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Aspectos históricos que dan origen a la neuropsicología

La gestación de la neuropsicología se enmarca con un hito importante, mismo que


comparte con el surgimiento de las neurociencias, el problema de la localización de
funciones. 

La hipótesis del Cerebro y el Corazón

Pero... ¿Por dónde comenzar?, desde dónde comenzar a rememorar cómo es que el
sistema nervioso se ha anclado de algún modo u otro al comportamiento humano...

Los primeros intentos para sentar las bases del conocimiento sobre la reciprocidad
entre cerebro y comportamiento los encontramos en el antigüo Egipto. Los egipcios
fueron los primeros en realizar estudios incipientes sobre trastornos neurológicos y su
relación con el comportamiento. Además de ser en esta cultura donde se localizan las
primeras trepanaciones de cráneo conocidas.
En aquellas épocas había órganos que se identificaban como el centro de los
sentimientos y de los pensamientos, sin embargo, el cerebro no era este centro, de
acuerdo con las creencias mágico-religiosas, sino que se relacionaban con otros
órganos, como: el corazón, el hígado, los riñones, etcétera; inclusive, los egipcios
realizaban una serie de vacijas y de urnas, a partir de toda una tradición religiosa
acompañada de la creencia de que estos órganos "centros" contenían los entes
vitales,  por lo cual, durante la preparación de los cuerpos inhertes extraían y
depositaban estos órganos en las vacijas o urnas, que eran posteriormente, a su vez
colocadas en las tumbas, dándoles por lo tanto una "preparación especial" y una
importancia especial.
No obstante, para entonces y desde estas creencias mágico-religiosas, el cerebro no
era un órgano donde localizaran, como hoy lo podemos apreciar, ninguna función
psicológica, ninguna sustancia vital, el cerebro simplemente era el "lugar" donde se
encontraban los "espíritus", en particular los "malos espíritus", por lo cual, cuando
preparaban los cuerpos realizaban las trepanaciones a los cráneos para extraer la
materia gris, propiamente el cerebro.
Hoy se sabe que cuando una persona muere, el cerebro rápidamente adquiere una
baja densidad, y eso hace que se convierta en una masa gelatinosa que puede ser
fácilmente extraída. Por lo tanto, la trepanación servía para extraer y deshechar al
órgano que albergaba los malos espíritus.
No obstante, a pesar de que el cerebro no adquiría para los egipcios el mismo
significado, el mismo simbolismo, en relación con los otros órganos que contenían a
los entes vitales, finalmente, el hecho de que para ellos fuera un órgano que contenía a
los malos espíritus ya le daba un sentido de importancia al cerebro.
Sin embargo, y a pesar de lo anterior, es también en el antiguo Egipto donde se
localiza la fuente del registro más antiguo de la observación de la relación entre
cerebro y conducta, que data del segundo milenio antes de Cristo. Este es un papiro,
llamado Papiro de Smith. En él se relatan las observaciones de la gente estudiosa de
aquella época, se describen los registros de personas que habían sido afectadas del
cerebro por algún trauma o enfermedad y se relatan las manifestaciones conductuales
o comportamentales que hallaban y relacionaban con las afectaciones. Lo cual viene a
resaltar la relación entre cerebro y conducta que incipientemente se observaba desde
entonces.

Aspectos históricos...

Como ustedes saben, en nuestra cultura occidental, mucho del bagaje cultural-
científico e ideológico egipcio es retomado por los griegos, y lo que ya se observaba
sobre la relación entre el cerebro y conducta también es recuperado por los
pensadores, observadores, estudiosos y conocedores de la anatomía y fisiología del
cuerpo humano.
Para el siglo IV a. C. Alcmeón de Crotona (filósofo dualista) propone al cerebro como el
lugar del "asiento del alma". Entendiéndose el alma como la sustancia que daba "vida".
Es importante que consideren desde qué posturas filosóficas y por lo tanto
ideológicas, los antigüos pensadores argumentaban lo que hoy día conocemos como
la relación entre cerebro y conducta, porque estas visiones nos permiten reconocer no
sólo cómo se conecptualizaba a lo que actualmente llamamos comportamiento y
funciones psicológicas superiores, y la manera en que fueron cambiando las visiones
de nuestro objeto de estudio, sino también porque a partir de dichas concepciones se
apuntaló el estudio de las mismas y su relación con un ente material, el cerebro...
En particular Alcmeón de Crotona ubicaba cercano a nuestro objeto de estudio,  al
"alma".
No obstante, había pensadores que tenían una percepción distinta. Empédocles, otro
filósofo, afirmaba en ese mismo tiempo, durante el siglo V a. C. que no era el cerebro
el asiento del "alma", sino el corazón.
Esta contienda permanece durante varios años. Para el siglo IV a. C. es Platón quien
viene decir, en concordancia con Alcmeón de Crotona, que en la "cabeza se alojaba el
alma". Esta idea de Platón estaba relacionada con el hecho de que si la cabeza era la
parte más alta del cuerpo, estaba entonces por lo tanto más cerca de los cielos y así de
los dioses, quienes otorgaban al hombre las capacidades relacionadas con el
pensamiento, con la percepción, con las emociones, etcétera, capacidades que
distinguían al ser humano de los animales y si alguien era responsable de haber
otorgado al hombre estas capacidades eran los dioses.
Empero, durante esa época se creía también que el cerebro servía para "enfriar la
sangre" y que el corazón contenía los pensamientos y las emociones, por lo cual, la
"razón", era lo único que se podía ubicar en la cabeza. Este planteamiento surge a
partir de las primeras ideas relacionadas con los "temperamentos". De ahí que el
enfriamiento de la sangre en el cerebro permitía que el hombre actuara con razón, con
cierta consciencia. El máximo exponente de esta idea, que además destacaba la
interacción entre la razón y las emociones fue Aristóteles.
Y es así, como surgen y permanecen por siglos, las dos hipótesis en relación con la
localización de las funciones mentales: la de su localización en el cerebro, a la cual le
llamaban hipótesis del cerebro, y la idea de que se alojaban en el corazón, a la cual
denominaron hipótesis cardiaca.

Escucha por favor la siguiente cita de Hipócrates, para que tengas una mejor idea del
pensamiento de la época y sobre todo, de la hipótesis cerebral.

Durante el siglo I d. C. Claudio Galeno, medico griego, desarrolló trabajos como


anatomista, fisiólogo, patólogo y terapeuta. Su principal aportación en la dilucidación
sobre la relación entre el comportamiento y el sistema nervioso es el principio de la
existencia del "pneuma", el principio de la vida. 
Consideraba que éste se mezclaba primeramente con la sangre de los pulmones,
pasando por lo corazón, el cual lo distribuía por todo los órganos y tejidos hasta llegar
al cerebro. Transformándose del pneuma vita al pneuma psíquico, una especie de
"espíritu", siendo dicho fluido espiritual el sutrato material de los fenómenos
psíquicos. 
Más tarde y a partir de esta concepción del pneuma es el mismo Galeno el que
formula la llamada hipótesis ventricular. Para Galeno el fluido cerebro espinal, hoy
llamado líquido cefalorraquídeo, encontrado en las cavidades ventriculares y en el
conducto medular, contenía las funciones psíquicas, que para entonces se
circunscribieron por primera vez en: Percepción, memoria y pensamiento.
Por otro lado, durante el siglo IV d. C. y a partir de los planteamientos de Galeno, es
Nemesio, quien asigna los procesos psíquicos: percepción (cellula phantastica),
memoria y pensamiento a los ventrículos que para entonces eran llamados, primer
ventrículo, tercer ventrículo y cuarto ventrículo.
Asignando al primer ventrículo como responsable de la percepción, al segundo como
responsable del razonamiento y al tercero de la memoria.
En la actualidad, aquello que se nombraba como primer ventrículo se le conoce como
los ventrículos laterales, y al tercero y cuarto tal como los describían, cavidades que
efectivamente, continenen líquido cefalorraquídeo. Obsérvese la diferencia entre la
representación esquemática que se tenía de los mismos durante el siglo IV y la actual
representación.

 Al parecer, una de las aportaciones más importantes de Galeno y Nemesio fue
reconocer de manera incipiente la existencia de los ventrículos cerebrales, hoy en día
sabemos que en ellos no se alojan las funciones psicológicas superiores, pero para la
época fue un gran avance, con sus planteamientos, la idea de que el corazón alojaba a
las funciones psíquicas del hombre comenzaba a quedar completamente atrás.
Naturalmente, este es el primer intento por ver al cerebro como sustrato directo de lo
que actualmente se denomina funciones psicológicas básicas, y es por tanto, el
germen de las teorías localizacionistas.
Las ideas relacionadas con la hipótesis ventricular, permanecieron durante 15 siglos.
Muchos comportamientos elementales fueron explicados a través de ella, la imagen
que observaron en la página anterior realizada por Leonardo Da Vinci da cuenta de su
importancia y de cómo se continuó creyendo durante todo este tiempo que los
ventrículos cerebrales alojaban el fluido responsable de los fenónmenos psíquicos del
hombre.
Mientras tanto, durante el Medioevo, la enfermedad mental fue interpretada  como
una acción de los demonios sobre la víctima. La santa inquisición redacto incluso
libros, entre ellos, el más celebre: El Malleus Malificarum (el martillo de las brujas,
publicado en 1486), llevó a la hoguera a miles de víctimas que hoy podrían
denominarse histéricos o epilépticos.
Naturalmente, durante esta época el clíma intelectual estaba dominado por la iglesia y
la indagación sobre la función del cerebro como generador de procesos psicológicos
no sólo era impensable sino sumamente riesgoso para los estudiosos de ese tiempo.
No obstante, durante los siglos XIV y XVI, se produjo la gran transformación cultural
conocida como Renacimiento, y aunque en sus inicios este término tuvo un origen
religioso, es apartir del siglo XV que da cuenta de una renovación moral, política e
intelectual tras la recuperación de los valores heredados de la cultura grecorromana.
Las manifestaciones fundamentales del renacimiento fueron el humanismo, la
transformación de las concepciones políticas, religiosas y el resurgimiento del interés
por la indagación directa de la naturaleza y del hombre en particular. Por lo cual, es
durante este periodo que se sientan las bases de las ciencias contemporáneas al
reconocerse al método como el rasgo distintivo de la actividad investigativa.
Dicho legado lo debemos a Galileo Galilei, quien afirmó al método experimental,
como máximo criterio de verdad aplicable a la investigación científica.
Bajo este contexto, el cerebro comenzó a estudiarse de nuevo como un posible centro
de control de la actividad humana. El número de estudios fue innumerable, pero la
mayoría fueron infructuosos, no obstante, crearon el ambiente intelectual que
posibilitó el surgimiento de posteriores y decisivas investigaciones al respecto.
Es Andreas Vesalius, anatomista, quién en el siglo XVI d. C. rechaza algunos errores
anatómicos presentes en la obra de Galeno, tras diseccionar sistemáticamente el
cuerpo humano, argumentó que no era en los ventrículos cerebrales donde se
alojaban los procesos psíquicos, sino en los nervios del tejido cerebral. No obstante
persistió en la idea de que el sustrato de los procesos psicológicos eran los espíritus
animales (pneumas psíquicos), que fluían ya no por los ventrículos, sino por los
nervios.
Por otro lado, durante el siglo XVII, las ideas del filósofo, matemático y físico, René
Descartes, marcan el inicio de la Edad Moderna en la evolución de las concepciones de
las relaciones entre el cuerpo y la mente. Consideraba al cuerpo una máquina, a partir
de su conocimiento de la naturaleza involuntaria de la acción refleja, siendo capaz de
explicar fenómenos tales como el acto del parpadeo.
Pero... a pesar de ello, continuaba pensando que los músculos se movían en virtud de
infusiones de espíritus animales, espíritus minúsculos que se movían muy rápido, como
partículas de fuego.
Su principal contribución en este terreno fue considerar al cuerpo como una máquina,
siendo la mente una parte que interactuaba con ella, que como tal, estaba sujeta a las
mismas leyes físicas que el resto de la naturaleza.
Con el dualismo de Descartes, se inicia el problema mente-cuerpo. Sin embargo, desde
esta perspectiva, el problema de la localización de funciones dejaba de cobrar
relevancia, dado que la mente de Descartes no era divisible y ni material.
Empero, el siglo XVII vio el surgimiento de interesantes experimentos que coadyuvaron
a que la teoría de los nervios transportadores de espíritus fuera perdiendo terreno
gradualmente.
Localizacionismo y Antilocalizacionismo

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, una vez que se sepultó casi en su
totalidad la idea de que los impulsos nerviosos eran producidos por fluidos o
por espíritus, surgen dos personajes que con sus investigaciones sentaron las bases de
lo que hoy se conoce como antilocalizacionismo: Josef Gall y Johann Spurzheim,
principales representantes de la teoría frenológica.

A través de sus estudios identificaron 27 facultades humanas básicas, las cuales fueron
asociadas con centros o lugares cerebrales particulares a partir de la medición del
cráneo, es decir, creían que las prominencias o depresiones craneales, se asociaban
con un mayor o menor desarrollo del tejido cerebral subyacente y que éste era
responsable a su vez de una facultad o habilidad, tal como la recitación de poesía.
Se dice que tanto Gall como Spurzheim sentaron las bases de la postura
localizacionista debido a que claramente mostraron la intención no sólo de asociar las
facultades mentales que entonces se reconocían en el cerebro, sino en áreas
específicas del mismo.
En contraparte, Jean-Pierre Fluorens, detractor de la teoría de Gall y pionero de la
postura antilocalizacionista, argumentó la equipotencialidad de la corteza cerebral.
Realizó extensas lesiones cerebrales en diversas especies de aves y pasado un tiempo,
observó que había una recuperación del comportamiento que se había visto afectado
por la lesión provocada, por lo que llegó a la conclusión de que la corteza cerebral
actuaba como un todo homogéneo, ya que a pesar de la lesión se recuperaba el
comportamiento que había sido afectado.
Estos hechos probados empíricamente, además de las condiciones político-religiosas
que apoyaban los argumentos de Fluorens, hicieron que la postura localizacionista
quedara durante algunos años fuera de la contienda científica (Yáñez, 2008).
Para el año de 1825, Jean Baptiste Bouillaud, presentó ante la comunidad científica de
la época una serie de casos clínicos de pérdida del habla que tenían en común lesiones
frontales, pero su trabajo fue ignorado.Sin embargo, con él comienza nuevamente la
pugna por posicionar nuevamente al localizacionismo.
Contemporáneo a Bouillaud, MarcDax notó y dio cuenta de la asociación que existía
entre el daño al hemisferio izquierdo y la aparición de hemiplejia derecha (parálisis de
la mitad del cuerpo) y afasia (Trastorno que impide la articulación del lenguaje) en
cuarenta pacientes. Afortuandamente su escrito fue publicado en 1836.
Pese al hecho anterior, de acuerdo con Feinberg y Farah (2000, cit. en: Yáñez, 2005),
fue hasta eñ año de 1861 que nuevamente se reconoce a la postura localizacionista. En
este año, en la Sociedad Antropológica de París se presentó Ernest Aubertin (yerno de
Bouillaud), el cual describió el caso de un paciente, quien durante una cirugía cerebral
(para remover el hueso frontal), al ser tocado con una espátula en los lóbulos
anteriores (frontales), tuvo cese del habla sin pérdida de conciencia. 
No obstante, y aún cuando se contaba con la evidencia de los investigadores
mencionados, respecto a la comprensión de la localización de funciones, muchos
autores señalan a Paul Broca como el iniciador y quien consolida la visión o postura
localizacionista.
Broca, durante el año de 1861 llevó a cabo los primeros intentos de correlaciones
clínico-patológicas y presentó nuevamente, ante la Sociedad Antropológica de París el
caso de un paciente con pérdida del lenguaje oral (articulación). Durante la autopsia,
detectó una lesión en el tercio posterior de la circunvolución frontal inferior del
hemisferio izquierdo. Estos hallazgos, junto con otros, le permitió inferir y exponer que
el lenguaje articulado se localizaba en un área del cerebro perfectamente demarcada, a
la que hoy se le conoce como el área de Broca.
De acuardo con Luria (1977, cit. en: Yáñez, 2005), la propuesta de Paul Broca se
considera prototípica de la postura localizacionista, ya que enfatiza en la posibilidad de
la localización directa de los procesos mentales complejos en áreas circunscritas de la
corteza cerebral.
Sus aportaciones tienen importancia debido a que:
1. Se reconoce la localización de una función mental compleja en una zona específica
de la corteza cerebral
2. La localización descansa sobre la base de una correlación con hechos clínicos
3. Muestra la diferencia entre las funciones de los hemisferios cerebrales (izquierdo y
derecho), e identifica claramente al hemisferio izquierdo como responsable de
funciones del lenguaje
4. Innova con el método de análisis clínico-patológico (Hace una descripción
minuciosa de los síntomas de su paciente y los relaciona con hallazgos patológicos).
Los trabajos de Broca, dieron lugar a otra serie de investigaciones; una de las más
importantes fue la de Carl Wernicke, quien demostró que las lesiones de la porción
posterior de la región temporal superior producían un tipo de afasia en donde la
compresión del lenguaje oral se ve deficitaria (afasia de Wernicke). Asimismo, supuso
que este centro se conectaba con el área de Broca (articulación del lenguaje) a través
de una comisura cerebral (fascículo arqueado), el cual podía desconectar a ambas
áreas. Así, propuso también lo que hoy se conoce como afasia de conducción.
Posteriormente, Bastian, Wernicke y Lichtheim demostraron que conductas complejas,
como el lenguaje oral, podían ser fraccionadas en componentes modulares, por lo cual
desarrollaron modelos de procesamiento de la información, para entender cómo los
distintos componentes interactúan para producir el habla (Yáñez, 2005).
Localizacionismo y Antilocalizacionismo

Pero si bien las investigaciones de los localizacionistas hicieron cobrar auge a esta postura,
los antilocalizacionistas, no se quedaron atrás. Pronto se sumaron estudios que
corroboraban la idea de que las alteraciones en un comportamiento complejo, no podía
atribuirse a lesiones determinadas en áreas del cerebro y que el grado de altración estaba en
proporción con el tejido del cerebro eliminado, incluso, argumentaban que las diferentes
áreas de la corteza eran equivalentes.

Entre los principales antilocalizacionistas se encuentran: J. Hughlings Jackson, H. Head, K.


Goldstein y K. Lashley.

Jackson (1878), hipotetizó que las funciones complejas tenían una organización vertical, las
cuales se representaban primeramente en un nivel "inferior", en la médula espinal o en el
tronco cerebral; luego aparece representada otra vez (re-representada) a nivel medio, en los
sistemas motores o sensoriales y volvía a re-re-representarse a un nivel superior, en lo
lóbulos frontales del cerebro. De modo que cada función del sistema nervioso no era el
resultado del trabajo de un grupo de neuronas circunscritas, sino de un todo
jerárquicamente organizado y dinámico - interactivo. De modo que, la localización del
síntoma, o la pérdida de una u otra función, de ninguna manera podía ser identificada con la
localización de una lesión, por lo cual sólo las lesiones, pero no las funciones, eran
localizables en el cerebro.

De la misma manera, tanto Head, como Goldstein, argumentaron y continuaron


afianzando la idea antilocalizacionista de las funciones mentales.

A Goldstein se le debe, la demostración de fenómenos, tales como el hecho de que la


"periferia" de la corteza conserva el principio de localización en su estructura, mientras
que la "parte central" de la corteza es equipotencial.

Lashley, por su parte, a través de estudios con ratas, concluyó que las alteraciones en la
conducta no podían atribuirse a lesiones en distintas áreas del cerebro, sino que el
grado de alteración estaba en relación directa con la masa de cerebro eliminada;
empero, también concluía que con respecto a las funciones complejas, las áreas
corticales de los hemisferios cerebrales eran equivalentes (Luria, 1977, cit. en: Yáñez,
2005).

Según Luria (1977, cit. en: Yáñez, 2005), tanto la postura localizacionista como la
antilocalizacionista aportaron al desarrollo de la teoría científica de la organización
funcional de la corteza cerebral. 

Sus aportaciones fueron:

A. Localizacionistas:

1. Descubrieron áreas que tienen un valor específico para el desarrollo y


funcionamiento de diferente formas de actividad psíquica, por ejemplo, el lenguaje.

2. Elaboraron los conceptos pioneros acerca del trabajo diferenciado del cerebro.

B. Antilocalizacionistas:

1. Demostraron la tesis de la elevada plasticidad cerebral, la capacidad del substrato


cerebral para el reestablecimiento de funciones

2. Promovieron la idea de la organización jerárquica de las funciones.

Posturas teóricas recientes acerca de la localización de funciones


Las posturas localizacionista y antilocalizacionista, fueron con los años sustituídas,
debido a que ninguna de las dos podía explicar con claridad la complejidad de la
relación entre el comportamiento o los fenómenos psicológicos y el cerebro.
Una alternativa a ambas visiones es la de Alexander Luria, padre de la neuropsicología
como disciplina científica.
Sus planteamientos derivan de observaciones de pacientes con daño en las funciones
mentales, durante la segunda guerra mundial y la posguerra.
Su principal contribución y sobre la cual se sostiene su postura teórica es el concepto
de Sistema Funcional Complejo.
Este concepto hace alusión a que las funciones mentales o psicológicas, como la
memoria, el lenguaje, las gnosias, etcétera, no son producto directo de un grupo de
células, por lo cual no pueden ser localizadas en áreas restringidas del cerebro, o en
grupos celulares aislados, sino que están organizadas en sistemas de zonas cerebrales
que trabajan concertadamente, cada una de las cuales lleva a cabo un papel dentro del
sistema funcional complejo, por lo que pueden estar situadas en áreas del cerebro
diferentes y, a menudo, distantes entre sí (Luria, 1974, cit. en: Yáñez, 2005).
Una de las características intrínsecas de este sistema funcional complejo es que se trata
de un sistema dinámico, cambian durante el desarrollo de un individuo.
Ahora bien, si se piensa que la actividad mental es un sistema funcional complejo, la
lesión de cada una, o de alguna de las áreas participantes en el sistema puede
conducir a la desintegración de todo el sistema funcional, es decir, de una función
mental. De ahí que para Luria, la pérdida de una función en particular o síntoma; por
ejemplo, el almacenamiento de información en la memoria, no puede relacionarse con
una localización de un área en particular.
Así, el objetivo de su postura, no es localizar los procesos psicológicos superiores en
áreas específicas del cerebro, sino averiguar, mediante un análisis cuidadoso, qué
grupos de zonas de trabajo concertado del cerebro, son responsables de la ejecución
de la actividad mental compleja (en este caso, de la memoria); qué contribución aporta
cada una de estas zonas o áreas al sistema funcional complejo, y cómo cambia la
relación entre estas partes de trabajo concertado en la realización de la actividad
mental durante las etapas del desarrollo.
El método de esta postura teórica consiste en estudiar la estructura de los defectos
observados y cualificar los síntomas, con el fin de identificar el factor (la función
propia de una o otra estructura cerebral) que yace al síntoma, para extraer
conclusiones relacionadas con la localización del foco. Se parte de que la localización
de un foco o de una área, no siempre coincide con la localización de una función,
como un todo.
Por lo anterior, desde esta postura lo importante no es saber si un paciente puede o
no realizar una prueba o tarea, sino reconocer el tipo de error que produce el paciente
y de qué forma éste repercute en otras habilidades cognitivas o mentales, a esto se le
conoce como la cualificación del síntoma.
La cualificación del síntoma, es el primer paso del análisis de los procesos mentales; el
segundo es la descripción del complejo sintomático, es decir, del resto de los
síntomas o cambios en el comportamiento producidos por una lesión, los cuales
pueden alterar o deficitar más de una función.
Este análisis se basa en el hecho de que cada área cerebral que está implicada en un
sistema funcional implica un factor particular escencial del sistema y su exclusión hace
imposible la actividad normal de ese sistema.
De ahí que se piense que un sistema funcional puede ser alterado por la lesión de un
gran número de zonas, y también por lesiones que afectan áreas de diferente
localización.
Por ello, el neuropsicólogo, con esta perspectiva, debe conocer qué factores están
involucrados en una actividad mental particular o sistema funcional complejo, y qué
estructuras cerebrales constituyen su base neuronal.
Entre los principios importantes de esta perspectiva teórica neuropsicológica y de su
método, se encuentra el de la doble disociación de la función, el cual se desprende de
evidencia empírica que demuestra que todo foco patológico local, es decir, que
aparece en una región concreta de la corteza cerebral, altera la correcta realización de
algunos procesos psicológicos, mientras que deja a otros intactos, por ejemplo, una
lesión en una área específica puede alterar las capacidades de denominación,
repetición y articulación del habla, pero esa lesión, puede permitir que la comprensión
del lenguaje oral esté intacta.
Para Luria, el uso correcto del método del análisis sindrómico sólo es posible si no se
intenta buscar la localización directa de los procesos mentales o psicológicos en el
cerebro, y si esta idea se reemplaza por el análisis de cómo es alterada la actividad
mental en diferentes lesiones del cerebro y qué factores son introducidos dentro de la
estructura y formas complejas de actividad mental por cada sistema cerebral (Yáñez,
2005).

El concepto de redes neurales

Más allá de las visiones y neovisiones Lurianas, actualmente una postura que mantiene los
principios básicos de Luria es la conceptualización de Mesulam, relacionada con la
organización de las funciones cognitivas, mentales o psicológicas, quien propone que éstas
se organizan en redes, por lo cual postula:
1. Los componentes de una sola función compleja, por ejemplo la memoria, están
representados en distintos lugares de la corteza cerebral pero éstos están interconectados,
por lo que constituyen una red integrada para la función.

2. Las áreas corticales individuales contienen el substrato nervioso para componentes de


diversas funciones complejas y pueden, pertenecer a varias redes parcialmente
superpuestas.

3. Por lo anterior, las lesiones confinadas en una sola zona cortical tienen la probabilidad de
dar lugar a múltiples déficits.

4. Las alteraciones graves y duraderas de una función compleja individual, involucran


regularmente, la afectación de varios componentes de la red funcional que la sostiene.

5. La misma función completa puede alterarse como consecuencia de una lesión en una o
varias áreas corticales, cada una de las cuales es un componente que forma parte de la red
integrada para la función.

Estimado alumno, te invito a ver el siguiente vídeo, en el cual podrás observar más de
cerca una postura semejante a la de Mesulam para el estudio de la memoria, espero
sea de tu agrado (Te aclaro que no es necesario que comprendas el tema que se
expone a la perfección, ya habrá tiempo para hacerlo en el siguiente módulo, lo que
importa es comprender la postura)

La neuropsicología cognitiva...

Surge de la fusión de la Psicología Cognitiva y la neuropsicología tradicional o de Luria.

La fusión ha conducido a una manera distinta de conceptualizar las funciones


cognoscitivas, también llamadas cognitivas, mentales o psicológicas. Además de
renovar la forma de hacer neuropsicología clínica (campo aplicado de la
neuropsicología que posibilita el diagnóstico y la rehabilitación de funciones
mentales); en los métodos de investigación e incluso en las neurociencias cognitivas.

El concepto de Disociación de funciones hace referencia a que dos funciones


aparantemente emparentadas pueden estar disociadas tanto funcional como
anatómicamente. Por ejemplo, imagina que una persona, después de haber recibido
un traumatismo craneoencefálico severo, no es capaz de leer palabras reales, como
"amigo", pero puede leer pseudopalabras (una pseudopalabra es una palabra que no
existe en el léxico de la lengua que se domina, pero los grafemas están integrados
como si lo fuese), como "sindilapo".

Este hecho muestra una disociación o discrepancia funcional, lo que indica que ambos
tipos de lectura son independientes entre sí. Lo cual es un hallazgo importante, desde
el punto de vista neuropsicológico, cuando se estudia el lenguaje. Sin embargo, este
hallazgo no estaría completo y no se corroboraría si no se presentara una Doble
Disociación de función.

La Doble Disociación de función se presenta cuando se encuentra una segunda


persona que tras una lesión cerebral es capaz de leer una palabra real, pero no puede
leer una pseudopalabra. Con este segundo hecho, se confirma entonces la
independencia de ambas funciones (leer palabras y pseudopalabras).

Al confirmarse una doble disociación o la independencia de funciones, o  para explicar


mejor, de subfunciones de una función mayor (el lenguaje), se ha podido hipotetizar,
desde la neuropsicología cognitiva, que las grandes funciones mentales están
organizadas en módulos independientes (elementos encargados de cierta función).

Así, desde esta postura se postula que la vida mental o cada una de las funciones
cognitivas son posibles gracias a la actividad de múltiples procesadores cognitivos o
módulos (Modularidad de funciones). Obviamente, cada módulo se ocupa de su
propia forma de procesamiento, de manera independiente (Yáñez, 2005). En este caso,
habría un módulo encargado de la capacidad para leer palabras y otro para leer
pseudopalabras)

Además, se cree que los modulos están sustentados de manera distinta en el cerebro,
de tal forma, que las lesiones cerebrales pueden afectar el funcionamiento de algunos
módulos, mientras dejan otros intactos; al corroborarse ésto junto con la
independencia funcional, hablaríamos de una disociación anatómica de la
representación de los módulos.
Diferencias entre los métodos de la Neuropsicología de Luria y la
Neuropsicología Cognitiva...

Los objetivos de la Neuropsicología Cognitiva, de acuerdo con Ellis y Young (1988, cit.
en Yáñez, 2005), son:
1. Explicar los patrones o las alteraciones de las funciones cognitivas afectadas o
intactas en personas con lesiones cerebrales en términos de la alteración de uno o más
módulos, a partir de una teoría o modelo del funcionamiento cognitivo de la función
cognitiva de la que se trate.

2. Extraer conclusiones sobre los procesos cognitivos intactos y normales a partir de


los patrones de habilidades afectadas e intactas observadas en pacientes con lesiones
cerebrales.

A esto se añade, de acuerdo con McCloskey (2001, cit. en: Yáñez, 2005):

3. Entender el funcionamiento y la estructura del sistema cognitivo normal.

4. Explorar la localización de funciones cognitivas en el cerebro.

5. Tener una mejor comprensión del déficit en sí mismo, como base para el
diagnóstico y el tratamiento.

A partir de lo anterior, se entiende que la neuropsicología cognitiva, no sólo busca


explicar los casos en el que un sistema cognitivo ha resultado alterado a consecuencia
de una lesión cerebral, sino también conocer cómo funciona en una persona normal.
Lo cual difiere de la neuropsicología de Luria, en la cual se pretende el estudio de
síndromes y su correlación con un sitio de lesión (Yáñez, 2005).

Los métodos actuales de la neuropsicología...

1. Método de lesión

El método de lesión es el más antiguo de todos, pues desde hace cientos de años, se
"aprovechaban" los casos en los que por diferentes circunstancias las personas
adquirían alguna lesión. Hoy día, los traumatismos craneoencefálicos, las
tumoraciones, infecciones, enfermedades neurodegenerativas, entre otras
circunstancias que afectan a distintas personas, siguen permitiéndo usar este método.

La diferencia es que ahora se cuentan con distintas teorías que permiten un abordaje
distinto y una concepción diferente de los hallazgos clínicos que se encuentran (qué es
lo que está intacto, qué es lo que está deficitario). Desde la postura de Luria por
ejemplo, al encontrarnos con una persona que ha tenido una lesión cerebral, el
objetivo consiste en encontrar el factor deficitario. Desde la neuropsicología cognitiva
la interpretación se hace a partir de encontrar los módulos alterados. 

Pero, independientemente de la teoría que se emplee, el objetivo del método de lesión


es predecir el patrón de alteración funcional a nivel cognitivo o conductual dado el
sitio de la lesión, y a la inversa, predecir el sitio de lesión a partir de la sintomatología
clínica. Las lesiones son un medio para apoyar o rechazar la teoría neuropsicológica
que hasta hoy impera, de ahí la importancia de este método.

Cuando se emplea el método de lesión es muy importante tener en cuenta que ante
los efectos de ésta, el tejido cerebral remanente puede reaccionar adversamente o
compensar la pérdida de la función, y con ello, añadir o minimizar los déficits, así que
puede ser difícil distinguir los efectos causados por una lesión. Por lo cual deben
tenerse en cuenta:

1. El efecto de recuperación; después de una lesión cerebral instalado agudamente,


como ocurre en un infarto cerebral, sobreviene un periodo posterior conocido como
recuperación espontánea. Normalmente ante un evento de este tipo, los déficits
funcionales que se logran observar  de manera inmediata y mediante un método como
éste pueden ser "gravosos" o maximizados, ya que ante una lesión aguda, el tejido
circundante al daño se "apaga" para protegerse, por lo cual el resultado puede ser
aparatoso; después de unas semanas la recuperación de algunas de las funciones
aparece, esto ocurre por la acción de mecanismos biológicos. Así que usando este
método debe tenerse muy en cuenta este factor para determinar claramente los
déficits reales.

2. Cambios compensatorios; cuando se presenta un déficit crónico, como ocurre en


enfermedades degenerativas como las demencias, se producen cambios funcionales
compensatorios, que "hacen parecer" que una función no está "tan" alterada. El
neuropsicólogo tiene que tener mucho cuidado con los cambios compensatorios, no
sólo para distinguirlos, sino para, nuevamente, dar cuenta de los déficits que se
presentan o que están desarrollándose.

3. El fenómeno de la diasquisis. Hace un momento mencionabamos que tras un daño


agudo y sopresivo, las áreas circundantes al daño real se "apagan" o se deprime la
actividad funcional con el objetivo de protegerse, a este fenómeno que implica
cambios fisiológicos reversibles se le conoce como diasquisis. Este fenómeno debe
tenerse en cuenta para el diagnóstico anatómico y funcional, para diferenciarlo de la
focalidad lesional y de los sitios en diasquisis.

4. Edad, sexo, escolaridad, estado de salud, etcétera, son otros de los factores o
variables que se deben tomar en cuenta para pronosticar la permanencia de
alteraciones funcionales, así como lo que se podría esperar a partir de la intervención
rehabilitatoria.

De esta forma, el método de lesión es insustituible como lo menciona Yáñez (2005), y


ha generado una gran cantidad de información que sostiene los conceptos y
perspectivas teóricas acerca de la relación entre cerebro y comportamiento.
2. Estudios Experimentales

La limitación principal del método de lesión es que es muy difícil encontrar individuos
con daños cerebrales y funcionales semejantes; además de que no pueden provocarse
lesiones en seres humanos. Pero esta limitación se subsana realizando estudios
experimentales en animales, en quienes se realizan lesiones con el objetivo de probar
una determinada función o elemento de una red funcional y su relación con una
determinada estructura.

A su vez, la limitación de este método, son las distancias filogenéticas entre especies,
de ahí que con estos estudios sólo puedan estudiarse las funciones más básicas o
funciones que despliegan los animales con los cuales se experimenta, y que son
parecidas en los seres humanos.

Sin embargo, los estudios experimentales también se realizan con seres humanos, pero
no para provocar una lesión, sino para conocer cómo se presentan funciones más
complejas como el lenguaje. En este caso, se valoran a través de condiciones
experimentales planeadas las funciones mentales, por ejemplo, si un investigador está
interesado en conocer cuál es la media de palabras que recuerdan a corto plazo
personas de determinada edad y escolaridad completamente normales, entonces
reclutará a su muestra, diseñará la tarea experimental mediante la cual se ponga en
marcha el recuerdo a corto plazo de palabras y llevará a cabo el experimento.

3. El método psicométrico

El método psicométrico en neuropsicología surge a partir de la incorporación de la tradición


del empleo de test o pruebas devenido de la psicología educativa y organizacional, con la
diferencia de que las pruebas que se emplean han sido creadas desde y para este ámbito.

En un inicio, la mayoría de los test o pruebas neuropsicológicas tenían un caracter "general" y


se empleaban para diagnosticar daño cerebral u organicidad (aproximación del test
singular). Es decir, se creía que mediante la aplicación de las pruebas surgidas en en esta
época se podía diagnosticar daño cerebral, ya que se creía que el daño cerebral se
manifestaba de forma unitaria, perdiendo cualquier tipo de habilidades. Un ejemplo de test de
esta época es el test gestáltico visomotor de Bender, el cual consiste en la reproducción de
una serie de figuras esquemáticas que se presentan visualmente, tras la reproducción (copia)
por parte de la persona, la calificación permitía inferir la existencia de daño cerebral, aún
cuando hoy se sabe que éste apenas permitía valorar algunas funciones mentales, pero no
todas en su totalidad.

La segunda etapa o estadio de los test es llamado batería de tests-especificación, el cual


está caracterizado por el uso de baterías de prueba que cubren un amplio rango de funciones.
Durante esta fase el énfasis era la detección y localización de lesiones cerebrales mediante la
aplicación de las pruebas que se crearon durante este periodo, sólo que para entonces, las
pruebas aún no estaban del todo apoyadas en las teorías neuropsicológicas que para
entonces estaban en construcción.

Más tarde surge la fase del estadio del perfil funcional de la evaluación neuropsicológica.
El énfasis se centra en especificar el defecto funcional a nivel conductual y cognitivo de
múltiples funciones mentales a través de pruebas estandarizadas y que se aplican en
condiciones clínicas. La meta es diferenciar entre las habillidades conservadas y alteradas
para planear el tratamiento a seguir.

El cuarto estadio es el que cumple con pruebas de validez ecológica. La meta es evaluar el
funcionamiento de un individuo para llevar a cabo tareas importantes de la vida diaria.

Estos últimos dos estadios son los que aún imperan, junto con la idea de aplicar test
individualizados y tareas de laboratorio que permitan poner a prueba en las personas los
modelos cognitivos ahora conocidos, así como el uso de versiones automatizadas (por
computadora), de algunas de las pruebas estandarizadas (Yáñez, 2005).

Ahora bien, es muy importante destacar que el método psicométrico es ampliamente usado en
la evaluación neuropsicológica, tanto a nivel experimental como clínico.

A continuación verás un ejemplo de una bateria de prueba neuropsicológica (conjunto de test),


así como un ejemplo de la aplicación de una prueba.

Los estudios de grupo y los estudios de caso...

Estimado alumno, como bien te has podido dar cuenta. La neuropsicología no sólo es
una ciencia aplicada, para el estudio clínico de pacientes con trastornos adquiridos o
que se gestan durante el neurodesarrollo, también hace investigación a nivel básico y
aplicado, con lo cual alimenta las teorías sobre las que se sostiene a través de los
propios estudios de personas con alguna afectación o en condiciones normales

Así que existen dos tipos de estudios mediante los cuales la neuropsicología corrobora
o refuta sus paradigmas y conceptos: los estudios de grupo y los estudios de caso.

Los estudios de grupo se conforman con base en los objetivos de estudio que los
neuropsicólogos se proponen, así que, dependiendo de éstos, es más o menos difícil
conformar los grupos de estudio, debido a que la muestra de sujetos deben cumplir
con ciertas características, por ejemplo, padecer un mismo tipo de afectación
funcional, o lesión (cuando son estudios clínicos), o contar con la misma edad, sexo,
escolaridad, nivel socioeconómico (cuando son estudios básicos). Sin embargo, y a
pesar de las dificultades intrínsecas, los estudios de grupo presentan una enorme
ventaja, la generalización de resultados.
Al constatar que ciertos hallazgos o características funcionales o estructurales, se
presentan repetidamente en un número importante de personas, los resultados se
generalizan, se extienden, alimentando con ello el conocimiento.

En contraposición se presentan los estudios de caso único, con ellos la generalización


es imposible; no obstante, al implicar el estudio detallado y la descripción detallada de
las características funcionales (comportamentales, cognitivas, emocionales), su
aportación es valiosísima. Anexo a que los estudios de caso exponen detalles
relevantes que normalmente se pierden durante los estudios de grupo.

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