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Heráclito
Heráclito
(Éfeso, hoy desaparecida, actual Turquía, h. 540 a.C. - h. 470 a.C.) Filósofo
griego. Desde sus orígenes y a lo largo del periodo cosmológico, anterior al
periodo antropológico que iniciaría Sócrates, el pensamiento griego se orientó
hacia la búsqueda de un principio constitutivo (arché o arjé) común a la
pluralidad de seres de la naturaleza. Así, en la escuela milesia se tendió a
ver tal principio en una sustancia material (el agua en Tales de Mileto, el aire
en Anaxímenes); en la de Pitágoras, en un principio formal (el número o ley
numérica).
Pero a caballo entre los siglos V y V a.C., las escuelas de Elea y de Éfeso
trataron la cuestión desde una perspectiva más amplia al plantear
concepciones sobre la totalidad de lo existente que resultaron antagónicas.
Para Parménides de Elea, el ser o lo existente es uno e inmutable; para
Heráclito de Éfeso, en cambio, la realidad es puro cambio e incesante
devenir («No te bañarás dos veces en el mismo río»). En esta antinomia
clásica de la filosofía griega, que se revelaría extremadamente fructífera, se
ha visto el origen tanto de la metafísica como de la dialéctica.
Biografía
Muy poco se sabe de la biografía de Heráclito de Éfeso, apodado el
Oscuro por el carácter enigmático que revistió a menudo su estilo, como
testimonia un buen número de los fragmentos conservados de sus
enseñanzas. El desprecio de Heráclito por el común de los mortales
concordaría con sus orígenes, pues parece cierto que procedía de una
antigua familia aristocrática, así como que sus ideas políticas fueron
contrarias a la democracia de corte ateniense y formó, quizá, parte del
reducido grupo, integrado por nobles principalmente, que simpatizaba con
el rey persa Darío I el Grande, a cuyos dominios pertenecía Éfeso por
entonces, contra la voluntad de la mayoría de sus ciudadanos.
La filosofía de Heráclito
A tenor de lo que se desprende de los diversos fragmentos, Heráclito
explicó la práctica totalidad de los fenómenos naturales atribuyendo al
fuego el papel de constituyente común a todas las cosas y causa de todos
los cambios que se producen en la naturaleza. La cosas nacen del fuego por
la vía descendente (fuego, aire, agua, tierra) y vuelven a él por la
ascendente (tierra, agua, aire, fuego). La importancia que concedió a la
afirmación de que todo está expuesto a un cambio y un flujo incesantes
(«Todo fluye y nada permanece») seguramente fue exagerada por Platón,
quien contribuyó de manera decisiva a forjar la imagen del filósofo efesio.
Frente a la armonía del cosmos pitagórico y la inmutabilidad del ser
de Parménides, Heráclito concibió un universo en perpetuo devenir. El motor
de esa eterna mutabilidad es la oposición de los contrarios; tal oposición es
causa del devenir de las cosas y, al mismo tiempo, su ley y principio; pero
los contrarios se ven conducidos a síntesis armónicas por el logos,
proporción o medida común a todo, principio normativo del universo y del
hombre que, en varios aspectos, resulta coextensivo con el elemento
cósmico primordial, el fuego, por lo que algunas interpretaciones los
identifican.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). . En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en
línea. Barcelona (España). Recuperado de el 8 de julio de 2021.