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Harvard College Library


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FROM THE FUND

FOR A

PROFESSORSHIP OF
LATIN-AMERICAN HISTORY AND
ECONOMICS

ESTABLISHED 1913
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1/2 INFLUENCIA
DEL CRISTIANISMO
EN

EL DERECHO ROMANO
OBRA ESCRITA EN FRANCES

POR MR. TROPLONG ,


MINISTRO DEL TRIBUNAL DE CASSATION ,
OFICIAL DE LA LEGION DE HONOR , MIEMBRO DEL INSTITUTO ,
AUTOR DEL DERECHO CIVIL ESPLICADO

traducida

POR D. MANUEL DE 2EQUEIRA Y CARO,


ABOGADO DE LAS AUDIENCIAS DE ESTA ISLA .
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HABANA
IMPRENTA DEL GOBIERNO POR S. M.

1847.
Gor 5350:5
V HARVARD COLLEGE LIBRARY
LATIN -AMERICAN
PROFESSORSHIP FUND N
APR 3. 1925
AL #SOMT. Sk ..

D. FRANCISCO JAVIER CARO DE TORQUEMADA,

CONSEJERO DE ESTADO & c.

PERSU ADI de que la traduccion


ERSUADIDO de esta obra del
célebre jurisconsulto Mr. Troplong, será útil, particu
larmente a todos los que están dedicados a la noble car
rera de la jurisprudencia, he creido que un deber de
gratitud, me obliga a dedicarla al hombre que nutrido
en la misma ciencia, es tambien al que debo los escasos
conocimientos que tengo de ella. Si este anciano ma
gistrado, encanecido en los trabajos de tan delicada co
mo dificil carrera, no fuera un hermano entero de mi
madre, yo le daria en esta dedicatoria los adjetivos que
le han conquistado su saber y probidad, pero debo abs
tenerme en uso de la modestia que tanto le distingue, y
de que participa su sobrino agradecido
ul . de Z. y C.
DR. D. FRANCISCO CAMILO CUYAS,,
ABOGADO DE LAS REALES AUDIENCIAS DE ESTA ISLA , IN
DIVIDUO DEL REAL CUERPO ECONOMICO, SECRETARIO DE
SU SECCION DE HISTORIA, CIENCIAS Y BELLAS ARTES &c .

CERTIFICO: Que en junta ordinaria que celebró


dicha seccion en 7 de Mayo próximo pasado presentó
el L. D. Manuel de Zequeira y Caro la traduccion que
habia hecho de una obra titulada “ Influencia del Cris
tianismo sobre el derecho romano, ” escrita en frances
por Mr. Troplong, pidiendo a la clase su calificacion
mediante á que se proponia publicarla; en cuya virtud
se acordó nombrar al amigo Dr. D. Manuel Gonzalez
del Valle, á quien se pasara dicha traduccion para que
en su vista informase lo que creyera arreglado : Certi
fico igualmente que en la sesion ordinaria de seis de
Julio próximo pasado se leyó un informe estendido en
23 de Junio por el citado amigo Gonzalez del Valle
cuyo tenor es el siguiente .- " Presta sin duda un buen
servicio al estudio de la Jurisprudencia el letrado D.
Manuel de Zequeira y Caro con la version al castella
no del influjo del Cristianismo en el Derecho Civil
de los Romanos, obra de Troplong, uno de los juristas
mas aventajados y laboriosos de la Francia. No falta
ron en nuestra España ilustres cultivadores de la cien
cia, que encarecieron el conocimiento del Derecho Ca
nónico para mejor inteligencia del Patrio intimando
la frecuente conexion ,que ámbos á dos guardan entre
si sobre muchos puntos de importancia. Esperaban
sin embargo, un esplorador entendido que se diera de
propósito á descubrir la accion bien hechora del Evan
gelio en el primer derecho de Europa hasta el momen
to de imprimirle un nuevo carácter reformando aquel
espíritu de poder propio, y esclusivo dentro del Ro
mano y fuera de la familia en lo concerniente a las
nupcias, a la manus mariti, á la patria potestad , á la
division de agnados, á las sucesiones, al Ager Ro
manus, al suelo Itálico y al dominio de las cosas.
Aguardábase quien nos mostrase la benigna y eficaz
mediacion , que ejerció el Cristianismo en aquella pug
na prolongada de los dos elementos que se encontra
ban a cada paso en las instituciones de la ciudad por
escelencia con ocasion del terco amor al Patriciado y
su rudeza primitiva, en aquel pueblo, cuyo destino
cantaba su poeta .

Tu regere imperio pupulos, Romane memento.

Troplong se hizo cargo del brillante programa y


ha esparcido una luz en su desempeño, que ha de apro
vecharse con agradecimiento por cuantos deseen alcan
zar sazonados frutos en la ciencia de las leyes. Si
nuestro derecho recibió inspiraciones del de Roma, y
le duran todavía desde el bien ordenado código de Al
fonso el sabio, esto hasta para calificar cuan conve
niente sea levantar el pensamiento á la altura del au
tor del influjo del cristianismo en el derecho civil de
los romanos, para entender con profundidad el que
rige nuestras personas , nuestras cosas, y nuestras ac
ciones .
En cuanto a la traduccion del Licenciado D.
Manuel de Zequeira encuentro claridad y desembara
zo en el estilo , no descuidada la diccion у atendida
la fidelidad á las ideas del autor frances al trasladarlas
á nuestra lengua:cualidades que abonany recomiendan
su trabajo.
Juzgo por tanto , que la Seccion de Historia puede
discernirle su voto de aprobacion para mayor confianza
de los que deseen hacerse en castellano del erudito y
luminoso tratado de Troplong en asunto tan digno de
los amigos de la ciencia del derecho. ” — En cuya virtud
se acordó por unanimidad despues de una detenida
discusion en que se tuvo muy presente lo favorable y
satisfactorio de dicho informe; que se devolviese el
manuscrito al traductor con un voto de esplícita apro
bacion: que se subscribiese la clase con los ejemplares
que sean suficientes para destinar dos á la biblioteca,
uno á cada diputacion de la Real Sociedad y otro al
autor Mr. Troplong, á quien se dirija oportunamen
te por el Sr. Presidente con atento oficio, en prueba
del aprecio con que esta corporacion ha visto su tra
bajo: que verificada que sea la impresion se remitan
tambien dos ejemplares al Escmo. Sr. Presidente Go
bernador Superior Civil, con la súplica de que se sirva
recomendarla á la Direccion general de estudios, por
si este respetable cuerpo quisiere hacerlo para con los
institutos de enseñanza universitaria; proveyéndose al
traductor de una copia certificada del informe у de
este acuerdo para el uso que pueda convenirle, des
pues que recaiga la aprobacion de la Sociedad madre
etc. Y por último certifico que habiéndose dado cuen
ta en la misma sociedad madre, en junta ordinaria de
treinta del pasado, presidida por el Escmo. Sr. Conde
de Peñalver, como director y delegado para presidir
la del Escmo. Sr. Gobernador Superior civil, se acor
dó en un todo de conformidad con lo propuesto porla
Seccion de Historia, segun comunicacion que me ha
hecho el amigo secretario de la precitada sociedad
madre. Y en cumplimiento de dichos acuerdos libro
la presente para entregarla al Licenciado D. Manuel
de Zequeira y Caro.
Habana y Agosto 2 de 1847.-- Dr. Francisco
Camilo Cuyás .
PROLOGO DEL TRADUCTOR .

Si hubo un tiempo en que pudo ponerse en duda por espíritus


superficiales, la importancia del derecho romano, ya no hay quien ig.
nore su necesidad si han de penetrarse á fondo los arcanos de la ju
risprudencia. La Francia y las demas naciones que marchan al fren
te de la civilizacion, han rehabilitado su estudio. La España y la
Alemania nunca desconocieron esta verdad, y en todas sus universi
dades se cultivó con esmero el estudio de las instituciones de Justi
niano, que son los primeros elementos de la ciencia jurídica.
En la nueva forma que nuestro Gobierno dió á esta carrera por
el decreto de 10 de Octubre de 1842, se asignan para su primer curso
los elementos del derecho romano y su historia, previniéndose á los
profesores que despues de recorrer esta, entren en los títulos de la Insti
tuta verdaderamente doctrinales y que sirven de fundamento al dere
cho privado de todas las naciones ilustradas.
Empero si es innegable que no han faltado genios eminentes que
prestaron á la ciencia inmensos servicios, como Vinnio, Gravina, Hu
go, Savigni y otros, no lo es ménos el que estos escritores no se hi
cieron cargo ni tomaron en cuenta, el elemento que modificó aunque
gradual y sucesivamente el derecho civil, el cristianismo.
El célebre jurisconsulto frances, Mr. Troplong, se propuso en
esta obra llenar la falta en que á su juicio, incurrieron cuantos ante
riormente habian escrito en la materia. Bajo este aspecto su trabajo
es del todo nuevo, y la ciencia tiene sin duda, mucho que agradecerle.
Como para su objeto, esto es, para demostrar la benéfica influen
cia que el cristianismo ejerció en la sociedad romana, le era indispen
sablo hacer un examen de las antigüedades de aquel derecho, puede

1
decirse que su libro es una historia completa que esplica las verdade
ras tendencias y espíritu filosófico de la jurisprudencia de un pueblo
tan digno de ser estudiado por la originalidad de sus costumbres y
sabia organizacion de sus leyes. Obra concebida con novedad, lleva
da á cabo con profunda inteligencia, y que enriquecida con notas eru
ditas, debe considerarse, segun nuestra humilde opinion, no solo co
mo la mejor, sino como la única en su género.
Los cursantes y demas personas que siguen la carrera del dere
cho, encontrarán en la obra de Troplong, un caudal de conocimientos
indispensable en el estado de progreso que ha hecho esta facultad.
Con este fin emprendí su traduccion, sin otra mira que la de con
tribuir a la generalizacion de un libro que juzgo de grande utilidad
para los estudios serios y concienzudos.
Si por débil que sea mi trabajo , se toma en consideracion la recti
tud de mis intenciones, quedarán del todo satisfechos los deseos de
M. de Z. y C.
f

1
INFLUENCIA

DEL CRISTIANISMO EN EL DERECHO ROMANO .

PRIMERA PARIER

CAPITULO I.

OBXEXO DE ESXA OBRA ,

No es mi ánimo demostrar la influencia del cristia- .


nismo, sobre el conjunto de las instituciones, y mucho
ménos sobre la civilizacion del pueblo romano (1) . Re
duzco mi observacion al influjo con que el cristianismo
vino á modificar las relaciones civiles, ó sea el derecho
privado. Este derecho figuró de un modo muy importan

( 1 ) Esta tarea ha sido llevada á cabo por Mr. de Chateaubriand en sus


admirables ensayos. Tom . 1 y 2.
-8-
te en la civilizacion romana. Nacido del mismo pensa
miento religioso y político, que el derecho público, con
tribuyó en gran parte, á dar á Roma los elementos de
su poder; y no seria dificil hermanar la historia de sus
progresos, con la de las revoluciones romanas. Pero es
te asunto iria mas allá de nuestro plan, cuyo principal
objeto se dirije á una sola época del derecho civil, el
período cristiano.
Cuando apareció el cristianismo, empezaba el de
recho civil á separarse mucho del elemento religioso y 1

aristocrático, procurando ceñirse á los límites de la filo


sofia . Me abstendré por tanto de toda investigacion
concerniente al influjo del cristianismo, sobre la consti
tucion política y el derecho público dejando tambien á !

otros el examen del derecho penal. Unicamente me


atendré al derecho civil, y no haré fuera de él, otras es
cursiones que las necesarias para la mayor claridad de
mi objeto, y esplicacion de aquellos resortes á los cua
les imprimió el cristianismo su poderosa accion. La
misma naturaleza de las cosas me indica esta reserva.
La Religion Cristiana hubiera sin duda, marchado mas
rápidamente, identificándose con el derecho civil, si lo
hubiera encontrado, como en los tiempos puros de la
República compacto, y unido á los otros elementos de
que se hizo señora. Empero ya se habia operado una
especie de separacion ; el derecho tenia su existencia
independiente, y habia por fin llegado al estado de sis
tema enérgica y racionalmente formulado. Y este sin
duda, fué el motivo porque el Cristianismo encontró
tanta resistencia' en dominarlo, pudiendo asegurarse
que no se identificó con él hasta los tiempos modernos.
Antes de la edad media, la sociedad era unas veces mas
cristiana que las leyes, y otras las leyes respiraban mas
espíritu de cristianismo que la sociedad. Hubo siempre
-9
una falta constante de harmonía, que se esplica por la lu
cha de los dos principios, el elemento pagano y el elemen
to cristiano, que en su desarrollo no tuvieron siempre una
marcha uniforme. Antes de dejarse despojar el antiguo
principio desplegó una tenaz resistencia, que dió lugar
á mas de una reaccion. ¿Y qué resultó de esto? Un he
cho que ya he señalado en otro lugar ( 1 ), y que en esta
memoria aparecerá en toda su claridad, á saber: que si
el Cristianismo imprimió al derecho un gran impulso
civilizador, este movimiento no tuvo cumplido éxito,
sino despues de haber recibido en la edad media el em
puje que lo llevó hasta el derecho civil .
Así la consecuencia que ha de resultar de mi tra
bajo será: que el derecho romano fué mejor en la época
cristiana, que en ninguna de las anteriores. Cuanto en
contrario se diga es una paradoja , ó una mala inteli
gencia: pero tambien que es inferior á las legislaciones
modernas, nacidas á la sombra del Cristianismo y mejor
penetradas de su espíritu.

(1 ) Refiérese el autor á su comentario sobre la venta.

2
--
CAPITULO II.

Epocas en que debe considerarse la accion del Cristianis


1 mo sobre el derecho. - Diversas opiniones acerca de su
influencia.

La lucha de que acabo de hablar, puede conside


rarse en tres grandes faces: la de las persecuciones; la
de los Emperadores convertidos; la de los Emperadores
ocupados en convertir.
El incremento del Cristianismo en la sociedad ro
mana fué sucesivo. Perseguido antes que universal,
dueño de las almas antes de serlo de las instituciones,
tuvo que sufrir la ley temporal de progreso á que están
sujetas todas las cosas terrestres. Cuando doscientos
años despues de la muerte de Jesucristo decia Tertu
liano: „ Nosotros hemos comenzado ayer, y ya hacemos
„ la parte mas considerable de vuestras ciudades, de
„ vuestros palacios, de vuestros municipios, de vuestras
„ asambleas, de vuestros campos, de vuestras tribus, de
„vuestras decurias, del Senado y del Forum ," (1 ) ponia
en claro la inaudita y milagrosa rapidez con que el
Cristianismo habia conquistado las conciencias. Faltá
bale sin embargo la púrpura y la espada, y un siglo de
persecuciones lo separaba del reinado de Constantino (2).
( 1 ) Apolog. C. 37.
(2) Las de Maximiano, Decio, Valeriano, Aurelio, Diocleciano,
--12
El advenimiento de este principe cambió las con
diciones políticas de la antigua y de la nueva religion.
Desde entonces preparó el estado su divorcio con el Po
liteismo, y su union con la Religion cristiana. Pero es
te divorcio estaba aun muy distante de poderse verifi
car inmediatamente. Sin hablar de la restauracion del
antiguo principio religioso por Juliano el apóstata, es
indudable que el paganismo vencido pero no destruido,,
se defendió largo tiempo en las leyes, en las costumbres
y en las preocupaciones de una sociedad en que tan
profundamente habia penetrado . La historia nos ense
ña que siete Emperadores cristianos aceptaron sin re
pugnancia , el título de grandes pontífices usurpado por
Augusto ( 1 ) . Constantino publicó en un mismo año dos
edictos de los cuales uno recomendaba la observancia
del Domingo , mientras que el otro prevenia que se con
sultasen los aruspices. (2) El Senado romano , fiel al
culto que habia salvado la ciudad de las manos de An
nibal y de los galos, y que habia presidido á la conquis
ta del universo, (3) seguia poniendo bajo la invocacion
de los Dioses del paganismo, las deliberaciones que el
Emperador Cristiano le pedia. ¿Qué mas? Viose á fines
del siglo 4.º, á la Religion de Numa reanimar sus fuer
zas desfallecidas, para mantener sus derechos políticos.
Es verdad que este combate fué semejante al del gigan
te Bojardo, que resistia despues de muerto . Symmaco,
pontífice y Augur, (estos nombres subsistieron cerca de
cien años despues de Constantino) fué comisionado por
(1) Gibbon t. IV, p. 281 , Mr. de la Bastie Mem. del Acad. t. 15.
(2) Gibbon t. 4. p. 80 y 81. Cod. Just. lib . 3. t. 12. ley 3. Cod. Teod.
ley 16. t. 10. ley 1: Baronio lamenta esta costumbre profana. (Annal. ecless.
ann 321. núm. 18. ) Godofredo la esplica como una concesion hecha á la ne
cesidad. Constantino habia abrazado el cristianismo en 312 en las Galias.
Godof. al C. Teod.
(3) Symmaco, lib. 10. epist . 54.
--13-
el Senado cerca del Emperador para defender la causa
del altar de la victoria, paladion de la fortuna roma
na. (1 ) ¿Pero que elocuencia podria levantar la causa de
una religion gastada é impotente? San Ambrosio aceptó
el desafio en nombre de las nuevas generaciones, del
porvenir y del progreso , sus palabras filosóficas y cris
tianas a la vez, aterraron al hombre de los antiguos
tiempos, al abogado de la idolatría . (2 ) Teodosio some
tió la suerte de Júpiter á votacion del mismo Senado que
acababa de elegir á Symmaco, y Júpiter fué condenado
.
por una inmensa mayoría. (3) . Desde entonces acabó
solemnemente la lucha entre las antiguas y las nue
vas ideas. El rompimiento entre el estado y el antiguo
'culto se realizó definitivamente de un modo radical. La
Iglesia selló su alianza con el imperio, sobre las ruinas
de los templos, entregados en las ciudades y en los cam
pos, á la venganza de la muchedumbre. (4) Tales son
las tres épocas cuyas diferencias son demasiado nota
bles para no colocarlas á la cabeza de mis investi
gaciones.
Pero miéntras que los hombres y las cosas se per
turbaron en la primera época, y fueron en lo sucesivo
siguiendo por el declive de la civilizacion cristiana ,
¿cuál fué el impulso que recibió de este movimiento el
derecho civil?
Diversas son las opiniones sobre esta cuestion. Mr.
Hugo, en su historia del derecho románo, piensa que el
establecimiento del cristianismo no ejerció sobre el de
(1 ) Montesq. grand. decad. C. 19. Gibbon t. 5. p. 343. Chateaubriand.
Ensayos t. 2. p. 40.
(2) Gibbon y Chateaubriand (lugar citado.)
( 3) Prudencio (in Symmac.) lib . 1. p. 609. Gib . t. 5. p. 346. Chat . Ens .
t. 2. p. 42.
( 4) Gibbon. t. 5. p . 348 .
.

-14
recho un influjo tan considerable como hubiera podido
esperarse. ( 1 ) Por el contrario dice Montesquieu: ,,El
„ Cristianismo imprimió su carácter à la jurisprudencia ,
„porque el imperio tiene siempre relaciones con el sa
„ cerdocio. Véase el Código Teodosiano que no es sino
„ una compilacion de ordenamientos de los emperadores
„ cristianos. ” (2) Otros escritores han abanzado aun mas
que Montesquieu . Admirados de la sabiduría de las le
yes romanas, las han tenido como por una emanacion
divina, aplicando así á la letra estas bellas palabras de
S. Agustin. Leges romanorum divinitus per ora princi
pum emanarunt. Ellos vieron en los jurisconsultos pa
ganos, que consultaban a los emperadores idólatras, mi
nistros del Dios de los cristianos, y el brazo seglar de la
Iglesia. (3) Baldo cree que el edicto del Pretor, sobre
la recision de las obligaciones efectuadas por violen
cia, (4) habia sido dictado por el mismo Espíritu -San
to. (5) Intentamos investigar la verdad sobre un punto
tan interesante y tan digno de meditacion. Pero para
que mejor se nos comprenda, hay que dar una rápida
ojeada sobre algunas antigüedades del derecho romano.
Este derecho tuvo tres grandes periodos: el periodo
aristocrático, el filosófico y el cristiano. No podremos
formarnos una idea exacta del último, sin penetrar per
fectamente el espíritu de los dos primeros.
(1 ) Tom. 2. p. 213 .
(2) Lib . 23. C. 21 .
(3) Arthur Duck de aut. juris civilis. C. 2. núm. 9, p. 16. „ Pluresque
„ inter eos etsi á religione christiana allieni brachium seculare christianis indul
,,sisse , pro tuendâ conciliorum et episcoporum authoritate .... que omnia ,
„ post divinam clementiam , tribuenda sunt jurisconsultis illis, qui sub iis
„ res administrabant, quorum scripta in libris juris romani hodie habemus."
( 4 ) Digest. quod metus causa.
(5) Véase á Artur Duk. C. 1. n. 18. p. 8. dice asi . „ Pretoris edicti ver
„ va Spiritum Santum in os pretoris inmisisse Baldus existimavit."
CAPITULO III.

Espíritu del derecho romano en el periodo aristocrático.

La civilizacion romana se desenvolvió bajo la in


fluencia de dos elementos que pudiéramos, en ciertomo
do, llamar de primera y de segunda formacion, y que
existieron juntos en una dilatada alternativa de luchas
y de reconciliaciones, hasta que el tiempo realizó su
fusion mas ó ménos completa. Este dualismo se en
cuentra en la teología romana, bajo la alegoría de dos
sexos que dan nacimiento a los fenómenos de la natura
leza física é intelectual tellus, tellumno, anima, animus.
En el orden político, está representado por el mitho de
dos gemelos, por el trono doble de Rómulo, ( 1 ) por el
Jano de dos caras, y se manifiesta históricamente en
el Populus y la plebs: en el gran antagonismo de los
patricios y plebeyos. (2) En el derecho privado, que tan
al vivo refleja las ideas religiosas y políticas de Roma,
preside á casi todas las relaciones. Su fórmula mas es
tensa es eljus civile y la equitas, opuestos constante
mente el uno al otro como dos principios distintos y
desiguales. De aquí, un doble derecho para casi todas
las cosas; un parentesco civil agnatio y un parentesco
natural cognatio; el matrimonio civil justo nuptie y la
(1 ) Servio ad Eneid. 1. 276.
( 2 ) Mr. Niebuhr t. 1. p. 410, 411 , 318 y t. 2. p. 263.
:
-16—
union natural del concubinato concubinatus; ( 1 ) la pro
piedad romana dominium ex jure quiritum, y la propie
dad natural in bonis; el testamento y el codicilo; los
contratos de riguroso derecho stricti juris, y los contratos
de buena fé bone fidei & c. & c.
¿Pero que idea deberemos formarnos de estas pala
bras equidad y derecho civil que contienen todo el se
creto de la historia del derecho romano?
La equidad á quien algunos han llamado el derecho

( 1 ) Los ciudadanos romanos dice Pothier, „ podian contraer dos diferen


tes especies de matrimonios. Uno llamado justæ nuptie, y otro concubina
tus. ( Cont. de mariage núm . 6. )
Habia tambien entre los romanos , un estado intermedio; el matrimonio
injusto, nom legitimum matrimonium (l. 37. D. ad municip. y l. 13. V. 1. D.
ad leg. jul. de adult.) que tenia lugar por ejemplo, entre personas que no go
zaban el connubium . A estos matrimonios hacia alusion el orgullo de los pa
tricios en las quejas que pone Tito Livio en su boca, cuando el tribuno Ca.
nuleyo propuso la famosa ley que autorizaba los matrimonios entre patricios
y plebeyos. (Lib . 4. 2. ) ¿ Qué quiere Canuleyo ? Mezclar las razas, confun
dir los auspicios públicos y particulares, no dejar nada puro, impedir que pue
da reconocerse uno mismo, ni á los suyos. ¡ Qué efectos producirán estos
matrimonios sino las uniones casuales a la manera de los brutos! Quam enim
aliam vim connubia promiscua habere, nisi ut, ferarum propé ritu, vulgen
tur concubitus plebis patrumque ? ut qui natus sit ignoret, cujus sanguinis,
quorum sacrorun sit, dimidius plebis, ne secum quidem ipse consors!
Estas orgullosas exageraciones muestran por otra parte , las ideas que
los romanos se formaban de los matrimonios entre personas que no tenian
el connubium . Los hijos seguian la condicion de la madre (Ulp . frag. 5. 8. ) y
la union que los habia engendrado no era sino un estado anómalo, irregular,
vicioso ; una posicion falsa. ( Cayo 1. 87.) Por el contrario, el concubinato fué
considerado desde Augusto, como una union reconocida y aprobada por las
leyes y por las costumbres.
Puede consultarse, sobre el matrimonio injusto y sus diversas especies
á Ræbardo (varior. lib . 4. c. 16 ) Hay sin embargo en su disertacion algu
nos puntos á que no debe darse entera confianza. Segun él, un matrimonio
es injusto de varios modos: una esposa es injusta por várias causas.
1. Es injusta una esposa, cuando no se ha celebrado el matrimonio con
las ceremonias que dan la potestad marital, farreo, coemptione. Pero todo
esto es falso. Ræbardo no ha entendido en este punto, nada delderecho ro
mano .

2. Una esposa es injusta cuando no es permitido con ella, el matrimonio;


natural, es el conjunto de ideas cosmopolitas, herencia
comun del género humano; es aquel derecho no escrito
pero innato , que Dios ha grabado en nuestros corazones
con caracteres tan profundos, que sobrevive a todas las
alteraciones con que la ignorancia del hombre puede
corromperlo. Pero la preponderancia de la equidad es
lenta en la marcha de la civilización, y no brilla en to
do su esplendor hasta que el hombre levantándose po
co á poco de su caida, salva las edades de violencia, de
supersticion y de ignorancia, y se hace digno de contem
por ejemplo, cuando se casa contra las proh ibiciones de las leyes Julia y
Papia Popea. (Ulp. frag. 16. 24.) Estas clases de matrimonios, dice Ræbar
do , no eran disueltos por las leyes , pero no les cu..clian ninguno de los
efectos civiles , no engendraban la patric potestad . (Hein. sobre las leyes
j . y P. P.) Sin embargo , yo advierto ot. Po hier, que u Senado-consullo
dado bajo Commodo los hacia irritos. He aquí jor que la esposa no era uzor:
( Ulp. 1. 27. D.de ritu nup. yl. 31. 6. del munii .) no habia nupcias , (1. 16
y 42 5 1. D. de ritu nup.) En tiempo de Ciceron , parece que era 'preciso re
currir al divorcio para disolver el matrimonio entre personas que no tenian el
connubium . (Cicer. Top . 4.) Estos matrimonios no solo eran viciosos sino
criminales. Marciano decia en efecto , (l. ult. de legat. 1.) Delinqunt enim
qui prohibitas nuptias contrahumt. Véase tambien la l. 2. del D. quæ ut indig.
3. Un matrimonio es injusto por defecto del consentimiento del padre .
Empero Paulo nos enseña que estos matrimonios no eran susceptibles de di
solucion, por motivos de público interes. (Sent. t. 19. n. 2. ) Apuleyo hace.
alusion á esto , cuando Vénus habla de las bodas de su hijo Cupido con Psy
che : impures enim nuptie, in villa , sine testibus , patre non consentiente, le
gitimæ non posunt videri. )Metam. lib. 6.)
Es verdad que mas adelante Cupido repara su falta, obteniendo el con
sentimiento de Júpiter, que le hace celebrar un nuevo matrimonio en medio
de los cantos , danzas y festiries del Olimpo. Despues de una brillante des
cripción, concluye Apuleyo sic rite Psyche convenit in manum Cupidinis.
(lug. cit.) Yo ignoro si era esta la regla en los paises mitológicos en que Jú
piter daba sus leyes ;pero de seguro en las realidades del derecho romano , era
preciso algo mas , para hacer pasar una esposa in manum mariti.
Puede tambien consultarse en esta materia , una disertacion de Hubero
( Digress . par. 2. lib . 1. C. 17. ) En ella concluye diciendo que las palabras jus.
ta uxor pueden entenderse de dos maneras, porquejusta, ya se toma como si
nónima de legitima; ya de solemnis . Las esposas sin los ritos del agua y fue
go son legitimas, pero no justas con respecto a la solemnidad. Son justas en 1

el primer sentido , no en el segundo . (1. 9. C. de Nuptis. )


3
:
-18_
plar en su pureza la eterna verdad para que Dios lo ha
creado. .

Al contrario el derecho civil. Cuando se coloca en 1

una esfera distinta de la equidad y se decora con el tí


tulo de derecho stricto, no es otra cosa que un conjunto
de creaciones artificiales y arbitrarias, cuyo objeto es
gobernar por medio de representaciones materiales el
espíritu del hombre incapaz todavía de dejarse dirigir
por la razon. Háblale el derecho civil, el severo len
guaje de la autoridad; quiere que abata su inteligencia,
ora ante el arcano de los mithos religiosos, ora ante las
facticias combinaciones de una política áspera y feroz.
Sabe que es ignorante, crédulo, que no adora sino la su
persticion y la fuerza, y he aquí por que se coloca al ni
vel de sus ideas para gobernarlo por la fuerza y la su
persticion.
El derecho civil de los romanos lleva desde su orí
gen la marca de aquella rudeza teocrática y aristocrá 1

tica, inseparable de todas las épocas llamadas heroicas


por Vico. Salió del seno de un patriciado religioso, mili
tar y político, que le imprimió sus recuerdos de conquis
ta , sus instintos de inmovilidad y aquel genio formalis
ta, celoso, dominador, nutrido en la escuela sombría de
la teocracia etrusca . No busquemos pues, en este de
recho primitivo la accion eficaz de la equidad natural,
ni aquella voz de la humanidad que habla con tanto
poder en los pueblos civilizados. La nocion simple de lo
justo y de lo injusto, está en este derecho desfigurada
bajo la tosca vestidura de las instituciones, que sacrifi
can la naturaleza á la necesidad política, la verdad in
nata á los artificios legales, la libertad á las formúlas
sacramentales. En el orden civil como en el político,
no aspira Roma sino á formar ciudadanos, y mientras
mas privilegios concede á este título eminente, mas sa
-19
crificios para la patria exige del que lo lleva, queriendo
que abdique a favor del público interes, sus afectos, su
voluntad y hasta su intima razon.
Tomemos algunos ejemplos en la familia, en la
propiedad, en las obligaciones.
¿Qué es, pues, la familia romana? ¿Tiene por fun
damento la sangre, la naturaleza? No; solamente el la
zo civil de la potestad, potestas, manus que une sus miem
bros, y mantiene su agregacion. Este lazo es el signo de
reconocimiento y el punto de reunion. No se pertenece
á la familia , por ser hijo, esposa, ó pariente, sino por ser
hijo bajo potestad, esposa bajo potestad y pariente por la
sumision á una potestad actualmente comun , ó que seria
tal, si existiera su gefe. ( 1 ) En una palabra la familia
romana creacion singular de un pueblo nacido para el
poder, no es otra cosa que el conjunto de individuos que
reconocen la potestad de un solo gefe. El que depende
de este poder, está en la familia. El manumitido por la
capitis dininutio, sea hijo y descendiente ya no está en
la familia .
He aquí las consecuencias de este derecho. El ma
trimonio por sí solo justo nuptie,justum matrimonium es
un lazo insuficiente para hacer entrar la esposa en la fa
milia del marido: queda pues en la suya con el nombre
de matrona : permanece estraña á la de sus propios hi
jos. (2) Pero si á las bodas ha seguido un año de pose
sion de la muger por el marido usus, (3) ó bien si han
(1) Mr. Hugo 0 77.
(2) Inst. de Just . ad S. C. Trebell. proemium. Cayo l. 196. 8. D. de
verb . signif. y en sus inst. lib. 3. n. 24: Ulp. 26. frag. 8. He aquí las pala.
bras de Cayo: Adeo quidem , ut nec inter’matrem et filium filiamve ultro ci
troque hereditatis capiende jus competat. Y Ulp. intestati filii hereditas ad
matrem ex lege 12 tab. non pertinet.
(3) Cayo. Inst. I. 110. 111. 112. 113. Olim itaque tribus modis in manum
comvenievant: usu , farreo , coemptione &c.
-20
sido consagradas por las ceremonias religiosas de la
confarreacion , (1 ) ó acompañadas de las formas civiles
de la venta fingida coemptio, (2) pasaba al poder del ma
rido, (3) in manu (4) y venia á ser mater familias. Esta
potestad nos sorprende por su carácter de altanera so
beranía. El marido era el juez de su esposa, y podia
condenarla á muerte ; en los primeros tiempos él solo,
mas adelante en el tribunal doméstico compuesto de sus
próximos parientes. Era tambien dueño de su persona
y de sus bienes, como si la conquista la hubiese coloca
do en sus manos. ¡ Terrible reminiscencia del rapto de
las vírgenes sabinas! (5) Y pues que la potestad, cons
* tituia la familia, la muger dejaba la suya y entraba en
( 1 ) M. Niebuhr. t . 1. p . 324. nota 635. Cayo I 112. Dioniso de Hali
carnaso, lib. II. c. 25. dice así: At Romulus effecit.... ut mulieres valde mo
deste et pudicæ esent . Lex autem hæc erat mulierem nuptam , que ex sacratis
legibus in manum mariti convenisset, cum eo omnium et bonorum et sacrorum
participem esse. Vocabant autem antiqui sacras nuptias , romana quadam
apellatione rem exprimentes, confarreationem , á farris comunicatione... ,
adeoque necesario indisolubilis familiaritatis nexu eos copulavit ( Romulus)
ut connubium isiud nihil disolveret . Hec lex cogit mulieres nuptas utpote,
que nullum alliud refugium haberent , ad unius sui mariti mores vitam suam
confirmare fc. Uxor enim pudica et marito in omnibus obsequens, erat fami
lie domina equæ atque ipse vir, et in ejus defuncti bona utfilia in patris, heres
succedebat.
(2) Hein . ad . legem J. et P. P. lib . 2. c. 13 .
(3) Caya. Inst . I. 112. Cicer. pro Flaeco, núm. 34. Todo nos inclina á
creer que los matrimonios con la manus fueron los mas frecuentes. Dionis.
lib . 2. c. 25. ( Revue de legisl . t. 7. p. 306. )
(4) He eitado ha poco un pasage de Apuleyo en que habla de la manus
como literato, pero no comojurisconsulto .
(5) El rigor de esta posicion no impedia , sin embargo, que las costum
bres hiciesen maridos complacientes y esposas ásperas y caprichosas. Plau
to en su comedia de Casına pone en la escena una de estas celosas, que col.
ma á su marido de reproches é invectivas. ( Acto 2. esc . 3. )
Se ven tambien en esta pieza quejas sobre las pretensiones de las
esposas .
Nan viri
Jus sum ad mulieres obtinere haud queunt . ( Acto 2. v. 2.)
Recordaré por fin , como prueba de esta influencia indirecta de las espo
-21
la del marido, y era recibida como su hija, sin otro ran
go que el de hermana consanguinea de los hijos que da
ba su esposo. ( 1 ) En lo esterior participaba sin duda,
de los honores del consorte, y era rodeada de todo el res
peto oficial, porque la ley no podia olvidar que si la vír
gen sabina fué conquistada, la muger romana salvó el
Capitolio de la venganza de Tacio. (2) Empero en el
seno de la familia, se eclipsa en cierto modo la muger
ante la magestad del marido majestas viri. (3) No tenía
el derecho de propiedad mientras vivia su esposo, y las
llaves de la casa no se le entregaban sino á título de
depósito. (4) Como hija adoptiva de este padre civil,
lo heredaba, (5) pero la muerte del esposo no la hacia
volver á entrar en su familia paterna. Un vínculo sa
grado la retenia en la que la habia adoptado, y allí en
contraba un tutor legítimo en medio de sus nuevos ag
nados, ó un tutor testamentario elegido por su con
sorte . (6)
Al lado de esta potestad en que tan al vivo se pinta
el derecho del mas fuerte, se colocaba otra que nadie
usó como el ciudadano romano: (7) ¿Y qué podré decir
de este poder terrible que era una de las mas sagradas
bases de la Constitucion de Roma ? Absorvia esta po
testad en el padre, la persona del hijo , la muger some
tida á su vez á la de este, y los hijos y los bienes que
sas que se echa de ver al traves de las mas severas leyes , la anécdota de la
jóven Fabia, cuya vanidad herida, exitó el celo democrático de su padre
Ambusto y de su esposo Licinio Stolon . Tit. Liv. lib. 6. n. 34.
(1) Cayo. Inst. I. III . filiæ locum obtinebat , apud eum filiæ loco sit .
( 2) Mr. Niebuhr. t. 1. p. 324 recuerda los honores decretados a las roma
nas por Rómulo en esta ocasion .
(3) Tit. Liv. 34. 2. Valer. Max. II , 1. 6 .
(4) Niebuhr. t. 1. p. 324 .
(5) Cayo. Comm. III. 3. Niebuhr. t. 1. p. 324 .
(6) Cayo I. 148 y 149 , Liberis meis, vel uxori meæ Titius tutor esto.
(7) Cayo. Comm . I. 35 .
:
-22
adquiriese. Era el padre en este santuario el supremo
gefe, y ejercia sobre su prole una jurisdiccion investida
con el derecho de vida y muerte. (1) ¿No tenia Cayo
razon en decir: Quod jus proprium civium romanorum
est. Fere nulli alli sunt homines qui tallem in filiis suis
habent potestatem qualem nos habemus? Pero esta potes
tad no era la naturaleza quien la daba; no procedia de
la natural filiacion . No: era unà concesion hecha por
el derecho civil á aquel que se hacia padre á consecuen
cia de las justas nupcias, (2) ó que tomaba á un estraño
por hijo por la ficcion civil de la adrogacion y adopcion.
He aquí la familia romana en su original organi
zacion; héla aquí con aquella vigorosa unidad, tan bien
ideada para mantener la disciplina, la obediencia y las
antiguas tradiciones. Do quiera que la patria potestad
se ensancha, la familia estiende tambien sus ramas y
todos los individuos que están ligados con tan estrecho
vínculo; ó que lo estarian si el autor comun existiese,
conservan entre sí el parentesto civil llamado agnatio
que daba los derechos de familia . Lá agregacion de los
agnados forma la familia romana, creada por el dere
cho civil á la que adornaba con sus privilegios. Con ella
solo se contaba para formar la familia política, la gens,
conjunto de familias-civiles, unidas por la identidad del
nombre patronímico, por la comunidad de sacrificios, y
por una solidaridad de obligaciones y deberes. (3) Aqui
(1) Véanse ejemplos en Valer. Max. V.2. Salust. (Bel. Catil 39 ) Plutarco
dice que Bruto condenó á sus hijos, no como consul, sino como padre, sin
formasjudiciales (vida de Publicola .)
(2) Cayo. I. 35. in potestate nostra sunt liberi nostri quos justis nuptiis
procreavimus. Véase tambien á Ulp. fragm . V. 1 .
(3) Disertac. de Nieb. sobre la gens. t. II . p. 2. Los gentiles pagaron la
multa de Camilo. Mr. Nieb. piensa que las gentes no estaban unidas por el
lazo de la sangre. Esta opinion me parece aventurada, como otras muchas de
este sabio escritor.
-23
en el seno de la familia civil es en donde cncontrará el
padre, herederos que sostengan su persona, aquí donde
se concentraban los derechos de sucesion, de tutela &c.,
aquí en fin, donde se perpetuaban los sacrificios parti
culares á cada casa, ( 1) y aquella religion doméstica
que era para el ciudadano romano, la mas preciosa pro
piedad. (2)
Por lo que respecta á la familia natural, Roma apé
nas la reconocia. No iré yo á buscar la prueba de este
desprecio en la union llamada concubinato, que aunque
consentido por las leyes y costumbres, no producia efec
to alguno civil. No recordaré tampoco que en el concu
binato, el padre, la madre y el hijo estaban todos fuera
del derecho civil, y no podian aspirar á otras atribucio
nes que á las que necesariamente señalaba el derecho
natural. Pero al hablar de la familia civil, diré que la
madre por las justas nupcias estaba fuera de la familia
de sus hijos, cuando ella misma no estaba bajo la po
testad del marido: que el hijo salido de la agnacion por
la emancipacion, (3) perdia todos sus derechos de fami
lia en el momento en que saliendo de la patria potestad
se hacia sui juris: (4) que los hijos procreados en este
estado de separacion, se consideraban reducidos á la
condicion de Cognados ó parientes naturales de sus tios
ó primos que permanecian en la potestad del autor co
mun, y seguian reconociendo (si podemos decirlo asi)
(1) Sobre estos sacrificios véase á Tit. Liv. IV. 2. Los Nautios estaban
obligados para con Minerva, los Fabios con Hércules, los Horacios vivian
sometidos a la espiacion de homicidio cometido en una hermana. (Tit. Liv.
V - 46 – II. 26.) (Servio ad Eneid .) Dionis. Halic. VI. 69. Mr. de Nieb.
t. 2. p. 15.
(2) Mr. de Maistre . Delais de la justice divine nota 4. p. 97.
(3) Cayo. I. 132.
(4) Cayo dice que se le privaba de la sucesion . III. 19. Piensa con razon ,
que la ley de las 12 tablas era jus strictum . ; Dura ley en efecto!
-24
otra bandera, otro gefe; y por último que ya no existian
entre ellos ninguno de los derechos privilegiados que se
apoyaban en la agnacion.
Así pues, el grito de la sangre siempre encontró á
Roma sorda é impasible. Para que el parentesco pudie
se hacerse oir, era preciso que se ataviáse con el ropaje
civil, como dice Vico: (1 ) que hablase bajo el traje ofi
cial con que el derecho revestia al individuo que debia
contarse en la ciudad.
De las personas pasemos á las cosas. Aquí volvemos
á encontrar el antagonismo de los dos principios, muy
de manifiesto en la clasificacion de las mismas cosas , у
en el derecho de propiedad de que son susceptibles.
Desde luego habia cosas de una naturaleza supe
rior á todas las demas: objeto de la ambicion de los pri
meros romanos, parecian las mas preciosas á la simpli-,
cidad rústica y militar de este pueblo. ( 2) Ulpiano (3)
nombra los fundos y sus accesorios, las casas de la ciu
dad y del campo, y todo lo que componia el suelo de
aquella Italia, celebrada por los poetas como reina del
mundo, tan fértil en cosechas como en héroes. ( 4 ) Note
mos sin embargo, que en los tiempos de Ulpiano iba
adelante la civilizacion. Roma no estaba solamente en
Roma; se estendia en cierto modo incorporándose la
Italia entera, y las murallas que habian separado la
ciudad de Rómulo de las otras ciudades itálicas, caian
por todas partes. (5) Pero en su origen solo el ager ro
manus participaba los privilegios de la propiedad por
escelencia.
( 1 ) Persona. Véase Science nouvelle.
(2) Cayo Comm. I. 192. pretiotioribus rebus.
(3) Regul. tit. 19. n. 1 .
(4) Son bien conocidos los hermosos versos de Virgilio.
Salve magna parens &c.
(5 ) Varron . V - 33-55 .
-25
Despues de la tierra, señala Ulpiano los esclavos,
que eran la riqueza principal de las naciones de la an
tigüedad .
Siguen en fin los cuadrúpedos que la industria hu
mana doma para asociarlos á sus trabajos á saber: el
buey que traza el surco alimenticio, el caballo qne en
frena el hombre, el asno paciente y el robusto mulo so
bre cuyas espaldas se conducen enormes cargas. (1 )
Tales son las cosas cuya conquista escitaba el ar
dor guerrero de los romanos primitivos, y componian su
patrimonio exento de lujo. El estado que en la guerra
adquiria estas cosas y las repartia á su vez, entre los
ciudadanos por la mano pacífica de Numa, (2) era en
su concepto como la fuente sagrada de este patrimonio;
y así del derecho del estado se derivaba el derecho del
propietario privado, y la legitimidad del primero consti
tuia la legitimidad del segundo. Hé aquí porque la pro
piedad de las cosas enumeradas por Ulpiano, se regla
por la intervencion de la Religion y de la autoridad pú
blica; porque era indispensable que el estado fuese re
presentado siempre que se trataba de operar la investi
dura de estos primeros elementos de la industria agríco
la, y del arte militar, de estos símbolos respetables del
poder de Roma, sobre la naturaleza inerte, sobre la na
turaleza animada, y sobre el mismo hombre. El progre
so de las artes y del lujo, la estension de la riqueza mo
viliaria no pudieron por mucho tiempo desvirtuar estas
ideas.
El derecho civil designa estas cosas con un nombre

( 1 ) Ulp . Regul . tit. 19. n . 1 .


(2) Cicer. de Rep. II. V 14. Plutarco. Numa. V 16. Dions. Antiq . rom .
lib. II . V 74. He aquí las palabras de Cicer. Ac primum agros , quos bello
Romulus ceperat, divisit Numa viritim Civibus.
4
-26
particular: res mancipi. (1) Quiere que no puedan ad
quirirse sino por los que están investidos con el carácter
de ciudadanos romanos. En vano las poseeria por el
mas dilatado tiempo un estrangero; jamas podria con
seguir su propiedad. (2) La muger colocada bajo la tu
tela de sus agnados no podria venderlos sin la autoriza
cion de su tutor. (3) Su enagenacion estaba sometida á
solemnidades religiosas y públicas, instituidas espresa
mente, y que no podian emplearse sino en estos casos:
esto es: la mancipacion mancipatio. (4) Dábales la man
cipacion cierta investidura civil, que las servia de señal,
y que las hacia reconocer como romanas, cualesquiera ,
que fueran las manos en que vinieran á parar, con tal
que se hubiesen recibido con estos ritos jurídicos. Si
eran enagenadas sin la mancipacion , el comprador no
adquiria la propiedad, las recibia á la ventura , sin ga
rantías, y el vendedor quedaba á los ojos del derecho
civil, verdadero propietario, mientras no las permitiese
usucapir. (5) Este rasgo de las costumbres romanas se
manifiesta con claridad en ciertas escenas de las come
dias de Plauto. Se vén en ellas hombres dolosos que
venden con engaño á ignorantes, sin la mancipacion ,
cosas de mancipacion , por ejemplo un esclavo. El com
prador creia haber hecho un buen negocio porque no le
costaba caro, pero bien pronto otro astuto se presentaba
reclamando el esclavo como suyo, y el pobre comprador

(1) Ulp. lug. cit.


(2) 12 tablas. Ley 3.
(3) Cayo . Com . II. — 80, y I. 192. Ulp. t. XI. $ 27.
(4) Cayo. Com. II . 23. 41. 65. y I. 112. La cesio in jure otro procedi
miento solemne, podia tambien adaptarse á la enagenacion de las cosas man
cipi aunque podia igualmente emplearse para las nec mancipi. Pero Cayo dice
que la in jure cesio era poco usada Liv. 2. $ 25 .
(5) Cayo. Com. II. 65. Ulp. t. I. n. 16. Horacio ep. lib. 2. ep. 2. vers. 158.
Cicer. Topic. n . 5 .
-27
perdia la cosa y el precio ( 1 ) y ademas recibia fuertes
golpes, con lo que se terminaba la pieza. (2)
Pero cualquiera que fuera el valor de las cosas de
que acabo de hablar, ¡eran ellas solas las que se enu
meraban entre los objetos de estimacion? ¿ El dinero,
los muebles, las telas, las estátuas, las pinturas, las jo
yas eran de naturaleza inferior y casi vil?
Si, para la austeridad romana. Así lo queria el de
recho civil formado á la sombra de la primitiva simpli
cidad, y fiel á las tradiciones, que mantenian en las fa
milias los gustos modestos, y los hábitos parsimoniosos.
En vano las riquezas llegarán a Roma, en vano la con
quista del mundo llevará allí, el oro, la púrpura y las
obras mas admirables del arte. El antiguo derecho civil
permanecerá siempre inmutable. Semejante á Mum
mio, (3) el valiente y rústico vencedor de Corinto, no
comprenderá nunca lo que vale el genio que anima la
tela y el mármol, ni el precio de la industria que multi
plica las maravillas y los placeres. Las obras mas be
llas de la Grecia no igualarán en dignidad a la bestia de
carga, compañera de los trabajos del agricultor.
Todas estas cosas desconocidas unas en la cuna de

(1 ) En efecto le faltaba la garantía. Mucho mas tarde fué cuando el pretor


protegió el derecho del comprador, por la escepcion rei vendite et tradito
ó por la escepcion de dolo.
(2) Véase la comedia Persa. act. 4 y 5.
Ac suo periculo is emat, qui eam mercabitur.
Mancupio neque promittet , neque quisquam dabit.
in Persa, act. 4. sc. 3. vers . 55.
Y mas abajo vers. 61 .
....... Nihil mihi opus est litibus:
Nisi mancupio accipio, quid eo mihi opus et mercimonio ?
Véase tambien la escena siguiente.
(3) Habiendo estipulado con unos empresarios el trasporte de los cuadros
y estátuas de Corinto, contrato que si se perdian, ó deterioraban , ellos entre
garian otros iguales á su costa .
--28
la civilizacion romana, y las otras de condicion secun
daria, eran consideradas como indignas de participar de
las solemnidades sacramentales de la mancipacion, y se
colocaban en la clase de res nec mancipi. · Habia para
ellas un modo no civil de enagenarlas: la tradicion na
tural era bastante para hacerlas pasar de una mano á
otra ( 1 ) y en todo se gobernaban por el derecho na
tural . (2)
Las cosas mancipi colocadas, segun la opinion del
derecho civil, en mas elevado rango permanecian den
tro de la esfera en que las retenia su origen (3) y privi
legiada naturaleza y el derecho civil era muy débil y
vulgar para tener con respecto á ellas el menor ascen
diente .
Al lado de esta gerarquía, de esta doble naturale
za de las cosas, es indispensable que digamos algo del
dualismo de que tambien participaba el derecho de pro
piedad.
El derecho civil no reconocia por legítimo mas que
un solo derecho de propiedad, dominium . (4) Este es el
organizado siguiendo las ideas sistemáticas que le son
propias, el que se ha revestido con el nombre de dominio
por escelencia, propiedad ex jure quiritum. La propie
(1) Cayo. com. lib. 11. $ 19. nuda traditione abalienari possunt.
(2) Apparet, dice Cayo, quedam naturali jure alienari qualia sunt que
traditione alienantur; quedam civili; non mancipationis et in jure cesionis et
usucapionis jus proprium et civium romanorum . lib. 2. 9 65.
(3 ) La distincion de las cosas en mancipi, y nec mancipi es ciertamente an
terior á las 12 tablas. Cayo dá una prueba a que no podrá resistir la mayor
incredulidad . lib . II . $ 47.
(4) Cayo. II. 40. sequitur, ut admonemns apud peregrinos quidem unum
esse dominium , ita ut dominus unusquisque sit , aut dominus non intelligatur.
Quo jure etiam populus romanus olim utebatur. Aut enim ex jure quiritum
unusquisque dominus erat , aut non intelligebatur dominus. Sed postea divi
sionem accepit dominium , ut allius possit ex jure quiritum dominus, alius in
bonis habere.
-29_
dad quiritaria daba un derecho absoluto ( 1) que autori
zaba á poseer la cosa á la faz de un tercero, y revindi
carla sin consideracion á nadie. Pero supongamos que
dos ciudadanos, con el fin de sustraerse á los rigores
de un derecho formalista y embarazoso se convenian,
uno en vender y otro en comprar por los simples modos
naturales, confiándose en su mútua buena fé, una de las
cosas privilegiadas de que acabo de hablar, res mancipi,
¡ debería quedar sin efecto la venta? Sin duda, respon
de el derecho civil, con su inexorable severidad, aunque
haya trascurrido largo tiempo, y con tal que la usuca
pion no haya consolidado la tradicion, el comprador
quedaba á la merced del vendedor: este podia arrancar
le la cosa vendida porque no fué despojada, del ropage
civil que la señalaba como suya , y el dominio quiritario
permanecia en él. (2)
En este sistema no se conocia todavía mas que un
dominio . El dualismo no habia aparecido aun en el de
recho de propiedad. El elemento de segunda formacion
que modifica al primero no habia llegado; sin embargo
no tardará en descubrirse.
En efecto si los ritos religiosos y civiles sobre los
que Roma habia apoyado la garantía de la propiedad,
ejercian toda su influencia en unos pueblos ignorantes y
groseros, perdieron no obstante su prestigio cuando los
espíritus se abrieron a las luces naturales de la equidad.
Los pretores lo conocieron y vinieron en socorro de la
buena fe, dando al comprador una escepcion para re
chazar la conducta dolosa del vendedor (3) y la accion
publiciana para recobrar la cosa de que se le habia des

( 1 ) Plenam in re potestatem . Inst. de Just . de usufruc. \ 4.


(2) Cayo . lib . II. Ø 40. 41 .
(3) ad D. de except . rei vendite et tradite .
-30
pojado. ( 1) Entonces empezó el antagonismo legal de
dos propiedades rivales: una la propiedad quiritaria pro
tegida por el derecho civil: la otra la propiedad natural
defendida por la equidad del pretor. ( 2) Justiniano de
cidió esta cuestion verificando la fusion de los dos ele
mentos. (3)
En las provincias tambien se manifestaba este con
traste, por hechos análogos. Una ficcion civil suponia
que el suelo provincial pertenecia al pueblo romano,
supremo propietario, mientras que los detentores no te
nian mas que la posesion, el usufructo. (4) Esta posesion
era sin duda, irrevocable, y se trasmitia por cambio,
venta, donacion (5) y succesion. Constituia una especie
de dominium , (6) que tenia sus acciones y escepciones.
Pero esta no era la propiedad que Roma habia concebi
do en sus ideas de poder, y no se efectuaba en ella, aquel
pleno dominio que caracterizaba la propiedad quiritaria.
No era susceptible de mancipacion, (7) de usucapion (8)
ni de nada de lo que era peculiar á la propiedad roma
na. No podia comunicarse ni aun entre los romanos (9)
sino por los medios naturales y por la simple tradicion. (10)
Examinemos ahora en los contratos estos elementos

(1 ) Cayo lib. IV. 0 36. El Pretor Publicio vivió en tiempo de Ciceron , se .


gun se cree .
(2) Cayo lib. II, 40. 41. Que se llamaba in bonis habere.
(3) Ley unic. C. de nudo jure quirit tollend .
(4 ) Cayo lib . II. $ 7. In solo provinciale dominium populi romani est vel
Cesaris; nos autem possesionem tantum et usufructum habere videmur.
(5) Ley 15. C. de rei vind .
(6) Cayo lib . II. 40.
( 7 ) Idem. V 27. Ulp. t. 19. n. 4.
( 8 ) Cayo. lib. II. $ 46.
(9) Cayo. lib. II. 07. 27. 31 .
( 10) Cayo. lib. II. $ 21. Bajo Justiniano desapareció la distincion de fun
dos itálicos y provinciales. Inst. $ 40. de rerum divisione.
-31_ "
cuya lucha hemos visto comenzar en la familia y en la
propiedad.
Segun la ley de las 12 tablas, espresion muy nota
ble de un derecho comun á todos los pueblos heroicos,
no es la conciencia la que obliga al hombre, no es la no
cion de lo justo y de lo injusto; es la palabra, la religion
de la letra uti lingua nuncupassit, ita jus esto . (1 ) Todo
lo que está fuera de la fórmula empleada , es reputado
como no puesto, como no comprehendido en el contrato.
Por ejemplo el vendedor oculta un vicio de la cosa que
entrega? pues no está obligado á ninguna responsabili
dad con el comprador, porque con respecto á esto, en
nada se ha comprometido con su palabra. (2)
¡Puede haber algo mas curioso que este pasaje, que
nos refiere Ciceron? (3)
Un banquero de Siracusa llamado Pytio habia sa
bido que C. Canio caballero romano deseaba comprar
una casa de recreo . „ Yo tengo le dijo á éste, hermosísi
„ mos jardines que aunque no vendo, podeis verlos: ma
„ ñana os espero y comeremos allí juntos,” Canio acudió
á la hora convenida. Una mesa magníficamente servi
da les esperaba; pero lo que mas le sorprendió fué una
multitud de barcos de pescadores que se descubria en
la mar desde los jardines de Pytio y que daban á esta
casa de campo, un golpe de vista sumamente risueño y
animado. Bien pronto los barcos se aproximaron, los
pescadores bajaron á tierra y vinieron en tropel á pre

(1 ) 12 tablas 6. Cicer. de Orat, lib. I. c. 57. y de oficiis III. 16. Hé aquí


sus palabras. Ac de jure quidem prediorum sancitum est apud nos jure civili,
ut in his vendendis vitia dicerentur que nota essent venditori: Nam , quum ex
12. tab. satis esset ea prestari que essent lingua nuncupata, que qui inficiat us
ésset , dupli penam subiret; a jurisconsultis etiam reticentie pena est constituta.
(2) Cicer. Offic. III. 16.
(3) Id. Offic. III. 14.
.

:
-32
sentar á Pytio los mas deliciosos pescados. Canio se lle
nó de admiracion y al notarlo su huésped le dijo įesto
os sorprende? Todo el pescado de Siracusa se lleva de
este sitio, no se pesca en otra parte, y á estos pescadores
les esindispensable esta casa. Entonces Canio se aluci
na, insta, suplica al banquero se la vendiese y este aun
que resistió al principio al fin cedió. Se realizó el con
trato , y Canio pagó cuanto quiso el vendedor.
Al dia siguiente queriendo el caballero romano,en
señar á sus amigos este hermoso sitio los invitó á pasar
allí todo el dia. Desde muy temprano, fijos los ojos en
el horizonte, esperaba Canio ver arribar la bulliciosa es
cuadra, pero la orilla estaba desierta, y no se descubria
el mas pequeño esquife. ¿En qué consiste preguntó á
un vecino, que no se ven hoy los pescadores? ¡celebran
alguna fiesta ? No, que yo sepa respondió, ademas aquí
no se pesca nunca y á la verdad que todavía estoy ad
mirado del espectáculo de ayer. Canio no pudo conte
ner su furor ¿mas que podia hacer? La venta estaba
perfecta y el derecho civil encadenado en el materialis
mo de la letra, no conocia aun ningun modo de atacar
una convencion hecha por sorpresa de la mas insigne
superchería. ( 1 )
Mr. de Maistre siempre inclinado á ver elevacion
y profundidad en lo que humilla la razon, no nos permi
te ni reirnos de tan estraña moral, y aun quiere que la

(1) Nood en su profunda obra de form . emend. doli mali c. 15. Sostiene
que en esta anécdota, Ciceron no hace alusion sino á un contrato stricti ju
ris; pues que los de buena fe se hacian nulos de pleno derecho, por causa
de dolo, aun ántes que Aquilio Gallo introdujera la fórmula de dolo.
Pero esta interpretacion no me parece admisible. Nood ha querido ple
gar el derecho antiguo de los romanos, al de la época clásica. Vico ha com
prendido mejor, la diferencia de las dos épocas, p. 185, 314 y 316 y demues
tra perfectamente que en su orígen no era la venta, lo que se llamó despues
un contrato de buena fe . Las comedias de Plauto lo prueban con hechos.
--33
admiremos. ( 1 ) Por lo que á mi respecta , no participo
á la verdad, de su opinion, hácia un derecho tan esclavo
de la letra, y tan rebelde al espíritu del buen sentido;
derecho orgulloso, que tiene la pretension de ocurrir á
todo, y no conoce las mas sencillas garantías que se
deben á la buena fé .
Los jurisconsultos no podian ménos de conocer que
ya era imposible permanecer, por mas tiempo, cautivos
en este círculo enteramente material y su genio filosófi
co se elevó hasta la idea de una justicia abstracta, su
perior a las palabras. Aquilio, cólega y amigo de Cice
ron, publicó sus fórmulas contra el dolo. (2) Desde en
tonces la buena fé comenzó a ser algo, en la interpreta
cion de los contratos y aquí, como en la familia, y como
en la propiedad, vino á colocarse la equidad al lado del
derecho civil .
Bastan estos ejemplos del dualismo naciente, que
aunque tarde, vino á modificar la omnipotencia celosa
de la institucion aristocrática. Podria añadir otros mu
chos, pero seria detenerme en pormenores, que ninguna
fuerza prestarían á estos rasgos tạn significativos.
( 1 ) Des delais de la justice divine , nota 4. $ 97.
(2) Officis III. 16.

5
CAPITULO IV.

Período filosófico del derecho romano. Nacimiento del


elemento cristiano. Su combinacion con el derecho.

La filosofia rompiendo por fin el inflexible círculo


que habia trazado el patriciado, hizo su entrada en el de
recho romano. El período filosófico comenzó pues, y su
punto de partida debe señalarse en el siglo de Ciceron.
Luego lo veremos engrandecerse poco á poco, y muy
particularmente bajo la influencia del Stoicismo. Sin
embargo, vamos á probar que el Stoicismo estuvo bien
distante de hacerlo todo, y que desde Neron , hasta Cons
tantino, el derecho civil estuvo recibiendo la accion in
directa del cristianismo, como todas las demas cosas.
La época de Ciceron fué sin duda, la de un gran
movimiento intelectual. La filosofia habia invadido á
Roma y la enseñanza de los retóricos, tan temida por
los apasionados a las antiguas costumbres, ( 1 ) habia
iniciado la juventud, en las mas atrevidas novedades. (2)
Epicuro principalmente, halló en el Senado, en el foro,
(1) En 662 los censores Licinio Craso y Domicio Enobardo declararon
que esta enseñanza era para ellos un objeto de disgusto. (Suet de Claris rhet.
n . 1. Cicer. de Orat. III . 24 .
(2) Novum genus discipline, ( Suet lug. cit .) Caton era adversario. Plin,
29. c. 1 .
-36-
entre oradores y poetas,( 1 ) discípulos obcecados. (2) Sus
doctrinas, llevadas al estremo, por algunos espiritus de
lógica inflexible, habian conmovido la Religion y las
instituciones. (3) En vano el Stoicismo (4) oponia sus
máximas austeras, sus elevados principios, último ba
luarte de la República que se arruinaba, y estremo re
fugio de los espíritus acobardados, contra la indiferen
cia voluptuosa de los scépticos. Empero el Stoicismo
no era en sí mismo, otra cosa que un instrumento de la
general oposicion que habia en todas partes. En cons
tante lucha contra la tiranía política que se sustituia á
la antigua constitucion romana, exaltaba la libertad del
hombre y lo impelia á las vias de resistencia, hasta el es
tremo fatal del suicidio, enseñándole á desprenderse de
los lazos mundanales, para salvar los límites de lo mor
tal y perecedero. La filosofia stoica inclinaba á los hom
bres hacia el espiritualismo, doctrina consoladora, á la
verdad, y aun necesaria, principalmente en los reveses
políticos; pero doctrina que chocaba con demasiada fuer
za, con la supersticion de las antiguas formas, sobre que
estaba basado todo el edificio religioso y político de la
República. Cuando el stoico niega sobre el lecho de los
padecimientos, la existencia del dolor, ¿puede darse una
negacion mas ardiente del sensualismo, y una protesta
(1 ) César y Lucrecio. César en su célebre discurso al Senado, sobre la
Cunjuracion de Catilina , niega las penas de la otra vida. (Sall. 51) Lo mis.
mo hizo Cic. en su defensa pro Cluentio. (61) Pero debe notarse con respec
to á Cic. que esta denegacion de la vida futura, no es, si puedo esplicarme
así, sino un modo de audiencia (50) ; qué auditorio sin embargo, el que escu.
chaba sin muestras de disgusto, semejante moral!
(2) Montesq . Grand. y décad . C. X.
(3) Tantum religio potuit suadere malorum !
Lucrecio.
(4) El stoicismo tuvo por su primer representa.ite en Roma, á Panetio ,
amigo de Polybio y de Scipion el africano. (Véanse las Mem . de la acade.
mia de inscripciones tom. X. mem. de M. Sovin.)
-37
mas esplicita y orgullosa contra la materia? Y cuando
por la contemplacion de la inmortalidad del alma, ( 1 )
se escita a la muerte voluntaria, iqué sublevacion mas
terrible contra el materialismo , que la que no soporta
ni las cadenas de la vida?
Colocábase entre estas dos sectas, una clase nume
rosa de pensadores que desde luego llamaria eclécticos,
sino temiera cometer un anacronismo en la espresion,
á cuya cabeza figuraba Ciceron como el mas elocuente
é ilustrado. Una simpatía que se deja ver en todas sus
obras, lo arrastraba a la filosofia de Platon . Elevábase
en alas de la inteligencia hacia las regiones sublimes
del idealismo y de la abstracta meditacion. Pero tem
plaba estos brillantes ensueños, ora con el método mas
práctico de Aristóteles, ora con las doctrinas mas posi
tivas y mas austeras del Pórtico. Bajo esta influencia
compuso su admirable tratado de los Deberes, libro tan
sabio como bello, y que no ha sido aventajado, sino por
el Evangelio y sus tratados de Divinatione, y Naturale
za de los Dioses, obras en que campea una filosofia tan
pura, que merecieron el honor de ser quemados, por ór
den de Diocleciano (2) con los libros de la Religion cris
tiana . Era Ciceron por su posicion política, lo que llama
ríamos hoy un conservador. Empero su preferencia por
el órden existente, no era ciega; y á veces se arrojaba
con ardimiento á una crítica atrevida. Habia sido au
gur; é hizo, (tal vez por esta razon ) una sátira ingenio
sa de la ciencia etrusca de la adivinacion . (3) Magis
trado, jurisconsulto, puso en ridículo, con aquella gracia
aguda que lo caracteriza, la ciencia formulista de los

(1) Caton de Utica se dió muerte despues de haber leido el diálogo de


Platon , sobre la inmortalidad del alma.
(2) En 302.
( 3) De divinat. lib . 2. n.4 .
:
--38 ~
jurisconsultos , su respeto supersticioso por el arreglo y
coordinacion de las palabras y sílabas, su sumision á
las fórmulas sacramentales, ritos minuciosos de sus ac
ciones de justicia, y ficciones arbitrarias de su de
recho . ( 1 )
Si se reflexiona que el derecho civil con su pruden
cia tiránica, con su materialismo constituido arbitraria
mente, estaba tan íntimamente unido a la constitucion
del Estado, y que no obstante, Ciceron se divierte á sus
espensas, en uno de los discursos mas propios para cau
tivar la pública atencion, se comprehenderá fácilmente
que la preponderancia del antiguo elemento, se encon
traba en grave riesgo, y que su jóven rival, la equidad,
iba á entrar en una carrera rápida y victoriosa. Los pre
tores empezaban en efecto, á dispensarle abiertamente
su proteccion . Con el pretesto de interpretar la ley es
crita, alteraban y modificaban su rigor, por medio de
innovaciones mas ó ménos tímidas, mas ó ménos indi
rectas, pero que siempre iban marcadas con el sello de
un sentimiento equitativo que habia encontrado a Roma
insensible en los precedentes siglos. Ciceron principal
mente, en cuantos papeles representó su genio univer
sal, fué uno de los mas ardientes apologistas de la ley
natural y de la equidad. Pretor, hacia gala de colocar
la á la cabeza de sus edictos. (2) Filósofo, y hombre de
estado, declaraba que no era en la ley de las 12 tablas
donde debia buscarse el origen y la regla del derecho,
sino en la profundidad de la razon: (3) que la ley es la
equidad, la suprema razon grabada en nuestra natura
leza, (4 ) escrita en todos los corazones , inmutable, eter
(1 ) Pro Murena c. 12.-13 .
(2) ad Attic . ed. de Panck . tom . 20. p. 302. Ep. 252 (lib . 6. cp. 1.)
(3) De Legib . lib. 1. 11. 5.
(4) Id. n . 6. Véase la aplicacion que hace de estas nociones al derecho de
propiedad: (de finibus lib . 3. c. 20. De officiis lib. 1. c. 7. de Repub. lib. 1. c. 17.)
I

-39_
na , que nos traza nuestros deberes, de que no puede es
cusarnos ni la suprema potestad, y cuyo imperio se es
tiende a todos los pueblos; ley que Dios ha concebido,
discutido y promulgado. ( 1 )
Así diversas causas contribuian á hacer vacilar la
fe, ya en la antigua sabiduría itálica, ya en el formalis
mo con que se envolvia al hombre, para gobernarle.
Como aplicacion del materialismo al orden político, en
contraba en los neo -materialistas, que se habian hecho
escépticos, sectarios poco celosos; como religion pasada,
dejaba que desear mayores progresos á los amigos de lo
pasado, espiritualizados por la filosofia . ( 2 )
Los jurisconsultos que florecieron despues de Cice
ron , eran inspirados en general por el stoicismo, que da
ba reglas severas y precisas de conducta. ( 3) Toda la
parte moral y filosófica del derecho romano, desde La
beon, stoico novador, ( 4) hasta Cayo y Ulpiano, está to
mada de esta escuela cuya fama se hizo cada vez mas
grande, con el auxilio de los hombres eminentes, que
por todas partes brillaron en el período del imperio. Pe
ro no nos engañemos: el stoicismo de Séneca, de Marco
Aurelio (5) y de Epitecto no tenia las estrechas y eriza
das proporciones que nos hacen sonreir con Ciceron de
la fatal estravagancia de Caton (6) y de Tuberon. (7)

(1 ) De Republic. lib. III. n . 17.


(2 ) Esta es la causa porque Labeon que floreció en tiempo de Augusto,
fué gran novador en jurisprudencia. (l. 2. $ 47. de orig. juris) y gran conser
vador en política. (Pothier. Pand. prefacio t. I. p. 20.) Sábese que era stoi.
co. Potiher. p . XLV.
(3) Cuyas. observ. lib. 26. c , últ. Gravina de ortu juris 44.
(4) Pomponio . I. 2. D 47. de origine juris.
(5) Véase á Gibbon sobre sus meditaciones t. 1. 207.
(6) Cicer. pro Murena n . 29.
(7) Cicer, in Brutum n. 31. Fué jurisconsulto célebre de su tiempo. Po.
thier. Pand. prefacio p. XV.
1

-40
Elevado á formas mas puras y mas bellas, ( 1) ménos in
tolerante, menos áspero, se desembarazaba de las su
persticiones que le reprobaba la recta razon, en los
tiempos de sus primeras conquistas en Roma. (2) Era
cada vez mas, una filosofia espiritual que proclamaba
el gobierno de la Providencia divina, el parentesco de
todos los hombres y el poder de la equidad natural.
Grandes acontecimientos habian tenido lugar en
esta época, en el Oriente. La cruz en que habia sido in
molado Jesus -Cristo, era ya, el estandarte de una reli
gion que iba á regenerar el mundo, y los apóstoles, par
tian de la Judea, para llevar á las naciones el evangelio.
Cuanto existia con respecto á los principios civilizado
res, diseminados en las diversas escuelas filosóficas de
la sociedad pagana, lo poseia el Cristianismo con mu
cha mas riqueza, y sobre todo con la ventaja de ser un
sistema homogéneo en que todas las grandes verdades
están coordinadas con una union admirable, y colocadas
bajo la salvaguardia de la mas ardiente fe. Ademas de
este vaso de tierra, que como dice San Pablo, (3) encer
raba los tesoros de Jesus-Cristo, se escapaban nociones
de moral, que saliendo al encuentro de las masas aban
donadas por la filosofia , les anunciaba el verdadero
destino de la humanidad, en esta y en la otra vida.
El Cristianismo en efecto, apareció no solamente
como un progreso sobre las verdades proclamadas antes
de él, no solo estendió y revistió estas verdades de un
carácter mas sublime, y de una fuerza mas simpática
sino que tambien fué (y esto debe entenderse al pie de
la letra aun por los mas incrédulos) la antorcha que

(1) Herder. tom. III. p. 70.


(2) Cicer. de Divinat. lib. 1. c. III . VI . XX . XXX . XXXIX.
(3) A los corint. IV.-n. 7.
descendió sobre las clases desheredadas del patrimonio
de la ciencia, y sumidas en las tinieblas del polyteismo.
La antigua filosofia , a pesar de su mérito, tiene que
acusarse de haber permanecido impasible ante los ma
les de la humanidad. Encerrada en el dominio de la
especulacion, en provecho de algunos hombres de genio,
no fue otra cosa que un entretenimiento de la inteligen
cia, y no una tentativa enérgica y vigorosa, para refor
mar en grande la sociedad, y purificarla de sus hábitos
de corrupcion é inmoralidad. Faltábale para esto, aque
lla virtud que inspira muy particularmente el Cristia
nismo, esto es, la caridad. La filosofia no supo abrazar
la caridad, ni en su desenvolvimiento práctico, ni en
su lógica estension. Es verdad que la fraternidad hu
mana no fué desconocida del gran Platon ; pero preo
cupaciones mas poderosas que la filosofia, limitaban
su nocion á solos los pueblos de la Grecia. Mas allá,
no se veia otra cosa que desigualdad, antipatía, de
recho del mas fuerte. Ciceron se elevó sin duda, á
mayor altura, cuando desde el seno del egoismo roma
no se atrevió a proclamar que los hombres eran como
conciudadanos de un mismo pueblo. ( 1 ) Pero este lazo
del municipio, sacado por el filósofo de la identidad de
las leyes, no es sino un tímido bosquejo de la fraterni
dad que une a todos los hombres en la ciudad cristiana.
Séneca dió un paso mas que Ciceron, transformando
esta patria comun en una sola familia, de la que todos
somos miembros. (2) Empero el Cristianismo los escedió,
( 1 ) De legib. I. 7. Inter quus por ró est communio legis, inter eos commu
nio juris est . Quibus autem hæc, sunt inter eos communia, et civitatis ejus.
dem habendi sunt . ... ut jam universus hic mundus, una civitas communis.
deorum atque hominum existimanda.
(2) Epist. 90. y 95. Filosofia docuit colere divina, humana diligere, et pea
ne deos imperium esse, inter homines consortium . ( Epist. 90) Homo, sacra res
homini - Omne hoc, quod vides, quod divina atque humana conclusa sunt, unum
6
.

-42
al proclamar no solamente el parentesco y aun la fra
ternidad y solidaridad universal ( 1 ) sino que asentó so
bre esta base su moral afectuosa de caridad, de igual
dad, y su infatigable práctica de abnegacion, de sacri
ficios, y de desinteresada proteccion al prójimo. Así,
mientras la filosofia articulaba los rudimentos de la hu
mana perfeccion ; llevaba el Cristianismo a todas las
naciones, sus principios completamente desarrollados,
y la inmediata aplicacion á todas las clases de la socie
dad. Bastó su denuedo en la empresa para anunciarse
desde luego, como una nueva sabiduria distinta de la fi
losofia pagana . (2)
Por lo demas los términos de su programa han sido
con mucha claridad formulados por San Pablo. Dejan
do á un lado toda la parte teológica, por no ser de mi
objeto, reasumiré brevemente las ideas de derecho natu
ral proclamadas por el Apóstol cristiano.
„ La tierra está habitada por una gran familia de
„ hermanos, hijos de un mismo Dios, y regida por la mis
,,ma ley moral desde Jerusalem, hasta los confines de
„ España: (3) los muros de separacion han caido: las
„ enemistades que dividian á los hombres deben estin
„ guirse. (4) El Cosmopolytismo, que es el amor de la
„humanidad en su mas grande escala, sucede á los an
„ tiguos odios de las naciones, y el cristianismo no hace
„ distincion ni de griegos y bárbaros, ni de sábios é igno
„ rantes (5 ) ni de judíos y gentiles. (6 ) La nueva ley que
est : membra sumus corporis magni. Natura nos cognatos edidit quum ex iis
dem in eodem gigneret. Hæc nobis amorem dedit mutuum et sociabiles fecit.
(1) Si un miembro sufre, todos sufren con él, San Pablo I. á los Corint.
XII - 26 . á los Rom , XII. 10–16 .
(2) San Pablo á los Corint. I. 20. 6. 8. 12. III–19. A los de Efeso II. 6.
(3) San Pablo á los Romanos. c. XV. 24 á 28.
(4) Id. á los de Efeso. c. II. 14 .
(5) Id. a los Roman . c. I. 14 .
(6) Id . .c .X - 12.
-43
„va á rejuvenecer la humanidad, ( 1 ) no tiene por objeto
„,el trastorno de la autoridad establecida. (2) Es verdad
„ que reconoce en los débiles y oprimidos, derechos que
„ los grandes deben respetar. Ordena á los señores que
„ usen de dulzura y equidad para con sus esclavos; (3)
„ y á los padres previene que no irriten á sus hijos. (4)
Empero no derriba violentamente las instituciones con
,,sagradas por el tiempo. No subleva al esclavo contra
„ su señor, (5) al hijo contra el padre, (6) á la muger
„ contra el esposo. (7) Quiere terminantemente que los
„ Príncipes y Magistrados sean obedecidos." ( 8 )
Pero el yugo de que liberta al hombre desde luego,
es el de la materia y los sentidos, (9) á fin de dar al es
piritualismo su divina superioridad . ¿Cuáles son los
frutos del materialismo ? La disolucion, la idolatría, las
enemistades , los asesinatos &c. ( 10) ¿No nos presenta
la sociedad romana á cada paso, el espectáculo de esta
corrupcion? ( 11 ) ¿Cuales, por el contrario, son los frutos
del espíritu? La caridad, la paz, la paciencia, la huma
nidad, la bondad, la castidad. (12) Que el espíritu ja
más desmaye, ( 13) que se eleve sobre la carne; que se

(1 ) A los de Efeso c. II . n. 6.
(2) A los Romanos c. XIII. 1 .
(3) A los de Efeso c. VI. 5 á 10. á los Colossos c. IV. 1 .
(4) A los de Efeso c. VI. 4. A los Coloss. C. III. 20. 21. 23 .
( 5 ) A los Corint. c. VII. 21. 22.
(6) A los de Efeso c . VI. A los Coloss. C. III. 20. 21. 23 .
( 7 ) A los de Ef. c . V. 22. 23. 24 .
(8) A Tito. c. III. 1 .
(9) A los Rom. c. I. 23. 24; c. II. 25 á 29.c. VỊ. 12. 13. 14. C. VII . 14 .
c. VIII. 5. 6. 7. A los Corint. c. II. 15 .-- . III. 7.8. A los Galt. c. V. 19, á
23. c . VI . 15.- A los de Efes. c. II . 15 .
(10) A los Galat. c. V. 22. 23 .
(11 ) A los Romanos. c. I. 26. 27.
( 12) A los Galat. c. V. 22. 23.
( 13) A los Tesal. c. V. n. 19,
1

sobreporga á la letra de la ley, porque la nueva ley es


espiritual: ( 1 ) existe por la verdad, y no por las fórmu
las, (2) y no es, en fin aquella ley cargada de precep
tos (3) cuyo sentido está en pugna con la letra. La
nueva ley recomienda á los hombres la union, por me
dio de una comunidad de afectos; (4) el cariño frater
nal, para que se miren los unos como miembros de los
otros, (5) para que se ayuden con sincero cariño, (6) pa
ra que no se devuelvan mal por mal, ( 7) para que amen
al prójimo como á sí mismo, (8) y para que estén per
suadidos de que cuando un hombre padece, todos los
demas padecen con él . (9) Delante de Dios son iguales
todos los hombres; todos forman un solo cuerpo, ya sean
judíos, gentiles, ó esclavos. Porque la Providencia es
igual para todos, y la tierra pertenece al Señor, con
todo cuanto contiene. ( 10) Si la verdad sufre persecu
ciones, no le es permitido al cristiano refugiarse como
el Stoico, en la muerte voluntaria; debe por el contra
rio, sufrir bendiciendo á sus perseguidores: (11 ) debe re
sistir y permanecer con firmeza , armándose como intré
pido guerrero con el escudo de la fé, con el casco de la
salud y espada espiritual. ( 12)
Tal es la moral que se colocaba ante una sociedad
erizada de orgullosas antipatias, abandonada por las
( 1 ) A los Rom. c. VII. 14. A los Corint. c. III. 7. 8.
(2) A los Roman. c. II. 25. 29 .
(3) A los de Efeso c. II. 15.
(4) A los Rom . c. XV.5.
(5) Id. c. XII. 5.
(6) Id. 8. 9. 13 .-- A los Corint. c. XIII. 4.
(7) A los Rom. c. XII. 17.
(8) Id. c. XIII. 9.
(9) Id . á los Corint . c. XII. 26.
(10) Id. a los Corint. c. 1. 26.
(11 ) Id. á los Roman . c. XII. 14.
(12) A los de Efeso, c. VI. 13. y sig,
;

145–
creencias religiosas, ( 1 ) aunque sometida á la ley de
hierro, (2) que no habia podido impedir que la duda y
la corrupcion se arraigaran por todas partes. Quedá
banle fuerzas aun á esta sociedad, pero estaban ó aco
bardadas ú oprimidas. Los unos escapados de Farsa
lia, (3) vacilaban entre los impulsos de una fuerte resis
tencia ó el abandono de la causa pública. Los otros,
mas jóvenes, se veian contenidos por la esclavitud, la
patria potestad, leyes de los peregrinos, y por todas las
cadenas en fin , que habia forjado la antigua aristocra
cia; y esperaban en medio de una sorda fermentacion
grandes y misteriosos acontecimientos. Los oráculos
habian anunciado una época fatal, y ofrecido á la hu
manidad una crisis, y todos los ojos se volvian con un
sentimiento de inquieta esperanza hácia aquel porvenir,
que debia bajo los auspicios de un hijo divino, libertar
la tierra, y abrir al hombre una carrera de mejores es
peranzas y destinos. (4)
Entre estos elementos, demasiado distintos para
que pudiese haber entre ellos nada de comun , como no
fuera su conflicto, se encontraba la clase de hombres
favorecidos de la fortuna , gente egoista, afeminada, que
llevaba a todas partes, unida á su libertad, la infame
servidumbre del vicio, y el yugo vergonzoso del sibari
tismo. Aquí figuran los libertos que las guerras civiles
habian colocado en masa en el rango de ciudadanos
romanos: que habian ' traido con sus maladquiridas ri
( 1) El mismo Virgilio se rie del Infierno pagano. Georg. lib . 2.
(2) Ferrea jura. Georg. lib. II. v. 522.
(3) El poema de Lucano, escrito bajo Neron, es un homenage rendido á
los vencidos de Farsalia. El poeta llora la muerte de Pompeyo, ensalza á
Bruto y diviniza la virtud de Caton. Esta obra es en fin, la espresion de los
sentimientos de un partido que habia sobrevivido á la caida de la República:
(4) Este sentimiento está espresado en la egloga IV de Virgilio . Véase
una prueba de que por todas partes se esparcia, en Suetonio. (Aug. 94.]
1

-46
quezas, toda la insolencia de los hombres elevados de la
nada, y todos los vicios de los corazones á quienes ha
sonreido la suerte antes de haber recibido la educacion
que es la que precave sus peligros. En rango mas ele
vado se colocaban todas las ambiciones, ardientes ántes,
ahora gastadas é indiferentes, que se habian distinguido
en la época del Triunvirato, por el tráfico de las cosas
públicas, ( 1 ) por la compra y venta de los juicios (2) por
los falsos juramentos, (3) por el desprecio del pueblo (4)
y de la Religion. (5) Eran estas las reliquias del Epicu
rismo, que habian atravesado entre placeres y peli

(1 ) Cicer. ad Attic. IV. 18. [ed de Panck.t. 19. p . 364. t. IV. 16. p . 292.)
El tráfico de las conciencias se hacia públicamente . „ Ammonius legatus
regis, [dice Cicer. en una de sus cartas á Lentulo) „ ,aperte pecunia nos op
pugnat {ad fami!. lib. I. c. 1. ed de Panck. t. 19. p. 36.] Son ademas bien
conocidas las palabras de Yugurtha. ,, O urbem venalem.” '
(2) La corrupcion de los jueces era espantosa; Ciceron la señala á cada
instante en sus cartas, como un hecho notorio. „ De Proculio rumores non
,,boni, sed judicinoti....! Deinde Pompeimira contentio , judicum sordes ....
,,sed omncs absolventur, nec posthac quisquam damnabitur, nisi qui hominem
,,occiderit.” [IV, ad Atiic 16. ed de Panck. t. 19. p. 292 á 304.]
(3) Cicer. nos da un memorable ejemplo de la inmoralidad de las clases
superiores. „ , Los Cónsules, dice, perdieron su reputacion desde que Mem
mio leyó en pleno Senado, el contrato que él y su competidor habian cele .
brado con ellos. Decia este contrato que si los Cónsules de aquel año podian
hacer que se les designase para el siguiente, ellos les darian 400000 sestercios,
á ménos que no les aprontasen tres augures para afirmar que habian estado
presentes el dia que se dió la ley cur iata (que ni se habia propuesto) y á mas
dos Consulares que atestaran que estaban presentes cuando se estendió el
decreto para arreglar el estado de las provincias de estos mismos Cónsules,
aunque el Senado no se reunió [ad Attic. lib . IV. 18. ed de Panck. tom . 19.
p. 344] Sobre lo que , ha esclamado Montesquieu,, ¡ Cuántos hombres sin ho
nor para un solo contrato! [Grand. y dec. c. 10. )
Puede verse tambien en su defensa pro Cluentio cual era la corrupcion y
cuales monstruos ofrecia la sociedad romana! En un pequeño pueblo á ori.
llas del Adriático , se vieron divorcios , incestos , falsedades, envenenamientos,
jueces corrompidos, una madre encarnizada contra su hijo , &c. &c.
(4 ) Montesquieu Grand. y Decad. c. 10. Cicer. ad Attic. lug. cit.
(5) Idem.
-47
gros, (1) por las últimas borrascas de la República; y
reposaban á la sombra del despotismo y en las delicias
de una vida muelle, de las fatigas y trabajos militares.
El tipo de estos elegantes epicúreos era Mecenas, mi
nistro de Augusto, que componia libros sobre las modas
y el tocador. Mecenas, que daba la norma al lujo de las
mugeres de su época, y se presentaba en público, entre
los pliegues de una túnica talar escoltado por dos eunu
cos, mas hombres que él. ¡Desgraciado! cansado de su fe
licidad, buscaba en el vino, en los conciertos, en el ruido
de las cascadas, y en los divorcios, mil veces repetidos,
algo con que despertar su ya embotada sensibilidad. (2)
En esta elegante y corrompida (3) sociedad, reinaba al
lado del desprecio de los Dioses, la moral del interes, el
culto del egoismo, y la embriaguez de la vida sensual.
De estas fuentes, como veremos despues, sacó Augusto
el principio de su cuerpo de leyes para la regeneracion
de la Italia. Rigió su época, con los medios que la ha
cian mover; pero nunca un mal principio puede produ
cir el bien. La corrupcion marchó adelante, en vez de
detenerse, y llegó a su colmo con los abominables esce
sos pintados por Tácito, en el reinado de Mesalina, (4)
con las infamias de Neron, (5) y con las fiestas de Ti
gellin. (6)
(1) Véase en Suetonio la cena de Octavio (Octav. Aug. 70) ;Tales eran
los indecentes placeres de los hombres de aquella época de desórden moral
y político.
( 2) Séneca ha trazado con mano maestra este retrato . Epist. 114 y De
Provid 111 .
(3) La corrupcion del pueblo romano ha sido descripta admirablemente
por Mr. de Villemain en sus Melanges t. 3. p. 201 y sig.
( 4 ) Annal. II. 26. 27. 28. 29. 30. 31. XIII. 30. 34 .
(5) Annal. XIII. 13. 14. — XIV . 1.8. y sig.-XVI. 45. &c. Hist . I. 16.
Puede tambien verse lo que dice acerca de la disolucion de las mugeres é ig
nominia de los Senadores. Annal. lib. II. 85 y lib . XV.32.
(6 ) Annal. lib. XV. 37.
‫ܐ‬

-48
El Stoicismo único depositario de doctrinas mas pu
ras, salia de cuando en cuando de su abatimiento, para
presentar algunos caracteres enérgicamente delineados.
La mayor parte de los espíritus generosos se habian
dado cita, como en una ciudadela levantada contra la
decadencia de los hombres y de las cosas. Los que dis .
gustados de los negocios, se alejaban del Senado, forti
ficaban sus almas con el estudio de la sabiduría. Los
que su vocacion llamaba á los peligros de las funciones
públicas, procuraban ser mejores que las leyes y cos
tumbres de su siglo, y enseñaban los medios que condu
cen á la humana perfeccion . Sin duda tenia el Stoicis
mo indignos y falsos sectarios, sin duda no produjeron
las doctrinas epicúreas en todos los espíritus sus últi
mas y fatales consecuencias. ( 1 ) Pero yo señalo las ten
dencias generales; y las del Stoicismo fueron tan pro
gresivas en la época de que me ocupo, como propias las
del sensualismo para precipitar la decadencia de la ci
vilizacion.
Cuando empezó el Cristianismo á marchar hácia
occidente, era Séneca el mas ilustre representante del
Stoicismo en la filosofia . Nada diré del preceptor de
Neron. Yo no veo mas que sus escritos, y no iré al tra
ves de ellos á buscar las debilidades del cortesano . Por
otra parte, estos escritos son admirables, (2) ejercieron
( 1 ) Muchos críticos han creido que Virgilio, uno de los hombres mas pu
ros de la Italia, fué epicureo. En efecto , habia sido discípulo de Segron , de
la secta epicurea. (Cic. Acad. II. 33. ) En la egloga de Sileno, espone Virgi
lio el sistema de la creacion , desenvuelto por Lucrecio. Sin embargo, en su
6. libro de la Eneida se encuentra cierto reflejo de Platon.
(2) Mr. de Villemain ha hecho un bello retrato de Séneca (Melanges t.
p. 235.) He aquí uno de sus juicios sobre este filosofo , á quien por otra parte
„ juzga con severidad. „ Tiene ideas tan elevadas de la dignidad del hom.
„ bre .... diviniza tan elocuentemente la alma virtuosa , que se ve uno tentado
„ á colocarle entre los sabios, cuyo entusiasmo moral, preparó el mundo para
,,las sublimes lecciones del Evangelio."
-49—
grande infiuencia en los ulteriores destinos de la filoso
fia stoica, y marcan sobre todo, un progreso considera
ble en las obras, cuyas materias habia tratado el mismo
Ciceron.
Tenia Séneca cerca de sesenta años, cuando S. Pa
blo, habiendo .osado apelar para el Emperador, de laju
risdiccion de Porcio Festo, llevó a Roma su filosofía tan
ardientemente espiritualista. Sábese que el grande Após
tol, cuyas palabras habian perturbado á Agrippa, Bere
nice y al procónsul Sergio, ( 1) predico libremente en
esta ciudad, durante dos años enteros; (2) y que se le
formó una causa en que él mismo se defendió, ( 3) ¿Y
puede creerse que la novedad de esta enseñanza, y el
ruido de este proceso fuesen ignorados de Séneca, cuyo
talento se alimentaba sin cesar de las mas grandes
cuestiones filosóficas y sociales? Séneca, ademas debia
conocer á S. Pablo de reputacion, aun ántes del viage
de este último á la capital del imperio romano ; porque
Gallion su hermano mayor, figuró durante su proconsu
lado de Acaya, en las cuestiones y querellas de los ju
dios de Corinto con S. Pablo y ante su tribunal, acusa
ron sus enemigos al Apóstol como culpable de nuevas
supersticiones. Gallion sin querer oir su defensa lo ab
solvió, (4) con una moderacion y espíritu de tolerancia,
que justifican los elogios que por su sabiduría le tributa
Séneca. La amistad de los dos hermanos era grande ; á
Gallion dedicó sus tratados sobre la cólera, ( 5 ) y sobre
la vida venturosa, (6) y muy comunmente hace mencion
(1) Act. apost. XXVI.-26 á 30.
(2) Idem XXVIII.- 30. 31 .
(3) S. Pab . II ad Timothe. IV .-16.
(4 ) Act . de los apost. XVIII.-14.
(5) Llamáyase entonces Novatus; mas adelante tomó el nombre de Ju
nio Gallion.
(6) De vita beata I.
7
1

-50
de él, en sus otras obras, con las mas vivas demostra
ciones de amistad y oonsideracion . ( 1 ) como podemos
suponer que Gallion no le comunicara este aconteci
miento tan notable, cuando ya hombres suspicaces atri
buian á las predicaciones de S. Pablo , algunas tentati
vas de la insurreccion que habia estallado en Orien
te? (2) Lo que no tiene duda es que el cristianismo des
de su nacimiento, habia estendido sus rayos hasta Ro
ma, aun ántes del viage de S. Pablo. (3) En efecto, en
su epístola á los romanos, saluda á cierto 'número de
cristianos designándolos por sus nombres (4) y elogia
su fé conocida ya en todo el universo; (5) en fin cuando
desembarcó en Pouzoles, y en la travesía de esta ciudad
á Roma, salieron muchos de sus hermanos á recibir
le . ( 6) Durante su permanencia en Roma, no cesó S. Pa
(1 ) Consol á Helvie , 16. Epist. 104. V. Tambien Séneca de Mr. Dnro.
soir, t. I. p. 4 del prologo de Ira.
(2) Act. Apost. XXI. 38. XXII . 24. Josefo. Ant. jud. XV. guerras de
jud. II.
(3) S. Pablo á los Rom. c. 7. 8. Act. Apost. XXVIII. 15.
(4) c . XVI.
(5) c . I. 8.
(6) Act. Apost. XXVIII. 15. El testimonio de Tacito es ademas muy
notable si se considera su hostilidad. Empieza por calumniar a los cristianos: 1
„ Homines per flagitia invisos quos vulgus crtstianos appellabat. Auctor nomi.
,,nis hujus Christus, Tiberio imperante , per procuratorem Pontium Pilatum ,
9,,suplicio affectus erat. Repressaque in præsens extiabilis superstitio, rur.
„ sús erumpebat, nom modo per Judæam, originem ejus mali, sed per urbem- .
,,etiam , quó cuncta undique atrocia aut pudenda confluunt celebranturque.
„Igitur proinde correpti qui fatebantur; deinde indicio eorum multitudo in.
gens, aut per indein crimine incendii, quám odio generis humani convicti
,,sunt.” (Annal. XV. 44.) Así escribia Tacito con motivo de la persecucion
que snfrieron los cristianos, cuando el incendio de Roma bajo Neron. Este
incendio obra del mismo Emperador, acaeció el año 64 de la era cristiana, 1

es decir, dos o tres años despues del viage de S. Pablo.


Notemos de paso, la imperdonable ligereza de Tacito, que acusa á los
cristianos, de odio hacia el género humano! Acaba por confesar que los supli
cios hicieron nacer la compasion. Misseratio oriebatur, quamquam adversus
sontes et novisima exempla meritos.

3
--51-
blo de escribir, (1 ) de tener conferencias, y de conver
· tir. (2) Su palabra penetró hasta el palacio del Empe
rador y allí encontró fieles y hermanos. (3)
De modo que la verdad evangélica, habia echado
sus raices en la capital del mundo, y allí levantaba al
lado de Senea, su frente impávida contra las calumnias
con que ya se preludiaban las persecuciones, y aquellos
suplicios de tan refinada atrocidad, (4) que fueron el
mejor medio de hacer conocer el Cristianismo y de lla
mar hacia él las simpatías. (5) Porque la verdad tiene
siempre un poder secreto para propagarse ; se apodera
de los espíritus y germina en ellos, como las buenas se
millas que arrojadas por el viento sobre un terreno fér
til, crecen bien pronto y se convierten en árboles gigan
tescos, sin que la vista mas perspicaz, pueda percibir el
misterio de su nacimiento y desarrollo. El que haya
leido á Séneca con atencion, no podrá menos de adver
tir que hay en su moral, en su filosofia, en su estilo, un
reflejo de ideas cristianas que colora sus composiciones
de un resplandor enteramente nuevo. No daré yo mas
( 1 ) Sus epístolas se escribieron casi todas en Roma.
(2) Act. Apost. XXVIII. 21 .
(3) A los Filp. IV. 22. Les envia las salutaciones de todos aquellos que
pertenecian á la casa del César. Despues de su degollacion , una señora ro
mana recogió su cuerpo y le dio sepultura en un jardin de la via ostia .
(4) Tácito describe así los suplicios de que hacian una diversion. „ Pe
„ reuntibus addita ludibria , ut, ferarum tergis contecti laniatu canum interi
„ rent, aut crucibus affixi, aut flamandi, atque ubi defecisset dies , in usum
,,nocturni luminus urerentur. Hortos suo in spectaculo Nero obtulerat, et
„ circense ludricum edebat , habitu aurigæ permixtus plebi ; vel curriculo
insistens.”
Séneca vivia entónces alejado de la Corte y amenazado por el Empera
dor. Murió el año siguiente.
(5) Hemos visto qne el mismo Tácito confiesa que la compasion era exi
tada por estas atrocidades. Los cristianos lo sabian , porque Tertuliano, Apo
loget. $ 50. decia mas tarde. „ ¿Quién puede ser testigo de la constancia de
„ los cristianos en medio de los suplicios, sin admirarse sin buscar la cau .
1,8a? ¿Y quién la buscará sin hacerse cristiano?"
--52-
importancia, que la que merece, á la correspondencia
que sostuvo con San Pablo ; creo mas bien que fué apó
crifa; pero de todos modos, el pensamiento de un co
mercio epistolar con el gran Apóstol, ¿no está fundado
sobre la comunicacion recíproca de ideas que demuestra
la mas positiva simpatía . (1 ) Séneca compuso un libro
muy bello sobre la Providencia, que en los tiempos de
Ciceron ni aun tenia nombre en Roma. (2) Habla de
Dios, con el lenguage de un cristiano, y no solo le lla
ma Padre nuestro, (3) sino que quiere como en la ora
cion dominical, que su voluntad sea hecha. (4) Enseña
que Dios, debe ser honrado y amado. (5) Solo vé en los
hombres un parentesco natural que casi se acerca á la
fraternidad universal de los discípulos de Cristo .
He dicho que el Cristianismo habia envuelto á Sé
neca en su atmósfera, y arraigado mas y mas, en su es
píritu las ideas stoicas; (6) y que por medio de este es

(1) Véase á Séneca ed . de Panck . t . VII. p. 551 y siguientes.


(2) Observaciones de Mr. de Maistre I. II. p. 180.
(3) Deus et parens noster. epist. 110. Lo mismo habia dicho Ciceron :
Séneca recuerda esta circnnstancia. Epist. 107.
D (4) Epist. 74.
(5) Idem 47.
(6 ) Esta opinion combatida en el siglo 18, tiene ahora á su favor las mas
graves autoridades,
1. Toda la primitiva Iglesia ha creido en las relaciones entre Séneca y
S. Pablo . Los Padres de la iglesia le llaman Seneca noster (S. Gerom. de
script. Eclessiæ c. XII . Tertuliano de anima: S. Agustin de civitate Dei,
lib. VII. c. 10. )
2. Su correspondencia con S. Pablo, aunque apócrifa, ¿vale algo como
fábula ?
3? La semejanza de ideas es notable en los actos de los Apóstoles y los
escritos de S. Pablo. Los críticos la han descubierto. [ Véase el Séneca de
Mr. Durosoir en la coleccion de Panck. tom. VII. p. 551 .
4. Su estilo encierra espresiones bíblicas, Caro. angelus; que emplea en
el sentido de los libros santos , y no en el ciásico. (Mr. Durosoir lug. cit.]
5. Los mejores críticos admiten hoy un cambio de ideas entre S. Pablo
-53_
critor, se deslizó é introdujo en la filosofia del Pórtico,
modificando sus tendencias y su lenguage. Epitecto no
era cristiano, ha dicho Mr. de Villemain , pero el mundo
ya habia recibido la impresion del Cristianismo. ( 1 ) Mar
co Aurelio que persiguió a los cristianos, era mas cris
tiano que lo que él se creia, en sus bellas meditaciones.
El jurisconsulto Ulpiano que los hacia crucificar, (2) se
espresa en su mismo lenguaje, creyendo hablar el del
Stoicismo en muchas de sus máximas filosóficas. (3)
Ciertamente no puede considerarse como casual , el
encuentro de la filosofia y el Cristianismo. Preciso seria
discurrir contra todas las probabilidades, para atribui
á la simple y espontánea elaboracion de la primera, al
solo progreso de su madurez, unos principios tan nuevos
para ella, (4) Las grandes verdades que tanto admira
mos en Florentino y Ulpiano, las profesaba desde siglo
y medio el Cristianismo, sin rebozo, con valentía, y á
costa de la sangre de sus mártires ; y lo maravilloso hu
biera sido que con su poder de atraccion, no penetrara
hasta las filas que colocaba la política en una posicion
hostil. Por otra parte, el número de los cristianos empe
zaba á ser respetable. Plinio el joven se lamentaba bajo
el reinado de Trajano [año 98 á 117] de que la nueva
religion se propagaba rápidamente en las ciudades, en
las aldeas, en los campos, entre personas de todas edades,
y Séneca. [M. Schæll. Hist. de la lit. ' rom. tom. II. p. 488; Mr. Durosoir
lugar citado. ]
Véase tambien á Mr. de Maistre Soirées de S. Petersburgo, tom. II.
p. 187. Y una disertacion de Gelpke. intitulada Tractatiumcula de familia
ritate que Paulo apostolo, cum Séneca filosofo intercessisse traditur verisimi
llima. (Lips. 1813.)
(1 ) Melages. t. III. p. 279.
(2) Véase su vida en Pothier. Pand. prefacio 39.
(3) Ley 4. D. de just et jure: ley 32 de ştatu homin.
( 4 ) Mr. de Villemain tambien ha notado este nuevo carácter' del Stoicis.
mo. [Melanges t. III. p. 279.]
:
-54
sexos y condiciones: de que los templos estaban casi
abandonados, y los sacrificios interrumpidos. ( 1) Algu
nos años mas adelante los cristianos ocupaban el Sena
do, llenaban las legiones y ofrecian al Estado victorias
que obligaban al emperador al agradecimiento. (2) Con
el número de los fieles se aumentaba su confianza, (3)
y ya creyeron que podian defenderse no solo con sus
virtudes, sino tambien con sus libros. En tiempo de
Adriano aparecierou ya apologías, y algunas se dirigie
ron al mismo Emperador. Citanse las de Quadrato,
obispo de Atenas, (4) y las de Arístides filósofo platoni
co. Se multiplicaron bajo sus sucesorės, y salian de las
manos de personas de letras, elocuentes é ilustradas.
En estas polémicas brilló mucho San Justino, nu
trido con las doctrinas de la filosofia platónica, (5) Athé
nogara filósofo de Aténas que tomó el título de filósofo
cristiano: (6) San Meliton obispo de Sardes: (7) Theófi
lo obispo de Antioquia: (8) Apolinario obispo de Hiera
(1) Epist. lib. X. epist. 97 y 98.
(2) La legion fulminante compuesta de cristianos, aseguró á Marco Au
relio la victoria contra los Quados. [Tert. 0. 5 y Eusebio lib. 5. p. 93.)
(3) Mr. de Villemain (lug. cit. ] insiste igualmente sobre este número de
cristianos. „ No puede dudarse que en esta época , dice , bajo el mismo Marº
co Aurelio eran ya muy numerosos los cristianos en el Imperio.... La Gre
cia entera creia escapár á la dominacion romana, separándose de los Dioses
de Roma, y que tornaba á la independencia que habia perdido con la conº
quista, abrazando el ejercicio de un nuevo culto . En una porcion de la Italia,
y en todo el medio dia de la Galia se adoptó la misma religion."
(4) Euseb. Hist. ecles lib . IV . c . 3.
(5) Año de 150. Bajo Antonino. Su apología se dirige al Emperador, al
Senado y al pueblo romano. . ,Podeis hacernos morir, dice el orador, pero
„,no podeis hacernos mal.” Mr. de Villemain ha apreciado dignamente es
ta bella apología. [T. III. p. 287. Melang ]
(6) Año 166. Se dirige á Marco Aurelio. Mr. de Villemain tambien ad
mira este trozo de filosofia cristiana en que reina la benevolencia hacia los
cristianos, y el mas vivo sentimiento de la virtud. [Melang. T. III. p. 289]
( 7) Año 170 bajo Marco Aurelio .
(8) Año 172.
-55—
polis, ( 1 ) Tacio, discípulo de San Justino, (2) San Ire
neo, obispo de Leon, (3) Apolonio, Senador romano que
pronunció en pleno Senado la defensa de la Religion, (4)
San Clemente de Alejandría discípulo de Panteno, (5)
Tertuliano en fin, nacido pagano y convertido á la fé,
Tertuliano digo, tan seductor por la rudeza elocuente
de su estilo, como por el vigor de su lógica irresistible.
¿Y puede creerse que estas palabras ardientes, sosteni
das por el martirio permaneciesen improductivas? ¿Pue
de creerse que tales protestas, venidas a la vez de la
Grecia, de la Siria, del Africa, de la Galia meridional,
del mismo seno de Roma, y del primer cuerpo del Esta
do, se detuvieran á la puerta del Stoicismo, y no abrie
sen una carrera mas estensa á las ciencias metafísicas
y morales? En los intervalos en que se suspendian las
persecuciones, ya el Cristianismo se aproximaba al tro
no imperial. Séptimo Severo confió la educacion de su
hijo mayor ,(6 ) al cristiano Proculo. Alejandro Severo,
hijo de una madre casi cristiana, adoraba á Jesucristo,
al lado de Abrahan y de Orfeo; (7) y sin cesar tenia en
los labios estas palabras evangélicas: No hagas á otro lo
que no quisieras te se hiciera á tí: palabras que hizo gra
bar en su palacio, y en los edificios públicos. (8) Aun
(1) Año 172.
(2 ) Año 180 todavía bajo Marco Aurelio .
(3) Año 179.
( 4) Año 189 bajo Commodo.
(5) Año 194 bajo Severo .
(6) Caracalla: Tertuliano dice : lacte cristiano educatus [ad Scap.] Véa.
se á Spart. Carcalla 85 .
(7) Lamp , in vita Alex. Sev. ,, Cristo templum facere voluit , eumque in
„ ter deos recipere.” 129; y en otra parte. „ In larario suo, divo principes,
,,sed optimos electos, et animae sanctores, in quem et Apollonium, et
„ quamtum scriptor temporum suorum dicit christum, et orpheum et hujusce
„ modi Deos habebat." 123.
( 8) Lamp. p. 350. „ In publicis operibus prescribi juberet."
:
-56
-56—
no se habian pasado doscientos años desde la muerte de
Jesucristo, y ya su Religion aparecia en la sociedad pa
gana, conteniendo las máximas mas puras de la sabidu
ría. Y cuando la historia nos presenta tantos y tan au
ténticos testimonios de sus progresos, en todos sentidos,
ise dudará en reconocer su accion sobre las mejoras de
la filosofia ? Repugna á la razon admitir que el Cristia
nismo y la filosofia hayan marchado paralelamente ; en
frente el uno de la otra, sin tocarse en ciertos puntos .
No puede la filosofia aspirar al privilegio de quedar
mas fuera de la influencia del Cristianismo , que la mis
ma sociedad que lo recibia por todos sus poros. En un
tiempo en que todas las cosas tendian á aproximarse y
unirse; en que los hombres parecian poseidos de una
incesante necesidad de comunicacion y transforma
cion; ( 1 ) en que el eclecticismo filosófico, meditaba la
fusion de todos los grandes sistemas en un Syncretismo
poderoso; en que la ciudad romana abriendo su seno á
un pensamiento de homogeneidad, que por tanto tiem
po habia repugnado, daba el título de ciudadano'á todos
los vasallos del imperio, (2) borrando de este modo la
distincion de razas, y de orígenes, confundiendo al ro
mano con el galo, al italiano con los hijos de la Siria y
del Africa . En medio de tal accion de todos los elemen
tos sociales ¿no seria absurdo pensar que solo el Cris
tianismo no dió su contingente á la masa comun de ideas ,
estando en posesion de las mas comunicativas y civili
zadoras? No; esto seria dudar de la poderosa harmonía
de la verdad. Sin duda, no era todavía su ascendiente
sino indirecto: no dominaba en toda su fuerza y esplen
( 1) Tertuliano ha señalado el carácter de esta época de trasformacion y
de tendencia á la fusion . (de Pall 225] ¡ Como ha trasformado, dice, este si
glo al mundo!
( 2) Bajo Caracalla.
--57-
dor, como el sol del medio - dia , que calienta la tierra
con sus rayos: parecíase mas bien á la luz matinal que
se eleva en el horizonte en la hora del crepúsculo. Pero
al fin su influencia era real y palpable: se introducia
por lashendiduras del vacilante edificio, y ocupaba el
puesto del antiguo espíritu, cuando este desaparecia, ó
lo modificaba, si permanecia.
Tal vez, se dirá que la hostilidad de las religiones, y
los furores sangrientos del Paganismo, han debido man
tener una separacion sistemática é insuperable entre
los dos elementos filosóficos, que se encontraban uno
frente de otro; pero no veo que sea preciso deducir de
la guerra de los cultos, la insociabilidad de las ideas de
moral. Tal vez se propagan con mas rapidez las ideas,
por las batallas, que por las comunicaciones pacíficas.
La sangre que los odios nacionales ú otras causas, ha
cen derramar, tiene siempre una misteriosa virtud para
realizar el dominio del pensamiento.
Veamos lo que es el cristianismo comparativamen
te, con los sistemas filosoficos anteriores. Yo lo repito, [y
el sabio colega que preside esta academia, ( 1 ) me ser
viria, si fuera necesario de garantía y apoyo ) el cristia
nismo no es solamente una mejora de la ley de Moises,
y de la sabiduría hebraica, encerrada en los límites de
una parte pequeña del Oriente. Es mas bien, el magní
fico resúmen de todos los antiguos sistemas de moral y
filosofía, despojados de sus errores y reducidos á princi .
pios mas elevados y completos. Es el punto de union de
todas las verdades parciales del mundo occidental, que
van á constituir una verdad mas pura, mas clara , mas
trascendente. Es el progreso final, que ha colocado á
la humanidad en posesion de los principios de la ver

( 1 ) M. Cousin . Curso de filosofía . t. I. p . 54. 55.


8
-58
dadera civilizacion universal. El cristianismo, debia
pues, encontrar en todas partes afinidades y simpatías
preexistentes. Aqui, el platonismo de Alejandría podia
á veces, darse á conocer, y admirarse en S. Juan Evan
gelista: allá el Stoicismo de Roma volvia á encontrar
sus máximas favoritas en las elocuentes epístolas de
San Pablo, en el desprecio de los cristianos por el dolor,
y en su constancia en los males. En todas partes tenia
el Cristianismo inteligencias preparadas. Los cimientos
estaban echados para asegurar los fundamentos de sų
poder. Por eso fué su propagacion tan rápida y prodi
giosa.
Me he detenido en esta digresion, porque es muy
necesaria para mostrar el sentido en que se debe estu
diar la filosofia, y el derecho romano, desde Séneca
hasta Constantino. Nuestros mejores historiadores de
la jurisprudencia romana, Gravina por ejemplo, han
desconocido este punto de vista; no han tomado en
cuenta la aproximacion del Cristianismo que se apode
raba del trono despues de haber penetrado en la anti
gua sociedad: no percibieron que en el desarrollo del
derecho romano , y aun mas allá de la direccion inme
diata del Stoicismo, habia otra influencia que lo alcan
zaba у transformaba . Por mi parte, mas me agrada el
candor de los autores que como Arthur Duck, ( 1 ) hacen
de los Pretores como unos ministros secretos de la Pro
videncia divina, porque en este pensamiento hay un fon
do de verdad que la historia despeja y que aprueba la
razon .

Veamos ahora porque senda caminó la filosofia pa


ra ocupar su puesto en las relaciones civiles.
Ya el derecho habia sufrido una grave modifica

( 1 ) Véase Supra.
-59—
cion. Al salir de las manos celosas del patriciado, para
hacerse semi-plebeyo, se habia despojado del elemento
religioso, y su colorido sagrado tan fuerte en su origen ,
íbase borrando cada dia mas, con los estragos de la in
credulidad. El culto se habia retirado de las prácticas
del derecho. El Dios Termino temblaba en los límites
del Campo romano; el libripens de la mancipacion no
era ya, un pontífice; el augur que medía la propiedad,
habia sido reemplazado por el agrimensor civil. La con
farreacion caia en desuso, como una supersticion em
barazosa. ( 1) Estas palabras de Petronio eran ya una
verdad práctica . Nemo cælum , cælum putat; nemo jovem
pili facit. (2)
Empero si el derecho no era religioso, habia sin
embargo, permanecido profundamente civil, y se defen
dia enérgicamente con su inflexible formulario, y con
su celosa orignalidad. (3) En vano la constitucion polí
tica recibia los mas rudos golpes; el derecho civil que
habia sobrevivido al elemento religioso, sobrevivia tam
bien á la constitucion.
El genio formalista de los romanos admiraba esta
gran concepcion de los tiempos aristocráticos, y respe
taba en las relaciones de la familia y propiedad, lo que
habia rechazado en las políticas.
Por esto la filosofía no se atrevió á proceder con él,
por las vias de revolucion . La veneracion por lo pasa
do, que siempre se concilio en Roma con las mas gran
des innovaciones, indicaba que debia seguirse otra sen

(1 ) Tácito [An . lib. IV. c. 16.] Esto es lo que dijo Tiberio al Senado.
begun el testimonio de este historiador.
(2) Satiric. c. 44. in fine. En otra parte se burla del gran número de Dio.
ses. Facilius possit deum quam hominen invenire. ( C. 17.]
(3) Ley I. c. de formulis. Este procedimiento se consideró como un pro
greso sobre las acciones de la ley. Cayo IV. p . 30 y siguientes.
-60
da. Era esta la de las mejoras lentas y sucesivas. La
equidad tambien queria su parte de influjo, no como una
soberana que aspira a destronar al usurpador, sino mas
bien como una compañera que bajo tímidas apariencias
encubre sus miras de dominacion. Los jnrisconsultos la
pintan como un suplemento del derecho que no lo ha
previsto todo, como un suave temperamento en los ca
sos dudosos. ( 1 ) Mientras el derecho civil representa la
severidad legal; (2) la equidad simboliza la humanidad,
sin el aparato de las fasces y lictores. (3) El primero es
el sexo viril armado del imperio; la segunda el sexo dé
bil, tan fuerte y eficaz, por sn carácter afectuoso. Pero
no nos alucinemos. Bajo estas apariencias de concilia
cion y armonía , se ocultaba una antitesis terrible para
el derecho, pues en el fondo, no se queria sino reducirlo
a la impotencia por mas que se le prodigaban las mayo
res demostraciones de respeto. Asi es que el derecho des
de la época de Ciceron, no es mas que una lucha conti
nuada de los dos elementos; reducido á representar el
peor papel , esto es, á estar á la defensiva. La equidad
lleva la guerra hasta sus mismos hogares, y allí quiere
estrecharlo á realizar la fábula de Fedro. (4) Canis
parturiens,
Bajo la bandera de la equidad, vemos marchar á
Servio Sulpicio amigo de Ciceron ; (5) á Craso elocuen
(1) Laxamentum juris. Cic. Cluentio, 33. Véase uua disertacion sobre
la equidad, (de equitatel de Marquardi , en el tesoro de Oiton , tom . IV.
p. 369.
(2) Ley 11. D. de penis . L. 25 D. de legibus. L. 12. $ . 1. D. qui et á quib
manum .

(3) L. 51. 5 1. D. fidei. 85. V últ. D. de regul. juris. L. 206. D. de reg.


juris. Stacio, Silo. lib . 3. c . 5. v . 88 .
( 4 ) [ Nota del Trad . ) Si mihi et turbæ meæ
Par, inquit, esse potueris cedam loco. Fábula 19. ed. de Pank. p. 99 .
(5) Filip. 9. c. 5. „ Jus civile semper ad æquitatem et facilitatem re
ferebat."
T
-61
te rival de Q. Scevola; (1 ) á todos los jurisconsultos y filó
sofos del tiempo de Augusto, sin distincion de secta, (2)
y á los Emperadores buenos ó malos, los unos por amor
á la humanidad filosófica, los otros por odio a la consti
tucion republicana, En medio de estos últimos, nos ve
mos obligados á nombrar á un monstruo, á Caligula.
Este desalmado príncipe no veia en el derecho civil, si
no las reliquias de las ideas aristocráticas, y en su bru
tal antipatia hubiera querido poder abolirlo de un solo
golpe. ( 3) Ménos ardiente en sus proyectos el Empera
dor ' Claudio, pero nacido en la Galia, y poco afecto al
elemento romano, (4) se aplicó á corregir por la equi
dad, lo que tenia el derecho de muy nacional, es decir,
de mas duro. (5) ¿Y que diré de los pretores cuyos edic
tos fueron inspirados por este pensamiento de Claudio,
y que cada dia hacian un nuevo destrozo en el antiguo
derecho civil?
Inútil será decir que tambien el cristianismo se di
rigió por este lado. Tertuliano no tiene embarazo en*
confesarlo, y declara que en la equidad es donde debe
buscarse el criterio de los buenas leyes. (6) Y en ver
dad ¿qué fuerza no añaden las doctrinas generales del
cristianismo, á la equidad filosófica ? ¡Qué facilidad no
ofrece á las tendencias reformadoras, por una moral que
desciende de las alturas de un mundo oficial, para hu
manízar las masas y hacer penetrar en su seno, el nue
vo espíritu! ¿Cual era pues el objeto de la lucha entre
el derecho stricto y la equidad? Estender el dominio de
( 1 ) Cic. Brutus c. 39.
( 2) Pothier, prefac. de Pand.
(3) Suet . Caligula. C , 34.
(4) Véase la sátira de Séneca, contra él, con motivo de su proteccion á
los provinciales. [ Apokolo.]
(5) Suet. Claudio c . 14 .
(6) Apolg. 0 4 .
-62
la igualdad civil: derribar losmuros de separacion entre
los hombres, y espiritualizar una ley, dada toda al mate
rialismo. ¡Y no era este el mismo fin que seguia el cris
tianismo, con un plan mas estenso, en todas las condi
ciones del espíritu humano? He aquí la razon porque la
lista de las conquistas hechas por la equidad, en este
periodo, y particularmente desde Tiberio, es tan consi
derable. Pronto demostraré que la suerte de los hijos de
familia, y de las mugeres fué mejorada: que la sucesion
romana basada en su orígen, sobre principios aristocrá
ticos, se mezcló con un sistema tomado de los derechos
de la sangre .
Por ahora recordaré los hechos siguientes. Desde
luego en el derecho de ciudad, procuraba el elemento
romano, protegido por la aristocracia, mantener las dis
tinciones, entre ciudadanos y provinciales. Pero los Em
peradores, favorables á un progreso que debia engrosar
las fuentes de la poblacion, estendieron la ciudad tras
portándola, por decirlo así, á las provincias. ( 1 ) Bien
pronto un hecho viene á revelarse contra la asombrada
aristocracia . Esto es, que ya puede elegirse el Empera
*dor en otras partes mas que en Roma. (2) Aun mas, las
provincias son las que envian á la capital del Imperio,
sus señores, elegidos en su seno. Cuéntanse Césares es
pañoles, africanos: la sangre romana ha perdido su
prestigio. En fin bajo Caracalla, el antiguo derecho se
inclinó ante su rival victoriosa. La unidad ocupa el lu
gar de la variedad y desigualdad: todos los elementos
de la poblacion se funden en uno solo: el derecho de ciu
dad se concede á todo hombre libre, y el imperio es la
patria comun . ¡ Tantæ mollis erat!
(1) Véase el discurso de Claudio al Senado. Tacit. Anales lib. XI. 23 .
(2) Tácito. Hist. I. 3. dice que esta fué la revelacion de un secreto de
Estado; en efecto desde entonces Roma quedó privada de este derecho.
-63
En el derecho de propiedad se encuentra siempre
el dualismo de las cosas, res mancipi y res nec mancipi.
Pero si la investidura de las cosas mancipi permanece
todavía sometida a la supersticion de la mancipacion ,
por consecuencia de una reminiscencia, (por. lo demas
borrada ya] del derecho primitivo del Estado, la pro
piedad de las cosas nec mancipi proclama altamente su
union con el derecho natural, y no deriva su apoyo de
otra parte. (1 ) La propiedad natural (in bonis] favore
cida por el protector, tiene casi las mismas ventajas
que la propiedad quiritaria. Es verdad que el Senado
se obstinaba en sostener las formas nacionales. Para
entrar en su seno, en tiempo de Plinio el jóven, no era
bastante tener la propiedad natural; era indispensable
la investidura por la mancipacion. (2) Empero en los
negocios civiles, la propiedad natural podia atacar y
defenderse por medios tan enérgicos, como la propiedad
romana, y la línea que las separaba era, por decirlo así,
nominal.
Al lado de la usucapion que no protege sino las po
sesiones itálicas, ( 3) se eleva la prescripcion que cu
bre con su egida, la posesion de los fundos provinciales.
( 4) La mayor diferencia no consiste sino en el tiempo .
El derecho de testar, reservado á los ciudadanos
padres de familia , se estiende á los hijos de familia , con
respecto á sus bienes castrenses, (5) á las mugeres (6)
yá todos los individuos del Imperio. (1)
( 1) Cayo. L. III de adquir. rer. dom . Ulp . frag . tom. XIX. 07.
(2) Epist. lib. X. 1 3.
(3) Cayo. lib. II . n. 46 .
( 4) Ulp. L. X. D. de servit. vind. Diocleciano et Max. L. II. III. XIX .
de prescript.
(5) Ulp. fragm . t. XX . n. 10.
(6) Idem lug. cit. n. 15 .
(7) Idem n, 14 .
-64_
La forma del testamento se ha hecho doble para
mas facilidad. Hay la forma romana per æs et libram ,
y la forma pretoriana, mas desembarazada, mas sim
ple, ( 1 ) que si no da la herencia , da la posesion de bie
nes. Por todas partes se aspira á la simplicidad .
El testador no tiene derecho de disponer de sus bie
nes, sin ocuparse de sus hijos. Si los pasa en silencio, el
Pretor, tomando un pretesto especioso hace caer el tes
tamento , aunque conforme y arreglado al derecho stric
to . Supone que el testador está loco, y anula su obra á
pesar de la ley. (2) Mas: el testador no puede deshe
redar á sus hijos sin justas causas. (3) La cuarta falci
dia se reserva segura á ciertos herederos. ( 4) ¿Qué ha
venido á ser, el eminente poder del padre de familia ,
esplicado en esta fórmula ambiciosa: Dicat testator et
erit ler ?
Quedan aun severidades y formas embarazosas
en el testamento. Hay la institucion que está subordi
nada á ciertas condiciones de capacidad pasiva. ( 5 )
Hay la apertura: las fórmulas sacramentales de los le
gados; la conexion é intimidad entre estos y el testamen
to, tan estrecha , que la nulidad de aquel, lleva consigo
la de estos. ¿Qué hace entonces el genio filosófico ! In
venta los codicilos, y los fideicomisos, medios indirec
tos, que permiten sustraerse al dominio de las formas, y
que producen, por vias oblicuas, resultados parecidos á
los que correspondian á medios directos y legales
Desde entonces la voluntad del hombre, se equili

( 1) Idem t. XXVIII. n. 5 y 6. *
(2) L. II. D. de inoffic. testam . y las Instit. de Just. mism . titu.
(3) L. II . D. de inoffici testam. Valer . Maxim . lib . VII . c . 7. n . 3 y 4 .
(4) Digest . ad legem Falcidiam .
(5) Los peregrini no podian ser instituidos. Las mugeres segun la ley
Voconia. Véase a Montesquieu. Cayo II . 284. 285 .
-65
bra con la voluntad del derecho civil. (1 ) La facultad
de trasmitir los bienes despues de la muerte, comienza
á tomar su apoyo en la espontaneidad individual. No
es una pura concesion de la ley y del Estado. (2 ) El de
recho natural que ha hecho su aparicion en el principio
mismo de la propiedad, se introduce é insinua en el de
recho de trasmitirla entre vivos, y por causa de muerte.
Veamos ahora como se introduce en el sistema de
las obligaciones .
Segun el derecho civil, no hay mas que dos fuentes
de obligaciones. Los contratos y los delitos cualificados.
Sobre estas bases se establecen clasificaciones, se les
dan nombres, y se forman menguadas categorías. Por
ejemplo, se distinguen los contratos perfectos por la cosa,
ó por las palabras, ó por la escritura ó por el consenti
miento ; y se quiere que cada especie esté sujeta á sus re
glas propias. Bien entendido que estas reglas se dirigen,
principalmente al respeto de los términos y palabras, y á
ciertas concepciones de hechos previstos y determina
dos . Empero el derecho natural no consiente en per
manecer encerrado en los limites de este círculo dema
siado estrecho. Respetando el conjunto de este sistema,
altera sin embargo las partes separadas. Ya cambia
las líneas de demarcacion ,(3) ya adhiere una obliga
cidn y una accion á hechos no previstos, pero que vio
lan esta regla: nadie puede enriquecerse á costa de ctro. (4)
En vano la ley de las doce tablas pretendia que no se
estaba obligado á mas que lo que se habia prometido es
presamente, ( 5) habia llegado la época en que debia
( 1 ) Ulp. fragm . XXV.1 .
(2) Nec ex rigore juris civilis proficiscitur, sed ex voluntate datur relin
quentis. Ulp. fragm . XXV. 1 .
(3) Véase por ejemplo I. 18. 4. D. Commod . vel contrá .
(4) . Lug. cit.
(5) Sicut lingua nuncupassit, ita jus esto. Vico, p. 314 y siguientes 320.
9
-66
subentenderse en los contratos, todo lo que entra en los
preceptos de la buena fe. ( 1)
Las palabras sacramentales, no se han abolido to
davía de las estipulaciones: hay fórmulas romanas pa
ra obligarse, y solo pueden servirse de ellas los ciudada
nos romanos: hay otras de derecho de gentes. (2) Pero
la generalizacion del derecho de ciudad, hará desapare
cer estas diferencias. No quedará sino un solo formula .
rio para todos. (3) Cuando reine completamente el cris
tianismo, veremos lo que sucederá. (4)
Empero no es esto todo. El legislador habia dicho.
Nadie será obligado, sino por un contrato ó por un delito
cualificado. Mas la equidad responde ¿No hay en las re
laciones sociales muchas causas, que, sin entrar preci
samente, en la clase de contratos y de delitos, son sin
embargo de tal naturaleza que engendran obligaciones?
Entonces inventaron los pretores, el sistema de los cua
si contratos y cuasi delitos que hace pasar al foro este
rior deberes abandonados antes, á las inspiraciones de
la conciencia.
En fin, el sistema del procedimiento se trasformó
en muchos puntos. Las acciones de la ley con su com
bate simbólico, sus gestos determinados, sus palabras
sacramentales, fué reemplazado en parte, por el siste
ma de fórmulas; mas simples; ménos inexorables, (5) y
los jurisconsutos aplaudieron esta conquista de la equi
dad. (6) Todavía la sustitucion de fórmulas, á las accio
nes de la ley, no es sino una obra imperfecta, domina
( 1 ) Cice ., de Nat dcor. III 30.
(2) Cayo III . 93.
(3) Inst. de Just, de Verb. oblg. 01 .
(4 ) Ley I. C. de cont. stipul. Pero esta ley debe combinarse con la supre
sion de las fórmulas por Constancio.
(5) Cayo IV . 30.
16 ) Idem .
-67
da aun, por la idolatria de lo literal y stricto, y por la
supersticion de las palabras. Empezó y se desenvolvió
en una época poco anterior a la de Ciceron y Au
gusto. La filosofia y el cristianismo no habian todavía
tenido tiempo de espiritualizar suficientemente las no
ciones del derecho: la inteligencia permanecia subyu
gada por el poder de la forma.
No llevaremos mas adelante esta reseña. Ya he
mos visto porque ingeniosos esfuerzos estendió su do .
minio la equidad, agrupando las innovaciones al rede
dor del antiguo derecho civil, tan mezquino en su con
cepcion, tan material en sus aplicaciones. Tiende el de
recho á simplificarse en el fondo, pero se complica con
sus ruedas. Dos elementos etereogeneos se colocan uno
en frente del otro: á veces se unen y confunden , pero mas
frecuentemente se separan y hostilizan. Falta la armo
nía en este magestuoso trabajo; y nótase á cada paso
que es el precio de penosas concesiones y de obstinados
combates. ¡Obra perfecta hubiera sido la fusion comple
ta de los dos elementos! Mas el antiguo tenia un tem
ple muy elevado, para dejarse aniquilar tan pronto, y
el derecho de la época imperial, que comunmente se
llamaba la época clásica, lleva la profunda marca
de su tránsito. Déjanos grandes, inmensos progresos
que desear. Está muy léjos de ser la última palabra de
una ciencia completa, y mas bien debe considerarse co
mo la espresion de una situacion transitoria, de un esta
do de transaccion. No haré yo el menor reproche á los
grandes genios que trabajaron en él, porque sufrieron
la influencia de su época y de su patria. Roma no fué
hecha para teatro de la unidad. La Providencia le dió
la fuerza por patrimonio. El combate se cncuentra en
todas las fasces de su civilizacion .
1
CAPITULO V.

Epoca Cristiana.-Constantino.

Llegamos por fin á Constantino. Ya hemos visto


los elementos de progreso del derecho civil. La filoso
fia stoica marchó con un movimiento poco rápido, aun
que impresionada indirectamente por el Cristianismo
desde Tiberio. El advenimiento de Constantino coloca
su punto principal ostensible, directo de apoyo en el
Cristianismo. Los Obispos, los Padres de la Iglesia, y
los Concilios, fueron los que dieron el impulso de la
reforma, y aceleraron su marcha. La jurisprudencia
debió sus mejoras, ménos á ella misma, que ála Teología.
Empero sería grave error el que imaginásemos que
la revolucion religiosa, que colocó sobre el trono al pri
mer Príncipe cristiano, tuvo por inmediata consecuen
cia la radical y absoluta fundicion de las instituciones.
Constantino hizo muchas reformas, pero no niveló nada .
Tampoco hubiera podido.
Efectivamente, si el Emperador era Cristiano, el
imperio permanecia todavía casi pagano. Antes de con
vertir las instituciones, hubiera sido necesario convertir
los corazones .
70
El paganismo se habia arraigado profundamente
en la Sociedad. Despreciado como culto, vivia aun en
las costumbres. Mas de un cristiano por la fé, perma
necia pagano por los hábitos civiles y domésticos. Nada
reclama tanta prudencia y sabiduría de parte del legis
lador, como el poder de las costumbres que se resiste
tenazmente cuando se quiere derribar.
Habia por otra parte positivos intereses que conci
liar, y un gobierno sabio debia tenerlos muy presentes.
Sin duda hubiera sido una bella utopia cristiana, la de
proclamar la igualdad de todos los hombres, la libertad
de todos los siervos, el mismo dia en que el labaro triun
fante derrocó las águilas romanas. (1)
Un siglo despues de Constantino, un Soberano efi
mero, Juan el usurpador, ordenó la manumision perpe
tua de la clase servil. (2) Mas estas eran ideas que no
podian entrar sino en los cálculos de un gobierno, que
no contaba con el dia de mañana. ¿Qué hubieran hecho
los esclavos, de esta libertad improvisada para su des
gracia. Un gobierno que debe durar; pesa con mas ma
durez, los actos que lega al porvenir. Jamás San Pablo
se estendió a la brusca y repentina emancipacion de los
siervos; al contrario, aconseja la resignacion á estos li
bertos de Dios.
Por otra parte, el poder espiritual, en donde Cons
tantino tomaba sus inspiraciones no habia llegado en
esta época, á la organizacion homogénea á que llegó
mas tarde. Mucho hacian sin duda, los concilios. Los
Padres de la Iglesia multiplicaban sus prodigios de ac
tividad, y su genio ardiente, infatigable, brillaba por
todas partes con magestuoso resplandor. Mas la accion
no era todavía compacta, ni sus resultados correspon
( 1 ) En la batalla de Roma, ganada por Constantino , contra Maxencio.
(2) Etudes historiques de M. de Chateaubriand, t . II . p. 118.
--714
dian. La Iglesia entonces, podia considerarse como una
Monarquía representativa, cuya cabeza no es tan fuerte
como el cuerpo. La autoridad papal, no habia tomado
la direccion vigorosa, que ejerció durante los reinados
de Gregorio VII y de Inocencio III una influencia tan
saludable para la moralizacion de la humanidad . En
su inmediato contacto con el Imperio no era la Iglesia
bastante señora de sus movimientos: la proteccion del
poder temporal la embarazaba, y sus miras se menos
cababan comưnmente al pasar, por medio de la política
terrestre .
- En fin , desgarrada desde muy temprano la Iglesia
por las heregías, se formularon los dogmas fundamen
tales en que reposa la unidad de la fé. La principal obra
de los concilios, y de los Padres, se dirigió á este fin.
De aquí resultó que mas se cuidó de las doctrinas teo
lógicas, que de la reforma de las costumbres, por medio
de las leyes civiles. Como no podian marchar de frente,
dos empresas tan vastas, fué preciso escoger entre ellas.
El dogma venció a la moral, como el principio a la con
secuencia. Yo no digo, [nótese bien] que fué por esta
causa olvidada la moral . Los libros admirables, y las
elocuentes predicaciones de los padres de la Iglesia, de
ponen contra esta suposicion. Lo que yo anuncio es
que el triunfo de la teología escitó mas esfuerzos prác
ticos, que el triunfo de la moral, por las leyes. Y debia
ser así. Bien sé que un filósofo del siglo XVIII, Gibbon,
ha creido que esto era un trastorno de la verdad. No
participo de esta opinion. Estoy convencido que la po
lítica de la Iglesia fué buena, y que la moral sin el
dogma hubiera perecido miserablemente en elchoque
de la barbarie. Una civilizacion durable, no podia
eomenzar por la filosofia .
Tales fueron las condiciones en que se encontró
-72
colocado Constantino. Bien comprendió que al poder le
faltaba la palanca de una revolucion radical, y que la
sociedad aun no estaba en estado de soportarla.
No lo seguiremos en su vida política. Dejémosle
completar la monarquía bosquejada por Diocleciano, y
mudar la capital del mundo, por miras del nuevo espí
ritu . Ciñamonos al derecho civil.
Ya lo hemos visto. La jurisprudencia clásica ha
bia dejado sistemas hechos, sobre la familia, la propie
dad, las obligaciones, el procedimiento; y seguramente
hubiera sido muy dificil; en medio de guerras intestinas
y esteriores, de querellas teológicas, de resistencia de
las antiguas costumbres, reemplazarlos por medio de
un trabajo de codificacion armónico y completo. Lo
que si podia hacerse, lo que habia de mas urgente, era
mejorar estos sistemas, a la manera que habian ellos
mejorado la jurisprudencia aristocrática. Constantino
no por pereza, sino por necesidad y prudencia, aceptó
el edificio existente, con sus errores y malas distribucio
nes y se vió forzado á colocar a pesar suyo, el espíritu
cristiano al lado de los restos del espíritu romano. He
aquí por que el dualismo que se habia desarrollado por
la filosofia, no se convirtió en unidad, por medio del
cristianismo. Esta fué siempre la lucha del derecho
stricto y de la equidad, y el arreglo dificil de sus encon
tradas pretensiones. La civilizacion romana, no pudo
nunca conciliar este antagonismo y su derecho ha per
manecido con esta mancha.
Es verdad que la equidad secundada inmediata
mente por el cristianismo, ganó bien pronto un terreno
considerable. Muchas cosas que la filosofia pagana ha
bia estimado como de derecho natural, las consideraba
el cristianismo, partiendo de un punto mas estenso, co
mo el derecho stricto. Comunmente se encontraban fue
-

-73-
ra de su lugar, los dos elementos de combate. En esto
consistia el progreso . Empero la lucha permaneció siem
pre como el principal móvil de su desarrollo, y todo el
peso del cristianismo inclinado á un solo lado, no pudo
hacerla cesar .
La parte á que dirigió Constantino particularmen
te sus miras, para colocarla al nivel de los principios del
cristianismo , fué el derecho de las personas. Pronto tra
taremos a fondo lo que concierne al matrimonio, á las
segundas nupcias, al divorcio, á los grados de parentes
co, al concubinato, á la patria potestad y al estado de
las mugeres, Tambien hablaremos de la sucesion. Ve
remos cuantos esfuerzos hizo la legislacion cristiana,
para elevar al hombre material, á la dignidad de hom
bre moral, y para eliminar en obsequio del derecho na
tural, la advitrarias exigencias concedidas por el dere
cho civil. Pero al mismo tiempo notaremos las dificul
tades incesantes que tuvo que vencer el cristianismo:
para convertir á la pureza de sus principios, los espíri
tus imbuidos tan profundamente en el politeismo. En
.
tonces no nos admiraremos de la falta de un Código
cristiano en los primeros tiempos de su advenimiento.
Como no todo podia hacerse por leyes, Constantino
recurrió a la persuacion , para preparar el camino de la
autoridad. Los obispos investidos por él, de numerosos
privilegios temporales, fueron colocados, por decirlo así,
al lado de los ciudadanos , para ilustrarlos con sus con
sejos, para ser jueces árbitros en sus diferencias, y para
proteger a los débiles. Esta intervencion se desenvolvió
mas adelante , en mayores proporciones, y llegó a ser el
principio de la jurisdiccion eclesiástica , que representó
tan interesante papel, en las tinieblas de la edad me
dia, y sin la cual, se hubiera infaliblemente eclipsado la
justicia, como lo ha reconocido la alta imparcialidad de
10
Robertson. La mediacion episcopal , estuvo por lo pron
to léjos de tener una grande estension . Sin embargo,
el ascendiente de que gozaba el estado eclesiástico, atra
jo bien pronto á si, las poblaciones, en términos que se
veia á los obispos pasar los dias enteros en conciliar
las diferencias. Los mismos paganos, admirados de su
sabiduría, venian á consultarlos, y sometian á su deci
sion, todos sus negocios y procesos. ( 1 ) Este género de
mediacion, aconsejado por S. Pablo, (2) habia conserva
do la paz entre los cristianos de la primitiva iglesia.
Ensanchado desde Constantino, por el favor popular, y
apoyo del Príncipe, contribuyó muy poderosamente á
que penetrase la sabiduría cristiana en las transaccio
nes civiles. Las sentencias de los obispos despojadas de
las fórmulas judiciales, traian el derecho al campo de
la razon y de la equidad. (3) Mas cuenta tenian con la
buena fé, que con la esclavitud de la palabra; (4) con
los derechos naturales que con el derecho stricto; y en
fin con los preceptos religiosos y morales, que con los
civiles. La caridad, la benevolencia, la verdad, reina
ban en este tribunal, mas humano y mas distante del
espíritu contencioso (5) que la justicia oficial del Prefecto
del Pretorio. A mas, como protector de los débiles, se
interponia el obispo entre los señores y esclavos, entre
los padres e hijos, (6) y corregia los abusos de una ma
( 1 ) Mem . de l'Acad . de inscript. et belles leitres [tom . 39 p .569] M m .
de M. dd Pouilly .
(2) A los Corint. c . VI . I. y siguientes.
(3) San Pablo á Timot . c . III . 3. Constantino quiso que estas sentencias
tuviesen tanta fuerza, com ) las que dictaba él mismo , y que se ejecutasen
en todo el imperio. Sozomen . lib . I. c . IX . De Pouilly p. 369.
(4) San Pablo á los Roin . c . III . 13. por Oposicion las 12 tablas uti lin :
gua nuncupassit .
( 5) San Pabloid . c . II . n . 8. y á Timot.c. XIII . 3 .
6 ) Véase la ley VI. C. Justi. de spect. I. 2. Teodos. de Lenon.
--75-
la autoridad. Los pupilos estaban bajo su proteccion; y
cuidaba de que se les proveyera de tutores y curado
res. ( 1 ) Sin duda á la solicitud de los obispos , por estos
seres débiles á quienes rodeó Jesu-Crito de su ternu
ra, (2) se debe atribuir la importante ley de Constanti
no, que concedió a los menores, una hipoteca legal en
los bienes de sus tutores, y protegió con fuertes garan
tías , (3 ) la enagenacion de sus bienes inmuebles. En
las otras relaciones, la legislacion de Constantino, se dis
tinguió por su cristiana humanidad. Ya veremos como
generalizó el derecho de las madres, conciliándolo con
las preocupociones de la agnacion, de que no pudo des
embarazarse. (4) La buena fé recibió de él, sanciones
mas amplias, por la ley que prescribe á los testigos la
obligacion de prestar juramento antes de deponer. (5)
Su aversion á las contiendasjudiciales, condenadas por
S. Pablo, lo impulsó á imponer penas a los que estable
cian apelaciones temerarias. ( 6) En fin, arregló la for
ma de los codicilos, muy populares ya, á causa de su
sencillez ; (7) y cerceno de los legados las palabras sa
cramentales, que como ya hemos dicho, esclavizaban al
testador bajo el yugo de ciertas fórmulas, y quiso que
en la investigacion de las últimas voluntades, el pensa
miento fuese preferido, al vano arreglo de las pala
bras. (8) Aquí es donde mas brilla la política religiosa
( 1) L. XXVII y XXX. C. Just. de Episcop. aud.
(2) Sinite parbulos ad me venire decia J. C.
(3) , Mor. Com . des Hipoth. t. II, n. 420.
(4) Véase infra lo que he dicho de la sucesion.
(5) L. III. C. Teodos. de fide test. an. 334.
(6) Ley XVI. 17. Cod. Teodos. de appel y ley I. C. Teodos. de officio pre
fet pretor.
(7) L. I. Cod. Teodos. de test . et codicil.
(8) Cuyacio (al títnlo del C. de test . Segun Eusebio (vida de Constantino
lib . 4. c. 26. ) Las observaciones de Godofredo no me parece que destruyen.
2

-76
de Constantino. En esta época, casi todos los testamen
tos y codicilos contenian disposiciones piadosas. ( 1) Asi
como bajo los príncipes paganos, habia estado en moda,
dar al Emperador un lugar, en las actas de las últimas
voluntades, asi bajo la dominacion del cristianismo los
fieles tenian como por obligacion, el dejar á la iglesia
un recuerdo de su piedad. Era este un homenage en los
últimos momentos al Señor de todas las cosas, de quien
emanan todas las riquezas; lo que nos revela una gran
de revolucion en las ideas.
Ya he dicho que segun los principios de la antigua
constitucion romana, la propiedad de los objetos mas
preciosos, es decir de las cosas mancipi, era reputada
como proveniente del Estado. Los cristianos jamas die
ron crédito á esta hipótesis; y segun sus principios la tier
ra pertenece á Dios con todo lo que contiene. (2) La apro
piacion de las cosas era de derecho divino; fruto del tra
bajo, (3) y se reputaba como sagrada. Es verdad que
en los primitivos tiempos de la iglesia, se conocia la
comunidad de bienes entres los fieles; (4) pero esto no
era sino una necesidad de las circunstancias, y no una
absoluta condicion del derecho de propiedad. (5) Cesó
este estado de cosas, con los hechos accidentales que le
dieron nacimiento. La propiedad permaneció como un
derecho de la naturaleza, inherente al hombre, absolu
to y templado solamente por la caridad. La razon del
la opinion de Cuyacio, y las aserciones de Eusebio, sobre la ley I. Cod.
Teodos. de lect. ] De que las leyes 15 del C. de lect . y 21 del C. de leg. sean
de Constancio, no se infiere que Constantino no híciese otras semejantes.
( 1 ) Mem . de l'Acad. des inscription. t. 39 p . 581. Mem .de Pouilly .
(2) San Pablo á los Corint. c . X. 26 .
(3) San Pablo á los Corint. IX. 7. á 12. á los Corint. 12. 14—27. á los
filip. IV. 15.
(4) Act. apost. II. 44. 45. IV. 32. 37. San Pablo á los romanos 15. 26 .
(5) Act. apost. V. 4. este testo prueba positivamente el hecho.
-77–
Estado, fuente de la propiedad romana, se desvaneció
rápidamente de las convicciones populares, y la propie
cad natural acabó por absorver la propiedad civil. Ya
veremos como Justiniano quitó estas distinciones, igua
jando los dos dominios, y declarando no reconocer di
ferencia entre las cosas de mancipacion, y de no man
cipacion. ( 1 )
El sentimiento que espresaban los cristianos, en sus
legados piadosos, era la creencia en que estaban, de la
fuente divina de la propiedad, y pretendian volverla á
su origen, por testimonio de reconocimiento hácia un
Dios, mucho mas poderoso que el mismo Estado, y dis
pensador soberano de todos los bienes, Que andando el
tiempo, las pasiones ávidas esplotasen la credulidad de
las almas débiles y se renovase el escándalo de los he
reditepetos, es lo que no queremos contradecir. Mas en
Ja época á que hemos llegado aun no habian aparecido
estos abusos. Constantino no hizo otra cosa que obede
cer la opinion pública, que voluntariamente y por todas
partes colocaba los testamentes bajo la proteccion de
los eclesiásticos. (2) Quiso que la sutileza de las pala
bras no desvaneciese la última voluntad del hombre.
A este solemne voto, que no es la ley orgullosa de las
doce tablas, sino el acto de un cristiano resignado, dio
Constantino por compañera la buena fé, guareciéndolo
contra íos artificios de los amigos de las fórmulas.
En medio de estas circunstancias caminaba á su
completa ruina el testamento romano, per os et libram .
Las antiguas formas no podian aclimatarse bajo el nue
vo espíritu, y el cristianismo por todas partes las dese
chaba. Otro órden de ideas, reclamaba otro órden de
formalidades.
( 1) Ley única C. de usucap.: ley únic. C. de nodojure quint. toll.
(2) M. de Pouilly lug. cit . p. 581--582.
CAPITULO VI. LO

Sucesores de Constantino.

Algunos años despues de la muerte de Constantino,


uno de sus hijos, Constancio, abolió de un modo general,
y en todos los actos, la tiranía, vacilante ya, de las fór
mulas sacramentales. ( 1 ) Su fundamento misterioso y
hasta cierto punto profundo, se habia perdido, y no se
veia en ellas, sino una emboscada hecha a la buena fe:
Aucupatione sillabarum insidiantes. Las fórmulas desa
parecieron de los legados, ( 2) de las estipulaciones, ( 3)
de las donaciones, (4) de los arbitramentos, (5) de las
demandas sobre la posesion de bienes, (6) de los testa
mentos, (7) de las emancipaciones, (8) y sobre todo de
las acciones (9) que habian sido por tanto tiempo go

(1) L. I. C. Just. de formulis, año 342.


(2) L. 21. C. de legat. [Constancio .]
( 3) L. 10. C. de Const. stip. y la Instituta de verbor. oblig.
(4) L. 37.,C . de Donat. (Just.]
(5) L. 4. de arbit. [Justin.)
(6) L. 15 y 17. C. de testam . [Constancio .]
(7) L. ult. C. qui admiti ad bonor. possen. [Constancio. }
(8) L. ult. C. de emantip. ] Justin.]
( 9) L, únic. C. de formulis. (Constancio.]
-80—
bernadas con tan rigoroso escrúpulo. La raza de Cons
tantino sin despreciar el genio latino, tenia sin embar
go el objeto de disminuirlo con la doble influencia de
la Religion y las leyes. Constancio se embelesaba con
la magnificencia de Roma, y le hacia donacion de fas
tuosos obeliscos. ( 1) En recompensa la despojaba de las
insignias de su originalidad nacional.
Tal era el estado de las cosas, cuando estalló la
reaccion polyteista de Juliano el apóstata. Con los es
critos satíricos de este príncipe contra Jesucristo, con
sus ridículas ofrendas á Vénus, y su rehabilitacion de
los adivinos y augures, se detuvo de repente el progreso
del derecho: porque es de notarse, que en medio de las
numerosas constituciones emanadas de Juliano, y reco
gidas por el Código Teodosiano, no hay ni una sola, que
se asocie al movimiento de emancipacion del derecho
natural, y de la equidad. ¡ Tan cierto era que el Cristia
nismo debia considerarse como el móvil de las grandes
mejoras sociales!
Malograda la tentativa retrógrada de Juliano, y
vueltas á su libre curso las nuevas ideas, parecia que
las dificultades que habia encontrado Constantino para
constituir el derecho a priori, sobre la base de la filoso
fia cristiana, debian desaparecer, principalmente si se
considera que el polyteismo, tolerado hasta entonces,
fué objeto de una proscripcion general bajo Teodosio
el grande. Empero no fue así: los sucesores del primer
Emperador cristiano, no salieron de la senda que él se
habia abierto entre el estrecho desfiladero de un mun
do antiguo, y un mundo nuevo. Aceptaron como él, to
do el peso del pasado, esforzándose solamente en ali
viarlo. Se les vió a veces, como intrépidos navegantes ,

(1) El magnífico obelisco del tiempo de Heliópolis.


-81
traspasar los límites, hasta donde habia llegado Cons
tantino. Mas tambien los vemos otras, retroceder, y der
ribar la obra que este príncipe encomendara á su pie
dad. ¡ Cosa estraña! Hay puntos muy importantes sobre
los que son ménos Cristianos, y menos adelantados que
Constantino. Por ejemplo, si son implacables cuando es
necesario demoler los templos y castigar á los idólatras,
permanecen lasos é indulgentes, ante el concubinato
y el divorcio; excrecencias de la idolatría.
Tengamos en cuenta , sin embargo, los embarazos
de su posicion . Estos Emperadores reinaron en una so
ciedad que se encontraba en el límite de dos civilizacio
nes rivales, y que habia por consecuencia sufrido todos
los dolores de su dilatado combate. Un impulso provi
dencial llevaba esta sociedad hacia las nuevas ideas,
pero muy frecuentemente el poder de la costumbre la
dejaba atrás. Habia visto con placer derribar el árbol
del polyteismo; pero conservaba en su seno las profun
das raices. Para llevar el hierro á sus lejanas ramifica
ciones, hubiera sido preciso el reposo de las épocas pa
cíficas, ó el poder preparado por un gran conjunto de
leyes. Pero ¿qué era el imperio romano entonces, sino
un mar azotado por las tempestades, cuyas olas baten
los costados de un navío destrozado? De todas partes
venian las naciones bárbaras á acometerlo. Las inva
siones gastaban sus fuerzas, y debilitaban su enérgica
centralizacion. Las provincias se aislaban, y al recibir
á los bárbaro , se llenaban de elementos refractarios á
las mejoras morales. El poder á duras penas penetraba
hasta ellas. No se conocia este poder, sino por los im
puestos, y levas para el ejército. Con respecto á lo de
mas, una resistencia de inercia le arrancaba perjudi
ciales y vergonzosas capitulaciones.
Preocupado con las ideas de peligro, se inquietaba
11
-82
ménos por sus leyes, que por su propia defensa . No es
decir que faltasen constituciones y edictos en estos tiem
pos de desolacion ; tal vez nunca fueron mas numerosos,
y muchos, es preciso confesarlo, llevan el sello de una
alta sabiduría. Pero no es esto lo que me admira. Cuando
hablo de las leyes, mi pensamiento se dirige hacia los
grandes Códigos que resumieron en un estenso plan, to
da la civilizacion de una época. ¿Quiérese por ejemplo,
saber lo que hizo Valentiniano III hijo y pupilo de Pla
cidia ? ( 1) Por su famosa ley de citas jurídicas, se atie
ne a los jurisconsultos Papiniano, Paulo, Cayo, Ulpiano
y Modestino, y quiere que sus escritos tengan fuerza le
gal en los tribunales. ( 2) Y pregunto yo, ¿estos juris
consultos, por eminentes que fuesen, no se habian que
dado atras en los progresos que la jurisprudencia habia
hecho desde dos siglos? ¿Eran ellos los mejores intérpre
tes de las necesidades de una sociedad trabajada por las
ideas cristianas? ¡No habia sufrido el derecho, alteracio
nes importantes en todo lo que concierne á las personas,
á la distincion de las cosas legados, sucesiones, obligacio
nes, y sobre todo á las formas y procedimientos? ¿No ha
bia que temer que las opiniones de los jurisconsultos clá
sicos, dominados por ciertas preocupaciones de su tiem
po, no obscureciesen las cuestiones que la marcha de
la civilizacion aclaraba con su nueva luz? ¿No debian
jueces sin esperiencia dejarse arrastrar por la autori
dad de este consistorio de sabios, cuyas opiniones aun
que muy progresivas, si se comparan á la época de sus
grandes maestros, habian sido aventajadas muy mucho,
por dos siglos de elaboracion cristiana ? Seguramente
estoy tranquilo con Panpiniano, cuando se trata de la

(1 ) En 426 .
( 2) Cod. Teodos. de resp. prud.
-83
lógica del derecho y del desenvolvimiento de las ideas
filosóficas, que desde su tiempo se habian enseñoreado
de la jurisprudencia . Mas no tengo la misma confianza
en las materias que habian conservado con tenacidad,
la singularidad romana, y aun creo que la ley de las ci
tas produjo , tal vez, tanto mal como bien. Yo le atribu
yo desde luego, en gran parte, la persistencia del concu
binato , del matrimonio no solemnizado, de la exclusion
de las madres como tutoras &c. y de muchas ideas for
malistas, que sobrevivieron á Constantino y Constancio,
á pesar de las tentativas que habian hecho estos prínci
pes para purgar la jurisprudencia. Siempre me ha pa
recido que cuando el derecho hacia esfuerzos para se
pararse de su antigua base, era imprudencia, bajo cier
to punto de vista, y hasta un contra sentido, inspirarle
el genio que podia esclavizarlo.
En cuanto al Código Teodosiano, cuya redaccion
fué llevada desde los años 429 hasta 438, por los conse
jeros de Teodosio el jóven, es una obra precipitada,
mal hecha y llena de vacios. El espanto de una sociedad
acobardada á la aproximacion de los Hunos, ¿podia pro
ducir otra cosa sino el caos? ( 1 ) No fue tampoco objeto
de este código, el formar un cuerpo de derecho comple
to: no fué otra cosa que una simple compilacion, por ór
den de materias, de constituciones de Emperadores cris
tianos, desde Constantino, hasta Teodosio el joven y Va
lentiniano III. No es notable por ningun pensamiento
de creacion, y sus autores, no emplearon en él, mas que
un trabajo de investigacion material, y casi siempre
defectuoso . Sin embargo, es curioso ver allí, al dualis
mo del elemento romano, despidiendo sus últimos res
plandores, y á la equidad asociada a la buena causa del
(1 ) Esta fué la época de las invasiones de Atila . Gibb. t. VI. p. 256.
Chateaub . t. II. p . 124 .
-84_
cristianismo. La sabiduría itálica se esforzaba todavía,
por conservar lo poco que le quedaba de sus antiguos
privilegios. Reclamaba la libertad del divorcio, y con
cubinato, defendia la agnacion ,(1) las leyes Papia (2) y
el jus liberorum , la salida de la familia por la emancipa
cion, el sistema de las sucesiones fundado en el poder y
parentesco masculico. La equidad, que no conocia to
davía la estension de sus fuerzas, consintió en transigir,
é hizo concesiones. Pero sus tratados de paz, se pare
cian a los que Atila arrancaba al débil Teodosio, (3) y
despojando al antiguo derecho de sus harapos, prepara
ba la crisis que derribando al idolo de su pedestal, no
habia de dejar sino sus ruinas.
(1) Passim .
( 2) Ley II. C. Teod . de inoffic. dotibus &c.
(3) Es sabido que Atila le impuso un tributo anual. Gibb. t. VI. p. 270.
CAPITULO VII.

Justiniano.

El imperio, dice Bossuet, habia tomado alguna


fuerza , bajo Justiniano. (1 ) Mientras que Belisario y
Narsés, brillaban por su valor, Triboniano y Teófilo
preparaban la reforma de las ' leyes. Justiniano tenia
ambicion de gloria. La de legislador no podrájamas qui
társele .
Bien sé cuanto de él, se ha dicho, con respecto á es
to. La movilidad de sus ideas, las jactancias orientales
de sus consejeros, su ignorancia de las antigüedades
históricas del derecho, su estilo difuso y ampuloso, han
sido objeto, de vivas censuras. (2) Tambien se ha criti
cado la forma de sus compilaciones, la eleccion poco
acertada de las materias, la incansable diseccion de las
principales obras del siglo 3.º llevada á cabo por Tribo
niano, con el orgullo de un novador, y la infidelidad de
un falsario. Desde luego concederé todo esto. Pero įlo
diré?. El derecho de que fué intérprete Justiniano, me
parece bien superior, al que se admira en los escritos de
( 1 ) Consúltese el retrato de este príncipe, por Gibbon t. VII. p. 162.
(2) Véase el Anti- Triboniano de Hotmann .
-86—
los jurisconsultos clásicos del siglo de Alejandro Severo.
Abondono la forma al que quiera condenarla. ¿Qué
importa que el arte sea poco propicio, á una obra que
tan frecuentemente lo insulta? El fondo es, sin embar
go, escelente ; aventaja al derecho de la época clásica ,
tanto cuanto el genio del cristianismo escede al del stoi
cismo. Casi siempre ha acercado Justiniano el derecho,
al tipo simple y puro que le ofrecia el espíritu cristiano.
Hizo por la filosofia cristiana, lo que los Labeones y los
Cayos habian hecho por la filosofia del Pórtico. Sin du
da lo hizo con menos arte, pero en esta obra puso tanto
fervor como perseverancia . Este es el mérito inmor
tal de Justiniano.
Fué este Emperador, un novador resuelto. En él,
eclipsaba el genio griego al romano, y el teólogo domi
naba al jurisconsulto. Era sutil, elocuente, disputador;
pero un buen sentido adquirido en las fuentes de la filo
sofia cristiana, le hacian no caer en los estravios del so
fista. La antigua originalidad romana, y su material ru
do y complicado provocaban sus amargas invectivas.
El hombre de Constantinopla, el representante del siglo
6. no'comprendia nada, de los sistemas gastados ya, y
poco conformes con los hábitos de su época. Constan
tino no los respeto, sino porque el cristianismo no habia
aun aniquilado su espíritu. Pero ya no existian los mis
mos motivos de consideracion. Los dos siglos trascurri
dos desde la fundacion de Constantinopla, habian des
compuesto el elemento de la ciudad romana. El univer
so ya no pertenecia á Roma: habiase conquistado para
la fé católica. Era llegado el tiempo de acabar con la
idolatría del derecho stricto , tan contrario al espíritu
cristiano, y que no habia hecho sino retardar el desar
rollo del derecho natural. Justiniano lo atacó cuerpo á
cuerpo, y lo persiguió en todos los pliegues de la juris
-87
prudencia, con adelanto de la equidad. Su noble ambi
cion como legislador, se cifraba en arrojarlo de su silla
curul, asi como por vanidad de hombre, habia hecho
descender á Teodosio de su columna de plata. ( 1) Esto
nos esplica su trabajo en demoler los libros de los Papi
nianos, Ulpianos y otros grandes intérpretes del siglo 3
Tomó de ellos, cuanto le pareció de derecho cosmopoli
ta y rechazó todo lo que llevaba un carácter demasiado
romano. Acomodó bien ó mal, las doctrinas de estos
jurisconsultos, con algunas alteraciones del testo, á ideas
mas adelantadas que las suyas, á un derecho mas senci
llo, mas equitativo, y mas filosófico que el que ellos ha
bian esplicado. Tal vez manifestó en estó, poco respeto
hácia aquellos grandes genios; pero su objeto fué lauda
ble. Quiso libertar la jurisprudencia del siglo 6º de una
tutela retrograda. Cristiano y hombre de su época, se
atrevio á cortar por lo vivo, las raices del período aris
tocrático y pagano. Entonces se adormeció, sobre casi
todos sus puntos el largo antagonismo que habia dividi
do la jurisprudencia.
Memorables testimonios señalan esta conclusion.
Por ejemplo, la igualdad se apoderó de las personas y las
cosas; quitó las diferencias entre todos los manumitidos,
y niveló los rangos libres, al paso que mejoró la suerte
de los esclavos. Ya no hubo distincion entre el parentes
co pór masculinidad, agnatio y el parentesco por femi
neidad cognatio lo que trajo al fin , la disolucion de la
familia romana. Puso bajo un mismo pie, las cosasman
cipi y las cosas nec mancipi, que es la disolucion de la
propiedad romana. Cesaron las diferencias entre la pro
piedad civil y la propiedad 'natural; entre la usucapion
protectora de la Italia, y la prescripcion protectora del
(1) Gibbon t. VIII. p. 164 .
88
género humano. ( 1 ) Generalizáronse las ideas de Cons
tantino, sobre los peculios, y se aumentaron por este
medio, ( 2) los derechos de los hijos de familia . Las hijas
y los nietos se igualaron á los hijos para las condiciones
y requisitos de la exeredacion. (3) La potestad que ha
bia sido tan solo la base de la sustitucion ejemplar, ce
dió su puesto á los lazos de la sangre y del cariño. (4)
Desaparecieronlas ficciones. La emancipacion cesó de
romper el nudo de la familia ; y la familia civil , se con
fundió bajo este punto de vista, con la familia natural.
La equidad le arrebató á la adopcion los exagarados de
rechos que tomaba prestados al derecho civil, y el adop
tado ya no era estraño á sus propios parientes, así como
el adoptante no tenia todos los derechos de la patria po
testad. (5) Las minuciosas formas sacramentales son
proscriptas con mas fuerza , de los testamentos, estipu
laciones, procedimientos &c. La querella de inoficiosi
dad, que por un estrecho amor de la lógica, heria al tes
tamento en su misma existencia, no hace ya sino redu
cir sus disposiciones. (6) Las diferencias entre los lega
dos per damnationem , per preceptionem et sinendi modo,
son abolidas; todos los legados se confunden en una se
mejanza que recomienda la razon. (7) Aun mas; los
fideicomisos se les igualan, y operan directamente. El
privilegio concedido á los militares, de aceptar una su
cesion con beneficio de inventario, se hace estensivo á
todo el mundo . (8) Justiniano abolió todo el pomposo

(1 ) Ley única C. de usucap. transf. L. úit. C. de prescrip . long. temp.


(2) Véase infra el capítulo de la patria potestad . Inst. V 6. de milit, test.
(3) Inst. de liber.exered.
(4) Ley 9. C. de impub. et allis subst.
(5) Inst. de adopt .
(6) Ley 30. C. de inoffic. test.
( 7) C. com. de legatis.
(8) Ley 22. C. de jure delib .
-89
edificio de leyes caducarias, ya desmantelado por Cons
tantino. ( 1 ) Dió á las mugeres, fuertes garantías para
la conservacion de sus dotes, y creó en su favor una hi
poteca general tácita. Rebajó á seis por ciento el interes
del dinero, que antes de él, llegaba a cerca del doce. (2)
Mas por muy grandes que sean estos progresos, y
otros qne seria casi imposible enumerar, no hay nada
que pueda compararse á la teoría de las sucesiones de
bida á Justiniano. Sola ella, bastaria para inmortalizar
su nombre, y desarmar á sus detractores. Nos ocupare
mos de esta materia en capítulo separado. A ninguna de
sus obras ha impuesto Justiniano,al romper con las tradi
ciones de lo pasado, un carácter tan nuevo y tan origi
nal, como á lo que concierne á las sucesiones. El dere
cho a pesar de los atrevidos retoques que habia sufrido,
se resentia por todas partes del vicio de su nacimiento,
conservaba algunos lineamientos de su primitivo orí
gen ; y la rara idea de haberse servido de los antiguos
materiales para su reedificacion, habia dejado incohe
rencia en sus partes . Hemos visto que la equidad, no
trabajó sobre una tabla rasa, y que se acomodó como
pudo, en el edificio, en lugar de arreglarlo para ella
misma.
El derecho de Justiniano, lo hemos dicho, se resien
te de su origen, por falta de unidad, y se descubren en
él , los elementos sucesivos y á veces trabajosos de sus
trasformaciones. Mas al pagar, este Emperador tribu
to á una época de atraso intelectual, al fin probó que la
antorcha de la razon humana no se habia aun estingui
do con la decadencia de las letras griegas y de las cien

( 1 ) C. de Cad . tollendis.
(2) C. de usuris. Ley I. C. Teod. (de usuris.] [Constantino.) y el Com.
de Godofredo. Gibbon. t. VIII. p. 282. Pothier, pand. t. I. p. 623.
12
-90—
cias paganas. Por mas que se diga, él purfiicó, raciona
lizó por decirlo así, el derecho, y lo elevó a un nivel que
solo ha podido aventajar el Código civil, (1) despues de
trece siplos de preparaciones y ensayos. Y mientras que
bajo tantos aspectos caminaba la sociedad á la barba
rie, hacia Justiniano progresar una de las ramas mas
importantes de la ciencia de gobernar. Porque el cris
tianismo era el alma de sus trabajos, y con esta grande
antorcha, no hay que temer ningun eclipse central, pa
ra la civilizacion.

( 1) [N. del T.) Se refiere el autor al Código frances .

FIN DE LA PRIMERA PARTE .


PARTE SEGUNDA.

CAPITULO I.

Objeto de esta segunda parte.

Habiendo seguido al cristianismo, en sus generales


influencias, ya oblicuas, ya directas; debemos penetrar
ahora en la historia de los hechos particulares someti
dos especialmente a su accion. Este será el objeto de
esta segunda parte. Hablaremos del matrimonio, de las
segundas nupcias, de los impedimentos por causa de pa
rentesco, del divorcio, de la celebracion religiosa de las
nupcias, del concubinato, de la patria potestad, de la
condieion de las mugeres, y de las sucesiones .
El cristianismo fué en todos sentidos, el poderoso
auxiliar de las ideas de civilizacion y de progreso, y es
muy interesante estudiar como aceleró su accion en la
sociedad romana .
{
CAPITULO II.

Del Matrimonio .,

Cuando apareció el cristianismo, era el matrimo


nio el ménos solemne de los contratos. Se perfecciona
ba por el consentimiento, (1) y no necesitaba ninguna
ceremonia religiosa ni civil para su validez. La comu
nidad aparente de habitacion, y la posesion de estado,
eran una prueba suficiente de su existencia. Cuando
los esposos no podian soportar el peso de su cadena, les
estaba abierta la facultad del divorcio. „ ¿Donde están
„ aquellos matrimonios, decia Tertuliano, que la pureza
„ de las costumbres hacia tan perfectos, que trascurrie
„ ron mas de quinientos años sin que se viese un divor
„ cio en ninguna familia ? Hoy al desposarse se hace voto
„de repudiarse, y el divorcio es como un fruto del matri
„monio." ( 2)
Hácia el fin de la república se obraba mejor. Apé
nas se casaba nadie: la corrupcion de las costumbres,
la sumision de las mugeres esclavas, el egoismo, pro

(1 ) Ulpiano. Ley 30. D. de reg . juris.


(2 ) Apolog. 06.
-94-
ducto de las calamidades públicas, habian disgustado
del matrimonio á los romanos. El celibato daba una es
pecie de existencia considerable y privilegiada. Era el
celibatario un personage de distincion, lisonjeado por
las almas venales que hacian profesion de acechar he
rencias, por los cortesanos lisonjeros de la fortuna á
quienes Horacio ha ridiculizado con el nombre de here
dipetos. ( 1 ) Despoblada la ciudad por las guerras y pros
cripciones, veíase amenazada de despoblarse aun mas
por el desprecio en que estaba la institucion que dá
ciudadanos al Estado. César emprendió atajar este
mal. Augusto se aplicó á este fin con mas eficacia . (2)
Hizo dar las famosas leyes Julia y Papia Poppea, desti
nadas á alentar el matrimonio y castigar el celibato. (3)
Como estas leyes fueron el fruto de un gran sistema de
regeneracion de la Italia, y figuraron de un modo muy
importante en el derecho romano hasta Constantino,
que las alteró por razones tomadas de la política cris
tiana, debemos detenernos aquí un instante.
El objeto principal de estas leyes fué honrar y fa
vorecer el matrimonio. Para conseguirlo se dedicó Au
gusto á conceder prerogativas al hombre casado: mayo
res prerogativas al casado que tuviese dos hijos, mayo
res aun, al que tuviera tres.
El matrimonio daba un puesto particular en los tea
tros. (4) El cónsul que mas hijos tenia tomaba primero
las fasces, (5 y tenia la eleccion de las provincias &c.
(1 ) Véase en Plauto [ Miles gloriosus , acto III escena 1 , 5 y sig.] el elo
gio del celibato . Hay tambien un cnrioso pasage de Petronio sobre el des
precio de aquellos que educan una familia y el honor de los celibatarios sin
herederos. [ Satyricon c . 16.)
(2) Montesq. Esprit des lois. t. III. lib . 23. c . 21 .
(3) La ley Julia precedió á la otra y se fundió en ella.
( 4 ) Suet. Augus. c. 44 ,
(5) Aulo- Gelio. II. 15. Heineccius ad leg . Juliam lib. II . c. 7.
-95
Se podia llegar a las magistraturas, aun ántes de la
edad, porque por cada hijo se dispensaba un año. ( 1 )
El que tenia tres hijos en Roma, cuatro en Italia, cinco
en las provincias estaba exento de toda carga perso
nal. (2) Las mugeres ingenuas que eran madres de tres
hijos y las libertas que tenian cuatro, no eran compren
didas en la tutela perpetua en que las retenian las an
tiguas leyes de Roma. (3)
Podian los esposos donarse entre sí, la totalidad de
sus bienes si tenian tres hijos unos de otros. Si no los
tenian podian recibir la décima parte de la sucesion á
causa de matrimonio , matrimonii nomine. Si los hijos
eran de otro matrimonio, podian donarse tantas déci
mas como hijos. Estas disposiciones se llamaban vul
garmente leyes decimales. Augusto dió pruebas del res
peto en que las tenia, pues queriendo dejar el tercio de
sus bienes á Livia, su esposa, madre de dos hijos, y que
con este título sus derechos no se estendian sino á dos
décimas, se hizo esceptuar por el Senado de la incapa
cidad enque lo ponia la ley. ( 4 )
Hay mas, para desalentar al celibato, quiso Au
gusto que los que no fuesen casados, no pudieran reci
bir nada por el testamento de los estraños. Era poco
todavía, y en gracia de las uniones fecundas, decidió
que los que estando casados, no tuviesen hijos, no reci
bieran sino la mitad de la disposicion. Todas las partes
caducas de los testamentos, ó legados en razon de la in
capacidad de los instituidos, se aplicaban a los que

(1) Tacit. annal lib . II. c. 51. lib . XV. c. 19. Plinio, Epist. lib. VII ley 26 ,
2. D. de minor.
( 2) Heineccius. lib. II. c. 8.
( 3 ) Ulp. XXIX. 3. Heinecc. II. c. 11 .
( 4 ) Suet. Aug. 101. ) edic. de Panck. t. I. p. 344 y 345.]
-96
siendo llamados en el testamento , tenian hijos. (1) En
defecto de padres, las partes caducas iban al fisco, ó co
mo dice Tácito con amarga ironía , al pueblo romano,
como padre comun de todos los ciudadanos. (2) Mas,
bajo Caracalla, el fisco, en su inmenso afecto por el in
teres público, encontró que su parte no era bastante lu
cida, y se hizo solo heredero de estas partes que cadu
caban . ( 3) Al mismo tiempo las segundas nupcias fue
ron no solo protegidas, sino preceptuadas. (4) Los pa
dres que no querian casar á sus hijos, eran hasta cons
treñidos por los magistrados. (5)
Permitiase á los ingenuos que no eran senadores
casarse con libertas. ¡ Grande alteracion de las antiguas
costumbres! (6)
Se tentó poner remedio á los divorcios, demasiado
frecuentes. ( 7) Se redujeron los impedimentos fundados
en las afinidades. (8) Reputáronse no escritas las con
diciones de no casarse, impuestas en los testamentos y
manumisiones . (9)
Tales fueron las principales combinaciones de las
leyes Julia, de Maritandis ordinibus, y Papia Poppea.
Estas leyes afectaban a los romanos por su lado débil,
es decir por la avaricia ; así es que nunca fueron popu
lares. ( 10 ) Hacian intervenir en los negocios de fami
lia, al fisco con sus ásperas tendencias, y con su séquito
(1 ) Cayo II. 206. Este autor sirve para rectificar á Montesquiu, que en
este particular ha padecido error.
(2) Annal III. 28 .
(3) Ulp. XVII.
(4 ) Ulp . XIV .
(5) Ley 19. D. de ritu nupt.
(6) Tit. Liv. XXXIX , 19.
(7) Hein . lib. II. c. 18.
(8) Idem .
(9) Véase á Montesq. lug. cit.
( 10) Tacit. Aunal lib , III . 28.
-97
nefasto de delatores. (1) En fin convertian el matrimo
nio en una especulacion, en un tráfico . „ Se casaban,
„dice Plutarco, y se tenian hijos no para tener herederos
„ sino herencias.” (2) Espresion profunda que Montes
quieu ha citado, sin ver que acusa no solo las malas cos
tumbres de los romanos, sino tambien las leyes que for
man las costumbres, leyes que sin embargo, su genio
admira por el lado político..
¿Y qué seria si damos crédito á las palabras que
Juvenal pone en boca de un adúltero complaciente ?
„ De que te quejas, ingrato, héte ahí, ya padre ; y
„ á mí le debes los jura parentis; por mí podrás ser insti
„ tuido heredero. Tu recibirás los legados que te hagan,
„ y el dulce emolumento de las partes caducas. ( et dul
„ce caducum .) Y si llego á poner tres hijos en tu casa ,
» ,no ves las otras ventajas que puedes esperar ?" (3)
¡Qué costumbres! ¡Qué sociedad!
El cristianismo, encontró al matrimonio tan de
gradado por la avaricia, y tan manchado en lo que
tiene de mas santo, por las torpezas del amor al lucro,
reposando tranquilamente sobre la base del interes.
Empero el cristianismo no habia sido instituido para
permanecer espectador de este abatimiento. Segun sus
principios, el matrimonio debe ser el resultado de una
vocacion libre. La union del hombre y de la muger, se
purifica con el fuego de la gracia, por la asistencia del
espíritu divino; y se eleva hasta el cielo por la dignidad
(1 ) Idem .
(2) Del amor á los padres.
(3) ,, Jam pater es: dedimus quod famæ oponere possis.
,, Jura parentis habes; propter me scriberis hæres;
„ Legatum omne capis; nec non et dnlce caducum.
„ Commoda prætere jungentur multa caducis.
,,Si numerum , si tres implevero.... , '
[ Satir. IX. vers . 82.]
13
-98
del sacramento. (1 ) Bajo este sublime punto de vista,
¿qué otra cosa era la ley Pappia, sino el olvido de los vo
tos de la Providencia, (2) y un materialismo abomina
ble? Las leyes de Augusto debian, pues, ser sacrifica
das ; su derogacion era preliminar, necesario para la re
generacion del matrimonio. Constantino lo comprendió,
y la supresion de las penas contra los celibatarios, sus
tituyó al sistema pagano, fundado en el interes pecu
niario, el sistema cristiano y verdaderamente moral de
la libertud del matrimonio. (3)
Algunos autores y entre otros Montesquieu, han crei
do que Constantino no tuvo otro objeto que el de prote
jer la continencia, esa virtud que las almas contempla
tivas consideran como un esfuerzo de la perfeccion cris
tiana. Yo creo que el plan de Constantino fué mas tras
cendente. Estoy en que el celibato no perdió su causa
con los cristianos,y que el ejemplo de Jesu-Cristo llevó
un gran número de espíritus ardientes á renunciar, por
miras de mortificacion , á la union legítima de los dos
sexos . Bien sé que bajo el reinado de este principe, se for.
maron las primeras asociaciones de solitarios, consagra
dos á la renuncia de todos los placeres terrestres. (4)
Constantino admiraba su desprecio de las cosas huma
nas, y su sublime destierro de la sociedad , (5) No puede
tampoco ponerse en duda, el que quiso honrar, con dero
gacion de las leyes caducarias, un género de vida que pa
recia realizar la mas elevada filosofia . Pero detenerse en

( 1 ) S. Mateo. c . XIX. n . 11. Todos no son capaces de esta resolucion ,


(la de casarse) solo la tienen aquellos a quienes le ha sido dada del cielo.
(2) Sozomeno , Hist. ecles. lib. I. c. 9. p. 27.
(3) Ley I. C. Teod. de infirmand. pæn cælib. y C. Just. el miemo tít.
(4) Gibbon. t. VI. p. 469. habla de los adelantos hechos por este princi
pe á 8. Antonio, fundador de la vida monástica en el Egipto.
( 5) Véase á Godofredo sobre la ley I.C. Teod. de infirm pæn cælib.
-99
este punto seria no tomar la cuestion sino por un solo la
do. Al destruir los obstáculos que Augusto habia opues
to á un celibato voluptuoso tan diferente de la austeri.
dad cenovítica, conseguia Constantino un doble resulta
do. Por una parte daba satisfaccion a la vida solitaria
y mortificada; por la otra, purificaba la causa misma
del matrimonio. Al volverle la libertad, lo colocaba ba
jo el sello de una vocacion divina, y concordaba el es
píritu de la ley civil , con el carácter enteramente nue
vo, que la ley evangélica habia impreso al mas solem
ne é importante de los actos de la vida social.
Constantino por temor á las caricias conyugales,
no tocó á las leyes decimarias, que regulaban la esten
sion de las donaciones entre los esposos, por el número
de hijos. (1 ) Teodosio el jóven las derogó (2) y dejó al
afecto de los cónyuges su independencia, (3) convenci.
do de que el mejor medio de favorecer el matrimonio,
es no embarazar ni restriñir los sentimientos de recípro
ca ternura que está destinado a desarrollar. ( 4)
Ya lo vemos : estas innovaciones trastornaron en
todo y por todo las leyes memorables que los Césares
paganos consideraban como la base de su imperio. A la
política fundada en el interes, substituyeron los princi
pes cristianos, un gobierno que reconocia por sus móvi
les, la libertad y afectos naturales. A ellos añadió Jus
tiniano la igualdad, declarando válidos todos los matri
monios que las leyes de Augusto habian prohibido con

(1) Ley I. C. Teod. de infirm pæn. cælib. , y Poth , Pand. t. II. p. 355.
(2) Ley 2 y 3. C. Theod. dejure liberor.
(3) Quantum superstes amor exegerit, 1. 2. C. Theod. de jure liberor .
(4) Teodosio dice formalmente en la ley última del C. Theod. de legit
hæred. que tal ha sido el objeto de la l.2 C. Theod . de jure liberor: ut ma
trimoniis auxilium impartiret: y al fin jura matrimonii preponamus.
-100_
las personas de condicion vil ó infame. ( 1 ) El esposo
de Teodora, (2) ordenó que se pasaria el nivel sobre las
desigualdades que las preocupaciones podrian respetar,
però que no sabia admitir la Religion.
(1 ) Ley 20. C. de nuptiis.
(2) Se sabe que habia sido actriz.

1
CAPITULO III.

De las segundas Nupcias.

Con respecto a las segundas nupcias, deciamos ha


poco, que Augusto las protegió, conservando, sin em
bargo, los reglamentos que castigaban con la infamia
á la muger que contraia nuevos lazos, dentro de los
diez meses de su luto: ( 1 ) reglamentos fundados no solo
en la pública honestidad, sino tambien en la nccesidad
de no confundir la certeza de los linages, propter turba
tionem sanguinis. (2) Pero el cristianismo no habia con
denado las segundas nupcias; y el mismo San Pablo
las aconsejaba á las viudas jóvenes. No obstante, las
dudas aparecieron entre algunos espíritus rígidos cono
cidos con el nombre de Catharos ó puros, que mirabanco
mo escomulgados á los que pasaban á segundo matri
monio. Mas el concilio de Nicea, celebrado bajo Cons
tantino, no permitió que las palabras del gran Apostel
(1) Véanse las leyes recogidas por Pothier [Pand. t. I. p. 99. n. 18. en el
tít. de his qui notant. infamia .] El año solo constaba primitivamente entre
los romanos de diez meses.
( 2) Espresiones enérgicas de Ulpiano , 1. 11. $ 1 D. de his qui not . in
famia .
1

-102
fuesen despreciadas. Los puros fueron desterrados de
la Iglesia, como herejes, ( 1 ) y los mas grandes doctores,
como San Agustin, (2) proclamaron la legitimidad de
las segundas, terceras, cuartas y quintas nupcias. ( 3) Es
verdad que se consideraban como mas meritorios, los
que se contentaban con las primeras nupcias. En efec
to, la resolucion de pasar el resto de la vida en la con
tinencia, probaba sentimientos mas puros: una fideli
dad que se prolongaba mas allá de la tumba, un amor
tan ardiente y desinteresado que sobrevivia a la misma
muerte, eran gages del mas alto grado de abnega
cion. (4) En cuanto a los que se volvian á casar, se les
miraba como mas débiles, aunque exentos de pecado, y
su ardor se templaba con penitencias públicas. (5)
Así se desvaneció el pensamiento político que Au
gusto trasmitió á sus sucesores, y que estos guardaron
severamente para bien del imperio. Mas el cristianis
mo, ya proyectaba la formacion de otro imperio, la con
quista de otra ciudad. El antiguo espíritu declinaba; 0
tras tendencias iban á rejuvenecer lo sociedad, y abrir
la ancha senda de una civilizacion mas avanzada. He
mos llegado, pnes, á este punto ; las segundas nupcias
no son proscriptas, pero no serán tampoco un medio de
hacer la corte al Emperador, y de ganar sucesiones;
cada uno es libre de seguir sus afecciones temporales o
sus religiosas convicciones.
(1) Canom 8. Sequantur Ecclesiæ decreta (kataroi) id est , quæ et cum di
gamis communicabunt. Véase tambien el concilio de Asles (año 314] ca.
non 10 .
(2) Muerto en 430.
(3) Véase el Diccionario de derecho canónico, por Durand de Maillane ,
nupcias.
(4) Esta era la doctrina de S. Gerónimo.
( 5) Concilios de Neocesarea y Laodicea: ,,De his qui in plurimas nuptias
inciderunt, tempus quidem pænitentiæ præfinitum manifestum est; sed con .
versatio eorum et fides tempus abreviat." (canon 3.) Baronius año 315.
-103
Con estos datos, ¿que hizo la nueva legislacion ?.
No sabremos admirar bastante la sabiduría de los Em
peradores cristianos, en las leyes que publicaron sobre
las segundas nupcias. Son estas leyes una feliz amalga
ma de garantias para las costumbres, para la familia ,
y para la multiplicacion de la especie. Distinguen con
prudencia los preceptos y el consejo, los deberes socia
les, y la perfeccion ascética; es una conciliacion del
pensamiento de la Iglesia, y de las necesidades de la
política. ( 1 ) Al sistema de Augusto, que fue multiplicar
las familias, se substituye otro nuevo y no ménos mo
ral, que es la conservacion de la familia existente, ase
gurándole su patrimonio, y preservándola de las turbu
lencias que hacen nacer las querellas de interes entre
los diferentes tálamos.
Teodosio el grande; siguiendo los consejos de los
obispos reunidos en el concilio de Constantinopla, (2) es
tendió hasta un año, el plazo dentro del cual le estaba
prohibido a la muger volver á casarse, y confirmó la
pena de infamia con que los edictos del Pretor, casti
gaban á la viuda que no guardaba la religion del due.
lo, religionem luctus. (3) Pero a la infamia añadió una
nueva pena, mas eficaz, sin duda, en una época en que
las antiguas ideas sufrian tan profundas alteraciones.
La muger perdia cuanto podia haber obtenido de su
primer matrimonio. No podia dar al segundo marido
mas de la tercera parte de sus bienes: era incapaz de
heredar á un estraño; no podia succeder á sus propios
parientes mas alla del tercer grado. (4)
(1 ) Ley 1. C.:Just. de secundis nuptiis; ley 1. C. Theod. de secundis
nuptiis. [Año 381.]
(2) Godof. sobre la ley 1. C. Theod. de secundis nuptiis al fin .
(3) Ley 1. C. Just. de secundis nuptiis.
(4) Ley 1. C. ya citado. Véase tambien la novela 22. c. 22 y la l. 4. C. ad
S , C. Tertull .
-104
Sin embargo, no era suficiente forzar á una viudez
anual, á la muger. Era preciso medir la influencia
de las segundas nupcias, en sí mismas, prescindiendo de
un prematuro enlace ; era necesario considerarlas en sus
relaciones con los hijos del primer, lecho, olvidados con
frecuencia por madres imprudentes, ó sacrificados á ce .
losas madrastas. Son bajo este aspecto muy notables
las leyes de los emperadores cristianos. (1 ) El poco fa
vor que el cristianismo concedia á las segundas nupcias
permitia ocuparse de un objeto de tan precioso interes,
olvidado hasta entonces, por consideraciones políticas.
Los padres de la iglesia entre ellos S. Ambrosio, le ha
bian hecho blanco de su solicitud. (2)
Teodosio el grande decidió que la muger que se
volvia á casar, teniendo hijos del primer lecho, perdia
la propiedad de todas las donaciones y ventajas que le
habia proporcionado el primer matrimonio, con cual
quier título que fuese; y que estos bienes se aplicasen
irrevocablemente y con garantía hipotecaría, (3) á es
tos mismos hijos, salvo el usufruto para la madre. (4 )
Mas tarde, Teodosio II y Valentiniano II, (5) estendie
ron estas disposiciones al padre que contraia nuevo en
lace. Y no fué decretada tan solo, para el caso de muer
te natural, esta conversion de la propiedad en usufru
to; Justiniano quiso que tuviese lugar en caso de di

(1 ) Godof. sobre la l . 2. C. Theod. de secundis nuptiis.


( 2) Hexameron, lib VI. c. 40 22. dice así. „ Natura hoc bestiis infundit
„ ,ut catulus proprios ament, ut fætus suos diligant. Nesciunt illa odia nover
„ calia, nec, mutato concubitu, parentes á sobole depravantur, neque nove
„ runt præferre filos posteriores copulæ, superiores autem negligere. Nes
,,ciunt caritatis differentiam .”
(3) Ley 6. $ 2. C. de secundis nuptiis. Ley 8. $ 4. Ley 2. C. Theod. de
secundis naptis.
( 4 ) Ley 3. C. de secundis nuptiis.
(5) Ley 5. C. id. Nov. 22. c. 30. y Nov. 2. c. 2.
-105_
vorcio. ( 1 ) Por lo demas dejando aparte muchos porme
nores (2) me contraeré á un hecho capital; la aparicion
del interes de los hijos en la organizacion del sistema de
segundas nupcias, interes desconocido hasta entonces;
interes inmenso, dominante en nuestra civilizacion mo
derna, y por el que el ilustre Canciller D l’Hopital, ele
vó su voz en el célebre edicto de 1560.
Faltaba todavía un paso que dar: era preciso pre
veer el caso en que un viudo ó viuda, teniendo hijos del
primer matrimonio y poseyendo bienes propios, se des
pojasen en favor de un segundo enlance, por escesivas
donaciones fruto de una ciega pasion. Leon y Anthemio
ocurrieron a este peligro no autorizándolos sino en cier
tos у limitados casos. (3)

He dicho lo bastante, para demostrar el espíritu de


la , legislacion del Bajo - Imperio, y la impulsion que re
cibió de la Religion cristiana. Que tambien ganasen las
costumbres, es lo que me parece incontestable. Y que
no se me objete diciendo.que estas leyes lo mismo que
las de Augusto esplotaron el interes privado para llegar
á su fin . A esto respondo que este medio es bueno, pa
ra asegurar el efecto de leyes prohibitivas; y malo cuan
do aconseja una cosa que requiere la espontaneidad de
la determinacion . "

(1 ) Ley 9. C. de secundis nuptiis y Nov. 22. c. 30.


( 2 ) Véanse en Pothier [Pand. t. II. p. 89.
(3) Ley 6. C. de secundis nuptiis. Ley 9. C , del mismo título: Nov, 22
c. 27 y 28 y Nov. 31 .

14
CAPITULO IV .

De los impedimentos por causa de parentesco.

Segun una regla comun á casi todas las naciones


civilizadas, la familia no debe encontrar en su propio
seno, los elementos de otra nueva familia. (1 ) La san
gre tiene horror de si misma, en las relaciones de los dos
sexos, y solo por sangre estraña quiere perpetuarse. Los
romanos fueron fieles, desde los tiempos mas antiguos,
á esta ley de la naturaleza, y toda su historia depone
del horror con que miraban las nupcias incestuosas. (2)
Mas, ¿donde debe detenerse la barrera que separa
los parientes de los parientes? ¿hasta que grado puede
el amor tomar el lugar de la amistad?
Las circunstancias pueden decidir mucho en este
particular. Mientras mas unidos por la doméstica inti

(1) Véase á Montesquieu lib. XXVI. c. 14.


(2) Sexto Mario, uno de los hombres mas ricos de España, habiendo abu .
sado de su hija, fué precipitado de la roca Tarpeya. Véase lo que dice Vir
gilio lib. VI. verso 623 y 624 de los vetitos hymenæos , y á Tácito, Annal
XII , 4. En Egipto era permitido el matrimonio con la hermana de padre y
madre. En Atenas no era permitido sino con la hermana de su madre . [Sé .
neca Apoc. VIII ed . de Panck , t. II p. 315.]
-108
midad, vivan los parientes, mas deben de ser protegidas
las costumbres de la familia , por prohibiciones abso
lutas.
Por el contrario, miéntras mas separados á medi
da que los grados se alejan, mas fáciles pueden mostrar
se las leyes.
El Cristianismo encontró, forzoso es reconocerlo,
sabias prohibiciones establecidas en Roma; pero no le
parecieron suficientes y las aumentó . He aquí los mo
tivos. (1)
El Cristianismo fué desde su orígen una asociacion
en la cual todos los que profesaban la fé, estaban uni
dos por el vínculo de un parentesco espiritual, y por la
comunidad voluntaria de bienes. (2) La identidad de
creencias, que une a los estraños, estrecha con mas ra
zon, los lazos de la familia; y hace nacer entre los pa
rientes, relaciones de proteccion y reciprocos afectos
mas numerosos y estrechos. Empero para el fin que se
proponía el Cristianismo, era preciso que estas relacio
nes fuesen contenidas dentro de los limites de una aus
tera familiaridad, porque queria purificar todas las
conveniencias civiles, y sujetarlas en cuanto fuese po

( 1 ) Creo útil consignar aquí, la doctrina de S. Agustin que me parece


admirable . [de civit Dei lib . XV. c. 16 de Jure connubiorum ]
„ Al principio del mundo, cuando no existia mas que una sola familia ,
Adam y sus hijos, los hombres debieron casarse con sus hermanas. Mas tar
de el lazo del parentesco ya fué un obstáculo en la opinion comun y en las le
gislaciones, porque parecia útil, multiplicar cuanto fuese posible, los víncu
los de afecto entre los miembros de la sociedad humana." ,, Habita est
enim ratio recticsima caritatis, ut homines, quibus es set utilis atque hones
ta concordia, diversarum necessitudinum vinculis necterentur; nec unus in
uno multas haberet, sed singulæ spargerentur in singulas, ac sic ad socialem
vitam diligentius colligandam , plurimæ plurimos obtinerent.... Sic numero
sius se caritas porrigit. ... Atque se, non inparcitate coarctatum , sed latius
atque numerosius propinquitatibus crebris, vinculum sociale diffundere.”
(2) Act , apost , c . II . n . 44 , 45 ' 47: c . IV .n. 32. 35 , 37 .
-109__
sible, á una regla de espiritualidad. Asi tambien era ne
cesario que fuese, en los fines de una política ilustrada.
Hablábase entre los paganos, de la mala vida de los
cristianos, de sus incestos, de su mezcla y confusion de
mugeres. ¿Y como responder a estas calumnias, si no es
por la santidad de sus costumbres, por el rigor de sus
prácticas? (1 )
De estas ideas, de esta situacion emanó la nece
sidad de proscribir las nupcias entre parientes; porque
comunmente la esperanza de matrimonio alienta la pa
sion y fascina la debilidad; y debia privarse de esta ar
ma á las pasiones, y precaver á la debilidad de toda
asechanza .
En fin á estas razones de alta moralidad, y de sa
bia administracion, se unió otra general, que entra ad
mirablemente en el espíritu del Cristianismo ; la de pro
pagar en el seno de una misma sociedad los sentimien
tos de afecto que constituyen su mas grande fuerza. Es
tos sentimientos, se mantienen, por decirlo asi , de suyo
entre los miembros de una misma familia; la sang re no
necesita el apoyo del legislador, ni el socorro de auxi
lios artificiales, para conservar sus derechos. Mas entre
familias estrañas, no es lo mismo, y entre ellas es don
de los matrimonios vienen a ser un elemento muy pode
roso para conservar la fraternidad, la aficion y solida
ridad. S. Agustin ha insistido, con fuerza y elocuencia
en esta consideracion, y es necesario tenerla muy pre
sente , cuando se quiere penetrar en el sistema cristia
no de los impedimentos. Es en efecto, una mira emi
nentemente sabia y de interes social, impedir que los
matrimonios se concentren en la familia, que no tiene
necesidad de ellos para gobernarse bajo el influjo de la

( 1 ) Tertuliano Apolog . c . 9 ..
-1104
benevolencia; y favorecerlos, por el contrario fuera de
ella, a fin de cimentar el vínculo de la sociedad, por me
dio de alianzas de donde dimanan una caridad mas vi
va y una concordia mas durable. Por esto, si consulta
mos los mas positivos testimonios, veremos que en vano
las leyes civiles permiten ciertas uniones, como los ma
trimonios entre primos. Los cristianos tenian gran cui
dado en abstenerse de ellos. Los primos, eran á sus ojos
hermanos, (1 ) por el doble nudo de un parentesco mas
afectuoso, y de una fé comun.
Por estas costumbres, ( y otras muchas) llenas de
vigilancià mantuvieron los cristianos la virtud en la
Iglesia , y podia Tertuliano desafiar con orgullo á los
paganos, para que le designasen aquellos de sus corre
ligionarios, que habian sido condenados por robo sal
teamiento , adulterio, violencia, fraude ó perjurio. ( 2)
No digo yo que estas felices tradiciones se conservaran 1

sin infraccion, cuando el Cristianismo estendió sus con


quistas. Pero los preceptos quedaron, eran un gran
de elemento de moralidad, y los Emperadores cristia
nos obraron con sabiduria al prestales el apoyo del po
der temporal.
Lo que hay de notable es que la mayor parte de
sus edictos sobre las nupcias incestuosas, son dirigidos
mas especialmente al oriente. En efecto bajo aquel cli
ma abrasador, la sociedad pagana presentaba el triste
ejemplo del desarreglo, de las costumbres mas desen
frenadas. Si creemos á los historiadores de Constantino

(1) S. Agustin lug. cit. Reconoce por lo demas, que la ley divina es mu
da en este particular. S. Crisóstomo en su análisis de la Sagrada Escritura
[libro de los números) es de la misma opinion. S. Ambrosio , por el contra
rio , atribuye á la ley divina las prohibiciones legales de que voy á tratar
muy pronto, pero su anotador declara no conocer esta ley.
(1 ) Apologet. 440.
111
el grande , la familia habia casi toda caido en la disolu
cion en la Siria y la Fenicia. La vecindad de la Persia
contribuia á conservar sobre aquel pueblo usos contra
rios al pudor natural, de que nunca se separaron en sus
leyes, los romanos. Las mugeres eran allí, casi comunes;
los hijos ignoraban con la mayor frecuencia , quienes
eran sus padres, y las jóvenes se ofrecian a los estran
geros. ¡Qué contraste con la sublime virtud de aquellos
piadosos solitarios, de aquellas vírgenes heróicas, que
bajo aquel mismo clima, y por efecto de una exaltacion
contraria , parecian desafiar la humana debilidad por sus
esfuerzos de castidad! La historia refiere que Constan
tino conmovido del estado de degradacion de estos pue
blos, hizo edificar iglesias, en su comarca, llamó allí
obispos y sacerdotes y por este medio difundió las pri
meras nociones de la civilizacion. ' ( 1 ) Los desórdenes ,
sin embargo, continuaron todavía, si no de un modo ge
neral, al menos por parciales infracciones. Los Empe
radores cristianos volvian su atencion hácia donde eran
los males mas exigentes, y les hicieron una guerra sos
tenida , queriendo que la familia reposase en todo el Im
perio, sobre la base de los afectos púdicos, y que el
lazo del parentesco fuese en cierto modo, espirituali
zado.
He ahí, pues, como procedió el Cristianismo para
realizar este objeto, y perfeccionar el derecho de Roma,
en lo que respecta á los impedimentos matrimoniales.
En tiempos anteriores, ya se creia que la honestidad na
tural prohibia casarse con la hija del hermano ó herma
na; pero Claudio enamorado de Agripina hija de su her
mano Germánico, hizo espedir un Senado consulto, para

(1 ) Godof. (sobre la ley 1. C. Teodosiano de incestis nuptiis) refiere el


testo de la historia griega .
*
--112_
permitir el matrimonio entre el tio y la hija del herma
no. ( 1 ) Domiciano tambien se casó con la hija de su
hermano Tito. (2) Empero las nupcias quedaron siempre
prohibidas entre el tio y la hija de hermana. Cons
tancio creyó que debia encaminar el derecho nuevo á.
las absolutas prohibiciones del antiguo. Por una ley
dada en Antioquía , en 339 y dirigida á la Provincia de
Fenicia, prohibió con pena de muerte el matrimonio
entre el tio y la hija de hermano ó hermana. ( 3 )
Algunos años mas tarde, volvió este Príncipe su
atencion hacia los matrimonios entre cuñados.
En 355, en medio de las querellas del arrianismo,
у del destierro de los principales obispos orthodoxos del
occidente, (4) dió en Roma un edicto, el único que so
bre esta materia no fué dirigido especialmente al orien
te, (5) á fin de proscribir el uso de estas uniones. Las
antiguas costumbres de los paganos, (6) las habian per
mitido, v fueron muy frecuentes asi en occidente como
en oriente; (7) mas la Iglesia las desaprobó, (8) por las
razones que he dado a conocer. Constancio que duran
te todo su reinado, se mezcló en los negocios eclesiás

(1) Tácito, Annal. lib. XII. n . 6. Cayo lib. I c. 62. Ulp. Fragm . t. V.
n . 6. Şuet. Claud, c. 26 .
(2) . Suet in Domit. c. 22.
(3 Ley I. C. Teodos. de incestiss nuptiis.
(4 ) Gibbon , t. IV . p , 243 y sig.
(5) Asi lo Nota Godof.
(6) Etsi licitum veteres crediderunt. (Ley 1 C. Teodos. de incest. nupt.)
(7) Ley 2 C. Teod. de incest. nupt. [Art. 355.) Es necesario ver el Co
mentario de Godofredo .
(8) Véase la carta de S. Basilio, Obispo de Cesarea, analizada por Godo .
fredo lug. cit. y el Concilio de Neocesarea, bajo Constantino el grande
[Canon 2] : Mulier , si duobus fratribus nupserit, abjiciatur usque ad mor
tem . Verumtamem in exitu , propter misericordiam , si promiserit quod facta
incolumis , hujus conjunctions vincula dissolvat, fructum pænitentiæ conse
quatur.
-113_
ticos, Constancio que con tanta frecuencia dió á la
Iglesia el pesar, de tratar con desprecio la fé orthodoxa,
se mostró en esta circunstancia, fieľ á sus cánones, de
clarando ilegítimos los hijos nacidos de esta clase de
uniones. Sus sucesores, á la voz del clero, imitaron su
ejemplo , ( 1 ) y multiplicaron las constituciones. El gran
número de edictos que hicieron para sancionar por la
ley, los preceptos de los Concilios, prueba que las cos
tumbres, sobre todo, las de oriente, resistieron largo
tiempo á esta innovacion . Se sabe que el mismo Hono
rio se casó sucesivamente con Maria y Hermencia , hi
jas de Stilicon. (2) La Historia Eclesiástica se admira
de que el Papa Inocencio I no hubiera borrado por al
guna dispensa, ó prevenido por oposicion este incesto
de tan funesto ejemplo. (3)
En cuanto al matrimonio de los primos hermanos,
las tradiciones del primer Cristianismo habian impedido
su uso entre los fieles, como hace poco deciamos, pero
el paganismo no veia en él, nada de ilícito. Teodosio
el grande fué el primer Emperador cristiano que hizo
penetrar las prohibiciones cristianas en las leyes civiles .
Como al separarse del polyteismo, la sociedad mas bien
renunciaba al culto pagano, que adoptaba la severidad
de las costumbres del Cristianismo, Teodosio creyó ne
cesario armar sus leyes prohibitivas de un grande apa
rato de intimidacion. No se trataba de nada méños, que
de la muerte y el fuego. (4) Estas penas eran exorbi

( 1 ) Teodosio el Grande ley 5. C. Just. de incest. nupt. Arcadio , ley 3.


C. Teod. de incest. nupt. Teodosio el joven ley 4; C. Teod . del mismo tít .
Zenon ley 18. C. Just . de incest . nupt. Anastasio, ley 9 C. Just. del mismo
título .
(2) Godofredo lug. cit . Gibbon t . V. p. 505 .
(3) El enano de Tillemont t . V. p . 557.
(4 ) Véase el Comentario de Godofredo sobre el testo del C. Teod. Si
15
114
tantes, y Arcadio las moderó. Solamente quiso que no
hubiese matrimonio ni legitimidad, ni dote. ( 1) Mas con
dificultad se plegaban las costumbres del oriente á es
tas ideas. El mismo Arcadio revocó las prohibiciones
de Teodosio, y las suyas, por una constitucion de 405,
que Justiniano ha insertado en su Código y que no con
tiene el Teodosiano. (2) No fué enteramente lo mismo en
occidente, en donde Honorio no consintió en considerar
los matrimonios entre primos, como legítimos, sino con
la condicion de que fuesen autorizados por rescripto del
Príncipe. (3)
Tales son los datos que la legislacion imperial legó
á la edad media. No pertenece á mi objeto la esposicion
de lo que vinieron á ser en las manos del clero, durante
sus contiendas con la sociedad bárbara .

nuptiæ ex rescripto patantur ; alli da la parte histórica de esta constitucion;


y la ley 3. C. Teod. de incest . nupt.
(1 ) Ley 3 , C. Teod. lug. cit. (Año 396.]
(2) Ley 19. C. Just. de nupt .
(3) Ley 1 , C. Teod. Si nuptiæ ex rescripto." Véase tambien á Godof. que
concilia muy bien la ley de Honorio con la de Arcadio, contra Contio y
Brisson. Los autores modernos no han tenido en cuenta esta conciliacion , y
algunos parecen creer que la ley de Arcadio fué géneral, siendo asi , que no
concierne al occidente.
CAPITULO V.

Del Divorcio.

El divorcio fué motivo de grande oposicion entre


el derecho romano , y el Cristianismo. En ninguna par
te encontró la filosofia cristiana, tantas dificultades, ni
tanta resistencia.
En las ideas que los romanos aplicaban al matri
monio, era el divorcio un acontecimiento lógico, en el
que solo las costumbres podian templar los escesos. En
los tiempos heroicos, cuando el poder del marido se es
tendia hasta el derecho de vida y muerte sobre la espo
sa que estaba bajo su potestad. ¿Por qué no habia de
poder repudiarla? (1) La muger, no era verdadera
mente, sino una cosa, de que el marido tenia la propie
dad, (2) y si no podia venderla, érale permitido por lo

(1 ) Tambien era permitido el divorcio por la ley de las XII tablas. Mr.
Niebbur esceptúa los matrimonios por confarreacion. t. I. p. 324. nota 635 .
(2 ) En Grecia, podia un marido legar su muger, al que queria escoger
para su sucesor. La madre de Demóstenes fué legada así, y la fórmula de
esta disposicion se ha conservado en el discurso contra Estéfano . [M. de
Maistre en sus aclaraciones sobre los sacrificios, p. 423.) El reflejo de estas
costumbres se encue en Roma.
-116_
ménos, no solamente separarse de ella por medio del di
vorcio, sino lo que es mas, cederla solemnemente al ami
go, ó al rival que codiciaba su mano. Caton transfirió su
esposa Marcia, á su amigo Hortensio, que la recibió en
legítimo matrimonio para tener sucesion; y Strabon que
refiere este hecho, ( 1 ) añade que Caton no hizo mas que
conformarse á una antigua costumbre , atestada tam
bien por Plutarco, (2) y que vuelve á encontrarse en
Esparta, sobre las reliquias de la naturaleza y el pudor.
Augusto se aprovechó de ella, para quitar á Livia, á su
esposo Tiberio Neron. (3) Para dar un colorido de ho
nestidad, á este vergonzoso comercio, hizo que una fic
cion estravagante tomase prestadas a la patria potestad,
sus santas prerogativas, y supuso que el marido, padre
adoptivo de la muger, (4) disponia de su mano, como el
padre que dá á su hija una dote y un esposo. (5)
Pero si queremos colocarnos en el punto de vista
que considera el matrimonio como uno de aquellos con
tratos consensuales cuya base es la voluutad, ¡la conse
cuencia no será el que una voluntad contraria pueda
( 1 ) Geograph . lib'. II. p.515 .
(2) Vida de Numa p . 76. Debe tambien consultarse á Heynecio , sobre la
la ley Pappia , lib . II. c. 11. Lucano Farsalia , lib. II [ed . de Nisard p. 39.]
pone en escena á Marcia y refiere poéticamente su vuelta cerca de Caton ,,
despues de la muerte de Hortensio. Plutarco ,vida de Caton [c . 29] dá los
pormenores de la transaccion . Appiano [de bellis civil lib. 2. c . 99. ] dice
que Caton volvió a recibir á Marcia con el mismo título con que se recobra
una cosa prestada. Pero eegun Lucano, habia que celebrar un segundo ma
trimonio.
(3) Tácito Annal. lib . I. c. 10. lib . V. c. 1. cupidine forme , marito aufert;
incertum an invitum ; adeo proper us , ut ne spatio quidem ad enitendum da
to, penatibus suis gravidam induxerit ! .

(4) Filice loco. [Cayo.]


(5) Parece que Augusto tuvo escrúpulos, á causa de la preñez de Livia .
Por este motivo consultó á los Pontífices, cuya respuesta era de preveer.
Tácito trata todo esto como una comedia: ,,et consulti per ludibrium pontifi
,, ces an concepto , necdum edito partu , rité nuberet. " ' Lib. I. c. 10.
>

-117
disolverlo? No sé si es cierto, como lo aseguran los his
toriadores, que el divorcio, aunque permitido en Roma,
no comenzó a estar en práctica, hasta el año 533. ( 1)
Lo que hay de seguro es que desde esta época, innunda
ba la sociedad romana, y era uno de sus azotes. Recor
demos algunos hechos culminantes de esta triste hiş
toria.
En la oracion por Cluencio Avito, vemos á una ma
dre, provocar al divorcio á su yerno, y casarse descara
damente con él , disuelto el matrimonio con su hija. ( 2)
Ciceron, á pesar de sus virtudes, repudió á Teren
cia, para ponerse en estado de poder pagar sus deudas
contrayendo un segundo matrimonio. (3) Paulo Emilio,
se divorció de la bella y sabia Papiria sin mas razon que
esta: „ Mis zapatos son nuevos, bien hechos, y sin em
„ bargo me veo obligado á cambiarlos. Nadie, sino yo,
„sabe á donde me lastiman." (4) Como he dicho, ha po
co, Augusto tomó á Livia, de manos de su esposo, que
consintió en separarse de ella por condescender al amor
adúltero del Emperador. Estaba en cinta de seis me
ses! (5) Mecenas fué célebre por sus mil matrimonios,
y por sus divorcios cuotidianos. (6 ) Ora se repudiaba la
esposa, por enemistad con su famila, (7) ora por que
era vieja, (8) ora por que tenia enfermedades. (9) ¡Ay
( 1) Dionisio de Halicarnaso lib . II. p . 96. Plutarco sobre Rómulo p . 39
y sobre Numa p. 77. Valerio Máximo lib. II c . 1. n . 4. Tertuliano Monoga
mia y Apologet .
(2) Ciceron , pro Clueniio V.
(3) Plutarco , vida de Ciceron, p.881.
(4) Plutarco , vida de Paulo Emilio .
(5) Tácito Annal lib.' V. c . 1 °
(6) Qui uxorem millies durit. [Séneca epist. 114.] Quotidiana repudia,
dice tambien Séneaa de Provid . c. 3 .
(7) Ciceron pro Cluentio 67.
(8) Ley 61. D. de donat. inter vir, et u zor. ( Cayo.1
( 9 ) La misma ley.
-118_
de la esposa, cuya belleza empezaba a marchitarse !
„ Haced vuestros preparativos de despedida," venia á
decirle el liberto encargado de llevarle el libelo de re
pudio. (1 ) „ Partid: vuestro aspecto, nos enfada, nos dis.
„gusta. Vuestra nariz está muy mucuosa, y deseamos
„ otra ' ménos húmeda.” (2)
En fin , [y este era el colmo del oprobio] como el
marido ganaba la dote cuando tenia lugar el divorcio
por desarreglos de la muger, sucedia que los que que
rian hacer fortuna, tomaban por esposas á mugeres
impúdicas, con tal que tuvieran bienes, á fin de repu
diarlas en seguida, bajo pretesto de sus escesos. ( 3)
Por su parte, las mugeres viendo que no eran pro
tegidas ni por su virtud, ni por su cariño, se entregaban
sin reserva , á los mas espantosos desórdenes; y esta es
una nueva prueba, de aquella verdad atestada por la
esperiencia de todos los tiempos, esto es, que la frecuen
cia del divorcio conduce la muger al adulterio. Se las
veia entregarse a la misma licencia que los hombres,
participar de sus orgias, desafiar á los mas intrépidos á
saciar su gula, y escederlos por los refinamientos de su
lujuria. (4) pagando con enfermedades precoces y ' estra
ñas á su sexo, la pena de unos vicios que no debieron
conocer. (5) El adulterio no parecia ya un crímen des
de que Clodio lo habia hecho servir para lavar sus adúl
teras profanaciones. (6) „ ¿Se tiene hoy el menor pudor

(1) Véase á Pothier Pand. t. II. p. 55. n. 4. Paulo I. 9. D. de divortiis.


(2) Juvenal Sátira VI vers . 142.
(3) Valer Max . lib . VII1 . c. 2. n . 3. Plutarco, vida de Mario. p. 427.
(4) Séneca. epist. 95.
(5) Idem . „ Damnato sunt morbis virilibus .” — „ Beneficium sexus suis
vitiis perdiderunt.”
(6) Véase la epístola 97 de Séneca. Clodio acusado de adulterio , se hizo
absolver por sus jueces, proporcionándoles el adulterio de las pricipales mu
geres de Roma.
--119
„ del adulterio? decia Séneca; la castidad no es sino una
„ prueba de fealdad . El adulterio cuando se limita á un
„ solo amante , es casi un matrimonio . " (1 )
Contra tales estravios, que podian ni el temor del
divorcio, ni sus penas pecuniarias? Las mugeres se ade
lantaban á pedirlo por su cuenta. Desde los tiempos de
Plauto, (2 ) estaban en posesion por lo menos, las no
constituidas en potestad, (3) del derecho de romper por
su voluntad los lazos conyugales. La licencia con que
se arrojaban á esta facultad, igualaba la de los hom
bres. Dejaba una muger á su marido, sin causa, y con
su dote pasaba á los brazos de un segundo esposo. ( 4)
Escuchemos á Séneca, no en una sátira, no en un escri
to cualquiera, sino en uno de sus libros mas graves, en
el Tratado de los beneficios. „ ¿Qué muger se avergüenza
„ahora de divorciarse, desde que ciertas damas ilustres
„ no cuentan ya, sus años por el número de Cónsules, si
„ no por el de sus maridos? Se divorcian, para volverse
„ á casar, y se vuelven á casar para, divorciarse. Te
„miase esta infamia , cuando era poco comun ; hoy que
„ los registros públicos están llenos de actas de divorcio ,
„ nadie ignora como se hace una cosa, que con tanta fre
„ cuencia se oye repetir." (5) Así habla Séneca , y des
pues de haberlo leido, no acuso á Marcial de exagera
cion, cuando echa en cara á la ley el haber organizado
el adulterio. (6)
(1 ) De beneficiis lib. III. c. 16 ,
(2) Amphit. acto III esc. 2. (ed. de Panck. t. I. p. 132. ] Véase tambien
á Juvenal. sátira IX. verso 7 y á Marcial lib . X. epíst. 41 .
(3) Argumento de Plauto, Mercator, acto IV. esc. 5 [ed. de Panck . t. V
p . 328. ]
(4) Véanse las cartas de Ciceron ad familiares [t. XX ed . de Panck. pág.
244 carta 243 y 703.] „ Paula Valeria divortium sine causa , quo die vir é
„ provincia venturus erat, fecit, Nuptura est D. Bruto. Nundnm retulerat. ”
(5) Lib . III c . 16 .
(6 ) „ Quo nubit toties, non nubit , adultera lege est." (Lib VI epig. 7. ]
!
-1204
Parece que Augusto, que se habia aprovechado por
sí mismo del divorcio, conocia como Emperador la nece
sidad de contenerlo dentro de justos límites: (1 ) y así le
asignó ciertas formas solemnes. (2) Estableció penas
contra el esposo que daba lugar al divorcio, por sus ma
las costumbres. La muger perdia una parte de su do
te: ( 3) el marido estaba obligado a entregarla toda, en
un plazo perentorio, (4) cuando era el delincuente. Las
libertas que se habian casado con sus patronos no tenian
el derecho de divorcio. (5) Pero la ineficacia de estos
paliativos, era palpaple; y los escesos deplorados por Sé
neca, anatematizados por Juvenal y Marcial esplican
cuan desgraciadas fueron las tentativas de Augusto.
¡ Ah la empresa de morigerar una sociedad tan profun
damente gangrenada era muy superior á las fuerzas de
un Emperador epicureo! Los grandes hombres del Pór
tico, que fueron los mismos que inspiraron el derecho
hasta Constantino, no pudieron conseguirlo.
Pero habia sobre las leyes y la filosofia una poten
cia que venia á tender la mano á la humanidad degra
dada: esta era el Cristianismo . En él, está la fuerza que
regenera: y el valor que emprende.
La ley que traia sobre la indisoluvilidad del matri
monio habia sido formulada en las palablas de la mon
taña. „ Y yo os digo que el que se case con la muger que
„ el marido ha rechazado, comete un adulterio . " (6)
Palabras cuya novedad y valentia admiraron á los fari
seos imbuidos en la ley mosaica, mejor acomodada á
( 1) Suetonio in Augusto. c . 34. „ Divortiis modum imposuit.”
(2) Ley 1 D undé vir et uxor. (Ulp.] Paulo ley 9. D. de divortiis . Hey
necio sobre la ley Pappia. lib . II . c. 12.
(3) Ulpiano Fragmento t. VI Ø 12.
(4) Idem 0 13 .
(5) Ley últ. D. de divortiis.
(6) S. Mateo. c. V. n. 32. Véase tambien el c. XIX .
--121
la dureza de sus corazones ! ( 1 ) ¡Anatema lanzado á
nombre del progreso de la humanidad, (2) sobre aquella
sociedad abrumada bajo el peso de su infame vejez!
S. Pablo trajo al occidente la nueva doctrina, (3) en
la época en que las débiles barreras de Augusto habian
sido arrastradas por el torrente de todos los vicios, y
que en vano procuraba Séneca conjurar por la filoso
fia . Herir lo mismo al adulterio que provoca al divor
cio, y al divorcio que provoca el adulterio; aniquilarlos
á la vez poniendo el lazo conyugal fuera de los capri
chos del hombre: ¡ tal fué el pensamiento sublime de la
predicacion evangélica! Y cosa increible ! apenas fué
anunciada esta moral austera, cuando vió abrirse á ella,
las almas que la filosofia no habia podido convencer y
encontró ánimos dispuestos a ponerla en práctica!
En efecto , si salimos un instante de esta sociedad
pagana que nos la representan, los mismos que la des
criben , como un lugar de prostitucion; y entramos en la
que se organiza por la nueva ley: ¡qué diferencia! He
aquí lo que nos dice Tertuliano, no en su Apologético
(podria creerse lisonjeado el retrato ) sino en un escrito
que dirige a su esposa, en el que espone con sencillez la
vida de la muger cristiana.
„ Vá á visitar los hermanos á los lugares mas mise
„ rables: se levanta por la noche para orar y asistir a las
,,solemnidades de la Iglesia: asiste a la mesa del Señor,
,, ó penetra en las prisiones para besar la cadena de los
„mártires, y lavar los pies de los santos: si llega un her
„mano estrangero, prepara la casa para darle hospita
„lidad. En los festines, léjos de ella los himnos profanos
„ y los cantos voluptuosos. Bien diferente de aquellas
( 1 ) S. Mateo. c . XIX . n . 8.
(2) Idem n . 8 .
(3) Idem epíst. á los Corintios c. VII n . 10 ,
16
-122_
„ baccantes que repletas de carnes y vinos no podian
„ digerir sino á fuerza de nieve, ó que vomitaban la co
„ mida para comenzar otra; ( 1 ) ella invoca á Jesucristo,
„ y se prepara á la templanza por la salutacionº divi- -
„ na . (2) No se la vé en los espectáculos, ni fiestas de
„ los gentiles. (3) Permanece en su casa, y no se mues
„ tra fuera de ella, sino por graves motivos, para visitar
„á los hermanos enfermos, asistir al Santo sacrificio, y
„ oir la palabra de Dios. (4) Nada de brazaletes para
„ unos brazos que han de llevar el peso de las cadenas.
„ Nada de perlas ni esmeraldas para adornar una cabe
„ za que amenaza la espada de la persecucion .” (5)
He aquí lo que era la muger cristiana en la prime
ra época del Cristianismo: " héla aquí tal como la encon
traron las pruebas y el martirio; instruida igualmente
para una vida santa, como para una muerte animosa.
Veamos ahora lo que fué el matrimonio: Tertulia
no es el que habla todavía: no sabremos consultarle
bastante , cuando se quieren conocer los resortes de esta
sociedad visoña, que vendrá á constituir el mundo ci
vilizado.
„ La Iglesia prepara el matrimonio, y dirige el con
trato: la oblacion de las oraciones lo confirma: la ben
dicion le pone el sello y Dios lo ratifica . Dos fieles lle
van el mismo yugo ; no son sino una misma carne, sino
un mismo espíritu; oran juntos, ayunan juntos: unidos
(1 ) Séneca carta 95 .
(2) Tertuliano ad uxor lib . II . Yo lo repito: no es esta una apología: es
la práctica cristiana aplicada á un hecho , en una exortacion de Tertuliano á
su muger para que no volviese á casarse con ningun pagano . Casándose se
gunda vez con un pagano, ¿ cómo podia llenar todos estos deberes? Tal es el
pensamiento de Tertuliano; en él prueba que estos deberes debian llenarse
generalmente .
(3) Tertuliano de cultu feminarum , lib . II .
(4 ) Idem .
.
( 5) Idem .
-123
van á la Iglesia, a la mesa del Señor, en las tribulacio
nes y en la paz.” ( 1)
Si se compara este cuădro del matrimonio cristia
no con la definicion , muy bella, por otra parte, (2) aun
que algo lisongera, que nos ha dejado el jurisconsulto
Modestino (3) del matrimonio pagano, el progreso es
palpable. En efecto , en el punto de vista en que se co
loca el Cristianismo , domina la espiritualidad y para
encontrar el primer anillo de esta cadena que une á los
dos esposos, es preciso elevarse sobre las regiones ter
restres. Pero lo que separa profundamente los dos sis
temas, es la indisolubilidad de este vinculo, que aunque
lo diga Modestino, no ha sido un lazo de toda la vida, si
no desde que Jesucristo trajo al mundo sus doctrinas.
En vano este jurisconsulto ha adornado su definicion
con una admirable palabra, ¡ Consortium omnis vite!
porque esta palabra es falsa . Hemos visto al divorcio
contradecirla á cada instante. Entre los cristianos, por
el contrario, el divorcio es borrado de la ley. „ Dios, di
ce Tertuliano, ha podido permitirle en los antiguos
tiempos para la multiplicacion de la especie ; pero en
adelante es prohibido. (4) La humanidad está llamada
á mas altos destinos. Vá á entrar en las sendas de una
civilizacion nueva, y debe dejar atras las durezas de la

(1) Ad uxor. ,, Ecclesie conciliat , et confirmat oblatio, et obsignat bene "


„ dictio: angeli renuntiant, pater ralo habet.” Godofredo sobre la ley 3, C.
Theod. de nuptiis, ha dado un comentario muy exacto y muy detallado á es.
te testo. Véase á S. Mateo, c. XIX, n. 6.
(2) Nuptiæ sunt conjuctio maris et feminæ , et consortium omnis vitæ,
divini et humani juris communicacio [l. 1 , D. de nuptiis .] iOmnis vitæ ; iy
el divorcio ?
(3) Discípulo de Ulpiano floreció bajo Alejandro.
(4) „ Repudium , quod permissum aliquando. jam prohibet.... Tum quia
quod Deus conjunxit, homo non separabit. Scilicet, ne contra Deum faciat.
Solus enim separabit qui et conjunxit. Separabit autem non per duritiam
-124-
antigua ley.” He aqui lo que Tertuliano repetia, confor
me con el Evangelio, algunos años antes que Modesti
no, y lo que practicaban los cristianos con fervor, á pe
sar de las licencias de la ley civil. Así se organizaba en
el seno de su sociedad, un derecho contra el derecho.
Podria creerse que cuando el Cristianismo estuvo
armado con el poder secular, no tendria mas que pro
nunciar una palabra, para promulgar en los Códigos del
Imperio las máximas del Evangelio, sobre la indisolubi
lidad del matrimonio. Sin embargo esta palabra no se
pronunció; porque el mundo temporal no puede ser re
gido, por los mismos medios que una sociedad del todo
espiritual. No, las grandes revoluciones morales, no se
efectuan de un golpe. Un poder sabio no las precipita,
sino las prepara por medio de ensayos y tentativas par
ciales. Ya lo he dicho varias veces; recorremos una épo
ca de transicion, mas bien que de revolucion radical. El
Cristianismo no tomó plena posesion de la sociedad civil
hasta la edad media, cuando las antiguas razas fueron
rejuvenecidas con la mezcla de hombres nuevos. Hasta
entonces mas que dominar, puede decirse que transigió
y negoció con ella.
La política de Constantino sobre el repudio es una
prueba terminante. Cualquiera que fuera su decision por
la fé cristiana, no se atrevió á imponer á sus pueblos, tan
distintos de orígen, de religion y costumbres la prohibi
cion absoluta del divorcio, conoció que habia almas dé
biles, espíritus dudosos, que no convenia desalentar ni
alejar, por unos principios demasiado severos. Cuando

repudii quam reprobat et compescit , sed per debitum mortis .” [De Monoga
mia .] Añade que el que se casa con la muger divorciada, comete adulterio ,
como si tuviese con ella un ilegitimo comercio . „ In totum enim, sive per
„ nuptias, sive vulgo, alterius viri admissio adulterium pronuntietur." Véa
Be tambien á S. Gerónimo, epist. ad Amandum .
- 125
un poder quiere obrar por via de fusion , debe diri
girse á todas las conciencias y gobernarlas por me
dio de temperamentos. La Iglesia, por otra parte, no
parecia desaprobar sụ conducta. Contenta por entón
ces, con mantener en el órden espiritual la pureza de
sus doctrinas, no se oponia a que entrase el poder tem
poral, en un régimen mixto, en un sistema de concesio
nes. Aun ella misma parecia reconocer las dificultades
que encontraba el poder temporal ; porque el Concilio
de Arlés, celebrado en 314 bajo Constantino, se incli
na á la indulgencia en favor del marido joven y piado
so que sorprendiese á la muger en adulterio . ,,De his
„ qui conjuges suas in adulterio deprehendunt, et iidem
„ sunt adolescentes fideles et prohibentur nubere, placuit,
„ UT, IN QUANTUM POSSIT , concilium eis detur, ne viventibus
„ uxoribus suis, licet adulteris, alias accipiant.” ( 1 ) En fin ,
?no debemos atribuir á estas dificultades, las dudas de
S. Agustin, sobre la pena que debia imponerse al espo -
so que vuelve á casarse despues de haber repudiado á .

su esposa por adulterio, (2) y la tolerancia mayor aun,


de S. Ambrosio en este asunto? (3)
(1) Canon 10.
(2 ) „ Quisquis etiam uxorem adulterio deprehensam dimiserit, et aliam
,duxerit, non videtur æquandus eis qui, excepta causa adulteri, demittunt
„ et ducunt ; et in ipsis divinis sententiis ita obscurum est utrum et iste , cui
,quidem sine dubio adulteram licetdimittere, adulter tamen habeatur sialte
,,ram duxerit, ut, quantum existimo, venialiter ibi quisque fallatur." Yo
lo traduzco así: el que ha sorprendido á su muger en adı io, y vuelve a
casarse , no parece, que debe igualarse, con el que sin estar en este caso, ha
repudiado su esposa y contraido segundo enlace Hay tanta obscuridad en
los preceptos divinos , con respecto á sí el marido que tiene el derecho de
repudio en virtud de adulterio, se hace tambien culpable como adúltero,
si vuelve á casarse, que segun mi opinion mas bien comete un pecado venial.
[De fide in operibus, c. 19.
( 3) Viro licet uxorem ducere si dimiserit uxorem peccantem ; quia non
ista lege astringitur vir , sicut mulier. Capar enim mulieris vir est [Comment
in epíst. 1 ad Corint. ] S. Gerónimo , epíst. 227, at Amandum .
De aquí puede deducirse que los Santos Padres parece que en esta épo
-126
No nos admiraremos, pues, de que la legislacion ci
vil marchase á tientas, por una senda, en que las lum
breras de la opinion religiosa parecian dispuestas á fa
vorecer, aunque provisionalmente la contemporánea de
bilidad, y á no sacar todavía todas las consecuencias de
las prohibiciones de la ley cristiana.
Selden ( 1) y Godofredo (2) han creido que Cons
tantino al dar su Constitucion de 331 sobre las causas
de divorcio, siguió los consejos de los Obispos, y esta
opinion me parece muy verosímil. He aquíel resúmen
de esta Constitucion. El Emperador, quita á los espo
sos todos los pretestos frívolos de repudio. Que no esté
en el arbitrio de la muger romper el mas santo de los
contratos, porque el marido se entregue al vino, al jue
go, á las mugeres; que el marido no se crea en derecho
de rechazar á su esposa, por cualquier motivo . Solo tres
causas son admitidas, para el divorcio. Primera: contra
el marido si es homicida, mágico ó violador de tumbas.
Fuera de estas, la que se divorcie perderá su dote, jo
yas y será deportada á una isla . Segunda: contra
la muger si es adúltera, dada á maleficios, ó al lenoci
nio; entonces el marido ganará la dote y podrá volverse
á casar. Pero si la muger prueba su inocencia tendrá
derecho de apoderarse de todos los bienes del marido,
y aun de la dote de la segunda esposa. (3)
Honorio confirmó estas penas, con algunas modifi
caciones en 421. (4) Admitió un divorcio semi legal, si
puedo hablar así, para el caso en que la muger se hicie

ca hacian distincion entre la muger y el marido: que permitian el matrimo


nio al marido, no á la muger.
(1). Uxor hebr. lib. III. c. 28.
(2) Sobre el C. Teod. de repndiis.
(3) Ley 1. C. Teodo. de repudiis.
(4) Ley 2. C. Teod . lug. cit.
-127
se culpable por faltas ligeras. ( 1 ) El marido en este
caso guardaba las donaciones y no era obligado á otra
cosa que á entregar la dote ; pudiendo volver a contraer
nuevo matrimonio pasados dos años.
Ya lo hemos visto. Al traves de grandes severida
des, contribuyó muy mucho esta legislacion á preo
cupaciones poderosas todavía. En efecto, el divorcio
entablado injustamente por el marido ó la muger, á su
riesgo y peligro, disolvia el matrimonio. La muger re
pudiada, sin respeto á las prohibiciones, podia volverse
á casar despues de un año; el marido á quien abando
naba su muger manifestándole que se divorciaba, tenia
tambien la libertad de contraer inmediatamente nuevo
matrimonio. En el caso de divorcio legal, érale permi
tido el segundo enlace al marido á quien obligaba su
misma esposa á que la repudiase. La muger que tenia
razones legales para provocar el divorcio, podia volver
á casarse despues de cinco años de prueba. Todavía la
legislacion civil, no habia dirigido sus miras hácia el
principio de la indisolubilidad del matrimonio. Sin du
da le repugnaba el divorcio; lo consideraba como un

mal, y lo intimidaba con restricciones y penas. Pero


cuando acabó por romper el lazo conyugal, por conse
cuencia de un rapto de cólera, la legislacion lo sancio
nó con cierta mesura como un hecho , ya cumplido; bien
distante en esto, de la ley divina, que no pronuncia pe
nas pero que quiere que el vínculo subsista. ( 2)
A pesar de tales concesiones, aun parecia demasia
do dura, esta legislacion . Teodosio el joven la derogó
y puso en vigor el derecho de los Prudentes. (3) Resta

(1 ) Morum culpa.
(2) Godofredo sobre la ley 2. C. Teod. de repndiis ,
(3 ) Novela 17 de Emperador.
--128
bleciose el divorcio por mutuo consentimiento . ( 1 )
La obra de Constantino, despues de haber sido glorifi
cada en el Código de Teodosio, pereció por una novela
teodosiana. (2) Justiniano vió el abuso, y esforzándose
por su reforma, no pudo conseguirla. (3) Aqui el anti
guo derecho venció al nuevo, y la civilizacion dió un
paso retrógrado; todavía la veremos marchar hácia
atras, al comenzar la edad media, cuando los bárbaros
mancharon el lecho nupcial, y trastornaron las familias
con el incesto, la poligamia y el divorcio. (4) Empero
del esceso delmal, saldrá una reaccion saludable, y el
matrimonio tal como lo ha concebido la doctrina de Je
sucristo , aparecerá victorioso de esta lucha, y servirá de
tipo á las modernas legislaciones.
( 1) Ley 9. C. Just. de repudiis.
(2) Novela precitada y la ley 8. C. Just . de repudiis.
(3) Novela 117. c. 8 y sig. Nov. 134. c . 10. Nov. 140.
(4) M. de Sismondi, t. I. p. 307, 309 , 312, 313 : t. II. p. 18 , 22, 101 .
CAPITULO VI.

De la celebracion de las nupcias.

La bendicion nupcial existió ciertamenteen las cos


tumbres de la primitiva Iglesia . Tertuliano lo declara
en muchos lugares, y otras autoridades abundan ( 1 ) en
la materia. Las uniones que no se contraian segun el
rito de la Iglesia, se tenian por ocultas é ilícitas. Era
esto, ir sin duda, mas léjos que el Paganismo; porque
la antigua religion, prestaba, mas no imponia á las nup
cias su intervencion. (2) Empero el Cristianismo habia
concebido la filosofia del matrimonio, con una profundi
dad á que no podria acercarse ningun sistema religioso.
Ya hemos visto algunos rasgos de su teoría; pero hay
otro que no puedo olvidar aquí.
Si el atractivo que une los dos sexos se abandonase
libremente al deliriode los sentidos, bien pronto llegaria
la degradacion de la especie á ser proporcionada á'su de
prabacion: Las noches culpables (3) agobian el alma con
(1 ) Véase el pasage que antes he citado de la Mogonamia . Dice así: [de
Prudencia c. IV . Ideo penes nos occultæ quoque conjunctiones, id est non
prius apud Ecclesiam profesæ , juxta moechiam et fornicationem , judicari
periclitantur.
Véase tambien á S. Ambrosio libro IX epíst. 70: el Concilio IV de Car
tago. c. 13 y Chardin, Historia de los Sacramentos.
(2) Pothier [Pand .] t. II p . 17.
(3) El libro de la Sabiduría [IV. 6.) dice con mucha elegancia: ,, Ex
iniquis somniis fillis qui nascuntur.
17
-130—
sus torpezas, y el cuerpo con el peso de sus escesos. Em
botan la inteligencia , emponzoñan las fuentes de la salud
y embriagan la vida con la copa fatal que abrevia su du
racion . ( 1 ) Los hijos que ellas engendran heridos en su
misma constitucion por las enfermedades precoces de
sus padres, en su honor por la ilegitimidad de su naci
miento , (2) en su seguridad personal por su falsa posi
cion en la familia, son mas bien la afliccion que la es

peranza y el elemento reparador de la sociedad. (3) Por


esto ha dicho Montesquieu tan á propósito. „ Las uniones
ilícitas contribuyen poco á la propagacion de la especie ..
La continencia pública está naturalmente unida á la pro
pagacion de la especie. (4) No es esto decir que adopta
mos las preocupaciones del vulgo sobre las conforma
ciones monstruosas; sabemos que la sana Phisiología las
rechaza. Pero creemos en general, que las uniones cas
tas son las que forman las generaciones fuertes: (5 ) que
la naturaleza agotada por desordenadas exitaciones re
vela su languidez con débiles productos: que los teme
rarios abusos que falsean y profanan la ley providen
cial de la reproduccion , vienen a caer cruelmente sobre
sus autores, y preparan á las generaciones inocentes
una espantosa herencia de males y dolores fisicos ymo
rales. ( 6) Pero tan grave daño colocado en las fuentes
de la vida, no podia escapar al ojo atento del Cristia
(1) Voluptas nocet nimia: [Séneca de vita beata n. 13. )
(2) Porque los hijos nacidos de un lecho ilegítimo, cuando se informan
de lo que son , se convierten en testigos que deponen contra el crímen de
sas padres. [La Sabiduria IV.6.]
(3) „ Los rcnuevos bastardos no echarán vástagos profundos, porque sus
raices no se adhieren bien á la tierra .” [Sabiduría id. n. 3.]
( 4 ) Espíritu de las leyes. (Lib. XXIII c. 11.)
(5) „ Fortes , dice Horacio creantur fortibus et bonis:" y la Sabiduría
¡ Oh cuan bella es la raza casta ! [IV. 1. ]
(6 ) Mr. de Maistre, Soirees de Saint- Petersburgo, [t. I. p. 60ʻy 61 .
-131
nismo que en su amor al hombre ha querido acortar por
la reforma del mal moral, el imperio del mal fisico. Por
esto ha erigido el matrimonio en sacramento, para me
jor conducir á los fines de Dios esta fuerza ciega que
siembra las generaciones. Ha santificado por la ora
' cion y consagracion el lecho de los esposos, y les ha
abierto una comunicacion espiritual con el cielo, cuan
. do parecen mas subyudados por la tierra. ¡En buen ho
ra obedezca el mundo epicúreo á la Vénus genitriz, can
tada en los versos voluptuosos de Lucrecio! ( 1 ) El mun
do cristiano mas casto, ha arrancado su corona á esta
reina de la carne ; y ella es la que obedece á una razon
divina de que no es mas que el instrumento. (2) En va
no el materialismo pagano, la habia deificado como al
ma del universo. Ella no es ahora, (si puedo asi decirlo,)
sino el alma de los sentidos . el alma inferior ( 3) y sus
deseos carnales son gobernados por la reflexiva mode
racion de los deseos del espíritu. (4)
( 1) De rer. natur. [lib . 1 verso 1 y siguientes.]
Eneadum genitrix .

„ Quo quoniam rerum naturan sola gubernas.”'


( 2 ) Fenelon [Obras espirituales, c. L.] : „ Jesucristo ha querido, con es .
„ te Sacramento , derramar una abundante bendicion sobre la fuente de nues.
„ tro nacimiento , á fin de que los que se unen en matrimonio , no traten si.
„ no de su sucesion, y menos de ella que de dar á Dios criaturas que imiten
„ á su celeste padre. „ El lazo del matrimonio, hace inseparables á los es.
,,posos. Dios lo ha dispuesto asi, para bien de los hombres, a fin de reprimir
,,la inconstancia y la confusion , que trastornaria el orden de las familias, y
)
,, la estabilidad necesaria para la educacion de loshijos.”
(3) Origenes, de Principiis (III. 4.]
(4) Estas son las espresiones de S. Pablo . ,, La carne tiene deseos con
„ trarios á los del espíritu .” [Galt. V. 17.]
En cuanto al fondo de la idea, escuchemos á Origenes . ,,His enim modus
,,orationis debitus impeditur, nisi etiam ille actus nuptialis secreti, de quo
,,maximé silere decet, et rarius et seditiore animo, ac minus impotenti fiat;
„ cum is qui dicitur hic consensus discordiam enim affectuum evanidam
„ reddat. [De orat. t. I. p. 198. n. 2.]
-132
Ladoctrina de la Iglesia de que el matrimonio está en
el sacramento, no se formuló sino muy tarde en las leyes
de los Emperadores cristianos. Una Constitucion de
Teodosio el jóven, del año 428, aun parecia reproducir
el derecho de los Prudentes: que el matrimonio se per
fecciona por el solo consentimiento, sin contrato de do
te, sin pompa nupcial, sin solemnidades (aliaque nup
tiarum celebritas omittatur.) ( 1 )
Pero ¿este Príncipe no queria hacer alusion sino á
las pompas civiles, á las solemnidades seculares, que sin
haber sido nunca" un elemento constitutivo del matri
monio, lo acompañaban con bastante frecuencia , y no
dejaron de estar en uso, aun en medio de la decadencia
de las antiguas costumbres? (2) ¿Cuando habla del con
sentimiento, no se sobreentiende su espresion segun las
miras de la Iglesia cristiana ? Sobre esto, lo qne hay de
mas cierto, es que para encontrar en las leyes civiles la
mencion de las solemnidades cristianas (3) hay que lle
gar hasta Justiniano. Los testos que las refieren son
formales; pero mas bien tienen fuerza enunciativa que
imperativa. Suponen, mas bien que prescriben , (4) el
uso y empleo de la bendicion. La historia nos enseña
que mas tarde se omitía frecuentemente. ¿Y por qué ad
mirarnos cuando aun estaban sin borrar las antiguas
huellas del Paganismo? y cuando las heregías habian
ya dado graves golpes á la unidad de la doctrina? El
Emperador Leon recordó este olvido de las leyes cons
titutivas del matrimonio, y le condenó por una ley céle
( 1) Ley 3. C. Teodosiano de nupt. Ley 6 C. Teod. de tyronibus.
(2) Véase en Gibbon t. V. p. 400. el matrimonio del emperador Arcadio
con Euxodia .
(3) Ley 24 C. de nupt. „ Nissi ipsa nuptiarum accedat festivitas.” Asi
és como ha entendido Godofredo esta ley. Pueden verse sus notas sobre la
novela 89 de Leon. Véase tambien la novela de Justiniano 74. 01 .
(4 ) Véase la novela 74.$ 1 .
-133__ .

bre: ( 1 ) entonces identificó la union conyugal civil, con


el sacramento de la Iglesia. Pero debe notarse que esta
ley no fué hecha para nuestro occidente aunque la in
tervencion de los obispos en los negocios públicos hizo
allí, adoptar una regla semejante; la celebracion reli
giosa del matrimonio ha sido esencial á este contrato,
hasta el momento en que la diferencia de cultos intro
ducida en el estado, hizo pronunciar la incompetencia
de la ley esterior, sobre las materias que tocan á la con
ciencia. Esta incompentencia es una de las conquistas
de la libertad moderna, y los hombres sabios sabrán res
petarla, dejando a los exagerados de todos los partidos,
la injuria de la ley athea con la cual han ensayado infa
mar la imparcialidad del legislador. Mas como para
juzgar la época actual, es preciso saber despojarse de
las antiguas ideas, seria tambien peligroso formar juicio
de las necesidades del pasado, con las ideas contempo
ráneas. Cuando me acuerdo de los desórdenes de la
edad media y de la espantosa irrupcion de todas las pa
siones brutales que caracterizan la historia de las razas
merovigianas, caroligianas y primeros siglos de la Ca
petiana, no sé lo que hubiera sido de la civilizacion, si
el poder religioso no se hubiera encontrado al lado del
gobierno temporal. Empero dichosamente, estaba ar
mado de la fuerza moral y política, y con el apoyo de
los principios del Evangelio sobre el matrimonio, pudo
arrancar el elemento primordial de la sociedad, al ma
terialismo bárbaro, para entregarlo al espiritualismo
cristiano , (2 )

( 1 ) Novela 89.
(2) Por eso han dicho las Instituciones consuetudinarias. „ Los matri
,,monios se forman en el cielo y se consuman en la tierra." , Loisel libro I.
tom . I, núm. 2.
3

|
CAPITULO VII.

Del Concubinato.

Deciamos al principio, qne casi siempre se encuen


tra en el derecho romano, el antíthesis de do principios
de origen diverso; el derecho civil y el derecho natural.
Ahora vamos a ver como se señala de un modo notable
en el matrimonio. Al lado del matrimonio civil, habia
una union natural conocida con el nombre de concubi
nato . (1) Antes de Augusto, no tenia denominacion le
gal, y todo nos hace creer que se confundia con aquellas
uniones ilícitas y no reconocidas. (2) Mas bajo este
(1) Gibbon t. VII . p. 260,
(2 ) Heinecio sobre la ley Pappia lib. II c. IV , n. 3. Ciceron llama en
efecto concnbina á la que vive con un hombre casado. [de orat. lib. I c. 40.]
Un ciudadano romano , llegó de España, dejando en aquella provincia á su
esposa en cinta . Cásase de nuevo en Roma, iy á poco muere dejando dos
póstumos de los dos matrimonios. El estado de la segunda esposa y el hijo
fueron probados. Tratábase de saber , si para romper el primer matrimonio,
era indispensable un divorcio solemne , un cambio de voluntad manifestado
en regla, con ciertas formas ( certis qnibusdam verbis], ó si era bastante la
mutacion resultante del hecho de la segunda union. En esta ocasion fué
cuando Ciceron hizo notar que si se decidia la cuestion, contra la segunda
esposa, no podria ser tratada sino como concubina, .in concubinæ locum de
,,duceretur.”
El jurisconsulto Marciano, tuvo razon en decir que por las leyes de
-136
principe, toma lugar entre las convenciones autoriza
das por el derecho natural, y legalmente reconoci
das. (1) ¿Cual fué la razon? Yo la encuentro en una
transaccion entre la licencia de las costumbres de los
últimos tiempos de la República, y las leyes de Augus
to contra los adulterios y el concubinato; (2) entre la
aversion de los romanos de esta época al matrimonio, y
las leyes de este Emperador para hacerlo mas frecuen
te. Dió Augusto por base á esta concesion, hecha a las
preocupaciones, ó á la debilidad, la desigualdad de con
diciones. En estas célebres leyes, cuyo principal objeto
fué realzar el matrimonio, prohibia este príncipe, á los
ciudadanos casarse con ciertas mugeres, que aunque in
genuas, habian perdido su honor, (3) como las prostitu
tas, las dadas al lenocinio, las que retenidas por la es
clavitud en malos lugares, habian salido de ellos por la
manumision, las condenadas, las adúlteras y las cómi
cas. (4) Se sabe que tambien prohibió á los Senadores,
á sus hijos y nietos, (5) casarse con libertas. Pero el
Emperador para conciliar ciertas debilidades con la ne
cesidad de dar á la República hombres que no tuviesen
de que ruborizarse con respecto á su nacimiento, creyó
deber autorizar con estas mugeres, un comercio lícito

Augusto recibió el Concubinato un nombre y una situacion legal, „ concubi .


,,natum nomen per leges adsumpsisse,” ley 3 , 01 , C. de contub.
Síguese de aquí que cuando se encuentra esta palabra en Plauto y otros
escritores anteriores á Augusto, es preciso no acomodarla al estado legal á que
mas tarde se aplicaba. [Véase á Plauto, Epilicus act. III. esc. 4. verso 444
Trinummus, act. 3. esc . verso 745.] En este particular ninguno de los tra
ductores de Plauto, ha fijado su atencion.
(1 ) Marciano , lug. cit. Paul, 1. 144, D. de verbis signif.
(2) Véase el D. ad. leg . Juliani de adulteriis.
(3) Heinecio lug. cit . lib. II. c. I. n. 10. 11 , 12, etc. y c. IV, n. 4.
(4) Heinicio I. 11 , c. IV. n. 4 .
(5) Idem lib. II . c. 1 n. 6.
-137
que sin ser el matrimonio legal, era una imitacion , y le
llamó concubinato . ( 1 ) Ponia esta union al abrigo de
los rigores de las leyes contra las malas costumbres. (2)
Mas no proporcionaba las ventajas atribuidas á las nup
cias; (3) y así era mas bien el recurso de aquellos que
habiendo enviudado despues de pagar su deuda á la pa
tria , no querian, como el Emperador Marco - Aurelio, (4)
dar madrastras á sus hijos.
Así pues, desde Augusto, el concubinato nada tuvo
de deshonesto, (5) pero no engendraba efectos civiles.
Formado por el nudo consentimiento, y pudiendo disol
verse por si mismo, no requeria ninguna solemnidad: la
dote no se le aplicaba: la muger llamada concubina, ami
ca, convictrix, no llevaba el honrado título de madre de
familias, no participaba de los honores de su marido; y
no hacia otra cosa sino dividir con él, su lecho, su mesa
y su cariño.
Por lo demas, como el concubinato era una imita
cion natural del matrimonio, se gobernaba por las re
glas que el derecho natural impone á aquel . Estaba
prohibido tener muchas concubinas a la vez, (6 ) porque
esto hubiera sido una poligamia rechazada por la civi
lizacion romana . Y si algun vicioso audaz, algun Tige
llin, por ejemplo, (7) violaba esta ley, la moral pública

( 1 ) Marcianus , 1. III , O 1. D. de concub. Heinecio, lib . II . c. IV. n. 1 , 2, 3.


(2) El que vivia así , no estaba sugeto á ninguna de las leyes de adulteriis
et stupris .
(3) Heinecio lib. II, c . 4. n . 4 .
(4) Capitolino , in vita M. Aurelii , Anton. , c. XXIX. Despues de la muer
te de la Emperatriz , tomó Marco Aurelio , con el objeto que he indicado, á
la hija del procurador de su esposa, por concubina .
(5) Paul , l. 144. D. de verb. signif. y la ley 5. C. ad Senatus, Orphit.
(6) Novela 18. c . 15 .
(7 ) Tácito afea su muerte infame, en medio de sus concubinas. [Histo
ria lib . I. c . 72. ]
18
--138
protestaba contra tales torpezas. ( 1 ) El hombre que te
nia una esposa legítima no podia tomar una concubina;
seria esto un adulterio y una vigamia. (2)
Poco a poco se fué estendiendo el concubinato. Se
le hacia servir para echar el velo de la honestidad, so
bre las uniones libres de personas ingenuas é irrepren
sibles que no querian comprometerse con vínculos muy
fuertes. Las plebeyas pobres y de nacimiento oscuro,
las libertas, (3) consentian en partir con el nombre de
concubinas, el lecho del hombre que no hubiera desea
do ligarse bajamente por un matrimonio. Empero la
muger que gozaba las ventajas de la fortuna, y de la
consideracion pública no consentia en renunciar al ti
tulo mas noble y elevado de esposa.
Los hijos salidos del concubinato, [nothi] no eran
bastardos. (4) Pero aunque tenian padre cierto, no eran
hijos legítimos. Se les llamaba hijos naturales, porque
una union natural les habia dado la existencia. Nacidos
fuera del matrimonio no podian aspirar á las ventajas
del derecho civil. No sucedian á su padre, no llevaban
su nombre, no estaban, en fin , en su familia . (5)
Pero con respecto a la madre, tenian los hijos na .
turales derechos de sucesion tan estensos como los le
gítimos, Así lo queria la lógica del derecho romano;
porque la madre no estaba apegada á los hijos legítimos
sino por el vínculo de la sangre. Entre ellos y ella, no
habia mas que un parentesco natural enteramente igual
al de los hijos naturales. Desde entonces reina la igual
(1) Heinecio l . II c. IV . n. 4. * .
(2) Ley I de concubinis.
(3) Vespasiano habiendo sobrevivido a su 'muger y á su hija, tomó por
concubina á la liberta Cænis. (Suet. in Vesp. c. III.)
(4) Heinecio n. 4 y las inscripciones tumulares que refiere.
(5) Idem lug. cit.
--139
dad entre el hijo salido del concubinato y el que ha na
cido á la sombra de las justas nupcias.
Tal era el estado de la legislacion y de las costum
bres cuando subió Constantino al trono. El concubinato
chocaba muy directamente con las ideas cristianas so
bre el matrimonio, para que no procurase este Prínci
pe suscitarle dificultades. La doctrina de Jesucrito, que
confunde la union conyugal con el sacramento, no ad
mite grados en la perfeccion del vínculo. El matrimo
nio es uno á sus ojos. Todo comercio que no ha legitima
do la bendicion es una viciosa incontinencia.
Mas ¿como reformar una costumbre que habia
echado raices tan profundas? ¿Como dirigir la legisla
cion á la unidad, en una materia tan delicada, y tan
fuertemente dominada por el imperio del hábito y de las
preocupaciones?
No se atrevió Constantino á atacar de frente este
órden de cosas, y recurrió a medidas indirectas. Fué su
primer pensamiento convertir el concubinato en matri
monio legal , y para conseguirlo dió la legitimidad en
recompensa á los hijos ya nacidos, cuyos padres renun
ciasen á un comercio ilícito para casarse. (1 ) Luego ar
mándose de severidad, contra los hijos naturales, á fin
de penetrar mejor, en el corazon de los padres, prohi
bió que se les dejase nada, ni á ellos ni á sus madres, por
donacion y testamento. ( 2) En fin no permitió a las per
sonas constituidas en dignidad, dar al público el escán
daloso espectáculo del concubinato. (3) Asi atacó esta
constitucion con la triple influencia de las recompensas ,
de las penas y el ejemplo.
( 1 ) No tenemos esta constitucion . La ley 5 del C. Justiniano nos la ha
dado á conocer. de nat. lib.
(2 ) Arg. de la ley 1. C. Teod. de nat. liber . Godofredo sobre esta ley .
Pothier t . II. p. 28. n. 82.
(3 ) Ley I. C. de natur. liber.
-140 - _
Empero aquí vuelve a presentarse la grande y cons
tante dificultad de hacer aceptar estas reformas á na
ciones que de oriente á occidente agotaban todas las va
riedades de razas, de cultos y de costumbres. Los poly
teistas todavía tan numerosos, y podria decir tan pode
rosos, como lo prueba la reaccion de Juliano, murmura
ban de estas innovaciones. Ellas herian sus afecciones,
sus costumbres, y agriaban sus resentimientos, įHubie
ra sido acaso suficiente, el progreso de las conversiones?
Sin duda por estas razones, Valentiniano, amigo
de la tolerancia, ( 1 ) dió al occidente su Constitucion de
371 , (2) que daba á los hijos naturales, y á sus madres
una capacidad mayor de recibir algo por el testamento
del padre. Valente Emperador de oriente, no quiso pa
sar por esto. Mas cedió a las instancias del sofista Li
banio, que deseaba hacer testamento en favor de un hi
jo tenido con una concubina despues de divorciarse de
su esposa. (3) ¡Todavía tenia el Cristianismo un rival
en el Consejo de los Emperadores cristianos ! Libanio
escribió la oracion fúnebre de Valente.
Sin embargo, Valentiniano III que reinaba en oc
cidente, bajo la tutela de Placidia, emprendió revocar
estas concesiones y restablecer la legislacion de Cons
tantino. (4) ¡ Pero, vanos esfuerzos! Teodosio el jóven
no quiso recibir la Constitucion en oriente , sino con la
condicion de que los hijos naturales serian sostenidos en
la capacidad que Valentiniano I les habia atribuido. ( 5)

(1) Baronio art, 371 : y Sinmaco lib . X. epíst. 54.


(2) Ley 1 C. Teod . d de nat. liber.
(3) Godofredo sobre la ley 1. C. Teod. de nat. filiis. En su ilustrado co .
mentario se encuentran los testos históricos, admirablemente unidos para
esclarecimiento del testo legal.
(4) Godofredo sobre la ley 2 C. Teod . de nat. filiis.
(5) Idem ley 2. C. Teod. lug. cit. [año 428.
--1414
Así pasaba el tiempo en hacer y deshacer, en adelantar y
retroceder, en la via de los espedientes contemplativos.
La ley del colega de Teodosio, no se inserto en el
Código teodosiano; no dejó pues huellas en occidente.
Lo que queda de todos estos conflictos, es que los hijos
naturales, lo mismo que sus madres, no fueron comple
tamente desheredados de las donaciones y legados que
les dejaran sus padres. ( 1) Porque la legitimacion, que
Constantino no habia autorizado sino como un remedio
transitorio para los hijos ya nacidos, fué por Justiniano
convertido en un medio permanente, aplicable aun á
los futuros concubinatos. (2) Asi el concubinato conser
vó una grande estension (3) hasta que Leon el filósofo
lo abolió en oriente. (4) Mas se prolongó en occidente
con terquedad. Los Francos, los Lombardos, y los otros
germanos lo hacian servir para los mayores desórde
nes; el mismo clero se entregaba á él, sin reserva. ( 5.)
¡ Fué preciso nada menos que una parte de la edad me
dia, para combatirlo y estirparlo! Fué preciso que el po
der espiritual fuertemente centralizado, se pusiese á la
cabeza de la sociedad, y que hombres de una voluntad
enérgica como un Gregorio VII empleasen en esta obra
reformadora , su genio y su ascendiente. (6)
( 1 ) L 2 y 8. C. Just. de naturalib . liber y la nov. 89 c . 12 de este Emper
(2) Ley 7 C. de nat. lib. Heinecio lug. cit. n . 5 al fin .
(3) Ley 5. C. ad Senatus. Orphit. novela 18. c. 5. Heinecio n. 6.
(4) Véanse sus novelas 89 , 90 y 91 .
(5 ) En el apéndice á las fórmulas de Marculfo, hay una , que prueba que
entre los galos , la capacidad de los hijos naturales era aun mayor que lo que
la habia hecho Valentiniano I. El padre podia dejarles todos sus bienes ,
cuando no tenia otros hijos. [fórm . 52] Este aumento de derechos , viene sin
duda de la mezcla de las razas barbaras, que apenas distinguen los hijos le
gítimos de los naturales. (Bignon en Baluzo, t. II p . 967.
(6) Du Cange, dá el testo de algunos concilios que toleraron el concubi.
nato . [V: Concubinat] particularmente el de Toledo , I. c. 17. véase á Cu
jacio. Paratit. sobre el T. del C. de concubinis; sobre la novela 18; y en
las observaciones lib. V. c. 6. Salviano de gubernat. Dei, n. 4,
.
CAPITULO VIII.

De la Patria Potestad .

Las doctrinas nuevas se dirigen siempre mas espe


cialmente a la juventud. Los hijos tienen fijos los ojos
en el porvenir, y son arrastrados hácia el movimiento:
los padres mas preocupados del presente se inclinan á la
resistencia.
El Cristianismo naciente, movió el espíritu de la
juventud, y por medio de ella, esparció el espanto entre
los defensores de las instituciones existentes. Se acusa
á los misioneros del Evangelio de haber sido los misio
neros del desorden, de aconsejar á los hijos la rebelion
contra sus padres y preceptores, de exitarlos á sacudir
el yugo de una generacion usada, frívola é ignorante del
verdadero bien. ( 1 )
Esta direccion de las opiniones produjo en las fami
lias profundas agitaciones. Los padres que habian su
frido pacientemente las desobediencias de sus hijos, los
desheredaban sin piedad, el dia en que una feliz con

(1) Véase á Orígenes contra Celso: ,,Quod illidelirunt, mente capti sunt
,, et nihil veré bonum vel sciant vel possint facere, preoccupati nugis inanibus."
-144
version se los devolvia humildes y sumisos. ( 1 ) Las ma
dres cuya tierna alma, se abria a la nueva doctrina, pro
curaban en vano disculpar estas conversiones que tal
vez ellas alentaban. Culpables las mismas, de Cristia
nismo, eran repudiadas. (2) No habia desde el hijo al
esclavo, quien no incurriese en la ira de su señor por
haberse alistado en la formidable faccion de los cristia
nos, por mas que el Cristianismo les aconsejase la fide
lidad y respeto. ( 3)
La familia se encontraba pues, dividida en dos par
tidos. De un lado estaba el padre atrincherado en las
antiguas preocupaciones, y armado con la patria potes
tad, que las protegia: del otro la esposa, los hijos los es
clavos oponiendo una resignacion firme á esta autori
dad. ( 4) Algunas veces cedia el padre al torrente del

(1) Tertuliano, Apolog. $ 3.


(2) Idem .
(3) Idem .
(4) Joas acusaciones de los paganos , con motivo de estas divisiones son
curiosas y dignas de conocerse . He aquí como Orígenes combate las invec
tivas de Celso .
„ Pergit Celsus, et quæ de Jesu doctrina dicuntur á paucis é christia
,,norum numero non prudentioribus , ut ipse putat , sed rudioribus, ait præ
,, cepta esse nostrorum hominum : nemo accedat eruditus, nemo sapiens, ne
,,mo prudens.
„ Hoc pacto. inquit. satis apparet quod solos fatuos, ignavos, stolidos,
,,mancipia, mulierculas, pueros, captent et pelliciant.”
Orígenes responde : jcuan injusta es esta acusacion ! ¿ Quién puede des..
conocer la grandeza; la elevacion de los dogmas y preceptos, tanto de la re
ligion judaica como de la nueva ; la profunda sabiduría de los Moises , Sa
lomones y de los Profetas; el saber y la elocuencia de los Apóstoles cristia
nos, de S. Pablo entre otros, que bien léjos de prohibir la sabiduría la colo
ca en el primer rango de los dones celestes, no escluyendo sino la falsa sa
biduría, la que no considerando sino las cosas perecederas, no estudiando si.
no los fenómenos de la materia, no puede elevarse hasta la fuente de toda sa
biduría, hasta Dios? Léjos de dañar al Cristianismo, la verdadera ciencia es
su mas poderoso auxiliar. Sin duda la Iglesia se dirige tambien á los débiles,
á los ignorantes mas, para hacerlos mejores; porque Jesucristo vino á llamar
-145—
ejemplo y del número. ( 1 ) Otras resistia , y veianse pa
dres solos por el Politeysmo, en medio de sus hijos y nie
tos, cristianos, que entonaban á sus oidos los himnos del
Señor. (2)
A traves de estas disenciones intestinas y en medio de
los rigores de los padres se apercibia sin embargo, cuanto
habian perdido las antiguas costumbres, de su ferocidad.
En los buenos tiempos de la República no hubiera cierta
á todos los hombres para que le siguieran en la nweva senda , á los sabios co
mo á los pobres de espíritu, á los grundes como á los pequeños.
Celso continúa asi :
Videre licet , inquit, et in privatis lanificum , sutorum , fullonum , illite
ratissimum quemque , et rusticissimum cořám senioribus et prudentioribus
patribus-familias, nihil audere proloqui. Ubi veró seorsum nacti fuerint
pueros eorum et ' mulierculas imperitas, mira quædan disserere: „,, Non esse
,, audiendos parentes ac præceptores, sed sibi credendum , quod illi delirent
,,et mente capti sint , et nihil veré bonum vel sciant , vel possint facere, præoc
„ cupati nugis inanibus. Ipsi veró soli, rationem vivendi norint exactissimé
,, Et pueros beatos fore si se audiant , atque adeó, propter eos, totam fa
,,miliam !”
„ Quod si interim videant , aliquem accedentem é præceptoribus pru
dentioribus , aut ipsum patrem , tunc hos , si timidiores , fuerint, perterrini;
sin ferociores, auctores fieri pueris, ut habenas excutiam, obmurmurando
quod in præsentia patris præceptorumve nec volint , nec possint quodquam
boni proloqui , metu illorum estultitiæ sævitiæque , modis omnibus corrupto
rum , ac devolutorum ad fündum malitiæ, et monitores punientium. Sed si
quid discere velint, debere eos , relicto patre et præceptoribus , ire cum mulier
culis et collusoribus pueris in conclave mulierum, aut officinam sutoriam ful
loniamve , -ut perfectionem adipiscentur , præceptis obsequendo . ” '
Orígenes responde : Que nos citen maestros, " filósosos que enseñen una
moral mas pura que la nuestra : que nos citen uma muger que hayamos apar
tado de la obediencia marital , de la observancia de sus mas sagrados deberes !
¿Por qué se estraña pues , que nuestras reuniones se compongan de la mez
cla de todas las clases ? El Cristianismo se dirige á todos los seres: á los ig
norantes para ilustrarlos, á los sabios , á los buenos, para conservarlos y ele
varlos á mas grande perfeccion .
(1 ) Véase la curiosa carta de S. Gerónimo á Læta, hija cristiana de Al
bino, pontífice pagano. S. Gerónimo espera la conversion de este último,
por sushijos y nietos, todos cristianos . [Ad Lætan, t . I, p. 54 .] -Gibbon
t . V. p . 347 habla de esta carta.
( 2) Idem .
19
-146—
mente el poder paternal intentado hacerse respetar, por
simples exheredaciones ; mas de un romano, celoso de su
potestad, hubiera vengado el abandono del culto nacio
nal, con la misma hacha con que Bruto castigó á sus hi
jos, fieles al tirano. El patriciado habia sabido muy bien,
encontrar esta terrible hacha, en su dilatada guerra
con la democracia : se habia visto á Cassio citar ante su
tribunal doméstico ( 1 ) á su hijo , y condenarlo á muer.
te, por haber abrazado el partido de las leyes agrarias;
y al Senador Fulvio castigar con la misma pena al suyo,
jóven amable, ilustrado y de talento, por haberse as
cripto al bando de Catilina y de la causa popular. (2)
Pero desde la revolucion imperial, perdian.cada dia
sus fuerzas, (3) las ásperas tradiciones de la antigüedad.
Por un lado, el derecho de vida y muerte se avenia mal
con la nueva forma constitucional, que tendia á centra
lizar todos los poderes en manos del Emperador. Por
otro, costumbres mas suaves rechazaban con horror el
ejercicio de una autoridad que no se eleva á ese grado
de energía, sino atropellando los mas tiernos sentimien
tos de la naturaleza. Así, pues un movimiento análogo
al que habia preparado la pérdida del derecho de vida
y muerte, sobre los esclavos, se operó con mayor razon
con respecto á los hijos de familia . Mas la historia no ha
podido seguir estas huellas con exactitud, y no se está de
acuerdo sobre la época precisa en que fueron despoja
dos los padres de tan formidable derecho. (4) Yo creo que
( 1) Adhibito propinquorum consilio , (Valer Max . lib . V. c. 8. n . 2.).
Véase á Grabina sobre las 12 Tablas, $ 25 .
(2) Idem n. 5. Salustio, Catil. n. 39.
(3) Ex horrida illa antiquitate ' ad præsentem usum quædam Augustus
flererat: [Tácito Annal. IV. c. 16.
(4) Bandoin fija esta época en los tiempos de Agusto [ad leg, homul.
ley XVII] Giphanio, al tiempo de Constantino [ad leg. ult. C. de patria
potest.) Bynckershoeck , á Trajano, Adriano y Antonino de jure oecid liber.
-147
pereció definitivamente el dia en que Erixon caballero
romano del tiempo de Séneca, que habia hecho morir á
su hijo en los castigos, fué perseguido hasta el foro á
punzonazos, por el pueblo indignado. ( 1 ) Cuando un po
der es objeto de tan grande execracion, ya no tiene dere
cho á la existencia. En vano estará escrito, en una letra
muerta; el ha abdicado en realidad. Me parece que Ale
jandro Severo no hizo sino aprobar en las leyes un he
cho, conquistado ya, por las costumbres, cuando redujo
á simples correcciones (2) el derecho de los padres. En
cuanto a la pena del padre homicida, como todavia no
estaban fijas las (3) ideas, Constantino prestó un brillan
te homenage á los sentimientos de la naturaleza, por
su Constitucion que castigaba con las penas del parrici
dio, al padre que mataba a su hijo, de cualquier modo
que fuera. (4 )
En medio del decaimiento de la justicia paternal
se insinuó el Cristianismo en la familia . Ya esta justicia
habia perdido su atributo principal y no le quedaban sino
c. II y siguientes.] Puede tambien consultarse á Nood, de partus exposiiio
n'e. Lo que hay de cierto es que las leyes dadas por estos últimos Empera
dores hablan de este derecho como ya abolido, porque la ley 3 C. de patria
potestate limita á castigos moderados, la autoridad de los padres; y esta dis
posicion es de Alejandro Severo. Ulpiaro en la ley 2 D. ad leg. Cornel. de si.
cariis , dice que el padre no debe matar a su hijo aunque sea culpable de cual
quier crímen. Paulo recuerda el derecho de vida y muerte, como abolido, l. 2.
D. dc liber. et posthumis. Véase tambien la ley última, D. Si aparente quis
manumissus etc. y 1. 5. D. de lege Pompeia, de parricidis. Asi pues, este de.
recho ya no existia en los tiempos de Trajano y Alejandro Severo. Pero yo
creo que las costumbres, mas bien que las leyes ya lo habian abolido mucho
tiempo antes. Consúltese a Godofredo, sobre la l. 2. C. Teod. de liber causa .
( 1) ' Séneca de Clementia, lib . 1. c. 14.
(2) Véase á Cujac. lib. 6.observ. 17.
(3) Marciano. ley 5. D. de lege Pompeia de parricidiis.
(4) Año 318. Ley I. C. Teod. de parricidiis y ley única C. Justiniano,
de his qui parent. vel liber. Esta constitucion se dirige principalmente al
Africa , en que se ofrecian los hijos á Saturno, ó los mataban ó exponian .
(Godofredo .)
-148-
penas incapaces de intimidar unos ánimos dispuestos á
arrostrar el martirio. (1 ) El tribunal doméstico fué pues
una débil barrera contra el arranque de los hijos hácia
las nuevas doctrinas.
Cuando Constantino subió al trono, estaba el Cris
tianismo léjos de haber conquistado todas las posiciones
sociales. Quedábale aun mucho que hacer, no solo en
las instituciones sino en los espírítus. Quiso este Prín
cipe dar un ensanche mas enérgico al culto que protegia ,
modificando con sus leyes, la Constitucion alterada ya ,
de la patria potestad. ,,Porque, dice Montesquieu, para
„ propagar una nueva religion, conviene desterrar la su
„ ma dependencia de los hijos, los cuales son ménos ape
„ gados siempre á cuanto se halla establecido." (2)
Empero en la revolucion que se operaba en el seno
de la sociedad, no se pretendia trastornar ciegamente ,
sino mejorar con medidas prudentes. Quedó, pues, el pa
dre, siendo gefe respetado de toda su descedencia. No se
le privó del derecho de imponer penas moderadas, y aun
en casos mas graves, llevar sus quejas al Magistrado y
dictarle la sentencia severa que reclamaba la disciplina
doméstica. (3) En fin la exheredacion quedó intacta en
tre sus manos. Pero estos medios que no habian impe-
dido el adelanto de las ideas bajo un poder hostil, eran
ménos temibles bajo un gobierno protector.
Constantino dirigió sus miras á los peculios. Por es
te medio quiso hacer mas independiente la posicion de
los hijos.
Se sabe que en su origen el hijo pertenecia á su pa- '
dre, con todos sus bienes. (4) Pero por consecuencia de
( 1 ) Véase la ley 3 C. Just. de pat. potest.
(2) Espíritu de las leyes: lib . XXXIII c . XXI .
(3) Ley 3. C. Justiniano de pat. potest .
(4) Ulp. ley 195 $ 2. D. de verb. signif. Cayo: Com . II 87.

1
-149
la equitativa tendencia que la época del Imperio in
fundió en los espíritus, Augusto, Nerva, y Trajano con
cedieron al hijo de familia la propiedad de los bienes
adquiridos por él en el servicio militär, (peculium Cas
trense. ) ( 1 ) Esta innovacion era desde luego tímida. Si
el hijo moria sin disponer de este peculio, se reputaba
haber pertenecido siempre al padre, en virtud de la pa
tria potestad. (2) Aun mas, el hijo no podia disponer
de él, sino durante su servicio militar. Pero Adriano, es
tendió la disposicion á los hijos de familia retirados de
la carrera de las armas . Tal era .el estado de las co
sas, cuando Constantino, por una Constitucion de 321 ,
igualó al peculio castrense, los bienes que el hijo de fa
milia, adquiria en los empleos del palacio del Princi
pe. (3) Sus sucesores hallaron ingeniosa esta idea, y ba
jo el título de cuasi castrense se aumentó el peculio de
los hijos, con los bienes adquiridos como asesores, (4)
abogados, (5) como oficiales del prefecto del Pretorio, (6)
como Obispos, diáconos, ecleciásticos, (7) en fin como
funcionarios públicos. (8) A mas, el peculio castrense y
cuasi castrense, del hijo muerto abinstestato, segun
Justiniano, ya no aprovechaba al padre, por derecho de
patria potestad, y no era sino 'un heredero que ocupaba
su puesto a su vez, y cuando la ley lo llamaba. (9 )
( 1 ) Paulo III. Sent . 4. § 3. Ulp . ley 2 D. ad Senatus Cons. Maced. y
Fragm . lib. XX. n . 10. Ist. quib . non est permisum. Juvenal. Sát. XVI ,
verso 51 .
(2) Tryph. ley 19.03. D. de Cast . pecul. Marcian ley 18,0 1 y 2 del
mismo tít . Ulpiano ley 2 D. eod. Diocl. ley 5 C.eod.
(3) Ley 1 C. de cast . omn. palat.
(4) Ley 7 C. de assessorib . año 482. Honor. y Teod.
(5) Ley 4 C. de advocat año 424. Los mismos Emperadores.
(6) Ley última C. de cast. pecul. Teod . y Valent.
(7) Ley 34 C. de episcop. Leon y Anthem.
(8) Ley última C. de inoff. test. (Justin .] Godofredo sobre el C. Teod .
de postuland. ley 3.
(9) Vinnio sobre las Institutas quib. non est. permissum n. 4 .
-150—
No era solo esto, Constantino dió al hijo constituido
en la patria potestad la propiedad de los bienes dejados
por la madre. Hasta entonces la habia tenido el padre,
mas este príncipe lo despojó, concediéndole tan solo el
simple usufruto (1 ) durante su vida. Si volvia á casarse,
no conservaba el usufruto sino mientras durase la mino
ridad del hijo. (2) En el caso en que, desde el momento
de la ' apertura de la sucesion materna emancipase á su
hijo, tenia derecho en recompensa de este beneficio, no
solo al usufruto, sino a la tercera parte de los bienes en
plena propiedad. (3) .
¡ Graves innovaciones ! Claro es que con ellas hacia
progresos notables la causa de los hijos. El sentimiento
de su valor civil, apareció en un sistema que hasta en
tonces los habia esclavizado.
No se detuvo aquí la legislacion. Constantino no
habia tocado sinoá los bienes maternos. Las sucesiones
de los abuelos caian por efecto del antiguo derecho en
las manos del padre . (4) Graciano y Valentiniano el
jóven las asimilaron á la sucesion de la madre, (5) y es
ta estension de los derechos del hijo de familia fué con
firmada por Honorio (6) y Arcadio. ( 7)
Valentiniano III continuó este movimiento. Este
príncipe quitó al padre la propiedad de los bienes ad
quiridos para el hijo en potestad, por causa de su ma
trimonio. ( 8)
(1) Ley 1 , 2 ,3. C. Teod. de maternis bonis, y las notas de Godofredo.
( 2) Ley. C. Teod. lug. citt Véase el C. Just. de bonis maternis.
(3) · Ley 1 y 2 lug . cit.
(4 ) Ley 5 C. Teod. lug. cit.
(5) Ley 6 idem.
(6) Ley 7 idem.
( 7) Ley 8 idem.
(8) Ley única , C. Teod . de bonis quæ filiis familias ex matrim .
-151
Sin embargo, en cuanto a los otros bienes adventi
cios, siempre subsistia el antiguo derecho. El hijo per
manecia en las antiguas cadenas, reducido a la incapa
cidad de vender, de hipotecar, de disponer por testa
mento &c. Su estado se veia privado de unidad. Pare.
cia haber en él, dos distintas personas, encorvada la una
bajo el yugo de la mas severa dependencia , y la otra
iniciada en las prerogativas de la libertad. Tales con
trastes son inevitables en toda legislacion que se compo
ne de partes sucesivas, de elementos contrapuestos que
siguen sistemas diferentes. Mas al fin , el tiempo' operó
su fusion. Justiniano generalizando la idea de Cons
tantino, dió á los hijos la propiedad de todo cuanto en
traba, sin distincion, en su peculio adventicio. ( 1 ) El
padre no tuvo mas que el usufruto, y en caso de eman
cipacion el usufruto de la mitad. Este príncipe se con
gratuló en nombre de la humanidad por esta refor
ma. (2) Pero ¿quién habia hecho oir la voz de la huma
nidad sino el Cristianismo, fuente de tantas suaves mo
dificaciones ? „ Cristiana disciplina paulatim patriæ po
„ testatis duritiem emolliente," dice el sabio yjuicioso Go
dofredo. (3)
Por lo demas, el antiguo derecho conservó su po
testad sobre el peculio profecticio; esto es, el que pro
viene del padre. Justiniano no quiso privar al padre de
aquello que el hijo no poseia sino por su liberalidad.
Queda aun algo que hacer para la completa igualdad de
todas las partes del peculio, y para conciliar mejor el de
recho de propiedad de los hijos con el usufruto paternal.
Pero la jurisprudencia romana, no vivió lo bastante ,
para llegar por sí misma á este importante resultado.
( 1) Inst. per quas personas.
(2) Idem ley 6. C. de bonis quæ liberis.
(3) Sobre la ley C. Teod. de maternis bonis.
-152-
No debo concluir este cuadro de la legislacion im
perial sobre la patria potestad, sin hablar de los esfuer
zos del primer César cristiano para suavizar la bárbara
costumbre de exponer los hijos recien nacidos. Era est a
costumbre una reliquia del antiguo derecho de vida y
muerte, y de aquel otro poder del padre de vender sus
hijos hasta tres veces. ( 1 ) Hemos visto la caida del tri
bunal paternal. El derecho de vender se fué borrando
por una decadencia que marchaba paralelamente. Dio
cleciano confirma este hecho del modo mas formal, (2) 1

y los escritos de los jurisconsultos clásicos, no hablan en


general, de la venta de los hijos constituidos en la pa
tria potestad, (3) sino como de una ficcion legal para
llegar á la emancipacion. (4) Sin embargo, sabemos
por los escritos del jurisconsulto Paulo que el padre
acosado por una pobreza estrema, podia vender á su hi
jo recien nacido. (5) Numerosas y auténticas huellas
de este derecho inhumano se encuentran en tiempo de
Constantino, (6) Teodosio el grande (7) y sus sucesores.
S. Gerónimo nos ha conservado los lamentos de una ma

(1 ) Dionis. de Halic. lib. II Antiq. p. 96. Ulp. fragm . t. X n. 1. Cayo


Com. lib . I n. 132. c. 37. Schulting , ad Ulp. tít . X. 1. fragm . Dattius de
vendit. liber . En el Thes Neerman t . II . Bynckershoeck de jure occid. li
ber. c. VI . Thomasius disert tít. Inst. de patria postest . c. I. Nood. in Pau
lum p.567 , 588 y Amica responsio, p. 591 á 606 .
(2) „ Liberos á parentibus , neque venditionis, neque donationis titulo,
neque pignoris jure , aut alio quomodo titulo .... in alium ' transferri posse,
manifestissimijuris est.” Ley 1 C. Just. de patrib. qui filios distraxerunt.
(3) Bynckershoeck , lug. cit. p. 179. Balduino in leg. Cons . M. p. 248.
(4) Cayo I , 132.
(5) Paul. Sent. lib . V.t. 1 n . 1 .
(6) Ley 1 C. Teod. de his qui sanguinolentos empto, vel nutriendo , acce
perint (año 329.] Ley 1 , C. Just . de patrib . qui filios suos , y Cujac. sobre
eşta ley .
(7) Ley 1 , C. Teod. de patrib. qui. filios suos distraxerunt.
-] 53—
dre infeliz, cuyos tres hijos habian sido vendidos para pa.
gar el impuesto al fisco. ( 1 )
Aun mas ; los padres que no encontraban quien les
comprase sus hijos, los esponian en lugares solitarios pa
ra que la muerte los librase de ellos, ó en parages pú
blicos para que la caridad los recogiera. ¡ Tal era la mi
seria de los pueblos! (2)
Estos usos herian muy profundamente á la huma
nidad de las costumbres cristianas. Tertuliano se los e
cha en cara con amargura, (3) á los paganos. Pero es
cuchemos á Lactancio: „ Es imposible que los padres
„ tengan el derecho de hacer morir sus hijos recien na
„ cidos, por que esto es una grande impiedad. Dios cria
„ las almas para la vida, no para la muerte ¿como es po
„ sible que haya hombres que manchen sus manos, arre
„ batando á unos seres apénas formados, la vida que vie
„ ne de Dios, y que ellos no les han dado? ¿Economiza
„ rán la sangre estraña, los que derraman la suya ? Pue
„ den considerarse inocentes, los que hacen á sus propias
(1) ,,Mihi est marius, qui , fiscalis debiti graliu , suspensus est el flage
,,llatus , ac , pænis omnibus cruciatus , servatur in carcere . Tres autem no
,,bis filii fueruntqui pro ejusdem debiti necessitate distracti sunt . " [ In vitá.
Paphnutti . ] Godofredo sobre la ley primera , C. Teodosiano de patrib. qui
filios suus.
La madre no podia vender á sus hijos, porque este derecho emanaba de
la patrria potestad. [ Cujac. lug. cit .
(2) Revardo, conject . lib. I c. XVII. Carta de Trajano á Plinio el jóven
lib . X. 72. ley 4. D. de agnosc . liberis . [de Paul .] Esta ley (considera igual
al asesinato de un infante, su exposicion . He aquí sus palabras : ,, Necare vi
,,detur non tantum is qui parturam perfocat, sed et is qui abjicit, et qui alimo
,, nia denegat , et is qui publicis locis misericordiæ causa exponit , quam ipse non
habet.” Mas en caso de pobreza el padre no merecia tan graves reproches, co
mo lo prueba la legislacion imperial. Bajo la influencia de esta observacion , es
como debe leerse la disputa de Noodt y Bynckershoeck, sobre este testo de
Paulo . Gibbon los ha calificado á los dos de exageracion. t. VIII. p. 247: yo
soy de su opinion .
( 3) Véanse sus vehementes espresiones , Apologet, Ø 9. Antes de él,
Athenagora, filósofo cristiano, como el mismo se llamaba, ya habia califi
cado de parricidio esta exposicion . [ Véase su Apología de los cristians .]
20
-154
„entrañas pasto de los perros, matando á sus hijos con
„mas crueldad, que si los ahogasen ?... Aun cuando su
,ceda que el hijo espuesto encuentre quien se encargue
„ de alimentarlo, ¿será el padre ménos cruel y culpable
„ por haber entregado su propia sangre á la esclavitud ó
„ á la prostitucion ? ad servitutem vel ad lupanar ?.... Si!
„ tanto vale matar su propio hijo, como esponerlo. Es
„ verdad que estos padres homicidas, (parricidæ) se la
„mentan de su pobreza y pretenden que no pueden criar
„muchos hijos. ¡ Como si los bienes de este mundo perte
,,necieran a los que los poseen! Como si Dios no elevase 1

„ eada dia, el pobre á la riqueza, y no precipitase el rico


„ á la pobreza! A mas, que aquellos á quienes su indigen
„ cia impida mantener sus hijos se abstengan de sus es
„ posas. Mejor es esto, que poner las manos impias sobre
,,la obra de Dios." ( 1 )
Tal era el lenguaje de Lactancio. Este elocuente
intérprete del Cristianismo era entonces preceptor de
Crispo, hijo de Constantino, y su libro fué dedicado al 1
mismo Emperador. (2) Era una especie de peticion diri 1
gida al primer príncipe Cristiano contra este espantoso
privilegio de la paternidad del pobre.
Constantino no vacila. En el año 315, que vió la
abolicion del suplicio de la Cruz, (3) y tantos testimonios

(1 ) „ At enim parricidæ facultatum angustias conquéruntur, nec se pluri


,,bus liberis educandis sufficere posse prætendunt : quasi veró ut facultates
,,in potestate sint possidentium , aut non quotidié Deus ex divitibus paupe.
„ re's, et ex pauperibus divites faciat. Quare si quis liberos ob pauperiem non
„ poterit educare, satius est ut se ab uxoris congressione coiitineat, quam
,,sceleratis manibus Dei opera corrumpat.” [Lib . VI, Divin. inst. c. 20.]
(2) Gibbon coloca la composicion de este libro en 306 á 311 [t. IV. p . 77.
nota 1.] Esta es tambien sobre poco mas ó ménos la fecha que le atribuye
Godofredo sobre la ley I. C. Teod. de alimentis quæ inopes parentes de pu
blico petere debent .
(3) Godofredo . chronolog. C. Teodosiano; año 315.
155
de la alianza del imperio y de la religion Cristiana, dió
un edicto para la Italia concebido en estos términos:
„ Que todos los pueblos de Italia tengan conoci
„miento de esta ley, cuyo principal objeto es separar la
„mano de los padres, del parricidio é inspirarles mejores
„ sentimientos. Si pues, algun padre tiene hijos a los que
,,impide su pobreza, alimentar y vestir, cuidad de que el
,, fisco, ó aun nuestro dominio privado le proporcione sin
„ demora estos auxilios, porque no admite tardanza el
„ socorrer a los hijos recién nacidos. ” ( 1 )
En 322, se estendió esta medida al Africa que habia
sufrido horribles desolaciones por la ferocidad de Ma
xencio. (2) „ Hemos sabido, dice el Emperador , que los
,habitantes de esa provincia agoviados por la falta de
,alimentos , venden ó dan en prenda, á sus hijos. Quere
„mos en consecuencia que aquellos cuya indigencia sea
„ justificada reciban en toda la Africa socorros de nues
„ tro fisco, á fin de que no se vean obligados á esta espan
„ tosa necesidad . Nuestros oficiales están autorizados
„ para hacer las entregas en dinero ó efectos . Abhorret
„ enim , dice concluyendo Constantino, nostris moribus ut
„ quemquam fame confici VEL AD INDIGNUM FACINUS PRORUM
„ PERE CONCEDAMUS . (3)
El establecimiento de esta imposicion para los po
bres, hace honor a Constantino. No se yo, si igualmente
se le deben elogios bajo el aspecto economico. Lo cier
to es que la calamidad que pretendia atajar, se señaló
algunos años mas adelante, con exesos tan deplorables ,
que el Emperador creyó debia unir medidas de rigor con

(1 ) Ley 1. C. Teod. de alimentis que inopes parentes.


(2) Godofredo sobre la ley 2, C. Teod. tit. cit.---Nota de M. Guizot 80
bre Gibbon , t. II p. 457.
(3) Ley 2 C. Teod . tít. cit,
-156
el paliativo de la beneficencia pública. He aqui el nue
vo sistema:
„ El que ha recogido un espósito, se hace propietario de
él. Nadie, ni el mismo padre, puede reclamarlo. Este pa
dre es privado de la patria potestad, ( 1 ) todos los lazos
se rompen entre él y su prole , y se le impondrán penas,
si viene á inquietar en la propiedad al que ha recogido
y alimentado al hijo infortunado. Este continuará tra
tando al espósito como su hijo, ó su esclavo, segun lo
haya espresado en una acta que se formará ante testi
gos, ó firmada por el Obispo. Lo mismo será en el caso
en que el padre haya vendido á su hijo. El comprador,
quedará propietario de él. Sin embargo puede el padre
reclamarlo, pagando el precio al comprador, ó dándole
otro esclavo: (2) de otro modo puede el comprador re
tener el hijo y tratarlo ó como su hijo, ó como su es
clavo.” ( 3)
Cuando recordamos que Constantino en sus leyes
sobre la distribucion de socorros, calificó de facinus la
exposicion de los hijos, nos admiramos, de que querien
do llegar hasta el origen del mal, no pronunciase penas
aflictivas contra el padre que se arrojara á esta cruel es
tremidad. Pero no olvidemos, que la esposicion de los
hijos, era, como dice Gibbon, (4) un abuso arraigado
generalmente en la antigüedad, y que en todas partes
encontraba una especie de escusa en la pobreza del pa
dre. Estas consideraciones fueron, sin duda, las que de
tuvieron la mano del legislador, y le obligaron a las
combinaciones de que acabo de hablar.
Por otra parte, puede tambien creerse á primera
(1) Ley 1 C. Teod. de expositis; año 331 .
( 2 ) Ley 1 C. Teod. de his qui sanguinolentos; año 329.
(3) Arg. de la ley 2 C. Teod. de expositis .
(4) T. VIII p. 246.
—157
vista, que Constantino, fué ménos equitativo que Tra
jano el cual quiso que ningun motivo fuese obstáculo á
la libertad del espósito. ( 1 ) Pero si se reflexiona no
tardaremos en reconocer, que mas bien por humanidad
fué Constantino mas severo que sus predecesores . Des
pues de haber ofrecido á los padres el cebo de los socor
ros públicos, quiso obrar sobre sus corazones, é intimi
darlos con la pérdida de la patria potestad. Creyó ade
mas, que el comprador, el que recogia á un hijo espó
sito, debian ser alentados, á fin de inciinarlos á dar so
corros á la infeliz criatura á quien su padre rechazaba y
entregaba a la muerte. Juzgó con mucha prudencia,
que entre el sacrificio de la vida y el de la libertad, era
preciso elegir el menor, y que mas valia asegurar la
existencia del hijo, que esponerla, mostrándose dema
siado celoso de su libertad . (2)
Por lo demas, la legislacion no se detuvo bajo los
sucesores de Constantino . Valentiniano I entró en una
carrera lógica, al considerar como homicida (3) al pa
dre que esponia a su hijo. Mas no se crea que el terror
de las penas, fué mas poderoso que los malos consejos
de la indigencia. El daño continuó haciendo numero
sas víctimas. Teodosio el grande se admiró. Movido de
la suerte de los hijos reducidos á la esclavitud, por la
miseria de sus padres, se apoderó de las ideas de Traja
( 1 ) Epist. de Plinio el jóven lib . X. c LXXII Paul . Senient . lib . V. t. I
núm . 1 .
(2) Godofredo ley 2. C. Teod . de expositis.
(3) Ley 2. C. Just. de infantib . expositis. Unusquique sobolem nutriat ;
quod si exponendam putaverit, animadversioni quæ constituta est subjace
bit. [An. 374.
Godofredo cree que estas últimas palabras hacen alusion á las penas de
los homicidas, (sobre la ley 2 C. Teod. de expositis liberis.] Gibbon es
tambien de esta opinion (t. VIII. p. 246) y es lo que parece mas evidente si
se concllia esta ley con la 8 C. ad leg. Cornel. de sicariis que castiga el ase
sinato de los hijos. [Añó 374.]
158-
no, y creyó deber modificar el sistema preventivo de
Constantino, autorizando al hijo á recobrar su liber
tad ( 1 ) sin estar obligado á indemnizar al comprador.
Sin embargo, esta concesion, al principio de la impres
criptibilidad de la libertad, no cambió nada el estado de
las costumbres . La miseria de las clases inferiores era
mas fuerte que todas las leyes, y las hacia inútiles. Va
lentiniano III volvió a la legislacion de Constantino, (2)
mientras bajo Justiniano, la libertad del hijo prevaleció
definitivamente. (3) Mas las leyes de este Príncipe no
eran hechas para occidente. (4) La historia nos ense
ña los concilios y las ordenanzas de los príncipes (5)
procurando proteger á los hijos, contra el impio cálculo
que permitia hacer de la esposicion ó de la muerte de
los recien nacidos un medio de economía doméstica. No
pertenece á mi objeto entrar en estos detalles del dere
cho de la edad media. Me limito á decir que los princi
pios de humanidad que acabamos de ver, sembró el
Cristianismo en el derecho romano darán sus frutos,
cuando vengan tiempos mas propicios, cuando la pro
piedad descendiendo hasta las clases inferiores por las
concesiones de derechos, de uso, de censos, enfitéusis &c.
estreche los lazos de la familia y ponga en armonía los
intereses y las afecciones.
(1 ) Ley únic. C. Teod. de patribus qui filios distrax. [ Año 391.)
(2) Novela 2 de este Príncipe. Véase á Godofredo sobre la ley citada.
(3) Ley 4 C. Justiniano de infantib.expositis: y la novela 153 .
(4) Formul. Sismond . form . VI.
(5) Cap. VI, c. 143: y las notas de Bignon sobre las fórmulas. Decret.
gregor. de exposit, liber, t. II. p. 971,972, 973.
CAPITULO IX.
>

De la condicion de las mugeres.

La constitucion primitiva de Roma colocaba á la


muger, aunque fuera mayor, bajo la tutela perpétua de
sus agnados ( 1 ) ó parientes por masculinidad. Creada
esta tutela en el interes aristocrático, tenia por objeto,
separar á la muger del movimiento de los negocios, tan
to públicos, como privados; encadenarla con los lazos de
la agnacion, bajo la superioridad de los varones, y rete
ner dentro de ciertos límites, el elemento en que se pier
de la familia , por el elemento que la perpetúa. (2) He
( 1 ) Cayo I , 190. Tit. Liv. XXXIX , n. 9. Es muy interesante leer en es
te historiador [lib XXXIV , n , 2. ] el dicurso de Caton contra la revocacion
de la ley Oppia, que ponia límites al lujo de las mugeres. „ Majores nostri,
,, dice , nullam , ne privatam quidem , rem agere feminas sįne . auctore volue
„ runt. ... in manu esse parentum , fratrum , vivorum ."
„ En su respuesta, le dice Valerio: Aun cuando permitais á las muge .
„ res, los adornos que les prohibe la ley Oppia, estarán por esto, menos
constituidas en tutela? Minus filice, uxores , sorores etiam quibusdam in ma.
„ nu erunt? " NO 7. Valer. Max . lib . 9. c. I. n . 3.
Heinecio ha tratado esta materia en su comm . á la ley Pappia Poppaa,
lib . II c. IX .
(2) Estas últimas espresiones están tomadas de una regla de Ulpiano loy
195. 05 D. de verbor . signif.
160_
aqui por que un tutor legal, heredero mas próximo de
la muger, y por consecuencia interesado en neutralizar
su actividad civil, se colocaba junto á ella y podia impe
dirle que pasa'se á la potestad de otro con su patrimo
nio, por el medio de la coemption ó de la usucapion. (1)
Sus bienes mancipi estaban afectados de una incapaci
dad, de que no podian ser relevados sino por la autori
dad del tutor. (2) Jamas intervenia en el gobierno de la
familia, ni en las empresas industriales ó comerciales;
no tenia necesidad tampoco de averiguar que leyes se
discutian en el Senado, ni que emociones agitaban el
foro . (3) Un tribunal compuesto de sus parientes, jnz
gaba los estravíos de su conducta y aun podia castigar
la con las mas rigurosas penas. (4)
¡Grande aparato en verdad, de medidas preventi
vas y coercitivas! Y sin embargo no vemos las venta
jas durables que esta sujecion produjera sobre la mo
ral de la muger. El vacio de esta existencia á que se en
contraban condenadas las romanas, las impelia en ge
neral á procurarse un incentivo á su actividad, en el lu
jo, en los vanos adornos (5) y en los festines y place
res. (6) Tenian grande aficion á mostrarse en carros, á
( 1 ) Ciceron pro Flacco, n . 34.
(2) Idem n . 35 ad Attirum lib . I epis. 5. Cayo II 80.
(3) Caton en Tit. Liv. lib. XXXIV . n.2.
(4 ) Plinio , Hist. nat . XIV . n . 14. Tácito , Annal : II 50. y XIII 33. Va.
ler. Max. lib. VI. c. III n. 8. Muchas veces se encargaba á los deudos la eje.
cucion de la sentencia de muerte de las mugeres condenadas , por juicio pú .
blico á la pena capital. Valer. Max. lug. cit. n. 7. Tit . Liv. lib . XXXIX ,
núm . 18.
(5) Valer. Max. lib. IX . c. 1 , n . 3. „ Feminas, imbecillitas mentis, et
graviorum operum negata affectatio, omne studium ad curiosiorem suicultum
hortatur conferre. Véase tambien lib. II , c. 1 lo que dice de sus trages y
adornos.
(6) Tit . Liv . I, 57. Los amigos de Collatino encontraron á sus esposas,
ocupadas en suntuosos banquetes, con su agradable compañía: „ quas in
convivio luzuque cmm æqualibus , viderant tempus, terentes.”

1
-161
presentarse delante de sus esclavos, con ricos vestidos y
preciosas joyas, ( 1 ) á formarse una corte de mugeres á
su servicio y de eunucos; corte consagrada á la molicie,
en la que figuraban como ministros y confidentes, el pe
luquero, el perfumista, (2) donde se deliberaba sobre los
presentes que debian hacerse, á la intérprete de los sue
ños, a la que decia la buena ventura, al aruspice y á la
expiatriz (3) donde solo se ocupaban de mil frívolas va
gatelas que hacian olvidar los cuidados de la casa. (4)
Cuando las leyes sumptuarias pusieron un freno á este
fastuo, formaron las mugeres sus juntas tumultuarias y
motines, (5) á fin de reconquistar la vana libertad del
lujo , la única á que podian aspirar, para consolarse de
una vida enfadosa , llena de trabas é inferior en digni
dad a la de los hombres. (6) Porque a pesar de algu
nas prerogativas honorificas, dadas á las mugeres por
leyes de mero favor, (7) habia en el carácter general
de la legislacion y de las primitivas costumbres una
marcada preferencia por el sexo viril, que se mostraba
como un poder magestuoso, ante el cual, debian las
mugeres inclinarse . (8)
Es verdad que esta educacion, hecha con el apo
(1 ) Véanse los reproches que les dirige Caton [Tit. Liv. XXXIX 3.
(2) Heinecio ad leg. Pappiam lib . I c. 2. n . 12. Despues que se detiene
en estos detalles , atribuye , á este amor de las mugeres al lujo y á la ociosi.
dad , la aversion de los romanos al matrimonio.
(3) Plauto , Miles gloriosus, act . 3. esc. 1 .
(4) Plutarco , Quest rom . p . 284 .
En la época en que aun no se habian corrompido las costumbres uno de
estos principales cuidados consistia en hilar lana. ( Plinio VIII 74 ; Tit . Liv.
I 57. Juvenal , Sát. VI verso 289.
(5) Véanse las quejas de Caton , en Tit. Liv . lib . XXXIV n. 2: y Valer.
Max . lib . IX c. I n . 3 .
(6) Gibbon , t. I p. 350 nota I. Tambien á Papiniano , ley 9 D. de statu
homin.
(7) M. Niebuhr t. I p. 324 .
(8) Majestas virorum era la locucion consagrada, ( Valer . Max. lib. II
21
-162
yo de tantas trabas y desconfianzas, no trajo sino una
reaccion de licencia y corrupcion . Bien sé, sin embargo
todo lo que hay que admirar en la madre de los Gracos
y en Porcia. Pero guardémonos bien de tomar estas
bellas y nobles figuras, por el tipo de las mugeres roma
nas. La conjuracion de las bacanales, los conciliabulos
contra el pudor y tranqnilidad pública, ( 1 ) los divor
cios indecentes, los audaces adulterios, (2) toda esa

c. I n . 6. Tit Liv . lib . XXXIV n . 2.) palabras que contrastan con estas :
Imbecillitas mulierum et levitas animi. Cayo I , 144. Ulpiano XI, 1 .
Entre las invectivas de Caton contra las mugeres , es preciso ver lo que
dijo Severo Cecina , bajo Tiberio , cuando propuso se restableciese la arti.
gua disciplina . Llama al sexo im? ecillis , impar laboribus , levis, ambitiosus.
Dice que cuantas veces se presentaban acusaciones de peculado, las mugeres
eran siempre mas culpables que sus maridos: plura uxoribus objectari; que
á ellas se dirigian para corromperlas; y últimamente que era preciso el res .
tablecimiento de la ley Oppia; qnæ Oppis quondam aliisque legibus cons
trictæ ; nunc, vinclis exsolutis . domos , fora , jam est exercitus regerent. (Tá .
cito Annal. lib . III n . 33. ]
Es verdad que estos discursos se reputaron como inoportunos. Mas no
podrán negarse, como lo han hecho algunos eruditos modernos que no han
visto la cuestion sino por un solo lado , las severidades y rigores de las anti
guas costnmbres contra las mugeres. Su defensor Valer. Messalino decia:
Multa duritiæ veterum meliús et latiús mutata. ( Tácito Annal . lib. III nu.
meros 33 y 34 .
Por lo demas , si algo hay incontrovertible , es la inferioridad en que se
hallaban colocadas las mugeres, por la Religion y las constituciones políti.
cas de todas las naciones antiguas. Mr. de Maistre ha escrito sobre esta ma
toria , muy bellas páginas , que ha sostenido con el apoyo de autoridades irre .
cusables. [Ilustraciones sobre los sacrificios p. 422 y siguientes, ] Véase la
novela 21 de Justiniano .
(1 ) Véase á Valer. Max. sobre los envenenamientos de los maridos,
lib. II c. 5 n . 3. (año 422. ] Ciento setenta mugeres fueron condenadas á
muerte por este crímen. El historiador Appiano nos refiere, que durante las
guerras civiles , muchos maridos fueron vendidos y denunciados por sus es.
posas. (De bellis civilib . IV. 23.] Mucho dudo que puedan citarse, en el
curso de nuestra revolucion , [en Francia) semejantes abominaciones.
(2) En tiempo de Tiberio un defensor de las mugeres se vió precisado á
confesar, que habia pocos matrimonios, sin mancha : vix presenti custodia
manere illosa conjungia. ( Tácito Annal . lib . III n . 34. ]
-163
innundacion de malas costumbres pintada por los fi
lósofos, los historiadores, los satíricos, que obligó á
Augusto á buscar en las leyes políticas un remedio,
que no le daban las leyes de la familia , ¿no son prue
bas bien convicentes del estado general de la socie
dad ? ( 1 )
Pero volvamos á la tutela de las mugeres y siga
mos la marcha de sus degradaciones. Las personas que
tenian sobre las mugeres, potestad patria ó marital, po
dian separar la tutela legal, del agnado mas próximo,
dando á la muger un tutor testamentario. (2) Aun mas.
Los testamentos permitian á las mugeres escoger por
sí mismas el tutor que querian. (3) A veces tambien
queriendo recompensar los servicios de alguna romana,
por una ley escepcional, se le concedia este envidia
do (4) privilegio. Empero desgraciado de este tutor de

(1) Plinio refiere que vió á Lollia llevar á un festin , cerca de cuarenta
millones de sestercios en perlas , [lib. IX n . 58. ] Mas ¿qué era esto en com
paracion de los escesoe referidos por Tácito? ¿de aquellos espectáculos de
gladiatores, en que las mugeres ilustres se daban en representacion : femina
rum illustrium senatorumque plures per arenam fædati sunt [Annal. lib. XV
n. 32] ¿de aquellas fiestas infames, en que las mas elevadas imitaban el des
enfreno de las prostítutas en los inmundos lupanares: crepidinibus stagni lu
panaria adstabant, illustrtbus feminis completa [Annal. lib. XV n. 37] ¿de
los rcfinamientos de inmoralidad que el historiador no quiere referir sino
una sola vez , ne sopios dice , eadem prodigemtia narranda sint [Annal. lib .
XV.. n . 37] ¿de mugeres que se entregaban a los esclavos con tan ciego fu .
ror, que fué necesario en tiempo de Claudio, proponer al Senado castigos
contra ellas ? [Tácito Annal . lib , XII n. 53. ] ¿ de aquellos escandalosos des
órdenes, en fin, que se repetian con tal descaro. que hubo que hacer regla.
mentos para reprimirlos? Senatus decretis libido feminarum coercita : [id.
lib. II n . 85.) iRepresion vana ; ¡ Esfuerzos siempre ineficaces!
(2) Cayo I , 148 y 149 .
(3) idem 149 .
(4) Tit . Liv. lib. XXXIX. n. 19. Un Senado consulto de 566 concedió
este privilegio á Fescenia Hispala. que habia revelado la conspiracion de
las Bacanales.
--164-
opcion. ( 1) Desgraciado tambien el tutor tomado en
estraña familia ! No ejercerá autoridad sobre la muger ,
ella mas bien regirá la tutela. Ciceron ha dado á cono
cer este imperio de la seduccion, esta destreza femeni.
na para esquivar el freno de las leyes. (2 ) Llegaron es
tos tutores á ser casi inútiles. (3) Su complacencia hu
biera debido hacerlos suprimir, y por el contrario, ella
los salvó. Las mugeres que los subyugaban entraban
luego en acomodamientos con ellos. Dirigíanse todos
sus artificios contra los tutores legítimos cuya interven
• cion era mas severa y mas eficaz, (4) porque en su
cualidad de agnados tenian interes en la conserva
cion de los bienes dentro de la familia . ( 5) Las muge
res llegaron en parte á eludirlas por medio de un rodeo
legal, es decir de ventas ficticias que las libraban de la
tutela legítima, colocándolas bajo la nominal de un tu
tor fiduciario . (6)
Bajo Augusto, se agravaron las cosas. Lo que que
daba de real en la institucion recibió un gran golpe por
las leyes Pappia Poppea, que prodigaron las dispensas
de tutela á las mugeres libres madres de tres hijos, y á
las libertas que tuvieran cuatro, ( 7) En fin se conce
dieron escenciones por sola la buena voluntad del Em
perador, á las mugeres que no llenaban las condiciones
de la ley. (8)

( 1 ) Este es el nombre que llevaba. (Cayo I, 154.]


(2) Pro Murena n. 12. Véase á Cayo I , 190.
(3) Cayo I, 190 y 192.
(4) Cayo I , 192
(5) Idem .
(6) Cayo I, 114 .
( 7) Heinecio , lug. cit. libro II c. XI. Lo que se llamaba jus liberorum.
Ulpiano, Fragm . II , 3.
(8) Livia, esposa de Augusto, obtuvo el jus liberorun aunque no tenia
mas que dos hijos. (Dion. lib. LV. 2.) Heinecio lug. cit. n . 3 .
-165
Bien pronto la tutela de las mugeres, desvirtuada
por las escepciones y falseada tambien como hemos
visto, por el sistema de opciones, por el de tutores fidu
ciarios sufrió, bajo el reinado de Claudio, otro golpe
mas grave que todos los demas. Una ley exime á las in
genuas de la tutela legítima de los agnados, no dejan do
subsistir sino la de los patronos sobre sus libertas. ( 1 )
Era esto cortar toda la parte política de las tutelas y
desnaturalizar la idea originaria que la antigua cons
titucion les habia aplicado. La tutela quedó, sin em
bargo, no solo como auxiliar de la aristocracia de fa
milia , sino como salvaguardia contra la debilidad natu
ral de la muger. Cayo encuentra que aun todavía, po
dria dificilmente defenderse bajo este aspecto. (2) Con
tinuaron las mugeres en la necesidad , de un tutor para
los principales actos de la vida civil, como para obrar
en justicia, obligarse, enagenar sus bienes res manci
pi. (3) Pero desde la ley Claudia era este tutor, simple
mente dativo, ya fuese por el padre, por el marido ó ma
gistrado. ( 4) Cualquiera que fuese el menoscabo que in
firiese á la muger tal estado de minoridad, ellas la
aceptaban, porque lo que habian repugnado sobre todo,
era la ambiciosa é interesada tiranía de los agnados.
El beneficio de Claudio las puso en posesion de la prin
cipal libertad á que habian aspirado.

(1) Cayo I , 157, 171. Ulpiano, Fragm. XI, 8. Godofredo no ha com


prendido bien este punto de la Historia: [sobre la ley 2 C. Teod . de tutor.]
Cujac. lo ha penetrado mejor. Las Institutas de Cayo han hecho desapare.
cer el conflicto de opiniones, que contribuia á esparcir mucha obscuridad so
bre la ley Claudia. Mr. Vergé ha esplicado estas oscilaciones, en su diserta
cion sobre la tutela de las mugeres p. 87.
(2) I , 199 .
(3) Ulp. lug. cit, 27.
(4 ) Así se concilia la ley Claudia con los vestigios de tutela que encon
tramos mucho despuer.
-166
Tal fué el estado de las cosas hasta los últimos
emperadores paganos. Todavía se encuentran bajo
Diocleciano, vestigios de esta tutela degenerada. ( 1)
Empero Constantino la abolió en 321 , y dió á las mu
geres mayores, derechos iguales á los de los hombres,
in omnibus contractibus jus tale habeant QUALE VIROS (2)
Justiniano hizo desaparecer hasta la memoria de su
antigua dependencia, borrando de sus compilaciones
cuanto pudiera recordarla.
En el año de 321 , consagrado por Constantino á
dar al Cristianismo tantas pruebas de su adhesion, (3)
y memorable sobre todo por su ley sobre las manumi
siones, (4) dió este prícipe á las madres el derecho ge

( 1 ) Fragm . vatic. 325 , 327. Antes de él , en el reinado de Antonino, Pru.


dentilla, muger de Apuleyo compró una hacienda, con la autorizacion de
Cassío Longino , su tutor, tutor, auctor, mulieris. Apul , Apología, Edicion
de Nisard , p . 260 .
(2) Liy unic . C. Teod. de his qui veniam etatis: y ley 1. 5 1. C. Just .
mismo tit. Godof. dá á esta ley la fecha del an. 324.
Se ha pretendido que Constantino abolió la ley Claudia, y restable
ció la tutela legítima de los agnados , sobre las mugeres. (Heyn . lug. cit . al
fin . Cuyác. sobre la ley 3. C. de legit tutor. ) Mas esta opinion , adoptada por
Mr. Vergé en su disertacion sobre la tutela de las mugeres (p. 88. ] me pa
rece inverosimil. ¿ Cómo creer que Constantino restableciese esta antigualla
de la aristocracia, cuando usa de un lenguaje tan distinto en la ley de 321 .
La ley 3. del C. de leg. tut. que ha servido de fundamento á la conjetura de
Cujae é Heinecio , no habla mas que de la tutela de la muger impubera, en
estado de pupilage , En vano quiere decirse que ha sido alterada por Tribo
nio, porque esto no es mas que una vana alegacion . La ley 2 del C. Teod.
de tu toribus et curatoribuc no prueba tampoco esta thesis. Si se convina con
la 3. del C. de legit tutor resultarà que la ley Claudia al abolir la tntela legi
tima de los agnados, sobre las mugeres, llegó , por una desmedida estension,
hasta separar a los agnados de la tutela legítima de las impuberas; y que
Constantino les dió este derecho sobre las mismas impuberas. ( Véase á Ca.
yo I. 157.)
(3) Véase el tit. del C. Teod, de Judæis L. 4 C. Teod. de episcop. L. I.
C. Teod . de feriis .
(4) L. I. C. Teod . de manum ni Elessia .
-167
neral de tomar parte en la sucesion de sus hijos. ( 1 )
Pronto demostraremos la importancia de esta innova
cion que se desarrolló mas y mas, bajo los emperadores
Cristianos: innovacion memorable, por la que la muger
contrabalancea los derechos dados al parentesco mas
culino, y que rinde á la naturaleza una de sus mas sa
gradas prerogativas.
Entre tanto, no podemos menos de reconocer en to
do esto, el influjo que en su tránsito iba dejando él Cris
tianismo, que en su moral y en su culto ha dado á la
mujer un papel tan interesante . El sin duda no ha crea
do, esto seria decir mucho, pero ha precipitado el mo
vimiento de que acabo de hablar. El lo ha regulariza
do y consumado. Es en efecto digno de notarse que des
de que se estendió el Cristianismo, tomaron las muge
res en la vida activa, una posicion que nunca tubieron
bajo el dominio del patriciado romano, ni bajo los prime
ros Césares. Se sabe lo que le costó á Agripina, haber
querido dar al imperio, el primer ejemplo de una mu
ger mezclada en la direccion de los negocios de su pa
tria (2) Mas el Cristianismo debia necesariamente tem
plar estas ideas de esclusion, y sacar á las mugeres de
la situacion inerte á que las preocupaciones naciona
les las condenaran . Todos los testimonios amigos y ene
migos nos demuestran que la relijion cristiana, se va
lia principalmente de la influencia de las mugeres, pa
ra penetrar en el mundo pagano, y llegar hasta el ho .
gar doméstico. (3) Aquí, los divorcios por razon del Cris.
( 1 ) Véase et C. de sucecion.
( 2 ) Tacit. Annt. XII. 37 Tiberio que veia las tendencias ambiciosas de
las mugeres de su siglo mulicbre fastigium , se opuso : moderandos dice
feminarum honoras. Tacit. Annal I. 14.
( 3) Véanse los testos al capítulo precedente tomados particularmente de
Tertuliano y Orígenes. Una señora romana , fué quien recogió los restos de
San Pablo, degollado en Roma.
-168—
tianismo; ( 1) Allí los mártires; comunmente las conver
siones debidas á su celo; por todas partes su presencia
y decidida vocacion. ¿Qué faltaba, pues , para darnos
una prueba irresistible, de la parte que tomaban en la
revolucion moral que agitaba los espíritus? Es eviden
te que semejante trabajo de persuacion y resistencia,
que tal entusiasmo de proselitismo ageno de los hábitos
pasivos, aumentó estraordinariamente la influencia de
las causas que llevaron á las mugeres hacia la indepen
dencia. Constantino y sus sucesores, supieron muy
bien lo que hacian, cuando las dotaron de tan sábia
emancipacion. En ellas recompesaron unos auxiliares
influyentes, y quisieron que participasen de los benefi
cios políticos de la relijion cristiana, ya que habian
contribuido á preparar los progresos, y podian aun fa
vorecer su desarrollo.
Convengo, sin embargo, en que otras influencias,
anteriores ó posteriores á la llegada del Cristianismo,
pudieron tal vez mezclarse en esta elaboracion. Puede
ser, tambien , que el contacto de algunos pueblos estran
geros , que no conocian la tutela de las mugeres, sucita
se dudas, sobre la legitimidad de la institucion romana.
Aunque en este particular no se debe llevar muy allá la
exageracion, porque Cayo nos dice que casi todos los es
trangeros tenian sistemas que se aproximaban, y que
aun en algunos pueblos estaban sometidas las madres
bajo la autorizacion de sus hijos puberos. (2) Sin embar
go, lapropagacion de las ideas orientales por la Siria, y
sus hombros eminentes, no deben ponerse en olvido, por
los que quieran estudiar con imparcialidad los hechos que
han dado á la muger un valor personal, mas grande.

( 1) Tertuliano véase el c. precedente.


(2 ) Cayo , I. 193 : Dice plerumque.
1
+

-169
Bajo los Cesares , Sirianos y Africanos no cesamos de en
contrar mugeres mezcladas en las intrigas del Gobierno :
Julia Domma, muger de Septimo Severo y Siriana de
nacimiento , ( 1 ) la artificiosa Mæsa origen de la fortuna
de sus dos nietos Heliogabalo y Alejandro Severo, (2)
Sæmias , madre del primero , que se atrevió á sentarse
en el senado al lado de los cónsules . (3) Es verdad que
á la muerte del tirano, la augusta asamblea , para ven
gar un ultrage que se habia visto obligado á devorar,
dió un decreto que escluia para siempre de su seno á
las mugeres . (4) Por esto Mameé , madre de Alejandro
Severo , no pretendió nunca, este vano y peligroso ho
nor, pero daba los ministros á su hijo, y colocó cerca de
él al célebre jurisconsulto Ulpiano (5). Algunos años
mas tarde, Zenobia , pensó en la separacion de las pro
vincias romanas de Oriente , y demostró á Galieno y al
Senado que despreciaba, que una muger puede tambien
vencer, y gobernar . (6) Graves en verdad son estos he.
chos, y anuncian la próxima invasion de un elemento nue
vo, en los destinos futuros de la humanidad . Empero no
constituyen todavia la manifestacion regular ; son mas
bien preparaciones parciales y combatidas , son como
unas corrientes pasageras , que rinden su tributo á la
idea que solo el Cristianismo ha realizado completa
mente. Abrid los libros, vosotros detractores de la Reli
gion Cristiana ; leéd las sátiras de los politeystas con .
temporáneos de sus progresos , y decid ¿cuál es el prin

(1 ) Gibbon, t. I , p. 305.
(2) Id. t. I , p . 335 , 346 y 350.
(3) Id . t . I , p . 351.
(4) Id . id .
(5) Id. p . 347 , 351 .
(6) Id . t . II p . 212 y sig . En la misma época reinaba Victoria , en la Ga.
Ilia insurreccionada . Pollion , Hist. August. p . 200, y Gibbon .
22
-170
cipal reproche que se le hace? De haberse apoyado
principalmente en la influencia de las mugeres: mulie
ribus credulis, mulierculas imperitas. ( 1) Recorred luego
los libros de sus intérpretes y propagadores. A quien se
dirigen muchas de sus elocuentes páginas? A las muge
res. Las obras de Tertuliano confirman esta verdad.
Entre las cartas de S. Gerónimo, hay algunas que tie
nen por objeto, responder á las mugeres que le consul
taban, sobre el sentido de las Escrituras.
Y en efecto, en el sistema del cristianismo tiene
la muger una mision que llenar; debe trabajar como el
hombre, para el servicio del señor, (2 ) tiene la misma
dignidad que el hombre (3) y si le es inferior en fuerza
le aventaja en fé, y en amor ( 4) Preciso, era pues, que
saliera de aquella inutilidad á que la habia reducido la
antigua Roma, encerrándola en una vida monótona y
estraña á la marcha del movimiento social. (5) La nue
va doctrina la obliga por el contrario, á exortar á
obrar, á usar de su ascendiente comunicativo, á to
mar parte en los combates de los mártires, á subir, en
fin , imtrépida como ellos, al cadalso. Asiste al foro .
al pretorio, cerrados ántes á su sexo, porque es preciso
que sepa hablar alli, defenderse, y arrostrar la segur de
la justicia pagana. Arrojada ahora en medio de la vida
militante, debe conserbar su puesto, con la intrepidez
de un héroe y fervor de un misionero. Si es esclava, se
( 1 ) Véase el pasage que hemos citado de Origenes coutra Celso, y á Cha.
teaubriand, Ensayos, t. II p. 160; y la nota 2 p. 165.
(2) San Pablo á los Romanos c . XVI . 6 , 12 , á los Galat c . III , n . 28 .
(3) San Pablo á los Corint . c. VII , 4 y 14 San Mateo, c. XIX . 5 , 6. S.
Gerónimo carta 84 insiste tambien en este particnlar.
(4) San Mateo c. IX . 22 , XV , 28. XXVI . 7 á 12.
(5) Caton lo dice espresamente : Si sui juris finibus matronas contineret
pudor, quæ leges hic rogarentur abrogarenturve, non decuit . [Tit. Liv .
XXXIV . c . 2. )
-171
la verá fuerte contra el dueño que quiere envilecerla;
esposa será la intérprete de la fé para su marido, y ob
tendrá su cariño, ó sabrá soportar sus resentimientos.
Madre , viuda, virgen, en todas las posiciones, tiene
nuevos deberes que cumplir. La caridad, será principal
mente su herencia, y se convertirá entre sus manos, en
una rama de la administracion de la primera sociedad
cristiana. ( 1 ) Habrá en la Iglesia dignidades para ella,
y como diaconisa estará encargada (cosa inaudita hasta
entonces) de una parte de la instruccion. (2) Participará
del apostolado, y predicará á las mugeres revestida de
un carácter oficial.
He aquí si no me engaño, un sistema completo de
emancipacion é igualdad. He aquí una existencia ente
ramente nueva, que aparece, no por algunos raros ac
cidentes, sino por una práctica constante y cuotidiana.
Por lo demas, que este sistema se apoyase en ciertos da
tos anteriores ó contemporáneos; que fuese ayudado
por una especie de predisposicion que favorecia el ani
quilamiento ó la modificacion de todo género de servi
dumbre, es lo que no se podrá disputar. Pero que argu.
mento, se podria sacar de aquí, contra la influencia cris
tiana? ¿No es por el contrario, uno de los méritos del
cristianismo, haber sido la espresion de las tendencias
y de las necesidades contemporaneas? ¿No fué el , quien
apesar de todos los precedentes generalizó la idea de la

( 1 ) San Pablo , I. á Timot . c. V. n. Io .


( 2) Concilio 4. ° de Cartago . De la instruccion de las mugeres . Veánse
sobre las diaconisas las novelas de Justiniauo: nov . 3. c. 1. nov. 6. c. 6. nov .
123 c. 3. Tomassin . part . I. lib . I , c . 52 : y part. II lib . c. 43. Y muchas
otras leyes del C. Teod . tit. de Episcop . como las leyes 20, 22, 27, 28, 37 y
44 ; con el coment . de Godof.
-172
emancipacion razonable de la muger, ( 1 ) asomada sin
duda, en otras civilizaciones, bosquejada por algunos
grandes talentos como Platon , (2) pero nunca abrazada
con tanta profundidad, ni con tan sinceras y prácticas
consecuencias? No nos admiremos, pues de que el pri
mer emperador cristiano, fuese él primero en proelamar
la igualdad de la muger, ni de que el último legislador
del Imperio, cristiano como él , no haya querido que sus
códigos llevasen la marca de una antigua y vergonsoza
sujecion.
Entre estos dos príncipes se colocan acontecimien
tos que demuestran que la muger supo elevarse á la al
tura de sus nuevos destinos . Hubo mugeres que sostu
vieron los imperios, otras que los convirtieron . Las hubo
para la cultura de las letras , para las aventuras mas
asom bros as , para las sublimes renuncias religiosas , pa
ra todas las cosas, en fin, que alimentaron el gran dra
ma de la edad media . Pulcheria ( 3) proclamada Empe
ratriz , sin parte en el imperio de oriente, unia á las vir
tudes de virgen cristiana , el génio de un soberano . (4)
Eudoxia . la elocuente esposa de Teodosio el jóven , hi
zo brillar sobre el trono los talentos, las letras , la cari
dad, y fué tan grande en la desgracia como habia sido
pura en su elevacion . (5) Placidia madre y tutora de Va
lentiniano III gobernó el occidente durante la larga in
fancia de su hijo, y en medio de las intrigas de sus ge
( 1 ) Digo razonable , porque el Cristianismo ha querido conciliar la emam.
cipacion de la muger, con ciertos deberes inherentes á su naturaleza; por
ejemplo la obediencia marital. [San Pablo I. , á los Corint, XI , 8 , 10.]
(2) Republic . lib . V. Juzga que la muger es digna de participar la educa.
cion fuerte del hombre.
(3) Veánse las admirables páginas de Mr. de Chateaubriand . t. II. p. 169
y sig. Mas sobre todo es indispensable consultar las cartas de S. Gerónimo.
( 4 ) Gibbon t. VI. p. 186, 295.
(5) Id. t. VI . p. 192.
-173_
nerales, y de las formidables invasiones de los Vánda
los y de los Hunnos. ( 1 ) ¿Y qué diré de la aventurera Ho
noria, (2) de esta hermana de Valentiniano, que conci
bió el atrevido proyecto de abrir el camino del imperio
de Atila, ofreciéndole su mano?
Ya las mugeres marchaban á la cabeza de su siglo,
dirigian los grandes sucesos, y figuraban en el primer
término de la historia de su pais, que ellas conducian,
agitaban, ó pacificaban .
Y sin embargo, ¡ véase cuanto cuesta armonizar las
costumbres y las leyes! En la época sobre que acabo de
echar esta rápida ojeada, si las mugeres habian salido
de tutela, si estaban investidas de derechos de sucesion
mas estensos, si ocupaban en la familia un lugar mas
elevado, no habian todavia llegado á la capacidad ge
neral de ser tutoras legales de sus hijos. En vano vemos
á la cabeza del imperio, á Justina, madre y tutora de
Valentiniano, (3) y á Placidia. Las madres no podian te
nerla tutela de sus hijos, sino en virtud de una permision
especial. (4) La tutela seguia considerándose como una
carga viril , (virile munus] que no podia caer segun el
derecho, en manos de las mugeres (5) En 390, Teodosio
el grande publicó una constitucion sobre la tutela de
las madres, pero no hizo ningun progreso notable en el
estado de las cosas. Se decia que la madre no era apta
para reclamarla sino en defecto de tutor legitimo, si
ella era mayor, y prometia no volver á casarse. (6) Pa
ra encontrar el verdadero momento, en que se operó en

(1 ) Id . p . 212 ,
(2) Gibbon , 315 , 316 y 31 %
(3) Id. t. v . p . 282 y 123.
(4) Neratio L , 18. D. de tute is .Papin . I. 26 , D. de test . tutel.
(5) Cayo 1. 2. D. de regulis juris y Pothier Paudect t. II . p . 92. n. 5.
(6) L. 4. C. Teod . de tutorib.
--174-
favor de la muger, una revolucion , es preciso ir hasta
Justiniano, reformador mas radical que sus predeceso
res. Este emperador fué quien dió la tutela legal y de
pleno derecho a la madre y á la abuela. ( 1 )
Notábase aun , un atraso embarazoso, en lo que
respecta á la autoridad maternal . Inútil será decir que
el antiguo derecho no tenia en cuenta á la muger, para
confiar a la madre una potestad civil sobre sus hijos.
Esta no tenia con respecto á ellos, sino los derechos que
le dá la sola naturaleza, sin el socorro de la ley escri
ta [2] Asi no solamente no tenia ningun usufructo legal
sobre los bienes de los hijos menores, [el código civil,
ha generalizado solo, este atributo de la maternidad ; la
edad media, y el mismo derecho comun consetudinario
no se elevaron hasta este punto] sino que el hijo que
queria casarse , no tenia necesidad del consentimiento
de la madre. El punto de partida del primitivo derecho
romano, era que los hijos de matrimonio, no estaban en
la familia de la madre, que no eran hijos de familia, si
no
en la del padre; que la madre no era capaz
de potestad, ni aun con respecto a sus hijos natura
les. [3]
Las nuevas ideas religiosas tubieron por resul.
tado la introduccion de graves modificaciones en un sis
tema tan estraño a las nociones naturales de respeto
y cariño ácia la madre . Lo que he dicho, há poco, de la
sucesion nos dá una prueba convincente. Pero con res
pecto al consentimiento para contraer matrimonio, no
se restablecieron los imprescriptibles derechos de la
maternidad . Los que dieron el impulso moral á la so
( 1 ) Novel . 118. c. 5 .
(2) Véase un ejemplo en Tit . Liv . lib . XXXIX . c . 10, y 11 .
(3) Cayo , I. Coment. 104. Ley 5. c . de adopt.
--176
ciedad, parecian haber dudado ellos mismos, antes de
formular reglas completas, sobre la intervencion del
consentimiento maternal . San Agustin no lo exije sino
para las hijas que no han llegado a una edad bastante
abanzada para guiarse por si mismas. En cuanto á
aquellas cuya edad es suficiente indicio de prudencia y
discernimiento, les reconoce S. Agustin una libertad ab
soluta para elegir esposo. [ 1 ] Puede decirse que hasta
el siglo 6.º no asentó la Iglesia sobre este paticular, las
reglas que han sido la base del derecho moderno. Justi
niano pudo aprovecharlas, pero no contemos con sus re
formas en esta materia. El esposo de la cómica Teodo
ra, el que habia preferido la mano de esta muger, á las
lágrimas y deseos de su madre Vigilantia, se guardó bien
de tocar á unas leyes que habian favorecido su pasion.
El derecho antiguo subsistió hasta el fin . [2] Estaba re
servado a las legislaciones nacidas bajo la influencia
del cristianismo, el consagrar en favor de la madre las
prerrogativas que ella obtiene de la naturaleza
Hasta aqui he hablado de la muger en sus relacio
nes con sus tutores legítimos y dativos, ó con sus hijos.
Réstame decir algo de la potestad marital
Se sabe que entre los romanos, no era este poder,
una consecuencia del matrimonio. La muger no entra
ba bajo la potestad de su marido sino cuando ella ó sus
autores lo consentian
Ya he dicho, cuales eran las atribuciones de esta
potestad: un derecho de propiedad [3] sobre la muger y
( 1 ) Epist , 233 , ad Benenatum. ,, Puellæ , fortassis quæ nunc non apparet,
appatebit et mater, cujus voluntatcm in tradendá filiá , omnibus , ut arbitrio
NATURA proponit. Nisi eadem puella in eaden 'ætate fuerit, ut , jure licen
iori, sibi ipsa eligat quod velit."
(2 ) Ynst. de Just. de nuptis.
(3) No podia el marido , sin embargo vender á su esposa, como podia ha
cerlo con sus hijos. ( M. Niebuhr. t. I. p. 324) . Mas la usu capia como una
cosa mancipi,
-176
sus bienes, un derecho de vida y muerte. [ 1 ] Sin embar
go, el tribunal domestico, en el que el marido juzgaba
á su esposa, no habia tenido mas eficacia, que la patria
potestad, para impedir los progresos de la relijion cris
tiana entre las mugeres. Tacito refiere que Pomponia
Grecina, muger distinguida, y esposa de Plantio, habien
do sido acusada bajo Neron , de supersticiones estran
geras, (superstitionis externe rea) que se suponian el

En cuanto a los bienes, la in manu era un título de adquisicion univer.


sal para el marido. (Cicer. pro Flacco, 34. y Topic IV . Cayo, II, 86, 90; III,
82 ; IV , 80. ] El marido era propietario de todos los bienes presentes y futu .
ros de la muger , que fallecia ántes sin dejar sucesion . Y no solo encontra
mos pruebas de esta verdad , ( de que parece han dudado alguuos) en los ju
risconsultos; Plauto hace alusion á ella en su comedia Casina.
,, Hoc viri censeo esse omne , quid quid tuum est." La muger podia,
cuando mas , tener , un peculio con la autorizacion de su marido lo que tam.
bien se prueba en este pasage de Plauto:
„ Nam peculi probam nihil habere addecet , clam virum .”
Cuando el divorcio se convirtió en una calamidad en Roma, se conoció
la necesidad de no dejar a la mujer despojada de su patrimonio. De aquí pro
viene que al tratarse el matrimonio, estipulaban sus parientes la restitucion
de su haber, por la caucion rei uxoriæ. Aulo- Gelio , nos atesta este hecho:
„ Servius Sulpicius in libro quem composuit dedotibus,tum primum cautiones
rei uxoriæ necesarias visum esse scripsit, cum Sp. Carvilíus.... divortium
cum uxore fecit. (IV , 3) . Mas tarde , se hizo estensiva esta idea á otras cau.
sas de disolucion de matrimonio , por ejemplo cuando tenia lugar por morir
primero el marido. Con respecto al régimen dotal , no tenia lugar sino en los
matrimonios á que no acompañaba la manus. En el principio, la dote perte.
necia al marido irrevocablemente . (Ley I. D. de jure dot. Mas tarde el de.
recho de propiedad del marido, recibió alteraciones parecidas a las de que
acabo de hablar con referencia á Aulogelio . Despues , bajo Augusto, se pro
hibió al marido vender la dote sin consentimiento de la esposa. La absoluta
incapacidad de enagenar, pertenece al tiempo de Justiniano.
Por lo demas , en la época de Ulpiano. aun se observaba la regla de que
el marido que sobrevivia á su esposa, hacia suya la dote , escepto en dos casos
1.0 Cuando el padre de la difunta habia constituido la dote; porque en
tonces se efectuaba un retorno legal en su provecho.
2.0 Cuando se estipulaba por cualquiera de los contratantes una devolu
cion convencional. ( Ulp. VI , fragm , 4.5 .)
( 1 ) Valerio Máximo refiere la severidad de Egnatio Metello , que hizo
-177
el cristianismo, fué sometida al juicio de su marido. [ 1 ]
Plantio, segun la antigua costumbre,) reunió los pa
rientes de la familia, se informó de su crímen y vida, y
la declaró inocente. [2] Aun no habian comenzado las
persecuciones, pero pronto empezará á correr la sangre
de los mártires.
Pero si Plantio hubiera hallado culpable á su espo
sa, hubiera podido, en esta época, conden arla á muerte!
Es verdad, y yo lo repito, que desde los tiempos mas re
motos tenia el marido este terrible derecho sobre su es
posa que estaba bajo su potestad in [manu .] Pero dudo
que bajo Neron se conservase . Paréceme que desapa
reció con el derecho de vida y muerte sobre los hijos,
cuyo orígen era el mismo. Los ahorramientos de la cla
se servil de los hijos de familia y de las mugeres, consti
tuyen tres movimientos que marchan de frente y bajo la
influencia de unas mismas causas.
Por los divorcios se señaló el resentimiento de los
maridos contra sus esposas convertidas al cristianismo.
Tertuliano(3) no habla de otras venganzas. Eran ellas
insuficientes en un tiempo en que el divorcio parecia no
ser sino un accidente ordinario en el matrimonio.
matar á su esposa por haber bebido vino . [Lib . VI . c . 3 , n . ) El marido , de
cia Caton , es el juez de su esposa , tiene sobre ella un imperio absoluto . Au
lo- Gelio X. 23. Plinio XIV , 13 , 14. Tacilo Annal 32. Montesquieu , Espíir.
tu de las leyes , 40, 7. c. 10. Mr. Niebuhr, t . I. p , 324, nota 635. Pothier
Pand , t . I. p . 23. n . 21 .
Tambien , encontramos en Tacito , un marido perseguido , por no haber
hecho uso de lapotestad legal contra su esposa , que se habia inscripto en el
registro de las mugeres públicas. Quod ultionem legis omisisset . [Anna,
lib . II . n . 85. ]
Tito Livio trae [lib . XXXIX, n . 18] un hecho curioso , pero que no ha
ce relacion , sino à la ejecucion de las sentencias pronunciadas por los jueces
públicos contra las mugeres. Véase á Dionisio de Halicarnaso, XI , 4.
( 1 ) Mariti judicio permissa .
(2) Annal , lib . XIII . c. 32 ,
(3) Tertul , Apolog. 53 ,
23
-178
Por lo demas la potestad marital, esta adquisicion
á título universal, por el marido, de la esposa y de todos
sus bienes, estaba léjos de ser general. La confarrea
cion de que era la consecuencia [ 1 ] habia casi caido
en desuso, y participaba de la suerte del culto antiguo
pagano, al que se adhiriera. [2] La coempcion, otra fuen
te de la potestad marital , era mas frecuente sin dula;
Cayo nos habla de ella como que estaba en rigor en su
tiempo. [3] Pero habia tantos matrimonios por lo mé
nos, sin coempcion, y en que quedaba la muger fuera de
potestad, como otros acompañados de esta forma civil.
Las mugeres se inclinaban á las uniones desnudas de
las solemnidades de la coempcion por diversas razones .
Las unas para conservar la propiedad de sus bienes y
y aprovecharse de la facultad del divorcio: [ 4 ] las otras
por espíritu de religion , á fin de vivir en menor depen
dencia de sus maridos paganos: porque los matrimonios
mistos se multiplicaban y empezaban á llamar la aten
cion de los padres de la iglesia. (5) Por otra parte, á me
dida que se hacia mas considerable el número de los
cristianos, mas se celebraban sus matrimonios con las
ceremonias del nuevo culto, (6 ) y desde el momento en
que la religion les imponia su sello, se hubiera creido du
dar de la plenitud de su potestad, si se les hubieran
agregado las fórmulas de la coempcion mal miradas ya
( 1 ) Supra, c . III . primera parte .
(2) Tacit. Annal lib . IV . n . 16. Omissa confarreandiassuetudine, aut in
ter paucos retenta . Es as últimas palabras esplican porque Cayo habla como
considerándola aun en uso . I. Comm 112.
(3) I. 113 .
(4 ) Para formarse una idea de la importancia que daba á la muger , el re
gimen de la separacion de bienes, con su marido, es preciso ver en Aulo
Gelio las quejas de Caton . [XVII. c. 6. ]
(5) Tertul . ad uxorem. San Pablo se ocupa de este particular, I. ad Corint
c . VII.n. 13 .
( 6) Supra c. VII de la segunda parte de esta obra,
-179—
como paganismo. Sucedió, pues, que el poder marital se
perdió con las formas civiles de que emanara. Las muge
res llegaron a un grado de libertad desconocido den la ma
yor parte de los sistemas de legislacion . Podian disponer
de sus bienes sin autorizacion de sus maridos, y fueron
enteramente independientes de esta autoridad , por lo que
concierne á sus parafernales. [ 1 ] En una palabra la au
sencia de la potestad marital fué de derecho comun, y las
mugeres consiguieron el fin , que Caton les habia acusa,
do, de perseguir en el tiempo de su mayor dependencia
á saber, de ser libres é iguales á sus maridos. ,,Omnium
verum libertatem , imo licentiam desiderant.... et equari
postremúm viris. [2] Aquí, [preciso es reconocerlo] el
principio disolvente ha ido muy adelante. La reaccion
contra el sistema de la potestad ha traspasado eviden
temente los límites legítimos. Pero es preciso no acu
sar al cristianismo, que al promulgar los justos derechos
de la muger, no perdió jamas de vista el punto hasta
donde quiere la naturaleza que lleguen estos dere
chos. [3] En parte estuvo la falta del lado de la institu
cion romana, porque en lugar de unir su suerte al ma
trimonio, quiso ser independiente y prefirió adherirse á
un zeloso formalismo.
Pero ya vendrá mas tarde el derecho consuetudina
rio á restablecer el equilibrio. Entonces la potestad ma
rital aparecerá, no tiránica y violenta, no identificada
con materiales formalidades tomódas fuera del matri
(1 ) Ley 61. c. de revoc . donat et passim.
(2) Tito-Liv . lib . XXXIV. n . 2 , 3 .
(3) San Pablo: La muger fué formada del hombre I. ad Corint , XI , 8.
Sobre la autoridad que el hombre tiene sobre ella , véase lug. cit . n. 10,
y á Timot. c. II. n . 9 y sig.
San Agustin defiende la autoridad del marido. ,, Nihil de tua veste , nihil
de tuo auro et argento , vel quacumque pecunià sine arbitrio mariti facere de
buisti" Epist . 199,
-180
monio sino moderada, protectora, afectuosa, insepara
ble del vínculo conyugal , é innalterable como él.
CAPITULO X.
De la sucesion abintestato ( 1 ) .- Conclusion.
La legislacion de los decemviros habia fundado su
base del sistema de las sucesiones en la idea fundamen
tal que presidia a la constitucion de la familia ; idea
aristocrática destinada á realizar en el seno del hogar
doméstico, la potestad que Roma queria estender al
mundo entero.
La sucesion seguia pues, el vínculo de la potestad.
No se atribuia a la sangre, porque ya he dicho que la
sangre no constituia la familia romana . Se podia ser
pariente próximo, y aun hijo, sin ser por eso heredero
legítimo. No se podia ser heredero sino en tanto que se
estaba unido, por el lazo de la potestad civil, cuya or
ganizacion y resortes, ya he hecho conocer. El que sa
lia de esta comunidad por la emancipacion , perdia sus
derechos de sucesion , y no le quedaba sino el parentes
co natural, incapaz de conservarlos.
De aquí, tres clases de sucesores.
En primer orden, los herederos suyos, es decir, los
hijos ó nietos que están en la potestad del padre de cu
ya sucesion se trata. Poco importa que sean hijos por
adopcion ; están en la familia, con el mismo título que
los que lo son por nacimiento; allí permanecen por
efecto de la potestad, y suceden como sucederian aque
llos.
Las hijas bajo el poder de sus ascendientes suceden
como los barones, toman una parte igual , y no tienen
que temer ni la primogenitura masculina, ni la inferio
( 1 ) Paulo, Sent. lib. IV t. VIII, n. 3: Cayo, III, 1. y sig. ulp. Fragm ,
XXVI, 1. Montesquieu, lib. XXVII. c.
-181
ridad de su sexso . Muchas legislaciones antiguas, y en
tre ellas las de Oriente, ( 1 ) no se mostraban tan equita
tivas con respecto a las mugeres.
La esposa in manu, es tambien del número de he
rederos suyos. ¿No se la asimilaba á una hija ? [filie lo
co est. ]
Lo mismo se decia de la esposa bajo el poder ma
rital que del hijo bajo la patria potestad .
Tales son los berederos suyos. Llámanse suyos, por
que pertenecen al difunto, por la energía de la patria
potestad. Continúan su persona, (2) y son herederos
necesarios .
A falta de herederos suyos, pertenece la sucesion
al agnado mas próximo, que escluye al mas remoto. (3 )
Los agnados son los parientes, por varones; (4) son to
dos aquellos que estarian sometidos á la misma potestad
si existiese todavia el ascendiente mas antiguo. Este es
el parentesco que toma tan solo en consideracion la ley
á fin de conservar los bienes y sacrificios en las fami
lias. Pero notemos bien, que no subsiste , sino en prove
cho de aquellos que no han salido de la familia, por la
emancipacion , porque esta rompe el parentesco civil.
He aqui ya, sobradas esclusiones, engendradas por
la necesidad de respetar la potestad, y por un espíritu
de conservacion religiosa y aristocrática: esclusion de
los emancipados, aun cuando sean descendientes en
línea recta; entero olvido de todos los parientes por las
hembras.

( 1 ) Bodin, lib. V. “ En Persia y Armenia , la hija no llevaba de la casa


paternal, mas que muebles; costumbre que se observa aun en Oriente y en
casi toda el Africa .” Véase tambien á Justiniano, novela XXI.
(2) Ley 11 , D. de liber, et posth.
(3) Cayo III. Comm . 11 : y la ley de las 12 tablas.
(4) Id . 10, per virilis sexûs personas.
-182
No es esto todo. Entre los agnados, la diferencia de
sexo establece una diferencia de derechos. Véase co
mo :
La hermana es agnada de su hermano cuando es
salida del mismo padre, sucederá pues á su hermano.
La madre bajo potestad sucederá a su hijo que está ba
jo la potestad del padre , porque ella es en la familia hi
ja y hermana. ( 1 ) Mas el derecho de sucesion, se detie
ne para las mugeres en el grado de hermana. (2) Mas
allá no suceden . La tía, no sucede al sobrino. (3) La
prima no sucede al primo. El gusto desenfrenado de las
mugeres romanas por el lujo, y placeres dispendiosos,
les valió esta esclusion, que á lo que parece, no existia
en el primitivo sistema de las doce tablas, y fué una
imitacion de la célebre ley voconia. (4)
A falta de agnados se devuelve la sucesion á los
gentiles. (5)
Si nos colocamos en el punto de vista político, para
juzgar este sistema de suceder, se verá una fuerza de
concepcion, una intrepidez lógica, que no se puede me .
nos de admirar. Pero con respecto al derecho natural,
iqué de iniquidades aparecen en esta obra maestra de la
aristocracia !

( 1 ) Id. III. 14.


( 3 ) Id . JII. n . 14.
( 3) Id, III, 14-23 .
(4 ) Paul. Sent, lib. IV, t. VIII. $ 22: Just, Inst. lib. III. t II. de legit.
agnat, succes, $ 3; ley 58. c. Just. de legit. hæred. Véase sobre la ley Vo
conia lo que dice la Memoria de M. Giraud (Memoria del Inst., Ac. de cien
cias moral. y polit. Savants, etrangers. t . I. p. 559.) Esta ley no trata de la
sucesion legitima; no hace relacion si no á la capacidad de las mugeres para
heredar. Sostenida por Caton, no puede menos de llevar la marca de su in
flexible carácter.
(5) Cayo, III. Com . 17.
-183
Esto fué lo que hizo Cayo en una época en que la
antigua constitucion habia perecido; cuando la organi
zacion de la familia primitiva perdia mas y mas, sus
elementos conservadores, y su originalidad. (1 ) Asi pro
diga á la ley de las doce tablas sobre las sucesiones los
epitetos de estrecha é inicua. (2 )
Es muy curioso estudiar los reproches de Cayo.
Ellos nos demuestran los progresos del espíritu filosófico
bajo los Antoninos; pero tambien nos dán á conocer:
cuan atrás se habia quedado el racionalismo, ſpor muy
avanzado que estuviera en los antiguos códigos de la re
pública) con respecto al movimiento que iba bien pron
to á apoderarse de las ideas.
Véase, dice el jurisconsulto filósofo ¡ cuán limitado
é injusto es el derecho de las doce tablas! [3]
Los hijos que no están bajo potestad porque han si
do emancipados, ó por cualquiera otra causa, (4) no
suceden, por que no son ya de la familia: no son herede
ros suyos .
Los agnados que han sufrido algun cambio de esta
do, tampoco suceden, porque este cambio les priva de
la agnacion.
Ademas, si el primer agnado no adiese la herencia
los otros grados de agnacion no tendrán derecho a ella.
Cualesquiera otras agnadas, que no fueran las her
manas no tienen derecho alguno.
En fin los cognados, parientes por las hembras (5)
sufren la misma esclusion: de manera que la madre que
( 1 ) Escribió bajo Marco Aurelio.
(2) Strictum fuerit, III. 18. Hæ. juris INIQUITATES, id. 25.
(3) Cayo, III. 18 y sig.
(4) Cayo cita estas causas al n. 20.
( 5) Cognati qui, per feminini sexûs personas, necessitudine jungun
tur. Cayo, III, Com . 24.
-184—
no ha sido colocada en el rango de hija ó hermana, por
la manus ( 1) no sucede á su hijo, ó hija, ni vice-versa.
¿Habrá algo mas contrario á la equidad? ¡ iniqui
tates !
Ası habla Cayo, dándonos al mismo tiempo su pro
grama de reforma. Los elogios que prodiga al Pretor
por haberlo realizado, contrastan con su crítica, y mani
fiestan que sus deseos han sido satisfechos. Daré la paº
rafrasis de su testo. (2)
Desde luego el edicto pretorio llama a la sucesion
por el desviado medio de la posesion de bienes, á todos
los hijos sin distincion de emancipados ó no emancipa
dos. La emancipacion no rompe el lazo civil del paren
tesco entre el padre y el hijo. (3) El número de herede
ros suyos no se ha disminuid o.
Las innovaciones del Pretor, crearon una tercera
clase de sucesores. Perdiose la gentilidad en las revolu
luciones que afectaron las instituciones públicas. (4) Pe
ro en lugar de esta creacion arbitraria del derecho civil ,
destruida por el tiempo y por la fuerza de las cosas, (5)
colocan los pretores una clase de sucesores cuya voca
cion emana del parentesco natural, de solo el lazo de la
sangre .
¿De quien se compone! Primero de los agnados
emancipados pues si bien han perdido el parentesco ci
( 1 ) Ciceron, en su oracion pro Cluentio, habla de Sassias, madre de
Cluentio, como de su heredera áb intestato; 15—19. Sassias ocupaba en la
familia de su marido el lugar de hija? filie loco .
(2) III. 26 á 35.
(3) Modestino, l. 1 , § 2. D. quis ord. Ulp. lib . 3. D. Si tab. test. null.
El Pretor daba la posesion de bienes, llamada unde liberi.
(4) En Snetonio se encuentran algunas huellas de esto. Véanse las vi
das de César, I. de Cláudio, XXV; y de Vitel, II,
( 5) Cayo, III. 17.
-185
vil, conservan el natural que debe tenerse muy en cuen
ta, pues que un agnado, que ha permanecido tal, les es.
cluirá por el poder de la agnacion apesar de que su gra
do de parantesco sea mas lejano.
Segundo: cualesquiera otras agnadas que no fueran
las hermanas, eran llamadas en este tercer grado. Su
cedian á falta de herederos suyos y de agnados.
Tercero: los agnados que siguen al mas próximo
que ha renunciado la herencia eran rechazados por el
derecho antiguo, pero el pretor los admitió como pa
rientes, y los colocó en la tercera clase de sucesores.
Cuarto: de esta manera tambien acoje a los parien
tes por las hembras, á los cognados tan desdeñosamen
te olvidados por la ley de las doce tablas, tan impia
mente inmolados á la conservacion á los bienes, del
nombre, de los sacrificios.
Quinto: y los hijos a quienes la adopcion coloca en
una familia estranjera, pero que están ligados á la na
tural , por la sangre.
He aquí el cuadro de las innovaciones del pretor
segun las reasume Cayo. Ellas son ingeniosas; son un ar
te sútil que conservando siempre las tres clases de
creacion aristocrática, encontró un medio de dar un lu
gará la familia natural , escluida primitivamente por la
civil. La sucesion natural encontró proteccion, y la le
gislacion no la rechaza . Ya éste es un gran esfuerzo , un
resultado feliz .
Pero es la última espresion del complemento filo
sófico ?
No, en verdad! y sin embargo Cayo queda satisfe
cho. Parece creer que todas las iniquidades del antiguo
derecho fueron suficientemente corregidas. [ 1 ] No lleva
( 1 ) III. Com. 25. Hæ juris iniquitates eilicto pretoris emendate sunt.
24
-1864
mas allá su ambicion , y cesa en sus críticas.
Empero ¿nada quedaba que hacer, cuando la equi
dad no es colocada sino en el tercer órden? ¡Cuando no
Se la permite mostrar sus derechos, sino en el caso que
las concepciones del derecho civil , no encuentren ina

teria en que intervenir ?


¡ Qué! ise ha dicho todo, porque se ha consentido al
parentesco natural, hacer oir una voz tímida en el solo
caso en que falte ó se abstenga el parentesco civil? Se
rá que la equidad deba quedar siempre subordinada ?
¿será que el derecho nunca es imperfecto, sino cuando
el elemento civil , se ha transfundido en él?
Mas el jurisconsulto Cayo, cualquiera que fuera
la superioridad de sus talentos, estaba muy enlazado
con las ficciones del derecho civil, y preocupaciones de
su educacion pagana, para elevarse á las ideas que el
cristianismo solo, podia hacer sensibles. [ 1 ]
Examinemos en efecto, los vacíos que existen to
davia.
Hé dicho que las hijas heredaban de sus padres.
Pero sus hijos tendrán parte en la sucesion de este úl
timo? La repuesta es triste en verdad. Los hijos de las
hijas no nacen nunca en la familia de su abuelo mater
no: no tienen con respecto á el sino los lazos de cogna
cion, y nada de agnacion. No son herederos suyos ; tam
poco son agnados, y asi el pretor no los llama sino en
tercer lugar, es decir, á falta de tios ó tias, ó bien faltan
do estos, á falta de todos los agnados. Hasta aquí llegan
sus beneficios !!.... Pero este paliativo, que satisfacia
á Cayo , será insuficiente, bajo los Emperadores cristia
(1 ) Su corazon, era ademas, tan frio como el de un geometra . Véase,
por ejemplo, I. Com. 53. in fine, la razon que dá de la benéfica inodificacion
de la suerte de los esclavos .
-107
nos, arrastrados ácia el derecho equitativo por la grande
antorcha que brilla sobre la sociedad, mientras que las
otras luces se apagan poco á poco. Valentiniano el jó
ven, prefiriendo la voz de la sangre á convinaciones ar
bitrarias, llamará los hijos de la hija, á suceder al abue
lo materno conjuntamente con los herederos suyos de
este último, y á recoger los dos tercios de lo que hubiera
recogido la madre ! ( 1 ) Hé aquí ya, á los nietos, por la
madre, que atravesando de un salto, la clase de agnados
se incorporan entre los herederos suyos!
Sin embargo, el derecho de los agnados, no será to
dabia enteramente borrado . Los nietos admitidos en el
primer orden y como herederos suyos, tendrán sin duda,
la preferencia sobre los agnados, que forman el segun
do orden, pero no los escluirán completamente, pues les
dejarán la cuarta parte de la sucesion. Reservó Valenti
niano la cuarta á la agnacion, [2] antigua base de la
familia romana ante la cual, aun al mutilarla, se incli
naban los novadores!
Pero este respeto á las preocupaciones no detendrá
á Justiniano.
En efecto, este príncipe quiso que los hijos de la hi
ja representarán completamente a su madre, tanto con
respecto á los herederos suyos; [3] como á los agnados
(4) Entonces fué cuando se puso a la naturaleza en en
tera posesion de sus derechos.
En cuanto al Occidente, á donde no se dirijieron
las leyes de Justiniano, operaron las costumbres lo que
no habia podido la legislacion . Porque vemos por las
( 1 ) L. 4 , C. Teod. de legit hæred; y el comentario de Godofredo.
( 2) Godof. sobre esta ley.
(3 ) Nov. 18, €. 4 ; 118, c. 1 .
(4) Ley últ. C. de suis et legit. hæred ..
-188
fórmulas de Marculfo, que allí se precabian contra el
concurso de herederos suyos y agnados, por medio de
testamentos, y codicilos cuyo objeto era asegurar á los
nietos, derechos iguales á los de la madre ( 1 )
Otro vicio capital del sistema celebrado por Cayo;
La madre que estaba in manu no podia ser agnada
de sus hijos, ni estos lo eran, con respecto ella. [2] Ade
mas la madre no tenia herederos suyos, porque era in
capaz de ejercer la patria potestad. No habia pues su
cesion legítima recíproca entre la madre y sus hijos. So
lo el pretor venia en socorro del parentesco natural,
llamando estas personas a la cabeza del tercer órden ,
es decir á falta de agnados. [3] Se seguia de aquí , que el
parentesco civil, tenia una marcada ventaja sobre el
mas sagrado de los parentescos naturales. La madre
era escluida de la sucesion de su hijo, por los tios y so
brinos agnados: los hijos no venian á la sucesion de la
madre sino á falta de sus hermanos consanguíneos, ú
otros agnados .
Es verdad que el senado consulto Orficiano, dado
bajo Marco Aurelio y Commodo, [ 4] habia ido mas allá
de estas invenciones del pretor, en lo que concierne á
los hijos por que los habia llamado á la sucesion mater
nal, con esclusion de todos los agnados. Convengo en
que era este un homenaje tributado al parentesco natu
ral, y que esta gran acto de justicia precedió al reinado
de los emperadores cristianos. Pero tambien es preciso
( 1 ) Marculf. lib . II. c. 10. Vice - Consanquinitates causa.
(2 ) Cayo, lib. 196. § 1. D. de verb. signif. y en sus instit. III. 24–111
(3 ) Ulp. Fragm . lib. XXVI, 7. ¡ Con este título nos representa Ciceron .
á Sassias, madre de Cluentio, como heredera ab intestato de este ? ( Pro
Cluentio, 15, 19. )
(4) Ulp. Fragm . I. XXVI n. 7. Justiniano Inst. De Senatuse. Orphit .
-189
confesar que era el mas fácil de todos, porque cuando se
trata de hijos, ¿puede haber obstáculos que al momento
no se tratan de allanar?
Respecto a la madre el derecho civil habia igual
mente recibido algunos golpes, pero timidos. El senado
consulto Tertyliano [ 1 ] habia colocado en el número de
agnados, y acercado por consiguiente á la sucesion de
sus hijos, á la madre que disfrutaba el jus liberorum , es
decir, tres hijos cuando era ingénua y cuatro siendo li
berta. [2 ] Era esto un apendice de la ley papia Popea.
¡Política interesada que tenia mas lugar que la voz de
la naturaleza, porque las madres que no alcanzaban el
privilegio de tan gran fecundidad, quedaban relegadas
en el rango de los cognados!
Constantino emprendió una reforma y la aplicó por
una de aquellas leyes, que señala la historia, dedicadas
al sistema de fusion de las costumbres y legislacion. [3]
Si no fué tan léjos, como el gran reformador del siglo ses
to, Justiniano, es porque encontró muchos mas obstácu
los y contrarias opiniones. Recordemos que la agnacion
conservaba una parte de sn prestijio, que un resto de
ideas aristocráticas deslizándose hasta el seno de la de
mocracia seguia dando un valor exagerado a la conser
vacion de bienes dentro de la familia , y que era indis
pensable transijir con tales preocupaciones.
La constitucion de 321 [4] estableció que la madre
que no tubiera eljusliberorum quitaria á los tios agna
( 1 ) Dado bajo Antonino Pio (año 911.)
(2 ] Inst. de Senatusc, Tertyll.
[3 ] Godof. cita con este objeto las palabras de Nazario: “ Regendis mori
bus, frangendis vetiis, novæ leges constitutæ; veterum calumniose ambages
recisæ captandæ simplicitatis laqueos perdiderunt.”
[4 ] Ley I. C. Teodos. de legit, hæred. con el coment. de Godof. y la ley
2. c. Teodos. de inof. testamento, de 321 .
-190
dos, á sus hijos y nietos el tercio de la sucesion, esclu
yendo del resto, a todos los otros agnados, mas ó ménos
remotos. He aquí , ya generalizado el derecho de las
madres ! Ya son sucesoras legítimas por el derecho co
mun. La maternidad recibió al fin su consagracion en
las leyes ! No obstante , para compensar esta ventaja que
priva á la agnacion de una prerrogativa considerable ,
Constantino quiso que la madre , que tubiese el jus libe
rorum, no escluyese ya del todo, á los tios agnados, sus
hijos y nietos, sino que les dejase tomar el tercio de la
sucesion .
No se ocupaba esta constitucion del caso en que el
hijo dejaba hermanos consanguíneos. Valente arregló
este punto en 369, ( 1 ) y quiso que los hermanos consan
guíneos no emancipados, separasen en la totalidad á la
madre, pero que esta fuera preferida sobre ellos si eran
emancipados.
Velentiniano 3. O vino en 426 .
Placidia reinaba bajo su nombre . [2] Las costum
bres cristianas habian elevado las mujeres al imperio.
Las emperatrices cristianas, llebavan en sus leyes la
dulzura de las costumbres cristianas.
La madre escluirá como antes, á todos los agnados
mas remotos que los tios y sus hijos y nietos; mas cuan
do ella concurra con estos últimos á la herencia de los
hermanos, la division no será como la habian arreglado
Constantino y Valente ; será mas ventajosa. La madre
ora tenga, ora no, el jusliberorum , tomará los dos tercios
y dejará el otro al tio agnado: el jus liberorum se desvas
necerá en este caso, y todas las madres serán tratadas
bajo un pie de igualdad. (3)
[ 1 ] Ley 2. C. Teodos. de legit. hæred. y Godof.
[ 2] Gibbon t. VI . p. 212 .
( 3] L. 7. C. Teodos. lug, cit.
--1914
Si la madre concurre con un hermano consagui
neo, y este es emancipado, en lugar de ser escluido en
la totalidad por la madre, tomará el tercio. La emanci
pacion no le hará perder sus drechos enteramente, como
ántes. El lazo de la sangre lo retendrá por cualquier
punto, en la agnacion . (1 )
Si los hermanos consanguíneos no son emancipa
dos, la madre será postergada por ellos, en la totalidad,
aunque tenga eljus liberorum. ( 2) Por lo demas cuando
el difunto no deja sino hermanas consanguíneas, no tie
nen estas, como los hermanos, el derecho de escluir á la
madre que tiene el jus liberorum ; dividirán por mitad con
esta (3)
Este era el estado de las cosas cuando llegó Justi
niano. La equidad habia sin duda avanzado por las le
yes, cuyos principales rasgos, acabo de trazar. Con todo
aun se debatia con penosos esfuerzos con la superti
cion de la agnacion, del jusliberorum y de la emancipa
cion ; restos venerados de sistemas cuyo primitivo espí
ritu se habia perdido.
Comprendió Justiniano, que estas ruinas no servi
rian sino de embarazo, y despejó el terreno del derecho
natural por dos memorables constituciones de 528.
La primera tomando en consideracion a la natura
leza. respicientes ad naturam á los peligros, y penalida
des del parto, que someten á todas las madres, sin dis
tincion á unas mismas pruebas rechaza como una im
piedad impium esse las distinciones del jus liberorum. Las
mugeres que no tenian mas que un hijo, lo mismo que
las que tenian cuatro, las libertas, como las ingénuas
[1 ] Id .
[ 2] Inst . de Just . de Senatusc. Tert yll, $ 3 .
[ 3 ] Valontiniano III . I. 8. C. Teod. de legit. hæred . Inst. de Just. lug. cit.
-192
tubieron iguales derechos, y fueron llamadas igualmen
te a la sucesion de sus hijos, convirtiéndose el derecho,
pribilegiado en derecho comun . ( 1 )
Por la segunda constitucion, prefirió Justiniano la
madre á los agnados: todos fueron escluidos por ella.
La madre no tubo otros concurrentes que los hermanos
y hermanas del difunto: Entre ellos la cognacion fué
declarada igual á la agnacion y dió entrada á las
mismas prerrogativas. Si no habia mas que hermanos,
la sucesion se dividia por mitad , entre ellos, y la madre.
Si habia hermanos, se partia en porciones viriles (2)
Tal es la historia de las vicisitudes, por que pasó
la maternidad , para tomar en la sucesion el rango que
le asigna la naturaleza . Debelo, sin duda á un conjunto
de causas que el Cristianismo desemvolvió, como creo
haberlo demostrado en el Capítulo que trata de la con
dicion de las mugeres.
Veamos ahora, el destino de la emancipacion con
siderada como causa de disminucion de derechos á la
succesion. He dicho que la emancipacion rompia la agº
nacion y arrojaba al agnado a la tercera clase de suce
sores. Esta preocupacion duró largo tiempo. Hácia 498
ya se emprendió una reforma, pero no fué sino parcial.
Anastasio aseguró el derecho de agnacion , á los
hermanos y hermanas emancipadas que fueran admiti
das á la sucesion legítima, en concurrencia , pero no en
iguales partes, con los otros hermanos y hermanas que
dados en la familia . Los hijos de hermano emancipado
permanecian entre los cognados. (3)
[ 1 ] Inst. de Senatusc. Tertyll. $ 4. 1. 2. C. de succ, liber. Cuyac. sobre
esta ley .
[2] L. ult. C. de Senatusc. Tertyll. Inst , lug . cit , $ 5 .
[3] Inst. de Succrsione cognatorum . § 1 .
-1934
· La legislacion estaba pues, léjos de volver a la natu
raleza sus derechos imprescriptibles. Justiniano fué fiel
á su mision de reformador. Quitó todas estas diferen
cias, y la emancipacion no fue ya una causa de desi-.
gualdad. ( 1 ) Asi se elevaba el derecho poco a poco, á
condiciones mas equitativas y mas humanas, cada dia
derribaba un lienzo del antiguo edificio, pero tambien
traia cada dia al derecho natural, los materiales pre
ciosos para su reconstruccion.
Hé aquí otro ejemplo :
Como ya he dicho, las mugeres agnadas mas re
motas que la hermana no sucedian sino como cognadas .
Asi una tia era escluida por un agnado de grado mas
lejano. Esta desigualdad no agradó á Justiniano. Su
constitucion de 532. (2) fundada en la igualdad natural
del hombre y la muger, hizo desaparecer las diferencias
(3) impías (impiam diferentiam ) entre agnados y cog
nados.
Sin embargo, la distancia entre agnados y cogna
dos, aunque debilitada profundameute subsistía siem
pre . Justiniano siguió respetándola ; la prueba es que
cuando daba derechos á algun cognado privilegiado,
tomaba el pretesto de colocarlo en la clase de los agna
dos. (4 ) Esto fué lo que habia hecho por los hermanos
emancipados, ( 5) ó uterinos, (6) y por sus hijos ( 7). Pero
todo cognado que no habia sido elevado a la categoría de
agnado era postergado por un agnado mas romoto (8 ).
[ 1 ] L. 15 , § 1. 2. 3. C. de legit hered . (Año 534.]
[2] L. 14 C, de legit hæred .
[3] Esta thésis era una de sus favoritas. Vease por ejemplo, su novela 21 .
[4] Inst. de succes . cognat.
[ 5] L. 15 § 1. 2. 3. C. de legit hæred.
[6] L. ult. C. de Senatusc Tertyll.
[ 7] L. 14 § 1. C. de legit hæred .
[ 8] L. 5. C. de legit hæred :
25
-194
Empero bien pronto se cansó Justiniano de mar
char por este carril. Vió cuantos absurdos y anomalías
presentaban las nuevas leyes sobre sucesion ; por lo
mismo, sin duda que habian pretendido ingerirse en un
sistema que ya habia perdido sus ideas originales. Así
pues, destruyó toda esta trama. En lugar de tantos ele
mentos tan diversos y contrarios, echó los cimientos de
un sistema tan notable por su novedad y unidad como
por las humanas miras que realiza.
Este sistema está fundado en las leyes de la natu
raleza. El grado de afeccion entre los parientes regla
ahora el orden de sucesores. No es pues, ya el vínculo
de la potestad el que será tomado en consideracion , si
no el lazo de la sangre. El principio aristocrático desa
parecerá con la natural igualdad. En su caida comple
tará la ruina de las preferencias agnaticias. El parentes.
co uterino será tan sagrado como el consanguíneo ; en
él habrá parientes, no habrá agnados.
Desde entonces y por una marcha simple y natural
la sucesion será debuelta en primer orden a los des
cendientes, ora estén en potestad, ora sean suijuris. La
patria potestad no será admitida á reclamar la premi
nencia sobre las cosas que el hijo difunto, poseia en
plena propiedad.
A falta de descendicntes, sube la sucesion á los as
cendientes, sin que la paternidad de privilegio sobre la
maternidad: si existen hermanos y hermanas, se divi
dirá la herencia entre estos y los ascendientes.
Cuando falten ascendientes, marcha la sucesion co
lateralmente ; y allí se sostiene en mano de personas es
trechamente unidas al difunto por los lazos de la sangre,
No se distingue ni de sexo ni de procedencias de bie
-195
nes. Las lineas masculinas y femeninas se confunden,
se igualan. ( 1 )
Tal es el sistema concebido por Justiniano y sus
consejeros: sistema el mas filosófico y mas perfecto que
jamas se haya formulado, y que seria bastante por si so
lo, para absolver á este Emperador de los reproches que
se le han dirigido. Esta bella creacion ha sobrevivido
á todos los golpes de la barbarie, á la resurreccion del
principio aristocrático durante la edad media, y á los
intereses tan vivos y poderosos de la feudalidad. Nues
tro código civil se ha apoderado de ella, y es sin duda
esta su mas bella página. Es el programa de las opinio
nes mas liberales, y mas sabiamente progresivas.
Pero, como en un siglo en que tantas cosas decli
naban se elevo Justiniano á tanta altura? Esta cues
tion no me parece dificil de resolver.
En el siglo 6.º todos los resortes de la antigua ci
vilizacion estaban enteramente ó gastados ó rotos; los
estudios griegos que habian pulido á Roma y formado
sus grandes génios se habian estinguido por la supresion
de la famosa escuela de Aténas, (2) patria literaria de
Ciceron y Horacio. El politeismo exalaba su último
aliento con la muerte voluntaria de su último re
presentante , el patricio. Phocio. (3) En el orden polí
tico, la aristocracia romana habia descendido todos los
escalones, y su imágen borrada en todas partes, hacia
lugar á la igualdad de obediencia bajo el reinado de
uno solo. Ella que habia impuesto su espíritu esclusivo
y tenaz á las instituciones religiosas políticasy dogmáti

[ 1 ] Novela 118 año 540.


[2] Por Justiniano. Año 529. Gibbon, t. VII. p. 316.
[3] Gibbon, t. IX . p. 76.
-1964
cas sin esceptuar nada, se encontraba a su vez arrojada
de todas partes
En medio de esta disolucion, solo quedaba en pié
un elemento ; el cristianismo. Sus progresos, y sus hom
bres eminentes, manifiestan suficientemente su energía
¿Que fué de las ciencias en Alejandría y en Beri
te ? No son mas que escuelas de Teología ! .... cual
es ahora el carácter de las leyes? Leed los primeros tí- .
tulos del código de Justiniano: De suma Trinitate, de
Episcopis et Clericis !!.... Cual es la ocupacion favori
ta del Príncipe? Discutir las materias eclesiásticas, y
aplicarlas un espíritu activo y sutil. ( 1 ) Del cristianismo
pues, viene el movimiento, ya sea en el orden moral ya
en el político.
A mas, si es cierto que una época toma del elemen
to que la domina , el principio de sus modificaciones, no
busquemos mas allá del cristianismo las principales cau
sas de las trasformaciones que acabamos de recorrer.
El es quien descompone y crea: él es quien al lado del
principio disolvente pone los elementos de reorganiza
cion. Contrayéndonos al punto de vista especial de la
sucesion, ¿no es cierto que el cristianismo, al hacer de
la humanidad una gran familia , (2) ha igualmente es
trechado con mas fuerte vínculo el lazo del parentesco;
y que en sus ideas de igualdad y mutua afeccion, han
debido disiparse las distinciones entre aquellos á quie
nes nos manda amar igualmente ; y por consecuencia
entre las líneas masculinas y femeninas?
Sin duda, mientras los hábitos aristocráticos hicie .
ron inclinar la balanza hacia la masculinidad, mientras
que los intereses públicos hacian estraviar las costum
[ 1 ] Id . t. IX. p. 71 y siguient.
[2] ¡Projimos! Que bella espresion !
--1974
bres, estas grandes ideas de igualdad natural, estuvie
ron comprimidas y embarazadas en su desarrollo. Per
manecieron largo tiempo ineficaces, y su marcha fué lar
ga y trabajosa .
Empero tan luego como la descomposicion de la fa
milia antigua, allanó el camino del legislador, el espíri
tu sábiamente fraternal del cristianismo, debió preva
lecer esclusivamente, y el orden de las sucesiones, que
siempre refleja el principio social dominante, se regló
sobre los afectos puros de la naturaleza, cuya sancion es
la moral cristiana.
los que quieran' buscar en una abstracta y filo
sófica perfeccion, el origen de la ley de sucesion de
Justiniano, les preguntaré á mi vez, ¿como es que la fi
losofia , enteramente sola, pudo obtener este triunfo ba
jo un príncipe que puso los filósofos á las puertas de Até
nas ; y que fué sobre todo un ardiente y entusiasta teó
logo? Luego me será permitido indagar, si en el Oriente
ó en la Grecia, hubo alguna escuela que formulára an
teriormente, la doctrina de Justiniano. Por mi parte , yo
no la conozco. Aristóteles habia dicho que la amistad
es mas fuerte de arriba abajo , que de abajo arriba, y
y que en consecuencia se inclina hacia la misma sangre
hacia el mismo origen. (1) Pero no era lo dificil conocer
y espresar estos sentimientos de que está tan penetrado
el vulgo como el filósofo, sino despojarlos de toda in
fluencia política y circuncribirlos á una práctica inde
pendiente y sincera; lo que nnnca se habia hecho ántes
del reinado del cristianismo. Filósofos antiguos hubo,
que nos dieron constituciones, aun algunas imaginarias:
Pero su génio ¡los condujo á esta verdad tan simple en
apariencia , tan dificil en realidad , de que los bienes de
[1] Ethic. ad Nicom . lib. VIII. c. 12.
-198
ben trasmitirse siguiendo la marcha de las afecciones
de la familia? Conocemos las leyes de un gran número
de pueblos de la antigüedad, monarquicos, aristocráti
cos y democráticos, ¿ columbraron mejor, esta base de la
sucesion , segun el orden natural ? El Oriente no nos dá
en sus leyes sobre sucesion ; sino esclusiones y desi
gualdades. En Persia, Armenia y Africa , la hija no lle
vaba de la casa mas que muebles. ( 1 ) La Judea no esta
ba tan distante de la naturaleza, pero tambien sacri
ficaba á influencias que rompian el lazo de las afec
ciones é igualdad de los sexos: las hijas no sucedian
sino á falta de varones. (2) Por lo que respecta á la
Grecia, damos en Aténas un paso hácia un órden me
jor; pero hay todavía que pagar el tributo á exigencias
políticas que falsean la verdad natural.
Las hembras heredan , pero con la dura condi
cion, de casarse de buena ó de mala voluntad, con el
pariente mas próximo; (3) no pueden casarse con otros
En Mileto era necesario que comprasen el derecho de
suceder, por una obligacion de otro género, la de con
traer matrimonio con un pobre. (4) Asi, por todas par
tes se encontraba colocada la muger, en una condicion
inferior. Por una parte, la monarquía y la aristocrácia
para conservar en la familia los bienes inmuebles , que
la daban esplendor; por el otro la democracia republi
cana para mantener la igualdad de bienes inmolaban a
la muger á combinaciones arbitrarias, y todas tres se
[ 1 ] Justiniano nov. XXI. Bodin lib. V.
[2] Num. c. XXVII núm. 1.y sig.
[3] Demosthenes, contra Boeot. Platon, Repub, 1. VIII, Bodin lug. cit.
Montesquieu, lib. V. c. 5. Samuel Petit, leges atticæ lib. VI. en la Juris
prud. romana et attica. Heinecio. t. III. p 576.
[ 4] Bodin, lug. cit.
--199_
daban la mano, para que prevaleciera el interes políti
so sobre los eternos sentimientos de la equidad, y del
afecto,
La creacion de Justiniano , es verdaderamente ori
gínal. Pero no es un descubrimiento casual de un talen
to superior á su siglo. Es una obra, preparada desde
ochocientos años por el trabajo incesante del cristianis.
mo, y nacida en una época en que el cristianismo, era
todo. Si Justiniano hubiera encontrado en pié, y en su
energía la patria potestad, y la inferioridad legal de las
mugeres, įhubiera podido construir á priori un sistema
de sucesion, que no tiene en cuenta el lazo ficticio de la
potestad, que coloca al hombre y á la muger en una
misma línea? No, mil veces no ! Para llegar á un resul
tado no oido hasta entonces, y que hubiera asombrado,
no diré á un Caton, enemigo retrogrado de la emanci
pacion de las mugeres, pero si á un Cayo, filósofo crí
tico de las doce tablas, seria preciso que la patria potes
tad , raiz de la sucesion romana, hubiera sido arranca
da de la altura de sus prerogativas civiles; y ya he pro
bado que el cristianismo la habia cortado por su base,
para acercarla á las condiciones del derecho natural. Era
necesario tambien que la muger, saliendo de la depen
dencia de sus agnados, hubiera sido realzada en el mo
vimiento social ; y ya consta que el cristianismo aceleró
la hora de su independencia, y puso su influjo entre los
mas poderosos, ( 1 ) Por el cristianismo cayeron las ideas
del antiguo derecho. Ya hemos visto entrar por la vía
que abrió, á los hijos de la hija , aunque no estén bajo
potestad, á la madre á quienes siempre faltára el requi
sito de aquella potestad: á los hermanos y hermanas sa
[ 1 ] Placidia y Theodora contribuyeron a las leyes de Valentiniano III
y de Justiniano.
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lidos por la emancipacion , de la potestad: á los herma
nos y hermanas uterinas, colocadas en adelante ante los
agnados: y á las mugeres agnadas, ademas de las her
manas, que una preferencia injusta despojaba por los
varones .

Desde entonces, ique queda de los antiguos elementos


de la familia ! que fué del antiguo ídolo de la agnacion
tan falseada , tan bastardeada y desnaturalizada! Justi
niano no tenia que dar sino un solo paso, para llegar á
la verdad. Su mérito está en haberlo dado. El Cristia
nismo le proporcionó las premisas , y él con su buen sen
tido, sacó las consecuencias. Fué grande en esto, por
que fué hombre de su siglo. Cuando hasta este príncipe
la voluntad del legislador habia mas ó ménos transigido
con las opiniones romanas y paganas es preciso conce
derle la grandeza de haber estado por las ideas nuevas.
Por ahí entró poderosamente en el porvenir; y á esta ho
ra aun le pertenecen los tiempos modernos. ( 1 )
[ 1 ] Habia reglas particulares para la succesion de los libertos.
En línea recta, la sucesion de los libertos se reglaba como la de los
ingenuos. Los hijos del liberlo, concebidos despues de la manumision, eran
sus herederos naturales. En cuanto a los nacidos anteriormente, permane
cian en la degradacion servil, y para nada se contaba con ellos. Justiniano
fué el primero que les dió los derechos de filiacion y declaro aptos para su
ceder. Si este principe se alaba con alguna hinchazon de su hamanidad por
esta clase desgraciada, ¿no es esta una justicia que se tributa á si mismo ,
por la que otros encontraron en el? [a]
Mas cuando no habia herederos suyos iquien debia suceder? Aqui no
se encuentra la clase de agnados; el liberto no podia tenerlos; no estaba liga
do con los lazos naturales sino con los esclavos, en cuya clase habia nacido,
y de donde le sacara una mano compasiva. La ley de las XII tablas deferia
su sucesion á su patrono; á su patrono, á quien oonsideraba como á su ag
nado, á causa del beneficio que le habia dispensado. [b] El patrono excluia á

[a] Inst. de grad ., § 10 .


[h] Cayo III, 40.45 . Ulp. fragam . XXXIX , núm. 1 ,
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Pero, forozso es decirlo, se han encontrado juriscon
sultos bien poco sensatos , para adherirse á esta parte
admirable de los trabajos de Justiniano. Uno, italiano
llamado Gaudenzio Paganini , ha perseguido á este Prín
cipe, con las mas amargas diatribas por haber abolido
las leyes de la agnacion, ( 1 ) y haberse mostrado favora
ble al derecho de las mugeres. Paganini infatuado como
muchos otros con la superioridad de la jurisprudencia
clásica, sobre las leyes de Justiniano, lleva la lógica de
su sistema hasta el estremo de resucitar en los tiempos
modernos, las opiniones de Caton, esforzándose en pro
bar que las leyes de agnacion son de derecho de gen.
todos los colaterales que el lazo de la sangre podia unir al liberto: porque
los colaterales no podian ser sico esclavos que con el liberto no tenian sino
ụn parentesco servil, inútil siempre para la sucesion. Los emperadores
cristianos, no cambiaron en nada este estado de cosas: la esclavitud perma
neció en pie; y llevaba consigo todas sus consecuencias. Sin embargo, ino
era alentar las manumisiones el asegurar recompensas á los que las conce
dian?
Las madres libertas no tenian herederos suyos. Sus hijos no eran jamas
obstáculo al patrono. [c] El Senado-Consulto Orphitiano habia moderado
este rigor, [4 ] y los emperadores cristianos lo dulcificaron mas y mas. Pero
el patrono siempre mezclaba sus derechos con los de los hijos. Justiniano los
liberto de esta concurrencia contraria á la naturaleza. [e]
En cuanto á los esclavos, preciso es confesarlo, en ninguna época, ni
aun bajo Justiniano, hubo sucesion para el esclavo. En vano el triunfante
cristianismo, introducia por este lado el derecho natural en las institucio
nes; este derecho encontraba obstáculos insuperables, cuando se trataba de
llegar hasta los esclavos. Faltaban grandes reformas que introducir, para
que este derecho se humanizase é hiciese enteramente cristiano.
[ 1 ] V. el Thesaurus Meermanni, t. II p. 701. y 711. Paganini escribió
en 1638. Combiene leer su disertacion sobre las leyes que escluyen å las mu
geres, p . 711. c . 10 .

[c] Ulp. fragm . XXXIX . 2, 3 .


[d] Ulp. L. 1 D. ad senatusc. Tertyll, y Orphit.
[ e] Inst. de sucess liber. § 3 ,
26
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tes, y que Justiniano al igualar el parentesco femenino
con el masculino, se apartó del derecho divino, ( 1 ) de la
razon , (2) y de las tradiciones de los emperadores cris
tianos !!! ( 3 ) Luego le prodiga epitetos llenos de des
precio , Dice que su argumentacion para igualar las
mugeres á los hombres (4) est profecto feminea et imbeci
llis. Ademas lo llama uxorius y pretende que esclavo de
su esposa Teodora, no hizo tantas cosas en favor de las
mugeres, sino con el fin mezquino de agradarla. [5]
Esta disertacion de un erudito del siglo 17 un po
co olvidado ya, no mereceria ser sacada del polvo, si no
hiciera mas que espresar una idea individual. Pero des
graciadamente se adhiere á un sistema, muy acredita
do en una escuela que se dice esclusivamente clásica
porque ha tomado la tarea de denigrar á un príncipe del
Bajo Imperio, á espensas de los jurisconsultos del siglo
de los Antoninos. [6] Esta escuela que ha hecho, yo lo
reconozco, grandes servicios a la literatura del derecho,
los ha practicado tambien muy malos á su filosofia . Ha
hecho de la jurisprudencia de este siglo (privilegiado
por el gran número de sus hombres eminentes) un tipo
[!] Probado segun el con las leyes hebraicas c , 1 .
[2] C. 12 .
[3 ] C. 14 .
[4 ] L. penúlt . C. de legit hærea; y la nov . 21 .
[5] En su disertacion de Justin . seculi moribus ( Meerman , t. II. p.
Fol. c: 32 p . 708 ).
[ 6] El gran Cujacio no cayo en estos estravios sistemáticos; hizo el
clegio de Triboniano sobre la ley 1. C. comm legat,et fidei y ley úlr. C. Ju
re dotium : continent , dice, hablando de esta última ley , multa nova ét pe
rutilia. Tribonianus sane fuit maximus jurisconsultus. Hæc laus ei erip i
non potes', idque mostrant leges que ob eo sunt editae sub nomine Justi
niani . Nam plenisime sunt erudictionis et prudentié legitimæ. Quamobrem
sum omnibus autor, ut omnes Justiniani constituciones perlegant, diligen
ter que perscrutentur.
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fuera del cual , no hay sino decadencia , de modo que si
le prestáramos fé , habria que poner el código, civil bajo
las institutas de Cayo. Cuando esta escuela tomando al
gunas de las diatribas de Francisco Hotman ,( 1) se di
rigió a la forma, que griegos poco diestros le dieron al
derecho , su triunfo fué completo . Pero cuando pasó de
la forma al fondo y con el mismo espíritu de crítica,
comparó las ideas, tomadas en su esencia , son deplo
rables sus aberraciones . (2) Lo digo lleno de conviccion ;
[ 1 ] l'ease su Anti - Triboniano, ó discurso sobre el estudio de las leyes,
“ Es un monton de retazos de piezas , tomadas ó estractadas de los libros y
escritos de estos últimos jurisconsultos greco latinos. No hay en todo este
fàrrago ningun tratado, ó discurso entero sino trozos mutilados y recogidos
sin ninguna ligazon . Dice asi-Estos retazos están tan interrumpidos y mal
convinados que mas bien parecen despropósitos &c.
Debo notar que Hotman ha ido mas allá que la escuela clásica. Porque
si esta denigrą á Justiniano y Triboniano, admira por lo menos á los juris
consultos del siglo de los Antoninos. Mas Hotman , en su mal humor, no
perdona á nadie. Su Anti - Triboniano es una sútirá virulenta que compuso
cn 1567 á instancia del canciller De l’Hopital , para apartar los ánimos del
estudio del derecho romano y dirigirlos hacia las leyes y costumbres france
sas. Declara la guerra à todo el derecho romano, y es el padre de los antiro
mancistas, Africano, Javoleno, Modestinno, Ulpiano, estos venerados nom
bres de la escuela clásica no son para el mas que un conjunto de estrange
ros, griegos, sirios, africanos que habiéndose injerido en la jurisprudencia
se dedicaron principalmente á morder á los antiguos. y comunmen

sc encuentran tan embarazadospara declarar en buen latin , lo que quieren


decir que casi siempre hay que suplir la mitad” fc. [c. 12.]
El Anti - Triboniano se escribió en frances. El odio de Hotman hacia
Cujacio, y el deseo de agradar á L'Hopital, le inspiro esta obra. Es un ci
rioso librc , que Gibbon , se lamenta con razon de no haber podido proporcio
narse.

Pero el veneno picante que contiene no escusa el defecto de imparcia


lidad y de inteligencia historica de su autor. Hotman , en calidad de Anti
Tribonianista he tenido numerosos partidarios en Alemania. [ Heinecio de
secta Tribon . t . III. p . 176.]
[ 2] Cuando el presidente Fabre, este adversario ardiente de Triboniano
creyò haber sorprendido al consejero de Justiniano infraganti delito de in
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esta escuela ha sido idólatra de la forma. Há marcha
do hacia atrás todo el trecho que separa al cristianismo
del paganismo. Há sido culpable para con la filosofia
que ha sacrificado al arte ; para con la ciencia que ha
acusado de haber retrogradado. Creo mostrar un ejem
plo convincente en los escritos de Paganini. ¡Que em
presa mas desgraciada, que la de empeñarse en defen
der teóricamente el privilegio contra el derecho comun !
¡ Que tesis mas falsa que la que nos acaba de señalar
como una decadencia con respecto á las legislaciones
aristocráticas, una legislacion que proclama la igualdad
de todos ! ¡Que pequeñez en la perspicacia de un escri
tor que se esfuerza en esplicar por la debilidad de un
príncipe para con su esposa, no una ley caprichosa, y pa
sagera, sino la consagracion de un derecho sazonado des
de largo tiempo, por las costumbres, y aceptado por los
pueblos mas adelantos en civilizacion ! En fin ¿que podré
decir de la fascinacion de un sábio que agota todos los
recursos de su erudicion para poner á Justiniano en opo
sicion con la ley divina y cristiana, precisamente cuan
do este príncipe no hacia otra cosa que realizar las
grandes miras del cristianismo?
¿Y de donde proviene tan estraño error?
De un mal ya antiguo, y señalado por nuestro sá
bio cólega M. Cousin , en sus lecciones de filosofia . Esto
es, que el cristianismo es muy poco estudiado y muy poco
terpolacion, esclamo lleno de indignacion Novun Triboniani facinu s. En
tendámonos sin embargo. Alterar las obras de los grandes escritores, tales
como Papiniano, Paulo, Ulpiano, es sin duda, un atentado literario, y puede
perjudicarse á la historia del derecho. Pero, pues que un método deplora
ble, condenó á Triboniano á servirse de aquellos fragmentos, ¡no era indis
pensable ponerlos de acuerdo con una jurisprudencia nueva superior á aque
lla de que habian sido Intérpretes? Y bajo este punto de vistano vale mas
que los testos sean ménos puros y el derecho mas equitativo?
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comprendido, ( 1) Porque la filosofia cristiana, tan clara,
tan simple y persuasiva, es sin embargo, ménos conoci
da de los literatos y gentes de mundo, que la de muchos
visionarios dela antigüedad. Sin embargo ella es la ba
se de nuestra existencia social: alimenta las raices de
nuestro derecho ; y vivimos aun mas por ella, que por las
ideas escapadas de la ruina del mundo griego y romano.
[ 1 ] T. I. [2. leccion ] p. 54. curso de 1829 á 1830.

FI N.
1
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