La detección de un cardumen cerca de la superficie durante el día, depende de la habilidad que
tengan el piloto y los observadores para distinguir el sutil color y las diferencias de intensidad de la luz en el agua, a lo que también colabora el tamaño de los individuos. La detección de un cardumen en la noche es posible sólo durante el periodo "oscuro" de la Luna, de manera que sea posible distinguir las gradaciones de la intensidad lumínica reflejada por el cuerpo de los animales. También en la oscuridad, la bioluminiscencia producida por los organismos planctónicos agitados por los peces indica, por las zonas brillantes que se forman, la localización y el tamaño del cardumen. En la noche esto se puede facilitar por una fuente externa, como una luz lanzada desde el aeroplano. Muchas pesquerías en el mundo utilizan el método visual para localizar las especies pelágicas y guiar a la flota hacia ellas, e iniciar la operación de captura; sin embargo, este método se complementa con el empleo de la ecosonda, que es muy importante, ya que al mostrar el perfil de la topografía del fondo se sabe si conviene o no el arrojar el equipo para pesca y también proporciona datos del tipo y tamaño del cardumen, con lo que se ve si es costeable hacer toda la maniobra para su captura. Últimamente se ha desarrollado una serie de técnicas encaminadas a solucionar la problemática de cálculo de la abundancia de peces. Los aparatos básicos de ecodetección, como la ecosonda que realiza la detección vertical y como el sonar que lo hace de manera horizontal, se aplican con magníficos resultados en la pesca y actualmente se ha desarrollado el "sistema de navegación por satélite". La utilización de estos aparatos se inició en la década de los treinta como un servicio militar antisubmarino, y el "sistema sonar", nombre que recibe como abreviatura del Sounding Navigation and Ranging (Navegación y Exploración Sónicas), se desarrolló como un servicio altamente elaborado que en la actualidad se emplea en actividades como captura, investigación y navegación. El funcionamiento de estos aparatos de ecodetección se basa en la medición del tiempo transcurrido entre la emisión de un pulso sonoro y el retorno de su eco, multiplicándolo posteriormente por la velocidad del sonido en el agua, que es de alrededor de 1 500 metros por segundo, y dividiendo este resultado entre dos, para ajustarlo. La evaluación de la magnitud de poblaciones de peces pelágicos por métodos acústicos está cada vez más generalizada, debido a los avances tecnológicos que permiten determinar con mayor exactitud sus existencias. Los trabajos que se están desarrollando sobre las propiedades acústicas de los peces, en especial la resonancia de sus "vejigas gaseosas", tienden a diseñar los métodos de identificación directa de los organismos por sus respuestas acústicas específicas. Estos aparatos llevan una unidad registradora en donde se reciben en forma gráfica las eco- señales, generalmente sobre un papel de registro, que puede ser húmedo o seco y que reacciona con las descargas eléctricas recibidas formando el llamado "ecograma", que indica la profundidad del registro, las capas de plancton, las capas de peces con su tamaño y distribución, así como las características del fondo. El uso del sonar, primero en barcos de investigación y posteriormente en barcos pesqueros, ha demostrado que es un aparato eficaz para incrementar significativamente la localización de cardúmenes. Su aplicación se adapta a diversos métodos de captura y representa, en la actualidad, un factor esencial para el éxito de las pesquerías.