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CAPÍTULO XI

TERAPIAS SISTÉMICAS

Kathy y Dan provenían de familias grandes y prominentes. Históricamente, la


familia de Kathy había sido influyente en el gobierno, mientras que la de Dan
fueron financistas. Kathy y Dan, sin embargo, eran de ramas de sus familias
que estaban en decadencia. Los padres de Dan fueron devastados por el
alcohol, así como el mismo Dan. La familia de origen de Kathy fue acorralada
por una multitud de problemas, incluyendo abuso de sustancias, divorcio,
depresión y abuso físico. La misma Kathy tuvo problemas por su depresión y
pasividad. Aunque ellos estaban en sus treinta largos, Kathy y Dan estaban
atascados en el desarrollo de sus carreras, siendo incapaces de completar sus
estudios de grado. Sus modestas herencias fueron desapareciendo
rápidamente. Parecían estar atascados en un sistema familiar que se estaba
deteriorando rápidamente.

Con la ayuda de la terapia sistémica, Kathy y Dan fueron capaces de volverse


más concientes y de comunicarse más abiertamente acerca de cómo ellos
estaban repitiendo patrones de sus familias de origen. Dan se aferraba a
reglas opuestas al éxito. Kathy luchaba contra reglas opuestas al ser activo y
asertivo. Como parte de su psicoterapia, Kathy viajaba a diferentes partes del
país para encontrarse con su madre, hermana y hermano. En vez de quedarse
en juegos de echar culpas, Kathy intentaba comunicarse de manera más
objetiva y comprensiva. Ella estaba tratando de completar el proceso de
diferenciación de sí misma respecto de su familia de origen, mientras
permanecía conectada emocionalmente con los miembros de su familia.

Kathy no se sorprendió de estar volviéndose más activa, menos depresiva y


más exitosa. Estaba sorprendida, sin embargo, de que su hermano diera pasos
dramáticos para dejar las drogas; de que su hermana iniciara terapia familiar
para trabajar en el abandono del abuso emocional y físico de sus hijos; y que
su madre empezara a sentir que su depresión de largo tiempo estaba
aliviándose. De sus estudios de grado, Kathy conocía cómo los miembros de
una familia pueden deteriorarse en la medida en que un miembro mejora en el
tratamiento. Ella estaba placenteramente sorprendida de descubrir que un
sistema familiar entero pudiera empezar a mejorar, en la medida en que un
miembro empezara a reestructurar la relación con su familia de origen.

EL CONTEXTO DE LAS TERAPIAS SISTÉMICAS

Las terapias sistémicas sostienen que los individuos sólo pueden ser
comprendidos en el contexto social en que existen. Las mismas terapias
sistémicas pueden ser mejor entendidas dentro del contexto en el cual ellas
emergieron. Aunque probablemente la gente haya estado examinando y
escuchando los problemas familiares por tanto tiempo como el que llevan
existiendo las familias, la terapia sistémica es un verdadero desarrollo del siglo
XX.

Las décadas de 1950 y 1960 fueron años de inicio para el desarrollo de las
terapias sistémicas (ver Broderick & Schrader, 1991, como revisión). Estas
décadas fueron testigos de la emergencia de la Teoría General de los Sistemas
en la biología y la cibernética en la ciencia computacional. Más que seguir el
método científico tradicional de analizar y reducir fenómenos a sus elementos
simples, tales como electrones, neutrones y protones, la Teoría General de los
Sistemas proponía estudiar el proceso biológico que lleva a la complejidad
creciente de la organización del organismo entero (von Bertalanffy, 1968). Los
cibernéticos proponían estudiar los métodos de comunicación y control
comunes a los organismos vivos y a las máquinas, especialmente los sistemas
computarizados. En este capítulo, veremos primero cómo los sistemas son
entendidos desde estas dos perspectivas y luego, cómo esta comprensión ha
sido aplicada al estudio y tratamiento de los individuos, parejas y familias
perturbadas.

Para entender el funcionamiento de organismos enteros, debemos estudiar no


sólo las partes separadas del organismo, sino también las relaciones entre los
elementos separados. Un sistema es definido como un conjunto de unidades o
elementos que están en una relación consistente entre ellos. Un sistema
comprende no sólo elementos separados, sino las relaciones entre esas
unidades. Un sistema familiar, por ejemplo, comprende no sólo cuatro
individuos, sino también las interrelaciones entre ellos y el contexto total, y las
reglas de la familia. Incluso los rótulos que damos a los miembros individuales,
tales como padre e hijo, sugieren relaciones consistentes entre ellos.

Organizaciones y sistemas son virtualmente sinónimos. Un sistema es un


conjunto de elementos o unidades organizados. Los principios de la
organización sugieren que cuando los elementos son combinados en un patrón
consistente, se produce una entidad que es mayor que la suma aditiva de las
partes. Este es el concepto de totalidad. Un sistema marital, por ejemplo, no
puede ser descompuesto simplemente en dos individuos separados. No sólo
hay dos subsistemas individuales, sino que hay también una relación
consistente entre los individuos que crean el subsistema marital. En este caso,
1 más 1 es igual a 3.

Los sistemas también se organizan de una manera en que las relaciones entre
los elementos crean fronteras alrededor del sistema y de cada uno de los
subsistemas. En los sistemas biológicos, las fronteras pueden ser fácilmente
identificables, tales como la membrana celular o la piel de un animal. En los
sistemas humanos, las fronteras son frecuentemente más abstractas. Las
reglas de las relaciones delinean las fronteras. Por ejemplo, las reglas de la
monogamia ayudan a identificar las fronteras de un matrimonio tradicional; un
esposo que está teniendo un affaire sería considerado “fuera de los límites” o
actuando fuera de las reglas de la relación. Las fronteras pueden ser también
permeables, con reglas difusas acerca de quién puede interactuar con quién y
cómo. En las familias incestuosas, por ejemplo, las fronteras entre el
subsistema parental y el de los hijos, son difusas y permeables al punto de ser
patológicas. Las reglas acerca del incesto son importantes, en parte porque
ayudan a definir las fronteras saludables en los sistemas familiares. Las
fronteras pueden ser también demasiado rígidas, previniendo interacciones
adecuadas entre individuos en un sistema o entre sistemas. Las familias donde
existe abuso de niños, por ejemplo, pueden estar rígidamente separadas del
sistema social más amplio, y ser incapaces de aceptar el apoyo social que
podría ayudarlas a prevenir tal abuso.

Los sistemas son conceptualizados comúnmente como organizados


jerárquicamente. Los sistemas se relacionan entre ellos de acuerdo a series de
niveles jerárquicos. Cada sistema es visto como siendo constituido por
subsistemas de menor escala; e inversamente, cada sistema es una parte
componente de un sistema mayor. Un sistema familiar, por ejemplo,
comprende subsistemas individuales, un sistema marital, un subsistema de
hermanos, y un subsistema parental. El sistema familiar, a su vez, es una
parte componente del sistema más amplio del vecindario, el cual está
relacionado jerárquicamente a sistemas sociales aún más grandes, como la
comunidad, la región, y la nación.

Para funcionar efectivamente, los sistemas requieren métodos para controlar o


mantener la organización. Los sistemas vivos han sido caracterizados como
estados dinámicos constantes. Los estados constantes reflejan la condición del
sistema que no cambia a través del tiempo. La teoría de los sistemas enfatiza
el equilibrio o la estabilidad dentro de los sistemas. Frecuentemente esto es
entendido de manera errónea como rigidez (una especie de estructuración
forzada e inflexible del comportamiento). En realidad, la teoría de los sistemas
enfatiza el cambio controlado, lo cual permite el desarrollo de patrones
interaccionales altamente complejos que aumentan, más que disminuyen, las
opciones de un sistema. Los mecanismos de control permiten a los elementos
permanecer en interacción dinámica. Estos elementos son capaces de
relacionarse significativamente entre ellos a causa de un delicado e intrincado
conjunto de mecanismos de control. Los mecanismos de control conservan los
elementos individuales dentro de un conjunto de límites aceptables, pero
también permiten la aparición de adaptación.
La adaptación controlada es la clave para el cambio significativo. El
crecimiento controlado lleva a la diferenciación y al desarrollo de tejidos,
órganos e individuos. El crecimiento no controlado, como el cáncer, lleva a la
desorganización e incluso a la muerte de los sistemas vivos.

El concepto de homeostasis, o equilibrio, explica cómo los sistemas vivos


controlan o mantienen un estado constante. Walter Cannon (1939), un
psicólogo, describió por primera vez un conjunto de mecanismos dentro del
sistema neuroendócrino cuya función era mantener la consistencia del
ambiente interno del organismo, por ejemplo, la presión sanguínea, la
temperatura y el contenido de agua constantes. Si los cambios en el
organismo empiezan a exceder una serie de límites seguros, entonces los
mecanismos de control en el sistema nervioso hormonal y autónomo serán
activados para ayudar a llevar al sistema de nuevo al equilibrio.

Los sistemas familiares poseen su propio conjunto de mecanismos cuyo


propósito primario es el mantenimiento de un equilibrio conductual aceptable
dentro de la familia. Se ha descubierto, por ejemplo, que las familias
mantienen niveles sorprendentemente estables de interacción discursiva
(Reiss, 1977). Las familias que tienen alta interacción mantienen un alto nivel
de comunicación oral a través de las sesiones, aun cuando los miembros
varían mucho en su nivel de comunicación oral.

Los mecanismos que contribuyen a los procesos auto-reguladores dentro del


matrimonio o la familia son análogos a los servomecanismos de la cibernética
(Wiener, 1962). Los servomecanismos son aparatos automáticos usados para
corregir el desempeño de un mecanismo por medio de una retroalimentación
sensible a los errores. Los circuitos de retroalimentación son vistos como los
más importantes mecanismos de control. En vez de dos eventos relacionados
sólo de manera lineal o de causa-efecto, los mismos pueden relacionarse de
manera circular, caracterizada como un circuito de retroalimentación positiva o
negativa.

En un circuito de retroalimentación positiva, un aumento en cualquier parte


componente del circuito va, a su vez, a aumentar el evento siguiente en la
secuencia circular. En este tipo de secuencias, las desviaciones de la norma se
amplifican; entonces, los circuitos de retroalimentación positiva aumentan las
desviaciones y sirven de mecanismo auto-destructor. Los circuitos de
retroalimentación positiva establecen una situación de fuga que
eventualmente conduce al sistema más allá de los límites o rango dentro del
cual el mismo puede funcionar. Las discusiones violentas en las familias, por
ejemplo, pueden salir de control si la ira en un esposo aumenta la ira del otro,
lo cual a su vez aumenta la ira de manera circular. Fugas de rabia pueden
romper o incluso destruir la capacidad de una familia para funcionar.
Los circuitos de retroalimentación negativa, por el contrario, establecen un
equilibrio entre las desviaciones de distintos eventos dentro del circuito. Los
circuitos de retroalimentación negativa disminuyen las desviaciones de las
reglas relacionales del sistema y ayudan a mantener la estabilidad del
matrimonio y la familia. Si un miembro de la familia se enoja, otro puede
enfermarse. Si las dos desviaciones se balancean entre ellas, la familia puede
mantener un nivel estable de hostilidad en el sistema.

Los sistemas vivos se caracterizan por ser sistemas abiertos, lo que significa
que la energía puede ser libremente transportada hacia el sistema, por el
interior del mismo, y hacia fuera. La información es el más importante tipo de
energía en los sistemas vivos, porque es una energía que reduce la
incertidumbre. Los aumentos de información permiten al sistema organizarse
en patrones más complejos. Cuando la información es adecuada y
eficientemente envasada o programada, tiene un poderoso efecto sobre la
capacidad del sistema de funcionar de manera altamente compleja y bien
organizada. La comunicación implica el proceso por el cual la información es
cambiada de un estado a otro, o movida de un punto a otro del espacio. La
cibernética sirve como un modelo de cómo la información puede ser
transformada o transmitida efectivamente dentro de los sistemas maritales y
familiares.

Estos conceptos centrales de la Teoría General de los Sistemas (TGS) y la


cibernética han servido de inspiración intelectual para abordajes innovadores a
la terapia sistémica. A causa de que no hay un único abordaje, unificador de la
terapia sistémica, tres de los principales abordajes (estratégico-
comunicacional, estructural y boweniano) serán presentados. En tanto que las
terapias sistémicas focalizan en patrones de relación dentro de los sistemas
más que en las personalidades de los individuos, las secciones sobre teoría de
la personalidad serán omitidas. Cada una de las terapias sistémicas tiene, sin
embargo, importantes cosas que decir sobre el desarrollo y/o el
mantenimiento de la psicopatología y cómo la psicopatología en los sistemas
humanos puede ser mejor cambiada.

A lo largo de los años, el término terapias sistémicas ha adquirido múltiples


connotaciones. Primero, terapia sistémica puede referirse a la modalidad o
formato de la terapia. Como la terapia individual o grupal, la terapia sistémica
denota el encuentro con el sistema inmediato de consecuencia, típicamente
una pareja o una familia. Segundo, la terapia sistémica puede referirse al
contenido o meta del tratamiento. Esto es, el tratamiento se las ve con el
contenido del sistema familiar y trabaja hacia la mejoría del sistema familiar.
Un individuo no es más el paciente; la pareja, la familia, u otro sistema es el
paciente. En este sentido, es bastante posible conducir terapia sistémica sin
tener a la familia entera presente en el consultorio. Como en nuestro caso
inicial de Kathy y como en la familia terapia familiar multigeneracional de
Murray Bowen, sólo una o dos personas pueden realmente estar en la terapia,
pero el sistema entero es puesto como blanco para el cambio. Tercero, el
pensamiento sistémico y la terapia sistémica puede referirse a un cambio
paradigmático (ver Kuhn, 1970). Éste representa un quiebre discontinuo con
las ideas pasadas de causalidad lineal e intrapsíquica; es una nueva y
revolucionaria manera de pensar acerca de la psicoterapia y la psicopatología.
En este capítulo, presentaremos a la terapia sistémica primariamente como un
contenido o meta del tratamiento y como un cambio paradigmático, y sólo
secundariamente como una modalidad o formato terapéutico. Conservemos en
mente, sin embargo, que los tres significados son frecuentemente
interrelacionados y no fácilmente separables en la práctica.

TERAPIA COMUNICACIONAL-ESTRATÉGICA

El abordaje comunicacional a la psicoterapia surgió de dos organizaciones


interrelacionadas más que de un solo individuo. La primera organización fue el
Proyecto de Comunicaciones de Doble Vínculo, iniciado en 1952 por Gregory
Bateson con Jay Haley y John Weakland como miembros del proyecto y
Donald Jackson como consultante. La segunda organización fue el Mental
Research Institute1 (MRI) fundado por Jackson en 1958 con Virginia Satir y
Paul Watzlawick como dos importantes miembros del mismo. Las dos
organizaciones tuvieron fronteras difusas porque Jackson participó en ambos
proyectos. El Proyecto de Doble Vínculo se ubicó en el MRI, y cuando terminó,
en 1962, Haley y Weakland se unieron al MRI. No es sorprendente que ambas
organizaciones fueran fundadas en Palo Alto, California, la cual es parte del
Silicon Valley, uno de los primeros centros de la ciencia computacional.

Lo que estos individuos compartieron fue la asunción de que la comunicación


es la clave para comprender el comportamiento humano. El grupo del MRI
llegó tan lejos como para asumir que todo comportamiento es comunicación.
Así como no podemos no comportarnos, no podemos no comunicar. La
comunicación, entonces, involucra comportamientos verbales y no verbales.

El Proyecto de Doble Vínculo focalizó originalmente en cómo las


comunicaciones conflictivas podían producir síntomas de esquizofrenia. La
investigación inicial sobre comunicaciones de doble vínculo reveló importantes
relaciones entre las dinámicas familiares y las comunicaciones esquizofrénicas.
En 1959, el proyecto se dividió en un abordaje experimental y un proyecto de
terapia familiar. Las interacciones familiares fueron registradas en video y se
hicieron intentos de diferenciar comunicaciones “esquizofrénicas” de
1
“Instituto de Investigación Mental” (Nota del T.)
“normales”. En el proyecto de terapia familiar, las observaciones se hicieron en
ambientes naturales, y varias técnicas basadas en parte en la teoría de la
comunicación fueron introducidas. A lo largo de sus diez años de existencia, el
proyecto produjo unas 70 publicaciones, reflejando el volumen de trabajo
creativo que surgió de este grupo de investigación y terapia (Sluzki & Ransom,
1976).

El equipo del MRI fue todavía más productivo, publicando 130 artículos y
nueve libros durante el periodo de 1965 a 1974. Esos escritos describieron un
formato que focalizaba en el análisis de la comunicación entre individuos, y
subsiguientemente entre miembros de familias. Las intervenciones fueron
entonces diseñadas para cambiar patrones de comunicación entre un individuo
y otro y entre todos los miembros de una familia (Greenberg, 1977).

Gradualmente, la organización de estos dos grupos comenzó a cambiar. El


proyecto de Bateson terminó en 1962, y él continuó en el progreso de la
perspectiva comunicacional en un amplio rango de comportamientos humanos
y animales hasta su muerte en 1980. Jackson murió en 1968, poniendo fin a
una corta, pero muy creativa carrera. Satir partió para contribuir con el
movimiento de potencial humano, el cual comenzó en California y rápidamente
se convirtió en un fenómeno mundial; ella recorrió más tarde el país abogando
por la terapia comunicacional de orientación humanística, hasta su muerte en
1988. Haley se ubicó en la Clínica de Guía Infantil de Philadelphia, en la costa
Este, para trabajar con Salvador Minuchin en la creación de un centro vital
para la terapia sistémica y luego inició su propio Instituto de Terapia Familiar
en Washington DC, el cual continúa codirigiendo con su mujer, Cloe Madanes.

Un grupo tan creativo de individuos no sería esperable que dejara una sola y
coherente teoría de psicoterapia. Ellos desarrollaron, sin embargo, un conjunto
innovador de conceptos para entender la psicopatología de los sistemas y un
conjunto de principios terapéuticos para ayudar a los sistemas a cambiar.

TEORÍA DE LA PSICOPATOLOGÍA

Los terapeutas sistémicos han observado frecuentemente que la disminución


de la psicopatología en un miembro de una familia es frecuentemente
acompañada por el aumento de los síntomas en otro miembro. Jackson, por
ejemplo, trató a mujeres por depresión y encontró que en la medida en que la
depresión remitía, su esposo empezó a llamarlo para quejarse de que la
condición emocional de su esposa estaba empeorando (Greenberg, 1977). La
mejoría continuada de la esposa, finalmente resultó en la pérdida de trabajo
de su esposo y, subsecuentemente, en su suicidio
La psicopatología es fundamentalmente un proceso interaccional entre o en
medio de los miembros de la familia, más que un problema intrapersonal en el
interior de un miembro. La psicopatología sirve como un mecanismo
homeostático para ayudar a las familias a mantener un equilibrio interno para
el funcionamiento familiar. Cuando una familia es amenazada, puede tender al
equilibrio a costa de comportamiento confuso, psicótico u otros
comportamientos patológicos. El status quo de una familia puede ser uno en
el cual los padres rara vez pelean. Cuando ellos lo hacen, si la violencia
amenaza con salir de control, un niño puede comunicar preocupación
volviéndose sintomático. Esos síntomas sirven como circuitos de
retroalimentación negativa que resultan en un alto en las hostilidades, en la
medida en que la familia desarrolla una nueva preocupación con el paciente
identificado (PI). Pero el sistema entero debería ser el paciente, no
meramente el individuo que ha desarrollado síntomas para ayudar a salvar el
sistema.

Un vuelco en el funcionamiento familiar ocurre cuando las reglas de relación


se vuelven ambiguas. Las reglas de las relaciones proporcionan una
organización estable para el funcionamiento familiar. Si las reglas devienen
ambiguas, el sistema se vuelve desorganizado, y probablemente se
desarrollarán síntomas para restituir el orden a la familia. Si las reglas son
claras, tales como que los miembros familiares no se relacionarán
violentamente, entonces una discusión entre padres no amenazará el
funcionamiento familiar, y un niño no tendrá que desarrollar síntomas para
controlar esa amenaza de violencia.

Las reglas de relación en una familia son mejor observadas a través de los
patrones de comunicación en la misma. Quién se comunica con quién, cómo y
acerca de qué, define el patrón de relaciones que integra una familia. La
mayoría de las familias, por ejemplo, tienen una regla clara de que cuando los
padres se están comunicando entre ellos de manera enojada, los hijos
permanecen fuera de eso. El subsistema marital tiene claras fronteras o reglas
que prohíben a los hijos volverse parte de discusiones íntimas.

Cuando los patrones de comunicación en las familias son difusos, entonces las
reglas se vuelven más ambiguas y la psicopatología se desarrollará con mayor
probabilidad. Las comunicaciones de doble vínculo son uno de los patrones
comunicacionales más problemáticos porque implican dos mensajes
incompatibles. Un ejemplo clásico de una situación doble vincular es
presentado por Bateson, Jackson, Haley y Weakland (1956, p. 259):

Un hombre joven que se había recuperado bastante bien de un


episodio esquizofrénico agudo fue visitado en el hospital por su
madre. Él estaba contento de verla e impulsivamente puso sus
brazos alrededor de sus hombros, con lo cual ella se puso tiesa. Él
retiró sus brazos y ella preguntó “¿No me amas más?” Él entonces
se ruborizó, y ella dijo, “Querido, tu no debes incomodarte tan
fácilmente y tener miedo de tus sentimientos”. El paciente fue capaz
de estar con ella sólo unos pocos minutos más y, luego de la partida
de ella, asaltó a un ayudante y fue entubado.

Verbalmente la madre está comunicando un deseo de estar cerca de su hijo,


pero en forma no verbal su rigidez comunica un deseo de estar distante.
Cuando el hijo se separa, la madre contradice su mensaje no verbal
preguntando, “¿No me amas más?” Las reglas para relacionarse están siendo,
a lo sumo, comunicadas ambiguamente. ¿Se supone que la madre y el hijo
deben tener una relación cercana o distante? El hijo claramente no puede
ganar. Si él se relaciona cercanamente, su madre se pone rígida, si él se
separa, ella se turba. No debe sorprender que el hijo se vuelva confuso,
frustrado y hostil.

La comunicación es un patrón complejo de interacciones que es


frecuentemente mal entendido por los psicoterapeutas, dejando solos a los
clientes. En su libro Pragmática de la comunicación humana, Watzlawick,
Beavin y Jackson (1967) conceptualizan la comunicación en cinco axiomas.
Primero está el axioma ya mencionado: es imposible no comunicar. El silencio
es obviamente una comunicación, aunque es frecuentemente ambigua, abierta
a la interpretación y al malentendido.

Junto a la transmisión de información, la comunicación también implica un


compromiso y define la naturaleza de la relación. La comunicación contiene un
reporte, el cual es el contenido del mensaje, y una instrucción, la cual define
cómo los comunicadores van a relacionarse. Satir (1967) enfatiza que, si el
contenido y la instrucción son congruentes, entonces la relación es definida
como armoniosa. Si los dos niveles de comunicación son incongruentes, como
cuando la madre comunica un deseo verbal de estar cerca y una rigidez no
verbal que da la instrucción de distancia, la relación será caracterizada
probablemente por la desarmonía y la patología.

El tercer axioma establece que la naturaleza de la relación es contingente a la


puntuación de la secuencia de la comunicación. Si una respuesta
comunicacional no puede terminar con un periodo hasta que la misma persona
siempre tiene la última palabra, entonces esa puntuación define a la persona
con la última palabra como teniendo mayor poder en la relación.

El cuarto axioma establece que los seres humanos se comunican verbal y no


verbalmente. La comunicación verbal es la más clara en términos de
contenido, pero no proporciona mucha información acerca de la relación entre
los comunicadores. La comunicación no verbal nos habla más acerca de la
relación, pero todavía es ambigua acerca de la naturaleza de la relación. Por
ejemplo, las lágrimas pueden ser un signo de alegría. Mientras más confían las
familias en mensajes no verbales, más ambiguas serán probablemente sus
relaciones, y probablemente más problemas surgirán.

El quinto y último axioma establece que todos los intercambios


comunicacionales son simétricos o complementarios, dependiendo del tipo de
relación. Si la igualdad existe y cada parte es libre para tomar el mando, existe
una relación simétrica. Si uno manda y el otro sigue, la relación es
complementaria. La psicopatología puede ocurrir en cualquiera de los dos
tipos de relación.

En las relaciones simétricas, la competencia puede escalar hasta una situación


explosiva en la medida de que cada uno lucha por tener la última palabra en
definir la naturaleza de la relación. Las discusiones pueden volverse
interminables. La patología en las relaciones simétricas se caracteriza por un
combate más o menos abierto, o cisma, como Lidz (1963) lo llama. El cisma
marital es definido como un estado de desequilibrio severo y crónico, discordia
y recurrentes amenazas de separación. Un progenitor está constantemente
socavando al otro. La competición lleva a la rivalidad entre los padres por el
amor de los hijos y a la rivalidad entre los hijos por el amor de los padres. La
regla que está siendo comunicada en las familias con cisma marital es la
desconfianza mutua y la competencia encolerizada en vez de la cooperación.

Las relaciones complementarias se pueden volver rígidas e impedir el


crecimiento adecuado de los miembros familiares. Un padre que insiste en que
un adulto joven se relacione como un niño, puede desconfirmar el sentido del
self del adulto joven como persona que debería ser capaz de relacionarse más
igualitariamente. Semejante desconfirmación puede conducir a síntomas de
despersonalización, confusión, o acting-out agresivo. En los sistemas maritales
que se han vuelto rígidamente complementarios, un esposo debe siempre
estar en control abierto y dominar a la familia. Hay una falta de reciprocidad,
de dar-y-tomar, entre los esposos, y el matrimonio y la familia son sesgados
en la dirección del esposo controlador (Lidz, 1963). El esposo débil permite la
dominación de modo que la continuación del sistema marital y familiar no sea
amenazada constantemente, incluso si eso significa dominación mediante
maneras irracionales o patológicas de comportamiento. La regla de esas
familias es la acomodación, aun si eso significa el compromiso de que uno de
ellos se aleje.

TEORÍA DE LOS PROCESOS TERAPÉUTICOS


Si la psicopatología es principalmente un resultado de la comunicación
ambigua u hostil, que deriva en reglas ambiguas de relación, entonces la
psicopatología puede ser mejor modificada ayudando a los individuos en los
sistemas a comunicarse más clara y constructivamente acerca de las reglas de
sus relaciones. El énfasis en la terapia comunicacional no está en el contenido
de la misma, sino en los aspectos de las comunicaciones que definen
relaciones. El énfasis no está tanto en qué comunican las personas, sino en
cómo lo comunican. El foco está en la metacomunicación (comunicación
acerca de la comunicación). En tanto que la gente sólo puede relacionarse a
través de la comunicación, si cambian en cómo se comunican, también
cambian en cómo se relacionan.

Los mecanismos homeostáticos en la familia, sin embargo, hacen resistentes


al cambio a los sistemas familiares. Si los terapeutas desean ser efectivos
cambiando las reglas estereotipadas con que la familia se comunica y
relaciona, necesitarán intervenir con una estrategia definida (y por ello son
conocidos como terapeutas estratégicos) que sea lo suficientemente poderosa
para romper con la rígida resistencia de la familia.

Aumento de Conciencia. Entre los terapeutas comunicacionales


estratégicos, Jackson puso el mayor énfasis en la importancia de que los
miembros de la familia devengan más concientes de la naturaleza disfuncional
de sus reglas habituales para comunicarse y relacionarse. Jackson suponía que
antes de que el cambio sea posible, la familia debe comprender el
funcionamiento de las reglas. Su énfasis en el conocimiento del
funcionamiento familiar dio por resultado que lo denominaran como un
terapeuta cognitivo comunicacional (Foley, 1974).

La tarea del cliente no es desarrollar un insight histórico acerca de las reglas


familiares de relacionarse y comunicarse. El trabajo de la familia es
simplemente relacionarse en el aquí y ahora. Entonces, siguiendo las directivas
del terapeuta o resistiéndolas, pueden empezar a ver cuán disfuncionales son
sus patrones de comunicación y sus reglas de relación.

La primera tarea para el terapeuta jacksoniano es no enceguecerse por el


contenido de las comunicaciones. Focalizar en una historia familiar en
particular puede ser una de las maneras más rápidas de perderse cómo esa
familia está interactuando en el aquí y ahora. Partiendo de que las reglas para
relacionarse son actuadas en el presente, la primera tarea del terapeuta es
volverse más conciente de quién comunica a quién, acerca de qué, y cómo. En
las sesiones iniciales, los terapeutas intentarán clarificar las reglas familiares
de funcionamiento preguntando acerca de las expectativas de la familia hacia
cada uno de los padres y acerca del rol que cada hijo juega en el sistema
familiar. El terapeuta trata de abrir estas áreas a una comunicación más clara
y, esperanzadamente, al cambio.
Redefinición, o reencuadre: es una técnica diseñada para hacer explícitas las
reglas por las cuales opera una familia. Como ejemplo, Jackson (1967) cita
una situación en la cual una madre y una hija están hablando y la madre
comienza a llorar. A causa de que la hija había sido rotulada como agresiva,
ella es designada como la causal del llanto de la madre. La hija todavía
confirma esta asunción no escrita diciendo que ella no quería lastimar a su
madre. El terapeuta interviene redefiniendo el dolor como una “cercanía
conmovedora”. Esta técnica aparta la motivación negativa de un acto y lo
rotula de manera positiva. Bajo las reglas de comunicación familiar, la hija es
percibida sólo como agresiva y perniciosa, y no como queriendo conmover a
su madre de manera cercana. Los miembros de una familia pueden definir la
relación entre dos personas de manera negativa por años, de modo que toda
comunicación entre ellos sea interpretada negativamente. Si el terapeuta
puede repentinamente definir la comunicación en una manera positiva, la
familia puede empezar a verse a sí misma en una nueva manera.

Otra forma de volver a la familia conciente de reglas disfuncionales es producir


una fuga en el sistema mediante la prescripción del síntoma. Si el problema es
que los padres están siendo muy punitivos, el terapeuta podría recomendar
que sean aun más punitivos como medio de recuperar el control. Los padres
tienen entonces la oportunidad de descubrir de qué manera se están
relacionando con sus hijos. En la medida en que sus comunicaciones punitivas
aumentan, ellos amenazan con producir una fuga o descomposición en el
sistema. Los padres tienen entonces la oportunidad de ganar un genuino
insight acerca de lo disfuncional que son sus acciones punitivas para el
bienestar de su familia.

Una técnica similar para prescribir el síntoma es la reductio ad absurdum2.


Esta técnica lleva la queja a un extremo absurdo, de modo que el cliente
puede volverse conciente de lo disfuncional que resulta relacionarse de
manera semejante. Si la madre se está quejando acerca de la agresividad de
la hija, el terapeuta puede conmiserarse con la madre en lo que respecta al
acting-out de la hija, enfatizar la cruz que ella ha tenido que cargar, sugerir
que cualquier otro hubiese sido aplastado completamente por ella, hasta que
finalmente la madre debe decir que “Yo no dije que esto fuera tan malo.” De
esta manera, la madre y la familia llega a darse cuenta de que ella no es tan
vulnerable al acting-out de su hija como parece.

Elección. Los clientes experimentan los síntomas como permaneciendo fuera


de su control personal. Ellos están “imposibilitados” cuando llega el momento
de elegir entre ser libre de los síntomas o no.

2
En latín en el original (Nota del T.)
Es particularmente probable que los síntomas emerjan en sistemas familiares
caracterizados por patrones de comunicación doble-vinculares. Los dobles
vínculos desarrollan un sentido de imposibilidad de elección en los individuos.
Éstos son condenados si hacen y si no hacen. Las comunicaciones doble-
vinculares contienen reglas de relación en dos sentidos incompatibles
(“Acércate, ¡pero no toques!”). Las comunicaciones doble-vinculares ayudan a
crear síntomas, en parte porque dejan al receptor sin opciones para resolver
comunicaciones incompatibles o paradójicas.

Los terapeutas comunicacionales estratégicos han sido ingeniosos al liberar a


los clientes de situaciones doble-vinculares y de los síntomas mediante la
creación de dobles vínculos terapéuticos. Cuando son construidos
correctamente, estas técnicas paradójicas liberan a los clientes al darles dos
opciones: cooperar con las directivas del terapeuta o rehusarse a cooperar.

El trabajo del cliente es simple: elige seguir las instrucciones del terapeuta, o
elige rebelarse. La tarea del terapeuta es más desafiante. Él debe crear una
paradoja que ayudará a liberar al cliente tanto si éste elige cooperar o
rehusarse a cooperar con la directiva. La directiva es estructurada de modo
que (1) recomienda la continuación del comportamiento que el paciente
espera cambiar, (2) implica que el actuar el comportamiento sintomático
producirá cambio, (3) con lo cual crea una paradoja porque se le dice al
paciente que cambie permaneciendo como está.

Los pacientes son, pues, puestos en una situación insostenible en lo que


respecta a sus síntomas. Si cooperan y eligen soportar sus síntomas, no
volverán a tener la experiencia de “no puedo evitarlo”; el comportamiento
deviene un comportamiento elegido más que un comportamiento sintomático
o sin opción. Si los clientes resisten la directiva, pueden hacerlo sólo mediante
no comportarse sintomáticamente, lo cual es la meta de la terapia. Los dobles
vínculos terapéuticos dan a los clientes dos opciones, y ambas los liberan de
los comportamientos sintomáticos o imposibilitados.

Un doble vínculo terapéutico presupone una relación terapéutica intensa que


tenga un algo grado de valor de supervivencia y expectativas para el paciente
(Watzlawick y cols., 1967). Además, debe ser comunicado de una manera tan
convincente que el cliente no pueda disolver la paradoja con un comentario. Si
el cliente dice, por ejemplo, “Ud. está tratando de engañar”, la paradoja es
disuelta.

En el caso de una pareja que discutía constantemente, Jackson reencuadró la


discusión como un signo de involucración emocional y les dijo que esa
aparente discordia sólo probaba cuánto ellos se amaban. Recomendó que
ambos continuaran sus peleas para expresar su amor. Sin importar cuán
ridícula la pareja puede haber considerado esta interpretación (o quizás
porque era tan ridícula para ellos), empezaron a probarle al terapeuta cuán
equivocado estaba. Esto fue llevado a cabo de la mejor manera terminando
con sus discusiones, sólo para probar que ellos no se amaban. En el momento
que eligieron para detener sus discusiones, encontraron que estaban llevando
mucho mejor (Watzlawick y cols., 1967).

En otro caso, Jackson trataba de entrevistar a un joven barbado que creía ser
Dios y permanecía completamente apartado de otros pacientes y del equipo.
El paciente permanecía al otro lado de la habitación e ignoraba todas las
preguntas y observaciones de Jackson. Éste le dijo al paciente que su creencia
de ser Dios podía ser peligrosa porque él podría bajar la guardia y negarse a
chequear qué estaba ocurriendo a su alrededor. Pero si él quería tomar esa
clase de riesgo, Jackson lo acompañaría. Durante la estructuración de ese
doble vínculo terapéutico, el paciente se volvió crecientemente nervioso y a la
vez interesado en lo que estaba ocurriendo. ¿Debía tomar el riesgo de ser
tomado como Dios o no? El terapeuta luego se puso de rodillas y presentó al
paciente una llave del hospital diciendo que, de modo que él era Dios, no
necesitaría la llave, pero si él era de hecho Dios, merecía tener la llave más
que el terapeuta. El paciente abandonó su insensible proceder, se dirigió a
Jackson y dijo “Hombre, uno de nosotros está loco”.

Catarsis. Virginia Satir fue la única entre sus colegas de Palo Alto que puso
mucho mayor énfasis en los sentimientos que los otros. Ella en realidad
combinó la teoría sistémica con la psicología del yo y la teoría de la Gestalt.
Satir estaba de acuerdo en que las familias perturbadas necesitaban
comunicarse más claramente. La mayoría de las familias, sin embargo, tienen
dificultades en la comunicación directa de sus sentimientos. Si no pueden ser
claras acerca de sus sentimientos entre ellos, seguramente tendrán más
probabilidades de tener roles ambiguos para relacionarse. El acercamiento de
Satir (1967, 1972; Satir, Statchowiak, & Taschman, 1977; Satir & Baldwin,
1983) al trabajo sistémico, puso entonces mucho más énfasis en ayudar a las
familias a expresar sus emociones, con lo cual cambiaban las reglas que
prohibían relacionarse al nivel de los afectos.

La tarea del cliente es empezar a tomar el riesgo de comunicar sus


sentimientos más directa que indirectamente a través de acciones no verbales.
Los clientes primero intentan ganar insight acerca de cuáles sentimientos
usualmente omiten de sus propias comunicaciones. Los culpadores
usualmente omiten sentimientos acerca de otras personas; los apaciguadores
omiten sentimientos sobre ellos mismos; los comunicadores súper-razonables
omiten sentimientos acerca del tema que se está discutiendo; y los
comunicadores irrelevantes omiten todo. Una vez que se es conciente del
patrón de comunicación que tienden a usar, los clientes necesitan luchar para
volverse comunicadores más congruentes mediante la expresión de las
emociones que usualmente eliminan.

El terapeuta usa primero procesos de elevación de la conciencia para ayudar a


los pacientes a devenir más concientes de qué patrones de comunicación
disfuncional usan típicamente. A través de la retroalimentación e
interpretaciones, el terapeuta satiriano ayuda a los clientes a devenir
concientes de los significados contenidos en las comunicaciones verbales y no
verbales. En la medida en que los clientes empiezan a volverse concientes de
los sentimientos más profundos que están comunicando indirectamente, el
terapeuta los alienta a expresar sus sentimientos de manera más directa.
Antes que comunicar sentimientos secundarios como la ira y la envidia, el
terapeuta alienta a los clientes a expresar el sentimiento primario de dolor.
Los sentimientos secundarios como la ira pueden ser disfuncionales para
algunas familias, mientras que la expresión de dolor casi siempre ayuda a las
familias a crear reglas de relación de mayor soporte y cuidado.

Contra-condicionamiento. Jay Haley se distingue entre el grupo original del


MRI por su foco terapéutico en el poder. Debajo de cada comunicación está el
elemento de instrucción o una contienda por el poder interpersonal. En el
sentido en que usa el término, una persona que ha adquirido “poder” se ha
establecido a sí misma como el que determina qué es lo que va a pasar. Las
tácticas de poder son las maniobras que las personas, incluyendo los
terapeutas, usan para darse a sí mismos influencia y control sobre su mundo
social, haciéndolo de ese modo más predecible.

En su clásico (y controvertido) libro, Tácticas de poder de Jesucristo y otros


ensayos, Haley (1986) no se involucra con el mensaje espiritual de Jesús o sus
ideas, sino con cómo Jesús organizaba y trataba con la gente. Jesús fue el
primer líder que formuló un programa para construir su séquito entre los
pobres y carentes de poder. Su táctica básica fue definir al pobre como más
merecedor de poder que nadie, y por ello buscar su favor.

Él fue también un experto en la táctica del vencido, conocidamente usada por


algunas bestias del campo y pájaros del aire. Cuando dos lobos se encuentran
en una pelea, por ejemplo, y uno está por ser muerto, el lobo derrotado
repentinamente levantará su cabeza y descubrirá su garganta al oponente.
Este último se vuelve incapacitado; no puede matar mientras se vea
enfrentado con esta táctica. Aunque él tiene la victoria, el vencedor está
controlando su comportamiento meramente quedándose quieto y ofreciendo
su vulnerable arteria yugular. A través de su vida pública, Jesús predicó el uso
de la táctica del vencido, dando la otra mejilla y perdonando a quienes le
hicieron daño. Desampararse frente a la autoridad casi invariablemente lleva a
ganar y frustra al oponente.
Este análisis del poder en los sistemas guía la terapia directiva de resolución
de problemas de Haley (1976, 1980, 1990), en la cual él trata rápidamente de
tomar la delantera en el sistema familiar. Sus típicos procedimientos incluyen
la clarificación, reencuadre y una multitud de directivas que funcionan como
formas de contra-condicionamiento, en las cuales las interacciones familiares
son reestructuradas para ser incompatibles con las viejas interacciones
patológicas. Habiendo estudiado extensivamente el trabajo del famoso
hipnoterapeuta Milton Erickson, Haley (1973b) imparte dos tipos de directivas.
Las directivas directas son dadas cuando el terapeuta quiere que la familia
haga lo que la directiva dice (por ejemplo, decir a una familia desacoplada y
extremadamente seria que jueguen un juego divertido por al menos dos
horas). Las directivas paradójicas, basadas en los fundamentos teóricos
expuestos por Jackson, son dadas cuando la meta es que la familia se oponga
al terapeuta (por ejemplo, la “apuesta del ganador”, en la cual el terapeuta
apuesta a adolescentes con problemas de conducta a que no podrán controlar
su comportamiento, introduciéndolos así en un doble vínculo terapéutico).

Haley (1984) desarrolló también la Terapia de Ordalías, una vuelta sistémica al


proceso conductista de manejo de contingencias para pacientes
extremadamente resistentes. Aquí, el terapeuta estratégico impone una
ordalía apropiada a la persona que desea cambiar (una ordalía más severa
que el problema). El principal requerimiento de la ordalía asignada es que
cause una molestia igual o mayor que la causada por los síntomas. Es una
variante de la paradoja: la cura es peor que la enfermedad.

En un caso, una mujer en de poco más de treinta años sufría de ansiedad


extrema manifestada por ataques regulares de sudor. La estrategia de Haley
fue contratar una actividad que a ella le desagradase tanto que dejara su
ansiedad antes que hacerla. El contrato: si ella estaba lo bastante ansiosa
durante el día como para sudar anormalmente, entonces ella debía levantarse
a las 2:00 de la mañana para lavar y encerar el piso de la cocina. Ella tenía
que repetir esto cada noche (aunque fuera energía derrochada en su tarea
más odiada) hasta que no sudara. El éxito del truco depende de que el
paciente no disuelva la paradoja dándose cuenta de que es un truco. Los
terapeutas similares a Haley deben también cultivar una imagen enormemente
poderosa del terapeuta, de modo que el contrato de ordalía continúe sin que
el paciente abandone el tratamiento.

RELACIÓN TERAPÉUTICA

Aunque Satir era activa y directiva con las familias, enfatizaba la importancia
de una empatía adecuada, consideración positiva y genuinidad en los sistemas
familiares. El terapeuta necesita relacionarse de manera tal que ayude a
desarrollar una atmósfera que conduzca a una comunicación más congruente
y funcional. La comunicación funcional requiere una atmósfera en la cual cada
cosa pueda ser discutida, propuesta, y no haya nada que restrinja a nadie.
Este tipo de contexto terapéutico puede ser mejor desarrollado en familias
donde el terapeuta es capaz de relacionarse con cada miembro de una
manera interesada, empática y congruente. En vez de ser no directivo, más
bien, el terapeuta necesita concordar con la familia y ayudar a dirigirlos a los
sentimientos que han sido omitidos de sus comunicaciones incongruentes (ver
Loeschen, 1997, como ejemplo de las habilidades de relación de Satir).

Haley, como hemos dicho, se concentra en el aspecto de instrucción o poder


de las comunicaciones. El tema es cuál persona gobernara el comportamiento
de la otra y entonces, establecer las condiciones para qué clase de relaciones
tendrán. Dado que el tema de quién está a cargo es crítico para cualquier
relación, también es un tema central en la relación terapéutica. En los
sistemas perturbados, los individuos evitan tomar responsabilidad en definir la
naturaleza de sus relaciones. En un sistema terapéutico, es necesario que el
terapeuta dé respuesta a la definición de la naturaleza de la relación
terapéutica. La regla de relación es clara: la relación terapéutica es organizada
jerárquicamente, con el terapeuta a cargo y en el control.

Dar directivas es el medio por el cual el terapeuta puede cambiar las reglas de
relación y comunicación en las familias. Si una madre sigue entrometiéndose
cuando el padre y el hijo se están comunicando, el terapeuta estratégico
puede cambiar directamente este patrón dando a la madre la directiva de
dejar de entrometerse. Las directivas sirven también para intensificar la
relación entre el terapeuta y la familia. Mediante el decir a las personas qué
hacer, el terapeuta se involucra en la acción y deviene importante para los
pacientes. Si la familia sigue las directivas directas o resiste las directivas
paradójicas en su casa, el terapeuta permanece en sus vidas a través de la
semana.

Como un serio estudiante de Milton Erickson, Haley (1973b) intenta usar sus
técnicas directas e indirectas para controlar la relación terapéutica. Esto es
bellamente ilustrado en el caso clásico de pareja enurética tratado por
Erickson.

Erickson dijo a la pareja que el requisito absoluto para los beneficios


terapéuticos sería su no cuestionamiento y su obediencia infalible a las
instrucciones que se les dieran. Luego, Erickson mandó a la pareja enurética a
que deliberadamente mojaran su cama antes de entrar en ella cada noche por
un periodo de dos semanas. Al final de ese tiempo, se les daría una noche y
dormirían en una cama seca el domingo a la noche. El lunes siguiente por la
mañana, ellos correrían las sábanas y verían una cama húmeda; entonces, y
sólo entonces, se darían cuenta de que enfrentarían otras tres semanas de
arrodillarse y mojar la cama. No habría discusión o debate, sólo silencio y
obediencia.

El resultado fue que cada noche, la pareja, con considerable molestia, mojó la
cama. Sin embargo, dos semanas después, cuando se levantaron el lunes, ¡la
cama estaba seca! Ellos empezaron a hablar, pero recordaron la orden de
mantener silencio. Esa noche, sin hablar, entraron a hurtadillas en una cama
seca y continuaron haciéndolo por las siguientes tres semanas.

¿Eligió la pareja cambiar su comportamiento, o estaban siguiendo las órdenes


del terapeuta? ¿Eran ellos concientes del uso de la paradoja, o tuvo el
terapeuta un control indirecto, hipnótico sobre su comportamiento? En la
visión de Haley de la terapia como una lucha de poder, el proceso de cambio
no es realmente importante. Lo que importa es el resultado (quién ganó la
batalla).

PRÁCTICAS

Los patrones de comunicación pueden ser mejor observados y modificados


cuando el sistema familiar entero está presente. Los terapeutas
comunicacionales-estratégicos son flexibles, sin embargo, y trabajan con
subsistemas maritales o incluso con subsistemas individuales si es necesario.
Las sesiones usualmente duran una hora o una hora y media, pero el
terapeuta espera que la familia continúe su trabajo en su casa mientras
pugnan contra las directivas del terapeuta.

Al ser tanto lo que se comunica a través del comportamiento no verbal, los


terapeutas comunicacionales-estratégicos encuentran muy útil registrar sus
sesiones en video, especialmente para el entrenamiento de los terapeutas
novatos. Los terapeutas familiares en general, y los comunicacionales-
estratégicos en particular, son los más aficionados a la grabación en video, la
observación directa y supervisión a través de espejos unidireccionales. La
grabación en video también permite que las sesiones sean usadas para
investigación en patrones comunicacionales familiares.

Los honorarios han sido a veces un punto controvertido para los terapeutas
sistémicos. La mayoría de las políticas de seguridad social son programas
individuales de salud que cubren el tratamiento de la psicopatología individual
pero no los problemas maritales o familiares. Como resultado, los terapeutas
maritales o familiares pueden ser forzados a adherir a la ideología de un
paciente identificado, sólo por el reembolso de la seguridad social. Las familias
también se preguntan si los honorarios serán mayores a causa de que más
personas son vistas en la terapia. Este es algunas veces el caso, pero
típicamente los terapeutas sistémicos fijan un honorario standard por sesión,
sin considerar si será visto una familia, una pareja o un individuo.

UN ANÁLISIS SISTÉMICO DE LA FAMILIA C.

Durante seis años, terapeutas orientados individualmente intentaron tratar a la


Sra. C. fuera de contexto. La Sra. C. fue tratada como un evento aislado, aun
al grado de ser apartada de la familia durante un año en un hospital
psiquiátrico. Cegados por la ideología tradicional de que la psicopatología es
un evento individual, los anteriores profesionales de la salud mental fueron
incapaces de ver cómo sus síntomas eran desarrollados y mantenidos en un
sistema familiar patológico.

El subsistema marital se caracteriza por una relación complementaria en la


cual la Sra. C. habla o actúa y el Sr. C. reacciona. La familia entera es sesgada
en dirección de los síntomas de la Sra. C. Su obsesión con la limpieza domina
las reglas familiares de relación. No es sorprendente que la familia de origen
de la Sra. C. fuera sesgada en la dirección de su dominante padre.

El sistema familiar se caracteriza también por el enmarañamiento. Abundan las


fronteras difusas, como muestra el hecho de que la Sra. C. pasee con los
senos al aire delante de sus hijos adolescentes. Los niños no tienen espacio en
su propio hogar en el cual puedan invitar a sus amigos. Las fronteras entre el
Sr. Y la Sra. C. son inexistentes cuando él participa en los rituales de lavado.
El Sr. C. se levanta a las 5:00 A.M. para gritar “Brazo derecho, Martha; brazo
izquierdo, Martha.” Y aun así sólo la Sra. C. ha sido identificada como
paciente. ¡Folie à deux! 3 La familia entera deja la vajilla y la ropa interior
tirada por toda la casa hasta que parece un basurero. Y aun con esto, sólo la
Sra. C. ha sido identificada como paciente. ¡Folie à famille!4.

¿Que amenazaba a la familia al grado de que podía recuperar el equilibrio sólo


desarrollando comportamientos confusos y patológicos? La historia familiar
sugiere que el sistema de salud de la familia fue amenazado por un ataque de
parásitos, gripe asiática y un sexto embarazo. Aparentemente la familia fue
incapaz de crecer y adaptarse a los cambios impuestos por esta crisis. El
médico de la familia prescribió lavados, y la Sra. C. lavó y lavó hasta que se
volvió el paciente identificado. Pero, ¿hubo otros familiares capaces de crecer
para ayudar a encontrar las tremendas demandas de la familia? ¿Fue el Sr. C.,

3
En francés en el original (Nota del T.)
4
En francés en el original (Nota del T.)
por ejemplo, capaz de crecer para ser un padre más completo que ayudara
con las cargas de cinco niños, la enfermedad y la infección de parásitos?

Las fronteras de esta familia enmarañada fueron haciéndose demasiado


permeables. Las fronteras habían ya sido violadas por los parásitos y por la
extraña gripe. Las preocupaciones del sistema por la limpieza parecían
comunicar una necesidad de establecer fronteras claras. La Sra. C., por
ejemplo, se estaba inmiscuyendo completamente en la salud de sus hijos y en
sus asuntos higiénicos, al igual que su padre se había inmiscuido en sus
asuntos personales cuando niña. En un intento desesperado por clarificar sus
fronteras personales, la Sra. C. restregaría su piel; la Sra. C. estaba tratando
de mantener limpia la piel que definía sus fronteras físicas como individuo.

La familia C. se organizó alrededor de un conjunto de reglas compulsivas de


relación. Quizás a causa de que hubiera tantos niños en la familia ya, estas
reglas prohibían a cualquier niño vecino traspasar la frontera literal del hogar.
El Sr. y la Sra. C. eran capaces de relacionarse como pareja en la intimidad de
su habitación previa ducha compulsiva. La ducha también establecía los límites
de la disponibilidad de la Sra. C. para relacionarse con sus hijos en la mañana.
Ella también establecía los límites de sus asuntos comunicando sólo acerca de
su salud e higiene y no acerca de amigos y sentimientos.

Durante diez años, las reglas compulsivas de relación sirvieron para limpiar y
clarificar muchas de las fronteras en la familia. Con el niño mayor entrando en
la adolescencia y adultez, sin embargo, esas reglas fueron demasiado rígidas y
constrictivas para responder a las crecientes necesidades de autonomía,
intimidad y privacidad. En el intento de estructurarse a sí misma, la familia
estaba amenazando con apartar a la Sra. C. de las fronteras de su hogar. En
respuesta, ella amenazaba con suicidarse.

La familia C. está necesitando claramente un agente poderoso exterior al


sistema que pueda unirse a la familia para reestructurar sus patrones de
comunicación y reglas de relación. La familia entera debería ser vista,
incluyendo a los padres de la Sra. C. si fuera necesario. El terapeuta primero
tendría que unirse a cada uno de los subsistemas en la familia. Con los niños,
el terapeuta hablaría un lenguaje de una mayor autonomía y responsabilidad.
El terapeuta podría ayudarlos a comunicar una meta de ser capaces de invitar
un amigo a visitarlos dentro de las fronteras de su propia habitación. El
terapeuta los ayudaría a abrir nuevas áreas de comunicación, tales como
reglas acerca de citas, límites de tiempo y trabajo fuera del hogar.

Una vez que el terapeuta sistémico se haya unido a la familia para crear un
nuevo sistema terapéutico, dicho terapeuta empezaría a liberar a la familia de
las reglas y estructuras disfuncionales provocando un desequilibrio. Por
supuesto, no hay una manera rígida de reestructurar un sistema familiar. Un
conjunto rígido de reglas para relacionarse podría presentar la paradoja de
sustituir un conjunto de reglas compulsivas por otro. El terapeuta se
relacionaría de manera flexible, respondiendo más libremente a las
comunicaciones o estructuras patológicas de lo que los miembros de la familia
responden. Si la familia insiste en definir el problema como un problema de la
Sra. C., por ejemplo, el terapeuta será capaz de reencuadrar los síntomas
compulsivos en el lenguaje de los sistemas. Las reglas compulsivas de limpieza
pueden ser reencuadradas positivamente como una expresión del deseo
familiar de estar juntos de manera saludable. Reencuadrar los síntomas podría
producir desequilibrio cognitivo que ayudara a la familia a volverse más
conciente de cómo los síntomas han servido a la familia.

El terapeuta puede ayudar a liberar a la familia de las reglas compulsivas


prescribiendo modos alternativos de relacionarse, en la sesión y en el hogar.
Si la Sra. C. conserva la distancia física de sus niños en la sesión, el terapeuta
puede tomar al más chico de la mano y decir “Ven, demos a mamá un gran
abrazo para mostrarle que la amamos.” Como parte de la preocupación acerca
de estar saludablemente juntos, el terapeuta puede dar a los padres como
tarea para la casa pasar una noche juntos cocinando a sus hijos una gran y
sana comida. Esta tarea podría ayudar a crear mejores fronteras alrededor de
los padres y podría ayudar a los niños a percibirlos como más iguales que
complementarios.

Si los C. prueban ser particularmente resistentes a la reestructuración, el


terapeuta sistémico puede siempre recurrir a técnicas paradójicas para liberar
a la familia. El terapeuta puede prescribir el síntoma (digamos, una ducha de
dos horas en la mañana). La explicación sería que la ducha es una de las
mejores maneras que tiene la Sra. C. para comunicar su preocupación con el
estar limpia por el bien de su familia. Del mismo modo, la ducha matutina es
una de las mejores formas que el Sr. C. tiene para comunicar su preocupación
por su esposa. Dado que la ducha es una de las mejores maneras que ellos
tienen para cooperar juntos como pareja, una ducha larga, ociosa y tibia es
justo lo que el Dr. ordenó.

Por supuesto, prescribir una larga ducha matutina serviría como doble vínculo
terapéutico. Esta tarea daría al Sr. y la Sra. C. dos opciones: cooperar o no
cooperar con la tarea. Si ellos eligieran cooperar, entonces ellos estarían
eligiendo cumplir con sus síntomas. Los síntomas no estarían más fuera de
control, porque ellos no volverían a tener la experiencia de “no puedo
remediarlo (me debo lavar, o debo seguir vigilando el lavado de mi esposa).”
Si ellos eligen no cooperar, entonces están eligiendo no continuar con sus
comportamientos sintomáticos. De cualquier manera, ellos empezarían a
liberarse de un modo de relacionarse estructurado patológicamente.

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