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La industria en América Latina antes de 1930 .

-
Colin Lewis , Universidad de Londres. En Leslie Bethell

Introducción.
Los historiadores de Latinoamérica solían sostener que la industrialización no fue
posible hasta la depresión de 1930, periodo en el que se manifiesta una crisis profunda
en las economías capitalistas centrales e industrializadas. Las teorías asociadas a la
perspectiva de la dependencia consideraban que la industrialización en América Latina
habría sido facilitada por una dislocación externa provocada por la crisis mundial.
Las tesis estructuralistas por su parte pretendían diferenciar por un lado, el
aumento del proceso de fabricación y por otro, la industrialización por si misma. Los
estructuralistas consideraban a la industrialización como un profundo cambio secular
que llevaba aparejadas , la decadencia relativa de la agricultura, la urbanización rápida y
la aparición del sector industrial como la clave de la expansión económica
autosuficiente, y consideraban que la expansión industrial solo podía nacer a partir de
una acción estatal que contribuyera a superar factores que obstaculicen la fabricación
(mala infraestructura, falta de integración al mercado, etc.)
Es asi como tanto dependentistas como estructuralistas le han restado importancia
al proceso industrial anterior a 1930. Al respecto, nuevos estudios, proponen diferentes
cronologías para el progreso de la fabricación como 1914, 1880 o incluso antes.
Actualmente se han agregado al debate sobre los efectos de las perturbaciones exogenas
en el proceso de industrialización, cuestiones como los efectos de la primera guerra
mundial y rupturas anteriores, como las ocasionadas por las guerras de los comienzos
del periodo nacional.

Cronología del Cambio industrial.


Es posible observar tres periodos diferentes: El primero abarca los decenios
posteriores al a independencia, años de gran reajuste para las industrias coloniales y las
primeras intenciones de creación de una industria moderna. El segundo corresponde a la
época clásica de expansión por las exportaciones que va desde 1870 hasta la primera
guerra mundial. El tercero va desde la primera guerra mundial hasta la depresión de
fines de la década del 20, y se caracterizo por cambio tanto en la escala como en la
composición de la producción industrial.
Las crónicas que hacen referencia al periodo anterior a 1850 permiten hacer
ciertas generalizaciones, la mayoría señalan crisis y contracciones del volumen de
producción nacional, a esto también se le unía una diversidad de modos de producción
proveniente de la supervivencia de procesos y unidades productivas pre-
independentistas. Varias eran las formas de fabricación que existían al comenzar el
periodo nacional, en un extremo se hallaban las comunidades indígenas y las grandes
haciendas, que si bien parte de su producción se destinaba al mercado internacional la
mayoría estaba orientada a sus propias necesidades. La producción de artículos
agrícolas tropicales o subtropicales solía apoyarse en alguna forma de mano de obra
forzada y recurría a los talleres rudimentarios instalados en la misma hacienda. Sin
embargo en el conjunto del continente la fabricación eran un fenómeno urbano. El ápice
de la estructura industrial colonial se encontraba en el obraje, la producción de estos era
tanto urbana como basada en fabricas y comúnmente en gran escala. Los obrajes
coexistían con unidades productivas mas pequeñas como talleres modestos y empresas
dirigidas por artesanos. A comienzos del S. XIX se comenzó a detectar en algunos
países un fenómeno que implicaba el alejamiento por parte de las empresas de las
ciudades, con el objetivo de escapar a las reglamentaciones gremiales. Es posible que
esta nueva ubicación de las fabricas haya sido también para aprovechar corrientes de
agua (hidráulica), y para aproximarse a las fuentes de materias primas.
Los principales productos industriales eran los textiles principalmente, los tejidos
de lana, aunque la importancia del algodón comenzó a crecer hacia 1850. En las
economías pecuarias (Argentina ), tenían mucha importancia los cueros trabajados, y
productos derivados como el sebo y la grasa. En todos los países había una industria de
productos rurales destinada al consumo nacional (harina, loza, ladrillos, metalistería en
algunos casos, etc.). En casi todos los casos la mayor parte de la producción destinada al
consumo local provenía de pequeños establecimientos que empleaban una tecnología
tradicional y anticuada. Durante el segundo cuarto del S. XIX las zonas a las que servia
la industria local se volvieron cada vez mas regionales al fragmentarse los mercados
nacionales, debilitados por los males gemelos de las guerras civiles y la competencia
extranjera. Una contracción de los horizontes del mercado reforzó los rasgos primitivos
y las perspectivas estancadas de la industria latinoamericana. La producción de
productos pecuarios fue posiblemente el campo de la industria que registro una mayor
expansión en este periodo. Los comienzos del periodo nacional fueron menos benévolos
con otras industrias exportadoras. La producción de metales preciosos, se vio afectada
por las guerras de la independencia y no levanto hasta mediados de siglo .

Durante el segundo periodo, en muchas zonas se nota una supervivencia de la


producción artesanal en muchas zonas, pero en otras se observa cambios profundos
derivados de la inserción progresiva del continente en el mercado mundial hacia
1870.Un corolario de dicha participación en la economía mundial es la mejora de la
infraestructura, se construyeron puertos y ferrocarriles, especialmente en países del cono
sur. El crecimiento de las importaciones y de la monetización de la economía borraron
lo que quedaba de industria colonial. La mayor demanda de productos de exportación
genero innovaciones y reorientaciones en la producción. En el caribe se produjeron
mejoras en el refinamiento del azúcar, para abastecer al mercado europeo. En
Argentina, Uruguay y meno medida Brasil, se produjo un paso de la industria de tasajo
y carne salada a industrias carnicas modernas de mejor calidad por resultado de las
inversiones extranjeras.
La combinación entre el crecimiento de la demanda mundial de exportaciones
latinoamericanas y el aceleramiento de los cambios tecnológicos tuvo consecuencias
profundas para varias industrias exportadoras. Técnicas extractivas o de tratamiento mas
modernas transformaron la escala y la naturaleza de la producción. En resumen en
vísperas de la 1º guerra, las plantas exportadoras latinoamericanas, que eran intensivas
en capital, presentaban la misma escala y la misma estructura que los establecimientos
extractivos y de producción de otras partes del mundo. Sin embargo el fenómeno de
modernización en la producción a gran escala no era exclusivo de la empresa
exportadora; a principios del S XX algunas fabricas intensivas en capital ya producían
para el mercado local (Cervecerías, Quilmes y Antártica. Alpargatas S.A.). Al igual que
las del sector exportador estas fabricas eran grandes y utilizaban algunos procesos de los
mas modernos. Sin embargo estas empresas eran atípicas y en la mayoría de los casos
la norma la constituían talleres intensivos en trabajo con grupos reducidos de
empleados.
Mas allá de este proceso modernizador, las industrias continuaron siendo
fragmentarias y la diversidad de técnicas que en ellas se empleaban así como también la
pluralidad de estructuras de organización obstaculizaban la integración en el nivel de la
industria e impedían las transferencias entre sectores. Así pocas economías
latinoamericanas pudieron establecer una relación simbiótica entre la fabrica a gran
escala e intensiva en capital y los talleres pequeños.
Tradicionalmente se ha marcado la dualidad existente en la industria de fines del
XIX y comienzos del XX, consistente en que las grandes unidades se inclinaban hacia el
comercio internacional y los pequeños talleres al consumo local. Esta idea es discutible
al menos en tres puntos. 1) Algunas grandes unidades se inclinaron hacia la producción
de productos perecederos con destino al mercado nacional. 2) Los fabricantes locales
proporcionaban una variedad de artículos mas amplia de lo que podía identificarse
antes. Hubo un afloramiento de la industria metalúrgica , de aceites y de productos
químicos.3) Unas cuantas economías incorporaron otro tipo de industria pesada,
orientadas a la instalación y reparaciones en las grandes compañías de servicios, en
particular los ferrocarriles. Se trataba de importantes complejos industriales que
satisfacían las necesidades del mercado nacional.

En la tercera etapa que va desde la primera guerra hasta la depresión mundial, es


difícil establecer un marco general para todo el continente. En algunos casos puede que
la primera guerra mundial ocasionara un cambio del crecimiento industrial a la
industrialización. En otras partes, los primeros decenios del siglo XX vieron un proceso
de expansión continua, aunque irregular, de la producción manufacturera. Y en algunas
economías el ritmo del cambio industrial disminuyo durante los decenios de 1910 y
1920. Brasil y Chile se industrializaron durante este periodo. Argentina vivió una
expansión industrial sostenida pero cíclica y especifica de subsectores entre 1890 y
1920. Perú por su parte, vivió un periodo de recaída de las industrias después del primer
decenio.
La diversificación intersectorial, identificada con una expansión de la producción
de bienes de consumo duraderos, una mayor mezcla de bienes de producción,
incluyendo productos químicos y algunos bienes de capital fue un proceso generalizado
que tuvo lugar en la mayoría de las economías mas importantes y en algunos estados
avanzados de segunda categoría, entre 1900 y 1929.En estas economías las fabrica
termino desplazando al artesano
La inestabilidad que experimentaron los mercados financieros después de 1914,
revelo las deficiencias estratégicas en las economías latinoamericanas y subrayo los
peligros de sustentarse en el sector exportadores lo que respecta a la fabricación
nacional la guerra fomento la utilización mas eficiente de la capacidad instalada, a la
vez que los reajustes de después de 1919 reforzaron la posición que las empresas en
gran escala ocupaban en la mayoría de las industrias.

Industrialización inducida por las exportaciones y perturbaciones exogenas.-


Muchas de las condiciones necesarias para el crecimiento industrial se dieron
durante ciclos de crecimiento inducido por las exportaciones. La expansión del
comercio exterior contribuyo a consolidar las economías monetarias y los sistemas
políticos entre 1870 y 1920. La inserción de en la economía mundial produjo la
modernización de transportes y comunicaciones que contribuyeron a la expansión
comercial, la producción básica para la exportación iba asociada con el incremento de
los beneficios nacionales, la afluencia de capital extranjero y aumento de la demanda de
consumo ocasionado por el aumento demográfico, alimentado por la inmigración y la
consolidación de una economía salarial. Los indicios de un incremento de la actividad
manufacturera durante la fase de crecimiento inducido por las exportaciones ponen
relieve la falta de verosimilitud de las teorías que sostienen una notable expansión a
partir de 1929.Si la producción creció a inicios del treinta esto se debió a un mayor
aprovechamiento de las capacidades industriales antes usadas de manera deficiente.
Las teorías de las perturbaciones exogenas no observaron detenidamente las
consecuencias de las guerras y las crisis o exageraron sus efectos. Los conflictos
mundiales tendían a producir mercados boyantes y precios altos para las exportaciones
latinoamericanas. Problemas relacionados con la oferta, a medida que las economías en
guerra reestructuraban su producción , restringían el acceso a las importaciones. Las
depresiones por su parte se caracterizaban por debilitar los precios de las exportaciones
y el movimiento hacia un bilateralismo en el comercio internacional que reducía las
oportunidades del mercado.

Crisis, Guerra e Industria.-


Anteriormente se creía que las hostilidades en Europa ocasionaron un incremento
esencialmente efímero de la producción manufacturera de talleres de trabajo intensivo
que no pudieron competir con la industria extranjera una vez recuperadas las relaciones
comerciales hacia 1918. Empresas débiles descapitalizadas, no lograron obtener el
apoyo eficaz del gobierno. No podían competir con los intereses creados de quienes
tenían acceso al poder, como ser los grupos vinculados con el sector de exportación que
veían en el proteccionismo un peligro que generaría reacciones adversas en los
mercados de ultramar. (ver ejemplos de México, Argentina, Chile y Brasil 154-156)
La inestabilidad y la falta de liquidez de los bancos fueron otros de los problemas
durante los primeros años de la guerra. En varios países los gobiernos aligeraron las
cargas fiscales y emprendieron políticas monetarias expansionistas. En otras partes se
apelo a la ortodoxia para resolver las crisis. Era improbable que una crisis exterior
fomente el crecimiento de una economía carente de capacidad industrial o de estructuras
que pudieran sostener la producción. El factor critico solía ser la respuesta normativa, es
decir si se ideaban o no medidas para proteger la industria o para sostener un programa
de industrialización. Solo hubo afluencia de inversiones en los sectores donde los
fabricantes tenían la confianza de asegurarse el mercado nacional contra la competencia
extranjera durante el periodo posterior a la crisis.

La búsqueda de una política conveniente.-


Durante todo el S. XIX los impuestos sobre el comercio exterior fueron la
principal fuentes de ingresos para los estados. Las aduanas aportaban al estado divisas
extranjeras basadas en oro. La recaudación de estos impuestos permitía al estado evitar
conflictos políticos que determinarían cualquier forma de tributación sobre las clases
dominantes.
Dado el incremento de las demandas que debían atender los recursos estatales y
las dificultades para obtener prestamos del exterior hubo una tendencia a modificar los
derechos de importación. Lo que inevitablemente aumentaba los precios de los artículos
importados y aumentando los costos de producción locales. La fabricación local
respondió consolidando su participación en el mercado nacional. Con esta expansión se
aumento el el tamaño del grupo de presión favorable a la industria quien ahora pugnaría
ante el gobierno por medidas beneficiosas para la industria.
Durante todo el s. XIX la concesión de subsidios y la renuncia a los derechos
sobre las exportaciones siguieron contándose como los métodos preferidos para
estimular la industria. La ayuda del estado consistía en garantizar las tasas de beneficios
del capital invertido. Garantizar los beneficios era una forma común de promover
proyectos ferroviarios. También se empleaban las subvenciones y las primas para
fomentar la industria sobre todo en las economías donde el capital escaseaba.
Hacia 1900 los estados presentaban una mayor eficiencia y burocratización, , las
variaciones de la moneda producían efectos en las economías, influyendo en la
inflación y las políticas arancelarias.

La comunidad industrial y la oligarquia dominante


El origen social de los empresarios industriales y otros beneficiarios del proceso
de expansión de las actividades manufactureras ocupa un lugar central en el crecimiento
industrial hasta 1930. Tradicionalmente se ha clasificado a los fabricantes
latinoamericanos como artesanos, pequeños capitalistas, hombres de negocios. Se
plantea así, una topología que implica un alto grado de heterogeneidad social. Otro
grupo de importante presencia en la industria es el de los inmigrantes (Argentina), que
en numerables ocasiones recibían prestamos de sus comunidades o bancos de su país de
origen. Junto a la debilidad del capital industrial la heterogeneidad del sector podría
explicar la falta de una coherencia en las estrategias de fabricación , la producción
artesanal continuo siendo uno de los rasgos del sector durante gran parte del S. XIX esta
presencia del artesanado menospreciaba la posición social de los empresarios frente a
las oligarquías hacendadas. No se veía prestigio en las actividades fabriles sino en las
agropecuarias, los empleos en el estado y las profesiones liberales. En las postimetrias
del siglo XIX debido a la influencia de la inmigración, la producción domestica fue
desplazada por el trabajo en las fabricas, aunque la escala de producción siguiera siendo
pequeña, hubo un movimiento hacia la fuerza mecánica a fines del siglo. Aunque la
desaparición del artesanado estuvo relacionada a la inmigración y a la aparición de un
complejo industrial el resultado no fue una ascensión del prestigio social de las
actividades productivas. Los empresarios al igual que muchos inmigrantes carecían de
influencia política. El aumento de la influencia política de la clase industrial fue un
proceso muy paulatino y en el tuvo trascendental importancia la creación de
organizaciones y asociaciones, cada vez mas numerosas que se convirtieron en
verdaderos grupos de presión a favor de los intereses industriales.
Para poder descubrir un proceso de industrialización (que no es lo mismo que una
expansión de la base manufacturera ) antes de 1930 es necesario descubrir una clase de
trabajadores industriales urbanos, muestra de una transformación estructural.
Antes de 1914 pueden identificarse grupos de industriales en varios países. Pero
es imposible verlos como importantes agentes de cambios sociales.

¿Industria o Industrialización?
Los decenios anteriores a la depresión de entreguerras fueron testigos de un
crecimiento de la industria en todos los países. Un aumento de la producción industrial
al mismo tiempo que propugnaban una política que fomentase la fabricación. Antes de
1930 dejan constancia de la escala de actividades industriales. En varios campos los
orígenes de la industria moderna se remontan al decenio de 1880, especialmente en
Chile y Brasil. Cambios cualitativos de la fabricación nacional también pueden
observarse en Argentina y México: en sectores específicos había una participación
creciente de la oferta local en el consumo nacional de productos acabados. Antes de la
primera guerra mundial también habían aumentado en Perú y Colombia. Una excepción
notable era Cuba donde los incrementos de la demanda total y de la modernización
infraestructural facilitaron la consolidación del mercado y una creciente demanda de
manufacturas que era satisfecha por las importaciones. Que los orígenes de la
fabricación moderna pueden fecharse antes del decenio de 1870 es discutible.
Igualmente discutible es que la fabricación doméstica y en talleres fuera capaz de
transformarse en una industria moderna. Revelan varias características protoindustriales.
Sin embargo, la reestructuración de la industria que tuvo lugar durante el segundo
decenio del siglo XIX estuvo asociada con la consolidación de una presencia inmigrante
y una penetración vigorosa en la fabricación por parte de grupos del sector exportador,
tanto nacionales como extranjeros. El problema básico para las formas coloniales de
industria no fue tanto que se adoptaran medios mecánicos de producción como la
importancia que se daba a la especialización de las tareas y las nuevas formas de
organización que se hallan implícitas.
¿Puede observarse un proceso de industrialización antes de 1930 en términos de
crecimiento de la industria? Chile se ha afirmado con confianza- que la
industrialización realmente tuvo lugar, ayudada por la aparición de programas
pragmáticos de estímulo de la industria durante finales del siglo XIX y una
administración consciente de la demanda en el segundo o el tercer decenio del XX.
Mayor es en Brasil. El inicio de la industria en el decenio de 1880; hubo un proceso de
profundización sectorial: la fabricación de una amplia variedad de artículos que no eran
bienes de consumo perecederos e incluían bienes de capital. Ya muy arraigada en 1930,
la producción del país dominaba el mercado nacional en varios sectores y en algunas
regiones, Sao Paulo, el sector se encontraba integrado eficazmente en la economía
regional. En otras partes no sería apropiado usar el término industrialización en su
contexto moderno. A comienzos del decenio de 1920, Argentina poseía el mercado más
grande, moderno y dinámico de América Latina. En esta etapa el ritmo de crecimiento
de la producción secundaria también era más rápido que el de la producción primaria. A
pesar de ello, el proceso de profundización de la industria no había llegado tan legos.
Durante 1920 experimentaba tal vez su primera fase sostenida de crecimiento de la
fabricación aunque a partir de una base muy baja. Por razones diferentes, el progreso del
crecimiento industrial falló en México y Perú durante el período de entreguerras.
Ya no es posible presentar 1930 como punto de partida de la fabricación moderna
en América Latina. Aunque el proceso de expansión industrial inducido por las
exportaciones tenía unos límites definidos claramente, la fabricación moderna en
América Latina data de la fase de crecimiento inducido por las exportaciones, como
confirman las diferentes cronologías nacionales de desarrollo hacia afuera. La
perturbación de 1930 no inició la fabricación, aunque puede que pusiera en marcha la
profundización industrial gracias a que ya existía un avanzado nivel de actividades
secundarias en algunos países. La primera guerra mundial quizá constituyó un
estimulante de la fabricación más profundo, ya fuese porque la interrupción resultante
fue relativamente más profunda en 1914 que en 1930 o porque las medidas tomadas
para combatir los problemas inducidos por la contienda sirvieron de modelo para los
programas que luego se aplicarían en el decenio de 1930.
El debate en torno a la política gubernamental refuta las afirmaciones simplistas
en el sentido de que durante el siglo XIX el continente fue una región de laissez-faire
doctrinario y dogmático. Los regímenes procuraron de diversas maneras abrir sus
economías a las influencias externas durante el siglo y pico que siguió a la
independencia. Los países de América Latina no pueden presentarse como ejemplos de
liberalismo económico extraídos de un libro de texto. Los sentimientos liberales
raramente se llevaban a la práctica. Ya fuera a causa de la herencia de tradiciones
mercantilistas ibéricas o de apremiantes consideraciones fiscales y políticas, la
actuación gubernamental era pragmática e intervencionista.
Aunque se esté de acuerdo en que la acción oficial estimuló la industria, sigue
habiendo polémica en torno a los mecanismos más apropiados que se emplearon. Puede
que las medidas indirectas del Estado que produjeron mejoras generales del ambiente
económico fuesen más significativas que las medidas específicas con el fin de promover
industrias o empresas individuales. La protección arancelaria llama la atención general:
los derechos de importación cumplían una función importantísima para la industria.
Había actividad manufacturera que se desarrolló sin protección o bajo regímenes
arancelarios fiscales neutrales.
La mecánica de la política arancelaria y monetaria, que tal vez las mal preparadas
burocracias sólo entendían de modo imperfecto, tuvo menos importancia que cambios
posteriores en la economía. Las reformas institucionales que facilitaron la constitución
de empresas industriales fueron importantes, también las leyes destinadas a estimular la
banca, la provisión de incentivos y subvenciones y la profesionalización general de los
servicios que prestaba el Estado, desde la educación hasta la administración. La
modernización de la infraestructura fue importantísima, integró y homogeneizó los
mercados nacionales. El crecimiento de los servicios hizo bajar los costes de entrada de
una industria y permitió a las empresas funcionar con una base de capital más pequeña.
En muchos países significó el crecimiento del sector público. Es posible que el
crecimiento de la renta fuera el factor más importante entre los que contribuyeron al
desarrollo de la fabricación nacional.
Antes de 1930 el proceso de expansión industrial en las principales economías
latinoamericanas era manifiestamente cíclico. Incompleto. Los períodos de expansión
de las exportaciones creaban un ambiente que favorecía el crecimiento de la fabricación.
Generaban un incremento de los beneficios y las rentas nacionales. Crecieron los
ingresos del gobierno y la escala de las actividades públicas. En todas las economías,
salvo en las que exportaban minerales, la demanda de mano de obra aumentó con el
crecimiento de las exportaciones: la expansión del sector asalariado supuso la
monetización de la economía y la ampliación del mercado. La crisis en el sector exterior
daba marcha atrás al crecimiento de la renta y perjudicaba los recursos de que disponía
la industria. Sin embargo realzaba la importancia del sector público y de las demandas
que se le hacían. La conveniencia política obligó a buscar remedios para la crisis fiscal
que impedía una confianza excesiva en normas que se basaban exclusivamente en la
reducción de gastos. El resultado era un incremento de los derechos arancelarios que o
bien servía para ampliar el alcance de la fabricación nacional o profundizaba la base
industrial. La crisis también producía cambios cualitativos y perjudicaba a las unidades
más débiles con lo que creaba más espacio en un mercado en contracción para las
empresas prósperas. La recuperación y un crecimiento renovado en el sector de
exportación favorecieron la consolidación de las empresas supervivientes, que tuvieron
que ampliar su capacidad al crecer la demanda nacional, abrigada detrás de barreras
arancelarias. Así se creó otro ciclo, una ronda alterna de crecimiento de la producción
manufacturera e inversión en la capacidad de producción. Las oportunidades dinámicas
en la fabricación despertaron el interés de los capitales nativos, de los inmigrantes y del
capital extranjero. Al crecer el sector, los industriales pudieron llamar la atención del
gobierno y, junto con otros intereses, presionar para que se tomaran medidas directas
con el fin de sostener y promover la fabricación nacional.

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