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Alienación de La Subjetividad, Sistema Mesosocial de Rendimiento
Alienación de La Subjetividad, Sistema Mesosocial de Rendimiento
RENDIMIENTO
Resumen
Las formas de simbolización de las representaciones a través de los
sistemas semióticos verbal, gráfico y kinestésico, al igual que las dimensiones
teleológicas y prácticas corporativas de las organizaciones, no son el resultado de
posicionamientos individuales inconexos; sino consecuencia de tensiones
dialógicas con estructuras epistemológicas y actitudinales propias del paradigma
dominante, el cual delimita modos de ser, estar y actuar en sociedad y crea un
sistema donde es lógico desenvolverse de cierta forma y motivo de segregación
proceder diferente a los comportamientos normalizados. De esta manera, el
modelo paradigmático funciona como una matrix determinista, donde la única vía
es la amalgama con el sistema, no obstante, todo entramado de redes admite
códigos de escape, que en este caso estaría en el orden la generación de
subjetividades otras, emergentes para la construcción otros modos de ser, estar y
re existir dentro de la matrix.
Introducción
1
Profesional en Lingüística y Literatura, Mg. En Lingüística, Docente de La Universidad de La Guajira,
Estudiante de Doctorado en Educación Universidad San Buenaventura-Cali
La Sociedad del rendimiento se puede entender como un paradigma
integrado por un esquema positivo del poder hacer como continuidad del deber,
que determina modos de ser, pensar, actuar en el mundo y cuya finalidad es el
crecimiento y la producción (Chul-Han, 2012). En este, se erigen subjetividades de
rendimiento cuyo punto de partida es la conceptualización de los sujetos como
dueños de sí mismos, abandonados a la libre obligación de maximizar su
rendimiento, para llegar a constituirse en actores caracterizados por la idea del
éxito y un empuje ilimitado de su propia capacidad.
Ahora bien, abordar esta problemática desde las lógicas de ciertas escenas
de cine y comerciales de televisión y de redes sociales, es importante porque
permite ver como muchos de los discursos y formas de comportamiento
concebidos como medios para encajar, sobrevivir y “prosperar” en las sociedades
actuales, responde a ciertas prácticas corporativas transfiguradoras de
subjetividades de rendimiento, en las que el tiempo, la apariencia y los sentidos se
condicionan a los intereses y dinámicas de la matrix, pero nos alejan tanto del
deseo y satisfacción propia, como de la vida plena y el vivir para sí; sin que esto
último, sea objeto de reflexión crítica, de modo que suprimir la vida y a las
ocupaciones hace parte del estar bien en la empresa de sí mismo, mientras que
las necesidades, carencias e incluso enfermedades son consecuencias de
incumplimientos propios, no de la absorción que el sistema hace de los modos de
ser y estar particulares; por lo que si hay una posibilidad de supervivencia, está en
no ver la realidad visibilizada como la única, sino en pensar en realidades
marginadas, en epistemes y prácticas emergentes para crear un mundo otro,
dialógicamente re existente dentro del sistema.
Una de las prácticas corporativas primordiales son las que tiene que ver con
el Bienestar laboral, generado a partir de tres aspectos, que son: el acceso a
bienes y servicios, la idea de mejor condición de vida de los seres queridos y la
ausencia de vacío en los escenarios de trabajo. El primero de estos elementos
tiene que ver con el concepto de que el trabajo es un proceso donde se cumple
con unas funciones y un horario, para recibir unos recursos económicos, útiles
para acceder a bienes y servicios; beneficio que, por un lado, es sobrevalorado,
incluso por encima del acompañamiento materno-paternal a los hijos, y, por otro
lado, deriva en subjetividades hijas de los lugares laborales y visitantes de los
espacios de realización personal.
Estas concepciones en sociedades como la colombiana, donde la mayoría
de las personas devenga menos de dos salarios mínimos, da cuenta de porqué los
miembros de la familia con posibilidad de trabajar (incluyendo a veces a niños,
niñas y adolescentes) cumplen largas jornadas, ostentan dos o más
contrataciones y pasan menos tiempo creciendo como personas y miembros del
entramado ético-socioafectivo que es la familia; pues no hay tiempo para ello, ni
para reflexionar a su alrededor; pues “El que no trabaja, no come”, “se trabaja para
medio vivir”, “si quieres tener cosas, tienes que trabajar duro” son enunciados
cotidianos justificadores y normalizadores de esa forma de ser y pensar en la
actualidad. Lo cuales restringen el trabajar solo al patrón económico de tener
dinero para fines materiales, sin que importe, estar más ocupado, dormir menos y
ser menos libre; contraponiéndose a la premisa de dignificación, movilizadora de
políticas laborales después de la declaración de los derechos humanos, donde “la
dignificación del hombre mediante el trabajo” respondía a un posicionamiento más
integral, que involucraba plenitud, satisfacción y el refuerzo de la personalidad,
con miras a ser más sociable.
Esta tensión la refleja muy bien la película “El Círculo” en las interacciones
de dos de sus protagonistas Mae (Emma Watson) y Annie (Karen Gillan) quienes
a medida que se subsumen en las dinámicas corporativas de la empresa se van
alejando de sus familias, pierden sus espacios de intercambio con sus seres
queridos y viven las 24 horas del día conectados a la comunidad organizativa,
hasta que se quiebra el estado físico-emocional de los personajes, pero “hay que
continuar a pesar de estar devastados” como decía Annie.
Devastación que no es asumida en sus inicios cuando ella consigue una
entrevista para Mae, donde podrá tener mejores condiciones económicas y poder
costear la salud de su padre, algo que el seguro, ni sus actuales ingresos podían,
pero a pesar de ello, había que trabajar para acceder a bienes y servicios.
Veamos el diálogo:
Annie: ¿Qué estás haciendo ahora mismo?
Mae: Estoy en el trabajo, tú sabes vengo aquí todos los días y a cambio recibo
dinero para adquirir bienes y servicios
Annie: … te conseguí una entrevista, todavía no estás dentro debes conocer El
Circulo y si lo haces bien te contratan… ¡dalo todo! (Goetzman y Ponsoldt, 2015)
De este modo, trabajar es el vehículo de acceso a las lógicas de “mejor
vida” por vías económicas, al punto que se crean racionalidades conformistas
frente a la insuficiencia salarial, el desbalance entre los costos y los ingresos o el
incumplimiento de otros sistemas como el de la salud, donde no tener suficiente
dinero impide mejorar la condición de vida, pero la normalización de este concepto
de trabajo, apunta es a que no hay que mejorar la administración del sistema
social, sino cambiar a un mejor trabajo, una oportunidad de ganar más dinero,
como forma de mejorar la supervivencia por lo que se ¡debe dar todo! incluso
perderse de uno mismo, perder el tiempo de la familia. Tiempo que se valida, si
trabajar significa sacrifico para obtener bienes materiales, entre ellos, el cambio de
casa y de equipos de tecnologías que suministró la empresa a los papás de Mae o
tal vez, bonitos juguetes, como hacía el personaje del corredor de bolsa en el film
“Train to Busan (Estación Zombi)”, quien compraba juguetes a su hija, pero nunca
podía jugar con ella:
- “No te queda tiempo de jugar con tu hija, esos son sacrificios que hacemos por
ellos…
- el trabajo, es un sacrificio que hacemos por los hijos para mejorar su futuro.”
(Dong-ha y Sang-ho, 2016)
Ahora bien, las subjetividades sumidas en una sobre valoración del trabajo
como vemos en la cotidianidad o como se refleja en las escenas de ficción citadas,
no son decisiones individuales, sino que responden a líneas de fuerza propias de
los regímenes manipulativos de una sociedad del rendimiento, el cual se integra a
todos los individuos y los atraviesa con las redes de sentidos propias de sus
racionalidades (Molina, 2018).
Entre ellas, prácticas corporativas donde se pretende traer los espacios de
plenitud externa a lo laboral, para llenar los espacios del sujeto de rendimiento
como muestra de bienestar laboral; los cuales no solo son opcionales, sino de
participación obligada, veamos dos ejemplos: en las empresas cotidianas, el
teléfono o chat corporativo, las fiestas empresariales, las jornadas de integración
marcan formas de libertad agenciadas. De igual modo, en la película El Círculo,
ofrecían fiestas, gimnasio, hospital y una comunidad virtual que medía el índice de
popularidad y participación, pero no eran espacios obligatorios, sino motivos de
libertad y diversión “¡Participa, te vas a divertir… te vas a divertir!”.
Con estos ejemplos entendemos dos cosas, primera, las prácticas
corporativas de motivación, configuran subjetividades mediante una visión de
llenado donde ciertos dispositivos, lugares y procesos inhiben el instinto, la
naturaleza y el placer propios de los elementos de individuación externos a las
organizaciones; pero que al ser absorbidos por la Matrix de rendimiento se
disfrazan con esquemas de libertad y participación “obligada” (Molina, et. All,
2018). Segunda, ese sistema de rendimiento, incluye una nueva razón
gubernamental de la libertad, donde el sistema la produce y la organiza, no en el
sentido imperativo “se libre” sino produciendo para los sujetos la forma, los medios
y lo que se requiere para que sean libres (Molina, 2018b).
De igual forma, se entiende que la matrix meso social se arraiga a una
apuesta por la motivación, a través de prácticas de bienestar laboral, que no
controlan, pero tienen la intención de que el sujeto se defina como valioso y mejor
por producir más, que a su vez, erija su individuación en la libertad de ser
empresario de sí mismo y de dominarlo todo en un yo colectivo, “Nosotros
podemos”; cuyo desenlace son subjetividades alienadas en el yo laboral; las
cuales al ser despedidas o auto despedidas “ no pueden más” y se erigen en
individuaciones deprimidas y fracasadas (Chul-Han, 2012) como pudo pasar con
Annie, amiga de Mae en El Círculo, quien viajaba todo el tiempo, vivía en función
de la compañía y pensaba igual que sus líderes hasta que al final de la película
reconoció: “no poder, poder más” y regresó a sus raíces en Escocia.
Aun así, cuando surge la posibilidad de no poder más, las lógicas de
producción y rendimiento, se alimentan de sentidos y representaciones que
responden a presiones, estilos de vida y deseos definidos como exitosos, al punto
que se constituyen como Alter ego y llevan a “¡Darlo todo!”, “Estar a la Altura” a
ser auto explotado. Incluso, por sobre el cansancio, la enfermedad y la vejez,
males contrarios a la subjetividad del rendimiento, por lo que admiten el uso de
coadyuvantes, cuya función no sólo es enfrentar su carácter antagónico, sino
generar competitividad del sujeto contra sí mismo, frente a las alertas propias de la
memoria del cuerpo, para que cumpla con el ciclo de producción-rendimiento.
En el marco de ese enfrentamiento, la sociedad de rendimiento, cuando el
cuerpo grita ¡Stop! ofrece antídotos para seguir aún por encima de la complejidad
social generadora de la tensión y el estrés, sin gestionar condiciones de
estabilidad, para que la red biológica-social-psicológica que nos define, pueda
mantener un balance de mente sana y cuerpo sano. Ejemplo de ello lo vemos en
el comercial de Sevedol Tense: “Cuando la tensión es un gran dolor de cabeza es
el momento de Sevedol tense.” De igual modo, si el estrés no lo genera un agente
externo, sino la posibilidad de auto explotar el cuerpo, bajo el concepto de que
rendir y cumplir los compromisos es lo adecuado, mientras que descansar es un
lujo, entonces existe Advil:
- “Soy de las personas que nunca paran y siempre doy lo mejor de mí, por eso no
me puedo dar el lujo de que un dolor me detenga.
- Te presentamos Advil, el analgésico número 1 en ventas, que alivia efectivamente
el dolor para que no te detenga ni un minuto” (Abbott, 2018).
Por otra parte, si el trabajo diario genera cansancio, el deber no es apelar
por el derecho al ocio y al descanso, sino a antídotos que susciten más “energías”
y obliguen al cuerpo a continuar rindiendo para el sistema, al tiempo que lucha por
un cuerpo “resistente” pero ausente de la re existencia. De este modo te invita
Shot B: “
“Durante años mi pasión ha sido nadar, pero el cansancio y exceso de trabajo
diario… más ahora nada me impide seguir con mi pasión, Shot B el multivitamínico con
una formula innovadora… que me ayuda a seguir con mis actividades diarias y me ayuda
a seguir con lo que más me gusta… no dejes que tus obligaciones afecten tus pasiones con
Shot B”.
Tarrito rojo en su comercial televisivo lo hace así: “Tu día se está
alargaaaaaaaaaandoooo, toma tarrito rojo y recuerda tú puedes” (JGB, 2018)
Incluso, la vejez que es la mejor muestra de que el tiempo tiene una
memoria y como tal deviene en disminución de la fuerza y velocidad, hay que
contrarrestarla con coadyuvantes, cuya complejidad química permite recuperar la
masa muscular, la fuerza y la vitalidad gastadas por el tiempo y biológicamente
ausentes. Así, con “Ensure Advance mantente, fuerte mantente bien” ya que, es
necesario seguir manteniendo un cuerpo sano, con ganas de trabajar, y, perder al
tiempo, la criticidad frente a políticas laborales y pensionales, en la que después
de los 40 años las posibilidades de acceso laboral se restringen, eres “muy mayor
para incluirte en nómina”, pero a los 62 años, eres joven para pensionarte. Por
tanto, come sano, toma productos saludables y conserva los referentes de
conformidad propia de una sociedad de rendimiento.
Lo anterior se debe a que la vejez es un asunto mental, de querer y desear
a hacer cosas y no una etapa del complejo bio-psico-social del cuerpo, en la que
ciertas capacidades disminuyen y como tal requiere de algunos cuidados, además
de merecer la robustez de un sistema económico-legislativo, garante del derecho
al sano retiro después de haber gastado los mejores días produciendo y rindiendo.
Al contrario de ello, el paradigma de la sociedad del rendimiento nos vende la
vejez como un estado que depende de nosotros, de nuestro pensamiento y de
continuar amalgamado al poder hacer. Muestra de ello es un video viral en
Facebook y con una buena cantidad de reproducciones en YouTube ¿A qué edad
alguien es viejo? en el que adultos de 55 años o más responden: “A esta edad me
siento como cuanto tenía mis 20” “Siempre y cuando sigas creciendo y aprendiendo la
edad no importa” “Cuando las personas se detienen es cuando comienzan a ponerse viejos”
De hecho, el comercial termina diciendo: “Redefine what it means to age (redefine los
que significa envejecer)”
Si a algún lugar se puede llegar en esta disertación es a la de entender que
el nivel meso social de la sociedad del rendimiento es un cosmos heteróclito, que
incluyen nuestras estructuras de pensamiento, las prácticas corporativas en las
que participamos y las representaciones que de manera multidireccional
configuran subjetividades de rendimiento visibles en la cotidianidad y perpetuadas
en la semiosis de las redes sociales, la televisión y el cine. En últimas, las
subjetividades se hacen y se erigen en ese cosmos como partículas y no es mal
que así sea, lo que es menester de pensar es que en ese entramado meso social
se están dando sobre estimaciones del deber y sobre entrega de la
individualidad a las lógicas de rendimiento y producción. Cuyo costo es la soledad
de los seres queridos por quienes se supone trabajamos, un cansancio sin
reflexión y crítica hacia el sistema y una pérdida del balance bio-psico-social del
cuerpo.
Frente a ello queda crear estructuras de pensamiento, epistemes y modos
de interactuar emergentes, regresar a las raíces ancestrales del ser, donde la
base es la unicidad con el todo semiótico del mundo en función de construir una
subjetividad integral y re existente, definida en instancias discursivas y
actitudinales consigo misma, con los otros y lo otro. Esto sería un modo otro de
hacer resistencia interna y una ventana al patio para generar intersubjetividades
que desde afuera conllevan a cambios en los sujetos de rendimiento,
constituyéndose así, posibilidades de un mundo dentro de la Matrix meso social de
rendimiento.
Referencias bibliográficas