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Prisión
Prisión
Los rasgos que singularizan a la prisión permanente revisable son: la de ser una pena de
duración indeterminada y la de tener posibilidad de revisión y revocatoria condicionada
al cumplimiento de requisitos, esto acorde a López Peregrin (López, 2018:7); ahora bien
Casals Fernández define a la prisión permanente revisable como: “una pena de duración
indeterminada sujeta a un régimen de visitas de carácter excepcional” (Casals, 2019: 671)
Por otro lado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), ha estipulado que la
condena perpetua, para que no sea violatoria al Convenio Europeo para la Protección de
Derechos Humanos, debe al menos contemplar la posibilidad de revisión de la misma y
así recuperación de libertad; esta conclusión se obtiene en virtud del análisis de dicho
tribunal en los procesos Soering contra Reino Unido (del 7 de julio
de 1989), T. y V. contra Reino Unido (del 16 de noviembre de 1999), Kafkaris contra
Chipre (del 12 de febrero del 2008) y Meixner contra Alemania (del 3 de noviembre del
2009)
Por lo citado se puede definir que la prisión permanente revisable es una pena privativa
de libertad de carácter permanente, revisable cada cierto tiempo, y revocable no por el
paso del tiempo, sino por el cumplimiento de los requisitos previstos por la ley, mismos
que pueden ser buena conducta y diagnóstico, por parte de expertos, de la efectiva
rehabilitación o la idoneidad del sentenciado para reinsertarse en la sociedad.
El TEDH desde 1989 inició sus pronunciamientos a través de sentencias, instando a los
países europeos a humanizar la prisión perpetua, dándole así, la posibilidad al
sentenciado que su pena sea revisada, con el fin de recuperar su libertad, siempre y
cuando, se cumplan determinadas medidas o parámetros relacionados con su
rehabilitación; de esta manera la prisión permanente revisable surgió, netamente como
una reacción del Tribunal Europeo de Derechos Humanos -TEDH- para contener la
prisión perpetua y su irracionalidad e inhumanidad.
El TEDH, desde 1989 en el caso Soering contra Reino Unido, 1999 en el caso T. y V.
contra Reino Unido, en 2008 en el proceso Kafkaris contra Chipre y Meixner contra
Alemania en el 2009, ha indicado en sus sentencias que, en las penas más graves, tal
como la cadena perpetua, era imprescindible otorgar al condenado la posibilidad de una
revisión periódica que de la posibilidad a su revocatoria.
Con este antecedente los Estados miembros de la Unión Europea, de manera progresiva
instauraron en sus legislaciones internas la figura de la prisión permanente revisable a fin
de condenar los delitos considerados como graves.
El 26 de marzo del 2015 a través de la Ley Orgánica 1/2015, en España fue aprobada y
encajada la prisión permanente revisable, en los fundamentos de dicha ley consta que la
finalidad de esta figura es dar mayor seguridad jurídica a la ciudadanía en general, regular
la proporcionalidad de las penas y su aplicación es para los delitos mayores, es decir los
que generan mayor repudio por parte de la población, esto último fue basado a lo
instaurado por los demás países de la Unión Europea.
La legislación penal española sanciona con pena de prisión permanente revisable los
siguientes delitos: 1) asesinato de menores de dieciséis años o de personas especialmente
vulnerables por su edad, enfermedad o discapacidad; 2) asesinatos subsiguientes a un
delito contra la libertad sexual; 3) homicidio al Rey o Reina, Príncipe o Princesa de
Asturias; 4) homicidio del Jefe de un Estado extranjero; 5) genocidio; 6) crímenes de lesa
humanidad; 7) asesinatos cometidos en el seno de una organización criminal; y, 8)
asesinatos reiterados o cometidos en serie.
Fuente: Los códigos penales de los países de la Unión Europea que se mencionan
en la tabla. Elaboración propia
la 2. Cuadro comparativo de la aplicación de la prisión permanente revisables y sus beneficios en los
países de la Unión Europea
Beneficios Países
Alemania Francia Italia España
10 años No hay Permisos Semilibertad 8 años y 12 años (en
Permisos de salida medidas que y caso de terrorismo)
flexibilicen la premios
pena 10 años 20 años
15 años 18 y 22 años 26 (máximo 30 años) 25 años y 35 años
Revisión (reincidentes)
Libertad condicional 5 años 30 años o 5 años 5 a 10 años
(duración) ilimitada
Fuente: Los códigos penales de los países de la Unión Europea que se mencionan en
la tabla. Elaboración propia
En Chile, la cadena perpetua está destinada a castigar los delitos más graves como el
asesinato y el secuestro, violación con asesinato; robo con violación y homicidio;
homicidio en el desempeño de funciones de fiscal o defensor público, parricidios y
ataques contra la seguridad exterior de la República (Congreso de Chile, 2020). Hay dos
tipos de cadena perpetua: cadena perpetua simple y cadena perpetua calificada. Sin
embargo, también es incorrecto decir que la cadena perpetua de Chile es en realidad un
presidio perpetuo, como se establece en el proceso argentino. La ley penal chilena
brinda el beneficio de revisión y revocación de la cadena perpetua. Por un lado, cadena
perpetua simple, el infractor debe cumplir 20 años de prisión para solicitar la libertad
condicional. Por otro lado, la cadena perpetua prevista en el artículo 32 bis del Código
Penal chileno, no se puede conceder la libertad condicional sino después de haber
transcurrido 40 años de privación, además del cumplimiento de otras normas y
reglamentos establecidos, el retiro solo se otorga solo entonces. (Oxman y Gonzales
Guarda). En ningún caso el condenado a pena perpetua, mientras se encuentre privado de
libertad, puede solicitar los beneficios que se encuentran en el reglamento penitenciario
o cualquier otra norma legal que permita su libertad, ni siquiera el permiso de salida
transitorio, con la excepción de los casos en que su cónyuge o alguno de sus
consanguíneos de línea recta en primer grado se encuentren en riesgo inminente de
muerte o hubiese fallecido. El reo con pena de presidio perpetuo tampoco puede ser
favorecido con las normas que concedan amnistía o indultos, y solo se procederá a
otorgar el indulto por razones de Estado o en caso de enfermad grave e irrecuperable,
debidamente acreditado. En todo caso el beneficio del indulto y permiso de salida
deberán ser concedidos de conformidad a las normas legales y las medidas de seguridad
establecidas en el Código Penal (Congreso Nacional de Chile, 2020).
En Perú, se espera que la cadena perpetua castigue no solo los delitos relacionados con
el terrorismo, sino otros delitos como el secuestro agravado; muerte o lesiones graves
por violación en niños menores de 14 años; robo agravado, que resulta en la muerte de
la víctima o menoscabo grave de su integridad física o psíquica; extorsión agravada y
sustracción o arrebato de armas de fuego (Roger Vilca, s.f.). Sin embargo, la cadena
perpetua introducida por la ley penal peruana en 1991 puede ser modificada
formalmente a pedido de las partes si el delincuente haya cumplido 35 años de prisión,
de acuerdo a lo estipulado en el artículo 59A. Párrafo 1 del Código Penal peruano
(Aguirre Abarca, 2011). Por otro lado, el sentenciado no pueden beneficiarse de las
garantías penitenciarias utilizar instalaciones penitenciarias como permisos de salida,
redención de la pena por trabajo y educación, medias liberaciones y condiciones durante
los años pasados sin libertad. (DECRETO LEGISLATIVO Nº 985, 2007).
En Colombia, la cadena perpetua fue sancionada por el código penal de 1890 y abolida
por la ley núm. 3 de 1910. Sin embargo, según las estadísticas de los institutos forenses,
hay muchos asesinatos y delitos sexuales contra menores. Las enmiendas al artículo 3
de la constitución política, que establece que "se prohíbe las penas de destierro, prisión
perpetua y confiscación" (Borbón Rodríguez, 2020). La enmienda constitucional antes
mencionada establece que la cadena perpetua puede imponerse con carácter excepcional
si el niño o joven es víctima de homicidio doloso; o si el niño o menor es víctima, de un
ataque físico, irresistible. Además, todas las condenas a cadena perpetua se verifican
automáticamente ante el administrador por grado y deben revisarse durante 25 años o
más para evaluar la socialización de los reclusos (Acto Legislativo 01 de 2020,
Congreso de la República de Colombia, 2020). Por el contrario, cabe señalar que la
reforma constitucional antes mencionada aún no ha entrado en vigencia, ya que la Corte
Constitucional colombiana aún no emite su dictamen.
La Segunda Guerra Mundial y las desastrosas consecuencias que dejó para Europa han
llevado a las naciones europeas a buscar formas de llevar a cabo la tan esperada
reconstrucción. Todo esto se logró en la Convención de La Haya, que tuvo lugar del 7 al
10 de mayo de 1948. Allí, el gobierno francés, respaldado por Bélgica, propuso realizar
una reunión preparatoria para el establecimiento del Comité de Ministros del Consejo
Europeo.
En enero de 1949, el informe de la Comisión antes mencionado decidió establecer el
Consejo de Europa y firmar y concluir el Convenio de Londres o el Estatuto del
Consejo de Europa el 5 de mayo de 1949. Aprobado por los cinco países del consejo de
Bruselas: Dinamarca, Irlanda, Italia, Noruega y Suecia.
La Convención fue seguida por 11 protocolos adicionales entre 1952 y 1994, varios de
los cuales complementaron el catálogo inicial de derechos. En estos Protocolos
podemos hacer referencia a los Protocolos adicionales que incorporan los derechos de
propiedad, educación y libre voto en el Tratado de Roma (mientras que el Protocolo 6 se
refiere a la abolición de la pena de muerte; otros Protocolos agregaron diversas
garantías procesales o cambiaron algunos órganos del Consejo de Europa El último
Protocolo, el No. 11, introdujo cambios fundamentales en el procedimiento de
protección de derechos de este organismo internacional, referido y competente sobre los
derechos y libertades de la antigua Comisión y Corte.
El Convenio de Roma representó un avance cualitativo en la protección de los derechos
en la región europea, ya que no sólo se reconocieron los más importantes derechos y
libertades, también se estableció un sistema de garantías con mayor eficacia a través de
una instancia jurisdiccional como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Ahora dentro del marco legal ecuatoriano, con el objetivo de aclarar si la pena de
prisión permanente revisable se circunscribe dentro de la prevención especial positiva, o
si, por el contrario, se circunscribe a la prevención especial negativa. Generalmente se
afirma que las teorías de la pena responden o al menos pretenden hacerlo la siguiente
pregunta ¿en qué condiciones es legítima la imposición de una pena? En este sentido, a
las teorías que intentan responder esta pregunta se las suele denominar teorías de la
pena.
De las teorías de la pena que más propagación han tenido dentro de las ciencias jurídico
penales, tenemos las teorías absolutas, las teorías relativas, las teorías de la unión o
eclécticas y la teoría de la prevención general positiva.
Según las teorías absolutas de la pena, cuyos principales exponentes son Kant y Hegel,
la pena será legítima si es la retribución de una lesión –delito, daño-. La transgresión del
orden jurídico cometido libremente, es decir, sin coacción o fuerza externa o interna,
supone un abuso, o mejor dicho, un mal uso, de la libertad de autodeterminación que es
reprobable, y por lo tanto, culpable. Para los defensores de estas teorías la justicia o la
necesidad moral son el fundamento de la pena. La pena necesaria será aquella que
produzca al autor un mal que compense el mal que él ha causado libremente
(Bacigalupo, 200, pág. 31). La utilidad no es fundamento legitimante de la pena, por lo
que, según las teorías absolutas sólo es legítima una pena justa, aunque sea inútil; y en
un mismo sentido, una pena útil, pero injusta, también será ilegítima.
Según las teorías relativas de la pena, la pena legítima es aquella a través de la que se
obtiene un determinado fin, o la tendencia a obtenerlo. Según Jiménez de Asúa las
teorías relativas pueden clasificarse a la vez en teorías de la prevención y teorías de la
reparación (Jiménez de Asúa, Tomo II, pág. 27). Las teorías de la reparación asignan
como fin de la pena reparar las consecuencias del cometimiento del delito. Las teorías
de la prevención le fijan a la pena el objeto de prevenir el cometimiento de delitos
futuros.
Entre los fines que legitimarían la pena, están la prevención general y la prevención
especial. En el primer caso cuando con su aplicación se busca la intimidación de la
generalidad, es decir, como expresa Bacigalupo, “inhibir los impulsos delictivos de
autores potenciales indeterminados” (Bacigalupo, ob. cit., pág. 32). El representante
más preponderante es Feuerbach, para quien “era una preocupación del Estado, que se
hace necesaria por el fin de la sociedad, que aquel que tenga tendencias antijurídicas se
vea impedido psicológicamente de motivarse según estas tendencias”. En el segundo
caso, cuando la pena persigue fines preventivo-especiales, cuando trata directamente
sobre el autor del delito con el fin que no cometa nuevamente la conducta por la que se
lo castigó. Por lo singularizado dichas teorías también son conocidas como “teorías
individuales de la pena”. Estos fines preventivo-especiales pueden ser de índole positivo
o negativo. La prevención especial es positiva cuando al poder punitivo se le asigna una
función positiva de mejoramiento del autor del delito. Esta postura parte de la idea de
que la pena es un bien para quien la sufre (Zaffaroni et al., 2002, pág. 63). Dicho en
otras palabras, se pretende evitar que quien ya ha delinquido vuelva a hacerlo,
rehabilitándolo a través de la reeducación, la resocialización, la reinserción social, entre
otras. Zaffaroni llama a este programa de mejoramiento las ideologías re. Dichas
ideologías son la reeducación, la reinserción, la repersonalización, la
reindividualización, la reincorporación (Zaffaroni et al., ob. cit., pág. 63). La
prevención especial es negativa cuando al poder punitivo dirigido al autor del delito, se
le asigna la función de neutralizarlo. D i f e r e n t e s m o m e n t o s d e l a h i s t o r i a d e
l a C i e n c i a P e n a l sostienen esta teoría. Se fundamenta en que el cometimiento del
delito revela en el autor la amenaza de futuras lesiones al orden jurídico, y que por lo
tanto, la pena ha de servir para evitar la comisión de esos futuros delitos. Como ilustra
Bacigalupo “los autores más antiguos sostuvieron que el mal de la pena debía actuar
sobre el autor para que su impulso delictivo se convirtiera en lo contrario, en la
inhibición del impulso criminal” Bacigalupo, ob. cit., pág. 33). Con el preludio del
positivismo en las Ciencias Penales, la aparición de la Escuela Positiva, la manera de
concebir la prevención especial acogió nuevos enfoques: se centró la atención en el
autor del delito. La prevención especial se singularizó por centrar la atención del
Derecho Penal desde el hecho cometido al autor del mismo. Lo manifestado lo ilustra
Von Liszt diciendo: “El punto de vista dominante –decía en su famoso Programa de
Marburgo en 1882- determina la pena en relación a un hecho que parece no haber sido
cometido por ningún autor… No es el concepto sino el autor lo que se debe sancionar”.
Luego añade: “Represión y prevención no constituyen oposición alguna”. Como
resultado, para los positivistas, la pena es la prevención mediante represión. Siendo la
pena “prevención mediante represión” tomando como eje al autor del delito, se
necesitaba investigar más a fondo sobre las singularidades de quienes cometían delitos.
Por ende, la ciencia del derecho penal, debía apoyarse en resultados de investigaciones
de otras ciencias como la antropología, la sociología, la biología, y demás ramas del
conocimiento dedicadas al estudio del ser humano en sus distintas facetas. La
protección de bienes jurídicos mediante la pena demanda tres finalidades: corrección,
intimidación e inocuización. Como resultado de la combinación de los tres fines de la
pena con la clasificación de los delincuentes según la antropología criminal, fue:
corrección del delincuente capaz de corregirse y necesitado de corrección; intimidación
del delincuente que no requiere corrección; e, inocuización del delincuente que carece
de capacidad de corrección. Para Von Liszt carecen de capacidad de corrección los
delincuentes habituales; los que requieren corrección y son susceptibles de ella son “los
principiantes en la carrera delictiva”; y los que no requieren corrección son los
delincuentes ocasionales. Bajo el influjo del positivismo las clasificaciones de los
delincuentes no fueron uniforme, y al contrario, fue diversa y discutida. Por ejemplo,
para Ferri la clasificación de Von Liszt se habría basado sólo en un criterio descriptivo,
mientras lo importante era una clasificación apoyada en un criterio genético. Para Ferri
los delincuentes deben clasificarse de la siguiente manera: delincuentes natos o
instintivos, o por tendencia genética; delincuentes locos; delincuentes habituales;
delincuentes ocasionales; y, delincuentes pasionales.
Según las teorías la unión o eclécticas, las penas son legítimas cuando reprimen y
previenen delitos futuros al mismo tiempo. Este tercer grupo de “teorías” de la pena
tratan de combinar los principios legitimantes de las teorías absolutas y de las relativas,
en una teoría unificadora. Si por un lado las teorías absolutas ponen énfasis en la
represión, al considerar que la pena es legítima, cuando es la retribución del mal
causado por el delito; y por otro lado, las teorías relativas ponen énfasis en la utilidad, al
considerar que la pena es legítima en la medida de que con su aplicación, se obtenga un
determinado fin, sea éste, la prevención general o la prevención especial; las teorías de
la unión, procuran legitimar la pena en su capacidad de reprimir y prevenir, al mismo
tiempo. En la actualidad, los tratadistas han optado por trabajar con una serie de
criterios legitimantes de la pena en distintos momentos de su dinámica: en el momento
de la amenaza, de la aplicación, y de la ejecución. En este sentido, Claus Roxin ha
propuesto una concepción dialéctica de la pena: en el momento de la amenaza, el fin de
la pena es la prevención general; en el momento de la determinación de la pena, los
fines preventivos son limitados por la medida de la gravedad de la culpabilidad, por la
justicia; y en el momento de la ejecución de la pena, adquieren preponderancia los fines
resocializadores, de prevención especial.
Por una parte, el primer iniciso del artículo 52 ídem, al expresar que uno de los
fines de las penas es “el desarrollo progresivo de los derechos y capacidades de la
persona con condena”, está reconociendo que las penas tienen como fin rehabilitar o
preparar al individuo condenado para reinsertarlo en sociedad. Por otra parte, el segundo
inciso del artículo 52 ídem, expresamente prohíbe que las penas tengan como fin el
aislamiento y la neutralización de las personas como seres sociales, como en el caso de
la cadena perpetua sin posibilidad de revisión o revocatoria, y la pena de muerte.