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12º domingo tiempo ordinario

Mc 4, 35-41

1. Anotaciones al texto

Después del discurso en parábolas sobre el Reino de Dios, Marcos presenta una serie de
relatos ambientados (Mc 4, 35 – 6, 6) en los alrededores del lago de Galilea: 4, 35-36
(embarcan hacia la orilla oriental); 5, 1 (llegan a la orilla oriental); 5, 21 (vuelven a la orilla
occidental); y, 6, 1 (marcha a “su tierra”). Todos los episodios comprendidos en esta
sección son acciones que muestran la autoridad, que quedará en evidencia en el episodio
final de 6, 2: “¿De dónde le viene esto?” “¿Qué sabiduría es esta?” “¿Y esos milagros
hechos por sus manos?”. Estas preguntas son la reacción negativa por parte de los de su
tierra (6, 3-4). Toda la sección tiene una estrecha relación con la acción de Jesús en
Cafarnaún (1, 21-27). Los prodigios de Jesús en esta sección son: un milagro de la
naturaleza (4, 35-41), un exorcismo (5, 1-20), una curación (5, 25-34) y una revivificación
(5, 21-24. 35-43), que se recoge en una conclusión (6, 1-6a).

Igualmente, todos los acontecimientos narrados en esta travesía tienen en común dos
elementos: uno es el hecho de estar relacionados con lugares o personas que eran
considerados impuros: el mar, un endemoniado que vive entre los sepulcros (5, 1-20), una
niña muerta y una mujer con flujo de sangre (5, 21-43); y, el otro elemento es que se
manifiesta con más claridad la incomprensión de los discípulos y los reproches de Jesús por
esta incapacidad para comprender el significado de su actuación.

El texto de Mc 4, 35-41 inicia con la orden de “pasar a la otra orilla”, Jesús y sus
discípulos dejan a la gente y se tiran al mar. El mar aparece como si fuera una persona, pues
Jesús le manda a callar. En esta escena Jesús reprocha a sus discípulos que sean miedosos y
que no tengan fe (4, 40). También los discípulos increpan a Jesús, “¿no te importa que
perezcamos?” (4, 38); mientras tanto Jesús duerme (4, 38). La actitud de sus discípulos será
cercana a la de sus parientes y paisanos (6, 6), que contrasta con la fe de la mujer con flujo
de sangre y con la de Jairo (5, 34. 36).

El texto es el primer milagro de Jesús en esta travesía y desarrolla el siguiente esquema: la


presentación del obstáculo que hay que superar: la tempestad en el mar (vv. 35-37), la
actuación de Jesús: mandato de silencio (vv. 38-39), y la confirmación: la gran calma y la
reacción temerosa de los discípulos (vv. 40-41). El hilo conductor del relato lo constituye el
miedo de los discípulos y su poca fe (vv. 38. 40.41).

El texto deja evidenciado que los discípulos son miedosos y de poca fe. Sentir miedo
abiertamente, como los discípulos aquí, sería una grave pérdida de honor para un hombre
del Mediterráneo del siglo I, si es que ese miedo llegase a oídos de alguien ajeno al grupo.
A este miedo se añade la frecuente caracterización que ofrece Marcos de los discípulos
como obtusos y tardos para entender. La pregunta del v. 41: ¿Quién es éste, que hasta el
viento y el lago le obedecen?, no se refiere a la “identidad” de Jesús, como puede pensar un
lector actual. Se refiere a al estatus o al honor. Los discípulos se preguntan por el puesto
que ocupa Jesús en la jerarquía de los poderes, dado que hasta el viento y el lago le

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obedecen. Pero la preocupación de Jesús no es el honor sino ir a los que están en la otra
orilla, aunque ello signifique riesgo.

2. Sugerencias para la homilía

- “Este día al atardecer les dice: Pasemos a la otra orilla” (v. 35). Marcos prepara la
escena desde el principio. Dice que “era al atardecer”, es decir, pronto caerá la noche sobre
el lago. Jesús toma la iniciativa de dicha travesía. La expresión, “pasemos a la otra orilla”,
es pedagógica, es un reto que les plantea. Les invita a pasar juntos, en la misma barca, hacia
otro mundo, más allá de lo conocido, considerado pagano e impuro. Los discípulos saben
que en la otra orilla del lago está el territorio pagano de la Decápolis. Una cultura hostil a
su religión y creencias. Sin embargo Jesús que ha hablado del Reino de Dios les enseña que
para él no hay exclusivismos en el anuncio del evangelio. El Reino no conoce de
privilegios. ¿Quiénes son los paganos de hoy? ¿Serán los mismos que se llaman cristianos?

- “En esto se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca” (v. 37). La
metáfora es sugerente, puesto que dibuja lo que pasa a los cristianos de hoy. El viento
huracanado, las olas que rompen contra la barca, el agua que comienza a invadirlo todo,
expresa bien la situación. ¿Cuáles son las olas y las borrascas que irrumpen en nuestra
Iglesia y que no dejan que la barca pase a la otra orilla en la travesía por el reino de Dios?

- “Le despiertan y le dicen: Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” (v. 38). La escena
es al límite. Los discípulos luchan sin fruto alguno contra la tempestad; mientras Jesús
duerme. El carácter humano de Jesús es elocuente: duerme, necesita descanso, pero está
ahí. Los discípulos lo despiertan, no han entendido la confianza que se debe tener que él
vaya con ellos en la barca. Lo único que ven en él es desinterés por ellos. “Y les dijo: ¿Por
qué están con tanto miedo? ¿Cómo no tiene fe?” (v. 40). Las dos preguntas que Jesús dirige
a sus discípulos no son, para el evangelista Marcos, una anécdota del pasado, sino las
preguntas de hoy. ¿Dónde está la raíz de nuestra cobardía para cambiar en la Iglesia? ¿Por
qué tenemos miedo a decir la verdad de lo que hoy está sucediendo? ¿Es porque nos falta fe
o porqué somos miedosos y cobardes? Tanto el miedo como la cobardía no corresponden a
la fe de Jesús.

Jesús actúa, el viento cesa y sobre el lago viene una gran bonanza. Lo sorprendente “se
quedan atemorizados”. Antes tenían miedo, ahora están asustados. Sin embargo, ellos han
hecho algo sustancial: han recurrido a Jesús, sobretodo y han experimentado en él una
fuerza que no conocían; y, comienzan a preguntarse por su identidad: “¿quién es éste que
hasta el viento y el mar le obedecen?” (v.41). Pero Jesús no tiene la preocupación de su
identidad, ni de su honor, sino sólo la de los que están en la otra orilla. Para ir hacia ellos,
Jesús quiere que vayamos juntos, en la misma barca y con él en medio.

El covid ha recordado que todos vamos en la misma barca. Sin embargo, la tendencia
humana es caminar sin los demás. Este es el error del presidente Bukele. Él camina solo.
No necesita de nadie. Ello es autocracia. Mientras tanto, el pueblo, por mayoría lo eligió
presidente de todos los salvadoreños. Sin embargo, esta elección, él la manipula a su
conveniencia, porque cuando a él le conviene decir que el pueblo se lo ha pedido, lo hace, y
cuando no, dictamina a espaldas del pueblo y con información sesgada. Así ha sucedido,
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con la ley de transparencia de los gastos del gobierno, la ley de la deuda política de los
partidos, la ley del FODES de las alcaldías, los sucesos del primero de mayo, la ley de la
circulación legal de la moneda virtual bitcoin, y, así lo hará, si permite el electorado, con la
ley del agua. La dictará a espaldas del pueblo elector.

Si miramos el texto de hoy, Jesús no es así. Usted saque conclusiones y dirija su conciencia
por lo que Jesús pide: ir por los que están en la otra orilla; y, este viaje debe ser en la misma
barca, juntos y con mucho respeto.

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