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¿Mis sueños o el sueño de Dios?

| En Su Gracia
Vivimos rodeados de voces que nos dicen “persigue tus sueños”, “lucha por tus sueños”, “cuida tus
sueños”, otros dicen “este es el año del cumplimiento de tu diseño profético”, “hay un rompimiento
para que tus planes se cumplan” y así sucesivamente.

¿Nos hemos detenido a escuchar este tipo de declaraciones? ¿No pareciera que el centro de la fe
cristiana es el hombre y no Dios? ¡Claro que sí! Es evidente que este tipo de aseveraciones ponen
al hombre como protagonista y centro de todo, y a Dios como uno que trabaja para que nuestros
planes se cumplan. Haciendo evidente un grave problema, no conocemos el plan de redención en
toda la Biblia, no hacemos teología bíblica, nos enfocamos en las historias por separado y no
vemos el plan maestro de redención de Dios para la humanidad.

¿Resultado? Hacemos malas interpretaciones de las historias bíblicas y torcemos las Escrituras para
sustentar este tipo de posturas, por ejemplo, la historia de José. ¿La recuerdas?

José tiene el sueño (que Dios le mostró) y lo comparte con sus hermanos que de
antemano ya estaban celosos de él y tenían intenciones de matarlo (Gn. 37:20).
Ellos le venden como esclavo a una caravana de Ismaelitas que iban rumbo a
Egipto (Gn. 37:25). Ya en Egipto, Potifar lo compra como esclavo para que le
sirva como siervo personal y mayordomo (Gn. 39:4). 

Ya en la casa de Potifar, por rechazar a la esposa de su amo, quien


recurrentemente se le insinuaba, José es falsamente acusado de acoso sexual e
intento de violación (Gn. 39:1-18). Potifar lo envía a la cárcel y allí Interpreta
los sueños del copero y del panadero y ambos sueños se cumplen. El copero es
repuesto a su posición delante del Faraón, justo como lo había predicho, (Gn.
40:21). José le pide al copero que se recuerde de él, pero este le olvidó (Gn.
40:23).

Luego de dos años de la reposición del copero, el Faraón tiene un sueño, pero
nadie puede interpretarlo y solo José logra interpretar los sueños del Faraón
(Gn. 41:30-32). Como resultado de esto, el Faraón lo hace gobernador de todo
Egipto para que sea mayordomo de sus bienes y preparar a la nación ante la
hambruna por venir (Gn. 41:40-41). 
El hambre y escases de alimento llega hasta donde está Jacob y sus once
hermanos y estos se ven forzados a ir a Egipto donde finalmente se desenlaza la
historia. José les acoge, les prueba, les perdona, se reconcilia, y rescata a su
familia, mudándolos a Egipto. 

Es en este momento (trece años después) es cuando vemos el cumplimiento del


sueño que Dios le dio José (Gn. 42:5). Es en este punto de la historia donde la
Biblia dice que por primera vez José se recuerda del sueño (Gn. 42:9). 
Sin embargo, en muchas ocasiones no seguimos leyendo la historia y no nos damos cuenta que el
Sueño de José no era “su sueño”, ni él tenía un plan ni una estrategia, no hubo ningún
“rompimiento” para que su diseño profético se cumpliera. 

Él reconocía y sabía que era Dios que había permitido todas estas dificultades para preservar la
vida de Jacob y sus once hermanos y que tenía el plan para seguir llevando a cabo la Gran Historia
de Redención. “Dios me envió delante de vosotros para preservaros un remanente en la tierra, y
para guardaros con vida mediante una gran liberación. Ahora pues, no fuisteis vosotros los que
me enviasteis aquí, sino Dios” (Gn. 45:7-8).

José reconoce que el sueño que tuvo no era suyo, ni que los hermanos interrumpieron sus sueños,
sino que toda esta historia era solo una pieza del plan soberano que Dios había orquestado. En
Génesis 50:20 José dice: “Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien para que
sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente”.  En esta traducción pareciera
que Dios reaccionó ante lo sucedido, sin embargo, en el hebreo, los verbos pensasteis y tornó son
el mismo verbo y están en el mismo tiempo, perfecto. Lo que se traduciría “ustedes pensaron para
hacerme mal, pero Dios pensó para bien.”

Dios, desde el momento que le da el sueño a José, tenía su plan soberano en acción. Así que, no
significa que Dios reaccionó y cambió las cosas, sino que Él había ordenado las cosas de antemano.
La Biblia no dice que José estaba persiguiendo su sueño, o que tenía en mente ver a su familia
postrada ante él sirviéndole, o que sus hermanos le dañaron sus planes. Lo que la Biblia sí dice es
que durante todo este proceso Dios estaba con él (Gn 39:2, 3, 21, 23).

Al final, vemos que no se trata de tus planes, tus sueños o tu historia, dejemos de poner la mirada
en nosotros pongámosla en Él. En nuestra historia de fe y en la Biblia hay un solo plan; el plan de
redención y salvación para los hijos de Dios por medio de Cristo Jesús, de manera que la tierra sea
llena de Su Gloria y Su nombre sea exaltado por la eternidad.

La historia de José termina, nuestra historia terminará, pero no la historia de Dios, el plan y los
propósitos de Dios se cumplirán. Proverbios 19:21 dice: “Puedes hacer todos los planes que
quieras, pero el propósito del Señor prevalecerá”. 

Por lo tanto, como el propósito de Dios siempre prevalecerá sobre mis planes, entonces rindamos
nuestros planes y sueños humildemente a que los designios y la voluntad de Dios que el espíritu de
nuestra oración sea como nos escribe el apóstol Santiago en su carta “Sin embargo, no sabéis cómo
será vuestra vida mañana. Sólo sois un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se
desvanece. Más bien, debierais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”
(Stg. 4:14 14).

Que Dios nos ayude a estudiar y entender la historia complementa de la redención. En la que nos
damos cuenta que no somos el centro de nuestra historia de fe. Que no soy “José” persiguiendo mis
sueños y logros personales, sino que hay una sola historia, la historia de redención y salvación que
cuenta con un solo protagonista desde el principio al final y Su nombre es Jesús.

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