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Título: El contrato de factoraje en el nuevo Código


Autor: Barreiro, Rafael F.
Publicado en: LA LEY 13/08/2015, 13/08/2015, 1 - LA LEY2015-D, 1008
Cita Online: AR/DOC/2164/2015
Sumario: I. Introducción. — II. La noción de factoraje. — III. Caracteres. — IV. Naturaleza jurídica. — V.
Partes. — VI. Modalidades operativas. — VII. Créditos que pueden adquirirse. — VIII. Contenido del contrato
de factoraje. — IX. Obligaciones de las partes. — X. El factoring ante el concurso preventivo y la quiebra.
Los elementos que integran la definición de factoraje son: 1) la adquisición de una pluralidad de créditos,
actuales o futuros, que un empresario tenga contra terceros; 2) el origen preciso de tales acreencias en la
actividad empresarial del enajenante; y 3) el pago del precio en dinero cuya determinación puede quedar
diferida.
I. Introducción
El siglo XXI ha arribado acompañado por una secuencia de cambios tecnológicos que repercuten en las
modalidades de producción y comercialización de bienes y servicios y, en general, en la creciente complejidad
que se ha imprimido a las relaciones económicas. Esas mutaciones, que principalmente se desenvuelven en el
dominio de la economía, han proyectado sus efectos hacia otros campos en el marco de un proceso que se
caracteriza por la singular diversidad de las consecuencias que produjo. En rigor esta situación dista de ser
reciente pues, como conjunto de sucesos económicos, su advenimiento acompañó a los avances técnicos y
científicos que operándose en forma cada vez más acelerada, reconocen su origen en los modernos métodos de
producción que se fueron perfilando a partir de la aplicación de tales adelantos.
Como consecuencia de ese cuadro de situación, el ejercicio de actividades empresariales debe afrontar
particulares circunstancias generadoras de impedimentos funcionales de distinta intensidad, que la práctica
intenta superar mediante la elaboración de herramientas jurídicas creadas al amparo de las necesidades del
tráfico y que alcanzan su definitiva consolidación luego de transitar un prolongado proceso evolutivo.
La observación atenta de la práctica empresaria en economías emergentes demuestra que uno de los
principales obstáculos que los pequeños y medianos empresarios deben sortear, para poder operar en forma más
o menos eficiente en el plano económico, es aquel vinculado a la posibilidad de obtener recursos suficientes
para cumplir con su actividad. Es evidente en el sentido indicado que el costo del financiamiento bancario o la
negociación en mercados secundarios, con asiduidad, exceden las posibilidades de aquellos sujetos que ejercen
actividades organizadas tendientes a producir bienes o prestar servicios en escala que no alcanza importancia
relativa. Pero esas dificultades, que se intentan superar mediante el recurso a otras modalidades de financiación
alternativas a las que resultan tradicionales, que refieren en especial al acceso al crédito rápido, seguro y que no
implique una onerosidad injustificada, también son padecidas por importantes organizaciones que precisan
atender el cumplimiento de su finalidad económica sin interferencias de esta clase.
Además, y directamente vinculado con una razonable aspiración de reducir los costos de producción de
bienes o servicios, es palpable el beneficio que se produce con la simplificación —o eliminación— de las tareas
administrativas que la gestión ordenada lleva implícitas, permitiendo de tal manera que el empresario titular de
un emprendimiento de reducida magnitud se desentienda de la realización de trámites tendientes a conseguir el
pago del precio de las ventas que celebre, concentrándose principalmente en la actividad que le es propia. La
dispersión de esfuerzos que supondría la asunción de dicha actividad administrativa se puede evitar
encomendando a un tercero, por vía de una relación contractual de especiales y muy variadas características, su
cumplimiento.
Por otra parte, la obtención de una garantía que cubra la probabilidad de incumplimiento de la clientela,
conduce a una más sana situación patrimonial del productor, porque al atenuarse de algún modo el riesgo de
incobrabilidad, la previsibilidad consecuente puede habilitar el planeamiento estratégico a mediano o largo
plazo.
Uno de los medios elegidos para alcanzar esos provechosos resultados es el contrato de factoraje, también
conocido por su denominación inglesa: factoring, que era de uso corriente en nuestro medio, recientemente
tipificado en la codificación civil y comercial. Provisoriamente puede señalarse que es una figura contractual
destinada a gestionar intereses ajenos originada en la práctica del derecho anglosajón que se introdujo en Europa
sobre la base de estipulaciones que reconocen dicha inspiración (1).
II. La noción de factoraje
El análisis de la denominación de este contrato, y su consecuente configuración y contenido, en una
perspectiva conceptual pueden descomponerse en dos etapas perfectamente escindibles que presentan diversas
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características y que perfilan el factoring o factoraje, a partir de un núcleo estructural coincidente, como negocio
compuesto por más o menos elementos y en cuya configuración la autonomía de la voluntad funciona en
plenitud.
1. El factoring antes de su regulación normativa.
El repaso de distintas concepciones, cuenten o no con una base regulatoria expresa, nos permitirá advertir la
difusión internacional de este contrato y la presencia de caracteres comunes, uniformemente aceptados.
Se ha sostenido que es un contrato por el cual un empresario (pequeño o mediano, por lo general) asigna los
créditos que tiene o tendrá frente a sus clientes a otro empresario especializado, la sociedad de factoring, que en
razón de lo que dispone la ley española del 5 de enero de 1999, debe ser una entidad o establecimiento
financiero, que se obliga, a cambio de una prestación o precio, a prestar un conjunto de distintos servicios
vinculados con las relaciones creditorias cedidas (2).
El factoring es un contrato por el cual una de las partes, llamada cliente o empresario, lleva a cabo una
cesión global de créditos, actuales y futuros, a favor de la otra parte, denominada empresa de factoring, para que
ésta los gestione y realice su cobro, convirtiéndose en cesionario de dichos créditos, y pudiendo, además, si así
se estipula, desarrollar (i) una labor financiera optativa para el cliente, anticipando el importe de los créditos, y
(ii) una labor aseguradora de la falta de pago de tales créditos, recibiendo una comisión cuya cuantía dependerá
de las prestaciones realizadas. Asimismo, la empresa de factoring puede asumir expresamente otras funciones
que normalmente podrán consistir en la obligación de realizar estudios de mercado y análisis de la situación
económico-financiera de los deudores, o controles de la contabilidad del cliente (3).
También se lo ha concebido como aquella forma de contratación atípica en virtud de la cual un empresario
transmite los créditos comerciales que tiene frente a sus clientes a otro empresario especializado,
frecuentemente llamado factor o empresa de factoring, quien se compromete —a cambio del cobro de una
comisión o intereses— a prestar una serie de servicios, sean de administración o gestión, de garantía o de
financiación de tales créditos (4).
Estas descripciones, como corresponde a expresiones emitidas con propósitos analíticos, tienden a incluir en
la caracterización de la figura contractual los perfiles económicos que le son propios en su totalidad, pese a que
la ausencia de algunos de ellos no hace perder al contrato su configuración, ni su combinación o el agregado de
otros lo desnaturaliza.
2. Las reglas de Unidroit relativas al factoring internacional.
Estas reglas, adoptadas en la Convención de Ottawa del 25 de mayo de 1988, rigen los contratos de
factoring y las transferencias de créditos que se describen en su Capítulo I.
Se define en ella al factoring como un contrato celebrado entre una parte (el proveedor) y otra parte (la
empresa de factoring que también se llama el cesionario) conforme al cual: (a) el proveedor podrá o deberá
ceder al cesionario créditos que se originen en contratos de compraventa de mercaderías —concepto que incluye
servicios y la prestación de servicios— celebrados entre el proveedor y sus clientes (deudores), excepto aquellos
que se refieran a mercaderías compradas principalmente para su uso personal, familiar o doméstico; (b) el
cesionario tomará a su cargo al menos dos de las siguientes funciones: financiamiento al proveedor, e inclusive
préstamos y/o anticipos de pago; la contabilidad de los créditos; el cobro de los créditos; la protección contra el
impago de los deudores; y (c) la cesión de los créditos deberá ser notificada a los deudores.
Según está dispuesto en el art. 2, la Convención se aplicará cuando los créditos cedidos conforme al contrato
de factoring se originen de un contrato de compraventa de mercaderías entre un proveedor y un deudor que
tengan sus establecimientos en Estados diferentes y: (a) dichos Estados y el Estado en el cual el cesionario tenga
su establecimiento sean Estados Contratantes; o (b) que tanto el contrato de compraventa de mercaderías como
el contrato de factoring se rijan por la ley de un Estado contratante.
Debe señalarse que la República Argentina no es parte de dicha Convención
3. La definición en el Código Civil y Comercial.
El art. 1421 CCiv y Com, con la evidente consideración de intentos legislativos previos, la siempre profusa
elaboración doctrinaria nacional y extranjera, y algunos recientes precedentes jurisprudenciales aislados, provee
con admirable síntesis la noción legal de esta figura contractual: hay contrato de factoraje cuando una de las
partes, denominada factor, se obliga a adquirir por un precio en dinero determinado o determinable los créditos
originados en el giro comercial de la otra (5), denominada factoreado, pudiendo otorgar anticipo sobre tales
créditos y asumiendo o no los riesgos (6).
Rápidamente puede apreciarse que la sencilla definición que adoptó la novedosa codificación aprehende

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centralmente la adquisición que hace uno de los contratantes por un precio en dinero, determinado o
determinable, de un conjunto de créditos, actuales o futuros, generados por el giro comercial de la otra. Aquí se
agota la descripción del tipo legal pues los anticipos o la asunción de riesgos que pueda obligarse a cumplir el
adquirente —o cesionario—, al igual que los servicios complementarios reseñados en el art. 1422, aunque
resultan usuales, no dejan de ser contingentes y, por consiguiente, su ausencia no priva de tipicidad al contrato
(7). Téngase en cuenta que para asignar este carácter primordial a la cesión global de los créditos se cuenta con
el apoyo de la directiva del art. 1422, cuyo texto alude expresamente a los complementos de la adquisición que
pueden estipularse, en evidente demostración de la relevancia que tiene la transmisión de tales acreencias en su
doble faz cesión/adquisición por un precio.
Entonces, los elementos que integran la definición son: (i) la adquisición de una pluralidad de créditos,
actuales o futuros, que un empresario tenga contra terceros; (ii) el origen preciso de tales acreencias en la
actividad empresarial del enajenante, y (iii) el pago del precio en dinero cuya determinación puede quedar
diferida. El texto del art. 1421 (8) no habilita, en mi opinión, otra conclusión con sujeción a la pauta que sienta el
art. 2 del Código, en referencia a que la ley debe ser interpretada teniendo en cuenta sus palabras, sus
finalidades, las leyes análogas, las disposiciones que surgen de los tratados sobre derechos humanos, los
principios y los valores jurídicos, de modo coherente con todo el ordenamiento. No obstante, es claro que esta
reducción descriptiva atenuaría en gran medida la función económica del factoraje y no permitiría diferenciarlo
nítidamente de otros negocios.
A partir de esta apreciación del contrato de factoraje, en la que el precio se pagará al vencimiento, aunque
así la tradicional función económica de financiamiento que le fue asignada quede como se dijo menguada, se
confiere preeminencia a la finalidad del cedente de reducir costos, evitando emplear para ello recursos propios y
delegando la administración de todos o parte de sus créditos en un tercero. La decisión acerca de la
conveniencia de acudir a esta figura, dependerá de la concreta necesidad de allegarse fondos líquidos que tenga
el factoreado —también denominado cliente— quien, mediante la cesión de los créditos y la admisión de recibir
un precio generalmente menor al valor real del conjunto, a cambio accede rápidamente a la disponibilidad de
fondos a los que podrá darle el destino que más le convenga, pero puede válidamente presumirse que serán
afectados a su giro empresarial, pese a que tal aplicación no resulta exigencia legal definitoria. En esta dirección
se ha juzgado que este contrato es utilizado para lograr el cobro de créditos comerciales a corto plazo,
generalmente instrumentados a través de facturas —dato que no es determinante— que la empresa transmite a
un factor, quien puede recibir un anticipo de fondos representativo de un porcentaje por factura, transmisión que
en definitiva conlleva una cesión del crédito de que es titular el empresario al factor (9).
No parece acertada la postura que confiere a la gestión de cobranza el carácter de dato esencial del factoraje
y, por consecuencia, que ante el silencio legal debe estimársela como facultad implícita (10), porque la referencia
del art. 1422 a esa posibilidad como servicio complementario podría vincularse únicamente con alguna
modalidad específica del contrato. Pero también puede sostenerse que no hay omisión alguna en la noción del
art. 1421, en tanto una vez adquiridos los créditos, la legitimación para exigir el pago se traslada al factor
—quien al haberlos adquirido por un precio devino en propietario— si se cumplen los requisitos legales,
interpretación que refuerza la previsión del art. 1427.
En virtud de la celebración de este contrato se establece una relación que está regida por el principio de
globalidad, que refiere a la obligación que asume un empresario por la cual conviene ceder la totalidad o
categorías previamente determinadas de aquellos créditos originados en su actividad (11).
Se ha sostenido que en tanto el contrato tiene por finalidad la adquisición de créditos, su estructura viene
fuertemente influida por el régimen de la cesión de créditos (arts. 1614/1631 Cód. Civil y Com), y presenta
algunos rasgos comunes con la locación de servicios, especialmente en relación con los complementos
admitidos por los arts. 1421, in fine y 1422, y el mutuo (12).
En la República Oriental del Uruguay, la ley N° 16.774, conforme al articulado agregado por ley N° 17.202,
lo define como "la actividad financiera que consiste en adquirir créditos provenientes de ventas de bienes
muebles, de prestación de servicios o de realización de obras, otorgando anticipos sobre tales créditos y
asumiendo o no sus riesgos. La expresada actividad podrá ser complementada con servicios como los de la
gestión de cobro de los créditos o la asistencia técnica, comercial o administrativa a los cedentes de los créditos
aquí referidos. Los créditos deben provenir del giro habitual de los cedentes", (art. 45) (13). Es fácil advertir la
coincidencia con las disposiciones del Código Civil y Comercial en la descripción de los perfiles básicos
definitorios del factoring o factoraje.
III. Caracteres
A. Comunes.

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1. Bilateralidad. Es un contrato bilateral porque las partes se obligan recíprocamente la una hacia la otra. De
la propia noción legal cabe extraer esta conclusión: una parte se obliga a adquirir los créditos y la otra a cederlos
por un precio, de modo que esas prestaciones se justifican mutuamente.
2. Onerosidad. Es contrato a título oneroso en atención a que las ventajas que procuran a una de las partes
les son concedidas por una prestación que ella ha hecho o se obliga a hacer a la otra. Es claro que la estructura
del factoraje implica sacrificios y ventajas para las dos partes. Así, en el perfil básico que la ley construye, el
factor debe pagar un precio determinado o determinable por los créditos, actuales o futuros, que adquiere y el
factoreado se obliga a cederlos. Ello, sin perjuicio de las obligaciones principales y suplementarias que se
estipulen y que participan de la misma esencia.
3. Conmutatividad. Por virtud de su onerosidad, esta figura contractual es conmutativa dado que las ventajas
para todos los contratantes que derivan de su concertación son ciertas —y por consiguiente las conductas
esperables son previsibles— desde el origen y su contenido económico no depende de algún acontecimiento
ulterior.
4. Formalidad. Según el art. 1015 Cód. Civ. y Com., sólo son formales los contratos a los cuales la ley les
impone una forma determinada. La ley respecto del factoraje exige una forma, la instrumentación que deriva de
la interpretación de lo que disponen los arts. 1424 y 1425, sin que ella haya sido prevista para su validez. Debe
entenderse, entonces, que se la requiere sólo para que el contrato de factoraje produzca sus efectos propios y,
por consiguiente, no quedará concluido como tal mientras no se haya otorgado el instrumento previsto, pero
adquiere valor como contrato en el que las partes se obligaron a cumplir con la expresada formalidad (art. 969).
Esta regla rige para las modificaciones sustanciales ulteriores que sean introducidas (arg. art. 1016). Se trata
de una excepción al principio de libertad formal, que predomina en la materia contractual y que se explica
porque la adquisición de créditos supone la correlativa asunción de la obligación de cederlos, para cuya
transmisión basta con el documento contractual, y la necesaria identificación de las partes, deudores y créditos.
En relación con el anoticiamiento de los deudores cedidos, sólo se exige el empleo de cualquier medio que
evidencie razonablemente la recepción por parte de éste, como lo dispone el art. 1428.
5. Nominatividad. El contrato de factoraje es nominado porque la ley lo regula especialmente. Su inclusión
expresa en el texto del Código y el molde legal acuñado consecuentemente permiten eludir algunas vacilaciones
producidas en la interpretación del factoring, particularmente en cuanto refiere a la situación de los deudores del
factoreado y el modo en que el contrato puede serles plenamente opuesto.
6. Autonomía. El factoraje no depende para su configuración de la concertación de otro contrato que le sirva
de antecedente —ni de consecuente— y se presenta con características propias y típicas. Con independencia de
las complejidades que pueda ofrecer la causa y de las vacilaciones evidenciadas como consecuencia de
habérselo considerado un contrato normativo, es claro que sus efectos se producen desde su concertación,
aunque se difieran en el tiempo, sin precisar de algún complemento. La calificación como contrato normativo,
con independencia del distinto alcance que se le ha conferido a esta categoría (14),es evidentemente ajena al
factoraje porque este tipo no prefigura el contenido de contrataciones futuras, que además no son requeridas
para el cumplimiento de las finalidades económicas que le son propias .
7. Empresarial. El factoraje, como instrumento de gestión financiera con propósito de supresión de riesgos,
presenta características peculiares que tienden a dar respuestas a las exigencias de la moderna actividad
empresaria (15). Corrientemente se destaca el requerimiento vinculado con el carácter de empresario
especializado del factor (16), exigencia con la que es fácil coincidir en atención a la concreta gama de
obligaciones que puede asumir el factor, que combinan elementos propios de otros contratos para concluir en la
configuración de un esquema especial de relaciones, tendientes todas aquellas a facilitar o coadyuvar al ejercicio
de una actividad económica organizada con el definido propósito de prestar los servicios que tipifican la
posición contractual del factor.
Esa misma cualidad debe tener, lógicamente, el factoreado en tanto generador con su concreta actividad de
créditos en masa cuyo pago se difiere.
En esta línea de pensamiento, no puede ocultarse la gravitación que tienen las disposiciones de los arts. 1725
y 1728 Cód. Civ. y Com., ponderación que se realizará más adelante en análisis dotado de mayor precisión.
8. De colaboración. Este rasgo no ha sido aceptado pacíficamente en la evolución que la figura tuvo en el
análisis doctrinario. Ello se originó, más que por la negativa a aceptarlo, en que se confirió usualmente mayor
preponderancia al propósito de financiación. Sin embargo, en tanto es un contrato con prestaciones fluyentes
durante un lapso más o menos prolongado, conforme haya sido estipulado, no parece dudosa la posibilidad de
asignar al factoraje el carácter de contrato de colaboración (17). Como muestra de ello es útil recordar la

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naturaleza de aquellos otros servicios aludidos por el art. 1424, que suponen la predisposición de la actuación de
los contratantes en orden al armónico cumplimiento del objeto del contrato, traducido en los concretos intereses
—de la índole que fueren— que los motivaron para su celebración. Cualquier incumplimiento que se produzca
en relación a esta obligación genérica podría hasta frustrar la finalidad particular de las partes.
Si se pone el acento en que el factoraje es más un sistema operativo que un contrato individual (18),
concepción que surge de las complejidades que puede presentar y que se proyectan también a la causa, no puede
desconocerse la relevancia que tiene aquella colaboración para hacer posible el funcionamiento adecuado del
sistema, que permite a los contratantes la satisfacción de sus correspectivos intereses.
La colaboración, es decir, el ordenamiento de actividades para conseguir una finalidad que es común a las
partes, presenta otra faz relacionada con alguna especial variante de este contrato que implica los servicios
complementarios de administración y gestión de cobranza, asistencia técnica, comercial o administrativa
respecto de los créditos cedidos, mencionados en el art. 1422.
9. Contrato de duración. Ciertamente el factoraje es un contrato que tiene perdurabilidad, aunque pueda
tener una vigencia más acotada —que resulte razonable para satisfacer el interés de las partes— sin que por ello
se desnaturalice su esencia. El art. 1011, Cód. Civ. y Com., dispone que los contratos de larga duración el
tiempo es esencial para el cumplimiento del objeto, de modo que se produzcan los efectos queridos por las
partes o se satisfaga la necesidad que las indujo a contratar. En consecuencia, las partes deben ejercitar sus
derechos conforme con un deber de colaboración, respetando la reciprocidad de las obligaciones del contrato,
considerada en relación a la duración total. Esta regla general tiene decisiva relevancia respecto del factoraje
pues es evidente que cuando se pacta su duración prolongada la actividad de las partes, la asistencia mutua y la
facilitación del cumplimiento como deberes u obligaciones ciertas o implícitas, debe basarse en la confianza en
la satisfacción de las correlativas cargas de conducta.
La duración puede estipularse con relación a un período temporal determinado o hasta alcanzar un límite
dinerario.
El Código Civil y Comercial nada dispone en relación con la duración del factoraje. No obstante, es claro
que puede establecerse un lapso de vigencia que se acomode a los intereses de las partes, de modo que todos los
créditos surgidos durante ese tiempo queden comprendidos en la cesión. Ello es consecuencia de la exigencia
relativa a que las acreencias deben ser meramente determinables, en tanto el contrato puede comprender todas
las de una misma categoría, o la totalidad de las que resulten del giro empresario del factoreado, o sólo algunas
de ellas, presentes o futuras (19). No puede abrigarse ninguna duda ahora acerca de la pertinencia de
estipulaciones que refieran a la cesión de un conjunto de derechos creditorios en el ordenamiento jurídico
nacional, ni que ella comprenda derechos futuros, además de los que ya se han consolidado.
B. Contingentes.
Además, y con sujeción a las particularidades que cada relación contractual de factoraje puede presentar,
pueden advertirse otros caracteres que contribuyen a delimitar sus contornos. Es que el influjo de las distintas
modalidades del factoraje que la codificación permite, surgidos de las prácticas empresarias, impone atender a la
especial caracterización que deba ser interpretada en cada caso. En este orden, el contrato puede revelarse,
además de cuanto fue señalado hasta aquí, como:
10. De financiamiento. Ya se ha señalado que la aspiración de lograr una rápida rotación de sus activos guía
al factoreado que constituye una de las ventajas económicas que procura con la celebración del contrato y, a la
vez, es un requerimiento de orden económico esencial en cualquier estructura empresarial dado que permite al
empresario obtener recursos de terceros, sin tener que recurrir a los agentes financieros institucionales —o a los
informales, que son directamente ruinosos, si no ilegales—, a efectos de lograr financiamiento a corto plazo (20).
Puede agregarse ahora que esa función asignada al factoraje se alcanza cuando el cesionario se obliga a
anticipar los importes de los créditos cedidos antes de su vencimiento y el empresario-cliente logra procurarse
fondos líquidos inmediatamente, satisfaciendo de esa manera su interés económico, mediante el pago de un
precio estipulado. Pero esta función no es común a todas las modalidades operativas del factoraje, sino sólo a
aquellas en las que se han pactado dichos anticipos. Ante la ausencia de convención expresa, debe entenderse
que el costo de adquisición debe satisfacerse al vencimiento de cada crédito, generalmente mediante la
instrumentación de un sistema de cuenta corriente, o bien cuando se haya estipulado. En este caso, el
financiamiento pierde relevancia y la gestión de cobranza —y, eventualmente, otros servicios conexos con ese
propósito— caracteriza al contrato.
11. De adhesión. Si bien esta característica, en rigor, no puede considerase como requisito esencial de la
estructura del factoraje, sería imprudente descartar de plano que pueda incluirse en la descripción que hace el
art. 964 Cód. Civ. y Com. En efecto, es posible que en este contrato uno de los contratantes —cualquiera de
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ellos, pero en especial el factoreado— adhiera a cláusulas generales predispuestas unilateralmente, por la otra
parte o por un tercero, sin que el adherente haya participado en su redacción. En este orden, las cláusulas
generales predispuestas deben ser comprensibles y autosuficientes y su redacción debe ser clara, completa y
fácilmente legible. En caso de incompatibilidad entre cláusulas generales y particulares, prevalecen estas
últimas y las cláusulas ambiguas predispuestas por una de las partes se interpretan en sentido contrario a la parte
predisponente, como ha sido útilmente interpretado aun antes de su consagración normativa expresa.
12. Exclusividad. Las partes son libres para celebrar un contrato y determinar su contenido, dentro de los
límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres, como está dispuesto por el art.
958. Por esa razón, las normas legales relativas a los contratos son supletorias de la voluntad de las partes, a
menos que de su modo de expresión, de su contenido, o de su contexto, resulte su carácter indisponible (art.
962).
Por aplicación de esos principios fundamentales del derecho contractual la cesión de los créditos que el
factoreado tenga como resultado de su actividad comercial puede estipularse o no en exclusiva (21). A favor de
su conveniencia puede señalarse que se trata de evitar, con esta estipulación, que el factoreado anude vínculos
alternativos de idéntica naturaleza, que pueden resultar lesivos de la buena fe y la lealtad (22). Si es necesario
formular alguna interpretación sobre este aspecto, puede hacerse referencia a los pactos de exclusiva que
corresponden a contratos con características afines.
13. Gestión. Ya se dijo que el art. 1422 prevé la estipulación de servicios complementarios al núcleo del
contrato de factoraje que significan la administración, cobranza o la prestación de asistencia técnica, comercial o
administrativa. Ello indica que la relación que se establece entre las partes es significativamente próxima y, en
tales condiciones, el factoraje permite una consentida interferencia en la administración de los negocios del
cedente con las evidentes consecuencias que este aspecto tiene si se trata de una sociedad, en orden al necesario
cumplimiento del proceso formativo de la voluntad social para hacerla posible y a las responsabilidades
emergentes.
IV. Naturaleza jurídica
1. Dos antecedentes lejanamente vinculados con el factoraje por su finalidad de obtener liquidez.
En el derecho argentino, la cesión de los derechos emergentes de una determinada operación mercantil, que
constituye el objeto de la actividad de un comerciante o empresario, intentó facilitarse mediante el ingreso al
ordenamiento jurídico de dos títulos de crédito regulados con la finalidad de procurar liquidez con celeridad
aunque por distintas vías. Así, el Dec. Ley 6001/63 estableció el régimen de las facturas conformadas,
confiriéndoles aptitud ejecutiva derivada de su aceptación por el deudor previo protesto, y, tres décadas más
tarde, la ley 24.760 el de las facturas de crédito, instrumentos destinados a la circulación de negociables
mediante endoso, que permitían por consecuencia la incorporación de otros obligados cambiarios que
reforzaban la garantía de cobro.
Ninguno de ellos alcanzó a ser empleado corrientemente en la práctica comercial, acaso por las dificultades
que su funcionamiento planteaba. El rasgo común a las dos regulaciones estaba configurado por la referencia al
antecedente necesario que hacía procedente su empleo: una singular relación emergente de un contrato
comercial, específicamente la compraventa y, en relación a las facturas de crédito, también la locación de cosas
muebles, obra o servicios, a lo que se agregó una especial calificación en el adquirente o locatario, cual es que
adquiriera, almacenara, utilizara o consumiera las cosas, los servicios o la obra para integrarlos a un proceso de
producción, transformación, comercialización o prestación a terceros, sea de manera genérica o específica (art.
1, inc. d, ley 24.760).
La masividad no era, como se aprecia, un elemento tipificante pues resultaba indiferente la cantidad de
relaciones que se hayan establecido entre un mismo acreedor y deudor, que quedaban sometidas a un régimen
único. Por otra parte, la transmisión de los derechos instrumentados en esos títulos debía cumplirse con sujeción
a las reglas de la circulación cambiaria (carácter del título del crédito que es indiferente en el factoraje),
apartándose de los principios que gobernaban la cesión de derechos, más apropiada para regir incidentalmente y
por vía de analogía la transferencia global de créditos que caracteriza al factoring, aunque también es
insuficiente para abarcar toda su complejidad. Finalmente, puede resaltarse que esas regulaciones prescindieron
de referir al aspecto contractual referido a la financiación que eventualmente una parte puede conferir a la otra.
La significación de estos antecedentes legislativos, de los que sólo nos queda el testimonio de haber sido
concebidos como mecanismos jurídicos destinados a precaver al empresario ante la falta o demora en el pago de
los créditos que instrumentan, se asienta pues en la evidente orientación que tiene por propósito simplificar y
abaratar el acceso al crédito, que en nuestro medio económico se caracterizó desde hace largo tiempo por su
extrema dificultad y sus altos costos (23).
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Pero es inocultable que esas dos normas, como también sucede actualmente respecto del factoraje,
reconocen un antecedente común cual es la cesión de derechos, que aparece reglamentada en detalle tanto en el
régimen civil reemplazado como en el que ahora rige. La referencia a su estructura es, pues, útil para
comprender la dinámica del contrato, aunque éste apunte a operaciones calificadas por una pluralidad de
relaciones creditorias —con el agregado en tal sentido de la permitida prestación de servicios
complementarios— y aquél régimen general sólo atienda a operaciones individuales.
2. Las leyes 18.061 y 21.526.
El art. 21 de la Ley de Entidades Financieras, las autoriza a realizar todas las operaciones que no les sean
estricta y expresamente prohibidas por esa norma o por las disposiciones que objetivamente dicte el B.C.R.A. en
cumplimiento de sus funciones específicas y en todos los casos que la autoridad financiera las considere
compatibles con su actividad (art. 20).
En relación con las compañías financieras, el art. 24, inc. d, las autoriza a otorgar anticipos sobre créditos
provenientes de ventas, adquirirlos, asumir sus riesgos, gestionar su cobro y prestar asistencia técnica y
administrativa. Esta habilitación legal reconoce su origen en el antecedente normativo que fue la Ley 18.061,
art. 17, inc. e, que contenía idéntica previsión.
Puede coincidirse en que no corresponde sobredimensionar el valor de estos antecedentes normativos
porque sólo resultan meramente referenciales (24), en tanto se limitan a describir operaciones que las entidades
financieras se hallan habilitadas para realizar y que, por lo demás, ante la ausencia de toda precisión al respecto,
pueden referirse a otros negocios de esa naturaleza, como el descuento mercantil o el anticipo bancario.
3. La esencia del factoraje.
a. Es un contrato autónomo. Si se recuerda que según el art. 1421 hay contrato de factoraje cuando una de
las partes, denominada factor, se obliga a adquirir por un precio en dinero determinado o determinable los
créditos originados en el giro comercial de la otra, denominada factoreado, pudiendo otorgar anticipo sobre tales
créditos asumiendo o no los riesgos, es evidente que se ha superado la módica concepción que estimaba al
factoring como un contrato preliminar, ciertamente influida por las legislaciones y prácticas extranjeras, porque
el factoraje presenta en el nuevo ordenamiento codificado todos los elementos propios que permiten
caracterizarlo como tal (25). Que sea un contrato normativo o de prestaciones continuas y fluyentes —como
parece ser la esencia adecuada— carece de incidencia en su formulación y consecuencias que se desprenden de
su concertación.
b. Relación con la cesión de derechos. La base de este contrato se encuentra en la cesión de derechos con la
que guarda todavía puntos de contacto. Como está establecido en el art. 1614, Cód. Civ. y Com., el contrato de
cesión se presenta cuando una de las partes transfiere a la otra un derecho. Se aplican a la cesión de derechos las
reglas de la compraventa, de la permuta o de la donación, según que se haya realizado con la contraprestación
de un precio en dinero, de la transmisión de la propiedad de un bien, o sin contraprestación, respectivamente, en
tanto no estén modificadas por las del Capítulo 26.
Ciertamente, el establecimiento de vínculos masivos de colaboración, durables, con una finalidad común
constituyen modalidades que permiten diferenciar uno y otro contrato, cada cual aferrado al ámbito económico
que les es propio. Téngase en cuenta que el art. 1421 alude a las acreencias en plural, sugiriendo la globalidad
como nota caracterizante, mientras que el art. 1614 refiere a la transmisión de un único derecho.
Con frecuencia se ha citado un pensamiento que se distingue por su lucidez y precisión: "la cesión de
créditos constituye la espina dorsal sobre la que gira el contenido del contrato de factoring, lo que no significa
que pueda afirmarse que la cesión sea el contrato, sino simplemente que la cesión de créditos es una
consecuencia del contrato atípico mencionado" (26). Por tal motivo, he preferido poner el acento en el eje
adquisición/cesión (nociones que son referidas por los arts. 1421 Cód. Civ. y Com., por un lado, y 1425, 1427 y
1428, por otro) de créditos actuales o futuros para describir este contrato, en relación al efecto transmisivo que
le es propio, según los arts. 1424 y 1425.
Puede estimarse razonable la existencia de una correlación entre la cesión de derechos y el factoraje, de
manera que las normas regulatorias de aquella puedan aplicarse para interpretar el segundo. Claro que tal
proceso deberá resguardar la individualidad de cada tipo contractual y deberá cumplirse con la debida atención
en no alterar la virtualidad de los elementos constitutivos de uno u otro.
c. La faceta de colaboración. Las distintas modalidades a las que puede sujetarse aconsejan considerarlo
como un contrato de colaboración empresaria más que como uno de financiación, porque no siempre existe
anticipo de fondos y el factor puede o no actuar en interés propio, según se trate de factoring propio o impropio,
respectivamente (27). El perfil de colaboración en parte emergente de la duración pactada, que ya fue

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examinado, es uno de los elementos que diferencian la estructura y régimen de la cesión de derechos y del
factoraje. Idéntico razonamiento cabe en la comparación con el descuento bancario (28).
d. La prestación de servicios. Pero, además, debe tenerse en cuenta que el factoraje puede involucrar
distintas actividades que se obliga a cumplir el factor cercanas en su esencia a las típicas prestaciones de
servicios —en especial, aquellas descriptas en el art. 1422— que se rigen incidentalmente por las disposiciones
de los contratos que prevean ese objeto. Y también puede considerarse que, desde otro ángulo, la regulación del
contrato de mutuo podría tener influencia en la apreciación de las consecuencias derivadas de la conclusión del
factoraje. Pero en todos los casos es necesario advertir que las normas legales relativas a los contratos son
supletorias de la voluntad de las partes, a menos que de su modo de expresión, de su contenido, o de su
contexto, resulte su carácter indisponible (art. 962 Cód. Civ. y Com.). En consecuencia, como las partes son
libres para celebrar un contrato y determinar su contenido, dentro de los límites impuestos por la ley, el orden
público, la moral y las buenas costumbres, cuanto se haya estipulado en concreto dota al factoraje de los perfiles
que las partes convinieron asignarle. La tarea de interpretación sólo en muy contados casos impondrá referir a
otros modelos contractuales, porque sus elementos típicos se integran en una figura diversa, con caracteres
propios, que da como resultado la síntesis de un negocio distinto (29).
e. Traslado de los riesgos. Por último, con relación al derecho y práctica vigentes en Italia, se ha dicho que
el factoraje tiene por finalidad —según cual fuere el modelo que se adopte— la traslación del riesgo del
empresario productor de bienes o servicios hacia la empresa de factoring ante la insolvencia de los clientes de
aquél; se establece, entonces, una relación que implica una interposición del factor en las relaciones entre un
empresario proveedor o productor de bienes y su clientela que supone, además, que el factor, previa
ponderación de la solvencia del deudor, acepta los créditos nacidos de la actividad del empresario que le son
cedidos cuyo importe cobrará al vencimiento, con las deducciones que correspondan como precio, y lo entregara
al cedente (30). Es claro que esta apreciación —correcta, en general— se conecta más con la finalidad
económica del contrato que con su naturaleza y, sobre esa base, asigna los requerimientos de conducta que
cumplirán útilmente las partes.
En el Uruguay, la situación es parecida, porque aunque quienes establecen una organización empresarial con
la finalidad de operar como factores no son generalmente entidades financieras, de acuerdo con las prestaciones
corrientemente ofrecidas a los empresarios, consienten asumir —como dato que diferencia al factoraje del
descuento de documentos— los riesgos de cobranza de créditos futuros (31).
f. La relación básica. He señalado con precedencia que la estructura jurídica de la figura se desenvuelve en
torno a la adquisición/cesión de créditos determinados o determinables, presentes o futuros, originados en la
actividad del cedente, por un precio, como únicos rasgos definitorios. Ello, claro está, sin desconocer las
variantes principales, incluidas en la definición del art. 1421 que se relacionan directamente con la arquitectura
típica del factoraje y los otros servicios mencionados en el art. 1422, que se diferencian claramente de aquellas
primeras, que cumplen una función complementaria del núcleo distintivo básico.
Hechas estas consideraciones, es posible advertir que corrientemente se asignan al factoraje tres funciones:
de financiamiento, de garantía o de gestión (32). Y también debe precisarse que ninguna de ellas está incluida en
la noción del art. 1421, como dato constitutivo aunque no necesario del negocio, sino referidas como meras
estipulaciones eventuales o complementarias.
V. Partes
1. Factor.
Es el empresario que se obliga principalmente a adquirir —por vía de cesión— los créditos que su cliente
tenga frente a sus deudores. La asunción de esta obligación y las que se originen en la prestación de aquellos
otros servicios que pudieran haberse estipulado, normalmente la gestión de cobranza, tornan razonable intuir
que el factor actuará bajo forma de empresa, generalmente con alta especialización en esta gama de negocios, y
que cuenta con la organización apta para ello.
Puede hacerse aquí una disquisición: si el factoraje únicamente comprende la adquisición global de créditos
de la otra parte, o asume los riesgos u otorga anticipos, sólo deberá razonablemente tener la suficiente potencia
económica para pagar el precio pactado, circunstancia que será evaluada como único antecedente para la
celebración del contrato; pero si además se obligó a cumplir con alguna prestación suplementaria, parece
adecuado caracterizarlo como empresario, porque de otro modo se hallaría perjudicada la posibilidad de
satisfacer el interés de su cocontratante y de atender exactamente su compromiso.
El objeto específicamente dirigido a celebrar esta clase de operaciones, si es persona jurídica, o la actividad
también particular, si es persona humana, no son —ni pueden serlo— exigencias legales y quedan reservadas al
ámbito de la evaluación que el factoreado haga para decidir la concertación del factoraje. Tampoco puede
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imponerse, en alguna de las variantes que el contrato puede ofrecer, que el factor sea una entidad financiera (33).
Lorenzetti señala, no obstante, que como el factoring es considerado legalmente una actividad financiera, con
referencia a la mencionada ley 21.526, las que adquieren los créditos cedidos deben ser entidades regidas por
ese ordenamiento (34).
2. Factoreado.
Ya se adelantó que el factoreado, también identificado como empresario o cliente, como consecuencia del
contenido propio del contrato debe generar créditos ante quienes adquieran sus productos o servicios en escala
suficiente como para justificar su celebración. En efecto, las cesiones individuales —que cumplirían similar
finalidad que el factoraje— quedarán regidas por el régimen general de la cesión de derechos y no por el que se
establece con relación al factoring, a lo que debe aditarse que los servicios complementarios no son propios de
la cesión de créditos. Cuándo es posible entender que se configura una globalidad como nota diferencial
—noción que no necesariamente refiere a la totalidad, como se desprende del texto del art. 1423— que
determine la aplicación de unas u otras reglas es cuestión reservada a la apreciación del negocio concreto,
aunque puede estimarse válida como pauta orientadora que la operación concierna a la cesión de una porción
relevante de las acreencias que reconozcan su génesis en el giro comercial.
La pluralidad de créditos indica que el factoreado celebra operaciones en cantidad significativa porque, de
otro modo, el contrato carecería de utilidad económica. La producción en escala relativamente elevada de bienes
o servicios justifica el empleo de esta figura jurídica y se presenta como antecedente ponderable para la
consecución de su finalidad. La actividad puede ser comercial o industrial (35), o de cualquier otra naturaleza
mientras permita generar masivamente acreencias que serán cedidas a cambio de un precio. Barreira Delfino
aporta, como justificación de la operatividad exitosa del factoring, que dichos créditos deben provenir de ventas
o prestaciones de servicios inherentes a la actividad del factoreado, producidos o prestados en serie y con cierta
continuidad, además de tener plazos acotados de pago según sea de práctica (36).
Como particularidad emergente de la práctica, es útil destacar que el factoring ha sido normalmente
empleado para conseguir financiamiento por los pequeños y medianos empresarios, que vuelcan los fondos
obtenidos en su actividad comercial, objetivo que se alcanza mediante la movilización de sus créditos (37). Tales
sujetos que actúan en el medio económico puede emplear este modelo contractual si, en cumplimiento de la
actividad que les es propia, confieren a sus clientes financiación o alongamiento temporal en el cumplimiento de
sus obligaciones, como sucede si estipulan el pago en cuotas de los bienes y servicios adquiridos.
3. Relevancia de la actividad económica organizada.
La consideración de factor y factoreado como empresarios no es neutra desde una perspectiva jurídica,
porque se proyecta en concretas exigencias actitudinales y atribución de consecuencias diferenciadas. En efecto,
el art. 1725, Cód. Civ. y Com., en orden a la valoración de las conductas de las partes, dispone que cuanto
mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al
agente y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias. Cuando, como es perfectamente posible admitir
con relación al factoraje, existe una confianza especial, se debe tener presente la naturaleza del acto y las
condiciones particulares de las partes. La valoración de la conducta no toma en cuenta la condición especial, o
la facultad intelectual de una persona determinada, a no ser en los contratos que suponen una confianza especial
entre las partes. En estos casos, se estima el grado de responsabilidad, por la condición especial del agente.
Corresponde tomar en consideración, además, que como está dispuesto por el art. 1728, en los contratos se
responde por las consecuencias que las partes previeron o pudieron haber previsto al momento de su
celebración. Cuando existe dolo del deudor, la responsabilidad se fija tomando en cuenta estas consecuencias
también al momento del incumplimiento.
Estos estándares agravados de ponderación de responsabilidad con relación a las conductas contractuales
específicamente cumplidas en cada caso, tradicionales en nuestro orden jurídico y de fecundo reconocimiento y
aplicación por la jurisprudencia, con fundamento en el art. 902 Cód. Civil, confieren evidente trascendencia al
cumplimiento de obligaciones que, pactadas expresamente o no, tienden a mantener la indemnidad de las partes
como consecuencia de la concreta relación contractual. La nota de colaboración característica de este modelo
contractual, generada además como ya fue dicho por el establecimiento de un vínculo durable, aparece de este
modo como exigencia razonable que orienta la actuación de las partes.
Particularmente es exigible al factor que evite desplegar comportamientos lesivos del prestigio del
factoreado ante su clientela, en tanto por virtud de la masividad que caracteriza a este contrato, fácilmente
pueden provocar detrimentos patrimoniales significativos al productor o prestador de bienes o servicios, cuyas
consecuencias no puede ignorar válidamente. Así, de conformidad con lo dispuesto por el art. 1726, son
reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del daño.
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Excepto disposición legal en contrario, se indemnizan las consecuencias inmediatas (aquellas consecuencias de
un hecho que acostumbran a suceder según el curso natural y ordinario de las cosas) y las mediatas previsibles
(que resultan solamente de la conexión de un hecho con un acontecimiento distinto). Adviértase que, con
referencia a la cesión de créditos, la aptitud dañosa de incumplimientos como el descripto tiene menor
importancia relativa, dependiendo ello en parte de la cuantía del crédito.
Por otra parte, el art. 320 Cód. Civ. y Com., impone la obligación de llevar contabilidad a todas las personas
jurídicas privadas y quienes realizan una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o
establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios, disposición que se compadece perfectamente
con la estructura de funcionamiento del contrato de factoraje, con sujeción a la finalidad informativa de la
organización contable que la ley exige.
4. La posición jurídica de los deudores cedidos.
Una primera apreciación se vincula con la categorización de los deudores. La Convención de Ottawa
excluye los créditos que el cedente tenga contra aquellos clientes suyos que puedan considerarse consumidores
(38). Por otra parte, en el plano de derecho interno, si se establece entre ellos (el factoreado y sus deudores) una
relación de consumo será aplicable la normativa de defensa de consumidores y usuarios, además de las nuevas
disposiciones relativas a los contratos de consumo en especial, aquellas que apuntan a la validez de las cláusulas
que se quieran oponer a terceros (39).
Como regla general, el art. 1021 Cód. Civ. y Com. dispone que el contrato sólo tiene efecto entre las partes
contratantes; no lo tiene con respecto a terceros, excepto en los casos previstos por la ley. Tampoco hace surgir
obligaciones a cargo de terceros, ni los terceros tienen derecho a invocarlo para hacer recaer sobre las partes
obligaciones que éstas no han convenido, excepto disposición legal (art. 1022). La relatividad de los efectos de
los contratos así establecida conduce a desvincular, aunque no absolutamente, la posición de los deudores del
factoreado en relación a la cesión global de créditos que este hubiera acordado.
La notificación al deudor cedido cumple, no una finalidad constitutiva del contrato, sino meramente
informativa de la operación, en tanto le permite a aquél conocer quién es el nuevo titular del crédito cedido (40)
y, por consiguiente, le permite liberarse mediante el cumplimiento exacto de la prestación asumida al sujeto
legitimado para recibirla (art. 883, inc. a, Cód. Civ. y Com.). Es que, como se establece en la nueva regulación,
el pago para tener completa eficacia extintiva (o solutoria) del crédito, debe cumplirse exactamente a la persona
designada en el acto de celebrarse la convención. Además ha de tenerse en cuenta que el deudor tiene el derecho
de pagar (art. 879) y la extinción del crédito y el efecto liberatorio del pago sólo se producen si el pago realizado
por el deudor satisface el interés del acreedor (art. 880).
Lo que interesa al deudor es conocer con claridad quién es su acreedor y a quién debe pagar a fin de
liberarse. "Las demás circunstancias de la cesión (si es onerosa o gratuita, precio pactado, forma de pago, etc.)
le son indiferentes". Es que el deudor cedido, si bien tiene una posición muy particular en este negocio, es un
tercero; no es parte en el contrato (41).
VI. Modalidades operativas
El factor se obliga a gestionar los créditos del cliente (industrial o comerciante, que acuden a sus servicios,
descargando de este modo su organización administrativa y de previsión de impagados), llevando además la
contabilidad de éste en la forma pactada); se obliga también a anticiparle dicho cobro mediante el descuento de
facturas y letras que aquél le entregue, e incluso garantizando, generalmente, el resultado del cobro (comisión de
garantía). Por su parte, el cliente se obliga a observar las instrucciones del factor en cuanto a clientes con
quienes puede contratar, según la calificación de aquél; condiciones de pago concedidas y formalización de
facturas y otros documentos utilizados, y, especialmente, se obliga a pagarle una comisión (42).
1. Según la financiación.
a. Factoraje con financiación. En este supuesto, en el que la ventaja económica que persigue el factoreado es
evidente, el factor paga el precio estipulado sin estricta sujeción al vencimiento de los créditos cedidos. Está
mencionado en el art. 1421 mediante la posibilidad de que convenga el otorgamiento de anticipos, que se
cumplirán en forma más o menos inmediata luego de la conclusión del contrato, para permitir al cedente la
disponibilidad de los fondos, que mermarán en la proporción prevista expresamente como comisión o, si fuera
así pactado, generará la obligación de pagar un interés, que se calculará con arreglo a la anticipación obtenida.
b. Factoraje sin financiación. La ausencia de financiación confiere prevalencia a otras prestaciones
relevantes para el factoreado y que se relacionan con la gestión de las acreencias y su cobro. El factor no
adelanta fondos; se limita a gestionar la percepción de los créditos a su vencimiento —para lo cual debe
anoticiarse la cesión a los deudores por cualquier medio que evidencie razonablemente la recepción por parte de

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éstos, como está exigido en el art. 1428—, a su administración durante el período que corre entre la cesión y el
vencimiento —que incluye los actos conservatorios que se requieran— y a prestar los deberes asistenciales que
se hubiera pactado —que pueden alcanzar desde la asistencia técnica, comercial o administrativa hasta la
administración de los negocios del factoreado—, todo ello hasta el agotamiento del encargo asumido con
relación a los créditos originados por la actividad mercantil del cedente en el tiempo previsto (43).
2. Según la garantía.
a. Factoraje con garantía o recurso. El factor no asume los riesgos de incobrabilidad de las acreencias,
cualquiera que fuere el motivo que la determine. En otros términos, aunque se produzca la transmisión de la
propiedad del crédito, el cedente garantiza al adquirente la integridad del importe de esa acreencia ante el
impago. Dicha garantía —que caracteriza esta modalidad— tiende a precaver eventuales deducciones del
importe de los créditos cedidos, que se originen en defensas o excepciones causales o personales que se hagan
valer ante el cesionario, no es pertinente cuando los créditos consten en títulos de crédito o valores negociables,
en los que su transmisión produce la adquisición de un derecho autónomo (44).
b. Factoraje sin garantía o recurso. En esta variante, el factor toma para sí los riesgos de cobranza (45),
además del cumplimiento de las otras prestaciones que hubiera asumido, sean relativas a la financiación o la
gestión. Es válida la limitación de la garantía hasta un monto determinado en el contrato, caso en el que esa
estipulación permite cubrir parcialmente los riesgos y, por consiguiente, considera al contrato como una
combinación de las dos fórmulas operativas. El art. 1426 prevé la subsistencia de las garantías reales o
personales que preste el factoreado en relación con la incobrabilidad total o parcial de los créditos, hasta el
agotamiento de la obligaciones que asumió. Con la misma finalidad se autoriza la retención anticipada de un
porcentaje del crédito, que se conoce como aforo, al que se refiere ese mismo artículo.
2.1. Una garantía específica.
El art. 1427 establece que cuando el cobro del derecho de crédito cedido no sea posible por una razón que
tenga su causa en el acto jurídico que le dio origen, el factoreado responde por la pérdida de valor de los
derechos del crédito cedido, aun cuando el factoraje se haya celebrado sin garantía o recurso. Esta previsión, de
carácter general que opera con independencia de estipulación expresa y aunque el factoraje se haya concebido
sin recurso, únicamente se vincula con la imposibilidad de cobro de la acreencia cedida que derive del acto
jurídico que lo originó, es decir, afectado el originario vínculo creditorio cedido, el cedente responde ante el
cesionario por la falta de pago del deudor.
2.2. Variantes que conllevan financiamiento.
-Factoring pro soluto con anticipo del factor del importe del crédito cedido con las deducciones pactadas. El
cedente garantiza, salvo estipulación en contrario, la solvencia del deudor y el factor actúa en su propio nombre.
-Factoring pro solvendo con anticipo del factor. Hay aquí una calculada asunción de riesgos por parte del
factor asemejándose a un mutuo que el factor hace al empresario, que se extinguirá por compensación cuando el
deudor lo cancela o, ante el incumplimiento, genera para el factoreado la obligación de pagarlo (46).
-Factoring propio o impropio. Esta distinción que se presenta como una sutil variación de los modelos
examinados precedentemente y cuenta con base jurisprudencial en Alemania, se estimó adecuada en relación a
ese derecho, en el que se lo regula como contrato bancario: en el factoring propio el elemento esencial es la
compra de créditos cuya percepción no está garantizada por el empresario y es el factor quien asume el riesgo,
mientras que en el factoring impropio, ante el incumplimiento del deudor, el factor debita el importe del crédito
que no pudo percibirse de la cuenta del empresario (47).
3. Según los servicios que se presten.
En las modalidades del factoraje que prevean la prestación de servicios complementarios, la obligación de
hacer consiste en realizar cierta actividad independiente de su eficacia (art. 1252). Resultan de aplicación las
disposiciones de los arts. 1278 y 1279. De esta manera, el contrato de servicios continuados puede pactarse por
tiempo determinado; si nada se ha estipulado, se entiende que lo ha sido por tiempo indeterminado; cualquiera
de las partes puede poner fin al contrato de duración indeterminada; para ello debe dar preaviso con razonable
anticipación.
a. Administración. En este supuesto, además de la obvia referencia a la gestión patrimonial acotada a los
créditos cedidos, el cesionario queda obligado a la realización de todos los actos conservatorios que permitan
mantener subsistente el derecho. Debe prevenir que resulte perjudicado o se extinga. En concordancia, el art.
1624 dispone respecto de la cesión de derechos que, antes de la notificación de la cesión, tanto el cedente como
el cesionario pueden realizar actos conservatorios del derecho.

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También puede consistir en una labor encaminada a prevenir la incobrabilidad, mediante el examen de la
situación de cada cliente en particular, que se obtiene con cualquier sistema lícito que permita acceder a la
información relevante.
b. Gestión de cobranza. El cedente puede encomendar al factor la realización de actos judiciales o
extrajudiciales tendientes al cobro de los créditos, disminuyendo de este modo los costos que le acarrearía
cumplir con esas actividades, con lo que evita recargar el funcionamiento de su estructura organizativa y la
dispersión de esfuerzos.
c. Asistencia técnica, comercial o administrativa. El factor se obliga a encarar una categoría de actividades
directa o indirectamente relacionadas con el giro empresarial del cedente. En ese orden y mediante el cobro de
una comisión, con sujeción a las previsiones contractuales, aquél puede asumir el cumplimiento de funciones
que implican una concreta colaboración que no se circunscribe a la sola conservación o cobranza de las
acreencias cedidas, sino que implica la eliminación o disminución de gastos, porque de esta manera el
factoreado evita encargarse de esas tareas disponiendo de una organización adecuada al efecto. Ya he
mencionado más arriba algunas concretas manifestaciones de este servicio que pueden insertarse, todas ellas, en
el más amplio propósito de alcanzar un planeamiento estratégico eficiente que tanto puede vincularse con
aspectos administrativos, como técnicos o comerciales.
VII. Créditos que pueden adquirirse
Según está dispuesto en el art. 1423, son válidas las cesiones globales de parte o todos los créditos del
factoreado, tanto los existentes como los futuros, siempre que estos últimos sean determinables (48). Coincide
esta regulación con la que rige en materia de cesión de derechos, contrato en el que todo derecho puede ser
cedido, excepto que lo contrario resulte de la ley, de la convención que lo origina, o de la naturaleza del derecho
(art. 1616, Cód. Civ. y Com.) o que se trate de derechos inherentes a la persona humana (art. 1617).
Estas acreencias deben tener, como rasgo definitorio del contrato, origen en la actividad del factoreado. El
art. 1421 no permite otra interpretación.
1. Créditos existentes.
En relación con los créditos existentes cuando se celebra el contrato, con independencia de la certidumbre
que deriva de su previsibilidad inicial, puede señalarse que parece estar admitida la cesión de acreencias
vencidas. Por lo pronto, no existe prohibición expresa en relación a este contrato en particular ni respecto de la
cesión de derechos. Pero además su adquisición no altera la esencia del factoraje, porque en tal caso también
estarían comprendidas en la cesión los derechos que emergen de las consecuencias de la mora del deudor. Claro
que, en esa situación, la función del contrato tendría sutiles variaciones y el precio podrá ser de mayor
significación.
2. Créditos futuros.
La noción amplia se compadece con la estructura legal del factoraje y con su finalidad, que lo exhiben
proclive a cumplir funciones económicas vinculadas con la disponibilidad más o menos inmediata de fondos. El
ordenamiento jurídico procura facilitar a las partes la satisfacción de las ventajas de esa naturaleza que
persiguen admitiendo la indeterminación inicial de los créditos cedidos, mientras sean determinables
posteriormente. La prohibición de aquellos derechos inherentes a la persona humana tiene una justificación
obvia que no requiere de explicación, porque se hallan por su naturaleza fuera del comercio.
La referencia a créditos existentes y futuros ha despejado definitivamente cualquier esbozo de resistencia a
su admisión. No puede desconocerse su pertinencia general, en tanto el art. 1007 señala que los bienes futuros
pueden ser objeto de los contratos, quedando subordinada la promesa de transmitirlos a la condición de que
lleguen a existir, excepto que se trate de contratos aleatorios, característica que no es propia del factoraje.
Si el derecho no existe al tiempo de la cesión (49), el cedente debe restituir al cesionario el precio recibido,
con sus intereses, y si actuó de mala fe, debe además la diferencia entre el valor real del derecho cedido y el
precio de la cesión (50). Esta solución —que prevé el art. 1629— parece ser inmediatamente trasladable al
factoring, de consuno con lo que a su respecto dispone el art. 1427: cuando el cobro del derecho de crédito
cedido no sea posible por una razón que tenga su causa en el acto jurídico que le dio origen, el factoreado
responde por la pérdida de valor de los derechos del crédito cedido, aun cuando el factoraje se haya celebrado
sin garantía o recurso.
Pero si se ha pactado que el factor se reservaría la facultad de elegir los créditos, previo estudio y selección
de ellos, lo que sucede corrientemente en el factoraje sin recurso, la inexistencia del derecho no sería oponible al
cedente.

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3. Créditos litigiosos, gravados, o sujetos a medidas cautelares.


Los bienes litigiosos, gravados, o sujetos a medidas cautelares, pueden ser objeto de los contratos, sin
perjuicio de los derechos de terceros. Quien de mala fe contrata sobre esos bienes como si estuviesen libres debe
reparar los daños causados a la otra parte si ésta ha obrado de buena fe (art. 1009). En realidad, ésta puede ser
considerada como una de las variantes posibles de créditos existentes al tiempo de celebrarse el contrato,
aunque ellos estén afectados por restricciones a su transmisibilidad o se hallen en litigio (51).
No parece que haya impedimento para su adquisición mediante el factoraje siempre que se resguarden los
derechos de terceros. Merece especial atención la cesión de créditos litigiosos, porque puede tener cierta
incidencia en la forma del documento. En efecto, el art. 1618, inc. b, impone la forma escrita para la cesión y
agrega la escritura pública si se trata de la cesión de derechos litigiosos; aunque si no involucran derechos reales
sobre inmuebles también puede hacerse por acta judicial, siempre que el sistema informático asegure la
inalterabilidad del instrumento.
VIII. Contenido del contrato de factoraje
Como quedó expuesto, el contrato de factoraje debe instrumentarse y con su sola formalización es título
suficiente de transmisión de los derechos cedidos, determinados o determinables.
1. Elementos.
El art. 1424 establece los elementos que debe incluir. El contrato debe incluir la relación de los derechos de
crédito que se transmiten, la identificación del factor y factoreado y los datos necesarios para identificar los
documentos representativos de los derechos de crédito, sus importes y sus fechas de emisión y vencimiento o
los elementos que permitan su identificación cuando el factoraje es determinable.
En primer lugar, se exige la descripción de los derechos creditorios cedidos. Dicha relación debe cumplirse
en forma detallada y suficiente a fin de lograr una adecuada individualización de esos derechos, de manera que
no existan dudas acerca de los que queden comprendidos, información que interesa no sólo a las partes sino
también a los deudores cedidos.
La identificación de las partes guarda correlación con ese primer elemento. Es que más allá del evidente
conocimiento de quienes son los contratantes y asumen las obligaciones y derechos, los deudores deben
cerciorarse de quien es el legitimado para recibir el pago y su localización.
La precisa descripción e identificación de los documentos representativos de los derechos de crédito, sus
importes y sus fechas de emisión y vencimiento, se presentan como inexcusables y su ausencia se erigiría en
impedimento para la producción de los efectos traslativos propios del factoraje, por virtud de la ausencia de un
requerimiento esencial, en razón de la configuración legal del tipo contractual.
Cuando el factoraje es determinable, porque comprende créditos futuros, deben consignarse todos aquellos
elementos que permitan su individualización certera.
2. Entrega de documentación.
En relación con la cesión de derechos, el art. 1619 impone al cedente la obligación de entregar al cesionario
los documentos probatorios del derecho cedido que se encuentren en su poder; y, si la cesión es parcial, el
cedente debe entregar al cesionario una copia certificada de dichos documentos.
No obstante que tal exigencia no está incluida como contenido del contrato, por cierto que con referencia a
los créditos existentes, no parece haber óbice razonable para su aplicación al factoraje. Pero debe considerarse
que respecto del contenido del documento contractual se exige, como se dijo precedentemente, que tales
documentos deben ser puntualmente identificados, motivo que podría conducir a estimar redundante su entrega
material. Y, unido ello a la notificación que debe cursarse al deudor cedido, puede admitirse que la entrega de
dicha documentación no sería imprescindible para ejercer los derechos creditorios adquiridos, en tanto el deudor
no podría válidamente resistir el cumplimiento.
IX. Obligaciones de las partes
Evidentemente las obligaciones que las partes asumen por virtud de la celebración del contrato dependen de
la concreta modalidad de factoraje adoptada; sin perjuicio de ello se destacarán a continuación aquellas que
resultan comunes a todas ellas. Su análisis será hecho mediante la consideración de las variantes más usuales y
mediante el examen separado de las que corresponden a una u otra de las partes.
1. Obligaciones comunes.
Es aquel contrato de colaboración por el que el factor o una sociedad de factoring se obliga a gestionar el
cobro del conjunto de los créditos que un empresario tiene frente a sus clientes y que son cedidos a aquél,

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garantizando en algunos casos el cobro de una parte o de la totalidad de esas acreencias en el supuesto de
insolvencia del deudor del crédito cedido, o bien anticipando el importe de los créditos, o ambas cosas a la vez;
puede preverse estipulaciones complementarias, como información, selección de clientela, llevar la contabilidad
de quien ha hecho el encargo, etc. Sobre esta base, en resumida síntesis, son obligaciones de las partes:
a. Del factor:
1. gestión de cobro de los créditos que no le fueron cedidos, en cuyo caso asume el encargo de presentarlos
para su cobro;
2. financiación del empresario, que se produce mediante la cesión de los créditos que el empresario tenga
frente a sus clientes, con descuento de un interés, con el compromiso de intentar cobrarlos;
3. asumir la titularidad del crédito y el riesgo consiguiente ante la insolvencia del deudor, si así fuere
estipulado, cumpliendo una función de garantía.
b. Del empresario cedente:
1. ceder el conjunto de los créditos (globales) que tenga frente a sus clientes, presentes o futuros, que se
generen durante el lapso de vigencia previsto en el contrato. El factor normalmente se reserva la facultad de
rechazar la cesión de algunos créditos, cumpliendo en relación a ellos la función de gestor del cobro,
estipulación válida en nuestro derecho pero no decisiva para la definición del factoraje;
2. pagar las comisiones estipuladas o, en su caso, descontar los intereses de los anticipos que haya recibido
del factor;
3. restituir los montos anticipados por el factor, si este financió al empresario, cuando el crédito cedido no
fue cancelado (52).
c. Análisis detallado. Adelantada la descripción genérica de las obligaciones, corresponde examinar más
detalladamente las que pueden extraerse de la definición legal en su versión más simple: el pago del precio de
adquisición y la cesión de los créditos.
(i) El pago del precio. La obligación principal asumida por el factor es el pago del precio que, en general
debe hacerse en la oportunidad fijada en el contrato.
Según el art. 1133, el precio es determinado cuando las partes lo fijan en una suma que el comprador debe
pagar, cuando se deja su indicación al arbitrio de un tercero designado o cuando lo sea con referencia a otra cosa
cierta. En cualquier otro caso, se entiende que hay precio válido si las partes previeron el procedimiento para
determinarlo. El art. 1134 dispone que el precio puede ser determinado por un tercero designado en el contrato o
después de su celebración. Si las partes no llegan a un acuerdo sobre su designación o sustitución, o si el tercero
no quiere o no puede realizar la determinación, el precio lo fija el juez por el procedimiento más breve que
prevea la ley local. Lo usual será que el precio se fije en relación a los créditos cedidos. Entonces, será cierto el
importe que refiera a acreencias actuales, e incierto cuando se trate de créditos futuros todavía indeterminados al
celebrarse el contrato pero, de uno u otro modo, determinables, es decir, razonablemente previsibles en su
génesis.
El contrato de factoring es utilizado para lograr el cobro de créditos comerciales a corto plazo, generalmente
instrumentados a través de facturas que la empresa transmite al factor, quien recibe un anticipo de fondos,
representativo de un porcentaje por factura. Corresponde señalar que el plazo de vencimiento de los créditos ha
de estar enmarcado en las prácticas comerciales del factoreado, de modo que quedará sujeto a las estipulaciones
que comúnmente vinculen al empresario con un cliente en particular o con la espera que, también en forma
habitual, se pacte con los integrantes de una misma categoría de deudores. No es elemento definitorio la
instrumentación del crédito en facturas, porque el art. 1424 sólo refiere los documentos representativos de los
derechos de crédito, exigencia indicativa de que únicamente debe constar por escrito; tampoco ha de
incorporarse el derecho creditorio a un título circulatorio con aptitud ejecutiva.
La caracterización del factoraje como contrato de financiación emerge en primer término de la estipulación
de un precio, que al vencimiento del plazo previsto para cumplirlo, permite al factoreado obtener fondos
líquidos como si hubiera concertado operaciones a plazos menores o exigido el pago al contado, según cual
fuere lo pactado con el cesionario. El anticipo de fondos, en sentido estricto, puede considerarse como el pago
de lo acordado —total o parcialmente— hecho con antelación al vencimiento de la obligación que asumió el
factor. La configuración de este dato típico, que permite considerarlo un contrato de financiación en sentido
estricto, significa en relación con los créditos futuros determinados o determinables el voluntario apartamiento
de la regla que establece el art. 872, Cód. Civ. y Com., según el cual el pago anterior al vencimiento del plazo
no da derecho a exigir descuentos, pues queda sujeto a cuanto las partes hayan convenido en ejercicio de la

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autonomía de la voluntad (53). Por consiguiente el pago debe hacerse si hay un plazo determinado, cierto o
incierto, el día de su vencimiento (art. 871, inc. b).
En la categoría de obligaciones de plazo incierto, el plazo de pago está referido generalmente a que
acontezca un suceso futuro previsto específicamente por las partes al contraerse la obligación, en el caso del
factoraje, es el vencimiento referido en el vínculo creditorio que a futuro se establezca entre el factoreado y su
cliente. Cuando ese acontecimiento (proveniente de la naturaleza o de la actuación de alguna de las partes)
sobreviene el deudor debe cumplir (54).
Unida al cumplimiento de la prestación típica del factor, que es el pago del precio, aparece la obligación de
rendir cuentas, vigente con independencia de la variante que asuma el contrato de factoraje, pero que adquiere
mayor intensidad cuando se han estipulado los servicios complementarios.
(ii) La cesión masiva de créditos. Son válidas las cesiones globales de parte o todos los créditos del
factoreado, tanto los existentes —vencidos o no— como los futuros, siempre que estos últimos sean
determinables. Esta es la característica que confiere al factoraje su particular impronta y se conecta con la
previsión del art. 1005 respecto del objeto de los contratos el cual, cuando se refiere a bienes, éstos deben estar
determinados en su especie o género según sea el caso, aunque no lo estén en su cantidad, si ésta puede ser
determinada; pero será determinable cuando se establezcan los criterios suficientes para su individualización,
solución que sugiere que en el caso del factoraje, además del eventual plazo de vigencia pactado, basta la
inclusión de la relación de los créditos que se transmiten o los elementos adecuados para una correcta
individualización (art. 1424).
Puede plantearse si, como es usual en la práctica extranjera, se hubiera convenido que el factor se reservara
la facultad de rechazar alguna de las acreencias quedaría en tal caso afectada la estructura típica del contrato.
Esa convención es válida en tanto corresponde incorporarla al marco de actuación discrecional que asiste a las
partes. Pero la hipótesis tiene proyecciones más amplias, porque al transmitirse una masa de relaciones
creditorias que el factoreado tiene con terceros, como exigencia normativa que caracteriza al contrato, la cesión
se operó con la concertación del contrato. El rechazo posterior, según algunas opiniones, afectaría dicha
globalidad por desaparición de alguno de sus componentes (55). No obstante, debe advertirse que el art. 1421
alude a la adquisición de "los créditos" originados en el giro comercial del cedente y el art. 1423 admite la
cesión de la totalidad o sólo parte de ellos, sin que por ese motivo pierda el rasgo de globalidad.
En rigor, para evitar equívocos interpretativos parece más conveniente referir a la adquisición/cesión masiva
de créditos, como noción indicativa de la transmisión de un conjunto de derechos de dicha clase.
El art. 1425 dispone que el documento contractual es título suficiente de transmisión de los derechos
cedidos. El efecto entre las partes es, entonces, inmediato y no precisa de ninguna complementación. El art.
1428 impone la notificación al deudor cedido. La transmisión de los derechos del crédito cedido debe ser
notificada al deudor cedido por cualquier medio que evidencie razonablemente la recepción por parte de éste, de
modo que éste no puede alegar incertidumbre respecto de la persona legitimada para recibir el pago.
2. Factoring con recurso.
Es connatural a esta modalidad la asunción por el factor de las consecuencias del incumplimiento del deudor
cedido mediante garantías, reales o personales, o prever retenciones anticipadas como aforos.
Con relación al factoraje con recurso, el art. 1426 dispone que las garantías reales y personales y la retención
anticipada de un porcentaje del crédito cedido para garantizar su incobrabilidad o aforo son válidos y subsisten
hasta la extinción de las obligaciones del factoreado.
3. Factoraje con prestaciones de servicios complementarios.
En esta variante la concertación del contrato de factoraje genera las siguientes obligaciones, además de las
que se establecen para los contratos de servicios (56):
a. del factor:
1. Información sobre la clientela. Ello, a fin de analizar la solvencia y características de cada cliente.
2. La facturación de productos o servicios, a nombre del productor o prestador, y su contabilización.
3. Gestión de cobro de los bienes o servicios facturados. El importe se hará efectivo cuando sean pagadas o
puede serle anticipado total o parcialmente con un descuento; mediando cesión del crédito con o sin notificación
al deudor cedido.
4. Cobertura del riesgo de insolvencia. Si es asumida por el factor, en cuyo caso se denomina factoring
propio, la cesión se entiende hecha pro soluto; si el riesgo de incobrabilidad es tomado por el empresario

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factoreado, factoring impropio, la cesión se recibe pro solvendo.


Las distintas modalidades a que las puede sujetarse aconsejan considerarlo como un contrato de
colaboración empresaria más que como uno de financiación, porque no siempre existe anticipo de fondos y el
factor puede o no actuar en interés propio, según se trate de factoring propio o impropio, respectivamente (57).
5. Deber de confidencialidad. Pactado expresamente o no, es claro que el factor debe guardar la pertinente
reserva acerca de los aspectos más delicados de la actividad del cedente,
6. Deber de asistencia. El factor se obliga centralmente (art. 1422) a asistir técnica, comercial o
administrativamente al factoreado, servicios que pueden significar una mejora sustancial en la administración
del cedente.
b. del factoreado:
1. Información suficiente y adecuada. Como el factoraje con servicios complementarios significa una
intromisión consentida por el factoreado en la gestión de su actividad empresaria, la eficiencia de la actuación
del factor se conecta con el necesario aporte de toda la información útil.
2. Ordenado sistema contable. Esta exigencia resulta lógica para poder cumplir con la obligación de
información, y repercute además sobre la gestión de cobranza.
3. Notificación al deudor cedido. Esta obligación atañe al factoreado si nada fue estipulado en contrario y
debe cumplirse como lo exige el art. 1428, debiendo tenerse presente la incidencia en esta materia de las
disposiciones de los arts. 1620 y 1621, en relación a la cesión de derechos.
X. El factoring ante el concurso preventivo y la quiebra
El estado de cesación de pagos de un empresario, individual o actuando en el medio económico como
persona jurídica, afecta —con variaciones en su intensidad— las relaciones anteriores a la presentación en
concurso o al decreto de quiebra entabladas por el cesante. Pero ello ocurre por disposición normativa expresa
de distinto modo. Farina señaló que la quiebra extingue el contrato de factoraje, mientras que el concurso
preventivo puede o no producir ese efecto, con sujeción a la modalidad adoptada (58). El art. 1623 provee una
pauta interpretativa pues establece que en caso de concurso o quiebra del cedente, la cesión no tiene efectos
respecto de los acreedores si es notificada después de la presentación en concurso o de la sentencia declarativa
de la quiebra. Pero esa inoponibilidad sólo comprende alguna de las situaciones posibles y su aplicación al
factoraje es dudosa porque algunos créditos cedidos pueden llegar a existir después de la presentación
concursal.
La cuestión no fue ignorada en algunos diseños normativos de la figura sugeridos hace algún tiempo pero
que no alcanzaron sanción legislativa (59).
1. Situaciones concursales.
Cuadra desentrañar como premisa analítica si el factoraje puede ser enmarcado en la noción de contrato con
prestaciones recíprocas pendientes, en atención a que la continuidad del contrato se autoriza sobre dicha base.
En efecto, art. 20, LCQ, dispone en lo que es pertinente para este análisis, que el deudor puede continuar con el
cumplimiento de los contratos en curso de ejecución, cuando hubiere prestaciones recíprocas pendientes. Para
ello debe requerir autorización del juez, quien resuelve previa vista al síndico. La continuación del contrato
autoriza al cocontratante a exigir el cumplimiento de las prestaciones adeudadas a la fecha de presentación en
concurso bajo apercibimiento de resolución. Las prestaciones que el tercero cumpla después de la presentación
en concurso preventivo, y previo cumplimiento de lo dispuesto en este precepto, gozan del privilegio previsto
por el artículo 240.
El factoraje es un contrato de duración prolongada, que comprende las operaciones celebradas durante un
lapso previsto expresamente, existentes o futuras, asumiendo las partes obligaciones recíprocas que consisten,
básicamente, en que el factoreado debe generar y afectar al contrato todos o parte de los créditos surgidos de su
actividad y el factor pagar el precio de conformidad con lo que fue estipulado. La perdurabilidad del contrato
durante un período temporal determinado, engendra obligaciones para las dos partes, en particular aquellas que
se vinculan con el pago del precio —por vía de retenciones anticipadas si se previó el aforo o la deducción de
los importes por acreditar al cedente o, supuesto más extraño pero no prohibido, si se estipularon cancelaciones
periódicas— y que tienen cierta incidencia en materia concursal porque implican detraer activos con la
consecuente disminución de la garantía hacia los acreedores concursales. Obsérvese que en esta perspectiva, el
régimen no tiene variaciones de importancia, sea que quien se haya concursado el factor o el factoreado, porque
aunque son distintas las obligaciones, en los dos casos hay un detrimento patrimonial que puede afectar los
intereses de los acreedores.

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Sólo puede considerarse inoponible el factoraje que se notifique al deudor con posterioridad a la sentencia
de apertura del concurso preventivo del cedente (art. 1623). Sin embargo, dicha disposición, lógica en relación a
la cesión de derechos para evitar la posible colusión entre cedente y factor en desmedro de los acreedores del
primero, no es conceptualmente trasladable sin más a este contrato que se caracteriza por la cesión global de
créditos aun antes de que existan. Téngase en cuenta que la situación de un crédito futuro individual es
indiferente porque el factoraje refiere a una pluralidad de relaciones creditorias y, de esta manera, serían
oponibles las que se notificaron antes del auto de apertura e inoponibles las posteriores, fraccionándose la
unidad de apreciación. Además, la notificación puede ser hecha por cualquier medio que evidencie
razonablemente la recepción por parte del deudor, exigencia que ante el concurso o la quiebra del factoreado
puede generar dificultades probatorias de complicada superación. En rigor, lo que interesaría aquí es que el
contrato haya sido celebrado con anterioridad a la presentación concursal, en cuyo caso el convocatario (factor o
factoreado) puede solicitar autorización judicial para la continuación del contrato. Y el juez puede rechazar el
pedido si estima que pueden afectarse derechos de terceros. Pero la letra del art. 1623 no permite apartarse de la
regla que establece, asentada evidentemente en el resguardo de la buena fe y tutela de los derechos de los
acreedores.
Otro enfoque permite concluir que el factoraje no encuadra en la noción de acto ordinario de administración
(art. 16 LCQ), motivo por el que debe requerirse la venia judicial que será concedida en vista de los principios
que consagra la última parte de ese artículo.
2. Quiebra.
A lo antes expuesto, en el sentido de que puede considerarse que el factoraje encuadra en la referencia a los
contratos con prestaciones recíprocas pendientes, cabe agregar que al declararse la quiebra puede hallarse en
curso de ejecución y se aplicarán, en tal caso, las reglas del art. 143 LCQ (60).
El factoraje queda, de esta manera, sometido en orden a su continuidad a lo dispuesto por el art. 144 de la
ley concursal. Debe tenerse en cuenta que si bien la sentencia de quiebra hace inaplicables las normas legales o
contractuales que autoricen la resolución por incumplimiento, cuando esa resolución no se produjo
efectivamente o demandó judicialmente antes de dicha sentencia (art. 145), los contratos de ejecución
continuada y los normativos, quedan resueltos por la quiebra, por disposición expresa del art. 147, que declara
comprendidos en esta disposición a los contratos de mandato, cuenta corriente, agencia y concesión o
distribución. El art. 159 LCQ, prevé que en las relaciones patrimoniales no contempladas expresamente, el juez
debe decidir aplicando las normas de las que sean análogas, atendiendo a la debida protección del crédito, la
integridad del patrimonio del deudor y de su empresa, el estado de concurso y el interés general.
Expuesto el régimen legal aplicable, cabe recordar que en relación a la ley 19.551, Maffía señaló que los
efectos de la quiebra pueden variar según que se lo conciba como un contrato preliminar o uno normativo
(téngase en cuenta lo que he dicho antes en relación a esta concepción). En el primer supuesto cada entrega del
documento en que conste el crédito vale en su individualidad y, por consecuencia, las cesiones operadas durante
el período de sospecha pueden resultar alcanzadas por la inoponibilidad. Pero si se lo considera como un
contrato normativo, y el contrato se hubiera celebrado con anterioridad al inicio del estado de cesación de
pagos, las cesiones no resultarían inválidas (61). Esta interpretación, lógica y coherente, demuestra la
importancia de la distinción, y su eficacia práctica, entre aquellos negocios que llevan ínsita una cesión de
derechos o varias hechas sucesiva pero individualmente, frente a aquella que implica una transmisión global, en
conjunto, de los créditos.
Si el factoring se celebra y la cesión se notifica antes del período de sospecha, estos actos son ajenos al
ámbito concursal. En los demás casos, cuando el contrato se celebra durante el período de sospecha y se notifica
al deudor antes de la sentencia de quiebra, la oponibilidad se juzgará en base a lo que disponen los arts. 118 y
119, LCQ (62).
En el primer supuesto, que refiere a los actos ineficaces —por inoponibilidad— de pleno derecho celebrados
por el deudor en el período de sospecha, podrían tener muy remota incidencia la previsión del inc. 2°, relativo al
pago anticipado de deudas cuyo vencimiento según el título debía producirse en el día de la quiebra o con
posterioridad, o la del inc. 3°, que refiere a la constitución de hipoteca o prenda o cualquier otra preferencia,
respecto de obligación no vencida que originariamente no tenía esa garantía. Las dos situaciones son de muy
difícil configuración, y, especialmente, la constitución de garantías reales guarda lejana relación con el factoring
garantizado.
El art. 119, establece la ineficacia de aquellos actos celebrados con conocimiento de la cesación de pagos.
En su consecuencia, los actos perjudiciales para los acreedores, otorgados en el período de sospecha pueden ser
declarados ineficaces respecto de los acreedores, si quien celebró el acto con el fallido tenía conocimiento del

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estado de cesación de pagos del deudor. Incumbe al tercero probar que el acto no causó perjuicio.
Se ha señalado que resultarían ineficaces: (i) la cesión anticipada en bloque y futura de acreencias, sumado a
condiciones más favorables para el factor; y (ii) el reembolso que conviniera hacer el factoreado de los importes
de los créditos no pagados a cambio de las sumas ya abonadas (63).
En opinión de Maffía, no es factible descartar la inoponibilidad a priori, pues debe analizarse la situación de
cada crédito en particular (64). Debe destacarse que el art. 119 sanciona al acto cumplido durante el período de
sospecha que resulta perjudicial para los acreedores, exigencia que denota una intención dañosa cumplida a
sabiendas.
(1) BROSETA PONT, Manuel, "Manual de derecho mercantil", Tecnos, Madrid, 3° edición, 1977, p. 420.
(2) CORTÉS, Luis Javier, "Los contratos bancarios (I). El contrato de factoring", en "Lecciones de derecho
mercantil", dirigido por Aurelio Menéndez, Thomson Civitas, Navarra, quinta edición, 2007, p. 706. Esos
servicios pueden relacionarse con la administración o gestión; la financiación o la garantía.
(3) BORDA, Alejandro, "El contrato de factoring", LA LEY 2006-A, 1149, con base en la opinión de
DUTREY GUANTES, "El contrato internacional de factoring", Ed. Universidad Complutense Facultad de
Derecho, Madrid, 2000.
(4) GARCÍA de ENTERRÍA, Javier, "Contrato de factoring y cesión de créditos", p. 39, citado por
ARAYA, Miguel C., "Contrato de factoring", en "Código de comercio", dirigido por Adolfo. A. N. Rouillon,
coordinado por Daniel O. Alonso, T° II, La Ley, Bs. As., 2005, p. 553; LISOPRAWSKI,-GERSCOVICH,
Carlos, "Factoring. Análisis integral del negocio", Depalma, Bs. As., 1997, p. 16. El mismo criterio definitorio
se empleó en el precedente de la CNCom, Sala A, 24.09.09, "Agencia Ecuador S.A. c/ Román S.A.C. s/
ordinario".
(5) El CCiv y Com sigue la línea del Proyecto de Ley tramitado en el Expte. S 0375/10, presentado por los
Senadores Guillermo R. Jenefes, Mario J. Colazo, José M. A. Mayans y Marcelo A. H. Guinle, aunque
apreciando los aspectos definitorios en base a la adquisición, obligación que asume el factor, de los créditos del
factoreado frente a terceros, antes que apoyarse en la cesión a que este último se obliga, como lo hacía el
referido Proyecto en su art. 1°.
(6) La noción del art. 1421, sigue la orientación del Anteproyecto de ley del contrato de factoring,
redactado por los Dres. Alegría y Molina Sandoval; su texto, que puede consultarse en ALEGRÍA, Héctor y
MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Bases y directrices para la regulación del factoring en la República
Argentina", Rev. de Derecho Privado y Comunitario, 2005-3, Rubinzal Culzoni, ps. 371 y ss., establecía en su
art. 1°: "El contrato de factoring es aquel en virtud del cual el proveedor (cedente) cede o se obliga a ceder al
factor (cesionario) una cartera de créditos determinables (existentes o futuros) con terceras personas (deudores
cedidos) originados en su giro comercial ya sea con anterioridad a la fecha del contrato o durante un tiempo
expresamente convenido, asumiendo el factor la cobranza de los créditos cedidos contra una contraprestación
dada.
(7) Coincide con lo expuesto en el texto, expresado antes de la sanción de la ley N° 26.994, el pensamiento
de ARAYA, Miguel C., "Contrato de factoring", en "Código de comercio", dirigido por Adolfo. A. N. Rouillon,
coordinado por Daniel O. Alonso, T° II, La Ley, Bs. As., 2005, p. 555. El autor no deja de reconocer que el
factoring se halla orientado en nuestro país a cumplir una función de financiamiento como su finalidad más
usual. Expresamente señala que "el núcleo básico del contrato está dado por la cesión de créditos al factor, a fin
de que este, a cambio de una remuneración preste los llamados servicios de factoring". Agrega que para que se
configure el factoring basta ese contenido mínimo, sin que resulte necesario que se cumpla alguna de las
funciones de gestión, de garantía o de financiamiento.
(8) Que se apartó en el punto del régimen del proyecto elaborado por los Diputados Larreguy y Nemirovsci
(puede consultarse su texto en BORDA, Alejandro, "El contrato de factoring", LA LEY 2006-A-1149); su
artículo 1° expresamente indicaba la finalidad de gestión de cobro de las acreencias: "factoring es el contrato
mediante el cual una empresa comercial industrial o de servicios (cliente) transmite durante un tiempo
determinado a una empresa especializada (factor) los créditos presentes o futuros que tiene como consecuencia
de su actividad comercial (los créditos), para que el factor gestione su cobranza, asuma si así se pacta el riesgo
de insolvencia de los deudores cedidos, así como la adquisición de esos créditos —total o parcial— mediante el
desembolso de fondos a favor del cliente".
(9) CNCom, Sala A, 15.02.13, "Ruiz Pfister, Gladys Beatriz c. Banco de la Provincia de Buenos Aires s/
ordinario"; id, Sala A, 24.09.09, "Agencia Ecuador S.A. c/ Román S.A.C.".
(10) MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "El contrato de factoraje y la cesión de créditos comerciales en el
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Código Civil y Comercial", en "Suplemento especial. Código Civil y Comercial de la Nación. Contratos en
particular" dirigido por Rubén S. Stiglitz, La Ley, Bs. As., 2015, p. 300.
(11) CORTÉS, Luis Javier, "Los contratos bancarios (I). El contrato de factoring", en "Lecciones de
derecho mercantil", dirigido por Aurelio Menéndez, Thomson Civitas, quinta edición, Navarra, 2007, p. 707.
Agrega el autor que "ello no implica que todos los créditos se beneficien por igual de todas las funciones
desarrolladas por la sociedad de factoring, pues los servicios pueden adaptarse a las concretas necesidades de
cada empresario y combinarse de distinta forma en relación a cada uno de los créditos que vengan cedidos.
Además, los servicios más cualificados de financiación y de garantía suelen limitarse a los créditos que sean
aprobados por la propia sociedad de factoring, de forma singular o —como suele ser habitual— mediante la
previa concesión de "líneas de riesgo" en relación con los distintos clientes del empresario". Esta concepción no
es aplicable sin más a nuestro ordenamiento, en el que resulta relevante el contenido concreto del contrato
diseñado por las partes. El art. 2 del proyecto elaborado por los Diputados Larreguy y Nemirovsci establecía
que "los créditos cedidos deberán provenir de operaciones verificables de compra/venta de bienes y/o servicios
las cuales deberán encontrarse instrumentadas según las normas impositivas y procedimentales vigentes al
momento de la cesión.".
(12) PRUSKI, Bárbara Elizabeth, "Contrato de factoraje", en Rivera, Julio César-Medina, Graciela,
"Código civil y comercial de la nación comentado", T° IV, La Ley, 2014, p. 356. Hay locación de servicios
cuando el prestador se obliga a proveerlo, con independencia de la eficacia de la actividad comprometida (arts.
1251 y 1252 CCiv y Com).
(13) El artículo dispone, además, que "en los contratos de factoraje será válida la cláusula por la que se
pacte la cesión global, de parte o de todos los créditos del cedente, tanto existentes como futuros. En este último
caso se requerirá que tales créditos futuros sean determinables. También podrá convenirse que el acuerdo de
cesión de los créditos futuros a favor de la empresa de factoraje sea título suficiente de trasmisión". El art. 46,
refiere a las formas de la cesión de créditos y a la notificación de la cesión, según este texto: "la cesión global de
todos o de parte de los créditos del cedente con sus garantías otorgada en favor de una empresa de factoraje a
causa de un convenio de factoraje, podrá efectuarse válidamente y notificarse por cualquiera de las formas
previstas por los artículos 33 y 34 del Título V de la presente ley".
(14) Véase, como muestra de las alternativas, las opiniones de LORENZETTI, Ricardo Luis, "Tratado de
los contratos. Parte general", Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2004, p. 307, que considera al contrato normativo
como aquel preparatorio que restringe la configuración de contratos ulteriores que deben conformarse a un
contenido exigido por legislación de orden público; y de MAFFÍA, Osvaldo J., "Derecho Concursal", T° III-A,
Depalma, Bs. As., 1994, p. 299, quien entiende que los normativos son contratos "que prescriben ciertas
condiciones, estructurales y a veces de contenido, de futuros acuerdos individuales para el caso de que se
concluyesen", concertación que no es fatal.
(15) ZITO FONTÁN, Otilia del Carmen, "Factoring", en Raúl Aníbal Etcheverry, director, "Derecho
Comercial y Económico. Contratos. Parte especial", T° I, Astrea, Bs. As. 1991, p. 175.
(16) ARGERI, Saúl A., "Contrato de factoring", LA LEY 1978-D-1253.
(17) CNCom, Sala D, 18.03.08, "Banco Piano S.A. c/ I.B.M. Argentina S.A. s/ordinario".
(18) LORENZETTI, Ricardo Luis, "Tratado de los contratos", T° II, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2007, p.
124.
(19) Art.1423. Créditos que puede ceder el factoreado. Son válidas las cesiones globales de parte o todos
los créditos del factoreado, tanto los existentes como los futuros, siempre que estos últimos sean determinables.
(20) OLIVERA GARCÍA, Ricardo, "Contratos de financiamiento empresarial", Revista de Derecho
Comercial, N° 5, Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, Uruguay, 2012, ps. 179/180.
(21) BARREIRA DELFINO, Eduardo, "Contrato de factoraje", en "Código Civil y Comercial de la Nación"
dirigido por Alberto J. Bueres, T° 1, Hammurabi, Bs. As., 2015, p. 762; LISOPRAWSKI,
Silvio-GERSCOVICH, Carlos, "Factoring. Análisis integral del negocio", Depalma, Bs. As., 1997, p. 15.
(22) LORENZETTI, Ricardo Luis, "Tratado de los contratos", T° II, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2007, p.
141.
(23) BARBIERI, Pablo C., "Factura de crédito", Ed. Universidad, Bs. As., 1997, p. 25. Particularmente
debe tomarse en consideración que, como con acierto lo señala el autor, en buena medida ello se origina en las
exageradas garantías que los dadores de crédito requieren para asegurar el cumplimiento.
(24) LABAKÉ, Julio y WRIGHT, Andrea, "Contrato de factoring", en "Tratado de derecho Comercial",

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dirigido por Ernesto E. Martorell, T° III, La Ley, Bs. As., 2010, p. 394. En este estudio, altamente recomendable
por su erudición y claridad, los autores agregan que dichas normas regulatorias de la actividad financiera
institucional "no ahondan sobre el contenido ni sobre otras pautas mínimas regulatorias de esta figura de
factoring, al punto tal que el término no es siquiera utilizado, siendo por ende los usos y costumbres, la
aplicación —en lo pertinente— del instituto de cesión de derechos, la jurisprudencia, como así también la
elaboración doctrinaria, los puntales sobre los que se rige esta modalidad contractual".
(25) Con sujeción a la regulación legal del factoraje es insostenible considerarlo una estipulación
preliminar, promesa contractual o contrato de opción; es, sencillamente, el contrato definitivo que se basta a sí
mismo para la producción de los efectos queridos por las partes. Ello, en tanto no se requiere que contenga
acuerdo alguno sobre los elementos esenciales particulares que identifiquen a un eventual contrato futuro
definitivo (art. 994, CCiv y Com), ni que se pacte la obligación de celebrar un contrato futuro (art. 995), y
tampoco contiene una opción —cuyo ejercicio puede ser gratuito u oneroso— de concluir un contrato definitivo
(art. 996).
(26) BARREIRA DELFINO, Eduardo A.-BONEO VILLEGAS, Eduardo J., "Factoring: nueva forma de
financiación", en R.D.C.O., Año 16, 1983, p. 309.
(27) ANGULO RODRÍGUEZ, Luis, "El factoring", en "Lecciones de derecho mercantil", coordinado por
Guillermo J. Jiménez Sánchez, Tecnos, Madrid, 13° edición, 2009, ps. 398/9.
(28) Definido en el art. 1409 como aquel contrato que obliga al titular de un crédito contra terceros a
cederlo a un banco, y a éste a anticiparle el importe del crédito, en la moneda de la misma especie, conforme
con lo pactado. El banco tiene derecho a la restitución de las sumas anticipadas, aunque el descuento tenga lugar
mediante endoso de letras de cambio, pagarés o cheques y haya ejercido contra el tercero los derechos y
acciones derivados del título. En la comparación no puede prescindirse, además, de la ausencia del requisito de
la globalidad y a la calificación del descuento como negocio típicamente bancario.
(29) LORENZETTI, Ricardo Luis, "Tratado de los contratos", T° II, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2007, ps.
137/8, entiende que el factoring (que es un contrato de colaboración y de causa compleja) debe comprenderse
como una "combinatoria de elementos típicos enlazados en una finalidad que es diversa en los casos concretos
... Lo propio del factoring es la combinación de la financiación, servicios, garantía, pero no sus dosis que son
variables".
(30) GALGANO, Francesco, "Diritto commerciale. L'imprenditore", Zanichelli Bologna quinta edizione,
reimpresión, 2000, p. 218.
(31) OLIVERA GARCÍA, Ricardo, "Contratos de financiamiento empresarial", Revista de Derecho
Comercial, N° 5, Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, Uruguay, 2012, p. 183.
(32) El Anteproyecto de ley del contrato de factoring, redactado por los Dres. Alegría y Molina Sandoval;
su texto, que puede consultarse en ALEGRÍA, Héctor y MOLINA SANDOVAL, Carlos A., Bases y directrices
para la regulación del factoring en la República Argentina, Rev. de Derecho Privado y Comunitario, 2005-3,
Rubinzal Culzoni, ps. 371 y ss., establecía estas categorías en su art. 1°: "El contrato puede prever: 1) la
financiación por el factor al proveedor mediante préstamos o anticipos de pagos. 2) Que el factor asuma el
riesgo de incobrabilidad de los créditos cedidos. Esta cláusula se entiende implícita en caso de silencio del
contrato. El factor puede asumir parcialmente el riesgo de incobrabilidad. 3) La determinación de una suma
como monto máximo de la cartera cedida o a ceder, pudiéndose prever: a) que el monto se mantenga durante el
plazo que se determine, con la modalidad de ser renovable en caso de que las operaciones lleven a su
disminución. En caso de cesión de créditos futuros el B.C.R.A. determinará el monto máximo permitido. Sin
perjuicio de la duración del contrato de factoring acordada por las partes, en ningún caso se podrá pactar la
cesión de créditos futuros por un plazo superior a dos años; b) que en relación a los créditos futuros el contrato
comprende los créditos del proveedor contra determinadas personas u originados en determinado tipo de
contrato o contratos. La cláusula del contrato de factoring según la cual se ceden créditos futuros, transferirá los
créditos al factor en el momento en que nacen, sin necesidad de un nuevo acto de transferencia, siempre que se
hayan cumplido los requisitos de forma del artículo 11 y la inscripción de los artículos 12 y 13".
(33) MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "El contrato de factoraje y la cesión de créditos comerciales en el
Código Civil y Comercial", en "Suplemento especial. Código Civil y Comercial de la Nación. Contratos en
particular" dirigido por Rubén S. Stiglitz, La Ley, Bs. As., 2015, p. 299, afirma terminantemente que el factor
no necesariamente debe ser una entidad financiera, porque tampoco ello es requerido en relación a otros
contratos que incluyen financiamiento, como el leasing, ni la actividad del factor consiste en una intermediación
financiera dado que los anticipos que se obligue a cumplir no constituyen elemento definitorio del factoraje,
según el art. 1421, aun cuando se realicen con recursos propios, caso en el que la actividad estaría

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evidentemente excluida de requerir autorización al B.C.R.A. En coincidencia se pronuncian LISOPRAWSKI,


Silvio-GERSCOVICH, Carlos, "Factoring. Análisis integral del negocio", Depalma, Bs. As., 1997, p. 69.
(34) LORENZETTI, Ricardo Luis, "Tratado de los contratos", T° II, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2007, p.
140. Comparten este pensamiento: PRUSKI, Bárbara Elizabeth, "Contrato de factoraje", en RIVERA, Julio
César-MEDINA, Graciela, "Código civil y comercial de la nación comentado", T° IV, La Ley, 2014, p. 357;
BARREIRA DELFINO, Eduardo, "Contrato de factoraje", en "Código Civil y Comercial de la Nación" dirigido
por Alberto J. Bueres, T° 1, Hammurabi, Bs. As., 2015, p. 762, quien sostiene que "la prestación del factoring
está a cargo de entidades financieras sujetas a la regulación del derecho bancario y financiero y, por
consiguiente, habilitadas para actuar como intermediarios financieros (sin perjuicio de brindar otros servicios a
título complementario), o bien, de sociedades de objeto especial profesionalizadas en las prestaciones
financieras", pero, a la inversa, el factoring comercial sólo exige especialización en los factores porque no
pueden actuar "como intermediarios financieros institucionales (salvo que brinden asistencia financiera con
recursos propios)"; LINARES BRETÓN, Samuel F., "Factoring: un nuevo contrato bancario y financiero", LA
LEY, 137-1002. Agrego que esta es la naturaleza que predomina en Alemania, Italia y España, países en los que
el factoring es considerado, por expresa disposición legal, una actividad bancaria o financiera regida por las
normas que le son inherentes. CARBONELL O'BRIEN, Esteban, "El contrato de factoring: una forma de
obtener liquidez en épocas de crisis. Una visión desde el Perú", Legis, Rev. de los Contratos, los Consumidores
y Derecho de la Competencia, Año 6-2015-1, p. 55, lo define como "aquel contrato por l cual el acreedor
(cedente) cede a una entidad financiera (factor) los activos que dan derecho a cobro derivados de su actividad
comercial, gestionándolos el factor a su nombre, a cambio de una remuneración".
(35) ARGERI, Saúl A., "Contrato de factoring", LA LEY 1978-D-1253. LABAKÉ, Julio y WRIGHT,
Andrea, "Contrato de factoring", en "Tratado de derecho Comercial", dirigido por Ernesto E. Martorell, T° III,
La Ley, Bs. As., 2010, p. 394, indican que el contrato es apto para: "a) empresas en expansión con rápido
desarrollo que necesitan liberar recursos de su circulante para mantener sus niveles de crecimiento; b) empresas
con productos no perecederos de venta repetitiva y/o productos que no generen conflicto; c) empresas
proveedoras de las administraciones y/u organismos públicos que suelen demorar sus pagos; d) empresas que,
por su dimensión, no tienen un departamento de gestión de créditos; e) empresas que cotizan en bolsa y filiales
que tengan que presentar sus estados financieros a la empresa matriz y que quieran mejorar la presentación de
sus balances".
(36) BARREIRA DELFINO, Eduardo A., "Soporte dinámico del factoring financiero", El Derecho,
193:542.
(37) ARAYA, Miguel C., "Contrato de factoring", en "Código de comercio", dirigido por Adolfo. A. N.
Rouillon, coordinado por Daniel O. Alonso, T° II, La Ley, Bs. As., 2005, p. 554.
(38) El art. 1°, parágrafo 2°, (a), establece que a los efectos de la presente Convención, se entiende por
"contrato de factoring" un contrato celebrado entre una parte (el proveedor) y otra parte (la empresa de factoring
que en adelante se llamará el cesionario) conforme al cual: el proveedor podrá o deberá ceder al cesionario
créditos que se originen en contratos de compraventa de mercaderías celebrados entre el proveedor y sus
clientes (deudores), excepto aquellos que se refieran a mercaderías compradas principalmente para su uso
personal, familiar o doméstico.
(39) LORENZETTI, Ricardo Luis, "Tratado de los contratos", T° II, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2007, p.
124.
(40) CNCom., Sala D, 09.03.09, "Netway c. Caja de Seguros S.A.". Lo mismo sostiene PRUSKI, Bárbara
Elizabeth, "Contrato de factoraje", en Rivera, Julio César-Medina, Graciela, "Código civil y comercial de la
nación comentado", T° IV, La Ley, 2014, p. 363.
(41) CNCom, Sala D, 18.03.08, "Banco Piano S.A. c/ I.B.M. Argentina S.A. s/ordinario"; con citas de
BORDA, Guillermo A., "Tratado de Derecho Civil", Contratos, T. I., ps. 450/451 y LÓPEZ de ZAVALÍA F.,
"Teoría de los Contratos", T° I, Parte Especial, p. 594.
(42) BROSETA PONT, Manuel, "Manual de derecho mercantil", Tecnos, Madrid, 3° edición, 1977, p. 421.
(43) PRUSKI, Bárbara Elizabeth, "Contrato de factoraje", en RIVERA, Julio César-MEDINA, Graciela,
"Código civil y comercial de la nación comentado", T° IV, La Ley, 2014, ps. 357/8, describe, en referencia a lo
que considera actividades de cooperación empresarial, también los reclamos a deudores morosos por medios
judiciales o extrajudiciales; auditorías, estudios de costos, información acerca de la solvencia de los clientes,
estudios de mercado.
(44) BARREIRA DELFINO, Eduardo, "Contrato de factoraje", en "Código Civil y Comercial de la Nación"

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dirigido por Alberto J. Bueres, T° 1, Hammurabi, Bs. As., 2015, p. 764. Destaca, además, la función del aforo
destinada a cubrir los riesgos contingentes. LORENZETTI, Ricardo Luis, "Tratado de los contratos", T° II,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2007, p. 134, eficazmente destaca la racionalidad asegurativa que distingue al
contrato.
(45) ARAYA, Miguel C., "Contrato de factoring", en "Código de comercio", dirigido por Adolfo. A. N.
Rouillon, coordinado por Daniel O. Alonso, T° II, La Ley, Bs. As., 2005, p. 554.
(46) GALGANO, Francesco, "Diritto commerciale. L'imprenditore", Zanichelli Bologna quinta edizione,
reimpresión, 2000, ps. 218/220.
(47) SCHMIDT, Karsten, "Derecho comercial", Astrea, Bs. As., 1997, p. 1070. Ello explica que en el caso
del factoring propio se agreguen otros servicios combinados como obligaciones contraídas por el banco-factor,
como ser la función de garantía "puesto que el banco libera al cliente del riesgo que pudiera representar la falta
de voluntad o de capacidad de pago de su deudor". En el caso del impropio la comisión, que consiste en la
diferencia entre el importe de los créditos y el valor acreditado en la cuenta del empresario, es más reducida. El
primero, es una compra de créditos y el restante, una operación de préstamo que contiene componentes que
permiten caracterizarlo, también, como prestación de servicios.
(48) El proyecto de los Diputados Diputados Larreguy y Nemirovsci, ya mencionado, en su art. 2, confería
mayor incidencia al régimen de la cesión de derechos que el actual art. 1423, en tanto disponía que el factoring
podría ser realizado sobre créditos presentes, futuros, condicionales y eventuales, en cuyo caso, la cesión se
produciría en el momento de la cesión de los créditos en la forma que establecía el Código Civil al respecto.
(49) El art. 1628, dispone que si la cesión es onerosa, el cedente garantiza la existencia y legitimidad del
derecho al tiempo de la cesión, excepto que se trate de un derecho litigioso o que se lo ceda como dudoso; pero
no garantiza la solvencia del deudor cedido ni de sus fiadores, excepto pacto en contrario o mala fe.
(50) CNCom, Sala A, 15.02.13, "Ruiz Pfister, Gladys Beatriz c. Banco de la Provincia de Buenos Aires s/
ordinario". Se explicó allí que en la cesión se transmite al nuevo acreedor (cesionario) idéntico crédito que
ostentaba el cedente, con sus taras y ventajas, o lo que es lo mismo, con sus privilegios, accesorios y garantías.
De allí que la cesión no apareje la alteración del contenido originario del crédito cedido. Establecido entonces
que el objeto de la cesión está constituido por el crédito cedido tal como se encontraba en cabeza del cedente, la
pregunta pasa a ser "a qué momento" debe ser ello apreciado, o sea cuál es el hito cronológico que define y
consolida definitivamente el contenido del crédito transmitido. Bajo esa óptica, cabe señalar que —como
principio general— el crédito se transmite con las condiciones que ostentaba al momento de la cesión, por lo
que las modificaciones acaecidas sobre dicho crédito con posterioridad a la cesión —debidamente notificada al
deudor cedido—, le son inoponibles al cesionario. En ese orden de ideas, es dable mencionar que la existencia y
la legitimidad del crédito que la ley resguarda son las referidas, según el tenor del art. 1476 CCiv (que
corresponde al actual 1629), "al tiempo de la cesión". La ley ha querido —sin duda— referirse al tiempo en el
que se concluye el contrato de cesión pues es a ese tiempo que el crédito debe existir legítimamente en los
términos en los que haya sido descripto.
(51) CNCom., Sala D, 11.11.05, "Sises S.A. c/ Banco de la Provincia de Buenos Aires". Allí se estableció
que esto responde a los principios de la teoría general de la evicción, pues sólo está evicto quien está privado
por una causa anterior o contemporánea al hecho de la adquisición, lo que lleva a concluir que lo que se
garantiza en toda transmisión, es la existencia y legitimidad del derecho al tiempo de la traslación. En otros
términos, si el cedente afecta el crédito con anterioridad a la cesión, ello le es oponible al cesionario quien no
goza de ningún derecho sobre la reclamación que pudiese efectuar el tercero acreedor, pues el cesionario no
puede tener mejor derecho que el que tenía el cedente; no obstante, si dicha afectación ocurre con posterioridad
a la notificación de la cesión, los efectos de esta última son —en principio— inoponibles al cesionario.
(52) SÁNCHEZ CALERO, Fernando, "Principios de derecho mercantil", Aranzadi Thomson Reuters,
Navarra, 14° edición, 2009, p. 553/4.
(53) En efecto, a menos que exista entre las partes un pacto en sentido contrario, la regla es que el acreedor
puede rechazar válidamente el pago que su deudor intenta antes del vencimiento, y es lógico que así sea porque
el primero tiene derecho a utilizar el título y aprovecharse de las oscilaciones del cambio hasta el día del
vencimiento (CNCom, Sala A, 29/11/84, "Melamet Frex Hersch c/ Alejandro Squassini"). Esa regla aparece
corroborada por el nuevo ordenamiento que niega derecho al deudor a exigir descuentos si pagó antes del
vencimiento de la obligación. Por consiguiente, ni el acreedor está obligado a recibir el pago antes del
vencimiento ni el deudor ser compelido a pagar anticipadamente. Tanto uno como otro tienen derecho a que la
prestación se cumpla en el tiempo expresa o tácitamente designado o en aquel que fije el juez.
(54) Véase la opinión de COLMO, Alfredo, "Obligaciones", Bs. As., ed. Abeledo-Perrot, 1961, tercera
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edición, p. 187, para quien el plazo incierto ocupa una posición intermedia entre el plazo cierto y la condición.
La incertidumbre se vincula en el parecer de este autor con la imposibilidad de predeterminar el plazo.
(55) Véase la postura de SHÖTZ, Gustavo J., "Reconocimiento judicial de la cesión global anticipada de
créditos futuros ("factoring" global)", LA LEY 2002-E, 762, quien descarta en tal caso la globalidad.
BARREIRA DELFINO, Eduardo A., "Soporte dinámico del factoring financiero", ED 193:542, señala que ese
rechazo genera la necesidad de que el factor vuelva a ceder el crédito al factoreado.
(56) Art. 1256: "El contratista o prestador de servicios está obligado a: a) ejecutar el contrato conforme a las
previsiones contractuales y a los conocimientos razonablemente requeridos al tiempo de su realización por el
arte, la ciencia y la técnica correspondientes a la actividad desarrollada; b) informar al comitente sobre los
aspectos esenciales del cumplimiento de la obligación comprometida; c) proveer los materiales adecuados que
son necesarios para la ejecución de la obra o del servicio, excepto que algo distinto se haya pactado o resulte de
los usos; d) usar diligentemente los materiales provistos por el comitente e informarle inmediatamente en caso
de que esos materiales sean impropios o tengan vicios que el contratista o prestador debiese conocer; e) ejecutar
la obra o el servicio en el tiempo convenido o, en su defecto, en el que razonablemente corresponda según su
índole". Art. 1257: "El comitente está obligado a: a) pagar la retribución; b) proporcionar al contratista o al
prestador la colaboración necesaria, conforme a las características de la obra o del servicio; c) recibir la obra si
fue ejecutada conforme a lo dispuesto en el artículo 1256".
(57) ANGULO RODRÍGUEZ, Luis, El factoring, en "Lecciones de derecho mercantil", coordinado por
Guillermo J. Jiménez Sánchez, Tecnos, Madrid, 13° edición, 2009, ps. 398/9.
(58) FARINA, Juan M., "Contratos comerciales modernos", T° 2, Astrea, Bs. As., 2005, p. 131.
(59) El citado Anteproyecto de ALEGRÍA y MOLINA SANDOVAL, en su art. 15 establecía como
principio general que "en caso de concurso o quiebra del proveedor son aplicables los artículos 20, 143 y 144 de
la ley 24.522 según las circunstancias". Luego de efectuar esa remisión preveía otras reglas: "1. si el contrato de
factoring comprendiera créditos futuros, no se transmitirán los créditos del proveedor con origen posterior a la
presentación concursal imputados al contrato, cuando nazcan con posterioridad al concurso preventivo o quiebra
del mismo proveedor o del factor, sin perjuicio de quedar comprendidos en la relación contractual si ésta se
continúa por decisión judicial y sujeto a las modalidades de tal autorización. 2. En caso de insolvencia del factor
se aplican los artículos 35 bis y siguientes de la ley 21.526. 3. En caso de concurso preventivo o quiebra del
proveedor, el factor debe rendir cuentas ante el juez del concurso dentro de los 20 días desde que se le haya
comunicado la apertura del concurso o la declaración de la quiebra, acompañando el contrato inscripto y los
comprobantes pertinentes. El acreedor pierde a favor del concurso el 1% del monto de su crédito por cada día de
retardo si ha mediado intimación judicial anterior. El remanente debe ser depositado, una vez cubiertos los
créditos del factor vinculados con el contrato, en el plazo que el juez fije".
(60) Su texto: "en los contratos en los que al tiempo de la sentencia de quiebra no se encuentran cumplidas
íntegramente las prestaciones de las partes, se aplican las normas siguientes: 1) Si está totalmente cumplida la
prestación a cargo del fallido, el otro contratante debe cumplir la suya. 2) Si está íntegramente cumplida la
prestación a cargo del contratante no fallido, éste debe requerir la verificación en el concurso por la prestación
que le es debida. 3) Si hubiera prestaciones recíprocamente pendientes, el contratante no fallido tiene derecho a
requerir la resolución del contrato".
(61) MAFFÍA, Osvaldo J., "Derecho Concursal", T° III-A, Depalma, Bs. As., 1994, ps. 200/201. Coincide
con esa opinión ARAYA, Miguel C., "Contrato de factoring", en "Código de comercio", dirigido por Adolfo. A.
N. Rouillon, coordinado por Daniel O. Alonso, T° II, La Ley, Bs. As., 2005, p. 562.
(62) ZITO FONTÁN, Otilia del Carmen, "Factoring", en "Derecho Comercial y Económico. Contratos.
Parte especial", dirigido por Raúl Aníbal Etcheverry, T° I, Astrea, Bs. As. 1991, p. 190.
(63) LABAKÉ, Julio y WRIGHT, Andrea, "Contrato de factoring", en "Tratado de derecho Comercial",
dirigido por Ernesto E. Martorell, T° III, La Ley, Bs. As., 2010, ps. 409/410.
(64) MAFFÍA, Osvaldo J., "Derecho Concursal", T° III-A, Depalma, Bs. As., 1994, p. 361. Textualmente
dice que "aunque el contrato fuese inobjetable, lo mismo procedería discutir los actos individuales de
ejecución".

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