Está en la página 1de 1

El Índice de Competitividad de Colombia (a manera de conclusión)

Hemos visto cómo Colombia enfrenta una serie de problemas de competitividad


derivados del elevado Costo Colombia. Así lo refleja el Índice de Competitividad
(IC) que lanzó Anif a mediados de 2015. Recordemos que dicho IC mide la
productividad-competitividad empresarial en las áreas de: i) tasa de cambio real
frente a nuestros 22 principales socios comerciales; ii) sobrecostos en insumos
empresariales, destacándose los laborales, de energía y de transporte; iii) calidad
del capital humano educación; iv) carga tributaria empresarial; y v) aspectos
institucionales sobre “facilidad para hacer negocios”. El IC se compone de ocho
indicadores en los frentes mencionados, los cuales reciben una calificación de
“bueno” (3), “regular” (2) o “malo” (1).

La actualización de dicho IC muestra cómo Colombia ha estado “rajada” en


materia de competitividad durante los últimos quince años, pues el IC nunca
sobrepasa puntajes de 3 sobre 5. Sin embargo, se evidencian algunas mejoras
recientes, repuntando dicho IC hacia valores de 2.7 en 2017 (vs. 1.7 observado en
2010), ver cuadro 1. Lo anterior es consistente con mejoras en los frentes de: i)
menores costos energéticos, según lo mandado en la Ley 1430 de 2010 y
reforzado mediante el PIPE-I; ii) menores brechas del SML contra la región,
prácticamente alcanzando los US$230 de la Alianza del Pacífico en 2017; iii)
reducciones de 13.5pp en los costos no salariales, de acuerdo con la Ley 1607 de
2012 (aunque dichos sobrecostos permanecen en niveles elevados cercanos al
50%); y iv) mayor competitividad vía ITCR en línea con el fin del auge minero-
energético.

Al margen de dicho repunte del IC, el análisis por componentes muestra lastres
permanentes en los frentes de: i) educación, donde los incrementos recientes en
cobertura no han estado acompañados por mejoras en calidad; ii) facilidad para
hacer negocios, reflejando la persistente parálisis institucional de la justicia
colombiana; y iii) los elevados costos de transporte, dado el rezago histórico en la
dotación de infraestructura. Ante esta realidad, Anif enfatiza la urgencia de seguir
avanzando en materia de reformas transversales: i) acelerar el paso en materia de
inversión en infraestructura y logística, para reducir los sobrecostos de transporte;
y ii) profundizar las reformas en el frente de reducción de costos no salariales y
energéticos. Por todas estas razones es que es tan importante el papel de
“doliente” que tiene el CPC a la hora de medir y postular soluciones
mancomunadas público-privadas que nos permitan superar estos bajos índices de
productividad y competitividad.

También podría gustarte