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Don Manuel Belgrano fue un hombre polifacético: abogado, economista político, funcionario
público, periodista, diplomático, pionero de la educación pública, militar, y con ello logro muchos
méritos más que lo dignificaron como uno de los Padres de la Patria.
Nació, como súbdito de un virreinato, el 3 de junio de 1770 y falleció el 20 de junio de 1820, pero,
por propia decisión y compromiso, como ciudadano libre de su Patria, en una República en
formación.
Inició su educación formal en el seno de una familia fraternal, que le dio tres de los dones que
toda persona debe recibir: un apellido, su identidad, una religión, el don precioso de la fe, que lo
hizo prójimo y trascendente; y una educación que lo constituyó como persona digna y servicial a su
sociedad.
Como soldado, debió primero sembrar, en las mentes y en los corazones de los ciudadanos, el
germen de la confianza y de la libertad, para luego poder completar la movilización y la instrucción
de piquetes de milicianos disminuidos, desorganizados, desarmados y, los más grave,
desmoralizados. Y los convirtió en ejércitos disciplinados y heroicos, hasta el sacrificio de su propia
vida.
Manuel Belgrano fue el primero en atreverse a crear un modelo de enseña patria "blanca y celeste
conforme a los colores de la escarapela nacional" que el mismo había inspirado, y de hacerla
bendecir, y de hacerla jurar por militares y civiles, y de presentarla en batalla como un símbolo de
independencia, de libertad y de soberanía política y popular, años antes del Congreso General
Constituyente en Tucumán.
Manuel Belgrano falleció con la dignidad de quienes lo dan "todo por la Patria". Murió en Gracia
de Dios con pensamientos y palabras de esperanza, agradeciéndole por la vida recibida y deseando
"solo haber sido un digno hijo de la Patria".
Eso fue nuestro Manuel Belgrano por eso, de pie frente a su historia, solo nos resta como
ciudadanos comprometidos con nuestro pasado, responsables de nuestro presente y esperanzados
en nuestro futuro, mantener vivo su legado y aprender a transmitir, en el lenguaje de las próximas
generaciones, los valores, virtudes y cualidades que forjaron su personalidad y guiaron su vida y
obra, convencidos que "Los hombres no se guiaran por preceptos abstractos de la razón pura;
necesitan ver encarnados ese Ideal en una Persona al que seguirán por la sola fascinación de su
ejemplo”