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13°Concurso Literario

Karev
Categoría 1
Tiempos de guerra en los campos de concentración
El 4 de diciembre de 1941 en la noche la policía llamó a la puerta de mi casa. Teníamos
miedo ya que las órdenes de traslado siempre llegaban de noche. Yo tenía 12 años, nací en
Praga, Checoslovaquia y he sido deportada en 1941 junto a mi familia. Estuve en los
campos de concentración de Terezín, Auschwitz-Birkenau, Freiberg y Mauthausen. Fui
víctima de las leyes raciales y fui expulsada de la escuela.

Me llevaron al campo de concentración Terezín. Me trasladaron en tren, "el tren de la


muerte", lo llamaban ya que nos daban agua cada 2 horas y no nos daban comida. Lo
primero que hicieron fueron ponerme en una fila en la cual te tatuaban tu número de
identificación, el mío era 7142. Luego me llevaron a mi celda en la que la compartía con 20
prisioneros más, la comida que nos daban era papas con mantequilla. En ese lugar pasé los
peores días de mi vida, allí mi única distracción era el dibujo. Mi primer dibujo fue niños
haciendo un muñeco de nieve, pero este no podía ser real ya que en Terezín no podíamos
hacer eso. A ese dibujo se lo di en secreto a mi padre y él me dijo "dibuja lo que ves." Así
empecé a dibujar mi vida cotidiana en Terezín.

Cuando llegabas a Auschwitz era prácticamente imposible darle sentido alguno. Auschwitz
era el peor campo de concentración y si tenías suerte podías salir vivo de allí. 230.000 niños
y adolescentes fueron enviados allí pero sólo 700 salieron con vida gracias a la llegada de
los soviéticos el 27 de enero de 1945.

Los policías nos hacían recoger los cadáveres, dos los sostenían por los brazos y dos por las
piernas, éramos 4 niñas y no contábamos con la fuerza necesaria para levantarlos. Entonces
los arrastrabamos a estos muertos hasta que un día un Nazi vio que no podíamos y nos
pegaron, con un látigo de goma que por dentro tenía alambre de púas. Nos pusieron el
castigo de estar de pie durante 4 horas sosteniendo una gran piedra en las manos para
demostrar que ellos eran más fuertes que nosotras, y nosotras debíamos de hacer todo lo
que ellos querían. En los campos de concentración las palabras fúnebres, incluso para
quienes ya no creían en Dios, dejaron de tener sentido alguno.

La mayoría de las personas que se iban a dar una ducha terminaron muriendo por cámaras
de gas y nunca más salieron de allí, otros fallecieron gracias a los brutales golpes que
recibían día a día y otros gracias a las torturas que sufrían, los hacían entrar a una
habitación, si tenían suerte, los ataban de manos y pies a una especie de rueda de madera en
las cuales los hacían girar mientras les tiraban todo elemento de tortura que tenían a mano,
como cuchillos, hachas, picos, armas de fuego, entre otros. Los cadáveres eran tirados en
fosas comunes en las que entraban entre 400 y 500 cuerpos en cada una.
Finalmente fui una de las pocas personas sobrevivientes a esta masacre gracias a los nazis,
he sido testigo de todo el mal que hicieron al mundo. Hoy pude dar mi testimonio ante
ustedes y espero que no la olviden ya que no deben dejar morir el hecho histórico que
vivimos entre 1939 y 1945, no les dejo un trauma, les dejo un legado y una responsabilidad
de que esta historia siga viva durante el resto de los años.

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