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31 Ene 2018 - 9:00 PM

Por: Elisabeth Ungar Bleier


“Contra el odio”
“El odio sólo se combate rechazando su invitación al contagio. Quien pretenda hacerle frente
con más odio ya se ha dejado manipular, aproximándose a eso en lo que quienes odian
quieren que nos convirtamos”, Carolin Emcke.
En el reciente Hay Festival de Cartagena, la filósofa y periodista alemana Carolin Emcke
participó en un conversatorio con Héctor Abad titulado “Contra el odio”. Durante una hora
dialogaron sobre cómo este sentimiento está marcando cada vez con más fuerza las relaciones
entre las personas y grupos en todo el mundo, sin distingos de ideologías, religiones o posición
social. Se manifiesta de diferentes maneras, algunas abiertas y directas, otras silenciosas y más
sutiles. Pero siempre cargadas de violencia y de ira y en ocasiones disfrazadas con mentiras.
Una de las expresiones más visibles en la actualidad es el odio contra los inmigrantes y
refugiados en muchos países. Este se evidencia no solamente en los discursos y políticas de un
creciente número de gobernantes, dirigentes políticos, empresarios y medios de
comunicación, sino también en el lenguaje y el rechazo abierto por parte de los ciudadanos
contra quienes por diversas razones se han visto forzados a dejar sus países o a desplazarse a
otros lugares en su propio país. Son bien conocidas las acciones que se han tomado en los
Estados Unidos y algunos países europeos para limitar el paso por sus fronteras a miles de
hombres y mujeres, así como el creciente éxito de los mensajes nacionalistas y el triunfo de
candidatos populistas que apelan a las emociones y al miedo para ganar adeptos. En el mismo
sentido, ya se escuchan voces en Colombia que culpan a los desplazados y a los venezolanos
de muchos de los males que nos aquejan, entre ellos la delincuencia y la violencia, como si
estos fenómenos fueran una novedad.
También son frecuentes otras manifestaciones de odio, como la discriminación y la
estigmatización de los que son vistos como “diferentes”: por ejemplo, los homosexuales o
determinados grupos raciales, o incluso los pobres. O de los que piensan y ven el mundo de
una manera distinta a la de ellos. Para no ir muy lejos, basta recordar la violencia del lenguaje
utilizado contra quienes supuestamente promovieron la “ideología de género” o contra
quienes consideran que hay formas de familia que no coinciden con las de sus creencias
religiosas.
No es fácil escribir contra el odio en Colombia cuando miles de víctimas han sido objeto de
formas indescriptibles de violencia por parte de la guerrilla, paramilitares y agentes del Estado;
cuando tantos ciudadanos son discriminados por ser afrocolombianos o indígenas o por
pertenecer a la comunidad LGBTI; o simplemente cuando quienes expresan opiniones que no
les gustan a algunos sectores se convierten en objeto de amenazas y descalificación. Pero,
sobre todo, cuando hace apenas unos días, en un acto de odio irracional e inaceptable desde
todo punto de vista, el Eln atacó una estación de Policía y mató a cinco policías.
A pesar de todo esto, como dice Emcke, “no quiero que el nuevo placer de odiar libremente se
normalice”.
*Contra el odio, Carolin Emcke, Editorial Taurus, 2017.

Publicado en Internet por El Espectador - Sección Opinión


https://www.elespectador.com/opinion/contra-el-odio-columna-736470

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