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CENTRO DE INNOVACIÓN UC ANACLETO ANGELINI

El Centro de Innovación UC Anacleto Angelini de Alejandro Aravena, ELEMENTAL ha sido


señalado por la Universidad de Chicago como uno de los 30 mejores edificios construidos
en América durante el siglo XXI. Definido por Arquitectura Viva como un Tótem
Bioclimático. Brutalista y casi hermético, el edificio se protege con una gruesa piel de
hormigón armado cuya inercia térmica permite reducir sustancialmente el consumo
energético, razón por la que se hizo merecedor del Premio Designs of the Year 2015 por
ser un ejemplo vanguardista de diseño sustentable.

Autor: Alejandro Aravena
Equipo profesional: Elemental (Alejandro Aravena, Pedro Hoffmann, Suyin Chia) y Juan
Cerda
Ubicación: Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago de Chile (Campus UC San Joaquín)
Colaboradores: Samuel Gonçalves, Cristián Irarrázaval, Álvaro Ascoz, Natalie Ramirez,
Christian Lavista, Suyin Chia, Pedro Hoffmann
Superficie terreno: 455.351 m² (Área Campus San Joaquín)
Superficie construida: 8176.0 m²
Mandante: Grupo Angelini, Pontificia Universidad Católica de Chile
Cálculo: Sirve S.A.
Año proyecto: 2014
Materiales: Hormigón Armado, Madera, Vidrio, Acero.
Publicaciones: “Mass is More” Revista Digital Arquitectura Viva, N°168, Noviembre,2014
Premios: Abdón Cifuentes 2015, Designs of the Year 2015
Fotografías: Alonso Tomás Adasme (B & N), Nico Saieh, Felipe Díaz Contardo, Nina
Vidic, Elemental Chile
En 2011, el Grupo Angelini decidió donar los fondos necesarios para crear un Centro
donde convergieran las empresas, la industria y la investigación académica de punta. El
objetivo era contribuir al proceso de transferencia de conocimiento, identificar
oportunidades de negocio, agregar valor a recursos naturales básicos o registrar patentes
a fin de mejorar la competitividad del país y, por tanto, su desarrollo. La Universidad
Católica acogería tal centro y asignó un sitio en su Campus San Joaquín.

El programa del edificio fortalece el ecosistema chileno asociado a la innovación y el


desarrollo.  El proyecto busca generar condiciones arquitectónicas y de habitabilidad, que
favorezcan y estimulen la producción del conocimiento a través del encuentro social entre
empresarios, investigadores, y emprendedores.

Es por eso que los lugares de encuentro se multiplican en todo el edificio, desde el hall de
los ascensores con una banca para sentarse si uno llega a encontrarse con alguien que
tiene algo interesante que compartir, a un atrio central transparente que permite ver lo que
los demás están haciendo mientras se circula verticalmente, hasta plazas elevadas en
toda la altura del edificio.

Por ende, parte del proceso de diseño del Centro de Innovación UC fue comprender la
ecuación adecuada entre cuatro formas de trabajo que favorecen la producción de
conocimiento:

– Trabajo formal individual (escritorios de trabajo)


– Trabajo formal colectivo (salas de reuniones)
– Trabajo informal individual (espacios para el ocio individual)
– Trabajo informal colectivo (espacios para el ocio colectivo y la socialización)
La habitual planta libre de edificios de oficina (núcleo central de servicios y circulación +
perímetro vidriado) ha sido invertida para liberar al centro, por medio de un vacío central, y
disponer del programa en su perímetro, donde la masa genera una envolvente
sobreexpuesta al sol, donde el muro macizo, casi ciclópeo (superposición de bloques) de
hormigón armado, protege de efectos tales como el deslumbramiento o encandilamiento
como producto de una exposición de luz directa y guarda la intimidad de un
inteligiblemente distribuido en plataformas y patios que se abren a un gran atrio central,
que implica a su vez, potenciar el encuentro entre las personas.

”En un edificio en altura, normalmente uno entiende que la virtud es poder mirar hacia
afuera, lo que no es menor en santiago, tener una buena vista sobre una geografía
privilegiada en la capacidad que eso tenga de atraer profesores de otras partes del
mundo. Pero tan importante como mirar hacia el entorno, es poder mirar hacia el interior
del edificio, lo que no es evidente en los edificios en altura en donde, en general, no se
sabe lo que sucede en el resto de los pisos. Parece ser que poder mirar lo que están
haciendo otros es una cuestión importante que tiene que ver con la curiosidad…ese
sentido de saber que hay otros haciendo algo que vale la pena. Por lo tanto, entendimos
que este edificio había que traducirlo en una operación de proyecto de vaciar su interior.” –
explica Alejandro Aravena.
La inversión de materiales (hormigón versus vidrio) de cualidades estéticas (lo opaco
frente a lo macizo) y de valores (lo contemporáneo frente a lo simplemente moderno) e
inversión de la típica planta libre de oficina (reemplazando el núcleo central opaco con
muro cortina vidriado en el perímetro por un atrio central abierto y la masa con aperturas
estratégicas en el perímetro) no sólo respondió al programa del edificio sino también a su
comportamiento medioambiental o bioclimático y al carácter del edificio.

Este edificio tenía que responder a las expectativas del cliente de tener un centro de
innovación con un “aspecto contemporáneo”, pero la búsqueda acrítica de
contemporaneidad ha poblado Santiago con torres de vidrio que, debido al clima local
desértico, ha generado un enorme invernadero en los interiores. Tales torres consumen un
cantidad ridícula de energía en aire acondicionado.

“La forma de evitar ganancias térmicas indeseadas no es ciencia aeroespacial: basta con
colocar la masa del edificio en el perímetro, tener ventanas retranqueadas para prevenir
radiación solar directa y permitir que haya ventilación cruzada. Estas simples decisiones
nos permitieron pasar de 120kW/m2/año (el consumo de una torre de vidrio típica en
Santiago) a 45kWh/m2/año. Una fachada así de opaca no sólo era eficiente en términos
energéticos, sino ayudaba también a atenuar la luz enceguecedora que usualmente obliga
a proteger los espacios de trabajo interiores con cortinas y persianas, transformando la
transparencia teórica inicial en pura retórica. En este sentido, la respuesta al contexto no
fue otra cosa que el uso riguroso del sentido común.” – comenta el arquitecto Alejandro
Aravena, socio y director de ELEMENTAL.
Por lo que el uso de un material de gran durabilidad como el hormigón armado, además de
temperar de manera natural el interior gracias a su gran inercia térmica, sugiere otra de las
ambiciones del edificio: soportar con dignidad la prueba del tiempo:
”Por otra parte, pensamos que la mayor amenaza a un centro de innovación es la
obsolescencia, tanto funcional como estilística. La razón para rechazar una fachada de
vidrio no sólo respondía a la responsabilidad profesional de evitar un comportamiento
medioambiental extremadamente pobre, sino también a una búsqueda por un diseño
capaz de resistir el test del tiempo. Desde un punto de vista funcional, pensamos que la
mejor manera de combatir la obsolescencia era diseñar el edificio que fuera una
infraestructura más que arquitectura. Una forma clara, directa, incluso dura, es a fin de
cuentas la manera más flexible de permitir el cambio y la renovación continua. Desde el
punto de vista estilístico, nos pareció que una geometría estricta y una materialidad
monolítica era la manera de reemplazar contemporaneidad por atemporalidad.” – agrega
Alejandro Aravena.
En síntesis, se utilizan estrategias de ventilación natural cruzada, protección por
perforaciones o ventanas retranqueadas, contra la radiación solar y confort térmico,
combinadas con la gran masa térmica del cerramiento de manera que pueda reducirse el
gasto energético en la misma proporción en que lo hace la demanda, que gracias a estas
medidas medioambientales pasa de los 120 a los 45 kWh/m2/año.

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