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ELIMINACION DE CIANOBACTERIAS

La marea verde que ha invadido las costas de Uruguay no es un fenómeno único de dicho país: en cualquier parte
del mundo donde haya agua calma y nutrientes (fósforo, nitrógeno) puede surgir este problema. A nivel internacional,
sólo se ha logrado controlar el fenómeno en extensiones de agua menores, como lagos y lagunas. Según un informe
de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2003, uno de los primeros episodios de proliferación de
cianotoxinas ocurrió en 1931 en Estados Unidos, y enfermó a más de 5.000 personas. 60 años después, cuando
las cianobacterias colorearon de verdiazul más de 1.000 kilómetros del río Darling, en Australia, se declaró el estado
de emergencia y se decidió invertir en programas de investigación.

“A medida que se iba conociendo más a las cianobacterias, la OMS y otras instituciones nacionales emitieron
recomendaciones para luchar contra episodios de proliferación”, explicó el ingeniero francés especializado en
ecosistemas marinos. Sus trabajos se basan en un caso de proliferación recurrente en la playa de La Roche-Ballue,
un estanque cerca de Nantes, al noroeste de Francia. Con 2.000 personas disfrutando del estanque durante los
fines de semana, la ciudad de Bouguenais, encargada de la gestión de la playa, tuvo que recurrir a la ayuda de
Arcadis. Desde 2009, esta empresa de ingeniería neerlandesa estaba desarrollando, junto con investigadores de la
Universidad de Ámsterdam, un tratamiento de las cianobacterias con peróxido de hidrógeno, mejor conocido como
agua oxigenada. Basándose en las investigaciones locales del gabinete de estudios Minyvel y en los trabajos de
Luc Brient, elaboraron una solución adaptada al estanque, que pulverizaron por primera vez en octubre de 2016.
Después de 48 horas de tratamiento, desaparecieron las cianobacterias –cuya célula fue atacada a nivel de su
membrana por la solución– sin que se observaran consecuencias negativas sobre la fauna y la flora o que quedara
presencia del peróxido. Sin embargo, los efectos de esta pulverización no permanecen eternamente: se prolongan
por un mínimo de tres semanas y se tiene que repetir la operación en cuanto reaparecen los microorganismos.
Aunque la lucha contra las cianobacterias es muy costosa para la ciudad de Bouguenais, el programa se renovó en
2017 y 2018.

Si bien la solución parece prometedora, todavía se tiene que averiguar en qué medida se podría generalizar en otros
ámbitos y con otras especies de cianobacterias. Como afirmó Luc Brient: “Lo importante es conocer el ambiente
para saber qué acciones implementar”.

Existe un amplio abanico de medidas de combate a las cianobacterias, que la Agencia de Protección del Ambiente
de los Estados Unidos (APA) divide en tres categorías. Primero están las soluciones físicas, como el uso de
ultrasonidos: al emitir ondas ultrasónicas de cierta frecuencia, se puede destruir la estructura celular de las
cianobacterias. También se puede usar remedios químicos, como el que Arcadis desarrolló, u optar por un control
biológico, aumentando, por ejemplo, la densidad de los depredadores de las cianobacterias. Lo cierto es que cada
técnica tiene puntos fuertes y débiles, así que se debe priorizar la investigación previa para evitar cualquier
repercusión no deseada sobre los ecosistemas marinos.

Luis Aubriot, investigador de la sección Limnología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República y


especializado en cianobacterias, explicó que el combate a estas tiene dos momentos; el primero es el control del
fenómeno: restringir la capacidad de que ocurran floraciones de cianobacterias disminuyendo las concentraciones
de fósforo y nitrógeno en los cursos de agua hasta niveles que pueden determinar un control del crecimiento de las
toxinas o una eliminación por falta de nutrientes. “Pero lo que ocurre en muchos ambientes es lo que se conoce
como acumulación de carga interna: se produce acumulación de fósforo en los sedimentos, a veces en las capas
freáticas, principalmente en embalses y lagunas, y ese fósforo va estar disponible para el crecimiento de
cianobacterias siempre y cuando se den ciertas condiciones en el agua: una de ellas es la falta de oxígeno, que
hace que el fósforo se libere y pase del sedimento al agua. Entonces, por más que se controle el ambiente acuático,
este se nutre por sí mismo. Entonces comienza un reciclaje interno que nutre a la floración de las cianobacterias”,
explicó el experto.
Por otro lado se intenta eliminar toxinas. Aubriot señaló que los holandeses y daneses han desarrollado
metodologías en este sentido porque tienen pequeños lagos que usan para actividades recreativas y que presentan
concentraciones de cianobacterias. El investigador añadió que los holandeses desarrollaron una tecnología que
utiliza arcillas enriquecidas con lantano que pueden capturar fósforo a más largo plazo y no son tan sensibles a los
cambios en el ambiente. “Hay muchas publicaciones recientes que señalan que tienen efectos adecuados y que son
útiles en condiciones de anoxia y falta de oxígeno”, indicó Aubriot.

En cuanto a la aplicación de sustancias al ambiente acuático para provocar un efecto directo sobre las
acumulaciones de cianobacterias. Aubriot explicó que hay una gama de productos químicos que se están utilizando.
Entre ellos, los alguicidas (sulfato de cobre), que son “muy peligrosos” porque generan una acumulación de metal
en el sedimento que puede ser tóxica.

Por otra parte, enfocarse en medidas curativas involucra otro riesgo, advierte Luc Brient. Si no se resuelve el
problema de raíz, es decir la presencia creciente de nutrientes en el agua, “el alza de la biomasa desencadenará
costos [de tratamiento del agua] más altos si conservamos los mismos umbrales de calidad”.

Reducir la concentración de nutrientes en el agua significa controlar el uso de fertilizantes en la agricultura y los
vertimientos de las aguas residuales. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación,
entre 2002 y 2016, el uso de nitrógeno en el agricultura aumentó un tercio en el mundo, mientras creció 40% el uso
de fósforo –el mayor responsable de la proliferación de cianobacterias–. Además, la ONU advierte que en el mundo
80% de las aguas residuales se vierten en los ecosistemas sin ningún tratamiento previo.

En Uruguay, la aplicación de metodologías para la reducción o eliminación de las floraciones es aún incipiente. La
Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), junto a varias facultades de la Udelar, entre ellas la de
Ciencias, está estudiando los efectos del cloruro férrico para la captura de fósforo y su impacto en suelos y ambientes
acuáticos. “En la década de 1960 se utilizó y luego se abandonó, pero ahora se retomó porque se ven ventajas. A
largo plazo termina capturando bastante fósforo. Ahora se está reevaluando el producto, que se usa también en las
plantas modernas de tratamiento de efluentes”, contó Aubriot, que participa en el proyecto.

Además, en Uruguay se utilizan otras técnicas, como la ultracavitación o las boyas con ultrasonido, que emiten
ondas con determinada frecuencia y potencia que hacen hundir las cianobacterias. Esta última técnica está siendo
utilizada por la Comisión Técnico Mixta en una bahía de Salto Grande y se aplicó en forma experimental en lagos y
lagunas de Carrasco. De todos modos, este tipo de metodologías sólo son aplicables a extensiones menores de
agua, como lagos, lagunas y tajamares; sería inviable pensar una solución de este tipo para el Río de la Plata, por
ejemplo. “En el Río de la Plata vamos a tener este fenómeno de floraciones en veranos lluviosos y no lo vamos a
tener en veranos secos”, acotó Aubriot. Incluso en extensiones menores de agua, los costos económicos de estas
aplicaciones son muy altos y permanentes, ya que los productos químicos que se utilizan requieren de aplicaciones
periódicas, al menos una vez por año, y de estudios –también costosos– para evaluar cómo reacciona el ambiente.
Ante este panorama, se vuelve más necesario que nunca el monitoreo de la calidad del agua y la concientización
de los ciudadanos y de las empresas. En Estados Unidos, la Evaluación Nacional de los Lagos (National Lakes
Assessment) se conduce desde 2007, previendo un monitoreo de las aguas cada cinco años por la APA. En Francia,
una directiva de 2013 armonizó el monitoreo y la clasificación de la calidad del agua y, durante la temporada alta de
2017, se hicieron más de 68.000 análisis biológicos cuyos resultados fueron disponibles en tiempo real gracias a los
esfuerzos conjuntos de la Dirección General de la Salud y de las Agencias Regionales de Salud. En Québec,
Canada, el Ministerio del Ambiente publica desde 2004 la lista de los puntos de agua afectados por casos de
proliferación de cianobacterias.

Para poder seguir disfrutando de las playas, la información, investigación y adaptación parecen tan necesarias como
repensar los diseños y el impacto de los sistemas agrícolas y de saneamiento.

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