Comunicado del Claustro de Profesores del Instituto de Filosofía de la
Universidad de Antioquia Mayo 4 de 2021 Hemos vivido durante estos últimos días una situación muy grave en el país. El gobierno del presidente Iván Duque presentó al Congreso de la República una propuesta de reforma tributaria absolutamente lesiva de los intereses de los grupos de la población más pobre y de la clase media. Esto motivó la convocatoria de un paro nacional que se inició el 28 de abril y que se ha extendido a lo largo de esta semana con grandes marchas pacíficas y hechos de violencia. Como Claustro de Profesores del Instituto de Filosofía consideramos que la reforma tributaria no fue solo el motivo que llevó al país a salir a un paro nacional, sino el detonante para que se produjera una movilización social masiva que articula otras exigencias más allá de obligar al retiro del proyecto del Congreso. Reconocemos legítimas estas exigencias. El gobierno nacional debe detener las propuestas de reforma que pretende hacer en el sistema de salud, el sistema pensional y la reforma laboral. El sistema de salud, a pesar de los esfuerzos de los médicos y enfermeras para atender a los pacientes con COVID, ha mostrado graves deficiencias, como se puede apreciar en su incapacidad para atender plenamente a todos los contagiados por el virus. Creemos que el gobierno debe implementar un programa de renta básica que le permita a todos aquellos que han perdido su empleo durante esta pandemia y a los menos favorecidos, tener unos mínimos recursos económicos para sobrevivir dignamente. Debe implementar políticas para el campo que hagan posible la mejora de las condiciones de vida de los campesinos, facilitando la compra de tierras y la venta de los productos agrícolas a precios justos. Debe también el gobierno de Duque implementar en su totalidad el Acuerdo de Paz y asegurar la protección de los ex guerrilleros. Es necesario que el gobierno desarrolle políticas públicas en pro del respeto por los derechos de las mujeres, las diversidades sexuales y disidencias de género. El gobierno debe destinar recursos adicionales para la educación superior a fin de garantizar la permanencia de los estudiantes en la Universidad. Es importante también que sea subsidiada la conexión a internet y la ampliación de su cobertura a efectos de garantizar el acceso de todos los estudiantes a la educación y a la información oportuna. Debe fomentarse un ambicioso programa de empleo que permita superar los altos niveles de pobreza y desigualdad a los que ha llegado el país. El Dane reveló la semana pasada que la incidencia de la pobreza en 2020 llegó a 42,5%, es decir 21.021.564 personas. Este aumento se debe en gran medida a la pandemia, aunque obedece también a factores estructurales, que no han sido enfrentados por este gobierno y los anteriores. Según el informe, 7.420.265 personas (15,1% de la población) no ganan lo suficiente para comprar los alimentos mínimos requeridos para sobrevivir, —la magra canasta básica de $145.004 por persona al mes— Es una situación insoportable para los más pobres, suficiente para acrecentar la indignación social y avivar las movilizaciones actuales. La movilización social es expresión de la indignación acumulada que se basa en razones presentadas en medios de información independientes y en respuestas emocionales de rabia ante la violencia infringida sobre la población civil. En ambos casos se trata de respuestas válidas que se basan en el reconocimiento del daño que el gobierno ha causado y sigue causando sobre la población civil. Nos referimos a los asesinatos de líderes sociales y ambientales, y a las ejecuciones extrajudiciales; y en las últimas dos semanas, a la violencia policial que busca menoscabar el derecho a la reunión y a la protesta social. En un contexto complejo como el actual, en medio de una pandemia, ¿qué incita a los cuerpos a salir a las calles? El miedo a la enfermedad es superado por la indignación o digna rabia ante las circunstancias actuales que no solo obedecen a la imposición de una reforma tributaria que lesiona la vida de la mayoría de la población, sino al rechazo generalizado de las condiciones que vulneran el derecho a la vida y el derecho a la movilización. El derecho a la protesta, a ocupar la calle y el espacio público es un derecho autónomo y en el contexto actual, produce un movimiento telúrico que está siendo atacado por la violencia de la fuerza pública y del ESMAD, cuyo fin es acabar las movilizaciones y las expresiones de protesta en el país. Basados en estas razones, como Claustro manifestamos nuestro apoyo a las decisiones de la Asamblea General de profesores y estudiantes de la Universidad de Antioquia y de la Asamblea Multiestamentaria del Instituto de Filosofía. Las movilizaciones son un mecanismo de protesta de la ciudadanía y de indignación frente a la violencia de la fuerza pública y del ESMAD. Condenamos el asesinato de 19 personas, 800 heridos y 87 desaparecidos, según el último informe de la Defensoría del Pueblo. Rechazamos las medidas represivas y violentas como las que están siendo documentadas en las redes y en medios alternativos de prensa como la ONG Temblores. Las movilizaciones, protestas y el paro son un mecanismo legítimo de la ciudadanía frente a un gobierno que ha puesto de lado las obligaciones básicas que tiene frente a los más desfavorecidos y que utiliza su brazo armado en contra de la población civil.