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La minería es una de las actividades extractivas que produce más ingresos por
recaudación de canon minero en nuestro país, pero también es una de las más
contaminantes sino se respetan los estándares ambientales. Prueba de ello es la
ciudad de La Oroya, considerada la capital metalúrgica del Perú y Suramérica, cuya
planta inicio sus actividades en el año 1922, pasando desde una administración
privada a una nacional y nuevamente privatizada en el año 1997 por el gobierno de
Alberto Fujimori, entregando la concesión a manos de Doe Run Perú. Durante los
mas de 80 años de operación no se cumplieron los mínimos estándares de
protección ambiental y se ocasiono graves perjuicios a los suelos, aire sino también a
los pobladores de la oroya siendo la población infantil las más perjudicada debido a
las emisiones fugitivas de plomo y agentes cancerígenos como arsénico y cadmio.
En la actualidad es considerada una de las 10 ciudades más contaminadas del
mundo. Al respecto múltiples estudios, han permitido determinar altos niveles de
plomo en la sangre, que traen secuelas graves y daños irreversibles en la salud de la
población. Sin embargo, el poco interés del estado y el enfoque de la empresa en
salvaguardar su inversión han dejado a la población desprotegida y vulnerada en sus
derechos.
CAUSAS
A inicios del siglo pasado no existía una política de protección ambiental, por esta
razón en el año 1922 el crecimiento de la ciudad de La Oroya, consecuencia de la
instalación de la planta, se vió acompañado por la extensión de las actividades
mineras de la empresa, que hasta entonces se había limitado a la producción de
cobre. A partir de ese momento se empezó a producir plomo y veinte años más tarde
se ofrecían ya 22 tipos de metales. La empresa extendió y diversificó sus actividades
hasta 1968, año en que tuvo lugar el golpe de estado del General Juan Velasco
Alvarado. Entre el año 1968 y la fecha de la nacionalización en 1974, la empresa se
ocupó de buscar las mejores condiciones para su traspaso al Estado. El 1 de enero
de 1974 la empresa fue nacionalizada. Entre 1974 y 1997, la empresa pasó a manos
del Estado, con el nombre de "Centromín Perú", pero se detuvieron las prácticas
contaminantes de la etapa anterior. Las chimeneas continuaron expulsando sus
humos altamente contaminantes y los ríos Mantaro y Yaulí siguieron recibiendo los
vertidos de aguas sucias, repletos de desechos contaminantes, de modo que la
destrucción del medio ambiente siguió extendiéndose a los otros valles de la región.
En 1997 la empresa norteamericana "Doe Run Perú" compró el complejo metalúrgico
en aquel momento existía ya una gran sensibilización internacional y nacional hacia
la conservación del medio ambiente y hacia el respeto a la salud humana. De este
modo, aunque el contrato de venta se realizó a un precio muy bajo, se incluyó el
compromiso de la empresa a llevar a cabo un plan de modernización de las
instalaciones metalúrgicas y la adopción de nuevas tecnologías con el fin de
solucionar el problema de la contaminación.
EFECTOS
Los efectos se manifiestan en la contaminación del suelo y del aire, siendo los niños
la población mas afectada en la actualidad.
Por otro lado, síntomas y secuelas que sufren los niños. En primer lugar, el Plomo en
sangre produce el taponamiento de las arterias produciendo enfermedades como la
arterioesclerosis, insuficiencia vascular y cerebral, para profundizar más la crisis se
ha demostrado que el plomo se trasmite desde el embarazo, es decir los niños ya
nacen con alta concentración del metal en la sangre. Los síntomas más comunes
según testimonio de los pobladores de la Oroya son; Asma, , sangrado de oídos ,
dolor abdominal; como es el caso de “Dengel” un niño de 9 año 2006 tuvo una
concentración ded 65.8 ug/dl o como “Giovana” (6años de edad) en el 2007 su
examen arrojo 20ug/dl. y presenta descalcificación crónica, por esta razon sus
dientes se quiebran constantemente.
La DIGESA realizo estudios en el año 1999 a 346 niños que viven en diferentes
zonas de la ciudad de La Oroya y la mayor parte de las muestras arrojaron que
existían altas concentraciones de plomo en sangre, el 69% debía ser remitido a un
hospital, inclusive se encontró a 2 niños que superaban los 70 ug/dl y requerían de
“quelación”, es decir, debían ser sometidos a un tratamiento que se aplica via
intravenosa de minerales , vitaminas y aminoácidos, cuya misión es eliminar metales
pesados contaminantes alojados en la sangre, solo el 0.9% arrojo niveles menores al
10ug/dl. (fuente: “La Oroya, no puede esperar”. Anna Cederstav y Alberto
Barandiarán (2002).
CONCLUSION
BIBLIOGRAFIA
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