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UNA FORMACIÓN MUSICAL CON CRITERIO.

Por: Eber H. Beltrán García,

Luego de la toma de mando presidencial por parte de don Pedro Pablo Kuczynski
Godard se ha iniciado una entusiasta corriente de propulsión del arte, en especial de la
música; quizá, alentada por el conocimiento de que el actual mandatario ostenta notable
dominio de algunos instrumentos musicales como el piano y la flauta. Se ha aperturado
una serie de polémicas respecto al futuro de la música y su manejo estratégico desde el
sector Educación.
El desarrollo de la música en nuestro país se remonta a la época preincaica donde
diversas culturas la cultivaron otorgándole, principalmente, un carácter ritual; para pedir
por una buena cosecha, ensalzar a sus deidades y apus, entre otras situaciones de la
vida cotidiana (sobre todo todas las relacionadas con la actividad agrícola), así lo
evidencian instrumentos como bocinas, sonajeros, flautas de pan, quenas o silbatos
encontrados en muchas de las excavaciones arqueológicas realizadas a lo largo de
nuestro territorio nacional.

Cuando los españoles invaden el Tahuantinsuyo traen consigo su cultura y, con


ello, el conocimiento de la música desarrollada en Europa, Asia y África, fusionándose así
también algunos ritmos que dieron origen a otros que hoy conocemos como
“afroperuanos” y “criollos”. No obstante, nuestra música autóctona se mantuvo casi
intacta, del mismo modo sucedió con gran parte de la música conservadora europea que
había ya tenido un proceso evolutivo propio pasando desde la música antigua, la medieval
y renacentista hasta llegar a la música barroca, clásica y romántica.
Luego de importantes investigaciones respecto a la energía sonora y su utilidad –
en especial de los sonidos musicales- en la salud y desarrollo de la persona iniciadas
desde 1950, diversas entidades, sobre todo privadas, han incursionado en el uso de las
aplicaciones de este conocimiento; sin embargo, no han tenido en cuenta la unificación de
criterios y políticas adecuadas en la planificación y desarrollo gradual de esta alternativa
estratégica para la educación de nuestros nuevos ciudadanos, dada su naturaleza
comercialmente competitiva en el mercado de la Educación Básica. La apreciación o
interpretación emocional de la música no tiene un circuito cerebral propio, pero sí
involucra y estimula todas las zonas del cerebro cuando es escuchada (Sáez, 2010).
Cuando las personas reaccionan ante el estímulo de la música experimentan en el cuerpo
diferentes sensaciones, ello dado que la música produce un cambio tanto fisiológico como
psicológico (Loroño, 2011). El conocimiento de la influencia de la música en el desarrollo
emocional y demás dimensiones del ser humano ha sido aprovechado por ingentes
empresas educativas y comerciales que hasta la fecha vienen lucrando a través de la
venta de sus servicios a instituciones educativas (sobre todo privadas) de gran prestigio
otorgándole a la Educación de Calidad un carácter elitista, por cuanto este tipo de
pedagogía sólo es desarrollada por esta clase de colegios y es raro encontrar una escuela
estatal que por pertenecer a un determinado consorcio haya podido acceder a nuevas
tecnologías incluida su correspondiente implementación tanto formativa como en
equipamiento.
Estas y otras razones han impulsado a artistas y maestros a considerar la
enseñanza de la música, la inserción de situaciones de aprendizaje relacionadas con ésta
y el fortalecimiento de talleres desde una nueva perspectiva. Pero, ante todo, aún con
toda esta entusiasta tendencia, debemos aceptar previamente que, de toda
Latinoamérica, somos el país con menor conocimiento formal acerca de la música, como
ciencia y como arte. La cultura es un modo de representación colectiva de una sociedad
dada que conlleva un modo de vida, una manera de ser y de sentir. Uno de los
parámetros socio-culturales de un pueblo es, sin duda, la música. Es por esta razón que
no tenemos claridad acerca de nuestro legado musical histórico y prestamos poca
importancia a la formación musical, tanto en Educación Básica como en Educación
Superior. Aproximadamente el 80% de nuestros músicos son empíricos y no ha sido sino
hasta el presente siglo que nuestros otrora “conservatorios” cuentan con rango
universitario. Es evidente nuestra precaria cultura musical, la gente común no sabe
diferenciar entre una obra musical de la época del barroco con otra del clasicismo o del
romanticismo; y, para no quedar en vergüenza ante un cuestionamiento de esta
naturaleza optan por llamar a cualquier composición musical de porte académico como
“música clásica”. A esto se suma la facilidad con la que asimilamos la música foránea,
inclusive como por causa de nuestro desconocimiento la consideramos como una
expresión musical peruana. Ahora que ya contamos con composiciones, tanto de la
época prehispánica así como posterior a ésta, incorporadas al repertorio de nuestras
grandes orquestas y a las cuales se cita como obras musicales del “nacionalismo
peruano”, urge formar con pertinencia para lograr una auténtica cultura musical en
nosotros los peruanos de hoy.
Este, es sin duda alguna, un tópico muy delicado en términos de cultura, y habría
que convenir en cómo abordarlo con mayor seriedad.
No hemos de olvidar que la música es un arte, una ciencia y una técnica, por lo que
su práctica y ejecución nos va a favorecer un desarrollo cerebral y nervioso muy completo
al comprender estas tres facetas tan diferentes y complejas. La música equilibra nuestros
estados afectivos y potencia nuestra receptividad y nuestra atención, estimula todas las
facultades del ser humano: abstracción, razonamiento lógico y matemático, imaginación,
memoria, orden, creatividad, comunicación y perfeccionamiento de los sentidos, entre
otras. La música, según los filósofos de la educación, contribuye de forma importante al
desarrollo de la personalidad humana ya que provoca un enriquecimiento estético y
favorece el desarrollo del optimismo y el bienestar personal. La música tiene también un
valor ético-social al facilitar el dominio de uno mismo, la sensibilidad y el buen gusto. Son
las autoridades educativas, los educadores y los artistas los llamados a formular políticas
claras y saludables para el manejo de este gran proyecto que impulsará la educación
musical en cada una de nuestras escuelas del Perú.

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