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 Latin America Teen 2020 Student Book (LAT-BOH-20)
ISBN 978-1-64653-053-3
Copyright © 2020 by OneHope, Inc.
avivemos.net

Texto bíblico en negrilla: Dios habla hoy ®,

Tercera edición © Sociedades Bíblicas Unidas,
1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

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 ¿Quieres
conocer
la Verdad?
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 Lo que leerás en este libro es real y supera toda ficción.
Se centra en una persona que hoy te ofrece mucho más
que solo su amistad… te ofrece vida.
En nuestro mundo nos enfrentamos al sufrimiento y a
interrogantes cuyas respuestas en ocasiones no llegan
con la rapidez que desearíamos. Es posible que hayas
visto a tus amistades o familiares lidiar con la soledad, la
depresión, la ansiedad o pensamientos suicidas. Quizás tú
mismo te hayas sentido así. Es probable que tú o alguno
de tus amigos tenga una dependencia al alcohol, a las
drogas o a la pornografía.
Lo único que nos puede dar la libertad de vivir
plenamente es conocer la Verdad.
Quienes lo han experimentado pueden dar testimonio de
que conocer la Verdad nos hace libres, y la Verdad no es
un concepto, es una persona.

MeNTIrAS qUe MUCHOS CreeN

Quizás hayas escuchado alguna de las siguientes
mentiras:
• Estamos solos, abandonados a nuestra propia suerte.
• Nuestros fracasos nos condenan y ya no tenemos
esperanza.
• Dios no existe y, de existir, es distante o no le interesa
nuestra vida.
• No podemos tener una relación con Dios porque no
tenemos una vida digna.
• Dios solo favorece a los que se lo merecen o han sido
destinados a ello.
Los primeros seres humanos, Adán y Eva, escucharon la
mentira de que Dios les estaba escondiendo algo, y que
no quería darles TODO lo que ellos podrían ser o tener,
de boca del enemigo de Dios, llamado Satanás; quien
siempre está en contra de Dios y de todo lo que Dios ama.
Adán y Eva creyeron la mentira de Satanás y decidieron
desobedecer a Dios.

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 Las consecuencias de esa decisión las seguimos
viendo hasta hoy y se encuentran en el centro de lo
que nos oprime, lo cual es el pecado. El pecado es la
decisión de rebelarse en contra de Dios, y finalmente
nos lleva a morir.
El asesinato, la traición, el engaño, la mentira, la
violencia, la opresión, la esclavitud, la discriminación,
el racismo, la envidia, los pleitos, el odio, los celos,
la infidelidad, usar a otros, las ofensas, la guerra, y
el genocidio son palabras que escuchamos a diario
y que tienen su raíz en el pecado. El pecado es
cualquier cosa que decimos, hacemos o pensamos
que va en contra de la dirección y del plan de Dios
para nuestra vida.
En estas páginas leerás las historias de personas
como tú, con las mismas luchas y anhelos, quienes
se encontraban en un momento difícil por haber
sido engañados con las mentiras de este mundo. Sus
historias son reales y muestran cómo todo cambió
cuando tuvieron un encuentro con Aquel quien es la
Verdad: Jesús.
Jesús está vivo y está cerca. Puedes confiar en él. Ha
vencido sobre el pecado y la muerte. Conoce, aún lo
profundo de tu ser, y te ama. Y se encontrará contigo
justo donde estás.
¿estás listo?

Juan 8:32; Génesis 3:6-8; Romanos 6:23; Salmos 38:9

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 1 DIOS
VINO EN
PERSONA Jesús es la prueba viviente de que Dios
está cerca y se interesa en ti.
Dios escogió enviarlo a una nación
oprimida, no como un rey en un palacio,
sino como el hijo de un carpintero en
una pequeña aldea.
A través de Jesús, Dios vino a este
mundo a vivir como uno de nosotros, y al
ver su vida podemos saber cómo es Dios
y lo que piensa realmente de nosotros.
Jesús dijo: «El que me ha visto a mí, ha
visto al Padre».
Todo comenzó cuando se le presentó
un ángel a una joven llamada María
y le comunicó el plan de que Jesús
nacería a través de ella. María estaba
comprometida con José y ellos criarían a
Jesús. El ángel le dijo a María: «El Espíritu
Santo vendrá sobre ti, y el poder del
Dios altísimo se posará sobre ti. Por
eso, el niño que va a nacer será llamado
Santo e Hijo de Dios».
El Espíritu Santo es Dios mismo. Con el
poder del Espíritu Santo sobre María, ella
quedó embarazada. Aquí comienza lo
inimaginable.

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 Dios había prometido por medio de los profetas que enviaría a su Hijo a
salvarnos. Los profetas le llamaban ‘el Escogido’ o ‘el Elegido’ y la gente le
llamaba el Mesías o el Cristo.
Dios tomó la iniciativa de acercarse. No tenía que hacerlo,
pero su amor por ti es tan grande que vino a darte vida.
Y así, Jesús nació en la ciudad de Belén. Pasaron los años, Jesús creció y se
acercaba la hora en que sería presentado al mundo como el Hijo de Dios.
Dios envió a un hombre llamado Juan el Bautista para anunciar al Mesías.
Antes de que Jesús viniera, Juan anunciaba el mensaje a todo el pueblo de
Israel, diciéndoles que debían volverse a Dios y ser bautizados. El bautismo
era señal de arrepentimiento. Justo cuando Juan les anunciaba una vez más
a los presentes la venida del Mesías al mundo, Jesús apareció en escena para
ser bautizado por Juan.
En el momento en que se sumergió y salió del río, Jesús vio que el cielo se
abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. Y se oyó una voz
del cielo, que decía: «Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido».
¿Te imaginas ser presentado así? ¡Dios mismo presentó a Jesús! Después de
esto, el Espíritu llevó a Jesús al desierto. Allí estuvo cuarenta días, viviendo
entre las fieras y siendo puesto a prueba por Satanás; y los ángeles le
servían.
¿Alguna vez has enfrentado una tentación o una prueba tan fuerte que sientes
que no puedes resistir? La mayoría de nosotros, sino es que todos, hemos
cedido en el momento menos pensado. Las pruebas que Satanás le puso a
Jesús tenían que ver con demostrar su identidad («si de veras eres Hijo de
Dios»), usar su poder para su propio beneficio («ordena que estas piedras se
conviertan en panes») y tener la satisfacción de ser admirado por todos («te
daré todos los países del mundo y la grandeza de ellos»). No obstante, Jesús
venció cada tentación que Satanás le presentó usando la Palabra de Dios, y
Jesús volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, y se hablaba de él
por toda la tierra de alrededor.
Jesús vino a mostrarnos cuánto nos ama Dios. Nos entiende y puede
compadecerse de nuestra debilidad, porque él también estuvo sometido a
las mismas pruebas que nosotros; solo que él jamás pecó.
Jesús es quien le puede dar sentido a tu vida y paz a tu
alma, porque él es mucho más de lo que te imaginas. Él es la
respuesta a todas tus dudas y preguntas.

Juan 14:9; Lucas 1:27-30, 35; 1 Juan 4:9; Mateo 2:1; Juan 1:6; Hechos 13:24; Mateo 3:11;
Marcos 1:10-13; Lucas 4:3, 6, 14; Hebreos 4:15

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 2

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 DIOS SE
REVELA A
SÍ MISMO
Algunos pensamos que a causa de nuestras decisiones no
tenemos oportunidad de tener una relación con Dios. Uno de los
propósitos por los que vino Jesús fue para mostrarnos el corazón
de Dios. ¿Se acercará Jesús a personas que cometen errores?
Un día, cuando Jesús y sus discípulos iban camino a casa, pasaron
por un pueblo de Samaria. Jesús, cansado del camino, se sentó
junto al pozo. Era cerca del mediodía. Los discípulos habían
ido al pueblo a comprar algo de comer. En eso, una mujer de
Samaria llegó al pozo a sacar agua, y Jesús le dijo:
—Dame un poco de agua.
No era común salir a esa hora a sacar agua. Quizá quería estar
sola y evitar las miradas de crítica por las malas decisiones
personales que había tomado. Como los judíos no tienen trato
con los samaritanos, la mujer le respondió:
—¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides agua a mí, que soy
samaritana?
Jesús le contestó:
—Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está
pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría agua
viva.

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 La mujer le dijo:
—Señor, ni siquiera tienes con qué sacar
agua, y el pozo es muy hondo: ¿de dónde
vas a darme agua viva? Nuestro antepasado
Jacob nos dejó este pozo, del que él mismo
bebía y del que bebían también sus hijos y sus
animales. ¿Acaso eres tú más que él?
Jesús le contestó:
—Todos los que beben de esta agua, volverán
a tener sed; pero el que beba del agua que yo
le daré, nunca volverá a tener sed. Porque el
agua que yo le daré se convertirá en él en un
manantial de agua que brotará dándole vida
eterna.
Jesús hablaba del regalo de parte de Dios que
podemos recibir los que creemos en él. El agua
viva es Jesús mismo quien se dio para saciar
nuestra sed y darnos vida eterna.
La mujer le dijo:
—Señor, dame de esa agua, para que no
vuelva yo a tener sed ni tenga que venir aquí a
sacar agua.
Jesús le dijo:
—Ve a llamar a tu marido y vuelve acá.
La mujer le contestó:
—No tengo marido.
Jesús le dijo:
—Bien dices que no tienes marido;
porque has tenido cinco maridos, y el
que ahora tienes no es tu marido. Es
cierto lo que has dicho.
Al oír esto, la mujer le dijo:
—Señor, ya veo que eres un profeta […]
Yo sé que va a venir el Mesías (es decir,
el Cristo) y cuando él venga, nos lo
explicará todo.

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 Jesús le dijo:
—Ese soy yo, el mismo
que habla contigo.
La mujer regresó al pueblo
a contar lo que había
sucedido. Muchos del pueblo
fueron a conocer a Jesús y le
dijeron a la mujer:
«Ahora creemos, no
solamente por lo que tú
nos dijiste, sino también
porque nosotros mismos
le hemos oído y sabemos
que de veras es el Salvador
del mundo».
La persona menos pensada, un
varón judío, le pidió de beber. Eso
era una petición imposible porque los
samaritanos y los judíos no cruzaban
palabra, ¡cuánto menos compartir un
vaso! Al entender que Jesús era un
hombre de Dios trató de hablarle de
su religión, pero Jesús le aclaró que la
adoración se trataba de una relación.
Después de este encuentro con
Jesús la mujer fue completamente
transformada.
Jesús es real, está vivo y cerca de
ti; pídele y él te dará el regalo del
agua viva.

Juan 4:4, 6-19, 25-26, 28-29, 39, 42

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 3
DIOS
TIENE
PODER
ILIMITADO
¿Alguna vez te has sentido solo, abandonado a tu propia suerte? ¿Tendrá
Dios una respuesta a este dilema?
Como si fuera un agente en una misión secreta, Jesús fue enviado por Dios
para atender a un muchacho quien había caído preso de un poder espiritual.
Y ¿sabes? Así sucede con nosotros. Dios quiere comunicarnos su
amor que está activo, cercano y en el que podemos confiar.
Él nos busca y nos rescata, aunque una tormenta se levante
e intente oponerse.
Después de que había enseñado a las multitudes, al anochecer de aquel
mismo día, Jesús dijo a sus discípulos:
—Vamos al otro lado del lago.
Entonces dejaron a la gente y llevaron a Jesús en la barca en que ya
estaba; y también otras barcas lo acompañaban. En esto se desató una
tormenta, con un viento tan fuerte que las olas caían sobre la barca, de
modo que se llenaba de agua. Pero Jesús se había dormido en la parte de
atrás, apoyado sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron:
—¡Maestro! ¿No te importa que nos estemos hundiendo?
Jesús se levantó y dio una orden al viento, y dijo al mar:
—¡Silencio! ¡Quédate quieto!

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 El viento se calmó, y todo quedó
completamente tranquilo. Después dijo
Jesús a los discípulos:
—¿Por qué están asustados? ¿Todavía no
tienen fe?
Ellos se llenaron de miedo, y se preguntaban
unos a otros:
—¿Quién será este, que hasta el viento y el
mar lo obedecen?
Jesús es suficientemente poderoso para con
un par de palabras detener toda una tempestad.
¡Nuestra fe siempre debe ser mayor que nuestro
miedo porque Dios está siempre con nosotros!
Por medio de Jesús, Dios nos demostró que ninguno
de nosotros nos encontramos fuera de su alcance. Y
que si estás en el barco con él y se levantan las olas más
amenazantes puedes confiar en que llegarás a salvo al otro
lado. Su poder es ilimitado y su amor también.
Después de la tormenta, Jesús y sus discípulos llegaron
al otro lado del lago. En cuanto Jesús bajó de la barca, se
le acercó un hombre que tenía un espíritu impuro. Este

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 hombre había salido de entre las tumbas, porque vivía en ellas. Nadie podía
sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Pues, aunque muchas veces lo habían
atado de pies y manos con cadenas, siempre las había hecho pedazos, sin
que nadie lo pudiera dominar. Andaba de día y de noche por los cerros y
las tumbas, gritando y golpeándose con piedras. Pero cuando vio de lejos a
Jesús, echó a correr, y poniéndose de rodillas delante de él le dijo a gritos:
—¡No te metas conmigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo! ¡Te ruego por Dios que
no me atormentes!
Hablaba así porque Jesús le había dicho:
—¡Espíritu impuro, deja a ese hombre!
Jesús le preguntó:
—¿Cómo te llamas?
Él contestó:
—Me llamo Legión, porque somos muchos.
Y rogaba mucho a Jesús que no enviara los espíritus fuera de aquella región.
Y como cerca de allí, junto al cerro, había gran número de cerdos comiendo,
los espíritus le rogaron:
—Mándanos a los cerdos y déjanos entrar en ellos.
Jesús les dio permiso, y los espíritus impuros salieron del hombre y entraron
en los cerdos. Estos, que eran unos dos mil, echaron a correr pendiente
abajo hasta el lago, y allí se ahogaron.
Los que cuidaban de los cerdos salieron huyendo, y fueron a contar en
el pueblo y por los campos lo sucedido. La gente acudió a ver lo que
había pasado. Y cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado,
vestido y en su cabal juicio al endemoniado que había tenido la legión de
espíritus. La gente estaba asustada, y los que habían visto lo sucedido con
el endemoniado y con los cerdos, se lo contaron a los demás. Entonces
comenzaron a rogarle a Jesús que se fuera de aquellos lugares.
Al volver Jesús a la barca, el hombre que había estado endemoniado le rogó
que lo dejara ir con él. Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo:
—Vete a tu casa, con tus parientes, y cuéntales todo lo que el Señor te ha
hecho, y cómo ha tenido compasión de ti.
El hombre se fue, y comenzó a contar por los pueblos de Decápolis lo que
Jesús había hecho por él; y todos se quedaron admirados.
Este joven fue transformado por el gran poder de Dios. De la misma forma
que cada persona que tiene un encuentro con Jesús. ¿Te gustaría ser
transformado por su poder?
Marcos 4:1, 35-41, 5:1-20
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 4
DIOS SANA
Hemos visto las historias reales de personas que al entrar en contacto
con Jesús fueron poderosamente transformadas. Podríamos pensar
que por su necesidad era natural que Jesús las ayudara. Pero ¿qué hay
de quienes no creían en él?
Jairo era uno de los jefes de la sinagoga. A pesar de que no era uno
de los seguidores íntimos de Jesús experimentó su amor y poder
sanador.
Cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se le reunió
mucha gente, y Él se quedó en la orilla. En esto llegó [...] Jairo, que al
ver a Jesús se echó a sus pies y le rogó mucho, diciéndole:
—Mi hija se está muriendo; ven a poner tus manos sobre ella, para
que sane y viva.
Jesús fue con él, y mucha gente lo acompañaba apretujándose a su
alrededor.
En el camino a casa de Jairo, Jesús fue tocado por una mujer enferma
que quería ser sana. Jesús, dándose cuenta de que había salido
poder de él, se volvió a mirar a la gente, y preguntó:
—¿Quién me ha tocado la ropa?
Entonces la mujer, temblando de miedo y sabiendo lo que le había
pasado, fue y se arrodilló delante de él, y le contó toda la verdad.
Jesús le dijo:
—Hija, por tu fe has sido sanada. Vete tranquila y
curada ya de tu enfermedad.
Esta mujer sabía que Jesús tenía poder para sanar. Su fe la llevó a
abrirse paso entre la multitud para tocar la ropa de Jesús, convencida
de que podría ser sanada. Jesús hizo más que solo sanar su cuerpo; la
llamó «hija». Nuestra fe en Jesús también nos hace hijos de Dios.
Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos de casa del
jefe de la sinagoga a decirle al padre de la niña:
—Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro?

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 Pero Jesús, sin hacer caso de ellos, le dijo al jefe
de la sinagoga:
—No tengas miedo; cree solamente.
Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga y ver el alboroto
y la gente que lloraba y gritaba, entró y les dijo:
—¿Por qué hacen tanto ruido y lloran de esa manera? La
niña no está muerta, sino dormida.
La gente se rió de Jesús, pero él los hizo salir a todos, y
tomando al padre, a la madre y a los que lo acompañaban,
entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo:
—Talitá, cum (que significa: «Muchacha, a ti te digo,
levántate»).
Al momento, la muchacha, que tenía doce años, se levantó y
echó a andar. Y la gente se quedó muy admirada.
A pesar de tan terrible noticia, Jairo tuvo fe en Jesús y su poder para sanar. La
sanidad que Jesús puede traer a tu vida no solo es física, él sana a los que
tienen roto el corazón, y les venda las heridas.
¿Quieres experimentarlo?

Marcos 5:21-36, 38-42; Salmos 147:3

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 5
DIOS
EXTIENDE
SU GRACIA
A LOS
QUE HAN
FALLADO
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 Los seres humanos somos rápidos para hablar y juzgar. Pero Jesús nos
muestra que Dios se toma su tiempo, y cuando habla nos sorprende a
todos. El Señor es tierno y compasivo, es paciente y todo amor. El
Señor es bueno para con todos, y con ternura cuida sus obras. Él
sostiene a los que caen y levanta a los que desfallecen, y está cerca
de los que lo invocan, de los que lo invocan con sinceridad. Él
cumple los deseos de los que lo honran; cuando le piden ayuda,
los oye y los salva.
Así le sucedió a una mujer que los líderes religiosos trajeron a
Jesús. La pusieron en medio de todos los presentes, y dijeron a
Jesús:
—Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de
cometer adulterio. En la ley, Moisés nos ordenó que se matara a
pedradas a esta clase de mujeres. ¿Tú qué dices?
Ellos preguntaron esto para ponerlo a prueba, y tener así de qué
acusarlo. Pero Jesús se inclinó y comenzó a escribir en la tierra con el
dedo. Luego, como seguían preguntándole, se enderezó y les dijo:
—Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra.
Y volvió a inclinarse y siguió escribiendo en la tierra. Al oír esto, uno tras
otro comenzaron a irse, y los primeros en hacerlo fueron los más viejos.
Cuando Jesús se encontró solo con la mujer, que se había quedado allí, se
enderezó y le preguntó:
—Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?
Ella le contestó:
—Ninguno, Señor.
Jesús le dijo:
—Tampoco yo te condeno; ahora, vete y no vuelvas a pecar.
Ninguno lanzó una piedra contra la mujer porque también eran culpables
de pecado. Jesús, el único que podría haber juzgado a la mujer, en lugar de
lanzar una piedra contra ella, le extendió su gracia y perdonó su pecado.
De la misma manera, hoy Jesús quiere extendernos su gracia aunque no lo
merezcamos. Solo necesitamos confesar nuestro pecado y disponer nuestro
corazón para aceptar su gracia y su perdón.
¡Jesús así nos muestra el corazón de Dios, quien desde tiempo antiguo dijo
que él es tierno y compasivo, paciente y grande en amor y
verdad! Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor y perdona la
maldad, la rebeldía y el pecado.

Salmos 145:8-9, 14, 18-19; Juan 8:3-11; Éxodo 34:6-7

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 6
DIOS
RESTAURA
LO QUE SE
PERDIÓ

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 ¿Alguna vez has perdido algo valioso para ti?
A causa de su valor, realizamos un esfuerzo extraordinario para encontrarlo.
Movemos los muebles, sacudimos las alfombrillas, buscamos sin parar hasta
encontrar el objeto perdido. ¿Hasta dónde llegarías para encontrar algo o
incluso a alguien que se te ha perdido?
Los indeseables de la sociedad y otra gente de mala fama se acercaban a
Jesús, para oírlo. Los líderes religiosos lo criticaban por esto, diciendo:
—Este recibe a los pecadores y come con ellos.
Entonces Jesús les dijo esta parábola:
«¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las
otras noventa y nueve en el campo y va en busca de la oveja perdida, hasta
encontrarla? Y cuando la encuentra, contento la pone sobre sus hombros, y
al llegar a casa junta a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo,
porque ya encontré la oveja que se me había perdido”. Les digo que así
también hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por
noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
»O bien, ¿qué mujer que tiene diez monedas y pierde una de ellas, no
enciende una lámpara y barre la casa buscando con cuidado hasta
encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice:
“Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que había perdido”. Les
digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador
que se convierte».
Jesús contó esto también: «Un hombre tenía dos hijos, y el más joven le dijo
a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me toca”. Entonces el
padre repartió los bienes entre ellos.
»Pocos días después el hijo menor vendió su parte de la propiedad, y con
ese dinero se fue lejos, a otro país, donde todo lo derrochó llevando una
vida desenfrenada. Pero cuando ya se lo había gastado todo, hubo una
gran escasez de comida en aquel país, y él comenzó a pasar hambre. Fue a
pedir trabajo a un hombre del lugar, que lo mandó a sus campos a cuidar
cerdos. Y tenía ganas de llenarse con las algarrobas que comían los cerdos,
pero nadie se las daba. Al fin se puso a pensar: “¡Cuántos trabajadores en
la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aquí me muero de
hambre! Regresaré a casa de mi padre, y le diré: Padre mío, he pecado contra
Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como a uno de tus
trabajadores”. Así que se puso en camino y regresó a la casa de su padre.
»Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió
a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos.

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 »El hijo le dijo: “Padre mío, he pecado
contra Dios y contra ti; ya no merezco
llamarme tu hijo”. Pero el padre ordenó
a sus criados: “Saquen pronto la mejor
ropa y vístanlo; pónganle también un anillo
en el dedo y sandalias en los pies. Traigan
el becerro más gordo y mátenlo. ¡Vamos a
celebrar esto con un banquete! Porque este
hijo mío estaba muerto y ha vuelto
a vivir; se había perdido y lo hemos
encontrado”. Comenzaron la fiesta».
¿Puedes imaginar lo que sintieron al perder algo tan
valioso?
Dios desea profundamente encontrar a los que están
alejados de él, tal y como el Buen Pastor fue tras la
oveja. El gozo de Dios por recuperar lo perdido también
es representado por la alegría de la mujer cuando
encontró su moneda. !Para Dios tú y yo somos mucho
más valiosos que monedas!
Dios es el Padre que recibe al hijo que volvió
arrepentido después de malgastar sus bienes. No
lo desprecia, sino que lo recibe y le restituye su
lugar, identidad y autoridad como hijo.
En estas historias Jesús nos da la seguridad
de que él siempre busca y redime al
perdido. No estás solo. Dios no te ha
dejado a tu suerte, él te conoce y te
ama, y aunque te sientas perdido te
encontrará justo allí donde estás.
¿estás dispuesto a ser
hallado?

Lucas 15:1-24

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 7
DIOS
TOMA MI
LUGAR

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 La tensión entre Jesús y los grupos religiosos creció hasta el punto de que los
líderes religiosos se reunieron e hicieron planes para arrestar a Jesús mediante
algún engaño, y matarlo.
Seis días antes de la Pascua, Jesús fue a casa de María, Marta y Lázaro. Allí
hicieron una cena en honor de Jesús; Marta servía, y Lázaro era uno de los
que estaban a la mesa comiendo con él. María trajo unos trescientos gramos
de perfume de nardo puro, muy caro, y perfumó los pies de Jesús; luego
se los secó con sus cabellos. Y toda la casa se llenó del aroma del perfume.
Entonces Judas Iscariote, que era aquel de los discípulos que iba a traicionar
a Jesús, dijo:
—¿Por qué no se ha vendido este perfume por el equivalente al salario de
trescientos días, para ayudar a los pobres?
Pero Judas no dijo esto porque le importaran los pobres, sino porque
era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa del dinero, robaba de lo que
echaban en ella.
Seis días después se estaba celebrando la Pascua, una fiesta importante de los
judíos.
Jesús y los discípulos se sentaron a la mesa. Después tomó el pan en sus
manos y, habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo:
—Esto es mi cuerpo, entregado a muerte en favor de ustedes. Hagan esto en
memoria de mí.
Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo:
—Esta copa es la nueva alianza confirmada con mi sangre, la cual es
derramada en favor de ustedes.
El pan y la copa representaban la crucifixión de Jesús que se avecinaba.
Su muerte en la cruz y el derramamiento de su sangre es lo que abrió
el camino para que estemos con Dios para siempre. Mientras tanto,
Satanás ya había metido en el corazón de Judas la idea de traicionar
a Jesús.
Mientras estaban cenando, Jesús se levantó de la mesa, se
quitó la capa y se ató una toalla a la cintura. Luego
echó agua en una palangana y se puso a
lavar los pies de los discípulos y a
secárselos con la toalla.

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 Los esclavos solían lavar los pies de sus señores. Pero aquí Jesús nos estaba
enseñando cómo humillarnos y servir a otros. Al terminar les dio sus últimas
enseñanzas. Entre muchas cosas importantes, Jesús les dijo:
—Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se
puede llegar al Padre.
Entonces Jesús les pidió que lo acompañaran al monte a orar. Y oró así: «Padre
mío, si no es posible evitar que yo sufra esta prueba, hágase tu voluntad».
Cuando volvió, encontró otra vez dormidos a los discípulos, porque sus ojos
se les cerraban de sueño...
—¿Siguen ustedes durmiendo y descansando? Ha llegado la hora en que el
Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levántense,
vámonos; ya se acerca el que me traiciona.
¿Alguna vez has sentido que lo que estás pasando es tan difícil que te gustaría
encontrar una alternativa? Así le sucedió a Jesús. Su decisión fue ir con su
Padre, Dios, donde sabía que encontraría paz y consuelo. ¿Sabías que tenemos
ese mismo privilegio de ir con Dios y decirle lo que estamos pasando?
Llegaron los que querían apresar a Jesús. Judas, el traidor, les había dado
una contraseña, diciéndoles: «Al que yo bese, ese es; arréstenlo». Así que,
acercándose a Jesús, dijo:
—¡Buenas noches, Maestro!
Y lo besó. Jesús le contestó:
—Amigo, adelante con tus planes.
Jesús fue llevado al concilio donde fue juzgado. Los grupos religiosos que
estaban en su contra tuvieron que pagar testigos falsos e inventar los cargos
para poder acusarlo. Finalmente, fue sentenciado a muerte, sería clavado en
una cruz.
Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó en
oscuridad.
Jesús dio otra vez un fuerte grito, y murió. En aquel
momento el velo del templo se rasgó en dos,
de arriba abajo. La tierra tembló, las
rocas se partieron.

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 El velo del templo separaba el lugar al que
solo el sumo sacerdote, el principal de los
sacerdotes, podía entrar una vez al año.
Que se rasgara fue la señal de que ya no
habría más separación entre nosotros y
Dios. Jesús recibió en nuestro lugar el pago
que cada uno merecíamos. El pago que
da el pecado es la muerte, pero el don
de Dios es vida eterna en unión con
Cristo Jesús, nuestro Señor. En la
cruz, Jesús abrió el camino para
que nosotros pudiéramos entrar
confiadamente ante Dios. Así nos
dio la muestra más grande
de su amor. Jesús tomó sobre
sus hombros el pecado que nos
separaba de Dios y sufrió la
muerte en nuestro lugar
para darnos libertad. Su
muerte ha abierto
la puerta para que
podamos tener
una relación con
Dios por medio
de la fe.
Mateo 26:3-4;
Juan 12:1-6;
Lucas 22:14, 19-20;
Hebreos 10:19-20;
Juan 13:2-5, 14, 14:6;
Mateo 26:42-50, 59,
66, 27:45, 50-51;
Romanos 6:23;
Hebreos 4:16

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 8
DIOS
VENCE
¡Qué triste sería que Jesús haya venido
a mostrarnos cómo es Dios y todo
hubiera terminado con su muerte!
Pasado el sábado, cuando al
anochecer comenzaba el
primer día de la semana,
María Magdalena y la
otra María fueron a ver
el sepulcro. De pronto
hubo un fuerte temblor
de tierra, porque un ángel del
Señor bajó del cielo y, acercándose
al sepulcro, quitó la piedra que lo
tapaba y se sentó sobre ella. El ángel
brillaba como un relámpago, y su ropa
era blanca como la nieve. Al verlo,
los soldados temblaron de miedo y
quedaron como muertos. El ángel dijo
a las mujeres:
—No tengan miedo. Yo sé que
están buscando a Jesús, el que fue
crucificado. No está aquí, sino que ha
resucitado, como dijo. Vengan a ver el
lugar donde lo pusieron. Vayan pronto
y digan a los discípulos: “Ha resucitado,
y va a Galilea para reunirlos de nuevo;
allí lo verán”. Esto es lo que yo tenía
que decirles.

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 Las mujeres se fueron rápidamente del
sepulcro, con miedo y mucha alegría a la vez,
y corrieron a llevar la noticia a los discípulos.
Solo Jesús, el Creador de todo, pudo ser el
protagonista de tan grande victoria en contra
de Satanás, el pecado y la muerte. ¡Jesús
resucitó, está vivo!
Todo esto había sido predicho por los profetas
siglos antes, que el Mesías tendría que sufrir,
morir y resucitar.
Tú y yo hemos pecado y la consecuencia del
pecado es la muerte y estar alejados de Dios
por siempre, pero Jesús nos ama de tal manera
que murió en nuestro lugar; recibió el pago por
nuestro pecado y por nuestra maldad. Pero
Dios lo resucitó, liberándolo de los dolores de
la muerte, porque la muerte no podía tenerlo
dominado.
Después de su resurrección, Jesús se les apareció
muchas veces a sus discípulos. Y los envió a
enseñar y predicar:
—Dios me ha dado toda autoridad en el cielo
y en la tierra. Vayan, pues, a las gentes de
todas las naciones, y háganlas mis discípulos;
bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer
todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi
parte, yo estaré con ustedes todos los días,
hasta el fin del mundo.
Jesús les anunció que no los dejaría solos, ya
que tendrían a alguien que los acompañaría
por siempre en todo momento y lugar, y que
les daría el poder para contarles a otros lo que
habían vivido con él. Este es el Espíritu Santo, la
presencia de Dios en la tierra.
Luego Jesús los llevó fuera de la ciudad, hasta
Betania, y alzando las manos los bendijo. Y
mientras los bendecía, se apartó de ellos y fue
llevado al cielo. Ellos, después de adorarlo,
volvieron a Jerusalén muy contentos. Y estaban
siempre en el templo, alabando a Dios.

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 Desde entonces, los discípulos estaban unánimes juntos esperando que se
cumpliera la promesa que les dio de que vendría sobre ellos el Espíritu Santo
en unos pocos días.
Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, todos los creyentes se encontraban
reunidos en un mismo lugar. De repente, un gran ruido que venía del cielo,
como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban. Y se
les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron, y sobre cada uno
de ellos se asentó una. Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo.
¡Finalmente el día que habían estado esperando llegó! Hubo tal alboroto
que se reunieron muchas personas donde estaban los discípulos. el
espíritu Santo les dio el poder de anunciarles a Jesús.
Pedro, uno de los discípulos se levantó y le habló a la multitud. ¡Solo
en ese día, por las palabras de Pedro, 3.000 personas creyeron
en Jesús y fueron bautizadas! El libro de Hechos narra muchos
sucesos acerca del Espíritu Santo empoderando y guiando a los
seguidores de Jesús.
El Espíritu Santo es nuestro Defensor y es nuestro
compañero. Es quien nos enseña todas las cosas y
nos recuerda lo que Jesús ha dicho. Nos ayuda en
nuestra debilidad y a orar de una manera eficaz.
Además, nos da la valentía y las palabras para
hablarles a otros de Jesús.

Mateo 28:1-8; Lucas 24:26; Hechos 2:24, 1:3;

Mateo 28:18-20; Hechos 1:8; Lucas 24:50-53;
Hechos 1:14, 2:1-4, 41; Juan 14:26;
Romanos 8:26; Hechos 1:8

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 DIOS TE
DA UNA
NUEVA
HISTORIA
Tú que has estado buscando la Verdad, por fin la has
encontrado. La Verdad no depende de lo que dice una
persona ni hay muchas verdades. Tampoco es uno de
muchos puntos de vista sobre la realidad ni es subjetiva,
pues no depende de las emociones o los sentimientos.
La Verdad es una persona.

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 Jesús dijo que él es eTerNO,
que es el HIJO De DIOS,
el MeSíAS eSPerADO,
nuestro BUeN PASTOr, nuestro AMIgO,
la PUerTA, la LUz DeL MUNDO,
el PrIMerO y el úLTIMO,
la VID VerDADerA, el PrINCIPIO y el FIN,
la reSUrreCCIóN y la VIDA,
el CAMINO AL PADre,
el PAN qUe DA VIDA,
el TeSTIgO FIeL, ¡y la VerDAD!
¡Jesús es el centro de la existencia
y la razón de vivir!

¿QUiErES CoNoCEr PErSoNALMENTE A JESúS?

Te invitamos a que tomes un momento para hablar con Dios.
Lee en voz alta la siguiente oración con todo tu corazón:
Señor Jesús, quiero agradecerte por lo que has hecho
para que hoy pueda tener una relación contigo.
Tomaste mi lugar en la cruz y diste tu vida por mis
pecados. Gracias, porque resucitaste para darme una
vida nueva. Me arrepiento de todos mis pecados y te
pido perdón. Quiero conocerte. Te pido que entres en
mi corazón. Desde este día en adelante te entrego mi
vida y declaro que tú eres el Señor.
Cuando tú y yo tomamos la decisión de conocer a Jesús, sucede
un milagro en nuestro interior y Dios comienza su obra de
transformación. Notarás que al leer la Biblia empezarás a
entenderla y el Espíritu Santo comenzará a comunicarse contigo
a través de ella.
Para tener una relación viva con Jesús necesitamos hablar con él
con regularidad como lo haríamos con cualquier amigo. A esto le
llamamos oración.

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 Jesús quiere oírnos, quiere que le contemos
acerca de nuestros sueños, nuestras metas,
nuestras necesidades, nuestros fracasos,
nuestros temores, nuestras alegrías y nuestros
éxitos. Leer la Biblia y orar con regularidad es
lo que nos mantiene en comunicación continua
con él. ¿recuerdas que cuando Jesús estaba
angustiado antes de ser crucificado lo que hizo
fue pasar un tiempo con Dios en oración y fue
fortalecido?
Jesús nos enseña cómo hacerlo:
«Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra
la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu
Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará
tu premio.
»Y al orar no repitan ustedes palabras
inútiles... porque su Padre ya sabe lo que
ustedes necesitan, antes que se lo pidan.
Ustedes deben orar así:
»“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre. Venga tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra, así como
se hace en el cielo. Danos hoy el pan que
necesitamos. Perdónanos el mal que hemos
hecho, así como nosotros hemos perdonado
a los que nos han hecho mal. No nos
expongas a la tentación, sino líbranos del
maligno”».
Jesús nos invita a orar en lugar de
preocuparnos por lo que vamos a comer,
beber o vestir.
«Miren las aves que vuelan por el aire: no
siembran ni cosechan ni guardan la cosecha
en graneros; sin embargo, el Padre de
ustedes que está en el cielo les da de comer.

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 »¡Y ustedes valen más que las aves! En todo
caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo
podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?
¿Y por qué se preocupan ustedes por la ropa?
Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no
trabajan ni hilan… Pues si Dios viste así a la
hierba, que hoy está en el campo y mañana
se quema en el horno, ¡con mayor razón los
vestirá a ustedes, gente falta de fe! Así que no
se preocupen preguntándose: “¿Qué vamos
a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” o “¿Con
qué vamos a vestirnos?”. Todas estas cosas
son las que preocupan a los paganos, pero
ustedes tienen un Padre celestial que ya
sabe que las necesitan. Por lo tanto, pongan
toda su atención en el reino de los cielos y en
hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán
también todas estas cosas».
Así Dios les dará su paz, que es más grande
de lo que el hombre puede entender;
y esta paz cuidará sus corazones y sus
pensamientos por medio de Cristo Jesús.
Si tomaste la oportunidad de conocer a Jesús
queremos felicitarte por esta decisión. A partir
de hoy vivirás la emocionante aventura de
estar siempre con Jesús.
Ahora, tú le puedes comunicar este mismo
mensaje de esperanza, verdad y amor a tus
seres queridos. Y recuerda, Jesús dijo:
«Por mi parte, yo estaré con ustedes
todos los días, hasta el fin del
mundo».
Juan 14:6, 8:58; Mateo 26:63-64; Juan 4:25-26;
Juan 10:11, 15:15, 8:12, 15:1; Apocalipsis 1:8;
Juan 11:25, 14:6, 6:48; Apocalipsis 3:14;
Romanos 10:9; 1 Pedro 1:3; Mateo 6:6-13, 25-33;
Filipenses 4:7; Mateo 28:20

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 No para la venta

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