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Deje de tratar de ser feliz, No estamos diseñados para serlo

por BBC Mundo

La industria de la felicidad ha contribuido a crear la fantasía de que la felicidad es


como un sueño que todos queremos alcanzar. Pero, como reflexiona el psiquiatra
Rafael Euba, los humanos no evolucionamos para ello. Es más, el estado de
ánimo fluctuante es lo que nos hace ser humanos. 

Una gigantesca industria de la felicidad y el pensamiento positivo, valuada


en cerca de US$11.000 millones al año, ha contribuido a crear la fantasía de
que alcanzar la felicidad es un objetivo realizable.

Perseguir el sueño de la felicidad es un concepto muy estadounidense, exportado


al resto del mundo mediante la cultura popular. De hecho, la "búsqueda de la
felicidad" es uno de los "derechos inalienables" de los estadounidenses.
Desafortunadamente, esto ha contribuido a crear una expectativa que la vida real
se niega obstinadamente a cumplir.

Porque incluso cuando todas nuestras necesidades materiales y biológicas están


satisfechas, el estado de felicidad sostenida sigue siendo una meta teórica y
elusiva, tal y como lo descubrió Abderramán III, Califa de Córdoba, en el siglo X.

Él era uno de los hombres más poderosos de su época que había hecho grandes
logros militares y culturales, y que disfrutaba también de los placeres terrenales
que le proporcionaban sus dos harenes.

Hacia el final de su vida, sin embargo, decidió contar el número exacto de días


en los cuales se sintió feliz. Sumaban exactamente 14. La felicidad, como
decía el poeta brasileño Vinicius de Moraes, "es como una pluma llevada por el
viento. Vuela liviana, pero no por mucho tiempo".

La felicidad es una construcción humana, una idea abstracta que no tiene


equivalente en la experiencia humana. Los afectos positivos y negativos residen
en el cerebro, pero la felicidad sostenida no tiene una base biológica. Y, quizás
esto sorprenda, creo que esto es algo de lo que hay que estar felices.

Le tenemos: ¿Quiere aprender a ser feliz? Este profesor tiene la respuesta

Naturaleza y evolución

Los humanos no están diseñados para ser felices o incluso estar contentos. En
cambio, estamos diseñados primordialmente para sobrevivir y
reproducirnos, como cualquier otra criatura en el mundo natural.
La naturaleza desalienta el estado de satisfacción porque bajaría la guardia contra
posibles amenazas a nuestra supervivencia. El hecho de que la evolución haya
priorizado el desarrollo de un lóbulo frontal grande en nuestro cerebro (lo cual nos
da capacidades analíticas y ejecutivas excelentes) por sobre la capacidad natural
de ser felices, nos dice mucho sobre las prioridades de la naturaleza.

Distintas ubicaciones geográficas y circuitos en el cerebro están asociados con


ciertas funciones neurológicas e intelectuales, pero la felicidad, al ser una mera
construcción sin base neurológica, no se encuentra en el tejido del cerebro.

De hecho, expertos en este campo argumentan que el fracaso de la naturaleza en


desterrar la depresión del proceso evolutivo (a pesar de sus obvias desventajas en
términos de supervivencia y reproducción) se debe precisamente al hecho de que
la depresión como adaptación juega un rol útil en tiempos de adversidad,
ayudando al individuo deprimido a no involucrarse en situaciones riesgosas e
imposibles en las que él o ella no pueden ganar.

Los pensamientos depresivos pueden también cumplir la función de resolver


problemas en momentos difíciles.

Moralidad

La industria actual de la felicidad tiene parte de sus raíces en códigos de la moral


cristiana, muchos de los cuales nos dirán que hay una razón moral por cada
momento de infelicidad que podamos experimentar. Dirán, con frecuencia, que se
debe a nuestras propias carencias morales, nuestro egoísmo y nuestro
materialismo.

Abogan por un estado de virtuoso equilibrio psicológico mediante la renuncia, el


desapego y el control del deseo.

Pero estas estrategias solo tratan en realidad de encontrar un remedio a nuestra


inhabilidad innata de disfrutar de la vida de forma consistente, por eso
debemos consolarnos con el conocimiento de que la infelicidad no es nuestra
culpa. Es la culpa de nuestro diseño natural. Está en nuestros genes.

Los defensores de un camino moralmente correcto hacia la felicidad también


desaprueban el tomar atajos con la ayuda de drogas psicotrópicas. George
Bernard Shaw dijo: "No tenemos más derecho a consumir felicidad sin producirla
que a consumir riqueza sin producirla". Aparentemente, hace falta ganarse el
bienestar, lo que prueba que no es un estado natural.

Los habitantes de la novela de Aldous Huxley "Un mundo feliz" viven


perfectamente felices con la ayuda de "soma", una droga que los mantiene dóciles
y contentos. En su novela, Huxley da a entender que un ser humano libre debe
inevitablemente sentirse atormentado por emociones difíciles.

Si nos dan la opción entre tormento emocional y placidez feliz, sospecho que
muchos elegirían la última. Pero el "soma" no existe, por tanto el problema no es
que el acceso a la satisfacción confiable y constante por medios químicos sea
ilegal, sino que es imposible.

Las sustancias químicas alteran la mente (lo cual a veces puede se bueno), pero
como la felicidad no está vinculada a un patrón de función cerebral en particular,
no podemos replicarlo químicamente.

La infelicidad que hace de usted un ser más humano

Nuestras emociones son mixtas e impuras, desordenadas, enredadas y, a veces,


contradictorias. Investigaciones han mostrado que las emociones y afectos
positivos y negativos pueden coexistir en el cerebro y ser relativamente
independientes el uno del otro.

Este modelo muestra que el hemisferio derecho procesa preferencialmente las


emociones negativas, mientras que las emociones positivas son procesadas por el
lado izquierdo. Cabe recordar que, entonces, no estamos diseñados para ser
consistentemente felices. En cambio sí lo estamos para sobrevivir y reproducirnos.

Estas son tareas difíciles, por eso estamos preparados para luchar y esforzarnos,
buscar gratificación y seguridad, combatir amenazas y evitar el dolor. El modelo de
emociones en competencia planteado por la coexistencia del placer y el dolor se
acomoda a nuestra realidad mucho mejor que la dicha inalcanzable que nos
quiere vender la industria de la felicidad.

Es más, pretender que cualquier grado de dolor es anormal o patológico solo


generará sentimientos de que somos inadecuados y frustración.

Postular que no hay algo tal como la felicidad puede parecer un mensaje
puramente negativo, pero el lado positivo, el consuelo, es el conocimiento de
que la insatisfacción no es un fracaso personal.

Si a veces eres infeliz, esto no es una falta que exige una reparación urgente,
como pregonan los gurúes de la felicidad.

Lejos de ser así. Esta fluctuación es, de hecho, lo que te hace humano.

*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Rafael Euba es


especialista y profesor de psiquiatría de la tercera edad en el King‘s College
London. Está afiliado al Oxleas NHS FT y al London Psychiatry Centre.
Fuente:

https://www.finanzaspersonales.co/consumo-inteligente/articulo/por-que-no-
debemos-intentar-ser-felices-porque-no-fuimos-disenados-para-eso/79883?
fbclid=iwar1fbvwtcduispextqi5birodfktr1ouxd6rzby_34uzn6qb_w1l_91lvnw

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