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Sin embargo, aunque esta lectura parece seductora, es evidente para cualquier
observador de la vida política, que en la realidad las cosas no funcionan según
este esquema lineal. Ahí se encuentra todo el interés por la herramienta: Jones
considera su modelo como un tipo ideal. Una de las ventajas de este modelo es
que rompe con la visión jurídica tradicional, la cual es sustituida por un
enfoque más sociológico y politológico que permite inscribir, por ejemplo, el
momento simbólico de la decisión en un contexto mucho más amplio y
realista. La decisión ya no aparece como ese acto central donde la
competencia jurídica, como expresión del poder simbólico del derecho, prima
sobre las demás. La decisión aparece muchas veces en la realidad sociológica
y politológica como la ratificación de todo un proceso social y político
anterior en el cual intervienen varios actores. Igualmente, el impacto de la
decisión está revaluado a través del análisis de la implementación. No es raro
que la decisión (o la no decisión) que realmente afecta la vida de los
ciudadanos se encuentre más “río abajo” de la decisión formal.
El enfoque del policy cycle ha permitido un desarrollo importante del área del
análisis de las políticas públicas para la ciencia política y para las ciencias
sociales en general.
Sus críticas han sido numerosas, acá sólo se mencionaran dos que me parecen
atractivas.
En segundo lugar, las políticas públicas son los elementos de un proceso más
amplio de regulación política y de legitimación en la sociedad. Esto quiere
decir que no se pueden ver las políticas públicas únicamente como un
conjunto de estrategias organizaciones, sino que es necesario ir más allá de
esto para mostrar que las políticas públicas son un elemento de participación
política que interactúa con las formas tradicionales de participación política
como el voto o la militancia, y además, puede complementarlas. Esta
perspectiva permite ligar las políticas públicas a las dinámicas y a los actores
de la política y a los procesos e interacciones que participan en la formación y
evolución de la polity es decir, de la forma como se gobiernan las sociedades
humanas.
Las causas: ¿en qué condiciones surgió el problema y cuáles son sus causas?
Los afectados: ¿Quiénes son los afectados por el problema y de qué modo lo
están (directa e indirectamente)?
Cobb y Elder (1972) consideran que exsiten tres condiciones para que un
problema logre su inscripción en la agenda gubernamental. La primera es que
el tema tiene que ser de competencia de las autoridades públicas, es decir, que
se percibe a las autoridades públicas como capaces u obligadas a hacer algo.
La segunda condición es que la distancia entre el deber ser y el ser resulte
suficientemente acentuada como para exigir una acción política. La última
condición es que el problema tiene que presentarse bajo un código o lenguaje
adecuado (técnica, ideológica y políticamente) para que la autoridad pública
pueda tratarlo. Ambos autores han analizado diferentes procesos de
inscripción en la agenda pública para luego clasificarlos en cuatro tipos según
los objetivos perseguidos por los “promotores de problemas” llamados
“empresarios políticos”:
-El reajuste
-La explotación
-La reacción
-La mejora
Esta presentación, que permite dar cuenta de la complejidad del tema, hace
evidente los esfuerzos necesarios para clarificar y poder comparar procesos.
En la misma lógica de identificar distintos modelos de inclusión de problemas
en la agenda política, Garraud (1990) va un poco más allá de las tipologías
anteriores. Si Cobb y Elder se centran en los objetivos de los «empresarios»
políticos y Chevallier en la posición social de los «mediadores», Garraud
(1990) propone la construcción de cinco modelos a partir de una combinación
de un cierto número de variables y actores, entre los cuales el autor considera
a los grupos organizados, la existencia o no de una «demanda social», la
presencia de conflictos y de procesos de movilización social, las estrategias de
creación de una opinión pública, el papel de la «oferta política» y la
mediatización del tema y su dimensión como evento inesperado
(Garraud,1990:30-31). Por lo general la mayoría de estos factores se encuentra
actuando en gran parte de los casos, pero, según los procesos, dominan más
unos que otros. De manera que cada modelo presentado privilegia como
“agente motor” o «empresario político» un actor en particular: los grupos
organizados periféricos, las organizaciones políticas, los medios de
comunicación, las autoridades públicas o, por último, los grupos organizados
«privilegiados».