asegurada, si la obediencia no fuera respetada.

Hobbes, naturalmente, defiende un Estado civil por encima de la Iglesia. El


monarca ostentaría en una mano la espada y en la otra la cruz episcopal, afirmando así el
poder y unidad del Estado. No existe espacio para cuerpos intermedios, partidos o
facciones, concretándose en lo que llamamos monarquía absoluta, cuyo prototipo fue la
de Luís XIV.
El pensamiento de Hobbes es individualista, y parte de una idea pesimista del
género humano, contraria por tanto a la de los humanistas, y más tarde a la de los
ilustrados. Su absolutismo se concilia bien con las preocupaciones burguesas, pues habla
más de paz y bienestar que de justicia y virtud. Considera que toda revolución sería una
recaída en una situación primigenia ya superada.

A modo de conclusión: el Leviathan de Hobbes es la expresión más precisa del


Estado totalitario, y sus páginas no han perdido nada de su vigencia. Sin embargo, apunta
algo nuevo para su época: la idea de pacto o contrato, que luego recogerán Locke y
Rousseau como fundamento de un régimen liberal basado en la separación de poderes
(Montesquieu) que evolucionará hacia la democracia.

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