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Guerra mundial

CAUSAS o Factores de origen del Conflicto: En primer lugar, la Segunda Guerra Mundial surgió en
función del enfrentamiento entre ideologías que amparaban sistemas político—económicos
opuestos. A diferencia de la guerra anterior, enmarcada en un solo sistema predominante —el
liberalismo capitalista, común a los dos bandos—, en el segundo conflicto mundial se enfrentaron
tres ideologías contrarias: el liberalismo democrático, el nazi—fascismo y el comunismo soviético.
Estos dos últimos sistemas, no obstante ser contrarios entre sí, tenían en común la organización
del Estado fuerte y totalitario y el culto a la personalidad de un líder carismático, características
opuestas al liberalismo que postula la democracia como forma de gobierno y la libertad e igualdad
de los individuos como forma de sociedad.

En segundo lugar estaban los problemas étnicos que, presentes desde siglos atrás, se fueron
haciendo más graves al llevarse a efecto las modificaciones fronterizas creadas por el Tratado de
Versalles, que afectaron negativamente sobre todo a Alemania y a Austria —naciones pobladas
por germanos— y redujeron de manera considerable sus territorios.

Este hecho fue determinante para difundir en esos pueblos el sentimiento de superioridad de la
raza germana —identificada por Adolfo Hitler como “raza aria” de acuerdo con una idea
desarrollada en la filosofía alemana del siglo XIX— frente a los grupos raciales, principalmente los
judíos que controlaban la economía capitalista, y quienes, según la perspectiva de los nazis, habían
dividido a los pueblos germanos e interrumpido su desarrollo económico.

Por otra parte, la insistencia de Hitler por evitar el cumplimiento del Tratado de Versalles provocó
diferentes reacciones entre los países vencedores: Francia, que temía una nueva agresión de
Alemania, quería evitar a toda costa que resurgiera el poderío bélico de la nación vecina. En
cambio, el gobierno británico y el de Estados Unidos subestimaban el peligro que el rearme
alemán representaba para la seguridad colectiva; consideraban que el Tratado de Versalles había
sido demasiado injusto, y veían con simpatía la tendencia anticomunista adoptada por la Alemania
nazi, porque podría significar una barrera capaz de detener el expansionismo soviético hacia
Europa, calificado entonces por las democracias occidentales como un peligro mayor y mucho más
grave que el propio nazismo. A causa de ese temor al comunismo, el gobierno británico adoptó
una política de “apaciguamiento” respecto al expansionismo alemán, bajo la idea de que al hacer
concesiones a Hitler podría evitarse una nueva guerra y se obtendría, además, su colaboración
contra el peligro soviético.
En tercer lugar, en la década de los años treinta la situación del mundo era muy distinta a la de
1914. Aparte de los trastornos ocasionados por la crisis económica iniciada en Estados Unidos, aún
persistían los efectos devastadores de la Primera Guerra Mundial, que había producido una
enorme transformación en todos los ámbitos de la vida humana y originado grandes crisis en
prácticamente todos los países de la Tierra. Además, la secuela de tensiones internacionales que
ese conflicto produjo, preparaban el camino para una nueva guerra, no obstante los intentos de la
Sociedad de Naciones por evitarla. Por esta razón, puede decirse que la Segunda Guerra Mundial
se originó directamente de la Primera; de ahí que ambos conflictos, enlazados por el periodo de
entreguerras, constituyan lo que se considera como la “Segunda Guerra de los Treinta Años” en la
historia moderna de la humanidad.

CONSECUENCIASLa invasión a Polonia, causa inmediata : Una vez establecidas las alianzas que le
garantizaban el apoyo militar necesario, Hitler se decidió a iniciar su plan. El 28 de abril exigió a
Polonia la devolución de Danzig al Reich y el derecho a construir una carretera a través del
corredor polaco. La negativa de Polonia, con el apoyo de Francia y de Gran Bretaña, constituyó la
excusa para justificar la invasión.

El 1 de septiembre de 1939 las tropas alemanas invadieron Polonia y el día 3 Francia y Gran
Bretaña declararon la guerra a Alemania. La Segunda Guerra Mundial había comenzado. El 1º de
septiembre de 1939 la Wehrmacht (fuerza armada alemana) puso en práctica la estrategia de la
blitzkrieg, o “guerra relámpago”, con el objetivo de invadir Polonia. El día 28 del mismo mes el
ejército polaco capitulaba y Polonia dejaba de existir al ser repartida entre Alemania y la Unión
Soviética, de acuerdo con el pacto firmado entre estas dos naciones.

Ante esta nueva agresión, Inglaterra y Francia declaran la guerra a Alemania, pero poco hacer para
evitar el desastre en Polonia. A esta irrupción alemana se suma la ocupación rusa de la zona del
este polaco, y en virtud de un pacto firmado entre Stalin y Hitler, se fija la frontera entre las dos
potencias restableciendo de hecho los viejos límites anteriores a la Primera Guerra (Rusia ocupa
las dos terceras partes de Polonia y los estados de Estonia, Letonia y Lituania).

La URSS recibió los territorios que antes habían formado parte del antiguo imperio zarista, en
tanto que Alemania se incorporó el corredor polaco, Posnania y la Alta Silesia. Con el resto del
territorio se formó un estado semiautónomo bajo el llamado Gobierno General de Polonia, que en
realidad era un protectorado alemán.

Ante este hecho, que significaba la invasión nazi a uno de los países no alemanes de Europa
oriental, las potencias aijadas de Polonia —Gran Bretaña y Francia— tuvieron que responder de
manera inmediata a la agresión de Hitler y, al día siguiente de la entrada de las tropas alemanas en
suelo polaco (2 de septiembre de 1939), emitieron la declaración de guerra que el Führer parecía
estar buscando. Se había iniciado la Segunda Guerra Mundial.

La Guerra Relámpago del alemán (Blitzkrieg) es el nombre popular para una doctrina de guerra un
bombardeo inicial rápido junto con el uso coordinado de fuerzas móviles en conjunto con
velocidad y sorpresa con el fin de golpear con contundencia al enemigo antes de que este pueda
organizar una defensa coherente.

Primera fase: La Guerra en Europa

La primera fase de la Segunda Guerra Mundial se divide a su vez en dos periodos, el primero de
ellos culmina al rendirse Francia a los alemanes en junio de 1940, y el segundo se extiende desde
esa fecha hasta que la guerra se convierte en mundial con el ingreso de Estados Unidos a favor de
los Aliados y de Japón con las Potencias del Eje en diciembre de 1941.

El primer periodo: septiembre de 1939 a junio de 1940: Después de la invasión a Polonia,


Alemania intentó negociar con Francia e Inglaterra el reconocimiento de la nueva situación, pero,
ante la negativa de éstas, fijó su objetivo en asegurar suministros para su ejército. Ello le obligó a
incrementar sus acuerdos económicos con la Unión Soviética, que le proporcionaría materias
primas, y a negociar la compra del hierro sueco. Desde octubre de 1939 hasta la primavera del
siguiente año, se ambos bandos se preparan para una guerra que prometía ser larga y penosa.

Las naciones escandinavas intentaban mantenerse neutrales en la guerra y, para ello, tuvieron que
hacer concesiones a ambos contendientes. Noruega dejaría pasar el mineral de hierro sueco con
destino a Alemania y, al mismo tiempo, su flota mercante colaboraría con la inglesa. Sin embargo,
Alemania quería asegurarse a toda costa ese suministro y temía una intervención aliada inmediata
en Noruega.

Invasión alemana a Noruega y caída de Francia.


Fuerza Armada Alemana (Wehrmacht )

Hitler, alertado por sus almirantes, decidió emprender la conquista de Noruega antes de que Gran
Bretaña pudiese ocuparla o bloquear sus aguas territoriales. Si los aliados controlaban Noruega,
Alemania volvería a ser víctima del temido bloqueo, como sucediera en la Primera Guerra
Mundial. Se vería privada incluso del mineral de hierro, que desde el norte de Suecia llegaba por
ferrocarril hasta el puerto noruego de Narvik y proseguía por mar hasta Alemania, a lo largo de la
costa noruega.

En abril de 1940 invadió Dinamarca y Noruega, dejando aislada a Suecia y como Estado “tapón”
neutral ante la cercanía de la Unión Soviética. Su hierro estaba asegurado. Entretanto, en el frente
occidental europeo la situación se estabilizó después de que los franceses intentaron sin éxito
romper las líneas de defensa alemanas, luego de la invasión de Polonia. Siete meses pasaron los
dos ejércitos frente a frente sin luchar.

Caída de Francia: Se trataba del Plan Amarillo, consistente en una acción coordinada contra
Holanda y Francia, a cargo de tres cuerpos de ejército, desplegados a lo largo de un frente de 250
kilómetros. El cuerpo de ejército A, mandado por el general Gerd von Rundstedt, realizaría la
acometida principal por el centro del frente, a través del bosque de las Ardenas; al norte, el cuerpo
de ejército B, a las órdenes del general Fedor von Bock, lanzaría un ataque simultáneo sobre
Holanda y Bélgica; al sur, el cuerpo de ejército C, bajo el mando del general Wilhelm von Leeb,
permanecería a la defensiva frente a la Línea Maginot.

Los aliados, sin embargo, esperaban de los alemanes una estrategia semejante a la realizada en la
Primera Guerra Mundial. En consecuencia, el general francés Maurice Gamelin, que se hallaba al
frente de las tropas aliadas, concentró la mayor parte de sus fuerzas en el norte, a lo largo de la
frontera franco belga, por donde tuvo lugar la penetración germana en 1914. La región de las
Ardenas (donde los galos pensaban que el terreno resultaba excesivamente difícil para grandes
movimientos de tropas), así como la Línea Maginot, quedaron peor defendidas.
Tanto en número como en material, los ejércitos contendientes estaban casi igualados. Las fuerzas
francesas, inglesas, holandesas y belgas totalizaban alrededor de 135 divisiones; las germanas,
136. En carros de combate, los aliados superaban ligeramente a los alemanes. Estos, en cambio,
poseían una pequeña ventaja en el aire, especialmente en cazabombarderos y en aviones de
transporte.

Al tiempo que se efectuaban esas acciones en el Norte, los alemanes también avanzaban hacia el
oeste y lograban invadir Holanda, Bélgica y Luxemburgo, en rápidas acciones que hicieron
retroceder a las fuerzas franco-británicas, sorprendidas por el hecho de que los alemanes
avanzaron a territorio francés a través de las Ardenas, en vez de cruzar el terreno donde se
encontraba la “Línea Maginot”, sistema de fortificaciones construido en 1929 para proteger la
frontera oriental de Francia.

Pero la organización, la táctica y la moral de los aliados eran sin duda alguna inferiores.
Holandeses y belgas se mantuvieron estrictamente neutrales hasta el último momento ,
impidiendo, en consecuencia la coordinación de la defensa aliada. Los aliados no podía contener
en absoluto las enorme y poderosas formaciones alemanas, de carros de combate combinado con
ataques por aire y por tierra y con una asombrosa capacidad de coordinación y habilidad táctica y
bélica. Además la moral alemana , estaba reforzada por las espectaculares victorias alcanzadas en
Polonia y Noruega.

Las fuerzas combinadas germanas emprendieron la marcha hacia el sur con objeto de iniciar su
ofensiva sobre Francia y hacia los primeros días de junio de 1940, las tropas de Hitler habían
logrado vencer las defensas francesas en el río Somme y continuaban hacia París, ocupada por los
alemanes el día 14 del mismo mes.

El día 22, a las seis semanas de haber iniciado Hitler su ofensiva sobre el oeste de Europa, Francia
firmaba un armisticio. El lugar elegido fue el bosque de Compiégne, al norte de París, donde
Alemania sufrió la humillación del 11 de noviembre de 1918. Para hacer honor a la ocasión, los
alemanes sacaron de un museo de la capital de Francia el vagón de ferrocarril utilizado para los
acuerdos de aquella fecha y lo trasladaron hasta Compiégne.
El armisticio fijaba la ocupación germana del norte de Francia, y respetaba una zona al sur bajo el
gobierno de Pétain. (En realidad el régimen de Vichy no pasaría de ser un gobierno títere.)
Asimismo, la marina francesa sería desmovilizada y sus barcos internados en puertos galos.

El 25 de junio, el gobierno de Pétain firmó otro armisticio con Italia, la cual, diez días antes, había
declarado la guerra a Francia para poder reclamar su parte en el botín. El ejército italiano, sin
embargo, no pudo atacar hasta el día 21, y tan sólo había avanzado unos centenares de metros. El
armisticio permitió a los italianos ocupar el pequeño territorio y estableció una zona
desmilitarizada.

Según el armisticio cual Francia quedaría dividida en dos zonas: la atlántica ocupada por Alemania,
con la ciudad de París como capital; y la mediterránea que constituiría la “Francia libre”, con
capital en Vichy y con el mariscal Philippe Pétain (foto izquierda) al frente de un gobierno
supuestamente “colaboracionista” de Alemania, obligado a aceptar las condiciones del “nuevo
orden europeo”. Tales condiciones consistían en romper relaciones con Inglaterra y proceder al
desarme del ejército francés.

El papel de la Resistencia: Sin embargo, no todo fue negativo. La dolorosa derrota de Francia logró
reavivar el espíritu nacionalista de sus ciudadanos, quienes organizaron movimientos de
resistencia dirigidos desde Londres por el general Charles de Gaulle (foto izquierda). Consiguieron
formar cuerpos de “guerrilla” que, aunque no alcanzaron un éxito definitivo, mantuvieron viva la
esperanza del pueblo francés para liberarse del invasor. De manera semejante creció el
nacionalismo en la Gran Bretaña, pues aun cuando las islas británicas no llegaron a ser ocupadas,
los continuos ataques aéreos de los alemanes estimularon el deseo de los británicos por luchar
contra el enemigo.

Así, se mostraron dispuestos a aceptar las medidas de su gobierno, representado entonces por el
primer ministro Winston Churchill, quien pronuncia su famoso discurso en el que pidió al pueblo
británico “sangre, sudor y lágrimas” para vencer al nazismo. La resistencia francesa y británica
despertó la simpatía y la admiración del pueblo estadounidense que se fue preparando
mentalmente para una posible intervención a favor de las democracias occidentales.
Segundo periodo, junio de 1940 a diciembre de 1941

La Batalla de Inglaterra:

El Führer comprendió mientras tanto que Alemania no estaría en condiciones de iniciar la


conquista de Inglaterra hasta haber obtenido un dominio absoluto en el aire. En consecuencia,
ordenó al mariscal de campo Hermann Goering, jefe de la Luftwaffe, que preparara una gran
ofensiva aérea para destruir la RAF e inutilizar la marina británica. La batalla de la Luftwaffe (fuerza
área alemana) contra Inglaterra comenzó el 10 de julio de 1940. Al principio, las incursiones aéreas
germanas fueron un tanto limitadas, pero a partir del 2 de agosto empezaron a darse ataques
masivos contra los aeródromos ingleses, las fábricas de material aeronáutico y, sobre todo, contra
el poderoso y eficaz conjunto de la red inglesa de radar. (ampliar)

Luftwaffe (fuerza área alemana)

Churchill ordenó a la RAF, que desde el 15 de mayo había bombardeado diversas ciudades
alemanas, dirigirse hacia Berlín en sus incursiones nocturnas. A finales de agosto, Hitler ordenó de
pronto a Goering que suspendiera los ataques a los aeródromos ingleses e iniciara un bombardeo
masivo sobre Londres y otros centros industriales. El 7 de septiembre, un enorme contingente
aéreo atacaba la capital británica, y envolvía en llamas un amplio sector de los muelles del East
End. A partir de esta fecha, las incursiones se sucedieron diariamente.

Los alemanes dirigieron sus ataques contra la ciudad de Londres, que llegó a ser bombardeada
durante cincuenta y siete noches consecutivas. Otras grandes ciudades británicas sufrieron
también los efectos del ataque aéreo; en conjunto, sobre Inglaterra cayeron 190 mil toneladas de
bombas y se tuvo que lamentar la pérdida de cerca de 44 mil vidas humanas y más de 50 mil
heridos. En algunos momentos, la RAE (Royal Air Force) pareció estar cerca del colapso, pero
Churchill pudo declarar más tarde: “No hay, en la historia de las guerras, ningún otro ejemplo en
que tan tantos seres humanos . debieron tanto a tan pocos.”
Mientras tanto, los ingleses, temiendo una invasión, comenzaron a bombardear a su vez los
puertos del canal de la Mancha y del mar del Norte, donde la armada alemana había comenzado a
reunir su flota.

El cambio operado en la táctica germana (en no bombardera mas los aeródromos y pistas)
proporcionó a la RAF tiempo suficiente para reparar sus maltrechos cazas y aeródromos. Al fin, el
15 de septiembre, los aviones británicos infligieron graves pérdidas a la fuerza aérea de Goering.
Cuatro días después, Hitler aplazaba de modo indefinido la Operación León Marino y ordenaba
que la flota destinada a invadir Inglaterra se retirara a aguas más seguras. En octubre volvería a
fijar la operación para la primavera o principios del verano de 1941, pero el plan, en la práctica, se
había abandonado. Si bien los bombarderos germanos prosiguieron sus incursiones nocturnas
sobre las ciudades inglesas, la batalla de Inglaterra había terminado. Los alemanes acababan de
sufrir su primera gran derrota.

Discurso de Churchill llamando a la resistencia: Ésa es la decisión del gobierno de Su Majestad y de


todos los hombres que lo componen. Esa es la voluntad del Parlamento y de toda la nación. El
Imperio Británico y la República Francesa, unidos en la misma causa yen la misma necesidad,
defenderán su tierra natal hasta la muerte, ayudándose fraternalmente hasta el límite de sus
fuerzas. Aunque, en verdad, gran parte de Europa y más de un antiguo y famoso Estado hayan
caído o puedan caer en las garras de la Gestapo (Foto: Hermann Goring creador de la Gestapo) y
de todo el odioso aparato de opresión nazi, no nos someteremos ni nos doblegaremos.
Seguiremos hasta el fin, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos
en los aires con una fuerza y una confianza crecientes, defenderemos nuestra isla a cualquier
precio, lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en
las calles, lucharemos en las colinas; nonos rendiremos jamás. E incluso si esta isla (...), cosa que ni
por un instante creo posible, fuera sojuzgada, en ese caso nuestros Imperio de ultramar; armado y
vigilado por la flota británica continuaría el combate hasta que, en el momento que Dios desease,
el Nuevo Mundo, con toda su fuerza y su poder, avance para socorrer y liberar al Antiguo.

Winston Churchill, 4 de juniio de 1940.

Formación de las Potencias del Eje:


Por intereses comunes los destinos de Alemania e Italia se mantuvieron inexorablemente unidos y
en mayo 1939 , ambas naciones sellaron su alianza con un compromiso militar por un período de
diez años: el Pacto de Acero.

Para uno y otro miembro, la alianza del Eje representaba una fuente de obligaciones y de
seguridades. Mussolini no intervino en el conflicto hasta 1940, fecha en que la guerra ya era un
hecho indubitable y la conquista de Europa parecía segura. El Duce no quería hallarse ausente a la
hora del botín, pero ya desde entonces se consideró perjudicado en el reparto de los territorios.
Por su parte, Hitler no le confiaba sus planes. La invasión de Noruega, por ejemplo, en abril de
1940, constituyó para Italia una total sorpresa.

En el transcurso de la guerra, Hitler se veía precisado a acudir, cada vez con más frecuencia, en
apoyo de su aliado. A instancias del Führer, Italia atacó, en septiembre de 1940, a las fuerzas
inglesas destacadas en el norte de África. Un año después, sin embargo, tropas alemanas
acudieron apresuradamente en su ayuda a fin de evitar un descalabro. En octubre de 1940, el
Duce atacó Grecia y, una vez más, hubo de solicitar auxilio de Alemania.

A pesar de todo, la alianza satisfacía a ambos líderes. Mussolini esperaba el resurgir de la Roma
imperial, compartiendo con Alemania un destino histórico. Hitler necesitaba al italiano para que le
protegiera, siquiera fuese de modo precario, el flanco meridional. El Führer mostró hacia Mussolini
lealtad inquebrantable. Cuando a fines de julio de 1943 el Duce fue depuesto y encarcelado por su
propio Gran Consejo, en plena conquista de Sicilia por los aliados, Hitler envió una unidad especial
a rescatarlo, y a mediados de septiembre lo reinstauró en el poder —aunque ya falso y nominal—
en el norte de Italia.

La alianza entre Alemania, Italia y Japón constituía un bloque compacto que se consolidaría con
dos acuerdos más: el Pacto de Acero, firmado por Italia y Alemania en mayo de 1939, por el que
estos países se comprometían a ayudarse mutuamente en caso de guerra y a colaborar para
conseguir el espacio vital que ambos buscaban, y el Pacto Tripartita de septiembre de 1940 entre
Alemania, Italia y Japón.

El ingreso de Japón, cuya ubicación en el océano Pacífico era estratégica para aislar a la Unión
Soviética, facilitaba a Alemania el ataque por el extremo oriental de Rusia que Hitler tenía
planeado realizar más adelante cuando hubiera derrotado a las potencias occidentales. El Führer
creía posible contener la presión de Rusia en virtud del pacto de no agresión firmado con los
soviéticos, y suponía que de esa manera podría evitar una guerra en dos frentes. Sin embargo,
derrotar a Inglaterra no era empresa fácil, y la fuerza aérea de este país había ocasionado graves
pérdidas a la Luftwaffe. En esas circunstancias Hitler decidió bloquear el Mediterráneo con ayuda
de Mussolini, buscando interrumpir la comunicación de los británicos con los puntos estratégicos
que poseían en esta zona, además de causarles daños económicos al bloquear el Canal de Suez.

La guerra en Europa centro-oriental:

Mientras los alemanes organizaban la nueva situación de Francia, Stalin aprovechaba para
continuar con la anexión de los territorios señalados en el pacto germano-soviético, en perjuicio
de Rumania y de Letonia, Lituania y Estonia. Hitler decidió entonces avanzar hacia el este e
intervino en Rumania; en septiembre de 1940, abdicó el rey rumano y tomó el poder el mariscal
Ion Antonescu, quien impuso un régimen pronazi y permite la entrada de las tropas alemanas a
Rumania, que ocupan los campos petroleros de su territorio.1 Estos movimientos ocasionaron la
ruptura de las relaciones germano-soviéticas y favorecieron los planes de Hitler para invadir Rusia.

El 18 de diciembre de 1940, Hitler dictó la Operación Barbarroja en contra de Rusia, planeada para
realizarse en la primavera del año siguiente. Sin embargo, los acontecimientos en los Balcanes
obligaron a retrasarlo.

Operaciones en África y los Balcanes:

El 28 de octubre de 1940, Mussolini invadió Grecia sin previo aviso al Führer, cuya indignación fue
mayor al enterarse de la derrota de los italianos al mes siguiente. Más tarde, el Duce sufrió un
nuevo descalabro, aún más grave, ante las tropas inglesas que, procedentes de Egipto, penetraron
en Libia y se apoderaron de la Somalia italiana, de Eritrea y, por último, de Etiopía, la reciente
conquista italiana. Estas derrotas, que enardecieron a Hitler, impulsaron al ejército alemán para
crear el Africa Korps, destacamento militar especialmente equipado y adiestrado para la guerra en
el desierto, bajo el mando del general Erwin Rommel (foto izquierda), quien logró romper el frente
británico y cambió el rumbo de las operaciones del Mediterráneo a favor de las potencias del Eje.
Las tropas alemanas avanzaron con rapidez, y en abril de 1941 se encontraban en Egipto, donde
ocuparon el paso de Halfaya.

El Führer se propuso además avanzar hacia los Balcanes. Mediante el recurso de la guerra
relámpago iniciada el 6 de abril de 1941, las fuerzas alemanas vencieron la resistencia de
Yugoslavia y Grecia, que se rindieron en pocos días. A fines de mayo, los alemanes se apoderaron
igualmente de Creta, y a partir de entonces, el Eje pudo pasar a la ofensiva en Libia Durante el
verano de 1941, Alemania se había apoderado de los Balcanes, mientras que la Gran Bretaña
dominaba en las regiones vecinas del Cercano Oriente y Gibraltar en el extremo oeste del
Mediterráneo, gracias a que Francisco Franco se negó a aceptar la propuesta de Mussolini para
que España participara en la guerra contra los aliados. Mientras tanto, la guerra continuaba en el
norte de África y se mantendría durante dos años más, hasta la intervención de las tropas
estadounidenses.

Invasión de Rusia:

En junio de 1941, ante la imposibilidad de vencer a Inglaterra en forma definitiva, Hitler decidió
poner en práctica la Operación Barbarroja (foto) en contra de la Unión Soviética. Este plan de
ataque consistía en una operación rápida destinada a eliminar las tropas rusas, aprovechando que
ya Francia había sido sometida e Inglaterra se encontraba luchando sola en el Mediterráneo.

El 22 de junio de 1941 más tres millones de soldados alemanes irrumpieron en la URSS. su


tremendo potencial bélico, magnitud de la invasión no te precedentes. Las divisiones manas se
adentraron a lo largo lo ancho de cientos de kilómetros y barrieron literalmente la precaria
resistencia soviética. Hitler, persuadido de que los rusos se hallaban al borde del colapso, decidió
caer sobre Moscú.

A principios diciembre, sus tropas se hallaban sólo a 42 kilómetros de la capital soviética. Sin
embargo, agotamiento, las temperatura bajo cero y la reacción militar r se cebaron esta vez en los
alemanes. El 6 de diciembre, las tropas de la URSS se lanzaron repentinamente al contraataque,
causaron estragos en el invasor y obligaron a retroceder hasta kilómetros en algunos sectores. En
marzo de 1942 los alemanes consiguieron reagruparse y, a mediados del verano, tomaron nuevo
la iniciativa y amenaza los ricos yacimientos petrolíferos del Cáucaso, al tiempo que prefijaban la
toma de Stalingrado como otra de sus metas. Pero la suerte había cambiado y la Unión Soviética
se había repuesto formidablemente.

Además, Hitler suponía que al derrotar a Rusia, Japón podría dominar el Pacífico y amenazaría las
costas de Estados Unidos para impedir que este país interviniera en la guerra de Europa. Aunque
en los primeros momentos las tropas alemanas lograron importantes éxitos militares en Rusia, al
ocasionar innumerables bajas en el ejército ruso y avanzar en territorio soviético hasta llegar a las
puertas de Moscú, al llegar el invierno antes de lo previsto, las tropas germanas, que no estaban
preparadas para afrontar el intenso frío, comenzaron a debilitarse. (Ver: Batalla de Stalingrado)
El 5 de diciembre de 1941, los rusos realizaron una contraofensiva frente a Moscú; la guerra se
convertía en la contienda prolongada que Hitler creyó poder evitar para no verse en la necesidad
de luchar en los dos frentes. El día 7 de ese mismo mes, la aviación japonesa atacaba con éxito la
flota de Estados Unidos que se encontraba anclada en Pearl Harbor de las islas Hawai; esta acción
japonesa dio al presidente Roosevelt la oportunidad que estaba esperando para que el Congreso
aprobara la intervención de Estados Unidos en la guerra.

Segunda fase: intervención de Japón y Estados Unidos

La segunda fase de la guerra se caracteriza por la intervención de dos países de reciente


crecimiento económico que comenzaban a participar, en las aspiraciones imperialistas del reparto
mundial: Estados Unidos y Japón.

A finales de junio de 1940, las ofensivas relámpago de Alemania en Europa favorecieron a los
japoneses, quienes se apoderaron de las colonias francesas, holandesas e inglesas del sudeste
asiático. Eran tierras ricas en estaño, petróleo, caucho y otros recursos, imprescindibles para el
continuo crecimiento nipón. En septiembre de 1940, el Japón, consecuente con su política
expansionista, presionaba sobre el gobierno francés de Vichy para ocupar con sus tropas el norte
de Indochina.

Allí construyeron poco después las bases aéreas desde donde bombardearon la carretera de
Birmania, única comunicación de China con el mundo exterior. Los ingleses se vieron
imposibilitados de utilizar esta vía. Los Estados Unidos, que se servían también de esta ruta para
enviar suministros a Chiang Kai-shek, incrementaron en represalia la ayuda a China, y el 26 de
septiembre bloquearon totalmente las ventas al Japón de petróleo, chatarra y acero. Al día
siguiente, los nipones firmaban con el Eje el Pacto Tripartito.

La diplomacia japonesa fracasó en su intento de obtener concesiones de las autoridades coloniales


de las Indias Orientales holandesas. En enero de 1941 los nipones se plantearon la cuestión de
recurrir a la fuerza para procurarse sus imprescindibles recursos. El almirante Jsoroku Yamamoto,
jefe de la Primera Flota japonesa, sugirió un ataque sorpresa a Pearl Harbor a fin de destruir las
fuerzas navales norteamericanas mientras el Japón realizaba sus planes de conquista. Los
japoneses proyectaron una estrategia en tres etapas, en donde la primera pondría fin al poderío
marítimo norteamericano en Pearl Harbor, la misma se consumó el 7 de diciembre de 1941, donde
la flota estadoudinense fue atacada de sorpresa con 200 aviones japoneses, entre bombarderos,
cazas y torpederos y con un balance de 2403 muertos, 1178 heridos y gran parte de la flota
destruida.
El ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, fue fotografiado por un piloto nipón.
Las bombas, al detonar, levantaban del agua gigantescas montañas de espuma, al tiempo que
aniquilaban gran parte del poderlo naval y aéreo estadounidense; no dañaron, sin embargo, los
importantes depósitos de crudos

Por otra parte, desde mediados del año anterior, cuando la Luftwaffe iniciara sus ataques conTra
Inglaterra, Roosevelt había pactado con el gobierno británico la entrega de 50 barcos destructores
a cambio de una cesión de bases en varias colonias inglesas en el continente americano, y había
logrado que el Congreso de Estados Unidos aprobara a Ley de Préstamos y Arriendos, destinada a
prestar ayuda financiera a Gran Bretaña para costear los gastos de guerra, no obstante que tales
acciones constituían una violación a la neutralidad estadounidense.

Además, en agosto de 1941, Roosevelt y Churchill (foto) habían celebrado una reunión a bordo de
un crucero frente a las costas de Terranova, y el día 14 firmaban una declaración de principios
contenida en la llamada Carta del Atlántico en la cual se ratificaban los ideales liberales y
democráticos, y se insistía en el propósito de organizar un sistema efectivo de seguridad colectiva,
mediante el establecimiento de un régimen de colaboración económica entre los pueblos,
restaurando el principio de autodeterminación. A pesar de la magnitud de esa colaboración de
parte de Estados Unidos, que convertía a este país en el gran arsenal de las potencias occidentales,
no era suficientemente poderosa como para que éstas ganaran la guerra; así, el ataque japonés a
Pearl Harborl dio al gobierno estadounidense la oportunidad de participar m el conflicto, que así
tomaba un nuevo rumbo.

La Carta del Atlántico

El presidente de los Estados Unidos de América y el Primer Ministro representante del Gobierno
de S.M. en el Rino Unido, habiéndose reunido en el Océano (Atlántico), juzgan oportuno hacer
conocer algunos principios sobre los cuales ellos fundan sus esperanzas en un mejor para el
mundo y que son comunes a la política nacional de sus respectivos países.
1. Sus países no buscan ningún engrandecimiento territorial o de otro tipo.

2. No desean ver ningún cambio territorial que no esté de acuerdo con los votos libremente
expresados de los pueblos interesados.

3. Respetan el derecho que tienen todos los pueblos de escoger la forma de gobierno bajo la cual
quieren vivir, y desean que sean restablecidos los derechos soberanos y el libre ejercicio del
gobierno a aquéllos a quienes les han sido arrebatados por la fuerza.

4. Se esforzarán, respetando totalmente sus obligaciones existentes, en extender a todos los


Estados, pequeños o grandes, victoriosos o vencidos, la posibilidad de acceso a condiciones de
igualdad al comercio y a las materias primas mundiales que son necesarias para su prosperidad
económica.

5. Desean realizar entre todas las naciones la colaboración más completa, en el dominio de la
economía, con el fin de asegurar a todos las mejoras de las condiciones de trabajo, el progreso
económico y la protección social.

6. Tras la destrucción total de la tiranía nazi, esperan ver restablecer una paz que permita a todas
las naciones vivir con seguridad en el interior de sus propias fronteras y que garantice a todos los
hombres de todos los países una existencia libre sin miedo ni pobreza.

7. Una paz así permitirá a todos los hombre navegar sin trabas sobre los mares y océanos.

8. Tienen la convicción de que todas las naciones del mundo, tanto por razones de orden práctico
como de carácter espiritual, deben renunciar totalmente al uso de la fuerza. Puesto que ninguna
paz futura puede ser mantenida sin las armas terrestres, navales o aéreas continúan siendo
empleadas por las naciones que la amenazan, o son susceptibles de amenazarla con agresiones
fuera de sus fronteras, consideran que, en espera de poder establecer un sistema de seguridad
general, amplio y permanente, el desarme de tales naciones es esencial. Igualmente ayudarán y
fomentarán todo tipo de medidas prácticas que alivien el pesado fardo de los armamentos que
abruma a los pueblos pacíficos.
Formación del bloque de los Aliados:

Solidarizándose con Japón, Alemania e Italia declararon la guerra a Estados Unidos el día 11 de
diciembre, cuatro días después del ataque a Pearl Harbor; de esta manera estaba más que
justificada la entrada en la guerra para los estadounidenses; después de esto todos los gobiernos
del continente americano, con excepción de Argentina que lo haría más tarde, hicieron causa
común con Estados Unidos, en la Conferencia Panamericana celebrada en Río de Janeiro, Brasil, en
enero de 1942. Ese mismo mes, veintisiete naciones, incluidas las tres grandes potencias —Gran
Bretaña, Estados Unidos y la Unión Soviética que había roto el pacto con Alemania— se integraban
en una alianza contra el Eje a la que Roosevelt dio el nombre de Naciones Unidas.

Cada una de ellas se comprometía a utilizar todos los recursos para derrotar al Eje y a no hacer
nunca una paz por separado. De tal forma quedaban integrados plenamente los dos bloques
contrarios: el bloque de los Aliados, formado por Inglaterra, la Unión Soviética y Estados Unidos
(Francia había quedado temporalmente fuera de la contienda) y el bloque del Eje, integrado por
Alemania, Italia y Japón. El primero manifestaba una aplastante superioridad en caso de que la
guerra se prolongase, aunque todavía a mediados de 1942 la supremacía de las Potencias del Eje
era un hecho innegable.

A principios de ese año, Estados Unidos y Gran Bretaña formaron una organización llamada Jefes
de Estado Mayor Combinados, con el propósito de unificar sus recursos, en una estrecha
colaboración que por primera vez se daba entre las dos naciones y, en agosto se celebraba en
Moscú un encuentro entre Stalin, Churchill y William Averell Harriman, este último en
representación del presidente estadounidense, para discutir la apertura de un segundo frente en
Europa.

Tres frentes de guerra:

A partir de diciembre de 1941 se efectuaron tres guerras, en forma casi independiente aunque
incluidas en una sola guerra total: 1) en las llanuras de Rusia, entre los alemanes y el ejército
soviético; 2) en el océano Pacífico, donde se enfrentaron estadounidenses y japoneses; y 3) en el
océano Atlántico, el mar Mediterráneo y el norte de África, donde ingleses y estadounidenses
combatían contra Alemania e Italia. Para los Aliados, el objetivo principal consistió en acelerar la
derrota de Alemania, la nación más peligrosa de las Potencias del Eje, aun cuando tuvieran que
retrasar la derrota sobre Japón.
Las batallas decisivas que harían cambiar de rumbo a la guerra, inclinando la victoria final al bando
de los Aliados, ocurrieron, entre el otoño de 1942 y la primavera del siguiente año, en tres
principales frentes de combate. Esas batallas fueron:

a) En el norte de África; en un sitio conocido como El Alamein, donde el mariscal británico Bernard
Law Montgomery atacó a las fuerzas alemanas al mando del general Erwin Rommel y las obligó a
retirarse; a los pocos días de este hecho, ocurrido el 23 de octubre de 1942, desembarcaban en el
norte de África las tropas estadounidenses dirigidas por el general Dwight D. Eisenhower, para
colaborar con Montgomery romper el cerco de las fuerzas de Rommel, las cuales se vieron
forzadas a abandonar el territorio, y capitularon el 7 de mayo de 1943; África quedaba libre de las
fuerzas del Eje y el Mediterráneo estaba abierto. El sueño de Mussolini de crear un imperio
africano se había desvanecido.

b) En el frente oriental, Hitler desencadenaba una nueva ofensiva contra la Unión Soviética,
buscando apoderarse de los territorios del Cáucaso, ricos en petróleo, a pesar de que las fuerzas
alemanas se encontraban ya debilitadas. A mediados de noviembre de 1942, las tropas rusas —
superiores en número a las alemanas y bien equipadas no sólo con los propios recursos soviéticos
sino con la ayuda proporcionada por Estados Unidos a través de la Ley de Préstamos y Arriendo—
realizaron una contraofensiva que logró romper las líneas enemigas al norte y sur de Stalingrado y
vencer a las fuerzas alemanas. Después de esta victoria, a pesar de algunos retrocesos, los rusos se
mantuvieron a la ofensiva durante todo el resto de la guerra.

c) En el Pacífico, durante los primeros meses de 1942, los japoneses lograron importantes triunfos,
llegando a dominar una extensa área del Pacífico, donde incluso conquistaron algunas bases
estadounidenses. Pero a semejanza de Alemania, Japón no pudo sostener una guerra prolongada
contra las fuerzas aliadas, cuya base de operaciones se encontraba en Australia, al mando del
general estadounidense Douglas MacArthur (foto).

Durante la primavera de 1942, los Aliados obtuvieron importantes victorias navales y aéreas en las
batallas del Mar del Coral y Midway, y desde entonces se manifiesta hacia el Pacífico central un
gran avance de los Aliados. Meses más tarde, las fuerzas estadounidenses desembarcaron en
Guadalcanal, en las islas Salomón.

La fase final de la guerra


Acuerdos para las ofensivas finales. Mientras se desarrollaban las campañas militares, los
diplomáticos aliados llevaron a cabo importantes planes políticos con el fin de acordar las
estrategias más adecuadas para derrotar al Eje. Desde 1941, los soviéticos pedían la creación de
un segundo frente, es decir, un desembarco aliado en Europa occidental para contrarrestar la
ofensiva alemana en el frente oriental. Pero en ese año y en el siguiente, las fuerzas occidentales
todavía no estaban en condiciones de emprender tal operación.

Del 14 al 24 de enero de 1943, Churchill y Roosevelt celebraron la Conferencia de Casablanca y en


ella se proyectó el desembarco en Francia para la primavera de 1944, pero no lograron establecer
acuerdos concretos sobre las estrategias a seguir antes de esa fecha. Sin embargo, ambos
mandatarios tomaron en Casablanca una decisión muy importante a la que pronto se sumó Stalin:
la rendición incondicional que se exigía a las potencias del Eje, como único medio de poner fin a la
guerra.

La campaña de Italia. Después que Montgomery y Eisenhower lograran vencer a las fuerzas de
Rommel en África, luego de una espectacular campaña conjunta (julio-agosto de 1943), tropas
inglesas, canadienses y estadounidenses desembarcaron en la isla de Sicilia, dispuestos a atacar las
fuerzas de Mussolini. Así, lograron engañar a Hitler haciéndole creer que dirigían su ataque contra
Grecia.

Ante la llegada de los ejércitos aliados a territorio italiano, Mussolini reunió al Gran Consejo
Fascista, pero no consiguió su apoyo; por lo contrario, la gran mayoría de los miembros del
Consejo le reprocharon haber llevado a Italia al desastre y decidieron restablecer un régimen
constitucional, para lo cual pidieron al rey la destitución de Mussolini. El 25 de julio, el Duce fue
relevado de su cargo y arrestado. Después de veintiún años, el régimen fascista llegaba a su fin. El
poder fue ocupado por el mariscal Pietro Badoglio, quien se puso al frente de un gobierno militar
del que fueron excluidos los fascistas, y empezó a realizar gestiones para capitular ante los Aliados,
en tanto que Hitler se preparaba para atacar Italia, previendo una posible colaboración de este
país con las fuerzas angloamericanas.

Durante el mes de septiembre de 1943, los alemanes liberaron a Mussolini, quien se instaló en la
ciudad de Milán y proclamó la República Social Italiana —que en realidad sería un gobierno títere
de Hitler— y decretó una nueva movilización militar. Con estas acciones se desencadenó en el
norte de Italia una guerra civil entre los fascistas ayudados por los alemanes, y el Comité de
Liberación Nacional dirigido por los comunistas que encabezaba el líder Palmiro Togliatti. De ahí en
adelante daría comienzo la resistencia italiana en contra de los regímenes nazi-fascistas, cuyo
desprestigio crecía considerablemente tanto entre el pueblo alemán como en el italiano. En
octubre, el gobierno de Badoglio declaró la guerra a AJemania, e Italia fue reconocida por los
Aliados como país “cobeligerante”. En abril del año siguiente, cuando Alemania era cercada en dos
frentes y su derrota era inevitable, Mussolini agotó sus recursos para salvarse y decidió huir hacia
Suiza, pero fue apresado y fusilado por la resistencia antifascista italiana.

No obstante, la campaña de Italia se prolongó por varios meses porque los alemanes bloqueaban
tenazmente el avance de las fuerzas angloamericanas hacia Roma. A partir de la liberación de esta
ciudad el 5 de junio de 1944, el frente aliado en Italia quedó paralizado, pues hubo necesidad de
retirar las tropas para utilizarlas en la campaña para liberar a Francia.

Conferencia de Teherán. Ante el nuevo curso que había tomado la guerra, los dirigentes de las
potencias aliadas —Stalin, Roosevelt y Churchill— decidieron celebrar una nueva reunión, en
Teherán, capital de Irán, a finales de noviembre de 1943. En la Conferencia de Teherán, Stalin
planteó dos asuntos cuya discusión daría la característica esencial de esta reunión: uno se refería a
la insistencia soviética en la necesidad de que las fuerzas angloestadoudinenses abrieran un
segundo frente de guerra en Europa occidental, y el otro a la conveniencia de establecer un
acuerdo sobre el problema de las nuevas fronteras, es decir, de los territorios que corresponderían
a cada uno de los Aliados una vez que el Eje fuera derrotado. Para la fecha en que se celebraba
esta reunión, Stalin ya podía imponer condiciones debido a los triunfos que la Unión Soviética
había obtenido sobre el ejército alemán; por lo tanto, se empezaba a plantear una nueva
correlación de fuerzas, derivada de la diferencia fundamental que había entre el sistema soviético
y el de sus aliados circunstanciales. En esa misma conferencia, Gran Bretaña y Estados Unidos se
comprometieron a realizar un desembarco al norte de Francia, con el fin de abrir el segundo frente
solicitado por Stalin.

Por esas fechas (finales de 1943), tanto la aviación inglesa como la de Estados Unidos —cuya
superioridad sobre la alemana ya se había hecho evidente— desencadenaron una gran ofensiva de
bombardeo sobre Alemania y los territorios ocupados por este país, donde arrasaron varias
ciudades importantes y ocasionaron serios daños a la industria bélica enemiga. Hitler a su vez
realizó el ensayo de una serie de armamentos nuevos, aviones de reacción y cohetes teledirigidos,
(las llamadas bombas V1y V2) con las que volvieron a atacar la ciudad de Londres; sin embargo,
estas acciones alemanas no habrían de cambiar el curso de la guerra que ya se había inclinado a
favor de los Aliados.

El ocaso del Tercer Reich


A principios de febrero, los ejércitos aliados efectuaron un ataque coordinado sobre el Rin. Tropas
británicas y canadienses lograron en el norte pequeñas conquistas, pero hallaron una fuerte
resistencia. En otros puntos los aliados avanzaron con mayor rapidez a pesar de los vigorosos
contraataques alemanes.

El 5 de marzo, los soldados estadounidenses ocuparon Colonia. Dos días más tarde, una división
acorazada estadounidense descubrió que los alemanes habían dejado intacto un puente sobre el
Rin y lo ocuparon mientras los alemanes intentaban volarlo. Hitler, enfurecido, destituyó a
Rundstedt y nombró en su lugar al mariscal Albert Kesselring, que había estado al frente de los
ejércitos alemanes en Italia. A finales de marzo, las tropas aliadas ocupan la ribera occidental del
Rin desde la ciudad holandesa de Arnhem hasta la frontera suiza. Habían rebasado en su totalidad
la legendaria Línea Sigfrido, con excepción de su sector más meridional, en la orilla oriental del
Rin. En marzo, los aliados incrementaron su ofensiva aérea.

De día unas veces y de noche otras, llegaron a arrojar 245.000 toneladas de bombas sobre
ciudades, fábricas, centrales de energía, líneas de ferrocarril y otros objetivos estratégicos.

Mientras los ejércitos aliados de Europa occidental entraban sin dificultad en Alemania, el ejército
rojo cerraba el cerco desde el este. A finales de febrero, las tropas soviéticas alcanzaban la línea
Oder-Neisse, situada a unos 65 kilómetros de Berlín. Mientras tanto, las fuerzas aliadas del norte
de Italia rompían la línea gótica por varios puntos y se preparaban para una ofensiva final contra el
maltrecho ejército de Hitler.

El 1 de abril, los ejércitos primero y noveno de los Estados Unidos cercaron el Ruhr, fuente de
reservas carboníferas e industriales vitales para Alemania. Tras una serie de intentos frustrados
por romper el cerco, las tropas alemanas quedaron reducidas a la impotencia y el 18 de abril los
aliados invadieron la región, al tiempo que capturaban 320.000 soldados enemigos. A partir de
aquel momento la resistencia alemana se vino abajo —exceptuando algunas zonas en que las
tropas lucharon con fanatismo hasta la muerte— y los ejércitos aliados barrieron el país.

El 16 de abril los soviéticos lanzaron la ofensiva final sobre Berlín, mientras los ingleses se dirigían
al nordeste, hacia Hamburgo y Lübeck, y los norteamericanos al sudeste, hacia Munich y las
fronteras de Checoslovaquia y Austria. Hitler, que se negaba a aceptar la realidad, ordenó la
creación de guerrillas para hacer frente a los invasores, y mandó a sus oficiales que destruyesen
todas las instalaciones industriales y viarias del país; mientras tanto, se dedicaba a mover sobre su
mapa divisiones inexistentes. La única buena noticia que recibió en aquellos días postreros fue la
muerte de Roosevelt el 12 de abril.

Sin embargo, el 22 de abril, la mente del Führer pareció comprender que el fin se aproximaba. La
mayoría de los altos oficiales alemanes huyó de Berlín, pero Hitler decidió permanecer en la
ciudad. Finalmente, el 30 de abril, el dictador nazi se suicidó, convencido hasta el último momento
de que había sido traicionado por los suyos y de que la historia le haría justicia. En su testamento
nombraba como sucesor al almirante Karl Doenitz, artífice de las brillantes campañas de los
submarinos alemanes.

El día anterior, 29 de abril, se rindieron las tropas alemanas de Italia y en días sucesivos siguieron
el ejemplo los ejércitos nazis de Holanda, de Dinamarca y del noroeste y mediodía de Alemania. El
7 de mayo los alemanes firmaron en Reims la rendición incondicional v al día siguiente cesaron
oficialmente las hostilidades. Ante la insistencia de Stalin, la capitulación se ratificó formalmente
en una ceremonia que tuvo lugar el 9 de mayo en Berlín.

LA DERROTA DE JAPÓN: El 6 de agosto de 1945 se lanzó la primera bomba atómica sobre la ciudad
de Hiroshima. Sus efectos fueron apocalípticos: causó casi 130.000 víctimas, entre muertos y
heridos. Unos 48.000 edificios fueron completamente destruidos y 176.000 personas quedaron sin
hogar. Tres días después, una segunda bomba cayó sobre Nagasaki, devastando 47 km2 y
causando la muerte a cerca de 40.000 japoneses.

Transcurridos muchos años, las secuelas de la radiación seguirían engrosando la nómina de


híbakushas, los afectados por el terror atómico.

Al día siguiente, Japón se rindió sin condiciones. El 2 de septiembre de 1945, en una solemne

ceremonia a bordo del acorazado Missouri, anclado en la bahía de Tokio, el general MacArthur,
comandante supremo de las fuerzas aliadas, recibía la rendición de Japón. Era el fin de la Segunda
Guerra Mundial.

Balance de la guerra

China perdió 6,4 millones de personas, entre civiles y militares; Japón tuvo 1,4 millones de
muertos. Corea sufrió especialmente la dominación japonesa, con miles de muertos y la ominosa
degradación de gran parte de su población femenina. Éste y otros crímenes fueron juzgados por
un tribunal aliado -el "Nuremberg japonés"- que condenó a muerte a varios militares japoneses,
entre ellos al general Tojo, ministro de la guerra y primer ministro de Japón durante el conflicto
bélico. El emperador Hiro-Hito se mantuvo en el trono por decisión de los ocupantes
estadounidenses.

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