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¿QUÉ ES EL MARXISMO

ORTODOXO?

El marxismo ortodoxo no significa una adhesión sin crítica a los resultados de la


investigación de Marx, no significa un acto de «fe» en tal o cual tesis, ni tampoco la
exégesis de un libro «sagrado». La ortodoxia en cuestiones de marxismo se refiere, por el
contrarió y exclusivamente al método. Implica la convicción científica de que con el
marxismo dialéctico se ha encontrado el método de investigación justo, de que este método
sólo puede desarrollarse, perfeccionarse; porque todas las tentativas de superarlo o de
«mejorarlo» tuvieron y no pueden dejar de tener otro efecto, que hacerlo superficial, banal,
ecléctico.

La dialéctica materialista es una dialéctica revolucionaria, se trata aquí del problema de la


teoría y de la praxis, de investigar, tanto en la teoría como en la manera en que penetra a las
masas, esos momentos y esas determinaciones que hacen de la teoría, del método
dialéctico, el vehículo de la revolución; se trata de desarrollar la esencia práctica de la
teoría partiendo de la teoría y de la relación que establece con su objeto. Porque, sin eso, la
«captación de las masas» pudiera' ser una apariencia vacía
Marx expresa claramente las condiciones de posibilidad de esa relación entre la teoría y la
praxis: «No es suficiente que el pensamiento tienda hacia la realidad; también la realidad
debe tender hacia el pensamiento»; y en un escrito anterior, dice: «Entonces se verá que
desde hace mucho tiempo el mundo posee el sueño de una cosa de la cual basta tener
conciencia para poseerla realmente». Solamente semejante relación entre la conciencia y la
realidad hace posible la unidad entre la teoría y la praxis. Solamente cuando la toma de
conciencia implica el paso decisivo que el proceso histórico debe dar en dirección de su
término propio (término constituido por la voluntad humana, pero que no depende del libre
arbitrio humano ni es una invención del espíritu humano); solamente cuando la función
histórica de la teoría consista en hacer posible prácticamente ese paso, cuando el
conocimiento de sí misma signifique, para esa clase proletaria, al propio tiempo el
conocimiento correcto de toda la sociedad; es cuando se hace posible la unidad de la teoría
y la práctica, condición previa a la función revolucionaria de la teoría. Semejante situación
ha surgido con la aparición del proletariado en la historia. «Cuando el proletariado, dice
Marx, anuncia la disolución del orden tradicional.
La teoría que enuncia este hecho, no se liga a la revolución de una manera más o menos
contingente y por conexiones tortuosas y falsamente comprendidas; por su esencia, ella no
es más que la expresión pensada del proceso revolucionario mismo. Cada etapa de ese
proceso se fija en la teoría para hacerse así generalizable, comunicable, utilizada y
continuada.
El esclarecimiento de esa función de la teoría, abre al mismo tiempo la vía al conocimiento
de su esencia teórica: es decir, la vía al método de la dialéctica. Engels describe la
conceptualización del método dialéctico oponiéndola a la conceptualización «metafísica»
.Subraya con penetración el hecho de que, en el método dialéctico, la rigidez de los
conceptos (y de los objetos que les corresponden) se disuelve. Que la dialéctica es un
proceso constante de tránsito fluido de una determinación a otra, una permanente
superación de los contrarío. Pero el aspecto esencial de esa acción recíproca, la relación
dialéctica entre el sujeto y el objeto en el proceso de la historia, ni siquiera se menciona, y
menos aún se coloca en el centro (como debiera estar) de las consideraciones
metodológicas. Ahora bien, privado de esa determinación, el método-dialéctico (a pesar del
mantenimiento —puramente aparente, es cierto— de los conceptos «fluidos») deja de ser
un método revolucionario. La diferencia con la «metafísica» ya no se busca en el hecho de
que en todo estudio «metafísico» el objeto de estudio debe permanecer inalterable e
intocable. El problema se vuelve un asunto puramente «científico». El método puede ser
rechazado o aceptado, según el estado de la ciencia, sin que sufra el menor cambio la
actitud fundamental ante la realidad. Por eso toda tentativa de profundizar el método
dialéctico de una manera «crítica» conduce necesariamente a un achatamiento. En efecto, el
punto de partida metodológico de toda toma de posición crítica consiste justamente en la
separación entre el método y la realidad, entre el pensamiento y el ser; para esa toma de
posición, dicha separación es el progreso que le debe ser atribuido como un mérito en el
sentido de una ciencia de carácter auténticamente científico, es necesario separar la
dialéctica y el método del materialismo histórico si se quiere fundar una teoría consecuente
del oportunismo, de la «evolución» sin revolución del «tránsito natural» y sin lucha al
socialismo

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