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Por supuesto que sí y al mismo tiempo se ve ineficaz ante los diferentes reclamos
que podrían existir, ante lo cual, no es capaz de brindar soluciones de orden
institucional, iniciándose por lo tanto el conflicto social que desencadenara en una
protesta como presión o finalmente como última salida del sector afectado en sus
aspiraciones y que recurre a ésta para conseguirla.
Entonces por un lado estará el “derecho a la protesta social” (sociedad
organizada) y por otro la “criminalización de la protesta social” (gobierno de turno),
convirtiéndose en una lucha de intereses entre el gobierno y las organizaciones
sociales. Esta afectación al Estado de derecho, resulta –a partir de la gravedad o
no del conflicto- peligrosa para la subsistencia del gobierno en casos extremos ya
que se puede quebrar incluso el orden institucional establecido, por lo que el
primero ve como legitima criminalizar la protesta en un afán de evitar conflictos
mayores.
Desde un punto de vista eminentemente jurídico, SI; una conducta que encuadre
en los elementos del delito (acción, tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad) le darán
un tinte especial a la protesta social, se tornara entonces en injusta y el Estado
mediante el gobierno tratará de penalizarla.
Este aspecto es muy peligroso, ya que el Gobierno tratara por todas las maneras
posibles de hacer que la protesta caiga en el ilícito; no es de extrañar la presencia
de infiltrados en las protestas que se dedican a crear un estado de malestar
marcado agrediendo, destrozando, golpeando, etc. Es ahí que ingresa el elemento
mediático mencionado en un principio y será este elemento que pondrá como
vitrina al resto de la ciudadanía mediante los medios de comunicación
gubernamentales, la actitud ya censurada de esos actores, sean infiltrados o no.
CASO BOLIVIANO
La Ley N° 246 de 31 de julio de 2012, “Ley de Seguridad Ciudadana para una Vida
Segura” promulgada por Evo Morales, abroga la Ley N° 2494 del Sistema de
Seguridad Ciudadana de 2003, crea el Observatorio Nacional de Seguridad
Ciudadana y las EPI’s policiales dándole a esta institución mayores facultades
para velar por la seguridad ciudadana y siendo el brazo operativo en su
implementación.
Así mismo queda como antecedente, la intención de crear un nuevo Código del
Sistema Penal que fue objetado por varios sectores, en el caso que nos compete,
fueron observados los Art. 293 y 294 referentes a los delitos de Sedición y
atribuirse los derechos del pueblo respectivamente que, para políticos y dirigentes
opositores en su momento, objetaron el tenor interpretativo que podría tener esos
Art. ya que criminalizaría la protesta. Finalmente, este Código fue abrogado por el
gobierno de Morales ya que estaba siendo utilizado como bandera política y las
movilizaciones estaban en aumento.
Craso error diaria yo, ya que el gobierno de Morales, se sintió tan seguro de la
lealtad de las instituciones que ejercen el monopolio de la fuerza que jamás pensó
que iban a actuar en su contra.
En el gobierno de la Sra. Añez, vemos de manera alarmante que la criminalización
de la protesta es la punta de lanza; recordemos que, de entrada, se apropia de la
maquinaria mediática estatal, censura los medios que podrían estar en su contra,
utiliza el marco normativo penal para acusar “sin ton ni son” a diferentes actores
políticos bajo el delito de sedición, atentado a la salud pública, terrorismo, etc. es
decir, difama, deslegitimiza y judicializa, ahí están presentes los 3 elementos para
criminalizar la protesta. Una acción maquiavélica por el lado en que se quiera ver,
“el fin justifica los medios” dirán en su lógica.
¿Es posible encontrar un punto justo entre los derechos que conlleva la
protesta social, frente a un sistema penal punitivo?
Aquí entramos ya a otro concepto que será el estado de indefensión de las partes
en conflicto, cada una reclamara para si el derecho que tiene al legitimo uso de la
fuerza en el caso del gobierno y el derecho a la protesta en el caso de los sectores
sociales movilizados. Estamos en un típico caso de contraderechos interviniendo
un tercero que será la sociedad “no participante”. La cuestión se complica ya que
en un Estado de Derecho se debe velar por el bienestar de todos.
Consideraciones finales.
Salinas M. Eduardo
POLITICA CON FUNDAMENTO