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LOS JUDÍOS, ¿SON JUDÍOS?

Sí. Pero sólo hasta un 10%. Máximo. Probablemente mucho menos. ¿Por
qué?.
Si leemos cualquier texto judío sobre el origen de su pueblo en ninguno
encontraremos una respuesta clara y precisa, sólo conjeturas y divagaciones. El
único punto de acuerdo entre ellos es que su origen se pierde en la noche de los
tiempos. Esta insólita respuesta la encontramos en la “Historia Ilustrada del
Pueblo Judío“ del rabino Nathan Ausubel, y en el folletín “¿Qué es un Judío?” de
Ira Eisenstein editado por la B’Nai B’Rith latinoamericana, entre sus muchas otras
publicaciones.

Pero existe un judío que se atrevió a revelar el secreto tan celosamente


guardado durante siglos. Se llama Nathan M. Pollock y el periodista judío Leo
Heiman escribió un macizo artículo sobre él y su teoría de que su pueblo proviene
de los kázaros, kazares o jázaros. Dicho artículo apareció en el “San Diego
Union” (EEUU), del 28 de Agosto de 1966 titulado “The Jews That Aren’t”.
Corresponde exactamente a un despacho desde Tel Aviv a través del Coploy
News Service. Fácilmente verificable.

¿Quiénes son o fueron estos jázaros? Un pueblo oriental, que residía


alrededor del principio de la era cristiana al sur de Rusia en una extensa zona al
norte del Kurdistán, entre el Mar Caspio, el río Volga, los Montes Urales, el Mar
Negro y la frontera polaca.
Su raza prevendría de una mezcla tártaro-mongólica que poco, más bien
nada, tiene que ver con los hebreos o los israelitas con que la judería actual insiste
en identificarse. Este punto es de la máxima importancia dado que echaría por
tierra toda pretensión a las tierras palestinas de los judíos actuales, sean israelíes
o estén en la diáspora.

Leo Heiman abre su nota con la sorprendente noticia que el señor Pollock
pretende celebrar ese mismo año, 1992, el Primer Milenio de la alianza Jázaro-
judía basada en la adopción de los jázaros de la religión judaica. Al igual que
otros estudios resalta que el rey Bulan de Jazaria tras una severa derrota ante los
ejércitos del Príncipe Sviatyoslav de Kiev, meditó sobre las causas de su primera
gran derrota en cinco siglos y concluyó que se debía a la fe cristiana que
impulsaba a los soldados con una gran fuerza interior, de la que carecían sus
soldados paganos. Pero al informarse mejor descubrió que esa fe enseñaba a
amar al enemigo y a dar la otra mejilla. Como buenos bárbaros sedientos de
sangre y que vivían del trabajo ajeno, el cristianismo no era entonces conveniente.
Alejó su mirada del Norte y la dirigió al Sur, donde residían los musulmanes. Esta
religión no enseñaba cosas tan absurdas, pero exigía detener toda actividad
-incluso la guerra- 5 veces al día, sacar una pequeña alfombra y arrodillarse a
repetir diez veces y sin errores una especie de oración (las suras). Tampoco le
convenía. Y de alguna manera supo de una religión que ordenaba masacrar a
todos los infieles, fueran ancianos, mujeres o niños, permitía secuestrar a las
vírgenes, apoderarse de todos los bienes del vencido y destruir lo que no se
podían llevar y su dios, él mismo inmisericorde y vengativo, no sólo los alentaba
en todas estas pías actividades sino que los azuzaba y amenazaba si no eran lo
suficientemente bestiales. Esta sí era la religión que buscaba, y que de paso
calzaba con sus salvajes costumbres ancestrales. Es así como en 965 él y sus
cortesanos se hacen judíos, para en 966 ordenar a todos sus súbditos bajo pena
de muerte abrazar la fe mosaica, circuncidarse, aprender las oraciones en hebreo
y someterse a los rabinos como sus guías espirituales. Para esto trae desde
Europa a 12.000 judíos que se establecen en sus tierras como instructores de la
nueva fe; para ellos hace construir sinagogas y yeshivas (escuelas).

Pollock es un traductor y corrector de pruebas en una editorial y dedica su


tiempo libre a la investigación histórica, dedicando 40 años de su vida a descubrir
el verdadero origen de su pueblo. Esto le ha permitido afirmar sin rastro de duda
que 9 de cada 10 judíos del hemisferio occidental son descendientes de los
jázaros y no tienen relación alguna con los hebreos o israelitas. Se refiere a los
ashkenazis. Luego acepta la eventual ascendencia hebrea de los sefarditas,
asentados por siglos en España y Norte de África, y que hoy no llegan al 10% de
toda la judería. Tampoco tienen mayor protagonismo en el gobierno de Israel ni
en sus múltiples organizaciones mundiales y locales. Por supuesto que algo de
participación tienen, a diferencia de los fellashas o judíos negros, que son
prácticamente desconocidos.

Son las autoridades israelíes -ciudadanos del estado de Israel, no israelitas-


las que buscan la manera de desacreditarlo y echar por tierra sus incómodos
descubrimientos. Han declarado:

“Por lo que sabemos, él podría estar 100% en lo correcto. De hecho no es


el primero que descubre la conexión entre judíos y jázaros. Muchos estudiosos
judíos famosos y no judíos también, asentaron estos lazos en sus trabajos de
investigación histórica. Pero, ¿quién puede decir hoy qué porcentaje de sangre
jázara fluye por nuestras venas, si es que la hay? ¿Y quién puede asegurar con
algún grado de certidumbre científica cuáles judíos son judíos y cuáles
descienden de esta raza tártaro-mongólica?
Nótese el uso de la palabra ‘raza’ por parte de este alto funcionario de
gobierno israelí. Luego, pasa astutamente a desvirtuar todo sugiriendo un uso de
esta teoría por parte del pueblo árabe para negarles su derecho -derecho de por sí
mucho más que dudoso- a las tierras palestinas.

Eso en el campo político. En el científico las opiniones están divididas.


Nadie discute la premisa básica, que 12.000 judíos que huían de las guerras en la
Tierra Santa en los albores de las conquistas bizantinas y musulmanas, iniciaron
la larga travesía a través de Persia, cruzaron el actual Turquestán y encontraron
refugio en las tierras jázaras. Pronto otros judíos que eran perseguidos en el
Medio Oriente, la Europa medieval y España en aquella época, oyeron del nuevo
reino jázaro-judío y los rumores llegaron al extremo de asegurar que había llegado
el Mesías por fin -para ellos Jesús no es más que un desvergonzado suplantador
hijo de una prostituta al que llaman El Colgado, porque hasta la Cruz le niegan-,
llegando grandes oleadas de judíos desde Persia, Grecia y Polonia hasta el reino
de Jazaria.

Pollock deduce que el tradicional antisemitismo ruso proviene de la época


en que invasores jázaros que hablaban hebreo atacaban sus aldeas matando a
los hombres, secuestrando a las mujeres para forzarlas a abrazar el judaísmo, y
se casaban con ellas en bombásticas ceremonias según el rito judío. Esto
explicaría porqué tantos judíos europeos son rubios y tienen ojos azules pero con
un leve toque oriental en sus ojos, así como la total ausencia de rasgos semitas en
la mayoría de los israelíes de ascendencia europea, conocidos como ‘ashkenazis’
que por lo común detentan los puestos de poder. Y no sólo en Israel, ya que en
EEUU constituyen casi el 100% del Lobby.

Siguió pasando el tiempo y llegó el año de 1239, en el que el floreciente


reino jázaro-judío fue destruido por el rey mongol Batu Khan. Fue este suceso el
que provocó el éxodo masivo de judíos desde Jazaria hacia el oeste para
establecerse en Polonia, Hungría, Bohemia, Austria, Rumania, Rusia y Ucrania.
Una gran mayoría se estableció en las ciudades rusas de San Petersburgo,
Moscú, Smolensk, Riga y Charkov. Con sus ancestrales mañas de prácticas
usureras y de comercio ventajista corroyeron el espíritu del pueblo que empezó a
alejarse de su Zar, al que instigados por sus verdaderos verdugos culpaban de
sus males. Recién en 1772 el Zar advirtió este grave peligro y procedió a expulsar
a los judíos jázaros de la Rusia Central hacia un área llamada la Empalizada de
Asentamiento. Conviviendo tan estrechamente y bajo la forma de gobierno
dictatorial rabínico, el Kahal, desarrollaron la experiencia de la vida en comunidad,
la que hoy encuentra su máxima expresión en los kibbutzim israelíes. De aquí
salieron los assassins que eliminaron a zares y otras autoridades cristianas rusas,
realizando además múltiples actos terroristas que exteriorizaban su odio y su
descontento.
No es de extrañar entonces que hayan sido sus hijos quienes crearan el
bolchevismo y utilizaran al pueblo ruso para derribar sin piedad y brutalmente el
zarismo bañando en sangre el extenso territorio ruso. No cabe duda que sin ellos
jamás hubiera habido comunismo ni Revolución bolchevique.
¿Cómo descubrir si un judío es judío judío o judío jázaro? Pollock, de
origen polaco, opina que los apellidos:
Halpern, Alpert, Halperin, Galpern y similares son 100% jázaros. La palabra
‘Alper’ significa ‘valiente caballero’ en lengua jázara y fue concedido por el rey
jázaro a guerreros destacados.
Asimismo apellidos como Kaplan, Caplon, Koppel y similares son jázaros,
ya que ‘Kaplan’ en jázaro significa ‘halcón fiero’.
También Kogan, Cogan, Kaganovich identifican a los descendientes del
Gran Visir del Rey Bulan, Kagan-Hagan.

En resumen el pueblo judío actual no es descendiente de los hebreos o


judíos bíblicos. Pero sí de ese pueblo al que Yahvé, o más bien El-Schaddai
como sabemos, prometió:

“la tierra que... te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no


edificastre, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas
que no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te
sacies...”
(Deuteronomio 6:10),

quizás porque ellos se jactaban:


“Tomamos entonces todas sus ciudades, y destruimos todas las ciudades,
hombres, mujeres y niños, no dejamos ninguno”
(Deuteronomio 2:34).

Este espíritu celestial lo vemos sublimado en Números, Capítulo 31, luego


que los 12.000 hijos de Israel habian matado solamente a todos los varones
madianitas y por esa falta enfrentaron la ira de Moisés, el que les ordenó en el
versículo 17:
“Matad, pues, ahora a todos los varones de entre los niños; matad también
a toda mujer que haya conocido varón carnalmente”.

Por algo Jesús les llamó hijos de la mentira:


“Vosotros sois de vuestro padre, el diablo, y los deseos de vuetro padre
queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio... porque es mentiroso, y
padre de la mentira”. Juan 8:44.

Mejor definición da Jesús en Mateo 3:7, 12:34, 23:33 y Lucas 3:7, a saber:
“¡Raza de víboras!”

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