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3.

Enfoque transversal
Partiendo de las informaciones presentadas en las líneas anteriores, podemos destacar el
papel fundamental que juega la educación y los valores en la formación de ciudadanos con la
finalidad de concretizar aptitudes y habilidades que provoquen nuevas expectativas en el
currículo educativo, y que así podamos innovar el rumbo de la educación que poco a poco
parece perderse. La concepción de la educación en una persona le posibilita la capacidad de
plantearse criterios y soluciones críticas que ayudan a establecer una educación sólida y
necesaria en esta actualidad. Ahora bien, comprendemos que el artículo leído (Irazema,
2011), nos presenta los valores como “La fuente, el modelo y el fin que debieran sustentar todo
proyecto educativo”. Si hacemos una exégesis con base a la fundamentalidad de estos
términos, nos hacemos esta interrogante, ¿cuál es el papel que juega la transversalidad en la
educación?

En primer lugar, la transversalidad es un enfoque que penetra en la educación y dentro de ella


introduce valores que los orientan a conseguir ciertas finalidades específicas. En segundo
lugar, retoma los valores que ya están dentro de la educación y propone los suyos propios. En
pocas palabras, el objetivo específico del enfoque transversal es describir “qué se va a enseñar,
qué contenidos se van a impartir, qué fines se persiguen, bajo qué metodología y qué perfil
debe tener el maestro y los alumnos”. O sea, este permea el currículo educativo y vincula las
finalidades de la educación con los temas y problemas importantes que aquejan a la sociedad.

Según (Figueroa de Katra, s/d) “podría entenderse como una condición educativa que hace
posible una mirada holística al proceso educativo, con penetración en su sentido. El para qué
de la acción educativa es su núcleo de reflexión. Es una nueva forma de entender la educación,
el currículum desde un posicionamiento crítico ante la realidad; la importancia de la
transversalidad radica en su contribución al fortalecimiento de la dimensión ética, política,
axiológica de los procesos educativos, así como a la activación de la potencialidad de éstos
para coadyuvar al desarrollo, sostenible”.

4. La importancia del compromiso ético del docente


Algo que es necesario destacar, es que el actor principal del sistema educativo es el docente,
ya que el mayor reto que este tiene, no es solo ser un recipiente que contenga innumerables
conocimientos; sino, ser aquel que proyecte un compromiso y ejemplo único a seguir con el
plan educativo; y a la vez, ser el que les inyecte esa fresca innovación a los estudiantes en el
proceso de enseñanza-aprendizaje. En este punto vamos a reflexionar la criticidad y los roles
asumidos por el docente; tanto su compromiso ético como sus demandas magisteriales, sus
desarrollos pertinentes y sus implicaciones.

Me gustaría abordar el tema con tres preguntas muy intrínsecas. 1. A nivel social, ¿qué
demanda el magisterio de los docentes? 2. Realmente, ¿cómo se desarrolla un docente? 3.
¿Cuál es la participación del docente con la ética de la educación?

1. El magisterio demanda que los docentes más que nunca se comprometan con el mundo de
la educación en particular y con la sociedad en general, no solo con la firma de un contrato que
descifre sus actuaciones o implicaciones en la misma; más bien, como dice (Esteban, 2001) “en
cómo puede ser la relación con los alumnos, con los colegas o compañeros de trabajo y con la
escuela o institución educativa”. 2. Ahora bien, nosotros tenemos innumerables concepciones
de cómo se desarrolla un docente para innovar los estímulos de los estudiantes; la verdad es
que, un docente se desarrolla como un gestor de información que no solo por el vasto
conocimiento de la materia; sino por saber optimizar, maximizar, facilitar, adecuar, guiar y
conectar el correcto conocimiento de manera cerrada y concreta, como de manera abiertas y
generales en los estudiantes. También, el docente es un guía en el proceso de enseñanza y
aprendizaje; puesto que, el profesor tiene que saber cómo enseñar, pero sobre todo, saber
cómo aprende el alumno, pues éste es el elemento más importante del proceso educativo y les
permite transmitir y canalizar los contenidos de acuerdo con los intereses y necesidades del
alumno, para que sea capaz de apropiarse del conocimiento y de utilizarlo. 3. Siguiendo en el
mismo orden, es necesario hacer notoria la intrínseca participación de los docentes en el
currículo educativo, como también en el nivel social. Antes que el docente cause una
estimulación educativa, primero causa una impresión propia e influyente en el alumnado; por
eso, el docente debería ser explícito con sus alumnos e integrar y atender a todos en el aula sin
excepción alguna. Además de implicación, también tiene que someterse a una actuación
constante y coherente de ciertos principios que lo comprometen éticamente con la educación.

“El prestigio social de la tarea docente podrá fortalecerse interiorizando los valores éticos que
una educación democrática y justa promueve, tratando en todo momento de ser congruente
con éstos en los ámbitos social, laboral, estudiantil y comunitario”.

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