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2°c.
“No es (el Uruguay) una patria chica, ni aún geográficamente considerada: tenemos (casi)
doscientos mil kilómetros cuadrados. Es una superficie que representa los ⅔ del territorio de
Inglaterra y de Italia; casi la mitad de la de Francia, de la de Alemania y de la de España; es
seis veces mayor que el territorio de Bélgica, cinco veces mayor que la de Suiza, tres veces
mayor que la de Grecia; tiene una superficie igual a la de Bélgica, la Holanda, la Suiza, la
Dinamarca y la Grecia reunidas. Es bastante”.
Hay que subrayar que las comparaciones reunían una matriz europeizante. La
“Suiza de América” miraba al mundo a través del prisma de su “frontera
transatlántica”, con el foco puesto en Europa y Estados Unidos. Sus vecinos
revestían la calidad “complementos” aunque la dependencia era muy importante.
Hacia el año 1953 aunque aquel estado de bienestar presentaba un desgaste, los
uruguayos tenían aún en su imaginario la “eternidad de la Suiza de América”. En
palabras de un jurista uruguayo Couture, “Al principio era la Comarca. El mundo
vino por añadidura”. Aunque el mundo venía con cambios vertiginosos, un
provincianismo reinaba en el Uruguay, creyendo que su cultura y costumbres eran
excepcionales. La “conciencia mundo”, indispensable en tiempos de la
Darío Herrera
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Habría que agregar con sus respectivas revisiones, algunas otras dimensiones que
caracterizan la larga duración. Tal es el caso de la vocación de construir una
avanzada “europea” distinta al perfil latinoamericano; la presencia de un estatismo
casi cultural; el desequilibrio entre un “Uruguay urbano y Uruguay rural”, al que se
advierte como el “afuera” del territorio del “adentro”, pero en el que radica la
primacía agropecuaria del país productivo y exportador; la sociedad “hiperintegrada”
y “amortiguadora”; la democracia de partidos y “acuerdista”, aquella que lidera los
rankings internacionales.
La gran mayoría de los conflictos de la cuenca del Plata tuvieron que ver con la
dualidad, “países grandes”- “países chicos”, donde se disputó el liderazgo entre los
dos “Estados Hegemónicos” y las consecuentes acciones de los tres “Estados
Frontera”.
Darío Herrera
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A propósito de Uruguay, Juan Bautista Alberdi subraya en la primera mitad del siglo
XIX que “Montevideo tiene en su situación geográfica un doble pecado y es de ser
necesario a la integridad del Brasil y a la integridad de la República Argentina. Los dos
Estados lo necesitan para complementarse .”
Toda esta situación condujo a denominar estas tierras como “tierras de ningún
provecho”. Lo que trajo como consecuencia cambiar el foco en cuestión y dirigirse a
Darío Herrera
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Las continuas rivalidades entre Buenos Aires, Asunción y Montevideo crearon una
visión nacionalista clásica de las historiografías latinoamericanas. Se creó un pleito
dicotómico entre “patriotas” y “godos”, entre “nacionalistas” e “imperialistas
europeos”.