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Darío Herrera

2°c.

Historia Mínima de Uruguay- Gerardo Caetano

Algunos perfiles históricos de “Larga Duración”

¿Qué significa en el mundo de hoy ser un “país chico”?

En el año 1897 llegó a Uruguay un cura de la Congregación de la Sagrada Familia


nacido en Francia, de nombre Gilbert Perret pero que firmaba sus textos con el
seudónimo de H.D(Hermano Damaceno). Argumentaba la necesidad de que los
uruguayos abandonaran en forma definitiva su auto percepción de “país pequeño”.
En tal sentido presentaba el contorno del Uruguay con distintos países europeos
insertos en su interior.

Su aporte radica en que la definición de la escala debía fundarse en la comparación


y ésta debía inscribirse en perspectivas más amplias y abarcadoras

“No es (el Uruguay) una patria chica, ni aún geográficamente considerada: tenemos (casi)
doscientos mil kilómetros cuadrados. Es una superficie que representa los ⅔ del territorio de
Inglaterra y de Italia; casi la mitad de la de Francia, de la de Alemania y de la de España; es
seis veces mayor que el territorio de Bélgica, cinco veces mayor que la de Suiza, tres veces
mayor que la de Grecia; tiene una superficie igual a la de Bélgica, la Holanda, la Suiza, la
Dinamarca y la Grecia reunidas. Es bastante”.

Hay que subrayar que las comparaciones reunían una matriz europeizante. La
“Suiza de América” miraba al mundo a través del prisma de su “frontera
transatlántica”, con el foco puesto en Europa y Estados Unidos. Sus vecinos
revestían la calidad “complementos” aunque la dependencia era muy importante.

Hacia el año 1953 aunque aquel estado de bienestar presentaba un desgaste, los
uruguayos tenían aún en su imaginario la “eternidad de la Suiza de América”. En
palabras de un jurista uruguayo Couture, “Al principio era la Comarca. El mundo
vino por añadidura”. Aunque el mundo venía con cambios vertiginosos, un
provincianismo reinaba en el Uruguay, creyendo que su cultura y costumbres eran
excepcionales. La “conciencia mundo”, indispensable en tiempos de la
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globalización, debía ayudar a posicionarse de mejor manera a la “comarca” sin


provincianismo.

La autopercepción de los uruguayos contiene tres líneas de “larga duración”


clásicas. La Banda pradera(cuya potencialidad ganadera se inicia en la Colonia con
la introducción de ganado en 1611 y 1617 por Hernandarias), frontera (como marca
y desafio del territorio) y puerto(asociada al proceso fundacional de Montevideo y a
controversias con Argentina con la persistente “lucha de puertos”) nos hablan de
esa clásica mirada.

Habría que agregar con sus respectivas revisiones, algunas otras dimensiones que
caracterizan la larga duración. Tal es el caso de la vocación de construir una
avanzada “europea” distinta al perfil latinoamericano; la presencia de un estatismo
casi cultural; el desequilibrio entre un “Uruguay urbano y Uruguay rural”, al que se
advierte como el “afuera” del territorio del “adentro”, pero en el que radica la
primacía agropecuaria del país productivo y exportador; la sociedad “hiperintegrada”
y “amortiguadora”; la democracia de partidos y “acuerdista”, aquella que lidera los
rankings internacionales.

La mirada geopolítica y las “marcas fronterizas” de la cuenca del Plata.


Algunas implicaciones útiles a partir del caso uruguayo

Si se parte de la Colonia, en términos geográficos y políticos, puede advertirse que


el territorio de la cuenca del Plata ha presentado un contorno bipolar, en el que se
distinguen un polo hegemónico, conformado inicialmente por los dominios de
España y Portugal y luego por los grandes Estados de Argentina y Brasil, y una
zona de frontera, cuyos territorios se convirtieron con el tiempo en tres pequeños
países restantes( Bolivia, Paraguay y Uruguay).

La gran mayoría de los conflictos de la cuenca del Plata tuvieron que ver con la
dualidad, “países grandes”- “países chicos”, donde se disputó el liderazgo entre los
dos “Estados Hegemónicos” y las consecuentes acciones de los tres “Estados
Frontera”.
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Estos últimos no vivieron ni gestionaron su vida en el continente de la misma forma,


por razones geográficas e históricas. A Bolivia , sin salida al mar a consecuencia de
la Guerra Del Pacífico (1879-1883), se le podía considerar como “el país menos
interesado en la cuenca”. Por su parte:

“Distintas la estructura y la función históricas, consolidarían en el Paraguay la condición de


“marca”, de bastión sitiado y erguido, de frontera cerrada; y , en el Uruguay, prolongación
natural de la Banda, tierra de su tierra, un mundo dinámico en relación en el área gaucha ,
la frontera abierta”

A propósito de Uruguay, Juan Bautista Alberdi subraya en la primera mitad del siglo
XIX que “Montevideo tiene en su situación geográfica un doble pecado y es de ser
necesario a la integridad del Brasil y a la integridad de la República Argentina. Los dos
Estados lo necesitan para complementarse .”

Su condición geográfica llevó a su territorio a construir primero la “marca fronteriza”


entre los dominios españoles y portugueses en la región y luego perfilarse como
“Estado tapón”( un algodón entre dos cristales) entre dos grandes, haciendo
practicar en ocasiones, una lógica pendular

Las herencias de la Colonia y de la revolución en el destino divergente de


Asunción, Buenos Aires y Montevideo

La colonización de estos márgenes del plata a excepción de la introducción de


ganado por parte de Hernandarias en 1611 y 1617, había sido calificada por Carlos
Real de Azua como “débil y tardía”. Las primeras exploraciones españolas en la
zona habían tenido un balance muy pobre donde los contactos eran esencialmente
difíciles con la población aborigen, caída de la expectativa de riquezas en oro y plata
y sobre la posibilidad de un canal interoceánico que comunicara al Río de la Plata
con las minas de Perú.

Toda esta situación condujo a denominar estas tierras como “tierras de ningún
provecho”. Lo que trajo como consecuencia cambiar el foco en cuestión y dirigirse a
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otras formas de explotación y forjar la posibilidad de “minas de cuero y carne” y de


esta manera atraer a nuevos colonos. El primer poblado español se constituyó en
1624, fue Santo Domingo de Soriano en medio de un complejo proceso de
apropiación de tierras, de hostilidades, escasa capacidad coercitiva del Estado
Colonial. Trajo como consecuencia una estructura social débilmente estratificada,
con una clase propietaria débil y relaciones personales clientelares, bien diferente a
las sociedades de castas de Lima o México.

Las continuas rivalidades entre Buenos Aires, Asunción y Montevideo crearon una
visión nacionalista clásica de las historiografías latinoamericanas. Se creó un pleito
dicotómico entre “patriotas” y “godos”, entre “nacionalistas” e “imperialistas
europeos”.

En referencia a las revoluciones en el Río de la Plata, Lynch ha señalado la


coexistencia entre una “revolución en el Río de la Plata” (que comprendería una
restauración centralista el movimiento nacido en Buenos Aires en mayo de 1810
hacia el resto del territorio del exvirreinato) y una “revolución contra el Río de la
Plata(concentrada en la reacción y contestación ante ese movimiento desde las
llamadas Provincia Oriental, el Paraguay, Alto Perú y Bolivia). Estos territorios
asumirían modalidades confederales o autonomistas en detrimento de pretensiones
centralistas de Buenos Aires, que quería restaurar su viejo rol de capital virreinal

Portugal entendió su vocación expansiva en forma horizontal. Primero la América


portuguesa, el imperio de Brasil después. En 1822 el Imperio protagonizó una
“independencia “sin revolución” y “sin república, lo que le permitió una mayor
cohesión interna y resistir movimientos secesionistas. Esa lógica transgredió las
delimitaciones territoriales demarcadas por el Tratado De Tordesillas y el Tratado de
San Ildefonso de 1777.Todo ello ayudó a la conformación de un fuerte imperio
primero y una república con “vocación imperial” después , nacida en 1889.

Por su parte España, su “cantanolismo geopolítico” hizo de sus tierras americanas


un “avispero de los Balcanes”, lo que impidió formar a las naciones hispánicas una
unidad latinoamericana después de la independencia.

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