Está en la página 1de 131

Sirena,

la mujer del cabello de fuego


Por

Lightning García


CAP. 1

Aquella era una noche de fina lluvia y relámpagos, sonido de espadas y


escudos, e imágenes confusas. En la penumbra, un grito de valor procedente
de un alma que revive, el movimiento veloz de una espada que se confunde
con unos profundos ojos grises, cual nubes tempestuosas en un gélido y
lúgubre noviembre, interrumpen la desilusión de los Abadonitas por la
aparente derrota. Tras un interminable minuto, su silencio se torna en gritos de
alegría al llegar la victoria. Todos observan al guerrero que está a una gran
distancia delante de ellos. Al volverse, conserva su mirada amenazante como
si para él nada hubiera acabado a la vez que corre hacia ellos con su espada
empuñada y erguida, su cuerpo cubierto de sangre no advierte la enorme
herida que lleva en el pecho. Todos confundidos se miran sin saber qué hacer;
de entre ellos Charles un guerrero de mil batallas, el más poderoso,
desconcertado y claramente preocupado, se interpone en su paso y con una
autoridad propia de reyes le grita:
- “¡Chris!”. -Pero él, inmerso en su furia y omitiendo aquel llamado se
abalanza con total determinación sobre Charles quien lucha por contener su
ataque mientras le grita- “¡basta!” –los ojos de Charles revelan su gran
confusión, mientras la espada penetra lentamente en su vientre. De repente
aquel combatiente de mirada asesina se desploma.
Dos años después…
- ¡“Regresarán a casa”! –Informa el heraldo. Los ensordecedores gritos de
alegría se confundían con el llanto de aquellos desesperados y aguerridos
hombres. La guerra había terminado tras dos años y medio de batallas sin ver a
sus familias y amigos puesto que se vieron obligados a salir de Abadón, su
amada nación. Habían luchado y derrotado al rey Pericles de Sunem quien los
amenazó con destruir Abadón si no se sometían a su creciente imperio. Sunem
es una población situada a 28 días a caballo sin descanso al noroeste de
Abadón, conformada por gente practicante de ciencias ocultas, adoradores de
muchos dioses, principalmente de Drustán dios de la guerra, sumamente
crueles y cuya principal actividad económica era el saqueo, la invasión, y la
violencia. Pericles había tomado poblaciones cercanas a su territorio
despojando a reyes de su dominio, cosa nada grata para los Abadonitas
quienes creen que su rey y sus leyes han sido designados por el único Dios
todopoderoso al cual adoran y el rendirse ante ellos era como deshonrar a su
Dios. Tras lograr la victoria contra Sunem restablecieron en su antigua
posición a reyes derrocados de naciones vecinas, ganando así aliados
importantes y el respeto de los pueblos. Los guerreros por fin regresan, no solo
victoriosos sino gozosos llenos de esperanzas, la victoria no es lo que les
interesa pues solo estuvieron en esta guerra por la anhelada paz y libertad que
creían ya habían conseguido…
Han llegado a su hermoso y sagrado valle, un lugar santo para ellos, donde
se encuentra el palacio del rey y el templo. Liderados por su muy apreciado
rey, Ricardo II de Abadón. A su lado derecho viene cabalgando su hijo
Christopher quien es el más joven de los guerreros; este se fue siendo solo un
muchacho y regresa siendo poderoso entre ellos, con veinte años, noble y muy
respetado por lo que había demostrado en la batalla. Al lado izquierdo del rey,
cabalga el poderoso Charles su hijo adoptivo, un hombre enorme. En su
cuerpo es palpable lo cruel que ha sido la guerra, las espadas han dibujado
sobre su piel cual pincel sobre el lienzo las cicatrices de muchas batallas. La
más notoria, una cicatriz en su rostro que se convirtió en su distintivo.
Al ver a los hombres, el pueblo se alboroza, y con panderetas inician la
bienvenida de estos magníficos titanes que estuvieron dispuestos a dar la vida
por ellos. Estos guerreros gritan de alegría al contemplar su hermoso valle con
casas de piedra que tanto añoraban. Emocionados paran a sus caballos, con
trajes de cuero, cabello a los hombros y abundante barba, sonríen, saludan y
desfilan por el pasillo de honor que han formado los habitantes del valle de
Abadón, la fortaleza del rey. El pueblo festeja, algunos reciben a sus padres,
otros a sus hijos, esposos, hermanos etc., corrían muchas lágrimas, algunas de
felicidad, al recibir a los suyos, otras de intenso dolor al notar que muchos no
volvieron. A mitad del festejo, Christopher se dirige al palacio que se alza
sobre una montaña en el cual solo los guardias le dan la bienvenida saltando
de alegría dentro de la armadura, pero sin moverse de su sitio. Adentro no hay
nadie pues los sirvientes habían bajado a la plaza pública. Sube hasta su
aposento donde sonríe con ironía al ver todas aquellas cosas en las cuales
estuvo interesado pero que ahora nada valen, suspira y sale a la terraza, oye la
algarabía que en años anteriores le hubiera sido grata porque le encantaba
bailar y cantar, pero como muchas otras cosas, ahora forma parte de su pasado.
Cuando está a punto de entrar llama su atención la luz de una casa al extremo
sur del valle donde parece no importar lo que sucede en la plaza pública.
Invadido por la curiosidad, se apresura a buscar el viejo catalejo que
pertenecía a su madre, se percata de la luz de un candelero en la terraza de
aquella vieja casa que refleja una figura femenina, su recuerdo no le dice nada
acerca de la identidad de aquella mujer, de hecho, recuerda que esa casa por
años estuvo vacía. Al tratar de enfocarla solo puede observar que ella está
peinando su largo cabello que parece de color… ¿cobrizo?, cosa que lo
sorprende pues los habitantes de Abadón son en su mayoría rubios y
eventualmente castaños. Antes que pueda mejorar la imagen y así responderse
el sinfín de preguntas que ocupan su mente, inesperadamente ella se vuelve en
dirección a él como si se hubiera sentido observada. Totalmente avergonzado
Christopher esconde detrás de sí el catalejo y simula mirar la fiesta en la plaza,
sonriendo al pensar en lo absurdo de su reacción ya que a esa distancia sería
difícil que lo vieran, ahora solo queda en su mente la pregunta << ¿aquella
mujer es real o solo fue producto de mi imaginación?>>. Al fin y al cabo, lo
último que necesita en estos momentos y por mucho tiempo es pensar en una
mujer.
Al siguiente día, Chris nuevamente observa con el catalejo desde su balcón
y se detiene a observar un grupo de mujeres jóvenes que conversan mientras
hacen fila para sacar agua del pozo que está en medio de la plaza, entre ellas
está la bella Charlot, una dama de diecinueve años, amada por muchos debido
a su hermosa apariencia, <<sí, no se le puede negar… es hermosa y además
proviene de una de las familias más respetadas, lástima que sea tan soberbia>>
piensa. Por otro lado, ellas conversan sobre los hombres solteros que habían
llegado y sus aspiraciones para contraer matrimonio, cuando Charlot expresa
su interés por Christopher asegurando que él está loco por ella, ninguna pone
en duda que ella será la esposa idónea para él. <<De hecho fuimos muy
buenos amigos en la niñez, pero en los últimos años los intereses de ambos
cambiaron, ella se preocupaba más por su apariencia y yo por mi gente y la
guerra>>piensa Chris. Ahora ella cree que él está en total sintonía con ella y
que pronto se casarán.
- ¿No es mejor que ellos mismos elijan? -dice Samantha quien se encuentra
entre las jóvenes que está viendo Chris y todas las presentes la miran
expectantes.
-Qué sabes tú, -contesta Charlot con ínfulas de superioridad- si ni siquiera
puedes tener ninguna aspiración.
-Es cierto; así no tengo que preocuparme de estar perdiendo el tiempo aquí,
cuando debería arreglarme para estar preparada… ¿no? -Todas la miran, se
miran y se percatan de que aún no se han bañado y se van apresuradamente,
Samantha sonríe y con toda tranquilidad llena sus cubetas. Christopher se
intriga pues está viendo cómo las jóvenes se marchan sin razón aparente,
observa a la única joven que queda allí y junto a ella está una niña rubia como
de 6 años. Se sorprende pues se da cuenta, que es la misma mujer que había
visto la noche anterior. Su cabello la ha delatado, ahora puede ver claramente
su rostro. Samantha es de corta estatura y su cabello no es cobrizo sino rojo
como fuego, recogido en dos largas trenzas que caen en su espalda, además su
forma de vestir tampoco era en nada parecida a las otras mujeres que usaban
pellotes largos por encima de la saya, ceñidos a la cintura por un cinto, era más
parecida a las prendas de un hombre pues tenía calzas, botas de cuero hasta las
rodillas y una saya que solo llega a la altura de sus caderas, con mangas que
eran ligeramente abullonadas en los hombros. Además, lleva un cinturón
grueso de cuero donde cuelga una espada. <<Un poco ordinario para tan frágil
criatura>> -piensa. La sigue con la mirada hasta que ella entra a la vieja casa,
confirmando que se trata de la misma mujer.
***
Antes de ascender el alba, Samantha suele ir a su lugar favorito a bañarse,
un sitio apartado y solitario, un manantial de aguas termales con una cascada,
sin saber que Christopher antes de ir a la guerra acostumbraba tomar su baño
allí mismo. Ese día él había llegado más temprano. Su caballo, un hermoso
ejemplar de color negro azabache de nombre frisón estaba pastando
libremente. Christopher arroja su ropa en una rama alta del árbol más cercano,
algo que Samantha no nota. Él va a lo más profundo y se mete debajo de la
cascada, coloca sus manos sobre una piedra y cierra sus ojos con el fin de
relajarse, lo que le impide ver y oír lo que sucede a su alrededor; al rato se da
vuelta para terminar su baño y ve a frisón junto a otro caballo, los dos están
relinchando. Por un momento piensa que es una yegua salvaje pero cuando
gira su rostro ve tendida sobre una roca, unas prendas de vestir que no son las
suyas. Empieza a sentir su respiración pesada y su corazón acelerado. <<
pero… ¿cómo alguien ha llegado aquí? >>piensa. Cuando sin previo aviso y
justo frente a él emerge del agua, el cabello de fuego de una chica que de
inmediato reconoció. De espaldas a Chris, ella se perturba al ver otro caballo
junto a su yegua. Mirando a todos lados menos atrás, lentamente se dirige a la
orilla.
- ¿Qué haces aquí caballito…? – dice, y entrecorta su frase la profunda
incertidumbre de no saber si hay alguien más allí.
<< Rayos… ¿Acaso… es una sirena?>> –piensa Christopher, quien niega
con su cabeza rechazando de plano este mito al cual nunca ha dado crédito,
pero sus dudas se disipan cuando la mujer se aproxima a la orilla. El agua que
cubría su cuerpo se desliza sobre su torso, revelando la piel de su espalda baja,
pero su melena flotante en el vaivén del agua va arropando lo que sigue,
dejando solo a la imaginación tan exquisita perspectiva. Así que él decide
interrumpir la intriga de ella diciendo:
- “viene conmigo”. –Samantha se tira de golpe en el agua y se da vuelta
bruscamente, con cara de pánico buscando de dónde provino el sonido de
aquella profunda voz. Dirige su atención hacia la cascada y nota que del agua
se asoma un rostro. Asumiendo una actitud totalmente ruda, que contrasta con
el profundo miedo inicial grita:
- ¡¿quién rayos es usted y porque está espiándome? maldito cerdo
degenerado! -a la vez que se cubre los pechos con sus brazos.
-No, no, no… -le responde Chris con firmeza agitando sus manos
desesperadamente, queriendo aclarar el malentendido- por favor déjeme
explicarle, está equivocada… -Camina hacia ella y a medida que avanza, el
agua escurre de su pecho quedando éste al descubierto.
- Simplemente me giré… vi el caballo y después, a usted en el agua.- Sin
dejar de admirar su piel color porcelana y los ojos más hermosos que jamás
haya visto… verde esmeralda. Los ojos de ambos se encuentran y permanecen
inmóviles. Fuego verde contra un iceberg. Samantha siente el impacto y se
estremece, su corazón se detiene para después comenzar a latir de un modo
frenético y al no entender la reacción de su cuerpo toma una actitud defensiva
o peor... agresiva.
- ¡¿Sí?, ¡cómo no! – reclama con enojo- pero asumiendo que es verdad
¿qué sugiere que hagamos?... O mejor dicho ¿qué hará usted? -a Chris lo toma
por sorpresa su reacción. Él se consideraba muy apuesto, de hecho las mujeres
se derretían con solo mirarlo, pero esta lo veía como si fuera un horroroso y
mal oliente animal, así que decide tumbar la barrera. <<Tal vez solo está
asustada>>piensa.
-Eh… bueno, puedo darme vuelta mientras usted… sale del agua y se pone
su ropa – dice a la vez que sonríe disfrutando la situación-, << rayos, cuando
la vi de lejos supe que era hermosa, pero de cerca es… tan sensual>>piensa.
Por primera vez en su vida se enfrentaba al deseo de tocar y saborear la piel de
una mujer, no de cualquier mujer, de esa mujer que contemplaban sus ojos y
oían sus oídos, ocasionando envidia en sus demás sentidos. Se pasa una mano
por sus dorados cabellos tratando de controlar la reacción de su cuerpo. << de
esto es lo que tanto me advierte mi padre, aunque creí que ya había superado
esa etapa sin que me afectara…>>piensa.
-Eso es lo que usted quisiera… -le responde Samantha muy enojada- ¿y
quién me asegura que no va a mirarme?
-Créame, - replica Chris- no tengo ni la menor intención de hacerlo, si
fuera el caso habría dejado que saliera del agua sin informarle de mi presencia
aquí… ¡pero de usted tal vez no pueda decir lo mismo! –dijo burlón pues
Samantha no ha dejado de mirar la cicatriz que él tiene en el pecho. Ella
conciente de que sus ojos la han delatado, se sonroja tanto que las pecas que
salpican su nariz se confunden con el escarlata de su bochorno, y sus ojos se
abren ante el apuro.
- ¡Eh…! no… yo solo miraba la cicatriz… -toma aire- pero no lo estaba
“mirando” como usted cree que lo hago. –Chris ríe.
- ¿Por qué?, ¿le causa repulsión? -pone su mano sobre la cicatriz- la dejaría
a un lado mientras me baño –dice bromeando. Levanta levemente los
hombros- pero… -Ella suaviza un poco su gesto, agacha la cabeza y sonríe,
viéndose ante los ojos de Chris excepcionalmente bella. Él presiente que ha
sido un error intentar. << ¿Acaso me he vuelto loco?… aunque claro, lo cortés
no quita lo valiente>>piensa tratando de engañarse.
-Lo lamento, no me malentienda- continúa ella- sólo imaginaba que algo
así debió doler mucho.
-La verdad… me desmayé cuando sucedió; al despertar, ya me habían
suturado, - responde Chris. En ese momento se detiene frente a ella. - Por
cierto, - extiende su mano- mi nombre es Christopher.
- ¿Christopher?, - con incredulidad y asombro en su rostro, olvidándose de
la mano de Chris- ¿acaso eres el hijo del rey?, -Samantha recuerda lo que
había dicho Charlot.
-Sí, -responde él- ¿por qué? ¿Ya habías oído hablar de mí? -le dice con una
sonrisa presumida. Samantha no puede creer que entre todos los hombres de
ese lugar justo coincidiera con el príncipe en ese lugar. Y ahí estaban los dos,
desnudos frente a frente, como si nada, por aquellas cosas de la vida que quien
sabe porqué suceden, el prometido de la arrogante Charlot, por si fuera poco.
- Claro que sí, por cierto, felicidades por la victoria- dice sin hacer ninguna
reverencia ni rendir honores. Asume nuevamente una actitud hostil- es el hijo
del rey ¿no? <<pero tampoco voy a quedar como si no tuviera
modales>>piensa, -se sumerge un poco en el agua para retirar su mano
derecha del pecho y la extiende hacia él, sin dejar de ver sus ojos que son
como el cielo cuando está despejado y brillante, no había visto nada igual.
-Samantha, ese es mi nombre. – dice-
-Me da gusto conocerte Samantha… -inclinándose, Chris besa su mano
sintiendo una deliciosa suavidad, igual que la seda. - espero no estar
incomodándola. -Ella se limita a sonreírle con ironía y suelta su mano
rápidamente pues siente como si le hubiera puesto un pedazo de brasa al roce
de sus labios con su mano y se cubre de nuevo el pecho, aunque en realidad no
se veía nada bajo el agua. El sigue caminando, quedando espalda con espalda-
vengo a este lugar desde que tengo 6 años ¿sabe?… –se detiene y agrega-
jamás me había topado con alguien –Aunque lo dijo con suavidad ella sintió
un tono de ironía.
-Pues yo tampoco esperaba hacerlo. -responde ella
-Bueno, entonces que sea nuestro secreto. -Chris
Ella se queda inmóvil y no responde. Christopher sale del agua y empieza
a vestirse, llama su atención la yegua que está junto a frisón.
-La yegua… ¿es tuya? –le pregunta. Samantha se vuelve y mira los
caballos.
-Sí…
-Es hermosa… jamás había visto uno blanco con el pecho marrón rugoso,
si tienes potros como ella me encantaría comprártelos –le dice mientras se
sube las botas.
-No… Gypsy aún no ha tenido crías.
- Ahhh, ya veo… -en su interior siente alegría por lo que ella le acaba de
decir, aunque no específicamente por la yegua. –Si te gusta… -toca en el
cuello a frisón- aquí le tengo uno de sangre pura para que le saques. –Los dos
caballos relinchan mostrando su desaprobación.
- Como ve, es a Gypsy que le tiene que gustar no a mi… -Chris sonríe.
-Bueno… fue un gran placer haberte conocido… ahhh… y la próxima
vez… -ella lo mira y él se sube al caballo- asegúrate de tener algo puesto,
porque no volveré a decirte que estoy aquí… –y se marcha riendo a
carcajadas. Ella golpea el agua con enojo y grita: - ¡cretino!
Camino al palacio le dice Christopher a frisón. –no lo niegues, te gustó la
rubia… ¿no? – frisón relincha y sacude la cabeza.
-tienes razón no debería ni pensarlo…
***
Christopher va en su caballo hacia la plaza pública en busca del herrero.
De pronto ve a las mujeres jóvenes nuevamente haciendo fila en el pozo. Ellas
se burlan de Samantha quien lleva una cesta llena con vainas de soya. - ¡es
ridículo! - dicen - ¿Quién puede comer eso? – Samantha es la única que
cultiva soya en todo Abadón, además de cultivar algunas plantas medicinales.
Samantha está sentada en uno de sus cubos, guarda silencio pues no quiere
tener pleitos.
- ¡Para eso existe el trigo y la leche niña!, -dice Charlot en forma
despectiva y maliciosa- además del trabajo que conlleva, para qué matarse con
eso. – todas se ríen a carcajadas.
Christopher detiene su caballo frente a ellas, todas lo miran con ojos
saltarines
-Buenos días, señoritas -dice.
- ¡Buenos días! Christopher –responden en coro.
-Qué te incomodó de la fiesta que te marchaste tan temprano querido, -le
dice Charlot con el fin de darse ínfulas- pensé que ibas a cantar algo para mí,
pues llevábamos tanto sin vernos. -su voz sonaba casi como un ronroneo.
-No estaba de humor –responde Chris de forma tajante y se baja del
caballo- perdón que me entrometa en sus asuntos.
- Tienes mi permiso – Replica Charlot y acercándosele muy
seductoramente le acaricia con los dedos el hombro- qué deseas… solo dilo y
está hecho.
- ¿Me pareció oír que hablaban de soya?
- Ahhh sí… así es querido… de esa cosa horrible. Ya sabes nada
importante.
-Bueno, yo no pienso lo mismo -todas quedan pasmadas- ¿saben quién la
cultiva?
Todas señalan a Samantha que está detrás de ellas, excepto Charlot, quien
queda consternada, él baja la mirada para poder verla y no puede creer que la
vida le esté jugando de esa manera. Ella no ha pronunciado palabra. Con su
mirada finge indiferencia. Chris camina hacia ella y enseguida ve la cesta llena
de soya. Su corazón se alegra. Así que carraspea la voz y simulando que jamás
la ha visto, le dice:
-Perdón señorita, ¿sabe preparar, comida de soya?
Ella lo mira sin levantar el rostro. Observa su vestimenta, casi la misma
que usaba más temprano cuando lo vio en el manantial. Una camisa de lienzo
delgado y un chaleco de cuero que hace juego con sus pantalones y Botas <<
un poco descuidado para ser un príncipe, pero no se puede negar que se ve
abrumadoramente masculino>>piensa.
-Así es. –responde Samantha mientras exhala. Chris suspira y muy
entusiasta dice:
- ¿podría por favor prepararme un platillo?, le pagaré lo que diga.
-Si eso desea… -dice Samantha mientras mueve su mano como restándole
importancia- vaya a donde vivo dentro de dos horas cuando haya terminado
aquí. -Él se acerca a ella y se pone de cuclillas, quedando a su altura y mira
sus ojos.
-Muero de hambre. –le dice con ternura. Las demás la instan para que se
apresure a complacerlo.
Ella esquiva su mirada, no entiende por qué se acelera su corazón -
entonces lamento no poder ayudarlo en esta oportunidad… -y vuelve su
mirada hacia él frívolamente. Las chicas la quieren matar con sus gestos
desesperados, mientras que Christopher sonríe.
-Qué descortés, -dice Charlot y la mira con antipatía -no sé que puedes
esperar de una mujer como ella, pero tranquilo yo puedo prepararte lo que
desees.
- ¿sabes preparar comida de soya? –dice Chris, se levanta y la mira.
-No, pero puedo prepararte verdaderas delicias. No necesitas esa cosa.
-Entonces no puedes preparar lo que deseo –vuelve a inclinarse mirando a
Samantha- cuando termines aquí ¿cocinarás para mí?
-Eso dije ¿no? -Charlot abochornada se retira. Christopher se levanta, va
al lado del pozo toma una cubeta grande y una estaca, la corta a la medida de
la boca del balde y la sujeta firmemente a la cubeta; toma una cuerda resistente
y la amarra a la estaca; todas están atontadas mirándolo, cuando Samantha ve
que todas están emocionadas, se levanta y se sube sobre su cubo para poder
mirar, y ahí está Christopher con su chaleco de cuero sin camisa debajo, frente
al pozo tirando de una cuerda, todas empiezan a rodearlo y él comienza a
llenar sus jarrones muy rápidamente. Cuando viene hacia Samantha…
-Puedo hacerlo sola –le hace saber.
-Lo sé, pero permite que lo haga esta vez, con eso pagaré mi plato… y si
no te molesta … ¿podrías por favor traer mi camisa?
-Claro que me molesta, ¡pero que más puedo hacer! -de muy mala gana va
y toma su camisa que se encuentra en una rama, cuando se da vuelta él va
andando con su jarrón a cuestas y otras dos cubetas muy rápidamente hacia la
casa donde ella vive, todas las jóvenes se van regocijadas por lo que habían
visto, no todos los días un príncipe llenaría sus cubetas. Pero no lo manifiestan
por miedo a Charlot. Christopher camina adelante, Samantha observa su
fornido pero no exagerado cuerpo. Amplios hombros, sus músculos muy
marcados… estrecha cadera y piernas gruesas y fuertes, algo que no debería
sorprenderla porque los Abadonitas se caracterizan por sus enormes cuerpos
musculosos debido al fuerte trabajo del campo, la pesca y la ganadería entre
otras labores. Llegando a la casa, Christopher recuerda que ya antes había
visto Samantha en compañía de una niña y aunque ella era joven, no podía
descartar que fuera su hija pues es algo común en otras culturas. Aminora el
paso y la espera para que ella pueda llegar primero. En realidad no sabe qué
encontrará <<tal vez aparte de la niña, un hombre la esté esperando>>piensa.
Esa sola idea le causa un terrible malestar. Cuando ella entra él escucha…
- “Mamá no te demoraste” -era la voz de una niña. -<< ¿Mamá? ..... ¡Será
posible!>> queda estupefacto. Es la niña que había visto- “Lena aún no se
levanta” – dice la niña. -Christopher no sale del asombro, << ¿Lena?,
¡entonces tiene dos hijas!>>
Samantha menea su cabeza en señal de desaprobación sin pronunciar
palabra y se dirige a la cocina, la niña ve entrar a Christopher y se impresiona
tanto, que abre los ojos como platos y no dice nada más. Él al ver su reacción
se agacha y sonríe.
-Hola, mi nombre es Christopher.
-El mío es Shirley. –y hace una reverencia.
-Oh… toda una princesita -ella sonríe.
- ¿Eres amigo de mamá?
-Ehhh…Sí.
-Entonces debes ser especial porque ella no es muy sociable -él ríe.
-Sí… ya lo noté…
-Estás sudando mucho.
-Así es. -llegan a la cocina y dirigiéndose a Samantha dice:
-Esperaré afuera en el solar. -Él toma una silla se sienta, se quita el
chaleco. Shirley ve la cicatriz de su pecho y la toca.
- ¿Te dolió mucho?
-Un poco –le contesta mirando la pequeña mano de la niña en su pecho.
-Yo me hice una aquí –Shirley le muestra su rodilla- y mamá me la cosió.
-Vaya, debió dolerte.
-Solo al principio porque mamá me dio a tomar algo y se me quitó el dolor.
-Samantha observa a Christopher por la ventana y se pregunta a qué se debe su
presencia allí que le es extremadamente incómoda, aunque no puede negar que
le había agradado que hubiera despreciado la propuesta de Charlot y se
hubiera venido con ella. Ve cómo Shirley le lleva una vasija pequeña, él le
pide que vierta agua sobre su cabeza y la sacude, Shirley grita a causa de las
gotas frías que le caen Christopher la mira, toma la vasija y con los dedos le
arroja agua, ella sale a correr y él va tras ella. <<parece ser un hombre
agradable, claro que Shirley es una niña tan encantadora que puede ganarse el
corazón de cualquiera, lástima que muy pocos le dan la oportunidad>>piensa.
Los llama a comer y manda a Shirley a traerle algo para que Chris pueda
secarse y se dirigen a la cocina. Christopher entra y nota que no tiene mucho
espacio porque la cocina estanterías que contienen vasijas de todo tamaño y en
la mitad hay una mesa con cuatro sillas, se sienta a esperar y no deja de
observar a Samantha, al parecer está concentrada en lo que hace sin dar
importancia al hecho de que él está allí. Ve cómo sus manos se mueven con
agilidad tomando de una vasija y de otra, cuando se acerca Shirley, le dice:
- ¡Ohm!… ¡huele delicioso! ¿No te parece? -toma el paño, se seca y se
coloca su camisa de lienzo delgado.
- ¿Hablas enserio? -En ese momento Samantha le da el plato, él de
inmediato empieza a comer haciendo sonidos de satisfacción.
-Claro que sí. –le responde.
- ¿Sabes que lo que comes está hecho con soya?
-aja.
- ¿Porqué te gusta, cuando los demás nos desprecian porque lo comemos?
-bueno, la verdad creo que no han probado esta delicia.
- ¿Porqué tú lo hiciste?
-Deja de ser tan curiosa –le dice Samantha frunciendo el ceño- más bien ve
y haz tus deberes.
-No…, -dice Christopher- está bien, estoy en su casa y tiene todo el
derecho de preguntar -mirando a Shirley e inclinándose hacia ella dice- lo que
te voy a contar no debe saberlo nadie más ¿es un trato?
-Sí, -contesta Shirley emocionada
-Mi madre murió cuando era solo un bebé y en ese momento no estábamos
en casa, lo único que teníamos cerca era algunas vacadas, así que mi padre al
ver que no tenía otra cosa que darme, tomó leche que acababa de ordeñar y me
dio a tomar, aunque notó que me había caído mal, pensó que era por la falta de
costumbre y entonces…
-¡intolerancia! –con asombro Samantha interrumpe. -él admirado mira a
Samantha
-Así es, no tolero nada que contenga leche, esto impidió que pudiera comer
muchas cosas, pero cuando estaba en la guerra llegamos a una población que
tenía cultivos de soya y una señora me ofreció leche, le dije que no podía
tomar y ella insistió y me dijo que era hecha de soya. Cuando lo hice me
pareció lo más delicioso que hubiese probado en mi vida, me puse a comer
todo lo que tenía preparado, comí tanto que sentí que se me salía por la
nariz… -dice burlón y Shirley se echa a reír.
- ¿por qué nadie lo debe saber? –preguntó Shirley.
-Porque… cuando se nace con privilegios siempre habrá enemigos que
quieren aprovecharse de mi situación para causarme daño.
-Entonces yo también soy privilegiada porque muchos han intentado
hacerme daño. –dice sonriente Shirley.
Samantha los observa extrañada al ver cómo hablan con tanta familiaridad.
<< ¿Porqué este hombre nos ha dicho algo tan personal, pues al parecer no lo
sabe ni Charlot que será su futura mujer? …>>piensa. Christopher toma las
manos de Shirley que se ven tan pequeñas dentro de las suyas, les da un beso y
la mira con ternura
-Claro que sí, eres una princesita -se levanta de la mesa- ahora debo
marcharme porque tengo muchas cosas que hacer -mira a Samantha-
muchísimas gracias, todo estaba delicioso, lamento los inconvenientes.
-No hay problema. -Contesta secamente. -Cuando abre la puerta Shirley lo
mira con sus cejas levantadas y ojos cafés brillantes.
- ¿Vas a venir mañana Chris? –él se agacha, la toma entre sus brazos y se
pone de pie, la mira a los ojos y le dice:
-Eso no depende de mí, princesa. -Ella se baja y corre hacia donde se
encuentra Samantha quien está fregando los trastos.
-Por favor, ¿puede venir mañana también? –le dice Shirley a Samantha en
son de súplica.
-Aquí también vives tú, puedes invitar a quien quieras.
-Sí, -objeta Shirley- pero aún no sé cocinar así que necesito tu
autorización.
-Está bien… mientras cumplas con tus tareas. <<no puedo negarle el
derecho de familiarizarse con otros>>piensa. -Shirley sale corriendo en busca
de Christopher quien ya ha salido de la casa y espera su caballo que ha
llamado con un silbido, él la ve y la carga nuevamente.
-Chris, por favor ven mañana.
-Jamás despreciaría tú invitación… ah, pero dile a Samantha que no se
preocupe por el agua.
- ¿Madrugarás al pozo?
-No…
- ¿En tú casa hay pozo? -Shirley le acaba de dar una buena idea.
-Algo así, ¿sabes? cuando desees puedes venir, está en la cima.
- ¿Vives en el palacio?
-Así es. -Ella sonríe y lo abraza inesperadamente, confundido no se da
cuenta que sus brazos también la han rodeado, su corazón late de manera
distinta. Cuando la coloca en el suelo siente como si algo vital se hubiera
quedado con ella y le da un beso en la frente. Frisón llega.
-Nos vemos mañana Chris -sube a su caballo, ella se despide con su mano
y él experimenta una serie de emociones que jamás había sentido. Lo que resta
del día intenta trabajar en sus campos, pero sus pensamientos no lo dejan
concentrar.
- ¿Qué rayos me pasa? ¿estoy pensando en una mujer que tiene dos hijas? -
sin embargo, aunque a veces razonaba no podía dejar de pensar en ellas.

CAP 2

Antes de amanecer Christopher se levanta y sale a la terraza, el cielo está


despejado, pero hace mucho frio. Toma el catalejo y enfoca hacia la pequeña
casa de dos plantas. Visualiza un candelero y una persona encima del tejado,
se cambia rápido y va hasta allá, llega muy silenciosamente y sube a la terraza
se acerca y ve a Samantha haciendo algunos arreglos en el tejado.
-Es mejor que lo haga a la luz del día ¿no le parece? –le dice.
al oír su voz ella pierde el equilibrio y cae entre sus brazos, lo mira a los
ojos soltando chispas de rabia, se baja y lo empuja.
- ¿Qué rayos hace aquí? –le dice susurrando.
-Eso mismo le pregunto… -dice sin perder la calma, ella guarda silencio,
sintiéndose incómoda- ¿Por qué no lo haces en el día? ¿acaso por falta de
tiempo? -ella lo mira con incredulidad- si es eso entonces yo le ayudaré.
-Claro que no, es porque… porque no me es permitido hacerlo, -dice por
fin
- ¿y quién no te lo permite? -lo dice con furia.
– ¿Es que acaso no conoce sus propias leyes? – lo dice enojada consigo
misma por dejarse descubrir
- ¿Mis leyes…? -dice confundido, pero se preocupa porque se da cuenta
que se acerca el aire de la mañana y no quiere que lo vean allí -no puedo
permanecer más aquí, te espero, no demores -ordena. Samantha por su parte,
se enoja por su tono autoritario, pero la embarga la incertidumbre y no dice
más, mientras ve cómo se marcha camino al termal y ve la razón de su afán,
las luciérnagas muestran que la mañana está cerca, pues empiezan a apagar su
fulgor así que también se apresura a salir, pero se siente en desventaja ahora
que la ha atrapado infringiendo aquel precepto. Samantha llega y él está
poniéndose las botas, casi listo para irse.
- ¿Porque tanto afán? –dice con sarcasmo, tratando de no mostrar su
preocupación, él deja a un lado el tono de su comentario:
-Tengo algunas cosas por hacer antes de pasar por tu casa, -responde con
dureza- pero antes de marcharme quisiera que me expliques lo que dijiste de la
ley.
-Pues… creo que hay un mandato que prohíbe que una forastera como yo,
haga cualquier cosa que pueda interpretarse como que soy dueña de algo. -Él
se siente aún más confundido.
- ¿Forastera…? -replica.
-Sí, forastera. -él aún incrédulo objeta.
- ¿Cómo puedes cultivar?
-Parece que se llegó a un acuerdo para que no tuviéramos necesidad de
entrar en sus tierras como dijo la señorita Elena que hacen los forasteros. (La
señorita Elena es una mujer que llego hace muchos años a la nación y ha
servido en el palacio, aunque es alta como los Abadonitas, su color de piel es
oscuro y sus ojos marrones). -a los forasteros se les permite entrar en los
cultivos y llevarse lo que cae en el suelo, pero no pueden vivir en Abadón solo
en sus límites, en lo que respecta a su valle sagrado nadie que no fuese
Abadonita podía entrar.
- ¿Cuánto tiempo llevan acá? –dice él mostrando preocupación.
-Alrededor de un año.
- ¿Cuál ha sido la razón por la cual les permitieron ocupar la casa?
-Mira… no quiero ser desagradecida, al menos se nos ha permitido vivir
entre ustedes y eso ya es mucho para mí, lo único que pretendía era que las
niñas pasaran mejor este invierno… si falle, lo siento. –lo dijo apesadumbrada.
-Entiendo. –fue lo último que ella le oyó decir antes de darle la espalda,
montarse en su caballo y marchase, dejándola totalmente abatida, en vez de la
mirada bromista de siempre, tenía una mirada fría, distante… y reservada.
Camino a casa Chris trata de entender la situación, pero por más vueltas
que le da no entiende como pudo haber pasado eso, si Samantha deseaba vivir
entre ellos ¿porque no era Abadonita? y Roy que es el perito en la ley y quién
se había encargado del reino mientras el rey estaba en la guerra, ¿por qué no se
había hecho cargo del asunto como debía y más bien parece que hubiera
acomodado todo sin tener en cuenta para nada los estatutos? Al llegar, su
padre lo invita a ir a visitar sus dominios.
- ¿Cuándo te vas?
- en unas horas.
- Me imagino que te acompañarán Roy y Lemuel. (Lemuel es el sacerdote
que se encarga de asuntos relacionados con la adoración).
-Así es. -Christopher siente un gran respeto hacia su padre, siempre lo ha
visto como un hombre sincero, que se ha entregado por entero a su nación
sobre todo desde la muerte de su esposa y ha sido un buen padre tanto para él,
como para Charles. Sus ojos muchas veces reflejan después de un largo
ensimismamiento el dolor de la pérdida, pero jamás lo expresa con palabras.
-Lo siento padre, será en otra ocasión, pues me urge hacer algunas cosas
antes de que llegue el invierno. –<<Además quiero aprovechar que no estarán
para averiguar todo lo que ha sucedido en el tiempo que no hemos estado>>-
piensa. Pero no le hace mención de ello para que haga tranquilo su gira.
***
Shirley está sentada con sus brazos en la mesa y su carita entre ellos,
aunque Christopher ha enviado a un siervo con el agua se ha demorado en
llegar y Samantha se siente culpable pues cree que no vendrá a causa de lo que
sucedido y empieza a poner los platos alrededor de Shirley.
-Tal vez tuvo algún inconveniente, -le dice con pesar- más tarde vendrá y
te explicará lo que sucedió. En ese momento se escucha un ruido que viene de
afuera, Shirley corre, abre la puerta y ve a Christopher desmontando una
carreta.
-Chris –grita de la emoción. Él la ve y descarga todo lo que trae, sonríe y
se agacha estirando sus brazos, ella corre hacia él y le rodea el fuerte cuello
con sus pequeños brazos, entonces se levanta sujetándola por las piernas y ella
se pone a llorar.
- ¿Por qué lloras mí princesa? –apretándola hacía sí con cariño.
-Creí que no vendrías. -Él la mira con ternura, le da un beso en la frente y
se queda viéndola a los ojos.
-Jamás falto a mí palabra, lo único que hubiera impedido que viniera sería
la muerte. -y la abraza. Samantha los observa y no le agrada mucho lo que ve
<<un poco dramático>> piensa, mientras blanquea los ojos y retorna a la
cocina.
-El desayuno se enfría –les dice.
-Lamento el retraso, -dice al llegar a la cocina- pero estaba buscando
algunas cosas que necesitaba -coloca en el mesón cerca a Samantha un enorme
trozo de carne.
- ¿esto que significa? –Samantha lo mira sorprendida.
-No puedo trabajar con el estómago vacío.
- ¿Trabajar…? -ahora si, no entendía nada.
-Sí, dijiste que no lo podías hacer y yo sí porque la ley no me lo impide y
mientras haya comida todo estará bien para mí.
Ella no puede creer lo que está pasando, siente como si todo fuese parte de
un extraño sueño del cual quiere despertar. Él se sienta a la mesa a desayunar,
ella también lo hace y lo observa unos segundos. << ¿pero que es lo que le
pasa a este hombre? >>piensa.
- ¿Por qué habría de hacer eso?
- ¿No te lo acabo de decir?, tu eres la única que sabe hacer lo que me gusta
y yo puedo hacer lo que tú necesitas, ¿no te parece un excelente trato? –Y
agrega sonriendo- Eso sí, solo podre en los mañanas porque en las tardes
necesito encargarme de otros asuntos. Samantha no sale de su confusión, en
ese momento él se limpia la boca y se levanta antes de que ella pueda
preguntar algo más.
- ¿Sabes de alguien que me pueda ayudar? –le dice a Shirley, ella lo mira
con ojitos llenos de ilusión
- ¿Puedo ayudarte?
-Por supuesto -ella salta de alegría y se va con él. Christopher empieza
arreglando las paredes que están bastante deterioradas pues es una casa que
llevaba mucho tiempo desocupada, está tan concentrado que no se da cuenta
que Roy se detiene a mirarlo y sé indigna al ver lo que está haciendo, no solo
por el trabajo que está realizando, sino para quienes lo hace, su concepto sobre
lo que debería estar haciendo Christopher como el príncipe y futuro rey de
Abadón no encaja para nada con lo que ve y mucho menos con su apariencia
desde que llegó de la guerra. Se enoja y piensa la manera de acabar con el
problema, << solo será cuestión de tiempo >> piensa.
***
Shirley es una niña muy curiosa, a raíz de las experiencias que ha vivido
llega a entender temas que no deberían preocuparle a su corta edad. Mientras
Christopher trabaja le hace muchas preguntas que a veces lo dejan muy
admirado y a la vez lo hace comprender como la guerra deja cicatrices en
todos, incluso en los pequeños y vulnerables niños.
- ¿Porque fuiste a la guerra Chris, si tú no eres un hombre malo? –pregunta
Shirley.
-Bueno, los Abadonitas en general no somos entrenados para la guerra,
aunque tenemos un ejército es solo de defensa. Tenemos un espíritu de
pertenencia hacia nuestro reino, ya que durante siglos hemos creído
fervientemente en el Dios Todopoderoso de un lejano pueblo junto al mar
grande, se dice que somos descendientes de un habitante de aquellas tierras y
por el cual llegamos a obtener nuestras leyes. No permitiremos que deshonren
a nuestro Dios, ni al rey que él ha escogido… es por eso por lo que fui.
- ¿Podremos entonces vivir siempre aquí? –Shirley lo mira con sus ojitos
grandes y brillantes.
-Mientras yo esté aquí tu podrás vivir el tiempo que desees –le dice sin
titubear. Almuerzan y Christopher se retira a trabajar en sus cultivos y atiende
las vacadas, obviamente no es trabajo de un príncipe pero él ha aprendido que
un reino debe ser autosostenible y que su Monarca debe dar ejemplo así su
Nación lo respetará y confiará en él cuando llegue el momento. Charles,
aunque de lejos está al tanto de todo lo que hace.
***
Así transcurren varios días… en los ojos de Christopher se puede ver lo
duro que ha estado trabajando, pero también es un reflejo del trastorno que
lleva en su interior, desde que sufrió aquella herida en el pecho su sueño es
ligero y tiene constantes pesadillas de hechos confusos que no le permiten
descansar.
Como todos los días Samantha va al manantial, en esta ocasión ya ha
amanecido. Christopher se encuentra apoyado en el tronco de un árbol leyendo
y cuando la ve se sorprende.
- ¿Creí que ya no vendrías?
-Tuve que hacer algunas cosas antes, -ella mira el libro que él tiene en las
manos- ¡vaya! Jamás imaginé que usted fuera un hombre culto –él sonríe y
cierra el libro.
-Eso es porque hay muchas cosas de mí que desconoces.
-Ah… ya veo, pero… no se preocupe continúe -y hace ese movimiento con
la mano que él tanto odia, como restándole importancia a los asuntos- no haré
nada que lo distraiga. –espetó sarcástica.
-Su sola presencia es una gran distracción para mí. –la mira con esa ligera
burla que ella estaba empezando a odiar.
- ¿Acaso trata de insinuar algo?
-Nada que ya no sepas. -Ella se aleja en silencio tratando de no dar largas a
la conversación, él victorioso ríe y se va. Ese mismo día se dedica a arreglar el
tejado, desentecha algunas partes porque son imposibles de reparar y no le
alcanza la mañana para terminar, así que continua. Cuando empieza a caer la
tarde, Samantha que le está ayudando le dice que deje hasta ahí, pues debe ir a
preparar la cena. Christopher se sienta en un mueble de la sala a esperar la
comida y lo vence el sueño, había trabajado hasta el agotamiento. Samantha va
a avisarle que puede pasar a la mesa, se acerca y ve que está profundamente
dormido, ella siente que su corazón empieza a latir con fuerza, mira su rostro
cubierto en parte por la barba que impide ver con claridad sus hermosos
rasgos. Ella se acerca y ve que aunque creía que la luz que irradiaban sus ojos
era lo que lo hacía tan atractivo, ahora que sus párpados están sobre ellos se da
cuenta de lo equivocada que está, <<definitivamente es mucho más que
eso>>piensa. Sus largas y tupidas pestañas que le ponen una leve sombra al
rostro, su boca masculina tan sensual y perfecta con labios no tan gruesos ni
muy delgados dando justo la impresión de querer ser besados y en la mitad de
su mejilla izquierda un lunar que se ve como una leve sombra marrón pues es
ligeramente elevado por encima de su piel, sus cejas con un tono un poco más
oscuro que su cabello e igual a la barba, son pobladas pero muy bien
delineadas como obras de un diseñador. Ella esta tan absorta que no se percata
del sonido del galopar de un caballo que se acerca a la casa. Christopher
reconoce ese galopar y de un salto reacciona aturdido. ella queda justo frente a
él con sus manos en el pecho como muestra del susto que se ha llevado, él la
mira a los ojos confundido pero su mente rápidamente recuerda el motivo de
su sobresalto.
-Me… acerque a decirle que la cena esta lista. -dice ella con voz trémula,
sobre todo al ver que los ojos de Christopher reflejan preocupación.
-Quédate aquí –le dice y sale. -ella suelta el aire que no sabía que
aguantaba.
Afuera de la cerca está charles en su caballo.
-Oye… ¿es que también vas a dormir aquí? –le dice con burla. Asombrado
de que charles lo fuese a buscar se acerca a él.
- ¿Qué pasa? –dice sin preámbulos.
-Tranquilo… -dice sonriendo- solo pasaba por aquí, -se baja del caballo- la
verdad es quiero que sepas que cuentas con mi apoyo en esto y no te
preocupes estos días por tus cultivos que yo me haré cargo.
Christopher se alegra por lo que acaba de oír de parte de su hermano, era
justo lo que necesitaba y no es de extrañar ya que Charles siempre se ha
preocupado por los más indefensos, todos dicen que es la misma estampa de
su abuelo materno tanto físicamente como en su forma de ser, lo que es
absurdo, pues el parentesco que existe entre ellos es por la familia de su padre.
Charles extiende la mano, Christopher la mira por unos segundos y entonces
sujeta el antebrazo de su hermano con fuerza y sonríe, mostrando así que está
muy complacido. Charles toma su caballo y se marcha.
Christopher regresa a dentro, va a la cocina donde se encuentra Samantha,
ella hace como si nada hubiera sucedido. Él le pregunta por Shirley y se sienta.
-Se ha ido a descansar. -él empieza a comer y ella lo mira fijamente, él
siente el brillo de sus ojos verdes y levanta el mentón.
- ¿No tiene necesidad de hacer todo esto? –ella murmura, algo le dice que
debe alejarlo de su vida y rápido.
-Es verdad, pero tengo razones para hacerlo. –lo dice contemplando sus
centelleantes ojos verdes.
- ¿Cómo cuáles?
-Te dije lo del trato ¿no?
-Sí, -replica- se lo que dijo, pero quiero entender ¿por qué?
-Está bien… la verdad hay muchas razones… por ejemplo, no me gusta ver
a una mujer haciendo el trabajo de un hombre –sonríe de modo arrogante- eres
tan pequeña, tan frágil que no me perdonaría si te lastimas.
- ¿Pequeña… frágil? hay por favor… -achica los ojos por la rabia.
-Aunque con tu actitud quieras demostrar lo contrario esa es la realidad.
-Primero que todo yo no soy pequeña, tengo la estatura promedio de una
mujer normal o acaso no te diste cuenta en la guerra que son ustedes los
gigantes…
-Está bien, está bien… no te enojes solo bromeaba, la verdad es que…
desde que te conocí no has hecho más que tratar de fastidiarme, te he tratado
como lo haría un caballero y ¿qué recibo de ti?
-Mire, -ella trata de escudarse- no es algo personal yo… soy así, además,
no le he pedido nada para que espere recibir algo a cambio.
- ¡Exacto!, así eres y no tienes por qué fingir solo porque soy el hijo del
rey; ¡no creo que pienses que lo que hago es porque me voy a casar contigo o
algo así!
- ¡Claro que no!
-Lo sé, -él sonríe- cosa que sí pensarían las otras chicas, no entienden que
estoy muy joven para contraer matrimonio, creen que porque soy un príncipe y
además muy apuesto… -ella blanquea los ojos- no tengo derecho a llevar una
vida normal, por eso me siento bien estando aquí, porque no me siento
comprometido, si fuera por ti ya me habrías mandado al carajo ya que no te
interesa quien soy y eso me hace sentir cómodo. -ella creyendo que entiende
se echa a reír y él que hasta ahora no la había visto así contempla como su
rostro se ilumina y justo en ese momento empieza a hacérsele insoportable la
idea de que otro hombre la hubiese tocado como él deseaba hacerlo y sacude
la cabeza tratando de borrar ese pensamiento.
-Sería ingenua si desarrollara un interés romántico por usted. –espetó
irónica
– ¿Por qué? –no pudo evitar preguntarle, pero tratando de no mostrar
ningún sentimiento.
- Sencillamente, porque somos como el agua y el aceite… tal vez juntos,
pero jamás revueltos.
- ¡Vaya!, lo tienes muy claro… –dijo burlón y acerca su cuerpo a la mesa
quedando más cerca de donde ella se encuentra, aunque no lo suficiente. Sin
embargo, a esa distancia ella podía sentir el poderoso magnetismo que
irradiaba. Levanta su ceja izquierda que lo hace ver extremadamente apuesto,
la mira a los ojos y le habla con un tono suave- sabes, el primer paso para el
amor es la negación, entre más luches más atrapada quedarás, así que… -
retrocede un poco su cuerpo de la mesa y con una media sonrisa dice- te veré
el día de mañana diciéndome que me amas y rogándome para que nos
mezclemos.
-Para nada… usted no es mi tipo.
Él toma una manzana de la mesa y se levanta, le da un mordisco y sonríe.
-Mejor me voy antes de que te haga cambiar de opinión. -sabía que se
había pasado del límite y se marcha.
***
Al día siguiente ella llega al termal, ve a Christopher exactamente donde lo
vio por primera vez, debajo de la cascada. Entra en el agua muy sigilosamente
y nota que él está absorto en sus pensamientos, se aleja un poco donde no
llame su atención, al terminar sale detrás de una gran roca para secar su
cabello, se ensimisma en lo que está haciendo y olvida que él está cerca de
allí, con su rostro cubierto con su cabello, cierra sus ojos y tararea una
canción, cuando termina arroja su cabello hacia atrás a su espalda a la vez que
sacude la cabeza y abre sus ojos e inmediatamente queda pasmada pues él está
justo al frente de ella, totalmente empapado, sin camisa, con sus brazos
cruzados y recostado en un árbol, en su rostro no se veía emoción. Él está
totalmente extasiado contemplando su hermosa cabellera abundante y larga
con hondas, cuyo color rubí hace un perfecto contraste con su piel color nata
que se muestra generosamente en sus bien torneadas piernas apenas cubiertas
por la saya que trae puesta y que se ha pegado a su cuerpo como si fuera otra
capa de piel dejando ver sus curvas perfectas.
- ¿Porque te detienes…? - una corriente de aire helado pasa justo en aquel
instante y Samantha queda petrificada y no puede pronunciar palabras- tienes
un hermoso cabello ¿sabes?… - ella se siente incomoda ya que no está
acostumbrada a los halagos y más aún al referirse a su cabello, toda su vida a
tenido que esconderlo para salvar su vida, él avanza hacia ella quien lo esquiva
y empieza a caminar dándole la espalda.
-Bueno… -dice con sarcasmo tratando de salir de esa situación-
proviniendo de alguien que no se arregla ni su barba, no creo que pueda
tomarse como un cumplido. -él camina tras ella.
-Pues… deberías tomarlo así, ya que ninguna ha tenido la oportunidad de
oír algo así de mí, pero claro… tú si lo habrá escuchado de muchos… -ella
trata de ignorar lo dicho y empieza a recoger sus cosas, como es que había
sido tan descuidada. -Ah… ahora me ignoras, deberías ser Cortés solo por esta
vez y dar las gracias en vez de huir. -Christopher se estaba haciendo conciente
de que esta batalla la estaba perdiendo, pero simplemente no podía evitar
provocarla.
-No estoy huyendo –voltea a verlo con una mirada de advertencia- solo
estaba pensando…
-Ah sí… ¿es tan difícil para ti dar las gracias? -él no puede creer que
desprecie sus halagos.
-No cuando tengo razones para ello, pero la verdad es que quiero
aprovechar el momento para hablar con usted sobre otro asunto.
-No me digas… -dice jovialmente- pensó mejor en lo que me dijo anoche y
esta arrepentida –y se pone la camisa.
-Es algo… muy serio.
-Entonces te escucho…
-He notado que el cariño que Shirley siente por usted crece cada vez más y
la verdad, me preocupa que de alguna manera ella termine herida. Creo que se
está haciendo falsas ilusiones con usted.
- ¿Qué quieres decir con eso?
-Shirley perdió a su padre siendo muy pequeña y tal vez está viendo en
usted esa figura, que de alguna manera necesita lo sé, pero no creo que
usted… -lo mira de pies a cabeza- deba cargar con tal responsabilidad.
-No entiendo lo que trata de decirme, acaso… ¿quiere que me aleje de
ella? -y siente que algo se rompe por dentro.
-Solo digo que no quiero verla sufrir…
-Yo tampoco, -dijo un tanto opacado- sé que debe ser difícil para usted, la
verdad no deseo que ella borre de su memoria algo tan importante como lo
debió ser su padre, pero si ella quiere verme así, no se lo puedo impedir,
porque sería recíproco.
Ella queda desconcertada y frustrada con lo que acaba de oír, pero intenta
que él entre en razón.
- ¿Recíproco? pero que rayos… mire solo quiero que entienda por favor lo
que trato de decir, esto no es un juego que en el momento en que usted se
canse o se aburra pueda abandonar.
- ¿Eso es lo que piensa, que estoy jugando? ¿Así de superficial cree que
soy?... -por su falta de sueño esta algo exhausto e irritado- no sé realmente
como pasó, pero… pero… esa niña sé ha vuelto muy importante para mí, no
sabría como explicarlo, pero no creo que eso sea por lo que quiera alejarla de
mí porque no dice mejor que teme tal familiaridad conmigo, que en el fondo
no solamente le preocupa que ella me vea como a un padre, sino que termines
deseándolo también y requiriendo de mí todo lo que ello implica.
Ella abre tanto los ojos que parece que se le fueran a salir de su órbita, los
cuales desprenden chispas verdes. Le da una bofetada y lo señala con el dedo
-Usted a mí me respeta, pero… quien cree que soy ¿las mujeres a las
cuales está acostumbrado? Pues se equivocó. -Él se llena de ira, le sujeta la
muñeca de la mano con la que ella lo golpeó y con la que ahora lo señala, ella
reacciona y lo arremete con su otro brazo.
-Suélteme… le digo. -Pero él le agarra también la otra muñeca y las pone
contra su pecho sintiendo así un placer salvaje.
-Quiero dejarte algo claro, las mujeres no fueron hechas para pelear sino
para servir y tú tendrás que aprender eso. -ella se encoleriza y trata de soltarse
violentamente.
-Acaso es imbécil, ¡suélteme!, que pretende que lo odie, pues le digo, no
está muy lejos de lograrlo ¡suélteme! usted no sabe de lo que soy capaz.
- ¿Me estás desafiando? –le preguntó él con más suavidad, casi burlón
como ella odiaba oírlo, Sus manos fuertes le apretaban las muñecas trayéndola
contra sí hasta que su cuerpo se pegó al suyo- porque si lo quieres es que te
demuestre que estás equivocada, estaría encantado de hacerlo, no sabes las
ganas que tengo de domarte tal como he domado a muchas yeguas salvajes…
-Usted es el que es una bestia, le odio… ¡suélteme! -le grita.
-Dicen que del amor al odio solo hay un hilo, quisiera comprobar si
funciona también a la inversa. –acerca su rostro al de ella sin dejar de mirarla a
los ojos, ella lo mira y ve que la rabia que había en su mirada es sustituida por
una expresión indefinible que hace que su corazón palpite pesadamente, al ver
que su cuerpo no quiere luchar más, voltea la cara y aprieta sus ojos y siente
como una energía extraña recorre su espalda y la deja sin fuerzas, sí, cuerpo se
había rendido y ella no entendía por qué. Él al ver su reacción se apacigua,
¿cómo había pasado de la furia que sentía al doloroso deseo? Aproxima su
rostro y desliza suavemente su nariz por su sien percibiendo su aroma a flores
a silvestres, exótico y alucinante. Ella trata de forcejear nuevamente con sus
brazos como muestra de rechazo, pero no con mucha fuerza. Christopher la
mira nuevamente y ve como su pecho esta agitado y no se reconoce así mismo
porque jamás había actuado de tal forma.
<< ¿Cómo es posible que esta mujer me descontrole hasta el grado de
lastimarla?>> –piensa. Recuerda que su padre siempre les decía que debían
cuidarse porque el deseo incontrolado era más fuerte que la razón, ¡cuán
sabias eran sus palabras en ese momento!, Ella siente que sus enormes manos
disminuyen la fuerza con que la sujetan, pero no la sueltan.
-Tú actitud salvaje… –su voz suena ronca y tiene que aclararla- en lugar de
ser tu protección es un imán para hombres, serán atraídos con el gran y único
deseo de domarte y no tendrás la suerte de que sean caballeros que hagan lo
que haré. -Ella siente que él la está alejando y ve como sus manos la sueltan y
se aleja, todo parece ir más lento para ella y permanece allí de pie, en un
profundo e interminable silencio, sobándose las muñecas hasta que oye a
frisón marchar.

CAP. 3

Shirley preocupada porque Samantha no está y Christopher no llega, va en


su búsqueda hasta el castillo, pero no los haya. Samantha no se ha marchado
de los termales pensando en lo que había sucedido, imaginando el momento
una y otra vez en el que se le acercó y se pregunta porque no había hecho nada
para evitarlo, pues realmente no había usado todas sus fuerzas ni agotado
todos los recursos para detenerlo y lo peor… no sabía si él lo había notado.
Porque le habría dicho aquellas palabras… << para lo único que los hombres
se sienten atraídos a mí, es con el fin de matarme>> piensa irónica. se dice a
sí misma que era una estúpida, como permitía que él se le acercara de esa
manera, que continuamente la llevara al límite y luego de humillarla la dejase
así sin importar más, debía conservar lo que le quedaba de su orgullo y honra,
no podía permitir que algo como eso volviera a suceder.
Christopher se encuentra un poco lejos de allí, pero en el mismo sitio,
frente a una gran roca que golpea con fuerza desahogando toda la furia que
siente por dentro, no puede entender que hace que pierda tan fácilmente el
control, la deseaba eso era obvio, pero de ahí a amarla era un tramo largo y en
esos momentos no podía darse ese gusto, incluso lo que sentía ahora no podía
permitírselo. Se detiene un momento << ella ya ha sufrido mucho por la
pérdida que ha tenido y yo… molestando sin poderle ofrecerle nada. Voy a ser
el futuro rey y no puedo estar pretendiendo a una mujer que ya ha pertenecido
a otro aún sí ella me esperara…>>piensa. -se arroja golpeando el suelo y dice:
- ¿Es acaso una maldita prueba? Porque apareciste ahora… no puedo
fallar al pacto con mi Dios y tampoco pienso romperlo.
Samantha se va a la casa y él no llega, se cubre con unos tozos de paño las
muñecas pues empiezan a marcarse los dedos en su piel satinada, Shirley le
pregunta por Chris y le dice que no está en el palacio.
-Él no tiene ningún compromiso con nosotras para que tenga que venir
obligatoriamente, -responde furiosa- además me imagino que tiene muchas
cosas importantes por hacer. -y se retira. Shirley se entristece por el dicho y
sale nuevamente a buscarlo, Chris se encuentra en el palacio vendándose los
dedos y los nudillos que casi se destroza contra la roca, él ve a Shirley y
sonríe.
-Hola, princesa. -la abraza con ternura.
- ¿Porque no has ido?
-Tengo algunos asuntos que arreglar primero, así que el tejado tendrá que
esperar, pero mientras tanto puede venir a verme aquí. -ella se pone feliz y se
va.
***
Al día siguiente Samantha no va al termal para no encontrase con
Christopher y va a traer agua al pozo; no hay nadie pues aún es temprano, así
que llena sus cubos con tranquilidad y mientras lo hace, llega un hombre como
de 20 años, castaño y se sienta a un lado pozo, ella continua como si nada
pasara, ya está acostumbrada a que todos la ignoren o se burlen, por eso
guarda silencio para que sea lo primero. Él saca una rosa roja de su capa.
-una flor para otra hermosa flor –le dice, Samantha lo mira suspensa y ve a
un chico “normal” podría decirse, pues, aunque alto y de ojos azules como era
común entre los Abadonitas, su cuerpo no es fornido, ella sonríe pues nunca
nadie le había hecho un detalle como ese y tampoco ve malas intenciones,
estira la mano y toma la rosa. Chris observa la escena desde la terraza del
castillo.
- ¿Puedo ayudarte con eso?
-Si lo deseas… -y sonríe sin dejar de ver la rosa.
-Mi nombre es Marcus, -se agacha y recoge las cubetas- y sé que el tuyo es
Samantha
- ¿Cómo lo sabes? -dijo maravillada. Jamás se referían a ella por su
nombre, claro que el término “forastera” era mejor que el que usaban las otras
naciones.
-Una mujer linda nunca pasa desapercibida y menos cuando es visitada por
el príncipe. Ella sé admira por su franqueza y se sonroja. Chris se sorprende al
verla tan cómoda junto al hermano de Sharlot, conocido por su gran afición a
la lectura, sobre todo a la poesía. Siente gran pasión por las mujeres, de hecho,
son su inspiración, aunque no es tan popular entre ellas por su poco interés a lo
ordinario y esto aplica al trabajo del campo. <<Marcus es un hombre muy
inteligente que en algún momento será útil a la nación pues es capaz de abrir
muchas puertas, ya que aparte de su elocuencia es confiable, pero… ¿cómo no
imaginé que una de ellas fuera la de Samantha?... es tan obvio porque aparte
de su belleza es una mujer poco común>> piensa. Se llena de furia pues no
soporta verla cerca de otro hombre y menos al ver que Marcus va con fines
románticos y a ella le agrada. Casi perdiendo la razón sale del palacio y
empieza a golpear todo lo que hay a su paso, por fin en un tronco descarga
toda su ira. Charles quién ve en su rostro el furor que lleva dentro, lo ataja.
Charles espera que estén calmados los ánimos para hablar.
- ¿Porque estabas actuando de ese modo? -Christopher no le responde.
-Sé que no he sido el mejor de los hermanos Chris, pero siempre te he
admirado porque eres lo contrario a mí, como dice papá, soy impulsivo, rudo y
hasta egoísta… pero tú… siempre has sido el chico perfecto, aunque curioso y
egocéntrico, jamás descontrolado. -él sonríe y guarda silencio unos segundos.
–Es cierto, no sé qué me pasa, yo mismo me desconozco, tal vez sea esa
mujer o mi falta de sueño lo que está haciendo que pierda el juicio. -Charles se
impresiona.
- ¿Mujer…? No me digas que… pero oye, pensé que tú y Sharlot…
- ¿Qué te hizo pensar eso?
-Primero, la vez que me dijiste que no me acercara a ella y, además, que ni
siquiera te quedaste con la otra chica en la guerra.
-Lo que dije, lo dije por ti, no por ella, no quería que se aprovechara de tus
sentimientos; ¿acaso no ves que jamás da puntada sin dedal?
-Sí pues, ahora que lo mencionas, la verdad pensé que la querías para ti y
te odié por eso.
-Porque no me lo dijiste… siempre pensé que tú actitud era porque querías
ser el rey.
-Eso no me interesa, -y se ríe- ¡qué tontos hemos sido! pero bueno dejemos
ya eso en el pasado y más bien dime, ¿por qué no te le declaras a la chica del
cabello de fuego si tanto te gusta?
-Es muy complicado, empezando porque no es Abadonita.
-Sí, eso he oído y no lo entiendo en verdad.
-Yo tampoco, estoy tratando de averiguar la razón.
-Ya lo creo, pero me preocupa que tus ojos decían que ibas a matar a
alguien.
-Sí… solo verla me hace perder el control y aunque no puedo negar que
me encanta sentir eso, no puedo permitírmelo.
-Te comprendo, pese a ser pequeña y algo extraña, aquella belleza exótica
no pasa desapercibida para muchos, -Chris lo mira con su ceño fruncido-
incluso dicen que en sus ojos se puede ver el océano por lo profundos.
-Eso quiere decir que… ¿tú también…?
-Ohhh, no, no, no… -Charles elevó las manos en son de paz- solo estoy
repitiendo lo que he oído y si en todo este tiempo nuestros hombres no se le
han acercado es porque no es Abadonita aunque también pienso que es debido
a su manera indomable de ser -Chris sonríe con ironía recordando lo que había
sucedido en el termal- y las mujeres la mantienen a distancia porque para ellas
es una amenaza y en particular Charlot que la ve como su enemiga debido al
interés que has mostrado al ir a esa casa.
-Tal vez ha sido una gran imprudencia de mi parte, al parecer no soy el
único que ha sucumbido a sus encantos… y es que… rayos… ella parece no
ser consciente de su propia belleza.
-Cielos… tus sentimientos se están arraigando y si solo fuera el hecho de
que es forastera tiene solución, pero he oído que no está sola… -Chris agacha
la cabeza- eres el futuro rey Chris y sabes lo que dice la ley al respecto, lo
sabes… -Chris cierra los ojos, suspira y asienta con la cabeza- así que es mejor
que te hagas a un lado.
-Me corroe las entrañas la sola idea de que haya pertenecido a otro, pero al
mirar sus ojos puedo ver las características de la inocencia plena, si un hombre
la hubiese domado ¿no se dejaría de cualquier otro?
-Bueno, no estamos hablando de un animal salvaje y tampoco es que los
Abadonitas nos caractericemos por ser hombres de experiencia en ese campo
ya que tenemos estrictas normas morales que pesan sobre todo para los que
vivimos es este lugar santo y en su rey, así que no podemos ignorar el hecho
de que hay pruebas que muestran que sí perteneció a otro hombre, así que sal
de ese estado de negación… tal vez como solo fue a uno y quien sabe hace
cuánto tiempo, de ahí puede que venga su actitud.
–Sí, solo trato de engañarme con mi propia verdad.
-Chris, sé que ahí no termina todo… tu aspecto me dice que hiciste un
voto, ¿verdad?
-Conoces la ley Charles, sabes que no puedo...
-Lo sé, lo sé, solo dime cuanto tiempo. –interrumpiéndolo.
-Cuatro años
- ¿Cuatro años? ¡Vaya!… pero… en que estabas pensando… sabes lo
delicado del asunto, jamás nadie se ha atrevido a hacer uno tan largo.
-Sí, lo sé, en ese momento todo era más sencillo.
-Entonces deja de jugar con ese asunto y concéntrate en lo importante. –
Le extiende la mano- otra vez te lo digo, cuenta conmigo hermano. -y se dan
un fuerte abrazo.
***
Samantha se levanta de madrugada, últimamente no ha podido dormir bien
así que decide ir al termal, como es bastante temprano no cree que se
encuentre a Christopher sin embargo sé cerciora y mira hacia el castillo y ve
que está totalmente oscuro, se monta en Gypsy y se va a los termales. Hace
frio así que se apresura a llegar para calentarse dentro de las aguas y además
para disfrutar de tranquilidad, la que había perdido desde que Christopher
apareció. Cuando llega, ve una luz y se acerca con gran curiosidad, pensando
en que no era posible que él estuviese allí a esa hora, es una fogata, pero no
hay nadie alrededor y se sigue acercando como si fuese una mariposa atraída
por la luz, cuando oye una voz conocida.
- ¿Acaso me extrañas tanto que no puedes dormir…? -ella pega un salto
del susto y mira sorprendida a Christopher que está recostado en el árbol
donde lo había visto alguna vez, tiene cerca un candelero y en sus manos
nuevamente un libro y se estremece al encontrarse con su mirada- …lamento
haberte asustado.
- ¿Qué rayos hace aquí… a esta hora? -dice algo nerviosa.
-Pues, yo le pregunto exactamente lo mismo -se levanta.
-Bueno… -mirando los alrededores- pues, usted parece que lo ha estado
haciendo a menudo.
- ¡Vaya!, eso sí que es una novedad ¿me está espiando? -ella pone sus dos
manos en sus caderas.
- ¿Acaso es eso con lo que sueña y por eso no puede dormir? -él sonríe
pícaramente.
-Créame… si soñara con usted mis noches serían muy placenteras.
- ¿Entonces realmente sus sueños lo perturban? -su rostro cambia
rápidamente y se admira de su conclusión.
-Uh… Me sorprende su manera sutil de sacar información. -Ella voltea y
hace con la mano como restándole importancia cosa que él odia y se sienta
frente al fuego, saca de su mochila de cuero una vasija de barro pequeña y la
coloca cerca al fuego a calentar, él camina hacia ella y pone su gran capa de
terciopelo purpura en sus hombros pues nota que tiene frio, ella lo mira- se
acerca el invierno –le dice con calma y camina unos pasos alejándose de ella,
pero cerca al fuego y sé inclina para echar más leña. - ¿qué es eso? –pregunta
señalando la vasija.
-Un poco de café.
- ¿puedes darme?
-porqué será que ya no me extraña –le responde irónicamente, él ríe. Toma
la vasija y se la alcanza.
- ¿Desde hace cuánto tiene problemas para dormir? -él se toma el
contenido de la vasija.
-Poco después de iniciar la guerra, mi sueño se volvió muy ligero, pero a
medida que pasa el tiempo empeora, desde que llegue a Abadón prácticamente
no he podido dormir.
- ¿Mató muchas personas?
-Era una guerra, lamentablemente hay cosas que se deben hacer, pero no es
algo que me guste recordar.
-Hay cosas que es bueno dejarlas salir… ya sabe, para que no nos
atormenten. Él la observa y ve como la luz del fuego realza su belleza así que
deja de mirarla, empieza a sentirse algo agotado y sus parpados pesados. -por
lo que veo es algo…-dice meneando la cabeza y frotándose los ojos- que no
sueles practicar -y se acuesta en el suelo con sus brazos en la cabeza.
- ¿Porque lo dice? -mira hacia el suelo.
-Porque desde que te vi… -mira fijamente las estrellas- tu actitud me ha
causado… -y se abisma en un profundo sueño. Ella sin entender lo que está
pasando, le habla, pero al no oír respuesta y se acerca a él y ve que
simplemente está dormido, cree que el cansancio lo ha vencido así que lo
cubre con el abrigo, se queda viéndolo con gran ternura, pasa sus dedos con
delicadeza por encima de su barba y se da cuenta que no ha podido evitar que
él se clave hondo en su piel y que tal como él dijo, entre más lucha más
atrapada esta. << no existe peor circunstancia en el amor que no ser
correspondido>> –piensa, y se va a bañar.
Christopher reacciona y nota que el fuego se ha consumido, se sienta, mira
a su alrededor quedando inmóvil al verla trenzando su cabello y tarareando
una canción, da una ojeada rápida hacía el sol y ve que es alrededor de las
nueve y se asombra de haber dormido tanto pero no dice nada porque quiere
seguir viéndola y oyendo su hermosa melodía, ella ve de reojo que ha
despertado.
-Por fin, creí por un momento que había muerto. -dice burlona
- ¿Pues paso…?
-En verdad no lo sé… primero empezó a hablar incoherencias y después
hubo un inmenso pero acogedor silencio. - ¿Qué fue lo que me dio? -ella se
enfada de golpe.
- ¿Qué rayos esta insinuando…? -y va tomando sus cosas para marcharse-
¿Cree que le di algo para que se quedara dormido? debí haber dejado que se lo
tragara algún animal. -la sujeta por el brazo.
-No entiendes… no estoy diciendo que fuera algo malo. -ella con fuerza se
suelta y se va. Él queda desconcertado, no entiende el motivo de su enojo.
<<Qué mujer, parece un volcán, nunca se sabe cuándo hará erupción>> –
piensa.
En la tarde Christopher sin que nadie lo note entra a la casa de Samantha,
pero oye la voz de Marcus que proviene de la cocina, está recitando poesía con
su melódica voz, se oculta y lo oye decir:
-Igual que la esmeralda. -oye también a Samantha:
-Que hermoso poema Marcus, realmente eres un gran escritor.
- Tú has sido una gran inspiración para mí… por eso quiero ser sincero
Samantha y por favor contéstame algo, ¿tienes alguna relación con
Christopher? -El corazón de Christopher casi se detiene al oír esto.
-Porqué la pregunta.
-No quiero que tomes a mal lo que te diré, pero hace tiempo te he estado
observando y me he sentido cautivado por tu belleza, tu personalidad, tu
espíritu y sé que puede sonar algo precipitado para ti pues relativamente hace
poco me conoces pero yo en cambio, llevo con esto desde el momento en que
llegaste, pero por cobarde hasta ahora me atrevo a acercarme, pensé que con
solo mirarte me bastaría hasta que sentí temor de que Christopher pudiera
robar tu corazón y decidí arriesgarme porque lo que siento por ti… -ella lo
interrumpe.
-Antes de que continúes, quiero dejarte muy claro que entre el sujeto que
mencionaste y yo no hay ninguna clase de relación, él solo estaba ayudándome
con algunas cosas que a mí no se me permite realizar, como bien sabrás. -
Christopher hace un gran esfuerzo por contenerse.
-Eso quiere decir que… ¿tengo esperanzas? -Christopher ya no puede
más.
-Bueno, ese es otro punto… -En ese momento llega Shirley y ellos dejan la
conversación allí. Marcus se despide y le dice que piense en lo que le ha dicho
y se va, Shirley le pide permiso para ir a ver a Christopher y se marcha, ella
sale al solar a extender ropa y Christopher sin decir una palabra entra a la
cocina y empieza a destapar y oler todos las vasijas que ella tiene con
diferentes productos de plantas terrestres que utiliza para algunos problemas
de salud, él quiere encontrar lo que preparo en la mañana, cuando sin previo
aviso oye una voz que no le es para nada familiar.
- ¿Qué…está… haciendo? -arrastrando cada palabra y él voltea, se
impresiona al ver que es una chica idéntica a Shirley, rubia, de ojos cafés, pero
de la edad de Samantha. Con gran curiosidad se le acerca.
- ¿Quién eres? –pregunta.
-Mi nombre es Lena, soy hermana de Shirley. -Él se queda por un
momento estupefacto, tratando de ordenar sus pensamientos pues pensaba que
ella era solo una niña.
- ¿Porqué no te había visto?
-No acostumbro salir en presencia de otros…
-Vaya, parece que en esta casa hay más de una con traumas, soy… -lo
interrumpe.
-Sé quién es, mi pregunta fue... ¿qué hace? -él continua en lo que hacía.
-Busco una planta o algo así que Samantha me dio en la mañana y me
ayudó con un problema que tengo.
- ¿Porqué no se la pide a ella? -en ese momento Samantha entra y ve lo
que hace y se lanza como un tigre a su presa, y gritando dice:
-Qué rayos cree que hace… esas son mis cosas. -él con un brazo evita su
avance.
-Ve por qué no lo hago, siempre tiene esa misma reacción. -y continúa
oliendo las vasijas, Samantha se interpone y él va a otro lugar donde hay más,
ella desesperada lo golpea y lo grita, pero él continua sin decirle una sola
palabra, Lena queda admirada al verlos actuar de esa manera.
- ¿Está seguro de que así podrá encontrar lo que busca? -él olfatea una
vasija tras otra.
-Tengo muy buen olfato. -en eso toma una vasija, sonríe y la guarda en la
mochila que trae, saca unas monedas de oro y las pone sobre la mesa y
empieza a caminar hacia la salida, Samantha toma las monedas y se las arroja
por la cabeza.
-No necesito su estúpido dinero, no sea atrevido. -él se detiene, se soba la
cabeza y voltea, ella está observándolo muy enfadada, su respiración se puede
oír claramente y tiene empuñadas las manos, él mira a Lena.
- ¿Sabe preparar esto?
-De pronto.
-Te pagaré muy bien si lo haces. -Samantha no entiende qué es lo que pasa.
-Está bien. -él pasa por el lado de Samantha sin ni siquiera mirarla y se
sienta a la mesa y saca de su mochila la vasija y se la entrega a Lena,
Samantha se para en la puerta que da hacia el solar tratando de entender qué es
lo que pretende. Lena toma la vasija y la huele.
- ¿Está seguro de que esto es lo que busca?
-Créame, mi olfato no falla.
-Esto es… “café” -Samantha recuerda lo que sucedió en el termal.
-Ajá, eso dijo ella que era.
- ¿Tiene problemas con el sueño?
-Sí, necesito dormir. Lena mira a Samantha con incredulidad.
- ¿Esto fue lo que le diste?
-Yo… yo no le di nada, lo iba a tomar, él me pidió y ahora dice que lo hizo
dormir; realmente es un demente.
-Esto no es para dormir –le dice a Christopher- al contrario, si lo tomas no
podrás hacerlo.
-Ella dice que eso fue lo que me dio y sé que lo es porque es el mismo olor,
prepáralo porque me lo llevaré. -Lena llena una vasija y la coloca sobre la
mesa, Samantha pone sus manos sobre la mesa, uno a cada lado de la vasija y
lo mira a los ojos.
-Si tomas esto no podrás dormir en toda la noche y ni siquiera podrás
relajarte -él agarra la vasija.
-Eso lo veremos. -y se marcha.
Al siguiente día Samantha va a los termales, pero Christopher no está allí,
se devuelve, va al pozo y regresa a la casa, pero no hay rastro de él. Lena le
pregunta si ha sabido algo, pero ella hace como si no le interesase. Cuando
está sirviendo la cena siente que alguien entra y voltea a ver, es Christopher y
se puede ver que trae los ánimos por el suelo, él sin decir nada entra y se sienta
a la mesa que está en la cocina donde están ellas. A Samantha casi se le parte
el corazón de verle así y entonces entiende el porqué de su afán por saber qué
era lo que había tomado, ellas no se atreven a preguntar nada, nadie dice
palabra alguna, aunque se sienten ansiosas por saber lo que había sucedido
prefieren esperar, Samantha rompe el silencio.
- ¿Desea comer algo? -él está con sus manos en las mejillas, asienta con la
cabeza y Lena no aguanta más.
-Y… ¿qué paso?
-Lo último que necesito en estos momentos es reproches –le contesta con
dureza.
-Prometo no decir nada, pero cuéntanos qué sucedió
-Pues lo que habían dicho, sentí como si hubiera recargado mis energías y
no pude descansar, me sentí tan… amargamente sorprendido y miserable que
trabajé toda la noche y todo el día tratando de acabar con mi miseria y, sin
embargo, aún siento energías por lo que creo que será una larga…. Noche,
contentas.
- Por los resultados, me imagino que se tomó toda la vasija. -dice
Samantha.
-Debería considerar –dice Lena- que fue otro de los factores que había en
ese momento o tal vez la mezcla de todos ellos hicieron posible que durmiera.
Además, Samantha tiene algunas plantas que sí son para ello, porqué no
pruebas con ellas.
-Jamás me había sentido tan frustrado, ya lo he probado todo y no quiero
acordarme de los resultados. -Lena y Shirley se retiran y Samantha se sienta
frente a él y le pregunta otra vez qué es lo que lo atormenta tanto, él la mira.
-Sé que la guerra fue horrible y que tal vez usted debió hacer cosas que
jamás imagino, pero fueron las circunstancias como usted mismo dijo.
-Mi pesadilla no trata de lo que hice, sino de lo que creo estar haciendo. -
ella se siente desconcertada.
-No comprendo.
-La verdad no sé cómo explicarlo, jamás se lo he dicho a nadie – y cruza
los brazos sobre la mesa y recuesta la cabeza.
-Como le decía ayer, tal vez hablar del asunto sea lo que necesite para que
su alma descanse. -ella lo contempla y se da cuenta de que nuevamente se ha
dormido y se siente muy intrigada sobre lo que realmente le pasa, se levanta,
toma la capa que él ha dejado en la sala y después de percibir su olor se lo
coloca en los hombros, lo observa por unos segundos y se va a su recamara.
Él se despierta y advierte que ya es de madrugada se levanta y va a la
recamara de Samantha. Ella está profundamente dormida, con su cabellera
suelta, <<rayos… eres tan hermosa que no pareces una mujer mortal con razón
a mujeres como tú las utilizan para representar esas criaturas mitológicas,
como las sirenas capaces de hipnotizar a cualquier hombre… aunque es simple
leyenda, para mí serás mi sirena >>piensa. Al ver su espada en la mano y que
no se ha cambiado de ropa, se da cuenta de lo inquieta que ha estado por su
presencia allí <<en realidad no se siente nada atraída por mi>>piensa y siente
un gran dolor alojado en su pecho con solo pensarlo. Se va rumbo a los
termales ya que no falta mucho para que amanezca y no quiere que nadie le
vea en esta casa.

CAP. 4

Samantha despierta baja los escalones mira hacia la cocina y ve que él ya


se ha marchado, recoge un poco su cabello y se va al termal imaginándose que
allí lo encontrará. Efectivamente ve que está nadando e inmediatamente él
nota su presencia.
-Qué esperas, entra ya, ¿acaso no tienes frío? -grita y se aleja, ella entra
tímidamente en el agua, cada vez se sentía más confundida no sabía lo que
debía esperar, si es que debía esperar algo, se sentía tan cómoda a su lado que
le aterraba << ¿qué pasará cuando deje de ser una novedad para él?, sencillo,
no boteará a ver lo que deja atrás así de simple. ¿acaso no me lo advirtió?
>>piensa a la vez que se hunde en el agua, él se acerca sin que se percate y
saca solo su cabeza justo frente a ella ocasionándole un gran susto, él sonríe y
le dice:
- Estás muy pensativa ¿pasa algo? -ella niega con la cabeza- quería
agradecerte que no me hayas despertado pese al desagrado que sientes por
mí… aunque no sé por qué…
-Nada lo hubiera hecho, así que, para qué me tomaba la molestia -sus
ganas de luchar regresan, él sonríe.
-Claro, no podría pensar que fuera otra la razón, bueno… de todas maneras
gracias, ahora tengo que marcharme porque debo terminar algunas cosas
urgentes antes del invierno, -siente intensas ganas de provocarla- así que hoy
no podré sentir el placer de verte y oírte mientras secas tu cabello -ella usando
la ironía como burla dice mientras él sale del agua:
-Sí, qué lástima, tenía preparado todo un espectáculo… pero bueno…
usted se lo pierde.
-Sé que después me lo compensaras. -ríe y ella se hunde en el agua sin
contestar, era mejor mantener las distancias que provocarlo a sabiendas de que
su cuerpo se debilita con solo mirarlo. él agradece en el fondo que se mostrara
indiferente para poderse aferrar al poco autocontrol que le queda, alista y se
va.
Un poco más tarde Samantha llega a casa y escucha ruidos que provienen
del tejado, se asoma y ve que nuevamente Christopher ha vuelto a trabajar,
esto la hace feliz y empieza a preparar el desayuno mientras tararea una
canción, Marcus llega y se queda admirado pues no imaginaba verla así, se
para tras ella y sonríe mientras dice:
- ¿Puedo saber cuál es el motivo de tu felicidad? -pensando que era lo que
él le había dicho el día anterior, en ese mismo momento le da respuesta a su
pregunta cuando ve entrar a Christopher con Shirley sobre su espalda y queda
anonadado.
-Marcus. –dice Christopher en forma de saludo. Este no sale de su
asombro.
- ¿Qué haces aquí? –pregunta. Christopher se sienta a la mesa, se relaja y
le dice a Samantha con toda frescura:
- ¿Ya está? sabes que muero de hambre -mira a Marcus con inocencia- ¿te
quedas a desayunar con nosotros? -Marcus es un hombre sensible, incapaz de
ocultar sus emociones así que se ve intranquilo y vacilante.
-Yo solamente pasaba por aquí -se oye con voz quebrada y se va.
- Marcus espera… -Samantha le dice y va tras él, pero no logra alcanzarlo
y regresa. Christopher, haciéndose todavía el inocente le dice:
- ¿Qué pasó? -Samantha queda algo pensativa.
-No lo sé…
- ¿Acaso hay algo entre ustedes? porque al parecer no le agradó que yo
estuviese aquí.
- ¡Claro que no! quién sabe qué le habrá hecho usted para que reaccionara
de esa manera. -él se siente aliviado después de escuchar su respuesta.
- ¿Yo? ¡ha…! Nunca he tenido ningún problema con él, con solo decirte
que sueña con que sea su cuñado.
-Entonces ese es el problema, se sintió traicionado porque usted está aquí y
no con su hermana como debería.
- ¡Como debería no! ¡jamás he tenido nada con ella! -ella queda perpleja y
siente como si su corazón se hubiera detenido << no tiene nada con ella
>>piensa. Él continúa haciendo ademanes y expresiones faciales- pero tal vez
traicionado… pobre hombre, puedo imaginármelo leyéndole sus hermosos
poemas y declarándole sus sentimientos ¿y para qué? para que se le partiera el
corazón al verla feliz cocinar para mí. -ella reacciona a su aletargamiento.
- ¡Vaya!, qué gran imaginación tiene, el que debería ser escritor es usted
porque primero, no estoy cocinando para usted, lo estoy haciendo para todos y
segundo… ¿acaso no dijo que iba a estar muy ocupado? -él se levanta, sigue
sobreactuando y le dice a Shirley.
-Vamos princesita antes de que nos hieran también. -ella lo mira con enojo
porque en el fondo sabe que así fue.
Él sigue con su trabajo hasta concluirlo y se va al palacio. Ella queda
preocupada pensando en lo que había sucedido y se va a buscar a Marcus para
aclarar la situación.
Christopher llega al palacio, saluda con un beso en la frente a su padre a
quién no había visto hace algún tiempo.
- ¿Dónde estaba? -debido a los malos informes que ha recibido de Roy el
rey Ricardo está inquieto.
-Padre, ya soy un hombre no tienes que preocuparte por mí.
-Eres mi hijo y siempre estaré pendiente de ti; dime… ¿tu apariencia tiene
que ver con las forasteras?
- ¿A qué te refieres?
-Me han informado que últimamente mantienes allí. -dice cortante.
-Es cierto, pero solo le prestaba un servicio a cambio de comida. ¡Ah!…
entonces también sabrás que pese al tiempo que llevan no se les ha aceptado
como residentes de Abadón.
-Sí, Roy ya me informó, atenderé el caso lo más pronto posible.
Christopher ya es hora de que empieces a pensar como rey y a verte como tal,
así que rasúrate y córtate el cabello como de costumbre.
-Padre te quedan muchos años de vida, ya tendré mucho tiempo para eso -
lo abraza y se retira.
Cuando sale, Charles lo está esperando lo llama y le dice:
-Creo que Roy trama algo en contra de las forasteras.
-También lo creo.
-Vi a Marcus salir muy mal de esa casa, ¿estabas allí?
-Sí.
-Si sigues así, no podrás aguantar.
-Tienes razón, ya lo había pensado lo mejor es que me aleje, sería egoísta
de mi parte no permitirle que alguien se le acerque y le pueda dar lo que yo no.
Marcus es un excelente hombre así que hablaré con él y me haré a un lado.
-Si me lo pidieras yo me encargaría de espantarlos a todos. -dice burlón,
Christopher se ríe.
- ¡Ah, sí! ¿y quién te espanta a ti cuando te enamores de ella?
–Tranquilo hermanito, mis intereses, aunque cerca, no son con ella. -se ríe
con malicia y se va antes de que Christopher se recobre por lo que acaba de
oír.
Mientras tanto Samantha encuentra a Marcus quien está en un pozo a las
afueras del valle, sentado y recostado en un árbol. Ella se baja del caballo y se
sienta junto a él.
-Te estaba buscando –le dice
-Siento haber actuado de esa manera, es solo que dijiste que entre tú y él
no había nada… -ella lo interrumpe diciendo:
-Y así es, él estaba allí porque como ya te expliqué me ayuda con el tejado.
-Tal vez, pero a ti te gusta, no puedes negarlo, estabas feliz porque él
estaba allí.
- ¡Eso no es cierto! lo estaba porque por fin iba a acabar, además, eso no es
lo que importa. -Marcus rápidamente se lanza hacia sus labios, pero Samantha
interpuso su mano colocándola sobre la boca de él y dice:
-Marcus no lo vuelvas a intentar, aprecio mucho tu amistad en serio, eres
una de las pocas personas con las que puedo sentirme bien y disfrutar de
momentos agradables, pero no puedo darte más que mi amistad, lamento no
habértelo dicho antes… -lo suelta- si vuelves a intentar algo como esto, no
volveré a hablarte jamás.
-Discúlpame… pensé que necesitabas saber…
-Entenderé si no quieres volverme a ver, y si lo haces, por favor no
insistas. -Y se marcha.
Christopher ve a Samantha venir, mira a lo lejos y ve a Marcus, toma su
caballo y se dirige hacia él pero sin que ella lo vea, llega a donde Marcus
quien se encuentra aún sentado bajo el árbol escribiendo, baja del caballo y
Marcus le dice:
-Si buscas a Samantha se acaba de ir.
-En realidad te busco a ti.
- ¿A mí? ¿Para qué?
-Quiero disculparme por lo de esta mañana, sé que te gusta Samantha y fue
muy bajo lo que hice.
-Bueno dicen que en el amor como en la guerra todo se vale.
-Estás muy equivocado entre Samantha y yo no hay nada y es justo eso lo
que quiero dejarte claro, estás en todo tu derecho si quieres cortejarla, nada me
haría sentir mejor que verla feliz al lado de un hombre como tú. Sé que la vas
a respetar y amar siempre, porque ella es… -agacha la cabeza y pasa los dedos
por sus cabellos- una mujer…
-¡Te has enamorado de ella!.
- ¿Acaso no estás oyendo lo que te digo? recuerda que soy el futuro rey y
ella una forastera, no tenemos nada en común.
-Sabes Chris, vi a Samantha por primera vez desde que empezó a vivir por
aquí… enseguida llamó mi atención, todos los días la acechaba, mantenía
dibujándola y escribiendo sobre ella, esperando que le permitieran la entrada
para poder hablarle. Un día mientras lo hacía vi que mi padre iba hacia allá,
me acerqué feliz porque por fin me podría conocer, cuando escuché que él le
decía que la única manera para dejarla vivir aquí era que la otra chica sirviera
como esclava para mi madre, ella le mostró sus manos y le dijo que mientras
las tuviera no permitiría que nadie las hiciera esclavas, que si quería podrían
trabajar duro, mi padre le dijo muchas maldiciones pero ella no se dejó
intimidar -Christopher desconcertado se sienta frente él- cuando vi que mi
padre definitivamente las iba a dejar allí aun en el invierno, corrí donde la
señorita Elena que es la única que no teme a mi padre y le conté lo que había
sucedido, ella inmediatamente las trajo a su casa y yo… seguía observándola.
- ¿Por qué no le hablaste?
- ¿Qué querías que le dijera? ¿que era el hijo de aquel que le había negado
la entrada? quería esperar hasta el momento oportuno. Una noche era bastante
tarde, por cierto, ella llegó a casa desesperada y corrí a abrirle, pero papá no lo
permitió diciendo que era una hechicera y que quería atarnos con algún
maleficio y yo, aunque sabía que no era cierto, no tuve el valor de enfrentarlo,
así que me encerré para no oírla más. Después de eso pasó el tiempo
rápidamente y tú apareciste, al principio me llené de rabia y celos, pero
después me armé de valor y creí que todavía podía hacer algo, me presenté a
ella, le leí todo lo que en este tiempo había escrito y le dije lo que sentía
porque quería saber lo que pensaba para poder enfrentarme a mi padre cuando
regresara. Hasta que esta mañana la vi tan feliz, por un momento pensé que el
que le hubiera abierto mi corazón la había puesto de buen humor, pero en
realidad era porque estabas allí.
-Si lo estaba era porque por fin concluiría el trabajo y ya no tendría
ninguna razón para volver a su casa.
-Eso mismo dijo ella, así que la intenté besar para ver si sentía algo por mí.
-Christopher se sobrecoge y se pone las manos en la cabeza.
- ¿Qué hiciste qué?... cómo se te ocurrió hacer eso, ella no es ese tipo de
mujer.
-Lo sé, pero me desesperé y no pude evitarlo, ahora me ha negado toda
posibilidad de pretenderla.
- ¡¿La lastimaste…?!
-No…, ni siquiera la toqué.
-Entonces dale algo de tiempo, por ahora lo que necesita es tu amistad.
-Christopher, tu actitud demuestra que realmente te interesa, lo vi en tus
ojos esta mañana, jamás te había visto tan cómodo ni siquiera con Charlot que
la conoces de toda la vida, debe existir una razón de peso para…
-Marcus, ya te lo dije entre ella y yo no hay nada, somos muy diferentes, -
se levanta, prepara su caballo- puedes estar seguro de que no interferiré. – se
monta y se marcha.
Como de costumbre… antes de caer el alba, Samantha está en los termales
bañándose, ya han pasado varios días en que no ha visto a Christopher, su vida
podría decirse que volvió a la normalidad. Ella trata de convencerse que es
mejor así, sin embargo, su mente se le escapa a imaginar los días en que
disfrutaba de su presencia.
Por otra parte, Christopher ha estado trabajando fuertemente en el palacio
con el fin de no tener tiempo para pensar en ella, prácticamente el abandono
de este lugar durante la guerra ya es asunto del pasado, Charles ha estado a su
lado y el rey se siente muy complacido al verlos así. El día se va con rapidez y
entra la noche, Christopher va a sus aposentos y mira las puertas de su balcón
que él mismo había sellado para evitar la tentación de mirar hacia esa pequeña
casa, se acuesta en su cama y como sabe que no dormirá se pone a leer antes
de que sus pensamientos lo invadan, siente un vacío enorme en su pecho y en
el libro que está leyendo aparece el rostro que tantos deseos tiene de
contemplar… se levanta y va a los termales antes de que se acerque el alba
para evitar encontrarse con ella, aunque el estar allí es como si la tuviera a su
lado. Rápidamente regresa al palacio.
Desde muy temprano la gente empieza a llegar al templo a oír la lectura de
la ley, este día es muy especial para el pueblo, todos están jubilosos, cantando
coros y tocando sus panderetas, desde los más viejos hasta los más
pequeñines, hoy va a estar su rey como era la costumbre antes de la guerra,
junto a su consejero y mano derecha Roy y Lemuel el sacerdote. En el caso de
los forasteros no les es permitido entrar, de hecho, no debería haber ninguno
en el valle de Abadón a menos que estuvieran dispuestos a adorar a su Dios y
cumplir su ley, en otras palabras, debían volverse Abadonitas. Christopher se
sienta en primera fila como lo ha hecho desde niño, Charlot se sienta a su lado.
- ¿No te parece que siempre deberíamos estar así? –dice ella y él la mira
con seriedad.
- ¿A qué te refieres?
-No te hagas el tonto, sabes muy bien que nacimos para estar juntos.
- ¿Realmente lo crees? -ella con su cabeza en alto y mirada al frente dice
sin vacilar:
-Dios nos ha permitido estar la mayor parte de nuestra vida juntos y es así
como debemos continuar, aunque haya períodos en que te alejes, siempre
volverás porque no hay nadie que te pueda conocer más que yo, porque no hay
otra mujer que haya pasado más tiempo contigo y sepa tanto de ti.
-Tus argumentos suenan convincentes, pero… ¿estarías dispuesta a llevarlo
a la práctica para ver qué tan cierto es?
- ¿Qué harás si lo demuestro? -sin dejarlo contestar dice- ¿te casarías
conmigo? -él queda pensativo- adelante, pregunta lo que quieras –y él también
se pone en su misma tónica.
-No solo eso, te daré tres oportunidades de responder, si lo haces, te doy mi
palabra de que nos casaremos. -ella se emociona pues por fin escucha lo que
hace tiempo ha estado esperando.
- ¡Qué esperas!
-Lo escribiré para que no creas que te voy a cambiar la respuesta.
-Hazlo, con eso quedará constancia de este acuerdo.
-Está bien, -toma un trozo de papiro, escribe en él y lo mete dentro de su
camisa- listo… ¿qué es lo que realmente me gusta hacer y de hecho lo hago
todos los días, sin excepción?
-Por favor, quién no sabe eso, cualquiera pudiera habértelo dicho –dice en
forma burlesca- por supuesto que es montar tu caballo.
-Bueno, no negaré que eso me encanta, pero no es la respuesta correcta,
porque no lo hago todos los días. -ella queda desconcertada y en ese momento
empieza a hablar Lemuel.
Dos horas y media después, Lemuel anuncia el receso y que a primera hora
de la tarde continuará (los Abadonitas aprovechaban estos recesos para estar
con sus familias y amigos).
El rey Ricardo manda a llamar a Christopher y entra en una habitación
donde solamente están los dos.
- ¿Por qué no hiciste lo que te pedí? –le pregunta.
- ¿De qué hablas? -dice intrigado.
-Christopher, ¿qué te está pasando, no parece que fueras tú? Recuerdo que
cuando inició la guerra, aún cuando todos nos habíamos dejado crecer el
cabello y la barba debido a lo difícil de la situación, no nos quedaba tiempo
para nada y tú siempre estabas afeitado y con tu cabello bien arreglado,
después de que te hirieron lo dejaste crecer… lo pude entender, pero ahora… -
con voz alta- ¡ni una cosa ni la otra! ¿acaso has perdido el juicio? –Chris
guarda silencio- Roy dice que es a causa de las forasteras, parece que tienen
alguna clase de hechizo sobre ti y que han estado violando nuestras leyes
deliberadamente… y la verdad es que con tu aspecto estoy por creer que es
cierto, aunque hayas tratado de arreglarte un poco a mí no me engañas. –
Christopher se enoja por lo dicho.
-Ni estoy hechizado ni engaño a nadie, no es por ellas que estoy así,
simplemente es algo que está más allá de ti y de mí. Con esto no incumplo la
ley, créeme padre, más bien la cumplo y por esto no pueden juzgarme y a ellas
tampoco porque no han hecho nada que lo amerite.
-Eso lo veremos, por ahora aléjate de ellas.
-Confío en la ley, por eso la leo todos los días como me enseñaste y si es a
la luz de la ley como lo harás, estaré conforme, pero si es por tu confianza en
el hombre o debido a favores no creas… -el rey se indigna, le da una bofetada.
-Con tu misma lengua te condenas, fui yo quien te enseñó a confiar en ella,
ahora no creas que sabes más que los que se sientan tras la mesa en la corte, te
lo advierto no interfieras o te pesará. -Christopher vuelve la mirada hacia él y
limpiándose con el respaldo de la mano la sangre que sale de sus labios dice:
-Si eso es lo que quieres, entonces tú mismo averigua quién es el que está
pasando por alto la ley, de lo contrario yo lo pondré al descubierto. -y sale de
allí. Afuera lo espera Charlot pues no piensa perder la oportunidad.
-No es el momento, Charlot.
-Recuerda que me diste tu palabra.
-Está bien, habla.
-Tocar tu arpa, solías hacerlo todos los días.
-Solía, bien dicho, llevo mucho tiempo sin hacerlo, última. -ella que está
ansiosa y algo inquieta lo agarra por el brazo.
-Dime otra cosa, pídeme lo que sea, te daré lo que quieras.
-Lo único que quiero es demostrarte que no eres la mujer adecuada para
mí. –Esto la llena de rabia.
- ¿Y quién lo es…?, ¿la forastera? acaso aceptarás a esa mujer impura y
adoptarás a su hija bastarda… ¿tan domado te tiene? -él se enfurece.
-No es tu problema lo que quiera con ella y en cuanto a la niña no te
permito que hables de ella de esa manera.
-Mi padre tiene razón esa mujer te tiene hechizado, te está utilizando como
se le antoja, pero muy pronto eso va a acabar pues serán expulsadas de aquí.
- ¿De qué estás hablando?
-Mi padre tiene pruebas contra ellas y pronto las usará para echarlas de
aquí, ¿qué dices de eso? -él la mira a los ojos, se le acerca al oído y le dice:
-Pues si ellas se van, me iré con ellas. -Charlot queda estupefacta y él le da
la espalda y empieza a caminar, ella lo agarra por el brazo.
-Aún me queda una oportunidad.
-Ya que insistes adelante, no tengo más tiempo para ti. –ella sonriendo y
muy optimista dice:
-Ya lo sé, lo que más te gusta es trabajar y no lo puedes negar.
-No lo puedo negar –a Charlot se le ilumina el rostro- pero hoy no lo hago,
lo lamento, pero se acabaron tus oportunidades. -y sigue caminando, ella
continúa detrás de él insistiendo. Charles lo ve y va a su encuentro.
-Lamento interrumpirlos -agarra a Chris por el brazo y mirando a Charlot-
pero necesito a mi hermano -y se alejan, Chris le agradece por haberle quitado
a Charlot de encima.
-Te he estado buscando porque creo que Roy planea algo contra las
forasteras… vi que salió con varios guardias hacia allá. -Chris se queda por un
instante pensativo.
-Busca a Marcus, si Roy quiere guerra la tendrá, nos vemos en mi puesto. -
Al llegar Chris a su asiento llega Charlot. Entretanto Roy manda a rodear la
casa donde vive Samantha y las chicas, toca la puerta y Shirley va a abrir.
Samantha y Lena están en la cocina y se les hace extraño pues todo el pueblo
se encuentra en el templo y tampoco es que sean muy visitadas, cuando
escuchan que Shirley da un fuerte grito, salen corriendo sin entender qué pudo
suceder, al acercarse a la puerta el fuerte reflejo del sol poco a poco deja ver la
enorme figura de un hombre que sostiene con uno de sus brazos a la pequeña
niña, Samantha desenvaina su espada y cruza la puerta.
-Suéltala –grita. Y se detiene al instante al ver que es Roy y que están
totalmente rodeadas.
-Maldita bruja –grita Roy altivamente- por fin me desharé de ti… arroja la
espada.
- ¿Qué es lo que quiere? –con temor dice Lena quien se encuentra detrás de
Samantha.
-Que desaparezcan.
-Suelte a la niña y le doy mi palabra de que nos iremos –dice Samantha
quien aún tiene su espada erguida.
Roy suelta la carcajada que caracteriza su diabólica actuación y dice:
- ¿Creen que soy estúpido? sé lo que le hicieron al príncipe y obviamente
cuando éste se entere de que se han marchado irá por ustedes y las traerá de
vuelta.
-No le hemos hecho nada al príncipe –dice Lena con desesperación y Roy
aprieta con fuerza a Shirley
-Me aseguraré de que sean expulsadas de aquí para que ni el príncipe
pueda interceder por ustedes… arroja la espada te dije. -Shirley pide ayuda por
el dolor que siente, Samantha al ver que no hay otra opción poco a poco baja
la espada.
-Lo único que le pido es que no las lastime. -un guardia toma la espada,
Roy le entrega la niña y agarra por el cabello a Samantha.
- ¿Creíste que ibas a ser más inteligente que yo? -hace una seña indicando
a los guardias que avancen y van hacia el templo. Por otra parte, Chris está a la
expectativa de lo que pueda pasar y Charlot con suave voz interrumpe sus
pensamientos
-Quiero que sepas que te amo y que haré lo que sea por tenerte, pero no te
esperaré por siempre.
Chris quien nunca había escuchado algo semejante de parte de ella la
observa, ve que tiene su rostro inclinado y está apretando las manos sobre sus
piernas y no sabe qué decir.
Al instante, Roy entra a la sala y habla a oídos del Rey quien se muestra en
desacuerdo a lo que él le dice y llama a Lemuel, Chris no deja de observar,
luego, ve que todos asientan con la cabeza, en ese momento llega Charles con
Marcus y Chris le hace señas para que se sienten pues no quiere dejar de ver lo
que está pasando, Marcus se sienta al lado de Chris y Charles sube una grada y
se sienta detrás de Marcus. Las chicas están custodiadas por los guardias que
esperan afuera del templo, Samantha está intranquila sin saber qué pueda pasar
y ni siquiera cuenta con su espada para intentar protegerlas.

CAP. 5

Roy con cara de satisfacción sale del salón a buscar a Samantha, la agarra
fuertemente por el brazo y entran al templo, luego abre otra puerta y entran en
un salón monumental de forma circular, aunque por fuera no da esa impresión
y justo en medio de este, hay una mesa rectangular donde está el rey. Lemuel
el sacerdote está anunciando que aprovechará que la nación está reunida para
aclarar un asunto que está perturbando a muchos. Todos quedan expectantes y
ven que Roy se acerca a la mesa con la pelirroja, esto forma un gran alboroto y
Chris piensa que es inaudito el caciquismo de Roy, pero mantiene la calma.
Charles no se siente muy cómodo, detesta esto pues su espíritu impulsivo no le
permite controlarse en estas situaciones, se centra en Christopher y confía en
que él hará algo. Marcus se siente desconcertado y mira a Christopher tratando
de hallar una explicación de lo que sucede y de por qué lo mandó llamar, pero
Chris tiene su mirada fija en Roy y su rostro no muestra ningún gesto. Sharlot
en cambio, tiene la misma cara de satisfacción de su padre que no puede
disimular. Samantha mira a Christopher y queda asombrada de verlo vestido
así –botas negras hasta la rodilla, su cabello bien peinado y un conjunto de
tafetán de seda de color rosa palo con cuello de tirilla- parece un ángel, se ve
como lo que es, un príncipe. En ese momento se hace mucho más evidente
para ella lo diferente que son y para completar ahí está Charlot a su lado
luciendo digna de aquel príncipe –luce un vestido con falda y sobrefalda y un
peto triangular que cubre el pecho y el estómago bajo la cobertura frontal del
vestido, de color amarillo, decorado con encajes y motivos florales de colores
e hilos metálicos- Samantha no sabe qué le duele más, si estar en esa situación
o verlo junto a Charlot. El rey se levanta, les pide a todos que guarden silencio
y se acerca al auditorio.
-Hermanos Abadonitas, como bien saben, no le es permitido a los
forasteros estar en este recinto, de hecho, no debería haber ninguno viviendo
en todo Abadón y menos en este valle sagrado, pero… lamentablemente
debido a circunstancias que todos conocemos se ha presentado este caso. Se
preguntarán porque están estas jóvenes aquí, como bien dijo Lemuel queremos
aprovechar para dejar claro ante todos que una situación como esta no debe
volver a presentarse, existen preceptos que todos debemos cumplir y para ello
Dios nos ha otorgado el privilegio de conocerlas, por ello antes de que un
forastero entre a residir entre nosotros es justo para él y para nosotros que
puedan entender y de esa manera elegir si quieren cumplirlas o no. A ellas se
les imputan cargos que según la ley las llevaría a la muerte, pero por ser
forasteras no podemos juzgarlas según nuestra ley, ya que sería algo injusto
pues su pecado es a causa de su ignorancia a las mismas, así que el consejo ha
decidido que sean expulsadas inmediatamente de estas tierras.
En la sala se siente un profundo silencio. Roy aprovecha el momento y con
fuerza arroja a Samantha al suelo, ella prácticamente cae a los pies del Rey. El
rey mira a Roy y se perturba al ver su mala actitud y recuerda lo que le dijo su
hijo, así que toma a Samantha por los brazos y la levanta. -Lamento los malos
procedimientos que se hicieron con ustedes, pero ni Lemuel ni yo estábamos y
Roy no podía hacer nada.
-Todos los cargos que él asegura tener son contra mí, ellas no tienen nada
que ver con esto -señalando a las chicas- por favor permita que ellas puedan
quedarse… –el rey guarda silencio- cuando las naciones vecinas vean que
fuimos expulsadas de aquí, no les permitirán vivir con ellos y si siguen
conmigo morirán. -Roy al ver que el rey se está condoliendo con sus palabras
trata de acomodar nuevamente la balanza a su favor y se coloca frente a él.
-Cómo no, si debe ser muy conocido que eres una hechicera, ramera y
ladrona… claro que las mataran… a menos que hagas con ellos lo que le has
hecho a nuestro futuro rey –Christopher se pone de pie en el acto- porque
ninguno permitiría que una mujer como tú se le acerque -Roy sigue
insultándola cuando es interrumpido por una mano que toca su hombro, este
voltea a ver y ve que es Christopher.
- ¿Qué se supone que me ha hecho? -Roy lo mira a los ojos y guarda
silencio por un momento, Samantha también lo mira, pese a que Roy es
mucho más alto y fornido, la presencia que Christopher despliega es propia de
reyes, ni siquiera para un hombre como él pasa desapercibida su idoneidad.
Roy sonríe, tratando de dejar a un lado la tremenda impresión que Christopher
le ha causado y mira al rey.
-Su majestad, esta es la prueba de que lo que le digo es cierto, el príncipe
está tratando de salvar a estas mujeres por el poder que ejercen sobre él.
-No has respondido mi pregunta Roy.
-Chris regresa a tu lugar, ese asunto lo aclararemos en privado.
-Lo siento padre, pero no puedo aceptar eso, si voy a ser rey, toda mi
nación debe confiar en que he sido elegido por el espíritu de Dios y no por mi
genealogía. -voltea y mira hacia todos los que están sentados en el auditorio-
nación de Abadón, les quiero pedir algo… no crean que es con el fin de tomar
represalias. Solo quiero que la verdad salga a la luz y que ustedes sean testigos
de todos los hechos… quisiera por favor, que todo aquel que piense que estoy
bajo un hechizo se ponga de pie -más de la mitad de Abadón se pone de pie,
de hecho, solo los que habían ido a la guerra con él y Marcus no lo hicieron.
Roy se siente satisfecho al ver que tiene la confianza de los que se habían
quedado con él. - ¿de esa forma es que quieres que llegue al trono?... -el rey
Ricardo agacha la cabeza- …si a estas mujeres se les haya culpables, quiere
decir que mi Dios me ha desaprobado para ser su futuro rey, y si no… quiere
decir que Roy está atentando contra la corona.
-Lo que intento es protegerlo, -objeta- ¿acaso no ve?
- ¿Haciéndome quedar mal frente a los míos para tu propio provecho? pues
no quiero tu protección. Permita por favor la corte que como son mujeres y no
se les permite cuestionar la palabra de un hombre, pedir a un varón que las
represente. -al rey le sorprende la petición de Christopher y le pide a Lemuel
que salgan del recinto para tomar una decisión.
Shirley aprovecha el descuido de los guardias y corre hacia donde Chris,
este la levanta y le da un abrazo, para Charlot no es nada agradable ver esa
escena y se llena de ira.
-Lamento que debas pasar por esto, ahora debes hacerme un favor -Shirley
asienta con la cabeza- debes permanecer donde están los guardias, no te
preocupes porque sin importar lo que suceda juntos saldremos por esa puerta. -
ella sonríe- él la baja y ella regresa donde los guardias.
- ¿Cuál es el plan de tu hermano? –pregunta Marcus.
-No lo sé. –responde Charles.
-Por favor… no se involucre más en esto. – dice Samantha mientras se
acerca a Chris quien está de espalda.
- ¿Acaso es cierto lo que él dice? –le pregunta sin voltear.
-Claro que no. –reflejando angustia.
-No te preocupes entonces, el Dios a quien sirvo mostrará la verdad, ya lo
verás.
-Ya veo porqué le gusta leer su ley todos los días… -Chris saca el trozo de
pergamino que tiene dentro de su camisa y se maravilla al oír de su boca lo
que había escrito allí, (leer la ley) pues relativamente hace poco se conocen-
pero yo en cambio no lo conozco y tal vez por eso no puedo sentirme
tranquila. -ya habrá tiempo para ello… -es interrumpido por Roy quien se para
frente a él con gran prepotencia.
-Chiquillo malcriado, eso es lo que eres. Tu padre no supo corregirte de
pequeño y mira con lo que sales, te crees todo un hombre simplemente porque
estuviste en una guerra, te enseñaré a respetar a tus mayores. -Christopher lo
mira a los ojos.
-Roy sabes que eres como un tío para mí, por eso te pido que te retractes de
todo esto y continúes viviendo entre nosotros, el Dios de mis antepasados
borrará tu error por todos los actos justos que has hecho por esta nación y que
ninguno de nosotros podrá negar.
-Dios está a mí favor –responde de forma pedante- y por eso no permitiré
que te revuelques con esta ramera que no tiene nada que ver con nosotros y
nuestra raza.
-Dios acepta a todas las personas Roy y eso lo sabes perfectamente… solo
pide que lo adoremos de forma exclusiva, cosa que no les permitiste saber a
ellas.
-Ah… ¿ahora yo soy el culpable por sus actos de maldad contra esta
nación?... ¿acaso es conmigo que ha llegado a tener una hija bastarda y que
aprendió las artes mágicas…? aún si le hubiera enseñado nuestras leyes, no
hubiera podido dejar su camino pecaminoso y…, si lo hubiera hecho no se te
permitiría poseerla porque no es pura, no entiendo para qué te tomas tantas
molestias. -Lemuel entra en la sala y todos toman su lugar. Samantha no sabe
qué pensar de todo lo que ha dicho Roy y no sabe qué hará Christopher.
-En vista de que tanto Roy como Christopher son Abadonitas –dice el rey-
y que ambos ocupan un lugar importante en nuestra nación, hemos visto la
necesidad de esclarecer este asunto, y como todo esto gira entorno a estas
forasteras hemos aprobado la petición de Christopher…, que se ponga de pie
el varón que quiera representarlas.
Christopher le pega con el codo en una pierna a Charles y hace un
movimiento disimulado con su cabeza mostrándole a Marcus quien se halla
cabizbajo, charles automáticamente entiende el mensaje y toca a Marcus de tal
manera que involuntariamente se pone de pie, esto toma por sorpresa a todos.
- ¡Marcus…! -dice el rey sorprendido- ¿eres consciente que al
representarlas te enfrentarás a tu padre?
-Marcus guarda silencio y Christopher le da un puntapié, Marcus lo mira y
este con su mano en la barbilla le señala con la cabeza al frente como si le
dijera que era su gran oportunidad, con este gesto infunde en él la confianza
que necesita ante esta situación y pasa adelante, Roy abre los ojos de la
impresión porque creía que todo estaba a su favor.
-¿Qué crees que estás haciendo? vuelve a tu lugar -grita.
-Señor, -refiriéndose al rey- quiero dejar en claro que no es con el fin de
deshonrar a mi padre que estoy haciendo esto, pues sé lo que dice la ley al
respecto, sin embargo, lo primero para mí es la lealtad a mi Dios y a las leyes
que este nos ha dado, por lo que me pongo de pie frente a usted y a esta corte.
- ¡No puede permitir eso su majestad! -dice Roy- eso me haría ver mal
desde cualquier ángulo.
- Roy… ¿se te olvida que es a mi hijo a quién acusaste? -Roy queda
pasmado- entonces tú serás -mira a Marcus- su portavoz ante las acusaciones
que se presenten -dice al auditorio- y que quede claro que ellas sólo podrán
hablar cuando esta corte lo decida; por ahora quisiera saber algo por
curiosidad, ¿porque están aquí tan lejos de su nación? adelante, pueden hablar.
-Porque ninguna otra nación nos acogía, su majestad -dice Samantha.
- ¿Dices que ninguno las aceptó dentro de sus límites?
-Así es señor
- ¿Sucedía lo mismo mientras vivía tu esposo? -Samantha agacha la cabeza
y llena sus pulmones de aire y lo suelta mientras habla.
-Jamás he estado casada, señor. -enseguida se siente una gran conmoción
entre los presentes porque no se toleran hijos de fornicación, Charlot se siente
victoriosa y aprovecha el desorden:
-Esta ramera llegó aquí con la única intención de buscar un padre para su
hija bastarda… por eso no merece vivir entre nosotros…
-Orden por favor… -grita el rey y continua- ¿entonces, me estás diciendo
que no eras casada?; ¿es decir que no tenías un dueño marital, legalmente
constituido ante ninguna nación? -Samantha no responde, todo en ella se
bloquea al traer de vuelta viejos recuerdos. Lena al ver que Samantha no va a
contestar le hace señas a Marcus para que le permitan hablar, este interviene.
- ¿Quede la otra acusada responder?, señor.
-Adelante. –contesta el rey mirando a Lena. Chris se queda mirando a
Samantha y ve que carga con un gran sufrimiento.
-Perdón señor, pero creo que hay una gran equivocación, -Samantha
reacciona y agarra a Lena para que no diga nada pero ella la ignora:
-Señor, si bien es cierto que se ha portado como la madre de Shirley… no
lo es… –para todos es una gran sorpresa pero sobre todo para Christopher,
¡aquello era increíble, jamás lo habría imaginado! había sido el obstáculo más
grande para poder pretenderla y ahora todo dependía de él. Involuntariamente
su pecho se mueve rápido, su ceja izquierda se levanta y en sus labios se
dibuja una sonrisa, Charlot se da cuenta de su reacción y su odio crece hasta el
punto de querer matar a ambos- su padre y ella llegaron cuando estaban a
punto de matarnos, él se enfrentó a ellos y dio su vida para salvarnos, eso pasó
cuando Shirley tenía dos años, mi padre quedó muy mal herido y Samantha lo
cuidó hasta que también falleció, así que ella se hizo cargo de nosotras. -para
Samantha no era nada agradable oír en voz alta estos sucesos, su semblante se
tornó sombrío, ahora parece sentirse amenazada, sus ojos están fijos y agarra
la vaina de su espada.
-Señor queremos saber en qué se basa mi padre para las demás
acusaciones, ya que esto ha quedado claro.
-Sí, Roy puedes proseguir. -Roy llama a Sharlot y a su amiga íntima
Sophia quien es tan arrogante como ella y además es la hija de Lemuel quien
se queda en una sola pieza al ver a su hija. Samantha con su cabeza firme y
mirando al rey pide la palabra.
-Como dije antes, las acusaciones van contra mí, si es así, solo yo…
debería ser desterrada; permítanles a ellas quedarse y yo me marchare de
inmediato.
- ¿Qué significa eso?
-¡Que acepta su culpabilidad! –interrumpe Roy.
- ¡No, mi señor! –grita Lena desesperadamente.
-¡Marcus, calma a la joven!. -Marcus le hace señas a Lena y se dirige a
Samantha.
- ¿En realidad aceptas las cosas por las cuales se te acusan?
-No dije eso, pero… toda mi vida he tenido que vagar de un lugar a otro
por una razón u otra, ¡qué más da! solo que esta vez no quiero arrastrarlas
conmigo.
-De aquí nadie las puede echar si lo que dicen no es cierto. -Lena se tira a
los pies de Samantha y llorando le dice:
-¿Por que…? Samantha, no puedes ser tan injusta contigo misma, siempre
huyes para que no nos lastimen las personas que te discriminan -mirando al
rey Lena sigue diciendo- porque de eso se trata esto, siempre la juzgan por su
raza, la acusan de ser hechicera o le temen pensando que es la diosa Iris… -
Christopher observa a Samantha mientras Lena habla y entiende porqué su
conducta es hostil y desconfiada- cuando llegamos aquí después de tanto, de
cierta manera creímos que era nuestro hogar pese a la indiferencia y el
maltrato de todos… porque al menos nadie había intentado matarnos, ¡pero
esto!
-No se trata de discriminación –dice Lemuel- de hecho, nuestra ley protege
a los forasteros que se sometan a ella, pero hay testigos en su contra.
-Bueno, -agrega Marcus- ya quedo claro que no hay ningún acto inmoral,
pues la niña no es su hija como se pensaba -le pregunta a Lena- ¿hace cuánto
viven aquí?
-A las afueras duramos como seis meses y aquí poco más del año.
- ¿Quién les permitió entrar?
-La señorita Elena. -Marcus le pide al rey que le permita llamar a la
señorita Elena.
-Esto no viene al caso –objeta Roy.
-Por supuesto que viene al caso, ¿o como explicaremos que hay personas
acusadas de hechicería en nuestro reino?
- ¿Qué insinúas? -dice Roy.
-Nada que las pruebas no hayan demostrado, padre. -dice Marcus tratando
de controlar su furia, pero ¿Qué le había pasado a su padre? ¿Por qué se
mostraba ciego ante lo evidente? ¿acaso no se daba cuenta que estaba
condenado a toda su familia? -mira al rey y este le da la aprobación y Elena se
acerca.
- ¿Por qué las dejaste entrar si conoces bien nuestros preceptos? -dice el
rey.
-Porque había llegado el invierno y esas pobres criaturas no merecían estar
allí, no pude dejarlas en esas terribles condiciones por lo menos mientras
pasaba la temporada más fría del año –contesta con su rostro abajo.
-En el tiempo que vivieron a las afueras ¿alguien fue a hablarles? –
pregunta Marcus a Lena.
- ¿A mí?... no.
- ¿Qué dice la ley en estos casos? –dice Marcus señalando a Lemuel.
-Alguien debió ir a ellas.
-Bueno, supongamos que como Lemuel no estaba… no se podía hacer
nada, -volviendo a la señorita Elena- ¿qué sucedió cuando se enteraron de que
estaban con usted?
-Bueno, en realidad nadie dijo nada… así que continuaron conmigo y
luego tras un incidente se les permitió vivir y cultivar en esa vieja casa.
- ¿Incidente?
-En realidad no nos importaba que estuvieran allí con Elena, -interrumpe
Roy- hasta que esta mujer -señalando a Samantha- irrumpió en mi casa en la
madrugada y robo algunas de mis plantas sin saber con qué fin, hay fue que
accedimos a que tuvieran un techo y pudieran plantar para que no molestaran a
nadie más.
-Averigüemos entonces lo que pasó -Marcus mira a Samantha- ¿por qué
fuiste allí? -ella voltea su cara y se topa con Christopher quien la mira
fijamente a los ojos, ella siente la necesidad de huir y vuelve inmediatamente
su rostro.
-No era mi intención perturbarlos y no lo es ahora…
-Lo sé, pero es necesario saber la verdad.
-Todos creen tener una verdad y la suya… ¿en que cambiará las cosas?
-Acaso no ves que es una farsante que está manipulándote como lo ha
hecho con Christopher –Grita Charlot.
-Cállate Charlot, -explota Marcus- aún no ha llegado tu turno. -sus palabras
hacen reaccionar a Samantha, no podía permitir que Charlot se saliera con la
suya, Christopher confiaba en ella y entonces responde:
-Fui a casa del señor Roy esa noche por unas plantas que necesitaba para la
señorita Elena ya que había estado un poco indispuesta y observe que los
síntomas que presentaba eran de alguien que iba a sufrir un ataque al corazón,
así es que corrí y llegue a la puerta del señor Roy, donde toque un buen rato y
nadie respondió, luego empecé a llamar… él se asomó por la ventana del
segundo piso, me insulto sin dejar que le explicara porqué estaba allí, no
espere más y sí, robe sus plantas porque no iba a dejar que ella muriera por el
miedo a lo que me pudiera pasar.
-Eso es mentira -dice Roy – y aquí está Charlot y Sophie para que digan lo
que vieron.
-¡No fuiste a tomar solo esas plantas! te vimos haciendo cosas extrañas…
justo lo que hacen las hechiceras. Con lo que no contabas era que nuestra casa
es protegida por Dios y eso te impidió que nos hicieras daño. -dice Charlot.
-Me pregunto a cuantas hechiceras has visto… -dice Marcus- que sepa
Jamás has salido de este valle.
-Lo único que hice fue sacarla con cuidado pues no quería dañar la raíz que
es muy delicada para que pudiera servirme posteriormente y no tener que
volver allí.
- ¿Acaso te crees médico?… -irónicamente le grita Roy- di la verdad,
querías hechizarme para que estuviera contigo, maldita bruja. Me querías para
ti solita por eso no me entregaste a la otra chica.
-usted la quería esclavizar… ¡jamás lo permitiré!
-Tranquila -le dice Marcus- le preguntaremos a la señorita Elena si es
cierto lo que dices.
-Yo… estuve muy enferma, ella me pregunto que sentía y también
pregunto por unas plantas y le dije que había visto algunas donde Roy y ella se
fue corriendo, lo cierto es que después de que me dio esto, me mejoré.
- ¿Cómo sabes de medicina Samantha? -le pregunta Marcus. Christopher
ata cabos en su mente.
-Mi padre era médico y lo que sé, lo sé por él.
-De seguro un médico brujo. –grita Roy obcecado y Samantha se indigna.
-Le he permitido que me trate como quiera, pero jamás le permitiré que
irrespete la memoria de mi padre quien fue un médico reconocido, su nombre
era William de las regiones del norte. -El rey se levanta en el acto.
- ¿Tu padre era William…? –Samantha asienta con la cabeza.
- ¡Ah! sabía que por algo me eras familiar muchacha. -Chris lo mira con
sorpresa.
-¿Conoció a su padre…? Señor. –pregunta Marcus.
-Claro, excelente persona y muy aplicado, ¡vaya! es una lástima… no sabía
que había muerto, la última vez que lo vi fue cuando lo mande llamar porque
mi esposa enfermó, pero a causa de que estaba viviendo en un lugar aislado y
de la guerra no alcanzo a llegar, pero llegó justo cuando Christopher enfermó
y le salvo la vida, le dije que se quedara pero dijo que se había casado con una
pelirroja que lo esperaba en casa. -se acerca a Samantha y la observa de cerca
y dice- entonces, tú debes ser igualita a tu madre, porque él era de cabello y de
ojos oscuros. -ella inclina la cabeza.
-Si señor –responde. Lemuel viendo que el asunto no marcha bien para
Roy mira a su hija y le dice:
-Sal de aquí, no tienes nada que decir. -la joven humillada sale llorando de
la sala. Roy está muy enfurecido, sus ojos revelan la ira que tiene dentro.
- ¿Tienes algo que agregar? padre –le pregunta Marcus.
-Por supuesto, ella trato de seducirme cuando fui a verla por primera vez.
-Eso no es cierto padre, -le grita Marcus decepcionado- yo estuve allí. -
Roy sorprendido guarda silencio.
-Veo que todo esto es por haber violado partes esenciales de nuestra ley –
dice el rey- esto no se puede volver a repetir… para que todo este asunto
quede claro, quiero pedir a mi hijo Christopher que venga aquí ya que lo han
acusado de estar de alguna manera manipulado, pero deseo destacar que ha
sido más sabio que yo, lo que me hace muy feliz pues será un excelente e
imparcial rey -Christopher se ubica al lado de la señorita Elena, ella lo abraza
y le da un beso en la mejilla.
-Hola, nana. -dice Chris.
- ¿Por qué la llama nana? –le pregunta Lena a Elena y ella sonríe.
-Yo me dice cargo de charles y Christopher cuando su madre murió.
Samantha queda perpleja al oír aquello, tal vez eso explique porque
Christopher no la miraba como los demás. Charlot que esta terriblemente
furiosa se arroja de manera violenta sobre Samantha, Chris se interpone
agarrándola por las muñecas.
-No te atrevas a tocarla.
-Christopher esa mujer te tiene hechizado, ¿no te das cuenta de que es una
bruja?
-Charlot cálmate, si algo ha quedado claro, es que ella tiene más razones
para estar en esta nación que tú. -y la empuja un poco hacia atrás. -Ella
empieza a golpearlo en el pecho.
-Que pasa contigo, tú no eres mi Christopher, que te ha hecho esta mujer.
-Lo dices, porque ya no soy una copia de ti.
-No te perdonaré que me trates así frente a esta, me vengaré ya lo veras.
Algún día vendrás a mí humillado y suplicando mi perdón.
-Preferiría estar muerto. -le dice con desdén.

CAP. 6

-Ya basta Charlot, -grita el rey- Roy controla a tu hija -dirigiéndose a


Lemuel dice- encárgate de estas muchachas. -señala a Samantha y a Lena-
Ah… y tú Christopher asegúrate de que Samantha tenga un lugar cómodo y
todo lo que necesita para que pueda ejercer lo que su padre le enseño. -
Christopher sonríe y asienta con la cabeza- ahora todos pueden marcharse,
excepto Roy.
-Señor, -dice Marcus sabiendo lo que inevitablemente va a suceder- si he
hallado favor a sus ojos, por favor, le pido que permita que mi madre quien
está muy enferma pueda quedarse conmigo. -el rey le pone su mano derecha
en el hombro.
-Que ella tome la decisión hijo. -Cuando salen de allí, Lena ve que charles
va hacia las montañas y va tras él. Samantha se acerca a Marcus.
-Agradezco lo que hiciste Marcus.
-No tienes porque, fue algo que debí haber hecho hace mucho y
sinceramente no fue mi idea sino de Christopher, pero después te cuento.
¡ah…! la próxima vez no te rindas tan rápido. -ella sonríe, mira a su alrededor
buscando a Lena y a Shirley y ve que Lena va a las montañas, le parece
sospechoso, pero en ese instante Christopher se acerca.
-Sabes, todo esto me ha hecho dar mucha hambre. -ella lo mira y sonríe.
-Ya lo sospechaba… sabe, me retracto de haber dicho que lo que más le
gusta es leer por que comer es lo que encabeza su lista… -él suelta la
carcajada- ¡vamos, que espera! -él sube a Shirley en su caballo y se va con
ella. Samantha queda pensativa por causa de Lena, no era la primera vez que
la veía marcharse así, casi todos los días a la primera hora del atardecer
tomaba el caballo y se iba hacia las montañas, pero era la primera vez que lo
que hace a media tarde,<<no creo que sea sencillamente una rutina que ha
adoptado>>piensa.
Roy fue destituido de su cargo y enviado a vivir junto con Charlot a uno de
los pueblos más lejanos del reino. Samantha, Lena y Shirley empiezan a ser
instruidas en la ley y con el tiempo llegan a ser Abadonitas.
Christopher comienza con los preparativos para hacer un lugar donde
Samantha pueda ejercer la medicina tal como le había dicho su padre a él
también le parecía una gran idea ya que podía hacer dos cosas a la vez, estar
ocupado pero junto a ella que está bastante entusiasmada de que hubiera un
hospital. Dedicaron días haciendo el plano, ella le dice que quiere que quede a
las afueras del valle, junto al pozo, de esa manera podrían venir extranjeros y
no tendrían que necesariamente entrar como lo estipulaba la ley, él está de
acuerdo y se ponen manos a la obra.
Tiempo después Samantha se da cuenta de que Lena va en el caballo hacia
las montañas, en esta oportunidad es más temprano de lo que acostumbra
hacerlo, así que decide ir tras ella.
-Debo marcharme -le dice a Chris- tendré lista la comida cuando llegue -
sin esperar respuesta se monta en Gypsy y se va. Christopher se percata que no
toma el camino hacia la casa, sino que se dirige a las montañas y siente
curiosidad por saber adónde va y la sigue. Samantha advierte que el caballo
en donde se vino Lena está pastando con otro, se baja del caballo y se
aproxima silenciosamente, cuando llega a la cima se agacha, su respiración se
pone pesada por no saber a que se deba enfrentar. En la falda de la montaña
observa a un hombre bastante grande acostado de lado en la hierba, ella se
tiende para que no la vea, él parecía estar solo <<no puede ser posible si el
caballo de Lena está aquí>>piensa. hasta que ve unos delgados brazos
moviéndose sobre el costado de aquel inmenso hombre, y la voz trémula de
Lena. Samantha queda atónita por un momento y reacciona poniendo su mano
la espada, dispuesta a enfrentar la situación, en ese mismo instante siente una
mano que la detiene sin dejarla desenvainar, ella se asusta y voltea viendo a
Christopher, también tendido en la hierba, tiene su dedo índice en los labios
indicándole que guarde silencio y con la cabeza le hace señas para que salgan
de ahí, ella duda por unos instantes y se alejan lo suficiente.
Samantha disgustada le pregunta:
- ¿Sabías esto?
-No… vi lo mismo que tú, pero… que pensabas hacer, ¿matarlos?
-Ella es una niña.
- ¿Niña? ¿Acaso eres tú una niña? ¡Si ella es mayor que tú…!
- Pero es diferente, ante el pareciera que tuviera solo diez -él asió los
hombros de ella y la mira a los ojos.
-Primero, ella no es una niña. Segundo, no te dejes llevar por las
apariencias él solo tiene 26 años, así que no exageres.
- ¡Que no exagere! es lo suficientemente mayor para aprovecharse –y se
suelta bruscamente.
-Charles no es ese tipo de persona, -dice con convicción- de hecho, es la
primera vez que lo veo tan cerca de una mujer y me sorprende que sea ella.
- ¡Es tu hermano! -Él sonríe y asienta con la cabeza. Ella deja caer su
cuerpo como si fuese mantequilla derritiéndose.
-Por qué tanta aflicción mujer, no fue que los viéramos haciendo nada
malo, es como si alguien nos viera en los termales, podría llegar a pensar que
sucede algo, pero en realidad no pasa nada. Además, ya son lo bastante
grandecitos para saber lo que hacen y pues… en algún momento a todos nos
llega la hora ¿no? -ella lo mira como si no entendiera lo que dice- mira a frisón
y Gypsy.
- ¡Es un príncipe!
- ¿Y que con eso?... mira a tu mamá, por ejemplo, no creo que ella se
imaginara que se casaría con un gran médico. -ella se pone de pie de un solo
salto y en sus ojos muestra que esas palabras le han causado gran malestar.
-Sí, ¿y que consiguió? -le grita, con sus ojos llenos de lágrimas echa a
correr, se monta en su yegua y se va a toda prisa. <<rayos, ahora que
dije>>piensa Chris. Se queda estupefacto por un momento pues no entiende su
reacción, hasta que decide ir tras ella para averiguar lo que sucede. La ve a lo
lejos camino al manantial, cuando llega, ella está de rodillas frente al agua con
sus manos en el rostro, llorando. Jamás la había visto así, al ir acercándose ella
percibe que él está allí y le dice:
-Por favor márchese, quiero estar sola. –dice.
-No puedo dejarte así -se arrodilla frente a ella, la sujeta por los brazos y la
trae hacia su pecho, ella no se quita las manos de la cara y él la rodea con sus
brazos, cierra los ojos y se sumerge en sus cabellos como si de agua se tratara,
imaginando que le pudo haber causado tanto dolor y a la vez intentando creer
que solamente es un sueño del cual no quiere despertar pues por fin la tiene
entre sus brazos. Ella esta tan sumida en su dolor que no se percata del hecho
hasta que su erótico aroma la trae a la realidad, su pecho deja de agitarse por el
llanto y pasa a hacerlo por la impresión de tenerlo tan cerca, entonces él nota
que ella está dejando de llorar.
-Lo lamento tanto… jamás debí hablar de ello. -Baja sus brazos para que
no se sienta incomoda y la observa. Ella también empieza a quitar las manos
de su rostro.
-No…, yo soy la que lo lamenta, no tenía que haber reaccionado así, soy
una tonta.
-¡Claro que no! eres… -ella avergonzada lo interrumpe.
-Con esto lo único que consigo es quedar como si me hubieran golpeado en
el rostro. -él toma su barbilla y levanta su rostro para poder verlo.
-No estás tan mal. -sonríe y se queda mirando sus ojos mientras sostiene su
pequeño rostro con sus enormes manos y con sus dedos pulgares limpia con
delicadeza sus lágrimas, ella tampoco deja de mirar los de él. Christopher
siente que algo muy fuerte lo atrae y desliza su mirada un poco más abajo
donde están sus labios que parecen fresa madura lista para ser mordida. ella
tiene su mente en blanco y cierra los ojos, su cuerpo percibe un sinfín de
sensaciones que no puede describir y solo se deja llevar. Él se va acercando
muy lentamente, su nariz roza la de ella y un débil pensamiento logra colarse
en su mente <<que estoy haciendo>> y lo hace reaccionar, abre los ojos, la
mira <<tan hermosa, no puedo creer que este deseando lo mismo que
yo>>piensa. Y con gran dolor lentamente empieza a retroceder, ella abre sus
ojos sintiéndose desconcertada, no supo en que momento su corazón se había
rendido y se siente avergonzada de que hubiera sido él quien detuviera la
situación.
- ¿Te sientes mejor? -le pregunta al verla incomoda, ella asienta con la
cabeza, Chris mira el cielo y observa la posición del sol.
- ¿Alguna vez has ido detrás de la cascada?
- ¿Qué?… no, -dice confundida. Él sujeta su mano y la lleva rápidamente,
ella opone resistencia porque están con ropa y zapatos, pero él no le presta
atención, cuando pasan la cascada hay dos grandes rocas unidas que a simple
vista parece que fuera la misma.
-Acércate… -Ella encuentra una pequeña abertura- entra. -ella con un poco
de incomodidad logra hacerlo y encuentra un hermoso lugar, totalmente
encerrado por grandes rocas cubiertas por plantas y un rayo de luz pasa atreves
de ellas dándoles un brillo extraordinario. Samantha queda en una parte de la
roca que sobresale y Chris aparece en el agua que es totalmente cristalina.
-Salta. -le dice y ella lo hace sin protestar y él la lleva al centro del lugar-
mira hacia arriba. -ella mira y ve que allí la luz y las plantas se funden y
parece que fuera el cielo, pero de color verde, muy brillante- así son tus ojos. -
ella inmediatamente lo observa y él no deja de mirar hacia arriba y siente el
deseo de darle un fuerte abrazo, pero se contiene y dice:
- ¿Alguna vez has visto el lugar desde allí? -y señala la parte de la roca en
donde estaba hace un momento.
-No, cuando me di cuenta de este lugar ya no cabía por la abertura.
- ¡Escalemos! -Él sonríe y asienta con la cabeza. Llegan al lugar y él mira
hacia abajo notando lo cristalina del agua que deja ver la arena gris que tiene
debajo y se sienta en la roca pues queda maravillado que, aunque es un sitio
pequeño desde ahí con el reflejo del sol da la impresión de ser inmenso. Ella
se sienta a su lado y señala el agua mientras dice:
-Y así son los tuyos… -él queda perplejo, tratando de contener todo lo que
siente por dentro, no la mira pues sabe que no podrá volver a evitar que algo
suceda- Christopher… -él no sale de su asombro, anhelaba tanto oír su nombre
en su hermosa voz y lo hizo justo en el momento perfecto- quiero agradecerte
todo lo que has hecho por nosotras, bueno… en especial por mí, sé que no he
hecho nada que lo amerite y ni siquiera te lo había agradecido. <<rayos, no
soporto más necesito abrazarla, en realidad necesito tanto de ella… empezado
porque quiero quitarle ese cinturón que no va con su fragilidad>> su
pensamiento es interrumpido por Samantha que se da cuenta de su reacción-
¿acaso estas sorprendido por lo que he dicho? -dice con una voz suave y él
trata de sobreponerse.
-La verdad… sí, -pasa sus dedos por sus cabellos para centrarse- no
esperaba oír algo así de ti…-intenta quitar tensión al momento- ¡ah! no me
digas, ¿acaso te has enamorado de mí? -dice burlón.
- ¡Ha!, que tonto eres. -él sonriendo, sube una pierna quedando frente a ella
y la mira.
-Solo bromeo, lo único que quiero es que sientas este valle como lo que es
“tu hogar” y confíes en que no te pasará nada, porque jamás lo permitiré. -ella
lo mira a los ojos.
- ¿Por qué?
-Porque ya has sufrido demasiado, es hora de que seas feliz y solo lo
conseguirás si confías en las personas de este lugar. -ella sonríe.
-No puedes decir jamás, porque siempre habrá cosas que se nos escapen de
las manos.
-Entonces, mientras este en mis manos no lo permitiré. -ella se arrodilla
frente a él.
-Si ese es el caso ¡ayúdame! -él levantando su ceja izquierda.
- ¿En qué estás pensando?
-Mi padre me enseñó a usar la espada, pero soy consciente que debo
entrenar más.
- ¡Mira!... Entiendo todo lo que te ha tocado pasar, pero la guerra ya
termino; no hace falta entrenar, todo eso es… cosa del pasado y si alguna vez
volviera a suceder ya te dije que estoy aquí, además ya sabes lo que pienso.
- ¿Sobre qué?
-Que las mujeres no fueron…
-Quieres que me retracte de lo que he dicho. –interrumpe. Él se coloca la
mano en la cara y se queda en silencio por un instante.
-Porque tienes la facilidad de hacer todo tan difícil… Hagamos un trato, te
ayudare como quieres, si prometes que solo veré tu espada cuando entrenemos
-lo decía con el fin de que se negará, pues rara vez estaba sin ella- ella mira su
espada y la sujeta como si se tratara de uno de sus miembros y con los ojos
aun fijos en ella dice:
-Hecho.
- ¿Qué? –dice admirado.
-Dije que lo hare, solo la tomare cuando tú lo digas. -él asienta con la
cabeza.
-Ahora salgamos pues ha empezado a oscurecer, además me urge comer
algo -pone cara de sufrimiento.
-Uhm… en mi mochila traigo algunos pinchos que me dio la señorita
Elena.
-Que esperamos. -va rápidamente y hace una fogata, ella sonríe y se
sientan frente a la fogata a asarlos, además saca una salsa de soya que ha
preparado y se lo da. El momento se hace muy agradable y la noche muy
avanzada, pero ninguno de los dos se atreve a tan siquiera mencionar la hora.
Mientras están allí, él le cuenta de los lugares donde estuvo durante la
guerra y ella también le habla del recorrido que hizo hasta llegar ahí. Chris le
pregunta con mucho tacto sobre su madre, ella queda inmóvil y con sus ojos
fijos en el fuego.
-Alguna vez, una persona muy sabia me dijo que había cosas que eran
mejor dejarlas salir para que no nos atormenten. -ella continúa con sus ojos
fijos en el fuego mientras dice:
-Mi padre me conto que cuando era muy joven se había marchado de su
pueblo en busca de su sueño, ser el mejor médico para ayudar a su comunidad
ya que todo se lo dejaban a sus dioses, perdiéndose así muchas vidas
incluyendo la de sus propios padres, así que se fue a estudiar en la escuela de
mont pellier. Con el tiempo se dio cuenta que la teoría no era suficiente para
encontrar la solución a ciertas enfermedades, entonces decidió viajar para
aprender los métodos que utilizaban las personas en diferentes lugares y de esa
manera descubrir cuál era la mejor técnica, durante treinta años lo hizo así.
En estos viajes aprendió, además, que la creencia en esos dioses era
inconsistente, por ejemplo, adoran a Drustán el que según ellos es su dios más
poderoso, sacrificándole sus hijos y mujeres vírgenes, pero entre sus mismos
adoradores guerrean, entonces ¿A cuál favorecerá Drustán? Eso era lo que
siempre me decía. Ya con cincuenta años decidió regresar a su tierra natal,
estaba muy cansado para seguir viajando, pero decide ir a una última
población que queda entre las montañas del sur, bastante retiradas dijo. Le
habían dicho que allí vivían personas muy sabias en lo que tenía que ver con
las plantas medicinales. Antes de llegar toma un baño en un rio cercano a esta
población, sale del agua, se pone su ropa y se empieza a rasurarse cuando ve
que del agua sale una mujer joven, por un momento se le cruza por la cabeza
que es una ninfa… aunque, él no creía en esto, -él recuerda que le pasó
prácticamente lo mismo- ella era tan diferente a las mujeres que él había visto,
su piel como la nieve, su cabello como el fuego y sus ojos como la piedra de
jade, él sintió que esa mujer era la que tanto había esperado su alma, entonces
la tomó y vivió su idilio. Con el tiempo se da cuenta que ella está encinta y
decide que es hora de regresar con los suyos y darle la oportunidad a esa
criatura de crecer con sus familiares ya que allí ella tampoco tiene parentela.
El viaje es muy largo y lo es aún más en su estado, antes de llegar a su
destino ella da a luz a una niña, aunque pudiera decirse que era igual a su
madre, sus ojos y su cabello eran más oscuros y sobre su nariz parecía que
alguien hubiera puesto trocitos de chocolate…. -sonríen por el dicho- eso
decía él.
Llegan a su nación y él se da cuenta que muy pocas cosas habían cambiado
a pesar de todos los años que habían transcurrido y empieza a buscar a sus
hermanos y otros familiares sin percatarse que a medida que entran al pueblo
las personas los observaban y se van acercando lentamente. Por fin él
encuentra a su hermano menor a quien corre a saludar, su mujer se queda allí
de pie sosteniendo una cesta, mi padre abre sus brazos para saludar a su
hermano y este en cambio lo empuja diciéndole que aparte de que los había
abandonado, traía la desgracia a su pueblo. Mi padre desesperado le dice que
no entiende lo que está diciendo, que él viene a traerles bienestar, su hermano
lo golpea y arroja al suelo y ve que todos se van encima de su mujer, su
hermano dice algo que él había olvidado “Isis”.
Ellos eran adoradores de Drustán y según dice una leyenda, a Drustán le
encanta estar con mujeres humanas sobre todo vírgenes. Una diosa de nombre
Iris que es mitad humana y mitad pez que vive en los ríos y océanos, cansada
de su conducta, toma totalmente forma humana, sabía que así iba a ser
irresistible para él, con su cabello de fuego y sus ojos, dos grandes esmeraldas,
ya que Drustán es de cabello y ojos de fuego… y lo logra. Seduce a Drustán y
se aprovecha de su enamoramiento para encerrarlo, ocasionando con eso que
todos los adoradores de él pierdan la guerra y terminen esclavizados por
pueblos con otros dioses.
- ¿Así que su forma de librar a Drustán es acabando con todas las mujeres
de cabello color de fuego que se cruzan en su camino? Que insensatez… ¿y tu
padre que hizo?
-Mi padre saco su espada y empezó a luchar contra ellos, pero estaba
rodeado y eran demasiados, mi madre gritaba con desesperación su nombre.
Cuando él ve caer la cesta al suelo, la toma rápidamente, y con una mano
ocupada ya era muy poco lo que podía hacer. Mi madre le decía que salvara a
Samantha su pequeña hija -las lágrimas brotaban de sus ojos- que
inocentemente dormía en la cesta desconociendo lo que sucedía a su alrededor
-Chris se levanta y le coloca su abrigo en los hombros y se sienta a su lado,
pasa su brazo izquierdo por enfrente de ella colocando su mano en su hombro
derecho y la acerca a su pecho, ella recuesta su cabeza en su brazo, suspira con
fuerza- él hace un último esfuerzo, pero de nada sirve así que huye. cuando se
aleja lo suficiente ve cómo sale humo del lugar donde había quedado a mi
madre, entendiendo con eso cual había sido su final y toda su vida vivió
temiendo que fuera el mío.
¡No quiero que sientas lastima por mí! -él mira su rostro de perfil
tiernamente.
-La lástima es para los perros, yo en cambio amo los gatos… -Ella sonríe-
Ojalá tu padre hubiera recordado la invitación de mi padre, ¡todo hubiera sido
tan diferente! -ella da otro suspiro.
-Creo que sí lo hizo, porque si estoy aquí fue gracias a las indicaciones que
él me dio… y ahora que ya dejé salir lo que me atormenta… ¿que me dices de
tu sueño? -él con su mano derecha acaricia su cabello y le dice:
-Desde que me hicieron la herida que tengo en el pecho he tenido la misma
pesadilla… estoy en medio de la guerra y siento que no tengo ningún control
sobre mí, estoy allí como un simple espectador de las cosas increíbles que
hago. Veo como avanzo sin que nadie pueda detenerme, cuando de pronto
empiezo a atacar a mí propia gente, grito para que alguien me detenga, pero de
mis labios no salen sonidos, de hecho, ni siquiera se mueven. Cuando veo que
charles se pone frente a mí le grito que me ayude pero es inútil, no puede
oírme pero yo sí puedo ver su mirada de confusión y desesperación mientras
grita Chris, Chris y no puede prevalecer, mi espada empieza a penetrar en él,
despierto con la horrible sensación de que fue verdad y no pude hacer nada… -
ella le abraza fuerte el brazo con el que la sostiene, sin decir nada- por eso,
cuando empecé a mejorar me propuse dejar de usar la espada y mi principal
arma llego a ser el arco.
- ¡Me encantaría aprender a usar el arco! –él sonríe.
- ¡Claro que te enseñare! -sigue acariciando su cabello hasta que a ella la
vence el sueño, con mucho cuidado se acuesta y la acomoda en su hombro
derecho, la tapa bien con su abrigo y también se duerme.
Varias horas después, ella abre los ojos, ve que está sobre su pecho y
lentamente se levanta. Él está profundamente dormido, ella acaricia su mejilla
le da un beso en ella, lo cubre con su abrigo y se baña, se alista, toma su yegua
alejándose en silencio para no despertarlo y se va a casa. Él despierta y nota su
ausencia, también se baña, se alista, luego se dirige al palacio a cambiarse.
Cuando llega, lo espera muy enojado Charles.
- ¿En dónde pasaste la noche? –le pregunta. Christopher lo mira y sonríe.
-No pienso esperar más, Charles… la necesito junto a mí.
-Quieres decir que tú y ella ya…
- ¡Claro que no! jamás la deshonraría de esa manera, lo que siento por ella
es mucho más que eso, solo quiero que al mirarla ella sepa porqué lo hago,
quiero decirle todo lo que siento cuando está cerca y lo que estoy dispuesto a
hacer para poseerla… Charles no permitiré que nadie se me adelante.
-Te entiendo hermano, pero sabes que estamos hablando de algo muy serio,
ni siquiera has cumplido un año.
-Lo sé, lo sé… necesito pensar, tal vez si hablo con papá él pueda hacer
algo, pero no la perderé. ¡Oye a propósito! … ¿porqué no me habías hablado
de Lena? -Charles queda helado.
- ¿Lena? ...yo… solo nos estamos conociendo.
-Pues si es así, mejor conócela en su casa como es apropiado, habla con
Samantha quien es la que cuida de ella, se lo merece…
-Sí… lo he querido hacer… -se rasca la cabeza- pero… necesito que me
ayudes con eso. -Chris suelta la carcajada.
-Ya lo creo, espera me cambio y vamos.
- ¿qué?... ¿Ahora? -Christopher asienta con la cabeza y entra al palacio.
***
Christopher y Charles llegan a la casa de Samantha, ella está terminando el
desayuno, Christopher saluda y pregunta si puede pasar.
- ¡Vaya! Eso sí que es novedad ¿tú, pidiendo permiso? -dice Samantha.
-Es que invité a alguien, espero que no sea una molestia. -Samantha está
dándoles la espalda.
-Christopher no soy tu criada, lo sabes ¿verdad? -suena como si estuviera
enojada y Charles tiene una cara de horror.
-Sé que eres una mujer muy ocupada, ¿porqué no le dices a Lena que te
ayude? ya es hora de que aprenda las cosas que debe hacer ¿no lo crees? -ella
tiene un cuchillo en la mano y dice al mismo tiempo que voltea:
-Ya sabes que… -abre enormemente los ojos- ¿porqué lo has traído a esta
casa? -señalando a Charles con el cuchillo, este se levanta de la silla de un
brinco.
-Sam, cálmate por favor… él me pidió que lo trajera y ya veo porqué no se
había atrevido a hablarte, la verdad ¡das miedo! -Ella mira su mano, nota que
tiene el cuchillo y lo pone sobre la mesa.
- ¿Qué desea?
-Primero… presentarme, pues no he tenido la oportunidad… -Charles
arrastra cada palabra.
-No necesita hacerlo, ya sé quién es y me imagino que usted sabe
perfectamente quién soy, más bien…-señala la silla- siéntese, permítame servir
el desayuno y podrá decirme lo que guste. -Charles la obedece, ella sirve y
también se sienta.
- ¿Qué es lo que desea exactamente?
-Quiero… pedir su permiso para… visitar a Lena.
- ¿Con qué intención?
-Conocerla mejor.
- ¿Ella sabe de esto?
-Pues… alguna vez se lo mencioné, pero dijo que no tenía sentido porque
usted nunca lo permitiría, ya que parece que no le gustan las visitas… o algo
así.
- ¿O algo así? ¡si esta también es su casa! es solo que me gusta ser realista,
¿es usted consciente de que ella no es de su mismo “nivel”?
- ¿A qué se refiere?
-Si llega a morir su padre y él… -señala a Christopher- usted sería el rey,
¿no es así?
-En teoría sí.
-Lena no es ni siquiera de esta nación, ¿Qué cree que pasará entonces?
-Estás equivocada… -interviene Christopher- desde el momento que
aceptó nuestras leyes y a nuestro Dios, Lena es Abadonita como nosotros así
que nadie podrá oponerse a que ellos puedan tener algo, aun él siendo rey.
Hubiera sido otro el caso si fuera una mujer, ahí sí le tocaría por conveniencia.
–Samantha respira profundamente.
-Tengo reglas, si está dispuesto a obedecerlas bienvenido, si no, se irá y la
dejará en paz.
-Está bien.
-Esperemos que ella lo apruebe y le diré cuales son. -se levanta y recoge
los platos.
- ¿sabías que le gusta dormir hasta tarde y que se levanta de mal humor? -
Christopher le susurra a Charles y este abre los ojos sorprendido, Christopher
le hace señas para que espere y vea, va a la escalera y empieza a gritar:
-Oye, Lena… Lena… Lena…
-Qué quieres –grita ella. -Christopher sonríe mirando a Charles y este está
tan apenado que apenas puede respirar.
-Samantha se irá conmigo a trabajar así que baja para que nos tengas listo
el almuerzo a los tres.
- ¡Qué crees!, no soy tu sierva.
- ¡Ah…! ¿pero ella sí te tiene que atender? y ¿así es como agradeces? -
Lena abre la puerta y sale con una almohada en su mano.
- ¡No te metas en lo que no te importa! -grita y se alista para tirarle la
almohada cuando de reojo ve esa enorme figura que la contempla desde abajo
y sufre un sobresalto, pega un grito y entra a su cuarto. Christopher no para de
reír mientras que Charles se siente mucho más apenado.
-A veces te comportas como un niño. –dice Samantha, pero en realidad
disfruta viéndolo así.
-Lo siento… no pude evitarlo, además es bueno que Charles vea la realidad
y si le gusta que continúe, ¿no te parece? -y le grita nuevamente a Lena:
-Ya sabes, vendremos los tres a almorzar -y se van.
Al volver, efectivamente Lena les tiene preparado el almuerzo, se disculpa
con Charles, él sonríe y le dice que no tenga cuidado. Los meses corren
rápidamente y los tres siguen trabajando en la construcción del hospital
además de otros avances que tiene el reino en general, Lena se encarga de la
casa y empieza a mostrarse más animada.
La actitud con que Christopher maneja los asuntos hace que los Abadonitas
prosperen rápidamente. El rey se siente muy orgulloso de sus hijos y la unidad
de la cual disfruta su nación desde que Roy y Charlot no están cerca.

CAP. 7

Tres años después…


Samantha se encuentra en el hospital que ya lleva seis meses de haberse
inaugurado, ella ha estado muy ocupada desde entonces y solo ha visto a
Christopher los sábados en la lectura de la ley. Él ha estado trabajando en un
nuevo proyecto, que inició al concluir el hospital.
Cayendo la tarde llegan tres hombres que trabajan con él, uno de ellos con
una pierna lastimada.
- ¿Qué sucedió? - pregunta y ellos le dicen:
- Se cayó de la parte alta de una estructura que estamos haciendo.
-Entonces eres muy afortunado pues no ha sido grave -Ellos se miran.
-Lo fue, -responde uno de ellos- porque Christopher estaba cerca y soporto
su caída, de lo contrario no estaríamos aquí sino preparando su funeral.
-Y a él… ¿no le pasó nada? -preguntó ella, observando que el hombre era
bastante alto y fornido.
-Pues, al principio pensé que sí, ya que fue bastante fuerte el impacto que
tuve contra su pecho, pero se puso de pie, ordenó que me trajeran acá y él se
fue con Charles. -ella atiende al hombre, toma sus cosas y se va directo al
palacio pues presiente que Christopher está lastimado.
La guardia avisa a Charles de su llegada, este se asombra pues ella nunca
había ido hasta allá y le dice:
- ¿Pasa algo?
-Eso es lo que vengo a ver, ¿dónde está Chris?
-En sus aposentos…
- ¿Está lastimado?
-Lo vi algo adolorido, pero dijo que estaba bien y se ha encerrado
temprano pidiendo que no lo molestaran.
- ¿No te parecía extraño?
-Bueno… no, lo cierto es que ha venido trabajando mucho y pensé que era
justo que se diera un descanso
- ¿Dónde está su habitación?
-No estoy muy seguro si deba llevarte allí.
-Charles, -objeta- esta no es una visita social, debo asegurarme de que él
esté bien. -él asienta con la cabeza e inmediatamente la lleva frente a la puerta
de Chris y se va. Ella toca la puerta y oye que Chris grita:
- ¡Qué rayos!, qué parte de no molestar no entendieron. -ella abre la puerta
y entra.
-Lo siento, no estaba cuando lo pediste. -él, que estaba acostado, muy
asombrado se sienta, aunque con alguna dificultad busca la cobija y se
envuelve de la cintura para bajo porque se encuentra totalmente desnudo.
- ¿cuál es el motivo de tu asombro…? si es porque estás desnudo,
tranquilo, no estoy viendo más de lo que ya he visto. Y enciende un candelero
que hay sobre la mesa.
- ¿Que…que rayos haces aquí?
-Bueno, como no has vuelto al hospital ni a mi casa me dije… aprovecharé
que salí temprano e iré a visitar a un amigo para ver cómo está.
-Te lo agradezco… pero como verás no estoy en un buen momento para
atenderte, además, estoy algo cansado. -ella se acerca muy seductoramente
tocando las cosas con sus dedos.
- ¿De verdad? ¿así de fácil me rechazarás? -él se queda inmóvil al ver que
se aproxima, ella se detiene frente a él-
¿Acaso estás nervioso?, tarde o temprano esto tenía que pasar ¿no crees?...
pensé que ibas a sentirte complacido al verme aquí… prometo no
demorarme… solo necesito que respires profundo y te quedes quieto.
- ¿Acaso estás jugando conmigo…? ¿qué pretendes?
-Oye, pensé que confiabas en mí.
-Claro, por eso sé que te traes algo –ella sonríe.
-Si confías, por favor haz lo que te digo -con mucho esfuerzo respira
profundo, ella inclina su cabeza y nota que tiene un hematoma en el costado
izquierdo, pone su oído y escucha un chasquido. Su presentimiento era
correcto, sus costillas están fracturadas y hacen fricción.
- ¿Quién te dijo…? -Ella lo mira a los ojos.
- ¿Has escupido con sangre?
-No. -ella pone su mano en el lugar afectado y él suelta un gemido.
- ¿Cómo es posible que te estés aguantando el dolor por no ir al hospital?
- ¿De qué hablas?
-Te duele al respirar ¿no es así?”
-Solo un poco… pero mañana estaré bien.
- ¿Por qué no fuiste a buscarme?
-Has estado muy ocupada y no quiero molestarte.
-Chris… tú hiciste posible la existencia de ese hospital, ¿cómo puedes
decir que tu presencia allí es una molestia para mí?
- ¡Te equivocas…! ese lugar existe por ti y por lo visto eso era lo que
necesitabas para sentirte feliz, así que cuál debería ser mi excusa para ir…
¿esto?
-Nunca necesitarás una excusa -pone la mano en su mejilla- porque no hay
nada que pueda hacerme más feliz… que ver tus hermosos ojos. -y sonríe.
-No deberías decir eso ante un hombre que está desnudo -él sabía que no se
le estaba insinuando, era la confianza que habían adquirido con los años.
-Si fueras cualquier hombre tal vez nunca lo haría.
- ¿Estás diciendo que soy raro y que no siento lo que siente un hombre?
-Claro que no, solo digo que confío en ti porque tú no te dejas llevar por
esas cosas. -él agarra sus manos y la mira a los ojos.
-Soy un hombre y tú, una mujer muy hermosa, así que no deberías
confiarte.
-Bueno, si no puedo confiar en eso, entonces inténtalo. -él alza su ceja
izquierda.
- ¿Me estás retando? Sabes… elegí este lugar porque es uno de las más
retirados… lo que suceda aquí muy difícilmente lo oirán.
-Qué miedo… -simula temblar- quiero ver qué tanta es tu virilidad con dos
costillas fracturadas. -él la suelta.
- ¿Qué?... -ella va en busca de sus cosas, toma una almohada pequeña, la
coloca donde está la fractura y le dice que se sostenga el cabello ya que su
trenza le llega un poco más abajo de la cintura, mientras le pone unas vendas.
-Ahora cámbiate, porque nos vamos al hospital para atenderte mejor.
-No, aquí estaré bien, además tengo que madrugar para hacer algunas
cosas, se acerca la temporada más fría del invierno y ya no podremos trabajar -
ella pone las dos manos en el rostro de Chris.
-Pues… te tengo una muy mala noticia, por lo menos son seis semanas en
las cuales no podrás hacer mayor cosa, y eso… si te cuidas.
- ¿Estás bromeando?
-No bromeo con estas cosas, deberías agradecer que paso ahora y que no se
notara el tiempo de reposo a causa del invierno, cámbiate por favor. -ella da
vuelta y queda frente a un enorme cuadro de una mujer tocando un arpa, lo
observa por unos segundos y le pregunta quién es.
-Es mi madre.
- ¡Vaya…! sí que te pareces a ella.
-Sí, eso dicen.
-Era muy hermosa, qué bueno que tengas algo para recordarla.
-Sí, puede decirse que soy afortunado, aunque tú no te quedas atrás.
-Yo… ¿por qué? Ojalá tuviera algo así para recordar a la mía. -él se acerca
y le pasa un espejo.
-Si siendo un hombre y me parezco mucho a mi madre, tú… quitándote
algunos pequeños detalles debes ser idéntica a la tuya. -ella se mira en el
espejo y sonríe.
-Por favor, ¿puedes ayudarme con las botas? están en el armario del baño. -
ella entra y ve que por sí sola su habitación ya era enorme y lujosa y el baño
parece otra habitación, está amueblada y tiene una gran bañera. Ve otra puerta,
la abre y es un armario bastante espacioso con trajes de hombre muy elegantes
de diversos colores y estilos, cualquier cantidad de botas, abrigos, todo limpio
y muy bien ordenado, ella queda anonadada.
- ¿A cuál de ellas te refieres? –le pregunta.
-A las que están cerca a la puerta, por favor. -ella las mira y ve que son las
que siempre se coloca, de hecho, están bastante desgastadas, se las lleva y lo
ayuda a colocárselas.
-Deben ser tus favoritas.
- ¿Lo dices por lo que viste en el armario? -ella asienta con la cabeza.
- ¿Por qué no te vistes así?
-Solía hacerlo antes de la guerra, pero ahora la mayoría de esos trajes ya no
me quedan, había pensado regalarlos en este invierno cuando tuviera un poco
de tiempo.
- ¿Qué más quieres llevar?
-Tranquila… después le digo a Charles que lleve mis cosas -ella mira hacia
una esquina, ve un arpa y se acerca a ella.
- ¿Entonces, lo que dicen por ahí es cierto?
- ¿Qué es lo que dicen?
-Que eres muy bueno tocando el arpa, además de otros instrumentos -sabía
que tarde o temprano tenía que responder sus preguntas, pero esperaba que
sucediera cuando pudiera hablarle con franqueza.
-Sí, antes tenía mucho tiempo para hacerlo. –y salen de la habitación.
-Tendremos que caminar, porque en tu condición no es bueno ir a caballo.
-No es posible… nos tomaría mucho tiempo y con esta temperatura, ni de
broma.
- Entonces… ¿qué sugiere el señor? -él llama a un lacayo y le dice:
-Busca al encargado de los caballos y dile que aliste un carruaje -el criado
asienta con la cabeza y sale de inmediato, ella queda pensativa, en todo este
tiempo pocas veces ha visto a Chris como lo que es, “un príncipe” pues él
siempre se comporta como los demás.
-Perfecto, entonces te espero allá. -dice apenada.
-Claro que no, tu vendrás conmigo.
- ¿Porqué he de hacerlo? -ella sabía que no era su lugar.
-Porque ya es tarde y no te dejaré ir sola…-quejándose- además estoy muy
grave así que tendrás que asegurarte de que llegue con vida. -ella sonríe, se
suben al carruaje y le dice al conductor que vaya con mucho cuidado. Él se
sienta, pero se ve algo incómodo, ella le ayuda a subir las piernas a la silla de
al frente, se sienta en la otra esquina y le dice que se recueste en sus piernas, él
duda por un momento y lo hace.
- ¿Qué más te han dicho de mí?
-Bueno, realmente no es que me lo digan, simplemente las personas suelen
comentar y de casualidad estoy por ahí.
-Entonces, ¿qué es lo que la gente comenta?
-Que has dejado de hacer muchas cosas que al parecer te gustaban y ahora
te dedicas a otras.
-Es verdad, pero creo que todos vivimos etapas…
-Pero… ¿por qué cambiar tan radicalmente?
-No cambié radicalmente, es solo que ellos me vieron ir a la guerra siendo
un niño y volví siendo un hombre, no me extraña que no asimilen mis
cambios.
-Entonces… ¿ya no te gusta la música, ni los bailes, ni vestir bien…? -él
sonríe.
-Claro que me gusta, pero no es lo único que necesito para sentirme bien,
verás… cuando era adolescente me esforzaba mucho por ser intachable, como
era el hijo del rey, debía tener la mejor ropa, los mejores lugares, estaba en los
mejores círculos sociales…cosas así.
-En otras palabras, eras igual a Charlot.
-Sí, por eso todos pensaban que me casaría con ella.
-Tu padre y Charles ¿qué te decían por ser así? …porque no los veo a ellos
en ese plan.
-Mi padre… ¿qué me podía decir? en realidad en ese momento no dañaba a
nadie, claro que yo…
- ¿Qué?... -lo toma de la mano
-Bueno es que… me avergüenza lo que diré…
-Porqué te va avergonzar hablar conmigo -era irónico que lo dijera, cuando
lo único que quería era que ella lo amara y respetara por lo que era, dejando de
lado el pasado. Sin embargo, había cosas que debían decirse y entre más
rápido mejor, además, estaba seguro de que ya lo había oído.
-En ese entonces era como Marcus, no tenía casi masa muscular, así que el
parecido con mi madre era muchísimo a pesar de que usaba el cabello corto,
entonces… me apena decirlo, pero… utilizaba eso para manipular a mi padre
y conseguir lo que quería, aunque por lo general no era alguien imprudente. A
diferencia de Charles que era muy impulsivo y mi padre siempre tenía que
estar pendiente de él, su celo por la justicia no le permitía pensar y a veces se
dejaba llevar muy rápidamente por la apariencia de las cosas, aun así, la
nación lo amaba porque él siempre estaba pendiente de lo que sucedía, le
encantaba estar con los cultivadores y ganaderos, situación por la cual llegué a
menospreciarlo, así que puede decirse que en ese tiempo había rivalidad entre
los dos.
- Eras un niño consentido, el niño de papá en otras palabras.
- Quién lo creería ¿verdad? -sonríen.
- ¿Cómo fue posible entonces que fueras a la guerra con tal actitud? –el
carruaje se detiene.
-parece que llegamos.
***
Efectivamente habían llegado, ella lo ayuda a levantarse, se bajan del
carruaje y entran en el hospital donde la mayoría duerme y los recibe Catalina,
una mujer que no era Abadonita, pero voluntariamente ayudaba allí.
-Samantha pensé que estabas en casa descansando, me contaron que hoy
fue un día muy duro.
-Sí, lo fué… ayúdame a acomodar la habitación que está al frente de mi
lugar.
- ¿Donde está la cama especial?
-Sí, por favor.
- ¿A qué se refiere con especial? –pregunta Chris.
-Es una cama que mandé hacer, puede levantarse para que la persona no
quede totalmente recta, ideal para ti en estos momentos. -llegan a la habitación
y ella ajusta la cama de tal forma que él quede casi sentado.
-Sube por favor -y le ayuda a quitar las botas.
-Te ayudaré a quitarte la camisa, pues debo aplicar compresas de hielo para
reducir el dolor y la hinchazón -Catalina llega y le pregunta si la ayuda en
algo.
-Yo me encargo, gracias… -empieza a preparar todo y le da un
medicamento para el dolor.
-Debes darle gracias a Dios que no implicó lesiones a los pulmones.
-Y de que estés aquí para ayudarme -ella sonríe y asienta con la cabeza.
-Como me demoraré un poco haciendo esto, puedes continuar con lo que
estabas contándome.
-Parece que tendré tiempo para eso, así que es tu turno.
- ¿Qué quieres saber?
-No sé, algo que te haya sucedido en la niñez. -quería saber todo de ella,
pero ya tendría tiempo para eso.
-Bueno… recuerdo que por algún tiempo mi padre pintaba mi cabello.
- ¿De verdad?, ¿de qué color?
-Negro, ya que era el único color que lograba tapar el mío…
- ¿Porqué haría algo así?
-Nos habíamos adentrado al territorio de los Nirvianos, ellos son fervientes
adoradores de Drustán.
-Eso suena bastante lejos
-Sí, al principio mi padre me cubría diciendo que iba a ser sacerdotisa, pero
se llenó de temor y prefirió pintarme el cabello porque ellos eran bárbaros, sus
sacerdotes eran los únicos que aprendían a leer y el resto hacia lo que ellos
decían incluyendo al rey. Este estaba muy encariñado con mi padre porque lo
había ayudado con varios problemas de salud. Recuerdo que tenía un hijo, su
primogénito que según su costumbre debía ser sacrificado, pero debido a su
apariencia lo catalogaron como hijo de Drustán.
-Y… ¿cómo era?
-Era un niño un poco mayor que yo… si mal no recuerdo su cabello era
naranja y sus ojos amarillos.
- ¡Jamás he visto a alguien así!
-Según recuerdo no se le permitía jugar como a los otros niños porque él
era un dios y debía ser igual a su padre, así que lo entrenaban para ser un
guerrero. Una noche me le escapé a mi padre y fui al río, me senté en una roca
y metí mis pies en el agua, entonces oí esa voz áspera que me preguntaba qué
hacía, di vuelta para ver quién era y allí estaba ese niño cuyo cabello lo hacía
ver como una antorcha viviente.
- ¿Estás de broma? -ella ríe.
-Nooo, desde ese día nos veíamos todas las noches a orillas del río donde
jugábamos… también le enseñé a leer y aprendió muy rápido, su ejemplo me
enseñó que nunca debía rendirme cuando realmente quisiera algo. Lo cohibían
de tantas cosas que me di cuenta de que lo que pasaba cada vez que me veían
el color de mi cabello no era nada para la vida que a él le tocaría llevar. Al
menos yo había hecho muchas cosas que me gustaban, pero él… ni esperanza
tenía de poder ver más allá de lo que ellos le permitieran hacerlo y, sin
embargo, todas las noches se escapaba para recobrar un poco de la humanidad
que querían robarle, nunca olvidaré su mirada inquisitiva y profunda.
- ¿Y qué paso con él?
-Como me di cuenta de que no debía temer a ser diferente, le dije a papá
que no me volvería a pintar el cabello, y fue cuando me dijo que me llevaría a
un lugar donde no les importaría mi raza y que, aunque estaba muy lejos valía
la pena intentarlo, entonces… fui esa última noche a verlo en el río, le dije que
me marcharía, me miró a los ojos como si buscara algo y dijo que sin importar
dónde estuviera me hallaría. Es imposible le dije, me iré muy lejos, además,
hay algo que me hace diferente y aunque llegaras a encontrarme no me
reconocerías. Él se acercó y me dijo, tus ojos no cambiarán ¿verdad?, le dije…
no lo creo y dijo, tus ojos me llevarán a ti y te encontraré así se me vaya toda
la vida, es una promesa –agacha la cara, menea la cabeza y sonríe - y nos
casaremos. Algo dramático ¿no crees? Y no lo volví a ver más -él se queda
pensativo por unos segundos.
- ¿Crees que lo hará?
- ¿Qué?
-Que cumpla su promesa.
-Por favor, claro que no… ya han pasado más de diez años, como dije
éramos niños, ya incluso debió haberlo olvidado.
-si lo hiciera, sería una gran muestra de amor -le dijo mirándola a los ojos.
-Si lo hiciera quiere decir que es tan feo y está tan desesperado que tuvo
que buscarme -él sonríe.
-Yo lo haría. -ella lo mira a los ojos.
- ¿Por qué lo dices? -él intenta evadir la situación.
-Eh… siempre se debe cumplir con lo que se promete sin importar las
consecuencias.
-Gracias por lo que merezco, pero la verdad, no me gustaría que lo hiciera.
- ¿Por qué?
-Porque posiblemente me asesinaría antes de saber quién soy -los dos se
ríen.
–En eso tienes razón, pero… si invierte tanto tiempo en buscarte, es porque
te ama y tu cabello no será un impedimento para que pueda reconocerte.
-Ya terminé… te dejaré descansar porque ya el sueño nos está haciendo
hablar necedad. -y lo cubre con una cobija. Él sonríe y agarra su mano.
- ¿recuerdas su nombre?
-Tristán, ese es su nombre.
-Espero que Tristán no sea un hombre de palabra… gracias por todo. -Ella
sonríe.
-Descansa -y se va a una habitación que Christopher le había hecho a ella
para cuando le tocara quedarse.
Transcurren varios días, Christopher puede ver de cerca el trabajo que
realiza Samantha y se siente muy complacido, camina por los pasillos tratando
de ayudar y aunque hay días tristes por cosas que no se pueden remediar,
también hay días dichosos donde se han hecho muchas cosas posibles.
Ha pasado la temporada más fría del invierno, en este día Samantha no ha
podido ir a ver a Christopher, pues ha estado bastante atareada. La noche
avanza y Christopher está leyendo, esperando a que aparezca Samantha,
cuando siente que están abriendo la puerta, se hace el dormido pensando que
por fin había llegado, siente que alguien se acerca, apaga la luz del candelero,
le quita suavemente la cobija con la que está cubierto y dos manos se posan
sobre su abdomen y empiezan a acariciarlo, lentamente suben hasta su pecho,
él abre los ojos pero no ve absolutamente nada, aunque está excitado percibe
su aroma y se da cuenta de que no es el de Samantha, agarra las manos que ya
van en su cuello para detener su avance y siente que pasa una pierna por
encima de él, justo en ese momento la puerta se abre nuevamente y la luz que
viene de afuera alumbra lo que realmente pasa… es Catalina totalmente
desnuda encima de él, acto seguido se oye la voz de Samantha:
-Siento interrumpir. -mientras cierra nuevamente la puerta. Él enojado tira
a la cama a Catalina y le tira la cobija.
- ¡Pero…! ¿qué pasa contigo?
-Quería que pasáramos un rato agradable.
- ¿Un rato agradable? ¿Acaso estás loca…? ¡sabes qué… después
hablamos! -y sale en busca de Samantha quien ya se ha encerrado en la
habitación, él toca y toca, pero ella no responde, no le queda más remedio que
sentarse al lado de la puerta en silencio y allí espera un largo rato -cuando ya
se ha calmado, Samantha abre la puerta y lo ve ahí sentado.
- ¿Qué rayos haces…?, ¿acaso quieres lastimarte? aunque por lo que vi ya
estás bastante mejor -él se levanta y mira sus ojos que se ven como si hubiera
llorado.
-Te juro que yo no hice nada.
-Qué pena, lamento haber interrumpido.
- ¡No…! cuando llegaste yo… -ella lo interrumpe.
- ¿Sabes qué? es tu vida y puedes hacer con ella lo que se te dé la gana y
con quien se te dé la regalada gana, la verdad no me importa.
-Si no te importa, por qué llorabas.
- ¡Ha!, qué vanidoso eres, no lloraba, me quedé dormida boca abajo con el
brazo en el rostro, por eso tengo los ojos así, y si no te abrí fue simplemente
porque sentí un poco de decepción ya que creí que eras diferente.
-Vuelves con el tema de que soy diferente… ¿en qué sentido? ¿acaso crees
que no me gustan las mujeres o algo así? -ella se enfurece.
-Claro que sé que te gustan las mujeres, pero no creí que te ibas acostando
con cualquiera que se te pusiera en frente.
-Si fuera el caso, ¿no lo habría intentado contigo? -ella se altera mucho
más.
-Pero… ¿quién crees que soy?
- ¿Y quién crees tú que soy?
-Puede que no sea tu tipo…
-Si jamás lo he intentado, es porque tengo razones para no hacerlo.
-acaso… ¿qué es lo que insinúas?
-Que… yo… -camina por el pasillo- ¡que yo te estaba esperando! y luego
sentí que alguien llegó, creí que eras tú y me hice el dormido para molestarte y
por eso no me percate de lo que realmente estaba ocurriendo, ahora piensa…
si era a ti a quien esperaba ¿cómo iba a imaginar que algo como eso
sucedería? Cuando quise reaccionar tu abriste la puerta, además ella no es
Abadonita, cómo puedes si quiera pensar que podría tener algo con ella, ¡es tu
culpa que hubiera estado en esa situación…!
- ¿Mi culpa?
-Sí, tu culpa… lo que hagan las personas que estén a tu cargo es tu
responsabilidad. Yo, respondo por los míos y ella no tiene nada que ver
conmigo. –ella agacha la cabeza.
-Lo siento… sé que ella no tiene respeto por la ley de Abadón y que si está
aquí es porque yo se lo permití y no he puesto normas en cuanto a eso.
También estuve muy ocupada y no había podido ir a verte.
-Lo sé, pero sabía que irías.
-Vamos… te atenderé ahora -Llegan a la habitación, y él se acuesta- tose
con fuerza, por favor.
-No duele casi ¿verdad?
-Así es, has cuidado muy bien de mí.
- Puedes irte a casa mañana, todavía no hagas fuerzas exageradas ni
movimientos bruscos, pero estarás bien, así que tendrás que contarme esta
noche lo que quedó pendiente. -él sonríe.
-Está bien… uh… déjame recordar por dónde iba… ¡ahhh! cuando se supo
que era inminente que nuestra nación iría a la guerra, Charles me dijo
irónicamente que tanto que menospreciaba a los que trabajaban el campo y
eran ellos los que iban a dar su vida para salvar mi pellejo, eso me hizo pensar
que yo había recibido la preparación suficiente para ir y hacer frente a la
lucha… ¡no podía esperar que otros hicieran lo que me correspondía!
-Entonces lo hiciste por orgullo.
-Era lo que pensaba en ese momento, pero todo cambió tras lo que me dijo
mi padre, a quien no le gustó la idea de que quisiera ir. Me dijo que la victoria
en una guerra no dependía de un solo hombre, sino de que todos llegaran a ser
uno y para ello debía sentir que la vida de ellos era tan importante como la mía
y ellos debían sentir lo mismo por mí, hasta estar dispuestos a entregar sus
vidas por mí, así que mi padre me sugirió que hiciera algo para que la nación
me viera como parte de ellos y él me permitiría ir. Sé que él pensó que no lo
lograría.
- ¿Y Qué hiciste?
-Durante algunos días pensé y pensé, pero no lograba hallar nada que
hiciera que la nación en general sintiera el aprecio que les tenía. Un día me
asomé por la terraza y vi cómo las mujeres tenían que esperar a las afueras del
pueblo a que los hombres sacaran agua para los cultivos y el ganado, para
poder traer agua para sus casas.
Al día siguiente me levanté muy temprano, les pregunté porque no había
un pozo más cerca y dijeron que los hombres decían que no tenían tiempo para
hacer otro pozo, miré desde el castillo dónde sería oportuno un pozo y vi la
plaza pública.
- ¿Tú hiciste ese pozo?
-Al principio cuando me vieron trabajando en ello completamente, solo
pensaron que me había enloquecido, mi padre y Charles me miraban
extrañados, pero no eran capaces de cuestionarme, mis manos sangraban de lo
poco acostumbrado que estaba a ese tipo de trabajo, pero no me di por
vencido. Trabajé día y noche porque sabía que se acababa el tiempo y cuando
terminé vi el rostro de regocijo que tenían todos… con eso sentí que mi vida
no sería igual y mi padre no pudo evitar que fuera con ellos cuando llegó la
hora. Realmente mi vida no volvió a ser igual.
- ¡vaya! quién se lo hubiera imaginado, menos mal que no te conocí en
aquel tiempo -él sonríe.
- ¿Estás decepcionada?
-No, todos necesitamos una oportunidad para cambiar, lo importante es que
lo hagamos -y lo cubre con la cobija- me voy para que descanses y nos vemos
por la mañana.

CAP. 8

Había pasado el invierno y Chris había vuelto al trabajo totalmente


recuperado de su fractura. Charles lleva un año de compromiso con Lena y
está construyendo la casa donde vivirán, Christopher le echa un vistazo y nota
que casi termina, Charles le dice que quiere que sea el anfitrión de la boda que
será en veinte días.
-No sé Charles, apenas estaré saliendo de mi voto.
-La única razón por la que he esperado tanto es por eso.
- ¡Entonces lo haré! -van donde Lena a informárselo y ella también le
estaba pidiendo a Samantha lo mismo.
-La verdad yo no sabría qué hacer -Charles le asegura que no hay
problema, pues Christopher le ayudará y empiezan a hacer los preparativos.
-Chris, deberías aprovechar mi matrimonio y comprometerte con Samantha
-le dice Charles.
-Ya lo había pensado, pero aún Samantha no me conoce completamente,
así que he decidido esperar un poco más, de hecho, si ya he esperado cuatro
años que más da un mes.
Samantha está en el hospital cuando llega Marcus un poco desalentado y le
cuenta que ha discutido con su novia Sophie la hija de Lemuel, Samantha le
dice que ella ha cambiado mucho desde que se alejó de Charlot.
-Lo sé, pero me gustaría que fuera más como tú -ella se enoja.
-Eso no suena justo Marcus, no debes tratar de cambiar a la persona que
amas simplemente por tus preferencias personales.
-Lo siento, tienes razón… debería hacer un voto como Chris y quedarme
quieto un buen tiempo.
- ¿Acaso sabes qué clase de voto está haciendo Chris?
-Bueno… la verdad por boca de él no, porque él no lo puede decir, pero
viéndolo y conociendo un poco del tema me imagino.
-Explícame por favor.
-Te interesa ¿verdad?
-si vas a empezar, ni para qué hablamos.
-Está bien… veo que sabes al igual que todos que está haciendo un voto
pues no ha puesto navaja sobre su cabello y su barba -ella asienta con la
cabeza- esto es como una señal por si él dice no a ciertas cosas, no lo
presionemos para que pueda cumplirlo. También nos hemos dado cuenta que
Chris no ha vuelto a tomar bebidas fermentadas, a las fiestas solo se asoma por
respeto, pero no ha vuelto a cantar ni a usar sus instrumentos y cosas así. Si no
me equivoco su voto es cohibirse de todo aquello que le causaba placer…
-Y su trabajo… ¿no le causa placer?
-Hasta donde yo sé no ha hecho nada para él.
- ¿Es entonces lo que le causaba placer propio?
-sí, y al parecer por eso incluyó a las damas en su lista -ella no sabe qué
pensar de su aclaración- Lo que me impresiona es que lleve tanto tiempo… el
voto más largo que he visto en mi vida fue de un año, pero Chris… creo que
casi entra a los cuatro. Solo lo podremos saber a ciencia cierta, cuando corte su
cabello y barba -Ella queda pensativa.
***
Tres días antes de la boda Chris le dice a Samantha que vayan a jugar a tiro
al blanco como suelen hacerlo para relajarse un poco, a ella le parece buena
idea y se van a la montaña donde acostumbran entrenar, él ya le ha enseñado a
usar el arco. Al ver su espada ella dice:
-No hemos entrenado con la espada. ¡Hagámoslo esta vez! -él parece
dudar, pero al fin se resuelve a hacerlo. Ella toma su espada y él un palo.
-Eso no es justo.
-No quiero lastimarte.
-Yo tampoco.
-Entonces… ¿por qué tomas la espada…? debes saber que la espada no es
un arma de defensa sino de ataque, por lo que debes ser consciente de que
harás daño, porque el que nos ataca lo hace con ese propósito.
-Lo haré - se pone en posición y empieza la lucha.
-Eres muy buena, pero sabes lo que pienso de las mujeres -ella lo mira con
sorna, él aprovecha su descuido y golpea su espada arrojándola lejos, ella se
mueve rápido para agarrarla, pero la agarra por el cabello y la trae hacia sí, la
sostiene con fuerza contra su cuerpo con un solo brazo.
-Ves que tengo razón… es mejor el arco porque no tendrás que enfrentarte
cuerpo a cuerpo con nadie -ella con su rodilla golpea fuerte su abdomen y este
la suelta, ella salta hasta su espada y contraataca, él la evade, pero ella se
sostiene del cabello de él que es bastante abundante y lo trae trenzado, se trepa
y coloca la espada en su cuello, un poco agitada dice:
- ¿Qué era lo que decías…? -él sonríe.
-En estos momentos tengo varias opciones, una sería sacudir mi cabeza.
-Sí, y cómo lo harás si tengo mi espada en tu cuello.
-Entonces tendré que hacer lo siguiente. -agarra la mano en la cual ella
tiene la espada empuñada y la introduce por debajo de su cabello muy
rápidamente, pero para ella es como si todo fuera en cámara lenta, ve cómo se
separa la trenza de su cabeza y ella cae sosteniéndola. Inclinada con su rostro a
tierra y totalmente atónita se queda mirando el cabello que ha caído al suelo.
Él queda sorprendido ante su reacción.
-En una batalla siempre debemos estar dispuestos a hacer sacrificios. -ella
se levanta con la espada en la mano y también se dispone a hacer lo mismo, él
reacciona con rapidez, le agarra la mano y retira la espada de su cabello
mientras que con la otra mano la toma por la barbilla y la mira a los ojos.
-Jamás… jamás se te vaya a ocurrir hacerlo.
-Yo también estaré dispuesta a hacer sacrificios -él sonríe.
-Lo sé… solo bromeaba, ya había pensado en cortarlo porque estaba muy
largo y pesado, fue solo eso.
- ¡Qué tonto eres! -ella se enoja y con su cara desencajada se va.
Christopher toma el cabello y lo lleva al templo donde lo da como una
ofrenda que prueba el cumplimiento de su voto, se afeita, arregla bien su
cabello y se queda en el palacio acostumbrándose nuevamente a su aspecto.
Samantha se queda pensando en lo que él hizo ya que es prueba evidente
de que ha terminado su voto como dijo Marcus y teme que de ahora en
adelante todo llegue a ser diferente pues se ha acostumbrado tanto a él tal
como es y ahora puede que hasta llegue a buscar esposa, cosa que acabaría por
completo con la relación que han forjado, sin contar que sus sentimientos
están profundamente arraigados a él.
El día antes del banquete de bodas Lena y Charles discuten debido a las
tenciones del momento, ella le dice que no se casará. Charles deprimido se
encierra en su aposento, Shirley va en busca de Chris para decirle lo que
sucede, y cuando lo ve queda maravillada.
- ¿papá…? por poco no te reconozco… -él sonríe y ella le dice lo que ha
pasado, él inmediatamente va en busca de Charles.
-Tranquilo, esa mujer se muere por ti ya debe estar arrepentida por lo que
dijo, pero le daremos su estocada final, la cual no le dejará dudas de tu amor
por ella.
- ... ¿Qué haremos?
-Primero… dejarla sufrir, así que esperaremos a que llegue la noche, con
eso aprenderá que debe controlarse. Promete que no harás nada hasta que yo lo
diga.
- ¿Pero…? -Chris le hace una mirada amenazante- está bien, me quedaré
aquí lo prometo -Chris le dice a Shirley que lo acompañe.
Trascurren algunas horas y Lena está hecha un mar de lágrimas, Samantha
está con ella tratando de darle ánimo, pero no entiende por qué Charles no ha
venido a tratar de arreglar los asuntos y le dice que posiblemente Charles está
igual que ella y por eso no ha venido.
- ¿Crees que debería buscarlo?
-Pues… no sé, creo que lo más importante de amar es saber perdonar.
-Me alistaré y lo iré a buscar porque ha sido una tontería por lo que hemos
peleado.
-Entonces, apresúrate porque es bastante tarde -mientras tanto Chris,
Shirley y Charles se están ubicando frente a la casa de ellas. Chris ha estado
ensayando algunas canciones muy hermosas con Shirley a quien le ha
enseñado a tocar el violín y él toca un laúd.
Cuando están listas para salir oyen el sonido de los instrumentos, Lena y
Samantha se miran confundidas y oyen a lo lejos una hermosa voz cantar. Los
vecinos se empiezan a asomar y a salir, llevando consigo sus panderetas y
otros instrumentos, así que se oye también el murmullo de la gente.
- ¿Crees que es Charles…? ¿Será que vino a buscarme?...
-Tendrás que averiguarlo, asómate por la ventana. -ella lo hace, pega un
grito estremecedor y sale corriendo, abre la puerta y se oye con más claridad la
canción:
“perder el tiempo no nos dará la solución,
lo podemos cambiar, debemos probar,
si decimos que sí para volver a empezar”
Lena sigue gritando porque Charles está en la puerta del cercado con sus
brazos abiertos y una amplia sonrisa, ella se arroja encima de él y lo llena de
besos. Samantha no sale, ni se asoma, está petrificada, presiente que es
Christopher el que está cantando y su corazón se acelera, él termina la canción
y le dice a Charles y a Lena:
-Vaya, creí que iba a ser un poco más difícil, sin embargo, vamos a cantar
otra a ver si se animan a salir todos como es la costumbre. -empieza a tocar y a
cantar una de sus canciones favoritas. Ella adentro no se aguanta las ganas de
ver si realmente es él el que canta y se asoma por la ventana. Él ve que las
cortinas se mueven, su imagen se dibuja en la ventana y desaparece, sabe que
está enojada por lo sucedido así que pone toda su fuerza de voz en el coro para
que lo oiga claro:
“Son tus ojos, los que disparan a mi corazón,
Son tus ojos, los que disparan a mi corazón,
Son tus ojos, como asesinos, que se burlaron de mi protección,
Son tus ojos, los que robaron toda mi razón…”
-Parece que es lo único que tendrás esta noche, ¿quieres que mande a Lena
a sacarla? -él, algo decepcionado se detiene abruptamente y acompañado de un
gran suspiro dice:
-No… en otra ocasión será. -cuando oye que la puerta se abre y la ve salir.
-Pensábamos que no saldrías -dijo Lena.
-oí que la música se detuvo y quise saber por qué. -lo mira y no puede
disimular la impresión que le da verlo así, tan diferente incluso a la primera
vez que lo vio, si antes le parecía un ángel en todo su esplendor ahora no podía
explicar cómo se ve.
-Pensé que no te había agradado la música. -ella trata de salir de su
asombro.
-No estuvo mal, si ya terminaste -dirigiéndose a Charles y a Lena- porqué
no entramos -así que entran y se sientan en la mesa de la cocina.
-Espero que hayan aprendido la lección… no deben huir de los problemas
sino enfrentarlos porque entre más pasa el tiempo más dolor sentirán -ellos
asientan con la cabeza- los dejaremos por un momento para que aclaren las
cosas, pero no demoren porque me imagino que la boda se realizará y aún
faltan algunos detalles. -envía a Shirley a dormir y se sienta en la sala.
Chris aprovecha el momento, sale y trae una caja, se sienta frente a ella y
coloca la caja a un lado.
- ¿Aun estás enojadas por lo de ayer? –pregunta.
-No…
-Entonces dime… ¿con quién irás a la boda?
-No sabía que debía ir con alguien.
-Pues… no necesariamente, pero no está de más y ya que tanto tu como yo
somos los anfitriones estaba pensando en que podríamos ir juntos, ¿no crees?
- ¿Acaso no tienes a quién invitar?, ah… lo olvidaba, soy la única que no te
hace sentir comprometido.
-Eres mi mejor amiga, -se arrodilla a los pies de ella- no hay nadie más con
quien quisiera ir sino contigo -a ella le queda sonando la palabra “amiga” en
su cabeza.
-Ya que no había pensado en eso, supongo que está bien.
-Has estado tan ocupada en los preparativos que sé que no has tenido
tiempo de buscar algo para ponerte mañana, así que me tomé el atrevimiento
de traerte algo -toma la caja y se la da- espero que te guste.
-Es cierto, tampoco había pensado en eso -abre la caja y observa que es un
vestido de algodón, con cintura en la parte más alta, el cuerpo del vestido es de
una sola pieza de forma tubular, largo y bordado con lentejuelas doradas en la
parte del busto, además había un par de zapatos de tacón alto y guantes largos
hasta el antebrazo bordados en hilo de seda. Ella queda asombrada de las
hermosas piezas, pero no se deja llevar por la emoción.
- ¡No puedo recibirte esto!, primero porque debió ser muy costoso y
segundo porque no es mi estilo -cierra la caja y se la devuelve, él la sostiene
agarrando también sus manos.
-Si no puedes tomarla como un obsequio, tómalo como pago a tus servicios
en el hospital… y si hablamos del estilo, es muy sencillo, además la ocasión lo
amerita.
-No sería yo misma vestida así -él, que aún está de rodillas frente a ella,
pone la caja sobre sus piernas sin soltar sus manos, las coloca encima de la
caja y la mira a los ojos.
-La ropa no hace a las personas, pero si vas vestida así… en una ocasión
como esta ¿te sentirás cómoda en el lugar que te corresponde estar?... Todos te
amamos con esta ropa o sin ella. -y no deja de mirar sus ojos, en ese momento
entran Charles y Lena. Samantha rápidamente retira sus manos.
-Lamentamos interrumpir -dice Charles.
-¡¡De qué hablas!!, no están interrumpiendo nada -se levanta con la caja en
sus brazos y se va.
Al día siguiente continúan con los preparativos para el banquete que se
llevaría a cabo en el salón principal del palacio, Charles y Lena invitaron a sus
amigos y allegados sin importar que tuvieran mucho o poco. Samantha le dice
a Chris que termine algunos detalles pues ella se irá a ayudar a Lena, él le dice
que en una hora enviará el carruaje por ellas. Pasa el tiempo y llega el carruaje
a buscarlas, Shirley baja, abre la puerta y ve a Chris quien tiene su dedo índice
en los labios, y le hace señas de que no diga que él está allí. Shirley va a
terminar de ayudar a Lena para que Samanta se pueda cambiar, Samantha se
arregla rápido, no se maquilla y su cabello lo trenza de lado. Él, cansado de
esperar se sienta en la escalera, cuando oye la voz de Samantha.
- Chris, ¿qué haces aquí? -él se levanta en el acto y voltea a verla
quedando maravillado, empieza a subir los escalones lentamente sin quitarle la
vista de encima.
- ¡Rayos!... no debí elegir ese vestido.
-Te dije que no era mi estilo -dice sonrojada.
-Al contrario, te ves muy hermosa, nadie querrá mirar a Lena por verte a ti.
-ella siente que su rostro quema.
- ¡No seas tonto, porqué tratas de avergonzarme! -Chris pone su mano en
la barbilla.
-Bueno… la verdad es que te falta algo.
- ¿A sí… y qué será? -dice burlona, con las manos en las caderas.
-Cierra los ojos.
- ¿para qué?
-Tu solo ciérralos y verás -ella los cierra y siente que él se acerca, se pone
detrás y se acerca a su oreja.
-No los abras hasta que te diga… -ella se queda inmóvil pero no puede
evitar que su corazón se acelere y su pecho se agite, siente sus manos rosar su
cuello y algo que se desliza en su pecho. Él vuelve frente a ella.
-Puedes abrirlos. -ella mira su rostro sonriente, pasa a mirar su pecho y ve
un collar de oro con detalles muy delicados e incrustaciones de pequeñas
piedritas verdes, vuelve a mirarlo con asombro y él continúa sonriendo, ella
abre la boca para decir algo, pero Lena sale de la habitación.
-Por fin… es tardísimo… vamos. -suben al carruaje, él se sienta al lado del
conductor y se dirigen rumbo al palacio. Llegan y Chris hace señas para que
empiece la música, el rey Ricardo recibe a Lena y la lleva donde Charles quien
está en la mitad del salón, la toma de la mano hace una reverencia y empiezan
a bailar, Samantha empieza a atender a los invitados, pero Christopher la toma
por el brazo y la lleva a bailar, todos comen, bailan y beben. Chris disfruta
mucho y por muchas razones, pudo terminar su voto, está en el banquete de su
hermano y con la mujer que ama, aunque pese a la insistencia de Charles no le
dice nada. Samantha está deslumbrada por todos los cambios que le ha visto
en tan poco tiempo, al final del banquete la mayoría yacían ebrios y
satisfechos. Christopher empieza a llevar a todos a sus hogares mientras
Samantha organiza, Charles y Lena se han retirado a su nueva casa y Shirley
está dormida en la habitación de Chris. Solamente en el salón quedan ella y él.
- ¿Y… si te quedas?... –ella queda pasmada- este castillo tiene como diez
habitaciones.
-La verdad, quiero descansar y para ello necesito llegar a casa.
-Entonces deja a Shirley y cuando despierte la llevo.
-Está bien, entonces nos vemos al rato.
- ¿Qué?, no… yo te llevaré.
-No hay necesidad, tú también necesitas descansar.
-Yo te traje, así que te llevaré y no habrá pero que valga. -la lleva hasta la
casa y se detienen frente a la puerta,
-Gracias… la pasé muy bien.
-Igual yo… aunque por momentos estaba un poco confundida pensando en
si realmente eras tú, pues desconocía muchas de las facetas que mostraste en el
banquete, pero para muchos no fue extraño.
-Lo sé, quiero que veas cómo soy realmente.
-Creí saberlo.
-De hecho, no hay nadie que me conozca como tú, sin embargo, algunos
conocen cosas de mí que también quiero que conozcas.
- ¿Por qué tanto interés?, ¿acaso te has enamorado de mí? -dice soltando
una risita, él se acerca un poco más y la mira a los ojos.
- ¿Quieres que me quede…? -ella se sorprende.
- ¿Qué?
-Digo… porque te vas a quedar completamente sola.
-A veces no hay mejor compañía que la soledad, además estoy en Abadón,
¿qué me puede pasar?
-Hablando de Abadón… dentro de un mes son las fiestas, ¿quieres
acompañarme?
-No sé, la gente podría pensar…
-Lo que ya piensan, ¿desde cuándo te preocupa eso?
-Además, estás haciendo planes con mucha anticipación, que tal que en
esos días aparezca alguien con quien…
-Pues me lo dices y yo entenderé.
- ¡Ah!, tonto, lo digo por ti no por mí.
-Ah… pensé que esperabas que en estos días apareciera… ¿Cómo era el
nombre?... -ella un poco enfadada lo empuja.
-Ya veo que el trasnocho te afecta la cabeza, ¿sabes qué? más tarde
hablamos. -él sonríe y se va.
Ella se queda pensando en todo lo que ha sucedido y no puede dormir, así
que para dejar de pensar se va al hospital. Esos días pasan volando, todos
están ocupados haciendo sus arreglos para las fiestas que son tan importantes
para ellos, Chris de vez en cuando pasaba por el hospital a ver a Samantha
hasta que llegan los días de las fiestas, los mercaderes de diferentes partes
llegaban a la plaza pública a ofrecer sus productos además de los que se
exponen de la misma nación, pero se había hecho un sitio de residencia de
forasteros a las afueras para que en esas ocasiones no se quedaran en Abadón.
Christopher muy alegre va en busca de Samantha para que vayan a ver todo,
en ese momento ella está en el hospital junto a Charles y Lena. Ella ha
presentado algunos malestares y Samantha la está examinando, Christopher
llega y ve a Charles preocupado:
- ¿Qué sucede? -le dice.
-Lena se ha sentido mal.
- ¿La estás tratando bien…?
-Chris soy un hombre grande, no un monstruo -le dice cabizbajo.
-Lo siento, no quise insinuar nada, me he dejado llevar por la preocupación
-sale Samantha, saluda a Chris y le dice a Charles que siga, entran en la
habitación donde ya está Lena. Chris queda expectante, de repente oye un
grito que lo asusta un poco, ve que se abre la puerta y sale Charles con una
enorme sonrisa, lo abraza y él no puede haber quedado más confundido.
- ¿Qué ha pasado? -dice arrastrando las palabras.
- ¡Lena está encinta! -le contesta Charles y él se alegra mucho.
- ¡wauu! ¡Eso hay que celebrarlo! -salen los cuatro de allí y van a ver todo
lo que se ha preparado para los eventos, compran algunas cosas y lo pasan de
maravilla toda esa tarde juntos. Pasan los días y la fiesta concluye como de
costumbre con un baile en donde Chris se propone declararle su amor a
Samantha.
Ha oscurecido un poco y pasa a recogerla, ella ha dejado a Shirley con
Charles y Lena. Chris toca la puerta, ella abre y él queda estupefacto al verla
pues tiene un vestido parecido al que usó en la boda de Lena, pero de color
verde con bordados rojos, en su cuello el collar que él le había regalado y su
cabello recogido, como toda una dama digna de un príncipe. Llegan al lugar,
él se siente nervioso y después de bailar algunas piezas musicales, canta una
canción muy especial que deja entrever lo que siente, sin dejar de mirarla,
Samantha también lo contempla imaginando que es para ella lo que dice:
“Si se hace difícil poderte explicar,
la luna es testigo de mi enfermedad,
voy a vos…
si querés subime, mostrame otro lugar…
sin dudar te diré, llévame a otro lugar…
pero no me dejes sin tu amor…”
Y todo el pueblo se regocija, cuando termina solicita una canción, la toma
de la mano y la lleva a la pista de baile, la música es muy suave y delicada, él
comienza a bailar con ella, agacha su cabeza para poder hablarle de cerca.
- ¿Te estás divirtiendo? -ella levanta su cabeza para que él pueda oírla.
-Por supuesto. -él la mira a los ojos.
-estás muy hermosa…
-Bueno, tú no estás nada mal -él sonríe.
-Si no fuera porque estoy contigo, todos caerían rendidos a tus pies -ella
sonríe- ¿crees que bromeo…? todos se mueren de la envidia porque estás a mi
lado… el otro día el hijo mayor de Lemuel me dijo, “Christopher, si no vas
enserio hazte a un lado”
-Y… que le dijiste…
-Que eras tú la que andabas detrás de mí. -ella abre los ojos y se detiene.
- ¿Qué…? -él se ríe.
-Hay un bonito jardín en este lugar, ¿te gustaría ir a verlo conmigo?
- ¿Para que sigas diciendo que ando detrás de ti? -él sonríe, la toma de la
mano y salen hacia el jardín donde caminan un poco.
- ¿Te pasa algo? -él está pensativo, no sabe cómo decirle lo que siente,
había esperado tanto que no podía creer que por fin había llegado el momento.
- ¿Porqué lo dices?
-No sé… te siento tenso, algo que me parece extraño en ti, que siempre te
muestras tan seguro.
-Uno tiende a ponerse nervioso cuando tiene frente a sus ojos semejante
obra de arte.
- ¡Vaya!, no pensé que te atrajeran tanto los jardines –él sonríe.
-Te puedo preguntar algo…
-Claro.
- ¿Has pensado en casarte?
- ¿A qué se debe esa pregunta?
-Porque… cómo te dije hay muchos que anhelan quedar contigo.
-La verdad no lo había pensado y tampoco he recibido ninguna propuesta
como para hacerlo -él se detiene, ella también lo hace y se gira a mirarlo - ¿Y
tú? -él la mira a los ojos, se le acerca y toma su mano derecha, ella siente que
su corazón se acelera.
-Sí, lo he pensado desde hace mucho…
-pensé que eras feliz así… además aun eres joven -por un instante duda
declarársele al ver su reacción.
-Claro que soy feliz… pero… llega el momento en que lo que sientes ya no
lo puedes contener y se desborda de tu pecho, entonces tienes que gritarlo a
los cuatro vientos porque sino, puedes enloquecer… -ella siente muchas ganas
de llorar pues no sabe quién lo hace sentir exactamente lo que siente ella por
él- Samantha yo… quiero decirte que… -en ese justo instante llega un
mensajero del rey.
-Perdón señor -ella recoge su mano y él se vuelve para verlo.
- ¿Qué sucede?
-El rey mí señor, lo ha mandado a buscar.
-Dile que en un rato estaré allá.
-Es urgente, su hermano Charles va en camino. -él mira a Samantha con
cara de preocupación pues sabe que algo muy importante debe suceder y ella
se siente aliviada de escapar de esa situación, ya que no imagina que es ella la
dueña de su corazón.
-No te preocupes por mí, me las arreglaré -él chifla.
-Vete en frisón, iré a ver qué sucede y luego hablamos -ella asienta con la
cabeza y se va de prisa pues sus lágrimas brotan solas, y él se dirige al palacio.

CAP. 9

Al llegar, nota que los reyes de los diez reinos que están alrededor de
Abadón están allí, saluda y toma asiento junto con ellos. Estos empiezan a
informar que a las afueras está acampando un ejército muy numeroso de
hombres de gran altura provenientes de la isla de Nirvia y han mandado a
todos los reinos cartas diciendo que vienen en paz, que se les permita pasar
porque solo vienen contra Abadón y los que se han opuesto han caído ante
ellos.
- ¿Porqué? –dice el rey Ricardo de Abadón.
-No lo sabemos. ¿Quieren ustedes que nos unamos contra ellos?
-Abadón no hace alianzas de ese tipo –contesta el rey- pero estén
preparados para defender a los suyos si les toca hacerlo, pues Abadón estaba
en el corazón de esta región y tal vez esa es su estrategia ya que si nos
conquistan se le haría muy fácil llegar a los demás.
-Tal vez eso es lo que pretendan. –comentan ellos.
El rey Ricardo habla con su concejero Marcus quien ha ocupado el lugar
de su padre y con sus dos hijos. Luego manda una carta para anunciar el sitio
de encuentro con los Nirvianos.
Los reyes se despiden y el rey manda a tocar las trompetas que anuncian la
guerra.
Acercándose el alba, empiezan a llegar los hombres listos para marchar a
la batalla, entre ellos está Charles y le dicen que se quede pues su esposa está
encinta, según los decretos es una razón válida para que un hombre no
participe en la lucha, pues debe primero conocer a su prole. Charles se niega a
quedarse.
-Si me dejas moriré de la desesperación, te prometo que me quedaré a tu
lado -le dice a su padre.
–Solo con esa condición lo permitiré -Entre la multitud se ve una carreta
acercándose al rey y observan que es Samantha la que viene en ella, preparada
para marcharse con ellos.
Christopher ha ido a despedirse de Samantha y encuentra la casa vacía,
llega donde Lena, esta le dice que le dejó a Shirley y que seguramente está en
el hospital, se despiden haciéndole prometer que protegerá a Charles, como ya
no tiene tiempo de ir hasta el hospital le dice a Lena que le diga que estuvo
buscándola y regresa a las filas. Cuando llega, Charles lo llama y le pregunta:
- ¿Al fin había concretado algo con Samantha?
- No.
-Entonces será poco lo que podrás hacer -él lo mira extrañado.
- ¿De qué hablas? -Charles le señala hacia delante, Chris la ve y no lo
puede creer y va donde su padre.
- ¿Qué hace ella aquí?
-Pensé que lo sabías, ¿no dijiste que le ibas a pedir que fuera tu esposa?
-No alcancé a decírselo.
-Ya veo… no te preocupes, tu madre solía acompañarme a las batallas,
además, ella dijo que venía a ayudar a los heridos, eso la mantendrá lejos del
campo de batalla -Chris asienta con la cabeza y se acerca a ella.
- ¿Acaso estás tan enamorada de mí que no soportas la idea de quedarte? -
ella lo observa y sonríe.
-Quiero asegurarme de que todos estén bien.
-Mientras no vayas al campo de batalla todo estará bien, ¿entendido?
-Creo que estaré muy ocupada para hacerlo, por lo que espero que luches
por los dos -él sonríe.
-Mi propósito es poder detener esto, no quiero ver más personas morir a
causa de estas luchas sin sentido, ¡a propósito!, Lena no sabía que vendrías
con nosotros.
-No quería que se angustiara más de lo que está por Charles.
-en algún momento se dará cuenta. -llama a uno de los jóvenes que se
encuentra despidiendo a su padre y le dice:
-Dile a Lena que Samantha está conmigo -y empiezan a marchar saliendo
de su precioso valle.
Hay varios días de camino hasta donde habían quedado en encontrarse con
aquellos isleños que se atreven a desafiarlos en batalla, atacando a cualquiera
que se interpone en su propósito de ir contra Abadón por lo que estos últimos
son obligados a ir a su encuentro.
En el camino, Chris aprovecha para hacer sus flechas y lo que necesita
para la lucha, mientras que Samantha con los intestinos de animales prepara
hilos, ya que la mayoría de heridas serían para coser, además, una mezcla de
extracto de opio, beleño, mandrágoras y otras plantas que usa como anestesia,
así pasaron los días hasta que llegaron a Baamat donde asentaron su
campamento, cerca de allí se halla el valle donde se encontrarán con los
Nirvianos. Aunque Christopher sentía un poco de temor porque Samantha
está con ellos, también disfruta mucho al tenerla cerca y a la vez piensa que
esta experiencia los uniría más, todas las noches cuando se detenían a
acampar, ella buscaba alguna fuente de agua para bañarse y él siempre la
vigilaba, hasta esa noche que llegan a Baamat.
-No te alejes del campamento, los enemigos están cerca, te traeré agua para
que puedas bañarte -le dijo Chris.
Al día siguiente el rey Ricardo, Charles, Marcus y Christopher van al valle
a encontrarse con los representantes de Nirvia en medio del valle. Al
acercarse, ellos ven que vienen cuatro hombres trigueños de gran altura, uno
de ellos no trae camisa, solo un pequeño chaleco de cuero, aunque es delgado,
su cuerpo parece una armadura, todos sus músculos están bien definidos, sus
hombros son totalmente rectos, su cabello, aunque corto está levantado y es de
color naranja. Se detienen a cierta distancia y un hombre mayor se acerca un
poco más, ellos también se detienen y el rey Ricardo también avanza un poco.
-Soy el rey Ricardo de Abadón y quiero saber porqué quieren pelear.
-Soy el rey de Nirvia y mi nombre es Manuel, no queremos luchar… solo
venimos para que nos entreguen a Iris, la diosa encarnada en la mujer de
cabello de fuego -el rey Ricardo queda desconcertado.
-Creo que están equivocados, los Abadonitas no creemos en sus dioses y
no tenemos a la supuesta Iris.
-Entiendo lo que dice… pero me informaron que tienen a una mujer que es
de cabello de fuego y de ojos verdes, ¿es correcto?
-Lo es.
-Entréguenla y nos iremos.
-No podemos hacerlo, ella es una Abadonita y entregarla a ella es como
entregar a alguno de mis hijos, ella no tiene nada que ver con sus dioses, es
una mujer como las demás.
- ¿Eso les ha hecho creer ella? Sin embargo, ha perturbado la paz de mis
sacerdotes y por ende a toda nuestra nación, ustedes no saben de lo que ella es
capaz así que no la protejan y no mueran por lo que desconocen.
Tienen tres días para pensarlo… si no la entregan, morirán.
-Entonces, los estaremos esperando justo aquí -ellos se van.
El rey no puede creer que exista tal ignorancia, Christopher les pide que no
revelen lo que acaba de decir ese rey pues sabe que Samantha es capaz de
entregarse a ellos para evitar la guerra. Cuando llegan al campamento
Samantha corre hacia Christopher y le pregunta:
- ¿Quiénes son y qué quieren? -él, por la preocupación no recuerda en el
momento lo que ella le había contado tiempo atrás.
-Vienen de Nirvia y quieren que nos rindamos ante su dios -ella queda en
silencio, a su mente llega el recuerdo de Tristán y se va pensativa. Christopher
nota que fue muy extraña su reacción, pero no la presiona porque no quiere
que le haga más preguntas.
Esa noche Christopher va a llevarle agua, pero ella se ha marchado a un río
que está justo entre los bandos, él imagina que ella se ha ido hacia allá así que
se apresura a ir a su encuentro y olvida tomar su arco. Mientras tanto, ella
llega al lugar, se percata que hay alguien allí y se esconde tras una gran roca.
Está muy asustada, pues es consciente de lo que los Nirvianos le harán si la
llegan a atrapar. No quiere ser imprudente pero no pudo aguantar las ganas de
curiosear. Cuando siente que alguien está detrás de ella, inmediatamente gira y
ve un hombre muy alto, este la agarra por el cuello.
-Los muy cobardes han enviado a una mujer a espiarnos… -su voz sonó
dura y áspera. La levanta con un solo brazo contra la roca. Hay luna llena y
todo se ve claramente, ella queda frente a su rostro y agarra un collar que está
en su cuello, este con la otra mano la agarra para que no lo vaya a reventar ya
que para él es muy valioso, fue el obsequio de una niña hace mucho tiempo.
-Suéltame… -alcanza a decir con el poco aire almacenado en sus
pulmones.
- ¡No lo puedo creer…! los dioses me han favorecido entregándome a Iris.
-él la mira a los ojos con algo de temor, luego hace un gesto de sorpresa-
¿Samantha…? -ella también sabe quién es él.
-Sí… Tristán -él la baja con delicadeza y coloca sus dos manos en las
mejillas de ella.
- ¡Te encontré… por fin te encontré! -dice emocionado, ella lo mira a los
ojos y él se acongoja.
-Pero… ¿porqué traes tu cabello de color rojo?, pude haberte matado
pensando que eras esa maldita ramera.
Christopher llega al lugar y ve que el hombre que había visto en la mañana
sostiene a Samantha contra una roca y se lanza hacia él, tiene que usar su
cuerpo porque no lleva ningún arma y le da con su hombro en el costado
izquierdo.
- ¡Quita tus asquerosas manos de ella! -grita. Ella queda estupefacta-
vete… ¡ya! –dice, mientras Tristán también se arroja sobre él, ella no sabe qué
hacer para detenerlos, grita, pero ambos están demasiado furiosos
destrozándose con los puños como para prestarle atención. Tristán tiene la
misma estatura de Charles y le dice:
-Aparte de enano eres un idiota al atreverte a desafiarme -aun así, en
velocidad y fuerza eran muy similares, por eso ninguno de los dos está
dispuesto a ceder, parecían dos leones luchando por su territorio. Los dos
vienen corriendo, uno contra el otro, a gran velocidad cuando en el medio se
atraviesa Samantha con los brazos extendidos, uno a cada lado con las palmas
de las manos abiertas mostrándoles que debían detenerse.
Los dos se detienen frente a la palma de la mano de ella y Christopher
siente gran confusión:
- ¡¿Qué haces?! -ella lo mira.
-Chris… necesito que te calmes y me escuches… él es Tristán
¿recuerdas…? -Christopher lo mira y queda atónito << ¡claro!, cómo no lo
había reconocido si es tal como ella lo describió>>piensa él. -estaba
buscándome y me reconoció como habías dicho -por primera vez él se siente
insignificante, perdido y recuerda la imagen que vio cuando pensó que él la
atacaba, las manos de Tristán en su rostro y sus caras demasiado cerca,
entonces se encoleriza y dice de manera irónica:
- ¡Vaya, vaya…! Felicidades -ella lo observa con extrañeza- Bueno… creo
que acabamos de matar dos pájaros de un solo tiro, ya que tu nación… -
camina hacia Tristán- busca a la diosa iris que supuestamente protegemos y tú
a ella, las dos en una misma presentación y por el mismo precio… ¿qué crees?
–La señala- ¡ahí está! -se detiene frente a él y en tono amenazante sigue
diciendo- les daré hasta mañana al atardecer para que empiecen a retirarse de
estas tierras o si no… será evidente que su propósito es otro -y empieza a
alejarse guardando la esperanza de que ella grite su nombre y le diga que no se
fuera sin ella, pero con cada paso advierte que no sucederá y se enfurece aún
más.
Samantha no ha entendido nada de lo que él ha dicho, Sin embargo, le
duele como sonó y le pide a Tristán que le explique lo que sucede.
-Vinimos hasta aquí porque nuestros sacerdotes nos aseguraron que
Abadón protegía a la diosa Iris y le pedimos a ellos que la entregaran, y nos
marcharíamos sin hacerles daño -ella se enoja.
-Poner tantas vidas en peligro por esa mentira es algo estúpido.
- ¡Son nuestras creencias y mi nación está dispuesta a morir por ellas! Sin
embargo, en mi caso he cedido con la ilusión de encontrarte.
-Lo hubieras hecho solo.
- ¿Acaso no sabes lo que me harían los enemigos de Drustán si me llegasen
a hallar solo?
-Lo mismo que tu nación está por hacerme a mí. -él agacha la cabeza y
todo queda en silencio por unos segundos.
-No crees que soy hijo de Drustán ¿verdad?
-No… así como sé que tu no crees que soy la diosa Iris.
–Siempre me pregunté porqué tu padre te había alejado de mí… ahora
comprendo… tal vez hasta yo te hubiera lastimado en aquel tiempo, lo peor es
que no podré cambiar la mentalidad de mi gente, pero hablaré con mi padre y
veremos…
-Sé que tu padre es un hombre justo pero sus sacerdotes no, mi nación no
atacará a menos de que vea razones para ello… y si algo pasara… ¿qué harás
tú? -él la toma de las manos.
-No lo sé, solo espero encontrar la manera de no perderte otra vez. -y le da
un beso en ellas. Samantha se siente halagada por lo dicho, pues de alguna
manera necesitaba saber que podía producir un sentimiento como este en
alguien, porque, aunque Christopher le decía ciertas frases halagadoras, ya ella
se había acostumbrado que todo fuera parte de su amistad.
Mientras tanto… Charles escucha como si alguien estuviera sacudiendo un
árbol y va a ver, se sorprende al ver que es Christopher quien golpea con sus
puños uno con gran furia.
-Pero… ¿qué ha sucedido? –pregunta Charles, este lo ignora y sigue en lo
que estaba. Charles lo agarra por uno de sus brazos y él agacha la cabeza.
-Suéltame… -Charles lo observa y nota que él ha estado peleando, por eso
vuelve a preguntarle qué pasó, Christopher cae sobre sus rodillas rosto a tierra.
-La perdí Charles… la perdí…
- ¿De qué rayos hablas? -Christopher pasa a contarle todo lo que ha
sucedido, Charles queda admirado y después de pensar un poco dice:
-Tal vez, solo necesitaba hablar con él, igual… hacía mucho tiempo no se
veían y con ese asunto de que lucharemos si no la entregamos, razones le
sobran para tratar de detenerlos, además Samantha no es el tipo de mujer que
se deja impresionar tan fácilmente.
-Yo mismo le dije que si un hombre la buscaba después de tanto tiempo era
merecedor de su amor.
-Pero si su corazón ya está ocupado, él no podrá entrar. Habla con ella y
dile lo que sientes.
-¡Estás loco…! gracias a Dios que no alcancé a decirle nada o sino en estos
momentos me sentiría peor, pues ella hubiera tenido que decirme que lo
nuestro fue un error, algo que no hubiera podido soportar.
-Estamos hablando de Samantha no de una mujer inexperta.
-Yo también pesaba que era diferente hasta que la vi entre los brazos de ese
tipo, sabes… déjame solo un rato, quiero pensar en lo que haré.
-Está bien, pero piensa objetivamente -y regresa al campamento.
Samantha también va llegando y se encuentra con Charles quien le
pregunta por lo que ha sucedido, ella le cuenta y le pregunta por Chris.
-Es mejor que no lo busque por ahora, está furioso.
-No entiendo por qué esta así.
-Chris te aprecia mucho y por eso se preocupa de lo que pueda sucederte,
ponte en su lugar.
-Charles… no soy su mascota, no puede pretender que le obedezca cada
palabra como si fuera mi dueño, no necesito un guardián… soy libre al igual
que él de tomar mis propias decisiones. -y se va a su tienda.
***
Al día siguiente cada uno atiende sus asuntos, a la primera hora de la tarde
se oye el galopar de un caballo a toda prisa que entra en el campamento, es
Roy y viene muy desesperado. El rey Ricardo sale a su encuentro, este le dice
llorando que los Nirvianos llegaron a su casa y se llevaron a Charlot.
Christopher se levanta como si hubiera estado esperando que algo así ocurriera
y toma su arco, pero el rey le dice que no se apresure, que primero miren que
está sucediendo en aquel campamento. Roy les dice que habían dicho que
necesitaban un sacrificio antes de pelear y lo harían al caer la tarde.
-No me quedaré esperando a que la lastimen -le dice Chris a su padre,
termina de alistarse y los hombres empiezan a hacer lo mismo ya que también
están muy indignados. Cuando Christopher está a punto de subir al caballo
Samantha se interpone:
-El rey tiene razón, hay que ser cautelosos -le dice en forma de súplica y él
cree que quiere proteger a Tristán quedando totalmente enceguecido por los
celos.
-Apártate de mi camino. -y con su brazo la empuja, se monta en su caballo
y se marcha a toda prisa. Charles va tras él. Llegan al valle y ven que en medio
hay una enorme fogata, cerca de ella está Charlot amarrada de un tronco.
-Avísale a nuestro padre la situación mientras yo vigilo -Charles se
apresura y empieza a llegar toda la caballería.
-Cuando esté cerca de Charlot, toquen el cuerno anunciando la guerra para
que ellos pongan su atención al hecho y yo pueda liberar a Charlot. –dice
Chris al ejército.
Falta poco para caer la tarde y Christopher se acerca a Charlot muy
sigilosamente. Entretanto llega un joven Nirvio al campamento Abadonita en
busca de Samantha y ella sale a su encuentro.
-Traigo un mensaje de Tristán.
- ¿Qué sucede…?
-Anoche después de que mi señor Tristán habló con usted, inmediatamente
se fue a hablar con su padre y le explicó lo que estaba sucediendo, después de
estar razonando un buen rato con él y decirle que usted era la hija del señor
William, su padre por fin comprendió el asunto y dijo que hablaría con sus
sacerdotes para volver a casa. Mi señor le dijo que lo acompañaría, pero el rey
dijo que eran asuntos que él mismo tenía que resolver, sin embargo, él se
quedó esperando a su padre, cuando vio que había transcurrido mucho tiempo,
fue a la tienda donde estaban los sacerdotes, entró y lo halló muerto, estos se
abalanzaron sobre mi señor colocando algo en su cara que lo hizo perder el
sentido. Cuando despertó, estaba atado. Los sacerdotes lo culparon de la
muerte de su padre pues dijeron que estaba bajo el control de Iris, que tenían
que hallarla y matarla para que mi señor pudiera recobrar el juicio, entonces
dijo que se cuidara mientras él lograba salir de esa situación. Además… dijo
que antes de entrar en la tienda de los sacerdotes, vio salir a dos Abadonitas,
un hombre mayor y una mujer joven.
Samantha siente que se le erizan los vellos, presiente que esos Abadonitas
eran nada menos que Roy y Charlot y eso solo puede significar una cosa, todo
es una trampa. Toma a su yegua y sale rápidamente hacia el valle, oye cuando
tocan el cuerno y pide al Dios de Abadón que le permita llegar a tiempo. Chris
aprovecha que los Nirvianos se concentran en la muchedumbre que viene a lo
lejos y suelta a Charlot, llevándola a un lugar seguro.
- ¿Estás bien, Charlot?
-Sí Christopher, qué hubiera hecho si no hubieras venido. –y lo abraza.
-Ahora quédate aquí hasta que yo vuelva, ¿entendido? -y se gira.
–Eso no es parte del plan. –le dice ella y saca una daga.
- ¿Qué? –dice volviéndose, ella que con ira le clava la daga en el brazo
derecho, mientras él la mira confundido y se agarra el brazo.
- ¡Empezó mi venganza mi querido Christopher! -Christopher dándose
cuenta de que todo ha sido una trampa, le da una bofetada con la mano
izquierda. Ella se estrella contra un árbol y cae inconsciente, él saca la daga y
su adrenalina sube, corre sabiendo que la vida de su padre está en peligro,
pero… es demasiado tarde.
Charles está agachado junto a su padre que está tendido de lado en el suelo,
Chris se acerca y ve que tiene una flecha en el pecho que fue lanzada desde
atrás.
- ¿Qué sucedió? -dice sin aliento.
- ¡Fue Roy…! -contesta Charles aturdido- no me dio tiempo de
reaccionar… ¿qué es lo que pasa Chris…?
- ¡todo ha sido una maldita trampa…! Charles, parte la flecha del lado de la
coca para que nuestro padre pueda acostarse boca arriba -el rey Ricardo está
votando sangre por la boca, Chris agarra la flecha para retirarla totalmente,
cuando escucha la voz de Samantha que dice:
- ¡No! si lo haces morirá en el acto –él se queda inmóvil, ella se agacha a
su lado.
- ¿Puedes… hacer algo? –pregunta Charles. Ella menea la cabeza.
-Está alojada en su corazón -le limpia la sangre de su boca y levanta un
poco su cabeza. El rey toma la mano de Charles y la de Christopher y con
dificultad les empieza a hablar:
-Los amo, hijos.
-Nosotros también padre -dice Charles, él les une las manos y se las agarra
con fuerza.
-Son hermanos… -y suelta una bocanada de sangre.
-Claro que lo somos padre –dice Chris. El rey toca el rostro de Charles.
-Tienes mi sangre… eres mi hijo, perdóname…por… -muere.
Ambos se miran sin entender lo que quiso decir y empiezan a lamentar su
pérdida. Christopher mira a Samantha que también está bastante acongojada.
- ¿Porqué estás aquí? -le dice Chris.
-Tristán mandó un mensajero a decirme que había tratado de acabar con
esto, pero, que los sacerdotes habían matado a su padre y lo habían apresado a
él.
-Ya veo… pagarán por esto -dice Chris poniéndose de pie.
-No deberías seguir luchando, mira cómo tienes el brazo -le dice
mostrándose preocupada.
-No es nada, es solo un rasguño. -ella desgarra un poco la saya que trae
puesta, amarra el pedazo de tela por encima de la herida y la limpia, él chifla
llamando a frisón.
-Debo suturarte esa herida lo más pronto posible… ¿puedes mover los
dedos?
-Un poco… estaré bien, además… -en eso llega frisón- súbete -ella se sube
y él le dice a frisón: -llévala al campamento y no te detengas hasta que lo
hagas -le entrega a ella su arco y las flechas -dame tu espada.
- ¿Además qué? –le pregunta mientras sostiene su mano y él acaricia su
mejilla.
-Además… nadie merece morir este día más que yo -ella lo mira con
desconcierto y él da una palmada a frisón para que se vaya y este sale como el
tiro del arco, ella se queda mirándolo mientras se alejan.
Chris agarra la espada con su brazo izquierdo y empieza a luchar, busca
como objetivo a Roy.
Tristán logra soltarse y busca una espada, va hacia los sacerdotes dándoles
muerte y toca el cuerno anunciando retirada, pero como los sacerdotes habían
dicho que él estaba bajo el hechizo de Iris, nadie les sigue.
Los Abadonitas se encuentran en aprietos, ya que entre los Nirvianos hay
doscientos hombres sumamente poderosos de alturas descomunales. Estos no
eran hombres normales, sus sacerdotes habían experimentado con ellos para
crear súper guerreros haciéndoles perder prácticamente su humanidad, su
principal objetivo era encontrar y darle muerte a Iris, cuando ven a Samantha,
empiezan a luchar con más ímpetu. Christopher se encuentra luchando con
uno de ellos, pero su poder es escaso, sin poder evadir su ataque recibe una
herida en el lado derecho de su rostro, imposibilitando su vista por este lado, el
gigante lo golpea hasta que él cae tendido al suelo y escucha la voz de Roy.
- Detente… -el gigante se retira- déjame el placer de terminar con su vida,
así como lo hice con su padre. -se para por encima de Christopher, empuña la
espada con sus dos manos y alza sus dos brazos.
- Ruégame por tu vida… -Chris que no tiene ya alientos, sonríe y escupe su
cara, cuando siente que Roy hace un sonido de ahogo y cae de rodillas frente a
él agarrando con sus manos una flecha que tiene clavada en su pecho y
escucha el galopar de frisón acercándose, su visión está algo borrosa,
Samantha empuja a Roy quitándole el peso de su cuerpo, se deja caer sobre
sus rodillas y limpia con cuidado su rostro que está bañado en sangre.
- Chris, ¿me oyes?… te sacaré de aquí. -él agarra su mano y con mucha
dificultad le dice:
- ¡Lárgate, de aquí!… -ella está muy angustiada.
- No me iré sin ti. – cuando logra levantarlo, él siente que la arrebatan de
su lado haciendo que caiga de rodillas. En el momento en que el gigante la
levanta, ella alcanza a tomar su espada, pero en esa postura es poco lo que
puede hacer.

CAP. 10

- Miren lo que trajo el gato. –dice el gigante y la muestra como si se tratara


de un trofeo. Chris levanta el rostro y la ve suspendida en el aire y a la
grotesca bestia sosteniéndola por sus trenzas.
Con el último aliento que le queda se pone de pie, corre y con el hombro
izquierdo golpea el costado del gigante.
- Suéltala, maldito… -el gigante pierde el equilibrio y cae de medio lado,
pero con su brazo izquierdo alcanza a barrer a Christopher arrojándolo lejos y
este cae tendido al suelo sin ninguna señal de vida, Samantha aprovecha que
sus pies han tocado el suelo, gira y corta su cabello, el cual empieza a soltarse,
liberándose así de la mano del gigante y entierra su espada en él.
Los otros gigantes vienen hacia ella rodeándola, ella adopta una postura de
lucha, cuando se oye un fuerte grito de valor procedente de un alma que
revive. Charles reconoce aquel grito y anuncia retirada, uno de los gigantes
que rodea a Samantha manda su espada sobre ella con toda su fuerza, ella está
lista con su espada a recibir el impacto, cuando ve que un brazo se interpone,
rápidamente mira y ve a Christopher.
Su corazón se llena de alegría al verlo nuevamente de pie, él tiene la
espada empuñada con la mano izquierda, pero con la punta hacia el codo, sus
movimientos son veloces y contundentes, ella ve cómo caen los gigantes uno a
uno. Charles se lanza sobre ella cayendo los dos al suelo, este la agarra y le
tapa la boca, ella no comprende lo que hace Charles así que lucha por soltarse.
Los demás Nirvianos empiezan a venir hacia Christopher, pero ninguno
prevalece, cuando empieza a alejarse, Charles suelta a Samantha quien le
reclama por lo que ha hecho.
- Si te hubiera dejado de pie… Chris te hubiera asesinado también. -Ella lo
mira con total incredulidad.
- ¿Es que acaso te has vuelto loco?, debemos ayudarle en lugar de huir
¿acaso no ves que está muy lastimado?
- En estos momentos no es el Chris que conocemos. -y pasa a contarle lo
que sucedió seis años atrás iniciando la guerra. Ella queda atónita y recuerda el
sueño de Chris, mira a lo lejos y ve a Tristán que está luchando contra los
gigantes y nota que muy pronto estará frente a frente con Chris, así que llama
a frisón.
- Qué pretendes.
- Debo detenerlo. -Charles la agarra por el brazo.
- Eso es un suicidio mujer, te matará antes que puedas decir algo.
- Sé que en el fondo él está allí y tendrá que detenerse porque no permitiré
que muera. -sube sobre frisón quien corre rápidamente tras él.
Tristán nota que Christopher va hacia él con gran frenesí y él contraataca.
Samantha se baja del caballo y busca la manera de detenerlos. Chris arroja a
Tristán al suelo y Samantha se interpone en su paso, por un momento queda
paralizada de ver su mirada fría y sombría. Él la agarra fuertemente por el
brazo izquierdo.
- ¡¡Chris, sé que estás ahí, por favor detente!! -Le grita. Él levanta su brazo
izquierdo con el fin de atravesarla con la espada, pero Tristán lo sujeta con sus
dos manos, Christopher mira a Tristán y trata de arrojar a Samantha a un lado,
pero ella se aferra con todas sus fuerzas a su camisa que está a punto de
desgarrarse y le dice desesperadamente una y otra vez:
-Chris… mírame. -él voltea su rostro hacia ella con su mirada fría y
distante y la suelta con el objetivo de agarrarla por el cabello, ella aprovecha y
lo abraza. El aroma de su cabello y su piel penetran en él, dejándolo casi
inmóvil.
- Huye Samantha, huye… -le grita Tristán. Ella mira a Chris a la cara y lo
besa tiernamente en los labios, este deja caer la espada y luego se desploma.
Ella se apresura a auxiliarlo.
Dos semanas después, llegan a Abadón donde sus habitantes salen a recibir
a sus familiares y amigos, otros, noticias tristes, pero en esta ocasión, todos en
general entran en desconsuelo al enterarse de la pérdida del rey Ricardo y del
estado de Christopher. Samantha le dice a Charles que no es necesario llevar a
Chris al hospital pues sus heridas están mejor. Lo llevan al castillo donde ella
espera que despierte al sentirse en casa, ya que Charles le dijo que la vez
anterior había demorado en despertar dos semanas. Samantha y Shirley se
quedan con él en el día y Charles en las noches.
En la tercera noche de haber llegado, Chris reacciona y ve que está en su
cuarto, se sienta y toca el lado derecho de su rosto palpando la herida que aún
está sanando, también observa que Charles duerme en la alfombra, camina
silenciosamente para no despertar a Charles, enciende un candelero y ve su
aspecto en el espejo, esa horrible herida que va desde la frente hasta la mejilla
pasando sobre su ojo.
Sale a la terraza a mirar hacia la casa de Samantha. Enfoca su catalejo y la
ve en su terraza peinándose como de costumbre, él se siente feliz de verla y se
pregunta que habrá pasado con Tristán. Nota que ella toma la lámpara y entra
a la casa, luego observa que una luz se asoma en la puerta principal dejando al
descubierto la figura inconfundible de Tristán quien entra en la casa. Chris se
llena de ira, toma una lámpara y va al establo donde está frisón, quien relincha
al verlo, pero Christopher le reclama su aparente traición por no haber llevado
a Samantha como él le había mandado y haberla expuesto a la muerte, este
relincha con más fuerza.
- ¿Te preocupaste por mí?, pues debiste pensar en que su vida era más
importante para mí, de hecho… no era mi propósito salir vivo de allí, ahora
tengo que cargar con la responsabilidad de la muerte de mi padre… verla en
los brazos de otro hombre, quien de seguro salvó su vida y posiblemente la
mía. ¿Crees que deseaba vivir así…? Si tan solo me hubieras hecho caso, ella
me recordaría como el hombre que la salvó y no como el pobre desfigurado
que no pudo con la batalla… creía que eras mi amigo… -y llorando se va.
Frisón sale del establo y echa a correr hacia las montañas. Christopher va a la
habitación donde están los libros del palacio, allí hay una sección de escritos
de los anteriores reyes. Cada rey tiene la obligación de leerlos pues aprenderá
de las destrezas y los errores de los otros, y encuentra el que había estado
escribiendo su padre desde el momento que fue coronado, lo toma y se va a su
sepultura donde su tristeza la convierte en canción, que en parte dice así:
“que yo te pido un favor,
no te despidas así que quiero verte otra vez,
siempre vas a estar en mí,
no te despidas así que necesito tu amor,
siempre voy a estar en vos”
Luego en las escaleras del palacio se sienta y empieza a leerlo.
Su padre había empezado a reinar desde muy joven, pues había perdido a
sus padres en la guerra, llevaba casi cincuenta años gobernando y como todos,
tenía muchos sueños y esperanzas para Abadón, estaba soltero y joven así que
le había tocado aprender muchas cosas. Christopher se entretiene leyendo y no
se ha dado cuenta que ha caído el alba, cierra el libro y lo pone a un lado, pues
lo abruman muchas cosas que le causan melancolía, coloca sus brazos sobre
las rodillas y en ellos apoya su cabeza, Samantha entra por la puerta trasera y
llega a las escaleras donde se sorprende al verlo, se llena de gran emoción y no
sabe qué hacer, aunque deseaba con todo su corazón que despertara, jamás
imaginó qué sucedería después, entonces se acerca lentamente, pero él está tan
absorto en sus pensamientos que no se percata de su presencia, ella se detiene
frente a él pero no sube los escalones, él está cinco escalones arriba pero sus
pies a solo tres. Ella, reflejando todo su amor en los ojos con sus manos en el
pecho, pues siente que su corazón está a punto de estallar y con la voz un poco
ahogada le dice:
- Hola… -él se estremece un poco pero no levanta la cara.
- Hola. Responde bruscamente. -ella sube los escalones y se sienta a su
lado en silencio pues no sabe si recuerda lo que sucedió- ¿qué quieres? -ella
sorprendida por su tono y con voz quebradiza logra decir:
- Quería saber cómo estabas…
-Bien gracias, si es todo, puedes marcharte. -Responde tajantemente. Ella
siente intensas ganas de llorar, le duele mucho verlo así.
-Te traje esto… porque sé que te debe estar fastidiando el párpado, aunque
con el tiempo se te pasa… -lleno de ira por lo que vio en la noche y por los
hechos confusos que tiene en su cabeza, estalla.
- No necesito de tu lástima, vete… -ella se levanta.
- ¿Qué dices…? no es lastima lo que siento por ti… -él mucho más
enfurecido levanta la cara.
- Que te largues te digo… ¡ahora! -ella casi a punto de llorar, pero a la vez
con rabia le tira lo que tiene en la mano y sale rápidamente, él la mira hasta
que abre la puerta y se va, agarra lo que ella le tiró y ve que es un parche.
Charles baja lentamente la escalera y se sienta a su lado.
- Imagino que también quieres que me vaya, así que solo diré que cuando
quieras hablar… allí estaré. -Chris guarda silencio, Charles se levanta y se va.
Así transcurren quince días… pocos han visto a Christopher, de hecho, de
la única que se ha dejado ver es de Shirley. Samantha ha estado muy ocupada
en el hospital y además ha estado ayudándole a Lena pues su embarazo se ha
complicado un poco, trata de mantenerse ocupada para no pensar en él.
A primera hora de la tarde Charles está afuera de la casa alistando la mesa
para almorzar, cuando oye el cabalgar de un caballo, gira y ve que es Chris,
este se alegra muchísimo, va y lo recibe. Christopher le dice que necesita
hablar urgentemente con él, en ese momento sale Lena y también muy
contenta lo abraza, él se sorprende al ver su enorme barriga.
- ¿acaso son seis los que vas a tener? -todos sonríen. Ella lo invita a
almorzar y Christopher le dice que no puede quedarse, pero ella insiste, así
que él acepta. Charles y Chris se sientan a la mesa, este último queda dando la
espalda hacia la casa, Lena le pone un pasaboca para que vaya comiendo
mientras trae el resto, él lo prueba y queda fascinado. -por fin tu mujer está
aprendiendo a cocinar. -Charles se le acerca.
- Ella sabe cocinar, que a ti te guste la sazón de cierta chica es otra cosa. -él
lo mira.
- No me digas… -cuando ve el brazo de Samantha pasar por su lado
colocando los platos en la mesa y se sienta a su lado.
- Vaya, vaya… ya terminaste la hibernación. -él mira y ella sonríe.
- Sí, parece que era lo que necesitaba -señalando el parche que está en su
ojo- gracias por el detalle y… ¿cómo va el hospital?
- Oh, muy bien. -mientras toman asiento, Lena al lado derecho de Charles
y Tristán al frente. Christopher mira a Tristán.
- ¿ya eres Abadonita?
- necesito la autorización del rey.
- Bueno… eso si estuviera el rey.
- Al parecer para ellos lo está y no pueden pasar por encima de eso.
- Lo lamento… hoy mismo trataré de que solucionen ese asunto, pues me
imagino que es lo que están esperando para…
- Lo interrumpe un guardia.
- Perdón señor…
- ¿Qué pasa Luis?
- Se acerca un carruaje real a toda marcha.
- ¿De dónde? –dice Chris con preocupación.
- Parece de Gelesia, viene con tres escoltas.
- Tal vez es Robert, -dice Charles- seguro le llegó la noticia de la muerte de
nuestro padre y quiso venir personalmente a darnos las condolencias… o… -y
se queda mirando a Chris con asombro.
- No podría… es un viaje muy largo.
- Si mal no recuerdo dijo que lo haría, total… es hora del almuerzo y queda
un puesto más.
- Quita la escolta y dirige el carruaje hacia acá. –dice Chris. El guardia se
retira.
- ¿Cuándo fueron a Gelesia? –pregunta Lena.
- En la guerra de hace algunos años, -contesta Charles- los habitantes de
esta zona fueron muy amables con nosotros, aceptaron las leyes de nuestro
Dios, así que podría decirse que también son Abadonitas. Cuando llegamos no
tenían nada pues el rey Pericles los había invadido y les había quitado todo,
estaban hambrientos y enfermos así que el rey Robert nos pidió que sacáramos
a su hija de la zona de combate, nosotros creímos que iba a ser una carga, pues
ella se veía tan delicada… estaba bastante delgada, su cabello era corto como
el de un varón, recuerdo que al principio nos burlábamos de ella, pero su
nobleza y sinceridad nos hizo apreciarla. Además, siempre estaba sonriendo,
lo cierto fue que resultó salvando a muchos. Ella fue la que curó la herida en
mi rostro, pero creo que el que más le debe es Chris, pues recibió la herida
más severa, de no ser por ella habría muerto en esa ocasión -Chris asienta con
la cabeza- como Chris quedó inconsciente, me preguntó qué era lo que más le
gustaba… yo le dije que me parecía que la música y desde ese momento hasta
que despertó le cantaba una canción, -dirigiéndose a Chris- ¿la recuerdas?
- Como si fuera ayer.
- Después de eso le abrimos campo para que pudiera marcharse, pero no lo
hizo, hasta no verlo totalmente recuperado, en ese tiempo fueron como almas
gemelas. -Chris sonríe.
- Ya…no exageres.
Todos oyen el sonido del carruaje acercándose y se levantan, pero Chris
camina a su encuentro. El carruaje se detiene a pocos metros de él, el chofer se
baja, abre la puerta y ven salir a una mujer esbelta, de una cabellera negra
brillante, ojos grandes y profundos. Ella se queda inmóvil mirando a Chris y él
se muestra muy admirado.
- ¿Alison? -ella sonríe, corre arrojándose a sus brazos y besa fuertemente
su mejilla, él queda pasmado.
- Chris, no sabes cuánto te extrañe.
- Lo mismo digo.
- Lamento lo de tu padre, apenas me enteré empaqué y me vine.
- Gracias.
- Pero mira cómo estas de guapo. -Chris se sonroja. Todos contemplan la
escena, Chris sonríe y levantando el brazo derecho de ella le da un giro.
- Tu, estás… wau… muy hermosa. -Samantha siente que algo la quema por
dentro y quiere marcharse, pero Tristán se interpone en su camino.
- ¿Acaso pensabas que seguía siendo esa niña desnutrida que parecía un
muchacho? -él sonríe, ella ve a charles y va hacia él, lo saluda de beso en la
mejilla.
- Ella es Lena mi esposa. –le dice. Alison también le da un beso en la
mejilla.
- Mucho gusto -mirando a Charles- escuché que te habías casado, pero no
sabía que ibas a ser padre, no perdiste el tiempo ¡eh!, -mira a Lena- ¿Cuánto
tiempo tienes? -y le toca el vientre.
- Tres meses.
- Vaya, va a ser un niño grande como su papá. -Charles dice señalando a
Samantha.
- Ella es… Samantha mi cuñada. -Alison queda impresionada mirando su
cabello.
- ¿entonces era cierto lo que decían los Nirvianos?
- La verdad, no… porque no soy una diosa.
- Pues, eres tan hermosa que si existiera estoy segura de que fuera como tú.
-Samantha se ruboriza- ¿y él? -Señalando a Tristán- ¿es tu consorte?
- No… -responde Samantha.
- Aún no… -dice Tristán y sonríe, toma la mano de Alison, se inclina un
poco y le da un beso- soy Tristán.
- Qué caballero.
- Debes tener hambre… -interrumpe Chris- sigamos a la mesa. -todos
ocupan el lugar que tenían excepto Samantha que se sienta al lado de Lena
quedando a mano derecha de Tristán y frente a Alison que queda al lado de
Chris.
- Hola a todos, lamento la tardanza. –dice Shirley y se acerca a Chris-
papá, estaba buscándote. -y le da un beso.
- ¿papá? –pregunta mirando a Chris.
- Así es, ella es mi hija Shirley…
- Pero… ¿y su mamá?
- Ella es su mamá. –señalando a Samantha y sonríe.
- Una larga historia. Objeta Samantha.
- Pues, después tendré mucho tiempo para oírla. -por un momento todo
está en silencio, pero Alison rompe el hielo y todos empiezan a hablar. Ella
demuestra lo encantadora que es, pese a su sangre real, es muy sencilla, de
hecho su forma de ser es muy parecida a la de Chris.
- ¿Dónde te quedarás? –pregunta Charles. Chris sin dudar toma su mano
que está cerca de él y le da un beso.
- En el palacio por supuesto, el único lugar digno de una princesa. -ella
sonríe, mientras Samantha siente una puñalada en su pecho.
- Aunque primero quisiera ir al hospital, me muero de ganas por conocerlo.
-ah… -dice Chris- para eso tendrás que hablar con la dueña. -señalando a
Samantha.
-yo… no soy la dueña, simplemente trabajo allí.
- ¿alguna vez has ido a alguna escuela de medicina?
- No. -Alison toma a Chris por el rostro y señala su cicatriz.
- ¿Tu suturaste esta herida?
- Sí… -responde Samantha con seriedad.
- Entonces… -dice Alison sorprendida- tienes manos de cirujano, con el
tiempo solo quedará un pequeño recuerdo de ella… con charles me esmeré
mucho, pero no tiene punto de comparación.
- Gracias por lo que me merezco. –dice Charles.
- Te digo lo mismo que dije en aquel tiempo, tu cicatriz te hace ver muy
sexy.
- Es cierto… -dice Lena sonriendo- por eso me enamoré de ti. -todos ríen y
Alison le pide a Samantha que la lleve al hospital.
Christopher aprovecha que ellas se marchan y le dice a Charles que vayan
al palacio pues necesita hablar con él. Allí le cuenta que ha estado leyendo los
libros de los reyes de Abadón, entre ellos el de su padre.
- ¿recuerdas cuáles fueron sus últimas palabras?
- Decía que yo era su hijo, su sangre, pero… ¿qué con eso?
- Que es cierto…
- De qué hablas. –dice confundido.
Chris pasa a leerle lo que su padre escribió: “era joven y me había
enamorado de una hermosa mujer con quien pretendía casarme, pero el padre
de ella no lo admitió porque primero debía casar a su hermana mayor para que
no fuera humillada, con ella nadie quería casarse porque era de delicada
apariencia, además era de menos estatura que las demás. Sus circunstancias
hicieron que fuera una persona humilde y sumisa, adquirió gran destreza para
la música. En una de las visitas que le hice a Carla la mujer de quien creí estar
enamorado, escuche que alguien tocaba el arpa, era Grease la hermana mayor
de Carla, entre en su habitación para verla tocar y sentí gran admiración por
ella, la gran pasión con que tocaba hacia que uno sintiera sensaciones
inexplicables, su aspecto delicado me atraía cada vez más, pues me hacía
sentir que me necesitaba, a la vez que su música la hacía fuerte e indomable,
situación que me enloquecía. Al pasar el tiempo ya no podía estar sin verla y
escucharla. Carla no soportó que yo me hubiese enamorado de Grease y huyo,
dejando así libre el camino para que me casara. Pero, aunque Grease me hizo
muy feliz en los siguientes veinte años, no me había dado hijos, casualmente
en una de las batallas que Grease no pudo acompañarme por sus problemas de
salud, me encontré a Carla quien había regresado tras la muerte de su padre,
tuvimos un corto romance donde ella quedo en cinta, quise hacerla mi
concubina, pues tenía todo el derecho legal ya que mi esposa no me había
dado hijos. Sin embargo, Carla se negó, ya que lo que ella quería era que
despreciara a Grease y la hiciera mi esposa. Me negué pues amaba demasiado
a Grease, aunque temía perder a Carla y al bebe. Puesto que Grease seguía
enferma no le mencione el asunto y de vez en cuando iba a ver a Carla quien
dio a luz un varón, ese mismo día me dijo que no estaba dispuesta a continuar
así.
Cuando volví a visitarlos, ella se había marchado y me había dejado al
niño. Lo traje al palacio y se lo presenté a Grease como hijo de un pariente
muerto. Grease se apegó tanto a él que su salud mejoró, fueron momentos
maravillosos. Éramos una verdadera familia, nos sentíamos tan felices y lo
fuimos aún más cuando seis años después ella quedó en cinta, aunque estaba
preocupado por lo delicado de la situación, ella logro tener a nuestro hijo,
estaba tan feliz con sus hijos, pero lamentablemente había quedado bastante
débil…”
- Bueno… el resto de la historia ya la conoces. -Charles queda atónito,
Chris le pone sus manos en los hombros- de verdad eres mi hermano mayor, y
no solo eso, eres mi primo y por derecho el heredero al trono. -y lo abraza.
- Somos primo hermanos… oh, pero tú… tú eres el rey, para eso te educo
papá. -Chris lo observa.
- Aunque acepte ser coronado como rey de Abadón, solo esperaré hasta
que nazca mi sobrino y me marchare.
- ¿por qué…? es por Samantha ¿cierto?
- Quiero comenzar en otro lugar… lejos, donde no la vea, la verdad…
estoy enloqueciendo, ya hasta siento el sabor de sus labios cuando la veo y ni
para que te digo. -Charles que vio cuando Samantha le beso, lo agarra por los
hombros.
- Chris, vuelvo y te lo repito habla con ella, recuerda lo angustiada que
estaba cuando te vio herido y cuando quedaste inconsciente no quería
separarse de ti… ¿no crees que eso lo hace una mujer enamorada?
- Estas equivocado, no niego que Samantha siente un profundo cariño por
mí, fue mucho el tiempo que estuvimos trabajando juntos, me aprecia
sinceramente lo puedo sentir. De pronto había momentos en que se sintió
confundida, pero… solo era porque quería tener a alguien especial a su lado,
sin embargo… todas sus dudas terminaron cuando apareció Tristán y sé que
está bien, porque él la ama y la hará feliz, de hecho, yo también pienso darme
una oportunidad con Alison.
- No seas apresurado, espera que el tiempo aclare las cosas.
Por otra parte… Samantha y Alison se divierten pues están haciendo una
de las cosas que más les gusta hacer, atender pacientes. Además, la una le
muestra a la otra lo que sabe, así que están muy concentradas en sus asuntos,
cada vez más Samantha se convence de que Alison será una buena esposa para
Chris. Camino al palacio Alison le pregunta a Samantha si está enamorada.
- ¿porqué la pregunta?
- Es simple curiosidad.
- Realmente todos los días estoy tan ocupada que no suelo pensar en ello.
- Qué lástima, quería saber si te sentías igual que yo. -Samantha sonríe con
tristeza en sus ojos.
- ¿y cómo te sientes?
- Cuando llegué tenía mucho temor, pues no sabía cuál sería la reacción de
Chris al verme, ni como estaría él después de tanto tiempo, sabía que iba a ser
guapo, pero cuando lo vi de pie allí esperándome, vaya… esta guapísimo, mi
corazón no cabía en mi pecho y descubrí que mi amor por él había crecido
mucho más, aunque él no estuviera mi lado.
- ¿porqué si lo amabas te fuiste, acaso no pensaste que podías perderlo?
- Tuve que correr ese riesgo, pues quería estudiar medicina y esperaba que
algún día él fuera a buscarme, aunque era yo la que le había prometido que
vendría. ¿Crees que no se ha casado esperándome?
- Bueno… no sabría que responder pues nunca le he visto algún interés en
otra chica.
- Y ahora que lo viste conmigo qué opinas.
- La verdad… se ve que eres alguien muy especial para él.
- Sí lo sé, pero lo que quiero es su amor, ¿puedes ayudarme?
- No sé si sea la persona adecuada para eso.
- Dicen que eres la que más ha estado con él en este tiempo y eso es lo que
yo necesito.
Llegan a las puertas del palacio y Alison le pide que la acompañe, ella le
dice que tiene mucho por hacer, que si quiere vaya mañana al hospital. Alison
se despide y entra, ella va saliendo cuando se cruza con Chris quien va
llegando, él se queda estupefacto mirándola.
- He… venido a traer a Alison. -él asienta con la cabeza.
- Gracias, eh… estaba solucionando lo de Tristán, el sábado podrá entrar a
oír la ley y el domingo a la coronación.
- Ah… que bien, entonces nos vemos.
- Oye… -ella da vuelta al caballo y lo mira nuevamente- gracias… por
todo, perdón por no haberlo dicho antes y por mi comportamiento. -ella
asienta con la cabeza.
- No hay problema, sé que han sido tiempos difíciles, me alegra que estés
bien, y… ah… ejercita el párpado para que no se vayan a contraer los
músculos y tenga que hacerte parches de por vida. –y sonríe, él también
sonríe, ella da la vuelta y se marcha, él se queda mirando cómo se aleja, sus
trenzas ahora caen a media espalda recordándole que muchas veces le
prometió protegerla y ese hecho es prueba evidente de que no le cumplió, lo
que lo hace sentir terriblemente atormentado.

CAP. 11

Llega el sábado, todos están reuniéndose desde muy temprano en el


templo, Christopher y Alison muy elegantes llegan en un carruaje, los vestidos
de Alison son sencillos, batas sin mangas y en corte imperial lo que realza sus
voluminosos senos y estrecha cintura. Su cabellera negra y ondulada que
termina en uve justo al final de su espalda y en la parte superior de la cabeza
trae pequeños detalles que la adornan y cómo no ver sus grandes ojos miel.
Entran y se sientan en la parte de adelante como acostumbra Chris, muy
cerca al trono real, él presenta a Alison con mucho orgullo, Samantha llega
como siempre con vestidos con capucha masculinizados que le permiten andar
a caballo libremente, y su cabello trenzado sin ningún tipo de adorno.
Ella los ve y trata de no llamar la atención, pero Alison la busca con su
mirada y empieza a hacer ademanes que muestran que quiere que este a su
lado, ella menea su cabeza negándose a hacerlo, pero ella la busca y la hala
por la mano hasta que llegan adonde está Chris.
- ¿puede sentarse a nuestro lado? -él mira y ve que es Samantha, ella
menea la cabeza diciéndole que diga que no y él ve llegar a Tristán.
- No creo que ella quiera estar lejos de su novio. -a Samantha le causa
extrañeza lo que ha dicho.
- Pues invitémoslo. -y le hace señas a Tristán, quien viene de inmediato.
- Pero… hay un problema, solo hay un puesto a mi lado y otro al tuyo.
- Sí… la verdad no quiero incomodar –agrega Samantha- así que tranquila
nos veremos al final.
- Bueno… no quiero separarlos en un día tan importante como hoy ya que
es la primera vez que está aquí Tristán y para mí también será la primera vez
así que quiero que estés cerca… ¡ya se!… -y acomodándolos de una vez- te
sentaras aquí en mi lugar -a mano derecha de Christopher- así quedará a tu
lado Tristán y yo me haré en este lugar. -a mano izquierda de Christopher.
Christopher y Samantha tratan de objetar, pero en ese momento Lemuel el
sacerdote comienza a hablar; no les queda de otra que tomar asiento.
Christopher se siente incómodo porque, aunque alguna vez imaginó a
Samantha allí, no era precisamente de esa manera, sus ojos no podían evitar
mirarla, pero también veía a Tristán. Parecía que la única que se sentía cómoda
en ese momento era Alison, apenas se termina, Samantha sale rápidamente de
allí, va rumbo a las montañas y Tristán va tras ella. Christopher sale del lugar
y ve esa escena, los dos… rumbo a las montañas y siente que su corazón se
desgarra en dos.
Cuando llega a las montañas Samantha baja del caballo y grita fuerte
dejando salir su dolor, Tristán se acerca lentamente.
- ¿Tanto es tu amor por él?
- ¿De qué rayos hablas?
- No te atrevas a decirme que no es así… primero el beso y ahora esto.
- No fue mi idea… solo paso.
- Pero… él está con esa mujer ahora. -ella agacha la cara.
- Lo sé, soy una tonta, siempre he sido consciente de que entre los dos no
puede haber nada. -Tristán se arrodilla ante ella y toma sus manos.
- Yo también soy un tonto… lo que más quiero es tenerte junto a mí, dame
una oportunidad… te prometo que no te pediré más allá de lo que me puedas
dar.
- Pero…
- Sólo, inténtalo por favor. Me esforzaré para que mi amor sea suficiente
para los dos -Ella piensa que de pronto eso es lo que necesita para acabar con
su dolor y asienta con la cabeza, él le da un beso en las manos, se levanta y le
da un abrazo.
Al siguiente día todos se reúnen a presenciar la coronación de Christopher,
Samantha ha tenido que pasar la noche en el hospital y no le queda tiempo de
arreglarse para la ocasión, así que entra muy sigilosamente a la cocina donde
le ayuda a la señorita Elena a preparar los aperitivos, una de las mucamas
entra y le dice algo en el oído a la señorita Elena, está se molesta y sale de la
cocina. Samantha se sienta a la mesa y sigue en sus labores, entonces entra
Chris.
- Nana, que paso con lo que te pedí… -y se frena al verla, ella también
queda paralizada.
- ¿Qué haces aquí…?
- Que… quería ayudar un poco.
- Eres alguien muy importante para esta nación, debes aprender a ocupar el
puesto que te corresponde, así que debes estar en el salón o pensarán que no
estabas de acuerdo con mi coronación.
- El que me conozca sabrá que estoy aquí y no creo que lleguen a pensar
tal cosa, ¿por qué me habría de oponer a que seas el rey?
-Ahhh… has lo que quieras, ya no importa… total no tengo tiempo para
esto. -ella se levanta de la mesa.
- Estás nervioso… ¿verdad? -él agacha la cabeza.
- Un poco… nana dijo que me prepararía algo.
- Siéntate un momento.
- No tengo más tiempo.
- Solo será un segundo. -ella esculca su mochila mientras él se sienta.
- Toma… pon esto debajo de tu lengua, cierra los ojos, hecha la cabeza un
poco hacia tras y respira profundo. -él siente un olor y sabor muy agradables y
empieza a sentirse relajado mientras ella le hace masajes en la cien.
- Ahora echa la cabeza hacia delante sin abrir los ojos. -y masajea su
cuello- estas bastante tenso. -él hace un sonido para afirmar lo que ella dijo,
ella se pone frente a él- levanta la cabeza y abre los ojos. -él lo hace y se queda
mirándola mientras ella sonríe- vaya, tu parpado ha mejorado bastante… cómo
te sientes ahora. -él sin decirle nada la toma de las manos y la acerca sin dejar
de mirar sus ojos, ella deja de sonreír y su corazón parece que va a estallar,
cuando sienten que empujan la puerta, ambos se sueltan del susto y entra nana
peleando con la mucama.
- Gracias. –le dice Chris y se levanta de la silla y le da un beso en la frente
a su nana.
- Ay hijo, no te he preparado la valeriana.
- Ya Samantha se hizo cargo, gracias de todas maneras. -y se retira.
La señorita Elena le dice a Samantha que, aunque esa ocasión es muy
importante, ella no le ve sentido.
- ¿Por qué?
-Porque él quiere irse. -Samantha queda estupefacta, aunque ya había oído
el rumor en casa de Lena, lo acaba de confirmar y se asoma y lo ve dando el
discurso de juramento como nuevo rey.
Lemuel derrama aceite sobre su cabeza y le pone la corona, después de eso
ella se marcha por la puerta trasera, llega a su recamara y cede a las lágrimas.
En esos días es el banquete de bodas de Marcus y Sophia, Christopher
llega con Alison y Tristán con Samantha, Christopher trata de mantener las
distancias, pero Alison siempre busca la manera de estar con ellos, Marcus le
pide a Chris que cante una canción, él le dice que no está de humor para eso,
pero es inducido a hacerlo por todos los presentes, así que no le queda de otra
si no cantar, pero como siempre… lo hace de acuerdo con lo que siente y
canta:
“alguna vez pensé, nos separamos, nunca…
Pero ahora ya vez, el tiempo nos cambia.
Sería difícil tal vez que entiendas
Y no lo diré, aunque estemos muy lejos
Y no te veré queriendo engañarme…”
Algo que desencaja totalmente con el acontecimiento, así que todos
excepto Charles quedan perdidos, Samantha en cambio siente como si él le
estuviera leyendo el pensamiento.
Christopher se da cuenta de la reacción de la mayoría así que cuando
termina dice unas palabras relacionadas con los novios y alegra nuevamente el
banquete.
- ¿Sabes Christopher? –dice Marcus- pensé que al terminar tu voto te le
declararías a Samantha, por eso no insistí más, pero ahora no logro entender
cómo estás con otra mujer.
- No deberías decir tal cosa el día más especial de Sophie, -bebe la copa de
vino que tiene en su mano- no digo que el tuyo… porque al parecer tus
sentimientos por Samantha no han cambiado.
- Amo a Sophie, pero si hubiera tenido la más mínima esperanza de que
Samantha te dejaría, yo…
- Pues aún estás a tiempo, -le dice irónicamente- ya te disté cuenta que ella
no siente nada por mí, claro, todavía queda Tristán en el camino, así que no
será fácil.
- Ya veo que los celos te tienen enceguecido, tienes que ver la verdad o la
perderás. -Chris que no ha hecho más que beber, se enoja.
- ¿verdad…? Cual verdad. -en eso llega Sophie buscando a Marcus y
Christopher se va.
Los siguientes tres meses Christopher trabaja arduamente para acabar
algunos proyectos antes de marcharse, se le ha visto bastante en compañía de
Alison, al parecer disfrutan mucho estando juntos. Samantha también se
esfuerza por darle una oportunidad a Tristán, sin embargo, Chris todas las
noches mira a Samantha desde su terraza. En todo este tiempo Samantha y
Alison se han hecho grandes amigas, Alison le pide que le ayude a hacerle
algo especial a Chris y quiere invitar a su familia, ella para no tener que ir al
palacio le dice que le pida permiso a Lena y lo haga allí, a ella le parece buena
idea y así lo hace, efectivamente Samantha le ayuda, pero no piensa
acompañarlos.
Chris llega, saluda a todos los que están afuera, está muy contento
pensando en lo afortunado que es porque puede decirse que lo tiene todo,
familia, amigos y una hermosa mujer que lo ama. Samantha y Lena aún están
en la cocina.
- Por favor… quédate, ya que no quisiste hablar con Chris de tus
sentimientos lo mejor sería que fueras superando el pasado. -Chris va hacia la
cocina en busca de vino para celebrar la ocasión, cuando escucha voces y se
acerca silenciosamente pues le parece haber oído a Samantha.
- Cómo hacerlo… si aún tengo en mi entero ser el sabor de sus labios y el
sonido de su respiración… -entonces oyen la voz de Alison.
- Christopher apresúrate. -ellas quedan pasmadas, mientras él entra a la
cocina como si no hubiera oído nada, las saluda y le pregunta a Lena por el
vino, Samantha no sale de su asombro, en su pecho se puede ver su gran
sobresalto, él toma el vino lo destapa y sale.
- Tranquila, no creo que haya oído nada, además tampoco creo que lo
recuerde.
- No puedo permanecer más aquí -y se va por la puerta trasera.
Lena sale y Chris está hablando con Charles, Alison le pregunta por
Samantha y ella le dice que surgió algo por lo que ha tenido que marcharse,
Christopher se toma el vino como si se tratase de agua, enfurecido por dentro
pensando que mientras él soñaba con sus besos, ella se los estaba dando a otro,
empieza a comer y tomar, Alison inocente de la situación, habla de lo
delicioso que cocina Samantha.
- Es cierto… -dice Lena- a Christopher le encanta todo lo que ella hace. -él
en su desesperación agarra la mano de Alison
- ¿Te quieres casar conmigo? –dice inesperadamente, todos quedan
atónitos y ella muy emocionada.
-Claro que sí. -y lo abraza.
-Organiza un banquete de compromiso y después del nacimiento del bebé
de Charles nos iremos a Gelesia a casarnos para que pueda estar tu padre. -a
Alison le parece perfecto. Charles los felicita, aunque sabe que Chris está
cometiendo un grave error y no le parece bien lo que hace. Lena también los
felicita, pero sabe que esto será bastante doloroso para Samantha.
Al rato, Alison llega feliz donde Samantha, quien está comiendo con
Tristán y Shirley y le dice que le ayude con el banquete de compromiso,
Samantha trata de no perder la razón, siente que su corazón se parte en mil
pedazos, aun así, la felicita, Shirley corre a preguntarle a su padre si es verdad.
- Deberían aprovechar y así haríamos un banquete para los cuatro. –dice
Alison.
- Nosotros aún podemos esperar. –contesta Samantha.
Rápidamente pasan los días hasta que finalmente llega la noche del
banquete, Samantha le ayuda a Alison, pero evade a Chris y este hace lo
mismo, todo está a punto de comenzar y ella trata de hallar una manera de salir
de esa situación.
-Alison, estoy cansada, así que será mejor que me marche.
- No lo permitiré, pues hoy te pagaré todo lo que has hecho por mí.
- ¡Qué dices…! no necesitas pagarme nada…
- Solo es un decir… –la lleva a la habitación donde se hospeda que está al
otro extremo de la de Christopher y saca un hermoso vestido rojo bordado en
lentejuelas.
- Lo he encargado especialmente para ti. -Samantha se niega a recibirlo,
pero ella insiste y hace que se lo ponga, le suelta el cabello y la maquilla un
poco, ella en cambio lleva un vestido color azul rey muy hermoso.
- Espero que cuando me vea Chris, no pueda aguantar más y me de ese
beso que tanto tiempo llevo esperando.
- Ahora que casi son esposos me imagino que no se retendrá de hacerlo –lo
dice sintiéndose muy agobiada y Alison ríe de la emoción.
Charles ha visto últimamente a Christopher muy pensativo y bebiendo, lo
lleva aparte y le dice:
- Aún tienes oportunidad de echar para atrás todo esto.
- Soy un hombre de palabra y además ya no hay nada que pueda perder. -
Charles ve a Samantha y lo golpea en el brazo.
- Creo que sí vas a perder mucho. –señalándola con la cabeza. Chris se da
vuelta, cuando ve esa despampanante mujer cuyo cabello suelto hace juego
perfecto con el vestido que trae, y pasa el trago que tiene en su boca con
dificultad, pero es traído a la realidad de manera abrupta cuando se le acerca
Tristán y a él lo agarra por el brazo Alison quien también está muy hermosa.
Christopher se bebe una copa tras otra tratando de borrar la imagen de
Samantha de su mente y Alison le pide que cante algo, él va donde están los
músicos, habla con ellos y empieza a cantar la canción que Alison solía
cantarle cuando estuvo inconsciente donde dice en parte:
“Y dame solo una oportunidad…
Porque no puedo seguir sino estás…
Porque no quiero vivir sin tu amor…
Si te vas, yo me voy…”
Alison feliz va y une su voz a la de él. Samantha quiere huir pues cree que
no podrá soportar más, Tristán sostiene su mano en ese momento, ella lo mira
y él sonríe. Cuando terminan de cantar, Tristán quien se ve muy guapo y
elegante le da un beso en la mano y le dice:
- Prométeme que no te irás, pues también tengo algo para ti. -ella asienta
con la cabeza y él también habla con los muchachos que estaban tocando y se
para frente a todos.
- Bueno… no tengo una voz tan genial como Chris -todos voltean a
mirarlo- pero quiero cantarles una canción que expresa lo que sentí cuando la
mujer que amo se alejó de mí.
Todos quedan asombrados de esa bella canción y tan hermosa voz,
Samantha se siente un poco complacida ante tanto dolor. Christopher en
cambio sigue tomando.
- Ya párale si no quieres hacer estupideces o por lo menos más de las que
ya has hecho. –dice Charles.
- Cantare una más y me iré. -Llama a sus amigos, les da algunas
instrucciones y empieza a tocar y cantar una canción muy triste usando
términos metafóricos de cómo se siente cuando alguien se va tras otro amor.
- Menos mal que pocos podrán entender lo que quiere decir. –le dice
Charles a Lena.
- Y ¿Qué quiere decir?
- Que está despechado.
- ¿Despecho…? si es su compromiso.
- Sí, pero es la mujer equivocada.
- ¿Estás diciendo que no ama a Alison?
- Solo busca la manera de olvidar a Samantha.
- ¿Qué? pero… ¡¡porqué si ella lo ama!!
- Eso pensaba cuando vi que lo besó, pero ahora está con Tristán
- Pero eso es porque él está con Alison…
- ¿Dices que no ama a Tristán?
- Claro que no, ella se muere por Chris.
- ¡¡Demonios!! iré por Chris. -busca a Chris, pero él ya se ha marchado
como dijo y Lena busca a Samantha, pero tampoco la encuentra. Alison está
con Samantha en su habitación tratando de convencerla para que se vaya con
ellos. Samantha trata de ponerle mil excusas, pero para Alison no hay pero que
valga, hasta que no aguanta más.
-Alison, eres mi amiga y no quiero perderte, pero creo que es mejor que
sepas la verdad y sé que tal vez no me volverás a hablar, pero quiero correr el
riesgo para que puedas comprenderme -Alison sonríe y muy frescamente le
dice:
- ¿Por qué vives haciendo un drama de todo?, sé que no te llevas muy bien
con Christopher, aunque no sé por qué si todos dicen que eran inseparables,
pero ya verás que con el tiempo todo volverá a ser como antes -Samantha la
mira a los ojos
- Amo a Christopher desde que lo conocí… realmente siento no habértelo
dicho antes. -Alison quien siempre suele estar sonriendo pierde su sonrisa,
queda desconcertada y se sienta en la cama.
- ¿Christopher lo sabe?
- No… y te pido por favor que jamás, jamás se lo digas - sale corriendo de
la recamara y se va sin que nadie la vea. Alison se asoma por la terraza, ve a
Tristán y le hace señas para que la espere allí.
- ¿Por qué no has formalizado nada con Samantha?
- Estoy tratando de ganar su amor.
- Entonces… lo sabes, ¿cierto?
- ¿Qué cosa?
- Lo que Samantha siente por Christopher. -él asombrado dice:
- ¿Quién te lo dijo?
- Samantha.
- Bueno, antes me preocupaba porque creía que él sentía lo mismo, pero
ahora que se ha comprometido contigo guardo la esperanza de que con el
tiempo ella pueda corresponderme.
- ¿Porqué llegaste a pensar que Christopher sentía lo mismo?
- Por la manera en que se comportaba cada vez que me veía cerca de ella. -
Alison mira hacia la terraza y recuerda que en varias ocasiones lo vio en la
oscuridad mirando hacia algún lugar, se despide de Tristán y sube al cuarto de
Christopher. Él no está allí, ella revisa toda la habitación y al final de la pared
del armario ve colgadas unas trenzas dándose cuenta inmediatamente que es
cabello de Samantha, sale a la terraza pero todo está muy oscuro, cuando ve a
lo lejos que se asoma una luz, ella toma el viejo catalejo que él tiene allí y ve
que es la casa donde vive Samantha, mira hacia su terraza y ella está peinando
su cabello, comprendiendo que eso es lo que él observa todas las noches, sale
corriendo hacia el cuarto donde está alojada y se tira sobre la cama a llorar.
***
Al día siguiente Samantha llega a los manantiales, puesto que Christopher
lleva varios meses sin ir, piensa en que mucho menos lo hará ese día en vista
de los últimos acontecimientos, se quita toda la ropa que trae puesta, entra al
agua y se llena de melancolía recordando lo que había vivido con él allí desde
que lo vio por primera vez y grita muy fuerte tratando de sacar lo que tiene
dentro. Empieza a cantar expresando lo herida que se siente:
“Y así yo vivo mi vida, herida
Y así yo vivo soñando, soñando
Que tu estarás a mi lado por siempre
Conmigo …”
Christopher, que está bebiendo en su sitio favorito, no se había dado
cuenta de que había llegado el alba, hasta que escucha un grito, sale de allí y
oye la voz de Samantha que se mezcla con el sonido de la cascada, él se acerca
con mucho cuidado para poder verla, no desea interrumpirla y se queda
observándola totalmente extasiado, siempre la había oído tarareando, pero no
se imaginaba qué podía producir tan melodiosa voz, << Es el más bello y puro
canto de una sirena>> piensa, esto aumenta su malestar. Cuando ella termina,
él se asoma por entre la cascada aplaudiendo, ella que está de espaldas,
sorprendida da vuelta y no sabe qué hacer ni qué decir. Él, que está ebrio,
trasnochado e irritado dice:
- Vaya, vaya… debiste haber cantado anoche, así no hubiera sido solo
Tristán quien nos hubiera impresionado y de una vez por todas habrían sellado
su compromiso. -ella se enfada por su habla burlesca.
-Gracias, pero no me gusta llamar la atención como “otros” prefiero hacer
las cosas a la antigua -él se irrita aún más y se va acercando a ella.
- Me lo imaginaba… y escogiste el hombre ideal para eso… cuando menos
te lo esperes te sorprenderá dándote un trancazo y te llevará a su casa.
- ¿Sabes?, es una excelente idea, pero creo que a él no se le ocurrirá, tú que
tienes experiencia en las sorpresas deberías sugerírselo, aunque con tantas de
ellas ya nada puede sorprenderme. –él, por lo ebrio no puede controlar sus
emociones.
- ¡Sorpresa…! sorpresa fue verte en brazos de un tipo que llevabas tanto
tiempo sin ver, eso sí que fue una sorpresa.
- Al menos tuve la delicadeza de alguna vez mencionarlo… no como tú
que estás comprometido con una mujer que nunca te atreviste a mencionar y
veo que estás muy feliz ya que continúas celebrando. –él, de golpe baja los
ánimos.
- No lo creí importante en ese momento, ni siquiera pensé en volverla a
ver.
- Es lo mismo que pensaba de Tristán y… -él está frente a ella con el agua
casi al cuello.
- Sé que debí hacerlo en ese momento… -la interrumpe, mirándola a los
ojos- dime… ¿porqué te atreves a mirarme así? -ella le esquiva la mirada.
- ¿De qué hablas? -él la toca delicadamente por el mentón devolviendo su
mirada.
- ¿Porqué me provocas cuando me miras? -ella tiene su respiración
entrecortada, su corazón muy acelerado y trata de salir de la situación.
- ¿sabes qué…? me voy porque estás ebrio y te estás imaginando cosas, así
que te pido que voltees para que pueda salir.
- Es cierto… he bebido un poco y quién quita que tal vez el que estés
aquí… -mira el agua que cubre su cuerpo- así… -ella se sonroja- sea solo
producto de mi imaginación… y si te estoy imaginando puedo sentir que me
amas, que por eso has estado llorando y que cantaste esa canción para mí. -ella
queda inmóvil, oyéndolo como si fuese realmente un sueño. Él le acaricia la
mejilla, se acerca más y le susurra:
- Y antes de que vuelva a la realidad quisiera... -cierra los ojos y se acerca
lentamente a sus labios. Ella sencillamente no puede resistirse y le
corresponde. Él se siente confundido por que el sabor de sus labios es tal como
cree haberlo imaginado y por un momento piensa que no es real lo que está
pasando, que en verdad es solo un sueño, así que pasa los brazos por su
espalda y la acerca a su pecho para sentirla, los brazos de ella también casi
automáticamente se enredan en el cuello de él. Sin dejar de besarla dice:
- Yo… yo te necesito para seguir viviendo -sus palabras causan un
profundo impacto en ella quien entra en conflicto consigo misma y siente gran
aflicción, abre los ojos y lo observa… aunque todo su ser desea continuar, de
sus ojos empieza a desbordarse un río de lágrimas. Un gran suspiro lo alerta,
abre los ojos y ve que los suyos están inundados en lágrimas, situación que lo
perturba, sorprendido lentamente la suelta. Ella que no ha podido detener sus
lágrimas se pone las manos en el rostro y meneando la cabeza dice:
- Esto no puede ser.
- Por favor… no llores, preferiría la muerte que verte llorar. -ella se da
vuelta y se aleja.
- Espera, por favor… -y va tras ella, pero tiene que voltear pues ella va
decidida a salir, pero sigue insistiendo- espérame, necesito que hablemos. -ella
piensa que lo que quiere decirle es que no le cuente a Alison lo que ha pasado
y como obviamente no lo hará, se marcha, él oye su yegua partir. Ella llega a
casa y Tristán la está esperando.
- ¿ha sucedido algo? -ella se ve agitada y sus ojos hinchados.
-No… por favor déjame sola no deseo hablar. -Y empieza a subir las
escaleras, Tristán la agarra por el brazo.
- ¿Estabas con Christopher? -ella guarda silencio. Tristán pierde los
estribos la hala y la pone contra la pared.
- Él ya está comprometido… pero… ¿qué ves en él que no tenga yo? -y
trata de besarla, ella enfadada lo empuja.
- Vete Tristán, esto jamás funcionará, mi corazón decidió amarlo a él y no
puedo hacer nada para cambiar ese hecho.
- Te quedarás toda la vida anhelando su amor, cuando lo cierto es que él
pronto estará disfrutando con otra.
- Lo siento… no puedo mentirme más y no quiero seguir lastimándote. -él
con ira se retira y va a buscar a Christopher al castillo. En ese momento
Christopher llega adonde Charles algo molesto, en cambio Charles contento le
dice:
- Te he estado buscando… -pero Chris suspirando lo interrumpe.
- Tanto tiempo esperando ese momento y aunque todo iba perfecto ¿qué
crees?...
- No comprendo -señalando a Charles y asentando con la cabeza
Christopher continua.
- Ese es el problema… no comprendo a esa mujer, estábamos besándonos
y cuando la miro… ¡ah!... estaba llorando. -Charles lo mira con asombro.
- ¿La besaste? -Christopher se imagina el momento con gran satisfacción.
- Eso es lo que te acabo de decir. -Charles piensa que habla de Alison.
-Tal vez, estaba muy emocionada.
- No… mis besos no fueron lo suficiente para ella… es obvio que ama a
Tristán, tal vez me respondió por qué sintió pena por mí.
- Espera un momento… ¿me estás hablando de Samantha?
- Claro, ¿de quién más? -Charles se enfada y le da una bofetada.
- Pues de tu prometida, imbécil… -Christopher se queda mirándolo
admirado- ¿acaso no conoces a Samantha lo suficiente? ¿qué clase de mujer
crees que es…? ¿ Cómo crees que no iba a llorar sabiendo que estaba
traicionando a su amiga y que eres un hombre que está a punto de casarse?. La
verdad es que no la mereces, es más… tampoco mereces a Alison.
- Estás hablando como si dieras por hecho de que Samantha me ama y no
es así… porque él día que le pedí a Alison que se casara conmigo fue porque
la oí hablando con Lena… –hablando en forma burlesca- del sabor de los
labios de Tristán.
-Charles respira hondo y menea la cabeza.
- ¿Hasta dónde te van a llevar tus celos…? te enamoraste de Samantha
cuando aún no era Abadonita, lo hiciste aun pensando que tenía dos hijas y no
te importó, ¿cuál es el miedo de decirle lo que sientes si de todas maneras
estás actuando como si te hubiera rechazado? -Chris se siente acongojado.
- No soportaría si lo oyera de su propia boca. -Charles se sienta, vuelve a
respirar profundo.
- Estás haciéndole daño a las personas que quieres por no tener el valor de
hablar con Samantha sobre tus sentimientos, Tristán es solo una excusa. La
pusiste en un pedestal tan alto que se ha hecho inalcanzable hasta para ti y
crees que Tristán por sus actos heroicos la merece… pero no te has puesto a
meditar en lo que realmente siente ella. Te diré algo… en la conversación que
dices que oíste, ¿escuchaste el nombre de Tristán o tú lo supusiste?
- Pero… ¿de quién más podría estar hablando?
- Por una vez en tu vida hazme caso… te sugiero que primero arregles todo
lo demás y luego pregúntaselo… porque sencillamente estás agravando una
situación que no puede empeorar más.
Chris llega al palacio y Alison sale a su encuentro, ella se lanza a sus
brazos y trata de besarlo, pero él la evade.
- Voy a cambiarme, he bebido desde anoche y me siento incómodo.
- ¿Dónde estabas?
- En el río.
- Me hubiera gustado acompañarte… te esperaré para que desayunemos. -
él sube y se cambia, ella se sienta en el comedor a esperarlo, al rato, él se le
acerca:
- La verdad… no tengo hambre. -ella trata de comportarse como siempre.
- Está bien, solo espero que no sea porque no fue preparado por Samantha
–él queda cabizbajo sin poder decir nada- ¿podemos salir a hablar? -él asienta
con la cabeza y salen al jardín- ¿porqué te fuiste a beber solo?
- Alison… cuando te conocí, pensé que tú y yo algún día nos llegaríamos a
casar, no imaginaba a una mujer más adecuada para mí que tú y de hecho aún
sigo pensando que no hay una mujer más adecuada que tú.
- En ese tiempo… ¿me amabas? -él suspira.
- Era joven… no sabía mucho del amor, así que en ese tiempo creí que lo
era.
- ¿Y si hubiera seguido a tu lado? –él agarra sus manos.
- Cuando llegué de la guerra… quería irte a buscar, sentía la necesidad de
hablarte, de verte sonreír, pero esa misma noche comprendí la diferencia entre
la amistad y el amor.
- La viste desde tu terraza… ¿no es así? -Chris se sorprende.
- No… sabía que fuera algo tan obvio… pero así es, cuando la vi, no sabía
si era real… mi corazón empezó a latir diferente y cuando vi que lo era, todo
mi cuerpo anhelaba tenerla. -Alison aguanta sus lágrimas.
- ¿Porqué no se lo dijiste?
- Fue una enorme prueba para mí, pues estaba bajo un voto… cuando
terminé quise hacerlo, pero llegó otra guerra y de ahí Tristán y yo… enloquecí
y ahora estoy lastimando a las personas que amo.
- ¿Sabes lo que ella siente por ti? -Chris se siente abatido.
- No… no he tenido el valor de preguntarle, quise pensar que ella estaría
mejor con Tristán, pero aun así lo mejor para mí es que ella sepa lo que siento.
- Y si la respuesta fuera un no, ¿qué harás?
- Tendré que vivir con eso, pero no viviré más engañado ni engañaré a
nadie más… -él la abraza fuerte- lo siento… lo siento mucho, espero que
algún día puedas perdonarme. -Alison también lo abraza y deja salir sus
lágrimas.
- También pienso que es lo mejor que puedes hacer… ve a buscarla, no
dejes pasar más tiempo. -Chris la mira a los ojos y le da un beso en la mejilla.
- Gracias… -y corre a buscarla.
Charles está en el hospital pues Lena ha sentido fuertes dolores, Samantha
le da algo para que se relaje pues aun no es tiempo para que nazca él bebé,
pero teme que Lena no aguante más. Sale a mirar que esté todo listo por si hay
una emergencia y se da cuenta que no hay mandrágoras, uno de los
componentes esenciales con los que ella prepara la anestesia.
- ¿Porqué no hay mandrágoras? -Le pregunta a Catalina.
- No ha llegado el pedido, el señor dijo que en esta época era difícil, que lo
más cerca donde se podrían encontrar era en las montañas de Chiratoka a dos
días por el norte, después del río donde hay un bosque sombrío, pero casi
nadie iba hasta allí. -ve y dile a Henry que tenga listos los caballos. -Va donde
Lena.
- Se ha presentado una emergencia, tengo que salir por un par de días, no te
preocupes le pediré a Alison que esté pendiente mientras yo vuelvo. -
Christopher llega al hospital a buscarla y se encuentra con Charles quien le
dice que Lena ha estado indispuesta y se queda un rato con él. Samantha está a
fuera con Catalina.
- Si preguntan por mí por favor di que fui a atender una emergencia, no
digas a donde he ido. -esta asienta con la cabeza y ella se va. Christopher ve a
Catalina y le pregunta por Samantha.
- Fue a atender una emergencia. -a él se le hace raro que estando Lena allí
Samantha se fuera y lo comenta frente a su hermano y su cuñada.
- Ella me dijo que estaría fuera un par de días –dice Lena y Alison llega a
revisarla.
- Samantha me ha mandado razón de que te cuide mientras viene, ¿pero a
dónde fue? -Charles le hace señas a Christopher para que salgan.
- Vamos a averiguar para donde se ha ido Samantha pues esto es muy
extraño. -Va cayendo la noche cuando Christopher encuentra a Catalina.
- Dime, ¿adónde ha ido Samantha?
- Ella me dijo que no se los dijera.
- Creo que olvidó decirte, a excepción de Christopher.
- Querrás decir que, por ti fue que me dio tal advertencia, pero te lo diré
porque no creo que sea bueno que viaje sola. Está en las montañas de
Chiratoka. -Chris se sorprende.
- ¿Qué…? ese territorio no pertenece a Abadón.
- No sé si ella lo sepa, se fue en busca de mandrágoras. -Chris va en busca
de Charles y le comenta lo que sucede.
- Iré a buscarla.
- No puedes entrar arbitrariamente a su territorio, tendrás que ir al castillo
de Berlet y solicitar el paso.
- Eso me tomará un día más.
- Pero impedirá que ellos hagan guerra contra Abadón, recuerda que
estamos hablando de personas que nunca han querido nada con nosotros ni
para bien ni para mal, así que no busquemos el mal ahora y confiemos en que
ella estará bien.
- Entonces me iré de inmediato -Charles se preocupa.
- ¿Irás solo?
- Será lo mejor, así no pensarán que son otras las intenciones -Saliendo se
encuentra con Tristán.
- Si buscas a Sam, no está aquí, está en las montañas de Chiratoka y me
dirijo a buscarla.
- Ella… ¿te lo pidió?
- No, pero temo que esté en peligro.
- Entonces iré contigo. -alista con Chris los caballos y se marchan,
Christopher por el camino silba como solía hacerlo llamando a frisón, pero
este no responde y piensa que ya ha pasado tanto tiempo que tal vez ya lo
habrá olvidado. Llega la noche y ellos se detienen a acampar en el camino, ha
sido poco lo que han conversado, cuando están frente al fuego comiendo,
Christopher recuerda las veces que estuvo así con Samantha en el manantial y
mira a Tristán.
- Tristán, ¿qué es lo que amas de Samantha? -Tristán lo mira asombrado
por la pregunta.
- Todo por supuesto, ¿porqué la pregunta?
- Por curiosidad… pero debe haber algo en especial que te atraiga.
- Me imagino que ella te contó cómo nos conocimos y todo lo que me
enseñó -Chris asienta con la cabeza- cuando se marchó me sentí tan solo, pero
a la vez tan agradecido porque me abrió la mente a muchas cosas, al pasar el
tiempo sentía cada vez más las ganas de entregarle mi vida y todo lo que
tengo, porque de no ser por ella sería igual de ignorante a los de mi nación,
sumido en esa oscuridad.
- Y al verla de nuevo ¿qué sentiste?
- Tranquilidad, porque por fin cumpliría lo que tanto deseé todos esos años.
- Es como si hubieras hecho un voto.
- Sentí paz… sé que esperas que te diga cosas como las que dije en la
canción y sí… yo siento todo eso por Samantha, pero te estoy diciendo mi
motivación, en mi nación no se valora a la mujer, se toma a la que se quiere,
sin siquiera importar si está casada. Desde que cumplí los quince años me
traían vírgenes para que las tomara, algunas para sacrificarlas a Drustán y otras
para purificarlas antes de su boda… -Chris se asombra- mi único deseo en
esos momentos era encontrarla y marcharme de allí, encontrar el sentido a la
vida que ella me había enseñado. Y tú… ¿porque estás aquí y no con tu
prometida?
- Alison ya no es mi prometida -Tristán se sorprende- lo que siento por
Alison es muy especial pero no es amor, por ella no se me van los ojos cuando
la veo, ni me late más rápido el corazón, ni enloquezco cuando la veo con otro,
ni sueño con el aroma de su piel y su cabello, ni anhelo que me miren sus ojos,
ni que llegue a mí su voz… y aunque le debo mucho, no puedo hacerla mi
esposa solo por eso, porque aunque sé que me haría feliz, en mis sueños la
engañaría.
- Es lo que sientes por Samantha ¿no es verdad?
- Así es y aunque aún no sé lo que ella siente… tal vez te ame a ti, tengo la
necesidad de decírselo.
- Ya veo, descansemos entonces para encontrarla mañana -Christopher se
sorprende con la respuesta de Tristán y piensa que debe ser porque se siente
seguro del amor de Samantha.
Al día siguiente se levantan muy temprano para llegar lo más pronto a
territorio Berletita, allí son detenidos y llevados al castillo.
- Deja que yo hable. –dice Christopher y entran al lugar. Ven salir a un
joven cuyo aspecto era muy parecido a los Abadonitas y a su alrededor un
grupo de hombres mayores.
- Soy el Rey Leonard, -dice el joven- y estos son mis concejeros, ustedes
quiénes son y que hacen en mi territorio, -Chris hace una reverencia como
muestra de respeto.
- Soy Christopher, rey de Abadón -se oye una murmuración entre los
presentes- y él es mi escolta… vinimos hasta aquí a solicitar el paso por sus
tierras para ir a las montañas de Chiratoka. -el príncipe Leonard está muy
asombrado.
- Eres el rey de los Abadonitas ¿y sólo traes un escolta?
- Mis motivos son personales… así que no necesito involucrar a nadie más.
- ¿Para qué quieres ir a las montañas de Chiratoka?
- Como ya dije es un asunto personal, mi prometida fue hacia esas
montañas -se produce un poco de agitación en el lugar- para muchos es bien
sabido que las mandrágoras que producen en su bosque tienen efectos
curativos para aquellas que son estériles, ella se obsesionó tanto con eso que a
vísperas de nuestro matrimonio se fue sola hacia allí, en busca de estas
mandrágoras. -de pronto, se oye la voz de una mujer.
- Pensaba que los Abadonitas no eran supersticiosos. -y aparece una
hermosa mujer mayor por detrás del Rey. Él se queda atónito pues tiene gran
parecido a su madre, Tristán le da un codazo y él reacciona.
- No lo somos, ella tiene mucho conocimiento de las plantas medicinales,
es el médico de nuestra nación.
- Perdón por mi intromisión, soy Carla, reina de Berlet, he escuchado
mucho de esta mujer, personas de nuestra nación han ido al hospital y dicen
que es un ángel. -Christopher y Tristán asientan con la cabeza- me enteré de la
muerte de tu padre, es una pena, fue un gran rey ¿y tu hermano, porqué no
vino contigo?
- Su esposa está a punto de dar a luz. -ella se emociona.
- Bueno, creo que no quieren perder más tiempo pues ese lugar es muy
peligroso, vamos hijo, acompañémoslos. -y van con ellos a las afueras del
castillo, en el camino ella se acerca a Christopher.
- Quisiera poder ir a Abadón a charlar con usted sobre algunos asuntos, si
no es mucha molestia -él la mira.
- Charles, estará muy feliz de verla… tía. -ella se sobrecoge por un
instante, sonríe deteniéndose frente a él poniendo las manos en las mejillas de
Christopher y le da un beso en la frente.
- Eres igual a tu madre.
- Eso mismo solía decir mi padre -en ese momento llegan unos guardias
trayendo dos caballos y Chris ve que llevan a Gypsy la yegua de Samantha y
le dice a Carla, ella manda llamar a los hombres.
- ¿De dónde han sacado los caballos?, -ellos cuentan que pertenecía a un
intruso que persiguieron.
- ¿Y dónde está?
- Se arrojó a los rápidos que están en Chiratoka, vimos cómo se iba por la
cascada.
- ¡Cuánto lo siento! es imposible que haya sobrevivido a eso –Christopher
se angustia, no puede creer que ella haya terminado de esta manera, se resiste
a pensar que no pueda volver a verla.
- ¿Cuándo pasó?
- Cuando entraba la noche.
- Si no se mató contra las piedras, -dice Leonard- murió de hipotermia por
las bajas temperaturas que hay en ese lugar de noche. -Tristán mira a Chris
queriendo decir no hay más que hacer.
- ¿Puedo ir a mirar? –dice Christopher.
- Si es lo que quieres –contesta Leonard y le dice a uno de los hombres que
los lleven al lugar.
- ¿Podrías dejar que me lleve la yegua?
- Claro.
Empieza a caer la tarde y el guardia les sugiere que empiecen a buscar un
lugar donde pasar la noche por las inclemencias del clima.
- Si deseas puedes quedarte armando las tiendas, -le dice Christopher a
Tristán- pero yo seguiré con Gypsy.
- También iré -llegan a la cascada y Christopher silba ya que ella conoce su
silbido, pero es inútil pues el sonido de la cascada es muy fuerte. El clima
empeora.
- Armemos las tiendas y mañana buscamos río abajo –dice Tristán.
- Miraré un poco más -cuando ve que de en medio de la cascada sobresale
una roca y un rayo de luz proveniente del cielo la alumbra, puede detallar que
en la punta de esta hay algo que revolotea por el viento fuerte del lugar, parece
como si alguien hubiera encendido una fogata, Christopher grita.
- ¡¡Es… el cabello de Samantha!! -mientras señala el lugar, Tristán viene
inmediatamente, pero al mirar no ve nada pues el cielo ya se ha oscurecido.
- Ya empezaste a alucinar, será mejor que descansemos. –Christopher está
lleno de adrenalina.
- Iré allá a comprobar si es una alucinación.
- Estás loco, eso sería un suicidio.
- Prefiero morir que pensar que está allí tal vez lastimada y no fui capaz de
hacer nada. -Tristán lo agarra por los hombros:
- Digamos que es un hecho que esté allí, puede que esté muerta. -
Christopher se suelta bruscamente.
- Pues moriré a su lado. -Tristán recuerda cuando estaba luchando con
Christopher que Samantha intentó detenerlo sin importarle que él la pudiera
lastimar y se da cuenta que el amor que el uno siente por el otro es demasiado
fuerte.
–afortunadamente el cielo está despejado, prepararé las tiendas y una
enorme fogata. -Chris sonríe y se monta en el caballo para ir hasta donde
pueda tener tiempo de calcular por dónde está la roca para cuando el agua lo
arrastre y así lo hace, llegando a la orilla de la cascada se da cuenta que la roca
está un poco más lejos así que salta para llegar y queda sostenido de un brazo,
con dificultad sube a la roca, entonces la ve allí acostada boca abajo sin
moverse, él se agacha frente a ella y la llama pero no hay ningún tipo de
respuesta de su parte, la gira con delicadeza notando que está más pálida de lo
normal y muy fría, tiene un golpe en la frente, su respiración es lenta, no tiene
mucho tiempo y la única manera de salir de allí es lanzándose, pero es
bastante pedregoso y alcanza a ver otra roca que sobresale muy ligeramente un
poco más abajo, carga a Samantha y se lanza hacia allá, desde ahí puede ver
un pequeño estanque que está un poco retirado pero…<< podría funcionar>>
piensa, así que salta con todas sus fuerzas dando la espalda al agua para que
ella no se vaya a golpear, sin embargo el golpe que él recibe es tan fuerte que
pierde el conocimiento y la corriente los arrastra, él empieza a sentir que algo
lo hala y reacciona. Al levantarse y quitarse el agua de su rostro, puede ver
con claridad a frisón y Gypsy que van sacando del agua a Samantha, no lo
puede creer, corre hacia frisón muy feliz de verlo y lo abraza.
- Eres un gran amigo, siento todo lo que te dije. -este relincha, él mira a
Samantha, corre a su auxilio y le da respiración boca a boca.
- Hay que llevarla a la tienda -se monta con Samantha en frisón y se van
hacia donde está Tristán, quien ya ha armado las tiendas y a prendido la fogata
como había dicho, Tristán queda impresionado cuando lo ve, Christopher
rápidamente la introduce en la tienda, le quita la ropa mojada, la cubre con
todas las mantas que tiene y le limpia la herida de la cabeza, se la cubre, sale y
pone cerca al fuego toda la ropa mojada, Tristán lo observa.
- Es bien sabido que lo más efectivo para la hipotermia es el calor de otro
cuerpo. -Chris levanta su ceja izquierda.
- Y ¿qué propones entonces…? -Tristán se hace el desentendido.
- Bueno, tú fuiste quien la salvo así que tendrás una excusa válida cuando
ella abra sus ojos. -Chris se sonroja.
- No vayas a pensar que me aprovecharé de esto.
- Lo sé, por eso es por lo que ella confía tanto en ti. -Chris entra a la tienda,
se termina de quitar la ropa y se mete entre las mantas dejando una que cubra
el cuerpo de ella y la abraza.
- Sé que dije que no me aprovecharía de esto, pero… ya no puedo resistir
más, de pronto sea mi única oportunidad de hacerlo -besa sus labios- te amo y
si tú no me amas lucharé por tu amor - le canta una canción que dice que sin
ella no queda nada y se ha acostumbrado a su calor, finalmente se duerme.
Varias horas después ella empieza a reaccionar, él siente que ella se está
moviendo y la suelta un poco, ella se toca donde se golpeó, cuando escucha la
voz de Chris:
- Te golpeaste muy fuerte. -entonces abre los ojos y ve que su pecho está
frente a ella, confundida se mira, ve que está desnuda y empieza a respirar
fuerte, él sonríe.
- Al menos tu respiración se oye mejor -ella trata de alejarse más.
- ¿Dónde… estamos?
- En Chiratoka. -ella lo mira.
- Caí de la cascada…
- Gracias a Dios no… después te diré lo que pasó, ahora descansa para que
puedas recuperarte.
- ¿Alison sabe que estás aquí? -él, que se muere de la felicidad por ver
nuevamente sus ojos dice:
- Me imagino. -ella se envuelve bien y se sienta.
- ¿Me puedes dar mi ropa?, no quiero que se vaya a enterar de que
estábamos en una misma tienda juntos… así… -él se envuelve las mantas por
la cintura y se sienta.
- Tu ropa aún está mojada, así que no podrás ponértela todavía, en cuanto a
que estamos desnudos… si mal no recuerdo no sería la primera vez y en
situaciones más comprometedoras. -ella se sonroja e intenta huir de la
situación, él ve su inquietud.
- Ahora saldré para que puedas descansar, miraré si se secó tu ropa y le
diré a Tristán que ya reaccionaste. -ella se sorprende.
- ¿Tristán está aquí?
- Ajá, los dos vinimos a buscarte. -y sale de allí. Ella se recuesta
nuevamente, la preocupación de que están los dos a fuera le causa más fatiga y
el sueño la vence.
Está cayendo el alba y Tristán empieza a recoger su tienda, Chris se
cambia y recoge la ropa de Samantha.
- ¿Hablarás con ella aquí?
- Si no te molesta, lo haré.
- Pensé toda la noche en eso y… será mejor que me adelante, para que
puedas hacerlo. - Christopher asienta con la cabeza.
- Gracias… -cuando Tristán está a punto de partir llegan unos guardias de
Berlet.
- A la reina ha llegado informe de que la mujer está a salvo con ustedes y le
ha mandado las mejores mandrágoras del reino para que ella pueda llevarlas a
casa. -Chris agradece y se despide de ellos. Tristán toma también la carga y la
lleva con él. Christopher entra en la tienda y ve que ella aún está dormida, se
acerca y acaricia tiernamente su cabello.
- Te ves hermosa cuando duermes - nuevamente se acerca y besa sus
labios, ella reacciona en el acto y se sobresalta.
-Chris… ¿qué rayos haces?... ¿qué clase de mujer crees que soy?
- Lo siento, sé que no debí, pero la verdad es que me he vuelto adicto a tus
labios. -ella se sonroja.
- Lamento lo que sucedió en el manantial yo… creí que estabas demasiado
ebrio para recordarlo.
- Sería un imbécil si olvidara algo como eso, no te imaginas cuánto lo
había soñado -ella en un tono incrédulo dice:
- No sería la primera vez.
- ¿De qué hablas?
- No importa… ya sé por dónde va el agua al molino, te aclararé ahora
mismo el motivo de tu confusión. Ya que hablaste de sueños, me imagino que
después de la guerra con los Nirvianos, has soñado que yo te beso ¿no es
cierto? –él se sorprende.
- Así es, pero… ¿cómo lo sabes?
-Y me imagino que crees que por que sueñas con eso es porque sientes
algo por mí y es lo que te tiene tan enojado últimamente conmigo, pero
déjame decirte que no es así, porque lo que sueñas realmente sucedió -y pasa a
contarle lo que había sucedido y lo que Charles le contó. Él queda estupefacto,
no puede entender cómo eso fue posible- nadie sabe porqué… y por la misma
razón nadie te ha dicho nada, así es que, no te preocupes, no es que sientas
algo por mí, es solo un recuerdo de los hechos. -Chris sale de la tienda y va
frente a la cascada, donde se ve la roca en la cual había estado ella, a esa hora
se ve un paisaje hermosísimo, allí trata de ordenar sus pensamientos. -Al rato
ella lo encuentra.
- ¿Estás bien?... –él asienta con la cabeza- lamento haberte dicho todo de
esa manera. –él la mira a los ojos.
- ¿Por qué lo hiciste?…
-Porque quería que vieras la verdad.
- De verdad, ¿Por que me besaste? -Samantha se siente nuevamente en
aprietos.
- Solo… se me ocurrió, al fin y al cabo, eres hombre, presentí que eso
funcionaría. -Christopher suspira.
- Por un momento creí que te habías enamorado de mí.
- ¡Cómo crees…! sé que amas a Alison y siempre me dejaste muy claro
que no esperabas algo como eso de parte mía… qué locura ¿no?
- Sí, todo por no haber hablado contigo antes. -Enumerando con sus dedos-
Me encerré por quince días, me comprometí porque te escuché hablar del
sabor de los besos de alguien -ella se siente avergonzada- te canté una canción
en mi banquete de compromiso, luego traté de embriagarme para olvidar lo
hermosa que te veías esa noche y no estabas a mí lado, después de lo que paso
yo… le confesé a Alison lo que pensé que sentía por ti, así que terminamos,
qué loco ¿no? –ella se angustia.
- ¡Explícale todo, sé que ella lo entenderá!
- ¿Qué le puedo explicar…? ella ya lo había notado. Al parecer me vio
algunas noches observándote desde mi terraza.
- Me… ¿me veías desde tu terraza?
- Sí, casi todas las noches mientras peinabas tu cabello… -ella queda
desconcertada- lo raro es, que si estaba confundido por lo del sueño… ¿por
qué lo hago desde la noche en que llegué al castillo justo antes de conocerte?
- Mientes, porque cuando fui una vez a tu aposento, la puerta que daba a la
terraza estaba sellada.
- Lo estuvo por algún tiempo, mientras cumplía mi voto, porque si seguía
mirándote no iba a aguantar, pero cuando lo terminé te invité para pedirte que
te casaras conmigo… –ella se pone las manos en la cara y deja salir sus
lágrimas -por eso cuando esa noche me preguntaste que si era feliz te dije que
sí, porque estabas a mi lado pero iba a decirte que ya no aguantaba tener que
irme y dejarte en tu casa… por favor no llores, -también deja salir sus
lágrimas- no llores por que eso me parte el alma, te amo y lo que más deseo es
que seas feliz aunque eso implique que deba verte al lado de otro, solo quiero
ser sincero pero por favor… no quiero que sientas lástima por mí. -ella se
quita las manos del rostro y lo mira a los ojos.
- La lástima es para los perros, yo en cambio amo los gatos. -y lo besa, él
enseguida responde a sus besos.
- Las veces que te pregunté si te habías enamorado de mí era porque tenía
la ilusión de que algún día dirías que sí. –ella sonríe.
- Sí, desde el primer momento en que te vi salir de la cascada… -él sonríe
y vuelve a besarla.
- Eres mi sirena… -se para detrás de ella y le habla al oído- allí te
encontré… -ella cruza sus brazos, le toca las manos que están sobre los
hombros de ella y él la abraza por encima de sus brazos- si sobrevivimos a eso
es porque algo más fuerte que los dos nos une. -y canta una canción, ella une
su voz a la de él- ¿quieres casarte conmigo o prefieres que te dé un trancazo y
te lleve al castillo? -ella sonríe y se gira.
- Me gusta cómo suena la primera opción, pero sin banquete de
compromiso. -él sonriendo, menea la cabeza.
- Creo que con el que tuve fue suficiente -silba llamando a frisón, cuando
ella lo ve venir con Gypsy se alegra mucho.
- He aquí a los verdaderos protagonistas de esta historia.
- A propósito, ¿hiciste un voto en la guerra con los Nirvianos? -él sonríe.
- Ya sabes que no lo puedo decir -y se van hacia Abadón. Cuando llegan le
dicen a Samantha que Lena se ha complicado, ella corre a verla y Alison se
alegra al verla.
- Lena no aguanta más, y no creo que pueda tenerlo normal pues se ha
hinchado mucho.
- Lo sé y por eso he ido a buscar el ingrediente que me faltaba para la
anestesia. -Alison se preocupa.
- ¿Piensas realizar una operación? Yo… he visto cómo la hacen, pero…
nunca he hecho una.
- Era la especialidad de mi padre, ven, porque necesito tú ayuda. -
efectivamente hacen la operación y sacan al bebé que pesa 10 libras, algo
grande para ser un bebé prematuro, pero no tiene ninguna complicación, solo
que su mamá era un poco pequeña para él. Christopher entra a ver a Lena y al
bebé que están con Charles y Samantha en una habitación, al verlo se
sorprende.
- ¡Vaya… este si es un verdadero Abadonita…! -los felicita y abraza a
Samantha- ¿será que tú y yo podremos tener uno igual?
- Lo dudo mucho. -todos ríen.
- Ahora sé que todo marchará bien –dice Charles.
- Así será, pues todo ha vuelto a su lugar. -él acaricia la mejilla de
Samantha y agarra su barbilla sin dejarla de ver a los ojos- te quedarás
conmigo para siempre ¿verdad? -y ella lo besa tiernamente.
Tristán está alistándose para marcharse cuando es sorprendido por Alison
quien le pregunta para dónde va.
- Voy a escribir mi propia historia -ella sonríe.
- ¿Te gustaría conocer Gelesia?… yo también voy de salida -él la mira.
- Claro, además no quiero que te suceda algo en el camino.
- Si te gusta… puedes quedarte.
- Creo que ya me ha empezado a gustar -y se van.


¿Te gustó este libro?


Para más e-Books GRATUITOS visita freeditorial.com/es

También podría gustarte