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Tomo I I

Savia
Amazonas
-
Orinoco
t

Inventario botánico de Colombia


Amazonas-Orinoco
In v en ta r io botá n ico
de l a r egión
Inventario botánico de Colombia

Tomo I I
Savia Amazonas - Orinoco
S avia A mazonas - O rinoco Edición
Inventario botánico de las regiones Amazonas y Orinoco
Este tomo y los demás de la Colección Savia son una
C olección S avia contribución del Grupo Argos a la difusión del patrimonio
Inventario botánico de Colombia botánico colombiano. Fueron concebidos por esta empresa bajo
Tomo dos de cinco la presidencia de José Alberto Vélez y contaron con el apoyo
Colombia, 2013 conceptual de Juan Luis Mejía, Rafael Obregón,
www.saviabotanica.com Cecilia María Vélez y Juan David Uribe

Dirección editorial Corrector de estilo


Ana María Cano, Héctor Rincón Carlos José Restrepo

Curador científico Correctora de pruebas


Álvaro Cogollo Pacheco Silvia García

Redacción de textos Correctora técnica


Patricia Nieto, Fernando Quiroz, Óscar Hernando Ocampo, Marcela Serna
Úver Valencia, Adriana Echeverry, Cristian Zapata,
Rodrigo Botero García, Laura Ospina, María José París, Índice onomástico
Ana María Cano, Héctor Rincón Nancy Rocío Gutiérrez

Investigación y documentación Corrección de color


Cristina Lucía Valdés, Camila Uribe-Holguín, Ana Patricia Roa, Gabriel Daza
Sergio Silva Numa, Theo González, Felipe González, Lina Pérez,
equipo de Una Tinta Medios Impresión
Panamericana Formas e Impresos S. A.,
Fotografía quien solo actúa como impresor
Ana María Mejía, Aldo Brando, Héctor Rincón, Julián Lineros
ISBN: 978-958-58250-0-0
Concepto y diseño
Efraín Pérez Niño, Diego Cortés Guzmán, Marcela Rodríguez, Copyright Grupo Argos 2013
Karen Sofía Barrera, equipo de Una Tinta Medios Centro Santillana, Cra. 43A n. 1A sur 143, Torre norte
Medellín, Colombia - www.argos.com.co
Ilustraciones
Alejandro García Restrepo Queda prohibida sin la autorización escrita de los titulares
del copyrigth bajo las sanciones establecidas en las leyes,
Ilustración botánica la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
Eulalia De Valdenebro medio o procedimiento
G rat i t ud
Con las aguas sin fin que nos llevaron a la intimidad de la selva.
Y a los caminos rectos que nos adentraron por las sabanas.
A Gustavo Rincón quien nos señaló el camino de la Estrella Fluvial de Oriente
y a Rosario Novoa sin cuya sonrisa es imposible escalar tepuyes y navegar el Orinoco.
A Pijachi, hermano, hijo de la jungla y brújula de aquella expedición amazónica.
A Wade Davis y su traductor Nicolás Suescún, inspiradores
de una manera poética de contar las plantas.

L a C ol ec c ión Sav ia
Este libro de Savia Amazonas - Orinoco es el segundo de cinco tomos auspiciados
por el Grupo Argos, con la descripción del paisaje botánico de Colombia dividido por regiones. El
primer tomo se ocupa de Caribe y los siguientes de Pacífico, Oriente y región Andina.
No se trata de una colección de libros de botánica ni de fotografía en el sentido estricto, porque la
Colección Savia se propone tener el periodismo al servicio de la divulgación científica de la botáni-
ca para lograr hacer comprensible un patrimonio nacional, que es la manera elemental de preservarlo.
Este libro, el anterior y los que siguen están concebidos con la idea de que la botánica está presente
en la vida cotidiana de una manera que a veces ni nos damos cuenta y esto demuestra que sin ella es
imposible la preservación de la vida en este planeta.
Esta es una contribución que el Grupo Argos hace a la sostenibilidad
al concebir y apoyar la realización de la
Colección Savia.
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Savia Amazonas - Orinoco Ín dic e de con t en id o s

P r e s e ntac ión
La opulencia ignorada 8
Grupo Argos

P e r f i l A m a z on as
Amazonia amplia, ancha, ignota 10
Héctor Rincón

R e g ión A m az on as- Or ino c o


Mapa de la región Amazonas-Orinoco 17
Alejandro García Restrepo

P e r f i l O r i no c o
Hija de las rocas y de las aguas 18
Patricia Nieto

P i e de mont e s
Los piedemontes 26
María José París

Perfiles
El sabio Triana 32
Ana María Cano

Tr e s pl antas sim ból ic as de l a r eg ión


Emblemáticas 33
Eulalia De Valdenebro

C o c i na
Carne, yuca y pepas 34
Patricia Nieto

Se r raní a de C h ir ibiq ue t e
Chiribiquete, gema verde entre rocas 42
Óscar Hernando Ocampo
M ade rabl e s
Poderosa y desnuda como la madera 50
Cristian Zapata

Andé n or i no q uen se
Andén orinoquense 58
Héctor Rincón

Per f i l e s
El sabio Schultes 64
Héctor Rincón

M or ic hal e s
Ay mi llanura 65

M ús ic a
Los sonidos de la selva 66
Úver Valencia

Frutal e s
La selva es dulce 74
Adriana Echeverry

Le y e ndas
Prodigiosas y amargas 82
Patricia Nieto

M und o A m a z ón ic o
De potrero a jardín botánico 90
Ana María Cano

Per f i l e s
El sabio García Barriga 96
Ana María Cano

Á r b ol e s c ol oni z ad o s
Epífitas 97
Con poema de Leopoldo Lugones

Ser raní a de L a Mac ar en a


La Macarena, el mundo perdido 98
Óscar Hernando Ocampo
M e dic i nal e s
Para males de cuerpo y alma 106
Fernando Quiroz

A rt e s aní as
Arte con ancestro 114
Ana María Cano

P ulmón de l Mun d o
Amazonia, el termómetro de la Tierra 122
Rodrigo Botero García

P ue bl os
Cumaral 130
Inírida 131
Yopal 132
Guamal 133
Laura Ospina

M apa r e g ion al de par q ue s n ac ion al e s


La Colombia más verde 134
Marcela Rodríguez

Hi st or i a
El paraíso del diablo 136
Patricia Nieto

Í ndic e de f o to g raf ías e il u st rac ion e s


La vida privada de las imágenes 140
Héctor Rincón

Bibliografía Savia Amazonas - Orinoco 155

Indice onomástico Savia Amazonas - Orinoco 165


Nancy Rocío Gutiérrez
La opulencia
ignorada

ener de frente la desmesura de las cuencas del Amazonas y del Orinoco para abor-
darlas y extraer de ellas el segundo volumen de la Colección Savia, constituyó un
fascinante desafío que asumimos con una mezcla deslumbrada de espíritu científico
y ánimo aventurero que nos permitió sentir en sus interminables trochas las pulsaciones de la
Colombia más remota.
Este otro país inmenso, plano, que coloreamos de verdes en los mapas de la infancia y en
la adolescencia lo soñamos como una jungla de ruidos feroces y de pantanos devoradores, es
un país más grande incluso, inconmensurable casi, habitado por colombianos totales que viven
de lo que les da la tierra, del inmenso tesoro botánico que los socorre y al que han domesti-
cado para valerse de sus virtudes en la medicina, en la alimentación, en la construcción de sus
viviendas, en la magia y en la aplicación de sus talentos artísticos.
A esta opulencia está destinado este segundo tomo de Savia. A contar eso que hay en
sus sabanas airosas, en los recovecos de sus humedales, en la penumbra de sus junglas. A eso
que florece en las riberas de estos ríos que atraviesan bosques y forman caños y hacen esteros.
A registrar esta naturaleza de la que viven sus habitantes, vencedores todos los días en la lu-
cha por la supervivencia que libran en lejanías inverosímiles. A esta fortuna que tenemos los
colombianos de poseer dos cuencas de estos dos ríos atronadores, que forman dos mundos
aparte aunque comparten subregiones, culturas, hitos geológicos, vegetación y esperanzas, al
Amazonas-Orinoco, está dedicado este Savia que continúa con la Colección iniciada con
el tomo primero dedicado a hacer un inventario botánico del Caribe.
Nuestro asombro ante semejante benevolencia de la naturaleza no hace más que reiterar
lo hallado por científicos colombianos y extranjeros que han recorrido estas tierras bendecidas.
Intrépidos todos, héroes todos por sortear los impedimentos para sus exploraciones, son mu-
chos quienes se han atrevido a hurgar planicies y selvas para saber su contenido. Entre ellos,
José Jerónimo Triana y Hernando García Barriga, colombianos, y Richard Evans Schultes,

∙8∙
P r e s e ntac ión

estadounidense, son objeto de apenas obvios reconocimientos en este libro; y Wade Davis, el
antropólogo y explorador botánico de la Amazonia, autor del ya mítico libro El río, nos ha
hecho el honor de presidir los actos académicos de presentación de este volumen de Savia.
A toda esta tierra sobre la que ellos y muchos otros pusieron los ojos y el corazón y que ha
sido mirada por siglos con desdén por la Colombia apretujada en el centro de sus cordilleras o
en las planicies de sus valles urbanizados, le dedicamos en la Colección Savia conciencia e
ilusión para lograr este libro. Una tierra que ha sido mirada más que con desdén, con ignorancia.
Más que con desdén y con ignorancia, con incertidumbre porque no ha habido sobre estos
768.556 kilómetros cuadrados (el 67,3 por ciento de la tierra firme de Colombia) una orientación.
Su historia está hecha de bandazos y ha sido construida, por larguísimos años, por bandidos
dada la ausencia del Estado, de una política de Estado que le defina la vocación y ponga toda
esta extensión prodigiosa al servicio del desarrollo íntegro. Una política sostenible, cualquiera
que sea pero que sea, le aportaría a Colombia unos recursos naturales que envidian todos en un
planeta escaso de ellos, ubicados en una región donde cabría sobradamente dos veces Alemania.
Quizás —y esta es la razón que inspira la Colección Savia—, quizás un libro como
este ayude a Colombia a acercarse a esta realidad próspera, sobrecogedora, de un territorio
ignoto. A que este Amazonas - Orinoco no sea esa mancha de verdes que vemos en el mapa
sin verla, es a lo que queremos invitar con este volumen de este Savia ii. A que la miremos
detenidamente en su dimensión y en las maravillas que guarda. A que de repente, al abarcarla,
le demos a esta región la dimensión que Borges le concede a la India: la Tierra es grande, pero
Amazonas-Orinoco es más vasta.

‐ Grupo Argos ‐
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∙9∙
Amazonia
amplia, ancha, ignota

an verde y tan densa y tan enigmática, vista a vuelo de avión la cuenca del
Amazonas es de una fertilidad suprema porque de ella se ve que brotan árboles
de tamaño colosal y por ella ruedan ríos que son hilos del color de la plata o del
color del pantano, que serpentean enormes por entre esos bosques de nunca acabar.
Es que son, 483.119 kilómetros cuadrados en Colombia, que es el cuarenta y uno
por ciento del territorio continental nacional que cubren territorios de nueve departa-
mentos. Una inmensidad en la que cabe quince veces Bélgica y ochenta y siete veces
Holanda o Alemania entraría entera y holgadamente, pero esta inmensidad colombiana
es apenas el ocho por ciento de toda la cuenca del gran Amazonas de la que tienen parte
Brasil, Venezuela, Perú, Bolivia, Ecuador, Guyana y Surinam.
Tan grande, pues, como un mar interior, lo que corres- Inconmensurable casi, la Amazonia es
ponde del Amazonas a Colombia está marcado por unos lin- un mundo donde cabrían muchos países
deros que suenan tan distantes y tan bellos que habría que y un enigma que han logrado dominar y vivir
escribirles una novela: se parte de la desembocadura del río de él cientos de miles de colombianos
Vichada en el Orinoco y se sigue por la orilla sur de su vega,
para luego, con rumbo suroeste, pasar por los nacimientos de los ríos Uvá, Iteviare y
Siare, hasta llegar a la boca del caño Jabón en el río Guaviare. Ahí, Guaviare arriba,
se sigue hasta encontrar el río Ariari. Después se va aguas arriba por este río hasta la
boca del Güejar y, por este último, aguas arriba hasta encontrar el río Sanza, el cual
se remonta hasta su nacimiento. Desde este punto se enruta en línea recta con direc-
ción occidente hasta encontrar el río Guayabero y se busca su nacimiento en el cerro
Triunfo. A partir del cerro Triunfo, se va en dirección sur hasta la línea divisoria
de los ríos amazónicos en la frontera con Ecuador. El polígono se cierra siguiendo

∙ 10 ∙
P e r f i l A m a z onas

Amacise
Erythrina fusca

Ají Arazá
Capsicum annuum Eugenia stipitata

∙ 11 ∙
Victoria regia
Victoria amazonica

los límites internacionales amazónicos con Ecuador, Perú, Brasil y Venezuela, hasta
encontrar la desembocadura del río Vichada en el río Orinoco.
Todo esto, al occidente, está limitado por la cordillera Oriental de Colombia y
al norte los ríos Guaviare y Vichada son los que anuncian que la cuenca del Amazo-
nas llega hasta allí porque allí comienza la Orinoquia.
Tanto verde, sin embargo, no significa fertilidad. Los suelos son más que hosti-
les y ante su baja productividad el esfuerzo de los habitantes de esta región, que son
un millón trescientos mil en esta década del siglo xxi, la mayor parte integrantes de
ciento veinte etnias indígenas, es mayúsculo. Pero de la selva viven. Viven de la diver-
sidad de sus cultivos y de la innumerable variedad de fauna que puebla los bosques
y los ríos y las quebradas que abundan, marcadas todas esas aguas por una particula-
ridad visible: los ríos que nacen en las alturas andinas van con sus aguas claras, ricas
en nutrientes como ocurre, por ejemplo, con los ríos Caquetá y Putumayo. Los ríos
amazónicos, en cambio, que nacen en la meseta, en la selva misma, tienen sus aguas
Huito marrón porque van cargados con mucha materia orgánica descompuesta por las altas
Genipa americana temperaturas y la humedad de la región, como le pasa, también por ejemplo, a los

∙ 12 ∙
P e r f i l A m a z onas

ríos Guainía, Vaupés y Apaporis, que son majestuosos Así es de enigmática la manigua amazónica. Y de
pero pobres en nutrientes. sabia porque esa repulsión a los monocultivos es su me-
Hablando de ríos, se dice Amazonia para bautizar canismo de defensa, al que se suma que por allí soplen
toda la región por cuenta de su atronador nombre, pero vientos no de una violencia desmedida que arrasarían
no se honra la inmensidad de los otros cuya extensión con un bosque de árboles gigantes pero de raíces poco
es descomunal. Me explico: dentro de Colombia el profundas. Y a esas condiciones, se le agrega el misterio
Amazonas tiene 116 kilómetros de longitud y hace una de un suelo atiborrado de sobresaltos geológicos. No
cuenca de sesenta mil kilómetros. Pero el río Guaviare solo son los tepuyes, tan asombrosos como retratados,
mide mil trescientos cincuenta kilómetros y su cuenca que se ven más desplegados que en otras partes en su
es de ciento doce mil kilómetros cuadrados, y recorrer extensión de 1.850.000 hectáreas que tiene ahora el Par-
íntegro el río Putumayo en la parte colombiana es un que Natural Nacional de Chiribiquete.
viaje de mil seiscientos cincuenta kilómetros. Y si te Los afloramientos rocosos del Escudo Guayanés
metes a navegar el Caquetá contarás, uno a uno, hasta o Guyanés, que vienen desde el periodo Precámbrico,
mil doscientos kilómetros. Distancias así. Así son al- sobresalen en poco más de cuarenta
gunos de los ríos de la Amazonia, torrentosos muchos, y dos mil kilómetros cuadrados de
remotos todos, plácidos algunos como el Inírida y de la cuenca del Amazonas. Desde allí
belleza sobrecogedora varios como el Bita o como el hacia acá, en la región hay estudia-
Caño Cristales, tan fotografiado con sus aguas teñidas das formaciones geológicas que han
de rojo cuando se alborotan las plantas acuáticas de la confirmado la antigüedad de estas
Macarenia clavigera, de la familia podostemáceas. selvas que están aquí desde el co-
Por esos ríos y por miles más, por esteros, por ca- mienzo de los tiempos.
ños y por canales y por caprichos hidrográficos como Por eso, por la Amazonia ha
las llamadas madreviejas se transportan los habitantes pasado una historia larga y casi
de la selva. Las madreviejas son unas lagunas que se siempre dolorosa de hechos que
forman especialmente en el Vaupés, por los bajos des- han tenido que ver con la explota-
niveles de los suelos y cuando hay lluvias (que es casi ción de su riqueza vegetal. La quina,
siempre) sirven para acortar caminos entre río y río. en primer lugar, fue la planta pro-
Cuando no, cuando no hay lluvias, toman fuerza de digiosa que despertó ambiciones y
pequeños ecosistemas y se dan en estas madreviejas mostró ante el mundo la potencia Flor de cúrcuma
endemismos en flora, en fauna y en microorganismos que era el contenido medicinal de Curcuma sp.
que apenas se están registrando. la manigua. El caucho aportó en su
En esa selva los pobladores de la Amazonia tienen momento no solo sus gotas de látex para el desarrollo
las chagras para obtener los alimentos indispensables de la industria automotriz en el mundo, sino que bañó
para el todos los días. Son terrenos que han logrado de sangre esclava una parte de este territorio por una
domesticar y en los cuales cultivan hasta siete especies explotación infame que no ha acabado de sanar en la
diferentes. Son minifundios con siembras diversas por- memoria de Colombia. Y en los últimos tiempos, a la
que es la única forma de que prosperen las cosechas. coca, tan ritual y tan sagrada, la convirtieron en tesoro
No podrían cultivar sola la yuca, por decir un alimento, manchado los mercachifles del vicio y muchos de estos
porque no ocurriría el milagro de la producción. Una vastos territorios amazónicos han sido sometidos a la
ciencia que saben los habitantes de la jungla, un capri- tiranía de las armas mafiosas para su explotación y mer-
cho de estos suelos interfluviales, una condición que ha cadeo al degradarla en cocaína.
cerrado el paso a las intentonas de colonizar territorios Pero en medio de la infamia, aquí está la vege-
selváticos para dedicarlos a grandes extensiones de un tación amazónica dando de comer y de vivir a sus ha-
único cultivo, de pasto para ganado, por ejemplo. bitantes. Sirviendo, como les sirve, para transportarse,

∙ 13 ∙
excentricidad a la carátula y contracarátula de este vo-
lumen de Savia Amazonas - Orinoco. Por una parte,
la victoria regia, llamada también Victoria amazonica,
que pertenece a la familia de las ninfáceas. Y la flor de
Inírida (Guacamaya superba), de las rapateáceas. Y la
Schoenocephalium teretifolium, otra flor de Inírida.
En la vastedad de la Amazonia pueden estar
las plantas que garantizarían la juventud eterna. O la
salud sin quiebres. Quizás. Tal el tamaño del territo-
rio que es y del que falta por escudriñar. Las plantas
medicinales se cuentan por miles, empezando por las
malpigiáceas, de las que hace parte ese bejuco con el
que, usado como lo usan, en los rituales que han sido
mil veces contados, se limpian el alma y se liberan de
enfermedades; ese bejuco que es una de las plantas
más representativas de la región, la ayahuasca o caapi
o yagé (Banisteriopsis caapi). Y otras familias científicas,
como las solanáceas, a la cual pertenecen el borrachero
(Brugmansia suaveolens) y el ají (Capsicum annuum).
Además de los árboles monumentales y de las
plantas medicinales, abundan en la Amazonia las
palmas. Las arecáceas significan un valor económico
porque de muchas de ellas se extraen aceites, y son
útiles como material de construcción y algunas están
tan domesticadas que se usan para la elaboración de
piezas artesanales. El moriche, que también se conoce
como canangucha (Mauritia flexuosa); la palma real
(Attalea maripa); la chambira o cumare (Astrocaryum
Amacise chambira), la palma zancona (Socratea exorrhiza), son,
Erythrina fusca junto con la milpesos (Oenocarpus bataua), algunas de
las muchas palmas que hay en la cuenca del Amazo-
para protegerse, para alimentarse, para divertirse. Y también para vestirse, como se nas. Otras plantas amazónicas acuden igualmente a
visten, con cortezas extraídas del bosque y se adornan con las flores contentas de los la ayuda de la economía de los indígenas, colonos y
jardines silvestres. campesinos de la región: la Hevea brasiliensis, conoci-
De entre esos bosques siempre han sobresalido los árboles inmensos que han da como caucho, ha comenzado a tener una segunda
ofrecido sus maderas resistentes para la construcción o para el transporte. Las fa- oportunidad sobre esta tierra.
báceas, como familia, se llevan los mejores reconocimientos porque a ella pertenece Todo eso es solo una parte de lo que guarda y
el Enterolobium schomburgkii, que es el orejero o dormilón, el matarratón (Gliricidia conserva la Amazonia. Que ella reserva esas panaceas
sepium) y el barbasco (Lonchocarpus nicou). contra todo mal y peligro, puede que sí. Pero la selva
De a poco los frutos del Amazonas han conquistado puestos entre los más pla- misma ha puesto límite a las ambiciones desmedidas.
centeros para los consumidores de Colombia y del mundo. El arazá (Eugenia stipitata), Es, por eso, una tierra bendecida por su propia hos-
el copoazú (Theobroma grandiflorum), el cacao de monte (Theobroma subincanum) y tilidad. Tal vez la mejor virtud de la Amazonia es la
el chontaduro (Bactris gasipaes), estarían dentro del rango de las de mayor reconoci- dosis de enigma que contiene y la indocilidad de su
miento. En flores hay especialmente dos que son las que contribuyen con su belleza y piel. Ella misma sabe cómo preservarse.

∙ 14 ∙
P e r f i l A m a z onas

En letra cursiva

La Amazonia ofrece una inmensa cantidad de productos vegetales que soportan la eco- En el área nutricional una cantidad de frutos
nomía de la región. Una de las familias botánicas con mayor aporte económico es la muestran la variedad de sabores de la región, muchos
de las arecáceas, o las palmas de las que hacen parte la palma zancona o araco (Socratea de los cuales hacen parte de las malváceas, como el
exorrhiza) utilizada para elaborar artesanías y en construcción; el moriche o canangucha copoazú (Theobroma grandiflorum), el cacao de monte
(Mauritia flexuosa) apreciado como alimento y usado para la extracción de aceites vege- (Theobroma subincanum) y el cacao utilizado para la
tales; el cumare o chambira (Astrocaryum chambira), que es maderable y cuyas fibras tam- elaboración del chocolate (Theobroma cacao). Y fami-
bién son utilizadas para la elaboración de artesanías. A este grupo pertenecen asimismo lias botánicas con propiedades medicinales abundan,
la palma real (Attalea maripa) y el chontaduro (Bactris gasipaes), las cuales sirven como como es el caso de la mayoría de las solanáceas, a las
alimento y son apreciadas en construcción; pero en esta materia, las fabáceas son las más que pertenecen el borrachero o floripondio (Brugman-
apetecidas. De ellas hacen parte el dormilón u orejero (Enterolobium schomburgkii), el sia suaveolens), el ají (Capsicum annuum) y el tabaco
matarratón (Gliricidia sepium) y el barbasco (Lonchocarpus nicou), entre otras. No solo los (Nicotiana tabacum). También, con un alto valor me-
árboles y las palmas ofrecen los productos de importancia económica. En el denso verde dicinal, están malpigiáceas, como la ayahuasca o yagé
del Amazonas encontramos también flores que colorean el paisaje de la región, como la (Banisteriopsis caapi), erithroxiláceas, como la coca
Victoria amazonica o victoria regia, la cual hace parte de las ninfeáceas, o la flor de Inírida, (Erythroxylum coca).
una rapateácea que puede ser Guacamaya superba o Schoenocephalium teretifolium.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Cumare, macanilla,
Arecáceas Astrocaryum chambira Fibra, maderable
chambira
Palma real, güichire,
Arecáceas Attalea maripa Alimento y construcción
marija, palma de virote

Arecáceas Bactris gasipaes Chontaduro, pijiguao Alimento, producción de palmito y construcción

Arecáceas Oenocarpus bataua Seje, milpes, milpesos Construcción y alimento


Dormilón, jaboncillo
Fabáceas Enterolobium schomburgkii Artesanal y maderable
u orejero
Fabáceas Gliricidia sepium Matarratón Maderable y sus semillas se utilizan contra ratones
Fabáceas Lonchocarpus nicou Barbasco Maderable
Malváceas Theobroma grandiflorum Copoazú Alimento
Malváceas Theobroma subincanum Cacao de monte Alimento
Myrtáceas Eugenia stipitata Arazá Alimento
Ninfeáceas Victoria amazonica Victoria regia Ornamental

Eriocauláceas Paepalanthus formosus Flor del Guaviare Ornamental

∙ 15 ∙
Perfil

Las s u b r e g i o n e s a m a z ó n i ca s
La inmensidad oceánica de la Amazonia está dividida en subregiones por el
Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Doce en total. Piedemonte amazónico;
llanuras altas y disectadas del río Caquetá; confluencia de la red andina en los
ríos Putumayo y Caquetá; penillanuras al sur de Puerto Inírida; llanuras entre
los ríos Inírida y Yarí; Amazonia meridional; llanuras de los ríos Igara, Paraná y
Putumayo; confluencia de los ríos Apaporis y Caquetá; serranías, montes e islas;
llanuras de desborde (confluencia de los ríos Guaviare, Yarí y Marití-Paraná) y
llanuras aluviales disectadas (terrazas de los ríos Caquetá, Yarí y Marití-Paraná).

La división de la Amazonia
Estamos ante la zona menos poblada de Colombia, a pesar de ocupar el 41
por ciento de su territorio continental. La división territorial (que comprende
tierras de nueve departamentos) es así: resguardos indígenas: 41,83%; reserva
forestal: 26,1%; áreas protegidas como parques nacionales naturales o reservas
nacionales naturales: 10,58%; reserva forestal para uso privado: 7,21%; distritos
de manejo integrado: 3,8%; áreas con doble asignación legal (resguardo más
parque o reserva natural, por ejemplo): 3,62%. El restante 6,86% está en en-
tredicho o no se ha establecido con completa claridad su estado legal, espe-
cialmente la zona suroccidental de la región en los departamentos de Nariño, Banano en chagra
Cauca y Putumayo y la zona nororiental en el Vichada y en el Meta. Musa sp.

Casi to d o u n J a r d í n B otá n i c o
Puede ser una paradoja, pero en la región de Amazonas - Orinoco no hay jar-
dines botánicos en el sentido técnico, administrativo y jurídico del término. El
contrasentido no lo es tanto si se tiene en cuenta que toda esta Colombia es,
en sí misma, un enorme Jardín Botánico. Informal, quizás, pero muy valioso
igualmente. Hay, sí, muestras de organización, como la de Mundo Amazónico,
en Leticia, del cual se da cuenta en este tomo de la Colección Savia, a la que
le entregamos el estatus de Jardín Botánico. Y otros, muchos, esfuerzos. Como
el del proyecto del cerro el Bita, en Puerto Carreño, o el de los herbarios que
hay en Bogotá y en Villavicencio.

Espinaca amazónica
Talinum fruticosum

∙ 16 ∙
Mapa de la región
Amazonas - Orinoco
Y rasgos de algunas de sus regiones

∙ 17 ∙
Hija de las rocas
y de las aguas

na garza real interrumpe su cacería de ranas y alevines. Estira el cuello,


lleva las patas hacia atrás, se impulsa. En el lecho del río, impertur-
bable como un espejo, deja apenas una onda cuando levanta el vuelo.
Conquistado el aire, tensiona rodillas y pies hasta convertirse casi en una lí-
nea recta. Al aletear consigue un vuelo lento que la eleva hasta donde ya le es posible
planear y reinar sobre las lejanías; esas tierras, esos cielos, esos ríos que se acuestan
verdes, azules, marrones hasta los pies rocosos del gran río Orinoco.
El vuelo de las garzas es señal de buena ventura en los 285.437 kilómetros cua-
drados (más que todo el territorio del Ecuador, por ejemplo), que componen la Ori-
noquia colombiana. Si hay vientos y buen clima, ellas se ani-
man. Cogen vuelo y trazan rutas que, allí donde el horizonte Casi infinita, a la Orinoquia la bañan
no tiene límites, terminan al pie del alimento o en el hogar quebradas, ríos, riachuelos y la sobresaltan
de una mujer que espera la visita de una garza cargada con accidentes geológicos. Toda cubierta por un
un bebé para dar a luz. En su oficio de mensajeras, las garzas manto verde donde ocurre la vida a borbotones
han descubierto los secretos de las tierras que hace trecientos
millones de años hicieron parte de Pangea: el continente gigante rodeado por un
solo mar que comenzó a fracturarse hace unos doscientos millones de años y que
ha dejado pedazos en el norte y el sur del planeta, uno de los cuales es lo que hoy
llamamos Suramérica.
Sobre un gran trozo de Pangea se conformó el Escudo Guayanés, llamado
también macizo de las Guayanas o Escudo Guyanés, donde se asienta la Ori-
noquia. Si el vuelo es de oriente a occidente puede decirse que la impresionante
formación rocosa, una de las tres grandes subregiones de la Orinoquia, va desde

∙ 18 ∙
P e r f i l O r i no co

Ceiba
Ceiba pentandra

Bejuco arauto
Monstera adansonii

∙ 19 ∙
el océano Atlántico en Venezuela hasta el pie de la La Macarena, que desde las alturas parece un in-
cordillera Oriental de Colombia; y si es de norte a menso buque varado en la llanura, está hecha de rocas
sur, vale explicar que se extiende desde las vegas del cristalinas, de más de mil millones de años, que se le-
Orinoco casi hasta las orillas del río Amazonas. Pero, vantan justo donde los Andes, la selva del Amazonas y
dicen los geólogos que el macizo está casi destruido las sabanas del Orinoco se encuentran. ¿Qué pasa allí
por los continuos movimientos tectónicos del planeta donde confluyen suelos y aguas gestados en diferentes
que han sucedido desde hace cinco mil millones de edades de la Tierra? Ocurre que en ese lugar, que hoy
años. Así que los peñoles, pequeñas serranías, mesetas es uno de los ocho parques nacionales naturales de la
y hasta los raudales que abundan en la Orinoquia son Orinoquia colombiana, ha emergido un ecosistema de
apenas vestigios de imponentes alturas de piedra que selvas, bosques y matorrales donde viven osos, pante-
ya no existen. Los tepuyes, bloques de piedra de hasta ras, pumas, venados y monos; quinientas especies de
tres mil metros de altura que así se llaman; el monte aves, mil doscientas de insectos y cien de reptiles. Allí,
Roraima, una meseta de arenisca en el sureste vene- en esa burbuja húmeda que transpira entre los doce y
zolano; los picos gemelos De la Neblina y Treinta y los veinticinco grados centígrados, han visto la luz dos
Uno de Marzo, entre Venezuela y Brasil; y la sierra de mil especies de plantas, follajes y flores, y ha emergido
La Macarena, que se levanta entre los ríos Guayabero un río de apenas cien kilómetros de longitud y veinte
y Ariari en Colombia, es lo que queda a la vista del metros de ancho donde dicen que el arco iris se de-
majestuoso macizo de las Guayanas. rritió. En el Caño Cristales, nacido en el vientre de

Vegetación en zona inundable


Río el Bita

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P e r f i l O r i no co

las rocas milenarias, el agua deja ver cómo algas rojas, son el piedemonte llanero, donde están La Macarena
amarillas, verdes, azules y negras se aferran a la piedra y todas las tierras que van cayendo desde la cordillera
que les sirve de lecho. Hasta allí llegan las garzas a Oriental y aplanándose hasta convertirse en llano. Los
picotear, a falta de peces, pequeños caracoles. ríos son el Arauca, que sirve de frontera norte con Ve-
Desde La Macarena, solitaria, el vuelo se libera nezuela; el Guaviare, que traza los límites con la selva
hacia los Andes o hacia los Llanos Orientales. Si se amazónica; y el Orinoco, que trepa trescientos sesenta
toma la primera ruta, la vista se choca con la cordillera y cuatro kilómetros por la orilla oriental de Colombia,
Oriental, que se convierte en cordillera de la costa al desde la estrella fluvial del Inírida hasta Puerto Carreño,
entrar a Venezuela. Es una barrera de más de dos mil ki- donde enruta su marcha hacia el corazón de Venezuela.
lómetros de donde bebe la Orinoquia, que es hija pues Dicen los maestros que la llanura que dibujamos
de las rocas y de las aguas, de esta subregión, llamada en la escuela fue hace millones de años un mar interior
andino-orinoquense, brotan todas las aguas que nutren que se llenó, siglo a siglo, con los residuos desprendidos
tanto la llanura como el río Orinoco. Y lo hacen de dos del macizo de las Guayanas en permanente movimien-
formas asombrosas. Sucede que en esas laderas andinas to y de los que aportó la cordillera
nacen cientos de hilos de agua capaces de volverse co- Oriental de los Andes cuando se
rrientes poderosas hasta unirse en largos y anchos ríos sacudió de abajo hacia arriba en
que cavan sus cauces en la superficie arenosa y rocosa de el Pleistoceno. Tantos temblores
los llanos. Y también pasa que esos gigantes montaño- produjeron levantamientos, plega-
sos capturan la humedad de la planicie, la llevan hasta mientos y hundimientos que no
las cimas y desde allá la devuelven en forma de lluvias son fácilmente apreciables desde las
torrenciales, precedidas de rayos y vendavales, que nu- alturas pero que marcan un desnivel
tren a los grandes ríos de la Orinoquia colombiana. considerable en lo que a nuestros
La región andino-orinoquense empieza al sur, ojos es una planicie verde e infinita.
en la cuchilla de Los Picachos, donde los Andes y la El río Meta, donde las garzas mar-
Amazonia se separan. Sigue hacia el norte, donde se can apenas una onda cuando alzan
funde con el macizo de Sumapaz, que da vida a los ríos el vuelo, es el eje de la falla geológi-
Guayabero y Ariari, los que en el interior del llano se- ca que determina la vida en la lla-
rán uno solo: el Guaviare. Desde el Sumapaz, este co- nura. Las tierras ubicadas al norte
rredor montañoso, después de dar aliento al río Meta, del río, llamadas Arauca y Casanare, Bototo
sigue camino hasta la sierra nevada del Cocuy, donde tomaron la forma cóncava de una Cochlospermum orinocense
lagunas glaciares dan de beber a los ríos Casanare, Ele batea que les permite retener agua;
y Arauca, encargados, a su vez, de humedecer los pas- las al sur, Meta y Vichada, se hicieron convexas, como
tizales en la época de sequía, cuando los glaciares se un paraguas, y por eso drenan con facilidad.
derriten. Ya a punto de entrar a Venezuela, esta barrera En la batea, llamada llanura de inundación, los
montañosa forma una especie de bahía protegida de ríos que forman una gran red se salen de madre du-
los vientos alisios. En ese terruño húmedo transpiran rante los meses de invierno, de junio a septiembre, for-
oxígeno las selvas de Arauca, Sarare y Uribante. mando mantos de agua que a veces destrozan cultivos,
El otro destino llevará el vuelo hacia la planicie caseríos y granjas. Los llaneros, indígenas nativos y
orinoquense, la tercera y la más conocida de las subre- colonos históricos, saben que el desbordamiento de
giones de la Orinoquia. Esa inmensidad es la que en los ríos les trae protección y vida. Si las aguas no des-
los mapas escolares aparece como un paralelogramo obedecieran los cauces y se dirigieran voluminosas y
bordeado por montañas y ríos, coloreado de un verde aguerridas hasta el lecho del Orinoco, este, el gigan-
plano a veces interrumpido por un bosque, un pantano, te de aguas oscuras, ganaría varios metros en nivel de
un tumulto de vacas, un río o una garza. Las montañas aguas, rompería sus propios límites y arrasaría la selva,

∙ 21 ∙
En el “paraguas”, las aguas no forman charcos, ni
pantanos, ni lagunas monumentales; penetran la tierra
aledaña a sus orillas pero no alcanzan a extender sus
nutrientes hasta las lejanas llanuras de suelos rocosos e
infértiles. En Vichada, donde la Orinoquia se precipita
al encuentro con la selva amazónica, la llanura es coro-
nada por cadenas de árboles bajos donde retoñan infi-
nidad de plantas que se apretujan, como por ejemplo en
el Parque Nacional Natural El Tuparro, de quinientas
cuarenta y ocho mil hectáreas, que es el hogar de perros
de monte, zorros, primates, nutrias, armadillos, osos, ve-
nados, tigres, garcitas viajeras e infinidad de otras aves y
de peces multicolores. Por el Meta corren tantos ríos —
grandes y pequeños, permanentes y estacionarios— que
sus planicies están favorecidas con bosques plagados de
palmas de cera, chúntaros, corozos, cumares y moricha-
les que son alimento para los hombres y nido para di-
versas familias de animales; de plantas de matapalo, de
trompeto curador, guaba, quina y petunia de monte, que
curan de fiebres y eccemas; y de gualandayes, peines de
mico, yarumos, dividivis, y ojos de venado, palos boya y
yagrumos que dan color a las sabanas.
La planicie orinoquense es el reino de las aguas.
Dicen los geólogos que por allí corren trece cuencas de
primer orden, noventa y dos de segundo, y una innu-
merable teleraña de riachuelos y caños. Los más nom-
brados: Guaviare, Vichada, Tuparro, Tomo, Mesetas,
Chaparro Bita, Meta, Cinaruco, Capanaparo y Arauca. Todos
Curatella americana ellos, bravos o serenos, tributan en suma el sesenta por
ciento de las aguas del Orinoco, serpiente enroscada
los potreros y los poblados y hasta las ciudades plantadas en sus orillas. Los esteros, según las voces indígenas, que a su paso por Colombia
esos depósitos naturales de agua, son la gran válvula que evita el desbordamiento ca- va haciéndose más denso, más oscuro, más brioso.
tastrófico del Orinoco y también son santuarios para gaviotas, alcaravanes, tijeretas, Ya a los pies del río Orinoco, la planicie se aproxi-
halcones, águilas y garzas reales que buscan ranas o culebras. También en esas gran- ma a su encuentro con las selvas y las sabanas del Escu-
des lagunas desovan peces y se alimentan chigüiros, manatíes, anacondas, jaguares, do Guyanés, que se adentra en Venezuela. Ese límite lo
tigrillos, pumas y otros felinos de la sabana. marca el andén orinoquense, una banda rocosa y are-
Arauca es, a vista de garza, una planicie tocada por manchas de bosques y nosa de unos setenta kilómetros, al lado colombiano,
monte, infinidad de caños y grandes pantanos donde crecen pastos de agua; y en entre Puerto Inírida y Puerto Carreño. En sus bordes,
invierno una llanura húmeda que se arruga y se alza en la sierra nevada del Cocuy, los afluentes colombianos descargan sus bocanadas de
más cerca de la cordillera Central que del llano profundo. En Casanare toma vida aguas marrones, verdosas y negras y siguen su viaje
uno de los humedades más extensos de toda la región. Está en tierras del municipio fundidos en una gran corriente que busca, al oriente,
de Paz de Ariporo y, además de disponer de agua potable durante el severo verano, morder el mar. Tras ellas van las garzas que como con-
que va de diciembre a marzo, recibe aguas de los ríos desmadrados y así contiene las fetis alegran esas soledades donde Colombia pierde su
inundaciones de grandes extensiones. nombre y el llano-llano apenas comienza.

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P e r f i l O r i no co

En letra cursiva

Siendo la Orinoquia la región que comparte la mayor porción de Colombia junto tórtolo o yagrumo (Schefflera morototoni), el cual hace
con la cuenca del Amazonas, y al hacer límite también con la región Andina, parte de las araliáceas, y el palo boya (Malouetia ta-
posee una de las biodiversidades más nutridas del país. En cuanto a las especies maquarina), de las fabáceas. Entre estas, las fabáceas o
botánicas, se destacan las palmas, la familia de las arecáceas, de la que hacen parte leguminosas, también se aprecian especies ornamen-
el corozo o palma de corozo (Acrocomia aculeata), la palma marray o mararave tales como el dividivi (Caesalpinia coriaria) y el ojo de
(Aiphanes horrida), el cumare o chambira (Astrocaryum chambira) y el moriche o venado u ojo de buey (Mucuna sloanei), bautizado así
canangucha (Mauritia flexuosa). por el aspecto de su semilla.
Esta diversidad de especies se ve marcada por la cantidad de familias botánicas Entre las especies botánicas características de la
que se encuentran en la región. Encontramos fitolacáceas como la guaba (Phytolacca región se destaca además el matapalo o lechoso, que
rivinoides); en verbenáceas, la petunia de monte (Stachytarpheta mutabilis); las mal- hace parte del género Ficus de las moráceas. Este es
váceas son muchas, entre ellas el peine de mico o peine de mono (Apeiba membra- denominado matapalo debido a que crece sobre otras
nacea); hay papaveráceas como el trompeto curador, o trompeto, y urticáceas como especies de árboles para alcanzar la luz del sol, y termi-
el yarumo (Cecropia telenitida). Estas dos últimas plantas se caracterizan por sus na estrangulando a su hospedero.
múltiples usos medicinales: el trompeto es utilizado para combatir problemas respi- En la porción que limita con la región Andina se
ratorios y digestivos, mientras que el yarumo es utilizado como analgésico. También pueden observar también los característicos frailejones
se caracterizan por sus propiedades medicinales el gualanday o pavito ( Jacaranda (Espeletia sp.), asteráceas que crecen en la alta montaña
obtusifolia), una bignoniácea usada como antiséptico y antimicrobiano, y la quina y sobresalen en los páramos. Y así como encontramos
(Cinchona officinalis), una rubiácea empleada para combatir la malaria. frailejones en ellos, cada ecosistema de la región nos
Pero además de plantas con fines medicinales hay en la cuenca del río Orinoco demuestra la altísima variedad de especies que carac-
una alta variedad de especies apreciadas por su comercio maderable, como el árbol terizan la Orinoquia colombiana.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Arecáceas Acrocomia aculeata Corozo, palma de corozo Artesanal, alimento
Cumare, macanilla,
Arecáceas Astrocaryum chambira Fibra, maderable
chambira
Asteráceas Espeletia sp. Frailejón Medicinal, ornamental
Medicinal como antiséptico y antimicrobiano,
Bignoniáceas Jacaranda obtusifolia Gualanday, pavito
ornamental
Peine de mico,
Malváceas Apeiba membranacea Artesanal, ornamental
peine de mono
Moráceas Ficus sp. Matapalo, lechoso Maderale, medicinal
Trompeto curador, Medicinal para problemas respiratorios y digestivos,
Papaveráceas Bocconia frutescens
trompeto colorante
Urticáceas Cecropia telenitida Yarumo plateado, yarumo Maderable, medicinal como analgésico

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Soya
Glycine max

País d e ag ua s
El río Guaviare, llamado también Orinoco Occidental, es el mayor de los ríos que
atraviesan los Llanos Orientales de Colombia. Cuando nace, de la unión del Guayabero
y el Ariari, comienza un viaje que se extiende por mil cuatro cientos noventa y siete
kilómetros de longitud. Al avanzar, llano adentro, se hace propicio para la reproducción
del plancton, organismos microscópicos que flotan en el lomo de las aguas, por lo que
es llamado el río blanco. El Guaviare marca la separación entre la Orinoquia y la Ama-
zonia, y por eso su cuenca, de ciento veinticinco mil kilómetros cuadrados, es hábitat de
gran diversidad de plantas y animales. Hasta hace unas décadas sus orillas estuvieron
protegidas por bosques de galería y selvas tropicales, pero hoy es evidente el desmonte
para el establecimiento de haciendas ganaderas. Los habitantes ancestrales del río
Cámbulo Guaviare son los indígenas guayaberos, tiniguas, sikuanis, nukaks, piapocos y puinaves.
Erythrina poeppigiana El encuentro del Guaviare con el Orinoco es un espectáculo majestuoso porque se
besan dos gigantes.

El mejor amigo
En la Orinoquia no es posible dominar el paisaje si no se va a caballo. Rucio, alazán, castaño, ruano, amarillo, zaino son los colores del
caballo criollo llanero, casi siempre mediano y musculoso. Si el caballo tiene una pequeña pinta en la cara, lo llaman lucero; si la mancha
es más grande, florentino; si el lunar es aún más extendido, le dicen caripeto; y si va desde el mechón hasta el hocico, jobero. Hasta hace
pocas décadas, los llaneros reservaban una cuadra de sus hatos para los caballos viejos. Aquellos que les habían servido para arrear el
ganado, enlazar becerros, tumbar toros, transportar cargas, conquistar baldíos, eran cuidados con especial esmero hasta que les llegaba la
muerte de manera natural. El caballo es para el llanero uno más de los que llevan su apellido.

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P e r f i l O r i no co

El p u ro ll a n e ro
En las sabanas de Casanare y Arauca encontró hogar un tipo
de ganado descendiente del que entró por Venezuela hace
más de quinientos años. Todavía hoy el ganado criollo llanero
se reproduce naturalmente en las planicies donde los severos
veranos y las lluvias torrenciales, y los pastos bajos y pobres en
nutrientes, lo han convertido, después de unas ciento treinta
generaciones, en un animal de baja estatura, nervioso, longevo,
resistente a los parásitos, de cuernos romos, capaz de vivir sin
cuidados especiales y apto, genéticamente, para tomar diversas
tonalidades: los hay colorados, amarillos, negros, blancos,
barcinos, manchados. La raza casanare, la criolla del llano, ha
sido poco estudiada y, en lugar de mejorarla, los hacendados
la han ido reemplazando por ganado cebú, que a los llaneros
se les hace lento en los desplazamientos y tan nervioso que no
soporta el brío de los caballos.

Floramarillo Palo de aceite


Tabebuia serratifolia Copaifera pubiflora

∙ 25 ∙
Los
piedemontes

n el lugar donde comienza a ascender la cordillera Oriental hay una


franja que se encuentra entre los doscientos y los mil metros sobre el
nivel del mar, tiene una extensión aproximada de novecientos kilóme-
tros y es conocida como el piedemonte. Se trata de una zona de transición
entre los Andes, las sabanas de la Orinoquia y las llanuras del Amazonas. Está divi-
dido en dos. Uno es el piedemonte llanero, que comienza al norte en el río Arauca y
termina al sur en la serranía de La Macarena, y abarca las franjas occidentales de los
departamentos de Meta, Casanare y Arauca, pero también un sector oriental de Cun-
dinamarca y Boyacá. El otro es el piedemonte amazónico, que se inicia en el río Pato,
límite departamental noroccidental de Caquetá, y se extiende
hasta el río San Miguel, en el suroccidente de Putumayo. Estas subregiones abarcan diversos
Como el piedemonte es una zona de transición, se con- ecosistemas de Amazonas - Orinoco
vierte en el camino que toman los ríos que nacen en los An- y son el testimonio de la colonización
des y que bañan las llanuras y las sabanas de la Orinoquia y que se ha hecho sobre estos territorios
la Amazonia. Los suelos de piedemonte son el resultado del
depósito de materiales que han sido arrastrados por la corriente de los cuerpos de
agua dulce y son considerados los mejores de la región. En Arauca, la precipitación
puede ser inferior a los mil quinientos milímetros por año, pero el promedio anual
entre los ríos Humea y Guataquía en el piedemonte del Meta puede ser de siete mil
milímetros por año. En Villa Garzón, municipio del piedemonte de Putumayo, se
registran hasta cuatro mil ochocientos cincuenta milímetros por año.
En términos generales, las zonas de mayor humedad son las que presentan más
riqueza biológica. La precipitación que se registra a lo largo del piedemonte nos

∙ 26 ∙
P i e de mont e s

Cámbulo en flor
Erythrina poeppigiana

Pero de agua
Syzygium malaccense

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Candelabro Cascabel
Vochysia lehmannii Crotalaria sp.

permite imaginar los porcentajes de biodiversidad que peregrina) y coca (Erythroxylum coca) para los rituales.
se pueden llegar a producir. Como su hábitat es más Estos productos se destinaban mayormente al consu-
fértil y presenta niveles de mayor precipitación aun du- mo interno, pero también los intercambiaban con las
rante los meses de sequía, los bosques son más densos, poblaciones del altiplano a través de caminos que co-
y por ende hay mayor número y diversidad de fauna municaban estas dos regiones.
que en los llanos. Sin embargo, el ecosistema de bosque Desde 1531 los españoles iniciaron expediciones
tropical que conformaba la vegetación original ha sido para penetrar el llano en busca de oro, y como no en-
transformado por los distintos procesos de ocupación contraron este precioso mineral en su trayecto por la
humana y expansión de la frontera agrícola, especial- región, poco a poco perdieron interés en seguir selva
mente desde los años cincuenta del siglo pasado. adentro hacia zonas ulteriores. Sin embargo, al to-
Desde tiempos prehispánicos, las poblaciones del parse una expedición española con las minas de oro
altiplano cundiboyacense y del piedemonte llanero de- de aluvión en la zona del Ariari, Juan de Avellaneda
sarrollaron un sistema de intercambio comercial. En el consiguió el permiso para fundar y poblar San Juan
piedemonte vivían los achaguas, a lo largo de los cur- de los Llanos en 1555, hoy conocido como San Juan
sos de los ríos, y los guahibos, que se ubicaron en áreas de Arama en el piedemonte del Meta. Luego los es-
interfluviales. Con el paso del tiempo estos pueblos pañoles fundaron tres ciudades más en el piedemonte
se adaptaron a su entorno y desarrollaron una agri- llanero: Santiago de las Atalayas en 1588, que se con-
cultura a pequeña escala de maíz y yuca, acompañada solidó como la capital del llano durante la Colonia, y
por tabaco, ají y maní para la alimentación, algodón que se localizaba cerca al actual municipio de Aguazul,
para la confección de mantas, y yopo (Anadenanthera en Casanare; San José de Pore en 1644 y Santa Rosa de

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P i e de mont e s

Chire en 1672. Los expedicionarios españoles se limi- Research Council para estudiar las propiedades del
taron a fundar las ciudades y pueblos que pertenecen curare, un veneno que usaban los indígenas del Ama-
a la subregión del piedemonte llanero, mientras que la zonas colombiano para inmovilizar presas de caza.
colonización y fundación de ciudades en los llanos de Pero cuando Japón cortó los suministros de caucho
la Orinoquia estuvo a cargo de las misiones para cris- provenientes del Sudeste asiático, el gobierno nortea-
tianizar a los indígenas. Los encargados fueron monjes mericano le pidió a Schultes cambiar su investigación
dominicos, agustinos, recoletos, y en especial jesuitas, y dedicarse a estudiar las especies del género Hevea de
hasta que fueron expulsados por la Corona española. las cuales se extraía látex para fabricar caucho.
A finales del siglo xvi, españoles residentes en San Solo a finales de los años cuarenta Schultes pudo
Juan de los Llanos y Pasto fundaron un centro minero al comenzar a estudiar lo que realmente le interesaba: la
nororiente del río Caguán y lo llamaron Espíritu Santo etnobotánica. En el piedemonte amazónico encontró
del Caguán. En el siglo xviii esta ciudad fue un puesto “un intoxicante mágico que libera al alma de su confi-
militar que defendía la gobernación de Neiva, y además namiento corporal para que viaje libremente fuera del
fue el centro de colonización del piedemonte amazónico. cuerpo y regrese a él a voluntad”.
También se llevaron a cabo misiones encargadas a los Con esta descripción Schultes se
jesuitas y a los franciscanos, pero no fueron exitosas. refiere al yagé (Banisteriopsis caapi)
Los primeros grupos de colonos se establecieron en su libro Plantas de los dioses. Orí-
en las tierras baldías del piedemonte amazónico a partir genes del uso de los alucinógenos, que
de 1865, año en que comenzó la explotación de la qui- publicó en 1979 junto con el quí-
na (Cinchona officinalis), planta medicinal de enorme mico Albert Hofmann. El yagé o
importancia dado que su corteza producía el remedio Caapi es una liana larga del bosque
más efectivo para curar la malaria. Aunque fue corta la que articula a los pueblos de la
duración de la explotación, esta actividad permitió que cultura del yagé: las comunidades
el piedemonte amazónico se articulara con el resto de la siona, cofán, ingamo, kamsá y co-
nación y con el mercado internacional. reguaje. Para los pueblos de esta
En 1896 el obispo de Pasto encargó a los monjes cultura, el yagé y la naturaleza son
capuchinos de Cataluña la misión en el piedemonte la fuente más importante para el
amazónico. Esta misión tuvo dos propósitos. Uno fue aprendizaje de la medicina.
el de catequizar a los indígenas del borde oriental de la En los años cincuenta a tra- Palma caraná
cordillera, y el otro, el de poblar la región con colonos vés del Incora se impulsó la colo- Lepidocaryum tenue
del interior del país y aprovecharla para la explotación nización del piedemonte araucano
agrícola. Los capuchinos construyeron un camino de con colonos de Boyacá. Este proceso se tradujo en la
herradura desde Pasto hasta Sibundoy, pueblo que transformación de grandes extensiones de selva y ge-
fundaron en 1899. Posteriormente fundaron Floren- neró conflictos entre la población local y los colonos.
cia, en 1902; Puerto Umbría, en 1912; Alvernia, en 1915; Entre 1946 y 1953 llegaron al piedemonte llanero miles
Belén, en 1917; Guacamayas, en 1921 y Puerto Limón de campesinos de filiación liberal que estaban siendo
en 1922. En los comienzos del siglo xx el desequili- perseguidos por el gobierno conservador. En los años
bro entre el latifundio y el minifundio se agudizó en sesenta comenzó la colonización desde Villavicencio
Colombia, especialmente en Cauca, Huila y Nariño. hasta Puerto López. Esta historia se caracteriza por la
Muchas familias campesinas pasaron la cordillera ha- tala de las selvas del piedemonte hasta el límite con las
cia el oriente y se establecieron como agricultores en sabanas al oriente y con los territorios que van hacia la
las selvas de Putumayo y Caquetá. cordillera. Las selvas del sur del Casanare sufrieron el
En 1941, Richard Evans Schultes, un joven bo- mismo destino y fueron reemplazadas por cultivos de
tánico norteamericano, se ganó una beca del National palma africana desde los años setenta. Casi todo el pie-

∙ 29 ∙
Guarango
Parkia pendula

demonte llanero ha sido transformado; quedan unos Triolena hirsuta, también presente en el Amazonas y
relictos por el río Duda y en la vertiente de la cordillera. utilizada por los ticunas para matar perros locos y ra-
Se han desarrollado iniciativas interesantes so- biosos. Orlando Rangel registra la existencia de Virola
bre la nueva vegetación de los territorios modifica- o sangretoro, de la familia de las miristicáceas, un árbol
dos. Por ejemplo, el Instituto de Investigaciones de que puede alcanzar los cuarenta metros. También hay
la Orinoquia Colombiana financió un proyecto para especies de Nectandra y Ocotea, ambos géneros de las
determinar el valor nutricional de Dichapetalum spru- lauráceas y que hacen parte de la dieta del Andigena ni-
ceanum o cedrón, una planta que es considerada como grirostris o tucán pechiazul. Se registra también la Pou-
“maleza” por los ganaderos y los agricultores del piede- rouma cecropiifolia o uva caimarona, de las urticáceas, y
monte de Casanare. la palma Socratea exorrhiza, de las arecáceas.
Con los análisis de la familia melastomatácea, el A partir de los años treinta investigadores colom-
Instituto Humboldt publicó un indicador que mide bianos comenzaron a realizar colecciones botánicas de
los patrones de biodiversidad. Para el piedemonte de la Amazonia, y en la década del cuarenta se fundó el
la Orinoquia se registraron: Arthrostemma ciliatum Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Na-
o cañagria, cuyo tallo al ser masticado calma la sed; cional, con su propio herbario, donde se empezaron a
Bellucia pentamera, conocido en la Orinoquia como depositar colecciones botánicas de la Amazonia. En el
guayabo de pava, níspero, pepito y pomo; Loreya, que Instituto Sinchi se encuentra el herbario Coah, el cual
es muy parecida a Bellucia pero con flores y frutos un registra el noventa y cinco por ciento de las coleccio-
poco más grandes; Tococa guianensis, o árbol chupaflor; nes existentes del Amazonas.

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P i e de mont e s

En letra cursiva

Los piedemontes abarcan diferentes ecosistemas que determinan la alta biodiver- para la elaboración de artesanías y en construcción;
sidad registrada en estos lugares. La diversidad botánica se aprecia en la cantidad fabáceas, conocidas popularmente como leguminosas,
de familias de plantas que se han encontrado en ellos. Entre las familias botánicas como es el caso del maní (Arachis hypogaea) altamente
dominantes de esta zona encontramos melastomatáceas como la cañagria (Arthros- apreciado en la gastronomía, y el yopo (Anadenanthera
temma ciliatum), el guayabo de pava, níspero o pomo (Bellucia grossularioides), el ara, peregrina), utilizado como medicinal y maderable; y
curray o árbol chupaflor (Tococa guianensis), plantas de Triolena hirsuta y especies del malváceas como el algodón (Gossypium herbaceum).
género Loreya, entre otras. De las euforbiáceas son el caucho, el hule o siringa (Hevea Entre las solanáceas sobresalen el ají (Capsicum an-
brasiliensis) y el catahua o tronador (Hura crepitans). Las lauráceas hacen presencia nuum), también apreciado en gastronomía, y el tabaco
con los géneros Nectandra y Ocotea. Encontramos también especies de amarantáceas (Nicotiana tabacum), de alto valor comercial. En el
como la pulmonaria o madre yuca (Pfaffia iresinoides), de lamiáceas; como el Ocimum área de la medicina, el curare ha cautivado la atención
campechianum, conocida popularmente como albahaca o albahaca blanca debido a por su actividad paralizante de los nervios que actúan
que pertenece al mismo género que la albahaca común (Ocimum basilicum). Hay sobre los músculos, razón por la cual era utilizada por
además dichapetaláceas como Dichapetalum spruceanum, conocido como cedrón, los indígenas para atrapar a sus presas y es hoy en día
pero diferente del cedrón común (Simaba cedron), también presente en la región, el utilizado en medicina como relajante muscular. Sin
cual hace parte de las simarubáceas. embargo, el curare no hace referencia a una única es-
En estas zonas prolíficas se pueden encontrar asimismo familias botáni- pecie. Se produce a partir de diferentes especies como
cas importantes para la economía de la región, como es el caso de las arecáceas la Strychnos toxifera, perteneciente a las loganiáceas, y
o palmas, como la palma africana (Elaeis guineensis), apreciada por su producción la Curarea toxicofera, de las menispermáceas.
de aceite vegetal, y la palma zancona (Socratea exorrhiza), ampliamente utilizada

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Arecáceas Socratea exorrhiza Palma zancona, araco Artesanal y construcción
Eritroxiláceas Erythroxylum coca Coca Medicinal, alimento fortificante
Fabáceas Anadenanthera peregrina Yopo Medicinal y maderable
Loganiáceas Strychnos toxifera Curare Paralizar presas, relajante muscular
Malpigiáceas Banisteriopsis caapi Ayahuasca, yagé, caapi Medicinal
Malváceas Gossypium herbaceum Algodón Exportaciones
Menispermáceas Curarea toxicofera Curare, bejuco bravo Paralizar presas, relajante muscular
Sangretoro, cuamara
Miristicáceas Virola surinamensis Medicinal, maderable
blanca
Solanáceas Capsicum annuum Pimentón o ají Exportaciones, y alimentación
Solanáceas Nicotiana tabacum Tabaco Exportaciones

Urticáceas Pourouma cecropiifolia Uva caimarona, caimarón Ornamental y alimento

∙ 31 ∙
Perfil

El sabio T riana

cultiva la libertad de pensamien- José Jerónimo Triana se convierte en cónsul


to. El anhelo de aliviar gradúa a de Colombia en París. Allí, en la exposición
Triana como médico a los 28 años. universal de 1867, expone seis mil plantas na-
Francisco Bayón, gran científico, tivas desconocidas en Europa, y es premiado.
lo inicia en nuevos métodos de Exhibe la Cattleya trianae –símbolo nacional
clasificación de las plantas. que lleva su nombre– y es subastada en die-
Su constante investigación ciocho mil francos; él, que recibe de pago
botánica la difunde en artículos dos mil pesos colombianos mensuales.
sobre plantas útiles publicados en No habría alcanzado así a sostener a sus
periódicos, por los cuales lo cono- quince hijos con su esposa Mercedes Umaña,
cen Tomás Cipriano de Mosquera y (ocho herederos llegaron a ser adultos y los
también la Comisión Corográfica, que otros murieron), pero con su investigación
lo llama como botánico. Recorre exhaus- inventó el vino aquinado reconstituyente; un
tivamente el país y avizora llanuras (el Meta, jarabe para la tos; un parche para los callos;
el Ariari), la inabarcable selva, hondonadas, el vino estimulante de coca y la anestesia ob-
nevados donde contrae un mal en los ojos y tenida de la misma, cuyas patentes le dieron
José Jerónimo Triana fiebres, pero recolecta casi sesenta mil mues- un soporte económico.
tras. Descontadas las irrecuperables que perdió Murió en París a los 64 años, tras ser
Hasta el ilustrador de la Expedición en robos, extravíos y saqueos. Este volumen no atropellado por un coche que empeoró su
Botánica, Francisco Javier Matís, ya anciano fue nunca antes alcanzado por nadie. vesícula enferma, y una operación de urgen-
y ciego, llega ávido José Jerónimo Triana de 17 Recibe el encargo gubernamental de cia lo agravó. Colombia reconoce su figura
años, con un canasto de plantas recolectadas viajar a Europa para publicar la flora colom- atractiva de científico insigne en estampillas
en el cerro contiguo y el libro de la clasifi- biana, y en París, Montpellier y Madrid tra- y en un retrato en la Universidad Nacional,
cación de Linneo. Describe en detalle cada baja hombro a hombro con científicos que lo sede Bogotá.
muestra y lee uno por uno nombres del libro consultan como experto en flora tropical de Sus herbarios conforman las colec-
hasta que enciende la memoria gastada que talla mundial. A pesar del abandono colom- ciones del Museo Británico, y los museos
dice: “Sí, ese es”. El pupilo anota el hallazgo. biano de la ciencia y del azote de las guerras de Kew, Viena, Edimburgo y docenas más
Dormita y oye: así va pasando el maestro al civiles, él alcanza con gran esfuerzo personal en Europa y Estados Unidos, y son tesoros
nuevo botánico, el conocimiento que Co- a producir obras botánicas de carácter uni- nacionales en la Academia Colombiana de
lombia expande sobre su flora en el siglo xix. versal que son clásicos hoy. Ciencias Naturales y en el Herbario Nacio-
Los tutores de José Jerónimo Triana Clasifica, tras treinta años de solicitudes, nal Colombiano. La huella de este cónsul
florecen en él: su padre, pedagogo creador de todas las ilustraciones de la Expedición Botá- de la flora nacional habita santuarios que
métodos de aprendizaje; en la precariedad nica que están arrumadas en Madrid; las des- acrecentaron así el conocimiento etnobotá-
económica familiar, un tutor como Lorenzo cubre y publica en cuatro volúmenes para el nico de plantas cuyo uso aún se explora y
María Lleras, del Colegio del Espíritu Santo, mundo. Dada esta prestancia internacional, José Jerónimo Triana inspira.

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Emblemáticas
Tres plantas simbólicas
de la región
Carne, yuca
y pepas

la medianoche, Mauricio Teteye sale a cazar. Capitanea una pequeña


embarcación rumbo a los caños que se desprenden del Igaraparaná, en
el corazón de la Amazonia. La luna ilumina el sendero de agua que sirve
de espejo, y el muchacho, que ha comido hormigas asadas y palmitos, aguza la vista,
el oído, la piel. Busca borugas (una especie de guagua), cerdos de monte, armadillos,
dantas, tortugas, cachamas, ranas, boas, chigüiros, garzas, gaviotas, guacamayas. Va
armado con una escopeta, un cuchillo y una linterna que esta noche no tendrá que
usar. El primer tiro lo pierde ante un cocodrilo adormilado en un pantano. Como en
la oscuridad de la selva no es bueno disparar porque se alertan las presas, Mauricio se
acuclilla y observa quedo el agua casi estancada. Fija la mira-
da y manda una cuchillada con la que ensarta un animal. No En la densa selva y en la ancha sabana, en
se sabe si es dorado, sábalo, bocachico, bagre o caracol; pero esta Colombia de la yuca brava y el casabe,
está seguro de que no es un pirarucú, que podría pesar hasta los llaneros y los amazónicos tienen mucho
doscientos kilos. Repite la operación de pescador cuchillero alimento para llenar sus canastos
cinco veces y con esa carga regresa a su casa dos horas antes
de que salga el sol. Busca su hamaca y espera soñar que vence al tigre.
Después de tomar guarulo (café dulce) y de morder un trozo de casabe (torta
de yuca), Elena Gufichiu y Chela Umire caminan hacia la chagra, la huerta familiar
en el camino a la sabana, justo donde la selva amazónica se vence ante las llanuras
del Orinoco. Madre e hija llevan machetes cortos y, en canastos de cumare, sosteni-
dos desde la frente para que caigan sobre la espalda, recipientes de plástico con jugo
de la palma milpesos, harina de yuca granulada y tostada (que llaman fariña), y caldo
de pescado con ají negro. En la chagra, o cultivo de frutos, ya empiezan a retoñar las

∙ 34 ∙
C o c i na

Ají
Capsicum annuum

Yuca brava Niña con uva caimarona


Manihot esculenta Pourouma cecropiifolia

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Yuca
Manihot esculenta

hortalizas y los tubérculos que ellas sembraron después de que los hombres tumba-
ran y quemaran el bosque. Se internan en el sembrado. Cogen guamas, revisan las
piñas, arrancan cilantro cimarrón y cebollas, encanastan ortiga, que alivia todos los
males, curiosean raíces y hojas que tal vez sean aromáticas o energéticas; examinan el
tabaco y la coca para dar aviso a los hombres en caso de plagas; y se concentran en la
yuca, la planta que ha alimentado a todas las generaciones de llaneros y amazónicos.
Hay agitación en la cocina de Ana Cueto. Hace poco regresó de su huerta, a
salvo de las permanentes inundaciones en Puerto Rondón, Arauca. Trajo cebollas
y pimentones. Tiene cilantro, ajos y la carne de un cerdo montuno que cayó en la
trampa a medianoche. Espanta las gallinas y los perros antes de concentrarse en la
faena: pica cebolla, machaca ajos, corta en trocitos la carne, ya cocida en el fogón
de tres piedras. Fusiona cebolla, ajo y carne con sus manos bañadas en aceite. Tira
varios puñados de arvejas, bien hervidas, acariciadas con sal y cominos, en lo que se
va convirtiendo en guiso. Un poco del agua que soltó la carne durante la cocción cae
sobre el preparado que ya soporta el fuego. Ana toma café cerrero, como lo hacen
Cilantro cimarrón todos los llaneros mientras la candela hace lo suyo. Después extiende algunas hojas
Eryngium foetidum de plátano sobre una mesa, las espolvorea con harina de trigo, y en cada una deposita

∙ 36 ∙
C o c i na

dos cucharadas del guiso, dos rebanadas de papa coci- se llama tatuco. Y como a Irene le gusta guardar, se
da, dos rodajas de cebolla, dos tiritas de carne. Ahora ocupa adicionalmente de otro plato: la casarama, una
se lava las manos, sorbe más café negro y se dispone pasta café y muy suave que resulta de mezclar yuca
a amarrar los envueltos con ganchos de plátano. Para brava con ají, responsable de darle el toque amazónico
terminar, sumerge las hallacas en agua con sal y las a la carne, al patacón, al casabe.
deja cocer al fuego. Ana atiza el fogón y se va a echar- Al caer la tarde decenas de familias quieren to-
les algo a los potrancos. mar un baño en los ríos que atraviesan lo mismo las
Al mediodía, María del Carmen Polanía sopla llanuras que las selvas. Marina, Kevin y Celeste, que
las brasas que secan toda la carne de una ternera de también se llama Flor del Chontaduro; Cristian, An-
seis meses. Ensartadas en chuzos verticales recostados gie y Chela, a quien su abuelo llamó Raíz de Tabaco;
al burro, la armazón de madera que rodea la hoguera Mercedes, Milena y Eduardo; Juan David, María y
de yopo, un árbol sin olor y que no produce llamas, se Sandra Milena quieren aliviarse del calor del trópico
ahúman las grandes presas del animal: la osa, que son no solo sumergiéndose en el agua. Caminan a paso
cogote, papada, mandíbula y lengua; los tembladores, lento, mirando al suelo del mismo
o sea las carnes del pecho; y la raya, o cuartos traseros, modo que lo hacían sus antiguos
que incluyen ancas, cola y muslos. Ya María del Car- antepasados recolectores de pe-
men, mujer del Casanare profundo, ha rociado con sal pas. Si tienen suerte cosecharán el
y cerveza las carnes, que lentamente van soltando sus pulposo y ácido arazá, que se pue-
jugos. Ha hecho lo mismo con las entrañas del anima- de morder o macerar y hasta casi
lito que, envueltas en hojas, se cocinan a fuego lento. exprimir. Quizá la naturaleza los
No las chuza, no las pica, no las toca; simplemente las premie con el sagrado umarí, pul-
deja ahumarse y asarse mientras prepara los cuchillos poso como el mango, de donde di-
para cortarlas en trozos y servirlas en hojas de plátano cen los ticunas que salió la primera
cuatro horas más tarde, cuando estén a punto. En el mujer. Habrá fiesta si topan mara-
mismo recipiente verde, porciones de plátano, yuca y ñones, guayabas o uvas de monte,
papas cocidas completarán esta mamona que saciará a que otros llaman uvas caimaronas
una decena de llaneros hambrientos. o borojós. Y en la sabana será rica
A Irene Kudiramena le gusta cocinar. Lo hace la jornada si caen en la cesta pe-
desde que era una niña, hace más de sesenta años, en pas de moriche, ricas en proteínas, Pimentón
la Amazonia más lejana, cuando nadie había oído ha- grasas, vitaminas y carbohidratos, Capsicum annuum
blar siquiera del fogón de gas. En el hogar, levantado y preferidas para morderlas crudas,
sobre un gran mesón de piedra, hierve un cocido de convertirlas en dulces o extraerles el zumo. Con las
restos de pescados y boruga. También hace burbujas el pepas de moriche aparecen casi siempre larvas de los
caldero en el que pronto se secará un kilo de arroz, y escarabajos que anidan en sus troncos: se trata del fa-
se espesa un fondo de casarama o ají negro. A ras de moso mojojoy, que crudo, asado o cocido encanta a las
piso, sobre la tierra desprovista de follaje, se levanta familias de las selvas y llanuras.
otra humareda. Proviene de una pequeña hoguera que En la maloca, la gran casa comunitaria de ma-
Irene encendió hace unas horas sobre un lecho de ho- dera y paja tejida, Pilar Meikuaco soba las dos calla-
jas de plátano. Debajo, en la profundidad, se esconde nas que moldea desde hace varios días. Humedece un
lo que mañana será una delicia: en unos canutos (el puñado de hojas muy verdes en agua traída del río y
“tarrito” que queda entre dos nudos de una guadua) ha con ellas repasa las superficies oscuras, las hidrata, las
puesto carnes deshuesadas de aves, pescados y roedo- prepara para ser hospederas de la caguana, bebida fa-
res, para que se cocinen en sus propios jugos al calor bricada con el almidón de la yuca y del casabe, una
bajo y constante que llega de la superficie. Esa técnica torta de yuca que acompaña todas las comidas o que

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Arroz
Oryza sativa

es la comida misma cuando escasea la pesca, cuando tortuga, gaviota, garza o gallina, gustosos si se revuelven
no hay suerte en la caza, cuando la huerta se echa a con cebolla, tomate y arroz. Y, de pronto, en el fondo
perder. Para hacer casabe es necesario cosechar yuca de las ollas quede alguna delicia para el último bocado:
brava, especie rica en el veneno conocido como yare. una picada de carnes de res o de chigüiro o de pescado
Hay que pelarla, rallarla y prensarla en el sebucán, un o de danta o de boruga adobada con hogao y aceite de
tubo de cuatro metros de largo tejido con las hojas de achiote, la cual generalmente se come con la mano.
una palma, que se cuelga de una viga de la maloca. La Horas más tarde, cuando los sonidos de la noche
yuca exprimida elimina el yare, lechoso y amargo, y se agudizan y del sabor del último café no queda nada
queda convertida en una pulpa que tomará la forma en la boca, Mauricio Teteye, como miles de hombres
de la superficie de la callana después de varias horas del Orinoco y el Amazonas, sale en busca de presa.
al fuego. El casabe es una torta delgada y crujiente de Avanza silencioso por el río, concentrado, llamando a
unos sesenta centímetros de diámetro que permanece un pirarucú ahumado bañado en ají negro; ilusiona-
expuesta en el fondo de la maloca. Hasta ella llegan en do con un bagre, señor de las aguas profundas, que
cualquier momento ancianos, muchachos y niños que se puede comer envuelto en dulce de arroz; pensando
la pellizcan y desprenden grandes trozos que parecen en una cachama ahumada; deseando el encuentro con
galletas, muy secas y simples. la rana gigante llamada hualo, para envolverla en una
En la soledad del llano y de la selva el encierro hoja de bijao y asarla al carbón; atrayendo a un gran
nocturno comienza apenas se oculta el sol. Las familias mamífero que le prodigue alimento en abundancia
se congregan cerca de los fogones donde se asan arepas para poder, al menos por una noche, dormir sin el afán
de jojoto, un maíz dulce de granos gruesos, que cada de cazar, cosechar, pescar o recolectar la comida del día
quien rellenará con queso. Habrá, tal vez, huevos de que ya va a despuntar.

∙ 38 ∙
C o c i na

En letra cursiva

En los platos típicos del Amazonas y la Orinoquia colombiana se pueden degustar cuales pertenecen a las anacardiáceas. O del copoazú
un montón de sabores de especies vegetales, usados en múltiples recetas. Plantas (Theobroma grandiflorum) y el macambo (Theobroma
que son utilizadas en la cocina para darle un mejor sabor a las comidas, como es el bicolor), de las malváceas. Y entre las mirtáceas están el
caso del ajo (Allium sativum) y la cebolla cabezona (Allium cepa), que hacen parte camucamu (Myrciaria dubia), el arazá (Eugenia stipita-
de las amarilidáceas. O el pimentón o ají (Capsicum annuum), de las solanáceas, ta) y la guayaba (Psidium guajava). Representando a las
al igual que la papa (Solanum tuberosum). Otras de estas especies vegetales son rubiáceas están el borojó (Borojoa patinoi) y la jagua o
utilizadas como acompañantes del plato principal. Por ejemplo, ciertas arecáceas huito (Genipa americana).
o palmas, como el moriche o canangucha (Mauritia flexuosa), el seje o milpés Muchas de las especies botánicas encontradas en
(Oenocarpus bataua), la chambira o cumare (Astrocaryum chambira), el chontaduro las recetas de los platos típicos aparecen también en la
(Bactris gasipaes) y la cucurita o inayá (Attalea maripa). Incluso se pueden encontrar farmacopea tradicional. Así sucede con el palo de arco
algunas especies botánicas que hacen parte del plato principal, como es el caso o chicalá (Tabebuia serratifolia), de las bignoniáceas;
de la arveja (Pisum sativum), que pertenece a una de las familias botánicas más el tamamuri (Brosimum acutifolium) de las moráceas; el
comunes de ambas regiones, las fabáceas, de la que también hacen parte la guama cabo de hacha o quiebracha (Heisteria acuminata), una
(Inga edulis), el yopo (Anadenanthera peregrina), el guacapurano (Campsiandra an- olacácea; la ortiga o pringamoza (Urera caracasana) una
gustifolia) y la cumaceba (Swartzia polyphylla). Y así como la guama, muchas de urticácea y la icoja o espintana (Unonopsis spectabilis), de
las especies de la cocina hacen parte de las frutas producidas en la región. Tal es la familia de las anonáceas.
el caso del marañón (Anacardium occidentale) y el mango (Mangifera indica), los

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Amarilidáceas Allium cepa Cebolla cabezona Culinaria mundial y medicinal
Amarilidáceas Allium sativum Ajo Culinaria mundial y medicinal
Apiáceas Eryngium foetidum Cilantro cimarrón Medicinal y aromática
Convolvuláceas Ipomoea batatas Batata Alimento básico y medicinal
Euforbiáceas Manihot esculenta Yuca, yuca brava, Alimento básico
Icacináceas Poraqueiba sericea Umarí o guacure Alimento y construcción
Musáceas Musa x paradisiaca Plátano Alimento y para la envoltura de diferentes comidas
Poáceas Oryza sativa Arroz Alimento básico
Poáceas Zea mays Maíz Alimento y aceite vegetal
Rubiáceas Coffea arabica Café Alimento y medicinal
Solanáceas Capsicum annuum Pimentón o ají Culinaria mundial y medicinal

Solanáceas Solanum tuberosum Papa Alimento básico

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Lo m á s p o p u l a r e n e s ta i n m e n s a Colombia
Los estudiosos de los hábitos alimentarios de la cuenca del Amazonas, entre ellos el
Instituto Sinchi, describen una base compuesta de yuca, pescado, carne de monte, ají,
piña y chontaduro. Pero no solo a estos elementos se reduce la opción nutritiva de sus
habitantes. Un inventario realizado por el mencionado instituto en el departamento del
Amazonas da cuenta de doscientas especies consumidas con fines alimenticios. En la
culinaria popular figuran el casabe, la fariña y el pescado moqueado o en caldo; también
los caldos, las carnes y el zarapaté: asadas en su propia caparazón la charapa y otras
tortugas, junto con otras carnes de monte como la proveniente de dantas, armadillos,
cerrillos, monos, caimanes y babillas. Se incluyen los insectos, como el mojojoy asado y
las hormigas; y no faltan la muñica (caldo de pescado con otros ingredientes) el tucupí
y una variedad de preparaciones de ají y hojas de yuca. Para beber están las chichas
de yuca, chontaduro, piña y otros vegetales, así como las caguanas o bebidas de piña,
copoazú, umarí, camucamu y demás frutos amazónicos. En fin, podemos decir que en la
Amazonia indígena se observa el consumo más diverso de alimentos del país.
En la cuenca del Orinoco la base alimentaria se compone de yuca, plátano, batata,
mapuey, cucurita o inayá, seje, chontaduro, moriche, piña, merey, mango, ají, carne de
monte y carne de vacunos. A partir de ella se origina una cocina popular donde figuran
la ternera a la llanera o mamona, el entreverao o vísceras de res asadas en varas, el pisillo
de carne de monte o de pescado, el caldo de pescado o de res y el hervido de gumarra
(gallina). Se preparan también pescados como la cachama y el coporo a la brasa, así
como el infaltable casabe, la fariña, el majule de plátano, la chicha de moriche, el gua-
Milpesos rrús, la hallaca criolla, las roscas de arroz y el café cerrero.
Oenocarpus bataua

L e va n ta r s e y comer
Un día normal en los departamentos que conforman la cuenca del Orinoco en Colombia comienza a eso de las cuatro de la mañana
con un café cerrero (oscuro, sin azúcar). El madrugador encontrará servida una cachapa o arepa dulce de choclo, llamado también jojoto,
acompañada de queso y majule con leche.
El majule es una bebida que cumple múltiples funciones, según la región o comunidad en donde se consume. Los indígenas chiri-
coas de Arauca la preparan a base de plátano maduro cocido y diluido en agua. Si bien para algunos habitantes de la región no es más
que una bebida de uso cotidiano, esta etnia la utiliza de manera ritual. Dicen que “cuando toman tanto majule se vuelven malos y se
matan unos a otros”. De esta creencia nació una leyenda. Dicen que el dios Trueno castigó en una ocasión tal comportamiento derriban-
do grandes árboles y produciendo una gran inundación que ahogó a los chiricoas que se habían embriagado con majule.
Dependiendo del apetito y las condiciones, otra opción para degustar un buen desayuno la proporciona una “pericada” o revoltillo
de huevos de tortuga, de gaviota o en ocasiones de garza. La afición por estos animales es heredada por los pueblos indígenas, quienes
conseguían los huevos o en ocasiones la carne de tortuga para los españoles. En su Libro de las maravillas, (1770), fray Juan de Santa
Gertrudis describe cómo una comunidad de misioneros en el Putumayo se sostuvo de la recolección de huevos de tortuga para su consu-
mo, además de extraer de estos animales un aceite “más sutil y delicado que el de la aceituna”. En fin, este plato se puede acompañar con
pan de arroz, un alimento que remojado en cereal y leche obtenida de los ordeños, genera panecillos para acompañar cualquier comida o
consumirse solo con guarulo, un café claro endulzado con panela, en las horas de la mañana.

∙ 40 ∙
C o c i na

R e c e ta s a m a z ó n i ca s
La investigadora Lucy Hoyos Ocampo, en su texto Alimentos autóctonos y recetas amazóni-
cas, incorpora una serie de preparaciones propias de la región:

Chuchuhuasa o chuchugaza: preparado medicinal a base de cortezas de árbol del mismo


nombre, macerado en aguardiente y miel.
Huitochado: fruta del huito o jagua con azúcar y aguardiente.
Levántate Lázaro: afrodisiaco preparado con cortezas de plantas como el motelo sanango
(chilicaspi), la chuchuhuasa, el fierro caspi o acapú, la chicosa o chicora, y los genitales del
achuni (mamífero suramericano conocido también como coatí), todo ello macerado en
aguardiente y miel de abejas.
Siete raíces: otra bebida conocida por sus propiedades afrodisiacas, preparada con cortezas
de plantas como la chuchuhuasa, la huacapurana o guacapurano, el palo de arco o chicalá,
el mururé o tamarí, la icoja, el fierro caspi y la cumaceba, también en aguardiente y miel de
abejas.
Ensalada de chonta: preparada a base del corazón de la palma chonta, llamado también
palmito, con salsa de limón y variedad de verduras.
Aceite de chontaduro: lo utilizan las etnias de los huitotos y yucunas para adicionar como
condimento a los caldos.
Inchicapi: sopa muy espesa elaborada con gallina, maíz, maní, ajo, cebolla, cilantro, sal
y yuca.
Payawarú: exquisito masato o vino de yuca, propio de la etnia ticuna.
Pepa de maraca o macambo: los huitotos la utilizan para obtener aceite; proporciona
exquisito sabor a las comidas.
Piqueo regional: plato preparado a base de chicharrones de lagarto, venado, majaz o
paca (roedor de carne muy apreciada y de consumo común en la región), dorado y paiche
(pescado conocido también como pirarucú o arapaima), acompañado con yuca frita, tacaco
(plato típico preparado con una masa compuesta de plátano verde machacado, manteca
disuelta, pequeños trocitos de chicharrón de cerdo y especias propias de la Amazonia),
chonta y salsa criolla.
Pororoca: bebida o vino extraído del plátano por proceso de maduración, usado por la
población ticuna.
Pupeca o patarashca: plato típico compuesto de pescado, ranas o porciones de boa, asado
a la brasa, en hojas de bijao o de plátano.
Tiradito de dorado: Elaborado con finas láminas de dorado, marinados al limón y espe-
cias, acompañadas de choclo desgranado.
Tucupí: es un caldo de color amarillo extraído de la raíz de la mandioca brava, que se
utiliza como base en la preparación de sopas. También existe el tucupí o ají negro, utiliza-
do para sazonar carnes. Bijao
Calathea lutea

∙ 41 ∙
Chiribiquete,
gema verde sobre rocas

arece un gigantesco estegosaurio de doscientos cincuenta kilómetros de largo


que estuviera saliendo de la tierra. Por ahora, el lomo, con su caparazón de placas
blindadas. Los meandros de los ríos, que son tantos, serían la enorme y sinuosa
cola de este animal de roca que parece dormir su sueño de cientos de millones de
años, medio enterrado, sobre el verde inmenso de la selva del Amazonas. Pero no es
un dinosaurio, sino la seguidilla de mesetas rocosas de la serranía de Chiribiquete,
coronadas por una fantástica vegetación aislada del resto del mundo por sus paredes
lisas, de hasta ochocientos metros de altura y cortadas a plomo por la erosión. Estas
islas de roca sobreviven desde hace más de mil quinientos millones de años a los
embates del sol, el agua, el viento y, sobre todo, a la vegetación
que las va devorando poco a poco, descomponiendo cada roca En este archipiélago de rocas en la mitad de
y cada mineral para incorporarlos en la savia que dará ese es- la selva viven y se reproducen millones
pectáculo verde de cientos de especies de árboles, de bosques de plantas que luchan contra la hostilidad.
y sabanas inundables, de líquenes, de lianas, de helechos y de Y terminarán triunfando
arbustos, salpicado por el colorido de tantas flores donde la
luz se deshace en creatividad para pintar los pétalos con todos los tonos y matices de
que es capaz. Los insectos, amos indiscutidos de un mundo escondido casi desde que
la vida misma apareció en la tierra firme, parecen otras tantas flores que pudieran
volar con aleteos tornasolados, llevando el polen como una lluvia de fertilidad que se
derrama sobre esta selva que llamamos nuestra pero que poco conocemos.
La sierra de Chiribiquete es una colección de gigantes mesetas llamadas tepuyes
que forman parte de la antigua formación geológica conocida como el Escudo Gu-
yanés, sobre los departamentos de Caquetá y Guaviare. En la región, a este tipo de

∙ 42 ∙
S er ran ía de C h i r i biq ue t e

Serranía de Chiribiquete
Naturaleza en estado virgen

Crecimiento inicial de vegetación en roca Anturio


Anthurium sp.

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Plantas que crecen en un sustrato hostíl

geoformas podríamos sumar las mesas de Iguaje, en “civilizado”, representado por el terror de la Casa Arana,
el Guaviare, la serranía de Naquén, en el Guainía, y la se les fuera encima en busca de sus riquezas, como el
serranía de La Macarena, en el Meta. El Chiribiquete caucho, que brilló en los gráficos de los economistas
y sus alrededores fueron declarados parque nacional pero que oscureció a este paraíso con el malva de la
en 1989. Con una extensión de un millón doscientas sangre derramada y seca. En cuanto al pasado reciente,
ochenta mil hectáreas, era ya el más grande del Sis- tampoco queda nada de Tranquilandia, el laboratorio
tema de Parques Nacionales Naturales de Colombia, tan famoso en los noticieros, capaz de convertir la selva
pero además se extendió en agosto de 2013 hasta lle- en un campo de muerte por cuenta de este nuevo oro
gar a un millón ochocientos cincuenta mil hectáreas y blanco en forma de polvo, ya no líquido, como el del
está en jurisdicción de los municipios de San Vicen- látex que daba el caucho o Hevea brasiliensis para las
te del Caguán y Puerto Solano, en el Caquetá, y San llantas de la naciente era del automóvil. Una paradoja,
José del Guaviare. Seguro que no fue fácil delimitarlo. porque por estos parajes nunca se ha visto un automó-
¿Qué preservar, cuando todo el entorno es un tesoro? vil… y ni se verá, mediante Dios. El río Tunia o Maca-
Pero lo hicieron, en medio de tanto verdor surcado por yá, por el norte y parte del oriente, traza el límite hasta
un entramado de ríos que, con sus nombres, parece un su encuentro con el río Ajajú o Apaporis, que hace de
diccionario con fonemas de agua que guarda los vie- cuchillo de roca en el paraje de Dos Ríos, por donde
jos lenguajes perdidos de los primitivos habitantes. Y pasa puliendo un tepuy. Luego, por el oriente, los ríos
que ya no andan mucho por ahí, como solían hacerlo Gunaré y Amú llevan el parque hasta la desemboca-
hasta mediados del siglo xix, antes de que el mundo dura en el Mesay, para dejarle la tarea de delimitarlo

∙ 44 ∙
S er ran ía de C h i r i biq ue t e

al Yarí, que lo bordea por el sur para después girar al Siguiendo sus pasos de baquiano, iríamos hasta las
occidente, siguiendo los meandros de los ríos Huitoto, catingas, especies de sabanas amazónicas que crecen so-
Tajisa, Yaya, Ajajú, hasta volver al Tunia, en el norte, bre arenas blancas. Estas formaciones vegetales se dan
y cerrarlo, como dicen los escritos notariales cuando al pie de los escarpes de los tepuyes, en la selva pluvial.
alinderan una finca. Recostadas contra sus paredes casi verticales, producen
Si pudiéramos dar con un curupira o chamán árboles de menor talla que alcanzan los quince metros
amazónico de la casi extinta tribu karijona, cuyo deber de altura, en matorrales de troncos retorcidos que se
es cuidar la selva con su ancestral saber, le pediríamos entreveran con arbustos y hierbas. Aquí, al pie de la
que nos llevara a recorrer los misterios de la serranía pared de roca, todas las plantas son tenaces. Viven ape-
de Chiribiquete. No solo nos mostraría las más de nas con una pizca de suelo y tienen por ende muy poca
doscientas mil pictografías que sus antepasados deja- capacidad para retener el agua que les regala la lluvia.
ron en los tableros de roca de los tepuyes y en las pare- Han aprendido a vivir sobre el detritus caído del tepuy,
des de sus cuevas, donde el jaguar es el rey de la selva, formado por trillones de granos de cristales de cuarzo
sino que nos enseñaría la razón de ser de cada planta: desprendidos de las duras areniscas
por qué crece, dónde lo hace y para qué sirve; aunque del peñón. Las plantas vecinas, ha-
nunca nos dejaría conocer el secreto de la mezcla bo- cia arriba, son verdaderas reinas del
tánica con que se produce la infusión de ayahuasca o abismo, ya que crecen en las pare-
yagé, en la que con solo agregar o suprimir una sola des, cornisas y cimas de las mesetas,
hoja se pueden cambiar severamente las condiciones aferradas a mínimas rendijas. Los
a la hora de viajar hacia lo más profundo del yo. Nos que saben de plantas las llaman
diría, con su lenguaje de palabras tan viejas como la lito-casmo-quersofíticas, un califi-
manigua, que cada cosa tiene su sitio: que en la parte cativo más largo que ellas mismas.
baja del tepuy, cerca de los afluentes del río Apaporis, Lito, por lo de crecer sobre rocas,
está la selva inundable, o hylea. Allí el bosque es muy y lo de querso les viene por crecer
húmedo, con suelos profundos, capaces de alimentar sobre arenas. Si nuestro guía cha-
árboles de gran porte como el guamo, el arenillo, el mán, usando tal vez la ayahuasca,
dormilón, el caimarón, el coduiro o carguero, la siringa liberara nuestro espíritu viajero del
y el capinurí, los cuales, con alturas entre los treinta y cuerpo y nos ayudara a volar para
cinco y los cuarenta metros, son los únicos que miran remontar el tepuy hasta su cima, Crecimiento inicial sobre arena
las estrellas. Aferradas a ellos nos mostraría las plantas podríamos caminar por un tapi-
epífitas, hemiepífitas, parásitas y hemiparásitas, como zado de pastizales, matorrales y
pájaros que anidaran al abrigo de los gigantes, mien- bosquecillos achaparrados que incluyen algunos ejem-
tras, a su sombra, el sotobosque denso se deja venir con plares endémicos de Senefelderopsis chiribiquitensis, de
un derroche de heliconias, entremezcladas con otras la familia de las euforbiáceas, que comparten aquellos
especies de las familias de las piperáceas, aráceas, ci- sustratos arenosos con algunas especies de Manilkara,
clantáceas y arecáceas, entre las que domina la palma de las sapotáceas, y de Gustavia, de las lecitidáceas.
moriche, que forma los llamados cananguchales. Ya en Desde alguna de esas cumbres de tepuy podríamos
la parte alta de los tepuyes encontraríamos plantas es- asomarnos a una de las simas que se abren en ellos y
pecializadas para sobrevivir en estos inhóspitos lugares, que pueden tener hasta doscientos metros de diámetro
tales como las carnívoras, que obtienen los nutrientes y varias centenas de profundidad, pobladas allá abajo de
de los insectos que, atraídos por sus olores, caen en bosques pluviales que han nacido y crecido en soledad,
las trampas sin salida que conforman sus hojas o sus aislados, abrigando seguramente plantas y animales que
flores. Veríamos igualmente algunas heliconias, y unas todavía no se han clasificado. Para no hablar de otros
cuantas bromelias y vellozias. vecinos más esquivos aún: los habitantes de las cuevas y

∙ 45 ∙
Carguero de hormiga
Xylopia emarginata

grietas que penetran en el corazón del tepuy, originadas una variedad de gallinetas o chorolas. Hasta colibríes
por la lenta dilución del cemento silíceo que aglutinaba con familia en el valle del río Magdalena. A horca-
las arenas, lavadas por corrientes subterráneas que bus- jadas en una rama de un guamo orillero podríamos
can una salida en manantiales que se vierten por fuera admirar las proezas de pesca de las nutrias, vigiladas
del tepuy, en lugares de ensueño donde la piedra llora de cerca por las babillas del Apaporis. Aisladas estas
agua pura, o se funden en el subsuelo de la selva. especies de sus primas por raudales infranqueables,
Seguramente no encontraríamos ni allá abajo ni nunca han podido escapar, como tampoco pudieron
allá arriba los animales fabulosos sobrevivientes del hacerlo los reclusos de la perversa colonia penal de
cretáceo que algunos escritores les han atribuido en Araracuara, encerrados entre la manigua por el sal-
sus novelas, pero sí podríamos ver, en medio de la ve- to del Diablo, que queda en el cañón, bañado por
getación, numerosos murciélagos de variado apetito, raudales del río Caquetá al suroeste de Chiribiquete,
que ingieren desde insectos, pasando por frutas, hasta por cuenta de una idea del presidente Olaya Herrera.
sangre. Nos cruzaríamos con el armadillo, el cerdillo El penal, pensado al mismo tiempo que el de la isla
o pecarí y el borugo. Veríamos monos maiceros, mi- Gorgona y clausurado hace ya más de cuarenta años,
cos de noche o tutamonos y, con suerte y sigilo, es- fue devorado por la selva. Así hace ella también con
condidos detrás de los grandes troncos de los cauchos, Arturo Cova, el vengador de los indígenas asesinados
podríamos atisbar el caminar felpudo del puma y del por los caucheros, en los renglones finales de La vorá-
tigrillo, al acecho de dantas o de perros de agua, que gine de José Eustasio Rivera: “Hace cinco meses bús-
no son otros que las nutrias gigantes. Desde el entra- calos en vano Clemente Silva. Ni rastros de ellos. ¡Los
mado de la selva nos llegarían los trinos y gorjeos de devoró la selva!”. Y al contemplar los valles profundos
cientos de aves como el guácharo, el gallito de roca, la entre los tepuyes de la serranía de Chiribiquete, con
guacamaya roja, el barranquero, el martín pescador y sus frondas impenetrables, se entiende el porqué.

∙ 46 ∙
S er ran ía de C h i r i biq ue t e

En letra cursiva

En los tepuyes únicamente las plantas más audaces son capaces de sobrevivir a sus asimismo caimarón o uva caimarona (Pourouma cecro-
ambientes tan extremos. Allí hay plantas carnívoras como la utricularia y la drosera. piifolia) una urticácea utilizada en la región como ali-
La primera, también conocida como col de vejigas, pertenece a la familia de las len- mento y como ornamental. Otra planta que decora la
tibulariáceas y se caracteriza por su capacidad de succionar los pequeños insectos que región es el coduiro o carguero, Eschweilera juruensis,
se posan en su exterior. Por su parte, la drosera, o rocío de sol, pertenece a la familia una lecitidácea, además sirve como maderable. Pasa
de las droseráceas, plantas carnívoras que cuentan con una gran cantidad de especies igual con el capinurí o árbol de leche, (Pseudolmedia
que, con variaciones de tamaño y forma, son bastante comunes alrededor del mundo. laevis), adscrito a las moráceas. En este rico e irrigado
Atrapados por las droseras, los pequeños insectos quedan pegados a las glándulas ecosistema de bosques o sabanas inundables dominan
mucilaginosas de la superficie de sus hojas; y por medio de estas mismas glándulas el paisaje las palmas o arecáceas, que forman los re-
las plantas digieren su alimento. En este hábitat inhóspito también encontramos conocidos cananguchales de la zona. Son conocidas
especies menos voraces y más ornamentales, como las pertenecientes a las familias popularmente como cananguchas o palma moriche,
de las heliconiáceas y las bromeliáceas, además de las admirables vellozias, que tienen (Mauritia flexuosa).
la capacidad de sobrevivir en el punto máximo de desecación. Hacia los lados del Caquetá y el Putumayo en-
Al contrario de estos duros ambientes, en las partes bajas de Chiribiquete, en contramos la siringa, caucho o lechero, causante de
los bosques o sabanas inundables, encontramos abundantes ejemplares de árbo- pasadas tragedias en la Amazonia. Aunque la eufor-
les como el guamo, chumilla o guaba, que hace referencia a la especie Inga edulis, biácea mayormente utilizada en la extracción de látex
perteneciente a las fabáceas. De esta misma familia de leguminosas también es el para la elaboración de caucho fue la Hevea brasiliensis,
dormilón, jaboncillo o dormidero, nombre que en otras regiones se aplica al Ente- la especie Hevea benthamiana también fue explotada
rolobium schomburgkii, que comparte el ecosistema con el arenillo, mejor conocido para la obtención de un caucho de menor calidad.
como milpo o flormorado (Erisma uncinatum) de las voquisiáceas. Se encuentra allí

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos

Arecáceas Mauritia flexuosa Moriche, canangucha Alimento, extracción de aceite

Bromeliáceas Bromelia sp. Bromelia Ornamental


Droseráceas
Drosera sp. Rocío de sol Ornamental
(Planta canívora)
Dormilón, jaboncillo
Fabáceas Enterolobium schomburgkii Artesanal
u orejero
Guamo, chumillo (a),
Fabáceas Inga edulis Alimento, leña
guaba
Heliconiáceas Heliconia sp. Platanillo, heliconia Ornamental

Lecitidáceas Eschweilera juruensis Carguero, coduiro Maderable y ornamental

Lentibulariáceas (Planta
Utricularia sp. Col de vejigas Ornamental
carnívora)

Moráceas Pseudolmedia laevis Árbol de leche, capinurí Maderable

∙ 47 ∙
El r e to d e l a c o n s e rvac i ó n
La principal pregunta que se hacen los expertos, y que también
nos deberíamos hacer todos los colombianos, es cómo conser-
var este paraíso de la naturaleza y dejar que siga su curso evolu-
tivo sin que las actividades humanas intervengan con su codicia
Vegetación en formaciones rocosas de riquezas y rompan el valioso equilibrio que se ha conseguido
con el paso de millones de años. Ya lo hemos intentado.
Estuvieron primero los pueblos indígenas que se asentaron
Los dibujos en las piedras originalmente allí y que, gracias a su población, necesidades
En 1992, durante la expedición científica al Parque Nacional básicas y costumbres, hicieron parte armónica de ese mismo
Natural de Chiribiquete, los arqueólogos pudieron encontrar equilibrio y tan solo dejaron la huella de sus pictogramas en
un tesoro dibujado en las paredes de los tepuyes: algo así las paredes rocosas. Luego vinieron los primeros exploradores
como unos doscientos mil pictogramas, el mayor yacimiento europeos, durante el descubrimiento, que aquí se dio mucho
arqueológico encontrado hasta la fecha en toda la selva amazó- después de los primeros viajes, quienes apenas si pasaron de
nica, abundante en belleza y misterio. Semejante cantidad de largo y dejaron sus crónicas; y tras ellos vinieron los colonos,
pictogramas parece revelar que el lugar estaba revestido de un que se fueran asentando lentamente, como aquellos caucheros
importante significado mítico y que fue visitado por muchas que dieron comienzo a una intervención más agresiva y dejaron
culturas indígenas durante un período aún sin precisar. Los allí una huella de miseria y violencia como pocas veces ha
actuales chamanes cuentan que allí se daban cita para hablar vivido la historia de Colombia. Después vendría el auge de los
con el “Dueño de los Animales” y pedirle que los mantuviera cultivos ilícitos, que se resguardan en sus espesuras, esquivas a
vivos en la selva. Aunque hay muchas escenas de caza de vena- los controles del Estado, y que han traído una renovada estela
dos, dantas, chigüiros y otros, es el jaguar, como símbolo divino de estragos y conflictos. Dicen que la selva se defiende sola, y
de la fertilidad, el animal que se impone. No es de extrañar que es cierto, pero el hombre es cada vez más efectivo a la hora de
este imponente paisaje de mesetas elevadas, flanqueadas por apropiarse de sus recursos y perturbar su paz. Si no se pone
paredes inaccesibles de roca, coronadas de plantas misteriosas, un límite a nuestra intervención, no quedará qué mostrar de
algunas veces perdidas en la niebla, se convirtiera en un lugar la fabulosa selva que rodeaba la serranía de Chiribiquete a los
sagrado para los pobladores antiguos de la selva, un lugar que que nos sucedan, por más que las mesetas aisladas acaso logren
propiciara la conjunción de lo divino y lo terreno. cuidarse por sí solas.

U na ll e g a da d e p e l í c u l a
Por tierra, pues se puede llegar así a la serranía de Chiribiquete, hasta Dos Ríos se requieren dos días de camino
desde Miraflores. Si se quiere llegar por ruta fluvial, desde Araracuara, se requieren unas veinte horas de navega-
ción por el río Caquetá hasta la desembocadura del río Yarí, donde se sigue hacie el oriente hasta la desemboca-
dura del Mesay. Aguas arriba de este río, más o menos a ciento veinte kilómetros, se puede encontrar la estación
biológica de la Fundación Puerto Rastrojo. Bueno, ahora solo faltaría llegar primero a Miraflores y a Araracuara,
pero para eso no queda otra opción que tomar un avión de Bogotá a Villavicencio y de ahí otro hasta esos lugares;
a menos que alguien quiera vivir la aventura del protagonista de La vorágine y se arriesgue a que lo devore la selva.

∙ 48 ∙
S er ran ía de C h i r i biq ue t e

Un t e s t i g o d e l a e vo l u c i ó n
Allá arriba, en las mesetas que coronan los tepuyes, como los de Chiribiquete y La
Macarena, se han sumado tres grandes para conformar lo que hoy se puede ver allí:
Gea, Flora y Fauna. Las dos últimas, como en todas partes, son tal para cual. Nada
sobra en ese ecosistema que lleva millones de años de evolución conjunta. Ambas,
Flora y Fauna, comparten los pocos recursos que tienen a su disposición y se equi-
libran, se podan, se talan, crecen hasta donde ellos les permiten. Tienen una cita
ineludible en ese lugar que ha marcado sus vidas, su evolución de formas, tamaños,
hábitos alimenticios y maneras de reproducirse. Y ese lugar exclusivo y duro fue forjado
por Gea durante cuatro mil millones de años, lo que va entre la formación de la Tierra
hace cuatro mil seiscientos millones de años y el inicio del período Cámbrico, hace
quinientos setenta millones de años. Primero las rocas y las aguas perduraron solas, sin
vida, hasta la aparición de los primeros seres unicelulares hace unos tres mil seiscientos
millones de años. Luego la vida se abrió paso sin pausa, aunque por momentos casi
desapareció en cataclismos geológicos. En los comienzos, las plantas y animales vivían
en una gran meseta, sin estar aislados del mundo, pero luego, con la manera lenta pero
implacable de los fenómenos tectónicos que levantaron las escarpas y activaron los
fenómenos erosivos, la gran llanura se fue cuarteando, hasta quedar, millones de años
después, salpicada por estas islas de roca. Durante este largo tiempo cada planta, cada
animal, se fue especializando en vivir con lo que le tocaba. Generación tras generación,
cada especie se fue adaptando al cambiante hábitat. Las plantas mudaron de forma y
tamaño, para adherirse mejor a las rocas y requerir menos energía. Los animales las
siguieron en la brega por sobrevivir en este lugar inhóspito. La naturaleza de las rocas
generó suelos muy arenosos y pobres en nutrientes, lo que llevó a reforzar en las plan-
tas la capacidad de encontrar de qué vivir y de retener el agua, que caía a torrentes pero
que se escapaba por carencia de un suelo que la embebiera. Solo las aves y los insectos,
por su capacidad de volar, mantuvieron el contacto con el resto del mundo, trayendo
las semillas y el polen que han conservado la biodiversidad, como si esas nuevas plantas
hubieran ido presentando su solicitud de admisión para ser consentidas en este eco-
sistema privilegiado, donde no caben sino los que pueden sobrevivir o adaptarse a un
medio altamente agreste.

Plantas en
suelo de roca

Platanillo tarriago
Phenakospermum guyannense

∙ 49 ∙
Poderosa y desnuda
como la madera

esde los Llanos Orientales y hasta la manigua amazónica se entabla un diálo-


go que la naturaleza aglutina bajo el principio común de la exuberancia. Porque
allí la desproporción se manifiesta en todo y la transición de la llanura a la mon-
taña, y de la sabana a la selva, está hecha para que la belleza se burle de lo mesurable.
Viéndolo así, el territorio final de ese diálogo no podía haber tenido mejor nombre
que Amazonas. De la misma manera como el arte figuró a esas mujeres mitológicas
a modo de fornidas pero hermosas guerreras, rudas y atrayentes, asimismo esta re-
gión exhibe esta doble faceta. El sur del país, en sus regiones de Orinoquia y Ama-
zonia, es entre muchas cosas un testimonio de la belleza sin domesticar, que oprime
por su fuerza desfasada al mismo tiempo que cautiva. Hay
allí entonces una mezcla curiosa entre lo recio y lo hermoso. Rudos algunos, sutiles otros, bellos todos,
Esas dos caras de lo tenaz y lo bello se alternan todo el los árboles de selva adentro atrajeron
tiempo y se traspasan a los árboles y a la gente que vive en aserradores que fueron quienes colonizaron
torno a sus maderas. Porque es tenaz, por ejemplo, la vida de estas maniguas y estas sabanas
los aserradores que desde mediados del siglo pasado entraron
a abrir trochas por el Caquetá o el Meta hacia el sur. Pero también es bellísima la
de algunos pueblos indígenas que pasaban meses primero aserrando y después es-
culpiendo sus criaturas mitológicas en figurillas de madera rojiza, con el único fin
de adorarlas en rituales hedonísticos, al punto de llegar a dar la feliz explicación que
dieron los huitotos hace cien años a Theodoro Konrad, unos de los primeros etnólo-
gos en visitarlos: “Trabajamos para poder bailar”.
A los aserradores se les debe gran parte de las recientes colonizaciones desde
los años sesenta para acá. Entraron buscando lo más codiciado: cedro macho, caoba y

∙ 50 ∙
Made rabl e s

Lomo de caimán
Platypodium elegans

Cultivo de acacia
Acacia mangium

Camucamu
Myrciaria dubia

∙ 51 ∙
achapo en Caquetá y Putumayo; cedro, flormorado y volador en los Llanos; o palma
chiqui chiqui, de la que extraían fibra, en el Vichada. Todavía quedan algunos que
siguen esta profesión, y no lo hacen de una forma muy distinta a la de aquellas épo-
cas, aunque usar la motosierra les ha facilitado las cosas y ya no tienen que hacerlo
con troceros y serruchos como antes. Antaño, para enfrentar “el poder desnudo de
la madera” —como decía el poeta Rojas Herazo— debían invertir horas de lucha y
fuerza y aguante de guerreros, buscando un pulso único de movimiento para ase-
rrar un tronco rebelde. No cualquier pareja podía hacerlo bien: era necesaria una
buena coordinación con el compañero. Dependiendo del desempeño se era “colero”
—quien serrucha abajo del tronco, puesto horizontalmente— o “cabezalero” —en la
parte superior—. Del lado del cabezal no cae el aserrín, pero se necesita más fuerza
para el empuje, por lo cual entre los aserradores la posición denotaba una dignidad
que los acompañaba toda la vida.
Pero los de ahora tienen que hacer expediciones cada vez más largas, adentrarse
más en la selva si quieren encontrar las maderas preciadas. Algunos del Caquetá y
Putumayo cuentan que pueden vivir semanas de trabajo duro entre la manigua. Y
cada día, por un rato, deben ir a buscar algún descampado para salir a tomar el sol,
obstruido en el lugar de trabajo por la espesura de la selva, que los cubre como cual-
quier techo artificial.
El transporte en muchas ocasiones no es distinto al de otros tiempos. En al-
gunos sitios todavía no hay caminos, por remotos o porque el invierno destruye lo
que se haga, y la única forma es sacar la madera “balseada”. Desde el sur del Meta,
por ejemplo, los aserradores hacen balsas de troncos atados y las echan a flotar por
ríos como el Ariari y otros que son la única vía de salida, casi siempre hasta Puerto
López, o a cualquier pueblo donde puedan vender la madera o cargarla en camiones.
Castaño o nuez del Brasil Sobre la balsa navegan ellos, timoneando; y en esa plataforma acondicionan “cam-
Bertholletia excelsa buches” donde comen y duermen el tiempo que dura la navegación río abajo. Eso sí,

Cedro amargo y cedro achapo


Cedrela odorata y Cedrelinga cateniformis

∙ 52 ∙
Made rabl e s

haciendo alto en los tramos donde se forman “moyas”, cada pero también la más escasa ya: la caoba (Swietenia
remolinos intransitables que los obligan a desarmar la macrophylla), árbol frondoso a partir del cual se fabri-
balsa, salir a tierra y pasar la madera en hombros has- ca la mueblería color vino más exclusiva y costosa del
ta el sitio donde el agua se tranquiliza de nuevo, para mundo, así como mandolinas y fagots para la música
seguir navegando. clásica. Tan apetecida es, que su existencia en la región
Para ser aserrador se necesita la rudeza y la tem- amazónica mermó en un siglo un ochenta por ciento.
planza propias de la zona. No obstante, estas mismas Otras especies brindan meramente una madera
tierras moldean también la sensibilidad minuciosa de pesada y sólida, motivo por el cual se destinan para
la estética. Así, se explota todavía, por ejemplo, la be- postes y columnas de las edificaciones, donde siguen
lleza del árbol palisangre (palosangre, palisanto, chi- de pie, ostentando la fuerza erguida que solía conferir-
mico o granadillo), que alcanza los cuarenta metros de les su dignidad salvaje. Ahí están por ejemplo el cuyubí,
altura y los ochenta años en la edad adulta, de aspecto conocido también como ahumado o acapú (Minquar-
rojizo y brilloso y que produce un aserrín colorado del tia guianensis); el andiroba (Carapa guianensis), y, más
que dice la mitología indígena que viene de la sangre hacia la región llanera, el palo boya
de una doncella sacrificada. La comunidad de los ticu- (Malouetia tamaquarina). Por su
nas emplea su madera en la talla de figuras y estatui- peso y solidez casi mineral sirvie-
llas inimitables, formas en granas de brillo intenso y ron igualmente para fabricar los
lisura perfecta que las hace parecer de cobre esculpido. puentes, que allá siguen siendo
Ahora, además de las antiguas criaturas mitológicas, insuficientes, y las traviesas de las
también fabrican animales salvajes o simples utensi- líneas del ferrocarril que nunca lle-
lios caseros, pues la talla del palisangre se volvió un gó hasta la selva.
modo de sustento para los indígenas y un referente También hay maderas livia-
turístico en Leticia. nas pero igual de compactas e im-
Con la doble faceta de lo rudo y lo bello, los ár- penetrables. Algunas comunidades
boles maderables de estas regiones pueden dividirse indígenas del Amazonas fabrican
en esos dos grandes grupos. De un lado, los de madera sus canoas y remos del árbol acha-
fuerte y pesada, y del otro, aquellos de madera liviana y po (Cedrelinga cateniformis), o, en
dócil para ser moldeada con preciosismo. la Orinoquia, del orejero (Entero-
Algunas especies suman las dos condiciones, y lobium schomburgkii). Y blancos y Mabaco
de ahí su prestigio. Como el caso del cedro, el árbol colonos las buscan para construir Attalea cf. racemosa
más codiciado sin duda, en las diversas clases en que embarcaciones grandes y carroce-
se lo describe: Guarea guidonia, conocida como bili- ría para camiones, dada su resistencia, equiparable a la
bil, trompillo o cedro macho; amén de Cedrela odorata, del cachicamo o aceite (Calophyllum brasiliense) o a la
Cedrela montana y Pachira quinata. Los cedros llegan del macano (Terminalia amazonia), de apenas quince
a ser colosos de sesenta metros de alto y troncos con metros y con una madera más parecida a un blindaje.
diámetros de hasta metro y medio. El encanto de su Para toda suerte de plataformas flotantes el
madera radica en que de ella se puede sacar belleza o preferido es el balso (Ochroma pyramidale), llamado
fuerza según se quiera: pues aunque es rígida y pesada, también balsa o palo de lana. Es un árbol de tronco
al mismo tiempo es moldeable. Así, con ella se elabo- larguirucho y ramas de torsiones bruscas que se in-
ran desde columnas y postes para soportar toneladas, crustan contra el horizonte extenso de los llanos, y
hasta guitarras y tiples de tallado minucioso y mesas y hacen parecer el cielo un fondo falso que confunde
molduras de fina ebanistería. la perspectiva. Su madera es compacta pero liviana
La madera de cedro fue la más explotada en el como la que más. Ninguna otra materia puede ser
pasado, junto con otra de fama global, aún la más bus- leve y sin embargo impenetrable.

∙ 53 ∙
Aserrador en el Igaraparaná

Vienen después especies menos recias que tole- tallados o las puertas y chapas hechas de cabo de ha-
ran el trabajo manual. Se dejan cepillar y tallar y sa- cha (Iryanthera tricornis) o de pino chaquiro (Podocar-
carles la gracia y la belleza para ver o para oír. Ahí está pus guatemalensis). Porque cuando los árboles se dejan,
el higuerón (Ficus maxima), del que salen las cajas de cada fragmento se aprovecha hasta el final; como pasa
resonancia para los timbales y percusión, o para los con el yarumo (Cecropia sp.), muy usado y explotado
estruendos rockeros de las baterías. Algo de esos ár- en la Orinoquia, porque hasta convertido en breves
boles sigue presente en nuestros cultos. Sin salir de la astillas sirve para fabricar fósforos.
música, mencionemos con menos decibeles los cantos Lo recio y lo hermoso, en suma, conforman las
de las misas católicas que los fieles del llano entonan, dos caras de ese tapete de árboles inexpugnables aco-
sentados sobre un laurel oloroso en forma de bancas modados en las cuencas del Orinoco y el Amazonas, y
de iglesia, y ante un Cristo clavado en una cruz de que según se quiera representan belleza o fuerza ilimi-
madera del cañafistol llanero (Cassia leiandra), con el tadas. Esa condición dual es su única y peculiar iden-
que se construyen la mayoría de los altares de la región, tidad. Para quienes los trabajan allá adentro ninguna
con detalles milimétricos y espléndidos. otra distinción vale, ni siquiera la de los latinajos con
La carpintería también aprovecha bastante esa que la ciencia los bautiza para catalogarlos; y mucho
madera amigable que se deja estriar en arabescos para menos entienden de nacionalidades, porque los árbo-
ornato de muebles y gabinetes, o sigue presente en les son del llano o de la selva, y solo eso, sin dar cabida
casas y edificaciones: desde los pisos fabricados con a embelecos políticos que trazan fronteras y divisiones
flormorado. (Erisma uncinatum), hasta los techos de que bajo su sombra milenaria se tornan fantasiosas,
laminados de volador (Ceiba samauma) y los marcos por no decir risibles.

∙ 54 ∙
Made rabl e s

En letra cursiva

La diversidad de especies botánicas con propiedades maderables que encontramos a la que pertenece el palosangre, chimico o granadillo
en las regiones de Amazonia - Orinoquia ocupa casi el cincuenta por ciento de los (Brosimum rubescens), el higuerón (Ficus insipida) y
árboles de esta zona. Presentan diferentes finalidades de uso, tales como la construc- el matapalo (Ficus donell - smithii), denominado así
ción, la ebanistería, las artesanías, la ornamentación, o inclusive algunos de doble debido a que tiende a crecer sobre otros árboles, a los
utilidad, como la medicinal y la maderable. que muchas veces estrangula. Una familia botánica
Teniendo en cuenta la gran variedad de especies maderables de ambas regio- con árboles tanto maderables como ornamentales es
nes, muchas comparten la misma familia botánica. Es el caso de las fabáceas, que la de las malváceas, de la que hace parte la balsa o palo
suelen producir una madera fuerte y resistente. El matarratón (Gliricidia sepium), de lana (Ochroma pyramidale), al igual que las muy
el achapo o achuapo (Cedrelinga cateniformis), el algarrobo (Hymenaea parvifolia), conocidas ceibas (Ceiba pentandra). Y la familia con
el orejero o dormilón (Enterolobium schomburgkii) y el sarrapio (Dipteryx rosea) son mayor cantidad de especies tanto maderables como
algunas de ellas. Muchos de los árboles maderables que producen maderas finas productoras de diferentes fibras para artesanías es la
y muy apreciadas pertenecen a las meliáceas, como el cedro (Cedrela odorata), el de las arecáceas, es decir, las palmas. Dentro de ella,
cedro macho o bilibil (Guarea guidonia) y la caoba o caoba americana (Swietenia cabría mencionar el chiqui chiqui o fibra (Leopoldinia
macrophylla). Las bignoniáceas hacen su aporte a este universo con el ocobo, flor piassaba), la milpesillo (Oenocarpus minor) y la palma
blanco o guayacán rosado (Tabebuia rosea) y el palo de arco (Tabebuia serratifolia). chúntaro (Aiphanes lindeniana), entre otras.
Y por el lado de las miristicáceas están el sangretoro o cumará blanca (Virola suri- A pesar de la gran variedad de especies madera-
namensis), de utilidad tan maderable como medicinal, el cual comparte la familia bles y de sus muchos individuos en ambas regiones, la
botánica con el cabo de hacha (Iryanthera tricornis). Otra de las familias botánicas tala excesiva los está llevando a la lista roja de especies
con una buena cantidad de especies maderables y medicinales es la de las moráceas, vulnerables o en proceso de extinción.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Apocináceas Malouetia tamaquarina Palo boya Maderable y artesanal
Bignoniáceas Jacaranda copaia Chingalé Carpintería, pulpa para papel y medicinal
Ocobo, florblanco, Construcción, ebanistería, ornamental
Bignoniáceas Tabebuia rosea 
guayacán rosado y antídoto contra mordeduras de serpiente
Combretáceas Terminalia amazonia Macano o amarillo Madera apreciada en construcción
Jaboncillo, orejero
Fabáceas Enterolobium schomburgkii Maderable y artesanal
o dormilón
Fabáceas Gliricidia sepium Matarratón Maderable y sus semillas se utilizan contra ratones
Cedro bastardo
Meliáceas Cedrela odorata Maderable y medicinal
o cedro amargo
Olacáceas Minquartia guianensis Acapú o ahumado Madera apreciada en construcción
Podocarpáceas Podocarpus guatemalensis Pino colombiano Maderable y artesanal

Urticáceas Cecropia sp. Yarumo Maderable y medicinal

∙ 55 ∙
Construcción en moriche
Mauritia flexuosa

Negocio a pa l o s
El mercado de productos forestales es el tercero más importan-
te en el mundo, después del petróleo y el gas. Esto ha hecho de
la Amazonia una muy atractiva fuente de material. El reto está
en conjugar su al parecer inevitable explotación con la garantía
de conservación y afectación mínima de sus especies. El asunto
no parece fácil: el ochenta y cuatro por ciento del territorio de
la Amazonia colombiana sigue siendo de bosques naturales,
Doble pa p e l y la superficie deforestada no llega al diez por ciento, pero la
El interior de un tronco de madera se conforma básicamente cifra sigue en aumento. Entusiastas cálculos económicos hablan
por dos clases de materia. En primer lugar está la llamada de un potencial maderable de la región representado en 3.238
albura, conformada por las partes exteriores, es decir, las capas millones de metros cúbicos de madera; de esos, el cuarenta y
de crecimiento más reciente. Este es el tejido activo biológica- dos por ciento pertenece a especies comerciales, y un porcentaje
mente, que sirve como transmisor de agua y sales al organismo casi igual, el cuarenta por ciento, corresponde a árboles de valor
vegetal.En segundo lugar está el denominado duramen, ubicado y propiedades desconocidos hasta la fecha. Y es que todavía hay
en el centro, y que es esa materia formada por células muertas, mucho por saber de estos árboles de la selva, antes de empezar
acumulada en el interior por el crecimiento centrífugo del a derribarlos para ponerles precio.
tronco. De cada una se extraen sustancias, entre medicinas,
alimentos y resinas, según la especie.
Esa diferencia de componentes de la madera, en la Ori-
noquia y la Amazonia se aprovecha para obtener de algunas La i l e g a l i da d to ca m a d e r a
especies la llamada pasta o pulpa de celulosa, de la cual final- El tráfico ilegal de la madera, esto es, la tala y el comercio de
mente se fabrica papel. Abundan en estas regiones especies que, especies protegidas sin los controles de la ley, motivo primordial
además de maderables, entran dentro del grupo de las llamadas del acelerado proceso de extinción de estos. Según datos del
maderas pulpables. Ministerio del Medio Ambiente, el cuarenta y dos por ciento
El proceso de extracción es complejo. Empieza por des- de la madera que circula en el país tiene un origen ilegal. Solo
cortezar los troncos, astillar el duramen y tratarlo químicamen- en la Orinoquia, cada año se talan ilegalmente nueve mil tres-
te para la obtención de pulpa. La técnica data apenas del cientas hectáreas de bosque. Las especies más apetecidas para
siglo xix y propició un papel más barato que facilitó muchas el comercio ilícito son el machaco, el cañafistol, el guayacán
clases de publicaciones, entre ellas, por dar un ejemplo, las rosado u ocobo, el flormorado y, en primerísimo lugar, el cedro
revistas y librillos norteamericanos del llamado género pulp (Cedrela odorata), cuya madera puede llegar a tener un valor
fiction, que debe a ello su nombre. comercial diez veces mayor que las demás. Su prestigio se torna
En la Amazonia y la Orinoquia las principales especies triste y lo lleva a encabezar de lejos, junto con el árbol caoba, la
al mismo tiempo maderables y pulpables son el cedro macho lista de los árboles maderables en mayor peligro de desaparecer,
(Guarea guidonia), el pino colombiano o pino chaquiro (Po- según el Libro rojo de las plantas de Colombia, publicado en el
docarpus guatemalensis), el tara (Simarouba amara) y el volador 2006 por el Ministerio del Medio Ambiente y el Instituto
(Ceiba samauma). Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi.

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Made rabl e s

Piedemonte e interfluvios
Por piedemonte se conoce al sitio donde la llanura termina y empieza la montaña. En el
Meta y el Casanare muchos de los primeros pueblos se fundaron allí. Y en esa zona, en
la llamada selva del piedemonte llanero, se encuentra una rica diversidad botánica. Exis-
ten más de veinte especies de palmas y ciclantáceas de grandes hojas, como la popular
iraca de los sombreros. Dominan, sin embargo, las especies de leguminosas, dentro de
las cuales se ubican diversos maderables como el orejero, el ojo de venado y el sarrapio.
Y junto con ellos, en esa franja que bordea el retoño de la montaña, se encuentran otros
de los maderables más preciados de la Orinoquia como el guayacán rosado, también
conocido como ocobo, el laurel oloroso, el cabo de hacha, el achapo y el peine de mono
o peine de mico.
En la Amazonia, las zonas de mayor aprovechamiento forestal son las áreas
de influencia de los grandes ríos como el Amazonas, el Putumayo, el Caquetá y el
Apaporis. En sus interfluvios se localizan especies que toleran los sitios inundables.
Predominan las familias lecitidáceas, como la del carguero o cocomono, y las cesalpi-
náceas, actualmente mejor conocidas como fabáceas, como es el caso del algarrobo, el
matarratón y el bejuco barbasco. Por interfluvio se entiende el espacio intermedio entre
los cauces deprimidos por los que corren las aguas. Los maderables más aprovechados
en esas zonas son el sangretoro, el cabo de hacha, el cedro y algunas lauráceas como el
Cedro amargo palo de rosa y el sombrilludo. Todos ellos, por su precio, justifican el transporte a lugares
Cedrela odorata distantes como Puerto Leguízamo, Florencia o Leticia.

El más durable
La mueblería de madera del árbol cuyubí o ahumado puede durar varias generaciones sin
deterioro alguno. Para Hermes Guaynas, un viejo aserrador que hace parte del resguardo
indígena Yaguara II, en el Caquetá, esta es su madera preferida; y asegura que hasta ahora
nadie ha podido saber a ciencia cierta cuánto tiempo pueden durar los muebles que se le
sacan. Hace diez años que prohibieron allí su comercio dado el agotamiento de la especie,
porque no quieren perderla por completo. Guaynas cuenta que la medida recibió el apoyo
hasta de los grupos armados ilegales. Pasó tanto tiempo sin que nada les sucediera, que él
ya perdió la cuenta de la edad de algunos de los primeros gabinetes que hizo para su casa,
que en todo caso iba ya como en sesenta años. Siguen intactos. Dice que, a ese paso, los
mismos gabinetes se van a poder reutilizar para su ataúd.

Caracolí
Anacardium excelsum

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Andén
orinoquense

ay un silencio pertinaz en este entramado de caños y de canales y de manan-


tiales que van buscando ríos para entregarles sus aguas tranquilas, hasta que al
final todos terminan tributándoselas al Orinoco, este gigante que con sus dos
mil ciento cuarenta kilómetros es el tercer río más caudaloso del mundo y que aquí
señala el límite de Colombia con Venezuela.
Todos, digo, que son tantas aguas de tantos colores y de tantos nombres que
parecen reunidas aquí todas las aguas del mundo. Mansas, anchas, la mayoría;
ariscas otras cuando gritan en forma de remolinos, porque en sus lechos duermen
desde hace millones de años los vestigios de las inmensas afloraciones rocosas que
son el segundo rasgo de identificación de esta región del
andén orinoquense. Entre Inírida y Carreño, al occidente del
Aguas, su primera característica: son caños y canales Orinoco, por donde cruzan ríos y retumban
infinitos, membranas por las que van los muy expertos na- raudales. Ahí, aquí, en plena estrella fluvial
vegantes para penetrar la selva. Por esos hilos de agua, bor- de oriente, esta subregión prodigiosa
deados de esteros y vegetaciones espesas, se llega a lejanías
después de días de bonga, casi siempre en silencio, en compañía de indígenas cu-
rripacos, puinaves, cubeos casi siempre, capaces de identificar de dónde proviene la
algarabía de una selva muy activa en la que hay al menos noventa especies de aves y
quién sabe cuántas clases de animales, sobrevivientes de aquel exterminio que tuvo
nombre: tigreros y canaguaros se llamó para siempre a quienes en la década de los
años cincuenta y sesenta del siglo pasado se dedicaron en estas selvas al extermino de
panteras, jaguares, caimanes, babillas y, en la misma bolsa, loros, guacamayas, garzas
blancas. Fueron cazadores que asolaron al Guainía de Colombia; hordas brutales

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An dé n or i no q ue ns e

Ceiba entre tepuyes


Ceiba pentandra

Horquetero orinocense
Tabebuia orinocensis

Flor de Inírida en invierno


Guacamaya superba

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Palo de aceite
Copaifera pubiflora

que buscaban en qué ocuparse tras el desempleo en el menos que un mar cuando hacen un delta. Aquí, en
que quedaron después del apogeo del caucho. este lugar en el que solo los mejores navegantes distin-
Otro allanamiento, no a machete y sangre, tuvo guen el color de las aguas, se forma la estrella fluvial de
lugar en estas tierras de amaneceres que permiten ver oriente, conocida también como la estrella fluvial de
al trasluz la magnitud de algunas de las ceibas más Humboldt, en honor, claro, al naturalista que constató
grandes imaginables; otro allanamiento, de tipo reli- su majestuosidad en alguna de sus exploraciones por la
gioso. Las Misiones Nuevas Tribus, orientadas por una manigua. Y más arriba —remontando el Orinoco ha-
catequizadora de nombre Sophi Müller, penetraron cia el Vichada colombiano, por los setenta kilómetros
jungla adentro para traducirles a su lengua la Biblia a que componen lo que se llama la subregión de andén
los indígenas. Fue también en la mitad del siglo xx, y orinoquense—, más allá de este mar que se forma en
la tozuda señorita Müller, de origen alemán e hija de esta confluencia, corren otros ríos: Bita, Meta, Tuparro,
un pastor protestante, conquistó conciencias, introdu- Tomo, Matavén, Vichada.
jo una nueva moral, vendió miedos y erradicó costum- Todo esto sucede en la margen occidental del
bres, hasta conseguir que el Guainía fuera el primer río Orinoco, entre dos extremos con nombres propios:
departamento evangelista de Colombia. Puerto Inírida y Puerto Carreño, sobre una superficie
Hablaba de aguas. De caños —el Bocón, el Gua- casi plana, apenas sobresaltada, bellamente sobresal-
rivén, el Cunuben— y de otras aguas, muchas, profun- tada, cada rato sobresaltada, por aquellas afloraciones
das, que van por ríos que se llaman Inírida, Guaviare, rocosas que llaman con la voz indígena de tepuyes
Atabapo y Orinoco y que en un punto se vuelven poco (montañas), que forman parte del Escudo Guyanés

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An dé n or i no q ue ns e

y que tienen una edad geológica que viene desde el cinas, al igual que el platanillo de monte, que también
comienzo de los tiempos, desde la formación misma se sirve en una y en otra, o el platanillo rojo, que es
del planeta Tierra. Por, eso cuando se recorren estas elemento ornamental en las dos cuencas. Todos ellos
sabanas al norte, o se ingresa a la manigua a través de ejemplos de la diversidad compartida, en la que por
los esteros al sur, se está en la zona de los tatarabuelos su tamaño sobresale el higuerón o yanchama, que es
de los bosques del mundo. tanto maderable como medicinal.
La edad de la zona es de dos mil millones de años Al sur de este andén, en la parte amazónica,
y es significativa por cuanto marca la consolidación del manda la vegetación de bosque de galería, que es la
continente suramericano. Esa —la de los montes de roca, que crece en la cuenca más próxima a los ríos, con
como los llaman también— es la segunda característica árboles que alcanzan hasta veinte metros de altura,
de esta zona, la más oriental de Colombia y que, pese a muchos de ellos maderables, como el matarratón, el
todo, a la cacería hasta el exterminio, a la deforestación algarrobo, el barbasco y el yopo. Abundan también los
para asentar ganaderías en la parte de la sabana, a la frutales de las malváceas, como el cacao, el cacao de
explotación sin control del coltán, el nuevo oro; pese monte y el copoazú. Pero quizás el
a todo eso, sigue teniendo algunos de los ecosistemas principal aporte a la alimentación
menos intervenidos por la acción del hombre. de los nativos lo hacen las eufor-
Es una región en muchas partes intocada y que biáceas, entre las que sobresalen la
permite, por ejemplo, una perspectiva que es casi una yuca brava y el cacay.
alucinación. A la salida de Inírida, hacia la sabana, en Además de los esteros, en el
cuyos suelos arenosos y húmedos crece como en nin- paisaje de las orillas de los ríos y los
guna otra parte del mundo la flor de Inírida en sus caños se destacan las ceibas. Enor-
dos especies, Guacamaya superba y Schoenocephalium mes en la parte amazónica del an-
teretifolium, se encuentra un cerro de roca muy exten- dén orinoquense, aparecen impo-
dido que es lugar de paseo de los locales. Cerro e’Sapo nentes y sanas en los recodos de los
se llama el sitio, y basta mirar en redondo para com- ríos, en compañía infaltable de las
probar cómo allí se produce el quiebre entre la cuenca palmas, que muestran el vigor mi-
del Amazonas y la del Orinoco. Hacia el nororiente, lagroso de las arecáceas, ya que de
la planicie con su vegetación escasa de árboles espa- ellas se extraen aceites, alimentos y
ciados; hacia el suroccidente, la jungla, con su bosque materiales para las artesanías: cho- Níspero o guayabo de pava
denso y sus nubes de aguaceros. tanduro, milpesos, moriche, cham- Bellucia grossularioides
La llaman zona de transición, porque va desde la bira y zancona forman parte de
altillanura hasta el borde de la selva, y todo eso a bordo la variedad de palmas que es fácil identificar al paso
del macizo de las Guayanas, lo que hace de esta región cuando vas navegando estos ríos amplios y limpios de
el vientre de creación y difusión de cientos de especies troncos náufragos u otros residuos vegetales, insólita-
de flora y fauna. Un milagro. mente limpios de ellos, estos ríos que corren hacia el
Esta vecindad, esta consanguinidad entre Ama- Orinoco con sus aguas a veces teñidas de rojo por los
zonas y Orinoco, guardadas las diferencias de suelos, taninos que arrancan del monte a muchos árboles.
les permite compartir una infinidad de plantas, una Sobre el lomo rojizo del Inírida se navega unas
comunión botánica que está bien expresada en este dos horas para llegar al asombro. En uno de sus re-
andén orinoquense. El mango, por ejemplo, o el ma- codos aparecen los cerros de Mavicure, tres rocas
lagueto (Xylopia aromatica), que en ambos territorios grandes como montes, manifestaciones del también
tiene uso medicinal. La palma real crece sin distingos llamado macizo Guayanés o Guyanés. Pajarito es la
a lado y lado, así como el arizá (Brownea ariza), una máxima altura, setecientos treinta y seis metros, y so-
fabácea; y gran variedad de ajís, básicos en las dos co- bre sus laderas ha obrado el reino vegetal lenta pero

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Cerros de Mavicure
Vegetación adaptada a suelos rocosos

persistentemente, al punto de que aquí, como en todos pueden pescar en sus ríos. O de hoja, gancho rojo, raya,
los otros fenómenos minerales, incluida la serranía de corredora, pampanitas o pencil, como se llaman algunos
Chiribiquete, hay claramente vivas y en reproducción de los peces ornamentales que también nadan por allí.
especies de Vellozia, Paepalanthus, Mandevilla, Cissus De eso se habla. De la Reserva Nacional Natural
y Eleocharis, que han crecido en condiciones muchas Puinawai, en el Guainía, y del Parque Nacional Natu-
veces inhóspitas —estresantes, les gusta decir a los ral El Tuparro, que abarca quinientas cuarenta y ocho
botánicos—, adaptadas a la escasez de nutrientes, y a mil hectáreas, en el Vichada, la mayor parte de ellas, el
pesar de esto muchas de ellas viven en las cúspides o setenta y cinco por ciento, en forma de sabanas, de lla-
laderas de las rocas. Son endémicas. nos, y el resto como bosques de galería, afloramientos
Pero no se habla de condiciones hostiles cuando se rocosos y largas y anchas comunidades de morichales.
habla de esta franja occidental del río Orinoco. Se habla Y cuando se habla del andén orinoquense, se habla
de vegetación apabullante, incluso en la sabana repleta también de mil quinientas sesenta y ocho especies de
de setas y sombreada por chaparros. Se habla de bocón, plantas vasculares y ciento cuarenta y cuatro de criptó-
morocoto, palometa, valentón, curvinata y sapuara, que gamas, que son las últimas estadísticas que se conocen
son algunos de los dieciséis peces comestibles que se de su inventario vegetal.

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An dé n or i no q ue ns e

En letra cursiva

Al hacer límite con la región Andina y la Amazonia, este andén orinoquense repre- Estimados por sus frutos alimenticios y por su
senta una altísima diversidad de especies botánicas y animales, debido al cruce entre capacidad maderable, cabe mencionar al almendro
regiones. De hecho, son los lugares donde quizás se da la mayor cantidad de especies (Caryocar glabrum), una cariocarácea, y al cacay o inchi
de los reinos animal y vegetal en el país. Entre la inmensa variedad de plantas sobre- (Caryodendron orinocense), una euforbiácea. Con un
salen aquellas que decoran la región por sus tamaños y colores y por sus finalidades valor maderable y medicinal encontramos al chaparro
de uso. Para la extracción de aceites, de fibras vegetales, e incluso utilizadas como o curata (Curatella americana), una dileniácea, y al
alimento, se reconocen las palmas. Las arecáceas, como el cumare o chambira (As- higuerón o yanchama (Ficus maxima), una morácea.
trocaryum chambira), la palma zancona (Socratea exorrhiza), el chontaduro (Bactris Apreciados en la mesa, encontramos al ají (Capsicum
gasipaes), el moriche (Mauritia flexuosa) y el seje o milpesos (Oenocarpus bataua). annuum), una solanácea, y el mango (Mangifera indi-
Apreciadas por su capacidad maderable y con sus semillas casi siempre ornamentales ca), una anacardiácea.
están las fabáceas como el chocho o macucú (Ormosia fastigiata), el jaboncillo, ore- Además sobresalen allí aquellas plantas que con
jero o dormilón (Enterolobium schomburgkii), el palo cruz o arizá (Brownea ariza), el sus flores ornamentan el paisaje orinoquense, como es
matarratón (Gliricidia sepium), el yopo (Anadenanthera peregrina), la yuca o yuca bra- el caso de las heliconias, tal la reconocida popularmen-
va (Manihot esculenta) y el algarrobo o copal (Hymenaea parvifolia). Y altísimamente te como platanillo rojo (Heliconia sp.), además de las
apreciadas por el sabor de sus frutos, están las malváceas como el cacao de monte vellozias (Vellozia tubiflora), y la flor de Inírida, que
(Theobroma subincanum), el cacao o chocolate (Theobroma cacao) y el famoso fruto siempre encanta con sus fuertes colores rojizos, catalo-
amazónico denominado copoazú (Theobroma grandiflorum), los cuales pertenecen a gada en sus dos versiones como Guacamaya superba y
la misma familia botánica de las grandísimas ceibas (Ceiba pentandra). Schoenocephalium teretifolium.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Alimento, producción de palmito y utilizado
Arecáceas Bactris gasipaes Chontaduro, pijiguao
en construcción
Arecáceas Oenocarpus bataua Seje, milpes, milpesos Construcción y alimento
Euforbiáceas Manihot esculenta Yuca, yuca brava, Alimento
Fabáceas Anadenanthera peregrina Yopo Medicinal, maderable
Fabáceas Gliricidia sepium Matarratón Maderable, medicinal
Fabáceas Hymenaea parvifolia Algarrobo, copal Maderable
Malváceas Ceiba pentandra Ceiba, chivecha Maderale, medicinal
Malváceas Theobroma cacao Cacao, chocolate Alimento
Malváceas Theobroma grandiflorum Copoazú Alimento
Schoenocephalium
Rapateáceas Flor de Inírida de verano Ornamental
teretifolium
Rapateáceas Guacamaya superba Flor de Inírida de invierno Ornamental

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Perfil

El sabio S chultes

que usaban los indios de Oklahoma, el conocimiento del sistema nervioso central y
en Estados Unidos. Y se fue metien- la mente humana. Tuvo para ello experiencias
do: pasó a querer saber cómo era la visionarias de la mano de un chamán en el
relación de los indígenas de Mé- valle del Sibundoy, en donde vivió tres sema-
xico con los hongos y fue bajan- nas con un grupo de kofanes. Y padeció sin-
do hasta llegar a la hoya amazó- sabores: la experiencia del estudio del caucho,
nica que exploró para hallar lo contratado por el gobierno de su país, resultó
que no sabía que estaba buscan- ingrata. Identificó ciento veinte mil árboles,
do en plantas medicinales, nar- pero esto no compensó la amargura que le
cóticas y venenosas. Así llegó a causó mirarle la cara al horror del trato brutal
su terreno favorito: el estudio que recibieron los indígenas por parte de sus
de la vegetación psicoactiva y explotadores. Esa lección, más accidentes aé-
psicotrópica. reos, ataques de malaria, naufragio de embar-
Con un Ph.D. recibido en caciones, asaltos de delincuentes, disturbios
Harvard (universidad que, con su familia y la civiles, disentería y beriberi, fueron parte de
selva, constituyeron la trilogía de sus amores la historia de Schultes. Una historia que tam-
Richard Evans Schultes eternos), Schultes escogió en 1941 a Bogotá bién incluye haber trazado rutas de ríos que
como sede alterna y escala hacia las selvas no estaban en los mapas y vivir entre tribus
No habrían exagerado quienes lo del Vaupés que fueron las que al comienzo lo que nadie sabía que existían. Y explorar pá-
hubieran descrito como un adicto a la sel- arrebataron. Venía a estudiar el veneno de las ramos y sabanas de la región Andina. Publi-
va. Había que advertir cómo Richard Evans flechas. Pero como su curiosidad era tan viva có más de cuatroscientos cincuenta artículos
Shultes abría los ojos y cómo arqueaba las como la selva misma, llegó a esa meta y siguió. científicos y diez libros, entre ellos Plantas de
cejas cuando ante él se aparecía ese muro ve- Su incursión en el Amazonas duró doce años los dioses, con Albert Hofmann, considerado
getal, insondable, que es la manigua. Quien en los cuales recolectó cerca de treinta mil el mejor texto sobre vegetación alucinógena.
mejor definió esa relación de este bostoniano especímenes de plantas, descubrió más de Una vida dedicada al conocimiento.
de nacimiento y de corazón amazónico con la trescientas especies medicinales desconoci- Hasta su final, a los 86 años, cuando era direc-
selva, fue Gerardo Reichel-Dolmatoff, el mí- das hasta entonces, ciento veinte de las cuales tor del Museo Botánico de la Universidad de
tico antropólogo, quien dijo que Schultes era fueron bautizadas con su nombre, y, de su tra- Harvard. Una vida de búsqueda inspirada en
un mediador. A través de él, miles de plantas bajo con chamanes de distintas etnias, extrajo su héroe, Richard Spruce, un botánico inglés
de la Amazonia se incorporaron a la botánica, conocimientos sobre más de mil quinientas del siglo xix que vivió y trabajó en el Ama-
y nadie mejor que él ha hecho entender la re- especies apreciadas por los indígenas por sus zonas durante diecisiete años. Y una vida —la
lación entre la naturaleza y los hombres. virtudes medicinales, narcóticas y venenosas. de Schultes— que ha ido dejando una estela
Schultes estuvo sesenta años en esas. La Estos hallazgos lo llevaron a ser un de- de émulos. Wade Davis, el primero entre ellos
seducción lo invadió cuando siendo un estu- fensor de las plantas alucinógenas para com- que siguió sus pasos —los de Schultes— para
diante de pregrado se preguntó por el peyote prender su composición química y avanzar en concebir el prodigioso libro El río.

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Morichales
El paisaje más asiduo
de la Orinoquia

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Los sonidos
de la selva

ice el indio, con su sencillez, que no hay nada más bello que el silencio que
precede a la melodía: esa sensación de abismo que genera la espera de la
primera voz. Una voz que suena como los pájaros o como los monos, o que se
viste de semilla para simular el trasegar en el racimo y sus vaivenes contra el viento.
Es la música de la Amazonia adentro. De esa marea verde y hermética, oscura
y viva, e inundada, que nos cuelga del sur, inconquistable. Es el relato mismo de una
región que solo conocen bien los indios, y que suena imparable con los ritmos más
diversos, con escalas únicas y armonías que dictan, desde tiempos sin memoria, los
árboles que son millones, el viento abundante que corre a través, los animales —in-
quietos— y, sí, también el hombre.
Es la canción que comienza con multitud de hombres y Casi todo árbol y toda planta, en la
mujeres previos a la conquista, hace cuatro, cinco siglos, dedi- inmensidad de este océano verde, se usa para
cados a la recolección minuciosa de todo lo que la naturaleza la comunicación. Y casi todo ello, más las
abasteciera. De una casa grande llamada maloca en la que semillas, se usa para sacar música
todo pasaba y pasa, todo convivía y convive, todo se devolvía y
se devuelve. De cientos de miles de familias que, no obstante las distancias y los abis-
mos invisibles, se conocían y se conocen, se comunicaban y se comunican, con el más
simple y primigenio tam-tam. Todo apunta a la supervivencia elemental. Al anuncio
de las noticias de una nueva familia, de la muerte de aquel, de la caza de aquellos. Y
en todo esto, los árboles, la materia prima para toda forma de comunicación.
De la necesidad primera, un instrumento: el juarai o maguaré, dos troncos de
casi dos metros de extensión a los que los huitotos y otras comunidades selváticas
—que se extienden hasta los límites con los llanos, en el norte de la Amazonia— les

∙ 66 ∙
M ú s ic a

Charapillo
Dipteryx cf. micrantha

Tamparo
Crescentia cujete

Capacho
Canna sp.

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Semillas Guadua y semillas de quirilla Totumo
Crescentia cujete

queman el corazón, la pulpa toda, y cuyo fuego van controlando con compresas de hojas
frescas hasta lograr dos estructuras huecas y ricas en tonalidades. Un instrumento imponente
y brillante hecho con maderas duras como las del comino real (Aniba panurensis), que llega
a los quince metros de altura, o como las del Brosimum lactescens, que alcanza los cuarenta y
cinco metros hacia arriba y hasta uno de diámetro, y que en no pocos rincones de Colombia
se conoce como guáimaro o árbol vaca. Le acompañan dos mazos construidos con las mismas
maderas y cubiertos con un subproducto del Hevea brasiliensis o caucho, material en el que los
indígenas del sur son maestros —tal vez porque también fueron esclavos—.
Primario, difícil de fabricar y casi mágico en su sonar es este instrumento que simula a la
campana de Occidente en su llamado ceremonial, y que, según investigadores como Luis An-
tonio Escobar, acompaña desde la recolección de frutos hasta la presentación ritual. Dicen que
en ese aparente silencio de la selva puede escucharse a kilómetros, y que su manipulación, solo
confiada a ciertos personajes del grupo familiar, convoca a decenas de hombres para eventos
sociales y rituales.
Pero el maguaré es uno solo. Macho y hembra, como se conoce a uno y a otro tronco
por sus sonidos graves y agudos, son apenas el comienzo de un conjunto de instrumentos
que llenan de vida a la Amazonia entera. Y como casi todo es un símil de lo que ocurre en la
selva, aparecen implementos ceremoniales como los sonajeros y las flautas, llenas de sonidos
y escalas, de colores, de usos.
El de los primeros es un sonido ligero que simula al agua las más de las veces, y que
Semillas de entada acompaña ceremonias tan precisas como el nacimiento de una niña. Arbey Jaibar, artesano

∙ 68 ∙
M ú s ic a

chamí del sur del Caquetá, los fabrica con Mucuna Y fue con ellos, con los religiosos, con los que no
sloanei o congolo, la semilla de un bejuco trepador que sabían hasta dónde iban a pastar sus miles de cabe-
recibe también el nombre de ojo de buey y que llega zas de ganado, que llegaron también músicas lejanas
a grandes alturas buscando la luz del sol. Las semi- y acogedoras, y en ese intercambio de cosmologías,
llas son unidas con paciencia por mujeres y niños con los sonidos andaluces, los bailes flamencos. También
cuerdas de Astrocaryum chambira, o chambira a secas, la guitarra.
el producto de una palma nativa y abundante que sir- Fue el inicio de un conjunto de transformacio-
ve también para el vestuario de las comunidades de la nes que llevó con muchos años a la confección de una
selva. Tienen, además, decenas de variaciones, como nueva identidad de región. Una hecha de mestizaje,
el firisai, un bastón percutor o vara sonajera, también del joropo como máxima expresión, y, por esa vía, de
usada en eventos especiales. cantos a las intensas jornadas de vaquería, al afán de la
Las flautas, por su parte, son muchas y tan be- producción de los clérigos, a la alegría de los amores
llas como lo permitan los árboles con sus hojas, frutos posibles y al dolor de los imposibles. Al calor húme-
y cortezas que, además de sonares, regalan colores: el do, al control de la tierra, al pájaro
jugo de las hojas de fríjol tierno para el verde intenso, que canta de noche como presagio
o las hojas de la misma planta ya madura para el ama- o como bendición.
rillo. También el laurel, poblador abundante de casi Y allí, de nuevo, los árboles:
todo el territorio colombiano. Desde las más simples, el insumo para la construcción de
fabricadas con Arundo donax o carrizo —especie de haciendas para el control de los
caña muy utilizada por los yakunas, makunas y tani- indios, que fueron cada vez menos;
mukas—, hasta la flauta de pan de los sikuanis de Bo- la materia exacta para el diseño de
ponae en el Vichada, cada aerófono tiene un sentido corrales, de herramientas para el
ceremonial y hermoso. Acompañados siempre de los trabajo, y, claro, para la fabricación
más diversos idiófonos, como las maracas de los cuivas de los nuevos instrumentos para
o las del pueblo piapoco, animan la fiesta de la vida, traducir su sentir, casi todos inter-
de la naturaleza y de la supervivencia en ese grueso e pretados con cuerdas.
impenetrable ensamble de natura que llamamos Ama- Así, pronto el guitarro, como
zonia. Ese hermano viejo y sabio que se abre de norte lo nombraron a su llegada los na-
a sur, y de sur a norte, y que en ese camino se entrega tivos, se convirtió en muchas otras Flauta bambú
a los Llanos Orientales, el hogar de la vaquería, la casa cosas, como el cuatro, y más allá,
de otros sones que rememoran amores y calor, un calor en la bandola pin-pon y el bandolín, estructuras con
intenso, antes de encaramarse a las frías alturas de la cajas de resonancia en forma de pera que necesita-
cordillera Oriental. ron de las maderas justas para su fabricación, y que
La fórmula pareciera simple: la música, como el eran las responsables —aún lo son— del componente
clima mismo, se hace viva y se acelera en el camino melódico y armónico de los conjuntos típicos llaneros.
que lleva desde la cordillera hasta los llanos. Allí estaba por fortuna la gran despensa, la extensa
Fue la música una estrategia utilizada por no llanura repleta de árboles, y entre todos ellos, abun-
pocas misiones cristianas que llegaron temprano en el dante granadillo. Además, una suerte de palo de rosa
siglo xvi a esa vasta región que nos une como siameses —muy escasa por demás— que ofrece una dureza pre-
con Venezuela y el Escudo Guyanés, y que satura de cisa y prolonga las notas de manera especial.
calor a todo cuerpo que se le arrime. Receta que fun- También las semillas, cortezas y frutos se unie-
cionó bien y convirtió a los jesuitas en los terratenientes ron a esa fiesta desbordada de melodías. Las prime-
y empresarios más poderosos de ese gran trozo de natu- ras, tal vez, fueron las maracas, el legado incómodo de
ra en esa que todavía no se llamaba Colombia. esa parte indígena del llanero. Incómodo, sí, porque el

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Maguaré
Instrumento que se obtiene del charapillo

mestizo ha pretendido ser otro siempre, y lo demues- o con pino y otras maderas perdurables que evitan el
tra, dicen los folcloristas, la conformación espacial rumor metálico que desdeñan los fabricantes de toda
misma del conjunto llanero: el maraquero, hasta no la vida. Un instrumento que se volvió nuestro a fuerza
hace mucho, siempre iba de pie. “Oficio de maraquero de mucho sonar, y que incluso reemplazó en el conjun-
/ oficio pa’ condenao / que los músicos se sientan / y el to típico llanero al bandolín.
maraquero parao”, dice un tradicional joropo. El ensamble de todas esas voces juntas describe,
Fabricadas con Crescentia cujete, calabazo o to- como nada más puede hacerlo, a los Llanos Orientales
tumo, las maracas aportan ese golpe rítmico incan- de hoy: a esa Orinoquia que es indígena y mestiza y
sable al conjunto de cuerdas de los llanos. Adentro blanca también. A esa tierra que baila, vibra y se re-
se deslizan decenas de achiras, o capachos —Canna godea en la riqueza de sus suelos, en sus dignísimas
indica—, y en su confección primaria eran decoradas labores diarias, en el calor que los convirtió en una for-
con plumas y no tenían mango. Su nombre proviene taleza cultural tan vasta como la planicie misma, y que
del río Maraca, dicen, que desemboca en la margen suena a joropo, seis, seis por ocho, atravesao, numerao,
derecha del Amazonas, y que era una suerte de dios zumba-que-zumba, galerón o figurao.
para comunidades como la sikuani, tan lejana, pero tan Todo nace por el hombre, dice Fernando Gaitán,
cercana a los garrotazos de la colonización. artesano sikuani del Vichada. “Pero todo se lo debe-
Hoy todo se une a la voz de un extranjero: el arpa, mos a la tierra, a la madre”, agrega. Y la prueba es esta
construida con Cedrela odorata, de las meliáceas, cono- música hecha por el hombre, el de siempre, con los
cido como cedro amargo, cedro rosado o cedro macho, regalos que otorga la naturaleza.

∙ 70 ∙
M ú s ic a

En letra cursiva

De viento, de cuerda o de percusión, casi todos los intrumentos musicales nacen o el cedrillo (Trichilia pallida) y el cedro o cedro amar-
nacieron a partir de los materiales ofrecidos por las plantas. Algunas de las especies go (Cedrela odorata) al igual que la nuez mantequilla
con fines similares hacen parte de una misma familia botánica. Con especies tam- (Caryocar nuciferum), una cariocarácea reconocida
bién maderables y utilizadas para la elaboración de instrumentos de percusión, están especialmente por los aceites de su nuez.
las bignoniáceas, de la que hacen parte el palo de arco o asta de venado (Tabebuia Por lo apreciado de sus maderas para la elabora-
serratifolia) y el totumo o calabazo (Crescentia cujete). Fabáceas, como el ojo de vena- ción de diferentes instrumentos de percusión, se pue-
do u ojo de buey (Mucuna sloanei) y el fríjol (Phaseolus sp.), complementan muchos den nombrar moráceas como la yanchama o higuerón
de estos instrumentos de percusión. Los instrumentos de viento provenientes de las (Ficus maxima) y el árbol vaca o guáimaro (Brosimum
poáceas tienden a tener un menor tamaño, como es el caso de los elaborados con lactescens). Como producen un látex que algunas ve-
junco o carrizo (Arundo donax). ces se usa para tratar diferentes enfermedades, ambas
Algunas de las especies botánicas utilizadas para la elaboración de elementos especies también aparecen en la medicina tradicional.
de percusión también son apreciadas por la resistencia y calidad de sus maderas. Es En cambio, el látex que suele ser utilizado para la
el caso de ciertas lauráceas, de las que hacen parte el loiro, miratava o medio comino fabricación de ciertos instrumentos se extrae de la es-
(Aniba panurensis), denominado laurel en este territorio de Amazonas - Orinoco pecie Hevea brasiliensis, conocida popularmente como
(Endlicheria sp.), y el palo de rosa (Aniba rosaeodora). Con una madera fuerte y de caucho o siringa, la misma especie utilizada antigua-
gran demanda en el área de construcción, también encontramos meliáceas como mente para hacer neumáticos.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos

Arecáceas Bactris gasipaes Chontaduro, pijiguao Alimento, producción de palmito y construcción

Bignoniáceas Crescentia cujete Totumo, calabazo Artesanal y medicinal (afecciones respiratorias)


Palo de arco, asta de
Bignoniáceas Tabebuia serratifolia Maderable y medicinal contra hongos
venado
Cannáceas Canna indica Achira, capacho, bandera Artesanal, ornamental
Ojo de venado, ojo de
Fabáceas Mucuna sloanei Medicinal, ornamental
buey
Lauráceas Aniba rosiodora Palo de rosa Maderable
Malváceas Ochroma pyramidale Balso Maderable, apreciada por su liviana madera
Moráceas Brosimum lactescens Árbol vaca, guáimaro Maderable y medicinal para resfriados
Moráceas Ficus maxima Yanchama, higuerón Extracción de fibras y medicinal antiparásitos
Elaboración de instrumentos de vientos
Poáceas Arundo donax Junco, carrizo
y como antidiurético

∙ 71 ∙
L a m ag i a del
Y u ru pa r í
Tal vez uno de los mitos más bellos del
Amazonas adentro cuenta la historia
de Yuruparí, un niño tan bello como
el sol, hijo del sol mismo, fecundado
por los jugos del pihycan —la piquia
o Caryocar nuciferum, una nuez de
la selva— en el vientre de su madre, Totumo
conocida como la réplica terrenal y Crescentia cujete
exacta de las Pléyades del cielo. Un
pequeño que creció invisible e invenci-
ble, y que tras muchos años reapareció Los g ua r d i a n e s d e l o s á r b o l e s
frente a su pueblo para convertirse en Tan diversa es la selva como sus pobladores. Aquel que piense que se trata de pequeños
el cacique de los primeros hombres grupos dispersos, que se sorprenda, porque hay conjuntos poblacionales que llegan a
que poblaron esos suelos. De allí esa más de cinco mil quinientas familias. Habitan, principalmente, tres subregiones. Una
palabra, Yuruparí, que ahora rememora es la situada entre el río Apaporis y Caquetá, en la que habitan, entre otras, las etnias
una de las fiestas más tradicionales en letuma, tinamuka, yauna y makuna. Otra está ubicada a lo largo del río Mirití-Paraná,
decenas de comunidades amazónicas, y en donde viven etnias como la miraña, la cubeo, la puinave y la cabuyari. Finalmente,
que circunscribe la asistencia al género encontramos la región ubicada entre el río Guaviare y el Inírida, zona de transición con
masculino. Es, de hecho, un rito de los llanos y la región del Vaupés, y donde viven, entre muchas otras las etnias piapoco,
iniciación de tres días y tres noches en curripaco, baniwa, piaroa y tariano. La lista sigue en cientos de destinos con culturas
el que el payé —o chamán— intro- como la huitoto, tukano, desana, barasana, siriano, tatuyo, bará, karapana, kabiyari y
duce a los jóvenes entre los doce y los tuyuka. Para todas, sin distinción, los instrumentos musicales no son un asunto estético
quince años al mundo de los hombres. sino ritual; y entre muchos otros han creado flautas, capadores, pitos, ocarinas y discos
No falta allí un instrumento que zumbadores. Palmas, maderas duras, arcillas y piedras son su insumo para la fabricación
lleva el mismo nombre de ese dios hijo de esos instrumentos que animan sus creencias.
del sol, una flauta de boquilla fabricada
con hojas de la palma chonta o chonta-
duro (Bactris gasipaes), entorchada con
corteza de árbol y amarrada con beju-
Los o lv i da d o s
cos. Se le guarda un respeto inédito, al No siempre el conjunto llanero fue como lo conocemos —arpa, bandola, maracas y
punto de que quien la interpreta debe cuatro—. Alrededor de los bellos sonidos de las cuerdas, algunos idiófonos y aerófonos
guardar ayuno y luego beber abundante animaban también la correría musical. Es el caso de instrumentos, hoy en desuso, como
agua para purificarse. la carraca —de procedencia animal—, o la charrasca, una caña de casi un metro de largo
y una pulgada de diámetro que se frota con una costilla de res. Igualmente, la sirrampla,
curioso instrumento de madera atada a una cuerda que se toca con los dedos y la boca.
Hasta tambores había en estos conjuntos. Uno es el furruco, construido en sus
inicios con un totumo cuya boca era forrada con cuero de venado o de ternero. Hoy es
fabricado con maderas como las del guáimaro o el cedro, y tiene en su centro una barra
también de madera por la que se deslizan las manos de quien lo interpreta. No es un
instrumento nativo y se parece mucho a la puerca huilense.

∙ 72 ∙
M ú s ic a

Riqueza sonora
La de las maracas llaneras es una historia realmente extensa. Aunque en sus inicios carecía de mango, lo que implicaba una tremenda
destreza por parte de su ejecutor, su evolución llegó hasta su fabricación al estilo guajibero, en el que se introdujo un mango que atrave-
saba el calabazo o totumo. Tal avance permitió reducir el tamaño del instrumento. Ahora el mango, fabricado con maderas lo suficien-
temente resistentes para el traslado frecuente de los músicos, no atraviesa el calabazo, sino que se adhiere a él, proporcionando un mayor
control en el trasegar de las semillas de capacho en su interior. No es un asunto menor. Tales cambios le han otorgado a las maracas un
lugar digno en el conjunto llanero, le han aportado un sonido más agudo y han permitido que tocarlas sea un asunto casi acrobático.

Maderas que inspiran


No son pocas las culturas de la gran Amazonia en las que se talla la madera. Para eso,
los hombres —encargados de esa tarea por tradición— desarrollan desde pequeños tal
habilidad. Son los responsables, además, de identificar los utensilios que necesita su
comunidad para las actividades cotidianas y rituales.
Una de sus maderas indispensables es el balso, por su blandura. Junto a la yancha-
ma o higuerón —corteza de árbol—, es la materia prima de máscaras, flautas y otros
implementos como rallos para la yuca, cerbatanas, arcos, flechas y asientos. Según el
utensilio y la necesidad, acuden a maderas como el cedro, cedrillo, palo arco, loiro o
miratava.

E vo l u c i ó n c u lt u r a l y m u s i ca l
La introducción de instrumentos musicales foráneos, como
el arpa —que se dice que llegó desde Venezuela también por
influencia de los jesuitas—, y que implicó la búsqueda de las
maderas precisas en lo vasto del llano para su fabricación local,
trajo consigo la renuncia a sones y mensajes nativos, casi todos
venidos de lo profundo de las muchas y muy diversas comuni-
dades indígenas de la región. Aunque existen claras alusiones
a las jornadas de vaquería, los cantos de ganado típicos desa-
parecieron o mutaron, así como los llamados “tonos de santo”.
Fueron gradualmente absorbidos por el joropo en esa transición
hacia la nueva identidad llanera, que por nueva no fue menos
rica, y mucho menos la hace contemporánea. Persiste, sí, la
fuerza y la alegría de la fiesta de pueblo y la parranda.

Guadua con semillas de chambimba

∙ 73 ∙
La selva
es dulce

n el centro de Londres, sobre la calle Brompton, está Harrods, una de las tien-
das por departamentos más lujosas del mundo. Allí llegan diariamente miles
de turistas que van por una foto o un pequeño souvenir para la posteridad,
y unas cuantas decenas de jeques, príncipes y otra suerte de magnates que —si
quieren— pueden hacer el mercado con los artículos más sofisticados del planeta.
Uno de los exuberantes espacios de la edificación está dedicado a la venta de frutas,
hortalizas y especias provenientes de los distintos continentes. Entre la variada
oferta, que depende de la época, hay una constante: siempre se encuentran produc-
tos del trópico y, entre ellos, una predominancia evidente de frutas exóticas de la
Amazonia y la Orinoquia. No es extraño, entonces, encon-
trar una vitrina que exhibe doce especies frutales del mundo, A la baja fertilidad de los suelos se ha
de las cuales seis tienen un banderín con la inscripción: From impuesto el trabajo de llaneros y amazónicos
Colombia, South America. para que estas tierras den algunos de los
El viaje hasta una de las calles más costosas de Lon- frutos más exóticos del planeta.
dres comienza en las selvas y sabanas colombianas, donde los
agricultores han batallado contra la acidez de los suelos, su baja fertilidad y la alta
propensión a la degradación y la erosión.
Quien ha visto las explanadas húmedas de la selva amazónica y la Orinoquia,
quien ha contemplado el verde sobre el verde, en sus distintas gamas, brillos y tex-
turas, quien ha intentado buscar la luz del sol en medio de la multitud de árboles
inmensos, inabarcables, de los bosques selváticos, jamás podría imaginar que esos
suelos vastos tienen una baja fertilidad. Pero en esta región es posible todo lo increí-
ble: incluso que sus pobladores conviertan las limitaciones en milagros.

∙ 74 ∙
Frutal e s

Arazá
Eugenia stipitata

Cervera Piña
Perebea sp. Ananas comosus

∙ 75 ∙
Cacao
Theobroma cacao

Los estudios han concluido que el setenta por donde el hombre tiene control sobre diversos facto-
ciento de los suelos de la Amazonia son químicamen- res. Gracias a ellas, los agricultores de la región han
te pobres. Una de las razones se debe a que gran parte podido sacar adelante cultivos de frutos nativos y
de la región está conformada por tierra firme y poco otros provenientes de distintas regiones del país, a
inundable, de tal suerte que sus suelos son alimentados los que el suelo amazónico les asigna características
por los llamados ríos negros, bajos en nutrientes. La particulares. De esa manera se cosecha el copoazú, la
fertilidad de estas tierras depende casi exclusivamente canagucha o aguaje, el asasí, el anón amazónico, la co-
de la lenta formación de una capa orgánica de hojaras- cona y el maraco.
ca y residuos vegetales, fuente principal de alimento y En las terrazas altas del piedemonte llanero se
el escudo protector del suelo contra los agentes erosi- ha llevado a cabo un trabajo de investigación y tecni-
vos. En cuanto a la Orinoquia, esta tiene un clima tro- ficación de la tierra con miras a hacer posibles cultivos
pical húmedo y es básicamente plana, excepto en las sostenidos de cítricos y papaya, lo que desde hace varios
ramificaciones de la cordillera Oriental y la sierra de años ha significado una oportunidad comercial para
La Macarena. Sus suelos también presentan deficien- la región. También en el país ha surgido un mercado
cias para la producción agrícola, así que son pocos los creciente de frutas tropicales como el borojó, el man-
cultivos que se pueden montar sin mayores complica- gostino, el cacay, la badea, el arazá, el caimito, la guama,
ciones. El marañón y el ananá o piña blanca, también el carambolo, el camucamu, el avichure o juansoco, el
conocida como piña de borugo (la de estas tierras goza seje, la grosella o coronillo, el zapote (varias especies
de buena fama por su carnosidad y jugos generosos), son llamadas así, pero en Amazonas - Orinoco se de-
son la excepción. signa como tal a una malvácea, —Matisia cordata—, la
Ante las condiciones adversas, la producción guayaba pera, la piña criolla, el marañón, el aguacate, el
de frutales solo es viable en parcelas agroforestales chontaduro, la uva caimarona, el champe, el madroño, la

∙ 76 ∙
Frutal e s

mamita y el níspero. Un total de veinticinco especies no asignable por separado o en conjunto a las especies fru-
tradicionales, que se han ido abriendo lentamente una tales que se explotan o cultivan en esta zona de Colom-
puerta de salida al mercado nacional y de exportación. bia. Entre ellas, sin duda, una de las más llamativas es el
Hasta hace un par de décadas su consumo era aguaje, conocido también como carandai-guazu, ideuí,
casi exclusivo de los pobladores de las tierras donde se canangucha o cacangucho, chomiya, moriche o morete,
cosechan; y aunque todavía algunos de esos nombres como llaman en el Amazonas ecuatoriano a esta palma.
les son ajenos a muchos colombianos, otros empie- El fruto es una drupa alargada de entre cinco y siete
zan a encontrar un lugar en las plazas, supermercados, centímetros, con una cáscara escamosa muy texturiza-
fruterías y restaurantes. Se venden frescas —sin pro- da, de color rojo oscuro o vino tinto que contrasta con
cesar—, y en mermeladas, jugos, extractos, refrescos, el naranja intenso de la pulpa. Su sabor es agridulce,
vinos y salsas. Estas frutas exóticas se han ido popu- pero suave; y aunque se puede encontrar disponible du-
larizando gracias a la insistencia de los habitantes de rante todo el año, es en el segundo semestre cuando se
estas regiones en buscar la manera de hacer productivo ve de manera abundante. Se da en medio del moriche,
un suelo extenso pero infértil. la palma más común en las cuencas
Sin duda, el arazá es una de las frutas de la región del Orinoco y el Amazonas.
que ha cobrado relevancia en los últimos años. Aun- Otras frutas son muy apre-
que su lugar de origen aún es tema de debate, todo ciadas por su alto valor nutricional.
indica que esta especie nació en el extremo occidental Es el caso del asaí o açai, al que
de la cuenca del Amazonas. Las frutas, que cuando los indígenas atribuyen poderes
están maduras son amarillas y alcanzan hasta diez cen- curativos, por lo que lo llaman el
tímetros de diámetro, penden de un frondoso árbol de “fruto de la vida” o “leche del Ama-
cuatro metros de altura. Al alba, los caminantes pue- zonas”. El fruto es una drupa esfé-
den identificar los árboles con el olfato, ya que su flor rica roja oscura, casi negra, que se
se abre en la madrugada, emitiendo un aroma similar da en racimos que cuelgan de una
al del jazmín. Ese magnífico olor ha propiciado algu- palma que alcanza a medir casi los
nas investigaciones, todavía incipientes, para la elabo- veinticinco metros de altura. Tiene
ración de perfumes en la industria cosmética. El fruto, un contenido de hierro y tiaminas
ácido y carnoso, es altamente perecedero, por lo cual superior a la mayoría de frutas tro-
es necesario procesarlo rápidamente después de cose- picales. Como el poderoso antio- Copoazú
chado. Esa es la razón por la que es más común encon- xidante que es, protege las células, Theobroma grandiflorum
trarlo convertido en jaleas, mermeladas, vinos y tortas, actúa contra los radicales libres y
o simplemente deshidratado, aunque en los mercados reduce los riegos de desarrollar enfermedades del co-
de la región se venda fresco, en jugos y helados. razón, diabetes o cáncer, según lo demostró un estudio
De la mano del arazá viene abriéndose camino realizado por un equipo de científicos de Texas publi-
el copoazú, conocido también como cacao amazónico. cado en el Journal of Agricultural and Food Chemistry.
Es originario de la Amazonia oriental y se usa para Menos exótico para el habitante del interior, pero
hacer jugos, refrescos, helados, compotas, yogurt y li- también con un altísimo nivel nutritivo, está el chon-
cores. Gracias al alto índice de proteína y grasa de las taduro, que en la palmera o en la carretilla exhibe una
semillas, se elaboran con ellas manteca y tabletas de belleza escandalosa, gracias a la gama de tonos de su
cupulate, un producto similar al cacao, pero de color piel, que van del amarillo al naranja encendido. Los
blanco. Su pulpa es blanca y muy gustosa. racimos pueden tener hasta ciento cuarenta drupas de
Unas más dulces, otras más ácidas, unas llenas carne seca pero gustosa que normalmente se cocina en
de brillo, otras más opacas; redondas, ovaladas, de piel agua con sal antes de comerse. El chontaduro, además,
suave o áspera: una multiplicidad de características es es procesado para obtener harinas que sirven como in-

∙ 77 ∙
Asaí
Euterpe precatoria

sumo de panadería y pastelería, y para la elaboración En la región comprendida por el Amazonas y el


de salsas y mermeladas. Recientemente, investigadores Orinoco es fácil enmudecer ante el espectáculo per-
del Centro Internacional de Agricultura Tropical, en manente de la naturaleza. Sorprenden la fuerza de los
Palmira (Valle), descubrieron que esta fruta contiene ríos que la enmarcan, la riqueza botánica de las saba-
cristales de germanio, oro y platino que sirven para es- nas, los bosques y las selvas; su olor particular, la diver-
timular el sistema inmunológico. Más allá del altísimo sidad de especies animales que anidan en las copas de
valor nutricional de la fruta, es una de las plantas que los árboles, trepan por sus tallos o se alimentan en las
ofrece mayor aprovechamiento, debido a los múltiples raíces. Aunque menos extensa en número, la variedad
usos que tiene cada una de sus partes: con las hojas frutal de la región enriquece el paisaje con sus formas
se hacen techos, los tallos son usados en construcción extraordinarias, con texturas inusuales, colores y sabo-
para hacer pisos, parqués y paredes “de chonta”, y de la res intensos que le imprimen tonos y acordes dulces a
semilla se extraen aceites. esta obra maestra de la Madre Tierra.

∙ 78 ∙
Frutal e s

En letra cursiva

Lo más provechoso de esta variedad de frutales es que a muchos se los disfruta no (Passiflora quadrangularis), así como con el carambolo
solo por sus exquisitos sabores, sino por la cantidad de nutrientes que presentan. (Averrhoa carambola), una oxalidácea, el guayabo coro-
Más aún, varios de ellos se utilizan en la medicina tradicional. Tal es el caso del asaí nillo o níspero (Bellucia grossularioides), una melasto-
o manaco (Euterpe precatoria), una arecácea que comparte la familia botánica de las matácea, y el copoazú o cacao amazónico (Theobroma
palmas con el chontaduro (Bactris gasipaes), el seje o milpes (Oenocarpus bataua) y grandiflorum), que comparte la familia botánica de las
el moriche o canangucha (Mauritia flexuosa), este último caracterizado por la gran malváceas con el zapote o chupachupa (Matisia cor-
cantidad de nutrientes incluidos en su fruto. Asimismo podemos encontrar apoci- data). También algunas frutas se distinguen de por sí
náceas como el juansoco (Couma macrocarpa), utilizado contra males estomacales; por su aspecto ornamental, como es el caso de algunas
la cocona (Solanum sessiliflorum), una solanácea utilizada como antidiabético, y el clusiáceas, como el mangostino (Garcinia mangostana)
camucamu (Myrciaria dubia), el cual comparte la familia botánica de las mirtáceas o el madroño (Garcinia madruno). Con un fruto ca-
con el champe o guayabo anselmo (Campomanesia lineatifolia). Para el caso también racterizado por el grosor de sus espinas ornamentales
encontramos ciertas lecitidáceas como el muco o maraco (Couroupita guianensis), se puede mencionar al anón amazónico (Rollinia mu-
utilizado para combatir inflamaciones, la hipertensión y diferentes dolores muscu- cosa), una anonácea, y por lo verde e irresistible tam-
lares. Este último ejemplo también se caracteriza por el llamativo color de sus flores, bién se caracteriza el aguacate (Persea americana), una
que hacen que la planta sobresalga por su uso ornamental en ambas regiones. Algo laurácea. Como ejemplo de llamativa legumbre está el
similar ocurre con la mayoría de pasifloráceas o flores de la pasión, entre ellas la badea fruto del guamo (Inga edulis), una fabácea.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Arecáceas Bactris gasipaes Chontaduro, pijiguao Alimento, producción de palmito, utilizado en construcción
Gran porcentaje nutricional, medicinal contra el dolor
Arecáceas Euterpe precatoria Asaí, manaco
muscular y las mordeduras de serpiente
Moriche, canangucha,
Arecáceas Mauritia flexuosa Maderable, alimento con alta cantidad de nutrientes
aguaje
Arecáceas Oenocarpus bataua Seje, milpes, milpesos Construcción y alimento
Medicinal, alimento con alto contenido proteico, y
Anacardiáceas Anacardium occidentale Marañón, merey
ornamental
Alimento, madera de buena calidad para construcción.
Apocináceas Couma macrocarpa Juansoco, avichure
Su látex se utiliza contra males estomacales
Alimento, ornamental y con propiedades antihelmínticas
Bromeliáceas Ananas comosus Piña, piña de borugo
(contra lombrices parásitas)
Euforbiáceas Caryodendron orinocense Cacay, inchi, tacay Maderable, alimento
Sapotáceas Pouteria caimito Caimito, caimo Medicinal, ornamental

∙ 79 ∙
Dos por uno
El marañón es de las pocas plantas
frutales que se dan sin mayor dificultad
en la región amazónica. Tiene la parti-
cularidad de que su fruto consta aparen-
temente de dos partes: una carnosa de
aspecto alargado, similar al del pimentón,
que corresponde al pedúnculo, con la
que se hacen mermeladas, conservas,
dulces, jaleas, gelatinas, vino, vinagre,
jugos y helados; y el fruto propiamente Camucamu
dicho, que es una drupa (la nuez de Myrcia dubia
marañón que conocemos) en forma de
riñón y de color grisáceo. Aunque de la M e r m e l a da d e c o c o na
pulpa pueden hacerse varios productos, La cocona tiene un sabor particular, con notas amargas y un ligero aroma a tomate.
es mucho más apetecida la nuez, ya que En la región del Amazonas se usa para fabricar dulces y encurtidos. Para hacer
tiene muy buena demanda en el mercado mermelada se emplean la pulpa de la fruta, azúcar y limón. Mida una cantidad de
y es relativamente duradera. La semilla azúcar igual al peso de pulpa que va a usar. Exprima limones diez gramos de zumo.
es muy apreciada por sus propiedades En una olla ponga a calentar la pulpa con el diez por ciento del azúcar y el jugo de
nutricionales; además se utiliza en repos- limón. Revuelva lentamente a fuego medio y añada poco a poco el resto del azúcar
tería y muchos nutricionistas recomien- hasta conseguir una textura espesa. Deje enfriar a temperatura ambiente y después
dan incluirla en la dieta alimentaria. consérvela refrigerada.

Machichi
Cucumis cf. anguria

∙ 80 ∙
Frutal e s

Morichal amigo
No son pocas las canciones que los llaneros le han compuesto al moriche
(Mauritia flexuosa), la palma principal del Llano, de la que muchos comen
directamente sus frutos, ricos en proteínas, grasas, vitaminas y carbohidratos.
Este joropo es del compositor Reinaldo Armas:

Se marchó la que tanto idolatraba


se marchó sin siquiera un hasta luego
y quién sabe si esta vez fue para siempre
es posible que me maten sus recuerdos

Morichal, morichal de mi llanura


compañero de la luna y el lucero
si la viste dime el rumbo que llevaba
ella tiene que saber cuánto la quiero

Se fue sin decirme nada


ni siquiera un hasta luego
dime el rumbo que llevaba
morichalito llanero

Es que tengo que buscarla


pero encontrarla
me desespero
ahora tengo que partir
si es de morir
por ella muero

[…] Chontaduro
Bactris gasipaes

F ru ta s c o n pa s a p o rt e
Los frutos tropicales usualmente son sensibles a las temperaturas bajas. Expuestos a
ellas, las posibilidades de experimentar daños irreversibles que comprometen la mem-
brana celular aumentan. Con la idea de fortalecer la presencia de algunos frutos de
la Amazonia y la Orinoquia colombiana en el mercado internacional, actualmente se
adelantan estudios acerca de las características de maduración y los requerimientos de
conservación. De esa manera se pueden establecer las temperaturas críticas de almace-
namiento, la sensibilidad al frío y el manejo posterior a la cosecha para prolongar la vida
útil del producto.
Zapote
Matisia cordata

∙ 81 ∙
Prodigiosas
y amargas

n el vientre de la selva amazónica decir quina, caucho o coca es como in-


vocar fiebre, alucinación y muerte. Estas palabras precipitan historias de
hombres que rompieron la virginidad de la manigua para conseguir cor-
tezas, leches y polvos que los harían ricos. Los que las narran son indígenas y
mestizos que cohabitan desde hace siglos en una masa verde, oscura, cerrada, donde
el agua brota por la piel de la tierra, de los árboles y de los hombres.
Una vieja leyenda peruana dice que el indio Pedro de Leyva, atormentado por
la sed propia de las fiebres tropicales que lo quemaban de adentro hacia afuera, bebió
agua en un remanso custodiado por árboles de quina. Sintiéndose aliviado y atribu-
yéndoselo a propiedades de esta planta, el joven experimen-
tó con bebedizos que también curaron a otros enfermos. La Fértil para que de sus suelos nazca
noticia pasó de indios a caciques, de caciques a corregidores, una vegetación abundante, esta región
de corregidores a jesuitas, y de estos a Francisca de Rivera, es también fértil en historias y leyendas.
esposa del virrey del Perú y condesa de Chichón. Aquejada de Historias amargas y prodigiosas como estas
tembladeras y vómitos palúdicos, bebió Francisca infusiones
de la corteza de aquel “árbol de las calenturas”, y una vez recobró la salud propagó el
milagro de su curación por América y Europa. Corría la tercera década del siglo xvii.
A la kiua-kina, como llamaban los quechuas a la quina o cascarilla, los romanos
la llamaron “polvo de cardenal”; los españoles, “polvos de la condesa”, y los franceses,
“polvos de los jesuitas”, pues estos la introdujeron en Francia, donde los químicos
Pelletier y Caventou extraerían en 1820 la quinina, un alcaloide que se consideró
como el infalible remedio para las fiebres palúdicas. A mediados del siglo xviii,
cuando Carlos Linneo la clasificó como Cinchona officinalis L. en honor a la condesa,

∙ 82 ∙
L e y e ndas

Yagé negro
Banisteriopsis caapi

Coca Caucho
Erythroxylum coca Hevea brasiliensis

∙ 83 ∙
Por los ríos y los mares no solo se iban las corte-
zas: también semillas y plántulas viajaban en el equipa-
je de botánicos, naturalistas, exploradores y aventureros
de diverso origen. Una vez prosperaron los primeros
cultivos de quina en Java y Ceilán, la demanda por la
quina amazónica disminuyó. Para 1884, de los esta-
blecimientos quineros solo quedaban ruinas: barcos a
vapor varados en las orillas, campamentos desolados,
pueblos indígenas diezmados, la selva rota. A esos ár-
boles de quince metros, copas apretadas como coronas
de gigantes en medio de la selva, espigas rojizas y cor-
tezas cargadas de la quinina prodigiosa como febrífugo,
tónico, antiséptico y astringente, ya nadie los buscaba.
Mas los aventureros ya escrutaban la selva en pos
de otros troncos: los que vertían lágrimas blancas y
espesas al ser heridos con cuchillo. Al caucho natural
lo codiciaban, desde comienzos del siglo xix, los em-
presarios de la llamada Segunda Revolución Industrial.
En 1823 el escocés Charles Mackintosh fabricó la pri-
mera gabardina impermeable; en 1839 Charles Good-
year descubrió el proceso de vulcanización mediante el
Mambe recién colado y frasco del ambil cual el caucho se hace inmune a los cambios de tem-
peratura; y en 1888 inventaron las llantas de goma. El
auge de la fabricación de bicicletas y de automóviles
la quina valía lo mismo que el oro. Ya entonces cientos provocó una competencia desenfrenada por conseguir
de expedicionarios penetraban en la Amazonia para caucho en la gran despensa selvática.
arrancar la corteza de los árboles y mandarla a Europa, La Amazonia era la única fuente de caucho na-
donde terminaría, entre 1850 y 1882, convirtiéndose en tural del planeta. Tal y como había descubierto Char-
el producto más preciado de ultramar, pues tenía el les Marie de La Condamine en su expedición por el
valor agregado de una madera buena y duradera. Amazonas en 1740, esta selva era la madre de treinta y
Una vez agotada la quina en las laderas de la cor- dos especies de Hevea, siringa o caucho. Así, en la ma-
dillera Oriental, los empresarios abrieron frentes hacia nigua se puso en ejecución una compleja red para ex-
el sur, el oriente y el occidente. Tomaron los ríos Ca- traer y distribuir el látex. Las llamadas “casas mayores”
quetá y Putumayo como vías hacia el Amazonas y ex- adelantaban dinero a empresarios que se aventuraban
pandieron las fronteras de su ambición hasta donde las en la selva con el compromiso de regresar cargados de
aguas los llevaran. Cada árbol era derribado por tres caucho. Los empresarios a su vez prestaban dinero a
peones que le desprendían la corteza a cuchillo, lue- los patronos o siringalistas, que se entendían directa-
go pasaban horas vigilando su secado bajo el fuego y mente con los trabajadores. También a estos últimos,
después la cargaban en sus espaldas hasta Puerto Sofía, los siringueros, los patrones les adelantaban alimentos,
de donde era embarcada hacia Manaos. Miles de qui- herramientas, medicamentos y algunas baratijas.
neros —guías, bogas, cargueros, cocineros, machete- En Colombia las casas mayores plantaron case-
ros— murieron en plena selva en la faena de despojar ríos en las tierras ancestrales de más de veintiséis etnias
a los árboles de quina de su abrigo natural: la corteza dispersas en las tierras bañadas por los ríos Igarapara-
salvadora en todo tiempo, en todo lugar. ná, Caraparaná, Napo, Vaupés, Amazonas, Apaporis

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L e y e ndas

y Caquetá. Los indígenas, convertidos en mano de Todas las mañanas y todas las noches los hombres
obra esclavizada, vivían en ranchos a la vista de los tienen encuentros íntimos con la coca, que es mujer.
patrones. Antes de la primera luz partían en busca del Antes de que el sol despunte caminan hacia la chagra
que ellos llamaban Caoutchoucl, árbol que llora. En los donde la cultivan y antes de repasar los tallos delgados
primeros años, los trabajadores trepaban hasta la copa y de revisar las pequeñas hojas verdes le piden permiso
de los cauchos negros (Castilla sp.) y arriba, en la raíz para tocarla. Todas las noches, cuando ya la luna arroja
de los cogollos, los herían para que sangraran. Pero luz sobre la selva, secan las hojas sobre grandes cayanas
este método era poco eficiente si se comparaba con puestas al fuego mientras le cantan; luego las maceran
el rendimiento producido por los ejemplares de He- en el fondo de un pilón, donde las mezclan con ceniza
vea brasiliensis, que manaban como ríos. Entonces se de yarumo, todo el tiempo cantando; y por último cier-
obligó a los indígenas a derribar los árboles con hacha nen el polvo hasta dejarlo tan suave como si fuera un
y a cortarles profundamente las cortezas y así hacerlos talco verde oliva. A la coca, Erythroxylum coca para los
llorar copiosamente. botánicos y kuka para los quechuas, una vez convertida
Como es lógico, en pocos años la Castilla sp. se en mambe la acarician, le cantan, le
agotó y los caucheros tuvieron que buscar nuevas tie- preguntan y se la llevan al vestíbulo
rras entre los ríos Caquetá y Putumayo, donde recu- de la boca con una cucharita de ma-
rrieron a las formas más atroces de explotación. En su dera. En ese seno cálido y húmedo,
novela La vorágine José Eustasio Rivera hace decir a el mambe libera todo el poder de la
un siringuero: “En el desamparo de las vegas y estradas, coca sobre quien la masca: se le agu-
muchos sucumben de calentura, abrazados al árbol diza el pensamiento, se le esfuma el
que mana leche, pegando a la corteza sus ávidas bocas, cansancio y “amanece la palabra”.
para calmar, a falta de agua, la sed de la fiebre con El que habla es el cacique ma-
caucho líquido; y allí se pudren como las hojas, roídos yor de los huitoto. Lo hace en lengua
por las ratas y las hormigas”. Mientras cientos de indí- indígena, mientras los demás hom-
genas y mestizos morían en las selvas vencidos por las bres, sentados en un semicírculo que
plagas, las enfermedades que se propagaban de puerto se extiende a diestra y siniestra del
en puerto y la saña de unos patrones que soñaban con mayor, escuchan con la cabeza baja,
construir palacios en Europa, Henry A. Wickham re- sentados —casi acuclillados— en
colectó setenta mil semillas que dieron frutos en Cei- banquitos de madera. Casi siempre Yagé amarillo
lán, India, Birmania, Java, Sumatra, Borneo, Malasia, el cacique relata leyendas que reafir- Banisteriopsis caapi
Costa de Oro, Australia, Jamaica, Centroamérica y las man la cosmogonía de su universo.
Guyanas. Para 1930 la Amazonia ya solo aportaba el Cuenta que una niña iba creciendo y “cuando estuvo
dos por ciento del caucho comercializado en el mundo, grandecita fue con la mamá a la chagra. Una vez que
lo que significó el fin del negocio para los magnates llegó allí se sentó sobre un palo, se sacudió la cabeza y
locales, que se retiraron dejando solo destrucción. dejó caer unos cabellos. Así sembró la coca. La niña
La coca es planta prodigiosa y sagrada que sobre- sabía que eso le faltaba a su padre... Fue de esta forma
vive en el Amazonas, junto al yagé que es parte arrai- como nació la coca, por eso nosotros la cuidamos como
gada de muchas etnias y que no ha sido tocado por la cuidar a una hija”. Los demás huitotos emiten sonidos
peste del comercio ilícito. Quizás como ninguna otra guturales en señal de aprobación.
planta selvática, el yagé, ha sido buscado y estudiado La coca es la hija, la hermana, la mujer, la madre
por muchos botánicos, Richard Evans Schultes entre que acerca a los hombres, a los espíritus de los sabios
ellos, quien produjo el que se considera el libro más que “ya descansaron” y ahora viven en el corazón de los
completo, Plantas de los dioses, sobre este y otros me- árboles, en el pecho del tigre y en piedras que protegen
diadores entre la tierra y los espíritus de los indígenas. los lechos de los ríos. A través de la coca los indígenas

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Maloca en el Amazonas
Epicentro de la cultura

piden sabiduría para escoger mujer, para encargarles de las drogas ilegales, del que Colombia es todavía el
los hijos a las garzas, para que la cacería traiga borugas principal proveedor. En las calles la cocaína se vende
y cerdos de monte, para que el tabaco sea poderoso, en forma de un polvo blanco, cristalino y muy fino que
para que la sanación de un enfermo sea posible. Tam- los consumidores esnifan por la nariz o mezclan con
bién piden conocimiento y destreza para alejar a los agua para inyectarse por las venas. También se ofrece
nuevos explotadores de la selva que llegaron hace unos como piedras amarillosas listas para fumar en pipas.
treinta años y que ellos llaman mafiosos. A secas. Por la cocaína, la Madre Tierra ha sido violada una
Los mafiosos convirtieron grandes extensiones vez más: destrucción de las aguas y de los bosques de
de selva en plantaciones ilegales de coca. Una vez co- donde proviene la armonía del universo selvático; guerra
sechan sus hojas mediante el trabajo de indígenas y abierta entre guerrillas, paramilitares y ejército por el con-
mestizos llamados raspachines, obtienen, a través de trol de un territorio “próspero”; profanación de la planta
dispendiosos procesos químicos descubiertos hace sagrada del universo andino; y más. Por lo que se ve y por
más de un siglo, un alcaloide de los catorce que po- lo que está velado a los ojos de los hombres, en las ma-
see la planta, estimulante del sistema nervioso central, locas del Amazonas se escucha a medianoche un canto.
supresor del apetito y anestésico altamente adictivo, Son los hombres que piden a los espíritus de la selva valor
denominado benzoilmetilecgonina o simplemente para resistir, tal y como son, en la tierra de la que brotaron;
cocaína. Cada año la Amazonia y la Orinoquia pro- la misma donde nació un arbusto de ramaje delgado, flo-
ducen en suma noventa y cuatro toneladas métricas res blancas, frutos rojos y hojas de un verde intenso al que
de base de coca que alimentan el mercado mundial le deben la fuerza para seguir existiendo.

∙ 86 ∙
L e y e ndas

Yagé
Banisteriopsis caapi

En letra cursiva
Entre las numerosas especies botánicas de la Amazonia y la Orinoquia se han des- El árbol del caucho, hule o siringa (Hevea bra-
tacado algunas por su demanda comercial, como la coca, la quina y el caucho; cada siliensis) hace parte de las euforbiáceas, distinguidas
una de ellas apetecida por diferentes razones y cada una con su historia particular. por la producción de látex de la gran mayoría de sus
En estas regiones la coca hace referencia a Erythroxylum coca, pero más hacia especies. Aunque el caucho también es producido por
el norte de Colombia la especie tiende a ser Erythroxylum novogranatense, ambas otras especies de Hevea, la Hevea brasiliensis se ca-
pertenecientes al mismo género Erythroxylum de las eritroxiláceas. Tienen tan pocas racteriza por su látex abundante. Antes de conocer el
diferencias morfológicas, que eran consideradas una sola. buen rendimiento de los árboles de Hevea brasiliensis,
Por su parte, la quina o cascarilla (Cinchona officinalis) pertenece a las rubiáceas. los caucheros extraían el látex de árboles de Castilla sp.,
Entre 1850 y 1882 la quinina, extraída de la corteza de los árboles de quina, fue el perteneciente a las moráceas. Este caucho era denomi-
principal compuesto vegetal utilizado para combatir la malaria. Además, del mismo nado caucho negro. El caucho de Hevea brasiliensis fue
árbol se extraía una madera resistente, ideal para la construcción. Ante la sobreex- tan apreciado, que entre 1879 y 1912 los cultivos de esta
plotación, la quina es ahora casi inexistente, como lo comprobaron las expediciones especie imperaron en el Amazonas.
de Colección Savia en el terreno. Las drogas sintéticas y otros árboles maderables El yagé (Banisteriopsis caapi), no ha sido tocado
desviaron la atención de los cortadores de quina y su sobreexplotación se detuvo. por la comercialización, y sigue siendo parte de los ri-
Con la baja demanda de la quina, muchos de sus comercializadores se vieron atraí- tuales sagrados de numerosas etnias en toda la cuenca
dos por el apogeo del caucho. del Amazonas.

∙ 87 ∙
R i t ua l masculino
La recolección de hojas de coca es para los pueblos indígenas del Amazonas una
tarea eminentemente masculina. El secreto para que su poder y sabor perduren por
más tiempo consiste en procesarlas a diario una vez acopiadas. Las hojas se tuestan
largamente sobre una pieza circular, trabajo que sí puede realizar una mujer. Una vez las
hojas frescas se secan y toman un color café oscuro, están listas para ser pulverizadas en
un gran mortero, otra de las labores que solo los hombres de la tribu pueden acometer.
Las hojas pulverizadas se mezclan con la ceniza alcalina que se obtiene de la
quema de árboles como el guarumo, también conocido como serico o imbauba (Cecropia
sciadophylla), o la uvilla o uva silvestre (Pourouma cecropiifolia).
Al anochecer, la maloca resuena con el monótono sonido de la mano de moler,
acompañado a menudo por los cantos del payé o curandero, o de otro miembro promi-
nente de la tribu, quien recitará durante la preparación del polvo de coca relatos mitoló-
gicos sobre el origen del mundo.

Caucho
Hevea brasiliensis

Regresa e l cau c h o
La Orinoquia es la nueva morada para el caucho. Según inves-
tigaciones del gobierno nacional, cinco millones de hectáreas
son aptas allí para la producción de caucho natural. Ya hay
sembradas trece mil hectáreas y los científicos trabajan en la
identificación y selección de un germoplasma que se adapte
a las temporadas de lluvia y de sequía propias de la región.
Según las proyecciones de los empresarios, la Orinoquia puede
producir las treinta y dos mil toneladas que se emplean en la
industria nacional y de las que hoy se importan treinta mil. En
pocos años los cultivos de caucho se extenderán por las sabanas
y llanuras y provocarán una nueva bonanza. A los llanos lle-
garon los siringueros a hacer llorar los árboles, pero también a
recordarnos que esta es una oportunidad para que el cultivo del
caucho sea sinónimo de investigación, empleo digno y respeto
por la naturaleza.

Pilón de palosangre para preparar el mambe

∙ 88 ∙
L e y e ndas

La f i e b r e d e l cau c h o
“¡Ah selva, esposa del silencio, madre de la soledad y de la neblina! ¿Qué hado maligno me dejó prisionero en tu cárcel verde?”, se la-
menta Arturo Cova, el trágico protagonista de La vorágine, uno de los clásicos de la literatura colombiana, justo en el momento en que
emprende la búsqueda de su Alicia, extraviada como él en la inmensidad de la manigua.
Para escribir este viaje sin retorno, José Eustasio Rivera, su creador, hizo acopio de sus vivencias cuando trabajaba en la Cancillería
como secretario abogado de la Comisión Limítrofe Colombo-Venezolana. En sus travesías por la selva amazónica y la Orinoquia el
escritor huilense corroboró las duras condiciones de vida de los colonos e indígenas, que eran esclavizados para la extracción del caucho
a manos de “los amos de horca y cuchilla”.

N u e va q u i na
Decenas de científicos trabajan para recuperar las dieciocho especies del árbol de la quina.
Semillas identificadas en las selvas vírgenes y fértiles de la región de Cajamarca, Perú, die-
ron origen a las primeras resiembras. Se sabe que una vez los frutos del árbol de la quina
se abren, las semillas se dispersan. Por eso, en los cultivos controlados las semillas se ob-
tienen por medio de cañas telescópicas. Deben resembrarse con la técnica del voleo sobre
tierras firmes y apisonadas. Quince días después de la siembra, ya son plantas en proceso
de levantarse y echar raíces. Cuando alcanzan cinco centímetros de altura, los arbolitos
son pasados a viveros y, dos años después, trasplantados a terrenos ricos en calcio. Para
algunos gobiernos de la región recobrar la producción de quina es un compromiso con la
humanidad, pues la malaria, llamada también paludismo o fiebre tropical, sigue causando
la muerte en promedio en los últimos siete años a setecientas setenta mil personas.

Persistencia d e l a c o ca
Para muchos pueblos indígenas colombianos la hoja de coca es alimento, medicina y
ritualidad. Por eso han luchado para conservar, al lado del maíz, el tabaco, la yuca y las
hierbas aromáticas, pequeñas plantaciones de coca para el abastecimiento de sus comu-
nidades. Los adultos en los pueblos indígenas afirman que de la hoja de coca se puede
extraer harina para hacer galletas, tortas y espaguetis; que levanta el ánimo, controla la
ansiedad, armoniza las emociones y permite la comunicación con los espíritus de los
mayores; que da esencias para cocteles y bebidas energizantes. Y también insisten en
que ella, que es su madre, sea declarada patrimonio colectivo de los pueblos andinos y
amazónicos que garantiza su supervivencia como pueblos ancestrales.

Quina
Cinchona officinalis

∙ 89 ∙
De potrero
a jardín botánico

e la ganadería que hubo hace más de diez años, cuando llegaron a comprar
este lugar, solo sobrevivía un puente intacto hecho de madera imperecedera, de
mata mata, y restos de establos y potreros que lucían devastados como correspon-
de a lo que fue selva y se erosionó para alimentar vacas y cerdos.
La familia Clavijo-Pardo quería emprender este camino porque está unida al
Amazonas como pionera de la avicultura allí, y a su hijo Rafael, nacido en Leticia
y criado en el campo, le fue familiar hablar de reforestación con los que buscaban
gallinaza. Oía que al cedro si no se sembraba en sotobosque, le nacía un hongo que
se comía el tronco por dentro. Y así muchos secretos. Y años después, con su carrera
como publicista y su especialización en gerencia de marcado-
tecnia en Australia, se devolvió a su Leticia natal, cuando su Mundo Amazónico se llama este paraíso
mamá Ana María se empecinó en hacer de las veintinueve cerca de Leticia rescatado con amor y con
hectáreas que adquirieron en el 2005 un gran cultivo de ma- pasión y puesto al servicio del respeto
derables y frutales nativos. y de la reproducción de la diversidad
Rafael Clavijo y su mujer Milena Mayorga conocieron
en Australia, donde eran profesionales establecidos, un parque de frutas tropicales
y se imaginaron cómo reaccionarían los visitantes que se extasiaban ante la papaya y
el maracuyá, cuando conocieran el umarí, la canyaraná, el copuí, la cocona o el ma-
cambo. Aceptaron devolverse en el 2009 a acompañar este plantío de maderables
que comenzó con quinilla, cedro y capirona, que sembrados a diez metros como se
requiere, necesitaban de cultivos asociativos, única manera de que prospere algo ve-
getal en el Amazonas. Así intercalaron los frutales de copoazú, azaí y aguaje, de los
cuáles podían establecer plántulas cada tres metros. Pero todavía había que evitar

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Mun d o Amaz ónico e n L e t ic ia

Sendero al jardín
Cerca a Leticia, todo el mundo de la Amazonia

Ortiga Aulas botánicas


Urera sp. Los niños de la zona se instruyen aquí

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Hoja santa
Kalanchoe pinnata

Coquillo o abarco Coronillo


Couratari sp. Bellucia pentamera

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Mun d o Amaz ónico e n L e t ic ia

que los bejucos y las epífitas llenaran todos los espa-


cios y a ese cultivo intuitivo que se hacía con un solo
ayudante prestado de la avícola, sin vivero ni zona de
aclimatación, llegaron las plantas ornamentales y así
aparecieron las colecciones.
Estas veintinueve hectáreas quedan a solo quin-
ce minutos de Leticia y pasaron en el 2005 de la de-
forestación del ganado a ser el Centro Etnobotánico
del Amazonas con el nombre de Mundo Amazóni-
co. La obstinación de Rafael Clavijo, su mamá y su
mujer hicieron que la jungla recuperara sus dominios
pero con la organización de ellos tres y una sola visión
“aprender para no perder la biodiversidad del Amazo-
nas”: en el 2011 abrieron al público
este Jardín botánico soñado y su
proyecto de empresa ecológica
educativa ha recibido premios y
reconocimientos internacionales:
Excelencia Tripadvisor 2013 y una
de las mejores cincuenta empresas
sostenibles de Colombia.
Cultivan ciento noventa y
ocho especies endémicas taxonó-
micamente identificadas que junto
a las demás especies establecidas
forman una colección de más de
trescientas entre las muchas más
que no han sido identificadas y que
dividieron en jardines especializa- Cúrcuma
dos. Esto sirve de escenario para Curcuma sp.
visitantes e investigadores que han
crecido de seiscientos el primer año a mil seiscientos
el segundo y a tres mil seiscientos el tercero, en una ex-
pansión que fue certificada como empresa sostenible
en un portafolio internacional. Las dos comunidades
vecinas: los ticuna del kilómetro 6 y los huitoto del 7,
fueron sus grandes aliados para esta construcción de
una comunidad ecológica. Los techos tejidos en hoja
de caraná son hechos por ellos y en todos los espacios
y hasta en la maloca se usó esta madera. Hoy repre-
sentantes muiname, bora, huitoto, kokama y ticuna,
conforman el equipo de diez personas que trabajan allí.
Árbol del Espíritu Santo, chingale, machaco Conviven a su vez con al menos un investigador en
Jacaranda copaia pasantía, sea del Sena, de la universidad Nacional de

∙ 93 ∙
Tienda de objetos indígenas
Aquí se venden artesanías de varias etnias de la región

Leticia o de la de Bogotá, o de la Javeriana que viene que cada semana reciben al menos tres grupos de esco-
a este hábitat como práctica. Para ellos y para los tu- lares que llegan a hacer talleres allí, hacen bioconstruc-
ristas, Mundo Amazónico tiene un campamento có- ción con ladrillos ecológicos y son los entusiastas que
modo donde entran en contacto íntimo con la selva y llevan sus botellas plásticas rellenas como aprendieron
pueden hacer avistamiento de fauna en la madrugada. para ser utilizadas en edificaciones, a los dos centros
Pero no solo se trata de rescatar especies que es- de acopio que Mundo Amazónico tienen en Leticia.
tán en extinción como un maderable endémico llama- El aula está construida asimismo con botellas recicla-
do achapo, o una bromelia muy selvática cuya escasez das y los niños y adolescentes preguntan aquí igual por
está censada; también han logrado devolver el corredor la composición del suelo selvático que les muestran en
natural de fauna que es este lugar para el mono boca un terrarium alusivo o por los peces endémicos que
de leche, el aotus —o mono nocturno— los tucanes y están en el acuario Etuena. Los nombres y el uso de
otros animales que les llegan porque Corpoamazonia cada planta queda grabado por su propia experiencia
los tiene como una zona de rehabilitación de la fauna en estos escolares que pasan sus mejores horas aquí.
salvaje decomisada. Cuando los planteles no tienen recursos, una embo-
Su labor ambiental les ha dado un lugar en el telladora de gaseosas local los financia, porque es su
Comité de Educación Ambiental del Amazonas por- aliada estratégica.

∙ 94 ∙
Mun d o Amaz ónico e n L e t ic ia

Juansoco, Surba Sendero a las aromáticas


Couma macrocarpa En medio de las ornamentales

Rafael Clavijo demuestra su satisfacción cuando ofrece aguas aromáticas de


campisanto o de sidrera, endulzadas con estevia, que huelen y saben a lo desconoci-
do y curativo que alberga la selva como una enciclopedia natural inconmensurable.
Bajo el techo tejido en palma, los aparadores naturales guardan la despensa de
hierbas y los asientos silvestres revelan sus colores y texturas. La masa vegetal ha
crecido en torno a todo el jardín que es este rescate. Así se reposan los excursio-
nistas que comprueban que lo que había sido arrasado, ahora es inabarcable. Es la
demostración en directo de que nada es inútil ni caprichoso en esta diversidad a la
que todo culto es insuficiente.
Los conceptos educativos basados en la experiencia como etnobotánica o uso
de las plantas; la interpretación ambiental; los procesos productivos ecológicos; el
tratamiento de residuos; los escenarios culturales interactivos; la convivencia etno-
gráfica con las distintas culturas amazónicas y el conocimiento de sus objetos deco-
rativos y ceremoniales hacen de este Jardín botánico Mundo Amazónico una versión
en nueva generación de una aula-jardín-laboratorio, que creció sin tener mucho más
que pasión y respeto.

∙ 95 ∙
Perfil

El sabio G arcía B arriga

Agronomía de Bogotá, de la que miradores para atalayar los caminos del fu-
se graduó, se hizo Facultad de la turo con las personales y ajenas experiencias
Universidad Nacional, y a los 45 que nos incitan a descubrir y declarar rea-
años él fundó el Instituto Botá- lidades cada vez más sugestivas”. Ese es su
nico y el Herbario Nacional Co- talante modesto, incansable.
lombiano. Dedicado a recorrer Él narra su encuentro con Schultes, so-
a lomo poblaciones del sur del bre su manera de viajar: “El joven e ilustre
país, uno de sus viajes tardó visitante de Harvard se asombraba con mis
cuarenta y cinco días a caba- primeros relatos sobre las experiencias goza-
llo entre Villavicencio y Puer- das y sufridas como colector de especímenes
to Carreño, entre comunida- en el territorio de nuestras selvas, sobre los
des campesinas e indígenas preguntando recorridos a través de sus caudalosos ríos
nombres de plantas y uso curativo de ellas, interrumpidos por los peligrosos ‘raudales’
lo que lo volvió una autoridad. Al punto que o ‘cachiveras’ que hacen la navegación con
Richard Evans Schultes, llegado de Harvard todos los materiales de trabajo como las
para estudiar el caucho, tuvo en el profesor prensas, papel periódico, formol, la comida,
Hernando García Barriga García Barriga, guía del Vaupés y el Amazo- objetos personales cargados a la espalda en
nas a donde hicieron varias expediciones. En las idas y venidas”. Así fueron sus días al aire
A caballo en la selva del Putumayo, una de ellas, cerca de Mitú, García Barriga libre y, el resto, encerrado en laboratorios
de Popayán a Mocoa, a los 22 años recibió descubrió un árbol con desconocida inflores- clasificando este tesoro colombiano que cura.
el siempre magro y atento Hernando García cencia blanca y llamó a su colega Schultes Fue su guardián activo hasta sus últimos días.
Barriga, lecciones de taxonomía de su maes- quien lo atestiguó y así, fueron muchas espe- García Barriga, con cincuenta y nueve
tro W. A. Acher. Preguntaba en ese terreno cies que García Barriga, descubrió y clasificó años de trabajo de campo y tras haber des-
inexpugnable, igual que en el cerro El Bita y para el mundo. crito el poder curativo de dos mil seiscientos
en otros paisajes colombianos sobre el poder Su gran legado, Flora medicinal de Co- plantas (desde la amapola al ajo) contribuyó
curativo de las plantas, el curare, el yagé y el lombia, mil quinientas páginas y tres tomos a la formalización del estudio de la etnobotá-
yoco de primeros. Su longeva y activa vida le publicado en 1974, tres mil ejemplares con nica en Colombia, al crear el Laboratorio de
permitió recoger treinta mil colecciones que apoyo de Colciencias, se agotaron de inme- Farmacología Vegetal, —Labfarve—. Enseñó
reposan en el Herbario Nacional Colombia- diato. En 1992 sus diez hijos financiaron la a médicos de distintas facultades, fue invitado
no, con duplicados en el Instituto Smithso- reedición ampliada con lo que afianzó en a Harvard como profesor, recibió el premio
nian de Washington y en la Biblioteca de el mundo científico su estatura. Para esta Alejando Ángel Escobar y fue miembro de
Harvard. Y escribió treinta y cuatro obras. segunda edición celebrada por Schultes y la Sociedad Linneana de Londres. El género
Graduado del Colegio de San Barto- José Cuatrecasas en el prólogo, el autor dice de asteráceas (Compositae) de la familia de las
lomé, bogotano nacido en 1913, vio transfor- de su tarea: “La ciencia no tiene estaciones margaritas lleva su nombre Garciabarriagoa,
marse con él la etnobotánica: la Escuela de para descansar en lo andado sino pequeños todo lo cual no abarca el paisaje de su vida.

∙ 96 ∙
Epífitas
Vegetales que se hospedan
en otras plantas

∙ 97 ∙
La Macarena,
el mundo perdido

esde el aire, como emergiendo de la manta de niebla, parece un buque enor-


me de roca a punto de atracar en el puerto que le ofrece la cordillera Oriental
de los Andes colombianos. Es un arca de piedra donde los pasajeros son osos
negros, primates de varias especies, jaguares, tigrillos y pumas, tejones, perros de
agua, reptiles, insectos multicolores y cientos de especies de pájaros, muchos de ellos
aún sin clasificación. Es la sierra de La Macarena: un tepuy, formación geológica
llamada así en lenguaje indígena arawak y que significa “morada de los dioses”. Y
lo parece, porque estas formaciones típicas del Escudo de la Guayana, una de las
agrupaciones de rocas más antiguas del mundo suelen ser tan inaccesibles, con sus
paredes verticales adornadas de cascadas gigantes, que muy
pocos han podido escalar hasta la cumbre para ver ese mundo La madre de la biodiversidad de Colombia
perdido que sir Arthur Conan Doyle imaginó poblado aún está aquí. En esta serranía entre Orinoquia
de dinosaurios. Si se mira un mapa de Colombia, La Maca- y Amazonia. Diez expediciones botánicas
rena parece flotar sobre las planicies de la Orinoquia, justo no bastarían para contarla
en su frontera con la selva amazónica, como si los pastizales
mecidos por los vientos de la llanura la hubieran ido arrastrando hasta el borde mis-
mo de los Andes, con los que geológicamente no está relacionada, ya que son como
doce o más veces más jóvenes. Cuando La Macarena ya era roca del Escudo de la
Guayana y se elevaba alta sobre el horizonte, la cordillera de los Andes era apenas un
sueño de la geología, meros sedimentos que se acumulaban lentamente en el fondo
del océano primigenio para levantarse, soberbios de juventud geológica, varios cien-
tos de millones de años después, por cuenta del choque de las placas tectónicas que
convierten las rocas en plástica materia.

∙ 98 ∙
S er ran ía de L a M ac ar e na

Aguas cristalinas en La Macarena


A veces teñidas por Macarenia clavigera

Vegetación en formación rocosa


Pseudobombax septenatum

∙ 99 ∙
Nosotros, los hombres, con nuestros afanes de bre el nivel del mar, donde los pastizales se vuelven sel-
colonos, de quemas, de cultivos de coca y marihuana; va, va cambiando con la altitud hasta convertirse en la
con nuestros afanes de guerra, de pregonar la patria misteriosa cubierta de plantas enanas y resistentes que
que cada cual se imagina, desde la tribuna de estas miran el mundo desde la cima de sus dos mil ocho-
lejanías, aunque llevamos años tratando de dominar cientos metros de altura sobre el nivel de un mar que
la sierra, no somos sus dueños. Somos unos extraños aquí no es de agua sino de clorofila en todas sus formas.
que nunca terminamos de desempacar las maletas. Desde allá arriba, para los que puedan llegar, el paisaje
Las verdaderas dueñas de La Macarena son las plan- debe quitar la respiración: la gigantesca sabana que al
tas, que suben como si fueran marineros por las jarcias norte se mezcla con el cielo en el horizonte, tejida por
de estas laderas imposibles, moldeadas por el cincel los hilos destellantes de los grandes ríos de la Orino-
mil veces millonario de la erosión. La vegetación que quia que la cruzan como un sistema circulatorio por
arranca allá abajo, a los doscientos metros de altura so- donde viaja el agua, la sangre de la tierra. Esta sabana

Docenas de ríos reparten nutrientes entre las rocas

∙ 100 ∙
S er ran ía de L a M ac ar e na

enorme, que se ve desde este balcón tan exclusivo, se últimos se desarrollan en una topografía tan abrupta,
fue formando por los sedimentos de millones de años que se conoce muy poco de ellos. Los pocos que han
que fueron cubriendo con paciencia geológica el Escu- llegado allá arriba han reportado musgos y epífitas,
do Guayanés, una vieja familia de rocas que van entre encenillos y algunas plantas carnívoras que harían las
los tres mil quinientos y tres mil seiscienos millones de delicias del cine de terror. El viento que azota la cima
años de antigüedad, del que forma parte La Macarena. de la sierra, la poca capa vegetal que se acumula, el frío
Al sur, el verde pasto de las llanuras se convierte en y la falta de suelo normal por la aridez de las rocas, ha
el verde cromo de la selva amazónica, encrespada de hecho que las plantas resuelvan su almuerzo no en la
follajes en su dosel de árboles colosales. mesa de los minerales sino en la de los insectos. ¡Qué
No es fácil imaginarse cómo quedó ahí, solitario, de jugos exóticos y tramposos como la miel nos podría
este testigo de roca de seiscientas treinta mil hectáreas enseñar una sola de estas plantas carnívoras! Pero este
de extensión, ciento treinta kilómetros de longitud de mundo de más allá de la capa de niebla es casi un mis-
norte a sur y treinta y cinco kilómetros de oriente a oc- terio. Lo que más se conoce es la selva húmeda de piso
cidente. Cuentan los geólogos que el viejo Escudo de la térmico cálido, donde los bosques
Guayana, una suma de rocas del Precámbrico, las rocas son densos y perennes, con un do-
más viejas de la Tierra, tenía una capa gigante de ro- sel entre los treinta y los cuarenta
cas sedimentarias que formaban una meseta que se fue metros de alto. Por su culpa entre
erosionando durante cientos de millones de años hasta diciembre y enero, se da un otoño
dejar algunas islas resistentes, los tepuyes que adornan no imaginado en estas latitudes
a Venezuela, Brasil, las Guayanas y Colombia. Esta tan ecuatoriales, cuando las hojas
maravilla de la naturaleza está ubicada en el extremo caen como lluvia del dosel, sobre
suroccidental del departamento del Meta y comprende un sotobosque muy variable de
áreas de los municipios de La Macarena, Mesetas, Vis- arbustos y palmas que pelean por
ta Hermosa, San Juan de Arama y Puerto Rico. la luz solar con lianas, orquídeas y
Harían falta como diez expediciones botánicas árboles como el palo de arco (Ta-
para dar cuenta de la biodiversidad de la sierra de La bebuia serratifolia), la chibechea,
Macarena, de la vegetación casi que aérea de la cum- también conocido en la región
bre fría, de la de las laderas rocosas, donde quién sabe como matapalo o higuerón (Ficus
qué plantas han encontrado cómo vivir, pues parece insipida), el guayabo, macano o Orquídea
imposible. Solo el río Caño Cristales, una maravilla de granadillo (Terminalia amazonia), Catasetum sp.
la tierra, con sus plantas que pintan de colores el agua y el zapito (Sterculia macarenensis),
que se descuelga por las capas de pizarras y areniscas, que con ese apellido en latín nos cuenta que es endé-
se ha dejado llevar por el mundo en fotografías. Los mico, como tantas especies conocidas y por conocer.
pocos que han llegado con sus morrales, sus cámaras e Como no podemos caminar por los escarpes
ilusiones, han podido encontrar un verdadero mundo de las laderas que parecen correr por el borde de la
perdido, donde las especies endémicas apenas si son muralla de la sierra de La Macarena, que se levanta
una muestra ínfima de lo inexplorado, de lo que se po- hacia el cielo, soñemos que vamos sobre el lomo de
dría encontrar si se pudiera recuperar para el mundo un dinosaurio volador de los imaginados por Conan
este laboratorio natural de la sierra de La Macarena. Doyle para su mundo perdido. Allí abajo, en el piso
La lista del herbario de este mundo perdido es cálido y húmedo, podríamos encontrarnos con el árbol
enorme, a pesar de la escasez de exploraciones. La flo- mortecino (Grias sp.), cuya madera se cuida sola por
ra del parque de la sierra de La Macarena contiene tres el olor que le da nombre. Junto a este árbol, como una
biomas de selva húmeda higrofítica: piso térmico cá- paradoja, podríamos ver la palma huichira o palma
lido, bosque húmedo templado y bosque frío. Los dos real (Attalea maripa), llamada también inayá, marija o

∙ 101 ∙
palma de virote en el Amazonas, que da unos palmitos
que son un manjar y que también sirve para preparar
una bebida alcohólica muy apreciada por los indíge-
nas, que ya son pocos. En sus cercanías han vivido los
choruyas, los pamiguas y los guayaberos. Los tukano
se han resistido a morir como pueblo y todavía hablan
su lengua ancestral. El viento nos lleva a otro recodo,
en este vuelo imaginario, y podemos ver otras palmas,
como la milpesos o seje (Oenocarpus bataua).
Damos un giro, rumbo al sur, luego de dejar el
norte, donde la Vellozia macarenensis, que también es
endémica, se las ve con el sol que relame el sustrato de
roca donde crece. Avistamos de repente la selva ama-
zónica, que se derrama hasta el infinito. Si descendié-
ramos, tendríamos que caminar ocultos por el follaje
del tarraigo o turriago (Phenakospermum guyannense),
una hierba gigante que parece pasto de dinosaurios.
A medio camino de la cumbre, en las altiplanicies
que se cuelgan a mil trescientos metros sobre el nivel
del mar, los suelos rocosos solo dejan que las plantas
crezcan entre las fisuras. Es el reino de los arbustos,
hierbas y bosques aislados y enanos. Aquí se destacan
las bromeliáceas terrestres y algunas especies de Hype-
ricum, de las hipericáceas, que parecen cipreses. Una
bocanada de aire nos aleja de los riscos de la sierra
y nos lleva al cielo sobre el cañón que tiene del otro
lado a los Andes. Allá abajo, cerca de los ríos y arroyos,
como el Cafre y el Guayabero, y en todos sus afluentes,
que se descuelgan de la sierra misma y de los Andes,
se encuentra la Macarenia clavigera, de las podostemá-
ceas, especie endémica de planta acuática que le da el
característico color rojo al espectacular Caño Cristales.
Y así, como en un sueño, podríamos darle mil vuel-
tas a la sierra de La Macarena, un útero donde nacen
cientos de plantas de las que tal vez no conocemos
ni la mitad. Se siente un cierto desencanto por tener
que conocer y disfrutar este mundo con los ojos de la
imaginación, cuando quisiéramos vivirlo a cada paso
por sus senderos escarpados, olfatearlo en cada flor y
en cada corteza, palparlo en cada liana que asiéramos
para escalar hasta la cima de ese mundo perdido. Pero
podemos consolarnos pensando que, al no hollarlo, de
Ceiba entre rocas algún modo lo estamos conservando.
Ceiba pentandra

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S er ran ía de L a M ac ar e na

En letra cursiva

Son pocas las familias de plantas que pueden darse el lujo de sobrevivir en las partes buia serratifolia) y el chingalé, gualanday o flormorado,
más altas de la serranía de La Macarena. En este caso encontramos cunoniáceas que tanto color dan a la región. Pero especialmente se
como el encenillo (Weinmannia sp.), que comparte este ecosistema con bromeliáceas dan allí las palmas o arecáceas; en particular la Attalea
(Navia sp.), algunas orquídeas y unas cuantas velloziáceas como la Vellozia macare- maripa, conocida popularmente como güichire, marija
nensis, una de las flores endémicas de la región. o palma de virote, aunque también se presentan ejem-
Pero a medida que vamos bajando las familias botánicas se van multiplicando. plares de Oenocarpus bataua, apodada palma milpesos
Es el caso de algunas epífitas (Clusia sp.) pertenecientes a las clusiáceas, al igual que o seje, y de Socratea exorrhiza, conocida como palma
Tovomita sp., más abajo, en el bosque de galería, ecosistema que comparte con la zancona o araco.
Ruellia sp., una acantácea; la Pera sp., una euforbiácea; algunas fabáceas como Stylo- A diferencia de los densos y coloridos bosques,
santhes sp. y Machaerium sp.. Y unas cuantas anonáceas como la Fusaea sp., conocida en las sabanas de este territorio predominan las ca-
en la región como chirimoyo, y la Xylopia aromatica, denominada popularmente racterísticas gramíneas o poáceas, tales como el Tra-
como malagueto o achón. En esas alturas también se hallan especies de Sinningia chypogon spicatus, conocido popularmente como paja
sp., una gesneriácea, de Hyptis sp., mejor conocido como mastranto, una lamiácea, y lisa o saeta lisa, y el Andropogon leucostachyus, llamado
Lantana sp., una verbenácea llamada yerbamora o cariaquito en la región. En este rabo de gato o rabo de vaca debido al aspecto que
ecosistema de bosques y sotobosques predominan asi mismo especies de Hirtella sp. presentan sus espigas. La conjunción de todos estos
o palo de maicero, una crisobalanácea, Davilla sp., conocida también como bejuco ecosistemas en La Macarena, con sus muchas o pocas
chaparro o bejuco candela, una dileniácea y se encuentra además la Nectandra ama- familias botánicas y especies exóticas y endémicas,
zonum, laurel, chulo o tinto, una laurácea. nos hace caer en cuenta de la importancia de preser-
Dentro de estos tupidos bosques no faltan las bignoniáceas, con sus flores de var intacto este territorio.
llamativos colores, como son los ejemplares de palo de arco o floramarillo (Tabe-

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Anonáceas Fusaea sp. Chirimoyo Alimento
Anonáceas Xylopia aromatica Malagueto, achón Leña y cerca viva
Tórtolo, mano de león,
Araliáceas Schefflera morototoni Ornamental y construcción
sachauva
Güichire, marija,
Arecáceas Attalea maripa Alimento y construcción
palma de virote
Arecáceas Oenocarpus bataua Milpesos, seje Construcción y alimento
Arecáceas Socratea exorrhiza Palma zancona, araco Artesanal y construcción
Gualanday, chingalé,
Bignoniáceas Jacaranda obtusifolia Ornamental y medicinal
flormorado
Bignoniáceas Tabebuia serratifolia Palo de arco, floramarillo Medicinal y ornamental

Combretáceas Terminalia amazonia Macano, granadillo Construcción

∙ 103 ∙
La Macarena se mueve,
arrastra, nada, vuela
Por su antigüedad, muy superior a la de los Andes y sus valles
fluviales, La Macarena es la madre de la biodiversidad del
territorio colombiano, pues desde allí empezaron a distribuirse
tanto las especies vegetales como las animales. Además, por su
privilegiada ubicación entre la Orinoquia y la Amazonia, es un
Guamacho punto de intercambio que incrementa aún más esta abundancia
Pereskia guamacho biológica. Entre lo que se mueve, tanto en el suelo como arriba
en las ramas, hay ocho especies de primates, como tutamonos
La Macarena en números o micos de noche, macacos, socacos, titís, marimondas, ara-
En 1948 la sierra de La Macarena se constituyó como la primera guatos y choyos. Hay osos hormigueros, ocarros, cachicamos,
reserva natural protegida por ley, pero fue en 1971 cuando se armadillos, arracachos, osos negros, tejones, olingos, perros de
estableció como parque nacional natural. Tiene un área de seis- agua o nutria gigante del Amazonas, tigrillos, jaguares, pumas,
cientos treinta mil hectáreas, que van entre los doscientos y los ardillas, chigüiros, curíes, toninas, venados sabaneros y soches.
dos mil ochocientos metros sobre el nivel del mar. Mide ciento Lo que se arrastra cuenta con una gran riqueza de especies de
treinta kilómetros de norte a sur y treinta y cinco kilómetros de reptiles, entre las cuales más destacadas son la babilla, el caimán
oriente a occidente. Está en jurisdicción de los municipios de del Orinoco, los cachirres, la tapaculo o tortuga hedionda, los
La Macarena, Mesetas, Vista Hermosa, San Juan de Arama y morrocoyes, las mata mata, las sabaneras. En el aire y anidando
Puerto Rico, todos en el Meta. Al norte, el río Cafre y el caño entre las ramas y hasta en el dosel de los árboles más grandes,
Cabra le sirven de límite. El río Guayabero traza el límite sur, hay cerca de cuatrocientas cuarenta especies de aves, como pau-
mientras el río Duda lo demarca al occidente. La temperatura jiles, gallinetas de monte, tentes, jamucos, yátaros, trepatroncos,
promedio es de 25,5 °C. copetones, tráupidos y corocoras.

La Macarena e n l at í n
En la sabana tenemos gramíneas como el Axonopus canescens, el Trachypogon spicatus y el An-
dropogon leucostachyus. También tenemos algunas arbustivas de los géneros Hyptis (lamiáceas) y
Miconia (melastomatáceas). En los parches arborescentes, con un dosel de seis a quince metros
de alto, los más frecuentes son Schefflera morototoni (mano de oso, mano de león, sachauva,
tórtolo), Erythroxylum macrophyhlum (coca de monte, ajicillo, pata de torcaza), Jacaranda
obtusifolia o flormorado, conocido también como gualanday, Pera arborea o arenillo, Annona
cherimolioides o anón de monte, Vismia macrophylla, denominada punta de lanza, lacre o palo
de chicharra y Xylopia aromatica, que en la región se conoce como malagueto o achón.
En los bosques de galería, en su estrato herbáceo, tenemos presencia de los géneros
Ruellia, Stylosanthes, Sinningia, Heliconia, Hyptis y Lantana. Entre los arbustos predominan
especies de Tovomita sp., Hirtella sp., Davilla sp., Siparuna guianensis, Piper sp., Polygala sp. y
Miconia sp. Entre los subarbóreos, encontramos las fabáceas Inga sp. y Cassia sp. Y en el estra-
to arbóreo se dan especies de Fusaea sp., Nectandra sp., Machaerium sp. y algunas cecropiáceas.
Carbonero
Acanthella sprucei

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S er ran ía de L a M ac ar e na

La Macarena en rocas
En la maleta del geólogo podrían verse areniscas rojas de origen marino, algunas con
fósiles; areniscas arcillosas y lutitas grises y verdes, entre las más viejas. Las jóvenes
serían conglomerados, areniscas y arcillolitas, de origen fluvial o lagunar marino, más
las arenas sueltas y areniscas que van quedando a los pies de los tepuyes, caídas desde
sus paredes y cimas. Las rocas de La Macarena están sobre el basamento del Precám-
brico del Escudo Guayanés, formado por rocas ígneas y metamórficas, de las más viejas
de la Tierra, con edades hasta de dos mil quinientos millones de años. Sobre este gran
escudo de rocas primigenias se fueron depositando los sedimentos en los primeros
océanos hasta formar una secuencia de capas que en toda la región se conoce como la
formación Roraima, con una edad de entre mil novecientos treinta y mil quinientos
noventa millones de años. Esta formación luego se elevó y emergió del mar por la
acción de fuerzas tectónicas y quedó expuesta a la erosión, que la volvió a convertir
en sedimentos que fueron a llenar los nuevos océanos, en una secuencia que todavía
hoy sigue. En un principio los continentes no estaban donde hoy los vemos, formaban
un rompecabezas distinto. Las zonas más resistentes de esas rocas de sedimentos aún
hoy aguantan los embates de la erosión: son los tepuyes, islas de roca que se han ido
desgastando y lo seguirán haciendo hasta que, en el curso de millones de años, también
desaparecerán. Este gigante de la formación Roraima tiene cuatro unidades formadas
en diferentes épocas, llamadas Uairen, Kukenán, Uiamapué y Mataui. En Colombia
solo tenemos la última. Sus hermanas más viejas están en Venezuela y Brasil. Bejuco cadeno
Bauhinia guianensis

La Macarena y el hombre
Entre 1537 y 1538 el alemán Jorge Spira, en una expedición que salió de Coro, Venezuela y recorrió el piedemonte llanero, fue el primer
explorador que llegó a La Macarena. En 1541 Hernán Pérez de Quesada, en busca de El Dorado, pasó junto a la sierra por el valle del
río Duda. En 1560 Gonzalo Jiménez de Quesada llegó hasta el río Guayabero, donde tuvo que desviarse hacia la selva de Airico debido
sus enfrentamientos con los indígenas. Desde el siglo xvii la zona se empezó a llamar La Macarena, aunque todavía a mediados del
siglo xix no aparecía en los mapas. En 1872 Jules Crevaux, encargado por el gobierno de trazar un camino, puso a La Macarena en los
mapas oficiales y en las ilusiones de los colonos, que solo fueron detenidos por un centinela poderoso: la fiebre amarilla. Mas con la
popularización de las vacunas hasta este guardián natural se rindió, y la colonización de los alrededores de La Macarena trajo consigo
todo aquello que el hombre suele llevar en sus invasiones. Los primeros colonos encontraron en las paredes rocosas de los raudales del río
Guayabero pictogramas trazados por los pueblos que habían llegado allí miles de años atrás, pueblos indígenas que se han ido mezclando
con los recién venidos hasta prácticamente desaparecer culturalmente en esta fusión inevitable. Tal es el caso de los choruyas, los pami-
guas y los guayaberos. Solo los indígenas tukanos hablan aún su lengua original.

∙ 105 ∙
Para males
de cuerpo y alma

omo un mundo dentro del mundo que aún está por descubrir. Como la
casa de la mayor cantidad de aves y de anfibios del globo. Como la cuna de
la reserva de agua potable del planeta. Como un océano verde. Como el paraíso
de la biodiversidad.
Cada quien ve como quiera —desde la admiración profunda, desde la curiosi-
dad científica y también desde la esperanza— esta región imponente, hermosa y rica
que forman los ríos Amazonas y Orinoco.
Y muchos, por supuesto, la ven como una enorme farmacia. Aunque decir
enorme sea poca cosa y haya que buscar otros adjetivos: inmensa, descomunal. Un
laboratorio en el cual las culturas aborígenes llevan siglos
—milenios quizás— investigando y observando las hojas, ta- Hojas, tallos, raíces, bejucos, flores, todo
llos, flores y raíces de las plantas nativas. Una enorme farma- lo que la prodigiosa naturaleza da, tiene
cia a la cual, no obstante la sabiduría de culturas ancestrales un uso para quienes han encontrado en ella
como las que habitan el valle del Sibundoy en el Putumayo el remedio para todos los males
—especializada como ninguna en el mundo en una ciencia
que consiste en descubrir y aplicar las bondades medicinales de las plantas— aún le
quedan muchos rincones por explorar: muchos más que los que han sido explorados.
Así, habría que decir que esta región que ocupa prácticamente la mitad del mapa
de Colombia es una enorme farmacia de la cual solo se han abierto unas cuantas gavetas.
Lo cierto es que con lo poco conocido se bastan quienes la habitan para curar sus
males. Y muchos de los que han llegado hasta allí con su prepotencia y sus diplomas de
universidades lejanas han quedado con la boca abierta ante tanta maravilla de la natu-
raleza y tanta sabiduría de quienes allí nacieron, allí tienen sus raíces y allí viven. Otros,

∙ 106 ∙
M e dic i nal e s

Maraco
Couroupita guianensis

Matarratón Albahaca negra


Gliricidia sepium Ocimum sp.

∙ 107 ∙
Clavellino Mastranto
Caesalpinia pulcherrima Hyptis sp.

animados por el deseo noble de multiplicar aquellas nacen, en formas vegetales, remedios para todos los
bondades y hacer partícipes de sus beneficios a millones males conocidos.
de habitantes del planeta que ignoran lo que allí exis- Por eso, no extraña que muchas de las especies
te, han trabajado para nutrir a la industria farmacéutica medicinales de la Amazonia y la Orinoquia sean consi-
con sus principios activos y sus fórmulas secretas. deradas plantas sagradas. Y tratadas como tales. Ahí es-
Cada vez más compuestos químicos de los que tán, por ejemplo, el yagé, la virola —conocida en ambas
ofrecen en las pequeñas boticas de pueblo y en las gran- regiones como sangretoro— el puinave (homónimo de
des cadenas de farmacias están inspirados en las virtu- un grupo indígena del Guainía); la burundanga o esco-
des de la flora de la Amazonia y la Orinoquia, cuando polamina, un alcaloide que se extrae de la planta cono-
no resultan directamente desarrollados a partir de ese cida como borrachero o floripondio; e incluso el tabaco,
conocimiento al que se le dio la espalda durante siglos. entre muchas otras especies que tienen propiedades
Pero quizás lo más llamativo —lo más hermoso, alucinógenas, que no están al alcance de la gente del co-
sí— de la relación entre los habitantes de esta región mún —entre otras razones porque utilizadas sin el debi-
con las plantas de las cuales se valen para curar sus en- do conocimiento suelen acarrear grandes peligros, hasta
fermedades, es que las consideran parte integral de su la muerte misma— y cuyo empleo supone siempre un
mundo: de ese cosmos en el cual creen estar en igual- ritual que ha pasado de generación en generación y por
dad de condiciones. el cual la comunidad demuestra gran respeto.
Rica como ninguna región del mundo en plantas Quizás porque en su manera de ver la vida el
medicinales, muchas de las cuales están aún por inves- cuerpo y el espíritu están fundidos y lo que suceda con
tigar a fondo, en las tierras amazónicas y orinoquenses uno afecta al otro, para bien o para mal, es habitual

∙ 108 ∙
M e dic i nal e s

que en las comunidades que habitan esta región los De muy alta toxicidad es también el cucharacas-
encargados de curar el cuerpo también sean conside- pi, pero los médicos makunas, que habitan las ribe-
rados guías espirituales: son los payés o chamanes que ras del río Popeyaká, utilizan su látex para acelerar la
dirigen los rituales para entrar en contacto con las dei- curación de las heridas. Y saben los indígenas cubeos,
dades y con los antepasados —hay quienes llaman al que habitan riberas de ríos del Amazonas, Vaupés y
yagé el vino del alma, el hilo que une al bebedor con Vichada, que familias como la de las aristoloquias sue-
los muertos—, y que mediante la ayuda de las plan- len producir poderosos efectos tóxicos, pero también
tas sagradas pueden establecer el verdadero origen de medicinales, y entre otros fines las usan para tratar a
las dolencias de quienes son tratados y determinar el los epilépticos.
tratamiento adecuado, que por lo general incluye cere- Conocido en otras regiones como floripondio o
monias para invocar la ayuda del más allá. burundanga, el borrachero llama mucho la atención de
De las muchas especies alucinógenas, el yagé los caminantes por sus flores blancas, rosadas o ama-
parece ocupar un lugar preponderante en algunas rillas. Pero saben quienes han dormido una siesta a la
comunidades por sus propiedades tranquilizantes, su sombra de sus ramas que esta plan-
efecto eufórico y su carácter de planta mágica, telepá- ta narcótica puede provocar desde
tica e hipnótica, que no solo se emplea en los rituales dolores de cabeza hasta desequili-
religiosos y en la cura de enfermedades: también se brios mentales. Utilizada como se
valen de él los chamanes para escoger el lugar de la debe, los inganos del Putumayo y
construcción de las malocas y hasta para determinar el del sur de Caquetá saben que ayu-
momento oportuno de los viajes. da a calmar las neuralgias, a curar
Pueden existir muchas dudas sobre sus propie- la tos ferina y el asma y a paliar al-
dades sobrenaturales, pero lo que sí es cierto es que gunos males del útero y de la uretra.
la bebida que con esta planta se prepara resulta muy Emparentada con la burun-
amarga y por lo general produce vómito y diarrea. Para danga, los médicos tradicionales
muchos, se trata simplemente de ayudar a limpiar el kamsás e ingas han establecido
cuerpo y el espíritu de malas energías. que la culebra borrachera —ge-
Efectos similares tiene la virola, que suele consu- neroso productor de alcaloides, en
mirse inhalando el polvillo al que se reducen trozos de especial escopolamina— es la más
su corteza, considerado como un poderoso psicotró- potente de las plantas narcóticas. Chaparro
pico y que se emplea también para curar infecciones y Si bien se utiliza para bajar la fie- Curatella americana
emponzoñar con veneno los dardos de las cerbatanas. bre y calmar escalofríos persisten-
Tan mal visto hoy en día, el tabaco ha sido muy tes, en algunas comunidades del Putumayo se ha em-
apreciado desde tiempos lejanos entre comunidades pleado con éxito para tratar tumores; y los chamanes
como las de los yukunas y los tanimukas, en el sur de recurren a ella sobre todo para adquirir poderes que
la Amazonia, y especialmente entre los tukanos, en el les permitan moverse con facilidad en los campos de
Vaupés, que lo utilizan en curaciones, pero sobre todo la adivinación y la profecía.
antes de emprender ciertos tratamientos, para acceder Sin duda, una de las plantas que más llamó la
a la inspiración y preparar al paciente. atención de los primeros misioneros españoles que
También sagrado, el chiricaspi es muy apreciado llegaron a las regiones del río Putumayo fue el yoco
como febrífugo por los indígenas kofanes y sionas del —muy empleado por los coreguajes y los kofanes—, y
Putumayo, así como para contrarrestar el efecto de las lo mencionan con frecuencia en sus informes. Es cier-
mordeduras de serpiente. Pero se sabe que ingerido en to que los indígenas lo emplean como antiparasitario
exceso puede hacer perder por completo la coordina- y purgante, pero su uso principal consiste en inhibir
ción muscular y producir picazón en todo el cuerpo. el apetito y menguar la fatiga en los largos viajes de

∙ 109 ∙
cacería en medio de la selva. Sin embargo, esta especie no llegó a ser tan apreciada
en la península ibérica como la guayusa, de la cual se establecieron plantaciones
suficientes para cubrir la amplia demanda de los españoles, que con ella curaban la
sífilis, tal como lo aprendieron de los médicos tradicionales de Sibundoy y Mocoa. Y
a pesar de haber sido reseñado en estudios publicados a finales del siglo xix en París,
menos fama tuvo el gualanday, cuyas bondades en el tratamiento de las enfermeda-
des venéreas han sido calificadas como sorprendentes.
Tostadas y pulverizadas, las hojas de la dapakoda detienen la diarrea; y se sabe
que sus flores remojadas en chicha —como se emplean desde tiempos ancestrales
en las ceremonias de iniciación masculina conocidas como yuruparí— ofrecen muy
apreciadas propiedades afrodisiacas.
El achón o sembé, que en algunas regiones se conoce con los simpáticos nom-
bres de malagusta o malagueto, y que abunda en los alrededores de San José del
Guaviare, fue muy socorrido en el tratamiento del cólera. En la actualidad se emplea
para calmar los cólicos.
Para las llagas se recomienda el aceite que se extrae de la copaiba o palo de
aceite. En caso de hemorragias uterinas las matronas de la región suelen acudir a la
akereba —que significa “flor que abre bastante” y que se conoce como palo de cruz
o monterillo—, y entre los diabéticos es común el consumo de la infusión que se
prepara con las hojas secas del bello y empinado yarumo plateado.
Muy apreciado en la cocina y también por las mujeres que trituran las semi-
llas para utilizarlo como protector solar, el achiote es empleado por la comunidad
miraña en el Amazonas para desinflamar las amígdalas y para aliviar el hígado. No
obstante, su uso principal corre por cuenta de los tratamientos dermatológicos.
Las hemorroides parecen llegar a su fin con el empleo de un extracto preparado
con las hojas de la planta llamada ojo de venado —a la que también han asignado
beneficios en el tratamiento del mal de Parkinson—; y se dice que la tensión arterial
elevada vuelve a sus cifras normales al beber una infusión que allí se prepara con las
hojas del chaparro, cuyo tallo se usa también para ayudar a los enfermos de artritis.
Y se sabe, por cuenta de los quichuas y los huitotos, que la savia de la sangre de
drago ayuda a conseguir la oportuna cicatrización de las heridas, y que los hongos
de la piel desaparecen con el empleo del trompeto, un pequeño árbol que también
se conoce como sarno precisamente por sus propiedades para eliminar la sarna de
los perros. Se usan las ramas del escobo o escobilla no solo para repeler pulgas y
para elaborar escobas —de ahí su nombre— sino también, maceradas en agua, para
enjuagar el pelo.
No hay duda: se encuentra cura para todos los males entre las decenas de mi-
les de plantas que crecen en la Amazonia y en la Orinoquia. Incluso para algunos
de pronóstico reservado, como el cáncer, pues hay especialistas que recomiendan el
bejuco de anzuelo o uña de gato para complementar ciertos tratamientos de radio-
terapia y de quimioterapia.
Y probablemente no exista la muy buscada fuente de la eterna juventud. Pero se
Bajagua dice que el guaraná, que tanto se recomienda para limpiar las arterias de colesterol y
Senna reticulata para proteger los bronquios, logra el milagro de retardar el envejecimiento.

∙ 110 ∙
M e dic i nal e s

En letra cursiva

Entre esa grandísima variedad de especies medicinales que hay en las regiones de En este amplio territorio también es común
Amazonas y Orinoco, existen familias botánicas representativas que se caracterizan encontrar géneros o especies ampliamente utilizados
por la presencia de compuestos orgánicos con principios activos y con más de una en la medicina tradicional y altamente reconocidos en
especie utilizada en la medicina tradicional. Es el caso de las solanáceas, a las que el área de los fármacos, como la caléndula (Calendula
pertenecen el borrachero o floripondio (Brugmansia suaveolens), el tabaco (Nicotiana officinalis), de las asteráceas; la valeriana (Valeriana
tabacum), el chiricaspi (Brunfelsia chiricaspi), el lulo (Solanum quitoense) y la culebra officinalis), de las caprifoliáceas; el chaparro o curata
borrachera (Brugmansia aurea). También las lamiáceas, es decir las aromáticas, una de (Curatella americana), de las dileniáceas, y la guayusa
las familias botánicas con mayor número de especies utilizadas para calmar los nervios, (Ilex guayusa), de las aquifoliáceas
entre las que se cuentan la albahaca (Ocimum campechianum), el romero (Rosmarinus Con un alto potencial farmacológico, pero
officinalis), la hierbabuena (Mentha x piperita), la mejorana (Origanum majorana), el arriesgadamente tóxico, se halla aquí el género Aris-
poleo (Clinopodium brownei) y el toronjil (Melissa officinalis). Con menor número de tolochia, de las aristoloquiáceas, tales como el mato
ejemplos, pero con especies de gran valor para la medicina tradicional, están algunas (Aristolochia nummularifolia), que es utilizado en la
urticáceas como el yarumo plateado (Cecropia telenitida) y la ortiga o pringamoza región de la Orinoquia, la oreja de tigre (Aristolochia
(Urtica urens). Y ciertas apocináceas, como la dapakoda (Mandevilla steyermarkii) y sprucei), utilizada en el Putumayo, y el guaco (Aristolo-
el cucharacaspi (Malouetia naias); arecáceas como el chontaduro (Bactris gasipaes) chia goudotii), usado con fines medicinales en el Meta.
y el asaí o manaco (Euterpe precatoria). Fabáceas como el palo de cruz o monterillo Y al igual que la Aristolochia, son muchas las especies
(Brownea ariza), la copaiba o aceite (Copaifera pubiflora) y el ojo de venado (Mucu- de gran potencial medicinal pero, en algunos casos
na sloanei); mirtáceas como la guayaba (Psidium guajava), la pomarrosa (Syzygium muchos de ellos estudiados, con graves consecuencias
malaccense), y el arazá (Eugenia stipitata). Y también cabe nombrar las papaveráceas, de efectos secundarios.
como el trompeto o sarno (Bocconia frutescens) y la amapola (Papaver somniferum).

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Celastráceas Maytenus laevis Chuchuhuasa, chuchuhuasi Medicinal antimalárico y afrodisiaco
Euforbiáceas Croton lechleri Sangre de drago, sangro Medicinal analgésico
Eritroxiláceas Erythroxylum coca Coca Medicinal, alimento fortificante
Malpigiáceas Banisteriopsis caapi Ayahuasca, yagé, caapi Medicinal, psicoactivo y afrodisiaco
Sangretoro,
Myristicáceas Virola surinamensis Medicinal, maderable
cuamara blanca
Uña de gato,
Rubiáceas Uncaria guianensis Medicinal y afrodisiaco
bejuco de anzuelo
Sapindáceas Paullinia yoco Yoco Medicinal y psicoactiva
Solanáceas Brugmansia suaveolens Borrachero, floripondio Medicinal, psicoactiva

Solanáceas Nicotiana tabacum Tabaco Medicinal analgésico

∙ 111 ∙
La c o c a , d e u n v e r d e b r i ll a n t e
Vuelta maldita —y perseguida— en algunos países, entre ellos
Colombia, por la intromisión de la delincuencia y la impoten-
cia operativa de las autoridades, la coca es un cultivo sagrado
de muchas comunidades indígenas del Amazonas - Orinoco.
Un ritual. Una necesidad. Un lenitivo contra el hambre. Un Pavito
producto de pancoger. Jacaranda obtusifolia
Una de las primeras versiones sobre cómo se llegó al
consumo de la coca como primera necesidad, la trae el investi- Una f r u ta pa r a c a d a m a l
gador Anthony Henman, quien describió en 1981 el mito de su También los frutales del Amazonas y la Orinoquia cuentan con
origen: “Un grupo de indígenas de tierras altas había intentado muy apreciadas propiedades medicinales. A continuación se
establecer una colonia en las yungas, las cálidas y húmedas relacionan algunas de las frutas que allí crecen y las enfermeda-
laderas de los Andes bolivianos que conducen a la cuenca del des que ayudan a curar o a combatir.
Amazonas. Habiendo enfurecido a los dioses por la quema de Arazá: diabetes y reuma articular
la capa selvática original, sus casas y cultivos fueron barridos por Asaí: fiebre, diabetes, afecciones hepáticas y renales
lluvias torrenciales. Los indios se vieron obligados a refugiarse Badea: migraña, depresión, insomnio
en unas cuevas cercanas. Cuando por fin volvieron a salir, luego Borojó: desnutrición y desajustes de la presión arterial
de muchos días de tiempo tormentoso, no encontraron a su Carambolo: asma y hemorroides
alrededor más que desolación. Debilitados por el hambre y la Chontaduro: anemia, anorexia
desesperación, hallaron un arbusto desconocido con hojas de un Guayaba: diarrea
verde brillante; arrancaron las hojas y las llevaron a la boca para Lulo: gota y afecciones renales
calmar el hambre. El remedio así descubierto parecía tan eficaz Piña: dispepsia, faringitis, mordedura de víboras y picaduras
que el cultivo de este arbusto suministraría el motivo principal de insectos
para toda la posterior ocupación de las yungas por los aymará”. Pomarrosa: epilepsia

Un a lm a q u e i l u m i n a
El payé es una suerte de chamán que suele establecer contacto con las fuerzas sobre-
naturales. En su mayoría, los payés tienen amplio conocimiento de las propiedades
medicinales de las plantas, y son los encargados de determinar los tratamientos para la
cura de las enfermedades. El antropólogo Gerardo Reichel-Dolmatoff describió con las
siguientes palabras las cualidades de un payé: “profundo interés en mitos y tradiciones
tribales, una buena memoria para recitar largas secuencias de nombres y eventos, buena
voz de cantor, y la capacidad de poder, durante horas, recitar encantaciones, en noches
de vela precedidas por ayunos y abstención sexual. Ante todo, el alma del payé debe
iluminar; su alma tiene que brillar con fuerte luz interior, que hace visible todo lo que
está en la oscuridad, todo lo oculto del conocimiento ordinario y de la razón”.

Chuchuhuasa
Maytenus sp.

∙ 112 ∙
M e dic i nal e s

De l a s e lva a l a i n d u s t r i a
El estudio Diversidad biológica y cultural del sur de la Amazonia colombiana, publicado
en conjunto por varias entidades entre las cuales figuran Corpoamazonia, el Instituto
Humboldt, el Sinchi —Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas— y Parques
Nacionales Naturales de Colombia, incluye una tabla con las plantas medicinales con
potencial económico en la industria, y señala las siguientes: sangre de drago, uña de gato,
ortiga, yagé, guaraná, chuchuhuasi, seje, avellanos, chaparro, copaiba y palo de arco.

Jarabes y mezcladores
La fama de la quina se debe sin duda a su efectividad para combatir la malaria, con-
siderada en algún momento como la enfermedad de mayor magnitud en el mundo.
Apreciada como una de las plantas medicinales más importantes de la historia, su poder
radica en las varias decenas de alcaloides que se encuentran en su corteza, y de manera
especial la quinina.
Utilizada desde hace varios siglos con fines médicos, se sabe que la quina también
ayuda a combatir la fiebre y la tos, y es buena amiga del corazón, pues se dice que co-
rrige la taquicardia y previene el paro cardíaco. Los usos industriales de la quina no son
pocos, pues se emplea en la fabricación de bronceadores, champús e insecticidas, entre
otros productos, y hasta llegó a convertirse en un popular mezclador de la ginebra. Combo
Aspidosperma sp.

Deje l o s n e rv i o s
Los médicos tradicionales del valle del Sibundoy,
en el Alto Putumayo, donde se dice que está una
de las culturas más avanzadas en el estudio de
las propiedades medicinales de las plantas, han
determinado una buena cantidad de especies que
ayudan a calmar los nervios. Están entre ellas la
caléndula, la malva olorosa, el toronjil, la hierbabuena,
la albahaca, la mejorana, el romero, el poleo, la
amapola, el limoncillo, la ruda, la ortiga, la valeriana,
el cedrón y la verbena.

Vitrina medicinales
Mercado de Leticia

∙ 113 ∙
Arte
con ancestro

os hombres hacen cestería, tallan madera de palosangre, balso y huito,


y las mujeres fabrican cerámica y tejen. Cada uno va a recoger lo ne-
cesario y vuelve al resguardo donde con herramientas mínimas, sus
manos dan forma al saber transmitido desde el abuelo del abuelo.
La mujer curripaco de Coco Viejo en Puerto Inírida, sentada en el piso con sus
piernas estiradas teje una mochila y su hijo desenreda hilos de colores y aprende sin
palabras, con ojos, oídos y tacto.
Sea un instrumento musical o un vestido ceremonial, una cerbatana, una canoa,
una tinaja, una trampa para pescar, un cesto para cargar de la chagra, el arte ancestral
tiene sentido simbólico, significado, valor utilitario y com-
prende al entorno por lo que este da como materia prima. Sin Cada objeto con su material y su forma
tener noción de cuánto vale ni cómo comercializarlo, asunto es un conocimiento recibido por los nativos.
que solo viene cuando los turistas los visitan. Son objetos úni- Y una herencia cultivada. Las artesanías
cos, hechos por el mismo autor que lleva a cabo todo el pro- locales tienen un valor incalculable
ceso de recolectar las materias primas hasta darles acabado
final. Esto los identifica. Tradición que emparenta la vida cotidiana con la naturaleza.
Ticunas y cocamas del trapecio amazónico usan palmera chambira y yanchama,
tela vegetal tomada del ojé o higuerón que dibujan y vuelven máscaras y trajes cere-
moniales. Se sientan en sus kumunos y usan moriche, seje, cogollo tierno del cumare,
nervaduras de la palmera mirití y los convierten en objetos para acompañar sus labores.
Con semillas tiñen y embellecen. Aunque Colombia ha divulgado el valor único de la
artesanía de esta región, son pocas organizaciones las que los agrupan. Cada uno en su
comunidad preserva este tesoro heredado de saber usar con belleza lo que le da la tierra.

∙ 114 ∙
A rt e s anías

A punto de acabarse
Palosangre es el nombre de la madera en
que se talla en el Amazonas. Hablan de este
árbol “caído” por su riesgo de extinción. Los
motivos son mitológicos o útiles. Daga, delfín
o cuchara lucen su color

Imprescindible objeto
En este canasto elaborado en bejuco en
cercanías de Leticia, las mujeres cargan a
la espalda lo recolectado en la chagra. Peso
Mezcla de texturas
liviano y capacidad son precisas
Esta cerámica, decorada con tejido de cumare,
fue elaborada por las mujeres curripaco en la
comunidad de Coco Viejo. Descienden de una
abuela con ciento doce años que vive allí

∙ 115 ∙
Para vestir
Esta falda es un traje típico hecho con la hoja de palma canangucha
o moriche, que es la especie a la que más usos dan tanto en Amazonas
como en Orinoco

Arte contemporáneo
Butacos para sentarse en la maloca o para trabajar las artesanías.
Los llaman kumunos y como este en Guamal, cerca a Villavicencio,
tienen gran refinamiento

Conjunto de materiales Diseño para vender


Hechos de achira, guiruro y guacarapona, Aretes diseñados y elaborados con formas tradicionales, en palma
estos collares de semillas son usados en las de cumare, no son lucidos por las mujeres curripacas. Ellas los venden
ceremonias o exhibidos en la feria artesanal
de Leticia

∙ 116 ∙
A rt e s anías

Utilidad total
Estos cestos son producidos en Puerto Inírida, Guainía.
Su fibra es extraída de la palma de chiqui chiqui.
Su trenzado está hecho por mujeres

Compañera en el río
Este detalle de canoa en el río Igaraparaná, aprovecha la ductilidad de la madera
de balso, tan liviana que se deja trabajar con suavidad

Caras vemos
Máscaras que se sirven del balso y son usadas en
los rituales. Su talla es hecha con instrumentos muy
simples pero sus dibujos son muy complejos

∙ 117 ∙
Tejido tradicional
Esta mujer en Amazonas elabora una
mochila que usarán en su resguardo o que
viajará muchos kilómetros cuando alguien la
compre en una feria

Para sacudir
Estas escobas pequeñas tienen
el colorido que dan las semillas y
la sustancia con la que adhieren
este tono también es vegetal.
Todo se usa

Símbolo de la selva
Asombrosa tela vegetal extraída por los ticunas, huitotos y yaguas
de la yanchama, que es el árbol de ojé o higuerón. Los pinceles
son también naturales

∙ 118 ∙
A rt e s anías

Todo suena
Los calabacitos acompañan a otros
materiales más con los que se hacen los
instrumentos musicales: cedro, cedrillo, palo
arco, luiro, miratabá

Extracción
Este colador para
el ambil del tabaco
está hecho como
otras cestas de las
fibras que tienen
en el yarumo o
guamo. La cestería
es realizada solo
por hombres

Para soñar
Los chinchorros o hamacas son hechos de las
nervaduras de la palmera mirití, del chiqui
chiqui, el seje, el moriche o el cucurito.
Su utilidad está garantizada

∙ 119 ∙
En equilibrio
De la palma chonta este
soporte para el casabe tiene
en los resguardos del Vaupés
un uso cotidiano. Su firmeza
la garantiza la perfección
del tejido

El símbolo
Vestido ritual hecho en la tela yanchama
u ojé. Los ticunas del Vaupés la extraen
basadas en las leyendas de Yoí, el sereno;
Ipí, el loco y Jutapá, el que hace los sueños

Para llevarse
Estas guacamayas
en madera de balso
nunca adornarán
Pequeña cacería
una maloca, pero
Estas cerbatanas hecha en palma de chambira o cumare
sí encantarán a los
contendrán unos bodoques con los que los huitotos cazarán
turistas de Leticia
su alimento en la selva
que las llevarán al
balcón de sus casas

∙ 120 ∙
A rt e s anías

Magia magia
Estas muñecas en tejido de fibra de cumare tienen
una significación simbólica. Son usadas en la
comunidad de Coco Viejo para protegerse
Geometría propia
Tejida en fibra de palma, los
colores de la mochila fueron
dados también con hojas
silvestres. El diseño
lo marca su demanda

La pesca del día


Una trampa para la pesca es sin duda un utensilio imprescindible en
aquella estrella fluvial que conforman ríos inabarcables e innumerables

∙ 121 ∙
Amazonia,
termómetro de la Tierra

i se mira una imagen de la Tierra desde el espacio, la Amazonia es el área


que aglutina la mayor cantidad de bosques continuos. A su vez, estos bos-
ques tienen una densidad, una altura y una arquitectura, entre otros atributos,
que les permiten guardar una importante cantidad de biomasa y en particular, de
CO2, comúnmente llamado dióxido de carbono, compuesto vital en la generación
del “efecto invernadero” cuando está esparcido en la atmósfera.
En efecto, el CO2 liberado por la combustión de derivados del petróleo o de
vegetación, es el principal responsable del calentamiento global, pues actúa como
una barrera que impide que el calor atmosférico —producto del efecto solar y la
generación calórica de actividades humanas— se disipe hacia
el espacio y por tanto, se incrementa la temperatura como Pulmón del mundo le dicen a este inmenso
sucede en los espacios cerrados como los invernaderos. De Amazonas que depende de ocho países.
allí el nombre de efecto invernadero. Oxígeno para el planeta que sale de este
Aproximadamente entre el veinte y el veinticinco por lugar cuya supervivencia es fundamental
ciento de los gases de efecto invernadero se derivan de los
bosques que son talados y, en la mayoría de las ocasiones, quemados. Igual sucede
con los depósitos de materia orgánica en el suelo, conformada por las hojas y ramas
caídas y por los desechos de la tala de árboles, y acumulada durante años, los cuáles
también pueden liberar CO2 al entrar en combustión cuando son quemados.
Ese color café-rojizo que vemos en los atardeceres de verano en el campo, es la
forma más evidente de cómo se manifiestan estos bosques al liberar CO2 a la atmós-
fera, aumentando las condiciones de calentamiento global. A su escala y en circuns-
tancias normales, los bosques amazónicos tienen la capacidad de retener grandes

∙ 122 ∙
Pul món de l M un d o

El ciclo del agua


La selva guarda su microclima

Prodigios al interior Conexiones íntimas


La humedad es del ciento por ciento En la selva todo se relaciona

∙ 123 ∙
Bejuco Selva adentro
La manigua se apodera Una humedad que se siente

cantidades de humedad en el suelo, por su condición de “esponja” generada por la


materia orgánica que se forma con las hojas que caen de los árboles, y sus raíces que
se entrelazan, buscando nutrientes.
De igual manera existe allí una inmensa red de drenajes superficiales, similar
a la red vascular del cuerpo humano, que permite que la vida se mantenga en fun-
cionamiento. En esta red se produce la más importante cantidad de organismos que
viven de la selva, como son los recursos hidrobiológicos, de los cuales deriva su sus-
tento alimenticio la mayoría de la población local. La caída de lluvias provenientes
del océano Atlántico alimenta porciones importantes del territorio, el cual las trans-
pira y evapora nuevamente, generando ese fenómeno de la evapotranspiración, que
los bosques amazónicos garantizan hasta que las lluvias llegan a los Andes y regresan
por los ríos hasta el océano.
El efecto de los bosques amazónicos también se percibe en la humedad relativa,
que bajo su follaje, llega a niveles de casi un cien por ciento en las noches y amane-
ceres. La combinación de esa humedad relativa y el sombrío del follaje, genera un
microclima diferente al de las zonas de exposición directa al sol, las cuales tienen el

∙ 124 ∙
Pul món de l M un d o

suelo más reseco. No hay la misma humedad relativa


en este ambiente que donde se recibe el rayo solar di-
recto, teniendo como resultado la elevación significati-
va de la temperatura.
Entonces, el conjunto de todos los anteriores fac-
tores, desde el microclima bajo el follaje de la selva,
hasta la fijación del CO2 en la madera de los árboles y
en depósitos orgánicos, pasando por la regulación del
ciclo hídrico de precipitaciones, evapotranspiración y
retorno por los cauces superficiales y de acuíferos sub-
terráneos, generan todo un sistema que permite la re-
gulación climática en una gran porción del continente.
Esto tiene un peso específico en el incremento o dis-
minución de la cantidad de gases
de efecto invernadero liberados
a la atmósfera como producto de
la combustión y constituye la más
importante zona de agua dulce su-
perficial. Por ello el Amazonas es
el regulador climático global.
Sin embargo, todas estas con-
diciones no son inherentes a un
solo país, ni a una cultura especí-
fica. Lo maravilloso es que resulta
de la suma de diferentes territorios
y culturas, unidos bajo un mismo
manto verde. Veamos: la Amazo-
nia, es una gran cuenca, que des-
ciende de los Andes al Atlántico Lechuga de agua
con siete millones ochocientos mil Transpiración permanente
kilómetros cuadrados en Brasil,
Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guya-
na y Surinam. En este territorio habitan numerosos
pueblos indígenas que han poblado desde hace mucho
tiempo las riberas de los ríos, sus colinas, zonas rocosas,
piedemontes, en fin, todos los rincones de la selva.
Aún existen pueblos indígenas en aislamiento
voluntario, que se resisten a ser conquistados y han
optado por refugiarse en las profundidades de la selva,
cada vez más presionados por el avance colonizador
desde los Andes y el Atlántico. Por ello, muchos se
encuentran en las zonas fronterizas, áreas habitual-
Agua con taninos mente desoladas, lugar ideal para mantener sus for-
Árboles y agua, una comunión mas de vida, de cultura y de libertad. De la misma

∙ 125 ∙
El manto de la tierra
Todo aquí es asociativo

manera, muchos pueblos no pudieron escapar de la haga en la regulación de la pesca en cada país; las obras
conquista española y lusitana y quedaron atrapados para generación de hidroenergía afectarán aguas arri-
en la división de las fronteras. Los territorios ances- ba y abajo las poblaciones, y, al ser cuencas comparti-
trales de los pueblos indígenas traspasan los límites das, serán necesarios los consensos. Las estrategias de
de los países en muchos casos, y, a pesar de ello, man- colonización y desarrollo de infraestructura, afectarán
tienen sus redes de intercambio y de reciprocidad. a cada país tanto como a sus vecinos en la medida en
De forma similar, la selva amazónica es una in- que deben prepararse para atender flujos de población
trincada red de relaciones ecosistémicas que implican que demandará grandes cantidades de energía que la
una fragilidad enorme dado que existe una alta in- selva no está en capacidad de surtir en el corto plazo y
terrelación en su funcionamiento. Lo que ocurra en en áreas reducidas.
la parte alta de los Andes, afectará a los pueblos que Las actividades ilegales impactan la población,
viven aguas abajo, ya sea por efectos de la deforesta- el ambiente y la gobernabilidad por igual, sin impor-
ción, la sedimentación o la contaminación. De igual tar las fronteras, pues las economías ilegales tienen el
manera, los flujos migratorios de peces del Atlántico mismo efecto en toda esta región que es vulnerable
a los Andes van a estar influenciados por lo que se en múltiples dimensiones. Todo lo anterior implica,

∙ 126 ∙
Pul món de l M un d o

En la rivera del Loretoyacu Hoja de victoria regia en descomposición


Troncos que caen Victoria amazonica

que la Amazonia debe ser entendida como un territorio integral, donde los efectos
de cada acción pueden repercutir en otros componentes del sistema y, por ende, en
áreas diferentes a aquellas donde las causas se originan.
La Amazonia es un gran cuerpo viviente, extremadamente frágil, complejo,
interconectado, con culturas vivas que mantienen su conocimiento sobre la base
de intercambios y redes de relaciones. Las particularidades de la Amazonia, que
corresponden a su gran diversidad, ya sea esta biológica o cultural, es una condición
adicional a la necesidad de ser tratada integralmente.
La Amazonia es un ejemplo de cómo los ecosistemas y el género humano
pueden evolucionar de manera particular, adaptándose a las condiciones más sutiles
de tipo ambiental y cultural; por ello, de un caño a otro, podemos encontrar especies
nuevas, suelos y aguas diferentes, y de la misma manera, culturas con expresiones
lingüísticas particulares, formas de uso del territorio, cosmovisión, cultura material,
comida, cultivos y domesticación de especies diferenciadas. Es la diversidad en todo
su esplendor.

∙ 127 ∙
La amenaza a los bosques
La Amazonia, esa vasta y homogénea región cuyos bosques
tropicales equivalen a la tercera parte de los árboles del planeta
y cuyos ríos constituyen la quinta parte del agua dulce que
circula por las venas de la tierra, guarda en sus entrañas invalua-
bles tesoros en cuanto a biodiversidad de fauna y flora, así como
incalculables reservas energéticas. Por eso es una región tan
codiciada desde tiempos inmemoriales, y tan amenazada.
Amenazada por actividades de explotación primaria: el
apetito por oro, petróleo y madera, que se traduce en defores-
tación y aridez de los suelos; y la agricultura extensiva, que se
materializa en la siembra de monocultivos como palma, soya y
otras plantas oleaginosas utilizadas en la producción de biodie-
sel y etanol.
En Ecuador, para no ir más lejos, la explotación petrolera
y de gas natural en la franja amazónica ha generado conflictos Cuando la selva despierta
causados por los impactos sobre la población indígena. Las Las nubes viajan al Atlántico
alarmas se encienden, por ejemplo, sobre el Parque Nacional
Yasuní y el área denominada Ishpingo-Tambococha-Tiputini,
donde se encuentran generosos yacimientos de petróleo. Esta Amazonas m u lt i n a c i o n a l
zona había sido declarada a comienzos del siglo xxi como La Amazonia es un vasto mundo de diversidad natural que
intangible y vetada para cualquier actividad extractiva. Pero tiene siete millones de kilómetros cuadrados repartidos en ocho
todo cambió a finales del 2013, con la decisión de la Asamblea países: Brasil, Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Venezuela,
Nacional de Ecuador de autorizar la explotación de esos cam- Guyana y Surinam; siendo el primero de ellos el dueño de
pos petroleros. 4.776.980 kilómetros cuadrados, lo que representa el sesenta
El oro negro también es motivo de controversia en Perú, por ciento del territorio brasileño. La Amazonia es una zona
donde se adelanta la exploración de crudo en el llamado Lote de dimensión y belleza colosales, que alberga el bosque tropical
67, ubicado en la región Loreto, en plena Amazonia peruana, más extenso del mundo y gran parte de este, considerado
área en la que se busca perforar ciento ochenta y cinco pozos y Pulmón del Mundo, se encuentra en los 782.880.55 kilómetros
construir un gasoducto de doscientos siete kilómetros, a pesar cuadrados que se ubican en Perú y hacen de este país uno de
del adverso impacto ambiental. los lugares con mayor diversidad y endemismos del planeta. A
Y el corazón de la Amazonia brasileña también está en su vez, Bolivia, Colombia, Venezuela y Ecuador con 714.000,
peligro. A pesar de su inocuo nombre, Belo Monte se erige 483.164, 178.000 y 117.300 kilómetros cuadrados respectiva-
como un gigante amenazador, pues pronto se convertirá en mente, se convierten en importantes potencias hídricas, ya que
la tercera mayor represa del mundo y para su construcción se desde sus territorios nacen aguas caudalosas y navegables que
inundarán quinientos mil kilómetros de selva amazónica y tienen como destino final el río Amazonas. Los territorios de
serán expulsadas unas dieciséis mil personas, la gran mayoría de las Guayanas con 151.040 kilómetros cuadrados y Surinam con
ellas indígenas. Y estas son solo muestras de un largo rosario 147.760 kilómetros cuadrados de cobertura amazónica, aunque
de nubarrones que se ciernen sobre la región. no pertenecen a la cuenca de este gran río, sí están revestidos de
selva, lo que les permite ser parte del gran bosque del sur
de América.

∙ 128 ∙
Pul món de l M un d o

Las tribus de los bosques


Más de cuatrocientos grupos indígenas habitan el territorio amazónico. Muchos de ellos se encuentran aislados,
y algunos incluso nunca han tenido contacto con el mundo exterior. Otros, por el contrario, han decidido trasla-
darse a los centros urbanos por diferentes motivos que, sin embargo, no los apartan de sus costumbres y formas
ancestrales. En cada uno de los países que conforman la cuenca de la Amazonia existen pueblos numerosos que
habitan la selva entre fronteras; como es el caso de los yanomani, una de las comunidades más numerosas del
Amazonas, conformada por unos veinte mil indígenas que viven principalmente en las montañas de la frontera
entre Venezuela y Brasil. Al igual que ellos, los shuar, también conocidos como jíbaros, cuya población asciende a
ciento diez mil habitantes, están ubicados en la selva entre Perú y Ecuador. En Colombia, por ejemplo, el último
grupo indígena que entró en contacto con una cultura externa fue el de los nukak-makú, de la familia Makú,
grandes conocedores de la selva y según cuenta la historia, sus más antiguos habitantes. De ellos forman parte
otros tres grupos indígenas que habitan el sudeste de Colombia y el noroeste de Brasil. Se estima que la forma
de vida de la mayoría de las comunidades indígenas del Amazonas está basada en la caza, la pesca y la recolec-
ción; por ello su subsistencia depende enteramente de los recursos que obtienen de la selva y de la ubicación
estratégica de sus aldeas en las riberas de los ríos o cerca a estos.

Bosques anfibios
El 42,3% de Colombia es amazónica

Algas en las orillas


Todo respira

∙ 129 ∙
C umaral
A una de las palmas que más abunda en la región y que más
se usa en la vida de todos los días, está dedicado
el nombre de este pueblo del Meta

Calle de barrio en Cumaral Cumare. Astrocaryum chambira

De la palma de cumare (Astrocaryum chambira), de esa que se encontraba cultivos de arroz y palma africana (Elaeis guineensis),
en abundancia antiguamente en la llanura, esa que cumaraleños cantan orgullosos en su esta última conocida también como palma de aceite y
himno: “Erguida la palma e’ cumare; se levanta esbelta, sencilla y jovial”, la misma que de la que Colombia es el primer productor en Amé-
Luis Ariel Rey, “El Jilguero”, nombra y halaga en su copla: “Ay sí sí, yo vengo de Casa- rica Latina.
nare […] Ay sí sí, como la palma de coco, como la palma de cumare”; de ahí Cumaral. La ganadería, base de la economía de este territo-
En las estribaciones del Piedemonte del Meta, rodeada de muchos verdes re- rio, ha dado origen a una amplia variedad de festivales
frescantes, está Cumaral con una extensión de quinientos ochenta kilómetros cua- y fiestas de gran tradición regional. Jinetes de varias
drados, a veinticuatro kilómetros de Villavicencio, la capital del departamento. partes del mundo se citan puntualmente todos los
Su historia comienza con el nombre de Boca de Monte en el año 1901. Manuel eneros para mostrar sus habilidades de enlazar toros
Saavedra Hernández, Eustorgio Pinzón Machado, Faustino Pulido Rojas, Próspero y caballos, y superar obstáculos de barriles y estacas en
Peña, Jorge Varela, José Genay, David Hernández y Olivero Castro, sus fundado- competencias ecuestres.
res, quisieron construirla donde terminaba la selva y empezaba la sabana; de ahí De la palma de cumare, se usan especialmente
su primer nombre. Pero una devastadora epidemia de fiebre amarilla afectó a sus sus fibras de cogollos y sus hojas jóvenes para fabricar
habitantes y el pueblo tuvo que ser trasladado cinco kilómetros más arriba de donde hamacas, redes de pesca, pulseras y mochilas. Home-
estaba situado. Primero fue Inspección de Policía del municipio de Restrepo, más naje a la siempre útil palma que además de cumare
tarde corregimiento y finalmente municipio por decreto de septiembre de 1955. Cu- también llaman chambira. Este quehacer artesanal
maral logró sobrepasar guerras civiles entre soberbias y locuras de partidos políticos; concebido a partir de esta palma emblemática, de la
buscó la paz, la encontró, y con ella sus gentes regresaron a laborar y a producir en que hay varios ejemplares en la plaza principal y que
estas tierras airosas. es reconocida con orgullo por los parroquianos, inspi-
La variedad topográfica de la región llanera ha permitido adelantar diversos ró el segundo nombre de este territorio. Desde 1917, y
tipos de explotaciones agropecuarias, entre las que predominan la ganadería y los por siempre, se llama Cumaral.

∙ 130 ∙
P ue bl o s

I nírida
Lejana, hermosa y misteriosa. Así es esta población rodeada
de aguas. Y así es la flor que aquí se da
y por la cual lleva su nombre

Calle comercial de Inírida Flor de Inírida de invierno. Guacamaya superba

La historia de la joven Inírida, bella y rica en flora y paisajes, Esta tierra de mil ríos no debe su origen a ningún
empieza en el año 1965 luego de un período histórico de violencia y enfrentamientos fundador, no fue construida por ningún prócer de la
políticos en Colombia. Y como un destino forjado, su nombre hermoso, sonoro y independencia ni tiene en su plaza central un busto
amazónico como la profundidad de las selvas verdes que lo rodean, se debe a Inírida, de Bolívar, Caldas o Santander, solo por mencionar
un ejemplar florístico endémico cuya resistencia le permite tener dos especies: en algunos nombres posibles. Sus principales pobladores
flor grande (Guacamaya superba) y en flor pequeña (Schoenocephalium teretifolium). y quienes dieron vida a este territorio fueron indígenas
Como si cada una representara a una de las dos familias que coexisten en la región: que en la actualidad habitan los resguardos de Coa-
la indígena y la mestiza. yare, en la parte norte; de Almidón la Ceiba por el
A este pueblo, capital del departamento de Guainía, localizado muy cerca de sur; y hacia el Oriente el resguardo Puinave Curripaco,
las fronteras del departamento con el Vichada y con Venezuela, lo reubicaron tantas cerca de los ríos Inírida y Atabapo, y el Coayare El
veces y lo llamaron de tantas formas que por ello sus gentes, ante nombres que no Coco, todos ellos dueños de una riqueza cultural que
eran de su agrado, designaron que su territorio debía llamarse Inírida en vez de Las se manifiesta en la producción artesanal y en la labor
Brujas, Puerto Obando o Puerto Inírida. Solo Inírida, como aquella flor que acom- que con manos y pies realizan para dar forma a fibras
paña la confluencia de los ríos Orinoco, Atabapo y Guaviare —la estrella fluvial de vegetales de palmas como la chiqui chiqui (Leopoldinia
oriente como el sabio Humboldt la denominó—. piassaba), al palo Brasil (Caesalpinia echinata) a la fibra
La historia indica que este municipio, declarado como tal el 5 de agosto de de cumare (Astrocaryum chambira), y a la arcilla para
1974, debe su nombre al amor por tan majestuosa naturaleza y por tan maravillosa elaborar objetos propios de la zona.
transición entre la sabana de la Orinoquia y la selva de la Amazonia. En su historia Inírida es dueña de un territorio donde el agua
hay otra Inírida. Una princesa indígena de la que muy poco se sabe pero que, dicen, abunda, cuenta historias a través de petroglifos dejados
habitó esta zona y dio paso al asentamiento de nuevas etnias, algunas de las cuales por antiguas etnias, los cuáles aún se leen al recorrer
aún habitan los límites con el casco urbano del pueblo. los ríos Coco Viejo, Caño, Neuquén y Guainía.

∙ 131 ∙
Y opal
Al cobijo de estos árboles gigantes creció un pueblo.
Este pueblo que ahora es la capital de Casanare,
en el corazón de la Orinoquia

Parque central de Yopal Yopo. Mimosa trianae

Esta es la historia de un lugar en el que abundaban cientos de árboles Así estaba destinado. Yopal pasó a ser la cabecera,
coposos y crecidos en las riberas del Cravo Sur, a los que los achaguas, la tribu que el corazón de esta tierra, así como el significado in-
pobló en tiempos precolombinos el territorio que hoy ocupa el municipio de Yopal, dígena, que no simboliza otra cosa que el centro de
llamaron yopo a la Anadenanthera peregrina,la más generalizada de las tres especies todo, el motor del pueblo y la zona que durante los
que crecen en la región. Cuentan que los indígenas extraían las semillas del árbol, siguientes años recibió una gran ola de inmigrantes de
las tostaban y molían para adivinar, profetizar y proteger a la comunidad de desgra- distintas regiones del país; de 3.122 en 1951, la pobla-
cias, epidemias y enfermedades. Todo indica que el consumo de la yopa les trajo ese ción ascendió a 86.860 en el 2003, multiplicándose casi
bienestar. veintiocho veces.
Las formas ancestrales de conocimiento de aquellas tribus y sus luchas contra Algunos habitantes encuentran al responsable de
conquistadores hicieron trascender a Yopal, un pueblo de espíritu llanero que en este fenómeno en el fondo de la tierra. La economía
el año 1915 arranca a mostrar sus primeros signos de fundación cuando un señor de Yopal gira en torno a la extracción del petróleo, la
llamado Elías Granados construyó una estancia, la estancia de “Don Elías”, ubicada agricultura y la ganadería, siendo la primera de estas
en el mismo sitio donde hoy es el centro de Yopal. Una zona ideal por estar cubierta la actividad de mayor generación de ingresos, llave de
de yopos: árbol maderable cuya estatura y formación era ideales para dar sombrío al crecimiento y desarrollo, pero también –como creen
ganado y para atender a los arrieros que venían de “llano adentro” y seguían su ruta muchos–, la actividad por la cual existe la inequidad, la
con los animales hacia otros lugares. violencia y afectación del patrimonio cultural.
Y por esa comunidad de yopos, Yopal, que queda a 335 kilómetros de Bogotá, A pesar de los diferentes desafíos a los que se en-
se llama como se llama. Tierra rica en fauna, flora, recursos hídricos e hidrocarbu- frentan los yopaleños, aún conservan tradiciones como
ros. Eso lo vieron sus primeros colonos santandereanos, Pedro Bernal, Pedro Pablo la artesanía en cerámica y en madera, para hacer, entre
González y Concepción Camacho, quienes en 1928 construyeron las primeras casas otras piezas, instrumentos musicales. Y disfrutan, de
y empezaron en realidad a darle vida de pueblo al lugar. los atardeceres rojos un patrimonio sin igual.

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P ue bl o s

G uamal
Varias veces ha cambiado de vocación esta tierra del Meta socorrida por las
aguas. Pero la guama, las guamas, siempre han estado aquí

Parque de Guamal Guama. Inga edulis

Los árboles de guama (Inga edulis) abundaban cuando los primeros parque principal del pueblo. Sus frutos fueron muy ape-
pobladores de tierras del centro-este del país, los achaguas, dejaban sus pasos en la tecidos tanto por hombres como por animales. Después,
zona y a diferencia de otras comunidades indígenas, muy pocos vestigios de lo que la región se volvió la mayor productora de café de la
era su cultura. En los años veinte del siglo xx, cuando arribaron los primeros colo- Orinoquia, hasta que su suelo fue ocupado por cultivos
nos, Guamal, al igual que las guamas, albergaba y protegía con su sombrío a cuanto de cacao. Luego vino la transición hacia la ganadería lo
cultivo se diera y a cuanto colono llegara. que arrasó con aquellos árboles y ahora Guamal es un
El nombre de Guamal no es coincidencia. Al igual que en otros pueblos de Co- importante productor de lácteos, frutas y cítricos.
lombia, en el Meta existe un lugar que recibió su nombre gracias a cientos de árboles Aunque Guamal ha presenciado casi la extinción
de guama, entre los que se destacaban las llamadas raboemico y chancleta que abrían del árbol que le dio su nombre y ha perdido parte de su
sus brazos por todo el territorio ofreciendo a sus pobladores copos increíblemente bosque cercano a la cabecera del municipio, por fortuna,
blancos con una inusual dulzura. en su territorio se encuentra parte del Parque Nacional
Guamal es Guamal por un árbol, pero otra versión es que se le ha llamado así Natural Sumapaz, considerado el páramo más extenso
porque sus suelos son bañados por el río que lleva este nombre. Es fácil la conjetura del mundo, en donde nacen aguas de gran relevancia.
de que aquella gran corriente de agua pura y fría que desciende de las montañas reci- Por ello Guamal es glorioso, porque es un potencial
bió dicho nombre por la misma razón: árboles de guama de copa globosa y frondosa, hídrico bañado por los ríos Grande, Guamal, Nevado,
cuya altura no sobrepasa los quince metros. Humadea, Ariari y Orotoy, además de numerosas que-
A Guamal, que queda a cuarenta y tres kilómetros al sur de Villavicencio lo bradas, caños y otras fuentes de menor caudal.
fundaron el 19 de noviembre de 1957 los señores Alejandro Caicedo, los hermanos Los guamalunos han logrado cuidar este recurso y
Calderón, Jesús Jiménez, Clemente Olmos y Moisés Zúñiga, entre otros. ahora quisieran volver a contar su historia, la que tuvo
Había muchos árboles de guama en esos tiempos. Hoy no es muy común encon- como protagonista por muchos años a un árbol. Ese al
trarlos, aunque sus pobladores han hecho esfuerzos por cultivar algunos en el mismo que todavía llaman guama, guama de boa o guamito.

∙ 133 ∙
Mapa r eg ional de par q ue s nac ional e s

La Colombia
más verde
La Amaz onia colombiana e s apenas un punto ubicado en el confín no-
roccidental de la gran cuenca del Amazonas, pero ocupa una porción abundante del terri-
torio nacional, el cuarenta y dos por ciento para ser exactos. Son 483.119 kilómetros cuadrados
de selva tropical, la más grande y diversa del mundo. Selvas que se han tragado hombres por
su exuberancia, su extensión infinita, la sabiduría milenaria de sus indígenas, sus plantas aluci-
nógenas que producen epifanías vegetales y su riqueza botánica aún por descubrir. Son selvas
que albergan diecisiete áreas, entre parques naturales, reservas y santuarios de fauna y flora, de
las cincuenta y seis que conforman el Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia.
La Orinoquia del lado oeste se extiende por las estribaciones de la cordillera Oriental y
la frontera con Venezuela. Son doscientos cincuenta y cinco mil kilómetros cuadrados, casi
el veinticinco por ciento del territorio continental de Colombia, los que nos corresponden
de la gran cuenca del Orinoco, cuya extensión total comprende cerca de 991.587 kilómetros
cuadrados. Los suelos de la Orinoquia, a diferencia de los de la Amazonia, donde predominan
las selvas, son sabanas ilimitadas, secas y estacionales, cubiertas de pastizales, expuestas a las
quemas, las inundaciones y los fuertes vientos del nordeste.
La porción del territorio de la cuenca del Orinoco que ha logrado resistir a la colonización
del hombre y que se encuentra en estado natural está cubierta por planicies llaneras y bosques
de todas las clases, complementados con un complejo mosaico de praderas, selvas y vegetación
arbustiva que se riega por los seis parques nacionales de esta región.
Según la Dirección Territorial del Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colom-
bia, a la Amazonia corresponden el Alto Fragua Indi wasi, Amacayacu, Cahuinarí, Complejo
Volcánico Doña Juana Cascabel, Cueva de los Guácharos, La Paya, Río Puré, Serranía de
Chiribiquete, Serranía de los Churumbelos y Yaigojé Apaporis; las reservas naturales Nukak
y Puinawai y los Santuarios de Fauna y Flora Isla de la Corota y el Santuario de Flora
Plantas Medicinales Orito Ingi-Ande.
La Orinoquia colombiana comprende los parques nacionales naturales
Cordillera de los Picachos, Chingaza, El Tuparro, Sierra de
La Macarena, Sumapaz y Tinigua.
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∙ 134 ∙
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oA V E N E Z U E L A
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15. El Tuparro

Región Orinoco
Región Amazonas
eta
Océano Pacífico

17. Chingaza ada Parques Naturales de la Región


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Reservas Naturales
Santuarios de Fauna y Flora
OCÉANO 19. Sumapaz
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12. Puinawai
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Zona in
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16. Cordillera Picachos oG
Ampliada 18. Sierra la Macarena Rí

División 4. Doña Juana - Cascabel 20. Tinigua


11. Nukak
Territorial 5. Cueva Guácharos

1. Alto Fragua Indi Wasi


Río
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pés
13. Isla la Corota
9. Serranía Churumbelos

14. Orito Ingi - Ande o Ap
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6. La Paya
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8. Serranía Chiribiquete


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10. Yaigojé Apaporis

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o 3. Cahuinarí
7. Río Puré

Mapa regional
2. Amacayacu
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de parques nacionales

∙ 135 ∙
El paraíso
del diablo

a luna gobierna la vida de los hombres que retoñaron en un rincón del Amazo-
nas. Desde el cielo cerrado, negro y duro, ella permite que el pescador acier-
te con el arpón, el cazador con el tiro y el caminante con su paso rumbo a la
maloca donde, antes que el sol, amanecerá la palabra. Los rayos entran por los orificios
del tejido de palma y dibujan las figuras de los que más tarde hablarán.
Grises —como enmohecidos por la luz cobriza— los varones presentes pare-
cen recién brotados de la tierra como lo hizo el primer huitoto hace miles de años.
Se mueven en la trastienda como felinos saciados. Pisan descalzos la tierra fría de
los pasillos laterales de la maloca. Acercan canastos llenos de hojas de coca y de
yarumo hasta la fuente que humea al fondo; secan las hojas
en cayanas levantadas sobre fogatas sin llama; maceran las ya El caucho, la fiebre del caucho, marcó una
tostadas en un pilón de madera para darle vida al mambe que herida tétrica en la historia de la selva de
permitirá la comunicación con los espíritus. Mientras traba- Colombia. Y aún no cicatriza. La mención
jan, cantan. Voces guturales llevan una melodía monótona. de la Casa Arana todavía causa pánico
Recuerdan que la luna se quedó sola cuando su marido, un
pájaro muy bello, desobedeció y fue condenado a vivir en la tierra.
En el centro, justo donde se creó el mundo, Manuel Siafama habla muy quedo
en su lengua. Sentado en un banco bajo mastica el mambe y se traga las palabras. He-
redó la sabiduría y con ella el deber irrenunciable de preservar la espiritualidad de los
huitotos nacidos, criados, masacrados y retoñados en La Chorrera, allí donde el río
Igaraparaná pierde la serenidad y se precipita por peñascos que guardan las almas de
los primeros hombres. A esta hora el cuerpo de Manuel corta la línea este-oeste que
las dos puertas de la maloca comunican cuando hay luz del sol y parece flotar entre los

∙ 136 ∙
H i stor ia

Tallo de caucho herido para la extracción Campamento cauchero en el Putumayo, 1910


Hevea brasiliensis La esclavitud y la tortura alentadas por la búsqueda del caucho

∙ 137 ∙
cielos, los submundos y el mundo medio. Solo Manuel tanto confirman las sentencias con un sonido gutural,
puede ver los espíritus de los ancestros que, desde lo corto y contundente como un martillazo. A la voz de
alto de la maloca, acompañan esta noche de luna llena. la autoridad sobreviven el frío y el chirrido de los gri-
Arriba están los dueños del agua, del rayo, del tigre, del llos que se comen la noche.
tabaco, de la yuca, de la coca, de la palabra; también allá Dicen que abrirán el canasto de la tristeza a la
esperan los espíritus de los niños que nacerán. Debajo medianoche y que lo cerrarán antes de que canten los
de los pies de Manuel comienza el submundo, sede del primeros pájaros. Hace cien años, cuentan, Colombia
gran caldero donde se cocina la vida. Y a su alrededor supo que los huitoto de La Chorrera existían. W. Har-
gira ahora el mundo medio: este de plantas, animales y denburg lo anunció en Londres. No dijo que eran los
hombres de paso hacia la muerte. hijos de la coca. No dijo que al morir los más valientes se
Cuando la coca y el ambil recién trabajados des- convertían en tigres. No dijo que respiraban al ritmo de
cansan a los pies de Manuel y frente a un chorro de los árboles. No dijo que cambiaban de nombre cada vez
luna, comienza el relato. Seis hombres se acercan, que un acontecimiento quebraba la línea recta de la his-
de uno en uno, a la fuente del mambe. Se llevan a toria de su vida. Escribió en un periódico inglés que La
la boca cucharadas del polvo verde-perla, lo acumu- Chorrera era el paraíso del diablo. W. Hardenburg pre-
lan en las mejillas interiores, lo humedecen con saliva senció sin duda el horror. Terminaba la primera década
y van a su sitio en la media luna que forman para del siglo xx y la fiebre del caucho penetraba la selva que
acompañar a Manuel, el Mayor, mientras avanza en se extiende entre los ríos Caquetá y Putumayo. Masa
sus relatos. Los demás, con los brazos cruzados y la verde, apretada, hacia donde los empresarios dirigieron
cabeza gacha, asienten con golpes de garganta. Cada su ambición una vez agotaron el Castilla elastica en el

Embarque del caucho


El látex era el oro de la época

∙ 138 ∙
H i stor ia

Caquetá y se enteraron de la existencia, al oriente, de


indígenas conocedores de la selva, útiles para el trabajo.
El diablo de Hardenburg era sin duda Julio Cé-
sar Arana quien ordenaba a hombres de etnias lejanas,
convertidos en capataces, cazar huitotos en el corazón
de la manigua. Dotados con rifles Winchester, los hi-
jos de la selva cazaban a sus hermanos. Con el paso de
los años también indígenas de las familias bora, mi-
raña, ocaina, andoque, nonuya y muinane. Señores de
los ríos Caquetá, Putumayo, Igaraparaná, Caraparaná,
Pupuña y Cahuinarí y de los bosques del Putumayo
y del Amazonas, fueron reducidos a esclavos. Arana
sembró cincuenta subestaciones caucheras en los seis
millones de hectáreas que el gobierno le concedió. Y
desde la Casa Arana, una edificación de madera y La naturaleza herida
piedra amarilla construida a solo unos metros de la Después de la explotación, la devastación
maloca de Manuel, dirigió su empresa de muerte. W.
Hardenburg y Roger Casement, cónsul inglés en Río rrera contaron ciento sesenta y dos personas contando al
de Janeiro enviado en visita oficial en 1910, supieron cura y a su hermana, y también al corregidor; y quizás a
del horror que se extendió por La Chorrera, del infier- los esposos Umire: como troncos heridos, vacíos de savia,
no que fue la Casa Arana: cuerpos flagelados, raídos, dispuestos a poblar de nuevo la tierra.
ahogados, mutilados, quemados, fusilados, decapita- A punto del alba, el fogón desprende un hilo de
dos o ahorcados por no cumplir con la cuota sema- humo opaco. Uno de los hombres que acompaña a
nal de caucho, se apilaban en los socavones de la casa, Manuel duerme sobre el suelo desnudo. Los demás
donde también pasaban los malos días los condenados apuran cigarrillos y tazas de café caliente. El Mayor,
al hambre. Cifras imprecisas dicen que setenta mil desnudo de la cintura para arriba como todos, siente
indígenas fueron asesinados y seis mil secuestrados y frío. No habla ahora. La palabra le ha dado paso al sol
llevados al Perú a donde Arana pretendió extender su que debe alimentar las chagras donde crecen la coca, el
exploración una vez la inminencia de la guerra entre tabaco, la yuca y alguna hortaliza. Desde afuera vienen
Colombia y Perú lo expulsó y los procesos judiciales el canto del marido de la luna y las voces de los niños
amenazaron con cercarlo. que madrugan. A esos llamados responde Manuel y
Solo en la década del treinta, veinte años después sale de la maloca a saludar la luz antes de purificarse
de las denuncias de Hardenburg algunos sobrevivientes en las aguas del Igaraparaná. El Mayor camina hacia el
intentaron regresar. Entraron por los ríos que les eran fa- agua; busca aliviarse por hoy de los dolores que vienen
miliares y olfateando el perfume de los árboles trataron del pasado, lavarse las voces de los muertos que le dic-
de redescubrir un camino. Cuentan que una mujer joven taron el relato desde el vientre de la selva; sumergirse
todavía sobrevivió metida en las cuevas del monte co- en el agua helada que beben sus ancestros. Los niños
miendo frutos silvestres; y que un hombre, secuestrado que van hacia la escuela cruzan el río en bote o por
dos veces y dos veces fugado, comió cogollos de palma un puente; recuperan el aire al coronar la cima de un
y gusanos durante tres meses. Ellos, que se encontraron montecito; agarran pepas duras de las palmas y frutos
en las orillas del Igaraparaná formaron un hogar del que blandos de los árboles; invaden los patios de piedra y
retoñaron algunos de los que ahora escuchan el relato le cantan al nuevo día desde el corazón rocoso, todavía
lento y monótono que seca la boca de Manuel. En 1934, frío, de la Casa Arana que hoy es su escuela, su casa del
según el primer censo después de la guerra, en La Cho- conocimiento; su maloca de la sabiduría.

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La vida pr ivada de l as im ágen e s
Í ndic e de f ot o g raf í as e i lust rac ione s

Fotografías de
Ana María Mejía
Portada p. 11 p. 11 p. 11
Emblema del Amazonas, Caen sobre los infinitos No es necesario cultivar el Virtud de la manigua es
la victoria regia tenía esta ríos de la hoya del Ama- ají en toda esta vastedad. esta frutilla de nombre
cita fija con Savia ii. No zonas, las ramas de los Crecen silvestres éste sonoro. Al arazá también
podía faltar ella, esta flor amacices. Estos gigantes que es pequeñito y rojo se le dice guayaba amazó-
que se abre circundada en abundan en las orillas, dan y muchos otros de otros nica y es delicada aunque a
su mundo anfibio por unas sombrío a los viajeros y colores, básicos en la veces es tan ácida como un
hojas gigantes. paisaje a los ojos. cocina selvática. limón ácido.

p. 12 p. 12 p. 13 p. 14 p. 16
Alto muy alto es el huito. Para que la vean como Quien la ve por ahí El amacise, al que también Los nativos han domestica-
Irrumpe entre sus vecinos, se debe, hay una reserva toda anónima, la flor de se le puede llamar amacizo, do la selva y han aprendido
como este ejemplar que vegetal remontando el cúrcuma tiene una historia es impúdico: muestra sus a cultivarla. En las chagras
está a la entrada de Isla Amazonas para cultivar de vida larga y poderosa. entrañas y deja ver las deben tener por lo menos
Micos, y que sirve para la victoria regia. Muchas La usan como remedio y raíces. No es por asustar: siete plantas para que entre
verlo, para colorear la piel viven, duermen, se abren como colorante desde el es que los suelos aquí no lo todas se ayuden a crecer,
y para muchísimo más. allí para el asombro. año 320 antes de Cristo. dejan profundizar. incluido el banano.

p. 16 p. 19 p. 19 p. 20 p. 21
La espinaca amazóni- Ceibas por montones hay Se llama bejuco aunque Subir por el afloramiento Bototo se llama. Pero en
ca, como se llama esta en toda la cuenca de la parezca otra cosa. Se re- rocoso que hay en la orilla la cuenca del Orinoco
delicadeza, abunda entre Orinoquia. Adentro en la produce mucho y refresca del Orinoco en Carreño hay quienes –muchos– le
matorrales y bejucos en jungla, afuera en las orillas más cuando el sol de Puer- para ver las plantas que llaman compadre bototo
la selva del Amazonas. Y y en la mitad de las zonas to Carreño agobia y uno se crecen contra todo pronós- a este árbol emblemático
para algo sirve porque en colonizadas. Sobresalientes refugia donde Rosario en tico y mirar el río Bita. Y que se nos mostró una
la selva todo sirve. por arrogantes. la Fundación Orinoquia. tomar esta foto. mañana en el caño Vitina.

∙ 140 ∙
Í n dic e de f oto g raf ías e i l ust rac ion e s

p. 22 p. 24 p. 24 p. 25 p. 25
Uy si hay chaparros en las La soya le da color a Más colorido da el cám- Tal vez visto como paisaje, Por estos caminos de la
sabanas de la Orinoquia. la llanura. Como aquí, bulo, diría algún amigo a lo lejos, a las orillas del Orinoquia se le llama
Son así o más pequeños y cuando vas de Cumaral de las tonalidades rojas. Inírida, como aquí, el palo floramarillo. Así seguido.
los usan para todo. Lo más hacia Puerto López. Tra- Y entonces se deleitaría de aceite no sea tan im- Pero si le dices cañagua-
sobresaliente: la textura de bajo genera, pero también cuando en la temporada presionante como cuando te estarás en lo correcto
las hojas que es recia como produce polémica por lo seca comienza a brotar esta recibe el sol. Pero es muy porque es el mismo que se
de papel de lija. extensivo de sus cultivos. belleza. impresionante. da en el Caribe.

p. 27 p. 27 p. 28 p. 28 p. 29
Lo dicho: los cámbulos, Tomamos esta hilerita Había mucho sol aquella Cascabel se llama. Así de La palma caraná es otra
que se mezclan con otros de árboles por compacta, mañana rumbo a Acacías. simple. Sí, es la planta que palma que se da en la re-
árboles en los bosques pero peros de agua hay De pronto un candelabro da aquellas vainitas que gión, pero no es una palma
quizás para sentirse mejor por todas partes en el pie en el fondo de un potrero. suenan, de las que había cualquiera. A sus hojas
vestidos en verano, brotan de monte llanero. Y son Una aparición fulgurante tantas en los potreros. Aún y tallos les tienen tareas,
mucho en el piedemonte así, tienen la forma de una que pagó el día. hay muchísimas en todos entre otras que ayuden
cerca de Villavicencio. pera y por eso su nombre. los piedemontes. a construir las malocas.

p. 30 p. 35 p. 35 p. 35 p. 36
Cuando lo avistó, el pro- Fue solo cuestión de Bendita la yuca, así sea Esta niña salió, tal vez Cosa rica es el cilantro ci-
fesor Cogollo hizo desviar madrugar al mercado de brava. Para quienes viven como todos los días, a la marrón. Lo cultivan mucho
la expedición para llegar Leticia, comprar los ajís en la Amazonia y saben carretera en el kilómetro y se compra por manojos
hasta la sombra que da este que viéramos, reunirlos y que con ella se hacen 2 a vender lo que le da la en los mercados de toda
árbol de navidad, como tomarles la foto. Es solo delicias y son alimento in- selva. La uva caimarona es la Amazonia-Orinoquia
lo conocen en los Llanos una muestra de la variedad faltable para casi todos. Y muy apetecida. Las debió para condimentar lo que se
Orientales. Tenía razón. de ellos. para quienes la probamos. vender todas. quiera. Agreste, irresistible.

∙ 141 ∙
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Bueno, pues aunque no Bello allí, madurando. El arroz, los arrozales, Tiempo para averiguar y También en Amazonas
solo de yuca se vive, sin Bello cuando toma el color constituyen un paisaje en espacio para contar hu- - Orinoco el bijao está
yuca no se puede vivir. final. Bello cuando se sirve. muchas partes de la Ori- biéramos necesitado para presente. Se vive y se siente,
Para el casabe, que es Y una de las delicias más noquia. En las inundables, dejar en claro por qué a especialmente cuando se
casi una obligación. Por variadas de la cocina ama- claro. Porque el arroz es esta palma la llaman como trata de envolver alimentos
ejemplo. Y son gigantes las zónica. Hay muchas clases clave en la economía y en la llaman. Milpesos es un o cuando algunas etnias
yucas que sacan de la selva. de pimentones. la alimentación. prodigio por su utilidad. realizan ceremonias rituales.

p. 43 p. 43 p. 44 p. 45 p. 46
En los cuencos que se for- Constreñido en los De lo que antes fueron De a poco los férreos Un parecido de alguna ma-
man sobre los afloramien- terrenos más hostiles, este rocas, tepuyes, todo sólido, tepuyes del Chiribiquete y nera vecino con la región
tos rocosos del Chiribi- anturio busca el sol para la vegetación ha tomado todos los demás, han ido Andina tiene esta planta
quete y de todos los otros, seguir creciendo. Sucede en posesión. Porque basta un perdiendo solidez. Es el amazónica cuyas ramas
se reproduce el mundo. miles de kilómetros en esta quiebre, una fisura, una avance de la naturaleza lo están cargadas de infinitas
En pequeño, el milagroso selva colombiana, marcada breve porción de arenilla que pasa en este enigma hojas. Y verdes deslum-
mundo del reino vegetal. por el Escudo Guayanés. para que crezcan plantas. del parque natural. brantes como si sonriera.

p. 48 p. 49 p. 49 p. 51 p. 51
Si no fueran tan frecuentes Cuando se desciende Tantas y tantas plantas Este individuo se llama Sobrevive la esperanza de
estas apariciones de de las cúspides de los crecen prendidas de las lomo de caimán (Pla- la conservación cuando se
vegetación entre las fisuras afloramientos rocosos del paredes, casi siempre jun- typodium elegans). Qué va por ahí y se encuentran
de las rocas, parecerían Chiribiquete, el paisaje se tas, como para impulsarse elegancia la que tenía cultivos de acacia. Sucede
un montaje escenográfi- vuelve doméstico. O, al entre ellas, tantas y tantas cuando lo fotografiamos en las afueras de Puerto
co. Pero son millones las menos, identificable como que la clasificación es por mientras subíamos al Carreño, camino al llano
plantas que viven así. sucede con las heliconias. ahora imposible. mirador del Caney, cerca de adentro.
Villavicencio.

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Í n dic e de f oto g raf ías e i l ust rac ion e s

p. 51 p. 52 p. 52 p. 53 p. 56
Camucamu. Repitan con- Este es un árbol binacio- Una colección de cedros Vainas raras y estos frutos La entrada a un club
migo: ca-mu-ca-mu. Así se nal. Castaño o nuez del (el achapo, el amargo) se del mabaco (Attalea cf. campestre, en la vía de
llama, lo llaman, este árbol Brasil le dicen en los dos consigue fácilmente en recemosa). Raros, sí, pero Villavicencio a Puerto
resistente y versátil. ¿Dónde países. Cualquiera de los cualquier ebanistería de bellos y abundantes en la López, fue concebida así.
lo llaman así? En Leticia, dos nombres vale para este orilla de camino. No son zona de los cerros de Ma- Monumental como se ve y
por el 6, por los potreros de gigante que aparece cada muchas, pero las hay. Y allí vicure, esa joya que queda la mayoría de la construc-
la casa de Pijachi. rato por ahí. están ellos listos para servir. a orillas del Inírida. ción en palma moriche.

p. 57 p. 57 p. 59 p. 59 p. 61
Uno de los árboles más También en la zona de las Alguien, displicente, Tan particular la flor de Al níspero le dicen así y
usados en construcciones sabanas del Orinoco y en podría preguntarse que Inírida. Solo crece en aque- guayabo de pava, tuno y
y mueblerías en la región las selvas del Amazonas, este matorralito qué. Nada llos sabanales anegados de manzana de corona. Tal
de Amazonas - Orinoco el caracolí es uno de los menos que un horquetero las afueras del pueblo. Y tan vez tenga otros nombres
es este. El cedro amargo. árboles que más sobresale orinoqueño que a pesar de emblemática que por eso esta frutilla de flor muy
Por resistente y por fácil de por su tamaño y más se usa la hostilidad del terreno, es contraportada de Savia bella que, además, es colo-
manejar. Una estrella. como madera de la buena. mírenlo cómo va. Amazonas - Orinoco. rante y alimento de fauna.

p.65 p. 67 p. 67 p. 67 p. 68
Cada rato en las inmensas De una estatura descomu- Por la llegada de materiales La ven así, pero cuando Tan creativa y variada es la
sabanas, cada rato en los nal, el charapillo no podía sintéticos y otros horrores, esta planta florece es roja- música, como creativos y
recodos del camino. Cada ser menos. Y no porque los músicos llaneros están hermosa. El capacho es variados son los instrumen-
momento de un recorrido de él, de sus tallos, muchas cultivando plantas de las otra de las herbáceas culti- tos. Todos sacados de lo
por la Orinoquia, aparece etnias selváticas, obtienen que puedan sacar instru- vadas para futuras maracas que da la tierra como este
una comunidad de palma los maguaré, tambores mentos. Como el tamparo porque sus semillas sonarán sonajero construido con
moriche. Un morichal. rituales que retumban. para futuras maracas. nítidas y resistentes. semillas de capacho y otras.

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Sonajeros hechos de Han crecido los totumos No supimos cómo suena Una de las flautas que Parecería un utensilio de
guadua y con semillas de (Crescentia cujete) y se han –ni cómo se toca– este proliferan entre los grupos cocina, un ayudante de esos
quirilla son también parte endurecido las semillas del instrumento al que llaman musicales de indígenas. para mezclar alimentos.
de la instrumentación de capacho. Todo ha ocurrido congolo porque está hecho Esta la hacen con tallos Parecería. Pero es un ins-
algunos de los conjuntos para que surjan las mara- de semillas de bejuco. Pero de guadua, la adornan con trumento musical obtenido
llaneros. La naturaleza cas a las que también les lo tocan y suena en las tejidos y la hacen sonar en también del muy socorrido
suena en todo el territorio. llaman maracos. entrañas del Putumayo. la ribera del Putumayo. y cultivado totumo.

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Con guadua y semillas Remota y desconocida para Algún parentesco tiene Popular a borde de camino Cacao. Basta el nombre
de chambimba se fabrica muchos en la Colombia con el uvito. Puede que cuando hay cosecha que es para reconocerlo e imagi-
este instrumento en el central, esta fruta es habi- lejano, pero lo tiene este en el verano, la piña en los nar su sabor. Se da mucho
Putumayo que suena como tual en el Amazonas. Arazá, frutal no muy popular Llanos Orientales es casi en el Amazonas, al punto
un aguacero cuando está lle- a la que algunos despachan que se llama cervera y que una obligación alimenticia. de que este lo tomamos de
gando. Sutil en su sonido y con el nombre de guayaba crece muy bien en el jardín Deliciosa y cultivada en un árbol no cultivado en la
trabajado en su decoración. amazónica, es esta. de Mundo Amazónico. diferentes variedades. propia Leticia.

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Si alguien proclama el Al asaí también se le Este es fruto del camu- Otro nombre sonoro. Ma- Bueno, el chontaduro.
copoazú como el rey de la conoce como palmito. camu, que también es ár- chichi, llaman a este fruto No digo bueno porque lo
selva, será mejor no discu- O manaca o chonta. Sus bol maderable. Y también de apariencia tan extraña sea, aunque lo sea, sino
tirle, así haya otros muchos frutos son deliciosos y es medicinal. Muy versátil, que puede confundirse con porque es común en la
frutos favoritos. Tendrá muy alimenticio tras co- se había dejado constancia. cualquier otro. Con una zona donde crece silvestre,
razón porque abunda en la cinarlos un momento. ¿Y Quiero camucamu, piden curuba chuzuda, por decir se reproduce y muere en el
jungla adentro. su aspecto? Despelucado, muchos por aquí. alguno. Pero es machichi. paladar de millares.
como se ve.

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Zapote de monte o zapote Más que prodigiosa o Se da fácil y no aparenta El caucho da sombrío, Yagé hay más de uno por-
simplemente. Pero zapote. amarga, es sagrada. Aun- nada la coca. Un arbustico refresca, da frutillos como que la Banisteriopsis caapi
Existe también en la zona que también es prodigioso no más. Ya sabemos que este. Y de su tallo sale el es diversa. Este es yagé
selvática y en la Orinoquia el yagé, que es este bejuco es ritual su consumo, látex, tan apetecido al co- amarillo, que apareció así,
este fruto que en otras del que se extraen las necesario en comunidades mienzo del siglo xx que se de repente, mientras cami-
partes del país tiene otros sustancias para el viaje en indígenas. Ya sabemos qué, convirtió en una esclavitud nábamos con ojos abiertos
sabores y tamaños. busca de los espíritus. cuando la pasan a cocaína. para millares. por los lados de Leticia.

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Tras su fatídico historial No queda mucha quina No podía ser menos bella la Su nombre científico es Cuando venga a Mundo
–del cual la memoria de la en el monte. De hecho, no entrada al jardín de Mundo Urera sp. Se llama ortiga y, Amazónico pásese por el
selva se encuentra en pro- encontramos ningún árbol Amazónico, en las afueras aunque sus hojas pueden puesto de aguas aromáti-
cesos de olvido– el caucho del cual en otros tiempos de Leticia. Un territorio ser agresivas, lo que se cas. Y esté dispuesto por-
ha vuelto poco a poco a extrajeron la quinina de su construido con pasión para obtiene de la planta sirve que encontrará allí plantas
proliferar para que le usen corteza. Este es del Jardín que crezca y se reproduzca contra las afecciones reu- de nombres y sabores que
mansamente su riqueza. Botánico de Bogotá. la biodiversidad. máticas, casi milagroso. no habrá oído ni probado.

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Imponente es este coquillo Con el nombre sagrado de Qué delicadeza la del co- ¿Para qué voy a decir que Es apenas obvio que la
–o abarco– que se mece hojasanta (Kanlanchoe pin- ronillo. Tanta que provoca el árbol Espíritu Santo cúrcuma, con todo lo que
con el viento en Mundo nata) se le conoce a esta nada más mirarlos. Los o chingale o machaco, es es y significa y con todos
Amazónico. Uno de los planta que de tan verde nubak lo consumen y lo alto muy alto si ahí están los usos que se le dan en el
ejemplares que más ha que es refresca el ámbito. usan para darle consisten- viendo la foto? Pero qué Amazonas y en la cuenca
crecido en este sitio que Y ayuda a ello en el jardín cia a la base de achiote con alto es el Espiritu Santo o del Orinoco, aparezca
alguna vez fue potrero. de Mundo Amazónico. la cual se pintan el cuerpo. chingale o machaco. tanto como aparece.

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Mundo Amazónico se ha Este juansoco es un árbol Por razones que pueden ser Sobre este tallo de una pal- Para mirarlas mejor, hay
convertido en un epicentro entre mediano y grande y obvias, Mundo Amazóni- mera que estaba contenta que detenerse y, en esa
de manifestaciones cultu- es uno de los que produce co, que Savia considera el por los lados de Guamal, observación, se van descu-
rales de la región. Por eso látex. Uno de los tantos único jardín botánico de en el Meta, han crecido y briendo pequeños bejucos
tiene una tienda a su estilo que mereció la explotación la región, para recorrerlo se han reproducido plantas y otras plantas que van
en donde los indígenas de su sustancia lechosa en tiene senderos como estos, que nada más han hecho trepando sin hacer daño al
venden lo que hacen. la ii Guerra Mundial. atestados de vegetación. que embellecerla. árbol que los hospeda.

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Hay epífitas que producen Flores también se Este es el tallo de una Musgo, lo que hay allí es Tan colonizada esta
la sensación de ser más desprenden de los tallos palma cumare, la que tanto musgo. Distinto al musgo corteza, tan amablemente
refrescantes que otras, de árboles que sirven de sirve a los artesanos, la que que crece en el suelo, este tomada por las epífitas, que
porque, como estas, están alojamiento, temporal o tanto se ve en la Orino- es una especie de él que ya ni el nombre del árbol al
llenas de hojas. Un mundo definitivo, a aquellas plan- quia, la que da el nombre ha crecido en la corteza de que corresponde pudimos
dentro de ese mundo que tas que viven recostadas a Cumaral. Pero aquí es este árbol que fotografia- saber. Está en la salida de
ya es cualquier árbol. en ellos. muchas otras cosas. mos en la vía a Restrepo. Leticia hacia el 2.

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Otra colonización tan Hágame el favor y vea de Entre la vegetación agreste Mire y vuelva a mirar. Y Medicinal, ornamental,
abigarrada, quizás tan lo que es capaz la natura- y la intrincada topogra- entienda entonces que esta el guamacho también ha
antigua, que ya no hace leza. Vea el ímpetu de la fía de La Macarena, de es una foto real, de la vida servido en la región para
posible la identificación. A vegetación que irrumpe pronto, la belleza quieta real de este Parque Na- ser cantado. El guamachi-
los interesados se les infor- entre estas rocas del mun- de la orquídea. Un color cional Natural, en donde, to florece y las sogas se re-
ma que está en el camino do ignoto de la serranía de tenue, nuevecito, acababa entre las rocas surge esta vientan, cantan en Caballo
a Cubarral, en el Meta. La Macarena. de nacer cuando la vimos. ceiba imponente. Viejo que habrás oído.

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Principio tienen las cosas. Queda uno sin palabras Además de servir de Se usa el matarratón para Contra la gripa, contra la
Este es el comienzo de un ante la perfección de las ornamental, el maraco, al tantas cosas, que es básico. tos, contra la bronquitis.
carbonero. Crecerá, dará líneas de este bejuco. Y de que también llaman mucu, Por eso hay tantos en las Reduce la inflamación de
sombra, alegrará el paisaje, ahí se pasa a la perplejidad ha servido para depilar y cercas. Protege contra el sol la próstata, abre el apetito
florecerá entre esta selva cuando, mirado de cerca, lo siguen usando contra un y las hojas maceradas curan y también sirve para la in-
espesa en la cual tiene se ve la solidez del bejuco mal que se ha ido extin- pestes de pollos y demás digestión. La albahaca y la
un lugar. cadeno. guiendo: las paperas. males de aves de corral. albahaca negra, benditas.

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Los chamanes del Amazo- Sirve para tanto el Al chaparro, usado como Qué hojas anchas y qué El pavito no necesitaría
nas usan las del clavellino mastranto que hasta para leña para postes de linde- flores llamativas las que servir sino de bonito y bas-
contra la fiebre; el jugo la sordera lo emplean en ros, y del que, dicen, atrae caracterizan a la bajagua. taría. Pero se le adjudican
de las flores para todos algunas aldeas del Ama- los rayos, lo toman contra Y qué propiedades medi- atributos como el de ser
los dolores y las semillas zonas y el Orinoco. Pero la diabetes. Una virtud que cinales le atribuyen: que diurético y astringente y de
contra la tos y dolor en el para lo que más lo usan es no le reconocen quienes le lucha contra dolencias del ser un buen aliado contra
pecho. Para eso. contra los dolores óseos. dicen “carne asada”. corazón, entre otras. enfermedades de la piel.

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Venden mucha chuchu- Aunque tenga nombre En el mercado público Se diría que ante tanto Ya la mezcla de materiales
huasa. Y la venden en de noticias de baranda de Leticia hay varias conocimiento y, sobre todo, le da otro nivel a la artesa-
este empaque en Puerto judicial, el combo es muy boticas, cuyo proveedor es ante tanta materia prima nía, como esta que hacen
Nariño. La venden porque querido por la fortale- el bosque. Todos los días como la existente, construir los curripacos, en Inírida.
al masticarla se está za de su tronco y muy llegan colonos, campesinos un canasto simple es tarea Porque ya van aquí fibras
luchando contra la diarrea, usado, por ejemplo, contra e indígenas, a surtir estas fácil. No muy fácil, pero sí de cumare y cerámica.
contra la artritis y contra infecciones por heridas de vitrinas. fácil para ellos. Otra dimensión.
mucho más. animales.

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No supimos de madera de Todo sirve para las arte- Aretes muy elaborados, Belleza y resistencia tienen No supimos qué tan de las
qué árbol está hecha esta sanías vanidosas. Póngales muy diseñados, sorpresivos estos canastos que vimos y entrañas de una etnia sean
silla que estaba a la entrada semillas, póngales color, por ello, pero no por la fotografiamos en Inírida. estas máscaras hechas de
de una casa en Cumaral. ensártelas, exhíbalas, ex- materia prima de la cual Resistencia para aguantar balso. Las vimos en una
Pero es de una sola pieza. plíquelas. Véndalas. Y se están hechos: la palma de ajetreo porque la palma tienda de artesanías en
Quedamos de una sola pie- venden por miles en todas cumare, otra vez presente chiqui chiqui, de la que Leticia y nos dijeron que
za ante su belleza rústica. partes salidas de aquí. en este arte en el Guainía. están hechos, es fuerte. son ceremoniales.

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Ya ha tejido mochilas y ta- Todo sirve y todo se usa en Esta máscara ceremonial es Aunque no se pertenezca Más elaborada que una
petes. Le han ayudado otras artesanías de Amazonas - hecha y usada en muchos a un grupo musical, estos mochila y que un simple
mujeres a esta indígena Orinoco. Estos sacudidores resguardos del Amazonas calabacitos sonadores tapete o unos aretes, es esta
experta en el manejo de las están hechos de fibras de adentro. La fibra preferida son muy vendidos como hamaca. Fabricada con
fibras extraídas de la palma varias palmas y les aplica- es la de yanchama u ojé y artesanías salidas de la Co- paciencia en las sabanas de
chambira como también se ron distintos colorantes. las tinturas fueron extraídas lombia más verde. Muchas la Orinoquia, tienen el cu-
le llama al cumare. Vegetales, desde luego. de varias plantas. semillas hay en ellos. mare como materia prima.

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Uno de los vestidos para Otra palma acude en favor No tienen tanto alcance Para móviles como estos, No solo están para la venta
rituales de indígenas del de los millares de artesa- como las que ellos –los que encontramos en una estas muñecas. Que las
Vaupés adentro es así. Para nos que viven en las selvas indígenas del Amazo- tienda en el resguardo de compran mucho pero con
llegar a ello hubo que cor- colombianas. Este especie nas– usan para cazar Victoria regia, bajando otros significados, más de-
tar de manera muy sabia de canasto, que es un animales. No son tanto. por el Amazonas desde corativos. En cambio para
las hojas de yanchama de soporte para el casabe, es Pero son cerbatanas que se Leticia, se usa el balso. Y sus fabricantes significan
las que está hecho. hecho con palma chonta. hacen con fibras de palma otras maderas livianas. ayuda como la protección.
chambira.

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A través de escuelas y del Casi-casi, el oxígeno podía La humedad, los hume- Los lechos que forman Un bejuco que parecía una
olfato comercial que ellos verse y tocarse este me- dales, las aguas todas son las hojas, los entramados serpiente, que parecía una
poseen, los artesanos de diodía cuando todo estaba muchas en la región del de árboles que hacen pe- escultura, estaba allí, aquí,
estas tierras han entrado quieto en el río Inírida. Amazonas, esta productora numbra en la manigua, los cuando caminábamos
en la onda del diseño. Y Se juntaban el cielo y las de oxígeno que con todo matorrales y las epífitas, ávidos de vegetación por
para ello la selva les ofrece aguas, como sucede en la su poder es la gran regula- todo en el Amazonas se aquel recodo de Puerto
todo lo que necesitan. región amazónica. dora del clima mundial. relaciona con todo. Nariño.

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Amazonas adentro, la selva Muchos de los ríos o La humedad (que es como La selva amazónica tiene Navegábamos por el
se permite a veces estas caños que dejan sus aguas si siempre acabara de un suelo que deja muy Inírida rumbo a la estrella
claridades cuando el sol al gran Amazonas, van llover o como si todas las poca profundidad a las raí- fluvial de oriente. Por allí,
vence la altura de árboles teñidos por los taninos horas fueran las del alba ces de los árboles. Por eso en el punto de encuentro
hasta de sesenta metros. que le arrancan a algunos por su rocío), la humedad muchos sucumben y en de la Amazonia con la Ori-
Entonces aquí, abajo, la árboles. Entonces llega el se expresa en esta lechuga ríos como el Loretoyacu noquia. Y amaneció. Con
humedad es infernal. asombro por su belleza. de agua en Leticia. flotan troncos y ramas. las primeras luces, esto.

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Una región colosal es También hay algas Un día cualquiera en una La mentada palma cuma- Esta calle de Inírida va a
esta, la del Amazonas en dentro de la inmensidad calle de barrio de Cumaral, re, que hasta aparece en encontrarse con el río en
Colombia. Su territorio y en todas las riberas. Se pueblo que queda en letras de canciones, es esta. donde está el embarcadero
representa el 42,3% de toda recuestan en la vegetación lo que llamaríamos las Una mirada a sus frutos y toda la movida de la
la Colombia continental. Y o en las rocas que encuen- goteras de Villavicencio. y a un fragmento de sus capital del Guainía. Toda
eso que del gran Amazo- tran. La naturaleza anfibia Plantas muchas y árboles fibras con las que se hacen porque aquí las aguas de-
nas apenas somos el 8%. contribuye al oxígeno. grandes en su entorno. artesanías en el pueblo. terminan el movimiento.

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La flor de Inírida, de la El yopo es muy común Un agradable parque tiene La leña del guamo es buení- Encontrar un tallo de cau-
que toma su nombre el en la Orinoquia y en la Guamal con muchas som- sima para asar las carnes lla- cho en medio de la selva
pueblo, crece en unos Amazonia. En una y en bras y algunos guamos en neras. Para eso lo emplean no es tan fácil. Y menos un
humedales que hay en las otra región lo usan para proceso de crecimiento. La y también como alimento tallo de caucho con vesti-
afueras. Allí, cerca de cerro construcción, para leña, idea de sembrarlos surgió humano, desde luego. Y gios de haber sido usado y
e´Sapo, desde donde es para artesanías y como como una necesidad de para los refranes: más pelao abusado como este para la
posible ver la inmensidad. colorante. mantener viva la memoria. que pepa de guama. extracción del látex.

Fotografías de
Julián Lineros
Contraportada p. 54 p. 70 p. 84
Un tomo como este, dedi- En las orilla del Igarapa- Trabajado y usado y rudo, En el proceso de la coca
cado a dos regiones como raná, al atardecer de ese como un gigante dormido, ritual, la indígena, surge el
estas, tenía que tener dos día, sucedía esto que era este es un maguaré. Un mambe que es ligero y de
atractivos gráficos como casi un ritual. Un aserrador llamador en la selva. Ruge este color. Con el ambil
los que escogimos. Al concebía una canoa sobre cuando lo tocan y con él se y otros implementos, una
cierre del volumen, la flor un madera que no supimos comunican. Lo obtienen especie de kit infaltable en
de Inírida. Infaltable. cuál era. del árbol charapillo. las comunidades.

p. 86 p. 87 p. 88 p. 115 p. 116
Monumental, descomunal Tronco de tronco, diría Este es un elemento En medio de la selva Con hojas de palma de
podría decirse, es esta ma- un caribe. Un amazónico artesanal que sirve a los amazónica, cuando se moriche (o de otras que
loca que encontramos en no. Un amazónico casi se indígenas para adentrarse llega a una comunidad, haya a la mano) algunos
las orillas del Igaraparaná. inclinaría ante la fortaleza en sus ritos y costumbres. cualquier pieza construida indígenas del Amazonas
En ella sucede todo, lo y belleza de este bejuco, Es un pilón muy fuerte con palosangre sobresale hacen sus vestidos rituales.
sagrado y lo prodigioso, yagé, tan sagrado por ellos (hecho con palosangre) y te deja maravillado. Para Sin complicaciones. A bajo
para los indígenas. y tan estudiado. para la preparación del no hablar de su solidez. costo, con talento.
mambe.

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p. 117 p. 119 p. 121 p. 126


Dormita sobre el río Iga- Complejo y rústico es este No son para la venta estas Hay pasajes de la Amazo-
raparaná esta canoa que, colador que no es artesanía ayudas artesanales que los nia que parecen pintura. O
por lo que se ve, ha sortea- para la venta. Es instru- indígenas de las riberas del potreros de otras regiones
do esteros y ha conocido mento básico para que en Igaraparaná, usan para la con menos densidad de
caños. Trabajada en balso las comunidades se trate el pesquería. Unas trampas bosque. Este, por ejemplo,
con las propias manos de tabaco. Hecho de fibras de eficientes de madera en los es un sitio cerca por donde
su ahora propietario. yarumo, entre otras. caños que van al río. corre el Igaraparaná.

Fotografías de
Aldo Brando
p. 43 p. 99 p. 100
Mirada así parece una De aguas cristalinas que a Un mundo irreal donde
ballena encallada en medio veces se tiñen por las algas las aguas ruedan, van, se
del bosque de nunca acabar. taninas que les sirven de precipitan sobre las rocas,
La serranía de Chiribique- lecho. Así son algunos de y a su paso van dejando
te, precedida por una ma- los manantiales que brotan nutrientes para la infinita
nigua espesa, es un misterio en La Macarena. Puro vegetación. Porque es infi-
cubierto de enigma. oxígeno. Solo belleza. nita la vegetación aquí.

Fotografías de
Héctor Rincón
p. 59 p. 60 p. 62 p. 127
Con un ímpetu muy cerca- Si hubiera que escogerle La aparición de los cerros Sobre aquellas aguas de
no a la soberbia, esta ceiba cuna al palo de aceite, sería de Mavicure, cuando se Macedonia, camino a
ha crecido entre las rocas el Casanare. Y por eso remonta el plácido Inírida, Puerto Nariño por la ri-
de la Isla de Santa Elena, sus llanuras son del color es casi un susto porque bera del Amazonas, flotan
cerca de Puerto Carreño. anaranjado de este árbol es más que un asombro. victorias regias. Muchas.
Va airosa. Ha desdeñado de uso múltiple: sirve hasta En sus inmensidades, la Algunas en flor. Otras con
la dificultad. para curar al ganado. vegetación gana terreno. hojas ya extintas como esta.

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Fotografías del libro
The lords of the Fotografía de
Devil’s Paradise, Efrén Plata
G. Sidney p. 137 p. 138 p. 132
Paternoster (1913). Testimonio gráfico de un Así funcionaban los La capital del Casanare,
Londres, Stanley Paul horror. Este es uno de los embarques del látex hacia Yopal, con seguridad menos
campamentos caucheros mercados del mundo desde arborizada que en los años
Biblioteca que fueron establecidos en las selvas colombianas. Un de su fundación cuando
Luis Ángel Arango. el Putumayo. No solo usa- proceso que trajo muerte literalmente había comu-
Sala de Libros Raros dos para la recolección sino y humillación y que no nidades grandes de yopos
y Manuscritos también para la esclavitud. quiere ser recordado hoy. adentro y afuera del pueblo.

Ilustraciones de
Alejandro García
Restrepo
p. 17 Mapa de la región p. 32 p. 64 p. 96
Amazonas y Orinoco Como un prócer, porque Quién lo ve de saco y Contra lo que diga su
juntas, porque comparten lo fue, así interpretó el corbata, todo formal, no apellido, la figura de este
mucha de su vegetación, ilustrador a José Jeróni- creería el explorador te- explorador botánico y an-
mucha de su potencia y mo Triana, uno de los merario que fue Schultes, dariego empedernido era
mucho del futuro de Co- sabios que presentamos uno de los extranjeros que esbelta. Un precursor de
lombia. Y sobre las dos hay, orgullosos en este Savia más pasión y tiempo le ha los herbarios en Colombia.
mucho desconocimiento. Amazonas - Orinoco. dedicado a la selva.

Guardas iniciales p. 8 p. 10 p. 18 p. 26
Básica en la alimentación La vellozia, tomada para Este es el fruto de la Una letra U es la primera Una letra E inspirada en
del mundo amazónico, hacer letra T capital, florece Apeiba tibourbou, en la que que aparece en el capítulo una parte del malagueto, la
la yuca brava es parte entre más de cien especies se inspira una de las letras dedicado a contar qué es usó el ilustrador para dar
también del paisaje en las del género de un color entre de apertura de capítulo. la región de la Orinoquia. comienzo al capítulo de
vegas de los infinitos ríos rosa y morado. Originaria Esta vez para dar cuenta Y esta es la U, salida los Piedemontes. En plural
en donde se da silvestre. de América, se ve mucho de la descomunal región de la guaba (Stylogyne porque son varios
entre Panamá y Brasil. amazónica. turbacensis). y de muchas extensiones.

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p. 34 p. 42 p. 50 p. 58 p. 66
Sobresale el achiote en Para contar el mundo raro El llamado ojo de venado Justo y bello entregarle a Perfecta como una nuez.
toda la región. Podría del Chibiriquete hay que (Mucuna sloanei) nos ayuda la flor de Inírida la respon- Perfecta como una D.
decirse que es habitual recurrir a la botánica y a la a poner en escena el capí- sabilidad gráfica de que Perfecta esta letra capital
en todas las regiones y su geología. Y a las ilustracio- tulo dedicado a ese poder con ellas se arme la letra para contar de la música
uso es múltiple. Sobresale nes como esta P, extraída inmenso que tiene la made- H, que sirve de apertura de esta Colombia tan rica
el achiote aquí en esta A del fruto de la Pourouma ra en la región Amazonas - a este capítulo del Andén en instrumentos hechos
como letra capital. cecropiifolia. Orinoco. Un abrebocas. Orinoquence. con madera.

p. 74 p. 82 p. 90 p. 98 p. 106
El cacao sirve para tanto Una de las plantas prodi- Esta es nada menos que la Intrincado, misterioso, La crónica sobre las plantas
que sirve también para la giosas para la región es la interpretación de la hoja enigmático. Así es el medicinales de Amazonas
inspiración del ilustrador coca. Que la hayan vuelto del moriche. Una sorpre- mundo perdido de La - Orinoco la comenzamos
quien logró con él esta amarga los traficantes siva letra D con la cual se Macarena y así es este con una letra: la C. Y con la
letra. La E, con la cual es un cuento aparte. Un abre la historia de Mundo bejuco, el bejuco del yagé, alusión a una de las flores
comienza la crónica sobre cuento que se cuenta en Amazónico, el jardín botá- que inspira esta letra. más abundantes y más es-
los frutales. este capítulo. nico de Leticia. tudiadas: la del borrachero.

p. 114 p. 122 p. 136 Guardas finales


Uno de los árboles más La pasiflora expuesta y Palabras innecesarias para Abundan en la región,
usados para la fabricación utilizada para hacer esta describir esta L. La flor pero no solo son útiles
de artesanías en toda la letra. Con ella abrimos el del tabaco sirve para dar para el magnífico paisaje,
región es el balso. Nada capítulo sobre el tamaño comienzo a una crónica sino para la alimentación,
más oportuno, entonces, de la importancia que dramática: lo que fue la la construcción, la artesa-
que comenzar la crónica tiene la cuenca del Ama- Casa Arana, la fiebre nía. Y para la guarda de
con una letra hecha zonas en el oxígeno del Caucho. El diablo este libro.
con su fruto. del mundo. en la selva.

∙ 153 ∙
Ilustraciones de
Eulalia
de Valdenebro
p. 33 p. 33 p. 33
A si se le llama —piene de Un bejuco pero no un Con la corteza del ojé,
mono—, aunque en la re- bejuco cualquiera. El de que también se le llama
gión también se le conoce curare es especialmente yanchama, se obtienen
como peine de mico. Una útil y ha sido muy estudia- tejidos y se usan en trajes
planta emblemática que do porque es un eficiente rituales. Uno de los usos de
sirve de ornamental y para relajante muscular. este árbol que es también
artesanía. medicinal.

Infografía de
Marcela Rodríguez
p. 134
Mapa de parques
nacionales naturales
de Amazonas - Orinoco

∙ 154 ∙
Bi bl io g raf ía Sav ia Am a z onas - O r i no co

Bibliografía

La búsqueda de información para e ste, el segundo volumen de la Colección Sav ia,


se extendió a las llanuras y a las selvas de las que nos ocupamos. Reporteros, botánicos, fotógrafos, ilustradores de
Savia viajaron por aquellos lugares en donde escasean los documentos pero abundan los testimonios. No solo los
testimonios salidos de quienes viven en esas lejanías, sino lo que la naturaleza misma testimonia cuando se la mira con
los ojos minuciosos de quienes esperan obtener de ella información. A esa naturaleza y a esos habitantes de bosques
y de sabanas recurrimos, pues, para alimentar la información que contiene este Savia Amazonas - Orinoco,
además de la que es obvia: de la que nos dan los libros, las enciclopedias, los herbarios, las revistas y las investigaciones
de las que nos servimos para que lo que aquí está escrito tenga el rigor de todo lo que en el pasado o en este
momento se está estudiando en Colombia sobre nuestra vegetación. A todos esos documentos,
documentalistas, bibliotecas, centros de información y demás, gracias. Y a los autores
de tanto que se ha profundizado en el estudio de la botánica colombiana,
unas felicitaciones llenas de orgullo por todo lo que aprendimos.
t

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∙ 164 ∙
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Índice
onomástico

A
Acacia 51, 142 Algarrobo 55, 57, 61, 63
Acacia mangium 51 Hymenaea parvifolia 55, 63
Acapú 55 copal 63
Minquartia ganensis 55 v. t. Fabáceas 63
ahumado 55, 57 Algas 20, 99, 129, 150, 151
cuyubí 57 Algodón 28, 31
v. t. Olacácea 55 Gossypium herbaceum 31
Achiote 38,110, 146 v. t. Malváceas 31
Andiroba 53 Almendro 63
Carapa guianensis 53 Caryocar glabrum 63
Aguacate 76, 79 Amacise 11, 14, 140
Persea americana 79 Erythrina fusca 11, 14
v. t. Laurácea 79 Amapola 96, 111, 113
Ají 11, 14, 15, 28, 31, 34, 35, 37, 38, 39, 40, 61, 63, 96, 140, 141 Papaver somniferum 111
pimentón 37, 39, 142 v. t. Papaverácea 111
Capsicumm annuum 11, 14, 15, 31, 35, 37, 39 Andropogon leucostachyos 104
Capsicum sp. 63 v. t. Gramíneas 104
v. t. Solanáceas 31, 39, 63 Anón amazónico 76, 79
Ají negro 34, 37, 38 Rollinia mucosa 79
Ajo 36, 39, 41, 96 v. t. Anonácea 79
Allium sativum 39 Anón de monte 104
v. t. Amarilidáceas 39 Annona cherimilioides 104
Ajonjolí 159 Anturio 43, 142
Albahaca 31, 107, 111, 113, 147 Anturium sp. 43
Ocimun bacilicum 31 Árbol de navidad 30, 141
Ocimun campechhianum 111 Parkia pendula 30
albahaca blanca 31, 147 Árbol del picaflor 30
albahaca común 31 Tococa guianensis 30, 31
albahaca negra 107 árbol chupaflor 31
v. t. Lamiáceas 110,111 ara 31
Albahaca negra 107 curray 31
Ocimum sp. 107

∙ 165 ∙
Árbol mortecino 101 Banano 16, 140
Grias sp. 101 Mussa sp. 16
Árbol tórtolo 23 Barbasco 14, 15, 61,63
Scheffera morototoni 23 Lonchocarpus nicou 14, 15
yagrumo 22, 23 almendro 63
v. t. Araliáceas 23 v. t. Fabáceas 14, 15, 57
Arazá 11, 14, 37, 39, 75, 76, 77, 111, 112, 140, 144 Batata 39, 40
Eugenia stipitata 11, 14, 39, 75, 111 Ipomea batatas 39
guayaba amazónica 75, 140, 144 v. t. Convulváceas 39
v. t. Mirtácea 15, 39, 111 Bejuco 68, 124, 140, 144, 149
Arizá 61, 63 Bejuco arauto 19
Brownea ariza 61, 63 Monstera adansonii 19
palo cruz 63 Bejuco barbasco 57
v. t. Fabácea 61 Bejuco cadeno 105, 147
Arveja 36, 39 Bauhinia guianensis 105
Pisum sativum 39 Bejuco chaparro 103
v. t. Fabáceas 39 Darvilla sp. 103
Arroz 37, 38, 39, 130, 142 bejuco candela 103
Oryza sativa 39 v. t. Crisobalanácea 103
v. t. Poáceas 39 Bijao, hoja 38, 41, 142
Asaí 77, 78, 79, 111, 112 Calathea lutea 41
Euterpe precatoria 78, 79, 111 biajo 41
asaí 77 Borrachero 14, 15, 108, 109, 111
manaco 79, 111 Brugmansia suaveolens 14, 15, 111
v. t. Arecácea 79, 111 Brugmansia aurea 111
Asasí 76 floripondio 15, 108, 109, 111
Avellano 113 floripondio blanco 111
Axonopus canescens 104 culebra borrachera 109, 111
v. t. Gramíneas 104 burundanga 109
Azarí 90 v. t. Solanáceas 14, 111
Borojó 39, 76, 112
B Borojoa patinoi 39
Badea 76, 79, 112 Rubiáceas 39
Passiflora cuadrangularis 79 Bototo 21,140
v. t. Pasiflorácea 79 Cochlospermun orinocensi 21
Bajagua 110, 147 Bromelia 45, 47, 102, 103
Senna reticulata 110 Bromelia sp. 47
Balso 53, 55, 71, 73, 114, 117, 120, 148, 149 Navia sp. 103
Ochroma pyramidale 53, 55, 71 Bromelia 47
balsa 53, 55
palo de lana 53, 55 C
v. t. Malvácea 71 Cabo de hacha 39, 54, 55, 57
Bambú 69 Heisteria acuminata 39
Irianthera tricornis 54, 55
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quiebracha 39 Capacho 67, 68, 70, 143, 144


v. t. Olacácea 39 Canna sp. 67
Cacao 15, 61, 63, 76, 77, 133, 144 Canna indica 67,70, 71
Teobroma cacao 15, 63, 76 achira 70, 71, 116
chocolate 63 bandera 71
v. t. Olacácea 39 v. t. Cannácea 71
v. t. Malvacea 63 Capinurí 45, 47
Cacao de monte 14, 15, 61, 63 Pseudolmedia laevis 47
Teobroma subincanun 14, 15, 63 v. t. Moráceas 47
v. t. Malvácea 15 Capirona 90
Cacay 61, 76, 79 Caracolí 57, 143
Caryodendron orinocensi 63, 79 Anacardium excelsum 57
inchi 63, 79 Carambolo 76, 79, 112
tacay 79 Averrhoa carambola 79
v. t. Euforbiácea 63 v. t. Pasiflora 79
v. t. Poácea 79 Caraná, palma 29, 93, 141
Café 39, 36, 37, 133 Lepidocarium sp. 29
Coffea arabica 39 Carbonero 104, 147
v. t. Rubiáceas 39 Acanthella sprucei 104, 147
Caimarón, árbol 45 Carguero de hormiga 46
Caléndula 111, 113 Xylopia emarginata 46
Calendula oficinalis 111 Carnívoras, plantas 45, 47, 101
v. t. Asterácaceas 111 urticularia 47
Caimito 76, 79 drosera 47
Pouteria caimito 79 v. t. col de vejigas 47
caimo 79 Carrizo 69
v. t. Rubiácea 79 Arundo donax 69
Cámbulo 24, 27, 141 Cascabel 28, 141
Eritrina poeppigiana 24, 27 Crotalaria sp. 28
Camucamu 39, 40, 51, 76, 79, 80, 92, 142, 143, 144, 146 Cassia sp. 104
Myrciaria dubia 39,79, 80 v. t. Fabácea 104
Myrcia dubia 51,92 Castaño 52,143
v. t. Mirtáceas 39 Bertolletia excelsa 52
Campisanto 95 nuez del Brasil 52, 143
Candelabro 28, 141 Catleya traniae 32
Vochysia lehmmanni 28 Caucho 13, 14, 29, 44, 64, 68, 71, 82, 83, 84, 87, 88, 89,
Canyaraná 90 96, 137, 138, 145, 150, 157, 159, 160, 162
Cañafistol llanero 54, 56 Hevea brasilensis 14, 29, 42, 68, 71, 83, 84, 85, 87,
Cassia moschata 54 88, 137
Cañagria 30, 31 caucho negro 85,87
Arthostemma ciliatum 30 Castilla sp. 85, 87, 138 (moráceas)
Caoba 50, 53, 55 hule 31, 87
Swietenia macrophylla 53 siringa 31, 45, 71, 87
caoba americana 55 coutchoul 85

∙ 167 ∙
árbol que llora 85 carguero 45, 47, 57
v. t. Euphorbiácea 87 cocomono 57
Cebolla 36, 37, 38, 41 v. t. Lecitidáceas 47, 57
cebolla cabezona Allium cepa 39 Coca, hojas de 13, 15, 28, 31, 36, 82, 83, 84, 85, 87, 88, 89,
v. t. Amarilidáceas 39 111, 112, 136, 138, 145, 163
Cedrela montana 53 Erythroxylum coca 15, 28, 31, 83, 85, 87, 111
Cedrillo 71, 119 Erythroxylum novograntense 87
Trichilia pallida 71 kuka 85
v. t. Meliácea 71 v. t. Eritroxilácea 15, 31, 111
Cedro 57, 72, 90, 119 Coca de monte 104
Cedro achapo 52, 53, 55, 57, 94, 143 Erythroxylum macrophyhlum 104
Cedrelinga cateniformis 52,53, 55 ajicillo 104
achuapo 55 pata de torcaza 104
Cedro amargo 52, 55, 57, 70, 71, 143 Cocona 79, 80, 90
Cedrela odorata 52, 53, 55, 56, 57, 70,71, 72 Solanum sessiliflorum 79
cedro bastardo 55 anón amazónico 76
v. t. Meliácea 55 v. t. Solanácea 79
Cedro macho 50, 53, 55, 56, 57, 70 Col de vejigas 47
Guarea guidonia 53, 55, 56 Utricularia sp. 47
bilibil 53 v. t. Lentibulariácea 47
trompillo 53 Combo 113, 148
Cedro rosado 70 Aspidosperma sp. 113
Cedrón 30, 31, 113 Comino real 68
Dichapetalum spruceanum 30, 31 Aniba cf. panurensis 68
v. t. Dichapetaláceas 31 Contentas, flores 14
Cedrón común 31 Copoazú 14, 15, 39, 40, 61, 63, 76, 77, 79, 90, 144
Simaba cedron 31 Theobroma grandiflorum 14,15, 39,63, 77,79
v. t. Simurabáceas 31 cacao amazónico 77
Ceiba 19, 55, 57, 59, 61, 63, 102, 140, 151, 159 cacao de monte 79
Ceiba pentandra 19, 55, 59, 63, 102 v. t. Malvácea 15, 39, 63, 79
chivecha 63 Copuí 90
v. t. Malváceas 63 Coquillo 92, 145
Cervera 75 Couratari sp. 92
Castilla o perebea 75 abarco 92
Cilantro 36, 41 Coronillo 76, 92, 146
Cilantro cimarrón 36, 39, 141 Bellucia pentámera 92
Eryngium foetidum 36 grosella 76
v. t. Apiáceas 39 Corozo 23
Cissus 62 Acromia aculeata 23
Clavellino 108, 147 palma de corozo 23
Caesalpinia pulcherrima 108 v. t. Arecácea
Coduiro 45, 47 Cucharacaspi 109, 111
Eschweilera juruensis 47 Malouetia naias 111
v. t. Apocináceas 111
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Cucurita 39, 40, 119 Charapillo 67, 70, 143, 144


Attalea maripa Dipterix sp.67
inayá 39,40 Chicosa 41
cucurito 119 chicora 41
v. t. Arecácea 39 Chingalé 55
Cumaceba 39, 41 Jacaranda copaia 55
Swartzia polyphylla 39 v. t. Bignoniácea 55
v. t. Fabácea 39 Chiricaspi 109,111
Cumare, palma 15, 23, 39, 63, 114, 115, 116, 119, 120, 121, Brunfelsia chiricaspi 111
130, 131, 146, 148, 149, 150 v. t. Solanácea 111
Astrocaryum chambira 15, 23, 39, 63, 69, 130 Chirimoyo 103
cumarey 14 Fusaea sp. 103, 104
chámbira palma 14, 23, 39, 61, 63, 69, 114, 120, 130, v. t. Anonáceas 103
148, 149 Chocho 63
macanilla 15,23 Ormosia fastigiata 63
v. t. Arecácea 15, 23, 39 macucú 63
Curare 31, 33, 96, 152 Chontaduro 14, 15, 39, 40, 41, 61, 63, 71, 72, 76, 77, 79, 81,
Strychnos toxifera 31 111, 112, 145
Curarea toxicofera 31 Bactris gasipaes 14, 15, 39, 63, 71, 72, 79, 81, 111
Chondodendron tomentosum 33 pijiguao 15, 63,71, 79
bejuco bravo 31 manaca 144
v. t. Loganiácea 31 palma chonta 41, 72, 120, 144, 149
v. t. Menispermáceas 31 palmito 41
Cúrcuma 13, 93, 140, 146 v. t. Arecáceas 15,63, 71, 79,111
Curcuma sp. 13, 93 v. t. Amarilidáceas 79
Cuyubí 53, 57 Chuchuhuasa 111, 112, 147
Minquartia guianensis 53,55 Maytenus laevis 111
ahumado 53, 55, 57 Maytenus sp. 112
acapú 53, 55 chuchuguaza 41
v. t. Olasacea 55 chuchuhuaza 41, 111
chuchuhuasi 111, 113
CH chuchuhuasa 111, 112, 147
Chambimba, semillas de 73, 144 v. t. Celastrácea 111
Champe 79
Campomanesia lineatifolia 79 D
champe 76 Dapakoda 110, 111
guayabo Anselmo 79 Mandevilla steyermarkii 111
v. t. Mirtácea 79 v. t. Apocinácea 111
Chaparro 22, 62, 63, 109, 110, 111, 113, 141, 147 Davilla sp. 104
Curatella americana 63, 109 Dividivi 22, 23
curata 63, 111 Caesalpinia coriaria 23
carne asada 147 v. t. Fabácea 23
v. t. Dileniácea 63, 111 Dormilón 14, 15, 45, 47, 55, 63

∙ 169 ∙
Enterolobium schomburkii 15, 47, 53, 55, 63 Frailejones 23
Enterolobium Cyclocarpum 47 Espeletia sp. 23
jaboncillo 15, 47, 55, 63 v. t. Asterácea 23
orejero 15, 47, 53, 55, 57, 63 Frijol 71
dormidero 47 Phaseolus sp. 71
revientatetas 47
v. t. Fabáceas 14, 15, 47, 55 G
Drosera 47 Guacapurano 39
rocío del sol 47 Campsiandra angustifolia 39
v. t. Droserácea 47 huacapuruna 41
v. t. Fabáceas 39
E Guacarapona 116
Encenillo 103 Guaco 111
Weinmannia 103 Aristolochia goudotii 111
v. t. Cunoniáceas 103 v. t. Aristoloquiácea 111
Epífitas 97, 103, 143, 146 Guadua 68, 73, 144
Clusia sp. 103 Guaimaro 68, 71, 72
Tomovita sp. 103 Brosimum lactescens 68, 71
Ruellia sp 103 árbol vaca 68, 71
musgo 97, 146 v. t. Moráceas 71
Escobo 110 Gualanday 22, 23, 103, 110
escobilla 110 Jacaranda obtusifolia 103
Espinaca amazónica 16, 140 chingalé 103
Portulacácea sp. 16 pavito 23, 112, 147
Estevia 95 flormorado 103
v. t. Bignoniácea 23, 103
F Guama 36, 39, 76, 133
Fierro caspi 41 Inga edulis 39, 133
acapú 41 v. t. Fabáceas 39
Flor del Guaviare 15 Guama de boa 133
Paepalanthus formosus 15, 62 guamito 133
v. t. Eriocaulácea 15 Guamacho 104, 147
Flor de la pasión 79 Pereskia guamacho 104
v. t. Pasifloráceas 79 guamachito 147
Flormorado 47, 52, 54, 56, 104, 103, 104 Guamo 45, 47, 79, 119, 133, 150
Erisma uncinatum 47, 54 Phytolacca rivinoides 23
Jacaranda obtisifolia 104 Inga edulis 47, 79
arenillo 47 v. t. Fabácea 79
milpo 47 Guaba 22, 23, 39, 47
chingalé 55, 103 Phytolacca rivinoides 23
gualanday 103, 104, 110 Inga edulis 47, 79
v. t. Voquisiáceas 47 guamo 47
Jacaranda copaia 55 chumilla 47
v. t. Bignoniácea 55 v. t. Fabácea 47, 79
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Guaraná 110, 113, 162 I


Guarumo 88 Icoja 39, 41
Cecropia sciadophylla 88 Unonopsis spectabilis 39, 41
serico 88 espinata 39
imbauba 88 v. t. Anonáceas 39
Guayaba 37, 39, 111, 112 Inírida, flor 14, 15, 59, 61, 63, 131, 150
Psidium guajava 39, 111 Guacamaya superba (flor de Inírida de invierno)
v. t. Mirtácea 39, 111 14, 15, 59, 61, 63, 131
Guayaba pera 76 Shoenocephalium teretifolium (flor de Inírida
Guayusa 110, 111 de verano) 14, 15, 61, 63, 131
Ilex guayusa 111 v. t. Raptáceas 15, 63
v. t. Aquifoliácea 111 Inga sp. 104
Guiruro 116 v. t. Fabácea 104
Gustavia 45 Iraca 57, 96
v. t. Lecitidáceas 45
J
H Juansoco 76, 79, 95, 146
Hemiparásitas 45 Couma macrocarpa 79, 95
Higuerón 54, 55, 61, 63, 71, 72, 73, 101, 114, 117, 118 avichure 76,79
Ficus maxima 54, 63, 71 surba 95
Ficus americana 55 v. t. Apocinácea 79
Ficus insipida 101 v. t. Icacinácea 79
matapalo 23, 55, 101, 103 Junco 71
lechoso 23 Arundo donax 71
yanchama 61, 63, 71, 72, 114, 118, 120, 148, 149 carrizo 71
chibechea 103 v. t. Poácea 71
ojé 33, 114, 118, 120, 152
v. t. Moráceas 23, 55, 63, 71 L
Huito 12, 39, 41, 114, 140 Lantana 104
Genipa americana 12, 39 Laurel 69, 103
jagua 39, 41 Aniba panurensis 71
Helechos 42 Endlicheria sp. 71
Heliconia 45, 47, 104 Nectandra amazonum 103
Heliconia sp. 47, 49, 63, 142 chulo 103
platanillo 47 tinto 103
platanillo rojo 61, 63 loiro 71
v. t. Heliconiácea 47, 63 miratava71
Hemipífitas 45 medio comino 71
Hierbabuena 111,113 v. t. Laurácea 71, 103
Mentha x piperita 111 Laurel oloroso 54, 57, 69
v. t. Lamiácea 111 Lechuga de agua 125, 149
Hirtella sp. 104 Lianas 42, 101
Horquetero orinocense 59, 143 Limón 80
Tabebuia orinocensis 59 Limoncillo 113

∙ 171 ∙
Líquenes 42 Xylopia aromatica 61, 103, 104
Litocasmoquerosofíticas 45 achón 103, 104, 110
Loiro 71 sembé 110
Aniba panurensis 71 malagusta 110
mitava 71 v. t. Anonáceas 103
medio comino 71 Malva olorosa 113
Lomo de caimán 51, 142 Mamita 76
Platypodium elegans 51, 142 Mandevilla 62
Loreya 30 Maní 28, 31, 41
Luiro 119 Arachis hypogaea 31
Lulo 111, 112 v. t. Fabácea 31
Solanum quitoense 111 Manilcara 45
v. t. Solanácea 111 v. t. Sapotácea 45
Mango 39, 40, 61, 63
M Mangifera indica 39, 63
Mabaco 53 v. t. Anacardiácea 39, 63
Attalea cf. recemosa 53, 143 Mangostino 76, 79
mabaco 143 Garcinia mangostana 79
Macambo 39, 90 v. t. Clusiácea 79
Teobroma bicolor 39 Mapuey 40
v. t. Malváceas 39 Maraca, pepa de 41
Macano 53, 55, 101, 103 macambo 41
Terminalia amazonia 53, 55, 101, 103 Mastranto 103, 108, 147
amarillo 55 Hyptis sp. 103, 104, 108
guayabo 101 v. t. Genesriácea 103
granadillo 101 Maraco 76, 79, 107, 147
v. t. Combretáceas 55, 103 Couroupita gianensis 79, 107
Macarenia clavigera 13, 99, 102 mucu 79,147
v. t. Podostemócea 13 v. t. Lecitidácea 79
Machaco 56, 93, 146 Maracuyá 90
Jacaranda capaia 93 Marañón 37, 39, 76, 79, 80
árbol del espíritu santo 93, 146 Anacardium occidentale 39, 79
chingale 93,146 merey 40, 79
Machaerium sp. 103, 104 v. t. Euforbiácea 79
Machichi 80,144 Matarratón 14, 15, 55, 57, 61, 63, 107 ,147
v. t. Cucurbitácea 80 Gliricidia sepium 15, 55, 63, 107
Madroño 76, 79 v. t. Fabáceas 15, 55, 57, 63
Garcinia madruno 79 Matamata 90
v. t. Clusiácea 79 Matapalo 22, 23
Maíz 28, 38, 39, 41, 89 Ficus sp. 23
jojoto 38 v. t. Morácea 23
choclo 41 Mato 111
v. t. Poácea 39 Aristolochia nummularifolia 111
Malagueto 61, 103, 104, 110 v. t. Aristoloquiáceas 111
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Mejorana 111, 113 tuno 143


Origanum majorana 111 manzana de corona 143
v. t. Lamiácea 111 v. t. Melastomácea 79
Miconia 104 Nuez mantequilla 71
Milpesillo 55 Caryocar nuciferum 71
Oenocarpus minor 55 v. t. Cariocácea 71
v. t. Arecácea 55
Milpesos, palma 14, 34, 40, 61, 63, 79, 102, 103, 142 O
Oenocarpus bataua 14, 40, 63, 79, 103 Ocobo 55, 56, 57
milpes 15, 39, 63, 79 Tabebuia rosea 55
seje 15, 39, 40, 63, 76, 79, 102, 103, 113, 114, 119 flor blanco 55
v. t. Arecácea 14, 15, 63, 103 guayacán rosado 55, 56, 57
v. t. Convolvulácea 79 v. t. Bignoniacea 55
Miratabá 119 Ocotea 30, 31
Mirití, palmera 114, 119 v. t. Lauráceas 30,31
Moriche, palma 14, 15, 23, 39, 40, 45, 47, 56, 61, 62, 63, Ojé 33
65, 77, 79, 81, 114, 116, 119, 132, 143, 151 Ficus insipida 33
Mauritia flexuosa 14, 15, 23, 39, 47, 63, 79, 132 Ojo de venado 23, 57, 71, 110, 111
canangucho 14, 15, 23, 39, 47, 76, 79, 116 Mucuna sloanei 23, 69, 71, 111
carandai-guazú 77 ojo de buey 69, 71
ideuí 77 congolo 69
aguaje 76,77, 79, 90 v. t. Fabáceas 71, 111
cacangucho 77,116 Oreja de tigre 111
chomiya 77 Aristolochia sprucei 111
morete 77 (en Ecuador) v. t. Aristoloquiácea 111
pepas de 37,39 Orquídea 97, 101, 103, 147
v. t. Arecáceas 14, 23, 39, 47, 63, 79 Catasetum sp. 101
v. t. Apiácea 79 Ortiga 36, 39, 91, 111, 112, 113, 145
Motelo sanango 41 Urera caracasama 39, 145
chilicaspi 41 Urera sp. 91, 145
Mururé 41 Urtica urens 111
tamarí 41 pringamoza 111
v. t. Urticácea 39, 111
N
Nectandra sp. 30, 31, 104 P
v. t. Lauráceas 30,31 Pachira quinata 53
Níspero 30, 31, 61, 76, 143 Pajalisa 103
Bellucia pentámera 30, 31 Trachypogon spicatus 103, 104
Bellucia grossularioides 61, 79 saeta lisa 103, 104
guayabo de pava 30, 61, 143 v. t. Poácea 103
guayabo coronillo 79 Palosangre 53, 55, 88, 114, 115, 148, 151
pepito 30 Brosimun rubescens 55
pomo 30,31 palisangre 53

∙ 173 ∙
chimico 53, 55 copaiba 110, 111, 113
granadillo 53, 55, 69, 99 v. t. Fabácea 111
v. t. Morácea 55 Palo de arco 39, 41, 55, 71, 101, 103, 113, 119
Palo Brasil 131 Tebebuia serratifolia 39, 55, 71, 101, 103
Caesalpinia echinata 131 Tabebuia ocracea 25
Palma 128 chicalá 39,41
Palma africana 31, 130 asta de venado 71
Elaeis guineensis 31, 130, 131 floramarillo 25,103,141
palma de aceite 130 v. t. Bignoniáceas 39, 711, 103
v. t. Arecácea 31 Palo de cruz 110, 111
Palma chuntaro 55 Brownea ariza 111
Aiphanes lindaniana 55 flor que abre bastante 110
v. t. Arecácea 55 akereba 110
Palma chiquichiqui 52, 55, 117, 119, 131, 148 monterillo 110, 111
Leopoldinia piassaba 55, 131 v. t. Fabácea 111
fibra 55 Palo de maicero 103
v. t. Arecácea 55 Hirtella sp. 103
Palma marray 23 Palo de rosa 57, 69, 71, 113
Aifanes horrida 23 Aniba rosiodora 71
mararave 23 v. t. Laurácea 57, 71
v. t. Aracácea 23 Papa 37, 39
Palma real 14, 15, 61, 101, 102, 132 Solanum tuberosum 39
Attalea maripa 14, 15, 101, 103, 132 v. t. Solanáceas 39
güichire 15, 103 Papaya 76,90, 154
marija 15, 101, 103 Parásitas 45
huichira 101 Peine de mono 23, 33, 57, 152
inayá 101 Apeiba membranácea 23
Palma de virote 15, 102, 103 Apeiba tiborbu 33
v. t. Arecácea 14, 15, 103 peine de mico 22, 23, 57
Palma zancona 14, 15, 30, 31, 61, 63, 103 v. t. Malváceas 23
Socratea exorrhiza 15, 30, 31, 63, 103 Pero de agua 27
araco 15,31, 103 Syzygium malaccense 27
v. t. Arecáceas 14, 30, 31, 103 Pera arbórea 104, 141
Palo boya 23, 53, 55 arenillo 45, 104
Zygia cataractae 23 Petunia de monte 23
Malouetia tamacuarina 53, 55 Stachytarpheta mutabilis 23
v. t. Fabáceas 23 v. t. Verbenácea 23
v. t. Apocináceas 55 Pera sp. 103
Palo de aceite 25, 60, 110, 141, 151 v. t. Euforbiácea 103
Copaifera pubiflora 25, 60, 111 Piña 36, 40, 75, 79, 112, 144
Calophyllum brasilense 53 Ananas sp. 75
cachicamo 53 Ananas comosus 79
aceite 53,111 piña blanca 76
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piña de borugo 76, 79 polvo de cardenal 82


v. t. Musácea 79 polvos de la condesa 82
Piña criolla 76 polvos de los jesuitas 82
Pino 70 v. t. Rubiácea 23, 31, 111
v. t. Podocarpácea 55 Quinilla 90
Pino colombiano 55, 56 Quirilla, semillas de 68, 144
Podocarpus guatemalensis 54, 55, 56
pino chaquiro 54, 56 R
v. t. Podocarpácea 55 Rabo de gato 103
Piper sp. 104 Andropogon leucostachyus 103, 104
Piquia 72 rabo de vaca 103, 104
Caryocar nuciferam 72 v. t. Poácea 103, 104
Plátano 39, 40 Romero 111, 113
Musa x paradisiaca 39 Rosmarinus oficinalis 111
hoja de 36, 37, 41 v. t. Lamiácea 111
gancho de 37 Ruda 113
v. t. Musácea 39 Ruellia 104
Platanillo de monte 61 v. t. Herbácea 104
Platanillo tarriago 49
Penacospermun guayannense 49 S
Poleo 111, 113 Sarrapio 55, 57
Clinopodium brownei 111 Dipteryx rosea 55
Polygala sp. 104 v. t. Fabácea 55
Pomarrosa 111, 112 Sangre de drago 110, 111, 113
Syzygium malaccense 111 Croton lechleri 111
v. t. Mirtácea 111 sangro 111
Pseudobombax septenatum 99 v. t. Euforbiácea 111
Puinave 108 Sangre de toro 30, 55, 57, 103, 108, 111
Pulmonaria 31 Virola 30, 108, 109
Pfaffia iresinoides 31 Virola surinamensis 31, 111
madre yuca 31 cumara blanca 31, 55, 111
v. t. Amarantáceas 31 virola 103, 109
Punta de lanza 104 v. t. Miristicáceas 31, 55, 111
Vismia macrophylla 104 Senefelderopsis chiribiquitensis 45
lacre 104 v. t. Euforbiáceas 45
palo de chicharra 104 Sidrera 95
Sombrilludo 57
Q v. t. Laurácea 57
Quina 13, 22, 23, 29, 31, 82, 83, 84, 87, 89, 111, 113, 145, 154, Sinningia sp. 104
155, 157, 159 v. t. Herbácea 104
Cinchona officinalis 23, 29, 31, 82, 87, 89, 111 Siparuna guianensis 104
kiua kina 82 Soya 24, 128, 141
cascarilla 82, 87 Glycine max 24

∙ 175 ∙
Stylosantes sp. 103, 104 U
v. t. Herbáceas 104 Umarí 37, 39, 40, 90
v. t. Fabácea 103 Poraqueiba seriacea 39
guacure 39
T v. t. Icacinácea 39
Tabaco 15, 25, 28, 31, 36, 89, 108, 109, 111, 119, 148 Uña de gato 110, 111, 113
Nicotiana tabacum 15, 31, 111 Uncaria guianenensis 111
v. t. Solanáceas 15, 31, 111 bejuco de anzuelo 110, 111
Tagua 117 v. t. Rubiácea 111
Tamamuri 39 Utricularia 47
Brosimun acutifolium 39 Uva caimarona 30, 31, 35, 37, 47, 76, 141, 145
v. t. Moráceas 39 Pourouma cecropiifolia 30, 31, 35, 47
Tamparo 67, 143 uva de monte 37
Crescentia cujete 67 caimarón 31,47
Tara 56 v. t. Urticácea 30, 31, 47
Simarouba amara 56 Uvilla 88
Tarraigo 102 Porouma cecropiifolia 88
Phenacospermun guyannense 102, 105 uva silvestre 88
turriago 102
Tomate 38 V
Toronjil 111, 113 Valeriana 111, 113
Melissa officinalis 111 Valeriana officinalis 111
v. t. Lamiácea 111 v. t. Caprifoliácea 111
Tórtolo 103, 104 Vellozias 45, 47, 62, 63, 103
Schefflera morototoni 103, 104 Vellozia tubiflora 63
mano de león 103, 104 Vellozia paepalantus 62
sachauva 103, 104 Vellozia macaranenesis 102, 103
mano de oso 104 Verbena 113
v. t. Araliácea 103 Victoria regia 12, 14, 15, 127, 140, 151
Totumo 68, 70, 71, 72, 144 Victoria amazónica 12, 14, 15, 127
Crescentia cujete 68, 70, 71, 72, 144 Victoria amazónica 14, 15
calabazo 70, 71, 119, 148 v. t. Ninfáceas 15
v. t. Bignoniáceas 71 Volador 54, 56
Trompeto 23, 110, 111 Ceiba samauma 54, 56
Bocconia frutecens 111
trompetero curador 22, 23 Y
sarno 110, 111 Yagé 14, 15, 29, 31, 83, 85, 87, 96, 108, 109, 111, 113,
v. t. Papaverácea 23, 111 145, 154, 160
Tronador 31 Banisteriopsis caapi 14, 15, 29, 31, 83, 85, 87, 111, 145
Hura crepitans 31 yagé negro 83, 85, 145
catahua 31 ayahuasca 14, 15, 45, 111
Tovomita 104 caapi 14, 29, 31, 111
Trachypogon spicatus 104 yagé amarillo 85
Triolena hirsuta 30, 31 vino del alma 109
Bi bl io g raf ía Sav ia Am a z onas - O r i no co

bejuco del alma 159


v. t. Malpigiáceas 14, 31, 111
Yerbamora 103
Lantana sp. 103, 104
cariaquito 103
v. t. Verbenácea 103
Yuca 13, 28, 34, 35, 36, 37, 39, 40, 41, 63, 73, 89, 138, 142
Yuca brava 35, 37, 38, 39, 61, 63, 141, 160
Manihot esculenta 35, 36, 38, 39, 63
Mandioca brava 41
v. t. Euphorbiáceas 39, 63
Yarumo 22, 23, 54, 55, 119, 136, 148
yagrumo 22
Cecropia sp. 54, 55
Cecropia talenitida 55, 111
Yarumo plateado 110, 111
v. t. Urticáceas 23, 55, 111
Yopo 28, 31, 37, 39, 61, 63, 132, 150
Anadenanthera peregrina 28, 31, 63, 132
Mimosa trianae 132
v. t. Fabáceas 31, 39, 63
Yoco 96, 109, 111, 160
Paullinia yoco 111
v. t. Sapindácea 111

Z
Zapito 101
Sterculia macarenensis 101
Zapote 76, 79, 81, 145
Matisia cordata 79,81
chupa chupa 79
zapote de monte 145
v. t. Malvácea 79

∙ 177 ∙
La Colección Savia
está compuesta en carácteres
Bauer Bodoni y Adobe Caslon Pro.
La primera de estas tipografías es una versión
de Heinrich Jost diseñada en 1926 y basada en el diseño
original que el tipógrafo italiano Giambattista Bodoni realizó
en 1790. La segunda corresponde a la versión de Carol
Twombly, basada en el estudio de la tipografía
original que el inglés William Caslon
produjo en 1725. Además, esta obra
fue impresa en papel Bodonia
del molino Fedrigoni.

∙ 178 ∙
Inventario botánico de Colombia

Tomo I I
Savia Amazonas - Orinoco
S avia A mazonas - O rinoco Edición
Inventario botánico de las regiones Amazonas y Orinoco
Este tomo y los demás de la Colección Savia son una
C olección S avia contribución del Grupo Argos a la difusión del patrimonio
Inventario botánico de Colombia botánico colombiano. Fueron concebidos por esta empresa bajo
Tomo dos de cinco la presidencia de José Alberto Vélez y contaron con el apoyo
Colombia, 2013 conceptual de Juan Luis Mejía, Rafael Obregón,
www.saviabotanica.com Cecilia María Vélez y Juan David Uribe

Dirección editorial Corrector de estilo


Ana María Cano, Héctor Rincón Carlos José Restrepo

Curador científico Correctora de pruebas


Álvaro Cogollo Pacheco Silvia García

Redacción de textos Correctora técnica


Patricia Nieto, Fernando Quiroz, Óscar Hernando Ocampo, Marcela Serna
Úver Valencia, Adriana Echeverry, Cristian Zapata,
Rodrigo Botero García, Laura Ospina, María José París, Índice onomástico
Ana María Cano, Héctor Rincón Nancy Rocío Gutiérrez

Investigación y documentación Corrección de color


Cristina Lucía Valdés, Camila Uribe-Holguín, Ana Patricia Roa, Gabriel Daza
Sergio Silva Numa, Theo González, Felipe González, Lina Pérez,
equipo de Una Tinta Medios Impresión
Panamericana Formas e Impresos S. A.,
Fotografía quien solo actúa como impresor
Ana María Mejía, Aldo Brando, Héctor Rincón, Julián Lineros
ISBN: 978-958-58250-0-0
Concepto y diseño
Efraín Pérez Niño, Diego Cortés Guzmán, Marcela Rodríguez, Copyright Grupo Argos 2013
Karen Sofía Barrera, equipo de Una Tinta Medios Centro Santillana, Cra. 43A n. 1A sur 143, Torre norte
Medellín, Colombia - www.argos.com.co
Ilustraciones
Alejandro García Restrepo Queda prohibida sin la autorización escrita de los titulares
del copyrigth bajo las sanciones establecidas en las leyes,
Ilustración botánica la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
Eulalia De Valdenebro medio o procedimiento
G rat i t ud
Con las aguas sin fin que nos llevaron a la intimidad de la selva.
Y a los caminos rectos que nos adentraron por las sabanas.
A Gustavo Rincón quien nos señaló el camino de la Estrella Fluvial de Oriente
y a Rosario Novoa sin cuya sonrisa es imposible escalar tepuyes y navegar el Orinoco.
A Pijachi, hermano, hijo de la jungla y brújula de aquella expedición amazónica.
A Wade Davis y su traductor Nicolás Suescún, inspiradores
de una manera poética de contar las plantas.

L a C ol ec c ión Sav ia
Este libro de Savia Amazonas - Orinoco es el segundo de cinco tomos auspiciados
por el Grupo Argos, con la descripción del paisaje botánico de Colombia dividido por regiones. El
primer tomo se ocupa de Caribe y los siguientes de Pacífico, Oriente y región Andina.
No se trata de una colección de libros de botánica ni de fotografía en el sentido estricto, porque la
Colección Savia se propone tener el periodismo al servicio de la divulgación científica de la botáni-
ca para lograr hacer comprensible un patrimonio nacional, que es la manera elemental de preservarlo.
Este libro, el anterior y los que siguen están concebidos con la idea de que la botánica está presente
en la vida cotidiana de una manera que a veces ni nos damos cuenta y esto demuestra que sin ella es
imposible la preservación de la vida en este planeta.
Esta es una contribución que el Grupo Argos hace a la sostenibilidad
al concebir y apoyar la realización de la
Colección Savia.
t

∙3∙
Savia Amazonas - Orinoco Ín dic e de con t en id o s

P r e s e ntac ión
La opulencia ignorada 8
Grupo Argos

P e r f i l A m a z on as
Amazonia amplia, ancha, ignota 10
Héctor Rincón

R e g ión A m az on as- Or ino c o


Mapa de la región Amazonas-Orinoco 17
Alejandro García Restrepo

P e r f i l O r i no c o
Hija de las rocas y de las aguas 18
Patricia Nieto

P i e de mont e s
Los piedemontes 26
María José París

Perfiles
El sabio Triana 32
Ana María Cano

Tr e s pl antas sim ból ic as de l a r eg ión


Emblemáticas 33
Eulalia De Valdenebro

C o c i na
Carne, yuca y pepas 34
Patricia Nieto

Se r raní a de C h ir ibiq ue t e
Chiribiquete, gema verde entre rocas 42
Óscar Hernando Ocampo
M ade rabl e s
Poderosa y desnuda como la madera 50
Cristian Zapata

Andé n or i no q uen se
Andén orinoquense 58
Héctor Rincón

Per f i l e s
El sabio Schultes 64
Héctor Rincón

M or ic hal e s
Ay mi llanura 65

M ús ic a
Los sonidos de la selva 66
Úver Valencia

Frutal e s
La selva es dulce 74
Adriana Echeverry

Le y e ndas
Prodigiosas y amargas 82
Patricia Nieto

M und o A m a z ón ic o
De potrero a jardín botánico 90
Ana María Cano

Per f i l e s
El sabio García Barriga 96
Ana María Cano

Á r b ol e s c ol oni z ad o s
Epífitas 97
Con poema de Leopoldo Lugones

Ser raní a de L a Mac ar en a


La Macarena, el mundo perdido 98
Óscar Hernando Ocampo
M e dic i nal e s
Para males de cuerpo y alma 106
Fernando Quiroz

A rt e s aní as
Arte con ancestro 114
Ana María Cano

P ulmón de l Mun d o
Amazonia, el termómetro de la Tierra 122
Rodrigo Botero García

P ue bl os
Cumaral 130
Inírida 131
Yopal 132
Guamal 133
Laura Ospina

M apa r e g ion al de par q ue s n ac ion al e s


La Colombia más verde 134

Hi st or i a
El paraíso del diablo 136
Patricia Nieto

Í ndic e de f o to g raf ías e il u st rac ion e s


La vida privada de las imágenes 140
Héctor Rincón

Bibliografía Savia Amazonas - Orinoco 155

Indice onomástico Savia Amazonas - Orinoco 165


Nancy Rocío Gutiérrez
La opulencia
ignorada

ener de frente la desmesura de las cuencas del Amazonas y del Orinoco para abor-
darlas y extraer de ellas el segundo volumen de la Colección Savia, constituyó un
fascinante desafío que asumimos con una mezcla deslumbrada de espíritu científico
y ánimo aventurero que nos permitió sentir en sus interminables trochas las pulsaciones de la
Colombia más remota.
Este otro país inmenso, plano, que coloreamos de verdes en los mapas de la infancia y en
la adolescencia lo soñamos como una jungla de ruidos feroces y de pantanos devoradores, es
un país más grande incluso, inconmensurable casi, habitado por colombianos totales que viven
de lo que les da la tierra, del inmenso tesoro botánico que los socorre y al que han domesti-
cado para valerse de sus virtudes en la medicina, en la alimentación, en la construcción de sus
viviendas, en la magia y en la aplicación de sus talentos artísticos.
A esta opulencia está destinado este segundo tomo de Savia. A contar eso que hay en
sus sabanas airosas, en los recovecos de sus humedales, en la penumbra de sus junglas. A eso
que florece en las riberas de estos ríos que atraviesan bosques y forman caños y hacen esteros.
A registrar esta naturaleza de la que viven sus habitantes, vencedores todos los días en la lu-
cha por la supervivencia que libran en lejanías inverosímiles. A esta fortuna que tenemos los
colombianos de poseer dos cuencas de estos dos ríos atronadores, que forman dos mundos
aparte aunque comparten subregiones, culturas, hitos geológicos, vegetación y esperanzas, al
Amazonas-Orinoco, está dedicado este Savia que continúa con la Colección iniciada con
el tomo primero dedicado a hacer un inventario botánico del Caribe.
Nuestro asombro ante semejante benevolencia de la naturaleza no hace más que reiterar
lo hallado por científicos colombianos y extranjeros que han recorrido estas tierras bendecidas.
Intrépidos todos, héroes todos por sortear los impedimentos para sus exploraciones, son mu-
chos quienes se han atrevido a hurgar planicies y selvas para saber su contenido. Entre ellos,
José Jerónimo Triana y Hernando García Barriga, colombianos, y Richard Evans Schultes,

∙8∙
P r e s e ntac ión

estadounidense, son objeto de apenas obvios reconocimientos en este libro; y Wade Davis, el
antropólogo y explorador botánico de la Amazonia, autor del ya mítico libro El río, nos ha
hecho el honor de presidir los actos académicos de presentación de este volumen de Savia.
A toda esta tierra sobre la que ellos y muchos otros pusieron los ojos y el corazón y que ha
sido mirada por siglos con desdén por la Colombia apretujada en el centro de sus cordilleras o
en las planicies de sus valles urbanizados, le dedicamos en la Colección Savia conciencia e
ilusión para lograr este libro. Una tierra que ha sido mirada más que con desdén, con ignorancia.
Más que con desdén y con ignorancia, con incertidumbre porque no ha habido sobre estos
768.556 kilómetros cuadrados (el 67,3 por ciento de la tierra firme de Colombia) una orientación.
Su historia está hecha de bandazos y ha sido construida, por larguísimos años, por bandidos
dada la ausencia del Estado, de una política de Estado que le defina la vocación y ponga toda
esta extensión prodigiosa al servicio del desarrollo íntegro. Una política sostenible, cualquiera
que sea pero que sea, le aportaría a Colombia unos recursos naturales que envidian todos en un
planeta escaso de ellos, ubicados en una región donde cabría sobradamente dos veces Alemania.
Quizás —y esta es la razón que inspira la Colección Savia—, quizás un libro como
este ayude a Colombia a acercarse a esta realidad próspera, sobrecogedora, de un territorio
ignoto. A que este Amazonas - Orinoco no sea esa mancha de verdes que vemos en el mapa
sin verla, es a lo que queremos invitar con este volumen de este Savia ii. A que la miremos
detenidamente en su dimensión y en las maravillas que guarda. A que de repente, al abarcarla,
le demos a esta región la dimensión que Borges le concede a la India: la Tierra es grande, pero
Amazonas-Orinoco es más vasta.

‐ Grupo Argos ‐
t

∙9∙
Amazonia
amplia, ancha, ignota

an verde y tan densa y tan enigmática, vista a vuelo de avión la cuenca del
Amazonas es de una fertilidad suprema porque de ella se ve que brotan árboles
de tamaño colosal y por ella ruedan ríos que son hilos del color de la plata o del
color del pantano, que serpentean enormes por entre esos bosques de nunca acabar.
Es que son, 483.119 kilómetros cuadrados en Colombia, que es el cuarenta y uno
por ciento del territorio continental nacional que cubren territorios de nueve departa-
mentos. Una inmensidad en la que cabe quince veces Bélgica y ochenta y siete veces
Holanda o Alemania entraría entera y holgadamente, pero esta inmensidad colombiana
es apenas el ocho por ciento de toda la cuenca del gran Amazonas de la que tienen parte
Brasil, Venezuela, Perú, Bolivia, Ecuador, Guyana y Surinam.
Tan grande, pues, como un mar interior, lo que corres- Inconmensurable casi, la Amazonia es
ponde del Amazonas a Colombia está marcado por unos lin- un mundo donde cabrían muchos países
deros que suenan tan distantes y tan bellos que habría que y un enigma que han logrado dominar y vivir
escribirles una novela: se parte de la desembocadura del río de él cientos de miles de colombianos
Vichada en el Orinoco y se sigue por la orilla sur de su vega,
para luego, con rumbo suroeste, pasar por los nacimientos de los ríos Uvá, Iteviare y
Siare, hasta llegar a la boca del caño Jabón en el río Guaviare. Ahí, Guaviare arriba,
se sigue hasta encontrar el río Ariari. Después se va aguas arriba por este río hasta la
boca del Güejar y, por este último, aguas arriba hasta encontrar el río Sanza, el cual
se remonta hasta su nacimiento. Desde este punto se enruta en línea recta con direc-
ción occidente hasta encontrar el río Guayabero y se busca su nacimiento en el cerro
Triunfo. A partir del cerro Triunfo, se va en dirección sur hasta la línea divisoria
de los ríos amazónicos en la frontera con Ecuador. El polígono se cierra siguiendo

∙ 10 ∙
P e r f i l A m a z onas

Amacise
Erythrina fusca

Ají Arazá
Capsicum annuum Eugenia stipitata

∙ 11 ∙
Victoria regia
Victoria amazonica

los límites internacionales amazónicos con Ecuador, Perú, Brasil y Venezuela, hasta
encontrar la desembocadura del río Vichada en el río Orinoco.
Todo esto, al occidente, está limitado por la cordillera Oriental de Colombia y
al norte los ríos Guaviare y Vichada son los que anuncian que la cuenca del Amazo-
nas llega hasta allí porque allí comienza la Orinoquia.
Tanto verde, sin embargo, no significa fertilidad. Los suelos son más que hosti-
les y ante su baja productividad el esfuerzo de los habitantes de esta región, que son
un millón trescientos mil en esta década del siglo xxi, la mayor parte integrantes de
ciento veinte etnias indígenas, es mayúsculo. Pero de la selva viven. Viven de la diver-
sidad de sus cultivos y de la innumerable variedad de fauna que puebla los bosques
y los ríos y las quebradas que abundan, marcadas todas esas aguas por una particula-
ridad visible: los ríos que nacen en las alturas andinas van con sus aguas claras, ricas
en nutrientes como ocurre, por ejemplo, con los ríos Caquetá y Putumayo. Los ríos
amazónicos, en cambio, que nacen en la meseta, en la selva misma, tienen sus aguas
Huito marrón porque van cargados con mucha materia orgánica descompuesta por las altas
Genipa americana temperaturas y la humedad de la región, como le pasa, también por ejemplo, a los

∙ 12 ∙
P e r f i l A m a z onas

ríos Guainía, Vaupés y Apaporis, que son majestuosos Así es de enigmática la manigua amazónica. Y de
pero pobres en nutrientes. sabia porque esa repulsión a los monocultivos es su me-
Hablando de ríos, se dice Amazonia para bautizar canismo de defensa, al que se suma que por allí soplen
toda la región por cuenta de su atronador nombre, pero vientos no de una violencia desmedida que arrasarían
no se honra la inmensidad de los otros cuya extensión con un bosque de árboles gigantes pero de raíces poco
es descomunal. Me explico: dentro de Colombia el profundas. Y a esas condiciones, se le agrega el misterio
Amazonas tiene 116 kilómetros de longitud y hace una de un suelo atiborrado de sobresaltos geológicos. No
cuenca de sesenta mil kilómetros. Pero el río Guaviare solo son los tepuyes, tan asombrosos como retratados,
mide mil trescientos cincuenta kilómetros y su cuenca que se ven más desplegados que en otras partes en su
es de ciento doce mil kilómetros cuadrados, y recorrer extensión de 1.850.000 hectáreas que tiene ahora el Par-
íntegro el río Putumayo en la parte colombiana es un que Natural Nacional de Chiribiquete.
viaje de mil seiscientos cincuenta kilómetros. Y si te Los afloramientos rocosos del Escudo Guayanés
metes a navegar el Caquetá contarás, uno a uno, hasta o Guyanés, que vienen desde el periodo Precámbrico,
mil doscientos kilómetros. Distancias así. Así son al- sobresalen en poco más de cuarenta
gunos de los ríos de la Amazonia, torrentosos muchos, y dos mil kilómetros cuadrados de
remotos todos, plácidos algunos como el Inírida y de la cuenca del Amazonas. Desde allí
belleza sobrecogedora varios como el Bita o como el hacia acá, en la región hay estudia-
Caño Cristales, tan fotografiado con sus aguas teñidas das formaciones geológicas que han
de rojo cuando se alborotan las plantas acuáticas de la confirmado la antigüedad de estas
Macarenia clavigera, de la familia podostemáceas. selvas que están aquí desde el co-
Por esos ríos y por miles más, por esteros, por ca- mienzo de los tiempos.
ños y por canales y por caprichos hidrográficos como Por eso, por la Amazonia ha
las llamadas madreviejas se transportan los habitantes pasado una historia larga y casi
de la selva. Las madreviejas son unas lagunas que se siempre dolorosa de hechos que
forman especialmente en el Vaupés, por los bajos des- han tenido que ver con la explota-
niveles de los suelos y cuando hay lluvias (que es casi ción de su riqueza vegetal. La quina,
siempre) sirven para acortar caminos entre río y río. en primer lugar, fue la planta pro-
Cuando no, cuando no hay lluvias, toman fuerza de digiosa que despertó ambiciones y
pequeños ecosistemas y se dan en estas madreviejas mostró ante el mundo la potencia Flor de cúrcuma
endemismos en flora, en fauna y en microorganismos que era el contenido medicinal de Curcuma sp.
que apenas se están registrando. la manigua. El caucho aportó en su
En esa selva los pobladores de la Amazonia tienen momento no solo sus gotas de látex para el desarrollo
las chagras para obtener los alimentos indispensables de la industria automotriz en el mundo, sino que bañó
para el todos los días. Son terrenos que han logrado de sangre esclava una parte de este territorio por una
domesticar y en los cuales cultivan hasta siete especies explotación infame que no ha acabado de sanar en la
diferentes. Son minifundios con siembras diversas por- memoria de Colombia. Y en los últimos tiempos, a la
que es la única forma de que prosperen las cosechas. coca, tan ritual y tan sagrada, la convirtieron en tesoro
No podrían cultivar sola la yuca, por decir un alimento, manchado los mercachifles del vicio y muchos de estos
porque no ocurriría el milagro de la producción. Una vastos territorios amazónicos han sido sometidos a la
ciencia que saben los habitantes de la jungla, un capri- tiranía de las armas mafiosas para su explotación y mer-
cho de estos suelos interfluviales, una condición que ha cadeo al degradarla en cocaína.
cerrado el paso a las intentonas de colonizar territorios Pero en medio de la infamia, aquí está la vege-
selváticos para dedicarlos a grandes extensiones de un tación amazónica dando de comer y de vivir a sus ha-
único cultivo, de pasto para ganado, por ejemplo. bitantes. Sirviendo, como les sirve, para transportarse,

∙ 13 ∙
excentricidad a la carátula y contracarátula de este vo-
lumen de Savia Amazonas - Orinoco. Por una parte,
la victoria regia, llamada también Victoria amazonica,
que pertenece a la familia de las ninfáceas. Y la flor de
Inírida (Guacamaya superba), de las rapateáceas. Y la
Schoenocephalium teretifolium, otra flor de Inírida.
En la vastedad de la Amazonia pueden estar
las plantas que garantizarían la juventud eterna. O la
salud sin quiebres. Quizás. Tal el tamaño del territo-
rio que es y del que falta por escudriñar. Las plantas
medicinales se cuentan por miles, empezando por las
malpigiáceas, de las que hace parte ese bejuco con el
que, usado como lo usan, en los rituales que han sido
mil veces contados, se limpian el alma y se liberan de
enfermedades; ese bejuco que es una de las plantas
más representativas de la región, la ayahuasca o caapi
o yagé (Banisteriopsis caapi). Y otras familias científicas,
como las solanáceas, a la cual pertenecen el borrachero
(Brugmansia suaveolens) y el ají (Capsicum annuum).
Además de los árboles monumentales y de las
plantas medicinales, abundan en la Amazonia las
palmas. Las arecáceas significan un valor económico
porque de muchas de ellas se extraen aceites, y son
útiles como material de construcción y algunas están
tan domesticadas que se usan para la elaboración de
piezas artesanales. El moriche, que también se conoce
como canangucha (Mauritia flexuosa); la palma real
(Attalea maripa); la chambira o cumare (Astrocaryum
Amacise chambira), la palma zancona (Socratea exorrhiza), son,
Erythrina fusca junto con la milpesos (Oenocarpus bataua), algunas de
las muchas palmas que hay en la cuenca del Amazo-
para protegerse, para alimentarse, para divertirse. Y también para vestirse, como se nas. Otras plantas amazónicas acuden igualmente a
visten, con cortezas extraídas del bosque y se adornan con las flores contentas de los la ayuda de la economía de los indígenas, colonos y
jardines silvestres. campesinos de la región: la Hevea brasiliensis, conoci-
De entre esos bosques siempre han sobresalido los árboles inmensos que han da como caucho, ha comenzado a tener una segunda
ofrecido sus maderas resistentes para la construcción o para el transporte. Las fa- oportunidad sobre esta tierra.
báceas, como familia, se llevan los mejores reconocimientos porque a ella pertenece Todo eso es solo una parte de lo que guarda y
el Enterolobium schomburgkii, que es el orejero o dormilón, el matarratón (Gliricidia conserva la Amazonia. Que ella reserva esas panaceas
sepium) y el barbasco (Lonchocarpus nicou). contra todo mal y peligro, puede que sí. Pero la selva
De a poco los frutos del Amazonas han conquistado puestos entre los más pla- misma ha puesto límite a las ambiciones desmedidas.
centeros para los consumidores de Colombia y del mundo. El arazá (Eugenia stipitata), Es, por eso, una tierra bendecida por su propia hos-
el copoazú (Theobroma grandiflorum), el cacao de monte (Theobroma subincanum) y tilidad. Tal vez la mejor virtud de la Amazonia es la
el chontaduro (Bactris gasipaes), estarían dentro del rango de las de mayor reconoci- dosis de enigma que contiene y la indocilidad de su
miento. En flores hay especialmente dos que son las que contribuyen con su belleza y piel. Ella misma sabe cómo preservarse.

∙ 14 ∙
P e r f i l A m a z onas

En letra cursiva

La Amazonia ofrece una inmensa cantidad de productos vegetales que soportan la eco- En el área nutricional una cantidad de frutos
nomía de la región. Una de las familias botánicas con mayor aporte económico es la muestran la variedad de sabores de la región, muchos
de las arecáceas, o las palmas de las que hacen parte la palma zancona o araco (Socratea de los cuales hacen parte de las malváceas, como el
exorrhiza) utilizada para elaborar artesanías y en construcción; el moriche o canangucha copoazú (Theobroma grandiflorum), el cacao de monte
(Mauritia flexuosa) apreciado como alimento y usado para la extracción de aceites vege- (Theobroma subincanum) y el cacao utilizado para la
tales; el cumare o chambira (Astrocaryum chambira), que es maderable y cuyas fibras tam- elaboración del chocolate (Theobroma cacao). Y fami-
bién son utilizadas para la elaboración de artesanías. A este grupo pertenecen asimismo lias botánicas con propiedades medicinales abundan,
la palma real (Attalea maripa) y el chontaduro (Bactris gasipaes), las cuales sirven como como es el caso de la mayoría de las solanáceas, a las
alimento y son apreciadas en construcción; pero en esta materia, las fabáceas son las más que pertenecen el borrachero o floripondio (Brugman-
apetecidas. De ellas hacen parte el dormilón u orejero (Enterolobium schomburgkii), el sia suaveolens), el ají (Capsicum annuum) y el tabaco
matarratón (Gliricidia sepium) y el barbasco (Lonchocarpus nicou), entre otras. No solo los (Nicotiana tabacum). También, con un alto valor me-
árboles y las palmas ofrecen los productos de importancia económica. En el denso verde dicinal, están malpigiáceas, como la ayahuasca o yagé
del Amazonas encontramos también flores que colorean el paisaje de la región, como la (Banisteriopsis caapi), erithroxiláceas, como la coca
Victoria amazonica o victoria regia, la cual hace parte de las ninfeáceas, o la flor de Inírida, (Erythroxylum coca).
una rapateácea que puede ser Guacamaya superba o Schoenocephalium teretifolium.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Cumare, macanilla,
Arecáceas Astrocaryum chambira Fibra, maderable
chambira
Palma real, güichire,
Arecáceas Attalea maripa Alimento y construcción
marija, palma de virote
Arecáceas Bactris gasipaes Chontaduro, pijiguao Alimento, producción de palmito y construcción
Arecáceas Oenocarpus bataua Seje, milpes, milpesos Construcción y alimento
Dormilón, jaboncillo
Fabáceas Enterolobium schomburgkii Artesanal y maderable
u orejero
Fabáceas Gliricidia sepium Matarratón Maderable y sus semillas se utilizan contra ratones
Fabáceas Lonchocarpus nicou Barbasco Maderable
Malváceas Theobroma grandiflorum Copoazú Alimento
Malváceas Theobroma subincanum Cacao de monte Alimento
Myrtáceas Eugenia stipitata Arazá Alimento
Ninfeáceas Victoria amazonica Victoria regia Ornamental

Eriocauláceas Paepalanthus formosus Flor del Guaviare Ornamental

∙ 15 ∙
Perfil

Las s u b r e g i o n e s a m a z ó n i ca s
La inmensidad oceánica de la Amazonia está dividida en subregiones por el
Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Doce en total. Piedemonte amazónico;
llanuras altas y disectadas del río Caquetá; confluencia de la red andina en los
ríos Putumayo y Caquetá; penillanuras al sur de Puerto Inírida; llanuras entre
los ríos Inírida y Yarí; Amazonia meridional; llanuras de los ríos Igara, Paraná y
Putumayo; confluencia de los ríos Apaporis y Caquetá; serranías, montes e islas;
llanuras de desborde (confluencia de los ríos Guaviare, Yarí y Marití-Paraná) y
llanuras aluviales disectadas (terrazas de los ríos Caquetá, Yarí y Marití-Paraná).

La división de la Amazonia
Estamos ante la zona menos poblada de Colombia, a pesar de ocupar el 41
por ciento de su territorio continental. La división territorial (que comprende
tierras de nueve departamentos) es así: resguardos indígenas: 41,83%; reserva
forestal: 26,1%; áreas protegidas como parques nacionales naturales o reservas
nacionales naturales: 10,58%; reserva forestal para uso privado: 7,21%; distritos
de manejo integrado: 3,8%; áreas con doble asignación legal (resguardo más
parque o reserva natural, por ejemplo): 3,62%. El restante 6,86% está en en-
tredicho o no se ha establecido con completa claridad su estado legal, espe-
cialmente la zona suroccidental de la región en los departamentos de Nariño, Banano en chagra
Cauca y Putumayo y la zona nororiental en el Vichada y en el Meta. Musa sp.

Casi to d o u n J a r d í n B otá n i c o
Puede ser una paradoja, pero en la región de Amazonas - Orinoco no hay jar-
dines botánicos en el sentido técnico, administrativo y jurídico del término. El
contrasentido no lo es tanto si se tiene en cuenta que toda esta Colombia es,
en sí misma, un enorme Jardín Botánico. Informal, quizás, pero muy valioso
igualmente. Hay, sí, muestras de organización, como la de Mundo Amazónico,
en Leticia, del cual se da cuenta en este tomo de la Colección Savia, a la que
le entregamos el estatus de Jardín Botánico. Y otros, muchos, esfuerzos. Como
el del proyecto del cerro el Bita, en Puerto Carreño, o el de los herbarios que
hay en Bogotá y en Villavicencio.

Espinaca amazónica
Talinum fruticosum

∙ 16 ∙
Mapa de la región
Amazonas - Orinoco
Y rasgos de algunas de sus regiones

∙ 17 ∙
Hija de las rocas
y de las aguas

na garza real interrumpe su cacería de ranas y alevines. Estira el cuello,


lleva las patas hacia atrás, se impulsa. En el lecho del río, impertur-
bable como un espejo, deja apenas una onda cuando levanta el vuelo.
Conquistado el aire, tensiona rodillas y pies hasta convertirse casi en una lí-
nea recta. Al aletear consigue un vuelo lento que la eleva hasta donde ya le es posible
planear y reinar sobre las lejanías; esas tierras, esos cielos, esos ríos que se acuestan
verdes, azules, marrones hasta los pies rocosos del gran río Orinoco.
El vuelo de las garzas es señal de buena ventura en los 285.437 kilómetros cua-
drados (más que todo el territorio del Ecuador, por ejemplo), que componen la Ori-
noquia colombiana. Si hay vientos y buen clima, ellas se ani-
man. Cogen vuelo y trazan rutas que, allí donde el horizonte Casi infinita, a la Orinoquia la bañan
no tiene límites, terminan al pie del alimento o en el hogar quebradas, ríos, riachuelos y la sobresaltan
de una mujer que espera la visita de una garza cargada con accidentes geológicos. Toda cubierta por un
un bebé para dar a luz. En su oficio de mensajeras, las garzas manto verde donde ocurre la vida a borbotones
han descubierto los secretos de las tierras que hace trecientos
millones de años hicieron parte de Pangea: el continente gigante rodeado por un
solo mar que comenzó a fracturarse hace unos doscientos millones de años y que
ha dejado pedazos en el norte y el sur del planeta, uno de los cuales es lo que hoy
llamamos Suramérica.
Sobre un gran trozo de Pangea se conformó el Escudo Guayanés, llamado
también macizo de las Guayanas o Escudo Guyanés, donde se asienta la Ori-
noquia. Si el vuelo es de oriente a occidente puede decirse que la impresionante
formación rocosa, una de las tres grandes subregiones de la Orinoquia, va desde

∙ 18 ∙
P e r f i l O r i no co

Ceiba
Ceiba pentandra

Bejuco arauto
Monstera adansonii

∙ 19 ∙
el océano Atlántico en Venezuela hasta el pie de la La Macarena, que desde las alturas parece un in-
cordillera Oriental de Colombia; y si es de norte a menso buque varado en la llanura, está hecha de rocas
sur, vale explicar que se extiende desde las vegas del cristalinas, de más de mil millones de años, que se le-
Orinoco casi hasta las orillas del río Amazonas. Pero, vantan justo donde los Andes, la selva del Amazonas y
dicen los geólogos que el macizo está casi destruido las sabanas del Orinoco se encuentran. ¿Qué pasa allí
por los continuos movimientos tectónicos del planeta donde confluyen suelos y aguas gestados en diferentes
que han sucedido desde hace cinco mil millones de edades de la Tierra? Ocurre que en ese lugar, que hoy
años. Así que los peñoles, pequeñas serranías, mesetas es uno de los ocho parques nacionales naturales de la
y hasta los raudales que abundan en la Orinoquia son Orinoquia colombiana, ha emergido un ecosistema de
apenas vestigios de imponentes alturas de piedra que selvas, bosques y matorrales donde viven osos, pante-
ya no existen. Los tepuyes, bloques de piedra de hasta ras, pumas, venados y monos; quinientas especies de
tres mil metros de altura que así se llaman; el monte aves, mil doscientas de insectos y cien de reptiles. Allí,
Roraima, una meseta de arenisca en el sureste vene- en esa burbuja húmeda que transpira entre los doce y
zolano; los picos gemelos De la Neblina y Treinta y los veinticinco grados centígrados, han visto la luz dos
Uno de Marzo, entre Venezuela y Brasil; y la sierra de mil especies de plantas, follajes y flores, y ha emergido
La Macarena, que se levanta entre los ríos Guayabero un río de apenas cien kilómetros de longitud y veinte
y Ariari en Colombia, es lo que queda a la vista del metros de ancho donde dicen que el arco iris se de-
majestuoso macizo de las Guayanas. rritió. En el Caño Cristales, nacido en el vientre de

Vegetación en zona inundable


Río el Bita

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P e r f i l O r i no co

las rocas milenarias, el agua deja ver cómo algas rojas, son el piedemonte llanero, donde están La Macarena
amarillas, verdes, azules y negras se aferran a la piedra y todas las tierras que van cayendo desde la cordillera
que les sirve de lecho. Hasta allí llegan las garzas a Oriental y aplanándose hasta convertirse en llano. Los
picotear, a falta de peces, pequeños caracoles. ríos son el Arauca, que sirve de frontera norte con Ve-
Desde La Macarena, solitaria, el vuelo se libera nezuela; el Guaviare, que traza los límites con la selva
hacia los Andes o hacia los Llanos Orientales. Si se amazónica; y el Orinoco, que trepa trescientos sesenta
toma la primera ruta, la vista se choca con la cordillera y cuatro kilómetros por la orilla oriental de Colombia,
Oriental, que se convierte en cordillera de la costa al desde la estrella fluvial del Inírida hasta Puerto Carreño,
entrar a Venezuela. Es una barrera de más de dos mil ki- donde enruta su marcha hacia el corazón de Venezuela.
lómetros de donde bebe la Orinoquia, que es hija pues Dicen los maestros que la llanura que dibujamos
de las rocas y de las aguas, de esta subregión, llamada en la escuela fue hace millones de años un mar interior
andino-orinoquense, brotan todas las aguas que nutren que se llenó, siglo a siglo, con los residuos desprendidos
tanto la llanura como el río Orinoco. Y lo hacen de dos del macizo de las Guayanas en permanente movimien-
formas asombrosas. Sucede que en esas laderas andinas to y de los que aportó la cordillera
nacen cientos de hilos de agua capaces de volverse co- Oriental de los Andes cuando se
rrientes poderosas hasta unirse en largos y anchos ríos sacudió de abajo hacia arriba en
que cavan sus cauces en la superficie arenosa y rocosa de el Pleistoceno. Tantos temblores
los llanos. Y también pasa que esos gigantes montaño- produjeron levantamientos, plega-
sos capturan la humedad de la planicie, la llevan hasta mientos y hundimientos que no
las cimas y desde allá la devuelven en forma de lluvias son fácilmente apreciables desde las
torrenciales, precedidas de rayos y vendavales, que nu- alturas pero que marcan un desnivel
tren a los grandes ríos de la Orinoquia colombiana. considerable en lo que a nuestros
La región andino-orinoquense empieza al sur, ojos es una planicie verde e infinita.
en la cuchilla de Los Picachos, donde los Andes y la El río Meta, donde las garzas mar-
Amazonia se separan. Sigue hacia el norte, donde se can apenas una onda cuando alzan
funde con el macizo de Sumapaz, que da vida a los ríos el vuelo, es el eje de la falla geológi-
Guayabero y Ariari, los que en el interior del llano se- ca que determina la vida en la lla-
rán uno solo: el Guaviare. Desde el Sumapaz, este co- nura. Las tierras ubicadas al norte
rredor montañoso, después de dar aliento al río Meta, del río, llamadas Arauca y Casanare, Bototo
sigue camino hasta la sierra nevada del Cocuy, donde tomaron la forma cóncava de una Cochlospermum orinocense
lagunas glaciares dan de beber a los ríos Casanare, Ele batea que les permite retener agua;
y Arauca, encargados, a su vez, de humedecer los pas- las al sur, Meta y Vichada, se hicieron convexas, como
tizales en la época de sequía, cuando los glaciares se un paraguas, y por eso drenan con facilidad.
derriten. Ya a punto de entrar a Venezuela, esta barrera En la batea, llamada llanura de inundación, los
montañosa forma una especie de bahía protegida de ríos que forman una gran red se salen de madre du-
los vientos alisios. En ese terruño húmedo transpiran rante los meses de invierno, de junio a septiembre, for-
oxígeno las selvas de Arauca, Sarare y Uribante. mando mantos de agua que a veces destrozan cultivos,
El otro destino llevará el vuelo hacia la planicie caseríos y granjas. Los llaneros, indígenas nativos y
orinoquense, la tercera y la más conocida de las subre- colonos históricos, saben que el desbordamiento de
giones de la Orinoquia. Esa inmensidad es la que en los ríos les trae protección y vida. Si las aguas no des-
los mapas escolares aparece como un paralelogramo obedecieran los cauces y se dirigieran voluminosas y
bordeado por montañas y ríos, coloreado de un verde aguerridas hasta el lecho del Orinoco, este, el gigan-
plano a veces interrumpido por un bosque, un pantano, te de aguas oscuras, ganaría varios metros en nivel de
un tumulto de vacas, un río o una garza. Las montañas aguas, rompería sus propios límites y arrasaría la selva,

∙ 21 ∙
En el “paraguas”, las aguas no forman charcos, ni
pantanos, ni lagunas monumentales; penetran la tierra
aledaña a sus orillas pero no alcanzan a extender sus
nutrientes hasta las lejanas llanuras de suelos rocosos e
infértiles. En Vichada, donde la Orinoquia se precipita
al encuentro con la selva amazónica, la llanura es coro-
nada por cadenas de árboles bajos donde retoñan infi-
nidad de plantas que se apretujan, como por ejemplo en
el Parque Nacional Natural El Tuparro, de quinientas
cuarenta y ocho mil hectáreas, que es el hogar de perros
de monte, zorros, primates, nutrias, armadillos, osos, ve-
nados, tigres, garcitas viajeras e infinidad de otras aves y
de peces multicolores. Por el Meta corren tantos ríos —
grandes y pequeños, permanentes y estacionarios— que
sus planicies están favorecidas con bosques plagados de
palmas de cera, chúntaros, corozos, cumares y moricha-
les que son alimento para los hombres y nido para di-
versas familias de animales; de plantas de matapalo, de
trompeto curador, guaba, quina y petunia de monte, que
curan de fiebres y eccemas; y de gualandayes, peines de
mico, yarumos, dividivis, y ojos de venado, palos boya y
yagrumos que dan color a las sabanas.
La planicie orinoquense es el reino de las aguas.
Dicen los geólogos que por allí corren trece cuencas de
primer orden, noventa y dos de segundo, y una innu-
merable teleraña de riachuelos y caños. Los más nom-
brados: Guaviare, Vichada, Tuparro, Tomo, Mesetas,
Chaparro Bita, Meta, Cinaruco, Capanaparo y Arauca. Todos
Curatella americana ellos, bravos o serenos, tributan en suma el sesenta por
ciento de las aguas del Orinoco, serpiente enroscada
los potreros y los poblados y hasta las ciudades plantadas en sus orillas. Los esteros, según las voces indígenas, que a su paso por Colombia
esos depósitos naturales de agua, son la gran válvula que evita el desbordamiento ca- va haciéndose más denso, más oscuro, más brioso.
tastrófico del Orinoco y también son santuarios para gaviotas, alcaravanes, tijeretas, Ya a los pies del río Orinoco, la planicie se aproxi-
halcones, águilas y garzas reales que buscan ranas o culebras. También en esas gran- ma a su encuentro con las selvas y las sabanas del Escu-
des lagunas desovan peces y se alimentan chigüiros, manatíes, anacondas, jaguares, do Guyanés, que se adentra en Venezuela. Ese límite lo
tigrillos, pumas y otros felinos de la sabana. marca el andén orinoquense, una banda rocosa y are-
Arauca es, a vista de garza, una planicie tocada por manchas de bosques y nosa de unos setenta kilómetros, al lado colombiano,
monte, infinidad de caños y grandes pantanos donde crecen pastos de agua; y en entre Puerto Inírida y Puerto Carreño. En sus bordes,
invierno una llanura húmeda que se arruga y se alza en la sierra nevada del Cocuy, los afluentes colombianos descargan sus bocanadas de
más cerca de la cordillera Central que del llano profundo. En Casanare toma vida aguas marrones, verdosas y negras y siguen su viaje
uno de los humedades más extensos de toda la región. Está en tierras del municipio fundidos en una gran corriente que busca, al oriente,
de Paz de Ariporo y, además de disponer de agua potable durante el severo verano, morder el mar. Tras ellas van las garzas que como con-
que va de diciembre a marzo, recibe aguas de los ríos desmadrados y así contiene las fetis alegran esas soledades donde Colombia pierde su
inundaciones de grandes extensiones. nombre y el llano-llano apenas comienza.

∙ 22 ∙
P e r f i l O r i no co

En letra cursiva

Siendo la Orinoquia la región que comparte la mayor porción de Colombia junto tórtolo o yagrumo (Schefflera morototoni), el cual hace
con la cuenca del Amazonas, y al hacer límite también con la región Andina, parte de las araliáceas, y el palo boya (Malouetia ta-
posee una de las biodiversidades más nutridas del país. En cuanto a las especies maquarina), de las fabáceas. Entre estas, las fabáceas o
botánicas, se destacan las palmas, la familia de las arecáceas, de la que hacen parte leguminosas, también se aprecian especies ornamen-
el corozo o palma de corozo (Acrocomia aculeata), la palma marray o mararave tales como el dividivi (Caesalpinia coriaria) y el ojo de
(Aiphanes horrida), el cumare o chambira (Astrocaryum chambira) y el moriche o venado u ojo de buey (Mucuna sloanei), bautizado así
canangucha (Mauritia flexuosa). por el aspecto de su semilla.
Esta diversidad de especies se ve marcada por la cantidad de familias botánicas Entre las especies botánicas características de la
que se encuentran en la región. Encontramos fitolacáceas como la guaba (Phytolacca región se destaca además el matapalo o lechoso, que
rivinoides); en verbenáceas, la petunia de monte (Stachytarpheta mutabilis); las mal- hace parte del género Ficus de las moráceas. Este es
váceas son muchas, entre ellas el peine de mico o peine de mono (Apeiba membra- denominado matapalo debido a que crece sobre otras
nacea); hay papaveráceas como el trompeto curador, o trompeto, y urticáceas como especies de árboles para alcanzar la luz del sol, y termi-
el yarumo (Cecropia telenitida). Estas dos últimas plantas se caracterizan por sus na estrangulando a su hospedero.
múltiples usos medicinales: el trompeto es utilizado para combatir problemas respi- En la porción que limita con la región Andina se
ratorios y digestivos, mientras que el yarumo es utilizado como analgésico. También pueden observar también los característicos frailejones
se caracterizan por sus propiedades medicinales el gualanday o pavito ( Jacaranda (Espeletia sp.), asteráceas que crecen en la alta montaña
obtusifolia), una bignoniácea usada como antiséptico y antimicrobiano, y la quina y sobresalen en los páramos. Y así como encontramos
(Cinchona officinalis), una rubiácea empleada para combatir la malaria. frailejones en ellos, cada ecosistema de la región nos
Pero además de plantas con fines medicinales hay en la cuenca del río Orinoco demuestra la altísima variedad de especies que carac-
una alta variedad de especies apreciadas por su comercio maderable, como el árbol terizan la Orinoquia colombiana.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Arecáceas Acrocomia aculeata Corozo, palma de corozo Artesanal, alimento
Cumare, macanilla,
Arecáceas Astrocaryum chambira Fibra, maderable
chambira
Asteráceas Espeletia sp. Frailejón Medicinal, ornamental
Medicinal como antiséptico y antimicrobiano,
Bignoniáceas Jacaranda obtusifolia Gualanday, pavito
ornamental
Peine de mico,
Malváceas Apeiba membranacea Artesanal, ornamental
peine de mono
Moráceas Ficus sp. Matapalo, lechoso Maderale, medicinal
Trompeto curador, Medicinal para problemas respiratorios y digestivos,
Papaveráceas Bocconia frutescens
trompeto colorante
Urticáceas Cecropia telenitida Yarumo plateado, yarumo Maderable, medicinal como analgésico

∙ 23 ∙
Soya
Glycine max

País d e ag ua s
El río Guaviare, llamado también Orinoco Occidental, es el mayor de los ríos que
atraviesan los Llanos Orientales de Colombia. Cuando nace, de la unión del Guayabero
y el Ariari, comienza un viaje que se extiende por mil cuatro cientos noventa y siete
kilómetros de longitud. Al avanzar, llano adentro, se hace propicio para la reproducción
del plancton, organismos microscópicos que flotan en el lomo de las aguas, por lo que
es llamado el río blanco. El Guaviare marca la separación entre la Orinoquia y la Ama-
zonia, y por eso su cuenca, de ciento veinticinco mil kilómetros cuadrados, es hábitat de
gran diversidad de plantas y animales. Hasta hace unas décadas sus orillas estuvieron
protegidas por bosques de galería y selvas tropicales, pero hoy es evidente el desmonte
para el establecimiento de haciendas ganaderas. Los habitantes ancestrales del río
Cámbulo Guaviare son los indígenas guayaberos, tiniguas, sikuanis, nukaks, piapocos y puinaves.
Erythrina poeppigiana El encuentro del Guaviare con el Orinoco es un espectáculo majestuoso porque se
besan dos gigantes.

El mejor amigo
En la Orinoquia no es posible dominar el paisaje si no se va a caballo. Rucio, alazán, castaño, ruano, amarillo, zaino son los colores del
caballo criollo llanero, casi siempre mediano y musculoso. Si el caballo tiene una pequeña pinta en la cara, lo llaman lucero; si la mancha
es más grande, florentino; si el lunar es aún más extendido, le dicen caripeto; y si va desde el mechón hasta el hocico, jobero. Hasta hace
pocas décadas, los llaneros reservaban una cuadra de sus hatos para los caballos viejos. Aquellos que les habían servido para arrear el
ganado, enlazar becerros, tumbar toros, transportar cargas, conquistar baldíos, eran cuidados con especial esmero hasta que les llegaba la
muerte de manera natural. El caballo es para el llanero uno más de los que llevan su apellido.

∙ 24 ∙
P e r f i l O r i no co

El p u ro ll a n e ro
En las sabanas de Casanare y Arauca encontró hogar un tipo
de ganado descendiente del que entró por Venezuela hace
más de quinientos años. Todavía hoy el ganado criollo llanero
se reproduce naturalmente en las planicies donde los severos
veranos y las lluvias torrenciales, y los pastos bajos y pobres en
nutrientes, lo han convertido, después de unas ciento treinta
generaciones, en un animal de baja estatura, nervioso, longevo,
resistente a los parásitos, de cuernos romos, capaz de vivir sin
cuidados especiales y apto, genéticamente, para tomar diversas
tonalidades: los hay colorados, amarillos, negros, blancos,
barcinos, manchados. La raza casanare, la criolla del llano, ha
sido poco estudiada y, en lugar de mejorarla, los hacendados
la han ido reemplazando por ganado cebú, que a los llaneros
se les hace lento en los desplazamientos y tan nervioso que no
soporta el brío de los caballos.

Floramarillo Palo de aceite


Tabebuia serratifolia Copaifera pubiflora

∙ 25 ∙
Los
piedemontes

n el lugar donde comienza a ascender la cordillera Oriental hay una


franja que se encuentra entre los doscientos y los mil metros sobre el
nivel del mar, tiene una extensión aproximada de novecientos kilóme-
tros y es conocida como el piedemonte. Se trata de una zona de transición
entre los Andes, las sabanas de la Orinoquia y las llanuras del Amazonas. Está divi-
dido en dos. Uno es el piedemonte llanero, que comienza al norte en el río Arauca y
termina al sur en la serranía de La Macarena, y abarca las franjas occidentales de los
departamentos de Meta, Casanare y Arauca, pero también un sector oriental de Cun-
dinamarca y Boyacá. El otro es el piedemonte amazónico, que se inicia en el río Pato,
límite departamental noroccidental de Caquetá, y se extiende
hasta el río San Miguel, en el suroccidente de Putumayo. Estas subregiones abarcan diversos
Como el piedemonte es una zona de transición, se con- ecosistemas de Amazonas - Orinoco
vierte en el camino que toman los ríos que nacen en los An- y son el testimonio de la colonización
des y que bañan las llanuras y las sabanas de la Orinoquia y que se ha hecho sobre estos territorios
la Amazonia. Los suelos de piedemonte son el resultado del
depósito de materiales que han sido arrastrados por la corriente de los cuerpos de
agua dulce y son considerados los mejores de la región. En Arauca, la precipitación
puede ser inferior a los mil quinientos milímetros por año, pero el promedio anual
entre los ríos Humea y Guataquía en el piedemonte del Meta puede ser de siete mil
milímetros por año. En Villa Garzón, municipio del piedemonte de Putumayo, se
registran hasta cuatro mil ochocientos cincuenta milímetros por año.
En términos generales, las zonas de mayor humedad son las que presentan más
riqueza biológica. La precipitación que se registra a lo largo del piedemonte nos

∙ 26 ∙
P i e de mont e s

Cámbulo en flor
Erythrina poeppigiana

Pero de agua
Syzygium malaccense

∙ 27 ∙
Candelabro Cascabel
Vochysia lehmannii Crotalaria sp.

permite imaginar los porcentajes de biodiversidad que peregrina) y coca (Erythroxylum coca) para los rituales.
se pueden llegar a producir. Como su hábitat es más Estos productos se destinaban mayormente al consu-
fértil y presenta niveles de mayor precipitación aun du- mo interno, pero también los intercambiaban con las
rante los meses de sequía, los bosques son más densos, poblaciones del altiplano a través de caminos que co-
y por ende hay mayor número y diversidad de fauna municaban estas dos regiones.
que en los llanos. Sin embargo, el ecosistema de bosque Desde 1531 los españoles iniciaron expediciones
tropical que conformaba la vegetación original ha sido para penetrar el llano en busca de oro, y como no en-
transformado por los distintos procesos de ocupación contraron este precioso mineral en su trayecto por la
humana y expansión de la frontera agrícola, especial- región, poco a poco perdieron interés en seguir selva
mente desde los años cincuenta del siglo pasado. adentro hacia zonas ulteriores. Sin embargo, al to-
Desde tiempos prehispánicos, las poblaciones del parse una expedición española con las minas de oro
altiplano cundiboyacense y del piedemonte llanero de- de aluvión en la zona del Ariari, Juan de Avellaneda
sarrollaron un sistema de intercambio comercial. En el consiguió el permiso para fundar y poblar San Juan
piedemonte vivían los achaguas, a lo largo de los cur- de los Llanos en 1555, hoy conocido como San Juan
sos de los ríos, y los guahibos, que se ubicaron en áreas de Arama en el piedemonte del Meta. Luego los es-
interfluviales. Con el paso del tiempo estos pueblos pañoles fundaron tres ciudades más en el piedemonte
se adaptaron a su entorno y desarrollaron una agri- llanero: Santiago de las Atalayas en 1588, que se con-
cultura a pequeña escala de maíz y yuca, acompañada solidó como la capital del llano durante la Colonia, y
por tabaco, ají y maní para la alimentación, algodón que se localizaba cerca al actual municipio de Aguazul,
para la confección de mantas, y yopo (Anadenanthera en Casanare; San José de Pore en 1644 y Santa Rosa de

∙ 28 ∙
P i e de mont e s

Chire en 1672. Los expedicionarios españoles se limi- Research Council para estudiar las propiedades del
taron a fundar las ciudades y pueblos que pertenecen curare, un veneno que usaban los indígenas del Ama-
a la subregión del piedemonte llanero, mientras que la zonas colombiano para inmovilizar presas de caza.
colonización y fundación de ciudades en los llanos de Pero cuando Japón cortó los suministros de caucho
la Orinoquia estuvo a cargo de las misiones para cris- provenientes del Sudeste asiático, el gobierno nortea-
tianizar a los indígenas. Los encargados fueron monjes mericano le pidió a Schultes cambiar su investigación
dominicos, agustinos, recoletos, y en especial jesuitas, y dedicarse a estudiar las especies del género Hevea de
hasta que fueron expulsados por la Corona española. las cuales se extraía látex para fabricar caucho.
A finales del siglo xvi, españoles residentes en San Solo a finales de los años cuarenta Schultes pudo
Juan de los Llanos y Pasto fundaron un centro minero al comenzar a estudiar lo que realmente le interesaba: la
nororiente del río Caguán y lo llamaron Espíritu Santo etnobotánica. En el piedemonte amazónico encontró
del Caguán. En el siglo xviii esta ciudad fue un puesto “un intoxicante mágico que libera al alma de su confi-
militar que defendía la gobernación de Neiva, y además namiento corporal para que viaje libremente fuera del
fue el centro de colonización del piedemonte amazónico. cuerpo y regrese a él a voluntad”.
También se llevaron a cabo misiones encargadas a los Con esta descripción Schultes se
jesuitas y a los franciscanos, pero no fueron exitosas. refiere al yagé (Banisteriopsis caapi)
Los primeros grupos de colonos se establecieron en su libro Plantas de los dioses. Orí-
en las tierras baldías del piedemonte amazónico a partir genes del uso de los alucinógenos, que
de 1865, año en que comenzó la explotación de la qui- publicó en 1979 junto con el quí-
na (Cinchona officinalis), planta medicinal de enorme mico Albert Hofmann. El yagé o
importancia dado que su corteza producía el remedio Caapi es una liana larga del bosque
más efectivo para curar la malaria. Aunque fue corta la que articula a los pueblos de la
duración de la explotación, esta actividad permitió que cultura del yagé: las comunidades
el piedemonte amazónico se articulara con el resto de la siona, cofán, ingamo, kamsá y co-
nación y con el mercado internacional. reguaje. Para los pueblos de esta
En 1896 el obispo de Pasto encargó a los monjes cultura, el yagé y la naturaleza son
capuchinos de Cataluña la misión en el piedemonte la fuente más importante para el
amazónico. Esta misión tuvo dos propósitos. Uno fue aprendizaje de la medicina.
el de catequizar a los indígenas del borde oriental de la En los años cincuenta a tra- Palma caraná
cordillera, y el otro, el de poblar la región con colonos vés del Incora se impulsó la colo- Lepidocaryum tenue
del interior del país y aprovecharla para la explotación nización del piedemonte araucano
agrícola. Los capuchinos construyeron un camino de con colonos de Boyacá. Este proceso se tradujo en la
herradura desde Pasto hasta Sibundoy, pueblo que transformación de grandes extensiones de selva y ge-
fundaron en 1899. Posteriormente fundaron Floren- neró conflictos entre la población local y los colonos.
cia, en 1902; Puerto Umbría, en 1912; Alvernia, en 1915; Entre 1946 y 1953 llegaron al piedemonte llanero miles
Belén, en 1917; Guacamayas, en 1921 y Puerto Limón de campesinos de filiación liberal que estaban siendo
en 1922. En los comienzos del siglo xx el desequili- perseguidos por el gobierno conservador. En los años
bro entre el latifundio y el minifundio se agudizó en sesenta comenzó la colonización desde Villavicencio
Colombia, especialmente en Cauca, Huila y Nariño. hasta Puerto López. Esta historia se caracteriza por la
Muchas familias campesinas pasaron la cordillera ha- tala de las selvas del piedemonte hasta el límite con las
cia el oriente y se establecieron como agricultores en sabanas al oriente y con los territorios que van hacia la
las selvas de Putumayo y Caquetá. cordillera. Las selvas del sur del Casanare sufrieron el
En 1941, Richard Evans Schultes, un joven bo- mismo destino y fueron reemplazadas por cultivos de
tánico norteamericano, se ganó una beca del National palma africana desde los años setenta. Casi todo el pie-

∙ 29 ∙
Guarango
Parkia pendula

demonte llanero ha sido transformado; quedan unos Triolena hirsuta, también presente en el Amazonas y
relictos por el río Duda y en la vertiente de la cordillera. utilizada por los ticunas para matar perros locos y ra-
Se han desarrollado iniciativas interesantes so- biosos. Orlando Rangel registra la existencia de Virola
bre la nueva vegetación de los territorios modifica- o sangretoro, de la familia de las miristicáceas, un árbol
dos. Por ejemplo, el Instituto de Investigaciones de que puede alcanzar los cuarenta metros. También hay
la Orinoquia Colombiana financió un proyecto para especies de Nectandra y Ocotea, ambos géneros de las
determinar el valor nutricional de Dichapetalum spru- lauráceas y que hacen parte de la dieta del Andigena ni-
ceanum o cedrón, una planta que es considerada como grirostris o tucán pechiazul. Se registra también la Pou-
“maleza” por los ganaderos y los agricultores del piede- rouma cecropiifolia o uva caimarona, de las urticáceas, y
monte de Casanare. la palma Socratea exorrhiza, de las arecáceas.
Con los análisis de la familia melastomatácea, el A partir de los años treinta investigadores colom-
Instituto Humboldt publicó un indicador que mide bianos comenzaron a realizar colecciones botánicas de
los patrones de biodiversidad. Para el piedemonte de la Amazonia, y en la década del cuarenta se fundó el
la Orinoquia se registraron: Arthrostemma ciliatum Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Na-
o cañagria, cuyo tallo al ser masticado calma la sed; cional, con su propio herbario, donde se empezaron a
Bellucia pentamera, conocido en la Orinoquia como depositar colecciones botánicas de la Amazonia. En el
guayabo de pava, níspero, pepito y pomo; Loreya, que Instituto Sinchi se encuentra el herbario Coah, el cual
es muy parecida a Bellucia pero con flores y frutos un registra el noventa y cinco por ciento de las coleccio-
poco más grandes; Tococa guianensis, o árbol chupaflor; nes existentes del Amazonas.

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P i e de mont e s

En letra cursiva

Los piedemontes abarcan diferentes ecosistemas que determinan la alta biodiver- para la elaboración de artesanías y en construcción;
sidad registrada en estos lugares. La diversidad botánica se aprecia en la cantidad fabáceas, conocidas popularmente como leguminosas,
de familias de plantas que se han encontrado en ellos. Entre las familias botánicas como es el caso del maní (Arachis hypogaea) altamente
dominantes de esta zona encontramos melastomatáceas como la cañagria (Arthros- apreciado en la gastronomía, y el yopo (Anadenanthera
temma ciliatum), el guayabo de pava, níspero o pomo (Bellucia grossularioides), el ara, peregrina), utilizado como medicinal y maderable; y
curray o árbol chupaflor (Tococa guianensis), plantas de Triolena hirsuta y especies del malváceas como el algodón (Gossypium herbaceum).
género Loreya, entre otras. De las euforbiáceas son el caucho, el hule o siringa (Hevea Entre las solanáceas sobresalen el ají (Capsicum an-
brasiliensis) y el catahua o tronador (Hura crepitans). Las lauráceas hacen presencia nuum), también apreciado en gastronomía, y el tabaco
con los géneros Nectandra y Ocotea. Encontramos también especies de amarantáceas (Nicotiana tabacum), de alto valor comercial. En el
como la pulmonaria o madre yuca (Pfaffia iresinoides), de lamiáceas; como el Ocimum área de la medicina, el curare ha cautivado la atención
campechianum, conocida popularmente como albahaca o albahaca blanca debido a por su actividad paralizante de los nervios que actúan
que pertenece al mismo género que la albahaca común (Ocimum basilicum). Hay sobre los músculos, razón por la cual era utilizada por
además dichapetaláceas como Dichapetalum spruceanum, conocido como cedrón, los indígenas para atrapar a sus presas y es hoy en día
pero diferente del cedrón común (Simaba cedron), también presente en la región, el utilizado en medicina como relajante muscular. Sin
cual hace parte de las simarubáceas. embargo, el curare no hace referencia a una única es-
En estas zonas prolíficas se pueden encontrar asimismo familias botáni- pecie. Se produce a partir de diferentes especies como
cas importantes para la economía de la región, como es el caso de las arecáceas la Strychnos toxifera, perteneciente a las loganiáceas, y
o palmas, como la palma africana (Elaeis guineensis), apreciada por su producción la Curarea toxicofera, de las menispermáceas.
de aceite vegetal, y la palma zancona (Socratea exorrhiza), ampliamente utilizada

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Arecáceas Socratea exorrhiza Palma zancona, araco Artesanal y construcción
Eritroxiláceas Erythroxylum coca Coca Medicinal, alimento fortificante
Fabáceas Anadenanthera peregrina Yopo Medicinal y maderable
Loganiáceas Strychnos toxifera Curare Paralizar presas, relajante muscular
Malpigiáceas Banisteriopsis caapi Ayahuasca, yagé, caapi Medicinal
Malváceas Gossypium herbaceum Algodón Exportaciones
Menispermáceas Curarea toxicofera Curare, bejuco bravo Paralizar presas, relajante muscular
Sangretoro, cuamara
Miristicáceas Virola surinamensis Medicinal, maderable
blanca
Solanáceas Capsicum annuum Pimentón o ají Exportaciones, y alimentación
Solanáceas Nicotiana tabacum Tabaco Exportaciones

Urticáceas Pourouma cecropiifolia Uva caimarona, caimarón Ornamental y alimento

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Perfil

El sabio T riana

cultiva la libertad de pensamien- José Jerónimo Triana se convierte en cónsul


to. El anhelo de aliviar gradúa a de Colombia en París. Allí, en la exposición
Triana como médico a los 28 años. universal de 1867, expone seis mil plantas na-
Francisco Bayón, gran científico, tivas desconocidas en Europa, y es premiado.
lo inicia en nuevos métodos de Exhibe la Cattleya trianae –símbolo nacional
clasificación de las plantas. que lleva su nombre– y es subastada en die-
Su constante investigación ciocho mil francos; él, que recibe de pago
botánica la difunde en artículos dos mil pesos colombianos mensuales.
sobre plantas útiles publicados en No habría alcanzado así a sostener a sus
periódicos, por los cuales lo cono- quince hijos con su esposa Mercedes Umaña,
cen Tomás Cipriano de Mosquera y (ocho herederos llegaron a ser adultos y los
también la Comisión Corográfica, que otros murieron), pero con su investigación
lo llama como botánico. Recorre exhaus- inventó el vino aquinado reconstituyente; un
tivamente el país y avizora llanuras (el Meta, jarabe para la tos; un parche para los callos;
el Ariari), la inabarcable selva, hondonadas, el vino estimulante de coca y la anestesia ob-
nevados donde contrae un mal en los ojos y tenida de la misma, cuyas patentes le dieron
José Jerónimo Triana fiebres, pero recolecta casi sesenta mil mues- un soporte económico.
tras. Descontadas las irrecuperables que perdió Murió en París a los 64 años, tras ser
Hasta el ilustrador de la Expedición en robos, extravíos y saqueos. Este volumen no atropellado por un coche que empeoró su
Botánica, Francisco Javier Matís, ya anciano fue nunca antes alcanzado por nadie. vesícula enferma, y una operación de urgen-
y ciego, llega ávido José Jerónimo Triana de 17 Recibe el encargo gubernamental de cia lo agravó. Colombia reconoce su figura
años, con un canasto de plantas recolectadas viajar a Europa para publicar la flora colom- atractiva de científico insigne en estampillas
en el cerro contiguo y el libro de la clasifi- biana, y en París, Montpellier y Madrid tra- y en un retrato en la Universidad Nacional,
cación de Linneo. Describe en detalle cada baja hombro a hombro con científicos que lo sede Bogotá.
muestra y lee uno por uno nombres del libro consultan como experto en flora tropical de Sus herbarios conforman las colec-
hasta que enciende la memoria gastada que talla mundial. A pesar del abandono colom- ciones del Museo Británico, y los museos
dice: “Sí, ese es”. El pupilo anota el hallazgo. biano de la ciencia y del azote de las guerras de Kew, Viena, Edimburgo y docenas más
Dormita y oye: así va pasando el maestro al civiles, él alcanza con gran esfuerzo personal en Europa y Estados Unidos, y son tesoros
nuevo botánico, el conocimiento que Co- a producir obras botánicas de carácter uni- nacionales en la Academia Colombiana de
lombia expande sobre su flora en el siglo xix. versal que son clásicos hoy. Ciencias Naturales y en el Herbario Nacio-
Los tutores de José Jerónimo Triana Clasifica, tras treinta años de solicitudes, nal Colombiano. La huella de este cónsul
florecen en él: su padre, pedagogo creador de todas las ilustraciones de la Expedición Botá- de la flora nacional habita santuarios que
métodos de aprendizaje; en la precariedad nica que están arrumadas en Madrid; las des- acrecentaron así el conocimiento etnobotá-
económica familiar, un tutor como Lorenzo cubre y publica en cuatro volúmenes para el nico de plantas cuyo uso aún se explora y
María Lleras, del Colegio del Espíritu Santo, mundo. Dada esta prestancia internacional, José Jerónimo Triana inspira.

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Emblemáticas
Tres plantas simbólicas
de la región
Carne, yuca
y pepas

la medianoche, Mauricio Teteye sale a cazar. Capitanea una pequeña


embarcación rumbo a los caños que se desprenden del Igaraparaná, en
el corazón de la Amazonia. La luna ilumina el sendero de agua que sirve
de espejo, y el muchacho, que ha comido hormigas asadas y palmitos, aguza la vista,
el oído, la piel. Busca borugas (una especie de guagua), cerdos de monte, armadillos,
dantas, tortugas, cachamas, ranas, boas, chigüiros, garzas, gaviotas, guacamayas. Va
armado con una escopeta, un cuchillo y una linterna que esta noche no tendrá que
usar. El primer tiro lo pierde ante un cocodrilo adormilado en un pantano. Como en
la oscuridad de la selva no es bueno disparar porque se alertan las presas, Mauricio se
acuclilla y observa quedo el agua casi estancada. Fija la mira-
da y manda una cuchillada con la que ensarta un animal. No En la densa selva y en la ancha sabana, en
se sabe si es dorado, sábalo, bocachico, bagre o caracol; pero esta Colombia de la yuca brava y el casabe,
está seguro de que no es un pirarucú, que podría pesar hasta los llaneros y los amazónicos tienen mucho
doscientos kilos. Repite la operación de pescador cuchillero alimento para llenar sus canastos
cinco veces y con esa carga regresa a su casa dos horas antes
de que salga el sol. Busca su hamaca y espera soñar que vence al tigre.
Después de tomar guarulo (café dulce) y de morder un trozo de casabe (torta
de yuca), Elena Gufichiu y Chela Umire caminan hacia la chagra, la huerta familiar
en el camino a la sabana, justo donde la selva amazónica se vence ante las llanuras
del Orinoco. Madre e hija llevan machetes cortos y, en canastos de cumare, sosteni-
dos desde la frente para que caigan sobre la espalda, recipientes de plástico con jugo
de la palma milpesos, harina de yuca granulada y tostada (que llaman fariña), y caldo
de pescado con ají negro. En la chagra, o cultivo de frutos, ya empiezan a retoñar las

∙ 34 ∙
C o c i na

Ají
Capsicum annuum

Yuca brava Niña con uva caimarona


Manihot esculenta Pourouma cecropiifolia

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Yuca
Manihot esculenta

hortalizas y los tubérculos que ellas sembraron después de que los hombres tumba-
ran y quemaran el bosque. Se internan en el sembrado. Cogen guamas, revisan las
piñas, arrancan cilantro cimarrón y cebollas, encanastan ortiga, que alivia todos los
males, curiosean raíces y hojas que tal vez sean aromáticas o energéticas; examinan el
tabaco y la coca para dar aviso a los hombres en caso de plagas; y se concentran en la
yuca, la planta que ha alimentado a todas las generaciones de llaneros y amazónicos.
Hay agitación en la cocina de Ana Cueto. Hace poco regresó de su huerta, a
salvo de las permanentes inundaciones en Puerto Rondón, Arauca. Trajo cebollas
y pimentones. Tiene cilantro, ajos y la carne de un cerdo montuno que cayó en la
trampa a medianoche. Espanta las gallinas y los perros antes de concentrarse en la
faena: pica cebolla, machaca ajos, corta en trocitos la carne, ya cocida en el fogón
de tres piedras. Fusiona cebolla, ajo y carne con sus manos bañadas en aceite. Tira
varios puñados de arvejas, bien hervidas, acariciadas con sal y cominos, en lo que se
va convirtiendo en guiso. Un poco del agua que soltó la carne durante la cocción cae
sobre el preparado que ya soporta el fuego. Ana toma café cerrero, como lo hacen
Cilantro cimarrón todos los llaneros mientras la candela hace lo suyo. Después extiende algunas hojas
Eryngium foetidum de plátano sobre una mesa, las espolvorea con harina de trigo, y en cada una deposita

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C o c i na

dos cucharadas del guiso, dos rebanadas de papa coci- se llama tatuco. Y como a Irene le gusta guardar, se
da, dos rodajas de cebolla, dos tiritas de carne. Ahora ocupa adicionalmente de otro plato: la casarama, una
se lava las manos, sorbe más café negro y se dispone pasta café y muy suave que resulta de mezclar yuca
a amarrar los envueltos con ganchos de plátano. Para brava con ají, responsable de darle el toque amazónico
terminar, sumerge las hallacas en agua con sal y las a la carne, al patacón, al casabe.
deja cocer al fuego. Ana atiza el fogón y se va a echar- Al caer la tarde decenas de familias quieren to-
les algo a los potrancos. mar un baño en los ríos que atraviesan lo mismo las
Al mediodía, María del Carmen Polanía sopla llanuras que las selvas. Marina, Kevin y Celeste, que
las brasas que secan toda la carne de una ternera de también se llama Flor del Chontaduro; Cristian, An-
seis meses. Ensartadas en chuzos verticales recostados gie y Chela, a quien su abuelo llamó Raíz de Tabaco;
al burro, la armazón de madera que rodea la hoguera Mercedes, Milena y Eduardo; Juan David, María y
de yopo, un árbol sin olor y que no produce llamas, se Sandra Milena quieren aliviarse del calor del trópico
ahúman las grandes presas del animal: la osa, que son no solo sumergiéndose en el agua. Caminan a paso
cogote, papada, mandíbula y lengua; los tembladores, lento, mirando al suelo del mismo
o sea las carnes del pecho; y la raya, o cuartos traseros, modo que lo hacían sus antiguos
que incluyen ancas, cola y muslos. Ya María del Car- antepasados recolectores de pe-
men, mujer del Casanare profundo, ha rociado con sal pas. Si tienen suerte cosecharán el
y cerveza las carnes, que lentamente van soltando sus pulposo y ácido arazá, que se pue-
jugos. Ha hecho lo mismo con las entrañas del anima- de morder o macerar y hasta casi
lito que, envueltas en hojas, se cocinan a fuego lento. exprimir. Quizá la naturaleza los
No las chuza, no las pica, no las toca; simplemente las premie con el sagrado umarí, pul-
deja ahumarse y asarse mientras prepara los cuchillos poso como el mango, de donde di-
para cortarlas en trozos y servirlas en hojas de plátano cen los ticunas que salió la primera
cuatro horas más tarde, cuando estén a punto. En el mujer. Habrá fiesta si topan mara-
mismo recipiente verde, porciones de plátano, yuca y ñones, guayabas o uvas de monte,
papas cocidas completarán esta mamona que saciará a que otros llaman uvas caimaronas
una decena de llaneros hambrientos. o borojós. Y en la sabana será rica
A Irene Kudiramena le gusta cocinar. Lo hace la jornada si caen en la cesta pe-
desde que era una niña, hace más de sesenta años, en pas de moriche, ricas en proteínas, Pimentón
la Amazonia más lejana, cuando nadie había oído ha- grasas, vitaminas y carbohidratos, Capsicum annuum
blar siquiera del fogón de gas. En el hogar, levantado y preferidas para morderlas crudas,
sobre un gran mesón de piedra, hierve un cocido de convertirlas en dulces o extraerles el zumo. Con las
restos de pescados y boruga. También hace burbujas el pepas de moriche aparecen casi siempre larvas de los
caldero en el que pronto se secará un kilo de arroz, y escarabajos que anidan en sus troncos: se trata del fa-
se espesa un fondo de casarama o ají negro. A ras de moso mojojoy, que crudo, asado o cocido encanta a las
piso, sobre la tierra desprovista de follaje, se levanta familias de las selvas y llanuras.
otra humareda. Proviene de una pequeña hoguera que En la maloca, la gran casa comunitaria de ma-
Irene encendió hace unas horas sobre un lecho de ho- dera y paja tejida, Pilar Meikuaco soba las dos calla-
jas de plátano. Debajo, en la profundidad, se esconde nas que moldea desde hace varios días. Humedece un
lo que mañana será una delicia: en unos canutos (el puñado de hojas muy verdes en agua traída del río y
“tarrito” que queda entre dos nudos de una guadua) ha con ellas repasa las superficies oscuras, las hidrata, las
puesto carnes deshuesadas de aves, pescados y roedo- prepara para ser hospederas de la caguana, bebida fa-
res, para que se cocinen en sus propios jugos al calor bricada con el almidón de la yuca y del casabe, una
bajo y constante que llega de la superficie. Esa técnica torta de yuca que acompaña todas las comidas o que

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Arroz
Oryza sativa

es la comida misma cuando escasea la pesca, cuando tortuga, gaviota, garza o gallina, gustosos si se revuelven
no hay suerte en la caza, cuando la huerta se echa a con cebolla, tomate y arroz. Y, de pronto, en el fondo
perder. Para hacer casabe es necesario cosechar yuca de las ollas quede alguna delicia para el último bocado:
brava, especie rica en el veneno conocido como yare. una picada de carnes de res o de chigüiro o de pescado
Hay que pelarla, rallarla y prensarla en el sebucán, un o de danta o de boruga adobada con hogao y aceite de
tubo de cuatro metros de largo tejido con las hojas de achiote, la cual generalmente se come con la mano.
una palma, que se cuelga de una viga de la maloca. La Horas más tarde, cuando los sonidos de la noche
yuca exprimida elimina el yare, lechoso y amargo, y se agudizan y del sabor del último café no queda nada
queda convertida en una pulpa que tomará la forma en la boca, Mauricio Teteye, como miles de hombres
de la superficie de la callana después de varias horas del Orinoco y el Amazonas, sale en busca de presa.
al fuego. El casabe es una torta delgada y crujiente de Avanza silencioso por el río, concentrado, llamando a
unos sesenta centímetros de diámetro que permanece un pirarucú ahumado bañado en ají negro; ilusiona-
expuesta en el fondo de la maloca. Hasta ella llegan en do con un bagre, señor de las aguas profundas, que
cualquier momento ancianos, muchachos y niños que se puede comer envuelto en dulce de arroz; pensando
la pellizcan y desprenden grandes trozos que parecen en una cachama ahumada; deseando el encuentro con
galletas, muy secas y simples. la rana gigante llamada hualo, para envolverla en una
En la soledad del llano y de la selva el encierro hoja de bijao y asarla al carbón; atrayendo a un gran
nocturno comienza apenas se oculta el sol. Las familias mamífero que le prodigue alimento en abundancia
se congregan cerca de los fogones donde se asan arepas para poder, al menos por una noche, dormir sin el afán
de jojoto, un maíz dulce de granos gruesos, que cada de cazar, cosechar, pescar o recolectar la comida del día
quien rellenará con queso. Habrá, tal vez, huevos de que ya va a despuntar.

∙ 38 ∙
C o c i na

En letra cursiva

En los platos típicos del Amazonas y la Orinoquia colombiana se pueden degustar cuales pertenecen a las anacardiáceas. O del copoazú
un montón de sabores de especies vegetales, usados en múltiples recetas. Plantas (Theobroma grandiflorum) y el macambo (Theobroma
que son utilizadas en la cocina para darle un mejor sabor a las comidas, como es el bicolor), de las malváceas. Y entre las mirtáceas están el
caso del ajo (Allium sativum) y la cebolla cabezona (Allium cepa), que hacen parte camucamu (Myrciaria dubia), el arazá (Eugenia stipita-
de las amarilidáceas. O el pimentón o ají (Capsicum annuum), de las solanáceas, ta) y la guayaba (Psidium guajava). Representando a las
al igual que la papa (Solanum tuberosum). Otras de estas especies vegetales son rubiáceas están el borojó (Borojoa patinoi) y la jagua o
utilizadas como acompañantes del plato principal. Por ejemplo, ciertas arecáceas huito (Genipa americana).
o palmas, como el moriche o canangucha (Mauritia flexuosa), el seje o milpés Muchas de las especies botánicas encontradas en
(Oenocarpus bataua), la chambira o cumare (Astrocaryum chambira), el chontaduro las recetas de los platos típicos aparecen también en la
(Bactris gasipaes) y la cucurita o inayá (Attalea maripa). Incluso se pueden encontrar farmacopea tradicional. Así sucede con el palo de arco
algunas especies botánicas que hacen parte del plato principal, como es el caso o chicalá (Tabebuia serratifolia), de las bignoniáceas;
de la arveja (Pisum sativum), que pertenece a una de las familias botánicas más el tamamuri (Brosimum acutifolium) de las moráceas; el
comunes de ambas regiones, las fabáceas, de la que también hacen parte la guama cabo de hacha o quiebracha (Heisteria acuminata), una
(Inga edulis), el yopo (Anadenanthera peregrina), el guacapurano (Campsiandra an- olacácea; la ortiga o pringamoza (Urera caracasana) una
gustifolia) y la cumaceba (Swartzia polyphylla). Y así como la guama, muchas de urticácea y la icoja o espintana (Unonopsis spectabilis), de
las especies de la cocina hacen parte de las frutas producidas en la región. Tal es la familia de las anonáceas.
el caso del marañón (Anacardium occidentale) y el mango (Mangifera indica), los

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Amarilidáceas Allium cepa Cebolla cabezona Culinaria mundial y medicinal
Amarilidáceas Allium sativum Ajo Culinaria mundial y medicinal
Apiáceas Eryngium foetidum Cilantro cimarrón Medicinal y aromática
Convolvuláceas Ipomoea batatas Batata Alimento básico y medicinal
Euforbiáceas Manihot esculenta Yuca, yuca brava, Alimento básico
Icacináceas Poraqueiba sericea Umarí o guacure Alimento y construcción
Musáceas Musa x paradisiaca Plátano Alimento y para la envoltura de diferentes comidas
Poáceas Oryza sativa Arroz Alimento básico
Poáceas Zea mays Maíz Alimento y aceite vegetal
Rubiáceas Coffea arabica Café Alimento y medicinal
Solanáceas Capsicum annuum Pimentón o ají Culinaria mundial y medicinal

Solanáceas Solanum tuberosum Papa Alimento básico

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Lo m á s p o p u l a r e n e s ta i n m e n s a Colombia
Los estudiosos de los hábitos alimentarios de la cuenca del Amazonas, entre ellos el
Instituto Sinchi, describen una base compuesta de yuca, pescado, carne de monte, ají,
piña y chontaduro. Pero no solo a estos elementos se reduce la opción nutritiva de sus
habitantes. Un inventario realizado por el mencionado instituto en el departamento del
Amazonas da cuenta de doscientas especies consumidas con fines alimenticios. En la
culinaria popular figuran el casabe, la fariña y el pescado moqueado o en caldo; también
los caldos, las carnes y el zarapaté: asadas en su propia caparazón la charapa y otras
tortugas, junto con otras carnes de monte como la proveniente de dantas, armadillos,
cerrillos, monos, caimanes y babillas. Se incluyen los insectos, como el mojojoy asado y
las hormigas; y no faltan la muñica (caldo de pescado con otros ingredientes) el tucupí
y una variedad de preparaciones de ají y hojas de yuca. Para beber están las chichas
de yuca, chontaduro, piña y otros vegetales, así como las caguanas o bebidas de piña,
copoazú, umarí, camucamu y demás frutos amazónicos. En fin, podemos decir que en la
Amazonia indígena se observa el consumo más diverso de alimentos del país.
En la cuenca del Orinoco la base alimentaria se compone de yuca, plátano, batata,
mapuey, cucurita o inayá, seje, chontaduro, moriche, piña, merey, mango, ají, carne de
monte y carne de vacunos. A partir de ella se origina una cocina popular donde figuran
la ternera a la llanera o mamona, el entreverao o vísceras de res asadas en varas, el pisillo
de carne de monte o de pescado, el caldo de pescado o de res y el hervido de gumarra
(gallina). Se preparan también pescados como la cachama y el coporo a la brasa, así
como el infaltable casabe, la fariña, el majule de plátano, la chicha de moriche, el gua-
Milpesos rrús, la hallaca criolla, las roscas de arroz y el café cerrero.
Oenocarpus bataua

L e va n ta r s e y comer
Un día normal en los departamentos que conforman la cuenca del Orinoco en Colombia comienza a eso de las cuatro de la mañana
con un café cerrero (oscuro, sin azúcar). El madrugador encontrará servida una cachapa o arepa dulce de choclo, llamado también jojoto,
acompañada de queso y majule con leche.
El majule es una bebida que cumple múltiples funciones, según la región o comunidad en donde se consume. Los indígenas chiri-
coas de Arauca la preparan a base de plátano maduro cocido y diluido en agua. Si bien para algunos habitantes de la región no es más
que una bebida de uso cotidiano, esta etnia la utiliza de manera ritual. Dicen que “cuando toman tanto majule se vuelven malos y se
matan unos a otros”. De esta creencia nació una leyenda. Dicen que el dios Trueno castigó en una ocasión tal comportamiento derriban-
do grandes árboles y produciendo una gran inundación que ahogó a los chiricoas que se habían embriagado con majule.
Dependiendo del apetito y las condiciones, otra opción para degustar un buen desayuno la proporciona una “pericada” o revoltillo
de huevos de tortuga, de gaviota o en ocasiones de garza. La afición por estos animales es heredada por los pueblos indígenas, quienes
conseguían los huevos o en ocasiones la carne de tortuga para los españoles. En su Libro de las maravillas, (1770), fray Juan de Santa
Gertrudis describe cómo una comunidad de misioneros en el Putumayo se sostuvo de la recolección de huevos de tortuga para su consu-
mo, además de extraer de estos animales un aceite “más sutil y delicado que el de la aceituna”. En fin, este plato se puede acompañar con
pan de arroz, un alimento que remojado en cereal y leche obtenida de los ordeños, genera panecillos para acompañar cualquier comida o
consumirse solo con guarulo, un café claro endulzado con panela, en las horas de la mañana.

∙ 40 ∙
C o c i na

R e c e ta s a m a z ó n i ca s
La investigadora Lucy Hoyos Ocampo, en su texto Alimentos autóctonos y recetas amazóni-
cas, incorpora una serie de preparaciones propias de la región:

Chuchuhuasa o chuchugaza: preparado medicinal a base de cortezas de árbol del mismo


nombre, macerado en aguardiente y miel.
Huitochado: fruta del huito o jagua con azúcar y aguardiente.
Levántate Lázaro: afrodisiaco preparado con cortezas de plantas como el motelo sanango
(chilicaspi), la chuchuhuasa, el fierro caspi o acapú, la chicosa o chicora, y los genitales del
achuni (mamífero suramericano conocido también como coatí), todo ello macerado en
aguardiente y miel de abejas.
Siete raíces: otra bebida conocida por sus propiedades afrodisiacas, preparada con cortezas
de plantas como la chuchuhuasa, la huacapurana o guacapurano, el palo de arco o chicalá,
el mururé o tamarí, la icoja, el fierro caspi y la cumaceba, también en aguardiente y miel de
abejas.
Ensalada de chonta: preparada a base del corazón de la palma chonta, llamado también
palmito, con salsa de limón y variedad de verduras.
Aceite de chontaduro: lo utilizan las etnias de los huitotos y yucunas para adicionar como
condimento a los caldos.
Inchicapi: sopa muy espesa elaborada con gallina, maíz, maní, ajo, cebolla, cilantro, sal
y yuca.
Payawarú: exquisito masato o vino de yuca, propio de la etnia ticuna.
Pepa de maraca o macambo: los huitotos la utilizan para obtener aceite; proporciona
exquisito sabor a las comidas.
Piqueo regional: plato preparado a base de chicharrones de lagarto, venado, majaz o
paca (roedor de carne muy apreciada y de consumo común en la región), dorado y paiche
(pescado conocido también como pirarucú o arapaima), acompañado con yuca frita, tacaco
(plato típico preparado con una masa compuesta de plátano verde machacado, manteca
disuelta, pequeños trocitos de chicharrón de cerdo y especias propias de la Amazonia),
chonta y salsa criolla.
Pororoca: bebida o vino extraído del plátano por proceso de maduración, usado por la
población ticuna.
Pupeca o patarashca: plato típico compuesto de pescado, ranas o porciones de boa, asado
a la brasa, en hojas de bijao o de plátano.
Tiradito de dorado: Elaborado con finas láminas de dorado, marinados al limón y espe-
cias, acompañadas de choclo desgranado.
Tucupí: es un caldo de color amarillo extraído de la raíz de la mandioca brava, que se
utiliza como base en la preparación de sopas. También existe el tucupí o ají negro, utiliza-
do para sazonar carnes. Bijao
Calathea lutea

∙ 41 ∙
Chiribiquete,
gema verde sobre rocas

arece un gigantesco estegosaurio de doscientos cincuenta kilómetros de largo


que estuviera saliendo de la tierra. Por ahora, el lomo, con su caparazón de placas
blindadas. Los meandros de los ríos, que son tantos, serían la enorme y sinuosa
cola de este animal de roca que parece dormir su sueño de cientos de millones de
años, medio enterrado, sobre el verde inmenso de la selva del Amazonas. Pero no es
un dinosaurio, sino la seguidilla de mesetas rocosas de la serranía de Chiribiquete,
coronadas por una fantástica vegetación aislada del resto del mundo por sus paredes
lisas, de hasta ochocientos metros de altura y cortadas a plomo por la erosión. Estas
islas de roca sobreviven desde hace más de mil quinientos millones de años a los
embates del sol, el agua, el viento y, sobre todo, a la vegetación
que las va devorando poco a poco, descomponiendo cada roca En este archipiélago de rocas en la mitad de
y cada mineral para incorporarlos en la savia que dará ese es- la selva viven y se reproducen millones
pectáculo verde de cientos de especies de árboles, de bosques de plantas que luchan contra la hostilidad.
y sabanas inundables, de líquenes, de lianas, de helechos y de Y terminarán triunfando
arbustos, salpicado por el colorido de tantas flores donde la
luz se deshace en creatividad para pintar los pétalos con todos los tonos y matices de
que es capaz. Los insectos, amos indiscutidos de un mundo escondido casi desde que
la vida misma apareció en la tierra firme, parecen otras tantas flores que pudieran
volar con aleteos tornasolados, llevando el polen como una lluvia de fertilidad que se
derrama sobre esta selva que llamamos nuestra pero que poco conocemos.
La sierra de Chiribiquete es una colección de gigantes mesetas llamadas tepuyes
que forman parte de la antigua formación geológica conocida como el Escudo Gu-
yanés, sobre los departamentos de Caquetá y Guaviare. En la región, a este tipo de

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S er ran ía de C h i r i biq ue t e

Serranía de Chiribiquete
Naturaleza en estado virgen

Crecimiento inicial de vegetación en roca Anturio


Anthurium sp.

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Plantas que crecen en un sustrato hostíl

geoformas podríamos sumar las mesas de Iguaje, en “civilizado”, representado por el terror de la Casa Arana,
el Guaviare, la serranía de Naquén, en el Guainía, y la se les fuera encima en busca de sus riquezas, como el
serranía de La Macarena, en el Meta. El Chiribiquete caucho, que brilló en los gráficos de los economistas
y sus alrededores fueron declarados parque nacional pero que oscureció a este paraíso con el malva de la
en 1989. Con una extensión de un millón doscientas sangre derramada y seca. En cuanto al pasado reciente,
ochenta mil hectáreas, era ya el más grande del Sis- tampoco queda nada de Tranquilandia, el laboratorio
tema de Parques Nacionales Naturales de Colombia, tan famoso en los noticieros, capaz de convertir la selva
pero además se extendió en agosto de 2013 hasta lle- en un campo de muerte por cuenta de este nuevo oro
gar a un millón ochocientos cincuenta mil hectáreas y blanco en forma de polvo, ya no líquido, como el del
está en jurisdicción de los municipios de San Vicen- látex que daba el caucho o Hevea brasiliensis para las
te del Caguán y Puerto Solano, en el Caquetá, y San llantas de la naciente era del automóvil. Una paradoja,
José del Guaviare. Seguro que no fue fácil delimitarlo. porque por estos parajes nunca se ha visto un automó-
¿Qué preservar, cuando todo el entorno es un tesoro? vil… y ni se verá, mediante Dios. El río Tunia o Maca-
Pero lo hicieron, en medio de tanto verdor surcado por yá, por el norte y parte del oriente, traza el límite hasta
un entramado de ríos que, con sus nombres, parece un su encuentro con el río Ajajú o Apaporis, que hace de
diccionario con fonemas de agua que guarda los vie- cuchillo de roca en el paraje de Dos Ríos, por donde
jos lenguajes perdidos de los primitivos habitantes. Y pasa puliendo un tepuy. Luego, por el oriente, los ríos
que ya no andan mucho por ahí, como solían hacerlo Gunaré y Amú llevan el parque hasta la desemboca-
hasta mediados del siglo xix, antes de que el mundo dura en el Mesay, para dejarle la tarea de delimitarlo

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S er ran ía de C h i r i biq ue t e

al Yarí, que lo bordea por el sur para después girar al Siguiendo sus pasos de baquiano, iríamos hasta las
occidente, siguiendo los meandros de los ríos Huitoto, catingas, especies de sabanas amazónicas que crecen so-
Tajisa, Yaya, Ajajú, hasta volver al Tunia, en el norte, bre arenas blancas. Estas formaciones vegetales se dan
y cerrarlo, como dicen los escritos notariales cuando al pie de los escarpes de los tepuyes, en la selva pluvial.
alinderan una finca. Recostadas contra sus paredes casi verticales, producen
Si pudiéramos dar con un curupira o chamán árboles de menor talla que alcanzan los quince metros
amazónico de la casi extinta tribu karijona, cuyo deber de altura, en matorrales de troncos retorcidos que se
es cuidar la selva con su ancestral saber, le pediríamos entreveran con arbustos y hierbas. Aquí, al pie de la
que nos llevara a recorrer los misterios de la serranía pared de roca, todas las plantas son tenaces. Viven ape-
de Chiribiquete. No solo nos mostraría las más de nas con una pizca de suelo y tienen por ende muy poca
doscientas mil pictografías que sus antepasados deja- capacidad para retener el agua que les regala la lluvia.
ron en los tableros de roca de los tepuyes y en las pare- Han aprendido a vivir sobre el detritus caído del tepuy,
des de sus cuevas, donde el jaguar es el rey de la selva, formado por trillones de granos de cristales de cuarzo
sino que nos enseñaría la razón de ser de cada planta: desprendidos de las duras areniscas
por qué crece, dónde lo hace y para qué sirve; aunque del peñón. Las plantas vecinas, ha-
nunca nos dejaría conocer el secreto de la mezcla bo- cia arriba, son verdaderas reinas del
tánica con que se produce la infusión de ayahuasca o abismo, ya que crecen en las pare-
yagé, en la que con solo agregar o suprimir una sola des, cornisas y cimas de las mesetas,
hoja se pueden cambiar severamente las condiciones aferradas a mínimas rendijas. Los
a la hora de viajar hacia lo más profundo del yo. Nos que saben de plantas las llaman
diría, con su lenguaje de palabras tan viejas como la lito-casmo-quersofíticas, un califi-
manigua, que cada cosa tiene su sitio: que en la parte cativo más largo que ellas mismas.
baja del tepuy, cerca de los afluentes del río Apaporis, Lito, por lo de crecer sobre rocas,
está la selva inundable, o hylea. Allí el bosque es muy y lo de querso les viene por crecer
húmedo, con suelos profundos, capaces de alimentar sobre arenas. Si nuestro guía cha-
árboles de gran porte como el guamo, el arenillo, el mán, usando tal vez la ayahuasca,
dormilón, el caimarón, el coduiro o carguero, la siringa liberara nuestro espíritu viajero del
y el capinurí, los cuales, con alturas entre los treinta y cuerpo y nos ayudara a volar para
cinco y los cuarenta metros, son los únicos que miran remontar el tepuy hasta su cima, Crecimiento inicial sobre arena
las estrellas. Aferradas a ellos nos mostraría las plantas podríamos caminar por un tapi-
epífitas, hemiepífitas, parásitas y hemiparásitas, como zado de pastizales, matorrales y
pájaros que anidaran al abrigo de los gigantes, mien- bosquecillos achaparrados que incluyen algunos ejem-
tras, a su sombra, el sotobosque denso se deja venir con plares endémicos de Senefelderopsis chiribiquitensis, de
un derroche de heliconias, entremezcladas con otras la familia de las euforbiáceas, que comparten aquellos
especies de las familias de las piperáceas, aráceas, ci- sustratos arenosos con algunas especies de Manilkara,
clantáceas y arecáceas, entre las que domina la palma de las sapotáceas, y de Gustavia, de las lecitidáceas.
moriche, que forma los llamados cananguchales. Ya en Desde alguna de esas cumbres de tepuy podríamos
la parte alta de los tepuyes encontraríamos plantas es- asomarnos a una de las simas que se abren en ellos y
pecializadas para sobrevivir en estos inhóspitos lugares, que pueden tener hasta doscientos metros de diámetro
tales como las carnívoras, que obtienen los nutrientes y varias centenas de profundidad, pobladas allá abajo de
de los insectos que, atraídos por sus olores, caen en bosques pluviales que han nacido y crecido en soledad,
las trampas sin salida que conforman sus hojas o sus aislados, abrigando seguramente plantas y animales que
flores. Veríamos igualmente algunas heliconias, y unas todavía no se han clasificado. Para no hablar de otros
cuantas bromelias y vellozias. vecinos más esquivos aún: los habitantes de las cuevas y

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Carguero de hormiga
Xylopia emarginata

grietas que penetran en el corazón del tepuy, originadas una variedad de gallinetas o chorolas. Hasta colibríes
por la lenta dilución del cemento silíceo que aglutinaba con familia en el valle del río Magdalena. A horca-
las arenas, lavadas por corrientes subterráneas que bus- jadas en una rama de un guamo orillero podríamos
can una salida en manantiales que se vierten por fuera admirar las proezas de pesca de las nutrias, vigiladas
del tepuy, en lugares de ensueño donde la piedra llora de cerca por las babillas del Apaporis. Aisladas estas
agua pura, o se funden en el subsuelo de la selva. especies de sus primas por raudales infranqueables,
Seguramente no encontraríamos ni allá abajo ni nunca han podido escapar, como tampoco pudieron
allá arriba los animales fabulosos sobrevivientes del hacerlo los reclusos de la perversa colonia penal de
cretáceo que algunos escritores les han atribuido en Araracuara, encerrados entre la manigua por el sal-
sus novelas, pero sí podríamos ver, en medio de la ve- to del Diablo, que queda en el cañón, bañado por
getación, numerosos murciélagos de variado apetito, raudales del río Caquetá al suroeste de Chiribiquete,
que ingieren desde insectos, pasando por frutas, hasta por cuenta de una idea del presidente Olaya Herrera.
sangre. Nos cruzaríamos con el armadillo, el cerdillo El penal, pensado al mismo tiempo que el de la isla
o pecarí y el borugo. Veríamos monos maiceros, mi- Gorgona y clausurado hace ya más de cuarenta años,
cos de noche o tutamonos y, con suerte y sigilo, es- fue devorado por la selva. Así hace ella también con
condidos detrás de los grandes troncos de los cauchos, Arturo Cova, el vengador de los indígenas asesinados
podríamos atisbar el caminar felpudo del puma y del por los caucheros, en los renglones finales de La vorá-
tigrillo, al acecho de dantas o de perros de agua, que gine de José Eustasio Rivera: “Hace cinco meses bús-
no son otros que las nutrias gigantes. Desde el entra- calos en vano Clemente Silva. Ni rastros de ellos. ¡Los
mado de la selva nos llegarían los trinos y gorjeos de devoró la selva!”. Y al contemplar los valles profundos
cientos de aves como el guácharo, el gallito de roca, la entre los tepuyes de la serranía de Chiribiquete, con
guacamaya roja, el barranquero, el martín pescador y sus frondas impenetrables, se entiende el porqué.

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S er ran ía de C h i r i biq ue t e

En letra cursiva

En los tepuyes únicamente las plantas más audaces son capaces de sobrevivir a sus asimismo caimarón o uva caimarona (Pourouma cecro-
ambientes tan extremos. Allí hay plantas carnívoras como la utricularia y la drosera. piifolia) una urticácea utilizada en la región como ali-
La primera, también conocida como col de vejigas, pertenece a la familia de las len- mento y como ornamental. Otra planta que decora la
tibulariáceas y se caracteriza por su capacidad de succionar los pequeños insectos que región es el coduiro o carguero, Eschweilera juruensis,
se posan en su exterior. Por su parte, la drosera, o rocío de sol, pertenece a la familia una lecitidácea, además sirve como maderable. Pasa
de las droseráceas, plantas carnívoras que cuentan con una gran cantidad de especies igual con el capinurí o árbol de leche, (Pseudolmedia
que, con variaciones de tamaño y forma, son bastante comunes alrededor del mundo. laevis), adscrito a las moráceas. En este rico e irrigado
Atrapados por las droseras, los pequeños insectos quedan pegados a las glándulas ecosistema de bosques o sabanas inundables dominan
mucilaginosas de la superficie de sus hojas; y por medio de estas mismas glándulas el paisaje las palmas o arecáceas, que forman los re-
las plantas digieren su alimento. En este hábitat inhóspito también encontramos conocidos cananguchales de la zona. Son conocidas
especies menos voraces y más ornamentales, como las pertenecientes a las familias popularmente como cananguchas o palma moriche,
de las heliconiáceas y las bromeliáceas, además de las admirables vellozias, que tienen (Mauritia flexuosa).
la capacidad de sobrevivir en el punto máximo de desecación. Hacia los lados del Caquetá y el Putumayo en-
Al contrario de estos duros ambientes, en las partes bajas de Chiribiquete, en contramos la siringa, caucho o lechero, causante de
los bosques o sabanas inundables, encontramos abundantes ejemplares de árbo- pasadas tragedias en la Amazonia. Aunque la eufor-
les como el guamo, chumilla o guaba, que hace referencia a la especie Inga edulis, biácea mayormente utilizada en la extracción de látex
perteneciente a las fabáceas. De esta misma familia de leguminosas también es el para la elaboración de caucho fue la Hevea brasiliensis,
dormilón, jaboncillo o dormidero, nombre que en otras regiones se aplica al Ente- la especie Hevea benthamiana también fue explotada
rolobium schomburgkii, que comparte el ecosistema con el arenillo, mejor conocido para la obtención de un caucho de menor calidad.
como milpo o flormorado (Erisma uncinatum) de las voquisiáceas. Se encuentra allí

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Arecáceas Mauritia flexuosa Moriche, canangucha Alimento, extracción de aceite
Bromeliáceas Bromelia sp. Bromelia Ornamental
Droseráceas
Drosera sp. Rocío de sol Ornamental
(Planta canívora)
Dormilón, jaboncillo
Fabáceas Enterolobium schomburgkii Artesanal
u orejero
Guamo, chumillo (a),
Fabáceas Inga edulis Alimento, leña
guaba
Heliconiáceas Heliconia sp. Platanillo, heliconia Ornamental
Lecitidáceas Eschweilera juruensis Carguero, coduiro Maderable y ornamental
Lentibulariáceas (Planta
Utricularia sp. Col de vejigas Ornamental
carnívora)
Moráceas Pseudolmedia laevis Árbol de leche, capinurí Maderable

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El r e to d e l a c o n s e rvac i ó n
La principal pregunta que se hacen los expertos, y que también
nos deberíamos hacer todos los colombianos, es cómo conser-
var este paraíso de la naturaleza y dejar que siga su curso evolu-
tivo sin que las actividades humanas intervengan con su codicia
Vegetación en formaciones rocosas de riquezas y rompan el valioso equilibrio que se ha conseguido
con el paso de millones de años. Ya lo hemos intentado.
Estuvieron primero los pueblos indígenas que se asentaron
Los dibujos en las piedras originalmente allí y que, gracias a su población, necesidades
En 1992, durante la expedición científica al Parque Nacional básicas y costumbres, hicieron parte armónica de ese mismo
Natural de Chiribiquete, los arqueólogos pudieron encontrar equilibrio y tan solo dejaron la huella de sus pictogramas en
un tesoro dibujado en las paredes de los tepuyes: algo así las paredes rocosas. Luego vinieron los primeros exploradores
como unos doscientos mil pictogramas, el mayor yacimiento europeos, durante el descubrimiento, que aquí se dio mucho
arqueológico encontrado hasta la fecha en toda la selva amazó- después de los primeros viajes, quienes apenas si pasaron de
nica, abundante en belleza y misterio. Semejante cantidad de largo y dejaron sus crónicas; y tras ellos vinieron los colonos,
pictogramas parece revelar que el lugar estaba revestido de un que se fueran asentando lentamente, como aquellos caucheros
importante significado mítico y que fue visitado por muchas que dieron comienzo a una intervención más agresiva y dejaron
culturas indígenas durante un período aún sin precisar. Los allí una huella de miseria y violencia como pocas veces ha
actuales chamanes cuentan que allí se daban cita para hablar vivido la historia de Colombia. Después vendría el auge de los
con el “Dueño de los Animales” y pedirle que los mantuviera cultivos ilícitos, que se resguardan en sus espesuras, esquivas a
vivos en la selva. Aunque hay muchas escenas de caza de vena- los controles del Estado, y que han traído una renovada estela
dos, dantas, chigüiros y otros, es el jaguar, como símbolo divino de estragos y conflictos. Dicen que la selva se defiende sola, y
de la fertilidad, el animal que se impone. No es de extrañar que es cierto, pero el hombre es cada vez más efectivo a la hora de
este imponente paisaje de mesetas elevadas, flanqueadas por apropiarse de sus recursos y perturbar su paz. Si no se pone
paredes inaccesibles de roca, coronadas de plantas misteriosas, un límite a nuestra intervención, no quedará qué mostrar de
algunas veces perdidas en la niebla, se convirtiera en un lugar la fabulosa selva que rodeaba la serranía de Chiribiquete a los
sagrado para los pobladores antiguos de la selva, un lugar que que nos sucedan, por más que las mesetas aisladas acaso logren
propiciara la conjunción de lo divino y lo terreno. cuidarse por sí solas.

U na ll e g a da d e p e l í c u l a
Por tierra, pues se puede llegar así a la serranía de Chiribiquete, hasta Dos Ríos se requieren dos días de camino
desde Miraflores. Si se quiere llegar por ruta fluvial, desde Araracuara, se requieren unas veinte horas de navega-
ción por el río Caquetá hasta la desembocadura del río Yarí, donde se sigue hacie el oriente hasta la desemboca-
dura del Mesay. Aguas arriba de este río, más o menos a ciento veinte kilómetros, se puede encontrar la estación
biológica de la Fundación Puerto Rastrojo. Bueno, ahora solo faltaría llegar primero a Miraflores y a Araracuara,
pero para eso no queda otra opción que tomar un avión de Bogotá a Villavicencio y de ahí otro hasta esos lugares;
a menos que alguien quiera vivir la aventura del protagonista de La vorágine y se arriesgue a que lo devore la selva.

∙ 48 ∙
S er ran ía de C h i r i biq ue t e

Un t e s t i g o d e l a e vo l u c i ó n
Allá arriba, en las mesetas que coronan los tepuyes, como los de Chiribiquete y La
Macarena, se han sumado tres grandes para conformar lo que hoy se puede ver allí:
Gea, Flora y Fauna. Las dos últimas, como en todas partes, son tal para cual. Nada
sobra en ese ecosistema que lleva millones de años de evolución conjunta. Ambas,
Flora y Fauna, comparten los pocos recursos que tienen a su disposición y se equi-
libran, se podan, se talan, crecen hasta donde ellos les permiten. Tienen una cita
ineludible en ese lugar que ha marcado sus vidas, su evolución de formas, tamaños,
hábitos alimenticios y maneras de reproducirse. Y ese lugar exclusivo y duro fue forjado
por Gea durante cuatro mil millones de años, lo que va entre la formación de la Tierra
hace cuatro mil seiscientos millones de años y el inicio del período Cámbrico, hace
quinientos setenta millones de años. Primero las rocas y las aguas perduraron solas, sin
vida, hasta la aparición de los primeros seres unicelulares hace unos tres mil seiscientos
millones de años. Luego la vida se abrió paso sin pausa, aunque por momentos casi
desapareció en cataclismos geológicos. En los comienzos, las plantas y animales vivían
en una gran meseta, sin estar aislados del mundo, pero luego, con la manera lenta pero
implacable de los fenómenos tectónicos que levantaron las escarpas y activaron los
fenómenos erosivos, la gran llanura se fue cuarteando, hasta quedar, millones de años
después, salpicada por estas islas de roca. Durante este largo tiempo cada planta, cada
animal, se fue especializando en vivir con lo que le tocaba. Generación tras generación,
cada especie se fue adaptando al cambiante hábitat. Las plantas mudaron de forma y
tamaño, para adherirse mejor a las rocas y requerir menos energía. Los animales las
siguieron en la brega por sobrevivir en este lugar inhóspito. La naturaleza de las rocas
generó suelos muy arenosos y pobres en nutrientes, lo que llevó a reforzar en las plan-
tas la capacidad de encontrar de qué vivir y de retener el agua, que caía a torrentes pero
que se escapaba por carencia de un suelo que la embebiera. Solo las aves y los insectos,
por su capacidad de volar, mantuvieron el contacto con el resto del mundo, trayendo
las semillas y el polen que han conservado la biodiversidad, como si esas nuevas plantas
hubieran ido presentando su solicitud de admisión para ser consentidas en este eco-
sistema privilegiado, donde no caben sino los que pueden sobrevivir o adaptarse a un
medio altamente agreste.

Plantas en
suelo de roca

Platanillo tarriago
Phenakospermum guyannense

∙ 49 ∙
Poderosa y desnuda
como la madera

esde los Llanos Orientales y hasta la manigua amazónica se entabla un diálo-


go que la naturaleza aglutina bajo el principio común de la exuberancia. Porque
allí la desproporción se manifiesta en todo y la transición de la llanura a la mon-
taña, y de la sabana a la selva, está hecha para que la belleza se burle de lo mesurable.
Viéndolo así, el territorio final de ese diálogo no podía haber tenido mejor nombre
que Amazonas. De la misma manera como el arte figuró a esas mujeres mitológicas
a modo de fornidas pero hermosas guerreras, rudas y atrayentes, asimismo esta re-
gión exhibe esta doble faceta. El sur del país, en sus regiones de Orinoquia y Ama-
zonia, es entre muchas cosas un testimonio de la belleza sin domesticar, que oprime
por su fuerza desfasada al mismo tiempo que cautiva. Hay
allí entonces una mezcla curiosa entre lo recio y lo hermoso. Rudos algunos, sutiles otros, bellos todos,
Esas dos caras de lo tenaz y lo bello se alternan todo el los árboles de selva adentro atrajeron
tiempo y se traspasan a los árboles y a la gente que vive en aserradores que fueron quienes colonizaron
torno a sus maderas. Porque es tenaz, por ejemplo, la vida de estas maniguas y estas sabanas
los aserradores que desde mediados del siglo pasado entraron
a abrir trochas por el Caquetá o el Meta hacia el sur. Pero también es bellísima la
de algunos pueblos indígenas que pasaban meses primero aserrando y después es-
culpiendo sus criaturas mitológicas en figurillas de madera rojiza, con el único fin
de adorarlas en rituales hedonísticos, al punto de llegar a dar la feliz explicación que
dieron los huitotos hace cien años a Theodoro Konrad, unos de los primeros etnólo-
gos en visitarlos: “Trabajamos para poder bailar”.
A los aserradores se les debe gran parte de las recientes colonizaciones desde
los años sesenta para acá. Entraron buscando lo más codiciado: cedro macho, caoba y

∙ 50 ∙
Made rabl e s

Lomo de caimán
Platypodium elegans

Cultivo de acacia
Acacia mangium

Camucamu
Myrciaria dubia

∙ 51 ∙
achapo en Caquetá y Putumayo; cedro, flormorado y volador en los Llanos; o palma
chiqui chiqui, de la que extraían fibra, en el Vichada. Todavía quedan algunos que
siguen esta profesión, y no lo hacen de una forma muy distinta a la de aquellas épo-
cas, aunque usar la motosierra les ha facilitado las cosas y ya no tienen que hacerlo
con troceros y serruchos como antes. Antaño, para enfrentar “el poder desnudo de
la madera” —como decía el poeta Rojas Herazo— debían invertir horas de lucha y
fuerza y aguante de guerreros, buscando un pulso único de movimiento para ase-
rrar un tronco rebelde. No cualquier pareja podía hacerlo bien: era necesaria una
buena coordinación con el compañero. Dependiendo del desempeño se era “colero”
—quien serrucha abajo del tronco, puesto horizontalmente— o “cabezalero” —en la
parte superior—. Del lado del cabezal no cae el aserrín, pero se necesita más fuerza
para el empuje, por lo cual entre los aserradores la posición denotaba una dignidad
que los acompañaba toda la vida.
Pero los de ahora tienen que hacer expediciones cada vez más largas, adentrarse
más en la selva si quieren encontrar las maderas preciadas. Algunos del Caquetá y
Putumayo cuentan que pueden vivir semanas de trabajo duro entre la manigua. Y
cada día, por un rato, deben ir a buscar algún descampado para salir a tomar el sol,
obstruido en el lugar de trabajo por la espesura de la selva, que los cubre como cual-
quier techo artificial.
El transporte en muchas ocasiones no es distinto al de otros tiempos. En al-
gunos sitios todavía no hay caminos, por remotos o porque el invierno destruye lo
que se haga, y la única forma es sacar la madera “balseada”. Desde el sur del Meta,
por ejemplo, los aserradores hacen balsas de troncos atados y las echan a flotar por
ríos como el Ariari y otros que son la única vía de salida, casi siempre hasta Puerto
López, o a cualquier pueblo donde puedan vender la madera o cargarla en camiones.
Castaño o nuez del Brasil Sobre la balsa navegan ellos, timoneando; y en esa plataforma acondicionan “cam-
Bertholletia excelsa buches” donde comen y duermen el tiempo que dura la navegación río abajo. Eso sí,

Cedro amargo y cedro achapo


Cedrela odorata y Cedrelinga cateniformis

∙ 52 ∙
Made rabl e s

haciendo alto en los tramos donde se forman “moyas”, cada pero también la más escasa ya: la caoba (Swietenia
remolinos intransitables que los obligan a desarmar la macrophylla), árbol frondoso a partir del cual se fabri-
balsa, salir a tierra y pasar la madera en hombros has- ca la mueblería color vino más exclusiva y costosa del
ta el sitio donde el agua se tranquiliza de nuevo, para mundo, así como mandolinas y fagots para la música
seguir navegando. clásica. Tan apetecida es, que su existencia en la región
Para ser aserrador se necesita la rudeza y la tem- amazónica mermó en un siglo un ochenta por ciento.
planza propias de la zona. No obstante, estas mismas Otras especies brindan meramente una madera
tierras moldean también la sensibilidad minuciosa de pesada y sólida, motivo por el cual se destinan para
la estética. Así, se explota todavía, por ejemplo, la be- postes y columnas de las edificaciones, donde siguen
lleza del árbol palisangre (palosangre, palisanto, chi- de pie, ostentando la fuerza erguida que solía conferir-
mico o granadillo), que alcanza los cuarenta metros de les su dignidad salvaje. Ahí están por ejemplo el cuyubí,
altura y los ochenta años en la edad adulta, de aspecto conocido también como ahumado o acapú (Minquar-
rojizo y brilloso y que produce un aserrín colorado del tia guianensis); el andiroba (Carapa guianensis), y, más
que dice la mitología indígena que viene de la sangre hacia la región llanera, el palo boya
de una doncella sacrificada. La comunidad de los ticu- (Malouetia tamaquarina). Por su
nas emplea su madera en la talla de figuras y estatui- peso y solidez casi mineral sirvie-
llas inimitables, formas en granas de brillo intenso y ron igualmente para fabricar los
lisura perfecta que las hace parecer de cobre esculpido. puentes, que allá siguen siendo
Ahora, además de las antiguas criaturas mitológicas, insuficientes, y las traviesas de las
también fabrican animales salvajes o simples utensi- líneas del ferrocarril que nunca lle-
lios caseros, pues la talla del palisangre se volvió un gó hasta la selva.
modo de sustento para los indígenas y un referente También hay maderas livia-
turístico en Leticia. nas pero igual de compactas e im-
Con la doble faceta de lo rudo y lo bello, los ár- penetrables. Algunas comunidades
boles maderables de estas regiones pueden dividirse indígenas del Amazonas fabrican
en esos dos grandes grupos. De un lado, los de madera sus canoas y remos del árbol acha-
fuerte y pesada, y del otro, aquellos de madera liviana y po (Cedrelinga cateniformis), o, en
dócil para ser moldeada con preciosismo. la Orinoquia, del orejero (Entero-
Algunas especies suman las dos condiciones, y lobium schomburgkii). Y blancos y Mabaco
de ahí su prestigio. Como el caso del cedro, el árbol colonos las buscan para construir Attalea cf. racemosa
más codiciado sin duda, en las diversas clases en que embarcaciones grandes y carroce-
se lo describe: Guarea guidonia, conocida como bili- ría para camiones, dada su resistencia, equiparable a la
bil, trompillo o cedro macho; amén de Cedrela odorata, del cachicamo o aceite (Calophyllum brasiliense) o a la
Cedrela montana y Pachira quinata. Los cedros llegan del macano (Terminalia amazonia), de apenas quince
a ser colosos de sesenta metros de alto y troncos con metros y con una madera más parecida a un blindaje.
diámetros de hasta metro y medio. El encanto de su Para toda suerte de plataformas flotantes el
madera radica en que de ella se puede sacar belleza o preferido es el balso (Ochroma pyramidale), llamado
fuerza según se quiera: pues aunque es rígida y pesada, también balsa o palo de lana. Es un árbol de tronco
al mismo tiempo es moldeable. Así, con ella se elabo- larguirucho y ramas de torsiones bruscas que se in-
ran desde columnas y postes para soportar toneladas, crustan contra el horizonte extenso de los llanos, y
hasta guitarras y tiples de tallado minucioso y mesas y hacen parecer el cielo un fondo falso que confunde
molduras de fina ebanistería. la perspectiva. Su madera es compacta pero liviana
La madera de cedro fue la más explotada en el como la que más. Ninguna otra materia puede ser
pasado, junto con otra de fama global, aún la más bus- leve y sin embargo impenetrable.

∙ 53 ∙
Aserrador en el Igaraparaná

Vienen después especies menos recias que tole- tallados o las puertas y chapas hechas de cabo de ha-
ran el trabajo manual. Se dejan cepillar y tallar y sa- cha (Iryanthera tricornis) o de pino chaquiro (Podocar-
carles la gracia y la belleza para ver o para oír. Ahí está pus guatemalensis). Porque cuando los árboles se dejan,
el higuerón (Ficus maxima), del que salen las cajas de cada fragmento se aprovecha hasta el final; como pasa
resonancia para los timbales y percusión, o para los con el yarumo (Cecropia sp.), muy usado y explotado
estruendos rockeros de las baterías. Algo de esos ár- en la Orinoquia, porque hasta convertido en breves
boles sigue presente en nuestros cultos. Sin salir de la astillas sirve para fabricar fósforos.
música, mencionemos con menos decibeles los cantos Lo recio y lo hermoso, en suma, conforman las
de las misas católicas que los fieles del llano entonan, dos caras de ese tapete de árboles inexpugnables aco-
sentados sobre un laurel oloroso en forma de bancas modados en las cuencas del Orinoco y el Amazonas, y
de iglesia, y ante un Cristo clavado en una cruz de que según se quiera representan belleza o fuerza ilimi-
madera del cañafistol llanero (Cassia leiandra), con el tadas. Esa condición dual es su única y peculiar iden-
que se construyen la mayoría de los altares de la región, tidad. Para quienes los trabajan allá adentro ninguna
con detalles milimétricos y espléndidos. otra distinción vale, ni siquiera la de los latinajos con
La carpintería también aprovecha bastante esa que la ciencia los bautiza para catalogarlos; y mucho
madera amigable que se deja estriar en arabescos para menos entienden de nacionalidades, porque los árbo-
ornato de muebles y gabinetes, o sigue presente en les son del llano o de la selva, y solo eso, sin dar cabida
casas y edificaciones: desde los pisos fabricados con a embelecos políticos que trazan fronteras y divisiones
flormorado. (Erisma uncinatum), hasta los techos de que bajo su sombra milenaria se tornan fantasiosas,
laminados de volador (Ceiba samauma) y los marcos por no decir risibles.

∙ 54 ∙
Made rabl e s

En letra cursiva

La diversidad de especies botánicas con propiedades maderables que encontramos a la que pertenece el palosangre, chimico o granadillo
en las regiones de Amazonia - Orinoquia ocupa casi el cincuenta por ciento de los (Brosimum rubescens), el higuerón (Ficus insipida) y
árboles de esta zona. Presentan diferentes finalidades de uso, tales como la construc- el matapalo (Ficus donell - smithii), denominado así
ción, la ebanistería, las artesanías, la ornamentación, o inclusive algunos de doble debido a que tiende a crecer sobre otros árboles, a los
utilidad, como la medicinal y la maderable. que muchas veces estrangula. Una familia botánica
Teniendo en cuenta la gran variedad de especies maderables de ambas regio- con árboles tanto maderables como ornamentales es
nes, muchas comparten la misma familia botánica. Es el caso de las fabáceas, que la de las malváceas, de la que hace parte la balsa o palo
suelen producir una madera fuerte y resistente. El matarratón (Gliricidia sepium), de lana (Ochroma pyramidale), al igual que las muy
el achapo o achuapo (Cedrelinga cateniformis), el algarrobo (Hymenaea parvifolia), conocidas ceibas (Ceiba pentandra). Y la familia con
el orejero o dormilón (Enterolobium schomburgkii) y el sarrapio (Dipteryx rosea) son mayor cantidad de especies tanto maderables como
algunas de ellas. Muchos de los árboles maderables que producen maderas finas productoras de diferentes fibras para artesanías es la
y muy apreciadas pertenecen a las meliáceas, como el cedro (Cedrela odorata), el de las arecáceas, es decir, las palmas. Dentro de ella,
cedro macho o bilibil (Guarea guidonia) y la caoba o caoba americana (Swietenia cabría mencionar el chiqui chiqui o fibra (Leopoldinia
macrophylla). Las bignoniáceas hacen su aporte a este universo con el ocobo, flor piassaba), la milpesillo (Oenocarpus minor) y la palma
blanco o guayacán rosado (Tabebuia rosea) y el palo de arco (Tabebuia serratifolia). chúntaro (Aiphanes lindeniana), entre otras.
Y por el lado de las miristicáceas están el sangretoro o cumará blanca (Virola suri- A pesar de la gran variedad de especies madera-
namensis), de utilidad tan maderable como medicinal, el cual comparte la familia bles y de sus muchos individuos en ambas regiones, la
botánica con el cabo de hacha (Iryanthera tricornis). Otra de las familias botánicas tala excesiva los está llevando a la lista roja de especies
con una buena cantidad de especies maderables y medicinales es la de las moráceas, vulnerables o en proceso de extinción.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Apocináceas Malouetia tamaquarina Palo boya Maderable y artesanal
Bignoniáceas Jacaranda copaia Chingalé Carpintería, pulpa para papel y medicinal
Ocobo, florblanco, Construcción, ebanistería, ornamental
Bignoniáceas Tabebuia rosea 
guayacán rosado y antídoto contra mordeduras de serpiente
Combretáceas Terminalia amazonia Macano o amarillo Madera apreciada en construcción
Jaboncillo, orejero
Fabáceas Enterolobium schomburgkii Maderable y artesanal
o dormilón
Fabáceas Gliricidia sepium Matarratón Maderable y sus semillas se utilizan contra ratones
Cedro bastardo
Meliáceas Cedrela odorata Maderable y medicinal
o cedro amargo
Olacáceas Minquartia guianensis Acapú o ahumado Madera apreciada en construcción
Podocarpáceas Podocarpus guatemalensis Pino colombiano Maderable y artesanal

Urticáceas Cecropia sp. Yarumo Maderable y medicinal

∙ 55 ∙
Construcción en moriche
Mauritia flexuosa

Negocio a pa l o s
El mercado de productos forestales es el tercero más importan-
te en el mundo, después del petróleo y el gas. Esto ha hecho de
la Amazonia una muy atractiva fuente de material. El reto está
en conjugar su al parecer inevitable explotación con la garantía
de conservación y afectación mínima de sus especies. El asunto
no parece fácil: el ochenta y cuatro por ciento del territorio de
la Amazonia colombiana sigue siendo de bosques naturales,
Doble pa p e l y la superficie deforestada no llega al diez por ciento, pero la
El interior de un tronco de madera se conforma básicamente cifra sigue en aumento. Entusiastas cálculos económicos hablan
por dos clases de materia. En primer lugar está la llamada de un potencial maderable de la región representado en 3.238
albura, conformada por las partes exteriores, es decir, las capas millones de metros cúbicos de madera; de esos, el cuarenta y
de crecimiento más reciente. Este es el tejido activo biológica- dos por ciento pertenece a especies comerciales, y un porcentaje
mente, que sirve como transmisor de agua y sales al organismo casi igual, el cuarenta por ciento, corresponde a árboles de valor
vegetal.En segundo lugar está el denominado duramen, ubicado y propiedades desconocidos hasta la fecha. Y es que todavía hay
en el centro, y que es esa materia formada por células muertas, mucho por saber de estos árboles de la selva, antes de empezar
acumulada en el interior por el crecimiento centrífugo del a derribarlos para ponerles precio.
tronco. De cada una se extraen sustancias, entre medicinas,
alimentos y resinas, según la especie.
Esa diferencia de componentes de la madera, en la Ori-
noquia y la Amazonia se aprovecha para obtener de algunas La i l e g a l i da d to ca m a d e r a
especies la llamada pasta o pulpa de celulosa, de la cual final- El tráfico ilegal de la madera, esto es, la tala y el comercio de
mente se fabrica papel. Abundan en estas regiones especies que, especies protegidas sin los controles de la ley, motivo primordial
además de maderables, entran dentro del grupo de las llamadas del acelerado proceso de extinción de estos. Según datos del
maderas pulpables. Ministerio del Medio Ambiente, el cuarenta y dos por ciento
El proceso de extracción es complejo. Empieza por des- de la madera que circula en el país tiene un origen ilegal. Solo
cortezar los troncos, astillar el duramen y tratarlo químicamen- en la Orinoquia, cada año se talan ilegalmente nueve mil tres-
te para la obtención de pulpa. La técnica data apenas del cientas hectáreas de bosque. Las especies más apetecidas para
siglo xix y propició un papel más barato que facilitó muchas el comercio ilícito son el machaco, el cañafistol, el guayacán
clases de publicaciones, entre ellas, por dar un ejemplo, las rosado u ocobo, el flormorado y, en primerísimo lugar, el cedro
revistas y librillos norteamericanos del llamado género pulp (Cedrela odorata), cuya madera puede llegar a tener un valor
fiction, que debe a ello su nombre. comercial diez veces mayor que las demás. Su prestigio se torna
En la Amazonia y la Orinoquia las principales especies triste y lo lleva a encabezar de lejos, junto con el árbol caoba, la
al mismo tiempo maderables y pulpables son el cedro macho lista de los árboles maderables en mayor peligro de desaparecer,
(Guarea guidonia), el pino colombiano o pino chaquiro (Po- según el Libro rojo de las plantas de Colombia, publicado en el
docarpus guatemalensis), el tara (Simarouba amara) y el volador 2006 por el Ministerio del Medio Ambiente y el Instituto
(Ceiba samauma). Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi.

∙ 56 ∙
Made rabl e s

Piedemonte e interfluvios
Por piedemonte se conoce al sitio donde la llanura termina y empieza la montaña. En el
Meta y el Casanare muchos de los primeros pueblos se fundaron allí. Y en esa zona, en
la llamada selva del piedemonte llanero, se encuentra una rica diversidad botánica. Exis-
ten más de veinte especies de palmas y ciclantáceas de grandes hojas, como la popular
iraca de los sombreros. Dominan, sin embargo, las especies de leguminosas, dentro de
las cuales se ubican diversos maderables como el orejero, el ojo de venado y el sarrapio.
Y junto con ellos, en esa franja que bordea el retoño de la montaña, se encuentran otros
de los maderables más preciados de la Orinoquia como el guayacán rosado, también
conocido como ocobo, el laurel oloroso, el cabo de hacha, el achapo y el peine de mono
o peine de mico.
En la Amazonia, las zonas de mayor aprovechamiento forestal son las áreas
de influencia de los grandes ríos como el Amazonas, el Putumayo, el Caquetá y el
Apaporis. En sus interfluvios se localizan especies que toleran los sitios inundables.
Predominan las familias lecitidáceas, como la del carguero o cocomono, y las cesalpi-
náceas, actualmente mejor conocidas como fabáceas, como es el caso del algarrobo, el
matarratón y el bejuco barbasco. Por interfluvio se entiende el espacio intermedio entre
los cauces deprimidos por los que corren las aguas. Los maderables más aprovechados
en esas zonas son el sangretoro, el cabo de hacha, el cedro y algunas lauráceas como el
Cedro amargo palo de rosa y el sombrilludo. Todos ellos, por su precio, justifican el transporte a lugares
Cedrela odorata distantes como Puerto Leguízamo, Florencia o Leticia.

El más durable
La mueblería de madera del árbol cuyubí o ahumado puede durar varias generaciones sin
deterioro alguno. Para Hermes Guaynas, un viejo aserrador que hace parte del resguardo
indígena Yaguara II, en el Caquetá, esta es su madera preferida; y asegura que hasta ahora
nadie ha podido saber a ciencia cierta cuánto tiempo pueden durar los muebles que se le
sacan. Hace diez años que prohibieron allí su comercio dado el agotamiento de la especie,
porque no quieren perderla por completo. Guaynas cuenta que la medida recibió el apoyo
hasta de los grupos armados ilegales. Pasó tanto tiempo sin que nada les sucediera, que él
ya perdió la cuenta de la edad de algunos de los primeros gabinetes que hizo para su casa,
que en todo caso iba ya como en sesenta años. Siguen intactos. Dice que, a ese paso, los
mismos gabinetes se van a poder reutilizar para su ataúd.

Caracolí
Anacardium excelsum

∙ 57 ∙
Andén
orinoquense

ay un silencio pertinaz en este entramado de caños y de canales y de manan-


tiales que van buscando ríos para entregarles sus aguas tranquilas, hasta que al
final todos terminan tributándoselas al Orinoco, este gigante que con sus dos
mil ciento cuarenta kilómetros es el tercer río más caudaloso del mundo y que aquí
señala el límite de Colombia con Venezuela.
Todos, digo, que son tantas aguas de tantos colores y de tantos nombres que
parecen reunidas aquí todas las aguas del mundo. Mansas, anchas, la mayoría;
ariscas otras cuando gritan en forma de remolinos, porque en sus lechos duermen
desde hace millones de años los vestigios de las inmensas afloraciones rocosas que
son el segundo rasgo de identificación de esta región del
andén orinoquense. Entre Inírida y Carreño, al occidente del
Aguas, su primera característica: son caños y canales Orinoco, por donde cruzan ríos y retumban
infinitos, membranas por las que van los muy expertos na- raudales. Ahí, aquí, en plena estrella fluvial
vegantes para penetrar la selva. Por esos hilos de agua, bor- de oriente, esta subregión prodigiosa
deados de esteros y vegetaciones espesas, se llega a lejanías
después de días de bonga, casi siempre en silencio, en compañía de indígenas cu-
rripacos, puinaves, cubeos casi siempre, capaces de identificar de dónde proviene la
algarabía de una selva muy activa en la que hay al menos noventa especies de aves y
quién sabe cuántas clases de animales, sobrevivientes de aquel exterminio que tuvo
nombre: tigreros y canaguaros se llamó para siempre a quienes en la década de los
años cincuenta y sesenta del siglo pasado se dedicaron en estas selvas al extermino de
panteras, jaguares, caimanes, babillas y, en la misma bolsa, loros, guacamayas, garzas
blancas. Fueron cazadores que asolaron al Guainía de Colombia; hordas brutales

∙ 58 ∙
An dé n or i no q ue n s e

Ceiba entre tepuyes


Ceiba pentandra

Horquetero orinocense
Tabebuia orinocensis

Flor de Inírida en invierno


Guacamaya superba

∙ 59 ∙
Palo de aceite
Copaifera pubiflora

que buscaban en qué ocuparse tras el desempleo en el menos que un mar cuando hacen un delta. Aquí, en
que quedaron después del apogeo del caucho. este lugar en el que solo los mejores navegantes distin-
Otro allanamiento, no a machete y sangre, tuvo guen el color de las aguas, se forma la estrella fluvial de
lugar en estas tierras de amaneceres que permiten ver oriente, conocida también como la estrella fluvial de
al trasluz la magnitud de algunas de las ceibas más Humboldt, en honor, claro, al naturalista que constató
grandes imaginables; otro allanamiento, de tipo reli- su majestuosidad en alguna de sus exploraciones por la
gioso. Las Misiones Nuevas Tribus, orientadas por una manigua. Y más arriba —remontando el Orinoco ha-
catequizadora de nombre Sophi Müller, penetraron cia el Vichada colombiano, por los setenta kilómetros
jungla adentro para traducirles a su lengua la Biblia a que componen lo que se llama la subregión de andén
los indígenas. Fue también en la mitad del siglo xx, y orinoquense—, más allá de este mar que se forma en
la tozuda señorita Müller, de origen alemán e hija de esta confluencia, corren otros ríos: Bita, Meta, Tuparro,
un pastor protestante, conquistó conciencias, introdu- Tomo, Matavén, Vichada.
jo una nueva moral, vendió miedos y erradicó costum- Todo esto sucede en la margen occidental del
bres, hasta conseguir que el Guainía fuera el primer río Orinoco, entre dos extremos con nombres propios:
departamento evangelista de Colombia. Puerto Inírida y Puerto Carreño, sobre una superficie
Hablaba de aguas. De caños —el Bocón, el Gua- casi plana, apenas sobresaltada, bellamente sobresal-
rivén, el Cunuben— y de otras aguas, muchas, profun- tada, cada rato sobresaltada, por aquellas afloraciones
das, que van por ríos que se llaman Inírida, Guaviare, rocosas que llaman con la voz indígena de tepuyes
Atabapo y Orinoco y que en un punto se vuelven poco (montañas), que forman parte del Escudo Guyanés

∙ 60 ∙
An dé n or i no q ue n s e

y que tienen una edad geológica que viene desde el cinas, al igual que el platanillo de monte, que también
comienzo de los tiempos, desde la formación misma se sirve en una y en otra, o el platanillo rojo, que es
del planeta Tierra. Por, eso cuando se recorren estas elemento ornamental en las dos cuencas. Todos ellos
sabanas al norte, o se ingresa a la manigua a través de ejemplos de la diversidad compartida, en la que por
los esteros al sur, se está en la zona de los tatarabuelos su tamaño sobresale el higuerón o yanchama, que es
de los bosques del mundo. tanto maderable como medicinal.
La edad de la zona es de dos mil millones de años Al sur de este andén, en la parte amazónica,
y es significativa por cuanto marca la consolidación del manda la vegetación de bosque de galería, que es la
continente suramericano. Esa —la de los montes de roca, que crece en la cuenca más próxima a los ríos, con
como los llaman también— es la segunda característica árboles que alcanzan hasta veinte metros de altura,
de esta zona, la más oriental de Colombia y que, pese a muchos de ellos maderables, como el matarratón, el
todo, a la cacería hasta el exterminio, a la deforestación algarrobo, el barbasco y el yopo. Abundan también los
para asentar ganaderías en la parte de la sabana, a la frutales de las malváceas, como el cacao, el cacao de
explotación sin control del coltán, el nuevo oro; pese monte y el copoazú. Pero quizás el
a todo eso, sigue teniendo algunos de los ecosistemas principal aporte a la alimentación
menos intervenidos por la acción del hombre. de los nativos lo hacen las eufor-
Es una región en muchas partes intocada y que biáceas, entre las que sobresalen la
permite, por ejemplo, una perspectiva que es casi una yuca brava y el cacay.
alucinación. A la salida de Inírida, hacia la sabana, en Además de los esteros, en el
cuyos suelos arenosos y húmedos crece como en nin- paisaje de las orillas de los ríos y los
guna otra parte del mundo la flor de Inírida en sus caños se destacan las ceibas. Enor-
dos especies, Guacamaya superba y Schoenocephalium mes en la parte amazónica del an-
teretifolium, se encuentra un cerro de roca muy exten- dén orinoquense, aparecen impo-
dido que es lugar de paseo de los locales. Cerro e’Sapo nentes y sanas en los recodos de los
se llama el sitio, y basta mirar en redondo para com- ríos, en compañía infaltable de las
probar cómo allí se produce el quiebre entre la cuenca palmas, que muestran el vigor mi-
del Amazonas y la del Orinoco. Hacia el nororiente, lagroso de las arecáceas, ya que de
la planicie con su vegetación escasa de árboles espa- ellas se extraen aceites, alimentos y
ciados; hacia el suroccidente, la jungla, con su bosque materiales para las artesanías: cho- Níspero o guayabo de pava
denso y sus nubes de aguaceros. tanduro, milpesos, moriche, cham- Bellucia grossularioides
La llaman zona de transición, porque va desde la bira y zancona forman parte de
altillanura hasta el borde de la selva, y todo eso a bordo la variedad de palmas que es fácil identificar al paso
del macizo de las Guayanas, lo que hace de esta región cuando vas navegando estos ríos amplios y limpios de
el vientre de creación y difusión de cientos de especies troncos náufragos u otros residuos vegetales, insólita-
de flora y fauna. Un milagro. mente limpios de ellos, estos ríos que corren hacia el
Esta vecindad, esta consanguinidad entre Ama- Orinoco con sus aguas a veces teñidas de rojo por los
zonas y Orinoco, guardadas las diferencias de suelos, taninos que arrancan del monte a muchos árboles.
les permite compartir una infinidad de plantas, una Sobre el lomo rojizo del Inírida se navega unas
comunión botánica que está bien expresada en este dos horas para llegar al asombro. En uno de sus re-
andén orinoquense. El mango, por ejemplo, o el ma- codos aparecen los cerros de Mavicure, tres rocas
lagueto (Xylopia aromatica), que en ambos territorios grandes como montes, manifestaciones del también
tiene uso medicinal. La palma real crece sin distingos llamado macizo Guayanés o Guyanés. Pajarito es la
a lado y lado, así como el arizá (Brownea ariza), una máxima altura, setecientos treinta y seis metros, y so-
fabácea; y gran variedad de ajís, básicos en las dos co- bre sus laderas ha obrado el reino vegetal lenta pero

∙ 61 ∙
Cerros de Mavicure
Vegetación adaptada a suelos rocosos

persistentemente, al punto de que aquí, como en todos pueden pescar en sus ríos. O de hoja, gancho rojo, raya,
los otros fenómenos minerales, incluida la serranía de corredora, pampanitas o pencil, como se llaman algunos
Chiribiquete, hay claramente vivas y en reproducción de los peces ornamentales que también nadan por allí.
especies de Vellozia, Paepalanthus, Mandevilla, Cissus De eso se habla. De la Reserva Nacional Natural
y Eleocharis, que han crecido en condiciones muchas Puinawai, en el Guainía, y del Parque Nacional Natu-
veces inhóspitas —estresantes, les gusta decir a los ral El Tuparro, que abarca quinientas cuarenta y ocho
botánicos—, adaptadas a la escasez de nutrientes, y a mil hectáreas, en el Vichada, la mayor parte de ellas, el
pesar de esto muchas de ellas viven en las cúspides o setenta y cinco por ciento, en forma de sabanas, de lla-
laderas de las rocas. Son endémicas. nos, y el resto como bosques de galería, afloramientos
Pero no se habla de condiciones hostiles cuando se rocosos y largas y anchas comunidades de morichales.
habla de esta franja occidental del río Orinoco. Se habla Y cuando se habla del andén orinoquense, se habla
de vegetación apabullante, incluso en la sabana repleta también de mil quinientas sesenta y ocho especies de
de setas y sombreada por chaparros. Se habla de bocón, plantas vasculares y ciento cuarenta y cuatro de criptó-
morocoto, palometa, valentón, curvinata y sapuara, que gamas, que son las últimas estadísticas que se conocen
son algunos de los dieciséis peces comestibles que se de su inventario vegetal.

∙ 62 ∙
An dé n or i no q ue n s e

En letra cursiva

Al hacer límite con la región Andina y la Amazonia, este andén orinoquense repre- Estimados por sus frutos alimenticios y por su
senta una altísima diversidad de especies botánicas y animales, debido al cruce entre capacidad maderable, cabe mencionar al almendro
regiones. De hecho, son los lugares donde quizás se da la mayor cantidad de especies (Caryocar glabrum), una cariocarácea, y al cacay o inchi
de los reinos animal y vegetal en el país. Entre la inmensa variedad de plantas sobre- (Caryodendron orinocense), una euforbiácea. Con un
salen aquellas que decoran la región por sus tamaños y colores y por sus finalidades valor maderable y medicinal encontramos al chaparro
de uso. Para la extracción de aceites, de fibras vegetales, e incluso utilizadas como o curata (Curatella americana), una dileniácea, y al
alimento, se reconocen las palmas. Las arecáceas, como el cumare o chambira (As- higuerón o yanchama (Ficus maxima), una morácea.
trocaryum chambira), la palma zancona (Socratea exorrhiza), el chontaduro (Bactris Apreciados en la mesa, encontramos al ají (Capsicum
gasipaes), el moriche (Mauritia flexuosa) y el seje o milpesos (Oenocarpus bataua). annuum), una solanácea, y el mango (Mangifera indi-
Apreciadas por su capacidad maderable y con sus semillas casi siempre ornamentales ca), una anacardiácea.
están las fabáceas como el chocho o macucú (Ormosia fastigiata), el jaboncillo, ore- Además sobresalen allí aquellas plantas que con
jero o dormilón (Enterolobium schomburgkii), el palo cruz o arizá (Brownea ariza), el sus flores ornamentan el paisaje orinoquense, como es
matarratón (Gliricidia sepium), el yopo (Anadenanthera peregrina), la yuca o yuca bra- el caso de las heliconias, tal la reconocida popularmen-
va (Manihot esculenta) y el algarrobo o copal (Hymenaea parvifolia). Y altísimamente te como platanillo rojo (Heliconia sp.), además de las
apreciadas por el sabor de sus frutos, están las malváceas como el cacao de monte vellozias (Vellozia tubiflora), y la flor de Inírida, que
(Theobroma subincanum), el cacao o chocolate (Theobroma cacao) y el famoso fruto siempre encanta con sus fuertes colores rojizos, catalo-
amazónico denominado copoazú (Theobroma grandiflorum), los cuales pertenecen a gada en sus dos versiones como Guacamaya superba y
la misma familia botánica de las grandísimas ceibas (Ceiba pentandra). Schoenocephalium teretifolium.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Alimento, producción de palmito y utilizado
Arecáceas Bactris gasipaes Chontaduro, pijiguao
en construcción
Arecáceas Oenocarpus bataua Seje, milpes, milpesos Construcción y alimento
Euforbiáceas Manihot esculenta Yuca, yuca brava, Alimento
Fabáceas Anadenanthera peregrina Yopo Medicinal, maderable
Fabáceas Gliricidia sepium Matarratón Maderable, medicinal
Fabáceas Hymenaea parvifolia Algarrobo, copal Maderable
Malváceas Ceiba pentandra Ceiba, chivecha Maderale, medicinal
Malváceas Theobroma cacao Cacao, chocolate Alimento
Malváceas Theobroma grandiflorum Copoazú Alimento
Schoenocephalium
Rapateáceas Flor de Inírida de verano Ornamental
teretifolium
Rapateáceas Guacamaya superba Flor de Inírida de invierno Ornamental

∙ 63 ∙
Perfil

El sabio S chultes

que usaban los indios de Oklahoma, el conocimiento del sistema nervioso central y
en Estados Unidos. Y se fue metien- la mente humana. Tuvo para ello experiencias
do: pasó a querer saber cómo era la visionarias de la mano de un chamán en el
relación de los indígenas de Mé- valle del Sibundoy, en donde vivió tres sema-
xico con los hongos y fue bajan- nas con un grupo de kofanes. Y padeció sin-
do hasta llegar a la hoya amazó- sabores: la experiencia del estudio del caucho,
nica que exploró para hallar lo contratado por el gobierno de su país, resultó
que no sabía que estaba buscan- ingrata. Identificó ciento veinte mil árboles,
do en plantas medicinales, nar- pero esto no compensó la amargura que le
cóticas y venenosas. Así llegó a causó mirarle la cara al horror del trato brutal
su terreno favorito: el estudio que recibieron los indígenas por parte de sus
de la vegetación psicoactiva y explotadores. Esa lección, más accidentes aé-
psicotrópica. reos, ataques de malaria, naufragio de embar-
Con un Ph.D. recibido en caciones, asaltos de delincuentes, disturbios
Harvard (universidad que, con su familia y la civiles, disentería y beriberi, fueron parte de
selva, constituyeron la trilogía de sus amores la historia de Schultes. Una historia que tam-
Richard Evans Schultes eternos), Schultes escogió en 1941 a Bogotá bién incluye haber trazado rutas de ríos que
como sede alterna y escala hacia las selvas no estaban en los mapas y vivir entre tribus
No habrían exagerado quienes lo del Vaupés que fueron las que al comienzo lo que nadie sabía que existían. Y explorar pá-
hubieran descrito como un adicto a la sel- arrebataron. Venía a estudiar el veneno de las ramos y sabanas de la región Andina. Publi-
va. Había que advertir cómo Richard Evans flechas. Pero como su curiosidad era tan viva có más de cuatroscientos cincuenta artículos
Shultes abría los ojos y cómo arqueaba las como la selva misma, llegó a esa meta y siguió. científicos y diez libros, entre ellos Plantas de
cejas cuando ante él se aparecía ese muro ve- Su incursión en el Amazonas duró doce años los dioses, con Albert Hofmann, considerado
getal, insondable, que es la manigua. Quien en los cuales recolectó cerca de treinta mil el mejor texto sobre vegetación alucinógena.
mejor definió esa relación de este bostoniano especímenes de plantas, descubrió más de Una vida dedicada al conocimiento.
de nacimiento y de corazón amazónico con la trescientas especies medicinales desconoci- Hasta su final, a los 86 años, cuando era direc-
selva, fue Gerardo Reichel-Dolmatoff, el mí- das hasta entonces, ciento veinte de las cuales tor del Museo Botánico de la Universidad de
tico antropólogo, quien dijo que Schultes era fueron bautizadas con su nombre, y, de su tra- Harvard. Una vida de búsqueda inspirada en
un mediador. A través de él, miles de plantas bajo con chamanes de distintas etnias, extrajo su héroe, Richard Spruce, un botánico inglés
de la Amazonia se incorporaron a la botánica, conocimientos sobre más de mil quinientas del siglo xix que vivió y trabajó en el Ama-
y nadie mejor que él ha hecho entender la re- especies apreciadas por los indígenas por sus zonas durante diecisiete años. Y una vida —la
lación entre la naturaleza y los hombres. virtudes medicinales, narcóticas y venenosas. de Schultes— que ha ido dejando una estela
Schultes estuvo sesenta años en esas. La Estos hallazgos lo llevaron a ser un de- de émulos. Wade Davis, el primero entre ellos
seducción lo invadió cuando siendo un estu- fensor de las plantas alucinógenas para com- que siguió sus pasos —los de Schultes— para
diante de pregrado se preguntó por el peyote prender su composición química y avanzar en concebir el prodigioso libro El río.

∙ 64 ∙
Morichales
El paisaje más asiduo
de la Orinoquia

∙ 65 ∙
Los sonidos
de la selva

ice el indio, con su sencillez, que no hay nada más bello que el silencio que
precede a la melodía: esa sensación de abismo que genera la espera de la
primera voz. Una voz que suena como los pájaros o como los monos, o que se
viste de semilla para simular el trasegar en el racimo y sus vaivenes contra el viento.
Es la música de la Amazonia adentro. De esa marea verde y hermética, oscura
y viva, e inundada, que nos cuelga del sur, inconquistable. Es el relato mismo de una
región que solo conocen bien los indios, y que suena imparable con los ritmos más
diversos, con escalas únicas y armonías que dictan, desde tiempos sin memoria, los
árboles que son millones, el viento abundante que corre a través, los animales —in-
quietos— y, sí, también el hombre.
Es la canción que comienza con multitud de hombres y Casi todo árbol y toda planta, en la
mujeres previos a la conquista, hace cuatro, cinco siglos, dedi- inmensidad de este océano verde, se usa para
cados a la recolección minuciosa de todo lo que la naturaleza la comunicación. Y casi todo ello, más las
abasteciera. De una casa grande llamada maloca en la que semillas, se usa para sacar música
todo pasaba y pasa, todo convivía y convive, todo se devolvía y
se devuelve. De cientos de miles de familias que, no obstante las distancias y los abis-
mos invisibles, se conocían y se conocen, se comunicaban y se comunican, con el más
simple y primigenio tam-tam. Todo apunta a la supervivencia elemental. Al anuncio
de las noticias de una nueva familia, de la muerte de aquel, de la caza de aquellos. Y
en todo esto, los árboles, la materia prima para toda forma de comunicación.
De la necesidad primera, un instrumento: el juarai o maguaré, dos troncos de
casi dos metros de extensión a los que los huitotos y otras comunidades selváticas
—que se extienden hasta los límites con los llanos, en el norte de la Amazonia— les

∙ 66 ∙
M ú s ic a

Charapillo
Dipteryx cf. micrantha

Tamparo
Crescentia cujete

Capacho
Canna sp.

∙ 67 ∙
Semillas Guadua y semillas de quirilla Totumo
Crescentia cujete

queman el corazón, la pulpa toda, y cuyo fuego van controlando con compresas de hojas
frescas hasta lograr dos estructuras huecas y ricas en tonalidades. Un instrumento imponente
y brillante hecho con maderas duras como las del comino real (Aniba panurensis), que llega
a los quince metros de altura, o como las del Brosimum lactescens, que alcanza los cuarenta y
cinco metros hacia arriba y hasta uno de diámetro, y que en no pocos rincones de Colombia
se conoce como guáimaro o árbol vaca. Le acompañan dos mazos construidos con las mismas
maderas y cubiertos con un subproducto del Hevea brasiliensis o caucho, material en el que los
indígenas del sur son maestros —tal vez porque también fueron esclavos—.
Primario, difícil de fabricar y casi mágico en su sonar es este instrumento que simula a la
campana de Occidente en su llamado ceremonial, y que, según investigadores como Luis An-
tonio Escobar, acompaña desde la recolección de frutos hasta la presentación ritual. Dicen que
en ese aparente silencio de la selva puede escucharse a kilómetros, y que su manipulación, solo
confiada a ciertos personajes del grupo familiar, convoca a decenas de hombres para eventos
sociales y rituales.
Pero el maguaré es uno solo. Macho y hembra, como se conoce a uno y a otro tronco
por sus sonidos graves y agudos, son apenas el comienzo de un conjunto de instrumentos
que llenan de vida a la Amazonia entera. Y como casi todo es un símil de lo que ocurre en la
selva, aparecen implementos ceremoniales como los sonajeros y las flautas, llenas de sonidos
y escalas, de colores, de usos.
El de los primeros es un sonido ligero que simula al agua las más de las veces, y que
Semillas de entada acompaña ceremonias tan precisas como el nacimiento de una niña. Arbey Jaibar, artesano

∙ 68 ∙
M ú s ic a

chamí del sur del Caquetá, los fabrica con Mucuna Y fue con ellos, con los religiosos, con los que no
sloanei o congolo, la semilla de un bejuco trepador que sabían hasta dónde iban a pastar sus miles de cabe-
recibe también el nombre de ojo de buey y que llega zas de ganado, que llegaron también músicas lejanas
a grandes alturas buscando la luz del sol. Las semi- y acogedoras, y en ese intercambio de cosmologías,
llas son unidas con paciencia por mujeres y niños con los sonidos andaluces, los bailes flamencos. También
cuerdas de Astrocaryum chambira, o chambira a secas, la guitarra.
el producto de una palma nativa y abundante que sir- Fue el inicio de un conjunto de transformacio-
ve también para el vestuario de las comunidades de la nes que llevó con muchos años a la confección de una
selva. Tienen, además, decenas de variaciones, como nueva identidad de región. Una hecha de mestizaje,
el firisai, un bastón percutor o vara sonajera, también del joropo como máxima expresión, y, por esa vía, de
usada en eventos especiales. cantos a las intensas jornadas de vaquería, al afán de la
Las flautas, por su parte, son muchas y tan be- producción de los clérigos, a la alegría de los amores
llas como lo permitan los árboles con sus hojas, frutos posibles y al dolor de los imposibles. Al calor húme-
y cortezas que, además de sonares, regalan colores: el do, al control de la tierra, al pájaro
jugo de las hojas de fríjol tierno para el verde intenso, que canta de noche como presagio
o las hojas de la misma planta ya madura para el ama- o como bendición.
rillo. También el laurel, poblador abundante de casi Y allí, de nuevo, los árboles:
todo el territorio colombiano. Desde las más simples, el insumo para la construcción de
fabricadas con Arundo donax o carrizo —especie de haciendas para el control de los
caña muy utilizada por los yakunas, makunas y tani- indios, que fueron cada vez menos;
mukas—, hasta la flauta de pan de los sikuanis de Bo- la materia exacta para el diseño de
ponae en el Vichada, cada aerófono tiene un sentido corrales, de herramientas para el
ceremonial y hermoso. Acompañados siempre de los trabajo, y, claro, para la fabricación
más diversos idiófonos, como las maracas de los cuivas de los nuevos instrumentos para
o las del pueblo piapoco, animan la fiesta de la vida, traducir su sentir, casi todos inter-
de la naturaleza y de la supervivencia en ese grueso e pretados con cuerdas.
impenetrable ensamble de natura que llamamos Ama- Así, pronto el guitarro, como
zonia. Ese hermano viejo y sabio que se abre de norte lo nombraron a su llegada los na-
a sur, y de sur a norte, y que en ese camino se entrega tivos, se convirtió en muchas otras Flauta bambú
a los Llanos Orientales, el hogar de la vaquería, la casa cosas, como el cuatro, y más allá,
de otros sones que rememoran amores y calor, un calor en la bandola pin-pon y el bandolín, estructuras con
intenso, antes de encaramarse a las frías alturas de la cajas de resonancia en forma de pera que necesita-
cordillera Oriental. ron de las maderas justas para su fabricación, y que
La fórmula pareciera simple: la música, como el eran las responsables —aún lo son— del componente
clima mismo, se hace viva y se acelera en el camino melódico y armónico de los conjuntos típicos llaneros.
que lleva desde la cordillera hasta los llanos. Allí estaba por fortuna la gran despensa, la extensa
Fue la música una estrategia utilizada por no llanura repleta de árboles, y entre todos ellos, abun-
pocas misiones cristianas que llegaron temprano en el dante granadillo. Además, una suerte de palo de rosa
siglo xvi a esa vasta región que nos une como siameses —muy escasa por demás— que ofrece una dureza pre-
con Venezuela y el Escudo Guyanés, y que satura de cisa y prolonga las notas de manera especial.
calor a todo cuerpo que se le arrime. Receta que fun- También las semillas, cortezas y frutos se unie-
cionó bien y convirtió a los jesuitas en los terratenientes ron a esa fiesta desbordada de melodías. Las prime-
y empresarios más poderosos de ese gran trozo de natu- ras, tal vez, fueron las maracas, el legado incómodo de
ra en esa que todavía no se llamaba Colombia. esa parte indígena del llanero. Incómodo, sí, porque el

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Maguaré
Instrumento que se obtiene del charapillo

mestizo ha pretendido ser otro siempre, y lo demues- o con pino y otras maderas perdurables que evitan el
tra, dicen los folcloristas, la conformación espacial rumor metálico que desdeñan los fabricantes de toda
misma del conjunto llanero: el maraquero, hasta no la vida. Un instrumento que se volvió nuestro a fuerza
hace mucho, siempre iba de pie. “Oficio de maraquero de mucho sonar, y que incluso reemplazó en el conjun-
/ oficio pa’ condenao / que los músicos se sientan / y el to típico llanero al bandolín.
maraquero parao”, dice un tradicional joropo. El ensamble de todas esas voces juntas describe,
Fabricadas con Crescentia cujete, calabazo o to- como nada más puede hacerlo, a los Llanos Orientales
tumo, las maracas aportan ese golpe rítmico incan- de hoy: a esa Orinoquia que es indígena y mestiza y
sable al conjunto de cuerdas de los llanos. Adentro blanca también. A esa tierra que baila, vibra y se re-
se deslizan decenas de achiras, o capachos —Canna godea en la riqueza de sus suelos, en sus dignísimas
indica—, y en su confección primaria eran decoradas labores diarias, en el calor que los convirtió en una for-
con plumas y no tenían mango. Su nombre proviene taleza cultural tan vasta como la planicie misma, y que
del río Maraca, dicen, que desemboca en la margen suena a joropo, seis, seis por ocho, atravesao, numerao,
derecha del Amazonas, y que era una suerte de dios zumba-que-zumba, galerón o figurao.
para comunidades como la sikuani, tan lejana, pero tan Todo nace por el hombre, dice Fernando Gaitán,
cercana a los garrotazos de la colonización. artesano sikuani del Vichada. “Pero todo se lo debe-
Hoy todo se une a la voz de un extranjero: el arpa, mos a la tierra, a la madre”, agrega. Y la prueba es esta
construida con Cedrela odorata, de las meliáceas, cono- música hecha por el hombre, el de siempre, con los
cido como cedro amargo, cedro rosado o cedro macho, regalos que otorga la naturaleza.

∙ 70 ∙
M ú s ic a

En letra cursiva

De viento, de cuerda o de percusión, casi todos los intrumentos musicales nacen o el cedrillo (Trichilia pallida) y el cedro o cedro amar-
nacieron a partir de los materiales ofrecidos por las plantas. Algunas de las especies go (Cedrela odorata) al igual que la nuez mantequilla
con fines similares hacen parte de una misma familia botánica. Con especies tam- (Caryocar nuciferum), una cariocarácea reconocida
bién maderables y utilizadas para la elaboración de instrumentos de percusión, están especialmente por los aceites de su nuez.
las bignoniáceas, de la que hacen parte el palo de arco o asta de venado (Tabebuia Por lo apreciado de sus maderas para la elabora-
serratifolia) y el totumo o calabazo (Crescentia cujete). Fabáceas, como el ojo de vena- ción de diferentes instrumentos de percusión, se pue-
do u ojo de buey (Mucuna sloanei) y el fríjol (Phaseolus sp.), complementan muchos den nombrar moráceas como la yanchama o higuerón
de estos instrumentos de percusión. Los instrumentos de viento provenientes de las (Ficus maxima) y el árbol vaca o guáimaro (Brosimum
poáceas tienden a tener un menor tamaño, como es el caso de los elaborados con lactescens). Como producen un látex que algunas ve-
junco o carrizo (Arundo donax). ces se usa para tratar diferentes enfermedades, ambas
Algunas de las especies botánicas utilizadas para la elaboración de elementos especies también aparecen en la medicina tradicional.
de percusión también son apreciadas por la resistencia y calidad de sus maderas. Es En cambio, el látex que suele ser utilizado para la
el caso de ciertas lauráceas, de las que hacen parte el loiro, miratava o medio comino fabricación de ciertos instrumentos se extrae de la es-
(Aniba panurensis), denominado laurel en este territorio de Amazonas - Orinoco pecie Hevea brasiliensis, conocida popularmente como
(Endlicheria sp.), y el palo de rosa (Aniba rosaeodora). Con una madera fuerte y de caucho o siringa, la misma especie utilizada antigua-
gran demanda en el área de construcción, también encontramos meliáceas como mente para hacer neumáticos.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos

Arecáceas Bactris gasipaes Chontaduro, pijiguao Alimento, producción de palmito y construcción

Bignoniáceas Crescentia cujete Totumo, calabazo Artesanal y medicinal (afecciones respiratorias)


Palo de arco, asta de
Bignoniáceas Tabebuia serratifolia Maderable y medicinal contra hongos
venado
Cannáceas Canna indica Achira, capacho, bandera Artesanal, ornamental
Ojo de venado, ojo de
Fabáceas Mucuna sloanei Medicinal, ornamental
buey
Lauráceas Aniba rosiodora Palo de rosa Maderable
Malváceas Ochroma pyramidale Balso Maderable, apreciada por su liviana madera
Moráceas Brosimum lactescens Árbol vaca, guáimaro Maderable y medicinal para resfriados
Moráceas Ficus maxima Yanchama, higuerón Extracción de fibras y medicinal antiparásitos
Elaboración de instrumentos de vientos
Poáceas Arundo donax Junco, carrizo
y como antidiurético

∙ 71 ∙
L a m ag i a del
Y u ru pa r í
Tal vez uno de los mitos más bellos del
Amazonas adentro cuenta la historia
de Yuruparí, un niño tan bello como
el sol, hijo del sol mismo, fecundado
por los jugos del pihycan —la piquia
o Caryocar nuciferum, una nuez de
la selva— en el vientre de su madre, Totumo
conocida como la réplica terrenal y Crescentia cujete
exacta de las Pléyades del cielo. Un
pequeño que creció invisible e invenci-
ble, y que tras muchos años reapareció Los g ua r d i a n e s d e l o s á r b o l e s
frente a su pueblo para convertirse en Tan diversa es la selva como sus pobladores. Aquel que piense que se trata de pequeños
el cacique de los primeros hombres grupos dispersos, que se sorprenda, porque hay conjuntos poblacionales que llegan a
que poblaron esos suelos. De allí esa más de cinco mil quinientas familias. Habitan, principalmente, tres subregiones. Una
palabra, Yuruparí, que ahora rememora es la situada entre el río Apaporis y Caquetá, en la que habitan, entre otras, las etnias
una de las fiestas más tradicionales en letuma, tinamuka, yauna y makuna. Otra está ubicada a lo largo del río Mirití-Paraná,
decenas de comunidades amazónicas, y en donde viven etnias como la miraña, la cubeo, la puinave y la cabuyari. Finalmente,
que circunscribe la asistencia al género encontramos la región ubicada entre el río Guaviare y el Inírida, zona de transición con
masculino. Es, de hecho, un rito de los llanos y la región del Vaupés, y donde viven, entre muchas otras las etnias piapoco,
iniciación de tres días y tres noches en curripaco, baniwa, piaroa y tariano. La lista sigue en cientos de destinos con culturas
el que el payé —o chamán— intro- como la huitoto, tukano, desana, barasana, siriano, tatuyo, bará, karapana, kabiyari y
duce a los jóvenes entre los doce y los tuyuka. Para todas, sin distinción, los instrumentos musicales no son un asunto estético
quince años al mundo de los hombres. sino ritual; y entre muchos otros han creado flautas, capadores, pitos, ocarinas y discos
No falta allí un instrumento que zumbadores. Palmas, maderas duras, arcillas y piedras son su insumo para la fabricación
lleva el mismo nombre de ese dios hijo de esos instrumentos que animan sus creencias.
del sol, una flauta de boquilla fabricada
con hojas de la palma chonta o chonta-
duro (Bactris gasipaes), entorchada con
corteza de árbol y amarrada con beju-
Los o lv i da d o s
cos. Se le guarda un respeto inédito, al No siempre el conjunto llanero fue como lo conocemos —arpa, bandola, maracas y
punto de que quien la interpreta debe cuatro—. Alrededor de los bellos sonidos de las cuerdas, algunos idiófonos y aerófonos
guardar ayuno y luego beber abundante animaban también la correría musical. Es el caso de instrumentos, hoy en desuso, como
agua para purificarse. la carraca —de procedencia animal—, o la charrasca, una caña de casi un metro de largo
y una pulgada de diámetro que se frota con una costilla de res. Igualmente, la sirrampla,
curioso instrumento de madera atada a una cuerda que se toca con los dedos y la boca.
Hasta tambores había en estos conjuntos. Uno es el furruco, construido en sus
inicios con un totumo cuya boca era forrada con cuero de venado o de ternero. Hoy es
fabricado con maderas como las del guáimaro o el cedro, y tiene en su centro una barra
también de madera por la que se deslizan las manos de quien lo interpreta. No es un
instrumento nativo y se parece mucho a la puerca huilense.

∙ 72 ∙
M ú s ic a

Riqueza sonora
La de las maracas llaneras es una historia realmente extensa. Aunque en sus inicios carecía de mango, lo que implicaba una tremenda
destreza por parte de su ejecutor, su evolución llegó hasta su fabricación al estilo guajibero, en el que se introdujo un mango que atrave-
saba el calabazo o totumo. Tal avance permitió reducir el tamaño del instrumento. Ahora el mango, fabricado con maderas lo suficien-
temente resistentes para el traslado frecuente de los músicos, no atraviesa el calabazo, sino que se adhiere a él, proporcionando un mayor
control en el trasegar de las semillas de capacho en su interior. No es un asunto menor. Tales cambios le han otorgado a las maracas un
lugar digno en el conjunto llanero, le han aportado un sonido más agudo y han permitido que tocarlas sea un asunto casi acrobático.

Maderas que inspiran


No son pocas las culturas de la gran Amazonia en las que se talla la madera. Para eso,
los hombres —encargados de esa tarea por tradición— desarrollan desde pequeños tal
habilidad. Son los responsables, además, de identificar los utensilios que necesita su
comunidad para las actividades cotidianas y rituales.
Una de sus maderas indispensables es el balso, por su blandura. Junto a la yancha-
ma o higuerón —corteza de árbol—, es la materia prima de máscaras, flautas y otros
implementos como rallos para la yuca, cerbatanas, arcos, flechas y asientos. Según el
utensilio y la necesidad, acuden a maderas como el cedro, cedrillo, palo arco, loiro o
miratava.

E vo l u c i ó n c u lt u r a l y m u s i ca l
La introducción de instrumentos musicales foráneos, como
el arpa —que se dice que llegó desde Venezuela también por
influencia de los jesuitas—, y que implicó la búsqueda de las
maderas precisas en lo vasto del llano para su fabricación local,
trajo consigo la renuncia a sones y mensajes nativos, casi todos
venidos de lo profundo de las muchas y muy diversas comuni-
dades indígenas de la región. Aunque existen claras alusiones
a las jornadas de vaquería, los cantos de ganado típicos desa-
parecieron o mutaron, así como los llamados “tonos de santo”.
Fueron gradualmente absorbidos por el joropo en esa transición
hacia la nueva identidad llanera, que por nueva no fue menos
rica, y mucho menos la hace contemporánea. Persiste, sí, la
fuerza y la alegría de la fiesta de pueblo y la parranda.

Guadua con semillas de chambimba

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La selva
es dulce

n el centro de Londres, sobre la calle Brompton, está Harrods, una de las tien-
das por departamentos más lujosas del mundo. Allí llegan diariamente miles
de turistas que van por una foto o un pequeño souvenir para la posteridad,
y unas cuantas decenas de jeques, príncipes y otra suerte de magnates que —si
quieren— pueden hacer el mercado con los artículos más sofisticados del planeta.
Uno de los exuberantes espacios de la edificación está dedicado a la venta de frutas,
hortalizas y especias provenientes de los distintos continentes. Entre la variada
oferta, que depende de la época, hay una constante: siempre se encuentran produc-
tos del trópico y, entre ellos, una predominancia evidente de frutas exóticas de la
Amazonia y la Orinoquia. No es extraño, entonces, encon-
trar una vitrina que exhibe doce especies frutales del mundo, A la baja fertilidad de los suelos se ha
de las cuales seis tienen un banderín con la inscripción: From impuesto el trabajo de llaneros y amazónicos
Colombia, South America. para que estas tierras den algunos de los
El viaje hasta una de las calles más costosas de Lon- frutos más exóticos del planeta.
dres comienza en las selvas y sabanas colombianas, donde los
agricultores han batallado contra la acidez de los suelos, su baja fertilidad y la alta
propensión a la degradación y la erosión.
Quien ha visto las explanadas húmedas de la selva amazónica y la Orinoquia,
quien ha contemplado el verde sobre el verde, en sus distintas gamas, brillos y tex-
turas, quien ha intentado buscar la luz del sol en medio de la multitud de árboles
inmensos, inabarcables, de los bosques selváticos, jamás podría imaginar que esos
suelos vastos tienen una baja fertilidad. Pero en esta región es posible todo lo increí-
ble: incluso que sus pobladores conviertan las limitaciones en milagros.

∙ 74 ∙
Frutal e s

Arazá
Eugenia stipitata

Cervera Piña
Perebea sp. Ananas comosus

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Cacao
Theobroma cacao

Los estudios han concluido que el setenta por donde el hombre tiene control sobre diversos facto-
ciento de los suelos de la Amazonia son químicamen- res. Gracias a ellas, los agricultores de la región han
te pobres. Una de las razones se debe a que gran parte podido sacar adelante cultivos de frutos nativos y
de la región está conformada por tierra firme y poco otros provenientes de distintas regiones del país, a
inundable, de tal suerte que sus suelos son alimentados los que el suelo amazónico les asigna características
por los llamados ríos negros, bajos en nutrientes. La particulares. De esa manera se cosecha el copoazú, la
fertilidad de estas tierras depende casi exclusivamente canagucha o aguaje, el asasí, el anón amazónico, la co-
de la lenta formación de una capa orgánica de hojaras- cona y el maraco.
ca y residuos vegetales, fuente principal de alimento y En las terrazas altas del piedemonte llanero se
el escudo protector del suelo contra los agentes erosi- ha llevado a cabo un trabajo de investigación y tecni-
vos. En cuanto a la Orinoquia, esta tiene un clima tro- ficación de la tierra con miras a hacer posibles cultivos
pical húmedo y es básicamente plana, excepto en las sostenidos de cítricos y papaya, lo que desde hace varios
ramificaciones de la cordillera Oriental y la sierra de años ha significado una oportunidad comercial para
La Macarena. Sus suelos también presentan deficien- la región. También en el país ha surgido un mercado
cias para la producción agrícola, así que son pocos los creciente de frutas tropicales como el borojó, el man-
cultivos que se pueden montar sin mayores complica- gostino, el cacay, la badea, el arazá, el caimito, la guama,
ciones. El marañón y el ananá o piña blanca, también el carambolo, el camucamu, el avichure o juansoco, el
conocida como piña de borugo (la de estas tierras goza seje, la grosella o coronillo, el zapote (varias especies
de buena fama por su carnosidad y jugos generosos), son llamadas así, pero en Amazonas - Orinoco se de-
son la excepción. signa como tal a una malvácea, —Matisia cordata—, la
Ante las condiciones adversas, la producción guayaba pera, la piña criolla, el marañón, el aguacate, el
de frutales solo es viable en parcelas agroforestales chontaduro, la uva caimarona, el champe, el madroño, la

∙ 76 ∙
Frutal e s

mamita y el níspero. Un total de veinticinco especies no asignable por separado o en conjunto a las especies fru-
tradicionales, que se han ido abriendo lentamente una tales que se explotan o cultivan en esta zona de Colom-
puerta de salida al mercado nacional y de exportación. bia. Entre ellas, sin duda, una de las más llamativas es el
Hasta hace un par de décadas su consumo era aguaje, conocido también como carandai-guazu, ideuí,
casi exclusivo de los pobladores de las tierras donde se canangucha o cacangucho, chomiya, moriche o morete,
cosechan; y aunque todavía algunos de esos nombres como llaman en el Amazonas ecuatoriano a esta palma.
les son ajenos a muchos colombianos, otros empie- El fruto es una drupa alargada de entre cinco y siete
zan a encontrar un lugar en las plazas, supermercados, centímetros, con una cáscara escamosa muy texturiza-
fruterías y restaurantes. Se venden frescas —sin pro- da, de color rojo oscuro o vino tinto que contrasta con
cesar—, y en mermeladas, jugos, extractos, refrescos, el naranja intenso de la pulpa. Su sabor es agridulce,
vinos y salsas. Estas frutas exóticas se han ido popu- pero suave; y aunque se puede encontrar disponible du-
larizando gracias a la insistencia de los habitantes de rante todo el año, es en el segundo semestre cuando se
estas regiones en buscar la manera de hacer productivo ve de manera abundante. Se da en medio del moriche,
un suelo extenso pero infértil. la palma más común en las cuencas
Sin duda, el arazá es una de las frutas de la región del Orinoco y el Amazonas.
que ha cobrado relevancia en los últimos años. Aun- Otras frutas son muy apre-
que su lugar de origen aún es tema de debate, todo ciadas por su alto valor nutricional.
indica que esta especie nació en el extremo occidental Es el caso del asaí o açai, al que
de la cuenca del Amazonas. Las frutas, que cuando los indígenas atribuyen poderes
están maduras son amarillas y alcanzan hasta diez cen- curativos, por lo que lo llaman el
tímetros de diámetro, penden de un frondoso árbol de “fruto de la vida” o “leche del Ama-
cuatro metros de altura. Al alba, los caminantes pue- zonas”. El fruto es una drupa esfé-
den identificar los árboles con el olfato, ya que su flor rica roja oscura, casi negra, que se
se abre en la madrugada, emitiendo un aroma similar da en racimos que cuelgan de una
al del jazmín. Ese magnífico olor ha propiciado algu- palma que alcanza a medir casi los
nas investigaciones, todavía incipientes, para la elabo- veinticinco metros de altura. Tiene
ración de perfumes en la industria cosmética. El fruto, un contenido de hierro y tiaminas
ácido y carnoso, es altamente perecedero, por lo cual superior a la mayoría de frutas tro-
es necesario procesarlo rápidamente después de cose- picales. Como el poderoso antio- Copoazú
chado. Esa es la razón por la que es más común encon- xidante que es, protege las células, Theobroma grandiflorum
trarlo convertido en jaleas, mermeladas, vinos y tortas, actúa contra los radicales libres y
o simplemente deshidratado, aunque en los mercados reduce los riegos de desarrollar enfermedades del co-
de la región se venda fresco, en jugos y helados. razón, diabetes o cáncer, según lo demostró un estudio
De la mano del arazá viene abriéndose camino realizado por un equipo de científicos de Texas publi-
el copoazú, conocido también como cacao amazónico. cado en el Journal of Agricultural and Food Chemistry.
Es originario de la Amazonia oriental y se usa para Menos exótico para el habitante del interior, pero
hacer jugos, refrescos, helados, compotas, yogurt y li- también con un altísimo nivel nutritivo, está el chon-
cores. Gracias al alto índice de proteína y grasa de las taduro, que en la palmera o en la carretilla exhibe una
semillas, se elaboran con ellas manteca y tabletas de belleza escandalosa, gracias a la gama de tonos de su
cupulate, un producto similar al cacao, pero de color piel, que van del amarillo al naranja encendido. Los
blanco. Su pulpa es blanca y muy gustosa. racimos pueden tener hasta ciento cuarenta drupas de
Unas más dulces, otras más ácidas, unas llenas carne seca pero gustosa que normalmente se cocina en
de brillo, otras más opacas; redondas, ovaladas, de piel agua con sal antes de comerse. El chontaduro, además,
suave o áspera: una multiplicidad de características es es procesado para obtener harinas que sirven como in-

∙ 77 ∙
Asaí
Euterpe precatoria

sumo de panadería y pastelería, y para la elaboración En la región comprendida por el Amazonas y el


de salsas y mermeladas. Recientemente, investigadores Orinoco es fácil enmudecer ante el espectáculo per-
del Centro Internacional de Agricultura Tropical, en manente de la naturaleza. Sorprenden la fuerza de los
Palmira (Valle), descubrieron que esta fruta contiene ríos que la enmarcan, la riqueza botánica de las saba-
cristales de germanio, oro y platino que sirven para es- nas, los bosques y las selvas; su olor particular, la diver-
timular el sistema inmunológico. Más allá del altísimo sidad de especies animales que anidan en las copas de
valor nutricional de la fruta, es una de las plantas que los árboles, trepan por sus tallos o se alimentan en las
ofrece mayor aprovechamiento, debido a los múltiples raíces. Aunque menos extensa en número, la variedad
usos que tiene cada una de sus partes: con las hojas frutal de la región enriquece el paisaje con sus formas
se hacen techos, los tallos son usados en construcción extraordinarias, con texturas inusuales, colores y sabo-
para hacer pisos, parqués y paredes “de chonta”, y de la res intensos que le imprimen tonos y acordes dulces a
semilla se extraen aceites. esta obra maestra de la Madre Tierra.

∙ 78 ∙
Frutal e s

En letra cursiva

Lo más provechoso de esta variedad de frutales es que a muchos se los disfruta no (Passiflora quadrangularis), así como con el carambolo
solo por sus exquisitos sabores, sino por la cantidad de nutrientes que presentan. (Averrhoa carambola), una oxalidácea, el guayabo coro-
Más aún, varios de ellos se utilizan en la medicina tradicional. Tal es el caso del asaí nillo o níspero (Bellucia grossularioides), una melasto-
o manaco (Euterpe precatoria), una arecácea que comparte la familia botánica de las matácea, y el copoazú o cacao amazónico (Theobroma
palmas con el chontaduro (Bactris gasipaes), el seje o milpes (Oenocarpus bataua) y grandiflorum), que comparte la familia botánica de las
el moriche o canangucha (Mauritia flexuosa), este último caracterizado por la gran malváceas con el zapote o chupachupa (Matisia cor-
cantidad de nutrientes incluidos en su fruto. Asimismo podemos encontrar apoci- data). También algunas frutas se distinguen de por sí
náceas como el juansoco (Couma macrocarpa), utilizado contra males estomacales; por su aspecto ornamental, como es el caso de algunas
la cocona (Solanum sessiliflorum), una solanácea utilizada como antidiabético, y el clusiáceas, como el mangostino (Garcinia mangostana)
camucamu (Myrciaria dubia), el cual comparte la familia botánica de las mirtáceas o el madroño (Garcinia madruno). Con un fruto ca-
con el champe o guayabo anselmo (Campomanesia lineatifolia). Para el caso también racterizado por el grosor de sus espinas ornamentales
encontramos ciertas lecitidáceas como el muco o maraco (Couroupita guianensis), se puede mencionar al anón amazónico (Rollinia mu-
utilizado para combatir inflamaciones, la hipertensión y diferentes dolores muscu- cosa), una anonácea, y por lo verde e irresistible tam-
lares. Este último ejemplo también se caracteriza por el llamativo color de sus flores, bién se caracteriza el aguacate (Persea americana), una
que hacen que la planta sobresalga por su uso ornamental en ambas regiones. Algo laurácea. Como ejemplo de llamativa legumbre está el
similar ocurre con la mayoría de pasifloráceas o flores de la pasión, entre ellas la badea fruto del guamo (Inga edulis), una fabácea.

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Arecáceas Bactris gasipaes Chontaduro, pijiguao Alimento, producción de palmito, utilizado en construcción
Gran porcentaje nutricional, medicinal contra el dolor
Arecáceas Euterpe precatoria Asaí, manaco
muscular y las mordeduras de serpiente
Moriche, canangucha,
Arecáceas Mauritia flexuosa Maderable, alimento con alta cantidad de nutrientes
aguaje
Arecáceas Oenocarpus bataua Seje, milpes, milpesos Construcción y alimento
Medicinal, alimento con alto contenido proteico, y
Anacardiáceas Anacardium occidentale Marañón, merey
ornamental
Alimento, madera de buena calidad para construcción.
Apocináceas Couma macrocarpa Juansoco, avichure
Su látex se utiliza contra males estomacales
Alimento, ornamental y con propiedades antihelmínticas
Bromeliáceas Ananas comosus Piña, piña de borugo
(contra lombrices parásitas)
Euforbiáceas Caryodendron orinocense Cacay, inchi, tacay Maderable, alimento
Sapotáceas Pouteria caimito Caimito, caimo Medicinal, ornamental

∙ 79 ∙
Dos por uno
El marañón es de las pocas plantas
frutales que se dan sin mayor dificultad
en la región amazónica. Tiene la parti-
cularidad de que su fruto consta aparen-
temente de dos partes: una carnosa de
aspecto alargado, similar al del pimentón,
que corresponde al pedúnculo, con la
que se hacen mermeladas, conservas,
dulces, jaleas, gelatinas, vino, vinagre,
jugos y helados; y el fruto propiamente Camucamu
dicho, que es una drupa (la nuez de Myrcia dubia
marañón que conocemos) en forma de
riñón y de color grisáceo. Aunque de la M e r m e l a da d e c o c o na
pulpa pueden hacerse varios productos, La cocona tiene un sabor particular, con notas amargas y un ligero aroma a tomate.
es mucho más apetecida la nuez, ya que En la región del Amazonas se usa para fabricar dulces y encurtidos. Para hacer
tiene muy buena demanda en el mercado mermelada se emplean la pulpa de la fruta, azúcar y limón. Mida una cantidad de
y es relativamente duradera. La semilla azúcar igual al peso de pulpa que va a usar. Exprima limones diez gramos de zumo.
es muy apreciada por sus propiedades En una olla ponga a calentar la pulpa con el diez por ciento del azúcar y el jugo de
nutricionales; además se utiliza en repos- limón. Revuelva lentamente a fuego medio y añada poco a poco el resto del azúcar
tería y muchos nutricionistas recomien- hasta conseguir una textura espesa. Deje enfriar a temperatura ambiente y después
dan incluirla en la dieta alimentaria. consérvela refrigerada.

Machichi
Cucumis cf. anguria

∙ 80 ∙
Frutal e s

Morichal amigo
No son pocas las canciones que los llaneros le han compuesto al moriche
(Mauritia flexuosa), la palma principal del Llano, de la que muchos comen
directamente sus frutos, ricos en proteínas, grasas, vitaminas y carbohidratos.
Este joropo es del compositor Reinaldo Armas:

Se marchó la que tanto idolatraba


se marchó sin siquiera un hasta luego
y quién sabe si esta vez fue para siempre
es posible que me maten sus recuerdos

Morichal, morichal de mi llanura


compañero de la luna y el lucero
si la viste dime el rumbo que llevaba
ella tiene que saber cuánto la quiero

Se fue sin decirme nada


ni siquiera un hasta luego
dime el rumbo que llevaba
morichalito llanero

Es que tengo que buscarla


pero encontrarla
me desespero
ahora tengo que partir
si es de morir
por ella muero

[…] Chontaduro
Bactris gasipaes

F ru ta s c o n pa s a p o rt e
Los frutos tropicales usualmente son sensibles a las temperaturas bajas. Expuestos a
ellas, las posibilidades de experimentar daños irreversibles que comprometen la mem-
brana celular aumentan. Con la idea de fortalecer la presencia de algunos frutos de
la Amazonia y la Orinoquia colombiana en el mercado internacional, actualmente se
adelantan estudios acerca de las características de maduración y los requerimientos de
conservación. De esa manera se pueden establecer las temperaturas críticas de almace-
namiento, la sensibilidad al frío y el manejo posterior a la cosecha para prolongar la vida
útil del producto.
Zapote
Matisia cordata

∙ 81 ∙
Prodigiosas
y amargas

n el vientre de la selva amazónica decir quina, caucho o coca es como in-


vocar fiebre, alucinación y muerte. Estas palabras precipitan historias de
hombres que rompieron la virginidad de la manigua para conseguir cor-
tezas, leches y polvos que los harían ricos. Los que las narran son indígenas y
mestizos que cohabitan desde hace siglos en una masa verde, oscura, cerrada, donde
el agua brota por la piel de la tierra, de los árboles y de los hombres.
Una vieja leyenda peruana dice que el indio Pedro de Leyva, atormentado por
la sed propia de las fiebres tropicales que lo quemaban de adentro hacia afuera, bebió
agua en un remanso custodiado por árboles de quina. Sintiéndose aliviado y atribu-
yéndoselo a propiedades de esta planta, el joven experimen-
tó con bebedizos que también curaron a otros enfermos. La Fértil para que de sus suelos nazca
noticia pasó de indios a caciques, de caciques a corregidores, una vegetación abundante, esta región
de corregidores a jesuitas, y de estos a Francisca de Rivera, es también fértil en historias y leyendas.
esposa del virrey del Perú y condesa de Chichón. Aquejada de Historias amargas y prodigiosas como estas
tembladeras y vómitos palúdicos, bebió Francisca infusiones
de la corteza de aquel “árbol de las calenturas”, y una vez recobró la salud propagó el
milagro de su curación por América y Europa. Corría la tercera década del siglo xvii.
A la kiua-kina, como llamaban los quechuas a la quina o cascarilla, los romanos
la llamaron “polvo de cardenal”; los españoles, “polvos de la condesa”, y los franceses,
“polvos de los jesuitas”, pues estos la introdujeron en Francia, donde los químicos
Pelletier y Caventou extraerían en 1820 la quinina, un alcaloide que se consideró
como el infalible remedio para las fiebres palúdicas. A mediados del siglo xviii,
cuando Carlos Linneo la clasificó como Cinchona officinalis L. en honor a la condesa,

∙ 82 ∙
L e y e n das

Yagé negro
Banisteriopsis caapi

Coca Caucho
Erythroxylum coca Hevea brasiliensis

∙ 83 ∙
Por los ríos y los mares no solo se iban las corte-
zas: también semillas y plántulas viajaban en el equipa-
je de botánicos, naturalistas, exploradores y aventureros
de diverso origen. Una vez prosperaron los primeros
cultivos de quina en Java y Ceilán, la demanda por la
quina amazónica disminuyó. Para 1884, de los esta-
blecimientos quineros solo quedaban ruinas: barcos a
vapor varados en las orillas, campamentos desolados,
pueblos indígenas diezmados, la selva rota. A esos ár-
boles de quince metros, copas apretadas como coronas
de gigantes en medio de la selva, espigas rojizas y cor-
tezas cargadas de la quinina prodigiosa como febrífugo,
tónico, antiséptico y astringente, ya nadie los buscaba.
Mas los aventureros ya escrutaban la selva en pos
de otros troncos: los que vertían lágrimas blancas y
espesas al ser heridos con cuchillo. Al caucho natural
lo codiciaban, desde comienzos del siglo xix, los em-
presarios de la llamada Segunda Revolución Industrial.
En 1823 el escocés Charles Mackintosh fabricó la pri-
mera gabardina impermeable; en 1839 Charles Good-
year descubrió el proceso de vulcanización mediante el
Mambe recién colado y frasco del ambil cual el caucho se hace inmune a los cambios de tem-
peratura; y en 1888 inventaron las llantas de goma. El
auge de la fabricación de bicicletas y de automóviles
la quina valía lo mismo que el oro. Ya entonces cientos provocó una competencia desenfrenada por conseguir
de expedicionarios penetraban en la Amazonia para caucho en la gran despensa selvática.
arrancar la corteza de los árboles y mandarla a Europa, La Amazonia era la única fuente de caucho na-
donde terminaría, entre 1850 y 1882, convirtiéndose en tural del planeta. Tal y como había descubierto Char-
el producto más preciado de ultramar, pues tenía el les Marie de La Condamine en su expedición por el
valor agregado de una madera buena y duradera. Amazonas en 1740, esta selva era la madre de treinta y
Una vez agotada la quina en las laderas de la cor- dos especies de Hevea, siringa o caucho. Así, en la ma-
dillera Oriental, los empresarios abrieron frentes hacia nigua se puso en ejecución una compleja red para ex-
el sur, el oriente y el occidente. Tomaron los ríos Ca- traer y distribuir el látex. Las llamadas “casas mayores”
quetá y Putumayo como vías hacia el Amazonas y ex- adelantaban dinero a empresarios que se aventuraban
pandieron las fronteras de su ambición hasta donde las en la selva con el compromiso de regresar cargados de
aguas los llevaran. Cada árbol era derribado por tres caucho. Los empresarios a su vez prestaban dinero a
peones que le desprendían la corteza a cuchillo, lue- los patronos o siringalistas, que se entendían directa-
go pasaban horas vigilando su secado bajo el fuego y mente con los trabajadores. También a estos últimos,
después la cargaban en sus espaldas hasta Puerto Sofía, los siringueros, los patrones les adelantaban alimentos,
de donde era embarcada hacia Manaos. Miles de qui- herramientas, medicamentos y algunas baratijas.
neros —guías, bogas, cargueros, cocineros, machete- En Colombia las casas mayores plantaron case-
ros— murieron en plena selva en la faena de despojar ríos en las tierras ancestrales de más de veintiséis etnias
a los árboles de quina de su abrigo natural: la corteza dispersas en las tierras bañadas por los ríos Igarapara-
salvadora en todo tiempo, en todo lugar. ná, Caraparaná, Napo, Vaupés, Amazonas, Apaporis

∙ 84 ∙
L e y e n das

y Caquetá. Los indígenas, convertidos en mano de Todas las mañanas y todas las noches los hombres
obra esclavizada, vivían en ranchos a la vista de los tienen encuentros íntimos con la coca, que es mujer.
patrones. Antes de la primera luz partían en busca del Antes de que el sol despunte caminan hacia la chagra
que ellos llamaban Caoutchoucl, árbol que llora. En los donde la cultivan y antes de repasar los tallos delgados
primeros años, los trabajadores trepaban hasta la copa y de revisar las pequeñas hojas verdes le piden permiso
de los cauchos negros (Castilla sp.) y arriba, en la raíz para tocarla. Todas las noches, cuando ya la luna arroja
de los cogollos, los herían para que sangraran. Pero luz sobre la selva, secan las hojas sobre grandes cayanas
este método era poco eficiente si se comparaba con puestas al fuego mientras le cantan; luego las maceran
el rendimiento producido por los ejemplares de He- en el fondo de un pilón, donde las mezclan con ceniza
vea brasiliensis, que manaban como ríos. Entonces se de yarumo, todo el tiempo cantando; y por último cier-
obligó a los indígenas a derribar los árboles con hacha nen el polvo hasta dejarlo tan suave como si fuera un
y a cortarles profundamente las cortezas y así hacerlos talco verde oliva. A la coca, Erythroxylum coca para los
llorar copiosamente. botánicos y kuka para los quechuas, una vez convertida
Como es lógico, en pocos años la Castilla sp. se en mambe la acarician, le cantan, le
agotó y los caucheros tuvieron que buscar nuevas tie- preguntan y se la llevan al vestíbulo
rras entre los ríos Caquetá y Putumayo, donde recu- de la boca con una cucharita de ma-
rrieron a las formas más atroces de explotación. En su dera. En ese seno cálido y húmedo,
novela La vorágine José Eustasio Rivera hace decir a el mambe libera todo el poder de la
un siringuero: “En el desamparo de las vegas y estradas, coca sobre quien la masca: se le agu-
muchos sucumben de calentura, abrazados al árbol diza el pensamiento, se le esfuma el
que mana leche, pegando a la corteza sus ávidas bocas, cansancio y “amanece la palabra”.
para calmar, a falta de agua, la sed de la fiebre con El que habla es el cacique ma-
caucho líquido; y allí se pudren como las hojas, roídos yor de los huitoto. Lo hace en lengua
por las ratas y las hormigas”. Mientras cientos de indí- indígena, mientras los demás hom-
genas y mestizos morían en las selvas vencidos por las bres, sentados en un semicírculo que
plagas, las enfermedades que se propagaban de puerto se extiende a diestra y siniestra del
en puerto y la saña de unos patrones que soñaban con mayor, escuchan con la cabeza baja,
construir palacios en Europa, Henry A. Wickham re- sentados —casi acuclillados— en
colectó setenta mil semillas que dieron frutos en Cei- banquitos de madera. Casi siempre Yagé amarillo
lán, India, Birmania, Java, Sumatra, Borneo, Malasia, el cacique relata leyendas que reafir- Banisteriopsis caapi
Costa de Oro, Australia, Jamaica, Centroamérica y las man la cosmogonía de su universo.
Guyanas. Para 1930 la Amazonia ya solo aportaba el Cuenta que una niña iba creciendo y “cuando estuvo
dos por ciento del caucho comercializado en el mundo, grandecita fue con la mamá a la chagra. Una vez que
lo que significó el fin del negocio para los magnates llegó allí se sentó sobre un palo, se sacudió la cabeza y
locales, que se retiraron dejando solo destrucción. dejó caer unos cabellos. Así sembró la coca. La niña
La coca es planta prodigiosa y sagrada que sobre- sabía que eso le faltaba a su padre... Fue de esta forma
vive en el Amazonas, junto al yagé que es parte arrai- como nació la coca, por eso nosotros la cuidamos como
gada de muchas etnias y que no ha sido tocado por la cuidar a una hija”. Los demás huitotos emiten sonidos
peste del comercio ilícito. Quizás como ninguna otra guturales en señal de aprobación.
planta selvática, el yagé, ha sido buscado y estudiado La coca es la hija, la hermana, la mujer, la madre
por muchos botánicos, Richard Evans Schultes entre que acerca a los hombres, a los espíritus de los sabios
ellos, quien produjo el que se considera el libro más que “ya descansaron” y ahora viven en el corazón de los
completo, Plantas de los dioses, sobre este y otros me- árboles, en el pecho del tigre y en piedras que protegen
diadores entre la tierra y los espíritus de los indígenas. los lechos de los ríos. A través de la coca los indígenas

∙ 85 ∙
Maloca en el Amazonas
Epicentro de la cultura

piden sabiduría para escoger mujer, para encargarles de las drogas ilegales, del que Colombia es todavía el
los hijos a las garzas, para que la cacería traiga borugas principal proveedor. En las calles la cocaína se vende
y cerdos de monte, para que el tabaco sea poderoso, en forma de un polvo blanco, cristalino y muy fino que
para que la sanación de un enfermo sea posible. Tam- los consumidores esnifan por la nariz o mezclan con
bién piden conocimiento y destreza para alejar a los agua para inyectarse por las venas. También se ofrece
nuevos explotadores de la selva que llegaron hace unos como piedras amarillosas listas para fumar en pipas.
treinta años y que ellos llaman mafiosos. A secas. Por la cocaína, la Madre Tierra ha sido violada una
Los mafiosos convirtieron grandes extensiones vez más: destrucción de las aguas y de los bosques de
de selva en plantaciones ilegales de coca. Una vez co- donde proviene la armonía del universo selvático; guerra
sechan sus hojas mediante el trabajo de indígenas y abierta entre guerrillas, paramilitares y ejército por el con-
mestizos llamados raspachines, obtienen, a través de trol de un territorio “próspero”; profanación de la planta
dispendiosos procesos químicos descubiertos hace sagrada del universo andino; y más. Por lo que se ve y por
más de un siglo, un alcaloide de los catorce que po- lo que está velado a los ojos de los hombres, en las ma-
see la planta, estimulante del sistema nervioso central, locas del Amazonas se escucha a medianoche un canto.
supresor del apetito y anestésico altamente adictivo, Son los hombres que piden a los espíritus de la selva valor
denominado benzoilmetilecgonina o simplemente para resistir, tal y como son, en la tierra de la que brotaron;
cocaína. Cada año la Amazonia y la Orinoquia pro- la misma donde nació un arbusto de ramaje delgado, flo-
ducen en suma noventa y cuatro toneladas métricas res blancas, frutos rojos y hojas de un verde intenso al que
de base de coca que alimentan el mercado mundial le deben la fuerza para seguir existiendo.

∙ 86 ∙
L e y e n das

Yagé
Banisteriopsis caapi

En letra cursiva
Entre las numerosas especies botánicas de la Amazonia y la Orinoquia se han des- El árbol del caucho, hule o siringa (Hevea bra-
tacado algunas por su demanda comercial, como la coca, la quina y el caucho; cada siliensis) hace parte de las euforbiáceas, distinguidas
una de ellas apetecida por diferentes razones y cada una con su historia particular. por la producción de látex de la gran mayoría de sus
En estas regiones la coca hace referencia a Erythroxylum coca, pero más hacia especies. Aunque el caucho también es producido por
el norte de Colombia la especie tiende a ser Erythroxylum novogranatense, ambas otras especies de Hevea, la Hevea brasiliensis se ca-
pertenecientes al mismo género Erythroxylum de las eritroxiláceas. Tienen tan pocas racteriza por su látex abundante. Antes de conocer el
diferencias morfológicas, que eran consideradas una sola. buen rendimiento de los árboles de Hevea brasiliensis,
Por su parte, la quina o cascarilla (Cinchona officinalis) pertenece a las rubiáceas. los caucheros extraían el látex de árboles de Castilla sp.,
Entre 1850 y 1882 la quinina, extraída de la corteza de los árboles de quina, fue el perteneciente a las moráceas. Este caucho era denomi-
principal compuesto vegetal utilizado para combatir la malaria. Además, del mismo nado caucho negro. El caucho de Hevea brasiliensis fue
árbol se extraía una madera resistente, ideal para la construcción. Ante la sobreex- tan apreciado, que entre 1879 y 1912 los cultivos de esta
plotación, la quina es ahora casi inexistente, como lo comprobaron las expediciones especie imperaron en el Amazonas.
de Colección Savia en el terreno. Las drogas sintéticas y otros árboles maderables El yagé (Banisteriopsis caapi), no ha sido tocado
desviaron la atención de los cortadores de quina y su sobreexplotación se detuvo. por la comercialización, y sigue siendo parte de los ri-
Con la baja demanda de la quina, muchos de sus comercializadores se vieron atraí- tuales sagrados de numerosas etnias en toda la cuenca
dos por el apogeo del caucho. del Amazonas.

∙ 87 ∙
R i t ua l masculino
La recolección de hojas de coca es para los pueblos indígenas del Amazonas una
tarea eminentemente masculina. El secreto para que su poder y sabor perduren por
más tiempo consiste en procesarlas a diario una vez acopiadas. Las hojas se tuestan
largamente sobre una pieza circular, trabajo que sí puede realizar una mujer. Una vez las
hojas frescas se secan y toman un color café oscuro, están listas para ser pulverizadas en
un gran mortero, otra de las labores que solo los hombres de la tribu pueden acometer.
Las hojas pulverizadas se mezclan con la ceniza alcalina que se obtiene de la
quema de árboles como el guarumo, también conocido como serico o imbauba (Cecropia
sciadophylla), o la uvilla o uva silvestre (Pourouma cecropiifolia).
Al anochecer, la maloca resuena con el monótono sonido de la mano de moler,
acompañado a menudo por los cantos del payé o curandero, o de otro miembro promi-
nente de la tribu, quien recitará durante la preparación del polvo de coca relatos mitoló-
gicos sobre el origen del mundo.

Caucho
Hevea brasiliensis

Regresa e l cau c h o
La Orinoquia es la nueva morada para el caucho. Según inves-
tigaciones del gobierno nacional, cinco millones de hectáreas
son aptas allí para la producción de caucho natural. Ya hay
sembradas trece mil hectáreas y los científicos trabajan en la
identificación y selección de un germoplasma que se adapte
a las temporadas de lluvia y de sequía propias de la región.
Según las proyecciones de los empresarios, la Orinoquia puede
producir las treinta y dos mil toneladas que se emplean en la
industria nacional y de las que hoy se importan treinta mil. En
pocos años los cultivos de caucho se extenderán por las sabanas
y llanuras y provocarán una nueva bonanza. A los llanos lle-
garon los siringueros a hacer llorar los árboles, pero también a
recordarnos que esta es una oportunidad para que el cultivo del
caucho sea sinónimo de investigación, empleo digno y respeto
por la naturaleza.

Pilón de palosangre para preparar el mambe

∙ 88 ∙
L e y e n das

La f i e b r e d e l cau c h o
“¡Ah selva, esposa del silencio, madre de la soledad y de la neblina! ¿Qué hado maligno me dejó prisionero en tu cárcel verde?”, se la-
menta Arturo Cova, el trágico protagonista de La vorágine, uno de los clásicos de la literatura colombiana, justo en el momento en que
emprende la búsqueda de su Alicia, extraviada como él en la inmensidad de la manigua.
Para escribir este viaje sin retorno, José Eustasio Rivera, su creador, hizo acopio de sus vivencias cuando trabajaba en la Cancillería
como secretario abogado de la Comisión Limítrofe Colombo-Venezolana. En sus travesías por la selva amazónica y la Orinoquia el
escritor huilense corroboró las duras condiciones de vida de los colonos e indígenas, que eran esclavizados para la extracción del caucho
a manos de “los amos de horca y cuchilla”.

N u e va q u i na
Decenas de científicos trabajan para recuperar las dieciocho especies del árbol de la quina.
Semillas identificadas en las selvas vírgenes y fértiles de la región de Cajamarca, Perú, die-
ron origen a las primeras resiembras. Se sabe que una vez los frutos del árbol de la quina
se abren, las semillas se dispersan. Por eso, en los cultivos controlados las semillas se ob-
tienen por medio de cañas telescópicas. Deben resembrarse con la técnica del voleo sobre
tierras firmes y apisonadas. Quince días después de la siembra, ya son plantas en proceso
de levantarse y echar raíces. Cuando alcanzan cinco centímetros de altura, los arbolitos
son pasados a viveros y, dos años después, trasplantados a terrenos ricos en calcio. Para
algunos gobiernos de la región recobrar la producción de quina es un compromiso con la
humanidad, pues la malaria, llamada también paludismo o fiebre tropical, sigue causando
la muerte en promedio en los últimos siete años a setecientas setenta mil personas.

Persistencia d e l a c o ca
Para muchos pueblos indígenas colombianos la hoja de coca es alimento, medicina y
ritualidad. Por eso han luchado para conservar, al lado del maíz, el tabaco, la yuca y las
hierbas aromáticas, pequeñas plantaciones de coca para el abastecimiento de sus comu-
nidades. Los adultos en los pueblos indígenas afirman que de la hoja de coca se puede
extraer harina para hacer galletas, tortas y espaguetis; que levanta el ánimo, controla la
ansiedad, armoniza las emociones y permite la comunicación con los espíritus de los
mayores; que da esencias para cocteles y bebidas energizantes. Y también insisten en
que ella, que es su madre, sea declarada patrimonio colectivo de los pueblos andinos y
amazónicos que garantiza su supervivencia como pueblos ancestrales. Quina
Cinchona officinalis

∙ 89 ∙
De potrero
a jardín botánico

e la ganadería que hubo hace más de diez años, cuando llegaron a comprar
este lugar, solo sobrevivía un puente intacto hecho de madera imperecedera, de
mata mata, y restos de establos y potreros que lucían devastados como correspon-
de a lo que fue selva y se erosionó para alimentar vacas y cerdos.
La familia Clavijo-Pardo quería emprender este camino porque está unida al
Amazonas como pionera de la avicultura allí, y a su hijo Rafael, nacido en Leticia
y criado en el campo, le fue familiar hablar de reforestación con los que buscaban
gallinaza. Oía que al cedro si no se sembraba en sotobosque, le nacía un hongo que
se comía el tronco por dentro. Y así muchos secretos. Y años después, con su carrera
como publicista y su especialización en gerencia de marcado-
tecnia en Australia, se devolvió a su Leticia natal, cuando su Mundo Amazónico se llama este paraíso
mamá Ana María se empecinó en hacer de las veintinueve cerca de Leticia rescatado con amor y con
hectáreas que adquirieron en el 2005 un gran cultivo de ma- pasión y puesto al servicio del respeto
derables y frutales nativos. y de la reproducción de la diversidad
Rafael Clavijo y su mujer Milena Mayorga conocieron
en Australia, donde eran profesionales establecidos, un parque de frutas tropicales
y se imaginaron cómo reaccionarían los visitantes que se extasiaban ante la papaya y
el maracuyá, cuando conocieran el umarí, la canyaraná, el copuí, la cocona o el ma-
cambo. Aceptaron devolverse en el 2009 a acompañar este plantío de maderables
que comenzó con quinilla, cedro y capirona, que sembrados a diez metros como se
requiere, necesitaban de cultivos asociativos, única manera de que prospere algo ve-
getal en el Amazonas. Así intercalaron los frutales de copoazú, azaí y aguaje, de los
cuáles podían establecer plántulas cada tres metros. Pero todavía había que evitar

∙ 90 ∙
Mun d o Ama z ón ico e n L e t ic ia

Sendero al jardín
Cerca a Leticia, todo el mundo de la Amazonia

Ortiga Aulas botánicas


Urera sp. Los niños de la zona se instruyen aquí

∙ 91 ∙
Hoja santa
Kalanchoe pinnata

Coquillo o abarco Coronillo


Couratari sp. Bellucia pentamera

∙ 92 ∙
Mun d o Ama z ón ico e n L e t ic ia

que los bejucos y las epífitas llenaran todos los espa-


cios y a ese cultivo intuitivo que se hacía con un solo
ayudante prestado de la avícola, sin vivero ni zona de
aclimatación, llegaron las plantas ornamentales y así
aparecieron las colecciones.
Estas veintinueve hectáreas quedan a solo quin-
ce minutos de Leticia y pasaron en el 2005 de la de-
forestación del ganado a ser el Centro Etnobotánico
del Amazonas con el nombre de Mundo Amazóni-
co. La obstinación de Rafael Clavijo, su mamá y su
mujer hicieron que la jungla recuperara sus dominios
pero con la organización de ellos tres y una sola visión
“aprender para no perder la biodiversidad del Amazo-
nas”: en el 2011 abrieron al público
este Jardín botánico soñado y su
proyecto de empresa ecológica
educativa ha recibido premios y
reconocimientos internacionales:
Excelencia Tripadvisor 2013 y una
de las mejores cincuenta empresas
sostenibles de Colombia.
Cultivan ciento noventa y
ocho especies endémicas taxonó-
micamente identificadas que junto
a las demás especies establecidas
forman una colección de más de
trescientas entre las muchas más
que no han sido identificadas y que
dividieron en jardines especializa- Cúrcuma
dos. Esto sirve de escenario para Curcuma sp.
visitantes e investigadores que han
crecido de seiscientos el primer año a mil seiscientos
el segundo y a tres mil seiscientos el tercero, en una ex-
pansión que fue certificada como empresa sostenible
en un portafolio internacional. Las dos comunidades
vecinas: los ticuna del kilómetro 6 y los huitoto del 7,
fueron sus grandes aliados para esta construcción de
una comunidad ecológica. Los techos tejidos en hoja
de caraná son hechos por ellos y en todos los espacios
y hasta en la maloca se usó esta madera. Hoy repre-
sentantes muiname, bora, huitoto, kokama y ticuna,
conforman el equipo de diez personas que trabajan allí.
Árbol del Espíritu Santo, chingale, machaco Conviven a su vez con al menos un investigador en
Jacaranda copaia pasantía, sea del Sena, de la universidad Nacional de

∙ 93 ∙
Tienda de objetos indígenas
Aquí se venden artesanías de varias etnias de la región

Leticia o de la de Bogotá, o de la Javeriana que viene que cada semana reciben al menos tres grupos de esco-
a este hábitat como práctica. Para ellos y para los tu- lares que llegan a hacer talleres allí, hacen bioconstruc-
ristas, Mundo Amazónico tiene un campamento có- ción con ladrillos ecológicos y son los entusiastas que
modo donde entran en contacto íntimo con la selva y llevan sus botellas plásticas rellenas como aprendieron
pueden hacer avistamiento de fauna en la madrugada. para ser utilizadas en edificaciones, a los dos centros
Pero no solo se trata de rescatar especies que es- de acopio que Mundo Amazónico tienen en Leticia.
tán en extinción como un maderable endémico llama- El aula está construida asimismo con botellas recicla-
do achapo, o una bromelia muy selvática cuya escasez das y los niños y adolescentes preguntan aquí igual por
está censada; también han logrado devolver el corredor la composición del suelo selvático que les muestran en
natural de fauna que es este lugar para el mono boca un terrarium alusivo o por los peces endémicos que
de leche, el aotus —o mono nocturno— los tucanes y están en el acuario Etuena. Los nombres y el uso de
otros animales que les llegan porque Corpoamazonia cada planta queda grabado por su propia experiencia
los tiene como una zona de rehabilitación de la fauna en estos escolares que pasan sus mejores horas aquí.
salvaje decomisada. Cuando los planteles no tienen recursos, una embo-
Su labor ambiental les ha dado un lugar en el telladora de gaseosas local los financia, porque es su
Comité de Educación Ambiental del Amazonas por- aliada estratégica.

∙ 94 ∙
Mun d o Ama z ón ico e n L e t ic ia

Juansoco, Surba Sendero a las aromáticas


Couma macrocarpa En medio de las ornamentales

Rafael Clavijo demuestra su satisfacción cuando ofrece aguas aromáticas de


campisanto o de sidrera, endulzadas con estevia, que huelen y saben a lo desconoci-
do y curativo que alberga la selva como una enciclopedia natural inconmensurable.
Bajo el techo tejido en palma, los aparadores naturales guardan la despensa de
hierbas y los asientos silvestres revelan sus colores y texturas. La masa vegetal ha
crecido en torno a todo el jardín que es este rescate. Así se reposan los excursio-
nistas que comprueban que lo que había sido arrasado, ahora es inabarcable. Es la
demostración en directo de que nada es inútil ni caprichoso en esta diversidad a la
que todo culto es insuficiente.
Los conceptos educativos basados en la experiencia como etnobotánica o uso
de las plantas; la interpretación ambiental; los procesos productivos ecológicos; el
tratamiento de residuos; los escenarios culturales interactivos; la convivencia etno-
gráfica con las distintas culturas amazónicas y el conocimiento de sus objetos deco-
rativos y ceremoniales hacen de este Jardín botánico Mundo Amazónico una versión
en nueva generación de una aula-jardín-laboratorio, que creció sin tener mucho más
que pasión y respeto.

∙ 95 ∙
Perfil

El sabio G arcía B arriga

Agronomía de Bogotá, de la que miradores para atalayar los caminos del fu-
se graduó, se hizo Facultad de la turo con las personales y ajenas experiencias
Universidad Nacional, y a los 45 que nos incitan a descubrir y declarar rea-
años él fundó el Instituto Botá- lidades cada vez más sugestivas”. Ese es su
nico y el Herbario Nacional Co- talante modesto, incansable.
lombiano. Dedicado a recorrer Él narra su encuentro con Schultes, so-
a lomo poblaciones del sur del bre su manera de viajar: “El joven e ilustre
país, uno de sus viajes tardó visitante de Harvard se asombraba con mis
cuarenta y cinco días a caba- primeros relatos sobre las experiencias goza-
llo entre Villavicencio y Puer- das y sufridas como colector de especímenes
to Carreño, entre comunida- en el territorio de nuestras selvas, sobre los
des campesinas e indígenas preguntando recorridos a través de sus caudalosos ríos
nombres de plantas y uso curativo de ellas, interrumpidos por los peligrosos ‘raudales’
lo que lo volvió una autoridad. Al punto que o ‘cachiveras’ que hacen la navegación con
Richard Evans Schultes, llegado de Harvard todos los materiales de trabajo como las
para estudiar el caucho, tuvo en el profesor prensas, papel periódico, formol, la comida,
Hernando García Barriga García Barriga, guía del Vaupés y el Amazo- objetos personales cargados a la espalda en
nas a donde hicieron varias expediciones. En las idas y venidas”. Así fueron sus días al aire
A caballo en la selva del Putumayo, una de ellas, cerca de Mitú, García Barriga libre y, el resto, encerrado en laboratorios
de Popayán a Mocoa, a los 22 años recibió descubrió un árbol con desconocida inflores- clasificando este tesoro colombiano que cura.
el siempre magro y atento Hernando García cencia blanca y llamó a su colega Schultes Fue su guardián activo hasta sus últimos días.
Barriga, lecciones de taxonomía de su maes- quien lo atestiguó y así, fueron muchas espe- García Barriga, con cincuenta y nueve
tro W. A. Acher. Preguntaba en ese terreno cies que García Barriga, descubrió y clasificó años de trabajo de campo y tras haber des-
inexpugnable, igual que en el cerro El Bita y para el mundo. crito el poder curativo de dos mil seiscientos
en otros paisajes colombianos sobre el poder Su gran legado, Flora medicinal de Co- plantas (desde la amapola al ajo) contribuyó
curativo de las plantas, el curare, el yagé y el lombia, mil quinientas páginas y tres tomos a la formalización del estudio de la etnobotá-
yoco de primeros. Su longeva y activa vida le publicado en 1974, tres mil ejemplares con nica en Colombia, al crear el Laboratorio de
permitió recoger treinta mil colecciones que apoyo de Colciencias, se agotaron de inme- Farmacología Vegetal, —Labfarve—. Enseñó
reposan en el Herbario Nacional Colombia- diato. En 1992 sus diez hijos financiaron la a médicos de distintas facultades, fue invitado
no, con duplicados en el Instituto Smithso- reedición ampliada con lo que afianzó en a Harvard como profesor, recibió el premio
nian de Washington y en la Biblioteca de el mundo científico su estatura. Para esta Alejando Ángel Escobar y fue miembro de
Harvard. Y escribió treinta y cuatro obras. segunda edición celebrada por Schultes y la Sociedad Linneana de Londres. El género
Graduado del Colegio de San Barto- José Cuatrecasas en el prólogo, el autor dice de asteráceas (Compositae) de la familia de las
lomé, bogotano nacido en 1913, vio transfor- de su tarea: “La ciencia no tiene estaciones margaritas lleva su nombre Garciabarriagoa,
marse con él la etnobotánica: la Escuela de para descansar en lo andado sino pequeños todo lo cual no abarca el paisaje de su vida.

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Epífitas
Vegetales que se hospedan
en otras plantas

∙ 97 ∙
La Macarena,
el mundo perdido

esde el aire, como emergiendo de la manta de niebla, parece un buque enor-


me de roca a punto de atracar en el puerto que le ofrece la cordillera Oriental
de los Andes colombianos. Es un arca de piedra donde los pasajeros son osos
negros, primates de varias especies, jaguares, tigrillos y pumas, tejones, perros de
agua, reptiles, insectos multicolores y cientos de especies de pájaros, muchos de ellos
aún sin clasificación. Es la sierra de La Macarena: un tepuy, formación geológica
llamada así en lenguaje indígena arawak y que significa “morada de los dioses”. Y
lo parece, porque estas formaciones típicas del Escudo de la Guayana, una de las
agrupaciones de rocas más antiguas del mundo suelen ser tan inaccesibles, con sus
paredes verticales adornadas de cascadas gigantes, que muy
pocos han podido escalar hasta la cumbre para ver ese mundo La madre de la biodiversidad de Colombia
perdido que sir Arthur Conan Doyle imaginó poblado aún está aquí. En esta serranía entre Orinoquia
de dinosaurios. Si se mira un mapa de Colombia, La Maca- y Amazonia. Diez expediciones botánicas
rena parece flotar sobre las planicies de la Orinoquia, justo no bastarían para contarla
en su frontera con la selva amazónica, como si los pastizales
mecidos por los vientos de la llanura la hubieran ido arrastrando hasta el borde mis-
mo de los Andes, con los que geológicamente no está relacionada, ya que son como
doce o más veces más jóvenes. Cuando La Macarena ya era roca del Escudo de la
Guayana y se elevaba alta sobre el horizonte, la cordillera de los Andes era apenas un
sueño de la geología, meros sedimentos que se acumulaban lentamente en el fondo
del océano primigenio para levantarse, soberbios de juventud geológica, varios cien-
tos de millones de años después, por cuenta del choque de las placas tectónicas que
convierten las rocas en plástica materia.

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S er ran ía de L a M ac ar e na

Aguas cristalinas en La Macarena


A veces teñidas por Macarenia clavigera

Vegetación en formación rocosa


Pseudobombax septenatum

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Nosotros, los hombres, con nuestros afanes de bre el nivel del mar, donde los pastizales se vuelven sel-
colonos, de quemas, de cultivos de coca y marihuana; va, va cambiando con la altitud hasta convertirse en la
con nuestros afanes de guerra, de pregonar la patria misteriosa cubierta de plantas enanas y resistentes que
que cada cual se imagina, desde la tribuna de estas miran el mundo desde la cima de sus dos mil ocho-
lejanías, aunque llevamos años tratando de dominar cientos metros de altura sobre el nivel de un mar que
la sierra, no somos sus dueños. Somos unos extraños aquí no es de agua sino de clorofila en todas sus formas.
que nunca terminamos de desempacar las maletas. Desde allá arriba, para los que puedan llegar, el paisaje
Las verdaderas dueñas de La Macarena son las plan- debe quitar la respiración: la gigantesca sabana que al
tas, que suben como si fueran marineros por las jarcias norte se mezcla con el cielo en el horizonte, tejida por
de estas laderas imposibles, moldeadas por el cincel los hilos destellantes de los grandes ríos de la Orino-
mil veces millonario de la erosión. La vegetación que quia que la cruzan como un sistema circulatorio por
arranca allá abajo, a los doscientos metros de altura so- donde viaja el agua, la sangre de la tierra. Esta sabana

Docenas de ríos reparten nutrientes entre las rocas

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S er ran ía de L a M ac ar e na

enorme, que se ve desde este balcón tan exclusivo, se últimos se desarrollan en una topografía tan abrupta,
fue formando por los sedimentos de millones de años que se conoce muy poco de ellos. Los pocos que han
que fueron cubriendo con paciencia geológica el Escu- llegado allá arriba han reportado musgos y epífitas,
do Guayanés, una vieja familia de rocas que van entre encenillos y algunas plantas carnívoras que harían las
los tres mil quinientos y tres mil seiscienos millones de delicias del cine de terror. El viento que azota la cima
años de antigüedad, del que forma parte La Macarena. de la sierra, la poca capa vegetal que se acumula, el frío
Al sur, el verde pasto de las llanuras se convierte en y la falta de suelo normal por la aridez de las rocas, ha
el verde cromo de la selva amazónica, encrespada de hecho que las plantas resuelvan su almuerzo no en la
follajes en su dosel de árboles colosales. mesa de los minerales sino en la de los insectos. ¡Qué
No es fácil imaginarse cómo quedó ahí, solitario, de jugos exóticos y tramposos como la miel nos podría
este testigo de roca de seiscientas treinta mil hectáreas enseñar una sola de estas plantas carnívoras! Pero este
de extensión, ciento treinta kilómetros de longitud de mundo de más allá de la capa de niebla es casi un mis-
norte a sur y treinta y cinco kilómetros de oriente a oc- terio. Lo que más se conoce es la selva húmeda de piso
cidente. Cuentan los geólogos que el viejo Escudo de la térmico cálido, donde los bosques
Guayana, una suma de rocas del Precámbrico, las rocas son densos y perennes, con un do-
más viejas de la Tierra, tenía una capa gigante de ro- sel entre los treinta y los cuarenta
cas sedimentarias que formaban una meseta que se fue metros de alto. Por su culpa entre
erosionando durante cientos de millones de años hasta diciembre y enero, se da un otoño
dejar algunas islas resistentes, los tepuyes que adornan no imaginado en estas latitudes tan
a Venezuela, Brasil, las Guayanas y Colombia. Esta ecuatoriales, cuando las hojas caen
maravilla de la naturaleza está ubicada en el extremo como lluvia del dosel, sobre un so-
suroccidental del departamento del Meta y comprende tobosque muy variable de arbustos
áreas de los municipios de La Macarena, Mesetas, Vis- y palmas que pelean por la luz so-
ta Hermosa, San Juan de Arama y Puerto Rico. lar con lianas, orquídeas y árboles
Harían falta como diez expediciones botánicas como el palo de arco (Tabebuia
para dar cuenta de la biodiversidad de la sierra de La serratifolia), la chibechea, también
Macarena, de la vegetación casi que aérea de la cum- conocido en la región como ma-
bre fría, de la de las laderas rocosas, donde quién sabe tapalo o higuerón (Ficus insipida),
qué plantas han encontrado cómo vivir, pues parece el guayabo, macano o granadillo Orquídea
imposible. Solo el río Caño Cristales, una maravilla de (Terminalia amazonia), y el zapito Catasetum sp.
la tierra, con sus plantas que pintan de colores el agua (Sterculia macarenensis), que con
que se descuelga por las capas de pizarras y areniscas, ese apellido en latín nos cuenta que es endémico, como
se ha dejado llevar por el mundo en fotografías. Los tantas especies conocidas y por conocer.
pocos que han llegado con sus morrales, sus cámaras e Como no podemos caminar por los escarpes
ilusiones, han podido encontrar un verdadero mundo de las laderas que parecen correr por el borde de la
perdido, donde las especies endémicas apenas si son muralla de la sierra de La Macarena, que se levanta
una muestra ínfima de lo inexplorado, de lo que se po- hacia el cielo, soñemos que vamos sobre el lomo de
dría encontrar si se pudiera recuperar para el mundo un dinosaurio volador de los imaginados por Conan
este laboratorio natural de la sierra de La Macarena. Doyle para su mundo perdido. Allí abajo, en el piso
La lista del herbario de este mundo perdido es cálido y húmedo, podríamos encontrarnos con el árbol
enorme, a pesar de la escasez de exploraciones. La flora mortecino (Grias sp.), cuya madera se cuida sola por
del parque de la sierra de La Macarena contiene tres el olor que le da nombre. Junto a este árbol, como una
biomas de selva húmeda higrofítica: piso térmico cá- paradoja, podríamos ver la palma huichira o palma
lido, bosque húmedo templado y bosque frío. Los dos real (Attalea maripa), llamada también inayá, marija o

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palma de virote en el Amazonas, que da unos palmitos
que son un manjar y que también sirve para preparar
una bebida alcohólica muy apreciada por los indíge-
nas, que ya son pocos. En sus cercanías han vivido los
choruyas, los pamiguas y los guayaberos. Los tukano
se han resistido a morir como pueblo y todavía hablan
su lengua ancestral. El viento nos lleva a otro recodo,
en este vuelo imaginario, y podemos ver otras palmas,
como la milpesos o seje (Oenocarpus bataua).
Damos un giro, rumbo al sur, luego de dejar el
norte, donde la Vellozia macarenensis, que también es
endémica, se las ve con el sol que relame el sustrato de
roca donde crece. Avistamos de repente la selva ama-
zónica, que se derrama hasta el infinito. Si descendié-
ramos, tendríamos que caminar ocultos por el follaje
del tarraigo o turriago (Phenakospermum guyannense),
una hierba gigante que parece pasto de dinosaurios.
A medio camino de la cumbre, en las altiplanicies
que se cuelgan a mil trescientos metros sobre el nivel
del mar, los suelos rocosos solo dejan que las plantas
crezcan entre las fisuras. Es el reino de los arbustos,
hierbas y bosques aislados y enanos. Aquí se destacan
las bromeliáceas terrestres y algunas especies de Hype-
ricum, de las hipericáceas, que parecen cipreses. Una
bocanada de aire nos aleja de los riscos de la sierra
y nos lleva al cielo sobre el cañón que tiene del otro
lado a los Andes. Allá abajo, cerca de los ríos y arroyos,
como el Cafre y el Guayabero, y en todos sus afluentes,
que se descuelgan de la sierra misma y de los Andes,
se encuentra la Macarenia clavigera, de las podostemá-
ceas, especie endémica de planta acuática que le da el
característico color rojo al espectacular Caño Cristales.
Y así, como en un sueño, podríamos darle mil vuel-
tas a la sierra de La Macarena, un útero donde nacen
cientos de plantas de las que tal vez no conocemos
ni la mitad. Se siente un cierto desencanto por tener
que conocer y disfrutar este mundo con los ojos de la
imaginación, cuando quisiéramos vivirlo a cada paso
por sus senderos escarpados, olfatearlo en cada flor y
en cada corteza, palparlo en cada liana que asiéramos
para escalar hasta la cima de ese mundo perdido. Pero
podemos consolarnos pensando que, al no hollarlo, de
Ceiba entre rocas algún modo lo estamos conservando.
Ceiba pentandra

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S er ran ía de L a M ac ar e na

En letra cursiva

Son pocas las familias de plantas que pueden darse el lujo de sobrevivir en las partes buia serratifolia) y el chingalé, gualanday o flormorado,
más altas de la serranía de La Macarena. En este caso encontramos cunoniáceas que tanto color dan a la región. Pero especialmente se
como el encenillo (Weinmannia sp.), que comparte este ecosistema con bromeliáceas dan allí las palmas o arecáceas; en particular la Attalea
(Navia sp.), algunas orquídeas y unas cuantas velloziáceas como la Vellozia macare- maripa, conocida popularmente como güichire, marija
nensis, una de las flores endémicas de la región. o palma de virote, aunque también se presentan ejem-
Pero a medida que vamos bajando las familias botánicas se van multiplicando. plares de Oenocarpus bataua, apodada palma milpesos
Es el caso de algunas epífitas (Clusia sp.) pertenecientes a las clusiáceas, al igual que o seje, y de Socratea exorrhiza, conocida como palma
Tovomita sp., más abajo, en el bosque de galería, ecosistema que comparte con la zancona o araco.
Ruellia sp., una acantácea; la Pera sp., una euforbiácea; algunas fabáceas como Stylo- A diferencia de los densos y coloridos bosques,
santhes sp. y Machaerium sp.. Y unas cuantas anonáceas como la Fusaea sp., conocida en las sabanas de este territorio predominan las ca-
en la región como chirimoyo, y la Xylopia aromatica, denominada popularmente racterísticas gramíneas o poáceas, tales como el Tra-
como malagueto o achón. En esas alturas también se hallan especies de Sinningia chypogon spicatus, conocido popularmente como paja
sp., una gesneriácea, de Hyptis sp., mejor conocido como mastranto, una lamiácea, y lisa o saeta lisa, y el Andropogon leucostachyus, llamado
Lantana sp., una verbenácea llamada yerbamora o cariaquito en la región. En este rabo de gato o rabo de vaca debido al aspecto que
ecosistema de bosques y sotobosques predominan asi mismo especies de Hirtella sp. presentan sus espigas. La conjunción de todos estos
o palo de maicero, una crisobalanácea, Davilla sp., conocida también como bejuco ecosistemas en La Macarena, con sus muchas o pocas
chaparro o bejuco candela, una dileniácea y se encuentra además la Nectandra ama- familias botánicas y especies exóticas y endémicas,
zonum, laurel, chulo o tinto, una laurácea. nos hace caer en cuenta de la importancia de preser-
Dentro de estos tupidos bosques no faltan las bignoniáceas, con sus flores de var intacto este territorio.
llamativos colores, como son los ejemplares de palo de arco o floramarillo (Tabe-

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Anonáceas Fusaea sp. Chirimoyo Alimento
Anonáceas Xylopia aromatica Malagueto, achón Leña y cerca viva
Tórtolo, mano de león,
Araliáceas Schefflera morototoni Ornamental y construcción
sachauva
Güichire, marija,
Arecáceas Attalea maripa Alimento y construcción
palma de virote
Arecáceas Oenocarpus bataua Milpesos, seje Construcción y alimento
Arecáceas Socratea exorrhiza Palma zancona, araco Artesanal y construcción
Gualanday, chingalé,
Bignoniáceas Jacaranda obtusifolia Ornamental y medicinal
flormorado
Bignoniáceas Tabebuia serratifolia Palo de arco, floramarillo Medicinal y ornamental

Combretáceas Terminalia amazonia Macano, granadillo Construcción

∙ 103 ∙
La Macarena se mueve,
arrastra, nada, vuela
Por su antigüedad, muy superior a la de los Andes y sus valles
fluviales, La Macarena es la madre de la biodiversidad del
territorio colombiano, pues desde allí empezaron a distribuirse
tanto las especies vegetales como las animales. Además, por su
privilegiada ubicación entre la Orinoquia y la Amazonia, es un
Guamacho punto de intercambio que incrementa aún más esta abundancia
Pereskia guamacho biológica. Entre lo que se mueve, tanto en el suelo como arriba
en las ramas, hay ocho especies de primates, como tutamonos
La Macarena en números o micos de noche, macacos, socacos, titís, marimondas, ara-
En 1948 la sierra de La Macarena se constituyó como la primera guatos y choyos. Hay osos hormigueros, ocarros, cachicamos,
reserva natural protegida por ley, pero fue en 1971 cuando se armadillos, arracachos, osos negros, tejones, olingos, perros de
estableció como parque nacional natural. Tiene un área de seis- agua o nutria gigante del Amazonas, tigrillos, jaguares, pumas,
cientos treinta mil hectáreas, que van entre los doscientos y los ardillas, chigüiros, curíes, toninas, venados sabaneros y soches.
dos mil ochocientos metros sobre el nivel del mar. Mide ciento Lo que se arrastra cuenta con una gran riqueza de especies de
treinta kilómetros de norte a sur y treinta y cinco kilómetros de reptiles, entre las cuales más destacadas son la babilla, el caimán
oriente a occidente. Está en jurisdicción de los municipios de del Orinoco, los cachirres, la tapaculo o tortuga hedionda, los
La Macarena, Mesetas, Vista Hermosa, San Juan de Arama y morrocoyes, las mata mata, las sabaneras. En el aire y anidando
Puerto Rico, todos en el Meta. Al norte, el río Cafre y el caño entre las ramas y hasta en el dosel de los árboles más grandes,
Cabra le sirven de límite. El río Guayabero traza el límite sur, hay cerca de cuatrocientas cuarenta especies de aves, como pau-
mientras el río Duda lo demarca al occidente. La temperatura jiles, gallinetas de monte, tentes, jamucos, yátaros, trepatroncos,
promedio es de 25,5 °C. copetones, tráupidos y corocoras.

La Macarena e n l at í n
En la sabana tenemos gramíneas como el Axonopus canescens, el Trachypogon spicatus y el An-
dropogon leucostachyus. También tenemos algunas arbustivas de los géneros Hyptis (lamiáceas) y
Miconia (melastomatáceas). En los parches arborescentes, con un dosel de seis a quince metros
de alto, los más frecuentes son Schefflera morototoni (mano de oso, mano de león, sachauva,
tórtolo), Erythroxylum macrophyhlum (coca de monte, ajicillo, pata de torcaza), Jacaranda
obtusifolia o flormorado, conocido también como gualanday, Pera arborea o arenillo, Annona
cherimolioides o anón de monte, Vismia macrophylla, denominada punta de lanza, lacre o palo
de chicharra y Xylopia aromatica, que en la región se conoce como malagueto o achón.
En los bosques de galería, en su estrato herbáceo, tenemos presencia de los géneros
Ruellia, Stylosanthes, Sinningia, Heliconia, Hyptis y Lantana. Entre los arbustos predominan
especies de Tovomita sp., Hirtella sp., Davilla sp., Siparuna guianensis, Piper sp., Polygala sp. y
Miconia sp. Entre los subarbóreos, encontramos las fabáceas Inga sp. y Cassia sp. Y en el estra-
to arbóreo se dan especies de Fusaea sp., Nectandra sp., Machaerium sp. y algunas cecropiáceas.
Carbonero
Acanthella sprucei

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S er ran ía de L a M ac ar e na

La Macarena en rocas
En la maleta del geólogo podrían verse areniscas rojas de origen marino, algunas con
fósiles; areniscas arcillosas y lutitas grises y verdes, entre las más viejas. Las jóvenes
serían conglomerados, areniscas y arcillolitas, de origen fluvial o lagunar marino, más
las arenas sueltas y areniscas que van quedando a los pies de los tepuyes, caídas desde
sus paredes y cimas. Las rocas de La Macarena están sobre el basamento del Precám-
brico del Escudo Guayanés, formado por rocas ígneas y metamórficas, de las más viejas
de la Tierra, con edades hasta de dos mil quinientos millones de años. Sobre este gran
escudo de rocas primigenias se fueron depositando los sedimentos en los primeros
océanos hasta formar una secuencia de capas que en toda la región se conoce como la
formación Roraima, con una edad de entre mil novecientos treinta y mil quinientos
noventa millones de años. Esta formación luego se elevó y emergió del mar por la
acción de fuerzas tectónicas y quedó expuesta a la erosión, que la volvió a convertir
en sedimentos que fueron a llenar los nuevos océanos, en una secuencia que todavía
hoy sigue. En un principio los continentes no estaban donde hoy los vemos, formaban
un rompecabezas distinto. Las zonas más resistentes de esas rocas de sedimentos aún
hoy aguantan los embates de la erosión: son los tepuyes, islas de roca que se han ido
desgastando y lo seguirán haciendo hasta que, en el curso de millones de años, también
desaparecerán. Este gigante de la formación Roraima tiene cuatro unidades formadas
en diferentes épocas, llamadas Uairen, Kukenán, Uiamapué y Mataui. En Colombia
solo tenemos la última. Sus hermanas más viejas están en Venezuela y Brasil. Bejuco cadeno
Bauhinia guianensis

La Macarena y el hombre
Entre 1537 y 1538 el alemán Jorge Spira, en una expedición que salió de Coro, Venezuela y recorrió el piedemonte llanero, fue el primer
explorador que llegó a La Macarena. En 1541 Hernán Pérez de Quesada, en busca de El Dorado, pasó junto a la sierra por el valle del
río Duda. En 1560 Gonzalo Jiménez de Quesada llegó hasta el río Guayabero, donde tuvo que desviarse hacia la selva de Airico debido
sus enfrentamientos con los indígenas. Desde el siglo xvii la zona se empezó a llamar La Macarena, aunque todavía a mediados del
siglo xix no aparecía en los mapas. En 1872 Jules Crevaux, encargado por el gobierno de trazar un camino, puso a La Macarena en los
mapas oficiales y en las ilusiones de los colonos, que solo fueron detenidos por un centinela poderoso: la fiebre amarilla. Mas con la
popularización de las vacunas hasta este guardián natural se rindió, y la colonización de los alrededores de La Macarena trajo consigo
todo aquello que el hombre suele llevar en sus invasiones. Los primeros colonos encontraron en las paredes rocosas de los raudales del río
Guayabero pictogramas trazados por los pueblos que habían llegado allí miles de años atrás, pueblos indígenas que se han ido mezclando
con los recién venidos hasta prácticamente desaparecer culturalmente en esta fusión inevitable. Tal es el caso de los choruyas, los pami-
guas y los guayaberos. Solo los indígenas tukanos hablan aún su lengua original.

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Para males
de cuerpo y alma

omo un mundo dentro del mundo que aún está por descubrir. Como la
casa de la mayor cantidad de aves y de anfibios del globo. Como la cuna de
la reserva de agua potable del planeta. Como un océano verde. Como el paraíso
de la biodiversidad.
Cada quien ve como quiera —desde la admiración profunda, desde la curiosi-
dad científica y también desde la esperanza— esta región imponente, hermosa y rica
que forman los ríos Amazonas y Orinoco.
Y muchos, por supuesto, la ven como una enorme farmacia. Aunque decir
enorme sea poca cosa y haya que buscar otros adjetivos: inmensa, descomunal. Un
laboratorio en el cual las culturas aborígenes llevan siglos
—milenios quizás— investigando y observando las hojas, ta- Hojas, tallos, raíces, bejucos, flores, todo
llos, flores y raíces de las plantas nativas. Una enorme farma- lo que la prodigiosa naturaleza da, tiene
cia a la cual, no obstante la sabiduría de culturas ancestrales un uso para quienes han encontrado en ella
como las que habitan el valle del Sibundoy en el Putumayo el remedio para todos los males
—especializada como ninguna en el mundo en una ciencia
que consiste en descubrir y aplicar las bondades medicinales de las plantas— aún le
quedan muchos rincones por explorar: muchos más que los que han sido explorados.
Así, habría que decir que esta región que ocupa prácticamente la mitad del mapa
de Colombia es una enorme farmacia de la cual solo se han abierto unas cuantas gavetas.
Lo cierto es que con lo poco conocido se bastan quienes la habitan para curar sus
males. Y muchos de los que han llegado hasta allí con su prepotencia y sus diplomas de
universidades lejanas han quedado con la boca abierta ante tanta maravilla de la natu-
raleza y tanta sabiduría de quienes allí nacieron, allí tienen sus raíces y allí viven. Otros,

∙ 106 ∙
M e dic i nal e s

Maraco
Couroupita guianensis

Matarratón Albahaca negra


Gliricidia sepium Ocimum sp.

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Clavellino Mastranto
Caesalpinia pulcherrima Hyptis sp.

animados por el deseo noble de multiplicar aquellas nacen, en formas vegetales, remedios para todos los
bondades y hacer partícipes de sus beneficios a millones males conocidos.
de habitantes del planeta que ignoran lo que allí exis- Por eso, no extraña que muchas de las especies
te, han trabajado para nutrir a la industria farmacéutica medicinales de la Amazonia y la Orinoquia sean consi-
con sus principios activos y sus fórmulas secretas. deradas plantas sagradas. Y tratadas como tales. Ahí es-
Cada vez más compuestos químicos de los que tán, por ejemplo, el yagé, la virola —conocida en ambas
ofrecen en las pequeñas boticas de pueblo y en las gran- regiones como sangretoro— el puinave (homónimo de
des cadenas de farmacias están inspirados en las virtu- un grupo indígena del Guainía); la burundanga o esco-
des de la flora de la Amazonia y la Orinoquia, cuando polamina, un alcaloide que se extrae de la planta cono-
no resultan directamente desarrollados a partir de ese cida como borrachero o floripondio; e incluso el tabaco,
conocimiento al que se le dio la espalda durante siglos. entre muchas otras especies que tienen propiedades
Pero quizás lo más llamativo —lo más hermoso, alucinógenas, que no están al alcance de la gente del co-
sí— de la relación entre los habitantes de esta región mún —entre otras razones porque utilizadas sin el debi-
con las plantas de las cuales se valen para curar sus en- do conocimiento suelen acarrear grandes peligros, hasta
fermedades, es que las consideran parte integral de su la muerte misma— y cuyo empleo supone siempre un
mundo: de ese cosmos en el cual creen estar en igual- ritual que ha pasado de generación en generación y por
dad de condiciones. el cual la comunidad demuestra gran respeto.
Rica como ninguna región del mundo en plantas Quizás porque en su manera de ver la vida el
medicinales, muchas de las cuales están aún por inves- cuerpo y el espíritu están fundidos y lo que suceda con
tigar a fondo, en las tierras amazónicas y orinoquenses uno afecta al otro, para bien o para mal, es habitual

∙ 108 ∙
M e dic i nal e s

que en las comunidades que habitan esta región los De muy alta toxicidad es también el cucharacas-
encargados de curar el cuerpo también sean conside- pi, pero los médicos makunas, que habitan las ribe-
rados guías espirituales: son los payés o chamanes que ras del río Popeyaká, utilizan su látex para acelerar la
dirigen los rituales para entrar en contacto con las dei- curación de las heridas. Y saben los indígenas cubeos,
dades y con los antepasados —hay quienes llaman al que habitan riberas de ríos del Amazonas, Vaupés y
yagé el vino del alma, el hilo que une al bebedor con Vichada, que familias como la de las aristoloquias sue-
los muertos—, y que mediante la ayuda de las plan- len producir poderosos efectos tóxicos, pero también
tas sagradas pueden establecer el verdadero origen de medicinales, y entre otros fines las usan para tratar a
las dolencias de quienes son tratados y determinar el los epilépticos.
tratamiento adecuado, que por lo general incluye cere- Conocido en otras regiones como floripondio o
monias para invocar la ayuda del más allá. burundanga, el borrachero llama mucho la atención de
De las muchas especies alucinógenas, el yagé los caminantes por sus flores blancas, rosadas o ama-
parece ocupar un lugar preponderante en algunas rillas. Pero saben quienes han dormido una siesta a la
comunidades por sus propiedades tranquilizantes, su sombra de sus ramas que esta plan-
efecto eufórico y su carácter de planta mágica, telepá- ta narcótica puede provocar desde
tica e hipnótica, que no solo se emplea en los rituales dolores de cabeza hasta desequili-
religiosos y en la cura de enfermedades: también se brios mentales. Utilizada como se
valen de él los chamanes para escoger el lugar de la debe, los inganos del Putumayo y
construcción de las malocas y hasta para determinar el del sur de Caquetá saben que ayu-
momento oportuno de los viajes. da a calmar las neuralgias, a curar
Pueden existir muchas dudas sobre sus propie- la tos ferina y el asma y a paliar al-
dades sobrenaturales, pero lo que sí es cierto es que gunos males del útero y de la uretra.
la bebida que con esta planta se prepara resulta muy Emparentada con la burun-
amarga y por lo general produce vómito y diarrea. Para danga, los médicos tradicionales
muchos, se trata simplemente de ayudar a limpiar el kamsás e ingas han establecido
cuerpo y el espíritu de malas energías. que la culebra borrachera —ge-
Efectos similares tiene la virola, que suele consu- neroso productor de alcaloides, en
mirse inhalando el polvillo al que se reducen trozos de especial escopolamina— es la más
su corteza, considerado como un poderoso psicotró- potente de las plantas narcóticas. Chaparro
pico y que se emplea también para curar infecciones y Si bien se utiliza para bajar la fie- Curatella americana
emponzoñar con veneno los dardos de las cerbatanas. bre y calmar escalofríos persisten-
Tan mal visto hoy en día, el tabaco ha sido muy tes, en algunas comunidades del Putumayo se ha em-
apreciado desde tiempos lejanos entre comunidades pleado con éxito para tratar tumores; y los chamanes
como las de los yukunas y los tanimukas, en el sur de recurren a ella sobre todo para adquirir poderes que
la Amazonia, y especialmente entre los tukanos, en el les permitan moverse con facilidad en los campos de
Vaupés, que lo utilizan en curaciones, pero sobre todo la adivinación y la profecía.
antes de emprender ciertos tratamientos, para acceder Sin duda, una de las plantas que más llamó la
a la inspiración y preparar al paciente. atención de los primeros misioneros españoles que
También sagrado, el chiricaspi es muy apreciado llegaron a las regiones del río Putumayo fue el yoco
como febrífugo por los indígenas kofanes y sionas del —muy empleado por los coreguajes y los kofanes—, y
Putumayo, así como para contrarrestar el efecto de las lo mencionan con frecuencia en sus informes. Es cier-
mordeduras de serpiente. Pero se sabe que ingerido en to que los indígenas lo emplean como antiparasitario
exceso puede hacer perder por completo la coordina- y purgante, pero su uso principal consiste en inhibir
ción muscular y producir picazón en todo el cuerpo. el apetito y menguar la fatiga en los largos viajes de

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cacería en medio de la selva. Sin embargo, esta especie no llegó a ser tan apreciada
en la península ibérica como la guayusa, de la cual se establecieron plantaciones
suficientes para cubrir la amplia demanda de los españoles, que con ella curaban la
sífilis, tal como lo aprendieron de los médicos tradicionales de Sibundoy y Mocoa. Y
a pesar de haber sido reseñado en estudios publicados a finales del siglo xix en París,
menos fama tuvo el gualanday, cuyas bondades en el tratamiento de las enfermeda-
des venéreas han sido calificadas como sorprendentes.
Tostadas y pulverizadas, las hojas de la dapakoda detienen la diarrea; y se sabe
que sus flores remojadas en chicha —como se emplean desde tiempos ancestrales
en las ceremonias de iniciación masculina conocidas como yuruparí— ofrecen muy
apreciadas propiedades afrodisiacas.
El achón o sembé, que en algunas regiones se conoce con los simpáticos nom-
bres de malagusta o malagueto, y que abunda en los alrededores de San José del
Guaviare, fue muy socorrido en el tratamiento del cólera. En la actualidad se emplea
para calmar los cólicos.
Para las llagas se recomienda el aceite que se extrae de la copaiba o palo de
aceite. En caso de hemorragias uterinas las matronas de la región suelen acudir a la
akereba —que significa “flor que abre bastante” y que se conoce como palo de cruz
o monterillo—, y entre los diabéticos es común el consumo de la infusión que se
prepara con las hojas secas del bello y empinado yarumo plateado.
Muy apreciado en la cocina y también por las mujeres que trituran las semi-
llas para utilizarlo como protector solar, el achiote es empleado por la comunidad
miraña en el Amazonas para desinflamar las amígdalas y para aliviar el hígado. No
obstante, su uso principal corre por cuenta de los tratamientos dermatológicos.
Las hemorroides parecen llegar a su fin con el empleo de un extracto preparado
con las hojas de la planta llamada ojo de venado —a la que también han asignado
beneficios en el tratamiento del mal de Parkinson—; y se dice que la tensión arterial
elevada vuelve a sus cifras normales al beber una infusión que allí se prepara con las
hojas del chaparro, cuyo tallo se usa también para ayudar a los enfermos de artritis.
Y se sabe, por cuenta de los quichuas y los huitotos, que la savia de la sangre de
drago ayuda a conseguir la oportuna cicatrización de las heridas, y que los hongos
de la piel desaparecen con el empleo del trompeto, un pequeño árbol que también
se conoce como sarno precisamente por sus propiedades para eliminar la sarna de
los perros. Se usan las ramas del escobo o escobilla no solo para repeler pulgas y
para elaborar escobas —de ahí su nombre— sino también, maceradas en agua, para
enjuagar el pelo.
No hay duda: se encuentra cura para todos los males entre las decenas de mi-
les de plantas que crecen en la Amazonia y en la Orinoquia. Incluso para algunos
de pronóstico reservado, como el cáncer, pues hay especialistas que recomiendan el
bejuco de anzuelo o uña de gato para complementar ciertos tratamientos de radio-
terapia y de quimioterapia.
Y probablemente no exista la muy buscada fuente de la eterna juventud. Pero se
Bajagua dice que el guaraná, que tanto se recomienda para limpiar las arterias de colesterol y
Senna reticulata para proteger los bronquios, logra el milagro de retardar el envejecimiento.

∙ 110 ∙
M e dic i nal e s

En letra cursiva

Entre esa grandísima variedad de especies medicinales que hay en las regiones de En este amplio territorio también es común
Amazonas y Orinoco, existen familias botánicas representativas que se caracterizan encontrar géneros o especies ampliamente utilizados
por la presencia de compuestos orgánicos con principios activos y con más de una en la medicina tradicional y altamente reconocidos en
especie utilizada en la medicina tradicional. Es el caso de las solanáceas, a las que el área de los fármacos, como la caléndula (Calendula
pertenecen el borrachero o floripondio (Brugmansia suaveolens), el tabaco (Nicotiana officinalis), de las asteráceas; la valeriana (Valeriana
tabacum), el chiricaspi (Brunfelsia chiricaspi), el lulo (Solanum quitoense) y la culebra officinalis), de las caprifoliáceas; el chaparro o curata
borrachera (Brugmansia aurea). También las lamiáceas, es decir las aromáticas, una de (Curatella americana), de las dileniáceas, y la guayusa
las familias botánicas con mayor número de especies utilizadas para calmar los nervios, (Ilex guayusa), de las aquifoliáceas
entre las que se cuentan la albahaca (Ocimum campechianum), el romero (Rosmarinus Con un alto potencial farmacológico, pero
officinalis), la hierbabuena (Mentha x piperita), la mejorana (Origanum majorana), el arriesgadamente tóxico, se halla aquí el género Aris-
poleo (Clinopodium brownei) y el toronjil (Melissa officinalis). Con menor número de tolochia, de las aristoloquiáceas, tales como el mato
ejemplos, pero con especies de gran valor para la medicina tradicional, están algunas (Aristolochia nummularifolia), que es utilizado en la
urticáceas como el yarumo plateado (Cecropia telenitida) y la ortiga o pringamoza región de la Orinoquia, la oreja de tigre (Aristolochia
(Urtica urens). Y ciertas apocináceas, como la dapakoda (Mandevilla steyermarkii) y sprucei), utilizada en el Putumayo, y el guaco (Aristolo-
el cucharacaspi (Malouetia naias); arecáceas como el chontaduro (Bactris gasipaes) chia goudotii), usado con fines medicinales en el Meta.
y el asaí o manaco (Euterpe precatoria). Fabáceas como el palo de cruz o monterillo Y al igual que la Aristolochia, son muchas las especies
(Brownea ariza), la copaiba o aceite (Copaifera pubiflora) y el ojo de venado (Mucu- de gran potencial medicinal pero, en algunos casos
na sloanei); mirtáceas como la guayaba (Psidium guajava), la pomarrosa (Syzygium muchos de ellos estudiados, con graves consecuencias
malaccense), y el arazá (Eugenia stipitata). Y también cabe nombrar las papaveráceas, de efectos secundarios.
como el trompeto o sarno (Bocconia frutescens) y la amapola (Papaver somniferum).

Las plantas más constantes


Familia Nombre científico Nombre vulgar Usos
Celastráceas Maytenus laevis Chuchuhuasa, chuchuhuasi Medicinal antimalárico y afrodisiaco
Euforbiáceas Croton lechleri Sangre de drago, sangro Medicinal analgésico
Eritroxiláceas Erythroxylum coca Coca Medicinal, alimento fortificante
Malpigiáceas Banisteriopsis caapi Ayahuasca, yagé, caapi Medicinal, psicoactivo y afrodisiaco
Sangretoro,
Myristicáceas Virola surinamensis Medicinal, maderable
cuamara blanca
Uña de gato,
Rubiáceas Uncaria guianensis Medicinal y afrodisiaco
bejuco de anzuelo
Sapindáceas Paullinia yoco Yoco Medicinal y psicoactiva
Solanáceas Brugmansia suaveolens Borrachero, floripondio Medicinal, psicoactiva

Solanáceas Nicotiana tabacum Tabaco Medicinal analgésico

∙ 111 ∙
La c o c a , d e u n v e r d e b r i ll a n t e
Vuelta maldita —y perseguida— en algunos países, entre ellos
Colombia, por la intromisión de la delincuencia y la impoten-
cia operativa de las autoridades, la coca es un cultivo sagrado
de muchas comunidades indígenas del Amazonas - Orinoco.
Un ritual. Una necesidad. Un lenitivo contra el hambre. Un Pavito
producto de pancoger. Jacaranda obtusifolia
Una de las primeras versiones sobre cómo se llegó al
consumo de la coca como primera necesidad, la trae el investi- Una f r u ta pa r a c a d a m a l
gador Anthony Henman, quien describió en 1981 el mito de su También los frutales del Amazonas y la Orinoquia cuentan con
origen: “Un grupo de indígenas de tierras altas había intentado muy apreciadas propiedades medicinales. A continuación se
establecer una colonia en las yungas, las cálidas y húmedas relacionan algunas de las frutas que allí crecen y las enfermeda-
laderas de los Andes bolivianos que conducen a la cuenca del des que ayudan a curar o a combatir.
Amazonas. Habiendo enfurecido a los dioses por la quema de Arazá: diabetes y reuma articular
la capa selvática original, sus casas y cultivos fueron barridos por Asaí: fiebre, diabetes, afecciones hepáticas y renales
lluvias torrenciales. Los indios se vieron obligados a refugiarse Badea: migraña, depresión, insomnio
en unas cuevas cercanas. Cuando por fin volvieron a salir, luego Borojó: desnutrición y desajustes de la presión arterial
de muchos días de tiempo tormentoso, no encontraron a su Carambolo: asma y hemorroides
alrededor más que desolación. Debilitados por el hambre y la Chontaduro: anemia, anorexia
desesperación, hallaron un arbusto desconocido con hojas de un Guayaba: diarrea
verde brillante; arrancaron las hojas y las llevaron a la boca para Lulo: gota y afecciones renales
calmar el hambre. El remedio así descubierto parecía tan eficaz Piña: dispepsia, faringitis, mordedura de víboras y picaduras
que el cultivo de este arbusto suministraría el motivo principal de insectos
para toda la posterior ocupación de las yungas por los aymará”. Pomarrosa: epilepsia

Un a lm a q u e i l u m i n a
El payé es una suerte de chamán que suele establecer contacto con las fuerzas sobre-
naturales. En su mayoría, los payés tienen amplio conocimiento de las propiedades
medicinales de las plantas, y son los encargados de determinar los tratamientos para la
cura de las enfermedades. El antropólogo Gerardo Reichel-Dolmatoff describió con las
siguientes palabras las cualidades de un payé: “profundo interés en mitos y tradiciones
tribales, una buena memoria para recitar largas secuencias de nombres y eventos, buena
voz de cantor, y la capacidad de poder, durante horas, recitar encantaciones, en noches
de vela precedidas por ayunos y abstención sexual. Ante todo, el alma del payé debe
iluminar; su alma tiene que brillar con fuerte luz interior, que hace visible todo lo que
está en la oscuridad, todo lo oculto del conocimiento ordinario y de la razón”.

Chuchuhuasa
Maytenus sp.

∙ 112 ∙
M e dic i nal e s

De l a s e lva a l a i n d u s t r i a
El estudio Diversidad biológica y cultural del sur de la Amazonia colombiana, publicado
en conjunto por varias entidades entre las cuales figuran Corpoamazonia, el Instituto
Humboldt, el Sinchi —Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas— y Parques
Nacionales Naturales de Colombia, incluye una tabla con las plantas medicinales con
potencial económico en la industria, y señala las siguientes: sangre de drago, uña de gato,
ortiga, yagé, guaraná, chuchuhuasi, seje, avellanos, chaparro, copaiba y palo de arco.

Jarabes y mezcladores
La fama de la quina se debe sin duda a su efectividad para combatir la malaria, con-
siderada en algún momento como la enfermedad de mayor magnitud en el mundo.
Apreciada como una de las plantas medicinales más importantes de la historia, su poder
radica en las varias decenas de alcaloides que se encuentran en su corteza, y de manera
especial la quinina.
Utilizada desde hace varios siglos con fines médicos, se sabe que la quina también
ayuda a combatir la fiebre y la tos, y es buena amiga del corazón, pues se dice que co-
rrige la taquicardia y previene el paro cardíaco. Los usos industriales de la quina no son
pocos, pues se emplea en la fabricación de bronceadores, champús e insecticidas, entre
otros productos, y hasta llegó a convertirse en un popular mezclador de la ginebra. Combo
Aspidosperma sp.

Deje l o s n e rv i o s
Los médicos tradicionales del valle del Sibundoy,
en el Alto Putumayo, donde se dice que está una
de las culturas más avanzadas en el estudio de
las propiedades medicinales de las plantas, han
determinado una buena cantidad de especies que
ayudan a calmar los nervios. Están entre ellas la
caléndula, la malva olorosa, el toronjil, la hierbabuena,
la albahaca, la mejorana, el romero, el poleo, la
amapola, el limoncillo, la ruda, la ortiga, la valeriana,
el cedrón y la verbena.

Vitrina medicinales
Mercado de Leticia

∙ 113 ∙
Arte
con ancestro

os hombres hacen cestería, tallan madera de palosangre, balso y huito,


y las mujeres fabrican cerámica y tejen. Cada uno va a recoger lo ne-
cesario y vuelve al resguardo donde con herramientas mínimas, sus
manos dan forma al saber transmitido desde el abuelo del abuelo.
La mujer curripaco de Coco Viejo en Puerto Inírida, sentada en el piso con sus
piernas estiradas teje una mochila y su hijo desenreda hilos de colores y aprende sin
palabras, con ojos, oídos y tacto.
Sea un instrumento musical o un vestido ceremonial, una cerbatana, una canoa,
una tinaja, una trampa para pescar, un cesto para cargar de la chagra, el arte ancestral
tiene sentido simbólico, significado, valor utilitario y com-
prende al entorno por lo que este da como materia prima. Sin Cada objeto con su material y su forma
tener noción de cuánto vale ni cómo comercializarlo, asunto es un conocimiento recibido por los nativos.
que solo viene cuando los turistas los visitan. Son objetos úni- Y una herencia cultivada. Las artesanías
cos, hechos por el mismo autor que lleva a cabo todo el pro- locales tienen un valor incalculable
ceso de recolectar las materias primas hasta darles acabado
final. Esto los identifica. Tradición que emparenta la vida cotidiana con la naturaleza.
Ticunas y cocamas del trapecio amazónico usan palmera chambira y yanchama,
tela vegetal tomada del ojé o higuerón que dibujan y vuelven máscaras y trajes cere-
moniales. Se sientan en sus kumunos y usan moriche, seje, cogollo tierno del cumare,
nervaduras de la palmera mirití y los convierten en objetos para acompañar sus labores.
Con semillas tiñen y embellecen. Aunque Colombia ha divulgado el valor único de la
artesanía de esta región, son pocas organizaciones las que los agrupan. Cada uno en su
comunidad preserva este tesoro heredado de saber usar con belleza lo que le da la tierra.

∙ 114 ∙
A rt e s anías

A punto de acabarse
Palosangre es el nombre de la madera en
que se talla en el Amazonas. Hablan de este
árbol “caído” por su riesgo de extinción. Los
motivos son mitológicos o útiles. Daga, delfín
o cuchara lucen su color

Imprescindible objeto
En este canasto elaborado en bejuco en
cercanías de Leticia, las mujeres cargan a
la espalda lo recolectado en la chagra. Peso
Mezcla de texturas
liviano y capacidad son precisas
Esta cerámica, decorada con tejido de cumare,
fue elaborada por las mujeres curripaco en la
comunidad de Coco Viejo. Descienden de una
abuela con ciento doce años que vive allí

∙ 115 ∙
Para vestir
Esta falda es un traje típico hecho con la hoja de palma canangucha
o moriche, que es la especie a la que más usos dan tanto en Amazonas
como en Orinoco

Arte contemporáneo
Butacos para sentarse en la maloca o para trabajar las artesanías.
Los llaman kumunos y como este en Guamal, cerca a Villavicencio,
tienen gran refinamiento

Conjunto de materiales Diseño para vender


Hechos de achira, guiruro y guacarapona, Aretes diseñados y elaborados con formas tradicionales, en palma
estos collares de semillas son usados en las de cumare, no son lucidos por las mujeres curripacas. Ellas los venden
ceremonias o exhibidos en la feria artesanal
de Leticia

∙ 116 ∙
A rt e s anías

Utilidad total
Estos cestos son producidos en Puerto Inírida, Guainía.
Su fibra es extraída de la palma de chiqui chiqui.
Su trenzado está hecho por mujeres

Compañera en el río
Este detalle de canoa en el río Igaraparaná, aprovecha la ductilidad de la madera
de balso, tan liviana que se deja trabajar con suavidad

Caras vemos
Máscaras que se sirven del balso y son usadas en
los rituales. Su talla es hecha con instrumentos muy
simples pero sus dibujos son muy complejos

∙ 117 ∙
Tejido tradicional
Esta mujer en Amazonas elabora una
mochila que usarán en su resguardo o que
viajará muchos kilómetros cuando alguien la
compre en una feria

Para sacudir
Estas escobas pequeñas tienen
el colorido que dan las semillas y
la sustancia con la que adhieren
este tono también es vegetal.
Todo se usa

Símbolo de la selva
Asombrosa tela vegetal extraída por los ticunas, huitotos y yaguas
de la yanchama, que es el árbol de ojé o higuerón. Los pinceles
son también naturales

∙ 118 ∙
A rt e s anías

Todo suena
Los calabacitos acompañan a otros
materiales más con los que se hacen los
instrumentos musicales: cedro, cedrillo, palo
arco, luiro, miratabá

Extracción
Este colador para
el ambil del tabaco
está hecho como
otras cestas de las
fibras que tienen
en el yarumo o
guamo. La cestería
es realizada solo
por hombres

Para soñar
Los chinchorros o hamacas son hechos de las
nervaduras de la palmera mirití, del chiqui
chiqui, el seje, el moriche o el cucurito.
Su utilidad está garantizada

∙ 119 ∙
En equilibrio
De la palma chonta este
soporte para el casabe tiene
en los resguardos del Vaupés
un uso cotidiano. Su firmeza
la garantiza la perfección
del tejido

El símbolo
Vestido ritual hecho en la tela yanchama
u ojé. Los ticunas del Vaupés la extraen
basadas en las leyendas de Yoí, el sereno;
Ipí, el loco y Jutapá, el que hace los sueños

Para llevarse
Estas guacamayas
en madera de balso
nunca adornarán
Pequeña cacería
una maloca, pero
Estas cerbatanas hecha en palma de chambira o cumare
sí encantarán a los
contendrán unos bodoques con los que los huitotos cazarán
turistas de Leticia
su alimento en la selva
que las llevarán al
balcón de sus casas

∙ 120 ∙
A rt e s anías

Magia magia
Estas muñecas en tejido de fibra de cumare tienen
una significación simbólica. Son usadas en la
comunidad de Coco Viejo para protegerse
Geometría propia
Tejida en fibra de palma, los
colores de la mochila fueron
dados también con hojas
silvestres. El diseño
lo marca su demanda

La pesca del día


Una trampa para la pesca es sin duda un utensilio imprescindible en
aquella estrella fluvial que conforman ríos inabarcables e innumerables

∙ 121 ∙
Amazonia,
termómetro de la Tierra

i se mira una imagen de la Tierra desde el espacio, la Amazonia es el área


que aglutina la mayor cantidad de bosques continuos. A su vez, estos bos-
ques tienen una densidad, una altura y una arquitectura, entre otros atributos,
que les permiten guardar una importante cantidad de biomasa y en particular, de
CO2, comúnmente llamado dióxido de carbono, compuesto vital en la generación
del “efecto invernadero” cuando está esparcido en la atmósfera.
En efecto, el CO2 liberado por la combustión de derivados del petróleo o de
vegetación, es el principal responsable del calentamiento global, pues actúa como
una barrera que impide que el calor atmosférico —producto del efecto solar y la
generación calórica de actividades humanas— se disipe hacia
el espacio y por tanto, se incrementa la temperatura como Pulmón del mundo le dicen a este inmenso
sucede en los espacios cerrados como los invernaderos. De Amazonas que depende de ocho países.
allí el nombre de efecto invernadero. Oxígeno para el planeta que sale de este
Aproximadamente entre el veinte y el veinticinco por lugar cuya supervivencia es fundamental
ciento de los gases de efecto invernadero se derivan de los
bosques que son talados y, en la mayoría de las ocasiones, quemados. Igual sucede
con los depósitos de materia orgánica en el suelo, conformada por las hojas y ramas
caídas y por los desechos de la tala de árboles, y acumulada durante años, los cuáles
también pueden liberar CO2 al entrar en combustión cuando son quemados.
Ese color café-rojizo que vemos en los atardeceres de verano en el campo, es la
forma más evidente de cómo se manifiestan estos bosques al liberar CO2 a la atmós-
fera, aumentando las condiciones de calentamiento global. A su escala y en circuns-
tancias normales, los bosques amazónicos tienen la capacidad de retener grandes

∙ 122 ∙
Pul món de l M un d o

El ciclo del agua


La selva guarda su microclima

Prodigios al interior Conexiones íntimas


La humedad es del ciento por ciento En la selva todo se relaciona

∙ 123 ∙
Bejuco Selva adentro
La manigua se apodera Una humedad que se siente

cantidades de humedad en el suelo, por su condición de “esponja” generada por la


materia orgánica que se forma con las hojas que caen de los árboles, y sus raíces que
se entrelazan, buscando nutrientes.
De igual manera existe allí una inmensa red de drenajes superficiales, similar
a la red vascular del cuerpo humano, que permite que la vida se mantenga en fun-
cionamiento. En esta red se produce la más importante cantidad de organismos que
viven de la selva, como son los recursos hidrobiológicos, de los cuales deriva su sus-
tento alimenticio la mayoría de la población local. La caída de lluvias provenientes
del océano Atlántico alimenta porciones importantes del territorio, el cual las trans-
pira y evapora nuevamente, generando ese fenómeno de la evapotranspiración, que
los bosques amazónicos garantizan hasta que las lluvias llegan a los Andes y regresan
por los ríos hasta el océano.
El efecto de los bosques amazónicos también se percibe en la humedad relativa,
que bajo su follaje, llega a niveles de casi un cien por ciento en las noches y amane-
ceres. La combinación de esa humedad relativa y el sombrío del follaje, genera un
microclima diferente al de las zonas de exposición directa al sol, las cuales tienen el

∙ 124 ∙
Pul món de l M un d o

suelo más reseco. No hay la misma humedad relativa


en este ambiente que donde se recibe el rayo solar di-
recto, teniendo como resultado la elevación significati-
va de la temperatura.
Entonces, el conjunto de todos los anteriores fac-
tores, desde el microclima bajo el follaje de la selva,
hasta la fijación del CO2 en la madera de los árboles y
en depósitos orgánicos, pasando por la regulación del
ciclo hídrico de precipitaciones, evapotranspiración y
retorno por los cauces superficiales y de acuíferos sub-
terráneos, generan todo un sistema que permite la re-
gulación climática en una gran porción del continente.
Esto tiene un peso específico en el incremento o dis-
minución de la cantidad de gases
de efecto invernadero liberados
a la atmósfera como producto de
la combustión y constituye la más
importante zona de agua dulce su-
perficial. Por ello el Amazonas es
el regulador climático global.
Sin embargo, todas estas con-
diciones no son inherentes a un
solo país, ni a una cultura especí-
fica. Lo maravilloso es que resulta
de la suma de diferentes territorios
y culturas, unidos bajo un mismo
manto verde. Veamos: la Amazo-
nia, es una gran cuenca, que des-
ciende de los Andes al Atlántico Lechuga de agua
con siete millones ochocientos mil Transpiración permanente
kilómetros cuadrados en Brasil,
Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guya-
na y Surinam. En este territorio habitan numerosos
pueblos indígenas que han poblado desde hace mucho
tiempo las riberas de los ríos, sus colinas, zonas rocosas,
piedemontes, en fin, todos los rincones de la selva.
Aún existen pueblos indígenas en aislamiento
voluntario, que se resisten a ser conquistados y han
optado por refugiarse en las profundidades de la selva,
cada vez más presionados por el avance colonizador
desde los Andes y el Atlántico. Por ello, muchos se
encuentran en las zonas fronterizas, áreas habitual-
Agua con taninos mente desoladas, lugar ideal para mantener sus for-
Árboles y agua, una comunión mas de vida, de cultura y de libertad. De la misma

∙ 125 ∙
El manto de la tierra
Todo aquí es asociativo

manera, muchos pueblos no pudieron escapar de la haga en la regulación de la pesca en cada país; las obras
conquista española y lusitana y quedaron atrapados para generación de hidroenergía afectarán aguas arri-
en la división de las fronteras. Los territorios ances- ba y abajo las poblaciones, y, al ser cuencas comparti-
trales de los pueblos indígenas traspasan los límites das, serán necesarios los consensos. Las estrategias de
de los países en muchos casos, y, a pesar de ello, man- colonización y desarrollo de infraestructura, afectarán
tienen sus redes de intercambio y de reciprocidad. a cada país tanto como a sus vecinos en la medida en
De forma similar, la selva amazónica es una in- que deben prepararse para atender flujos de población
trincada red de relaciones ecosistémicas que implican que demandará grandes cantidades de energía que la
una fragilidad enorme dado que existe una alta in- selva no está en capacidad de surtir en el corto plazo y
terrelación en su funcionamiento. Lo que ocurra en en áreas reducidas.
la parte alta de los Andes, afectará a los pueblos que Las actividades ilegales impactan la población,
viven aguas abajo, ya sea por efectos de la deforesta- el ambiente y la gobernabilidad por igual, sin impor-
ción, la sedimentación o la contaminación. De igual tar las fronteras, pues las economías ilegales tienen el
manera, los flujos migratorios de peces del Atlántico mismo efecto en toda esta región que es vulnerable
a los Andes van a estar influenciados por lo que se en múltiples dimensiones. Todo lo anterior implica,

∙ 126 ∙
Pul món de l M un d o

En la rivera del Loretoyacu Hoja de victoria regia en descomposición


Troncos que caen Victoria amazonica

que la Amazonia debe ser entendida como un territorio integral, donde los efectos
de cada acción pueden repercutir en otros componentes del sistema y, por ende, en
áreas diferentes a aquellas donde las causas se originan.
La Amazonia es un gran cuerpo viviente, extremadamente frágil, complejo,
interconectado, con culturas vivas que mantienen su conocimiento sobre la base
de intercambios y redes de relaciones. Las particularidades de la Amazonia, que
corresponden a su gran diversidad, ya sea esta biológica o cultural, es una condición
adicional a la necesidad de ser tratada integralmente.
La Amazonia es un ejemplo de cómo los ecosistemas y el género humano
pueden evolucionar de manera particular, adaptándose a las condiciones más sutiles
de tipo ambiental y cultural; por ello, de un caño a otro, podemos encontrar especies
nuevas, suelos y aguas diferentes, y de la misma manera, culturas con expresiones
lingüísticas particulares, formas de uso del territorio, cosmovisión, cultura material,
comida, cultivos y domesticación de especies diferenciadas. Es la diversidad en todo
su esplendor.

∙ 127 ∙
La amenaza a los bosques
La Amazonia, esa vasta y homogénea región cuyos bosques
tropicales equivalen a la tercera parte de los árboles del planeta
y cuyos ríos constituyen la quinta parte del agua dulce que
circula por las venas de la tierra, guarda en sus entrañas invalua-
bles tesoros en cuanto a biodiversidad de fauna y flora, así como
incalculables reservas energéticas. Por eso es una región tan
codiciada desde tiempos inmemoriales, y tan amenazada.
Amenazada por actividades de explotación primaria: el
apetito por oro, petróleo y madera, que se traduce en defores-
tación y aridez de los suelos; y la agricultura extensiva, que se
materializa en la siembra de monocultivos como palma, soya y
otras plantas oleaginosas utilizadas en la producción de biodie-
sel y etanol.
En Ecuador, para no ir más lejos, la explotación petrolera
y de gas natural en la franja amazónica ha generado conflictos Cuando la selva despierta
causados por los impactos sobre la población indígena. Las Las nubes viajan al Atlántico
alarmas se encienden, por ejemplo, sobre el Parque Nacional
Yasuní y el área denominada Ishpingo-Tambococha-Tiputini,
donde se encuentran generosos yacimientos de petróleo. Esta Amazonas m u lt i n a c i o n a l
zona había sido declarada a comienzos del siglo xxi como La Amazonia es un vasto mundo de diversidad natural que
intangible y vetada para cualquier actividad extractiva. Pero tiene siete millones de kilómetros cuadrados repartidos en ocho
todo cambió a finales del 2013, con la decisión de la Asamblea países: Brasil, Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Venezuela,
Nacional de Ecuador de autorizar la explotación de esos cam- Guyana y Surinam; siendo el primero de ellos el dueño de
pos petroleros. 4.776.980 kilómetros cuadrados, lo que representa el sesenta
El oro negro también es motivo de controversia en Perú, por ciento del territorio brasileño. La Amazonia es una zona
donde se adelanta la exploración de crudo en el llamado Lote de dimensión y belleza colosales, que alberga el bosque tropical
67, ubicado en la región Loreto, en plena Amazonia peruana, más extenso del mundo y gran parte de este, considerado
área en la que se busca perforar ciento ochenta y cinco pozos y Pulmón del Mundo, se encuentra en los 782.880.55 kilómetros
construir un gasoducto de doscientos siete kilómetros, a pesar cuadrados que se ubican en Perú y hacen de este país uno de
del adverso impacto ambiental. los lugares con mayor diversidad y endemismos del planeta. A
Y el corazón de la Amazonia brasileña también está en su vez, Bolivia, Colombia, Venezuela y Ecuador con 714.000,
peligro. A pesar de su inocuo nombre, Belo Monte se erige 483.164, 178.000 y 117.300 kilómetros cuadrados respectiva-
como un gigante amenazador, pues pronto se convertirá en mente, se convierten en importantes potencias hídricas, ya que
la tercera mayor represa del mundo y para su construcción se desde sus territorios nacen aguas caudalosas y navegables que
inundarán quinientos mil kilómetros de selva amazónica y tienen como destino final el río Amazonas. Los territorios de
serán expulsadas unas dieciséis mil personas, la gran mayoría de las Guayanas con 151.040 kilómetros cuadrados y Surinam con
ellas indígenas. Y estas son solo muestras de un largo rosario 147.760 kilómetros cuadrados de cobertura amazónica, aunque
de nubarrones que se ciernen sobre la región. no pertenecen a la cuenca de este gran río, sí están revestidos de
selva, lo que les permite ser parte del gran bosque del sur
de América.

∙ 128 ∙
Pul món de l M un d o

Las tribus de los bosques


Más de cuatrocientos grupos indígenas habitan el territorio amazónico. Muchos de ellos se encuentran aislados,
y algunos incluso nunca han tenido contacto con el mundo exterior. Otros, por el contrario, han decidido trasla-
darse a los centros urbanos por diferentes motivos que, sin embargo, no los apartan de sus costumbres y formas
ancestrales. En cada uno de los países que conforman la cuenca de la Amazonia existen pueblos numerosos que
habitan la selva entre fronteras; como es el caso de los yanomani, una de las comunidades más numerosas del
Amazonas, conformada por unos veinte mil indígenas que viven principalmente en las montañas de la frontera
entre Venezuela y Brasil. Al igual que ellos, los shuar, también conocidos como jíbaros, cuya población asciende a
ciento diez mil habitantes, están ubicados en la selva entre Perú y Ecuador. En Colombia, por ejemplo, el último
grupo indígena que entró en contacto con una cultura externa fue el de los nukak-makú, de la familia Makú,
grandes conocedores de la selva y según cuenta la historia, sus más antiguos habitantes. De ellos forman parte
otros tres grupos indígenas que habitan el sudeste de Colombia y el noroeste de Brasil. Se estima que la forma
de vida de la mayoría de las comunidades indígenas del Amazonas está basada en la caza, la pesca y la recolec-
ción; por ello su subsistencia depende enteramente de los recursos que obtienen de la selva y de la ubicación
estratégica de sus aldeas en las riberas de los ríos o cerca a estos.

Bosques anfibios
El 42,3% de Colombia es amazónica

Algas en las orillas


Todo respira

∙ 129 ∙
C umaral
A una de las palmas que más abunda en la región y que más
se usa en la vida de todos los días, está dedicado
el nombre de este pueblo del Meta

Calle de barrio en Cumaral Cumare. Astrocaryum chambira

De la palma de cumare (Astrocaryum chambira), de esa que se encontraba cultivos de arroz y palma africana (Elaeis guineensis),
en abundancia antiguamente en la llanura, esa que cumaraleños cantan orgullosos en su esta última conocida también como palma de aceite y
himno: “Erguida la palma e’ cumare; se levanta esbelta, sencilla y jovial”, la misma que de la que Colombia es el primer productor en Amé-
Luis Ariel Rey, “El Jilguero”, nombra y halaga en su copla: “Ay sí sí, yo vengo de Casa- rica Latina.
nare […] Ay sí sí, como la palma de coco, como la palma de cumare”; de ahí Cumaral. La ganadería, base de la economía de este territo-
En las estribaciones del Piedemonte del Meta, rodeada de muchos verdes re- rio, ha dado origen a una amplia variedad de festivales
frescantes, está Cumaral con una extensión de quinientos ochenta kilómetros cua- y fiestas de gran tradición regional. Jinetes de varias
drados, a veinticuatro kilómetros de Villavicencio, la capital del departamento. partes del mundo se citan puntualmente todos los
Su historia comienza con el nombre de Boca de Monte en el año 1901. Manuel eneros para mostrar sus habilidades de enlazar toros
Saavedra Hernández, Eustorgio Pinzón Machado, Faustino Pulido Rojas, Próspero y caballos, y superar obstáculos de barriles y estacas en
Peña, Jorge Varela, José Genay, David Hernández y Olivero Castro, sus fundado- competencias ecuestres.
res, quisieron construirla donde terminaba la selva y empezaba la sabana; de ahí De la palma de cumare, se usan especialmente
su primer nombre. Pero una devastadora epidemia de fiebre amarilla afectó a sus sus fibras de cogollos y sus hojas jóvenes para fabricar
habitantes y el pueblo tuvo que ser trasladado cinco kilómetros más arriba de donde hamacas, redes de pesca, pulseras y mochilas. Home-
estaba situado. Primero fue Inspección de Policía del municipio de Restrepo, más naje a la siempre útil palma que además de cumare
tarde corregimiento y finalmente municipio por decreto de septiembre de 1955. Cu- también llaman chambira. Este quehacer artesanal
maral logró sobrepasar guerras civiles entre soberbias y locuras de partidos políticos; concebido a partir de esta palma emblemática, de la
buscó la paz, la encontró, y con ella sus gentes regresaron a laborar y a producir en que hay varios ejemplares en la plaza principal y que
estas tierras airosas. es reconocida con orgullo por los parroquianos, inspi-
La variedad topográfica de la región llanera ha permitido adelantar diversos ró el segundo nombre de este territorio. Desde 1917, y
tipos de explotaciones agropecuarias, entre las que predominan la ganadería y los por siempre, se llama Cumaral.

∙ 130 ∙
P ue bl o s

I nírida
Lejana, hermosa y misteriosa. Así es esta población rodeada
de aguas. Y así es la flor que aquí se da
y por la cual lleva su nombre

Calle comercial de Inírida Flor de Inírida de invierno. Guacamaya superba

La historia de la joven Inírida, bella y rica en flora y paisajes, Esta tierra de mil ríos no debe su origen a ningún
empieza en el año 1965 luego de un período histórico de violencia y enfrentamientos fundador, no fue construida por ningún prócer de la
políticos en Colombia. Y como un destino forjado, su nombre hermoso, sonoro y independencia ni tiene en su plaza central un busto
amazónico como la profundidad de las selvas verdes que lo rodean, se debe a Inírida, de Bolívar, Caldas o Santander, solo por mencionar
un ejemplar florístico endémico cuya resistencia le permite tener dos especies: en algunos nombres posibles. Sus principales pobladores
flor grande (Guacamaya superba) y en flor pequeña (Schoenocephalium teretifolium). y quienes dieron vida a este territorio fueron indígenas
Como si cada una representara a una de las dos familias que coexisten en la región: que en la actualidad habitan los resguardos de Coa-
la indígena y la mestiza. yare, en la parte norte; de Almidón la Ceiba por el
A este pueblo, capital del departamento de Guainía, localizado muy cerca de sur; y hacia el Oriente el resguardo Puinave Curripaco,
las fronteras del departamento con el Vichada y con Venezuela, lo reubicaron tantas cerca de los ríos Inírida y Atabapo, y el Coayare El
veces y lo llamaron de tantas formas que por ello sus gentes, ante nombres que no Coco, todos ellos dueños de una riqueza cultural que
eran de su agrado, designaron que su territorio debía llamarse Inírida en vez de Las se manifiesta en la producción artesanal y en la labor
Brujas, Puerto Obando o Puerto Inírida. Solo Inírida, como aquella flor que acom- que con manos y pies realizan para dar forma a fibras
paña la confluencia de los ríos Orinoco, Atabapo y Guaviare —la estrella fluvial de vegetales de palmas como la chiqui chiqui (Leopoldinia
oriente como el sabio Humboldt la denominó—. piassaba), al palo Brasil (Caesalpinia echinata) a la fibra
La historia indica que este municipio, declarado como tal el 5 de agosto de de cumare (Astrocaryum chambira), y a la arcilla para
1974, debe su nombre al amor por tan majestuosa naturaleza y por tan maravillosa elaborar objetos propios de la zona.
transición entre la sabana de la Orinoquia y la selva de la Amazonia. En su historia Inírida es dueña de un territorio donde el agua
hay otra Inírida. Una princesa indígena de la que muy poco se sabe pero que, dicen, abunda, cuenta historias a través de petroglifos dejados
habitó esta zona y dio paso al asentamiento de nuevas etnias, algunas de las cuales por antiguas etnias, los cuáles aún se leen al recorrer
aún habitan los límites con el casco urbano del pueblo. los ríos Coco Viejo, Caño, Neuquén y Guainía.

∙ 131 ∙
Y opal
Al cobijo de estos árboles gigantes creció un pueblo.
Este pueblo que ahora es la capital de Casanare,
en el corazón de la Orinoquia

Parque central de Yopal Yopo. Mimosa trianae

Esta es la historia de un lugar en el que abundaban cientos de árboles Así estaba destinado. Yopal pasó a ser la cabecera,
coposos y crecidos en las riberas del Cravo Sur, a los que los achaguas, la tribu que el corazón de esta tierra, así como el significado in-
pobló en tiempos precolombinos el territorio que hoy ocupa el municipio de Yopal, dígena, que no simboliza otra cosa que el centro de
llamaron yopo a la Anadenanthera peregrina,la más generalizada de las tres especies todo, el motor del pueblo y la zona que durante los
que crecen en la región. Cuentan que los indígenas extraían las semillas del árbol, siguientes años recibió una gran ola de inmigrantes de
las tostaban y molían para adivinar, profetizar y proteger a la comunidad de desgra- distintas regiones del país; de 3.122 en 1951, la pobla-
cias, epidemias y enfermedades. Todo indica que el consumo de la yopa les trajo ese ción ascendió a 86.860 en el 2003, multiplicándose casi
bienestar. veintiocho veces.
Las formas ancestrales de conocimiento de aquellas tribus y sus luchas contra Algunos habitantes encuentran al responsable de
conquistadores hicieron trascender a Yopal, un pueblo de espíritu llanero que en este fenómeno en el fondo de la tierra. La economía
el año 1915 arranca a mostrar sus primeros signos de fundación cuando un señor de Yopal gira en torno a la extracción del petróleo, la
llamado Elías Granados construyó una estancia, la estancia de “Don Elías”, ubicada agricultura y la ganadería, siendo la primera de estas
en el mismo sitio donde hoy es el centro de Yopal. Una zona ideal por estar cubierta la actividad de mayor generación de ingresos, llave de
de yopos: árbol maderable cuya estatura y formación era ideales para dar sombrío al crecimiento y desarrollo, pero también –como creen
ganado y para atender a los arrieros que venían de “llano adentro” y seguían su ruta muchos–, la actividad por la cual existe la inequidad, la
con los animales hacia otros lugares. violencia y afectación del patrimonio cultural.
Y por esa comunidad de yopos, Yopal, que queda a 335 kilómetros de Bogotá, A pesar de los diferentes desafíos a los que se en-
se llama como se llama. Tierra rica en fauna, flora, recursos hídricos e hidrocarbu- frentan los yopaleños, aún conservan tradiciones como
ros. Eso lo vieron sus primeros colonos santandereanos, Pedro Bernal, Pedro Pablo la artesanía en cerámica y en madera, para hacer, entre
González y Concepción Camacho, quienes en 1928 construyeron las primeras casas otras piezas, instrumentos musicales. Y disfrutan, de
y empezaron en realidad a darle vida de pueblo al lugar. los atardeceres rojos un patrimonio sin igual.

∙ 132 ∙
P ue bl o s

G uamal
Varias veces ha cambiado de vocación esta tierra del Meta socorrida por las
aguas. Pero la guama, las guamas, siempre han estado aquí

Parque de Guamal Guama. Inga edulis

Los árboles de guama (Inga edulis) abundaban cuando los primeros parque principal del pueblo. Sus frutos fueron muy ape-
pobladores de tierras del centro-este del país, los achaguas, dejaban sus pasos en la tecidos tanto por hombres como por animales. Después,
zona y a diferencia de otras comunidades indígenas, muy pocos vestigios de lo que la región se volvió la mayor productora de café de la
era su cultura. En los años veinte del siglo xx, cuando arribaron los primeros colo- Orinoquia, hasta que su suelo fue ocupado por cultivos
nos, Guamal, al igual que las guamas, albergaba y protegía con su sombrío a cuanto de cacao. Luego vino la transición hacia la ganadería lo
cultivo se diera y a cuanto colono llegara. que arrasó con aquellos árboles y ahora Guamal es un
El nombre de Guamal no es coincidencia. Al igual que en otros pueblos de Co- importante productor de lácteos, frutas y cítricos.
lombia, en el Meta existe un lugar que recibió su nombre gracias a cientos de árboles Aunque Guamal ha presenciado casi la extinción
de guama, entre los que se destacaban las llamadas raboemico y chancleta que abrían del árbol que le dio su nombre y ha perdido parte de su
sus brazos por todo el territorio ofreciendo a sus pobladores copos increíblemente bosque cercano a la cabecera del municipio, por fortuna,
blancos con una inusual dulzura. en su territorio se encuentra parte del Parque Nacional
Guamal es Guamal por un árbol, pero otra versión es que se le ha llamado así Natural Sumapaz, considerado el páramo más extenso
porque sus suelos son bañados por el río que lleva este nombre. Es fácil la conjetura del mundo, en donde nacen aguas de gran relevancia.
de que aquella gran corriente de agua pura y fría que desciende de las montañas reci- Por ello Guamal es glorioso, porque es un potencial
bió dicho nombre por la misma razón: árboles de guama de copa globosa y frondosa, hídrico bañado por los ríos Grande, Guamal, Nevado,
cuya altura no sobrepasa los quince metros. Humadea, Ariari y Orotoy, además de numerosas que-
A Guamal, que queda a cuarenta y tres kilómetros al sur de Villavicencio lo bradas, caños y otras fuentes de menor caudal.
fundaron el 19 de noviembre de 1957 los señores Alejandro Caicedo, los hermanos Los guamalunos han logrado cuidar este recurso y
Calderón, Jesús Jiménez, Clemente Olmos y Moisés Zúñiga, entre otros. ahora quisieran volver a contar su historia, la que tuvo
Había muchos árboles de guama en esos tiempos. Hoy no es muy común encon- como protagonista por muchos años a un árbol. Ese al
trarlos, aunque sus pobladores han hecho esfuerzos por cultivar algunos en el mismo que todavía llaman guama, guama de boa o guamito.

∙ 133 ∙
Mapa r eg ional de par q ue s nac ional e s

La Colombia
más verde
La Amaz onia colombiana e s apenas un punto ubicado en el confín
noroccidental de la gran cuenca del Amazonas, pero ocupa una porción abundante del territorio
nacional, el cuarenta y dos por ciento para ser exactos. Son 483.119 kilómetros cuadrados de
selva tropical, la más grande y diversa del mundo. Selvas que se han tragado hombres por su
exuberancia, su extensión infinita, la sabiduría milenaria de sus indígenas, sus plantas alucinó-
genas que producen epifanías vegetales y su riqueza botánica aún por descubrir. Son selvas que
albergan diecisiete áreas, entre parques naturales, reservas y santuarios de fauna y flora, de las
cincuenta y seis que conforman el Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia.
La Orinoquia del lado oeste se extiende por las estribaciones de la cordillera Oriental y
la frontera con Venezuela. Son doscientos cincuenta y cinco mil kilómetros cuadrados, casi
el veinticinco por ciento del territorio continental de Colombia, los que nos corresponden
de la gran cuenca del Orinoco, cuya extensión total comprende cerca de 991.587 kilómetros
cuadrados. Los suelos de la Orinoquia, a diferencia de los de la Amazonia, donde predominan
las selvas, son sabanas ilimitadas, secas y estacionales, cubiertas de pastizales, expuestas a las
quemas, las inundaciones y los fuertes vientos del nordeste.
La porción del territorio de la cuenca del Orinoco que ha logrado resistir a la colonización
del hombre y que se encuentra en estado natural está cubierta por planicies llaneras y bosques
de todas las clases, complementados con un complejo mosaico de praderas, selvas y vegetación
arbustiva que se riega por los seis parques nacionales de esta región.
Según la Dirección Territorial del Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colom-
bia, a la Amazonia corresponden el Alto Fragua Indi wasi, Amacayacu, Cahuinarí, Complejo
Volcánico Doña Juana Cascabel, Cueva de los Guácharos, La Paya, Río Puré, Serranía de
Chiribiquete, Serranía de los Churumbelos y Yaigojé Apaporis; las reservas naturales Nukak
y Puinawai y los Santuarios de Fauna y Flora Isla de la Corota y el Santuario de Flora
Plantas Medicinales Orito Ingi-Ande.
La Orinoquia colombiana comprende los parques nacionales naturales
Cordillera de los Picachos, Chingaza, El Tuparro, Sierra de
La Macarena, Sumapaz y Tinigua.
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∙ 134 ∙
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oA V E N E Z U E L A
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15. El Tuparro

Región Orinoco
Región Amazonas
eta
Océano Pacífico

17. Chingaza ada Parques Naturales de la Región


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Reservas Naturales
Santuarios de Fauna y Flora
OCÉANO 19. Sumapaz
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12. Puinawai
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16. Cordillera Picachos oG
Ampliada 18. Sierra la Macarena Rí

División 4. Doña Juana - Cascabel 20. Tinigua


11. Nukak
Territorial 5. Cueva Guácharos

1. Alto Fragua Indi Wasi


Río
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pés
13. Isla la Corota
9. Serranía Churumbelos

14. Orito Ingi - Ande o Ap
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6. La Paya
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8. Serranía Chiribiquete


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10. Yaigojé Apaporis

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o 3. Cahuinarí
7. Río Puré

Mapa regional
2. Amacayacu
P E R Ú
Río
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de parques nacionales

∙ 135 ∙
El paraíso
del diablo

a luna gobierna la vida de los hombres que retoñaron en un rincón del Amazo-
nas. Desde el cielo cerrado, negro y duro, ella permite que el pescador acier-
te con el arpón, el cazador con el tiro y el caminante con su paso rumbo a la
maloca donde, antes que el sol, amanecerá la palabra. Los rayos entran por los orificios
del tejido de palma y dibujan las figuras de los que más tarde hablarán.
Grises —como enmohecidos por la luz cobriza— los varones presentes pare-
cen recién brotados de la tierra como lo hizo el primer huitoto hace miles de años.
Se mueven en la trastienda como felinos saciados. Pisan descalzos la tierra fría de
los pasillos laterales de la maloca. Acercan canastos llenos de hojas de coca y de
yarumo hasta la fuente que humea al fondo; secan las hojas
en cayanas levantadas sobre fogatas sin llama; maceran las ya El caucho, la fiebre del caucho, marcó una
tostadas en un pilón de madera para darle vida al mambe que herida tétrica en la historia de la selva de
permitirá la comunicación con los espíritus. Mientras traba- Colombia. Y aún no cicatriza. La mención
jan, cantan. Voces guturales llevan una melodía monótona. de la Casa Arana todavía causa pánico
Recuerdan que la luna se quedó sola cuando su marido, un
pájaro muy bello, desobedeció y fue condenado a vivir en la tierra.
En el centro, justo donde se creó el mundo, Manuel Siafama habla muy quedo
en su lengua. Sentado en un banco bajo mastica el mambe y se traga las palabras. He-
redó la sabiduría y con ella el deber irrenunciable de preservar la espiritualidad de los
huitotos nacidos, criados, masacrados y retoñados en La Chorrera, allí donde el río
Igaraparaná pierde la serenidad y se precipita por peñascos que guardan las almas de
los primeros hombres. A esta hora el cuerpo de Manuel corta la línea este-oeste que
las dos puertas de la maloca comunican cuando hay luz del sol y parece flotar entre los

∙ 136 ∙
H i stor ia

Tallo de caucho herido para la extracción Campamento cauchero en el Putumayo, 1910


Hevea brasiliensis La esclavitud y la tortura alentadas por la búsqueda del caucho

∙ 137 ∙
cielos, los submundos y el mundo medio. Solo Manuel tanto confirman las sentencias con un sonido gutural,
puede ver los espíritus de los ancestros que, desde lo corto y contundente como un martillazo. A la voz de
alto de la maloca, acompañan esta noche de luna llena. la autoridad sobreviven el frío y el chirrido de los gri-
Arriba están los dueños del agua, del rayo, del tigre, del llos que se comen la noche.
tabaco, de la yuca, de la coca, de la palabra; también allá Dicen que abrirán el canasto de la tristeza a la
esperan los espíritus de los niños que nacerán. Debajo medianoche y que lo cerrarán antes de que canten los
de los pies de Manuel comienza el submundo, sede del primeros pájaros. Hace cien años, cuentan, Colombia
gran caldero donde se cocina la vida. Y a su alrededor supo que los huitoto de La Chorrera existían. W. Har-
gira ahora el mundo medio: este de plantas, animales y denburg lo anunció en Londres. No dijo que eran los
hombres de paso hacia la muerte. hijos de la coca. No dijo que al morir los más valientes se
Cuando la coca y el ambil recién trabajados des- convertían en tigres. No dijo que respiraban al ritmo de
cansan a los pies de Manuel y frente a un chorro de los árboles. No dijo que cambiaban de nombre cada vez
luna, comienza el relato. Seis hombres se acercan, que un acontecimiento quebraba la línea recta de la his-
de uno en uno, a la fuente del mambe. Se llevan a toria de su vida. Escribió en un periódico inglés que La
la boca cucharadas del polvo verde-perla, lo acumu- Chorrera era el paraíso del diablo. W. Hardenburg pre-
lan en las mejillas interiores, lo humedecen con saliva senció sin duda el horror. Terminaba la primera década
y van a su sitio en la media luna que forman para del siglo xx y la fiebre del caucho penetraba la selva que
acompañar a Manuel, el Mayor, mientras avanza en se extiende entre los ríos Caquetá y Putumayo. Masa
sus relatos. Los demás, con los brazos cruzados y la verde, apretada, hacia donde los empresarios dirigieron
cabeza gacha, asienten con golpes de garganta. Cada su ambición una vez agotaron el Castilla elastica en el

Embarque del caucho


El látex era el oro de la época

∙ 138 ∙
H i stor ia

Caquetá y se enteraron de la existencia, al oriente, de


indígenas conocedores de la selva, útiles para el trabajo.
El diablo de Hardenburg era sin duda Julio Cé-
sar Arana quien ordenaba a hombres de etnias lejanas,
convertidos en capataces, cazar huitotos en el corazón
de la manigua. Dotados con rifles Winchester, los hi-
jos de la selva cazaban a sus hermanos. Con el paso de
los años también indígenas de las familias bora, mi-
raña, ocaina, andoque, nonuya y muinane. Señores de
los ríos Caquetá, Putumayo, Igaraparaná, Caraparaná,
Pupuña y Cahuinarí y de los bosques del Putumayo
y del Amazonas, fueron reducidos a esclavos. Arana
sembró cincuenta subestaciones caucheras en los seis
millones de hectáreas que el gobierno le concedió. Y
desde la Casa Arana, una edificación de madera y La naturaleza herida
piedra amarilla construida a solo unos metros de la Después de la explotación, la devastación
maloca de Manuel, dirigió su empresa de muerte. W.
Hardenburg y Roger Casement, cónsul inglés en Río rrera contaron ciento sesenta y dos personas contando al
de Janeiro enviado en visita oficial en 1910, supieron cura y a su hermana, y también al corregidor; y quizás a
del horror que se extendió por La Chorrera, del infier- los esposos Umire: como troncos heridos, vacíos de savia,
no que fue la Casa Arana: cuerpos flagelados, raídos, dispuestos a poblar de nuevo la tierra.
ahogados, mutilados, quemados, fusilados, decapita- A punto del alba, el fogón desprende un hilo de
dos o ahorcados por no cumplir con la cuota sema- humo opaco. Uno de los hombres que acompaña a
nal de caucho, se apilaban en los socavones de la casa, Manuel duerme sobre el suelo desnudo. Los demás
donde también pasaban los malos días los condenados apuran cigarrillos y tazas de café caliente. El Mayor,
al hambre. Cifras imprecisas dicen que setenta mil desnudo de la cintura para arriba como todos, siente
indígenas fueron asesinados y seis mil secuestrados y frío. No habla ahora. La palabra le ha dado paso al sol
llevados al Perú a donde Arana pretendió extender su que debe alimentar las chagras donde crecen la coca, el
exploración una vez la inminencia de la guerra entre tabaco, la yuca y alguna hortaliza. Desde afuera vienen
Colombia y Perú lo expulsó y los procesos judiciales el canto del marido de la luna y las voces de los niños
amenazaron con cercarlo. que madrugan. A esos llamados responde Manuel y
Solo en la década del treinta, veinte años después sale de la maloca a saludar la luz antes de purificarse
de las denuncias de Hardenburg algunos sobrevivientes en las aguas del Igaraparaná. El Mayor camina hacia el
intentaron regresar. Entraron por los ríos que les eran fa- agua; busca aliviarse por hoy de los dolores que vienen
miliares y olfateando el perfume de los árboles trataron del pasado, lavarse las voces de los muertos que le dic-
de redescubrir un camino. Cuentan que una mujer joven taron el relato desde el vientre de la selva; sumergirse
todavía sobrevivió metida en las cuevas del monte co- en el agua helada que beben sus ancestros. Los niños
miendo frutos silvestres; y que un hombre, secuestrado que van hacia la escuela cruzan el río en bote o por
dos veces y dos veces fugado, comió cogollos de palma un puente; recuperan el aire al coronar la cima de un
y gusanos durante tres meses. Ellos, que se encontraron montecito; agarran pepas duras de las palmas y frutos
en las orillas del Igaraparaná formaron un hogar del que blandos de los árboles; invaden los patios de piedra y
retoñaron algunos de los que ahora escuchan el relato le cantan al nuevo día desde el corazón rocoso, todavía
lento y monótono que seca la boca de Manuel. En 1934, frío, de la Casa Arana que hoy es su escuela, su casa del
según el primer censo después de la guerra, en La Cho- conocimiento; su maloca de la sabiduría.

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La vida pr ivada de l as im ágen e s
Í ndic e de f ot o g raf í as e i lust rac ione s

Fotografías de
Ana María Mejía
Portada p. 11 p. 11 p. 11
Emblema del Amazonas, Caen sobre los infinitos No es necesario cultivar el Virtud de la manigua es
la victoria regia tenía esta ríos de la hoya del Ama- ají en toda esta vastedad. esta frutilla de nombre
cita fija con Savia ii. No zonas, las ramas de los Crecen silvestres éste sonoro. Al arazá también
podía faltar ella, esta flor amacices. Estos gigantes que es pequeñito y rojo se le dice guayaba amazó-
que se abre circundada en abundan en las orillas, dan y muchos otros de otros nica y es delicada aunque a
su mundo anfibio por unas sombrío a los viajeros y colores, básicos en la veces es tan ácida como un
hojas gigantes. paisaje a los ojos. cocina selvática. limón ácido.

p. 12 p. 12 p. 13 p. 14 p. 16
Alto muy alto es el huito. Para que la vean como Quien la ve por ahí El amacise, al que también Los nativos han domestica-
Irrumpe entre sus vecinos, se debe, hay una reserva toda anónima, la flor de se le puede llamar amacizo, do la selva y han aprendido
como este ejemplar que vegetal remontando el cúrcuma tiene una historia es impúdico: muestra sus a cultivarla. En las chagras
está a la entrada de Isla Amazonas para cultivar de vida larga y poderosa. entrañas y deja ver las deben tener por lo menos
Micos, y que sirve para la victoria regia. Muchas La usan como remedio y raíces. No es por asustar: siete plantas para que entre
verlo, para colorear la piel viven, duermen, se abren como colorante desde el es que los suelos aquí no lo todas se ayuden a crecer,
y para muchísimo más. allí para el asombro. año 320 antes de Cristo. dejan profundizar. incluido el banano.

p. 16 p. 19 p. 19 p. 20 p. 21
La espinaca amazóni- Ceibas por montones hay Se llama bejuco aunque Subir por el afloramiento Bototo se llama. Pero en
ca, como se llama esta en toda la cuenca de la parezca otra cosa. Se re- rocoso que hay en la orilla la cuenca del Orinoco
delicadeza, abunda entre Orinoquia. Adentro en la produce mucho y refresca del Orinoco en Carreño hay quienes –muchos– le
matorrales y bejucos en jungla, afuera en las orillas más cuando el sol de Puer- para ver las plantas que llaman compadre bototo
la selva del Amazonas. Y y en la mitad de las zonas to Carreño agobia y uno se crecen contra todo pronós- a este árbol emblemático
para algo sirve porque en colonizadas. Sobresalientes refugia donde Rosario en tico y mirar el río Bita. Y que se nos mostró una
la selva todo sirve. por arrogantes. la Fundación Orinoquia. tomar esta foto. mañana en el caño Vitina.

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Í n dic e de f oto g raf ías e i l ust rac ione s

p. 22 p. 24 p. 24 p. 25 p. 25
Uy si hay chaparros en las La soya le da color a Más colorido da el cám- Tal vez visto como paisaje, Por estos caminos de la
sabanas de la Orinoquia. la llanura. Como aquí, bulo, diría algún amigo a lo lejos, a las orillas del Orinoquia se le llama
Son así o más pequeños y cuando vas de Cumaral de las tonalidades rojas. Inírida, como aquí, el palo floramarillo. Así seguido.
los usan para todo. Lo más hacia Puerto López. Tra- Y entonces se deleitaría de aceite no sea tan im- Pero si le dices cañagua-
sobresaliente: la textura de bajo genera, pero también cuando en la temporada presionante como cuando te estarás en lo correcto
las hojas que es recia como produce polémica por lo seca comienza a brotar esta recibe el sol. Pero es muy porque es el mismo que se
de papel de lija. extensivo de sus cultivos. belleza. impresionante. da en el Caribe.

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Lo dicho: los cámbulos, Tomamos esta hilerita Había mucho sol aquella Cascabel se llama. Así de La palma caraná es otra
que se mezclan con otros de árboles por compacta, mañana rumbo a Acacías. simple. Sí, es la planta que palma que se da en la re-
árboles en los bosques pero peros de agua hay De pronto un candelabro da aquellas vainitas que gión, pero no es una palma
quizás para sentirse mejor por todas partes en el pie en el fondo de un potrero. suenan, de las que había cualquiera. A sus hojas
vestidos en verano, brotan de monte llanero. Y son Una aparición fulgurante tantas en los potreros. Aún y tallos les tienen tareas,
mucho en el piedemonte así, tienen la forma de una que pagó el día. hay muchísimas en todos entre otras que ayuden
cerca de Villavicencio. pera y por eso su nombre. los piedemontes. a construir las malocas.

p. 30 p. 35 p. 35 p. 35 p. 36
Cuando lo avistó, el pro- Fue solo cuestión de Bendita la yuca, así sea Esta niña salió, tal vez Cosa rica es el cilantro ci-
fesor Cogollo hizo desviar madrugar al mercado de brava. Para quienes viven como todos los días, a la marrón. Lo cultivan mucho
la expedición para llegar Leticia, comprar los ajís en la Amazonia y saben carretera en el kilómetro y se compra por manojos
hasta la sombra que da este que viéramos, reunirlos y que con ella se hacen 2 a vender lo que le da la en los mercados de toda
árbol de navidad, como tomarles la foto. Es solo delicias y son alimento in- selva. La uva caimarona es la Amazonia-Orinoquia
lo conocen en los Llanos una muestra de la variedad faltable para casi todos. Y muy apetecida. Las debió para condimentar lo que se
Orientales. Tenía razón. de ellos. para quienes la probamos. vender todas. quiera. Agreste, irresistible.

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Bueno, pues aunque no Bello allí, madurando. El arroz, los arrozales, Tiempo para averiguar y También en Amazonas
solo de yuca se vive, sin Bello cuando toma el color constituyen un paisaje en espacio para contar hu- - Orinoco el bijao está
yuca no se puede vivir. final. Bello cuando se sirve. muchas partes de la Ori- biéramos necesitado para presente. Se vive y se siente,
Para el casabe, que es Y una de las delicias más noquia. En las inundables, dejar en claro por qué a especialmente cuando se
casi una obligación. Por variadas de la cocina ama- claro. Porque el arroz es esta palma la llaman como trata de envolver alimentos
ejemplo. Y son gigantes las zónica. Hay muchas clases clave en la economía y en la llaman. Milpesos es un o cuando algunas etnias
yucas que sacan de la selva. de pimentones. la alimentación. prodigio por su utilidad. realizan ceremonias rituales.

p. 43 p. 43 p. 44 p. 45 p. 46
En los cuencos que se for- Constreñido en los De lo que antes fueron De a poco los férreos Un parecido de alguna ma-
man sobre los afloramien- terrenos más hostiles, este rocas, tepuyes, todo sólido, tepuyes del Chiribiquete y nera vecino con la región
tos rocosos del Chiribi- anturio busca el sol para la vegetación ha tomado todos los demás, han ido Andina tiene esta planta
quete y de todos los otros, seguir creciendo. Sucede en posesión. Porque basta un perdiendo solidez. Es el amazónica cuyas ramas
se reproduce el mundo. miles de kilómetros en esta quiebre, una fisura, una avance de la naturaleza lo están cargadas de infinitas
En pequeño, el milagroso selva colombiana, marcada breve porción de arenilla que pasa en este enigma hojas. Y verdes deslum-
mundo del reino vegetal. por el Escudo Guayanés. para que crezcan plantas. del parque natural. brantes como si sonriera.

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Si no fueran tan frecuentes Cuando se desciende Tantas y tantas plantas Este individuo se llama Sobrevive la esperanza de
estas apariciones de de las cúspides de los crecen prendidas de las lomo de caimán (Pla- la conservación cuando se
vegetación entre las fisuras afloramientos rocosos del paredes, casi siempre jun- typodium elegans). Qué va por ahí y se encuentran
de las rocas, parecerían Chiribiquete, el paisaje se tas, como para impulsarse elegancia la que tenía cultivos de acacia. Sucede
un montaje escenográfi- vuelve doméstico. O, al entre ellas, tantas y tantas cuando lo fotografiamos en las afueras de Puerto
co. Pero son millones las menos, identificable como que la clasificación es por mientras subíamos al Carreño, camino al llano
plantas que viven así. sucede con las heliconias. ahora imposible. mirador del Caney, cerca de adentro.
Villavicencio.

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Camucamu. Repitan con- Este es un árbol binacio- Una colección de cedros Vainas raras y estos frutos La entrada a un club
migo: ca-mu-ca-mu. Así se nal. Castaño o nuez del (el achapo, el amargo) se del mabaco (Attalea cf. campestre, en la vía de
llama, lo llaman, este árbol Brasil le dicen en los dos consigue fácilmente en recemosa). Raros, sí, pero Villavicencio a Puerto
resistente y versátil. ¿Dónde países. Cualquiera de los cualquier ebanistería de bellos y abundantes en la López, fue concebida así.
lo llaman así? En Leticia, dos nombres vale para este orilla de camino. No son zona de los cerros de Ma- Monumental como se ve y
por el 6, por los potreros de gigante que aparece cada muchas, pero las hay. Y allí vicure, esa joya que queda la mayoría de la construc-
la casa de Pijachi. rato por ahí. están ellos listos para servir. a orillas del Inírida. ción en palma moriche.

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Uno de los árboles más También en la zona de las Alguien, displicente, Tan particular la flor de Al níspero le dicen así y
usados en construcciones sabanas del Orinoco y en podría preguntarse que Inírida. Solo crece en aque- guayabo de pava, tuno y
y mueblerías en la región las selvas del Amazonas, este matorralito qué. Nada llos sabanales anegados de manzana de corona. Tal
de Amazonas - Orinoco el caracolí es uno de los menos que un horquetero las afueras del pueblo. Y tan vez tenga otros nombres
es este. El cedro amargo. árboles que más sobresale orinoqueño que a pesar de emblemática que por eso esta frutilla de flor muy
Por resistente y por fácil de por su tamaño y más se usa la hostilidad del terreno, es contraportada de Savia bella que, además, es colo-
manejar. Una estrella. como madera de la buena. mírenlo cómo va. Amazonas - Orinoco. rante y alimento de fauna.

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Cada rato en las inmensas De una estatura descomu- Por la llegada de materiales La ven así, pero cuando Tan creativa y variada es la
sabanas, cada rato en los nal, el charapillo no podía sintéticos y otros horrores, esta planta florece es roja- música, como creativos y
recodos del camino. Cada ser menos. Y no porque los músicos llaneros están hermosa. El capacho es variados son los instrumen-
momento de un recorrido de él, de sus tallos, muchas cultivando plantas de las otra de las herbáceas culti- tos. Todos sacados de lo
por la Orinoquia, aparece etnias selváticas, obtienen que puedan sacar instru- vadas para futuras maracas que da la tierra como este
una comunidad de palma los maguaré, tambores mentos. Como el tamparo porque sus semillas sonarán sonajero construido con
moriche. Un morichal. rituales que retumban. para futuras maracas. nítidas y resistentes. semillas de capacho y otras.

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Sonajeros hechos de Han crecido los totumos No supimos cómo suena Una de las flautas que Parecería un utensilio de
guadua y con semillas de (Crescentia cujete) y se han –ni cómo se toca– este proliferan entre los grupos cocina, un ayudante de esos
quirilla son también parte endurecido las semillas del instrumento al que llaman musicales de indígenas. para mezclar alimentos.
de la instrumentación de capacho. Todo ha ocurrido congolo porque está hecho Esta la hacen con tallos Parecería. Pero es un ins-
algunos de los conjuntos para que surjan las mara- de semillas de bejuco. Pero de guadua, la adornan con trumento musical obtenido
llaneros. La naturaleza cas a las que también les lo tocan y suena en las tejidos y la hacen sonar en también del muy socorrido
suena en todo el territorio. llaman maracos. entrañas del Putumayo. la ribera del Putumayo. y cultivado totumo.

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Con guadua y semillas Remota y desconocida para Algún parentesco tiene Popular a borde de camino Cacao. Basta el nombre
de chambimba se fabrica muchos en la Colombia con el uvito. Puede que cuando hay cosecha que es para reconocerlo e imagi-
este instrumento en el central, esta fruta es habi- lejano, pero lo tiene este en el verano, la piña en los nar su sabor. Se da mucho
Putumayo que suena como tual en el Amazonas. Arazá, frutal no muy popular Llanos Orientales es casi en el Amazonas, al punto
un aguacero cuando está lle- a la que algunos despachan que se llama cervera y que una obligación alimenticia. de que este lo tomamos de
gando. Sutil en su sonido y con el nombre de guayaba crece muy bien en el jardín Deliciosa y cultivada en un árbol no cultivado en la
trabajado en su decoración. amazónica, es esta. de Mundo Amazónico. diferentes variedades. propia Leticia.

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Si alguien proclama el Al asaí también se le Este es fruto del camu- Otro nombre sonoro. Ma- Bueno, el chontaduro.
copoazú como el rey de la conoce como palmito. camu, que también es ár- chichi, llaman a este fruto No digo bueno porque lo
selva, será mejor no discu- O manaca o chonta. Sus bol maderable. Y también de apariencia tan extraña sea, aunque lo sea, sino
tirle, así haya otros muchos frutos son deliciosos y es medicinal. Muy versátil, que puede confundirse con porque es común en la
frutos favoritos. Tendrá muy alimenticio tras co- se había dejado constancia. cualquier otro. Con una zona donde crece silvestre,
razón porque abunda en la cinarlos un momento. ¿Y Quiero camucamu, piden curuba chuzuda, por decir se reproduce y muere en el
jungla adentro. su aspecto? Despelucado, muchos por aquí. alguno. Pero es machichi. paladar de millares.
como se ve.

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Zapote de monte o zapote Más que prodigiosa o Se da fácil y no aparenta El caucho da sombrío, Yagé hay más de uno por-
simplemente. Pero zapote. amarga, es sagrada. Aun- nada la coca. Un arbustico refresca, da frutillos como que la Banisteriopsis caapi
Existe también en la zona que también es prodigioso no más. Ya sabemos que este. Y de su tallo sale el es diversa. Este es yagé
selvática y en la Orinoquia el yagé, que es este bejuco es ritual su consumo, látex, tan apetecido al co- amarillo, que apareció así,
este fruto que en otras del que se extraen las necesario en comunidades mienzo del siglo xx que se de repente, mientras cami-
partes del país tiene otros sustancias para el viaje en indígenas. Ya sabemos qué, convirtió en una esclavitud nábamos con ojos abiertos
sabores y tamaños. busca de los espíritus. cuando la pasan a cocaína. para millares. por los lados de Leticia.

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Tras su fatídico historial No queda mucha quina No podía ser menos bella la Su nombre científico es Cuando venga a Mundo
–del cual la memoria de la en el monte. De hecho, no entrada al jardín de Mundo Urera sp. Se llama ortiga y, Amazónico pásese por el
selva se encuentra en pro- encontramos ningún árbol Amazónico, en las afueras aunque sus hojas pueden puesto de aguas aromáti-
cesos de olvido– el caucho del cual en otros tiempos de Leticia. Un territorio ser agresivas, lo que se cas. Y esté dispuesto por-
ha vuelto poco a poco a extrajeron la quinina de su construido con pasión para obtiene de la planta sirve que encontrará allí plantas
proliferar para que le usen corteza. Este es del Jardín que crezca y se reproduzca contra las afecciones reu- de nombres y sabores que
mansamente su riqueza. Botánico de Bogotá. la biodiversidad. máticas, casi milagroso. no habrá oído ni probado.

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Imponente es este coquillo Con el nombre sagrado de Qué delicadeza la del co- ¿Para qué voy a decir que Es apenas obvio que la
–o abarco– que se mece hojasanta (Kanlanchoe pin- ronillo. Tanta que provoca el árbol Espíritu Santo cúrcuma, con todo lo que
con el viento en Mundo nata) se le conoce a esta nada más mirarlos. Los o chingale o machaco, es es y significa y con todos
Amazónico. Uno de los planta que de tan verde nubak lo consumen y lo alto muy alto si ahí están los usos que se le dan en el
ejemplares que más ha que es refresca el ámbito. usan para darle consisten- viendo la foto? Pero qué Amazonas y en la cuenca
crecido en este sitio que Y ayuda a ello en el jardín cia a la base de achiote con alto es el Espiritu Santo o del Orinoco, aparezca
alguna vez fue potrero. de Mundo Amazónico. la cual se pintan el cuerpo. chingale o machaco. tanto como aparece.

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Mundo Amazónico se ha Este juansoco es un árbol Por razones que pueden ser Sobre este tallo de una pal- Para mirarlas mejor, hay
convertido en un epicentro entre mediano y grande y obvias, Mundo Amazóni- mera que estaba contenta que detenerse y, en esa
de manifestaciones cultu- es uno de los que produce co, que Savia considera el por los lados de Guamal, observación, se van descu-
rales de la región. Por eso látex. Uno de los tantos único jardín botánico de en el Meta, han crecido y briendo pequeños bejucos
tiene una tienda a su estilo que mereció la explotación la región, para recorrerlo se han reproducido plantas y otras plantas que van
en donde los indígenas de su sustancia lechosa en tiene senderos como estos, que nada más han hecho trepando sin hacer daño al
venden lo que hacen. la ii Guerra Mundial. atestados de vegetación. que embellecerla. árbol que los hospeda.

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Hay epífitas que producen Flores también se Este es el tallo de una Musgo, lo que hay allí es Tan colonizada esta
la sensación de ser más desprenden de los tallos palma cumare, la que tanto musgo. Distinto al musgo corteza, tan amablemente
refrescantes que otras, de árboles que sirven de sirve a los artesanos, la que que crece en el suelo, este tomada por las epífitas, que
porque, como estas, están alojamiento, temporal o tanto se ve en la Orino- es una especie de él que ya ni el nombre del árbol al
llenas de hojas. Un mundo definitivo, a aquellas plan- quia, la que da el nombre ha crecido en la corteza de que corresponde pudimos
dentro de ese mundo que tas que viven recostadas a Cumaral. Pero aquí es este árbol que fotografia- saber. Está en la salida de
ya es cualquier árbol. en ellos. muchas otras cosas. mos en la vía a Restrepo. Leticia hacia el 2.

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Otra colonización tan Hágame el favor y vea de Entre la vegetación agreste Mire y vuelva a mirar. Y Medicinal, ornamental,
abigarrada, quizás tan lo que es capaz la natura- y la intrincada topogra- entienda entonces que esta el guamacho también ha
antigua, que ya no hace leza. Vea el ímpetu de la fía de La Macarena, de es una foto real, de la vida servido en la región para
posible la identificación. A vegetación que irrumpe pronto, la belleza quieta real de este Parque Na- ser cantado. El guamachi-
los interesados se les infor- entre estas rocas del mun- de la orquídea. Un color cional Natural, en donde, to florece y las sogas se re-
ma que está en el camino do ignoto de la serranía de tenue, nuevecito, acababa entre las rocas surge esta vientan, cantan en Caballo
a Cubarral, en el Meta. La Macarena. de nacer cuando la vimos. ceiba imponente. Viejo que habrás oído.

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Principio tienen las cosas. Queda uno sin palabras Además de servir de Se usa el matarratón para Contra la gripa, contra la
Este es el comienzo de un ante la perfección de las ornamental, el maraco, al tantas cosas, que es básico. tos, contra la bronquitis.
carbonero. Crecerá, dará líneas de este bejuco. Y de que también llaman mucu, Por eso hay tantos en las Reduce la inflamación de
sombra, alegrará el paisaje, ahí se pasa a la perplejidad ha servido para depilar y cercas. Protege contra el sol la próstata, abre el apetito
florecerá entre esta selva cuando, mirado de cerca, lo siguen usando contra un y las hojas maceradas curan y también sirve para la in-
espesa en la cual tiene se ve la solidez del bejuco mal que se ha ido extin- pestes de pollos y demás digestión. La albahaca y la
un lugar. cadeno. guiendo: las paperas. males de aves de corral. albahaca negra, benditas.

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Los chamanes del Amazo- Sirve para tanto el Al chaparro, usado como Qué hojas anchas y qué El pavito no necesitaría
nas usan las del clavellino mastranto que hasta para leña para postes de linde- flores llamativas las que servir sino de bonito y bas-
contra la fiebre; el jugo la sordera lo emplean en ros, y del que, dicen, atrae caracterizan a la bajagua. taría. Pero se le adjudican
de las flores para todos algunas aldeas del Ama- los rayos, lo toman contra Y qué propiedades medi- atributos como el de ser
los dolores y las semillas zonas y el Orinoco. Pero la diabetes. Una virtud que cinales le atribuyen: que diurético y astringente y de
contra la tos y dolor en el para lo que más lo usan es no le reconocen quienes le lucha contra dolencias del ser un buen aliado contra
pecho. Para eso. contra los dolores óseos. dicen “carne asada”. corazón, entre otras. enfermedades de la piel.

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Venden mucha chuchu- Aunque tenga nombre En el mercado público Se diría que ante tanto Ya la mezcla de materiales
huasa. Y la venden en de noticias de baranda de Leticia hay varias conocimiento y, sobre todo, le da otro nivel a la artesa-
este empaque en Puerto judicial, el combo es muy boticas, cuyo proveedor es ante tanta materia prima nía, como esta que hacen
Nariño. La venden porque querido por la fortale- el bosque. Todos los días como la existente, construir los curripacos, en Inírida.
al masticarla se está za de su tronco y muy llegan colonos, campesinos un canasto simple es tarea Porque ya van aquí fibras
luchando contra la diarrea, usado, por ejemplo, contra e indígenas, a surtir estas fácil. No muy fácil, pero sí de cumare y cerámica.
contra la artritis y contra infecciones por heridas de vitrinas. fácil para ellos. Otra dimensión.
mucho más. animales.

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No supimos de madera de Todo sirve para las arte- Aretes muy elaborados, Belleza y resistencia tienen No supimos qué tan de las
qué árbol está hecha esta sanías vanidosas. Póngales muy diseñados, sorpresivos estos canastos que vimos y entrañas de una etnia sean
silla que estaba a la entrada semillas, póngales color, por ello, pero no por la fotografiamos en Inírida. estas máscaras hechas de
de una casa en Cumaral. ensártelas, exhíbalas, ex- materia prima de la cual Resistencia para aguantar balso. Las vimos en una
Pero es de una sola pieza. plíquelas. Véndalas. Y se están hechos: la palma de ajetreo porque la palma tienda de artesanías en
Quedamos de una sola pie- venden por miles en todas cumare, otra vez presente chiqui chiqui, de la que Leticia y nos dijeron que
za ante su belleza rústica. partes salidas de aquí. en este arte en el Guainía. están hechos, es fuerte. son ceremoniales.

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Ya ha tejido mochilas y ta- Todo sirve y todo se usa en Esta máscara ceremonial es Aunque no se pertenezca Más elaborada que una
petes. Le han ayudado otras artesanías de Amazonas - hecha y usada en muchos a un grupo musical, estos mochila y que un simple
mujeres a esta indígena Orinoco. Estos sacudidores resguardos del Amazonas calabacitos sonadores tapete o unos aretes, es esta
experta en el manejo de las están hechos de fibras de adentro. La fibra preferida son muy vendidos como hamaca. Fabricada con
fibras extraídas de la palma varias palmas y les aplica- es la de yanchama u ojé y artesanías salidas de la Co- paciencia en las sabanas de
chambira como también se ron distintos colorantes. las tinturas fueron extraídas lombia más verde. Muchas la Orinoquia, tienen el cu-
le llama al cumare. Vegetales, desde luego. de varias plantas. semillas hay en ellos. mare como materia prima.

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Uno de los vestidos para Otra palma acude en favor No tienen tanto alcance Para móviles como estos, No solo están para la venta
rituales de indígenas del de los millares de artesa- como las que ellos –los que encontramos en una estas muñecas. Que las
Vaupés adentro es así. Para nos que viven en las selvas indígenas del Amazo- tienda en el resguardo de compran mucho pero con
llegar a ello hubo que cor- colombianas. Este especie nas– usan para cazar Victoria regia, bajando otros significados, más de-
tar de manera muy sabia de canasto, que es un animales. No son tanto. por el Amazonas desde corativos. En cambio para
las hojas de yanchama de soporte para el casabe, es Pero son cerbatanas que se Leticia, se usa el balso. Y sus fabricantes significan
las que está hecho. hecho con palma chonta. hacen con fibras de palma otras maderas livianas. ayuda como la protección.
chambira.

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A través de escuelas y del Casi-casi, el oxígeno podía La humedad, los hume- Los lechos que forman Un bejuco que parecía una
olfato comercial que ellos verse y tocarse este me- dales, las aguas todas son las hojas, los entramados serpiente, que parecía una
poseen, los artesanos de diodía cuando todo estaba muchas en la región del de árboles que hacen pe- escultura, estaba allí, aquí,
estas tierras han entrado quieto en el río Inírida. Amazonas, esta productora numbra en la manigua, los cuando caminábamos
en la onda del diseño. Y Se juntaban el cielo y las de oxígeno que con todo matorrales y las epífitas, ávidos de vegetación por
para ello la selva les ofrece aguas, como sucede en la su poder es la gran regula- todo en el Amazonas se aquel recodo de Puerto
todo lo que necesitan. región amazónica. dora del clima mundial. relaciona con todo. Nariño.

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Amazonas adentro, la selva Muchos de los ríos o La humedad (que es como La selva amazónica tiene Navegábamos por el
se permite a veces estas caños que dejan sus aguas si siempre acabara de un suelo que deja muy Inírida rumbo a la estrella
claridades cuando el sol al gran Amazonas, van llover o como si todas las poca profundidad a las raí- fluvial de oriente. Por allí,
vence la altura de árboles teñidos por los taninos horas fueran las del alba ces de los árboles. Por eso en el punto de encuentro
hasta de sesenta metros. que le arrancan a algunos por su rocío), la humedad muchos sucumben y en de la Amazonia con la Ori-
Entonces aquí, abajo, la árboles. Entonces llega el se expresa en esta lechuga ríos como el Loretoyacu noquia. Y amaneció. Con
humedad es infernal. asombro por su belleza. de agua en Leticia. flotan troncos y ramas. las primeras luces, esto.

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Una región colosal es También hay algas Un día cualquiera en una La mentada palma cuma- Esta calle de Inírida va a
esta, la del Amazonas en dentro de la inmensidad calle de barrio de Cumaral, re, que hasta aparece en encontrarse con el río en
Colombia. Su territorio y en todas las riberas. Se pueblo que queda en letras de canciones, es esta. donde está el embarcadero
representa el 42,3% de toda recuestan en la vegetación lo que llamaríamos las Una mirada a sus frutos y toda la movida de la
la Colombia continental. Y o en las rocas que encuen- goteras de Villavicencio. y a un fragmento de sus capital del Guainía. Toda
eso que del gran Amazo- tran. La naturaleza anfibia Plantas muchas y árboles fibras con las que se hacen porque aquí las aguas de-
nas apenas somos el 8%. contribuye al oxígeno. grandes en su entorno. artesanías en el pueblo. terminan el movimiento.

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La flor de Inírida, de la El yopo es muy común Un agradable parque tiene La leña del guamo es buení- Encontrar un tallo de cau-
que toma su nombre el en la Orinoquia y en la Guamal con muchas som- sima para asar las carnes lla- cho en medio de la selva
pueblo, crece en unos Amazonia. En una y en bras y algunos guamos en neras. Para eso lo emplean no es tan fácil. Y menos un
humedales que hay en las otra región lo usan para proceso de crecimiento. La y también como alimento tallo de caucho con vesti-
afueras. Allí, cerca de cerro construcción, para leña, idea de sembrarlos surgió humano, desde luego. Y gios de haber sido usado y
e´Sapo, desde donde es para artesanías y como como una necesidad de para los refranes: más pelao abusado como este para la
posible ver la inmensidad. colorante. mantener viva la memoria. que pepa de guama. extracción del látex.

Fotografías de
Julián Lineros
Contraportada p. 54 p. 70 p. 84
Un tomo como este, dedi- En las orilla del Igarapa- Trabajado y usado y rudo, En el proceso de la coca
cado a dos regiones como raná, al atardecer de ese como un gigante dormido, ritual, la indígena, surge el
estas, tenía que tener dos día, sucedía esto que era este es un maguaré. Un mambe que es ligero y de
atractivos gráficos como casi un ritual. Un aserrador llamador en la selva. Ruge este color. Con el ambil
los que escogimos. Al concebía una canoa sobre cuando lo tocan y con él se y otros implementos, una
cierre del volumen, la flor un madera que no supimos comunican. Lo obtienen especie de kit infaltable en
de Inírida. Infaltable. cuál era. del árbol charapillo. las comunidades.

p. 86 p. 87 p. 88 p. 115 p. 116
Monumental, descomunal Tronco de tronco, diría Este es un elemento En medio de la selva Con hojas de palma de
podría decirse, es esta ma- un caribe. Un amazónico artesanal que sirve a los amazónica, cuando se moriche (o de otras que
loca que encontramos en no. Un amazónico casi se indígenas para adentrarse llega a una comunidad, haya a la mano) algunos
las orillas del Igaraparaná. inclinaría ante la fortaleza en sus ritos y costumbres. cualquier pieza construida indígenas del Amazonas
En ella sucede todo, lo y belleza de este bejuco, Es un pilón muy fuerte con palosangre sobresale hacen sus vestidos rituales.
sagrado y lo prodigioso, yagé, tan sagrado por ellos (hecho con palosangre) y te deja maravillado. Para Sin complicaciones. A bajo
para los indígenas. y tan estudiado. para la preparación del no hablar de su solidez. costo, con talento.
mambe.

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p. 117 p. 119 p. 121 p. 126


Dormita sobre el río Iga- Complejo y rústico es este No son para la venta estas Hay pasajes de la Amazo-
raparaná esta canoa que, colador que no es artesanía ayudas artesanales que los nia que parecen pintura. O
por lo que se ve, ha sortea- para la venta. Es instru- indígenas de las riberas del potreros de otras regiones
do esteros y ha conocido mento básico para que en Igaraparaná, usan para la con menos densidad de
caños. Trabajada en balso las comunidades se trate el pesquería. Unas trampas bosque. Este, por ejemplo,
con las propias manos de tabaco. Hecho de fibras de eficientes de madera en los es un sitio cerca por donde
su ahora propietario. yarumo, entre otras. caños que van al río. corre el Igaraparaná.

Fotografías de
Aldo Brando
p. 43 p. 99 p. 100
Mirada así parece una De aguas cristalinas que a Un mundo irreal donde
ballena encallada en medio veces se tiñen por las algas las aguas ruedan, van, se
del bosque de nunca acabar. taninas que les sirven de precipitan sobre las rocas,
La serranía de Chiribique- lecho. Así son algunos de y a su paso van dejando
te, precedida por una ma- los manantiales que brotan nutrientes para la infinita
nigua espesa, es un misterio en La Macarena. Puro vegetación. Porque es infi-
cubierto de enigma. oxígeno. Solo belleza. nita la vegetación aquí.

Fotografías de
Héctor Rincón
p. 59 p. 60 p. 62 p. 127
Con un ímpetu muy cerca- Si hubiera que escogerle La aparición de los cerros Sobre aquellas aguas de
no a la soberbia, esta ceiba cuna al palo de aceite, sería de Mavicure, cuando se Macedonia, camino a
ha crecido entre las rocas el Casanare. Y por eso remonta el plácido Inírida, Puerto Nariño por la ri-
de la Isla de Santa Elena, sus llanuras son del color es casi un susto porque bera del Amazonas, flotan
cerca de Puerto Carreño. anaranjado de este árbol es más que un asombro. victorias regias. Muchas.
Va airosa. Ha desdeñado de uso múltiple: sirve hasta En sus inmensidades, la Algunas en flor. Otras con
la dificultad. para curar al ganado. vegetación gana terreno. hojas ya extintas como esta.

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Fotografías del libro
The lords of the Fotografía de
Devil’s Paradise, Efrén Plata
G. Sidney p. 137 p. 138 p. 132
Paternoster (1913). Testimonio gráfico de un Así funcionaban los La capital del Casanare,
Londres, Stanley Paul horror. Este es uno de los embarques del látex hacia Yopal, con seguridad menos
campamentos caucheros mercados del mundo desde arborizada que en los años
Biblioteca que fueron establecidos en las selvas colombianas. Un de su fundación cuando
Luis Ángel Arango. el Putumayo. No solo usa- proceso que trajo muerte literalmente había comu-
Sala de Libros Raros dos para la recolección sino y humillación y que no nidades grandes de yopos
y Manuscritos también para la esclavitud. quiere ser recordado hoy. adentro y afuera del pueblo.

Ilustraciones de
Alejandro García
Restrepo
p. 17 Mapa de la región p. 32 p. 64 p. 96
Amazonas y Orinoco Como un prócer, porque Quién lo ve de saco y Contra lo que diga su
juntas, porque comparten lo fue, así interpretó el corbata, todo formal, no apellido, la figura de este
mucha de su vegetación, ilustrador a José Jeróni- creería el explorador te- explorador botánico y an-
mucha de su potencia y mo Triana, uno de los merario que fue Schultes, dariego empedernido era
mucho del futuro de Co- sabios que presentamos uno de los extranjeros que esbelta. Un precursor de
lombia. Y sobre las dos hay, orgullosos en este Savia más pasión y tiempo le ha los herbarios en Colombia.
mucho desconocimiento. Amazonas - Orinoco. dedicado a la selva.

Guardas iniciales p. 8 p. 10 p. 18 p. 26
Básica en la alimentación La vellozia, tomada para Este es el fruto de la Una letra U es la primera Una letra E inspirada en
del mundo amazónico, hacer letra T capital, florece Apeiba tibourbou, en la que que aparece en el capítulo una parte del malagueto, la
la yuca brava es parte entre más de cien especies se inspira una de las letras dedicado a contar qué es usó el ilustrador para dar
también del paisaje en las del género de un color entre de apertura de capítulo. la región de la Orinoquia. comienzo al capítulo de
vegas de los infinitos ríos rosa y morado. Originaria Esta vez para dar cuenta Y esta es la U, salida los Piedemontes. En plural
en donde se da silvestre. de América, se ve mucho de la descomunal región de la guaba (Stylogyne porque son varios
entre Panamá y Brasil. amazónica. turbacensis). y de muchas extensiones.

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p. 34 p. 42 p. 50 p. 58 p. 66
Sobresale el achiote en Para contar el mundo raro El llamado ojo de venado Justo y bello entregarle a Perfecta como una nuez.
toda la región. Podría del Chibiriquete hay que (Mucuna sloanei) nos ayuda la flor de Inírida la respon- Perfecta como una D.
decirse que es habitual recurrir a la botánica y a la a poner en escena el capí- sabilidad gráfica de que Perfecta esta letra capital
en todas las regiones y su geología. Y a las ilustracio- tulo dedicado a ese poder con ellas se arme la letra para contar de la música
uso es múltiple. Sobresale nes como esta P, extraída inmenso que tiene la made- H, que sirve de apertura de esta Colombia tan rica
el achiote aquí en esta A del fruto de la Pourouma ra en la región Amazonas - a este capítulo del Andén en instrumentos hechos
como letra capital. cecropiifolia. Orinoco. Un abrebocas. Orinoquence. con madera.

p. 74 p. 82 p. 90 p. 98 p. 106
El cacao sirve para tanto Una de las plantas prodi- Esta es nada menos que la Intrincado, misterioso, La crónica sobre las plantas
que sirve también para la giosas para la región es la interpretación de la hoja enigmático. Así es el medicinales de Amazonas
inspiración del ilustrador coca. Que la hayan vuelto del moriche. Una sorpre- mundo perdido de La - Orinoco la comenzamos
quien logró con él esta amarga los traficantes siva letra D con la cual se Macarena y así es este con una letra: la C. Y con la
letra. La E, con la cual es un cuento aparte. Un abre la historia de Mundo bejuco, el bejuco del yagé, alusión a una de las flores
comienza la crónica sobre cuento que se cuenta en Amazónico, el jardín botá- que inspira esta letra. más abundantes y más es-
los frutales. este capítulo. nico de Leticia. tudiadas: la del borrachero.

p. 114 p. 122 p. 136 Guardas finales


Uno de los árboles más La pasiflora expuesta y Palabras innecesarias para Abundan en la región,
usados para la fabricación utilizada para hacer esta describir esta L. La flor pero no solo son útiles
de artesanías en toda la letra. Con ella abrimos el del tabaco sirve para dar para el magnífico paisaje,
región es el balso. Nada capítulo sobre el tamaño comienzo a una crónica sino para la alimentación,
más oportuno, entonces, de la importancia que dramática: lo que fue la la construcción, la artesa-
que comenzar la crónica tiene la cuenca del Ama- Casa Arana, la fiebre nía. Y para la guarda de
con una letra hecha zonas en el oxígeno del Caucho. El diablo este libro.
con su fruto. del mundo. en la selva.

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Ilustraciones de
Eulalia
de Valdenebro
p. 33 p. 33 p. 33
A si se le llama —piene de Un bejuco pero no un Con la corteza del ojé,
mono—, aunque en la re- bejuco cualquiera. El de que también se le llama
gión también se le conoce curare es especialmente yanchama, se obtienen
como peine de mico. Una útil y ha sido muy estudia- tejidos y se usan en trajes
planta emblemática que do porque es un eficiente rituales. Uno de los usos de
sirve de ornamental y para relajante muscular. este árbol que es también
artesanía. medicinal.

Infografía de
Marcela Rodríguez
p. 134
Mapa de parques
nacionales naturales
de Amazonas - Orinoco

∙ 154 ∙
Bi bl io g raf ía Sav ia Am a z onas - O r i no co

Bibliografía

La búsqueda de información para e ste, el segundo volumen de la Colección Sav ia,


se extendió a las llanuras y a las selvas de las que nos ocupamos. Reporteros, botánicos, fotógrafos, ilustradores de
Savia viajaron por aquellos lugares en donde escasean los documentos pero abundan los testimonios. No solo los
testimonios salidos de quienes viven en esas lejanías, sino lo que la naturaleza misma testimonia cuando se la mira con
los ojos minuciosos de quienes esperan obtener de ella información. A esa naturaleza y a esos habitantes de bosques
y de sabanas recurrimos, pues, para alimentar la información que contiene este Savia Amazonas - Orinoco,
además de la que es obvia: de la que nos dan los libros, las enciclopedias, los herbarios, las revistas y las investigaciones
de las que nos servimos para que lo que aquí está escrito tenga el rigor de todo lo que en el pasado o en este
momento se está estudiando en Colombia sobre nuestra vegetación. A todos esos documentos,
documentalistas, bibliotecas, centros de información y demás, gracias. Y a los autores
de tanto que se ha profundizado en el estudio de la botánica colombiana,
unas felicitaciones llenas de orgullo por todo lo que aprendimos.
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∙ 164 ∙
Bi bl io g raf ía Sav ia Am a z onas - O r i no co

Índice
onomástico

A
Acacia 51, 142 Algarrobo 55, 57, 61, 63
Acacia mangium 51 Hymenaea parvifolia 55, 63
Acapú 55 copal 63
Minquartia ganensis 55 v. t. Fabáceas 63
ahumado 55, 57 Algas 20, 99, 129, 150, 151
cuyubí 57 Algodón 28, 31
v. t. Olacácea 55 Gossypium herbaceum 31
Achiote 38,110, 146 v. t. Malváceas 31
Andiroba 53 Almendro 63
Carapa guianensis 53 Caryocar glabrum 63
Aguacate 76, 79 Amacise 11, 14, 140
Persea americana 79 Erythrina fusca 11, 14
v. t. Laurácea 79 Amapola 96, 111, 113
Ají 11, 14, 15, 28, 31, 34, 35, 37, 38, 39, 40, 61, 63, 96, 140, 141 Papaver somniferum 111
pimentón 37, 39, 142 v. t. Papaverácea 111
Capsicumm annuum 11, 14, 15, 31, 35, 37, 39 Andropogon leucostachyos 104
Capsicum sp. 63 v. t. Gramíneas 104
v. t. Solanáceas 31, 39, 63 Anón amazónico 76, 79
Ají negro 34, 37, 38 Rollinia mucosa 79
Ajo 36, 39, 41, 96 v. t. Anonácea 79
Allium sativum 39 Anón de monte 104
v. t. Amarilidáceas 39 Annona cherimilioides 104
Ajonjolí 159 Anturio 43, 142
Albahaca 31, 107, 111, 113, 147 Anturium sp. 43
Ocimun bacilicum 31 Árbol de navidad 30, 141
Ocimun campechhianum 111 Parkia pendula 30
albahaca blanca 31, 147 Árbol del picaflor 30
albahaca común 31 Tococa guianensis 30, 31
albahaca negra 107 árbol chupaflor 31
v. t. Lamiáceas 110,111 ara 31
Albahaca negra 107 curray 31
Ocimum sp. 107

∙ 165 ∙
Árbol mortecino 101 Banano 16, 140
Grias sp. 101 Mussa sp. 16
Árbol tórtolo 23 Barbasco 14, 15, 61,63
Scheffera morototoni 23 Lonchocarpus nicou 14, 15
yagrumo 22, 23 almendro 63
v. t. Araliáceas 23 v. t. Fabáceas 14, 15, 57
Arazá 11, 14, 37, 39, 75, 76, 77, 111, 112, 140, 144 Batata 39, 40
Eugenia stipitata 11, 14, 39, 75, 111 Ipomea batatas 39
guayaba amazónica 75, 140, 144 v. t. Convulváceas 39
v. t. Mirtácea 15, 39, 111 Bejuco 68, 124, 140, 144, 149
Arizá 61, 63 Bejuco arauto 19
Brownea ariza 61, 63 Monstera adansonii 19
palo cruz 63 Bejuco barbasco 57
v. t. Fabácea 61 Bejuco cadeno 105, 147
Arveja 36, 39 Bauhinia guianensis 105
Pisum sativum 39 Bejuco chaparro 103
v. t. Fabáceas 39 Darvilla sp. 103
Arroz 37, 38, 39, 130, 142 bejuco candela 103
Oryza sativa 39 v. t. Crisobalanácea 103
v. t. Poáceas 39 Bijao, hoja 38, 41, 142
Asaí 77, 78, 79, 111, 112 Calathea lutea 41
Euterpe precatoria 78, 79, 111 biajo 41
asaí 77 Borrachero 14, 15, 108, 109, 111
manaco 79, 111 Brugmansia suaveolens 14, 15, 111
v. t. Arecácea 79, 111 Brugmansia aurea 111
Asasí 76 floripondio 15, 108, 109, 111
Avellano 113 floripondio blanco 111
Axonopus canescens 104 culebra borrachera 109, 111
v. t. Gramíneas 104 burundanga 109
Azarí 90 v. t. Solanáceas 14, 111
Borojó 39, 76, 112
B Borojoa patinoi 39
Badea 76, 79, 112 Rubiáceas 39
Passiflora cuadrangularis 79 Bototo 21,140
v. t. Pasiflorácea 79 Cochlospermun orinocensi 21
Bajagua 110, 147 Bromelia 45, 47, 102, 103
Senna reticulata 110 Bromelia sp. 47
Balso 53, 55, 71, 73, 114, 117, 120, 148, 149 Navia sp. 103
Ochroma pyramidale 53, 55, 71 Bromelia 47
balsa 53, 55
palo de lana 53, 55 C
v. t. Malvácea 71 Cabo de hacha 39, 54, 55, 57
Bambú 69 Heisteria acuminata 39
Irianthera tricornis 54, 55
Bi bl io g raf ía Sav ia Am a z onas - O r i no co

quiebracha 39 Capacho 67, 68, 70, 143, 144


v. t. Olacácea 39 Canna sp. 67
Cacao 15, 61, 63, 76, 77, 133, 144 Canna indica 67,70, 71
Teobroma cacao 15, 63, 76 achira 70, 71, 116
chocolate 63 bandera 71
v. t. Olacácea 39 v. t. Cannácea 71
v. t. Malvacea 63 Capinurí 45, 47
Cacao de monte 14, 15, 61, 63 Pseudolmedia laevis 47
Teobroma subincanun 14, 15, 63 v. t. Moráceas 47
v. t. Malvácea 15 Capirona 90
Cacay 61, 76, 79 Caracolí 57, 143
Caryodendron orinocensi 63, 79 Anacardium excelsum 57
inchi 63, 79 Carambolo 76, 79, 112
tacay 79 Averrhoa carambola 79
v. t. Euforbiácea 63 v. t. Pasiflora 79
v. t. Poácea 79 Caraná, palma 29, 93, 141
Café 39, 36, 37, 133 Lepidocarium sp. 29
Coffea arabica 39 Carbonero 104, 147
v. t. Rubiáceas 39 Acanthella sprucei 104, 147
Caimarón, árbol 45 Carguero de hormiga 46
Caléndula 111, 113 Xylopia emarginata 46
Calendula oficinalis 111 Carnívoras, plantas 45, 47, 101
v. t. Asterácaceas 111 urticularia 47
Caimito 76, 79 drosera 47
Pouteria caimito 79 v. t. col de vejigas 47
caimo 79 Carrizo 69
v. t. Rubiácea 79 Arundo donax 69
Cámbulo 24, 27, 141 Cascabel 28, 141
Eritrina poeppigiana 24, 27 Crotalaria sp. 28
Camucamu 39, 40, 51, 76, 79, 80, 92, 142, 143, 144, 146 Cassia sp. 104
Myrciaria dubia 39,79, 80 v. t. Fabácea 104
Myrcia dubia 51,92 Castaño 52,143
v. t. Mirtáceas 39 Bertolletia excelsa 52
Campisanto 95 nuez del Brasil 52, 143
Candelabro 28, 141 Catleya traniae 32
Vochysia lehmmanni 28 Caucho 13, 14, 29, 44, 64, 68, 71, 82, 83, 84, 87, 88, 89,
Canyaraná 90 96, 137, 138, 145, 150, 157, 159, 160, 162
Cañafistol llanero 54, 56 Hevea brasilensis 14, 29, 42, 68, 71, 83, 84, 85, 87,
Cassia moschata 54 88, 137
Cañagria 30, 31 caucho negro 85,87
Arthostemma ciliatum 30 Castilla sp. 85, 87, 138 (moráceas)
Caoba 50, 53, 55 hule 31, 87
Swietenia macrophylla 53 siringa 31, 45, 71, 87
caoba americana 55 coutchoul 85

∙ 167 ∙
árbol que llora 85 carguero 45, 47, 57
v. t. Euphorbiácea 87 cocomono 57
Cebolla 36, 37, 38, 41 v. t. Lecitidáceas 47, 57
cebolla cabezona Allium cepa 39 Coca, hojas de 13, 15, 28, 31, 36, 82, 83, 84, 85, 87, 88, 89,
v. t. Amarilidáceas 39 111, 112, 136, 138, 145, 163
Cedrela montana 53 Erythroxylum coca 15, 28, 31, 83, 85, 87, 111
Cedrillo 71, 119 Erythroxylum novograntense 87
Trichilia pallida 71 kuka 85
v. t. Meliácea 71 v. t. Eritroxilácea 15, 31, 111
Cedro 57, 72, 90, 119 Coca de monte 104
Cedro achapo 52, 53, 55, 57, 94, 143 Erythroxylum macrophyhlum 104
Cedrelinga cateniformis 52,53, 55 ajicillo 104
achuapo 55 pata de torcaza 104
Cedro amargo 52, 55, 57, 70, 71, 143 Cocona 79, 80, 90
Cedrela odorata 52, 53, 55, 56, 57, 70,71, 72 Solanum sessiliflorum 79
cedro bastardo 55 anón amazónico 76
v. t. Meliácea 55 v. t. Solanácea 79
Cedro macho 50, 53, 55, 56, 57, 70 Col de vejigas 47
Guarea guidonia 53, 55, 56 Utricularia sp. 47
bilibil 53 v. t. Lentibulariácea 47
trompillo 53 Combo 113, 148
Cedro rosado 70 Aspidosperma sp. 113
Cedrón 30, 31, 113 Comino real 68
Dichapetalum spruceanum 30, 31 Aniba cf. panurensis 68
v. t. Dichapetaláceas 31 Contentas, flores 14
Cedrón común 31 Copoazú 14, 15, 39, 40, 61, 63, 76, 77, 79, 90, 144
Simaba cedron 31 Theobroma grandiflorum 14,15, 39,63, 77,79
v. t. Simurabáceas 31 cacao amazónico 77
Ceiba 19, 55, 57, 59, 61, 63, 102, 140, 151, 159 cacao de monte 79
Ceiba pentandra 19, 55, 59, 63, 102 v. t. Malvácea 15, 39, 63, 79
chivecha 63 Copuí 90
v. t. Malváceas 63 Coquillo 92, 145
Cervera 75 Couratari sp. 92
Castilla o perebea 75 abarco 92
Cilantro 36, 41 Coronillo 76, 92, 146
Cilantro cimarrón 36, 39, 141 Bellucia pentámera 92
Eryngium foetidum 36 grosella 76
v. t. Apiáceas 39 Corozo 23
Cissus 62 Acromia aculeata 23
Clavellino 108, 147 palma de corozo 23
Caesalpinia pulcherrima 108 v. t. Arecácea
Coduiro 45, 47 Cucharacaspi 109, 111
Eschweilera juruensis 47 Malouetia naias 111
v. t. Apocináceas 111
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Cucurita 39, 40, 119 Charapillo 67, 70, 143, 144


Attalea maripa Dipterix sp.67
inayá 39,40 Chicosa 41
cucurito 119 chicora 41
v. t. Arecácea 39 Chingalé 55
Cumaceba 39, 41 Jacaranda copaia 55
Swartzia polyphylla 39 v. t. Bignoniácea 55
v. t. Fabácea 39 Chiricaspi 109,111
Cumare, palma 15, 23, 39, 63, 114, 115, 116, 119, 120, 121, Brunfelsia chiricaspi 111
130, 131, 146, 148, 149, 150 v. t. Solanácea 111
Astrocaryum chambira 15, 23, 39, 63, 69, 130 Chirimoyo 103
cumarey 14 Fusaea sp. 103, 104
chámbira palma 14, 23, 39, 61, 63, 69, 114, 120, 130, v. t. Anonáceas 103
148, 149 Chocho 63
macanilla 15,23 Ormosia fastigiata 63
v. t. Arecácea 15, 23, 39 macucú 63
Curare 31, 33, 96, 152 Chontaduro 14, 15, 39, 40, 41, 61, 63, 71, 72, 76, 77, 79, 81,
Strychnos toxifera 31 111, 112, 145
Curarea toxicofera 31 Bactris gasipaes 14, 15, 39, 63, 71, 72, 79, 81, 111
Chondodendron tomentosum 33 pijiguao 15, 63,71, 79
bejuco bravo 31 manaca 144
v. t. Loganiácea 31 palma chonta 41, 72, 120, 144, 149
v. t. Menispermáceas 31 palmito 41
Cúrcuma 13, 93, 140, 146 v. t. Arecáceas 15,63, 71, 79,111
Curcuma sp. 13, 93 v. t. Amarilidáceas 79
Cuyubí 53, 57 Chuchuhuasa 111, 112, 147
Minquartia guianensis 53,55 Maytenus laevis 111
ahumado 53, 55, 57 Maytenus sp. 112
acapú 53, 55 chuchuguaza 41
v. t. Olasacea 55 chuchuhuaza 41, 111
chuchuhuasi 111, 113
CH chuchuhuasa 111, 112, 147
Chambimba, semillas de 73, 144 v. t. Celastrácea 111
Champe 79
Campomanesia lineatifolia 79 D
champe 76 Dapakoda 110, 111
guayabo Anselmo 79 Mandevilla steyermarkii 111
v. t. Mirtácea 79 v. t. Apocinácea 111
Chaparro 22, 62, 63, 109, 110, 111, 113, 141, 147 Davilla sp. 104
Curatella americana 63, 109 Dividivi 22, 23
curata 63, 111 Caesalpinia coriaria 23
carne asada 147 v. t. Fabácea 23
v. t. Dileniácea 63, 111 Dormilón 14, 15, 45, 47, 55, 63

∙ 169 ∙
Enterolobium schomburkii 15, 47, 53, 55, 63 Frailejones 23
Enterolobium Cyclocarpum 47 Espeletia sp. 23
jaboncillo 15, 47, 55, 63 v. t. Asterácea 23
orejero 15, 47, 53, 55, 57, 63 Frijol 71
dormidero 47 Phaseolus sp. 71
revientatetas 47
v. t. Fabáceas 14, 15, 47, 55 G
Drosera 47 Guacapurano 39
rocío del sol 47 Campsiandra angustifolia 39
v. t. Droserácea 47 huacapuruna 41
v. t. Fabáceas 39
E Guacarapona 116
Encenillo 103 Guaco 111
Weinmannia 103 Aristolochia goudotii 111
v. t. Cunoniáceas 103 v. t. Aristoloquiácea 111
Epífitas 97, 103, 143, 146 Guadua 68, 73, 144
Clusia sp. 103 Guaimaro 68, 71, 72
Tomovita sp. 103 Brosimum lactescens 68, 71
Ruellia sp 103 árbol vaca 68, 71
musgo 97, 146 v. t. Moráceas 71
Escobo 110 Gualanday 22, 23, 103, 110
escobilla 110 Jacaranda obtusifolia 103
Espinaca amazónica 16, 140 chingalé 103
Portulacácea sp. 16 pavito 23, 112, 147
Estevia 95 flormorado 103
v. t. Bignoniácea 23, 103
F Guama 36, 39, 76, 133
Fierro caspi 41 Inga edulis 39, 133
acapú 41 v. t. Fabáceas 39
Flor del Guaviare 15 Guama de boa 133
Paepalanthus formosus 15, 62 guamito 133
v. t. Eriocaulácea 15 Guamacho 104, 147
Flor de la pasión 79 Pereskia guamacho 104
v. t. Pasifloráceas 79 guamachito 147
Flormorado 47, 52, 54, 56, 104, 103, 104 Guamo 45, 47, 79, 119, 133, 150
Erisma uncinatum 47, 54 Phytolacca rivinoides 23
Jacaranda obtisifolia 104 Inga edulis 47, 79
arenillo 47 v. t. Fabácea 79
milpo 47 Guaba 22, 23, 39, 47
chingalé 55, 103 Phytolacca rivinoides 23
gualanday 103, 104, 110 Inga edulis 47, 79
v. t. Voquisiáceas 47 guamo 47
Jacaranda copaia 55 chumilla 47
v. t. Bignoniácea 55 v. t. Fabácea 47, 79
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Guaraná 110, 113, 162 I


Guarumo 88 Icoja 39, 41
Cecropia sciadophylla 88 Unonopsis spectabilis 39, 41
serico 88 espinata 39
imbauba 88 v. t. Anonáceas 39
Guayaba 37, 39, 111, 112 Inírida, flor 14, 15, 59, 61, 63, 131, 150
Psidium guajava 39, 111 Guacamaya superba (flor de Inírida de invierno)
v. t. Mirtácea 39, 111 14, 15, 59, 61, 63, 131
Guayaba pera 76 Shoenocephalium teretifolium (flor de Inírida
Guayusa 110, 111 de verano) 14, 15, 61, 63, 131
Ilex guayusa 111 v. t. Raptáceas 15, 63
v. t. Aquifoliácea 111 Inga sp. 104
Guiruro 116 v. t. Fabácea 104
Gustavia 45 Iraca 57, 96
v. t. Lecitidáceas 45
J
H Juansoco 76, 79, 95, 146
Hemiparásitas 45 Couma macrocarpa 79, 95
Higuerón 54, 55, 61, 63, 71, 72, 73, 101, 114, 117, 118 avichure 76,79
Ficus maxima 54, 63, 71 surba 95
Ficus americana 55 v. t. Apocinácea 79
Ficus insipida 101 v. t. Icacinácea 79
matapalo 23, 55, 101, 103 Junco 71
lechoso 23 Arundo donax 71
yanchama 61, 63, 71, 72, 114, 118, 120, 148, 149 carrizo 71
chibechea 103 v. t. Poácea 71
ojé 33, 114, 118, 120, 152
v. t. Moráceas 23, 55, 63, 71 L
Huito 12, 39, 41, 114, 140 Lantana 104
Genipa americana 12, 39 Laurel 69, 103
jagua 39, 41 Aniba panurensis 71
Helechos 42 Endlicheria sp. 71
Heliconia 45, 47, 104 Nectandra amazonum 103
Heliconia sp. 47, 49, 63, 142 chulo 103
platanillo 47 tinto 103
platanillo rojo 61, 63 loiro 71
v. t. Heliconiácea 47, 63 miratava71
Hemipífitas 45 medio comino 71
Hierbabuena 111,113 v. t. Laurácea 71, 103
Mentha x piperita 111 Laurel oloroso 54, 57, 69
v. t. Lamiácea 111 Lechuga de agua 125, 149
Hirtella sp. 104 Lianas 42, 101
Horquetero orinocense 59, 143 Limón 80
Tabebuia orinocensis 59 Limoncillo 113

∙ 171 ∙
Líquenes 42 Xylopia aromatica 61, 103, 104
Litocasmoquerosofíticas 45 achón 103, 104, 110
Loiro 71 sembé 110
Aniba panurensis 71 malagusta 110
mitava 71 v. t. Anonáceas 103
medio comino 71 Malva olorosa 113
Lomo de caimán 51, 142 Mamita 76
Platypodium elegans 51, 142 Mandevilla 62
Loreya 30 Maní 28, 31, 41
Luiro 119 Arachis hypogaea 31
Lulo 111, 112 v. t. Fabácea 31
Solanum quitoense 111 Manilcara 45
v. t. Solanácea 111 v. t. Sapotácea 45
Mango 39, 40, 61, 63
M Mangifera indica 39, 63
Mabaco 53 v. t. Anacardiácea 39, 63
Attalea cf. recemosa 53, 143 Mangostino 76, 79
mabaco 143 Garcinia mangostana 79
Macambo 39, 90 v. t. Clusiácea 79
Teobroma bicolor 39 Mapuey 40
v. t. Malváceas 39 Maraca, pepa de 41
Macano 53, 55, 101, 103 macambo 41
Terminalia amazonia 53, 55, 101, 103 Mastranto 103, 108, 147
amarillo 55 Hyptis sp. 103, 104, 108
guayabo 101 v. t. Genesriácea 103
granadillo 101 Maraco 76, 79, 107, 147
v. t. Combretáceas 55, 103 Couroupita gianensis 79, 107
Macarenia clavigera 13, 99, 102 mucu 79,147
v. t. Podostemócea 13 v. t. Lecitidácea 79
Machaco 56, 93, 146 Maracuyá 90
Jacaranda capaia 93 Marañón 37, 39, 76, 79, 80
árbol del espíritu santo 93, 146 Anacardium occidentale 39, 79
chingale 93,146 merey 40, 79
Machaerium sp. 103, 104 v. t. Euforbiácea 79
Machichi 80,144 Matarratón 14, 15, 55, 57, 61, 63, 107 ,147
v. t. Cucurbitácea 80 Gliricidia sepium 15, 55, 63, 107
Madroño 76, 79 v. t. Fabáceas 15, 55, 57, 63
Garcinia madruno 79 Matamata 90
v. t. Clusiácea 79 Matapalo 22, 23
Maíz 28, 38, 39, 41, 89 Ficus sp. 23
jojoto 38 v. t. Morácea 23
choclo 41 Mato 111
v. t. Poácea 39 Aristolochia nummularifolia 111
Malagueto 61, 103, 104, 110 v. t. Aristoloquiáceas 111
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Mejorana 111, 113 tuno 143


Origanum majorana 111 manzana de corona 143
v. t. Lamiácea 111 v. t. Melastomácea 79
Miconia 104 Nuez mantequilla 71
Milpesillo 55 Caryocar nuciferum 71
Oenocarpus minor 55 v. t. Cariocácea 71
v. t. Arecácea 55
Milpesos, palma 14, 34, 40, 61, 63, 79, 102, 103, 142 O
Oenocarpus bataua 14, 40, 63, 79, 103 Ocobo 55, 56, 57
milpes 15, 39, 63, 79 Tabebuia rosea 55
seje 15, 39, 40, 63, 76, 79, 102, 103, 113, 114, 119 flor blanco 55
v. t. Arecácea 14, 15, 63, 103 guayacán rosado 55, 56, 57
v. t. Convolvulácea 79 v. t. Bignoniacea 55
Miratabá 119 Ocotea 30, 31
Mirití, palmera 114, 119 v. t. Lauráceas 30,31
Moriche, palma 14, 15, 23, 39, 40, 45, 47, 56, 61, 62, 63, Ojé 33
65, 77, 79, 81, 114, 116, 119, 132, 143, 151 Ficus insipida 33
Mauritia flexuosa 14, 15, 23, 39, 47, 63, 79, 132 Ojo de venado 23, 57, 71, 110, 111
canangucho 14, 15, 23, 39, 47, 76, 79, 116 Mucuna sloanei 23, 69, 71, 111
carandai-guazú 77 ojo de buey 69, 71
ideuí 77 congolo 69
aguaje 76,77, 79, 90 v. t. Fabáceas 71, 111
cacangucho 77,116 Oreja de tigre 111
chomiya 77 Aristolochia sprucei 111
morete 77 (en Ecuador) v. t. Aristoloquiácea 111
pepas de 37,39 Orquídea 97, 101, 103, 147
v. t. Arecáceas 14, 23, 39, 47, 63, 79 Catasetum sp. 101
v. t. Apiácea 79 Ortiga 36, 39, 91, 111, 112, 113, 145
Motelo sanango 41 Urera caracasama 39, 145
chilicaspi 41 Urera sp. 91, 145
Mururé 41 Urtica urens 111
tamarí 41 pringamoza 111
v. t. Urticácea 39, 111
N
Nectandra sp. 30, 31, 104 P
v. t. Lauráceas 30,31 Pachira quinata 53
Níspero 30, 31, 61, 76, 143 Pajalisa 103
Bellucia pentámera 30, 31 Trachypogon spicatus 103, 104
Bellucia grossularioides 61, 79 saeta lisa 103, 104
guayabo de pava 30, 61, 143 v. t. Poácea 103
guayabo coronillo 79 Palosangre 53, 55, 88, 114, 115, 148, 151
pepito 30 Brosimun rubescens 55
pomo 30,31 palisangre 53

∙ 173 ∙
chimico 53, 55 copaiba 110, 111, 113
granadillo 53, 55, 69, 99 v. t. Fabácea 111
v. t. Morácea 55 Palo de arco 39, 41, 55, 71, 101, 103, 113, 119
Palo Brasil 131 Tebebuia serratifolia 39, 55, 71, 101, 103
Caesalpinia echinata 131 Tabebuia ocracea 25
Palma 128 chicalá 39,41
Palma africana 31, 130 asta de venado 71
Elaeis guineensis 31, 130, 131 floramarillo 25,103,141
palma de aceite 130 v. t. Bignoniáceas 39, 711, 103
v. t. Arecácea 31 Palo de cruz 110, 111
Palma chuntaro 55 Brownea ariza 111
Aiphanes lindaniana 55 flor que abre bastante 110
v. t. Arecácea 55 akereba 110
Palma chiquichiqui 52, 55, 117, 119, 131, 148 monterillo 110, 111
Leopoldinia piassaba 55, 131 v. t. Fabácea 111
fibra 55 Palo de maicero 103
v. t. Arecácea 55 Hirtella sp. 103
Palma marray 23 Palo de rosa 57, 69, 71, 113
Aifanes horrida 23 Aniba rosiodora 71
mararave 23 v. t. Laurácea 57, 71
v. t. Aracácea 23 Papa 37, 39
Palma real 14, 15, 61, 101, 102, 132 Solanum tuberosum 39
Attalea maripa 14, 15, 101, 103, 132 v. t. Solanáceas 39
güichire 15, 103 Papaya 76,90, 154
marija 15, 101, 103 Parásitas 45
huichira 101 Peine de mono 23, 33, 57, 152
inayá 101 Apeiba membranácea 23
Palma de virote 15, 102, 103 Apeiba tiborbu 33
v. t. Arecácea 14, 15, 103 peine de mico 22, 23, 57
Palma zancona 14, 15, 30, 31, 61, 63, 103 v. t. Malváceas 23
Socratea exorrhiza 15, 30, 31, 63, 103 Pero de agua 27
araco 15,31, 103 Syzygium malaccense 27
v. t. Arecáceas 14, 30, 31, 103 Pera arbórea 104, 141
Palo boya 23, 53, 55 arenillo 45, 104
Zygia cataractae 23 Petunia de monte 23
Malouetia tamacuarina 53, 55 Stachytarpheta mutabilis 23
v. t. Fabáceas 23 v. t. Verbenácea 23
v. t. Apocináceas 55 Pera sp. 103
Palo de aceite 25, 60, 110, 141, 151 v. t. Euforbiácea 103
Copaifera pubiflora 25, 60, 111 Piña 36, 40, 75, 79, 112, 144
Calophyllum brasilense 53 Ananas sp. 75
cachicamo 53 Ananas comosus 79
aceite 53,111 piña blanca 76
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piña de borugo 76, 79 polvo de cardenal 82


v. t. Musácea 79 polvos de la condesa 82
Piña criolla 76 polvos de los jesuitas 82
Pino 70 v. t. Rubiácea 23, 31, 111
v. t. Podocarpácea 55 Quinilla 90
Pino colombiano 55, 56 Quirilla, semillas de 68, 144
Podocarpus guatemalensis 54, 55, 56
pino chaquiro 54, 56 R
v. t. Podocarpácea 55 Rabo de gato 103
Piper sp. 104 Andropogon leucostachyus 103, 104
Piquia 72 rabo de vaca 103, 104
Caryocar nuciferam 72 v. t. Poácea 103, 104
Plátano 39, 40 Romero 111, 113
Musa x paradisiaca 39 Rosmarinus oficinalis 111
hoja de 36, 37, 41 v. t. Lamiácea 111
gancho de 37 Ruda 113
v. t. Musácea 39 Ruellia 104
Platanillo de monte 61 v. t. Herbácea 104
Platanillo tarriago 49
Penacospermun guayannense 49 S
Poleo 111, 113 Sarrapio 55, 57
Clinopodium brownei 111 Dipteryx rosea 55
Polygala sp. 104 v. t. Fabácea 55
Pomarrosa 111, 112 Sangre de drago 110, 111, 113
Syzygium malaccense 111 Croton lechleri 111
v. t. Mirtácea 111 sangro 111
Pseudobombax septenatum 99 v. t. Euforbiácea 111
Puinave 108 Sangre de toro 30, 55, 57, 103, 108, 111
Pulmonaria 31 Virola 30, 108, 109
Pfaffia iresinoides 31 Virola surinamensis 31, 111
madre yuca 31 cumara blanca 31, 55, 111
v. t. Amarantáceas 31 virola 103, 109
Punta de lanza 104 v. t. Miristicáceas 31, 55, 111
Vismia macrophylla 104 Senefelderopsis chiribiquitensis 45
lacre 104 v. t. Euforbiáceas 45
palo de chicharra 104 Sidrera 95
Sombrilludo 57
Q v. t. Laurácea 57
Quina 13, 22, 23, 29, 31, 82, 83, 84, 87, 89, 111, 113, 145, 154, Sinningia sp. 104
155, 157, 159 v. t. Herbácea 104
Cinchona officinalis 23, 29, 31, 82, 87, 89, 111 Siparuna guianensis 104
kiua kina 82 Soya 24, 128, 141
cascarilla 82, 87 Glycine max 24

∙ 175 ∙
Stylosantes sp. 103, 104 U
v. t. Herbáceas 104 Umarí 37, 39, 40, 90
v. t. Fabácea 103 Poraqueiba seriacea 39
guacure 39
T v. t. Icacinácea 39
Tabaco 15, 25, 28, 31, 36, 89, 108, 109, 111, 119, 148 Uña de gato 110, 111, 113
Nicotiana tabacum 15, 31, 111 Uncaria guianenensis 111
v. t. Solanáceas 15, 31, 111 bejuco de anzuelo 110, 111
Tagua 117 v. t. Rubiácea 111
Tamamuri 39 Utricularia 47
Brosimun acutifolium 39 Uva caimarona 30, 31, 35, 37, 47, 76, 141, 145
v. t. Moráceas 39 Pourouma cecropiifolia 30, 31, 35, 47
Tamparo 67, 143 uva de monte 37
Crescentia cujete 67 caimarón 31,47
Tara 56 v. t. Urticácea 30, 31, 47
Simarouba amara 56 Uvilla 88
Tarraigo 102 Porouma cecropiifolia 88
Phenacospermun guyannense 102, 105 uva silvestre 88
turriago 102
Tomate 38 V
Toronjil 111, 113 Valeriana 111, 113
Melissa officinalis 111 Valeriana officinalis 111
v. t. Lamiácea 111 v. t. Caprifoliácea 111
Tórtolo 103, 104 Vellozias 45, 47, 62, 63, 103
Schefflera morototoni 103, 104 Vellozia tubiflora 63
mano de león 103, 104 Vellozia paepalantus 62
sachauva 103, 104 Vellozia macaranenesis 102, 103
mano de oso 104 Verbena 113
v. t. Araliácea 103 Victoria regia 12, 14, 15, 127, 140, 151
Totumo 68, 70, 71, 72, 144 Victoria amazónica 12, 14, 15, 127
Crescentia cujete 68, 70, 71, 72, 144 Victoria amazónica 14, 15
calabazo 70, 71, 119, 148 v. t. Ninfáceas 15
v. t. Bignoniáceas 71 Volador 54, 56
Trompeto 23, 110, 111 Ceiba samauma 54, 56
Bocconia frutecens 111
trompetero curador 22, 23 Y
sarno 110, 111 Yagé 14, 15, 29, 31, 83, 85, 87, 96, 108, 109, 111, 113,
v. t. Papaverácea 23, 111 145, 154, 160
Tronador 31 Banisteriopsis caapi 14, 15, 29, 31, 83, 85, 87, 111, 145
Hura crepitans 31 yagé negro 83, 85, 145
catahua 31 ayahuasca 14, 15, 45, 111
Tovomita 104 caapi 14, 29, 31, 111
Trachypogon spicatus 104 yagé amarillo 85
Triolena hirsuta 30, 31 vino del alma 109
Bi bl io g raf ía Sav ia Am a z onas - O r i no co

bejuco del alma 159


v. t. Malpigiáceas 14, 31, 111
Yerbamora 103
Lantana sp. 103, 104
cariaquito 103
v. t. Verbenácea 103
Yuca 13, 28, 34, 35, 36, 37, 39, 40, 41, 63, 73, 89, 138, 142
Yuca brava 35, 37, 38, 39, 61, 63, 141, 160
Manihot esculenta 35, 36, 38, 39, 63
Mandioca brava 41
v. t. Euphorbiáceas 39, 63
Yarumo 22, 23, 54, 55, 119, 136, 148
yagrumo 22
Cecropia sp. 54, 55
Cecropia talenitida 55, 111
Yarumo plateado 110, 111
v. t. Urticáceas 23, 55, 111
Yopo 28, 31, 37, 39, 61, 63, 132, 150
Anadenanthera peregrina 28, 31, 63, 132
Mimosa trianae 132
v. t. Fabáceas 31, 39, 63
Yoco 96, 109, 111, 160
Paullinia yoco 111
v. t. Sapindácea 111

Z
Zapito 101
Sterculia macarenensis 101
Zapote 76, 79, 81, 145
Matisia cordata 79,81
chupa chupa 79
zapote de monte 145
v. t. Malvácea 79

∙ 177 ∙
La Colección Savia
está compuesta en caracteres
Bauer Bodoni y Adobe Caslon Pro.
La primera de estas tipografías es una versión
de Heinrich Jost diseñada en 1926, basada en el diseño
original que el tipógrafo italiano Giambattista Bodoni realizó
en 1790. La segunda corresponde a una versión de Carol Twombly,
basada en el estudio de la tipografía original que el inglés William Caslon
produjo en 1725. Esta obra está impresa en papel Bodonia del molino Fedrigoni,
producido con papel proveniente de bosques cultivados. Cumple con los requisitos
del Consejo de Administración Forestal, con sede en Bonn, Alemania, la ong dedicada
al cuidado de los bosques. Está fabricado en pura pulpa e.c.f. y no usa cloro elemental.
Está libre de ácidos y de metales pesados. Este segundo tomo se terminó de imprimir
el 13 de enero de 2014 en los talleres de Panamericana,
Bogotá, Colombia.

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