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r:' GUSTAVO BUENO

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' "Cildil pueblo tiene la televisión que se merece "

TELEBASURA
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( DEMOCRACIA
GUSTAVO BUENO

Telebasura y democracia

T ít:1110: Teleh:1sura y Jemocracia


© Fundación Gustavo Bueno, 2002
W'lll1Djglmmo.r.<
© Ediciones B, S.A.
© De esta edición: abril 2003, Suma ele Letr.1s, S.L.
Barquillo, 21. 28004 Mmirid (&pa,ia) wwv,.punto<lelectura.com

ISBN: 84-663-1070-3
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o cualtJuicr o tro,,;,, el penniso previo por escrito
(le h editorial.
GUSTAVO BUENO

Telebasura y democracia

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Índice

Introducción..... . ... ... ... ... ... ... ... ... .. . ... ... 11

l. La «televisión basura» .. . .. . . .. . . . .. . . .. . . . . . . 2 3
2. Televisión basura
«fabricada>> y «desvelada» . . . .. . .. . .. . .. . .. . 81
3. 'Thlebasura e intimidad . . . .. . . . . . . . . .. .. . .. . 107
4. Telebasura y democracia ...... ... ............ 151
5. La televisión basura en España ... ... ...... 233

l~i,1nl ......... ... ...... ........................ ... ... 263


'\prndice.
( :omentarios al «Manifiesto
m ntr:a la telebasura» ....... ......... ........ ... 275
<<¿Existirá también - prosiguió Parmé-
nides-, una idea en sí de lo justo, de lo her-
moso, de lo honesto y de las demás cosas pa-
recidas? .. . Y en lo que se refiere a estas otras
cosas que pudieran parecer bajas -dijo Par-
ménides a Sócrates-, como por ejemplo,
pelo, fango, basura, e incluso lo más vil e in-
noble, ¿te hallas en la misma perplejidad?
¿Hay o no hay razón para que reconozcas
respecto de cada una de estas cosas una idea
distinta con existencia independiente de
aquellos objetos con quienes mantienen co-
mercio?» «N ada de eso>>, replicó Sócra-
1cs .. . «Es que todavía eres joven, Sócrates
-dijo Parménides-y la filosofía no ha to-
11rndo aún posesión de ti. Vendrá el tiempo,
.,, 110 m e equivoco, en que la filosofía te ten-
cid más firme en sus garras y entonces no
1h·•;prc:ciarás ni las cosas más humildes.>>

Platón, Parménides, 130b.


Introducción

l. <<Televisión basura» es una expresión que


viene utilizándose desde hace unos quince años, y
cada vez con mayor frecuencia, para designar a un
cierto tipo de programas en los cuales se quiere
!.Uhrayar su «mala calidad», no ya meramente téc-
n ic.i o de forma, sino de contenido o de fondo, en-
1,ndiendo por <<mala calidad de contenido» su
r ltahacanería, su vulgaridad, su «morbo», a veces
1111 hrc;o su obscenidad o su carácter pornográfico.
Fn uno de los primeros magníficos informes
111111.tlt·s de la serie que José Ramón Pérez Ornia
110 vH·nc o freciendo, desde hace veinte años, a
1• " , , de los Suplementos a la Enciclopedia Erpasa,
1111 1•1 c.¡rndo de la televisión española y mundial,
•pH 11 rnmo epígrafe (en el informe de los años
1 1J l 11 1>0) la expresión «televisión basura>>, refi-
1111 l I d .ímbito anglosajón. Bajo e1 epígrafe
1 1 11111 1,asw·a» se hablaba de ciertos progra-
,, <11, m t·ontenidos figuraban dispositivos o
11111 111 d1doi; con el obj.eto de atraer audien-
1 ,1 ,l,p11r1 precio, aun a costa de ofrecer in-
1 1,,111 1,•1µivc rsadas, inventadas o de ínfima

1l
calidad. E!!_el informe correspondiente a los años había suscitado fuese calificado, no ya de «amari-
I 997-1998, el epígrafe «televisión basúra>>se llo» cuanto de <<basura», utilizando el concepto
comprime en w1a palabra única,-«tel~~asu.ra», co-- - (más que definiéndolo), aunque rechazándolo. An-
mo si el concepto descriptivo asociado a la expre-I tena 3, con las exhortaciones de su anuncio, estaba
sión coloquial «televisión basura» hubiera sidor_ en rigor utilizando una dicotomía muy simple: a
elevado al ~ango de «concepto técnico». Pérez· un lado la televisión de calidad, de profundidad y
Ornía subraya que «los medios enfatizan en este- de credibilidad; y al otro lado la televisión basura,
bienio el auge de la telebasura en la programación los temas facilones y la frivolidad. El 26 de abril de
norteamericana. Señala en particular al programa· 1993 el socialista Rubalcaba logra que las cadenas
The Jerry Springer Show, en la antena de WB des- firmen un código deontológico orientado a pre-
de 1991. Se trata de un espacio en el que los invi- servar la televisión de «violencia y sexo explícito»•.
tados exponen sus disputas y odios mutuos, que Ese mismo año fue la primera vez que la democra-
suelen acabar en peleas físicas; a pesar de que en la cia de 1978, a través de su poder judicial (debida-
prensa se denuncia que estos enfrentamientos y mente asistido por el ejecutivo) llegó a prohibir la
peleas están amañados, la audiencia alcanza en emisión de un programa de televisión, el 16 de di-
ocasiones los siete millones de espectadores y ciembre de 1993, en que por orden judicial se cen-
puede superar al talk show estelar, el programa de sura un programa de Tele 5, La máquina de la ver-
Oprah Winfrey, la presentadora de televisión con dad, que dirigía Julián Lago, para impedir la
más alta remuneración. actuación de la niñera del hijo de Ana Obregón.
Antes aún, ya en enero de 1993, y a raíz del es- La expresión <<televisión basura» define por
cándalo suscitado por el tratamiento que las diver- tanto un determinado concepto crítico, en sentido
sas cadenas españolas de televisión dieron al cri- amplio. Ante todo, como tal concepto crítico, re-
men de las niñas de Alcasser y, en particular, al presenta una suerte de «diagnóstico» (w1a clasifi-
programa de Nieves Herrero en Antena 3, pudo cación o identificación) de ciertos programas como
verse en las pantallas que sintonizaban esta cadena ejemplo de un conjunto o género de programas
(29 de enero) un anuncio publicitario en el que se que nos son ofrecidos por las diversas cadenas (por
utilizaba ya la forma «comprimida»: «Olvida la te- unas más que por otras). Se utiliza, sobre todo, co-
lebasura. Se impone la calidad. Olvídate de temas mo concepto crítico estimativo, porque cuando
facilones. Se impone la programación de calidad. diagnosticamos una serie o una emisión, como
Olvídate de la frivolidad. Se impone la credibili- <(<televisión basura», no nos lirnitamos a diagnosti-
dad.» Es obvio que i\ntena 3 quería desmarcarse de car (a clasificar, en el sentido taxonómico linnea-
la amenaza de que el programa que tanto revuelo no), sino que nuestro diagnóstico o clasificación

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tiene una intención peyorativa, despreciativa o basura» («barrer» viene del latín verro, verrere, de
despectiva, y, en el límite, descalificadora de la donde viene versura; vassura, ya en el Fuero de
emisión, del programa, de la cadena o del sector Avilés de 1155; dos derivados del mismo término
de la audiencia que la sigue. Por ejemplo, muchas latino: basurero y vertedero). Cuando el término
veces utilizamos la expresión «telebasura» para re- «telebasura» se utiliza éomo mero calificativo, pa-
ferirnos a informativos televisados que otros califi- rece arrastrar una intención «terrorista». Al llamar
can de «sensacionalistas», porque buscan atraer la basura a un programa parece que tratamos, ante
atención de la audiencia aun a costa de distorsio- todo, de producir un sentimiento de terror en el
nar las noticias, subrayando en ellas componentes ciudadano que sigue habitualmente el programa:
secundarios, pero «llamativos», «polémicos» o la basura es hedionda, debe ser apartada de nuestra
«alarmistas». Algunas cadenas presentaron así las vista y de la de los demás, sin mayores averiguacio-
repercusiones en España del ataque que tuvo lugar nes, si no queremos contaminarnos. Igual que sa-
el 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas: crificamos a un rebaño de vacas o de ovejas cuando
«Grupos musulmanes ensucian sinagogas e igle- les atribtúmos «el mal», así habrá que quitar a 1a
sias católicas en Melilla y Ceuta.» Aquí «televisión telebasura de nuestra vista.
basura» tiene poco que ver, en cuanto a sus com- Quien califica a un programa de televisión co-
ponentes positivos, con la «telebasura» de índole mo telebasw-a, o a una cadena como televisión ba-
«pornográfica», pongamos por caso; pero tiene sura, está utilizando una calificación negativa (des-
que ver con la intención negativa o descalificadora calificadora) y está queriendo decir, al menos en
envuelta en el concepto: el sensacionalismo y la principio, que eJ programa debiera ser barrido de
pornografía deben ser «barridos>>. En su sentido Jas parrillas, o por lo menos del grupo de los pro-
más general, «televisión basura» es tanto como la gramas «normales» de televisión. Al diagnosticar
«televisión inmunda», que debiera ser barrida de algo como telebasura estamos ante todo clasifican-
las pantallas, al menos de las pantallas de una sala do según criterios pragmáticos de intención ine-
distinguida, para preservar a todas las audiencias, o quívoca. Estamos, por de pronto, oponiéndonos a
por lo menos a las elites, de la inmundicia que que estos programas, por el mero hecho de serlo,
contiene. es decir, por figurar entre los demás programas,
Esta intención desc~lificadora de la expresión queden ya «legitimados», a la manera corno se le-
«telebasura» no hace en rigor sino reutilizar uno gitima o se prestigia un concierto pueblerino <le
de los componentes del concepto tradicional de bandunias al ser grabado en un disco compacto,
«basura», que es aquello, a saber, que está destina- de la misma calidad técnica utilizada para grabar
do a ser barrido, es decir, arrojado al «cubo de la alguno de los conciertos para piano y orquesta de

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' Mozart; o como se prestigian los versos más cursis visión, aquellos que considera que pertenecen a la
de una poetisa psicologista al ser publicados con especie basura; es decir, lo que se busca es que no
todos los honores en una colección de lujo, junto, se les equipare a cualquier otro programa, por el
pongamos por caso, a los Sonetos a Oefeo de Rilke. hecho de serlo, en nombre de la tolerancia y aun
- O bien, si hablamos de telebasura cuando, en de la «bi,Q,d¿versidad» cultural, o de cualquier otro
nombre del respeto debido a las opiniones ajenas, motivo.
recibaJ1 el mismo tratamiento las declaraciones de Pero, en todo caso, este concepto discrimina-
un individuo contando sus relaciones con un ex- dor de la televisión basura puede ser utilizado en
traterresU'e que los testimonios del desgraciado contextos prácticos muy diversos. Para muchos,
que h a sido afectado por un terremoto, porque lo como hemos dicho, hablar de la televisión basura
que constituye la basura en estos casos no sería si- equivale a pedir la retirada de esos programas de
í no ese mismo respeto nivelador. Al «denunciar» las pantallas. Para otros no se trata de esto: lo que
un programa como telebasura estamos reaccio- buscan, mediante el concepto de tclebasura, es di-
nando, por de pronto, contra ese frecuente <<meca- ferenciarse del -<<Vulgo soez», del público «maca-
nismo intelectual>> que se dispara en el momento rra» o simplemente de la audiencia «municipal e
en el cual comienza a producirse la eliminación de inculta», señalando que no se arremete contra la
la especie por el género, como cuando, en el con- televisión en general y que sólo quiere darse la
texto de los seres humanos, eliminamos las «espe- alerta a las personas con «sensibilidad y cultura»
cies>> jm·obado, o turco, o negro, en beneficio del para que barran de su agenda a los programas ba-
genérico persoria humana, en cuanto entidad prote- sura. Pero esta actinid no tendría en principio el
_wda por los «derechos humanos». Que alguien sea menor afán inquisidor. A quien diagnosáca algu- '
jorobado, o turco o negro, no debe constituir un nos programas como telebasura acaso le agradará '
motivo de discriminación, porque todas esas «es- que ellos sigan emitiéndose, y no tanto para prac-
pecies» quedan eliminadas o borradas al ser sepul- ticar la virtud de la tolerancia, cuanto para diferen-
tadas en el océano del concepto genérico «persona ciarse de la masa y autoafirmarse en su superiori-
humana» (pero también un criminal horrendo, un dad: Odi profonum vulgus et arceo. Me aparto de la J
asesino etarra convicto de siete crímenes recibe el televisión basura, pero no me opongo a que ella si-
respeto máximo al ser considerado como hombre, ga siendo forraje para el vulgo, para la plebe fru-
y, por tanto, como sujeto de los «derechos huma- mentaria. De esa plebe es de la que quieren des-
nos»). Se diría que cuando alguien habla de la te- marcarse muchos de quienes utifüan la expresión
levisión basura lo que busca es que se discrimine, «televisión basura». Tampoco quien designa como
en el conjunto genérico de los programas de tele- basura a los contenidos del cubo o del carro de la

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basura quiere decir que ella debiera dejar de pro- basura» -técnicamente, de «infralite.ratura»-: se
ducirse, porque entre otras razones, la basura, reti- habla de «contratos basura», podría hablarse de
rada de nuestros aposentos, puede ser útil para que <<música basura», de <<política basura», de «comi-
la reciclen los pobres de la ciudad, incluso los po- da basura» y aun de «religión basura>> (cuando nos
bres del mundo. refiramos, por ejemplo, al vudú o a aquellas maca-
bras ceremonias de la Orden del Templo del Sol
2. Esto demuestra que la expresión «telebasu- que en octubre de 1996 acabaron con la vida de
ra» no arrastra w1 mero concepto técnico, sino un cuarenta y ocho socios o sectarios). De todas for-
sistema de valores de todo orden (estéticos, políti- mas, en cuanto a su denotación, la televisión basu-
cos, religiosos . ..), en referencia a los cuales busca- ra tiene un núcleo relativamente estable, aunque ,
mos delimitar valores y contravalores. «Televisión esta estabilidad sea el resuJtado de un consenso
basura» es en realidad una expresión que implica que va consolidándose en determinados círculos
una discriminación, en el conjunto de los progra- sociales.
mas televisados, de cosas opuestas, a saber, lo que Sin embargo, aun admitiendo que la denota-
hay que barrer y lo que hay que respetar. Lo más ción más o menos convencional de la expresión
grave es que no suelen explicitarse los criterios en <<televisión basura» llega a ser relativamente esta-
virtud de los cuales se califica algún programa de ble, no habría por qué mantener el acuerdo, cuan-
basura, y que no se dice, en general, por qué algo to a la valoración peyorativa de los contenidos de-
es basura o por qué algo es «producto limpio»; o notados, y, sobre todo, cuanto a la conveniencia de
por qué lo que es basura en un contexto deja de la censura, de la «salvación» o de la «condena-
serlo en otro. ción» de tales contenidos. Y esto debido a que la
Pero el sistema de valores, así discriminado confusión y la oscuridad de los criterios utilizados
por el concepto de televisión basura, adquiere por quienes dictaminan sobre la imperiosa necesi-
unas características que no sólo introducen fronte- dad de barrer de las pantallas la telebasura son tan
ras en la televisión, o en las audiencias, sino que grandes que llegan a veces a producir la impresión
encuentra en ella un excelente instrumento para de una total arbitrariedad. [,',l libro Telebasura e:,pa-
referir el análisis al sistema de valores mismo, vi- ñ.ola, de Fausto Fernández, publicado en 1998 por
gente en la sociedad de referencia. Nadie ignora la editorial Glénat, utiliza el concepto aplicado a la
que una distinción entre televisión basura y televi- televisión española a lo largo de toda su historia
sión normal, o «limpia», tiene sus correlatos, sus con una indefinición tal que las fronteras entre lo
homólogos, en otros muchos lugares del «tráfico que pueda ser televisión basura y lo que sería tele-
cultural». Se habla, a veces también, de «literatura visión normal o limpia se volatilizan, debido a que

L8 19
el autor tiende a considerar como basura a casi todo La dificultad estriba en que llamar «basura» a
lo que se ha ofrecido en las pantallas españolas de todo lo que no se ajuste a criterios tan laxos deter-
televisión, desde el «detritus jurásico» (1945-1965) mina el eclipse de la función crítica, pues desapa-
hasr.a la «socialización del vertedero» (1982-1989); recen las clasificaciones con la brocha gorda del
desde las <<inmundicias privadas» (1990-1996) hasta concepto descalificador.
el año 1997, «año de basura acumulada». El nivel La revista Teleobjetroo, o la Federación Ibérica de
crítico de Fausto Femández en su libro Telebasura Telespectadores y Radioyentes, sin molestarse casi
española podemos medirlo por el juicio que le me- nunca en ofrecer sus criterios o en analizarlos,
rece la programación matinal de Antena 3 dedica- proponen, por ejemplo, que un día, el 1O de mayo
da al «Colegio Libre de Eméritos», acusándola de por ejemplo, se haga un apagón de pantallas du-
didactismo (y cita, con intención sarcástica, unas rante veinticuatro horas, campaña que se aprove-
lecciones sobre el colesterol). Pero el «didactis- charía para otras actividades culturales tales como
mo», ¿se refiere a los contenidos o a la serie? Su «pasear, pensar, leer, colaborar con ONG o ir al
acusación tiene el mismo alcance que el que ten- cine» (pero no se tiene a bien decir qué tipo de
dría la acusación de alguien que impugnase el pensamientos sean los recomendados, por qué ba-
«musicalismo» propio de un programa musical, o rrios pasear, qué tipo .de libros leer -pues entre
el «teatralismo» de w1a serie teatral. Podría acaso los libros, incluso premiados, puede haber tanta o
referirse al «didactismo» de la cadena (a Antena 3, más basura como pueda haberla en televisión-,
en este caso), acusándola de desproporción en su con qué ONG debemos colaborar o qué películas
programación, en cuanto canal generalista. Acusa- debemos ver).
ción que hoy no podríamos aplicar a los canales es-
pecialistas. Pero en ningún caso estas acusaciones 3. La televisión basw·a se nos presenta, en re-
tendrían que ver con la basura. El crítico parece solución, como un concepto lleno de implicacio-
aquí tener una idea muy subjetiva de lo que debie- nes de todo orden, que necesitan un análisis global
ra ser la televisión basura: todo aquello que se mucho más riguroso del que se practica habitual-
aparte de sus expectativas será malo o basura. Si mente, incluso por instituciones «responsables».
intentásemos traducir a terminología operacional El concepto de «telebasura» remueve multitud de
semejante concepto de «telebasura», acaso obtu- cuestiones que están con él implicadas, y cuyo aná-
1 viésemos este resultado: «Telebasura es todo aque- lisis necesita del auxilio no solamente de las cate-
llo que pasa por la telepantalla y a lo cual yo le he gorías sociológicas, políticas y estéticas, sino tam-
aplicado, tras una reacción de desprecio e indigna- bién de determinadas ideas filosóficas. Es cierto
.... ción, el zapeo o el interruptor.» que ningún profesor de filosofía bien educado en

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los cánones de la investigación académica podrá 1
r ecurrir a los textos de Aristóteles, o de santo To-
más, o de Suárez, o de Kant, o de Hegel, o de La «televisión basura»
Marx. o de Bergson, o de Unamuno, o de Ortega
para preparar una lección, una conferencia o un
informe, no ya sobre 1a telebasura, sino sobre la te-
levisjón en general. Pero esto es debido a que ni
Aristóteles, ni santo Tomás, ni Suárez, ni Kant, ni
Hegel, ni Marx, ni Bergson, ni Unamuno, ni Orte-
ga pudieron decir algo sobre la televisión por la
sencilla razón de que ésta no había sido inventada,
o acababa de serlo. Y el hecho de que los «clásicos» La expresión «televisión basura» tiene una
de la filosofía no hayan hablado sobre la televisión, intención clasificatoria
¿puede tomarse como razón suficiente para elimi-
nar la Idea de la televisión de la constelación cons- l. La expresión <<televisión basma», corno se
tituida por las ideas filosóficas? El profesor de filo- desprende de lo que hemos dicho en la introduc-
sofía que así lo creyese lo único que demostraría es rión a este ensayo, corresponde, sin duda ninguna,
que él, sin perjuicio de su inmersión en los clásicos, a un concepto clasificatorio mediante el cual se-
es antes un filólogo o un doxógrafo que un filósofo gregamos o delimitamos, dentro del conjunto de
atento, en primer lugar, a lo que la realidad misma 1odos los programas o series que son ofrecidos a
(y no sólo a lo que los libros antiguos nos manifies- través de las telepantallas, a un subconjunto de ta-
tan) nos va poniendo delante de los ojos. les programas, con la pretensión de formar un
En este libro queremos iniciar el análisis del <género» con intención devaluativa.
concepto de «televisión basura» y de sus implica- Esto quiere decir que, en principio al m enos,
ciones, a un nivel de profundidad algo mayor que l'I concepto de «telebasura>> se circunscribe co-
el que suele ser habitual, si bien utilizando el len- mo una parte de un contexto o totalidad contex-
guaje más accesible al gran público que nos sea tual constituida por la integridad de las «parri-
posible. llas» ofrecidas por las telepantallas de todos los
países del mundo (aunque podamos, en cada ca-
so, limitarnos a wi país o a una época). Según esto
la expresión «televisión basura» no la referimos,
en principio, a la totalidad contextual íntegra de

22 23
referencia, porque en este caso, esta expresión de- La hostilidad desde la que Manuel Vázquez
signaría a la misma televisión, en general, y presu- Montalbán da cuenta de la entrada de la televisión
pondría un contexto que desbordaría al que hemos en España marcaba la pauta que habrían de seguir
tomado como referencia. 1elevisión basura sería muchos intelectuales de izquierda (y, en especial,
ahora un modo de designar devaluativamente a la muchos profesores de universidad): «La radiodifu-
televisión en general, un modo extremado o límite sión cumple su época de esplendor entre 1930 y
al que nos aproximamos cuando utilizamos la ex- 1950, fecha a partir de la cual la televisión se ha
presión «caja tonta». Pero también en este caso constituido en el hecho sociológico más notable
extremo, podríamos mantener la condición clasifi- del siglo, en cuanto a espectáculo y a medios infor-
catoria que hemos atribuido a la expresión «televi- mativos se refiere.( ...) Pero aparte de esta moder-
sión basura», si bien la totalidad contextual de re- nidad, la radio y la televisión, para entendernos
ferencia ya no será ahora la totalidad de programas con los convencionalismos al uso, tienen otra ca-
o series televisadas, sino, por ejemplo, la totalidad racterística común también dentro del mal del si-
de los diversos medios de comunicación (radio, glo: el de ser dos técnicas de persuasión de la con-
prensa, libros ...); entre ellos, el concepto de «tele- ciencia que convierten al sujeto (radioyente o
visión basura» tendría la intención de descalificar telespectador) en un elemento receptor completa-
a la televisión en general, en cuanto medio de ex- mente pasivo, que ya no tendrá el carácter inicial
presión y de comunicación, afirmando que compa- activo del lector del periódico que ha <le imponer-
rativamente al menos, la televisión hay que califi- se siquiera el ritual de movimientos que exige abrir
carla de basura. Nos encontramos así a un paso de un periódico, hojearlo, recorrer sus columnas.» Y
la «teoría» que Sartori ha defendido en su celebra- afiade: «Todos los medios informativos han plan-
do libro Homo videns. Muchos años antes, y en el teado in crescendo una cierta alienación del público,
momento mismo en el que la televisión se abría tJue entregaba a otros la facultad de informarles
camino en competencia con otros medios de co- sobre la verdad o la mentira; pero, en último extre-
municación (el cine, la radio y la prensa), la ten- mo, el público era dueño de reservarse y dudar: la
dencia a descalificar como «basura» a la televisión televisión es la evidencia, de ahí la enajenación ab-
en general, y al público que comenzaba a seguirla soluta que plantea.» (<«Radio y Televisión», Suple-
masivamente, se hizo presente de forma muy acu- mento 1961-1962 de la Encidopedia Esposa, Madrid,
sada y muchas veces, paradójicamente, entrt: los 1966, págs. 1271-1 283). Dos años después, en
denominados «intelectuales de izquierda» que ac- 1968, Vázquez Montalbán insistirá en su valora-
tuaban desde sus puestos de «escribas» en periódi- ción, al hablar del creciente número de horas des-
cos, novelas o ensayos. tinado a programar telefilmes americanos: «Sin

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duda estamos en presencia de uno de los más se-
rios logros de la americani,-.ación occidental ( ... ) La expresión «televjsión basura« tiene
con lo cual {con los contenidos históricos ele estos originariamente una intención peyorativa
telcfilmcs] en la scudomente del televidente se
opera un doble plano histórico: el pasado (glorioso 2. En cualquier caso, este concepto clasificato-
pasado nacional) y e] presente (glorioso presente rio de «televisión basura« con1icn1.a siendo, ante
de F..stados Unidos).» («Radio y 'Televisión», Su- todo, un concepto práctico (operatorio), en hl JtlC-
ple111e11to 1963-1964 de Ja E11cidopedin Erpasn, Ma- dida en la que la dcli,nitación del subconjunto o
drid, 1968, págs. 1333-1338.) p:1rte de la totalidad de referencia, lla1nada «basu-
Por su p:irtc, i\i1anuel Villcgns L6pc1. advcrtfa rn ~>, tiene un:l intc11ción despectiva o pcyorativn y,
(en 1966) sobre las malignas derivaciones que Ja ·n el límite, segregativo, porque envuelve el pro-
propia televisión estaría llamada a tener en los res- yecto práctico de eliminar o barrer, en su scntidú
tantes medios de con1unicación de masas: «Porque directo, de la televisión, o al menos, <le los puestos
los modernos 1nedios de co1nunicación de masas lo 1nás altos hasta los 1nás bajos de su jcrarqufo, ;1 la
que fonnan, en definitiva, es la cultura de fas 1na- parte «conceptualmente» segregada co1no basura.
sas, y esta cultura, en su totalidad, es lo que lle,·a a Podrfarnos añadir, por tanto, que h\ intención
amncntar el público potencial o efocúvo para toda pr:íctica del concepto operatorio <le «telcba.,ura >
clase de espectáculos y para el i:\rte en general. ~l no está sobreañadida a una supuest?mcnte previa
hombre que ve la televisión es un potencial o efec- dcH1nitación «especulativa» en el conjunto barri-
tivo espectador de cine, como puede ser coinpra- do. sino que es la intencic,n práctica segregativa
dor de las ediciones populares del libro de bolsillo. (de la televisión, en gener~l, o de los puestos de
F__.s el que no tiene interés por ningún espectáculo, pr~stigio <le la ;crarquía de los prograinas) la 1nis-
quien no será cliente de cualquier.i que sea: está al 111¡1 que itnpulsa a delimitar el contorno de aquello
111argen de la cultura.» («Cinematografía», S11ple- cine debe ser barrido.
111e11to 1961-1962 de fa E11ticlopPdit1 P.spns11, Madrid,
1966, pág. 356). Probable1ncnte Vtllegas no que1·ía
decir con esto que ese cliente esté a1 margen del Conexión entre el concepto de «basura» y
trabajo: la estúpida distinción entre las <<fucr1.as la «operación barrer»
dd trabajo» y las <,·fuen~as de la cultura», que tan-
to furor hizo en la época, estaba y-a cu1npliendo sus 3. . "o quere1nos perder la conexión originaria
efectos. entre la basura (entre fo telebasura en particular y
hl basura en gcncrnl) y la «operación barrer», de la

26 27
que ya hemos hablado. Y no sólo porque la etimo- 11111 rido de fusil (también se ha hablado, en la gue-
logía así nos lo recuerde: basura equivale a barre- ,, ., de los Balcanes de la última década del siglo
dura. Mantener la conexión de referencia es tanto :,.; :-., de «limpieza étnica», sin llegar a utilizar explí-
coñ10 subrayar la condición práctica (pragmática) ' 11 amente la expresión «basura étnica» para desig-
de la denominación del concepto de «basura», en 11.,r a las poblaciones eliminadas).
tanto que resultado de w1a operación que designa-
mos como «operación barrer». Y sin que con esto
pretendamos reducir la basura a esa condición se- La <<operación barrer» consta de dos
ñalada («resultado de la "operación barrer"»), momentos
puesto que, en general, los resultados de las opera-
ciones «desbordan» de algún modo a las operacio- 4. Sin embargo, es decir¡ aunque no reduzca-
nes mismas que los «arrojan». El resultado de la 1110s la basura al resultado de la «operación ba-
•«operación tética» de sumar dos números desbor- , ,cr», desde el momento en que mantenemos la
da su mera composición (lo que se expresa dicien- 1kpendencia entre el concepto de «basura» y la
do que «el todo es más que la suma de las p:trtes»); operación correspondiente, tendremos que reco-
el resultado de la «operación lítica» de restar no se 11ocer que es imprescindible profundizar en la na-
reduce tampoco a la mera sustracción de una par- 1uraleza lógica de esta operación, si queremos al-
te, porque el resto es también «más que un resto»-. 1•;mzar un concepto de «basura» lo más claro y
Y en particular, porque muchas veces la basura, o distinto que nos sea posible. Quien encuentre pa-
contenidos análogos, no se designan con palabras n1dójico pretender delimitar un concepto claro de
ligadas a la «operación barrer» (spazzatura = <<ba- basw-a», que tenga en cuenta que tampoco que-
sura» en italiano, frente a scopare = «barrer»-; in- rnn e1 concepto de «fuego» .
mundicia = «basura», frente a varrer, en portugués; Ahora bien: la «operación barrer,>, sin perjui-
sathrotes = «podredumbre», frente a sairo = «lim- (·io de formar parte de la prosa de la vida, tiene una
piar con la escoba», en griego). Otras veces, y por cstrucmra lógico-material mucho más compleja de
contra, el verbo barrer se utiliza como una amplia- lo que muchos pudieran pensar, precisamente
ción metafórica de la operación estricta, pero sin cuando sólo atienden a su prosaísmo. ¿Cómo po-
que el resultado de la misma pueda ser considera- dría ser lógicamente compleja una operación en-
do como basura, aunque sea por circunstancias t.:omendada, en la mayor parte de las sociedades, a
obstativas, a veces muy graves, incluso de orden los oficios de menor prestigio en la jerarquía de los
legal: en lenguaje militar «barrer un lugar» equi- oficios, a los oficios de ba1Tendero o de deshollina-
vale a batir al enemigo que lo ocupa con fuego dor? Y sin embargo, así es. Sea suficiente advertir

28 29
que la complejidad ejercida de una operación tiene 1111 nombre más preciso: ,<intertexrura») tiene ne-
lugar, en general, sin necesidad de representársela. , . 11 inmente
que componerse con los materiales
La complejidad de las operaciones gramaticales de q111· constituyen el exterior del contorno, es decir,

un niño, que ha aprendido ya a construir frases co- 1 1111 el entorno. Sólo un metafísico podría negar

rrectas en un lenguaje de palabras, no necesita que ,t .1 dimensjón tética o compositiva de la operación


el nifi.o represente esa complejidad, es decir, no es l,.1rrcr, afirmando que las intertexturas sustraídas
necesario que el niño, y aun el adulto cuando habla , , ,;cgregadas de la textura no van a ningún lugar
correctamente un idioma, sean gramáticos exper- dt I entorno de la textura ba1Tida, sino a la nada; es
tos de ese idioma. ill·cir, como si el barrer equivaliese a una ope-
Barrer, en efecto, parece en primera inspec- 1 ,dón de aniqtúlación. Y muy cerca de esta con-

ción una operación lítica, es decir, una operación ' pción metafísica de la operación barrer (que por
que consiste en sustraer, extraer o segregar algo de , ll'rto sólo podría ej ercitar un Dios creador, que
un conjunto más o menos delimitado, por ejem- 11!0 por ello podría ser también un sujeto operato-
plo, mi habitación. Aun cuando algunas veces se 1111 ,1niquilador) se encuentran quienes, sin pensar-

ha pretendido barrer el mundo, en general, esta lo demasiado, creen que barrer equivale a extraer
pretensión parece más bien retórica. «Quien pre- rlc un recinto o contorno dado las inmundicias (así
tende barrer el mundo -dijo el presidente Mao- ll.1marán a las intertexturas); porque ahora barrer
no tiene tiempo de barrer su habitación.» Esta , quivaldría a sacar foern del mundo las basuras o
operación es lítica en tanto que separación de algo mmundidas, que lo son, porque efectivamente se
(que tiene que ver con la basw·a) respecto del con- , upone que deben ponerse «fuera del mundo».
torno de referencia, a fin de dejar limpio el conte- Pero fuera del mtmdo no hay nada, y ni siquiera los ',
nido o dintorno de ese contorno. Llamemos «tex- organismos que mueren quedan fuera del mW1do,
rura» a ese contenido del dintorno que suponemos porque en él permanecen sus cadáveres que, preci-
identificado, y que pretendemos dejar limpio tras <;amente cuando se pudren, son considerados, en
la operación barrer. Según esto la basura se nos general, como estiércol o basura.
presentará como el correlato de una textura. Sólo por abstracción podemos reducir la opera-
Sin embargo tenemos que reconocer inmedia- ción barrer a su momento o aspecto lítico o separa-
tamente que la operación barrer, en virtud de su dor. Y, por ello mismo, la basura obtenida en ese
propia materia, no puede ser sin más una operación momento se nos ofrecerá necesariamente como
lítica, y esto debido a que aquel algo que pretendía- un concepto negativo, amorfo, pero sólo por abs-
mos extraer o sustraer de la textura de referencia tracción. En realidad, el resultado de ese barrido
(llamemos a este «algo», a falta de otro mejor, con sigue siendo un conjunto de contenidos positivos,

30 31
es decir, de texturas, cuyo carácter amorfo no pue- cl1 f'crcnciación esencial del concepto global de esta
de hacerse estribar en su cai-encia de forma, sino 11pcración barrer, tal como la hemos descrito, en
en la mezcla de formas o de texturas. La basura ex- los dos tipos alternativos (o disyuntivos) que se
traída de una textura dada resulta ser así un con- 1 ontienen inmediatamente en ella, y que pueden

junto amorfo de otras texturas resíduales. Al ser 111terpretarse como los dos sentidos, directo e in-
eXtraídas de la textura de referencia deberán ir ne- Vl-rso·, de una misma operación.
cesariamente, puesto que no pueden ser aníquila-
das, a algún lugar de su entorno, por ejempl.o, al l. L a operación barrer en su sentido directo
cubo de la basura o a la atmósfera (si las basuras barrer directo») es la operación que se produce
son volátiles). Por tanto, a la operaci9n barrer no 1·n la dirección de la textura (de w1 dintorno) hacia
solamente habrá que reconocerle el momento líti- ,,1 1 entorno, y en ese sentido. La operación co-
co de la separación, sino también el momento téti- 1nicnza por su momento lítico (la separación de las
co de su composición con otros materiales del en- 11Hertexturas de la texrura de referencia) y culmina
torno que se ha visto limpiado, y esto Jo vemos rnn su momento tético (de composición de las in-
continuamente cuando hablamos de las basuras tcrtexturas segregadas con algunos de los materia-
atómicas, las cuales ciertos ecologistas pretenden les del entorno). La operación barrer en su sentido
aniquilar, como si pudieran ser puestas «fuera del 111ás prosaico originario se corresponde con esta
mundo». operación del barrer directo. Barro mi habitación
Los resultados téticos de la operación barrer y, tras separar la basura obten.ida (mediante instru-
pueden mantenerse en eJ contorno de la texnu:a mentos ad hoc, tales como barrederas, escobas o as-
componiéndose con ella desde el exterior y sin ad- piradoras) las deposito fuera del umbral o de su su-
quirir siquiera la connotación de basura. lal es eJ perficie (si la habitación tiene tragabasuras) en el
caso de muchos hábitats primitivos en los cuales entorno, representado muchas veces por el cubo
las deyeccionel envuelven a los organismos que se de la basura, dispuesto para ser sacado fuer a.
adaptan a ellas y obtienen de ellas gran provecho. Conviene advertir que la intertextura, antes de
la operación del barrer directo, no es propiamente
basura, pues sólo comienza a serlo cuando ha sido
La operación barrer puede ser orientada n traída y en ciertas condiciones. 1\1uchas veces ni
en dos sentidos opuestos: directo e inverso :.iquiera podrfa llamarse basura cuando las cantida-
des son «inapreciables», un polvo fino, por ejem-
S. A par tir de esta condición compleja (lítica y plo, incluso tma pátina. De donde podríamos apli-
tética) de la operación barrer es posible obtener la car aquí el principio que Galeno aplicaba a los
,. dJ.~ !A,~&i-.1 o•~_ it, ,, •, .1-n·
32 33
venenos: dosis facit vmenum: la dosis hace la basura. 1111, idcran a las instituciones bursátiles como
La acumulación del polvo fino podrá dar lugar a la 1, "11 r:1 secretada por el capitalismo financiero,
creación de basura. , ¡,11· propicia que los jugadores de Bolsa busquen
En cualquier caso, la basura propiamente co- \ oht C!ngan muchas veces ganancias meramente
mienza en el momento en el que la intertexrura se t -.pt:tulativas. La Bolsa, sobre todo las grandes
extrae de la texnu-a, y sóJo retrospectivamente po- 111,lsas (Tokio, Wall Street, Londres, Frankfurt),
demos llamar plenamente basura a la intertextura, t, .1 presentada como la prueba principal de la
cuando se <len algunas condiciones; porque no to- ,h·vrndación (especulativa) de lo que en principio
das las intertexcuras son iguales en sus relaciones 1111 l'ra sino un mercado de inversiones: las ga-
con las texturas que van a ser barridas. Precisa- 11111<.·ias «especulativas», no productivas, podrían
mente en función de esta diversidad de relaciones ,e1vir de ejemplo de «secreción patológica» re-
podemos establecer diversas modulaciones de la \llt.tnt~ de un sistema económico corrompido.
operación barrer. Las principales situaciones son i♦ s1 .1 basura habría de ser «excretada» fuera del
las tres siguientes: ,1•,tcma, exportándola al Tercer Mu!!,_do, al que
a. Primera situación: intertexturas «adventi- 1n embargo ella sirve como~ abono»: sin el jue-
cias» que, desde el exterior (el entorno) han sobre- f º ele la Bolsa internacional el sistema capitalista
venido a la texrura. Cascotes, polvo, insectos mori- l ,1sfixiaría . Como es el caso, ante todo, de los

bundos, pueden ensuciar el pavimento de un 1 o<luccos de excreción del catabolismo de los


,.
recinto, sin mezclarse con él y am1 sin afectarlo, en 111 ganismo vivientes. Estas secreciones tendrán
el caso más favorable. La conexión entre la basura que ser expelidas espontáneamente por el orga-
y la operación barrer se establece originariamente nismo, y el proceso y las posibilidades de una ex-
a través de las «basuras adventicias», al menos es , rcción regular condicionan muchas característi-
lo que se constata en muchos idiomas en los cuales 1 .is del organismo, por ejemplo su volumen. A

el verbo «barrer» y el sustantivo «basura» mantie- vt•ces, es necesario limpiar las «superfluidades»
nen una mjsma raíz (kehren, kehricht, en alemán; ,ccrctadas, por ejemplo, a raíz de una infección.
ba/11ye1; balayure, en francés; to sweep, sweeping; en "i in embargo, las excreciones no salen del mun-
inglés). do, sino que forman parte de su proceso, y de
b. Segunda situación: intcrtextmas «secreta- l' llas proceden elementos necesarios para la pro-
das» desde el interior de la textura (o bien, trans- pia vida de los organismos vivientes, y aun para
formaciones degradadas de esta misma textura): d ornato y perfume del mundo que ellos habi-
la basura es ahora «estiércol» (de stercus), tam- tan. Baltasar Gracián lo había observado cuando,
bién «escoria» (si se trata de metales). Muchos lll abrir la puerta de la Isla de la Inmortalidad, y

34 35
percibir la fragancia que sale del interior, nos 1 1111,1, o bien mejorándola (como una pátina) o
trasmite las palabras del Inmonal: 1 h II h ieicndo imposible su separación.
«¿De dónde pensáis que sale este precioso y
regalado olor? ¿Acaso de los jardines de Chipre 11. La operación barrer en su sentido inverso
tan nombrados? ¿De los pcnsiles de Babilonia? 1h 11 l·r inverso) es la operación que se produce en
¿De los guantes de ámbar de los cortesanos? ¿De I , ,111 l'<.:ción del entorno hacia la textura del din-
las cazoletas de los Cilmarines? ¿De las lamparillas 1· ,, 110, y en este sentido. Ahora la operación barrer
de aceite de jazmín? ¡Que no, por cierto! No sale 1·• 111 l'dt: de fuera adentro: es lo que se llama «ba-
sino del sudor de los héroes, ele la sobaquina de los ,, u para casa>>. La distribución de los momentos
mosqueteros, del aceite de los desvelados escrito- 11111 o<; y téticos de la operación se invierten ahora.
res. Y creedme que no fue encarecimiento ni li- 1 1 momento lítico de la operación, en lugar de
sonja, sino verdad cierta, que olía bien el sudor de 'I ,li1 :irse al dintorno de la textura, se a.plica a su
Alejandro Magno.» 1 ,,1nrno; el momento tético se aplica al contorno.
En cualquier caso, no todas las superfluidades 1 1 npcración barrer ahora, en lugar de extraer in-
(tales como las uñas, los cabellos o la barba recre- 1, 1 t l'X I uras, las introduce, a veces las inyecta en la
cida) son por sí mismas intertexturas, al menos si 1 111ra, y genera basu1·a interna, o por lo menos
n? son segregables espontáneamente por el orga- 11-.11cia o «mancha» la textura, acaso con mejora
msmo. Santo Tomás de Aquino suponfa que el ,1, la misma.
cu~rpo de Adán en el Paraíso no generaba «super- ( :uando la textura de un automóvil es barrida
flmdades». La operación cosmética <<limpieza» 11111 su línea media por un fusil ametralJador, las
(que tiende a mantener en un orden «cósmico» el 1,.d:1<; del exterior del automóvil se separan del fusi l
rostro) tiene, como equivalente del barrido direc- 111mmento lítico) y se componen con el automóvil
to, la _tonsura o_el rapado. Un caso particular, de 1111omento tético), produciendo una degradación
especial dramatismo, es el llamado ADN basura dt' su estructura. Cuando la textura de una tcle-
que sólo lo es respecto a la textura genética. 1' 1ntalla es barrida por un pincel de rayos lumino-
c. Tercera situación: intenexturas «reactivas» •,11-.¡ que se proyectan sobre ella «manchando su su-
procedentes de la textura, pero como reacción a 1~ 1ll'rficic» puede ocusri r que este barrido inverso
acción de agentes exógenos a ella. Es el caso de la t .1 el causante de una u·ansformación de una pan-
herrumbre, u oxidación de un busto de bronce de 1.1 lla muda en una pantalla expresiva.
un jarrón o de w1a bandeja metálica. La opera;ión Así pues, el momento tético de la operación
barrer, en su sentido directo, puede estar contrain- h;11Ter puede equivaler al ejercicio o tratamiento
dicada si If inte.r texmra se ha combinado con la 1 l·cuperador o transformador de los residuos,

36 37
cuando éstos puedan ser reanalizados y salvados. ,mq110 de un fenómeno, de una apariencia. Por
Las lascas desprendidas de la talla del sílex no eran 1p11• ~crá preciso ante todo resolver la basura f~-
tan~ _escoria o «basura degradada» como residuos 111( 111ca o aparente en las textu.ras que la consu-
reutilizables; ni se considera basun degradada el 1 ,i 11, y que al reconocerlas como tales dejarán de
resultado de barrer un establo, cuando a esa basu- 1 1, 1-.ura.
ra se la considera abono o estiércol. Tan sólo en 1 1 concepto «basura» será él mismo ~- c~n-
aq~:llos caso: en los cuales las técnicas de recupe- ' ,111 hasura si no se tiene en cuenta las distmc10-
1
raaon no estan a punto o resultan imposibles (en ,11 , ,me los tipos de basuras que él comprende.
nuestros días, la basura nuclear de los reactores 1 11 l.1 misma escala de las basuras en el sentido
atómicos), entonces la basura adquiere los caracte- 1,n ,ente, se distinguen hoy (con vistas a su re?-
res de una co1:inotación absoluta. Se procede en- l 1ilo) en las ordenanzas municipales de cualqmer
tonces como s1 esta basura fuese el «mal railical» , 111,1o aldea, las basuras orgánicas de las basuras de
que hay que an_iquilar o, por lo menos, expulsar deÍ l'I 1 11co, de las de vidrio o_d~ ~as de papel: ~l <<cubo
~undo (se entterra, se sumerge en las simas oceá- 1, 1a basura» está ya subd1v1d1do hoy en diferentes
nicas). Pero la <<basura absoluta» es propiamente, ulms de basura, que contienen migrnas de tipos
en cuanto absoluta, una apariencia, un fenómeno l,lt-rentes.
con fundamento in re. l•:s preciso, por tanto, dar los parámetros de la
!unción basura, para que el concepto sea tratable.
, t·stos parámetros dependen de las tablas de va-
El concepto de «basura» comienza siendo l. ,res que se tomen como referencia, las t_ablas
un concepto basura i¡11 l' son vigentes en una época o en uua sociedad
.1 ula. En este sentido, los parámetros se toman
6. Llamaremos basura fenoménica a estos resi- de unas tablas presupuestas y, por ello, cada tipo
duos que a veces se presentan como basura absolu- ,k basura es relativa a la sociedad que se identifi- \
ta Y que están constituidos por agregados de textu- , ;1 con esas tablas. En una sociedad puritana, será
ras que quedan como residuos de la operación l,,1sura todo lo que tenga que ver con los bienes
barre:, Y que l~ rep~":5entación vulgar percibe co- de tocador, de lujo; en una sociedad comun~sta,
mo ~t fueran 1denttf1cables con la misma basu.ra será basura la mayor parte de los bienes ofrecidos
reJa?va. Es fenoménica esta basura en el sentido en los mercados capitalistas (por ejemplo los per-
parucular de una _basura aparente (ante los sujetos fumes, joyas, objetos kitsch y aun los más valiosos
que han «contammado» el a<1regado residual de la bibclots expuestos en la vitrina de la tienda de un
basura relativa). De otro d:odo: la basura es el ~,eropuerto).

38 39
1p• 1.1ción desborda por tant~ la operación ~ s-
l11, . . La leche es el producto mtegro del ord~no,
La basura no resulta siempre de la , , 1 ,g1do en condiciones asépticas y no contcnien-
1
operación barrer 4111 raloscros.» La Convención de Ginebra de
11 , \4 definió la leche por la op1:ración de ordeñar,
7. Una consecuencia inmediata de la distinción l" , o cs evidente que la operaci?n no ere~ la leche,
enue basura relativa real y basura aparente o mig- 11 ,n que la supone dada. Y s1 el ordeno q1.1e se
m,z (en cuanto <<agregado de textu.ras» o estructu- 111 ,u·1ica es el mismo pero la vaca ~stá enferma, Y
ras disociadas de la operación que las generó) es t 11 la operación se mezclan supuraciones o s~~~·e,
ésta: que aunque la basura (relativa o absoluta) sea 11 1 t•sultado ya no será leche, según la defiruc1on,

regularmente un resultado de la operación barrer, 11 11> ,<leche basura» .


sin embargo no es necesario que las basmas (rela-
tivas, pero sobre todo absolutas) procedan siempre
de una operación de barrido. Las basu ras pueden Metafísica de la basura. Sus corrientes
también ser fabricadas, por operaciones diferentes principales
a la operación barrer, de la misma manera a como
no sólo podemos llegar a acumular una docena de 8. Unas palabras sobre la «metañsica ?e la ba-
elementos mediante la operación de sumar dos ,11ra>>,como podríamos llamar} ~un conJunto de
medias docenas o cuatro tríos, sino también me- 1·•,pcculaciones, disjecta membn,, qu_e no p~r muy
diante la operación de dividir por cinco una sesen- cl1spersas encontramos menos arraigadas, mcluso
tena de unidades. La chatarra, en cuanto basura , n nuestros días. La metafísica de la basura no es
metálica, tiene mucho de basura fabricada. , ulo asunto del pasado; actúa como un fondo de
La conexión originaria entre la basura y la 111 1cstros conceptos más vulgares, aqu~llos que_ so-
operación barrer de la que hemos partido se di- ll'mos utilizar a propósito de los más d1versos tipos
suelve, de este modo, en el momento en que ad- ,k basuras, ya sean las basuras orgánicas, ya sean
mitimos la posibiUdad de una desconexión entre b ,; basuras nucleares, ya sean las telebasuras. Con
la basun y la operación originaria que la produjo. ,·sto queremos decir que la razón por la cual in,n:o-
Las operaciones no crean los resultados; éstos de- ducimos estas consideraciones sobr e la metafísica
ben ya estar dados o preparados en un campo de la basura no es tanto directamente el interés
previo. Las operaciones suponen ya objetos da- por el asunt~, cuanto advertir que quien utiliza,
dos, y sólo los transforman destruyéndolos o más o menos ingenuamente, el concepto de « tcle-
componiéndolos con otros. El resultado de t0da hasura» o el de «basura», está ya necesariamente
/ , i , '

40 J .' ' 41
inmerso en alguna de las alternativas en las que se 1 omo denominación de la materia en descompo-
expresa la metafísica de la basura. ·.1ción que huye hacia los sumideros o agujeros
Podemos aproximarnos al horizonte de la n',smicos.
«metafísica de la basura» a partir de la constata- Pero las Ideas que se extienden por las más di-
ción de que el concepto de basura desborda cual- Vl'rsas categorías narurales o culturales eran llama-
quier campo determinado y circunscrito, como tl:1s, en la tradición escolástica, «ldeas trascenden-
pueda serlo la basura doméstica, y se extiende a 1;i(es». La Idea de basura, según esto, es una Idea
otros campos, dando lugar a conceptos tan distin- 1r.,scendentaJ, al lado de las Ideas de belleza, de
tos como puedan serlo los ya citados de «basura bondad, de unidad o de verdad. La tradición esco-
nuclear», de <<ADN basma» y del mismo que nos 1.,c.;úca, inspirada por el cristianismo, que veía a
ocupa en este ensayo, el concepto de «telebasura». 1>ios como causa de todas las cosas, consideró, a
Y, por supuesto, se habla también ordinariamente, p.1rtir del canciller Felipe, principalmente, de un
como hemos dicho, de «literatura basura», de 111odo convencional, que los trascendentales se
<<comida basura» o de «contratos basura»; y po- cltbían reducir a la transcendcntalidad absoluta:
dría hablarse por la misma razón de «música basu- fodo ser es uno, todo ser es bello, todo ser es
ra», aunque aquí las üneas de demarcación son l,ueno.» No deben extrañarnos, desde esta pers-
más borrosas, una vez que se ha dado entrada en pl'ctiva, las palabras que Parménides dirige a Só-
edkiones de discos compactos, por ejemplo, tanto 1-ratcs joven, en el diálogo platónico. Sócrates pre-
a la música clásica, étnica o popular, como a la mú- ~unta: «Y además de las Ideas de lo justo, de lo
sica contraculturaJ, como pueda serlo el bakalao ltcnnoso y de lo honesto, ¿hay también Ideas de
(los discos compactos, elegantemente presentados, pelo, de fango o de basura?» Y Parménides res-
que lo ofrecen son equiparados por algunos a los ponde: «Eres muy joven, Sócrates, y no adviertes
«sepulcros blanqueados»). Y no solamente se ha- 1oclavía que no cabe despreciar ni a las cosas más
bla de basura, como vemos, con referencia a las humildes.»
más diversas categorías «culturales» (televisión, li- La que podríamos llamar «metafísica de la ba-
teratura, música, o tecnología: la «basura espacial» .¡ura» es vecina de la <<metafísica del mal», al me-
o «chatarra espacial» constituida por los miles de 1111s cuando a la basura se la considera como una
«objetos>> producto de la desintegración de satéli- modulación del mal. No estamos ante una doctri-
tes artificiales, etc.), sino también a categorías na metafísica única, sino con muy diversas mani-
«naturales»: hemos citado el concepto de «ADN kstaciones, a veces contradictorias entre sí, y no
basura», perteneciente a la categoría biológica; pe- por ello menos metafísicas. Estas diversas manifes-
ro también se habla a veces de «basura cósmica», 1.,ciones de la metafísica de la basura no alcanzan

42 43
siempre el mismo grado de coherenci.i doctrinal: 1t ,I< ,t·r ensuciada por la impureza. «Todo ser es

muchas veces se encuentran diluidas y djspersas 1111 1111, todo ser es bello, todo ser es verdadero»,
por los lugares más insospechados. 1 , 1111, hemos visto, por su parte, los maestros es-
Acaso una de las maneras de establecer las lí- 11, ,11t·os de la Edad Media europea.
neas más importantes de las diversas corrientes de l'i ro frente al optimismo metafísico del elea-
la metañsica de la basura fuera la de fr confrontan- 11111, d pesimismo metafísico tenderá, al menos

do las relaciones que puedan ser establecidas entre 1 11 ¡4r,1do límite, a considerar co~110 basura a t0-

la Idea de basura y las principales «divisiones del !11 lo , cal existente. Todo lo que cXlste, todo lo que
Ser>~: Ser inmóvil/Ser móvil, Ser en acto/Ser en po- 1,iu1t·1w.a a existir, tiene que acabar, y por tanto to-
tencia, Ser uno/Ser múltiple, Ser divino/Ser creado, 1 In llue existe es miserable, corrupúble, es decir,
Ser espiritual/Ser material, Ser cultural/Ser natu- ,, 11111na siend o basura. Según algunos el mal afec-

ral, etc. Y así por ejemplo distinguiríamos concep- 1 , , 1.1 .1 la misma divinidad. El pesimismo metafísi-
ciones metafísicas que tienden a ver a todo lo exis- ,, 111~ defendido en parte por una tradición neo-
tente como bello, bueno o perfecto, considerando, pi 11omca que pasó al judaísmo, y en cierto m~d~
por tanto, a la basura como inexistente, como una ti , nstianismo, con la doctrina del pecado ong1-
apariencia que debe ser «barrida» de nuestro len- 11 ,1 Un pecado que comienza ya an~~s de la cr~a-
guaje verdadero, el que camina «por la vfa de la t ,, ,u del mundo visible, con la rebehon de los an -
verdad». La metafísica eleática sería incompatible • ll·s. La rebelión de los ángeles. serfa'. en esca
con el reconocimiento del mal, de la pluralidad y, 1, 11 1idón, el principio del mal celesual. D10~ Padre
por tanto, de la basura (puesto que la basura, tal 1mo que «barrer» a los ángeles ~nalos (sucio~, po-
como la hemos definido, dice siempre pluralidad). ,111,,mos decir) del Cielo y arroJarlos al sunudero
En el Pot!'na de Parménides, la b:-isura quedaría re- ,1 los infiernos, una suerte de basurero cósmico,
legada a su segunda parte, al mw1do de fas aparien- , , 1rcsentado por poetas y pintores ~omo u11a cloa-
1
ci~s; y sólo cuando el viento de la verdad haya ba- ' 1 (,< ... en lo más hondo del foso, Vl a mucha gente
~do estas apariencias y nos deje ver el resplandor , h.1poteando en un estercolero, semejante al de las
tmsmo del Ser ingénito, uno e imperecedero, al- 1, 1rinas humanas; y cuando miraba aquella cloa<:3
can1..aríamos la auténtica y limpia realidad. Pero no .11\vcrtí uno con la cabeza tan cubierta de inmundi-
es necesaiio limitamos a la m~tafísica eleática. En , 1;1 que no podía saber si era seglar o clérigo»,_ lee-
la metafísica del budismo mahayana (y en gran par- 1110s en el Infierno, de Dante, Divina C<rmed:~• I,
te, en el budismo 7.en, muy posterior, por cierto, a 11). En nuestros días las cosmo.l~gías m~t~fís1cas
Parménides) tamhién se afirma que cada cosa es la 111 :is recientes abundan en esta visión pesumsta de
expresión de la «naturaleza del Buda», la cual no l:t realidad: todo el mundo real acabará degradado

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(«Ley ,de la Degrad~ción de la Energía»-) y sumido 11, ,., romo un humus preparado para la resurrec-
en catastrofes sucesivas que culminarán con el Big , 111 ele los cuerpos que como un basurero. Pero, a
Cranch. e l' 'i, incluso la vida temporal es representada co-
1:La metañsica aristotélica puede considerarse 11111 11n saco de basura, por ejemplo en san Francis-

co~o _una enérgica limitación o freno a semejante L" dt• Borja.


pesurusmo metafísico. Ni el Acto Puro ni el Pri- Miguel de Molinos también debe ser citado en
mer Ci~lo, ni el Cielo de las Esferas pla~etarias es 11· contexto por su Idea ele la «Nada>> como
corrupn~le: no ~u~de contener basura alguna. No 11111~titu tivo real del mundo, en general, y de la vi-
puede ex:i.snr un mfierno eterno, un infierno no re- ti , humana en particular, en la medida en que esta
cuperable. Sólo en el mundo sublunar cabe 1a co- 1 lt ., tiene mucl10 que ver (nos parece) con la Idea

rrupción y, por tanto, la basura; y aun esta misma ,11, in física de basura. Al menos si interpretamos la
se «r ecicla» una y otra vez en el curso renovado de N:1Ja» de Miguel de Molinos no tanto como
las rotaciones de las esferas celestes en torno a la 'Jo-Ser» (en el sentido escotista o existencialista-
Tierra, que es el centro del mundo. 11 triano), sino como -<-<No-Dios», es decir, como

El neoplatonismo, en la versión de Plotino 1,1.nura, de acuerdo con la etimología española del


asumió mucho de la metafísica aristotélica. El Un~ 1, 1 mino «nada» (res nata = cosa nacida, criatura).
es eterno, bello, perfecto. Pero su misma supera- \t'aso la falta de atención a la n·adición española
bundancia de realidad (hyperon) le lleva a «secre- le· la Idea de <-<Nada» (relacionada con «nacer»,
tar» eternamente esferas de ser menos perfectas I"" ejemplo en Berceo) haya desorientado a mu-
que cuando alcanzan los grados más bajos se ofre- r hns intérpretes de .Miguel de Molinos, como si la
cen como ~ateria oscura, próxima a la basura, si 1,'ufn espiritual y la Defensa de la contemplación fue-
no es ella rrusma basura. U na basura que ya no re- ,1 n versiones adelantadas del existencialismo de

sulta de una operación de barrer (como ocurría en 1 lddegger o de Sartre. Pero el mundo (y no sola-
el caso del Dios de los judíos, que es quien barre li- 111t·nte el pour soi) es el mundo de las criaturas, y la
teralmente a l_o s ángeles pecadores del Cielo), sino 11'flí11 de Molinos nos orienta como si fuese el ma-
de un mecanismo, «iú1persona1> y eterno de de- 11ual de un <,arte de vivir» en un mundo de criatu-
?~
gra,dación, ;111cre~ento, de entropía-, se dirá des- 1,\s destinadas todas ellas a morir, por el hecho de

pues. La vis10n pesimista del mundo real de las h .tl,er nacido; por tanto, un arte de vivir o de con-
criaturas ha tenido gran presencia en el cristianis- vivir entre ellas, no tanto desde la perspectiva de la
mo Y, en particular, en la tradición española: la vi- t'vasión, mediante el suicidio, por ejemplo, sino
da aca?a en 1a muerte, en el cementerio en el que 111cdiante la inmersión en su «nihilidad positiva», sí
se enuerran, los cadáveres, interpretados, eso sí rabe hablar así; por tanto, interpretándolas como
I
.• , .
,
i , .,, . 'e
i.l'f\. 'v\ ri'l,f'- 46 47
b:isur-.1, en \U !\C111ido rnet.1f1s.icu; 4'9S, Le,.\ ~de• 11 clunilc h luch.1 por b vida ron,lu~ ~ l:t
Je h humilcbtl !-On l1i- c.-.11¡,I Jdc.., del <ucrr..> Cllll'- uc >11 l:a ('Omlprión .,o, d coner.trio. d r~1~u,
rt ,tdo¡ c1.t.1r en r:I intimo lugar '-Cpultatlc> como h, 11h111"ll ,,cr.í 1,•i~co c;unto e.,;p~1ón dd o¡nnc"
naucrc,-. c-,tJr hc,lion,ln) c11rT0111p:do .1 ~• ,numo. 1 ,,. :aetÍ\'O, inrortupcib:'.c > cccrtl4>: l 1 ~crl"á,
)' en 511 propia c.1.11111Jcif>n .,et pol,·o v nid,¡ .. (Gt,111 11111ci1u1 propiJ dd -.2h-JJ1su11l, CC.:\:tr1:1, ~ffi"l e--
cspiritz,.,1. Ul,ro nt. capfciilo ,X). • , on« J,cloot':S, en b c1Y1.li, .u:i{,n, cntro<li~ co.
Y ~• ncx .ucncuros :a fa, 1raw,fon112eion~·s nú• , h ~xrrc-.i6n m.i, clc\.ad~ de 1:a 1:ulcurJ. lA n:1-
.lC'tw.ln de h mct2f'iqa llC()r,latónica. prrl('l:Jenu:s , 1 k,.a es cic:-g.a, pero n.u!.i Je lo que ..,, cultura
de 1.i fiJenofh di..ic.-.i alC'rn.u1:a (c.-uy.i opc)'íieión ..n;1- u 111u.".a ptu...Jc >er h3SlH:I, 8.1,ur:1 ~ op,,n~lr-.í ffi!Í
turale1.1~op1ntu• irá tr.1n!>(1)nnánll~, 2 lo largu 1 \llt11111. <:Uhur.1 ,¡ue cst:aría ll2m,ula a .1ibrn1ficar
cic J05 <11gfw; XL, )' X\ en IJ O(l<XÍCÍón -1111 uralc- l llA~uru Je b que p.1nin1<ll'>, conli riéndole, mc-
7.Alc:ulcura•~ roJrllmO) rompror~.ar Ja f>l\.~nt'ia de: luntc d .irte, 11111noral y 12 ~li~ón, la gr.aci11.
un.:i 1n1:1.1ffs1c.a Je h bl"1r.1 en drr.s ,·cN1onc:, pnn• l'or rn •~tr.1 p.ulé !llponc-ruoi. c¡m: t<cl:!\ b<.
cir>.tle:s ~ura!I~ 11, 11ii~k-.1-. ele l;a l,:i<urJ• en :!>\15 di~tin ''<'"10:-
~ primer.a vc:oion t-..1.. que &iendc a \'l:r ,~ nJ- 1 ck&,iiin c:onsi< <'~IVS!,)Ctl'l JM!«x Jclirio--. O,
rur:ile,,,:i 001110 pcrfec111, y a Ja cufturJ 001110 un 1 prdicn:, Jl:ll'll nuntc:11cmU'\ en ~1111~i,rno te~•
sul,prcxlurto Je e,.a ruti.1r-Jl~J, c11 el fonJ,l. eomn 1 ••• que h:abñ:an de: can.,,,,knrsc cll.o ~•~nus Cl.»t1to
b:aur:t. E-. la líne.a ch: lo\ cínk~ ele 1.a <"1flur:J cu• u11 •pt·11".1micnto bl,ur:1•, un pcn'(;11n1c,uo ~uc rc-
&nQ 1mpcr fc:c,a im,t:zac.,n de; IJ nauink,~. tJ linea lurí:a ~grcpJ.o regul:affllffltC p.': ~ ...:>00,.l1d~
dd cri.),I ,;ui11o1110 :1,cétic.o o ~ ~·risti:ani~,1111 de tr':l~• t 1vtf11..11l:is y qui: por t:ant(), ncc."'C.~11.1nan1us h.11 rcr
ccn,lcnc, .1-, que ,l~tnboc=a en ~ou ..-.c;;iu ••\1í, ,,,nunu:uncntc (--ol11t codo (".11.11'1J11 -.e ;&eum11h ~
1:ardc c:s1..1 línc-;i nlcc;1ti~1c.1 o;c oontinlh en f.i c.-on- JlUC'llr•• cntonin por cn<'i11u tic lo tolcr.1ble) n1c-
ctpción ,le b rulru~ <'01110 •onopC'di:i ,- 1ncd1.antc cl1111H· la c-rític:i. en (oncic,nc,; ,te ca1f rtic-.i.
li c:,uJ d •mono m:ll nJdJo.,. que es d hun,brc Sin crnb.J'l(O. )' 1lcs<lc C'\t.a n1b1n.a ~rs!)1.~th~J
quiere Jisi1nul2r ~u clc:t.ilidiul y :-u J111r;cri;1, F.., tn111-.a o c-:it~rtic:t, ccnc:-Jnl);'; 11ue d11r 1,.rr:.n 1mpc1r-
u.111bién l.a lin<:2 d~ fo 14ue h<t>· conOC-:1110-. c,,mo Un(u a IJ 111.-uf&1oiC".i de u !usura.)', por un10 . .1 ta
-con1~c:ultur.1•, cur.1 fónnul,1 podri:l dfr:1.-.;c: en l\ll'1n:1u1.1c:i6n de ,11~ lfn~, :ihc1n:1ti\·,1, cu.indo
~su cc;u 1ción· •Culruna i1tt1 il J la$1.1r, ... Juhn nn~ocup ,n,.., ~le b 1tlcb1-ur-.a Porque !J tdc!:Jsu•
7..cr,an dcficnd~ hoy esca!> po..1ci11,1e>, y no le í:at- , 1t.."', en cuah1uic.r c-.a,;u. culrur.1 (c:0111.0 1.nnb,~11 e,;
u.n ,c,g w,lorb • e, 1• ,r, h infralitcn,111.1 u I J nau-.u..i mac-.un).
L:i IC'-l'IJndJ ,·cr.i1'tn, en <--1111hio. 1ic:n1lc :1 \·cr .i 1'111 dlo. lis ~lcc.m:1ti\·,1, J<Cnc1.1lcs :-.cgiín las <.·u:il~
b ru1u.r-.dc1.¡ como irnpct{ccta, 'ine"c-, conio el rci- se ,l~, -en ll) ~bcio:1t'i c.ntrc C\lhun y bnur.1

4 49
han de corresponderse con las alternativas particu l'' u14r:11nas basura d_e la .televisión como el aná-
lares a las cuales la teoría de la telebasura pueda tl, los programas limpios. Todo es aprov:~-
dar lugar. Pues sólo mediante Ja confrontación de 1 uimo materia de investigación o ?~ análisis.
estas alternativas con las alternativas que podamos 1 111 h;,rgo no hará falta negar (metafísicamente)
discriminar en torno a la idea de la «televisión ba l,, urn, será suficiente verla como un momentq
sura» podremos precisar y medir el alcance de mu b 1t1lidad. ., , _
chas homologías y analogías que en esta confron \' l'I objetivo principal de nuestra accwn p1ac-
tación han de suscitarse. Por ejemplo, quienes se 1111a vez delimitad.as las basuras o los momen-
inclinan a ver la televisión, en su integridad, como 11 h- basura que pasan por las ~an~llas, podría

, ,, ,ur
una basura segregada a modo de subproducto de la 11 1 00 unto en suprimir o aniquilar esas tele-
sociedad industrial, ¿no están reproduciendo, en 1, 1 111 ;IS, cuanto en educar a las audiencias.2ara que
su terreno, de algún modo, la metafísica pesimista l'll mlan a analizar la tele~sión ba~, co~o an~-
de la basura? Quien tiende a «comprender» todo 1 :, un bioquímico el esttercol. La s1~act~n ~as
tipo ele televisión, con el espíritu de la tolerancia, 1 li¡ rosa será aquella en ta cual la audiencia solo
¿no reproduce, como en un fractal, Ja metafísica lisfaga con la televisión basura y no soporte
optimista de la basura? 11
n I rdevisión limpia. Reconozcamos la basura, r~-
P ero desde el momento en que rechazamos la , 11,01camos que tenemos que barrerla,. es dec~,
coordinación de 1a Idea de basura con el ser, con el ••r-narle un determinado puesto en la Jerarqma,
mundo, con la naturaleza, con el espíritu, estare- I'' ro no tanto para arrojarla al vacío, cuanto para
mos aceptando que la basura, aunque pueda surgir c tilizarla, ya sea como « opio del pueblo», e~
1 11
en t0dos los órdenes de la realidad, no tiene por u11os casos, ya sea como instrUJ'llento de conoc1-
qué inundarlos total o integralmente. Estamos re- 111icnto, en orros.
conociendo que puede haber basura en la natura-
leza y en la cultura, que puede haberla en la televi-
sión o en la radio, en la prensa o en el libro, en la «Televisión basura» como concepto
política y en el deporte. Y que nuestra primera y oscuro y confuso
principal medida ha de ser la de prescindir de cual-
quier criterio metafísico «no paramétrico» p ara 9. El concepto de «televisión basura», obtenido
definir la basura, poniéndola en sitios más positi- ( orno resultado de la operación barrer es un con-
vos, en función de criterios más precisos. l i.;pto oscuro (no claro, por tanto), y es un concepto

En todo caso, para el analista, para el investi- L·onfuso (indistinto, no distinto). Los conceptos os-
gador, etc., tan importante puede ser el análisis de i.:uros se nos presentan muchas veces como concep-

50 51
tos ~ni)S4:,.;, en el ~n,iclo Je 7.Jckh; los roneq,c udc,-ad6n Je: b1~1r.t. t•:... u ,-.tfor1c16n ~J,Jbil Je)
etmhr1~• .iunquc $e.lo cluo,., rnpc"1u efe: su 1 1 ,uitín e-. IJ lllK ~ dab1 ror supuC')t2 cnll'('
,orno. pucJm Kr 1,rrnoso.,. nunto :1 su tlint ~ mtdcct\~lo Je 11i1u1crd.1"' 'l"c h1hbl)Jr, clr: b
por ~upubtc> un c"11ccp10 pu4:,lc ~r h<,TTO\O ¡1 1111111,., >'que~· 1n.11Hicnc (t,>tl:wia fin1U! en•
Kf confu,o y por ser 0SC\ln1. mudu, •¡.xKOnn culu~• ,iue, -¡ lo ~ln(l, ,._e
p1111 de, c1. t'n nratlllo ~ ,'Cr Ir,,; irifun11:1tin,,; ce:•

[, IJ.1 1dt.'l'1:~,6n b;1.,ur=a e:., :i ntc todo un concc:p- Hu.fo~. "'


10 ,~ruro. Y ~ ~"tU e- asl, 1cne:1m,s c¡uc procur:ar 11• qlK quicrt dc,ir q~1c si d C\.lf\CC'!l'O lic ,cl~-
obtcnct el ~nC't'p~O nds d:i t<> pt~ibJe: (~ JC'rir, d 11 11r11 no es ,t'ntcl":lmcntc o>C\ltO es porc¡11c adrnt•
mcn~ ci.scu,:y ~,iblc:) de b t»-,ura tdt'\i..i\'.J. Li 111,m\ •tut: b:ly u11:1 tdc,·i~ión 11uc nu C" hliUn,
~1ndJd ~l COOCq,t11 de t,.,~u,,1 tde\'bav·J fJ N• t lb\unlcntc. el Cúnt'Cptu de te,t1,1SUra e oi<'\1rc-·
c:.c rnos ronsh11r tn b rni'1n:a bono,.1J1ll ,lt fronte• n J u1 mhién :\l oo r1.-cor1odé5cnu1-. ning,ín ÍUn•
l'a\ c-ntn: fu •1uc ('S blSUrJ y lo que nu es lu,111.1 c:n hmento pJU luM:ar, en ningún caso, ..k •p«Of(rJ•
rdcvisión. P .1r.a ,p,im ue:nJe :a ver 1,kf1, c,~tc!niJo u l,1sun.-, :a la mlncra ('()tno el biólogo puro
cd~ i~Í\1, roroo hl\ur:;¡ l.i 'l'!CIJ rid:.iJ JcJ <'un«pto 11111roco CJIC.,JCll lt"J fun,1:lllH.'Rh) ubj.:th•o p;ll'a 11..t•

s~,1 rrrep,NbJC. h.1.u.1 el puntu «Jm;-, <"n ~t:a o,-eu- 1111 ll;.1rura :a la »tundij:a 111:ís rCf'US,Untc. 1A
r1dlJ toul, d concq,tt, de rdd~\ur.a. c:u,110 c,)n- , ión r~hlc püJ un10 en tr.11.Jr 111, (rontcr.h
«pto Jifc-ttnciJI, ck.~pJrc.'tt. Sa tudo fucr;i bJ....,ni t nuc lu tele\ ision lu~ur.a )' 11 tdc,·i~ión l11npiJ,
en rel:'}.Jó,~J,'.I no podrhann~ h.ahlar, dcn1ro Je l.t l'rfo ti; ÍfQI\ICf'll" de squraciún no ¡rJf.:(d\ clA-
!itnffl\(' ,;l-;l,1~ en b map,ri:i de lo~ c.isu'i, pu1 nn
tdc,•1u•~· lhÍtrcr,c,,11,ncmc, de fJ rc:lch;a..ur:i.. .\ lo
!>unio, "' h:al,lá-.cm°' Je 11 tcle'-i~ C't_lfllo fM~11m, 1I[~ ,r en totffJ~. Y ~lo unto en un rcrn;no ind<·
C$ f>(Jrquc h:ibrumo~ ;,mplta,lo el cun1c:,tc1 Je: rctc- 1 n11in1.do (no ~ra1nétrko) como en un 1cm:no
rcn~ú. por <~mp!u, J b 1012t1d.zd de las t11eJi~ de ,krrn11in.1do (p.ir.1111é1ñC(,).
com11nk.1~6n, "it:'1ífi:-ncfu que, en d cun¡unro de
CSICX 111r:cf1QS (nJ10, c1nc, prtn.,~) l.t 1dcvniftn en .
,\, F.n un tcn~no ii~l1e.1crmin.11itr.
. .
. ) Lu u\tti:r.·.1\:1on ""'" arn,w>n:arllc ,cn.1, en ~-
gc~ral, <Xup.¡ri.t el JM•~c,.t uús li:ajo de !;a je~r-
cJb12, rhr su<; efectos noc1vv, (-cvn,imc :.f ,ujcto ,e 111.inco, l.a ~iguh:ntc· que 1:a 1lcno111inKión cdeln•
r«cptor en un elemento cvmpkt:uncruc ftUi\'O wra, en untu CúlTCSpo1ll!e 11 un contacpto d.a ro
quc ri no h·niir,i d Nr-.ictc:r i111g d ,~á,'O drl l~"tor {r-c<-¡ «to ,le lo que.: 110 e. h.:isura. y ¡1Jgo pul-de >«:t
de pcnód1a~. que: fu de unpon«-$C ~icruicr.1 el ,;. ,In,,t conKl hemos dicho. si(ndo i b ,-c-1. confuso ... ~

ru:J tic 1nOY1mr.cn10-. CJUC cn,l{c :il,rir w1 pcri,;.Jiro. o ,ntlisnr,\I)), h .1hr.i de ir rcfcñtb no 2 \1111 cm1,11 na
ho,c~rlo, rccnnr:r \U\: co!unuu..,.,.) mcrc«r.i 111 1111l1vit1u.il u ,x·.,,,on.,1, ,ino :.i u1t g¿n,;ru o cbsc Je

52
cmi~on~ Ésta es nuc,cr1 primcr.1 «m>l.llta • , 1nucl10 de Vettli o 11 1núsie.\ :non-Al), un:a
- tclt·visi6n b:i,,u·a• d~i~n-:1 un Jt.:nero, una el h ti ¡¡ 1lclinidl en contr--'itt cun ntn>'> Rénc-ros
ele c1nisiun~ e, de co111poncn~ de ('lnisioncs, 1 uuna 111usial con idcr1d~ Umpio:-. o puM,
se.in é<-tl\ 1ndC'pt"lldicntc( bs una~ tic l:l.( Ot1"1S, (i ,11"t1111pi1l0<1 (.,cuo por ,u mc1..d.1 con b cbnu,
1na.ndo un~ d:t\C di!.tribu,iv.a, ;.1 t~tén CCJl\t".lt<:na t kt!l nu)\imicntm ,.bs,.~no,). Pbtón 1nan1tl\'O
,fis en un:a ~n~, to:il J.1 Cl1rno totali,bJ ..iuibu h 1dc:a ,le la c.-cisu:nci:1 Je una ntús;c.1 impfa,
,·i. Un:) emi,16n indi\·idu:il, ocól,ional o .ai'ilaJ t ,, n11nn.1I•, conupt.l (• b2sura .. poitrb ~crvir
,)Or ,lcgr.1d:1J;1 que~ oírecic,c, no ~rh r<:IC">i,i • ir.aducir b cxpr~ión 11,11or1,01t f"'l"1J1ror,rr'11), y
l>.bu, ....\quí .iplic,.rf:aru<•~ ca1ul1ién el prine:ipi 11 tó ,¡uc b comipc¡6n tn 12 mú~,c:-J ~l.1 tu-.ura
•-Vn11 golond rin:1 110 h.1ce 1•ñ1n,1vcr.&. • U n:i e1ni• MtiU151l) en el principio inc-<¡uh-oco dd 1.omicn1J>
,,ón J1$l.ut,, ,kgr.u.h d.., ho.lion,l.a (Q l.1 tdc;\ i~óe b <:orrupc-ión polhic:i, de t, l--Orrupcaón Je fa
&U\"ÍC'-C pcrfu1nc), pero \1nic:i en d CQ11ju,uo de las b11
tcnur;1s ldC\ i~;¡d;ic¡ .. limpi." •• ,eríJ -.ó!o un c:u• 1 n c.,w COS1..\ (rclalh .1s ;¡ \a,; leyes ,le la anú.si-
hrupto, un li¡l,w; ·•:m •<>lo ( u.ando esta,; c:-1ni~iones 1b u,,.,a Je lo~ ciu.l.ldll\OS se 3vcnfa :a ~ic«r
dc~l".t~.1J.1ssc repiten,}' se rcl>itl!n :;;igt1icndn lincat 1
b ,lisciplin"l que hemos dicho, y rcnunc1,1bi1 ~
cstJli~ocas dttcr1111n2d:as., que tut.rí que ¡>ttei\..lr, 1r e 11\ el cc;c1ndato. Oespué.o; de c:;.ttl, )' p.l..ttdo
• •
c_nu~nocs c:ahr j h:ahl~ 1_lc tdc,i!-iún b:,~urJ, Lo que n 11c111po, ur01cron unos co1npos1torc:s ('()100 JC'"
~,g-n11ic:i que l.i tclev1..~ón b-.1sur.t no tlesigi,3 ilgo 1lc b anonn-,lttbd :1nti1nusital ... L>áhJ1\Sé ttst~
cnt,·~irntc: ~,norfo, sano confor11uJo :1 J>artir de tl11111po$itores f;nnoso-;] al furor bSquico, domiru•
,lec~rrn1n1u~s lC!\l\ar.,s, org;1nu.1tl.ls según morfO" ~, ntlS de lo jll! to por el pbocr; inc:1.dalun los
fogtl\ prt-n~, qisc ~ri pn:, 1t,0 dclimitAr. ,, nos con los hin,noc;, y los p~ncs con le» diri-
Por lu dt-1u.i.s C\lO nll'illlOOCllt'r'C en ouoo; ,en-e• 11111h01, imit:indo eon ,oc~ de cíur-.a !J., de flautA
nos distintos de b tdC\1~i6n. El ron<:cpto de . t,.¡. t nlcttbb- n e.ida clernento con ct1:il!¡uicr_otrn.
su.ni ,nu... ic. l · '\et'ÍJ indC"\•.11Hc- .._¡ Jo rcJujé.'\cmch al l lcg,uun incon,dcntc-11,cntc, por su rn1'\11U anscn-
c::iporá,~i<.-o 1n..1l ronCJl!rto en el cuul el , iolin pri111c- tC7, a calumn1.ir, b n'1111.i~. diciendo qL1c en és-
ro ~ub1c1,¡ d ·,¡c,,¡rril2d,,, o l I sot,r-..1n«> no huliicra ta n<• 'l bí:a rcctitud tic nin!,r\l1'il cb~, )' qtLC d n,c-
podido M.Ktcncr el re. No c~tufo,no-. h:'lbl.,ndc1 de ~•r jui~io csr.1hJ en d pb~~ c.!d que ~ goulr2 ron
.. mií~iC-..l l,,1 ur.,.. en el c.:m:no otncto ~ntnc,>, ..¡_ di.a, íucr'll él rncjor o ,~or, .. tn,p1nron de este
no J lo ,u1no ~n cJ ten<'no Je b ejecución Pero l:i. 11111'li> ~ la nl\.dtiru,, 1.-. tr.1n'ib't'csión de h, lcytS tt-
«mU\ÍC'.l h:t.SUr.1-. ~slo ::ile2n:....u·l ,u senti(lo cu:111do bti,-as 2 l.i mu,ica. y 12 m.1dt.1 de creerse ~pace~
cfes1 ·ne: ,lgün g~cro de: rnúqc-a i<knafrciblc {'íCa ,le iu1g2r Oé ello derivó q,1c los públicos de los
el lul.:.:ib.o, eJ roc;k duro. par.1 otros d fl:uneneu o 11.!·..uros. antes lle.nclOYn, se hicicr:an ,-oongicro'-.

S4 SS
como si entendieran lo que está bien o mal en mu h) 1ambién es muy importante tener en cuen-
sica, y en lugar de la aristocracia se produjo un 1¡11c las relaciones entre la textura limpia (o
teatrocrac.ia. Y si hubiera sido sólo en la música e ,r,1, il •) de referencia y la te:\.-rura basura no son
donde se hubiera producido una cierta democrar 11q11 l las mismas, corno hemos dicho. No son
de hombres libres, no hubiera sido el h echo tan tt l 1t 111ncs unívocas. Unas veces, la basura barrida
rrible; pero lo cierto es que, a partir de ella, empc wt g-ada sólo tiene una conexión adventicia,
zó para nosotros la opinión de que todo el mundo 1111 l.i del polvo del pavimento: la segregación
lo sabí~ todo ... Quedaron sin miedo, como gente l 1 11 lcvisión basura tendría ahora como efecto
entendida, y esta falta de te1nor engendró la des 1 , .. 111uir la textura a su propia naturaleza. El
vergüenza; pues el no temer, por la confianza en si ,11ucr1 o para piano y orquesta de .VCozart inter-
mismo, Ja opinión deJ más calificado es en sustan 1 11l0 con bandurrias, del que hemos hablado,
cia la perversa desvergüenza a la que' abre el cami 1, 11 considerarse cotno basura adventicia; como
no una libertad excesivamente osada.» (Platón, La 1, lundurrias hubieran sobrevenido a la partitu-
Leyes, III, 700d.) 1 ,1, 1ncidencias o interrupciones que recaen so-
La accuaüdad de este diagnóstico platónico se , ( 1 t oncierto televisado debidas a la publicidad
advierte teniendo en cuenta la afinidad entre la ac 11 , 1111bién sin duda basura, que ensucian e] con-
titu<l del espectador de la telepantalla y eJ especra 110, pero esta basura no es interna al propio
dor del teatro (precisamente la palabra «teoría 11H tt rlo televisado.
tenía que ver con la actitud de quien se sentaba, 1 >1 ras veces la basura barrida no recayó desde
para ver la escena, en las gradas del hemiciclo). L:1 f11 , , .1 la textura, sino que se produjo desde den-
teatrocracia de Platón corresponde hoy a la dicta 11,1 1 orno un subproducto suyo. La telebasura se
dura de la audiencia. 111 11mestra ahora como un detritus que no es fá-

Lo que ya no sérá tan sencillo será trazar las lí- 11 dcl11nitar de la textura, pues es segregado na-
n_e~~ fronterizas entre las texniras limpias de tele 1 11 d111ente por e1la. Esto ocurre con frecuencia
VJs1on y las texturas sucias o tclebasuras. Los lími 11 los habituales programas de debate, poütico o
tes son_ en general borrosos, sob1·e todo porque en 1 lc11logico, que, sometidos al ritmo del_ minuto
cualqtuer tenura considerada limpia podrán ad- pr,r intervención, se convierten necesanamente,
vertirse ca~i ~iempre algunos indicios de basura, ya 111110 resultado del «prensado» de las texturas,
sea advenncrn, ya sea segregada, ya sea reactiva . , 11 l,.,sura televisada. (Basurns son las heces o de-
No hay dicotomías claras, y por ello el concepto 111111s de las texturas, de uvas o de aceirunas,
de telebasura casi nunca es claro sino oscuro y bo- 111, 11'-;tdas y reprensadas hasta llegar a producir
rroso (lo que no excluye su condición de conc~to). 1111110s degradados.)

56 57
1 1it ,., 11<.:ción), o programas religiosos basura
B. Cuando nos movemos en el terreno iml 1 11,plo, según muchos crí~cos, los progra-
terminado, la linea de frontera entre televisic',11 1 l1¡•1nsos a cargo de telepred1cadores).
basura y televisión limpía se traza en absuaw
formalmente. Pero es preciso entrar en los contc 11 1 1 televisión basura es también un concep-
nidos, es·decir, arriesga1·se, dando parámetros a I• 11l 11 i.11 o indistinto. La distinción que nos inte-
operación barrido. 1,1,,, u, imte todo I_a que se da e,? ~l terreno ge-
A este efecto, es preciso suponer delimitadoa 11 111l ional; es decir, no parametnco. Tenemos
unos espacios televisivos constituidos por difercn 1li 1111guir ante todo en el concepto de basura
tes órdenes de contenidos, tales como puedan ser 1 t · ., dos acepciones o modulaciones que pue-
lo los espacios políticos, religiosos, científicos so 1111 ,tdcrarsc como dos momentos del concep-

dales, artísticos, históricos, deportivos, etc. Esto 1 l 111omcnto primero es abstracto (segrega_civo)
espacios actuarán, ante todo, como campos o áreas u11h z.a como tal en la modulación negativa o
de definición de texturas; en cada uno de ellos ha 1 ,11va ; pero el momento segundo, que imp~-
brá que determinar los parámetros; y en el contex 1I p• ,mero, no sólo se sobreai1ade siempre ~~es-
to de ellos podrá hablarse de televisión limpia y de ti, 1mdolo intacto: en ocasiones ~~ _mochhca,
televisión basura. 1 , , 1 punto de que lo que era telev1s101: b:1sura,
La primera cuestión es la de si la televisión ba - , 11 ,l•ntido negativo, pero siempre relatlVO a una

s~ra pued~ «invadir» un campo completo (por 1111 ., k, al ser reintegrado en otras texturas, hace
eJemplo, s1 todo programa político o todo progra- l 1 basura k cambie ele significado en su nuev_o
1
ma de contenido económico o artístico han de , ,1 den, y comience a ser una textura acaso mas

considerarse, por el hecho de recibir un tratamien- 1u, ., que la textura k. .


to televisivo, como basura) o si esto no es así. u • comprende así que el concepto de la tclev1-
Es decir: si la televisión basura ha de entender- 11111 basura sea un concepto confuso o indistinto,

se como una delimitación o subconjunto estilístico ¡nui¡uc en él se mezclan las basuras en sentido po-
establecido dentro de cada campo o área definida llt\ o y en sentido negativo, las b~suras absolutas
~e- texturas. De este modo habría una televisión po- (11 M1sranciales) y las basuras relauvas, las basur~s
lítica basura (por ejemplo, programas de propagan- t ltnidas en un campo k de texturas o en otros d1-
da «amarilla», insidiosa), habría programas basura I
en el campo etológico (por ejemplo programas de
pornografía zoológica) y habría también progra- A. Ante todo, se toma muchas veces como úni-
mas científicos basura (muchos de los programas ' 11 rnntenido de la televisión basura la basura en

58 59
sentido negativo, es decir, en sentido segreg:111 (¡1111 ,ws asociados a d~t~rminada: franjas
con parámetros explícitos o sin ellos. Aquí e's d, 1, ""' ideradas (<de presttgto»). El con~cpto
1
de el concepto de televisión basura, en su nw,1 • •• 111 basura recortado así en el con¡unto
' . ,
c~aridad práctica (como género que debe ser proh 1 " 'º ld cvisivo, busca :stable~er !:rarqmas
b1do, censurado, vitando, barrido) resulta ser m I' 1 0 sin que de esta ¡erarqmzac!~n se d~-
confuso e indistinto, porque confunde, por ejl'IR 11 I'' mcipio, censura algu11a. La enoca se di-
pl~, la telebasura segregativa (negativa), en sent11f d11 11;1 a informar a las elites de los terrenos

uruversal y en sentido particular. n1is11~ e n los cuales su exquisita marcha pue-


a. La televisión basura es entendida con fr uí, ,gar sin darse cuenta. y even~~almente
cnencia como un género dclimitable que ha de ~e 11111 d tipo de alimento basura espmtual que
gregarse incondicionalmente del mundo de laa 1, hl' 11ccesita directamente, e indirectamente la
i::antallas, ª. fin ?e retirarlo de la vista de cualqui 111 t•lite, para reafirmar las distancias con ella.
tipo de audiencta. En esta dirección utilizan el con
cept? d_e telebasura muchos pedagogos, moralistas, 1\ t >tras veces la televisión basura resulta ser
asooac1ones de consumidores y otras organizacio • ,111 cpto confuso, al mezclarse en él_ l~ basura

nes que han asumido la responsabilidad de preser 11 " ,, (o segregable) con la basura posin~a, re~a-
var a todas las audiencias no solamente de las su 1 pe 11> ,<reintegrable». Una basu~a qu~, sm deJ~r

puesta~ a~r~siones a los «derechos humanos» que ' lo, no por ello pierde su func1onabsmo pos1-
no ~n op1fi<:ados estrictamente en el Código Pe- , h·j:1 ndo de ser por tanto «basura» desde el
nal, smo también de las agresiones al «buen gusto» 1 11 111 11 de vista «funcional». .
(a la «Palabra Culta y Buenas Costumbres») proce- ,. 1 a noción de telebasura positiva, defuuda o
dentes de la chabacanería o de la vulgaridad de los l111 ula como ala-o positivo en algún campo º. es-
creadores. Se tra_ta de una actitud pedagógica que 1 , ' (l'll el terren~ político, o cco~ómico o_soetal),
r~c~~rda a la acntud de quienes, según la leyenda, , wrcita ordinariamente aun sin ncces1~ad de
dmgieron la educación del joven Buda, hasta el , l l presentación explícita. Así, para el edi~or de

~omento en el que él pudo ver, por sus propios unas la televisión basura de un determinado
OJOS, en los confines de su palacio, el dolor, la en-
I ' ,11·ro
' ~' • k es' algo que, lejos de ser censurabl. e o eti -
fermedad y la muerte, es decir, la basura. n1111;1hle, hay que promover, por~ ~pac1dad co-
b. La televisión basura, como género que se 11111 luente de recursos. Si la aud1enc1a responde'.

propone ser barrido, no ya de las pantallas (de to- I< 111osle eso que los críticos llaman tclebas~ra. «S1
da audiencia), sino de algunas audiencias distin- r l vulgo es necio, es justo hablarle en _necio_ ~ara
guidas, o de los puestos más altos de la jerarquía de ,l II le gusto.» O bien: «¿Hay algo mas legitimo

60 61
que contribuir a la felicidad del prójimo, a lograr 11 operación barrer (que en televisión equivale,
que éste se divierta o se relaje?» •ksde la perspectiva de la audiencia, al zapeo o al
Para el poütico la televisión basura podrá ser ,pagado del receptor).
promovida y subvencionada en cuanto producto El concepto de televisión basura se despliega,
de consumo apto para el pueblo, un opio que hace , omo hemos visto, en dos niveles o perspectivas
que las audiencias queden fijadas ante las telepan- 111scparables aunque disociables, las que denomi-
tallas, en lugar de acudir a otros sitios más peligro- 11,1mos genérica (abstracta o no paramétrica) y
sos o revueltos. Nap oleón, en nuestro siglo, no rnncreta (o paramétrica, o denotativa).
hubiera dicho ya: «Un cura m e ahorra diez gen- Desde una perspectiva genérico-funcional el
darmes»; hubiera dicho: «Un partido <le fútbol, < oncepto de televisión basura delimita un «lugar
televisado a millones de televidentes, me ahorra "irrual» o flotante en una jerarquía de programas o
cientos de policías antidisturbios.» tic contenidos televisivos, un lugar definido como
b. 1ambién podem os hablar de rma telebasura 1111a degradación de los contenidos normales. Este
positiva pero indefinida. Ningún género de televi- l11gar se define de algún modo a priori, o al menos
sión sería basura por sí mismo; todo contenido te- romo un lugar posible en la televisión, por analo-
levisivo tendría una textura presentable y se debe- gía con los lugares que a lo inmundo -a lo que
ría ser tolerante para favorecer la «biodiversidad debe estar fuera del mundo- asignamos en otras
cultural» y la libertad del televidente, así como la categorías. Es interesante constatar que, sin per-
misma posibilidad de una educación no compulsi- juicio de su indeterminación paramétrica, el con-
va o limitada a unas pautas seleccionadas de ante- cepto de televisión basura puede tratarse amplia-
mano. Cada cual que busque los programas del gé- mente desde esa misma perspectiva abstracta.
n ~ro que le acomode, y aprenda a distinguir por sí Pero desde una perspectiva denotativa -n::sul-
mismo. tante de la introducción explícita o implícita de
«parámetros» en la función- la televisión basma
designa a determinados programas o series, es de-
Televisión basura como concepto genérico cir, a determinados contenidos asignados al lugar
y como concepto denotativo «basura» de la televisión. Sin duda, esta asignación
implica una jerarquización previa, lineal o ramifi-
10. El concepto de «televisión basura>~ es, él cada, de los programas. Esta jerarquía se basa en
núsmo, en resolución, un concepto basura, cuando criterios más o menos convencionales y cambian-
lo que él quiere expresar es principalmente, y aun tes, dados en una sociedad dctenninada. Cuando
únicamente, el mandato práctico de ejecución de la asignación de un programa al lugar de la basura

62 63
se hace del modo más sumario, mediante un sim- d,· televisión basura no puede considerarse corno
ple «decreto» de descalificación, adornado con 1111 concepto meramente «técnico», q1:1e pudie~a
preámbulos abstractos, y ellos mismos indetermi- 1 utilizado de modo «exento» por alguien que so-

nados o no paramétricos («atentado al buen gus- lo pretendiese «endere1,ar la televisión», pero ~u_e
to», «chabacano>>, «obsceno», «morboso», <<Viola- 110 pretende «enderezar eJ mundo». El que u?li-

dor de la intimidad»), es evidente que el concepto .mdo el concepto de telebasw-a cree que quiere
material de televisión basura utilizado es él mismo -;implemente» barrer la televisión, es porque pre-
un concepto basura. tt nde también, aunque no quiera darse cuenta de
No por ello el concepto «tclebasura», en con- 1•llo, «barrer el mundo>>. Y esto sería ya una razón
secuencia, en cuanto concepto funcional, puede ,uficientc para que cualquiera «se piense dos ve-
considerarse como un concepto relativo, en el n:s» su decisión de clasificar algún programa dado
sentido del relativismo cultural. El concepto para- 1 orno «televisión basura», no fuera a ocurrir que, al

métrico sí que es relativo a los parámetros que se menos en e] terreno conceptual, estuviese más su-
hayan escogido. Sin embargo, aunque el concepto cia la escoba que la basura que deseaba quitar.
funcional de «televisión basura» pueda conside-
rarse universal, no es fácil (por no decir imposi-
ble) establecer criterios universales de naturaleza Telebasura y calidad televisiva
paramétrica. Se comprende esto bien porque los
criterios de asignación en la categoría última de la 11. En los últimos años comienza a hablarse de
jerarquía, en el nivel de la degradación, presupone «calidad televisiva», en el contexto de las necesi-
escalas de grados (o calidades) de contenidos, li- dades apremiantes para establecer algunos «crite-
neales o ramificadas, y estas jerarquías o escalas rios objetivos» de evaluación de los progra11?a~ de
no son independientes de las tablas de valores vi- televisión, que pennitan mantener un rrurumo
gentes en las diferentes sociedades, grupos o ca- control orientado principalmente a «barrer la tele-
pas sociales. basura», definida precisamente como aquel con-
El concepto denotativo de «televisión basu- junto de contenidos televisivos qu~ ca_rec~n de
ra», es decir, el diagnóstico de un prngrama con- «calidad televisiva». El control estarta eJerc1do, o
creto como telebasura, desborda enteramente el bien directamente por el poder ejecuth·o (median-
marco de la televisión estricta, y nos compromete te una Junta Asesora de Medios Audiovisuales
en juicios de alcance mucho más amplio que nos -'<llltes Prensa y Propaganda, luego Información y
introducen en el terreno poütico, moral, ético, Turismo o Cultura y Educación-), o bien por algún
cultural, religioso, etc. De otro modo, el concepto órgano dependiente del Legislativo, por ejemplo

64 65
mediante la creación de un Consejo Audiovisual ,1.1tal, europea, incluso internacional (por ejem-
(«como institución independiente tanto del Go- plo, a través de la U1\1ESCO); pero estas normas o
hierno como de los poderes económicos, empresa- , 11terios normativos no podrán garantizar la «cali-
riales y financieros, vinculados o no a la indusn-ia ,1 ,J televisiva» entendida como un atributo intrín-
audiovisual» y cuyos miembros serían elegidos en· i;1•co de la televisión, a la manera como la «calidad
las Cámaras, por consenso de los diversos grupos nutritiva» se considera como un atributo intrínse-
parlamentarios, «entre personas de relevantes mé- 1·0 de los alimentos; lo único que podrán garanti-
ritos profesionales, en los sectores audiovisuales y 1.ar es el modo como las juntas, consejos o tribuna-
tecnológicos, culturales, universitarios, educativos lL-s han entendido esa calidad. La Junta Asesora
y asociativos que reflejen Ia pluralidad ideoló!tica
0
dependiente de un Gobierno puede estar formada
de la sm:icda<l»), o bien por el poder judicial. por individuos de prestigio, bien preparados, pro-
Ahora bien, desde w1 punto de vista político, la fl:sionales; pero si esta Junta Asesora se guía por
cuestión se centra en torno a la naturaleza de los criterios vinculados a una dogmática fundamenta-
órganos de control de la calidad televisiva, y por lista, religiosa, científica, política o estética (por
tanto, del control de la telcbasura. Lo que se dis- ejemplo, la del «realismo socialista>>), quien no
cute es si los órganos de control han de ser instrn- l'omparta tal dogmática fundamentalista sentirá
mentados por una Junta Asesora <lependiente del amenazada su libertad de expresión o de recepción
Ejecutivo, o por un Consejo Audiovisual depen- ,t través de la televisión. Pero un Consejo Audiovi-
diente del Legislativo, o por un tribW1al especiali- sual, aunque intente retlejar la pluralidad ideológi-
zado (o sin especiali?ar) dependiente del poder ca de la sociedad, tampoco podrá garantizar la
judicial. «calidad televisiva de los contenidos>>, puesLo que
Pero estos debates, cualesquiera que sean las lo que aUí se considerará cualificado depended. de
conclusiones que prevalezcan, no pueden resolver la misma composición plural de la sociedad, y no
la cuestión de fondo sobre la calidad relcvisjva y, puede descartarse que en el pluralismo constituti-
por tanto, sobre la deímición de telcbasura. Las vo de la misma sociedad haya corrientes importan-
conclusiones de un Consejo AudiovisuaJ relativas a tes que prefieran lo que otros llaman telebasura
la definición de la calidad televisiva (y por tanto de (incluso algunos lo dirán con mayor radicalismo:
la telebasura) no podrán alcan7,ar mayor objetivi- porque las preferencias, gustos y educación de esas
dad de la que alcance 1ma Junta Asesora. Estable- importantes corrientes sociales, incluso mayorita-
cerá w1as norm:ls o criterios normativos decreta- rias, son ellas mismas basura).
dos o consensuados a efectos de llevar adelante el Desde luego, un Consejo Audiovisual como
control de la televisión, sea a escala autonómica, aquel al que nos referimos, no podría descalificar

66 67
programas como Gran Hennano, que ha sMo pre- , 1lil., de categodas. Abre esta tabla la categoría de
ferido, con mucho, por varios millones de especta~ 1, ~ustancia», y se continúa por las categorías de
dores de la sociedad democrática española. Una 1,,. accidentes, que recaen sobre la sustancia. De
descalificación semejante solamente podría tener ,111-; accidentes, unos eran considerados extrínse-
lugar si el Consejo Audiovisual se arrogase, por 11'1 (o procedentes del exterior de la sustancia, co-

encima de la sociedad que designó al Parlamento, 11111 le ocurría a la categoría de la «relación», o a la

la función de representar los valores supremos de 11l:goría de la «posición») y otros, prec~samente


la Cultura y la Educación (fundándose en motivos l.1 ('antidad y la cualidad (poion), se consideraban
tan dudosos - por no decir ridículos- como pu- 11 tt rínsecos, como si ellos «emanasen» del interior

diera serlo la «condición w1iversitaria» de algunos ,li la propia sustancia. A la cantidad y a la cualidad
de sus miembros, o la profesionaLidad de otros). , 1111venía además una característica muy significa-
Pero ¿cómo hablar de u na calidad televisiva 11 v;1 para nosotros: que ambas podían considerarse

(por tanto, de telebasura) no ya en abstracto, sino , , uno magnit'1ldes continuas (hoy diríamos: «den-
en ~oncreto (<<paramétricarnente») al margen de ¡s~>, es decir, tales que entre cada dos grados de
las mterpretaciones o juicios que al respecto pue- , llas fuera posible intercalar uno intermedio). Esto
dan dar las juntas asesoras, los consejos audiovi- 1proximaba las cantidades a las cualidades, hasta el
suales o los tribw1ales de justicia? ¿Acaso la calidad pu nto de que las cualidades solían_ a veces t:at.arse
televisiva es un atributo o una magnitud suscepti- tomo si fueran cantidades de un npo especial, lla-
ble de ser determinada objetivamente a la man.era 11 1adas qualitates virtutis, frente a las qualitates molí:.
como se determina la dureza de tm mineral en la l'cro, en cualquier caso, mientras que a las m~~~­
escala de Mohs, o la velocidad de crucero de un ' udes cuantitativas se les reconocía su cond1c1on
automóvil? de aditivas (doce kilogramos de plomo, más on·os
Las dificultades que entraña el concepto de doce kilogramos de plomo, arrojan una cantida_d
«calidad televisiva» no son circunstanciales, por- de veinticuatro kilogramos de plomo), a las magm-
que _derivan, ante todo, del mismo concepto de t udes cualitativas no se les podía reconocer esta
«cah~ad» que desempeña en el sintagma el papel condición aditiva (los doce grados centígrados del
de SUJeto de atribución. Este concepto de «caü- tcnnómetro situado en un ángulo de una habita-
dad», en efecto, es sumamente impreciso, por no ción a temperatura uniforme, sumados a los doce
decir metafísico. Es, por de pronto -y esto deben grados centígrados de otro termómetro situad~ en
saberlo todas las comisiones «cultas» que se ocu- d ángulo diametralmente opuesto, no penmten
pan de estos asuntos-, una de las primeras cate- atribuir a la habitación de referencia la temperatu-
gorías ontológicas que Aristóteles enumeró en su ra de veinticuatro grados).

68 69
Esto no impedía que las cualidades pudieran <:csora, o, sobre todo, qué consejo audiovisual,
ser tratadas matemáticamente, mediante ordena pndría apoyarse en esta definición de la calidad te-
ciones en escalas, manipulaciones de proporcio- levisiva? ¿Qué garantiza el <<juicio de calidad» (el
nes, promedios, etc., de indicadores, generalmente 1110 de calidad) de estas elites? ¿No equivale a im-
procedentes de cantidades asociadas a ellas Oas poner el juicio de estas elites al resto <le la socic-
temperaturas, por ejemplo, se medirán a partir de 1.id? Si, por ejemplo (elegido entre los aparentc-
los desplazamientos cuantitativos de la columna 111t nte más inocentes), en los miembros del
termométrica). Y, <le hecho, por lo menos desde e onsejo Audiovisual hay muchos aficionados a la
una perspectiva práctica empresarial, la calidad de opera italiana y pocos a la 1.arzuela, o a la música
un programa televisivo suele medirse por la canti- ,nac:arra, ¿no constituiría una suerte de dictadura
dad de espectadores que él atrae regularmente, es aunque se llamase pedagógica o culrural- im-
decir, por su populari<lad, por el «volwnen de la poner en los programas televisivos, a fin de obte-
audiencia» (que esr:-.í vinculado, a su vez, a cantida- 11l'r una calidad televisiva, las óperas frente a las
des precisas de unidades monetarias acumulables, 1r1,uelas, o éstas frente a la música macarra? Para
en efectivo o en crédito). Se dirá: pero esta medi- 1espetar el «pluralismo cultural» habría que dar
ción de Ja calidad televisiva por la cantidad de la e nt rada también a la música macarra, aunque, en
audienci.i asociada no garantiza la calidad objetiva, •,11 fu ero interno (en su «intimidad») los miembros
al menos a la manera como la determinación de la lcl Consejo Audiovisual juzgasen no ya a la músi-
calidad térmica de la habitación qneda garantizada <':l, sino a su audiencia mayoritaria, como macarra.
por la cantidad del desplanmiento de la columna Pero el problema de definir la «calidad televi-
termométrica. siva» como si fuera una cualidad, o una cantidad
Sin duda. Pero entonces, ¿cómo determinar o (quantitas virtutis) objetiva, sigue intacto, por mu-
medir objetivamente a esa metañsica «calidad tele- chas normas o instrucciones que aprueben las jun-
visiva»;: ¿Acaso recurriendo a una previa clasifica- 1as, consejos o tribunales.
ción de las audiencias? Habría capas de audiencia Ocurre además que cuando hablamos de cali-
«calificadas» (capas de elite) y capas «incualifica- clad televisiva (o de caüdad, en general, de algo)
das» (un eufemismo para designar al «vulgo» o a ~olemos situamos en dos perspectivas diferentes, a
la «plebe»). En este caso, calidad televisiva sería el efectos de la operación «cualificación»: una de
atributo de los contenidos preferidos por las capas ellas es la perspectiva «predicativa» y la otra la
«calificadas» de la audiencia (por ejemplo, por el pe.rspectiva «graduativa» (climacológica). Desde la
Consejo Audiovisual); televisión basura sería todo perspectiva predicativa afirmamos o negamos que
aquello que las elites descalifican. Pero ¿qué junta un sujeto, término o estructura dado, posea w1

70 71
atributo o propiedad determinados. La cualifica , 111110 telebasura absoluta). Cmmdo hablamos de
ción predicativa equivale a una clasificación (poi 11·levisión de calida~ sobreentendemos, sin duda,
tanto a una crítica), generalmente dicotómica, se- por sinécdoque, de calidad «en grado máximo», de
gún la cual afirmamos que el término A posee o no r xcclencia o, por lo menos, de calidad apreciable
posee la «calidad» P (y con ello, lo que estamos (l•xactamente como cuando en una ópera italiana
haciendo es clasificar a los individuos de la clase ,l' hablaba de un «barbero de cualidad.»). Es obvio

que poseen P frente a los individuos de la clase que que alcanzaríamos un rigor mayor si pudiéramos
no tienen P). Por ejemplo, cuando decimos que un l'alíficar un programa grad.uativamente (por ejem-
individuo actúa «en calidad» de diputado, o de plo, asignándole el grado 2, el 3, o el 9).
médico, estamos llevando a cabo una calificación Por otro lado, las calificaciones (o clasificacio-
predicativa. Otro tanto ocm·re cuando calificamos 111;s), tanto las predicativas como las graduativas,
el clima de una región de bueno, malo, seco o llu- pueden tener un significado axiológico (valorativo,
vioso. En cambio, cuando evaluamos ese clima, di- l' ll valores o en contravalores) o bien un significado

ciendo que tiene una meclia de 20º C en verano, neutro. Toda calificación graduativa axiológica su-
estamos calificando graduativamente. Las califica- pone una ordenación, aunque no toda ordenación
ciones escolares por puntos (de O a 10, por ejem- (incluso de valores objetivos) supone una califica-
plo) son calificaciones cuantitativas, aunque en rea- ción axiológica asociada a una tabla jerárquica o je-
lidad no hacen sino expresar en una escala de rarquía de valores. La ordenación de un conjunto
puntos, calificaciones predicativas encadenadas de individuos por su peso puede ser una ordenación
(suspenso - subdividido en total= O, fuerte= 2 y 3; 11cutra, independiente de esos mismos individuos
y débil= 4-y pasable -subdividido en aprobado 1·n una jerarquía de valores según stt inteligencia.
= 5 y 6; notable = 7 y 8, y sobresaliente= 9 y l 0-). Podemos constatar, además, un estrecho para-
Las clasificaciones predicativas tienen el peli- lelo entre el concepto de «calidad televisiva» y el
gro de sugerir dicotomías artificiosas, porque sepa- concepto de «calidad de vida», así como entre los
ran excesivamente clases, como si formasen parte problemas que pueden considerarse abiertos por el
de mundos distintos: es lo que ocurre al distinguir roncepto de «calidad televisiva» y los problemas
la televisión de calidad de la telebasura. Las clasifi- que abre el concepto de <<calidad de vida». Sería
caciones graduativas se ajustan mejor al material muy conveniente confrontar estos dos conceptos y
clasificado, y permiten reinterpretar como grados las problemáticas respectivas; aqtú sólo podemos
descendentes calificables a los que antes quedaban limitarnos a unos esbozos.
descalificados (así, la telebasura ocupará grados di- El concepto de «calidad de vida» fue puesto
ferentes, y sólo en el ínfimo podría considerarse en circulación mucho antes que el concepto de

72 73
,,,ru tn l.1 dctcns;a ,li: la (on,cnicncia ,le I.J. euuru-
.c-;1lilbJ telC\iSÍ\'2•• lu<'C unos cu2rcn12 aiio.; (ci•
umos :aquí el di$c\lrso de l...)•ndon B. John,;on de u 1 c,)tn<• ¡tr,"-:dianknto p.1na :auinenur la C'llid?ld
.\ l Je octuhrc ilc 196-l; y la) l~u1tlk.1cione:. de G'ail• p,rñntcdio Je uru ,·i,b bio1,ti-Afirn. El i1Hlict! <J.\t\'
(,~se L:.1punu & l~wlor, Q1-..il,ryA1~·1ott,f l.rt, lr;1n
hr-;ii1h al r<~pe.. to). La C.'\--prcsi6r1 .-C".Jitbd Je ,id:a•
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p:¡rtir ,1c !ns (.1,1.1!c:s fu~ pOSib!~ un:a eililicación t'nlrl!,;~.-utvrc~ cn,n:n1J.u~) s,,ch:n ,ncJírsc 1nc-
gnduiti\-a, 2 ser ¡>OS:iblc c:a un2 cse2l-a de punt°"- tli.,.111c ere, 1111:t•.>dOS: C':llcgrmi.S, ri~go csúnd;¿rcl )"
FJ concepto Je c.1lid.All de ,.;ti.- 1n:1.11tcní~ unu ro• contpro1niso lnnporal.
rrd,id{m estrcch.t con co1tccptos que ccní:an que (;uintlo lo ~uc 1n~1imos c-s l.1 l~li.1.icl t1e ,id.1
,~r con ta c-,¡n1id2d Je ,-idi. ur11¡,:.il o ~ud:i.l, t'- ..:, i,lcntc que b •C"Jntid.zd hu-
Y, dejando aplne todas b~ cucstJotH:,. l!'II\ 0<1• 1n.1nl• estí tiircct;imcntc ,inrolada ron :iquflla.
l..os gr,tlos que pul'dc- ;1k·Jn:r..1r en umt csc-.11.1 1:\ ei•
C11ras, ).Usd~rlis t1c~c ta J>C""J)C<'U\ A d.: la ~nli-
J~<l, es d<:dr, 11s cuestiones de b ttbáón cntn- u li1b1I 1lc vi,b. ,le u1,:1 duJ:ul ,k ..,¡etc ,nillon~ ,le
C\"O!ución Je b antldad tuci2 la ctUlid:111 (lo~ s:il- hul,iuntc, ~•ucd<:n ser mucho m:S<. wjos, dcl>ido
pr~mCtltC 2 c<.:a e2n1idaJ, que los ~1":ldr,s. tic C-.A•
tos cwUtath·,)5 de ti dbl~ic.1 hcgdi.10!.l o ,nnrxis-
C:A), lo de rto es que, siru:.l1fos en ll pc"pecti,':l Je b
lid:a,i de , i11i 1¡u< púcd:,1 uk:1111..:u llllá ciu1bd de
c.lli,hd Je \id1, 1~ prob!:-nus Je la •a ntid2d ,ie vi- tl•l~dcntu, ,nil h,1hic:.,nt\.~, l l.1y <.'.1n1iJadcs úp,i-
di :,p.2r~n por todo~ bdo~. Si, p1)r ~jcn1plo. la 111,1", en íund6n 1fcl ~i~acrru ,te «l01Jcn;1da~ otili
C'llnútbd (de b ,;i1la indi\;du.JI) ~e 111ide por años 7..1do. su..~n (;corgc.. C-ll F.J ,,yorm, ' -"ª""'·
f ,ubr.t-
)-.l ,idc..\s :1.trilruicfa,; :.a 1os •¡;lub·lh1,lllo~• («,ntrJ
hiogr;ifi.:\ls, 1,. 1111p>r antid:ad de ,·id2 (longe,i-
los q,Lc s<' op,un~n los n1<,,i111ic-n:, ~ Jntigloblliz.a•
daif) no ~ignific.ui un incrt"111i::nto en la l.tli,l:id de
,·itl:a; incluso pueden coMidcra,sc bs épo(':ts de ci,in), que piensan que l.1 C'.a1,1hiJ,I hmnana ,1<:n1l,
~nfonncc1ad o de decrcpittnl de l;a ,-cjc7.~n\O ,;.t~ (seis mil 111iOonc, de indÍ\ 1dul~) dcl'IC o;e-r r~tuci,b
,le uuhl nli,ud, )' en t"l lírnice. con10 ,,t1i blsur.a, en lt,,.; próxin1os lÍlº" ., l uJtm rnil u1illonC> (1nc-
c:on .grs,isinu.s •ro:i.,;ecuc nc-i 2,; p;ir-.& .-.iru,1ciot1c:. u- 1h,nnc el control de n2tJ1lid:1d. l:lS iníe-<"ci011c~<; ilc
les co1no l.1s dl' 1-a dctcnnin •ttón de l01:> criterios de SID.\, Ct1beH.,1losis, t.rt1crr.1., l()(.".\lc--, ttc.) -a li.n de
~clt<dón de p:ic:icntcs en IJ~ 1,-.us de esper;¡, o que b cahcbJ de viJ.~ del gi:ncro hu1n.1n«>, glob-31-
mente considerada, no se deteriore a extremos de t onsumidor satisfecho, en una sociedad de mer-
decrepitud. t :1do en pleno desarrollo.
Ahora bien, el concepto de calidad de vida re- Cuando el concepto de «calidad <le vida» se
ferido a su núcleo orgánico individual (la salud, rnnstituye de un modo empírico, a partir de indi-
en su sentido médico estricto) es susceptible de r:1<lores que permiten la comparación de unas so-
un tratamiento mucho más positivo en cuanto a n cdades con otras, entonces el concepto puede al-
indicadores, escalas, validez urúversal, etc., que canzar una estrucrura más positiva. Pero no
las ampliaciones de ese concepto a los ámbitos, porque se hayan eliminado los componen tes ideo-
naruralcs o culturales, en los cuales la vida orgá- logicos, sino más bien porque se han eliminado al-
nka está implicada, aun cuando esos ámbitos no gunos (por ejemplo, la vida beata sobrenatural) y
puedan considerarse propiamente como vivientes se han incorporado otros encarnados en los pro-
humanos (por ejemplo, el clima, el urbanismo, el pios indicadores que se utilizan. Los mayores gra-
nivel de renta, servicios educativos, número de dos de calidad de vida estarán representando, por
cuartos de baño, número de criados, etc.). El tanto, a las ideas correspondientes. Cuando se
concepto de «calidad de vida», en su sentido am- rompió el muro de Berlín, la calidad de vida a la
pliado, comienza a funcionar de un modo entera- que aspiraban los alemanes orientales llevaba un
mente distinto al concepto de <<calidad de vida» rótulo sublime: la Libertad. Pero libertad no era
en sentido estricto (nuclear). Ante todo de un una idea meramente metafísica, puesto que su
modo ideal: «calidad de vida» significa para mu- <.:ontenido positivo, como se vio enscguiJa, estaba
chos el «ideal de vida preferida», y aun preferi- encarnado por ejemplo en la posesión de un Mer-
ble, en absoluto, para los hombres «racionales». cedes, o por lo menos de un Volkswagen.
Es evidente que la calidad de vida, según este mo- La calidad televisiva también tiene un núcleo
do ideal, se define enteramente en función de la objetivo comparable a lo que la salud orgánica es
concepción del mundo presupuesta: la idea de ca- pnra la calidad de vida: se trata de la calidad técni-
lidad de vida de un cínico o de un epicúreo, que wprofesional (de las tclecámaras, iluminadores, es-
predica el alejamiento de la ciudad o de la políti- cenógrafos, la transmisión y la recepción, incluyen-
ca, será muy distinta de la idea de calidad de vida do la perfección del telemando, etc.). Los grados
de un místico, que concibe La vida en la Tierra más ínfimos de esta calidad televisiva nuclear, es
como preparación para la vida beata (la única vi- decir, lo que llamaríamos telcbasura témica, estaría
da de auténtica calidad, que sólo podrá experi- bien definida por los índices correspondientes (bo-
mentarse en el otro mundo) o a la idea de calidad rrosidad, nieves, desenfoques, paquetes de infor-
de vjda de un consumidor insatisfecho, o la de un mación perdidos por los decodificadores, etc.).

76 77
Pero el conce¡no de c:2litl:1d tekvisiv-.a e~ tntc un2 detcrmirutd.l taSl de infon.iH :, ,n :abund:antc:
todo, el oorH;-C_pro :u11¡,li1do, y 6irc i11du)'(: 1li,11en• ~obre h:111:1:,.go~ :.lrquco!6~i,<:-'- <;¡ h2)' c,1n5en<ó
~t01\C'$ que de,1,c:,rd:u, cntcr.unentc d n:cinto de b 1: ntn.: HJ<foc; ICK partido,; polr1icx,~, d col\Senso dc-
td~isión y que irnpl.iC2n el inundo rutllnl y ro- moc:r:hico efilo podr:í ofrecer un rnoddo ,fe cali-
cir1l. polltko. coltur.tl. religioso, idco163iro, cien ti• liJd cclC'\i~h·a comp:\rahlc '2 b prcd,1ull de aqucll:1
fico, c:tc. c¡uc: la cn,·udvc. ~ cdc,·isión es un írnc• hoja J ·, n :,;Cb del ro!daJodc N2po!eón: «Ed.¡d:
t.1f deP 1nu11do, ¡wr tanto, la c,·alu:idón de 1:a 6S .iflc\ "!1m1-·ro <f~ hijo-.: K; ;\f\()( Je .sc.i,icio .111
calidad tCJC\~SÍ\'ll, en $Cntido ~mptio, c.-;; ind,soci2° cnt(l<:nt«lor· l.?. "1111ncro de l,;11:1Jh._ fi211:'lcb,; en la..
ble Je u C\-a'luación de la olidad de las di\·( r-s,i. ca- ,,uc intcl"'ino f,, 1lcriila-. rccihitfa~: 7; ·1,,1,11: ?S.-.
tegorías dd munJo que l:a tdC\isión rcflcµ (no Y si el mn~cjo 11d b« ha ~jeto nomhr.u1o por un
oc-urrc en rdt.-vi~iórt co,no c11 ottüS cu111pos -co. ,»rbmento dcnlOCr.itico, <111c 'fC rige por el prin-
n10 pue<flin ~crlo el de la fCCOllletrí:a o el de l.1111e• dpio dd rc~pcto al pJura.lisn10 cultural, ¿en nona•
dniQl- en ICK cuales 12 c.llirf.1cf de ~u, c·<.m>tn1c- hrt: ,le 1¡ui: principio puccfc 11:im¡r tdcvhión ,le
cioncs só!o pcede St.r c,ttblccid:a (':O fund6n de po~ c:aliifad, ,, 1dcha-.u~. a un progr.una preferi-
cdtc,i~ que .s.on ~trictuncntc internos al ampo d() ficln,ente por ,·.,no, nullonc<- de ~--pccudorcs?
ccrr:atlo). Por ello, l1h c:ritcri<.i-t Je aaliilail tdc,w- Pb.ntelr b cue:sti6n Jicicndo que «no~ lcgítirno
,":1 que: puc<la ofrKcr un.a .junt.1 as~or:t o un c,,n!>c- ,,frcci:r c11ilq11ier prc1ir~uu:1 :.i c~t2 tlc ol>t..:n.•r 1u-
jo audimi;.u.al "" h,l( tcndñn ~ic-1nprc el c:1r:ic1er ol1cnci:t,•, C5 r.inro como ck,no,1riir •¡uc en un.1 clc-
>Ubjcti,-o que es propio de Wll panc del mun(lo, 111r,cracia él llUC cJaic ,,.. c:I p1í1Jriro plural, )' 'Jl'e,
t'OII L ~ubjcthiJaJ canctcrístic-.1 de u02 p:mc tu· por t:antQ, ~i un progr.11112 de Qlhh11 )11f)ll~U no
toni o cc11.,¡or,1, que 1>roponc o im~,onc :1 ocrJ..S PJr- tiene au,licnc:u, su alidad resulta sttlo ~lo de or-
~ dd mundo su'í con~p,n-; Je c-.alid11d r de ln!t1.•• den 1nct~fisico, y no , a 11orq1.1c CJ •c~·c)(<~ic..1-
n. Los rerrcscnt:antes de los p1nhf P:- po1ítieo5 que 111cntc in\i:1hfc•, por 1nnti\·o.s cconó111ico1. y ~i:l•
int~n aquella junus o con$tjos no cof\!.1dcr11• h"(~ -.ino porque aunque fi,e:sc suhvcncio11:111o, no
r.in corno buurn cod«l lo 4uc tiene que ,·cr con ~ setú c:onrcmpb,1o por nadii:.
pmpia vi1b (KJlíci~. r 110 )':t porque: ~~1 ,ic,npn:: t:n resolución: d e<.1nttpt•) de alidad tdC\-isi-
corrupta, sin11 P4Jf'\JUC pr.ictiC:t tC'l(\tlarmcntc una \ 1 11lt11ltc.a b e11i:stiún ele 12 ,IÍS\'Un1i,:1 entre d rd:a-
oposición si~tcm.íuc.i r opom1ni~ta .11 Cobicnto, ,¡ 11va-.n1u lllr~1r:aP (n:ufa \'¡tic, li;cr.t de ,u ci'rculo .:o-
C}tÍ el\ b <.>p0$.Íci6n, ¡»r.a poder SU)Ütuirfo en ,,,· o t'Ultt1nl) y b di,Y•~i.t.:ul cialtu~I (todo \';1le,
oo,nbrc <kl bien CClauún: d c~cto de C5..I iun~ o todo es r~pc~h\e), Y sin c.hid.ar ,¡uc enrre ~
consejo en Arquoofoht{~ d.i's1~. consldcr:u l de po• rérnúnos disyuntivos h1r que considcnr t:11nhiln
e-., c-.1 licf ad 11quellu'- progra.rnas que no contc,ig.tn un rcn·l!n.1: ct11c hs tf¡vcrsa'f c-~tc:gorí.-. tdevish".a~.

79
vinculadas a las correspondientes categorías mun- 2
danas (sociales, culturales, ideológicas, etc.), ni es-
tán desvinculadas entre sí enteramente (sin posibi-
lidades de comparación), ni son compatibles Televisión basura «fabricada»
enteramente en una diversidad pluralista y armó- y «desvelada»
nica, sino que están vinculadas dialécticamente, y
no todas con todas, sino, muchas veces, en symp/,o-
ké de mutuo enfrentamiento a muerte.
En una democracia, en la que los consejos par-
lamentarios en consenso representan al pueblo, los
juicios de estos consejos sobre la calidad televisiva La distinción entre telebasura fabricada y
son superfluos, porque los hace directamente el telebasura desvelada no es dicotómica
pueblo al elegir o rechazar el programa, es decir, al
votar, aceptándolo o rechazándolo, en una especie l. La televisión basura, tanto cuando el con-
de plebiscito cotidiano, no ya mediante las papele- cepto se toma en su sentido <<genérico» funcional
tas, sino mediante el telemando. Más aím, podría (abstracto) como cuando se toma en su sentido
interpretarse como un indicio de poca fe en la de- «denotativo>> (concreto) puede tener lugar de clos
mocracia el que los representantes del pueblo, modos extremos: como televisión basura «fabrica-
consensuadamente (es decir, no sólo a través del da» y como televisión basura «desvelada». Hay
partido mayoritario), intenten convertirse en tuto- que reconocer además situaciones lúnite de con-
res o censores del pueblo soberano, en materias fluencia en las cuales el desvelamiento de la basura
que no se oponen a los principios constiUlcionales. tenga lugar en el propio proceso de su fabricación.
¿O es que el pueblo que ha sido capaz de elegir a La distinción entre programas (sean basura o no
sus representantes y a los programas que ellos de- lo sean) que se ofrecen como fahriaidos, y progra-
fienden -y que en gran parte los ha conocido a mas (basura o no) que se ofrecen como desvelados o
través de la televisión- no va a ser capaz de elegir confluyentes, no se circunscübe a los programas
los programas de televisión y las cadenas que pre- basura, pero al aplicar a estos programas tal distin-
fiera, según su leal saber y entender? ción, adquiere una relevancia singular. La distin-
ción entre los colores rojo y verde, que puede ser se-
cundaria o de mera alternativa estética aplicada al
acabado de unas carpetas, adquiere una importan-
cia principal aplicada a las luces de un semáforo.

80 81
Se trata de W1a distinción importante a efectos
críticos. Una distinción que, cuando se aplica aJ
caso que nos ocupa, suele quedar borrada por la Proporciones diversas, en la telebasura, de
brocha gorda del concepto de «telebasura», si éste fabricación y desvelamiento
se utiliza perezosa o dogm,1ticamente, sin el análi-
sis debido. Sea to<lo basura: pero es evidente que el 2. La distinción enu·e basura fabricada y basu-
juicio que podamos formar sobre una basura fabri- ra desvelada es una distinción abstracta, en el sen-
cada, como contenido televisivo, no podrá ser el tido de que no cabe separar estos dos modos de te-
mismo que el que nos formemos sobre w1a basura levisión, como si fuesen cosas independientes. En
meramente desvelada por las tclecámaras. La mis- todo programa de televisión fabricada hay algo de
ma responsabilidad de las cadenas emisoras será desvelamiento, así como en todo desvelamiento
distinta, obviamente, en el caso de la teJebasura fa- hay algo de fabricación. Pero es posible disociar
bricada y en el caso de la telcbasura desvelada. estos <los aspectos, en la medida en que ellos no
En cualquier caso, cuando hablamos de basura desempeñan en los programas la misma función.
fabricada o de basura desvelada nos referimos a los La disociación no tendrá lugar simplemente en
programas que previamente hayan sido clasificados función de las cantidades o proporciones de desve-
como basura, sin que por ello pretendamos afirmar lamiento o de fabricación qne puedan ser consta-
que lo sean en términos absolutos. Una parte -no tadas en un programa dado, sino que tendrá lugar
muy grande, es cierto-- de la audiencia percibirá más bien por el modo de presencia (recto u obli-
como telebasura los programas que ofrecen en di- cuo) de uno u otro aspecto (lo que no quiere decir
recto el pase de modelos por las pasarelas, y subra- que no existan correlaciones, a veces inversas, en-
yarán el ridículo ama neramicnto ele su marcha, la tre cantidades y modos).
mi rada estúpida y vacía que las modelos tienen que Los programas de televisión fabricada serán
adoptar por razón misma de su marcha sin objeto; aquellos que se ofrecen, en modo recto (in-recto)
en cualquier caso, esta telebasura sería telebasura como fabricados, aunque in-obliquo contengan as-
desvelada, porque la basura (la «basura capitalista») pectos de desvelamiento; y los programas de tele-
estaría en la ceremonia de la pasarela, antes que en visión desvelada serán aquellos en los cuales lo que
la Lelecámara que nos permite observar esa franja de se nos ofrece in-recto es la desvelación, aunque la
la realidad. Cambiando los criterios, los programas fabricación sea perceptible de modo oblicuo. La
podrían dejar de ser clasificados como basura fabri- situación límite que hemos llamado de confluen-
cada o desvelada, y, sin embargo, la distinción entre cia entre la televisión fabricada y la desvelada se
fahricación y desvelamiento subsistiría. caracterizará porque en ella la diferencia de modos

82 83
desaparece propiamente: la «fabricación» es elhl 1ambiérl con el ritmo del guión y atm de la direc-
misma fabricación de un desvelamiento, y el d es- ción escénica. La basura la referimos aquí a los
velamiento es el de la misma fabricación. Parece contenidos semánticos de los programas o de las
ser que las escenas de níños palest.inos bailando y .~cries. Y un programa o serie basura, en este terre-
cantando, como celebrando, mientras presencia- no, puede estar realiz.ado de acuerdo con las mejo-
ban el ataque a Estados Unidos, la masacre que tu- res reglas del arte o de la técnica. A fin de cuentas,
vo lugar en las Torres Gemelas de Manhau an, co- y aunque luego las palabras hayan seguido rumbos
rrespondían a escenas de años atrás: aquí la distintos, eJ término «arte» es traducción latina
televisión americana estaba fabricando basnra in- del término «técnica», de estirpe griega. Aristóte-
formativa, mediante el procedimiento de desvelar les adviráó ya, en el momento de contraponer la
a destiempo escenas reales, y sugiriendo que era lécnica a la prudencia (o phronesis) que el artista
televisión formal (directo, o falso directo), dramá- puede demostrar ser mejor artista (diríamos, do-
tica, lo que era televisión material histórica. minar mejor J,1 técnica) quebrant:mdo las reglas
del arte a su arbitrio que obedeciéndolas simple-
mente (diremos que un pianista que interpreta una
No conviene juzgar sobre intenciones sonata de Beethovcn introduciendo a voluntad ca-
da dos comp ases acordes disonantes que sigan a su
3. La distinción entre telebasura fabricada y vez un orden, domina mejor el arte pianístico que
telebasura desvelada la referimos ante todo a los otro que sólo pueda seguir tocando «pegado a la
contenidos mismos que aparecen en pantalla, y no partitura», nota por nota). E n cambio, el prudente
ya a las intenciones o deseos de los sujetos opera- no po<lrá dejar de hacer lo que debe hacer en cada
torios pertinentes (directores de progTamas, guio- momento; si hiciera otra cosa, por juego o por ex-
nistas, realizadores, etc.). Nos movemos en el te- perimento , demostraría que carece de prudenci:1.
rreno de los fines operis, y no en el de los fines
opera-ntis, como se decía tradicionalmente. Nos es
indiferente, en principio, a los efectos de 1a distin- La televisión basura puede darse tanto en
ción, que la televisión basura producida sea desea- la televisión formal como en la material
da o indeseada, tolerada o buscada, etc.
Y, en cualquier caso, la basura no la entende- 4. La televisión basura fabricada es un produc-
mos aquí en el sentido técnico de la producción, to «creado» para la televisjón en sentido amplio,
es decir, en todo aquello que tiene que ver con el es decir, no sólo en el sentido de la televisión for-
arte de los cámaras, con la calidad técnica, p ero mal, sjno también en el sentido de la televjsión

84 85
m.iccrfa 1(que incluye .11 cine tdc-.istd()) )', en plni- uuc.ntnS ,que la ln....r;.:ura dcrh·.ula se dctcc-t.'lni por l:a
cubr, :a los tddiln1e5,., producidos crp~san.cntc pkscncia en el pt<>i~ma de unJ ~rití~nc.a que ha
¡ur-.1 ~c-r 1efl-v¡,:11IM, 1fo irucrdo e.un (11n11,1t11" )' ri,- cumado C'Ofl\O modelo pn~ms< ttlirudos o Hn1•
mM C;\pcdfiet)!<. Un pr,>e!ul.'."to cr~clo ,fe 3'\~ttc J.OS. o inclw:o n\oddos •cualifieitlos-.. en los nive-
que, 1" •r '"' c:ar:ac:tms'Clca~. pue<l2 str <l.asific¡Jo les 1nis ah(')~ de l:i jcr.uquh tcle,.·iJi,".I. Con t1xlo d
(dtntro ,Jd ~:éncro 1¡11e ~ - c,on-.iilc-rc) c.'1">11111 c.il tc- ne--¡:;11 que -am:.tn el poner ejemplos. ,ne :aU'C\-crú
leHMón l»-.ur.1, ffl iucndó11 :, l.1 jen1n¡ui.1 lin(-JI o 11 dcac qu~ la dlsúnción entre huura l1ít.e1121b )'
,NIT1:fic.,b de Jos progr.unu. lwura n:suh11ntc po,\ri:a ilui.lr.1ri;c a lt'á\'és tic fa
Sin perjuicio de lo ~,,ic h~·11\l1', ,lkho :.olm.: t'I ,h~tinC'i6n que ,,,LC,b medi.,r ~trc un progn:ru
c.~.ar.ictcr uhjeti,;o que •1uc:r.:rn•~ )Ul1r.ar.1r en el rocno f1 ft.::1w (presentado por Guillcrnl<' Rt>•
concepto de cdclth"Ur.1 (1d n~n Je U( inrcncio- 111)1.'.ro en 'l'\'l~l ,lu1-at1tc los ,•i1:fnc~ del ,·cr.1no de
nc~ J,: J~ t 'rt'.1cl11r't'ló Jd psogr.un:i) ~ 111cciso L!ij.• 2001) y un:a gr:ab;1ci~n cclC'\i~<fa (o incluso tcle'\i•
ti n,cuir ~ntrc 1:A tckvi ~i,1n lusur :.a • 11~1).ub• (c,1- U (b fomulmmcc, m Jil'C'C'lO) de wu óptra tal c(t•

"'° t:al b.lrura -r t.J~. C\"alrwlntcn1c. rocfrl2 mo ,\ú:d.amt Bu11r,f'IJ.


Que f',J Flot.i,-lor~ disific:Jdo corno prllgrtnu
~.i.lt.ar, por ello ,ni5Jnc.i, Jc:icbsilic-.atb c.•nino l.11-)
)' h.1 rdt•\·isii'in h.,~Ufll ---nu di,cñ,1J,1• (c.'OtHu tAI, pe• fat>rietdo r clisciudo romo b1rur:a no ronuiruiri
ro que r~lu $Cr d:isifk·.1t,?c en eJ género. romo nin8UJ1.a sorprcs2 J)JrA casi n.21~ic ll"c "tilicc las
b:.,11r.1 dt"n~,dJ o rClo-Ull.J.Jltc, 2un en c<mtt'.1 ele la Uislincion~ gi:-11cr2lc." pr1.~,,pucsc~s; es un prog,a•
t,olunu,, del cll·mh11go), 1ni 111.,¡:a7inc, orientado luc:u un público de jó\·t"-
Por.¡uc la tdé,'Í\i6n lb.l~ura ,lisclb,b ron10 ul n<S •poto cwlific,do:i.•, ~ue ap2rt"~n_coni.1.1n~c.a
b1Sl!n ha de po~cr ra~l> objctii°" •intcrno\!-,1, 111cntc en d ptó1(1".llt\3, cm1t1do ~n fr.sn1:1~ hí>r.anu
idrntif'i~b,i.:s en la icrarqufo t..~•1Wcnciu11.il vigcntt~ ,te ¡)(){'o pcc-ti~>io, )' en el que los 2ctorcs utiliun
(.1h:,tnrc.-ncf,... f.15 cn:ncu.1 lcs inrcncilin1."i ,ul,j"ri, i~ rk: \'t'l! en C'Wndo <'Y.presiones chab)l".lli:I.S,. suhiuas
dd Jcmiurso (jut', j SC nun1jcnén Uttriorc-s a ~ de ron,,, i11du-.o so«'e"', o lle mm:\"Cn cun jtC5tl>S f
obr.-. -.,íto f>UC\lcn s.tr :itrihuitf:i., a cll:i a 1í111lt1 de mft,imicn<l'>S gro,er,,s, cte. Es un p ~ tla!j-
cpiícnomcno~). l~ pn:~cnci., de un JiM:i\o en ,,n cu~tc bit.n dirigido)' rt!'.lli1.;.1,do; Jl:ób11.,1cnK:ntc
pru-gr.inti 1..imn íabrioroo puc-dc nunffesti8 uc su, «ac.,dt1~5,. lo condb1croti c·on ll, in,cnción d~
lllLIClu\ l1U11 l'1 J~ La ¡,ti11dr11 -cc-r.á ,u rcl;1cil'•n ser un progr.11112 de «cntn·cen11nicnto• o de •ÚÍ-
prohad.1 .a 1t10th:1o., (p;ir,unénic<..~) c:ons11kr.1J()!; \'J "-crn~n-. pue, C$U intención a¡urccc c>:p1íc-ita•
~lno hJst1ra C'M d ,~tc1n2 de rtfcret'!\ 1 J (c-«rÚ- ,ne ::te in,; tJ1t»l"2da al prog~n\ól: d pul1lico in,·i l;1-
rios, cc111~11C2, :a<:1orc--. atuendo,., n,cwim1cntr,~. do co,nést:a ali.nnati\'-:a r cnrusi.ístic::11nente: ., b
o;nuiiil~r. Jd lcn!(U:tJe. con1rosa·1ón ,Id ,l,sc11rso.••) ¡,rt·l(Unt:t rdtcr;1d2 tid p,csenr:ador: •¿f.o estáis

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P:.,.tJndo hien?.- Pero aunque La intcndón de .._Jj. es c,·idcotc· to que Sé ~tr,1n-.uü,c e<; un 1.~cruño
venir... o •Cntn:tcncr,. no -;~ cq11h'l1lcnH~ en lo,s 1111ifia:i.l, en el qui: ;,ClÚ,1 "n ,,:t1Cfllll ,fe :actores que
Jc11uurg,r. Jcl prvgr.u1u .1 l,1 incc:ndóti cic f.ll,ñ1..-.ar 11.1 llcbulo u)mctcrse a una,, nonnls tic ru'.\4ipli.u
b."ur:t, fo cierto es cauc elfo< tun conuJo su, nto- c,cepcion:il, 2 fin Je poder ~prcstn~r un.a ohr-.1
cfcl~ ~e los csc-.aloncs rn.h íntimo~ de b jcrarqul.a t~111bién fahric-:1tl:1 por et lihn:ü.,t.-. el co1nposLtor,
telc,•1!J, .a. Y .1un cu~ntlo :i lo l:ir1to del ,nag.1711,e loo; ~c:,orc., ,, lo, anu ..ico~. Y, ,l~1lc 1uego, 1.-st.1
b.1sur:t fi~u~ al!(\tn-a intcrvcnc:íón 11\tcre:,:,1\lc - la 1r.1nc-.n1i<1ón ·o rctr .i1h1ni,1ón no h:i ,ido ,tH~ñJda
in ten ene. ic5n de on pohtít'1 ►, lle un n1usicc1 o indu- (fJlll(.} l,JSUr.i ,le."'-c-b1b. y no porque a,,.f nen; lo h2-
)'ilrt Jicho <US Jc1niu[!!o,. ,,w ¡)Orquc t01lo,; lo,
l>O de un cicntííeco tlutinguido- no por ~IJo hal,r.i
que ,l~bsiÍJl".lt d ~rogr.111u 1,.-01110 h2,;u1.a~ por d ra~goi, objetivos 1,c t, tr:111sn11si<in o r\!H•;u,,mi,ión
contr.ario, d hcd10 mi..,no clL" 11uc d uín: t.cil e:!\ d .1~í no~ lo il\ihc-an: d publico l\UC .1p-Jrc~,c en l.u

n1is1nu pbno ck· • rc,pl•to• 111, opinio1u:., pr11f1,--.10- ~nt;tll~s ,,~te: Je i:;.11.i, incluso en el plko principil •
rulc,.'"' de un cient,tiro J1,un~11dc> r b) opin1onc:s ~re
,'('t1l()) 21 tlcl l~~ado; b p.ir1i1ur-.a Q,,t,i cl"--~fica,1.,
001110 uau de la, <'1¡x·r~s lle repertorio t'ó1"••'1-rr.aJ.,1!I~
JlCrsc>n.3lcs de un lll3C':lrra, consúnn-e un .1 no1Í\·o
111.is p2rJ m:2ntcner l:a clasific-.ac-iótl d~ l,:hur:s. en t:i l., llUl""\t.l en csC\:n:t c<-t.1 c.x,1uisit2111entc c11i1b1l.a )'
que todo :irub n1c;,.el:icio, )' en Jol\dc l.i, o¡,1nioncs l",10 ~e p,:r..-ill4!, no C:-- n1cr.\ intuición : 11fnin:i,lon.
del c1cntíli1..o en c1.,~•ión \lllCÚ,1n cont.111un.1d,1;; o 1 n cund1ui1ín1 :\¡ b 1r:ansn1i,i,,n t'n ,lirccto ele: li
Jcgr.11fJi!.b pr«iS;1mtrue 1110rsu c1¡u1p.1r,1,nón en b 6s,cra ~\IM-W1' J):uttef}J es cb,ílicida l·o1no tdeví•
f'lJ1l.1IJ:a con~ opinion~ ,del honcr.a. a t.a nuncra S,i,'.ln fnnn:il, entre l11 tdd)'.1.,ur.t., no lo ser., por ~u
<:orno b joy.1 que ~parc:cc ,en el c:,-tcf<'C.>lt-rc>, qucJI) u¡me t:1 C'On1lt<:1ón de hJ~1tr.l d1<(!1\.,1h, sino por ,u
di: all(Ún 1n,~to conu,ui n:.td;-i por ,u h'--.lor. t un1lición de h-.1,ur-.i fe'\Hh:intc o dcrh-ad:i.
En c~111 bio, plrcccr.í a .1l~n~ un,1 :-iimplc hott- ¿\' cu.ilc~ p,.cdeñ er lo~ criterios par.1 ,111::1
,.,,-k d que consideremos sin mí~ como b.irur.a 2 c-bsilic:ación s:t:111cj:1ntc? Lln criterio ..déhi1•, n1c•
un.a annsrnii;ión (fom12I) o rc1r.an..~n1i,;io,, lle ,\111• "º" con,promi:ticlo, e, d '4\IC se .,¡x-,r-a é n l.l c:on-
,"1111r 81uu,J'ly. i1npcc:ihlc111c1uc r~li.t..1d;1 Jc-;dc un 11 idón de .o¡>crn 1r,1n•11nitid;1 o r~tr.u~n,iti,tJ,. (es
(c:.lltO tic órer-,1, ~upon,cndo .1dr111a, que IJ rcprc- 1lc<:ir. sc,1 por tdc,bión íorm:il o por tclc,i,;iñn
,;~nt:aci1jn fue tccn1c-.amcntc c,cdcntc~ p11C"1 la "l.1- 1natc:ri2I). 1~ puri,1.2 Jefe ndcr.i l:1 ne<:c.,id:id i1u•
si6c--.1ci6n ,d e l:a uarunti\ión o r-eu·11ru111i~ión de
1
pcriosa de \'CT la 6per-J t:I\ l:i n,.,1iu ...,h uel tC-.llT'O
JJ,1."111tt Rullrr/1:1 ro1110 tdclr.2,ur:1 i11\1llic~ 1:.1111• l'&\ el que~ rcpN:iCl\l,l, :i fin ilc 1nJnt"-ncr )U •CO-

l11én un ¡11i~.-io e.le "".ilur sob1'c l,1 obra tlt: Pucdni. nntnión c-;l¿til-.... con un pulililo ,·csuclo de cii-
.\horn l11c11: que l., u-.ans1111s1on o rctr;in1mi~ión de c¡ucu, Mt pc-1ccpdón de Jo,; acto1"-s en d es.ccnario.
rcfcrcnci1 es ,tclC'\isi6n de obr.1 cuhunl fat,ri~d1 runa ocuch~r d •-ct!Orh del l>JJO dentro de b ~,\J.
h9
La basura «relativa» afectaría aquí a la transmis1on \hora bien: conviene advertir que, aun en el su-
o a la retransmisión, aun siendo técnicamente i111 1't11'Sl0 de que clasifiquemos como basura (en el
pecable; pero la transmisión o i-etransmisión e 111111.;xto de la música) a 1'Vlndraue Butterfly y a las
precisamente el material televisivo estricto. C na "I'' ras de su rango, y aun cuando no compartiésc-
ópera transmitida o retransmitida, escuchada des 1, 11 ,s la opinión del purista que pone la basura tele-
de el cuarto de estar en zapatillas y en bata, cons11 ,, 1va del lado de la transmisión y no del lado de b
tuirá siempre una ceremonia basura respecto de la ,1111 a transmitida, tendríamos que retirar a la trans-
ceremonia constituida por la asistencia a la i-eprc 1111~ión o retransmisión de Madame Butte,fly la cla-
sentación de la ópera real, de la misma manera a 1111 ación de «telebasura fabricada por diseño»;
como una fotografía en blanco y negro, o incluso l'ºl sto que, a lo swno, ella habría de. clasificarse
en colores, de un cuadro de Goya, por bien hecha , ,11110 televisión basura por dcsvela1mento, pero
que esté, será siempre basura, para el director de 110 por fabricación.
un museo, en relación con el cuadro original: nin
guna dirección de musco de pintura autorizaría
que una fotografía semejante fuera colgada de las Telehasw·a fabricada y «ba.rrer para casa»
paredes de su institución, ni tampoco poc.lría col
garsc esa fotografía como elemento de ornament,1- S. La televisión basura fabricada corrobora la
dón en un salón de alto rango. ll''iÍSque hemos desarrollado antericrmente sobre
En un sentido más comprometido, sin embar- l I posibilidad de desconectar la _basu~a de la ope:a-
go, la clasificación de la transmisión o retransmi- ' 1011 barrer, al menos en el sentido directo que tie-
sión de Mado1ne Butterjly como telebasura afecta- ne esta operación. La basura fabricada y, sobre to-
ría ya a la propia representación de la ópera en el do, la diseñada, lejos de ser c.:I resultado <le una
teatro. Sería la ópera misma lo que es una basura, 11pi.;ración orientada a barrer de la telepantalla la
que la televisión se limita a desvelar: por su libreto l1,1sura, es el resultado de introducir en las panta-
«decadente», por la m,úsica empalagosa, por la 11:\s esa basura (de «barrer para casa»), precisa-
cursilería de tantas situaciones y ademanes, por eJ mente porque se aprecia en ella las utilidades que
público mesocrático disfrazado de elite elegante, ,·ncíerra (por ejemplo, para entretener a m 1~ au-
que llena palcos y butacas - un público general- dicncia de adolescentes «incuaüficados» o bien a
mente indocto en múska para quien la asistencia a una audiencia educada en el bel/ canto), es decir,
la ópera representa un <<hecho diferencial» de su porque deja de ser basura en su sen tido absoluto.
condición social- frente a la plebe inculta que pre-
fiere o se conforma con asistir al cine de su barrio.

90 91
¿Quién es responsable de la telebasura , , t ,bricado estas escenas recibirá muchas veces re-
desvelada? 1,, oches y calificaciones de televisión basura, por su
"111rhosidad, o por su carácter «amarillo».
6. L a televisión basura desvelada nos ofrece No siempre el ofrecimiento televisado d e la
contenidos semánticos considerados basura que 1, hllra desvelada se considerará sin embargo re-
ella ya no ha fabricado, sino que ha recogido o 1•111hable, sino todo lo contrario. Se retransmiten
«canalizado»; por lo cual su «responsabiüdad», a , 111n.: nosotros, una y otra vez, las secuencias ele la
lo sumo, en cuanto televisión, no habrá qtie poner- . 111 rada del coronel Tejero en el Congreso de los
la sjno en lo que le concierne por su labor selectiva 1>1putados, en febrero de 1981, a pesa.r de que ha-
y canalizadora. El documental que nos ofrece con 1 consenso casi unánime en considerar estas se-
morosa precisión los detalles de un basurero o de 111·ndas como <lesveladoras de una auténtica «ba-
una ciudad basurero, como pueda serlo Calcuta 111·.1 democnitica». Sólo muy pocos opinarán que
- los restos orgánicos putrefactos, las ratas que . 1.1 preswita basura política debiera ser barrida de
corretean entre ellos, etc.- , es sin duda el ejemplo l 1, pantallas, por los peligros que encierra para la
más ceñido que cabe ofrecer de televisión basura 1 mocracia, tanto por el m al ejemplo que los asal-
desvelada, aunque el material desvelado r esulta 1111tcs podrían representar para otros eventuales
inodoro en la pantalla. Y siempre podrá censurar- 1 nlpistas, como por el ejemplo ridículo, muy poco
se la decisión de emitir tales «revelaciones» a de- lwroico, que dan al pueblo aquellos Padres de la
terminadas audiencias, y se propondrá barrerlas de I' 11ri}1 que, como conejos, se escondían a gatas en
las pantallas normales, sin que el barrido sea aqui ,1._ escaños. Pero la mayoría encomiará los méri-
la causa de la basura, puesto que más bien es la ba- , ,,~ de este desvelamiento, que además fue casi quí-
sura del basurero el motivo del barrer. 1111ramente puro, y hubiera podido ser televisión
Y lo que decimos de un muladar, o de un ester- 1.,, mal pura si no se hubiese aplazado su difusión
colero, habrá que decirlo de otros escenarios que 11 ias horas (por razones políticas obvias), puesto
son considerados como basura, según los criterios q111: las cámaras que transmitían la enrrada de los
vigentes, aunque no sean basura orgánica. Por • ni pistas al Parlamento ni siquiera esmvieron sos-
ejemplo, la televisión que, con cámara o culta, nos " 11i<las por manos humanas (habían sido abando-
desvela escenas escandalosas (por ejemplo sesiones 11.1das por los operadores en cuan to oyeron los
pornográficas, o escenas de corrupción política, co- .i,~parns), sino que reflejaron todo lo que iba ocu-
mo aquellas en las que Montesinos, lugarteniente , 11cndo ante ellos en el hemiciclo.
del presidente Fujimori del Perú, entregaba talones
a sus aliados). Aunque la televisión no haya creado

92 93
Justificación de la basura desvelada y sus 11 ,, u., 1opolítico). Yo no puedo manifestar a mi veci-
límites 111, l.1 verdad notoria de su escasa gracia, de su feal-
1,,1 o de su estupidez, o de su nubio pasado. La
7. ¿Qué relaciones pueden establecerse entr 111 111ifestación de una verdad en determinadas cir-
la televisión basura diseñada o desvelada y la apa 1111stancias por ejemplo, la revelación de deter-
rienda o la verdad? Patece que la televisión desv •11111.1clas relaciones de paternidad, puede producir
lada implica, por definición, la veracidad. Lo qu lt e tos devastadores para una familia o para un in-
no ocurriría con la telebasura diseñada, que pued 1!, ,duo. La revelación de una «verdad geológica»,
reducirse a la mera apariencia o ficción. p111 ejemplo, la existencia de una bolsa de petróleo
Ahora bien: podría sostenerse que la veracidad " un determinado país, puede ser catastrófica pa-
que reconocemos como inherente a la televisioo , ,.¡ l.1 coyuntura política del Estado afectado. De
desvelador-a (sea basura, sea limpia) ofrece un funda 1,, rho, es muy frecuente la crítica de la audiencia a
mento sólido para justificar la telebasura. De hechu 111• programas que ofrecen basura desvelada verda-
a este fundamento se apela una y otra vez por quie 1J. 1,, apelando a las impresiones <<desagradables~>
nes buscan salvar (o al menos, no condenar) un pro 1¡111• la oferta produce; y, por ello, es noi-ma hab1-
grama basura alegando que, a fin de cuentas, allí lat t11,1l en muchas cadenas públicas o privadas, adver-
pantallas nos ofrecen la verdad. Y esto nos conduce• 111 ,t la aucliencia sobre la crudeza o la dureza de las
la paradoja de que una televisión basura desvelada 1111:1ge11es verdaderas que van a ser transmitidas.
dejaría, por ello mismo (es decir, en virtud de su ve De todos modos, la falta de validez universal del
racidad) de ser basura, de ser algo que debiera ser ,m·c::inismo de eliminación dela especie en el gé11ero
barrido de las pantallas. Estaríamos en ui1 caso inte 1111 implica tampoco una invaJidezuniversal. El desa-
resante de ejercicio de ese «mecanismo intelectual,. 1 1ollo de este mecanismo puede estar justificado en
que venimos llamando «eliminación de la especie 111 uchos más casos de lo que alguien pudiera pensar.
por inmersión en el género». Empujamos hacia el
fondo del género «verdadero» tanto a las especies de
basuras como a las especies de texturas limpias; ane- La conciencia que el actor puede tener de
gada en ese fondo oceánico, la condición específica «estai· siendo visto>> por el público no
de basura se disuelve, o se hace irrelevante. elimina el desvelamiento veraz de su
Pero esta condusión sólo conserva su validez conducta de actor
universal con la premisa implícita de que la verdad
debe ser siempre manifestada. Esta premisa carece, 8. Las situaciones más interesantes son aque-
sin embargo, de todo fundamento práctico (ético, l las que hemos llamado de «confluencia» de la

94 95
televisión fabricada y la desvelada. Son siniacio ¡111c1.kn proceder a la fabrica c~ón de ~u personaj~,
n es en las cuales el desvelamiento de realicladt.-s l1-;11nulándolo, mintiendo o 1mprov1sando,_ p ero
efectivas se produce en el mismo proceso de su ln'i momentos de esta fabricación, en la medida en
fabricación. , 111 c sea advertida (y casi siempre lo es, de un mod~
Estas situaciones de confluencia se producen 111 romático) desvelan tanto o más de la personali-
constantemente en las pantallas. Obviamente es ol.111 de los actores que la que puede ser desvelada
ras situaciones son muy diversas, tanto por la im , n sus momentos de espontaneidad.
portancia relativa en cada caso de las proporcio- No tiene mayor fundamento, según esto, la
nes de desvelamiento y de fabricación, como por 11pinión muy extendida de qui~ncs_suponcn, c01_no
la naturaleza de los conteni.clos desvelados en la il¡.to indiscutible, que la «conc1e11c!a _de un acto~\º
propia fabricación. ,rlánte) de televisión que sabe esta siendo perc1b1-
L os contenidos desvelados pueden tener una 1lo por la audiencia» altera hasta tal punto su ~on-
naturaleza impersonal, o bien pueden tener una ducta que puede decirse que toda espo;1tane1dad
naturaleza personal o, al menos, conductual (si se ilco;aparece y que, por t.anto, no cabe :11~1, el desve-
trata de animales). Un documental fabricado arti- 111niento, sino la fabricación. E sta opm10~ se basa
1 n una atribución de prerrogativas excesivas ~ ~a
ficia~~nte, y torcidamente, con objeto de des-
presttgrnr un territorio enemigo, puede desvelar , onciencfa reflexiva, atribución a la que el espm-
ocasí~nalmcnte la existencia de una vegetación 111al ismo intclectualista (el cartesiano,.~or e~em-
atracttva. Un programa fabricado para presentar a plo) nos tiene aco~nunbr~d~s. El espmt~ahsmo
un grupo de _asesinos repulsivos (por ejemplo, w1 .,t ribuye a la reflexión subJet1va una capacidad de
grupo terrorista de ETA) puede desvelar ocasio- ,,cción enteramente infundada. Algunos ban ll~ga-
nalmente, en el plano psicológico, «virtudes» de iln a definir al hombre, es cierto, como un animal
valentía o lealtad de los personajes, convirtiéndo- qm: «reflexiona sobre sus actos» (el «salto a la re-
se, de paso, quizá sin quererlo, en una «apología llcxión» fue, y sigue siendo en algunas pa~es! u.u
del terrorismo». ni terio utilizado por los zoólogos cvoh1c10n1stas
Uo programa en el que los actores deciden re- ,cilhardianos). «La diferencia enn·e el hombre Y la
presentar espontáneamente sus «propios persona- 'J¡1mraleza consiste (decía Pascal) en que la Naru-
Jes» (que podemos suponer sórdidos) es sin duda rnlcza no sabe que mata, mientras que el hombre
un programa de desvelamiento obsceno, puesto ~abe que muere.» Ese saber de que otros (? Y~
que los personajes ofrecen su propia vida a 1a con- 111 ismo) están sabiendo lo que yo bago, alte~~n_a mt
templación de millones de espectadores. Sin em- i·onducta¡ y sobre esta idea condenó ~1- pos~t1V1smo
bargo, en este proceso exhibicionista, los actores 1 Jásico la «.introspección». Sin reflexion, stn saber

96 97
que sabe, o que es conocido por otros que saben, el 1·gún grados diversos de agresivid~d ~ de evasión
hombre se convierte en un autómata. Tal fue la te- mle tal interceptación. Pero esto s1grufica que esa
sis de Gómez P ereira en la que, al parecer, se ins- , 1•,\cción (que nosotros, como espectadores, hemos
piró Descartes. provocado) podrá ser comprenclid~ o interpretada
Pero las tesis del cspirimalismo han de ser re- mmecliatamente por nosotros nusmos. Lo que
chazadas desde el materialismo. Y no ya t,rnto por- it11íere decir, a su vez, que las reacciones del perso-
que éste reduzca la conciencia a la condición de un 11.1je observado, incluso y principalmente aquellas
epifenómeno que no altera en nada la conducta 1111e pretenden disimular una respuesta mu_sc~ar,
personal. Lo que se pone en tela de ju icio es que .,gresiva o evasiva, o simplemente un~ reacción i:i-
tenga alguna realidad sustantiva eso que se llama mntrolada de rubor o de amaneranuento, podran
«conciencia reflexiva» o «s\!r observado por otras ,l·l inmediata y correctamente interpretadas por
conciencias» (por ejemplo, ser observados los ac- nosotros en cuanto espectadores, como reacción a
' . . .
los estímulos que nosotros ID1smos sunurustramos
tores de televisión por la audiencia). Acaso lo que
se llama «conciencia reflexiva» (saber que se sabe), (andividualmente o como elementos anónimos de
lejos <le ser w1a autorreflexión, sea sólo determina- 11na audiencia).
ción de algunos fragmentos de mi acción por la se- En conclusión, la mayor parte de las alteracio-
mejanza de estructura que guardan con las accio- 1u:s de las conductas producidas en un sujeto por la
nes de otras personas; acaso lo que llamamos observación de otros son automática y correcta-
«sentirse observados por otros», sólo quiere decir Jllcnte interpretadas por el agente observador que
<<mantenerse vigilante ante ciertos movimientos .,,,be que ante él está acniando el sujeto ?b~ervado,
de los demás», a fin de defendernos o de tomar y por tanto, que estas alteraciones (~esviaciones de
posición ame ellos, pero sin que podamos afirmar Li mirada, envaramiento, amaneramiento, actos fa-
que «nos sentimos observados» en nuestra perso- llidos en vocabulario, etc.) lejos de ocultar la per-
nalidad, globalmente. ,onalidad del actor, la desvelan y además diferen-
Y esto quiere decir que la conciencia reflexiva rialmente (respecto de otros actores), en el
atribuida a los actores que se nos ofrecen espontá- momento mismo en que el actor está «fabricando»
neamente en la pantalla como personajes, al sen- su ocultación o disimulo.
tirse observados, no es tanto la conciencia de sen- Es muy frecuen te clasificar como televi_sión
tirse envueltos por la mirada englobante del otro. basura las transmisiones de boxeo o de lucha libre,
Simplemente es la conciencia de sentirse jntercep- ., t..ravés de las cuales los púgiles o los atletas sue-
tados o vigilados en un punto más o menos preci- len desvelar las conductas primarias más salvajes
so de su conducta en marcha. Por ello reaccionan de ira, reacciones de venganza, o maniobras de

98 99
traición, etc. Muchas de estas acciones y reaccio l ,lº psicodrama que, de hecho, es lo q~e ha si_do
nes son fabricadas por Jos directores y realizadores tHp:irado por el moderador. Desvelanu~ntos 111-
del programa, y aun por los actores, en busca de ,1 .¡wdiados, o bien porque una P:rso~ahda_d dcs-
un mayor efectismo en una aucüe11cia morbosa y, 111111cida se revela como un polemista mgcruoso, o
según muchos, degenerada. Sin embargo, en el 111 n porque una persona famosa por su saber se
proceso mismo de esta fabricación, eJ observador 1 wda en el debate como un hombre torp~, vul-
atento puede advertir cómo se desvelan reacciones 11 y aun majadero, en cuanto sale un centunetro
«auténticas,>, acaso reflejos espontáneos de una tal 1 1r::1mpo de su especialidad.
carga de odio, de venganza y, en ocasion es, de ero-
tismo primario, que pueden contener el mayor in-
terés etológico. \ más televisión, más telebasura
Situémonos ahora no ya ante unos actores de
lucha libre, sino ante un corro de individuos más o CJ. La probabilidad de un_ ~ncreme~to de la te-
°:en?s conocidos (en sus profesiones liberales, pe- 1 qsión basura crece en func1on del nu~ero de ca-
nod1stas, sacerdotes, poüticos, etc.) que debaten 1li n:1s que vayan creándo~e y ~ue c,ompttan, en;~-

sobre asuntos de orden moral, filosófico o político , h., ;1 muerte, por la aud1enc1a, as1 como tamb1en
propuestos por eJ moderador del programa. Este 11 función del creciente número de horas al que se
debate puede . ser clasificado como basura, en i·11 obligadas a mantenerse activas. ~orq~e el cre-
cuanto <<parodrn de w1 deb,1te», cuando el número 11tiicnto de estas variables detenrunara una rl~-
de in~ervinient~s rebase el número máximo qu e 111:1nda también creciente de <<alimento» cuyo m-
penrute, en el aempo del programa, una tasa de 1•1 rle calidad será imposible mantener: La
mtervenciones mínimas necesarias para poder ar- u11l11stria editorial requiere un incrcme1_1to mee-
gumentar. une de la producción de material litc~ano que no
La degradación del programa se incrementará puede menos de hacer peligrar l~ «calidad» de los
en el supuesto de que los participantes no conoz- ll·x10s. Pero en la televisión este incremento no ~e
can, o no hayan preparado la materia en torno a la ull(le por semanas o por m~ses (~l ritmo d~ publi~
cual gira el debate, y que, por tanto, se ven forza- t wión de una gran cditonal), s100 por_ dias, p~r
dos a improvisar, sin tener capacidad para ello, an- horas y aun por minutos. Una hemorrag~a. ~e em1-
te argumentos de los otros, acaso sjn entenderlos ,ll>nes debe fluir con el caudal de la teleV1s1on c~~-
siquiera. Pero la observación de estos debates ba- 1rnua: la degradación es inevi:able. ~a proporc10n
sura nos permite a su vez distinguir desvelamien - de basura en la televisión fabncada tiende por tan-
tos insospechados de los personajes, en el proceso to a aumentar muy por encima del incremento de

100 101
la televisión fabricad,1 limpia o normal. La«lev de radicales, neoroussoniaoos antisistema, ONG as-
Gresham», observada en la economía de mer~ado céticas, cristianas o musuJmanas, etc.) consideran
(«la moneda mala desplaza a la buena»), se aplica como «basureros» a muchas instituciones de la
con mucha más notoriedad al tráfico entretelevi- cultura occidental, en la medida en que estas insti-
sión y audiencia: «La televisión basura tentlcrá a ir tuciones puedan considerarse como canalizaciones
desplazando progresivamente a la televisión lim- o sumideros de la «basura excretada» regularmen-
pia, a medida que aumenta la oferta tclevisita.» te por el sistema capitalista. «Basureros>> que no se-
dan además meramente pasivos, sino activos, por-
que su mera condición de sumideros contribuye ya
No es suficiente hablar de telebasura, en a la acumulación y aun a la superproducción de la
general; es preciso analizar los contenidos basura en la medida en que el sistema tenga capaci-
concretos dad para asimilarla, reciclarla y convivir con ella.
1res institudones, muy heterogéneas por su
10. E l análisis concreto de tclebasuras recono- estructura y su función, podrían ser citadas al res-
cidas corno talc,s en una sociedad determinada es pecto: las centrales nucleares, la Bolsa internacional
imprescindible como metro o piedra de toque de y las pasarelas de modelos. Las centrales nucleares,
los programas considerados como más limpios o en efecto, serán vistas antes como «máquinas de
neutra]es. Si no se desciende al análisis de los con- producción de basura nuclear» que como disposi-
tenidos, estructura, etc., de los programas conside- tivos productores de energía eléctrica; las Bolsas
rados telebasura, nos mantendremos en el terreno serán vistas antes como generadoras de flujos es-
de la mera calificación perezosa, y no rebasaremos peculativos, de plusvalías improductivas, ~ decir,
un nivel de subjetividad que hará imposible tam- de capital basura, que como fuentes de cap1tal pro-
bién la confrontación de la televisión basura con la ductivo; las pasarelas serán vistas como escaparates
televisión de calidad, así como la determinación de donde jóvenes artificiosamente preparados para
los componentes basura que en esta misma televi- andar de modo amanerado y mirar sin ver con ojos
sión de calidad puedan existir. vacíos exhiben trajes inútiles para uso de capas so-
No faltan «críticos a la cultura capitalista» ciales que despilfarran escandalosamente su dinero,
que, desde las perspectivas más diversas (aquellas es decir, como ropa basura. Ahora bien, suponga-
que suelen confluir en las grandes manifestaciones mos que se acepten, en parte o en todo, estas valo-
«antiglobalización» de los primeros afíos de nues- raciones políticas, _éticas o estéticas de r.ales institu-
tro siglo, en Davos, Gottemburgo, Génova: anar- ciones, o de otras análogas. ¿Podría deducirse de
quistas contracultura, organizaciones marxistas ahí que la aparición continuada en televisión de las

102 103
sesiones de Bolsa, o bien de documentales televi ,nC'ierlad pluralista, o educada en el plmalismo, ha-
sados sobre centrales nucleares, o de los casi coti ti, a que dejar de calilficar algo co~no telehasura:
dianos pases de modelos televisados, hayan de po ,;1lvaje es el que Uam;a a otro salva~e», etc.
nerse en la rúbrica de la televisión basura? A lo Pero los argumcnttos del ph~rn~s~10 cultural o
sumo, y aun <lesde los supuestos de los críticos an 1,il)lógico piden a su vez _el _rnnc1p10, a sabe~: la
tisistema, podría hablarse solamente <le telebasur;1 posibilidad de un recomoc1m1ento de la plw·a~dad
desvela<la (o de televisión cómplice con la basurn ,k juicios de valor a-rJJJóni.cam~nte compaubl~s
real integrada en el mundo que nos rodea). Pero 111cdiante el ejercicio de la virtud d~ la <~tolerancia
en todo caso, y esto es lo que queríamos demos .t,·mocrática». Porque! éste es el pnnc1p10 que hay
trar, la calificación de un programa de televisión q\H.: demostrar: el prinncip!o del plurali~1~0 culm-
c.:omo telebasura, aun desvelada, no puede consi 1.il, del pluralismo axiológ1co o d~l relaovismo cul-
derarse como resultado de un «juicio técnico», 111rnl. No se puede olvidar que existen culmras que
exento, porque tal juicio compromete a quien lo rnnlienen entre sus mi.alias la neccs1dad de valorar
formula ante muchas otras capas de la misma dvi , omo salvajes a otras culturas, y no por 1~1otivos
lización plural en la que viven los destinatarios de 11 pcrficiales; y que .e,cist~n sectores actJvos en
estos juicios. nuestra sociedad que oeons1deran basura (telcbasu-
Y ésta es la razón por la cual no es suficiente 1,1, en particular) a <,:letermu:ados prod~ctos ~e
hablar de telebasura, en general, y de utilizar el 1111esn·a c.-ultura, y no ¡por motivos superfi_c1~les, s1-
con~epto como si se tratase de un mero concepto 110 estructurales. Y qlllle, por lo tanto, la umca _n!a-
clasificatorio de límites consabidos, porque sólo ncra de liberarse del autismo al que conducman
son «consabidos» por el sector que comparte con lo-; crnces mutuos de calificaciones abstractas o ge-
el crítico la tabla de valores sobre el sistema del ucricas es descender aJ análisis de los contenjdos, y
mundo en que vivimos. Y por ello se pide el prin- 110 porque haya que esperar necesariarnent': que
cipio si no se desciende al análisis para incorporar 11e este análisis deb,1 r esultar un acuerdo; sena su-
en él los criterios de otros sectores que no com- ficiente que resultase: una definición más precisa
parten tales juicios, aunque no sea más que para 1lcl desacuerdo.
refutarlos. Con lo que hemos dicho no tratamos
de reivindicar la argumentación Jel «relativismo
cultural», ni siquiera la del «pluralismo cultural» o
la del «relativismo axiológico»: lo que es telebasu-
ra para tu1os, no lo es para otros; lo que es sublime
para unos, es ridículo para otros. Por tanto, en una

104 105
3

Telebasura e intinúdad

La intimidad como resultado de un


«barrer para dentro»

1. La televisión basura desvelada, tal como la


1111n os presentado, nos lleva a los asuntos relacio-
11 u los con la intimidad. Obviamente, no todo
1q11dlo que se cubre y se protege mediante el es-
111do de la intimidad) pero si (a nuestro juicio) una
,,, an parte de los contenidos que llamamos «ínti-
111os» pueden considerarse como procedentes de
1111 «barrer para dentro» muchas cosas de nuestra
, ula pública, que al ser encapsuladas en su seno,
11 :111 configurando nuestra «vida pr:ivada». En
e 11:1lquier caso, la interpretación de la intimidad (al
111cnos, de una gran parte de la intimidad) como
11:1..,ura puede au·ibuirse a las tradiciones religiosas
1¡11días o cristianas, en nuestra cultura) si traduci-
111os la -:~basura espiritual» por el <<pecado>;,-. La
111'ilitución de la confesión puede así relacionarse
, 1111 una operación de limpieza que está muy vi.n-
' ulada con la operación del barrer «hacía fuera»,
11 limpiar las almas, descargándolas de su basurn

107
Cil1irltuJl, 1ncdün1c la ronfl."'oi11n 1,nt"\'rcimc, t~ l• I .. ,lcrcdao .1 b in1in1id id• 1.lU!k íu.nw1nrn•
)OS ofid<H de •l-U1niJtt(J•• en t'uJnro r11inr,1ro ilcl , 11\l: (pnr l:t .i1,~1ri1u•. rdlcpc.u ~hrc todo en
111\ p11:l1nburu,. Jt lu kyc,.) ('11 idc-u CU)"2 o,.c11ñ-
Seoor, ludn que b 1,a,ur.i l."'!l[llí Jt\l 111u\·dc :iniqm
hJ.1 ¡,or d pN",lrm ) ti .1hsoJu,1on_ L, Ct)n(o.100 l 11I \' coní~ón (Qntr.uu 1nuch2,. , ~ c..n t.

podóa Jdinir~L, cft,,!e c,u l>l!"pc-ct1\·-1. cilrnr, l;a Llfcc:i_..ión C"C•n b que 5< logra la ~tinicion (le ls.. fi-
opc-r.aci6n inn~,.. ( J, rrer h;1dJ fuer I ron objtlO 1(\ltll en íuna6n di: la e r~11.i,ittal• uc 1, e; Ctlll frvnl,l •
,l.c loirar b purgJ o 1,, e,ur,.,,. cfd ,inccscino C$p lOC\CS c-ntrc bs siluacion~ •1uc b rot11b11 ,oc1JI
tHuJ1•) 1lc un,1 prt\·r.a o~r.idé.>ll dir«u (•Mnn
Cllb lpc:>e1 ,~ l!clu111un(..,. F\ rcl:nw.a1mm1c ll!·
p.1r.1 clc..'Jllro~) ron5tiluthJ t.le fa in1inü1hJ. CJ1tC -1Cl,pnés ele b Sc~Unl1:& ( ;u,rr• ~1und1al-
b ,m 1'1er:1cic,n de: la rnrin11dad como un l11c,i 1u-
r tK,, con u~12n1h 1d.1d prupta y d1ícrcrtc1.1hlc de
J,;¡ ioti1ni<Lid cou10 un dc:ttcho po,ith-o ,trm bicoc-. culmn nu·.:, eo,no p11c:d:1n "4lr(o d d,•.
rtthu 1 1J pn•p1cd.i<l 11nv-.uh, el que se ~IJcio,u
2. l. 1 in1i111id.sd mJ1ndu1I -la ,;,l1 ,nonu b un d delito dd .11fa11.u111cnlo ele anor,uJ.a... d dc-
ftCTIO ~J J~mor, el clcrcc:ho 2 l:i oculllción (por
\'Ida póv-,1d2- comtituyf: )'ll en b \fot'l(."lf ,! ntO<l~r
ru un dck hu, o si, quiete, ••n •bi,n ¡u,rdiro w111pfu. d~ un 1c:5umcoto ól6l(nf•J. tkrecl,o ~oc
pr()tcpJo poc l2S I()~ (., bri:1 r'-'11ª" r a411J mucho cc-5.1 trJ-. b 1m.1<rtc lid tcrudor}, el Jcrttlk• al ~-
~ k, que m b li1cr.it11r.a Jt11frl1c:1 ~ ti,, e'-<.'nto ~, ueto. d ,lercc.-ho al honor 1,ct'l,On.d, el ,kf-ec+iua la
ll!l'c el c.1crttho :e b pn, .o0cbd. ¡1111¡1i1 in1Ji<n )" a ,,rtSCl'lf ~u difusión, f'Of Í11to•
Y, tn efe, to, ~ en el l\ rreno Jur-rcfico e,, clonJc, r:ifb o por tooisiói,.
podc,no~ ""per•r cncontr,1r Mll lltl)'Or I rttis.ión L:a •JO('tr-i,;1-.. )' ta~ propil!> lqcs. h.ibfan te>
Jo)-.& sin Juli1, im\irc-e1:1 o p)rchlrncnrt', :ac.pcc
un, .le11m1t.1cion ,Id C'OJllcpco de in1í111idlil res
p«to de ocrt•~ tvoc,;ptu..: qm.: 111tcrs«t2n «>rl ti, 105 que 1cni1n mucho ()ur ,cr con d dcn.-cho l.l'
tic un n1111l0 111.1, o meo,~ profundv. porque es m 1n1imiJad, dCGte b!> p<:l"¡>eclt\·..as m , .. ,IJvo.:f"',.t.~
i;5t(: terreno en ,fonde: lubtin Je t :nar ÍC)fm.1
l',ar:a rcícrirt1~ b c:poo n,ndcrr1,¡, Augt.lSIQ l(ó
plíc11a (•c1tnc.>cpu ,1 ~ b., can1buntcs ~tu.adon~ ,lrr. C'n un lrl1ru t"ih1tc, dt1 cm l 8.J6. o(n.~c: un C'J.
1 logu ,le dcrcc-hu:, n;1tur1lc<. • (o .. Jcrcchn-. hu•
c¡uc \,111 lY111fig11rJnil~cnd uifiro ~,cul, cc-mi6
111100. pulfuc.'O o rcli~,ow 'jUC ti~c 111g.ar cntte le"°
n,
mano1,•, C()tnu se kc. ll.11111 hoy) .. 1.:' tu, que
·•~UI n ~lU~~-iOIU!'l ,,intorc:5'~ (,1l lllCltf~ ~1.1~
mJ1vrcfu1,s o grupos hum1no5, Por dio es 1211 tlts-
tmt.t l.1 oau de b íun bn1Cfltacion 1lc 1,-" Jerc se r.i~ cun1cu1pt I dc.-=dc l:l ¡~ti\".l Je 1os d.crc•
~~11)S l1unu11r.-.) que. s:in c111lurg1,, bo}· poúrún 'KO•
chr.,, o Je los Ir.en juñd1e-01ó} l.a ~"-1 l,1 •k l u Jcti•
nición (Qn(C ~,i:al. ((~IX a l.i fig,tr•-1 de la •intimW:lJ•: sqcún ttooer

JI 109
nos asiste un derecho natural a que no se nos h1 , , •to. En el contencioso que se suscitó en Italia a
ga_n preguntas embarazosas, o a que nadie entre ea 1, ooposito de la publicación el~ l~s cartas de ~lara
1n1 habitación sin hacerse anunciar. La doctrina I', 1 ,ni, la amante de Mussoliru, la sentencia del
norteamericana habJa del <<derecho a la privM1 •11l11111al de Milán de 24 de marro de 1955, dijo
dad», que algunos fundamentan a partir de un 111 •es ilícita la publicación de una carta de un di-
«derech o a la soledad» (Right to be Jet alone). 1111110 sin el consentimiento del padre del supervi-
~ uchos juristas consideran, sin embargo, que 11•1Hc, aunque éste no fuera hallado».
tan importantes o más que las cuestiones de funda Fn cambio, en la España dd 2001, el diario
men ~a~ión son ~as. cuestiones de delimitación que ¡, 1 ~onalísimo de una empresaria envuelta en un
los cod1gos o la JUilsprudencia van llevando a cabo 11111ceso jmlicial de estafa escandaJosa (Pilar Gimé-
En España, la primera referencia jurídica a la «sal 11, '/, Reyna, de C'rescartera), en lugar de pcrmane-
vaguarda de la intimjdad» la encontramos en la úl , , en el secreto del sumario, ha sido publicado y
tima década del régimen de Franco, en la Ley de 111\ 11lgado por todos los medios de comunicación,
Prensa__de ~ ~ de marzo de 1966. La Ley orgánica dr ~ 111uchas de sus páginas han sido televisadas una y
proteccron c~v~l del derecho al honor, a fil intimidad per 1111 a vez sin que nadie haya visto en ello lll1 atenta-
sonaly familtar y a la propia imagen, tiene fecha de 5 ele, a la intimi<la<l de la acusada.
?e mayo de 1982. Por ejemplo, la difusión de una
imagen puede implicar jurídicamente una viola-
ción a un derecho de la persona (por ejemplo, a un Intimidad y soledad
d~rec~? a la o~l~ci?n), aunque no constituya una
v10lac1on a su tnttmtdad. La casuística, tao abun- 3. Pero la ideología sacralizadora, por decirlo
da1:~e en este terreno, muestra la oscuridad y con- ,-.í, de la intimidad individual, no se circunscribe
fus1on del concepto de intimidad, en cuanto bien olo al terreno jurídico y es muy anterior a la so-
jurídico. Un~s veces la norma jurídica protegerá, nc1lad actual. En las tradiciones crisóanas se vin-
como con tem do de la vida privada más íntima, to- nda la intimidad individual con la vida misma del
do aquello que se relaciona con las creencias r eli- l:spíritu, con la «conciencia» y con la <<Vohmtad»
giosas º. filosóficas «de la persona» (que ya no será que, en la medida en que es libre y respond~ de sus
neces~no d_ecJ~r~r en documentos oficiales); en .1ctos, habrá que concebir como un fuero mtemo
cam b10, un tndIV1duo o una empr esa estará obliga- inviolable. Según los teólogos escolásticos ni si-
do a declarar a H acienda las más profundas in timi- 'luiera el Ge1úo Maligno podría penetrar en ~os s~-
dades económicas de su cuenta corriente o de su c-reta cordis, q ue estarían reservados a la C1enc1a
cartera de acciones, sin perjuicio de su derecho al Divina.

110 111
Desde este punto de vista, la teología católi, .,
significa una enérgica restricción de la tendenci,1 ., La sacralización de la intimidad y sus límites
identificar la intimidad con la soleda<l. Esta ide01 i
ficación, para el cristiano, no es sabiduría, sino nt· 4. Sin embargo, la sacralización de la intimi-
cedad, ignorancia o pecado. La vida íntima no t, d ,d individual (del <<fuero interno» de mi con-
propiamente ahora una vida solitaria, porque en l., • ,cncia) tiene sus limitaciones naturales, y no es
máxima soledad que pueda alcanzar el cristiano en "no una exacerbación del supuesto individualis-
el retiro monástico o en el jardín epicúreo, el dia 1110 que se genera en determinadas sociedades, y
logo con Dios ha de darse por descontado (<<dt 110 sólo en las industriales (aunque en las socieda-
choso el feliz estado de aquel que solo en su cas.1, des democráticas haya de aumentar por morjvos
con sólo Dios se acompasa ... »). Además, este di~ 1''.l<,Í técnicos: la necesidad de votar o elegir a un
logo no es de dos, porque el Dios cristiano no es d , .1ndidato sin la influencia o propaganda de los
Uno neoplatónico («sólo son el Solo») sino que e, 1kmás; a ello se orienta la institución del «día de
ya una sociedad de tres personas (Padre, Hijo } l.1 reflexión» anterior a las votaciones). Se com-
Espíritu Santo). prende, por ello, que el principio de la inlimidad
El alejamiento de Dios, el agnosticismo y el 111dividual entre en contradicción con la realidad
ateísmo, y, sobre todo, la consideración de las ilc la vida interpersonal, tanto a la escala de lapa-
creencias religiosas como asuntos que pertenecen 1l'ja como a la escala de la convivencia en otros
a la vida privada, así como la supresión de la insti wupos sociales.
tución de la confesión por luteranos y calvinistas, En todo caso es mera ficción suponer que la
orientarán a muchas personas hacia la identifica 111timidad es siempre individual. Hay también una
ción de la intimidad con la soledad. Y este presti intimidad de g-rupo (frente a otros), como hay un
gio de la intimidad solitaria se reforzará en nuestrn secreto grupal. Hay una intimidad de familia, co-
sociedad con la protección de las leyes. El derecho 1110 hay una inti1nidad de pareja (la llamada «inti-
a la intimidad será considerado como uno de los midad de alcoba»); y está la intimidad del consejo
derechos fundamentales. F.[ acusado en un juicio de administración de una empresa o de un banco,
no estará siquiera obligado a confesar todas o cual- como está la intin:údad de un conse¡o de ministros.
q ~iera de sus intimidades, cuyo desvelamiento pu- La intimidad individual es sólo un caso límite. Se
diera redw1dar en su perjuicio; incluso se le tolera observa una tendencia a reservar el término «inti-
r~ la mentira, siempre que no redunde en perjuicio midad» para la vida individual, dejando el término
aJeno. <<privacidad» para la vida del grupo; pero se o·ata
d~ una tendencia muy débil.

112 113
El principjo individualista, que supone al indi-
viduo autosuficiente, dueño de su destino, intere- . · · de solidaridad>->-. No nene· m ayor sentí-
.
pnnctp10 . l. di ºduo y después la solida-
sado solamente por sí mismo, y sólo a su través por <lo poner prnnero a ~n VI oner rimero la
los demás (es el principio epicúreo que hace un si- 1itlad entre los individuos, qdue p Po (crente a
glo volvió a formular enérgicamente Le Dantec), 1 · d1. ·duos e un grup 11
'iolidaridad de os ~n :da individual. La célebre
puede ser considerado como una ficció11. El inte- 1
!creeros) y despu~ a tantas veces ha sido in-
rés espontáneo por los otros (sea altruista o no) es fórmula de Terenc10~ que( Hombre soy y nada de
tan inmediato como el interés por uno mismo, co- d l l umamsmo «
voca a por e 1 . tá ensada en contra,
mo muchos etólogos han observado. Responde lo humano me es ªJeno») ~s · P. diVJºdualista. La
Frans de Waals a una pregllllta sobre lo que pudie- . del humarusmo m ,
1>rec1samente, fi de interés esponta-
ra ser 1a especfficidad de los grandes simios en lo . ºd d» como una orma l
<cunos1 a ' , . o or los demás en genera '
tocante a la comunicación: <-<Yo diría, prudente- neo por los <lema;, y n ·~erados específica o indi-
mente, que los grandes simios tienen algo especial.
Tal vez se trate (como en el caso del gesto que con-
siuo por los <lemas ¡011~1 eno independiente de la
vidualmente, es un enom l o advertimos có-
siste en dirigir la atención de un interlocutor hacia nd
solidaridad. Cua o ..v:~s~ta:e~ rodea a los an-
un objeto que éste no ve) de una aptitud especia.! mo la mayor parte d,;; s1'ntamos solidarios
para adoptar, hasta cierto punto, la perspectiva del .J: no porque nos . l
lropomo11os, y . ºt nte haya suscrito e
otro, para tomar en consideración el hecho de que <:on ellos, salvo que este VISl a
éste puede, en un determinado contexto, no po- Proyecto Gran Simio.
seer tal o cual infonnación.» (l'vlundo Científico, nú-
mero 224, julio 2001, pág. 97).
En cíerto modo, el llamado «egoísmo trascen- ,
De cómo el numero de mi teléfono
d . . móvil
ti.mi.dad
dental», que funda los intereses por los demás en puede llegar a formar parte e rm 111
el propio interés -la asphalein o seguridad epicú-
rea- no hace sino reconocer, en lenguaje indivi- 5 L, intimidad es un hech o, y un hecho «que
dualista, los límites del individualismo, al admitir · ª indiscutible. Lo que es
hace derecho». E~t?, e~e los fundamentos de es-
que el tú está incorporado a la propia estructura discutible es la cuesndo~ h el alcance que, en
del ego. Ningún principio del humanismo puede h h Y de este erec o, Y h
te ec o .b ir tanto al <<hec O>>
dejar de lado este hecho, que ni siquiera queda re- consecuencia, haya que ~tr~ ~d d La fundamen-
cogido mediante la introducción ad hoc de m1 1 d h a la mt1nu a ·
co1no. , a p1r1tualista
«_ ~rec . o» d . timidad no sólo es me-
e 1a m
«principio de compensación» de la individualidad
tac1on es_ . ,
(ooplica una me tafísica del espíritu,
. ) como
.
previamente sustanciaüzada, como pueda sedo el cr ·
ta11s1caseparada, que cons1'deramos granuta , smo
forma
114
115
que está coordinada con la tendencia a ampliar 101- , 11 1anto que, al entrar en competencia, r~scrvan
lím.i tes de la intimidad hasta extremos utópicos. . :1 sí mismos partes del mundo compa~ndo con
11 11
Desde una perspectiva materialista, el hecho de , 11 ,os, a fm de preservarlas de las a~et~n~ias de los
la intimidad y el derecho consecutivo también ad- ,kmás. Reservamos para nuesu·a 1nt1rrudad (y la
mite una fundamentación sólida, y mucho más só- onstituimos con ello) las cosas comunes que po-
lida, a nuestro entender, que la fundamentacíón es- ,1, 1:11nos compartir con otros. La intimid~d ~o se
piritualista, que se mueve siempre en una petición nutre precisamente de un impulso de ong111alida~;
de principio, el principio de que mi derecho a la in- , 1111 frecuencia los contenidos reservados a la mtl-
timidad deriva de la supuesta intimidad originaria 11uclad son los más comunes o vulgares, los menos
de mi propio espíritu o «conciencia íntima». La , ,!,osos, incluso los más abyectos. El lobo entierra
fundamentación espiritualista de la intinudad sólo 1 su presa para ocultarla de los carro~eros; muchos
alcanza la vida humana (pues sólo en este caso cabe 111imales carniceros arrastran su taJada para co-
hablar de espíritu, se supone); en cambio, la funda- 111crla a solas, en su intimidad; tampoco el aparea-
mentación materialista de la intimidad, que no se 111iento es siempre público entre las diferentes es-
apoya en el espíritu, sino en el cuerpo de los sujetos (ll't:ies. Chimpancés y oranguta11es se _aparean en
corpóreos, se extiende también a la vida de muchos publico, p ero algunas variedades de g1bones o de
animales y aun permite reg-resar, a título de prece- <olobos se ocultan de sus congéneres para aparear-
dente, a la vida de los organismos vegetales. ,l' «en la intimidad de la pareja>>. Decir que su
En su sentido más amplio, en efecto, la intimi- l onducta obedece a una especie de «pudon> no va

dad podría ponerse ya en la relación que el orga- 111.Ís allá que invocar la virtud dormitiva del opio
nismo viviente mantiene con su medio. La intimi- p.ira explicar por qué éste pro?uce : ueño. El, pro-
dad se anunciaría en aquel proceso que se llamó pio pudor ha de tener una razon, y esta podna ~:-
«globulización» de la vida orgánica, un proceso 1 ivarse de la ventaja que él añade, en la selecc1on

que se manifiesta ya en la formación de la mem- 11:,tural, por ejemplo, como medida preventiva ~1-
brana de las células. Pero propiamente la intimi- ic un congénere dispuesto a arrebatarle la pare¡a.
dad de la que hablamos sólo podrá aparecer en el e)lra cosa es que el derecho a la intimid_ad _ele alco-
contexto de las relaciones de los organismos vi- 1,:1 intente ser derivado, por algunos ¡urtstas, de
vientes t:on otros organismos de la misma o similar principios mucho más sublimes. .
escala. En resolución, supondremos que la creación
La intimidad operatoria se iría configurando de la intimidad es un proceso evolutivo que apare-
en el proceso mismo de la conformación de la in- ce ya en la vi.da animal, en los animales ~ociales su-
dividualidad orgánica de los animales superiores, periores, y que se incrementa en las sociedades hu-

116 117
manas, pero en virtu<l de los mismos mecanismos, , ucrpos opacos. Es la intimidad que un enjambre de
aun cuando éstos actúen ·en una red de relaciones 1hcjas logra mediante la construcción del ~a~al,
cada vez más compleja. De este modo, llegarán a ,¡11e se oculta en una colmena natural ~ artificial;
formar parte de mi intimidad más recatada no sólo 1111a intimidad orientada a proteger al en¡ambre, no

los nombres comprometedores de amigos de uJl ,olo de los depredadores de otras especies (el oso o
pasado lejano, sino también el lugar de mis vaca- , 1hombre) sino también de otros enjambres.
ciones o el número de mi teléfono móvil. La opacidad de los cuerpos es, por tanto, la_ ra-
1on por la cual la apariencia visual de un ob¡eto
,potético según su anverso implica la ocultación
La intimidad se conforma gracias a la dt• su reverso. Por ello, en el espacio óptico (sin
opacidad 11cccsidad de hablar de un espacio topológico), no
hay anverso apotético sin reverso. A:t!verso Y_ re-
6. Es evidente que la intimidad de los animales verso además han de ir referidos a ob¡etos firutos,
dotados de aparato visual (es decir, para utilizar w1a iunque sean de un tamaño muy superior al de los
redundancia, de «visión apotética»), solo podrá al- nrganismos, por ejemplo el tamaño de la Luna.
canzarse a través <le la «opacidad» de determinados Podemos atribuir a la Luna un reverso; pero no
cuerpos que forman paJte <lel mundo o entorno del , .,be atribuir al mundo visible, en su totalidad, un
animal. Si todo lo que rodea a un animal óptico fue- inverso. Puedo rodear a la Luna para ver su «cara
se transparente la intimidad sería imposible. Nin- oculta», su reverso; pero no puedo rodear al mun-
gún animal podría ocultarse del acecho de otros 110 para ver su cara oculta, el «reverso del mundo»,
animales; no le sería posible esconderse, simple- porque el mundo no tiene reverso.
mente por falta de escondites (el concepto de «opa-
cidad» habría que extenderlo a la opacidad sonora).
En realidad, y por encima <le las necesidades de La intimidad del grupo es previa a la
la ocultación, la opacidad es correlntiva, en primer intimidad del individuo
tém1ino, a la visión, y, si to<lo fuera absolutamente
trasparente, no po<lríamos ver ningún cuerpo apo- 7. Circunscribiéndonos al espacio anttopoló-
tético. Y esto es un modo de expresar algo <le siem- ~ico tenemos que partir del prin?pio de per1:1~-
pre conoc'ido: que la luz, expandiéndose en un espa- nencia en él de la estructura propia de la relac1on
cio transparente, es invisible. La intimidad de los entre visión (o apariencia apotética) y opacidad.
animales ópticos se consigue, por tanto, mediante Supondremos también que, por circunstancias
procedimientos de envolvimiento de su cuerpo con que aquí no sería pertinente examinar, una de las

118 119
primeras formas de encubrimientos opacos de lo 1111l·rioridad ideal delimitada por mi piel o estuche
c~ales nuestros antecesores humanos pudieron t, ,, póreo, hasta el revestimiento de este cuerpo, o de
disponer son las cavernas, cuya opacidad ofrc:, l l 1, partes pudendas» suyas, por vestidos.
cobijo a grupos de individuos, más que a los inclín El hombre, definido erróneamente como el
duos, proporcionándoles una intimidad grup.,I 111000 desnudo», se caracteriza precisamente por
frente a otros grupos de animales o, en particul.11, 111 contrario, es decir, por su condidón de «mono
de congéneres. A esta intimidad se incorporan111, \l'Sl ido». Diferentes formas <le encubrimiento
en su momento, las figuras numinosas pintadas m (111:is<.:aras, delantales, estuches penianos ... ) irán
las paredes de las cavernas, cuyo emplazamicn111 , ,cando ámbitos de intimidad individual que origi-
recóndito los preserva de la mirada de otras ba11 11 ,riamentc son propiamente corpóreos (es decir,
das cornpeLidoras. A fin de cuentas las funciont 1111 indirectamente corpóreos, o dados a través de
propiciatorias de caza que suden ser asignadas por 11c.·iones ligadas a símbolos corpóreos). Podríamos
los paleontólogos a las figuras representadas en fa, 1111.:dir el incremento de la profundidad de esta inti-
cuevas de Altamira o de CJ1auvet, por ejemplo, st· 111idad individual por el incremento de las superfi-
rían «secretos» útiles; su posesión sería disputad., ' 1l!s corpóreas cubiertas por tejidos opacos en las di-
por otras bandas competidoras. A las cavernas su krentes épocas históricas. La superficie cubierta
cederán, en épocas sucesivas, las cabañas, las casac;, lkga al máximo en algunas civilizaciones antiguas
los templos, los castillos («mi casa es mi castillo>>), ( 1rajes talares de sacerdotes faraónicos o mesopotá-
como recintos de mi intimidad grupal. La misma 111icos, corazas de guerra, burkas o velos islámicos).
«intimidad epicúrea» (lathe biosas, vive ocultamen ¿Puede concluirse que las tendencias de nues-
te) es antes una intimidad de grupo (de.; la pequefüi tros días hacia el nudismo han de relacionarse con
«comuna»- que vive en el <<Jardín») que Lrna inti 1111a disminución del sentimiento de intirnidad? Só-
midad individual. lo en parte, porque además de esa intimidad estric-
La intimidad estrictamente individual se forma- 1,unentc somática subsistirá la intimidad ampliada a
ría a partir de la intimidad tribal o grupal. Podrfamo~ los bienes (siempre corpóreos) vinculados mediante
señalar diversas vfas hacia la formación de esta inti- 1.11nbolos a la vida profesional, a los t1egocios, a la
midad. Desde la proyección de mi cueva o de mi ca- vida personal». Y si el hombre se puede caracteri-
sa am! propio cuerpo (como recinto en el que cam- zar por su condición de mono vestido, entonces ha-
pea m1 ego, una vez que ha perdido el dominio sobre brá que concluis que un hombre desnudo sigue
su entorno inmediato, arrebatado por otros hom- siendo en realidad un hombre vestido, aunque con
bres), es decir, desde la reducción de la interioridad un «traje cero», cuya intimidad se mantiene apo-
delimitada por el recinto de la cueva o de ]a casa a la -;cntada en lugares cxrrasomáticos o pretéritos.

120 121
Especial interés, en el contexto de este ensayo, t1p,1cida<l a quienes, aun reconociéndolas como
reviste el análisis de la intimidad propia de los indi rdaderas, en lo fundamental, se atengan a la
viduos «electores o consumidores responsables• t1111repción ordinaria de la televisión como un ins-
de la so ciedad democrática. N o es lo mismo la inti 1111111ento definible por su supuesta función de
midad que se recorta en una sociedad feudal que la h 1t·ernos ver a lo lejos los objetos», de acuerdo
intimidad individual que se recorta en una sodedad on la etimología del término. ¿Qué tienen que
democrática de consumidores de mercado. FI , 1 t·on la televisión, en general, y, por tanto, con
principio general es el de la conformación de u n l 1 1clebasura, en particular, las precedentes consi-
«fuero interno» inviolable de libertad, que hay que tl1 r.1cíones sobre la necesaria opacidad de los cuer-
atribuir a quien es capaz de elegir los bienes que le p11-; en el mecanismo de la visión?
ofrece el mercado. Un mercado libre y competiti - Pero e1 reconocimiento de la pertinencía de ta-
vo no puede condicionar o determinar unívoca- consideraciones está asegurado para quiene~
mente al consumidor, porque en tal caso el consu ,, l pten la definición de la televisión por la clarivi-

midor, convertido en wia suerte de vegetal que 1, nc:ia (definición que hemos expuesto en el liLro
necesita nutrientes, dejaría de ser elector, y el mer- l,·l,-visión: apariencia y verdad, Ge.lisa, 2000).
cado desaparecería o se transformaría en un meca Que hacía falta una nueva definición de t~levi -
nismo similar al de un sistema de riego gota a gota 1011 , en general, que manifestase su esencia era
de una plantación. El consumidor ha de poder ele- 1,bvio en e l momento en el cual ad, ertíamo& que
gir las mercancías alternativas, porque sólo así ca- l 1~ definiciones habituales (ceñidas a la conceptua-
be un mercado diversificado, del mismo modo a rn'm originaria del ingenio televisivo, concepma-
como el elector debe poder elegir a su candidato :1 1on vinculada a la etimología de qtúen impuso el
representante del pueblo entre un conjunto de nombre al invento) eran completamente inadecua-
candidatos alternativos. 11:is, por no decir ridículas. Definir la televisión co-
111 0 un instrumento que logra por fm hacer ver
1111,ígenes a lo lejos es, por de pronto, una simple
La esencia de la televisión es la 1 l•dundancia, si se tiene en cuenta que -<-<ver» es

clarividencia, es decir, la perforación de la .,empre ver a lo lejos: basta mirar a simple vista la
opacidad. Televisión formal y televisión Luna para ver a 300.000 kilómetros de distancia.
material \demás también se utilizan aparatos de televisión
para ver muy <le cerca, a menos de veinte centí-
8. Muy poco pertinentes parecerían estas con- mclros, en cirugía del tórax, por ejem plo. En
sideraciones sobre la interna conexión entre visión , ualquier caso, los conceptos redundantes «ver a

122 123
Jo lejos» (o de «ver más lejos de lo que ve la vision , , lo que hay detrás de un cuerpo opaco contem-
ordinaria,,) estaban ya utilizados a propósi to clr 1•l.111do una fotografía hecha desde el otro lado,
ü1strumentos t~les como e1 catalejo o el telescopio ,pu• me sea aportada. Pero esto no es clarividencia,
¿Cuál es la novedad característica de la telev1 1110 visión de «reverso retomado».
sióo? Si no puede cifrarse en «ver a lo lejos», lo Con esto queremos decir también que la tele-
que es irrelevante, habrá que poner esta caracterh •,1011, en su sentido estricto no puede h acerse
tica en algo que la televisión logra con exdu siY1 ,¡11ivalente a la televisión en su sentido ordina rio.
dad. Y lo que logra es «ver a través de los cuerpm 1 ,te sentido ordinario o empírico se refiere al re-
opacos». A esta capacidad, tenida en tiempos por ', ptor de televisión, al televisor o a la telepantalla,
?1ágica, y que pre tendió ser poseída por algunm , 11110 si ésta ofrece escenas que están ocurriendo
un p ostores, como el conde de Puysegur, se le lla 11 él instante tras cuerpos opacos interpuestos, co-
mó «clarividencia». 11111 si ofrece imágenes procedentes de un vídeo
Según esto podríamos afirmar que la caracu: , ,,11tiguo al televisor, o de una película de dneclub
rística específica de la televisión es hacer posibl< , 1nmsmitida por una emisora de televisión. Sólo
la clarividencia. Mediante la televisión podem o, 11 el primer caso -el de la clarividencia- habla-

ver no ya a lo lejos, sino a través de cuerpos opa ,, mos de «televisión formal». En los demás casos,
cos interpuestos. Podemos ver lo que se ocult :1 11 los cuales el televisor se utiliza como mero apa-
detrás de los muros de una casa, lo que se m uew ' ,10 catódico para recibir imágenes que son bási-
detrás de mia cordillera, y aun lo que ocurre, con .. ,mente las imágenes del cinematógrafo, bablare-
fa Tierra interpuesta, en nuestras antípodas. P ero 111ns Je «televisión material».
es evidente que la clarividencia sólo alcanzará su La televisión formal es, por tanto, práctica-
verdadero sentido cuando lo que vemos a travé, 11 tl·n.te, la televisión en directo, aunque concep-
de los cuerpos opacos interpuestos lo estemos 1,nlmente no puedan identificarse ambos concep-
viendo en el momento mismo de mirar (con lo, 111s. La televisión formal ha de ser, desde luego,
desfases de milésimas de segundo derivados de la 11 lcvisión en directo, pero no toda televisión en
velocidad de la transmisión de las ondas electro directo es, por ello mismo, televisión forma l. Al
magnéticas y de los mecanismos de la transmisión 11wnos específicamente formal, si los escenarios
o de la digitalización). 11lrccidos carecen del <<dramatismo del presente»
Clarividencia es ver lo que ahora mismo (en el rll'tcrminado por la visión. No h ay televisión for-
presente práctico, que no cabe confundir con el 111:il cuando sea írrelevante, en los contenidos, un
instante acümensional) está ocurriendo detrás de 1 il dramatismo, sobre todo si además no median

un cuerpo o de ciertos cuerpos opacos. Yo puedo 1 11c.:rpos opacos entre la cámara y la telepantalla.

124 ]25
La televisión que nos ofrece en directo un escena l .a televisión formal no es una reproducción,
rio celeste natural que se puede ver a simple v1 111~-; o menos fiel, de la realidad, sino la realidad
simultáneamen te es televisión en directo, pero 11s111a ante nuestros ojos, de la mism a manera
es formal-específica (aunque pueda considera 111 la Luna que veo en una noche clara, o el avión
genéricamente como formal): esta televisión se 11• t11l·ida estrellándose contra la segunda tone de
rece más a un telescopio. Cuando nos referimo m·va York, visto directamente por millones de
escenarios del espacio antropológico (o cultural 111, ,nnas gracias a la televisión formal, no es la re-
el «presente dramático» se convierte en una con pr11clucción que mi retina hace de los hechos, sino
dición relevante de la escena, y entonces la telcvi L1 1l'alidad misma ante mis ojos. Y muchas veces,
sión en directo será siempre televisión fonnal. h realidades procP.sales que percibo a miles de
Como corolario de las ideas que anteceden bd ,metros de distancia, las percibo mejor, o de un
puede establecerse la tesis de la existencia de una 111nclo más global y completo, que quien las está
diferencia fundamental, «topológica», entre 1a t 11111 indo de cerca. El día 11 de septiembre de
levisión formal y el cinematógrafo, tan frecuente 11111, inmediatamente después de estrellarse el
mente confundidos bajo el genérico «aparatos cnn I" 1111cr avión contra la primera torre gemela de
pantalla>> (a su vez subdivididos en «gran pantalla '1.111hattan, quienes estaban en la segunda torre
y «pequeña pantalla»). En otro lugar hemos estu 11111cnzaron a evacuarla; más de quinientos em-
diado el alcance de esta distinción en el análisis del pl .1<los de un banco japonés, que estaban salien-
«mito» que podría ser considerado como mito 1111 cid edificio, fueron connuna<los por sus jefes
fundacional de la televisión (más que del cine), a , ,t,1 janovisrns» a volver de inmediato a su traba-
saber, el mito de la caverna, de Platón. jo -.in advertir (como lo advertían quienes mira-
No hay que confundir, en todo caso, la telev1 11.111 la torre por televisión a miles Je kilómetros
sión formal con los re1tlity shows. Se supone que un ti distancia) que el segundo avión se aproximaba
reality show, en el que los invitados cuentan su1 ) ,l' estrellaba contra sus oficin:is, cuando quienes

dramas personales, es televisión formal; pero en i11 d,:1ban de salir intentaban volver a sus puestos
todo caso sería reality por ser televisión formal, 111 trabajo.
por el hecho de estar confesándose ante las cám.1
ras determinados individuos en un momento d:1 La televisión formal como desvelamiento
do. Sin embargo cabe siempre un reality show fa de la intimidad
bricado para el cine; como también existe d
cinema verité, el realismo socialista o el cine neo 9. La importancia antropológica de la televisión
rrealista. l111mal sólo podemos entenderla cuando tenemos

126 127
en cuenta el signil:icado de la opacidad (del qu t 11puh1ridad en este orden de cosas fue el descubri-
acabamos de hablar) en la constitución de las <· 111tl'llto del lenguaje de las abejas por Von F risch,
tructuras de la intimidad (deJ dentro) del ani111.1I lt 1t'l.! ya casi un siglo, gTacias a la instalación de col-
óptico, tanto cuando se le considera individual en 11wnas en las que se había «neutralizado» la opaci-
mo grupalmente. Porque entonces, 1a television .1111 (y, por tanto, la intimidad correlativa) median-
fonnal, en la medida en que de algún modo ten~• • una pared transparente. P osteriormente, la
la posibilidad de «desvelar» lo que lienc un cara1 1111 lir.nción de la cámara oculta como instrumento
ter íntimo (y se comprende fácilmente que el apru li investigación científica, en el campo de la eto-
vechamiento de esta posibilidad estará siempr logía y en el campo de la etnología se ha hecho ha-
abierto, no ya meramente a los intereses comerci:i l 111ua l. La hemorragia de documentales televisados
les, sino simplemente a nuestra curiosidad como ,,11~ nos ofrecen la vida ínti.ma de los pingüinos, de
primates), entonces la televisión formal ten drá q11 1., , leopardos, de las cebras, de los bororo o de los
ver muy principalmente con ese desvelamien to ilt , 11\omamos, así lo demuesu·a.
la intimidad. La cámara oculta puede desvelar intimidades
Desvelamiento de la intimidad que podrá tt il,·1mayor interés, muchas de las cuales se conside-
ner lugar de dos modos fund:unentalmente opun 1 111 inmundas, asquerosas, abyectas, censurables,
tos: el modo del desvelamiento «puro» y el mo, lu d menos para los niños o para las <<personas poco
del desvelamiento «consentido». 1111 madas» (expresión esta, por cierto, muy próxi-
111.1 a la expresión «círculo cuadrado»): escen as

• tr1lógicas de sexo, de cloaca, de ferocidad violenta


La televisión delictiva no es, por sí mism.1, (, omo la del «hermano chimpancé» devorando a
televisión basura 11 cría). Pero es evidente que aquí no podríamos
1, ,hlar de televisión basura en general.
(1) F.! desvelamiento puro, sin conocimien10 Por tle pronto habría que comenzar hablando
ni aquiescencia de los actames, es seguramente l., ,h basura desvelada por la cámara oculta. ¿Y qué
forma más notoria del desvelamiento, una for1111 11.1LUralista (salvo que fuera marcionista) se atrevc-
que en televisión se lleva a cabo principalme111, 11 , ;1 hablar de basura refiriéndose a esas escenas
mediante la técnica de la cámara oculta. Un pron .11· sexo, de cloaca o de ferocidad violenta, propias
dimicnto que es homólogo, por lo demás, a le 1 ,1,· la vida animal, o de la vida primitiva? Se objeta-
métodos de observación de campo utilizados pe11 • , sin embargo, a los documentales etológicos o
naturalistas y etnólogos a lo largo de los siglm , 1no lógicos tan frecuentes en televisión, su com-
Uno de los resultados que ha alcanzado mayor pl.lcencia ideológica al subrayar ciertas escenas de
r

128 129
ferocidad o ·de violencia, en la medida en que • ·Por qué llamar basura a esta especie de televi-
c: l . .
ellas s~ les ª?"ibuya una intención de legitimaciun .11'> n? ¿Por qué negar su interés para a mvestJga-
de la v10lencta o de la ferocidad entre los hombn· ' 1ón policial, o para la investigación ci_e~1?fica :n
Pero esta intención ideológica, si existe, no pucil l(Cneral? Aquí podría hablarse de «telev1S1on delic-
llama~se basura, salvo por pereza. Mucho más gra 11 va»·, pero no de televisión basura. Un programa
ve ser~a. ~ensurar esta televisión etológica desde 111 c¡ue ofrezca una apología del terrorismo etarra es
supos1Cion de que ella no desvela, sino que proyl'l' ~in duda un programa delictivo, pero no es, por sí
ta en la «Madre Naturaleza», las violencias hum .1 mismo, telebasura.
nas: «Darwin proyectó en las sociedades animalt· Es enteramente confusa la conceptuación de
-decía Marx- la misma lucha por la vida qur los llamados <<programas de investigación» como
Maltbus observó en la sociedad victoriana.» ,•jemplo de televisión basura, sin más. E~ luga~ de
- Cuando la cámara oculta se aplica, no ya .,1 1devisión basura habría que hablar aqm sencilla-
campo etológico o etnológico, sino al antropológi mente de televisión ilegal, o si se quiere, de televi-
co del presente, la violación de la intin1idad pued, ,1ón inmoral, si ella conculca no sólo las normas
resultar ser ya mucho más delicada e incluso dt' Jurídicas sit10 también las normas morales de una
li~tiva, sin perjuicio de su condición de desvela r;ociedad determinada. Pero esto no la convierte
rruen_t~ puro, y precisamente por ello. En efecto, l.1 l'l1 basura sino a lo SlUUO en «información clasifi-
telev1S1on parece que conculca ahora los derechm cada» (q~e convendría conservar y no aniquilar,
sagrados de la intimidad, derechos que ya no puc rnmo material de investigación reservado a los ex-
?en destrozarse en nombre de los derechos de l.1 pertos). La bioética ha hecho ya popular el princi-
mvestiga~ión cienúfica. Pero precisamente porqm· pio de que no toda investigación científica es~ a~-
esto es crerto, como cuestión de hecho no estar., torizada por el hecho de que ella pueda cont:i?wr
jus~cado llamar televisión basura a la ~ue utili7a al conocimiento de la verdad, y aun a la utilidad
la carnara oculta para desvelar escenas íntimas dt· eventual de otros hombres, cuando los procedi-
alcoba, diri_gida contra algw10 de los protagonis mientos para alcanzar estos conocimientos inflijan
tas, o por simple morbo, o las reacciones privada:, lesiones para la propia vida del «cobaya>->-. El c<_)n-
del conductor de un automóvil detenido en u11 flicto dialéctico entre la investigación científica (la
atasco o el comportamiento de los individuos que investigación biológica, por ejempl~) y los inter~-
forman un corro de consumidores de LSD o in ses éticos representados por la medicina, es decu,
cluso de las acruaciones de los asaltantes a u~ han el conflicto entre biología y medicina, obliga a dis-
co, cuya intimidad queda violada al ser registrados tinguir los conceptos de maldad y de basura.
por las cámaras de vigilancia.

130 131
, Pe¡ '\;.a\Jrro iía:adicndo que se i\n a .. ,cr lO-:
l .4 te1a-i ión obsceJl;i "º c., \11•, . • •> :,\ dfa ,;ib"llkntc, d dcb,.1tc en torno a "'
11111 ,le l.a!i \·1c11111." h:abi:a clc¡.cdo pdo~ púlncos en
nc:~lrilmentc tcJc:\i~ión "'.,sura
li re1¡•J de sll .,s:c:,1110), con f,;1 tut~,tu JI fMSl"Cll~glJ
(l) El ~~'\Indo rno<lo <le d~'('Jam1mto es el (11,n , 11it."O•ÍCi\111nl!'nol11:tt<.'O•:I n.ilítu.' l que :lCJ.l\ tc..-u
desvda,n.iento con~nriJo de in1imichd1:"s, ('OQ 'º'"" un hilo rojo).; ,,ros:a filt)SÓli(':). fr-.ul«SJ: •L.o
2qu1~nd:1 Je los 2<1:ant~. Por l,1i r.uonc., qut • cno aquí ~den tse \·cr ;,.l,u,-i,"O, que tr:tnsíor-
:.1dudremos;, ¡l()(tri-n,o-.. r~,v,1r ¡t.ir.1 C'\tch c:1,os la nu li inf1,nnJci(,n m inqui,ici(m y retlU('C 1a 11_c-
JcnQJuÍn3CÍón ele .. tdt\ J<.1611 uJ~en 1 •. ffl'1 1r.aci6n ~ u,-...1 pun, i-.ihili1.;ici(1n1 tlontlc d ,t,...-

Pcru n:t1i.'lnclo -11 rcrcnino •oh5<.·cni•.bu• d 11,~, tclc:vi"'"º C'tJbr:il ,11 lc1,ríti111id,1<l de:" su prop,.1
~nt1d1• .1Ír.an{~JJt1 que ,íguc.: :actu.anJo en untOI r1111nd:1ci(m, dond1:, c:n un ;u.•to ¡u:rfornutivo. el
lrl\ i:il •lo hc ,i'ito en l:i t~lc• ~ erige en le~·)' con•
c-1it1c~ C.>p.l1iolc'I. >' que: actú~ t11nbién, como no
podn:i ser lle otro anudo, en un artfruh, puhlrcJJo u iv·.a d 111c1lio co1110 lubl.2 in..,ina~·cntc de rc2li-
en el núnu:ro lO I Je I Rr. in,, Jr Ot,id~n1r ( L.1 in d1J ..... ; 1\c,¡'.SO no h~r que conceder C2tuciJ.1J de
ti,njclaJ «>nio opt:a,1cu1o: de J,. tdcvcrJJd ,t b u: f\11,Pf ; una at1di.tnoi UCTI\O<T21ÍC'2, (JUC ~n :.u dill
lc~ur.a; h.aci:a una c\ti;ttc-..1 de Pu hipc:t\i-.iblc••• (~ nene t:.nnhién ,¡uc iltt.~.ar la, ••h,1bl:1~ 1n,11tuyc1uc:,
hrcru ,le 1991.), )' en d q11c s1.1 autor. (:trard 11c l.1 r~.1litbtt .. de 1o, < nttttL1to~ políuco, c¡uc -apJ•
,~, .:11 en l:1,; p.1null.1-.? J .o q,tc no e,:, tegíti,no es
ln1hcn, 111:1111cn1c;nclu,c 1tf r11:,r~. ("> tic ir, i1:no
1 ,mfundir IJ e1litie2dlin de l:.i ~.alid:id pu~b en
12,ulo tucln c:11:into ~t.í en el fonJo dd roncq1u1
de obx:~nicl.id y ,le ~" rel,ciun~ con d ronccp10 ( x nJ. es dC"cir. b .ol)....."CJu,hi.l obj(ti1.~•. con b
efe dJri\·iJcnci:a. C!01htitutho de b tdcvt\1011 for- a hí"'-.idón ,lt:: ~,ni .obs(cniJJcl ul;jcth·.1• atrihui•
uul. o con b distinción cn1re tclcb,1Mtr,1 f.ibric-Jd:a tb a quien <;l~ b rccalidiJ al escenario, o fAhric:1
o dcsvdadJ, ,e hnuu. C'On los rm1s r<:tórrcns recur- C'S2 r(')lid2,t (en C\l)'f> c:aM1 deji de -.cr ()tQp1:i111c~u:

sos oñcnudos .1 dL,;rnn1br un.1 (ontí.bron c;onc-cp .,,,.,ccni,b,l p.ir-,.1 conn:rtl~ en tl."2tro), o :1cnhu1rl.l
1u2I, ,11n,·üC:1r lo f>ll.ibr-.1 •o~nid1d• co,no c,fr,. 11 l¡uc l.1 ci.>nh:mpl.a (•ob,...""Cntd:111 ,td ,·i:r...), c:nrno
M ,uJicr.1 cx1>l•r uru obs(cnichd .al nutl(CI\ dd ,•tr
ele frnlo lo que ~ por sí 1ni 1110 ho,nndo o 1ndc
ccn1c• ._,n que <e; ncc."C$itC1\ in!,¡(. qlliC',lC'1ones: -.F.f (:al~o l'-Í c,in,o un1 c,h--<1:nid1J d,ctil u olfati\ .a).
flUC\'O circu td~·,,i\o: ,\lt"J~~r o 1J OU'\C<1urlati 1IC'I Pero u ,e!~ ¡,;ón obs«nl, si es 'ligo, es b tde-
\ 'Cr • hnbcrt pontifi~ (:a prop(>.s110 dd ,►rogr>JJ1u '!iÍ<-ión que pt>nc en ~Ct'na _<"º?'~nid,~ rC'\:f\':ldo,
Jcl 3 de junio de 1"97, en el que Fer n;.inJo C!arcfa. ., unl int1111ilbd que, en pnnnp10, nu qu1,1c:1'3 :-.a•
el p.,drc ,ft ~1,n,arn, .. Jfcv-.11l0 por b 1ocdi-Jtir..aci6n, lir ~n11, ,ino (M:m1.1net-er r<cat~cb dctr.1s tlcl
dcct.1ran•!o que 1b:i a asistir -a b autvpsii tic su hija 1dón. Por ello. todo c:au1hi;1 Cli.lndo c¡uien titile el

llZ l.J J
derecho a su intimidad, decide ser obsceno, y ~111 1 ¡ hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a
al escenario, es decir, se deja televisar con com1 n 1, \ trtud.» De hecho la sociedad puritana fue
timiento. El «consentimiento informado», cara ¡ 111prc acusada de hipocresía, de tendencia a la
terístico de la televisión obscena, incluso se hari , 11lrnción de la basura que se contiene en el recin-
constar en un documento contractual realiza,! ", d1; su vida privada.
con todas fas formalidades legales exigibles. t•:n este sentido, el segundo modo de desvelación
Obviamente las intimidades desveladas de 11111 lt Li televisión sería ya, por sí mismo, televisión ba-
do consentido podrán ser muy diversas: desde 11 111.1 y el principal criterio de estos conceptos, y no

intimidad familiar de un personaje famoso o ano 1 ,., de c-ausar cierta sorpresa que muchos críticos de
1,
nimo (escenas entrañables de juegos con sus hrjn• l I tl'lcvisión basura, que se tienen por progresistas,
~equeños en el jardín o en el comedor, escena "1ntcngan en el fondo estos mismos conceptos pu-
mocentes en las que, sin embargo, las cámaras t·t 111 mos al referirse a la televisión basura.
hiben aspectos acaso no previstos --o no debida , ... consideramos tclebasura (dice el periodis-
mente consentidos por el personaje, por ejemplo, !I 1, J,ivier Obach) la emisión de programas que mi-
es un político de izquierdas, su lujosa mansión ) li ·;\O la desgracia de los demás con ánimo de lucro,
hasta la intimidad personal de quien relata anct' , , que utilizan la intimidad ajena como eje de un
dotas de su propia biografía o incluso comunica, , ,pcctáculo» (lo del ánimo de lucr? perte~e~e al
con natural satisfacción, el excelente resultado dl' /111is operantis, externo a los contemdos obJeUvo~;
la silicona inyectada en sus opulentos pechos. h,1staría que el lucro obtenido por estos proced1-
El desvelamiento consentido mediante un 1111entos se destinasen a una ONG de atención a
consentimiento informado de la intimidad no po 11úgrantes para que dejase de ser basura). Tam-
dr~ ser considerado, en general, basura, salvo por lm:n el llamado «Manifiesto contra la telebasura>>,
qmen mantenga criterios de un puritanismo radi ,11scrito el 28 de noviembre de 1997 por CC.00.,
cal. Criterios que llevarán a considerar basura o l lGT, OCE, CEAPA y otras organizaciones, cita,
indecencia al simple hecho de hablar de sí mismo, 1n su punto 2, como contenidos característicos de
de su vida privada o de su fam ilia, en público: dr la televisión basura: «La exhibición gratuita [no
nobis ipsis silemus. Lo que el puritanismo radical ,,,bemos si gratuito se toma aqtú en el sentido teo-
considera indecente es, en todo caso, antes b logico, en el sentido económico o en el sentido l~-
exhibición de la vida privada que los contenidos ¡,ico de «proposición sin fundamento»] de sentl-
de la vida privada misma. Por decirlo así, para el mientos y comportamientos íntimos.» .
puritano, lo indecente no es tanto la basura o el Pero este puritanismo radical sólo se mantiene
vicio, cuanto su exhibición. De aquí el aforismo: tn algunos círculos muy restrictivos de nuestra

134 135
sociedad; además, los lúnites de la privacidad pu, 1 111 11l0 práctico más estricto(= lo que tiene que
tana son muy artificiosos y coyunturales, y son d1·, 1 li.1rrido, o, al menos,ocultado de modo peren-
bordados continuamente por los propios puritan11 ·• 111) .
que necesariamente están in mersos en las conic:11 Pero esta connotación atribuida al térm ino
tes de la nueva sociedad. ¿Qué puritano/a, fi rn1:111 .1h-.ccnjdad» es simplemente puritanismo radical
te ~el_ «Manifiesto contra la telebasura», dejará 1h 111hozado. Porque el concepto de lo obsceno es
exhibir sus «comportamientos íntimos» asociado 111.1 cosa. Obsceno es «lo que está puesto en esce-
al baño desnudo/en biquini en una playa? 11 , • lo que se exhibe a la contemplación de_ otros
,l1•wergonzadamcnte o con pudor, es l.o m1smo).
1 obsceno el escaparate de una tienda en el que se
El desvelanúento consentido de la 1m·stran, tras un cristal transparente (es decir, no
intimidad como obscenidad ,,p.1co) frutas escogidas, aves, trajes._..~ o~as mer-
mcías que han sido sacadas de la «mttm1dad» del
_ 10. No es el término «basura» c1 más propo1 1hn.1cén, o del arca en la que se guardaban, expo-
c1onado para designar al desvelamiento consentJ 11H'ndolas a la codicia pública, pero ineficaz, de los
do y, en especial, a la televisión desveladora con le ,mbrientos desheredados que deambulan por las
sentida. Más adecuado sería utilizar el término e dlcs de la ciudad. Ahora bien: sólo podría consi-
«obsc~nidad>.>. Podríamos afirmar, en líneas gene h rnrse basura a la obscenidad cuando se diera por
rales, mcluso como definición del «desvelamiento ,lt-mostrado que la basura consiste en el mísmo
consentido», que todo desvelamiento consen tido ¡11 oceso de la exhibición. Y esto es lo que se trata
de _la pro~i~ intimidad (personal, familiar, empre- dt· demostrar, lo que no puede tornarse como <le-
sanal, poht1ca, etc.) es «obsceno». 11mstrado, salvo petición de principio. .
. . Ahora bien, el término «obsceno>>, en algunos Y hay que dudar (por no decir, negar _tenm-
1d1om~s (en Francia, por ejemplo -acaso po.r fo- 11:1ntemente) que la obscenidad sea necesa°:a~1~?-
tluenc1a del puritanismo y de la filosofía del ll'basura tanto serrún el momento de la exhib1c1on
cogito- y en muchos escritores españoles más o ' º
(que corla obscenidad comporta) como segun e
, l
menos afrancesados y más o menos acostumbrados 111omento de los contenidos exhibidos.
a la ~etórica) sirve para designar el grado de inde- Según el momento exhibicionista, la obscen.i-
cencia o falta de decoro más grande .imaginable. d.,<l no puede considerarse por sí misma b~sura.
«Obsceno» es el término que representa, para los \1 menos en muchas sociedades, se ha cons1dera-
afrancesados cartesianos, lo más execrable desde el do, por ei' contrario, a este momento ~om~ la úni-
punto de vista ético y estético, es la basura en su ca forma de «ventilar» la basura~ de limpiarla, de

136 137
barrerla del recinto de la propia intimidad, en l.1 1 i-rcta que discurre habitualmente en el sofá del
que acabaría pudriéndose. Nada menos que la im I' 1coanalista), la obscenidad es considerada como
titución de la confesión pública expiatoria - inst 1 l I mejor forma de catarsis (limpieza, purificación,
tución en curso en muy diversas sociedades (Leyl', 1, 11 rido, purga) de la intimidad.
de Manú, inscripción del sepulcro de Ameng, de (;i El programa que dirigió Carlos Carnicero que
Xll dinastía ...) y, desde luego, en muchas iglesia, 11, vó por título Confesiones (1994) puede alegarse
cristianas antiguas y modernas que promovían l., , , ,mo prueba de que la obscenidad, a través de la
confesión pública de los pecados o miserias indivi lt.1sura desvelada en una confesión, puede servir de
duales (testimonio de san Ireneo sobre la conft , 11:lrsis ante una audiencia que absuelve o condena
sión pública de mujeres seducidas por el gnósti<:o 11 t¡ue se confiesa. En este programa, después de
Marcos el Mago)- habría de ser considerada co •111t.: un equipo de actores escenificaba la «situación
mo una práctica obscena. I" caminosa», se ofrecía al «pecador>>, que perma-
Incluso 1a confesión auricular, privada, ante el lll'<'Ía oculto en la penumbra, la posibilidad de
sacerdote católico, seguiría siendo una obscem , omparecer en pantalla, asumiendo la identifica-
dad, e_s decir, una puesta en escena, ante otra per • 1tin con el protagonista del drama, o bien de per-
sona, mterpuesta entre el penitente y Dios, de s1" 111.mecer anónimo. En aquellos casos en los que
propias intimidades (san Basilio habla de la neces1 l1.1bía comparecencia, la audiencia, representada
dad de vencer la vergüenza de confesar, y la com por el público presente en el plató, solía premiar la
para con la vergüenza a la que debe sobreponer::w \ .dentía del que confesaba sus pecados con un
quien tiene que mostrar su herida vergonzosa al ,plauso de absolución.
médico). Precisamente por su obscenidad, el puri Pero según el momento de los contenidos,
tanismo reformado, luterano o calvinista (aunqm· 1.11nbién es gratuito llamar basura a todo aquello
también es verdad que Pedro de Osma, el maestro 1111e ha sido puesto en escena y que, por ello, pue-
de Nebrija, ya negó, antes que Calvino - fue con de ser llamado obsceno. Sólo quien presuponga,
denado en 1478-, que la confesión sacramental ,·n la tradición calvinista, que toda vida humana,
fuese institución divina), arremetió contra la insti , ·n lo que tiene de más propio, es pecam.inosidad
tución de la confesión, tanto pública como privada (basura, que sólo los méritos de Cristo puede lim-
o secreta, y con ello contribuyó a destruir uno d~• piar) puede sostener tales posiciones. Pero ¿por
los pilares del orden medieval. En muchas Iglesia.'> qué habría de ser basura todo aquello que pertene-
de nuestro presente, y en bastantes metodología~ l'C a una intimidad personal o familiar, empresai-ial
seculares de la llamada «dinámica de grupos» (sin o política? Un determinado programa de televi-
contar con las técnicas de la confesión obscena y 'it6n decide ofrecer el relato de individuos que creen

138 139
(o dic:~1 cre~r) que son reencarnados: ap:i, n 1 1, 1 nidad no se reduce a la simple inmundicia, a

rey Jose vesodo de Nefertiti; vemos a otros q111 1 1111plc basura, y en cierto modo es todo 1~ con-
cen ser reencarnación de su hermana difunta, 1 11111. Pues «inmundicia» es lo que se arroJa con
¿Puede hablarse por ello de basura, y podemm I" ,, l Lcnsión de ser puesto fuera del mun~o, como
1
ello reprochársela a la televisión? No, porqi11·, 11m integral. Pero obsceno, en cambio, es lo
to~o caso, la basura estaría constituida por el p,11
1 quiere ser presentado al m_uo<lo re~l,mente
,11
no1co José o por la estúpida hermana; y habrfa i¡u • 11·ntc. En realidad cualquier mformac1on, so-
agra?ecer al programa de televisión y a quiem·, 1 l 1, 1mio si es de materia secreta o simplemente re-
analizaron críticamente in situ, que haya pod 11 t, 11 ,da, es siempre en cierto modo una obscenidad.

convocar a gentes extravagantes, pero existente,, 11, 111 la información sólo existe cuando es verdade-
ofre~erlas al conocimiento del público. Viem· \ 1•s decir, cuando desvela la realidad misma. Por
1 • ,, ♦

de le1os el reconocimiento de la neccsi<lad de ,,.,, 1, 1 1 ra1.ón la veracidad en la infonnae1on no uene


~ tant~ <l~ las anoma~ías, patologías, ext.ravag-an I'"' qué ser considerada como mm cualidad_«éti-
cias, nusenas, dcfornudades, etc., existentes en 1 1 sobreañadida a la información por el «mfor-
sociedad hmn_an~, como único modo de poner ,, 11 11.1 dor honrado». La información tiene que ser
contacto al publico con la realidad; sin esa info, , !ladera porque de lo contrario no sería infor-
mació~ el público en general (y muchos especial,, 11,.,rión sino ficción; del mismo modo a como el
tas sabios en sus materias) imaginaría que vive l'll 1111:dico no necesita comportarse, además de como
un mundo real (pero que es muy distinto del mtm 111~<lico, éticamente, porque si no se comportase
do efectivo que le rodea). , 1icamente no sería médico.
Múltiples argumentos podrían ponerse en La obscenidad, en resolución, no admite ser
contra de la interpretación puritana de la basma ~ ,ometida a Ja disyunción «ficción o nada», porque
alg1mas sacadas del arsenal relativista: en I 9Í (1 1·s la realidad misma puesta en escena.
co~titufa una_obscenidad el que una señorita apa
rec1ese en ~aJe de baño de dos piezas; debetia ¡1
c?n _un traJe de baño <<sobretodo». En nuestros Gran Hermano prototipo de la televisión
d1as u· con_semejante sobretodo a la playa no sería obscena
Y~ recaco smo patológica cursilería. Y no es ohsce-
mdad en nuestros días, sin necesidad de ir a las 11. Un ejemplo especialmente relevante ,de~~-
playas nudistas, el top-less. levisión obscena, en el sentido en el que aqm t1t1h-
. , La obscenidad, por tanto, nos ofrece, en celevi- zamos este concepto, nos lo ofrece el programa
s10n formal, realidades, no ficciones. Por eso la Gran Hennano (tanto en su edición de 2000 como

140 141
en la de 2001), que ofreció Tele 5 con un éxito d ,u, 11 seguramente el impacto que sus promotores
audiencia muy por encima de las expectativas qu 111•raban, precisamente porque las obscenidades
muchos hubieran deseado. ,w allí se ofrecían se producían en un escenario
,1
Sí Gran Hennano tuvo el éxito que tuvo se dcli1 1, lmido precisamente como público, como lo es el
principalmente (si no nos equivocamos) a su obscr. , "renario» de un autobús («ómnibus» = para to-
nidad. Por consiguiente su éxito se debió tanto a ni ,1 .. público).
zones de contenido como de forma. Por razón el Crran Hennano no constituía, por tanto, un ex-
contenido, Gran Hermano ofreció un escenario muy l" i imcnto (sociológico, psicológico, etc.) sino
original en el cual una docena de personas jóvcnl"t ,•11cillamente el ofrecimiento de la posibilidad de
de ambos sexos vivieron durante tres meses en una 1111 ,1 observación análoga a la que nos ofrece el zoo
suerte de comuna asentada en un domicilio (en una , , 111 la jaula o el lugar en el que viven los anu·opo-
«casa»). Sin perjuicio de la vulgaridad que puecl1 111111fos. El mayor número de las críticas furibundas
presidir las relaciones que median entre los miem ¡111· tertulianos, periodistas, sindicatos, moralistas
bros de una comuna -los internos eran jóvenes, 111 111 ihrieron contra Gran Hermano como experimen-
jos de familias españolas colTicntes y molientes , 1,, \ .mo, fingido o frustrado, y are¡uetipo, por tanto,
lo nuevo estribaría en que ese tipo de comwia, del,1 ,1 1clcbasura, se basaban en un error originario de
do a la composición mixta de género, no tiene sino ,11.,w,óstico. Un error derivado seguramente de la
paralelos abstractos en la experiencia social ordina ha ,1pacidad de distinguir lo que es un «cxperi-
ria (como pudieran serlo, para los hoy ya más viejos, •111·1Ho científico» y lo qt1e es simplemente un
la tienda de un campamento militar, un conven to de , ,renario para la observación obscena», capaz de
frailes o de monjas o el internado de un colegio) w,citar en un público reacciones tan interesantes
Las Úlucas comunas en la sociedad actual de las qu<' , , ,rnís como puedan serlo las reacciones del etólo-
tenemos noticia (por ejemplo, las comunas de Ibi,.11 l'" o del psicólogo experimentador (tampoco la
en los rufos 60) no se ponían en escena, sino que 11111.l de antropomorfos del zoo es ofrecida como
mantenían su intimidad. 1111 lugar de experimentos para el público que la
Gran Hermano ofreció así la posibilidad de oh m ita).
servar una convivencia real, es decir, no teatral Por razones de forma, Gran Het"1'nano fue la
convencional o literaria. Y, en todo caso, una con 111 imera televisión formal sostenida (es decir, no
vivencia que tenía lugar en un recinto privado, una una televisión material, de cine o de vídeo) qt1e se
casa, y no en un recinto público, como pudiera ser lt.,da en España.
lo un autobús. El programa El Bus, que se transmi Y estas dos razones se pueden resumir precisa-
tió como hijuela de Gran Hennano en Antena 3, no 1m·nte en esta sola palabra: obscenidad. Palabra

142 143
que aterroriza a muchos, sobre todo si son franc f'l ll'S de una vergüenza ajena o, dicho de otro mo-
ses o afrancesados españoles, como decía1111 1111, del reconocimiento, por parte del que se aver-
Bauddllard descalificaba en los días en los qttl' 11cnza, de que él no podría ofrecer alternativas, de
emitía Gran Hermano II a este programa pren,a 11111rnidad mejores. A esta gente que no se atrevia a
mente por su obscenidad. Pero como hemos .t, h·dr en público que veía Gran Hennrmo acaso el
cho, obscenidad significa poner en escena, y(,',,,,. 111 ograma le obligaba a pensar que la supuesta dig-
Hermano es la obscenidad de Ja convivencia qu nHlad y superioridad de su propia vida privada (sus
tiene lugar en la intimidad de una casa, que tit·n . onvcrsaciones domésticas, sus tertulias de ami-
paredes opacas, aw1que «perforadas» por la tele\ 1 •os, sus confidencias y murmuraciones, sus con-
sión fom1al. Y, sin embargo, no era una obsccm \Trsaciones sobre fútbol, sus comentarios en tomo
dad total: los directores del programa cuidaron ,1 1\ l!c;pectáculos, incluidos los de los pasillos de la
que muchas escenas íntimas, de cama o de cuan, , ,pera) quedaría comprometida si diese beligeran-
de baño, no salieran en las tclepantallas. 1 rn a Gran Herma1UJ. Gran Hemumo era el desvela-

La menor repercusión que en Estados Unidc 111iento del gran secreto a voces constituido por las
tuvieron las adaptaciones de Gran l-lemrano se dt propias intimidades que, al verse ~eflejadas ~n él,
bió probablemente a la diferente estrucruta soc1.1l 1 on vergüenza ajena, corrfan el peligro de vaciarse.

de este país respecto de España, a sus problema Porque estos espectadores puritanos no tenían en
raciales, a las normas sobre discapacitados y; sobrt' 1 calidad 1ún!!Ulla al ternativa que ofrecer a Gran
I:> • •
todo, a las diferencias en cuanto a Ja estructura fo l lmna110, y por tanto, sólo podían reacoonar p1-
miliar. La familia fue sin duda un factor decisim d1endo su ocultanúento o su barrido de las tele-
en el fenómeno del Gran H ermano español, en d ¡untallas.
cual las familias de los «internos» estaban implica Una gran parte del éxito de Gran Hermano
das continuamente en el programa y acudían regu rnnsistió seguramente en la posibilidad que la au-
larmente a las sesiones de expulsión y de nomina cliencia tuvo de intervenir en las votaciones en las
ción. También era importante para Gran Her1na1111 ,¡ne se decidía la continuidad de los_ concursa~tes
la entidad «España»: Gran Hermano, en televisio 1.·n la casa. Era el público quien prec1samente e1er-
nes autonómicas, hubiera sido un fracaso. da las funciones que Orweil asignó al Gran Her-
Si a mucha gente le daba vergüenza decir pú mano (es decir, a Stalin) en su telepantalla. El pú-
blicamente que veía Gran He:rma110 se debía a que blico es el guardián del orden moral, y en este
esta gente advertía que las intimidades obscena~ -.l.ntido su intervención era decisiva para el pro-
que el programa exhibía no eran otra cosa sino algo grama, pero no tanto po~ su capacidad ~e _e~iminar
muy similar a sus propias intimidades. Se trataba a ciertos concursantes, smo por su posibilidad de

144 145
ejercer los criterios morales en virtud de los cualr 11.,mar <<realidad», en general, a todo aquello que,
los expulsaba. El interés principal del «fenómeno tguiendo sus propios ritmos, se impone a nuestras
televisivo» que representó Gran Hermano (con :.111 op<.:raciones (la «terca realidad»), aquello que obra
diencias de hasta doce millones de espectador!'~) por encima de nuestra voluntad»: realidad proce-
residía en todo caso en su condición de espectác11 de de res, que se traduce por «cosa», y «cosa» está
lo de masas. Este fenómeno podría servir para rl' 1·111parentada con «.causa». Solemos llamar «fic-
velar el estado hacia el cual evoluciona la sociedad e 11)11» a todo aqueilo que, fabricado por los hom-

españ.ola a escala moral, es decir, en cuanto a sw, bres (<<ficción» tiene que ver con facere) aparenta
costumbres («un ambiente de "Gran Hermano" al 11nas veces, aunque sea por juego (como ocurre en
aire libre; sin pudor ni rubor», son los titulan·, l., televisión o en el teatro), ser una realidad aun-
con los cuales el diario El lv1undo de 25 de agosto que otras veces sea ofrecido como un simple pro-
de 2001 enmarca una crónica de Silvia Grijalba so ducto de la «fantasía roitopoética». De hecho es
bre la vida en un cámping de Samil, en Vigo); re muy frecuente oponer la «realidad objetiva» a las
vela la profunda distancia que media entre la esca fi cciones subjetivas»: en las listas de libros más
la moral, que es variable, y la escala ética, que, p< 11 vendidos se distingue habitualmente entre los li-
estar referida al cuidado de las vidas individuales, bros científicos, políticos o de ensayo (que se su-
es más estable y w1iversal. Por cierto, en esta esc11 pone van referidos a algún tipo de realidad) y los
la ética, los concursantes de Gran Hermano mantu hhros de ficción. Algunos entienden esta asombro-
vieron la conducta más exquisita. Y en todo caso d ,¡¡ oposición a la luz de otras oposiciones más pro-

programa dejó en ridículo a los periodistas, tern1 1u ndas, como puedan serlo la distinción entre lo
lianos o políticos que fingían no ver el programa, objetivo y lo subjetivo, o incluso la distinción entre
siendo así que sus clientes o sus electores no reba- t·l ser y la nada: la realidad sería el ser, pero la fic-
saban nunca en volumen a la audiencia de Grrm dón sería nada; la realidad sería el reino de lo ob-
Hermano. (Véase <<El Gran Hermano ha vuelto», 1etivo, mientras que la ficción sería el reino de la
publicado en Interviú el 14 de marzo de 2001.) -.ubjetivi.dad.
Pero ¿acaso la subjetividad no es lo mismo que
1:, nada, según se decía en la época del existencia-
Realidad y ficción 1ismo? Y precisamente porque la e:xistencia huma-
na consiste en ser nada (según la enseñanza de El
12. La televisión formal obscena nos pone en rery la nada de Sartre) tendería a disimular su vacío
presencia de la realidad, incluso cuando esta reali lºOO la ficción, «creando» su fe, su «creer» (<<creer

dad se nos ofrezca como realidad fingida. Solemos es crear>>, decía Unamuno).

146 147
Ahora bien: si muchas veces «creemos» q111 Una ficción jurídica puede ser tan eficaz, ei:'" la
nuestras ficciones son realidades verdaderas y (li- 11
¡ 1 social como una relación real; una ficción
gamos incluso a adorarlas (el concepto de «fot1 11 ,tnrica, c~mo la llamada «clonación de Constan-
clúsmo» fue tallado precisamente para designa, , '"" . (rcsufomte del conchabamiento en~~ el pa-
esos dioses fetiches, o figuras corpóreas fabricad., l', ' el rey de los francos) pudo tener mas unpor-
que los pueblos de la Nigricia adoraban como ,1 uua política en la historia univers~I que ~111
fueran reales, cuando habían si<lo fabricados o m,, 1
111
ho histórico; el falso Héctor (es decir, el Hec-
nipulados por el hechicero), ¿por qué no general, ,1 tic ficción) es un verdadero actor, un act~r-~eal.
zar el proceso y afim1ar, o sospechar, de acuerdo \ ntro tanto ocurre a las ficciones de la_t~~evis1on o
con algunos pensamientos orientales, que todo 111 , l 1'i realidades que nos ofrece la telev1s1on ob_sce-
que percibimos como realidad no es otra cosa sin11 ,, V para expresar esta idea al modo calderoruano
una ficción, consciente o inconsciente, una aluci , que decir todo lo contrario de lo ~ue un autor
1 11
nación (la percepción es una alucinación verdaclt- 111 ,. es simplemente un modo de plag1~rle) la _acu-
ra) o un sueño (la vida es sueño o está hecha de l.i ,, "iamos en la siguiente frase: «El ~eno es vida.»
materia de los sueños)? u11brún contenido del sueño, por eJe~plo, de los
Sin embargo, no es fácil demostrar que la di-. •
111 1105
de los guionistas de las telesenes, ?rocede
tmción entre realidad y ficción pueda reducirse ., tli la nada, sino de la realidad, de ~na reali~ad ex-
la distinción enu·e el ser y la nada, o entre lo objc ,, , na que determina nuestra, propia capacidad de
rivo y lo subjetivo. Y no es fácil demostrarlo en el 111·1t-,rinación o nuestra fantas1a.
momento en el que se tiene en cuenta que la «rea J ' )~
lidad» no es una sino múltiple; y que si se recono
cen muchos géneros y tipos de realidad, será m.í~
fácil demostrar que la ficción es simplemente un
úpo de realidad que tratar de d emostrar que toda
realidad es reducible a un tipo de ficción. En cual
quier caso, parece evidente que la ficción sólo puc
de ser pensada en función de la realidad. Y esto
significa, según el supuesto, en función de algún
tipo de realidad, no de todas. Lo que no nos impe-
dirá reconocer que también a las ficciones les co-
rresponde algún género de realidad y de realidad
activa, es decir, capaz de ser causa.

148 149
4

Telebasura y democracia

Análisis de la evolución de la televisión


y análisis de la evolución de la sociedad
política

l. No existe hasta la fecha un análisis teórico


,istemático de las relaciones enu·e la televisión y la
,ociedad política en general, y por tanto, tampoco
de las relaciones de la televisión (y en concreto de
la telebasura) con las sociedades democráticas.
Abundan análisis sociológicos, o de sociología po-
lítica parciales (por ejemplo, relativos a la utiliza-
ción de la televisión por los poderes políticos, o a
la incidencia de la televisión en las campañas y en
los resultados electorales). Pero, diríamos, las teo-
rías políticas cristabzadas antes de la televisión, y
que suelen tomarse como referencia, no se han
desarrollado a una escala tal que pueda engranar
con la televisión como acontecimiento absoluta-
mente nuevo en el siglo }.'X y como contenido
muy reciente de las sociedades contemporáneas.
Se diría sencillamente que la televisión no ha si-
do todavía «asimilada>>- por la teoría política, que

151
sólo Jlega a ella desde perspectivas sesgadas , 1 \obre el concepto de una «televisión
yunturales. 1 lctnocrática»
Es obvio que en este ensayo no podemos 1111
cer un tratamiento sistemático de las rela(w111 1. Ante todo, conviene com enzar pregi.mtando
entre la televisión y Ja sociedad política como I'" ,11 l'I sentido y ~l _a lcance del proyecto d~ ~: «te-
mjsa jndispensable pa ra abordar la cuestión q11 1 ...,on democratica», ele una democrat1zac1on de
nos concierne aquí directamente: las relaci11111 l 1 1, kvisión. En resolucion es de sindicatos, en dis-
entre la telebasura y la democracia. Nos limit.11, ,11 ,os parlamentarios, en tertulias radiofónicas,
mos pues a ejercitar, in medias res, alg11nas idc,h ,1 11 1.,s columnas o editoriales de los periódicos, se
la teoría política que presuponemos (y que hc11111 1· dt· una y otra vez el desarrollo de una «televisión
expuesto principalmente en: Primer ensayo sobrl' /,1 ,1 11i1>crática», sin que quienes piden semejante
categorías de la cimcin política, 1991, «La demot , .1 , 1 .1 se hayan molestado ni poco ni mucho en tra-

da como ideología», 1997 y «Sobre el conccp111 , 11 de saber lo que piden. Se supone que el desa-
de izquierda política», 2001) a fin de esbozar 1111 1, 111!0 e.le la televisión dem ocrática llevaría apareja-
planteamiento de la cuestión con objeto ptincip.,1 1, •· entre otras cosas, e1 rechazo y aun antes la
mente de trazar algunas líneas sistemáticas, ma," I'' l'Ocupació.n ante la telebas~a «como gar!~tía
menos precisas, que puedan orientar el tratamicn111 1 1 control social de una sociedad democrauca,
de los problemas de referencia. Lo que qucren 111 , 11110 en la elaboración de un código ético de regu-
evitar es el simplismo desde el cual tantos escrito 11 1ón de contenidos televisivos, como la constitu-
res, politólogos y «agentes sociales» se acercan ., • 11111 de un Consejo Superior de los Medios Audio-
estas cuestiones creyendo que una <<dernocratÍ'l;I 1-,11alcs ... » (párrafo final del «Manifiesto contra la
ción de la televisión», o que incluso la consecudon 11·lcbasura» del 28 de novi embre de 1997, suscrito
<le una «televisión democrática» podría resolvc, p•ir AUC, CAVE, CE.APA, <?C.<?O., UGT y
las d ificultades más graves q ue la televisión suscit:1 ! ICE; una suerte de «conferencia ept:;copal» alter-
y, en particuJar, el problema de la telebasura. ¿Aca 11.,tiva, constituida por org·anizaciones laicas, no
so la «democraúzación de la orquesta» puede re ,olamente por su perspectiva «censora» cuanto
solver los problemas que a la sinfonía se le plantean por los criterios purirnnos e intimistas que u~!iza).
en nuestro tiempo y, sobre todo, puede ofrecer No discutimos, en modo alguno, la cuesuon de
«directrices creadoras» para la composición de las 1.t conveniencia o inconveniencia de la constitución
sinfonías del futuro? ,k un C onsejo Superior de Medios Audiovisuales.
1,o que sí discutimos, y enérgicamente, es la natura-
leza de este nexo entre el Consejo y la sociedad

152 153
JcnlOCr.lti~. en cwnto concq,to pólitico. No , rn una dit:uclum) unto en b Í0Nn2 posiñ"-a de
puett ~e SC'2 11 dc1nocraci:1 to ,1uc Juc-c p.H &, • 1,1op.1g~nda• (c.,plío1:i o tli(~.1 c;.n cu.1l,¡u1er ri-
urgcnf"la de ~1c •l-Oncrol sociJI• (¿ignoran io. 1., Je pr~n1:1s) como en b (on1u ~~g:1u"-.1 de ta
n1ot<,re) de o:c VHti-C10 Superior b historia dt «:nsun - . Se tnta de un control ilOlillco ¡1e1la.gó-
conc-cpro Je • con u,, il ,- ,cul- l ), sino otras aiu,-. "o de :aNcrdo ron b. dilt\:tn~ 1loe1rinalcs clcl
sin du<U 'l('tWn en b JcmO(T3ci.t, cosno podñan t ,,2:I,> C'Orrc\pc>ndit'ncc: t.11 fue: d C':1\0 de la Unión
nur en un:i 50Ciéd.,d no dc1no,.TJbro(l.1rbn1cn 'wn i~uc-.a f dé (ltJ"O:\ p.1í,es <."arnuniS1.1~ (los E,ucl~,
2 tra,·~:s-por cjc-111plo. de u,ujunu Ofic.-ül Je C r.1
b 'su.so n1ciorul SO(~list1< lubbn dc:--2pln:C1•
r-J }' Oritnt.tción de tos .\lctliCh (que t.unhi6' tk, "un,1o, en 10> :años SO, comm1.ó La cs~ul\,wn
b b1 ,~ contenido,. tdC\isi,-os, ,sí como los ,fe d la tclC'\'i,i6n co1110 incdifi de cocnuniC'lci<,n de
sa )' nJío, rn los años Je Franoo). Qucrcrn~ uus:is) o ,le b~ tfic1:ulur:a1o ,, F.,tad,,.. aurorit:iri~
que aunque le» pro«Jirnicnrc,\ p.u-a aJanur b u1tioou1wÜ'I~, c:0100 pud,cr.in "-:rlo b E\pJi\:a de
n1uf1ci6n de l:i •l"(gubción de (r)ntcnicf01 tcl Franco o c:l Ponugal Je Olivcira S2ltt.2r.
\'OS-» se.a tlifen:ntc c:n UJUSOCicwJ JemocTftiai ( Sin anh.ugo. en bs Jm\ocnci~. pirl1mtnu-
s:abc mucho de consensos p.arf trnfflt:i ños, ac, n35 curo¡¡c:i~ d control c1c: b tclc~1q6n Í\IC um•
por m2)"0rfa, cte.))' ffl un, socicJ2d no democril birn nuncc,,illO, en Jo,. primero-. t1<'111pttS de tele:•
c-o-r,:irla1ncnuri:1 (1c-ucrdm de u,u junu n:acional vi ión tic c-JJcnl 1inica, por d il<>dcr cjccu&i\O
de un poder popul2r). J05 objcri,'OS son itUntkol, (ymcul":a111cn1c ror el ('drtido en d C, J,icrno). f>:C•
500 1nuy plrcc-icLs, ~nlbiando IM p.uímcu~. 1 ,.-, ~te ('(,ntrol í,1c dr~pl.u.irn.\~ ~ olros Ofltll\1S-
CS)l(CÍtiaáoncs de e$tOS rontcni,1~. Y :iun en el ai ,no, (ripo .(",on-.«:Jo Sup<·rior de Jo,.._~lc_,lios A,1-
so d(' b rcgi,bci6n ,te b rclcb:1'ur.J pue,fc su.,;ptthu 1lto"isu2lc ..) vina1l:11k,, .,1 pOé'lcr lcg1,l.1nw,. Pc:ro
se con fund:1n1ento que ota rc¿,,ulJación serla 111U(ho :i b brgi, s.(r;i d ~•tkr 1u,iic:iJI el que, en d 40 r\t2-
,rui., ""'!i<"t2 en un.1 sociedad n<> dcnuxráriro-p.ub- ,lo Je Jcr«ho•. acab1rá c:OC'2rnin<lo d control,
1ncnt2n1 .le lo que podr:i se, lo en uiu sociedad dc- ,lcsdc e! printipiu de: la ~c:Ím"-> ~ la libt~:a\t de
1nocritioo-111r'21nenuri11. CApr~ión, que ~udc cons1t1crar'\C 1ncomp.1t1bk. no
)':I s(ilo ron d control positivo (qu'-! hc1nt~ puesto
en C'Orte$1kJn.dcnci2 oon b ,,ropig-Jnda), ,1n<..> 1:un-
Ccn~una y Jlbcrud de CJcprcqón en la \,ién con el control nq;tth-o (11uc: hemos ¡,u to en
sociedad dcmoc:r.iti~ conc:,;pon,lcnri1 con b «nl>un)....... Por tinto,
h:&)' que defender 12 lilJCrtat! c!c: c..,prcsii'm -}' no-.
3. F.I contról de la rde\i,11)11 y de lo~ ,ncdios. nt"iPIUI)$ rorund.2111entc :1 cu:ilqu_icr tipo efe cc~u-
en gcncr:al, .,e IIC\'2 a al,o c:n un F udo tolllliblrio ra )' mis l~\'11 u~ ('Cn.,"ra prc,·,:a- pero tunb,ln

IS-4 15S
"~º los rak~cido, mh 11hos, )ino d ~ntimicn•
,k: !l,Cf:'UricbJ )' t1é íorukr.1 C\IC1 f<n <'U1lc.s \'i,ian
111nte-JnKJic.lnos. La 1.:lc,,0011 monnt..a 12 m¡~
1000 millones de bo:111h1~ ,,n r.a ,111.: el gi¡;:a1,-
,n\Crk.i110 tenla lm pies Je""'"''• ~inll ,1,1e cmb
1 ,h,, ~ ll c::11~..1 ,tcm.uiado fr¡g,lo., e-orno p.1n
uwul •~tsc ,1mc los gol~ Je quicno_ ¡cncilb•
te, oo >ec¡1ul,in lu ..,ttgb:s \kl jurgn• ,kl iis•
'™• )' prinóJtJlnwn1i.: l,1 ,,:gb ,k- b p1~1'·,ui,>n
IJ JlfOPÍa ,icb. l.o '\'Cll\11f;l ,,: C111h,rm(, IIUI' t•>•
,~ l,n l.atf~ g ~1ir(1 J:J P.u,fi<o1/.w; ,1oe c-o:1uh.1 u
l.1 ,le un 1crroriru: se ~~•Hl1crun nttrUi; Je
u ¡iclic.:111.a rn roJJje cri b que ~¡,.ir,':á;a un:a td:a
• llf'W entre '" tivs 'lorrcs Gcu.-clJ\; c1 lk,ulld
Ahi4JI •1 hc.&tcr C:11. nn,:cl6 el rccstn:nu ,td u11.-Ú•
11 de \cphrl\ S<m,1,lh.:im )' John \\'ciJnu, ,J~-
, . C'fl d que un in,1" id11n J\U11<'.I K'C'UC.\tl'lr un
•non ) C$udbalo <Xlntr.1 b C::as;i llbnc-..1 ilc Rí-
eh.lhl ~non.~ ttliró el ,i,troi11i.:g., f'1JicK S.rm1,ú•
I , ,¡oc ¡'ICnnití.1 Jimubr luSI n,,fo ,fct.&lk d ,vdt>
de un 811cin¡; i$i huu Ít1Clm.c;, ~tttlbr1o contn
lu ' l••J1'l'.!. C,e nld.,s.
1.as mci.\1,b"' Je «tttUr.1 eran ,in J11J.& rl'\ukn•
e en general. Pc:n1 ~¡ l,1 C't:ll'l. )' por dio mi,mo.
que.tui ~nt~tr.ntu q\11: b ~ JfnW'o<r,ÍlK"a
h., ,les« tnu<h. al c,1r:atcb m--. h q ic rn tute 4. 1.-n
k>lo u\Otll("ntos nús 1,rr~,~ C-()&1111 M fueD un cioo.
l·!i cieno ,¡lle d PJ~I ttuc ju~ú la cdC\iú6n Jann•
lt: tl Jfa 11 ,!e sq,ticmLrc r hn dfn ,~;n~1i-w

'"°'
,~ o:tr.1or1lin..tti1>,, )' qi:c }U oln:-d1lllf nto ,le k-, flc..
dN.tnAUtt"-, en .. pc-cscnte ronünu~>• )' u,du\\-
,-.,. ~u,111< , JOOS ~,ti~. c-JO,'Cft& 11 b tclt, i,itln c:n

.~(. Ui
algo muy peligroso, no sólo en el ámbito 1111n , , 11/ de la Jnfannación, Noesis, Madrid, 1997,
~erica?o sino mundial. La televisión «gloh.d1 1 \9 ll ante la ambigüedad y lo incompleto bus-
mstantáneamcnte los atentados, en la «a ldt·.1 ,11d11 un significado más exacto, profundo y com-
bal», y gracias a esa globalización los actos h.'11, ,, 1 111 Cuando, como ocurre en la televisión, pare-
tas, muy importantes cuanto a los daños caus.1.!1 '! "e todo está ante nuestros ojos, no sentimos la
televisados urbi et orbe, alcanzaron inmediat.11111 , , , ~iclad de buscar más profundamente.» Y esto
t~: por su reperc,usión internacional, la signth ,1 .1110 ocurre con la realidad vista inmediatamen-
cron «trascendental» que se les viene asig11 .111 1 , m nuestros ojos, sin intermedio de cámaras y

(«verdad~ro c?mienzo del nuevo milenio», st f( 1, pantallas.


otros: evidencJa de que el mundo está diviJid11 Dicho de otro modo: en un Estado dcmocráti-
dos, el mundo del Bien, protegido por Dios, \ 1,, dl! derecho, que reconoce el principio d_e 1~ ~-
mundo del Mal representado por el terrorismo 11 1 11.1d de expresión, juntamente con el pnn□ p10
ternacional sin adjetivos; aunque la adscripciün el 11, L1 libert.ad de mercado, el control del Estado
estos papeles del Bien y el Mal sea llevada a r.il• 11lirc la televisión ha de seguir ejerciéndose, Y
de m~~o opuesto por esos dos mundos opuestm) 11111y especialmente el control negativo u obst.ativo,
Tamb1en es verdad que, en España al menos al ,11 decir, la censura, aunque esta censura (que ya no
siguien~e de la catástrofe, la audiencia prefirió , , , ., llamará de este modo) no se encomendará al
un pamdo del Real Madrid a seguir contemplandu , wcutivo sino al Código Penal, por tanto, al poder
los e~ce;1arios. de Nueva York; lo que ta mpoc 11 1udicial. Cabría hablar de una «censura lc~al», pe-
constmua un signo de frivolidad, por cuanto esto , 0 que ya no seóa jurídicamente censura, smo per-
escenarios no desvelaban siempre los aconteci ,t·cución de w 1 delito (en España se prohfbe la
mientos por televisión fonna], sino que repetía11 vcnta de algunos libros, no a titulo de censura, si-
una y otra vez las grabaciones de los aviones suici no a titulo de delito, como Mi lucha, de Adolfo
das estrellándose sucesivamente contra las torres t Iitler: se diría que por influencia de Alemaru~, ~e
de modo tal que la televisión formal se confundía teme que la vent.a de este libro pueda constttmr
con una pclí~ula de ficción. Sin duda, la impresión una fo11na d~ propaganda, en lugar de considerar
de haberlo visto ya todo por televisión, lo ocurrido su lectura incluso obligatoria, como un antídoto a
Y sus causas (el terrorismo internacional, ilustrado los delirios racistas que en él se contienen).
con imágenes de talibanes afganos), podrá aneste- De la misma manera que el Est.ado ejerce, en
siar cualquier interés por indagar más allá. «Noso- nombre de la salud pública, un control de censura
tros reaccionamos naturalmente [leemos en la sobr e los mercados de alimentación, o de juguete-
simzma de Felicísimo Valbuena de la Fuente, Tema ría, retirando cualquier mercancía que no reúna

158 159
las condiciones exigidas (y sin qu e las merc:,11 111 111 \ t.:ntivamcnte (antes se diría: censura previa)
retiradas puedan considerarse siempre com o l1.1 11 111 perjuicio de la demanda a que hubiera lugar
ra, a men os antes del decreto de su segregarn 111 111l t' los tribunales de justicia. Pero ningún simpa-
también el Estado democrático ejercería W1 e 1,1 ,, 111Le de ETA considerará telebasura la apología
trol de censura legal, en nombre de la misma ,.il11 1 lt•visa<la del terrorismo etarra, aunque acepte
pública, sobre la televisión, q ue se considera d:111111 ,pu· esa apología es «ilegal a nivel del Estad~ esp~-
para la educación de la juventud o del orden ci11d , 11, ,1 •; y ningún simpatizante de las drogas ps1code-
dano. En la sesión citada del Senado se recut·r el l11 .1s (desde Leary hasta Octavio Pa1.) consideraría
que la Asociación Espafiola de P ediatría com1.11 1, hllra a un programa en el que se instruyese sobre
que en una semana de televisión los niños ptwclc11 1, .,dministración de LSD. L os criterios a los cua-
ver 18 secuestros, 100 asesinatos, 878 peleas, 111 l. una televisión democrática, que se guía por el
de 400 tiroteos, 14.000 referencias de comcnuli ¡,1111cipio de la libertad de expresión, puede apelar
sexual y más de 2.000 anuncios de alcohol.. . 1, 11.1 condicionar, obstaculizar o recomendar la
Ahora bien, la cen sura de este tipo de prog1., 1 111isión de un programa basura son mucho más la-

mas, que es la que los convertirá en televisión h.1 o'i y se inspiran tanto en motivos estéticos como
sura, sólo puede ejercerse en el supuesto de que 1 u motivos éticos, m orales, religiosos y políticos
ellos influyan significativamente en la orientacion (¡ll'rO en el sentido vago de lo que hoy suele lla-
de los jóvenes hacia cond uctas delictivas. Pero c1-11 111:1rse «lo políticamente correcto»).
supuesto habría que probarlo en cada caso, y ha\ Por ello, la delinútación de un conjunto de con-
pedagogos que defienden, de algún modo, la con •~·nidos como telebasura es tan vaga, confusa y os-
veniencia de que esos programas sean «visiona ' ura como pueda serlo la delimitación del conjunto
dos» por los menores, con 1a debida asistencia en clt• contenidos, de signo axiológico opuesto, que
tica, a fin de lograr una «educación de choque , ucle denominarse «teleculrura», que engloba a los
que les capacite para enfrentarse a la vida real. Po, 1Lnnados «programas culmrales». Lo que 1lamamos
consiguiente, no cabe, sin más, identificar los con nLltura circunscrita» (a la jurisdicción de un mi-
tenidos objeto de censura legal con la televisión ba nisterio de Cultura, o de una consejería de Culnrra,
sura, porque hay muchos contenidos ilegales que no o simplemente, a lo que el lenguaje corriente desig-
son propiamente tclebasura, y hay mucha telebasu- 11¡1ba en tiempos como «patrimonio característico
ra que no es ilegal. Nadie negará que una teleseric, tic una señorita culta») engloba, por motivos pura-
o una emi_sión aislada, en la que se hiciera apología mente coyunturales, a contenidos totalmente hete-
de] terronsrno, o propaganda de drogas destructi- rogéneos, y segrega arbitrariamente (d~de el p~-
vas, podrían ser suspendidas ejecutivamente y aun to de vista objetivo) a otros. La cultura circunscnta

160 161
y, por tanto, los programas culturales, es decir, l.1 11 . 11lo de Michael Jackson, Siniestro total o Exn·e-
lecultura en nuestro caso, incluye una seleccio11 d ,,111 duro, como telebasura, así como un crítico de
comen.idos literarios, teatrales, musicales, etc.,} ,1 1 11ro clásico considerará como telebasura a Los
grega a contenidos políticos, religiosos, cien tífin.i l1 irancos. Pero muy pocos programadores (ni tam-
o tecnológicos que, sin ninguna duda, son tamh11 11 1., ,u, los senadores atentos a prese~-~~ la sal~d pú-
cul~ales_ d~de un punto de vista antropológ1111 "l1ca a través del control de la televis1on) cons1dera-
La silla electr1ca es un contenido cultural tan av.111 , 11 1 relebasura a estos programas capaces de atraer a
zado corno pueda serlo un tractor. 1.mdes audiencias proporcionándoles entreteni-
1
También los límites del concepto de telebas11111 1111cnto, diversión y «relajamiento».
s~ circunscriben según criterios coyunturales ca111
hiantes y, sobre todo, necesariamente inconsecuen
~es ~n e~mon~ento de su aplicación. En general, l., Democracias parlamentarias
mst1ruc10nes mtegradas en la sociedad democráti< ;1
(sean estatales, sean paraestatales, como sindicato~, 4. Nos circunscribimos aquí a las democracias
ONG o instituciones pedagógicas) tenderán a con ¡1.1rlamenta.rias, dejando de lado.: las llamadas
siderar como televisión «limpia» o normal cualquier democracias populares, pero tamb1en a las demo-
programa que no remueva el orden establecido, sin 1 rncias orgánicas. No entramos tampo~o en la

entrar a enjuiciar la naturaleza de este mismo orden. rnestión sobre si la expresión «democracia parla-
Lo que comprometa ese orden será ilegal. Pero con mentaria» es redundante, es decir, en la cuestión
ello, l_a telebasu.ra queda sin definir, como queda sin de si cabe sostener la ecuación entre democracia Y
defimr la telecultura. O se define como un atado o clcmocracia parlamentaria, o lo que es lo mismo, si
un paquete deshilachado y flotante que va inco1po- rnbe considerar a las democracias populares o a_las
rando o segregando en cada momento diferentes ,lcmocracias orgánicas como seudodemocractas,
contenidos de un modo aleatorio, al menos desde un como democracias populistas tras las que se ocul-
punto de vista objetivo. El Sigfrido de Wagner podrá tan aristocracias, oligarquías o tiranías.
ser incluido en el «atado»• de 1a telebasura, pero
otras veces pasará a formar parte de la «telecu.Jtura»
más estricta. Un racionalista no dudaría en incluir El El tablero propio de la democracia
exorcfrta en el paquete de la televisión basura, junto parlamentaria y su desbordamiento
con la transmisión de un ritual de candombe o con
un programa de propaganda religiosa. Un crítico 5. El concepto de democracia parlamentaria
musical clásico considerará acaso un concierto tele- es sin duda un concepto propio de las categorías

162 163
políticas. Una democracia parlamentaria es ,111 11 l1l•uras de los tres poderes (legislativo, ejc~ti-
po de sociedad política, entre otras. Por ejempl, ¡mlicial), los procedimientos y tipos de elecoo-
entre los seis tipos de la clasificación aristotcl11 1 l'I sufragio universal, la duración de los man-
(monarquía/tiranía, aristocracia/oligarquía, dc11111 ''"~ de los representantes del pueblo, las téc~cas
cracia/demagogia) o entre los tipos de la <<red1,1 l 111crios de escrutinio (incluyendo las cuesoon~
ficación» que de la ta.xonomfa aristotélica h11 , 1 1,roporcionalidad), las relaci?ncs e~tr~ los parn-
Montesquieu. Pero lo cierto es que el adjc1"" li poüticos, etc. Y esto es deb1do,ynne1palm~~1te,
«democrático» se aplica, sobre todo desde el p1111 \11 ,ólo a un «déficit de democraoa» (para uolizar
to <le vista de las democracias parlamentarias, a 1, 1111 1 expresión ideológica, oscura y confusa.' ~ero
gioncs del espacio antropológico muy distintas ti 1,11l.1vía políticamente correcta) o al reconocuru~n-
la sociedad política, como pueda serlo el campo d, "' del estado de imperfección en el que «t~aVIa>>
la familia (democracia familiar), el campo de l., t:nconrraría una democracia más o menos Joven.
corporaciones (universidad democrática, sindic.1 Jebe a que las mismas figuras o insti~ciones del
tos democráticos) y hasta el de las instituciones t l' 11npo político son, por sí mismas, y s~ q~e e~o
ligiosas, científicas o culturales (misa democrática, 11 11plique algún déficit, abstractas, es deor, disocia-
orquesta democrática o matemática democrátic:i), liles, pe1·o inseparables, de los otros componentes
entre ellas « televisión democrática». de la sociedad humana, en general.
Que hay un abuso en esta extensión del adjeti ¿Cómo podría entenderse, _incluso en ~na.s~-
vo «democrático» a campos que no son estricw 1 1cdad política que pretende regrrse por~ pnncip10
mente poüticos, nos parece evidente. Un abuso ,Id Estado mínimo abstracto (una sociedad e~, la
comparable al que tuvo lugar en los primeros añm l ual no corran a cuenta del Estado ni la educacron,
de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, en ni la atención a los enfermos, ni los seguros de ve-
los cuales el adjetivo «atómico», como seña de ll'Z, ni el servicio <le correos, etc.), que e_l Gobi~mo
modernidad, de prestigio y de potencia, se aplica- (el ejecutivo) pueda funcionar sin re~~ a la °:~u-
ba mucho más allá del campo de la física nuclear: rnción? Pero la tributación es una_ func10n po~1?ca
«rebajas atómicas», titulaban sus campañas de tic primer orden, tanto en las sooedades políucas
prensa los grandes almacenes; «,.;ajes atómicos», .u-istocráticas como en las tiranías o en las democra-
anunciaban las incipientes agencias de turismo. cias. Ahora bien, la uibutación implica, por parte
Sin embargo, también hay que tener en cuen- del Estado, salirse «fuera» del tablero estrictam~n-
ta que el concepto de «democracia parlamenta- Le público-político, para entrometerse necesana-
ria» no puede circunscribirse al campo estricta- mente en la intimidad de las personas o de las em-
mente técnico-político, aquel en el que se definen presas, exigirles la « obscenidad» requerida por sus

164 165
instruccion~ (para lo cual la sociedad ha de \III" 11 d.1d democrática perfecta, sin déficit demo-
nerse al~betizad~)! y lógicamente habrá que pro1 , 11rn alguno, constituye «el fin de la historia»).
rar, medrnnt~ auxtlios y ayudas a los trabajadon·s y 1 Analicemos brevemente las principales líneas o
los empresarios, que los negocios de los individue 1,, 11los dialécticos desde los cuales tiene lugar esta
Y de Jas empresas sean prósperos, entre otras n, t. ,h <tica de la sociedad democrática, que después
pa_ra poder recaudar. Y con esto, la administrat·io ,ltt aremos a la televisión y a la tele~asura (cír<:1110s,
misma ?el Esta~o mínimo se vería impulsada a n" " 1
11 que los procesos dialécticos considerados nenen
c~r >'.' a mtervemr en asuntos que rebasan cJ ca 11 ,1,c
te~_1co abstracto en el que las ideologías del Es1;11 11
I 11 ,,,r entre, por lo menos, tres puntos del campo po-
1
l1t11 o y se reproducen cícücamente). Y tom~os
~mmo pretendían encerrarle. Cuando se trala ,1 ,lt.tléctica» en su sentido más fuerte, aquel que tte-
mdustrias de guerra (cuyos productos interesan da 111 , ue ver con las incompatibilidades o contradic-
1
re~tamente a los fines «corticales» del Estado) e ,, 111es entre las diferentes partes, capas o compo-
evidente que la política no podrá mantenerse .il ' , nres de una sociedad política democrática dada,
margen de estas industrias, y tendrá que prestar!, , 1 t·omo entre las diversas sociedades democráticas

ayuda, y no ya subsúliariamente, sino como si fo,, i¡m• mantengan relaciones mutuas. Nos reducire-
ran instalaciones propias y esenciales. 11,m a un esbozo de los cuatro círculos dialécticos
,111c juzgamos imprescindibles co~siderar en un~-
umiento sistemático de las relaciones entre televt-
La sociedad democrática discurre a través \té,n. y democracia: el círculo o círculos «de fondo»
de cuatro cfrculos dialécticos 11 círculos «genéticos», los círculos «estructurales»,

los círculos «entrelazados» y los círculos «secan-


, 6. Los cuatro «círculos dialécticos», como po tes». Los tres puntos de la sociedad que determinan
dnamos llamarlos, en los que discurre una socie cada círculo se toman de la «sociedad polftica deba-
dad democrática, tienen que ver con el desborda se» de la sociedad de «electores de mercado» y de la
mi~nto que la s~c!cdad polí~ca, en general, y la '
sociedad de «electores de representantes».
sociedad democratica, en particular, experimentan
una y otra vez, no tanto a causa de una .inmadure7•
d~ la socieda_d política o de una inmadurez (o défi- El círculo constituyente: sociedad
cit) de la s~credad democrática, aún imperfecta, si- democrática y sociedad de mercado
no ~1: función de la dialéctica propia de la sociedad
políttca, en general, y de la sociedad democrática (1) El primer círculo dialéctico según e~ cua 1
en particular (siempre que no se presuponga que I~ se ha desarrollado «en el tiempo» una sociedad

166 167
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J112ción ,I~ los r,()J>io-. t"t«tr>rc1o, H<'fcri1t11)S 1 n,lcna,~ 0 IO\ pri 11a-rrh crum:tñoncs ~uhic:rnn
,H1:«1i~ a b gm~h O C'Oll5[Í [lltión nú.,111.1 d,e m11J11n. ror nal"Clio ele rondu, ~C'l)ltl.lt:tJ.1s i:n
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~ra ¡cc11~ o cunsutua6n no puCtJc .nrilNr'i~ • volungJc:s in<l,\iJuilts• i tin de trln.~omur
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11l1~ _,,,1110 ,.¡ ttnicn 11,nbién Jcrg.1r C'I\ d •¡.,r nl~Ya, pc:-,rquc 1M 1'-11~.s ele t;i_rukun1olngfo 1.1 !k
cononuo ... Adc,115,, la <'l'.11L,tituciiin d 11 que 1 prchucoriia no ,l~,1 111J1gtin JHC ¡1.u114:Jlo (b 1_11, •
hbu1cr. OC'> :1C u:ficri: ,u nic-JlllOllC Q b constiu1 u 1,le2 de un i11Jividuo l.':Jpa1. Je: ¡)1cur sólo nene
5-4X'ir1•1>0JítiC"J (1)114.Sit) de l:, ~ ie,J.id tlcr,1rx.·d 1onil,ilitll<l t .l\ (.&~ u1u)' -.--.an1;1d1s de lll <"'OluciÓfl
sirio t.1_n1.bit.~ 111.a c.'On'-tit11l'i6n polluro-juriJia 11na).
ri1c:rcr1í--t1C"J (i~ las Kicd.rd" J,·n:rx:rítiet~ \ 111 sock,l.,d dem<>< ráti(':I no e, 1.1111 poco ~
C\_L.tnto son F~tado\ ,Je tkrcchu. OJg.u1i,.2dt.n de un~ prc\1.1 rocic,hiJ c-i\il .tl)\1fí1i-
Ah•~r» 1,icn, upo.neuios, por nuesu·.1 panc, ,J ,¡u<:. en 1~ti•> ,r~• IUlUl'.llCZJl. ~ ! -~rSt a SÍ
unn ~,c,bd _«JcuLQCritia no se roru.titU}'l' gl!l gn:1• J11 conslituc:i6n dcni<><riuc-.a. ~etlbmcn•
C""Jut~111c ~o Virtud Je un J)fO('Cl u cft.- -~u1oJetct 1 nc:.hiy ul socic-Ja,1 ci,il rrc~h1cn1c. p<l"l"c 1:is
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Jt~non• ~ ran•, ,orno t.lrcfco -.ugcrír los iJcólo. ttJ• ird it~ prc<"1 rsur.1., Je Jo, ll<'rn~r.an:1\ •~ -:on
~:OS ,le l.u: ('(',n<it1h1t·iont~ ~ñt.as o :as:;nnhlc:t,us. ~ oc,1:a,k) dvilc:.j :apoücic-J., {c:I pr,1¡)10 1c11nu10 de
11
t-U'lo co_111ri un _f>roro.o Je -.code1er-minJc-16n• df .,ocic<bd ci,•il111. con itucruci'in :apolítiea, es un~
dctrnrun:u1:1-, lucr,1~~ socules c1uc tl'hÍ.1ri ra en d 1r.1n1fon1\ttión idtológic:a del corn:qnu '?'°liriro
seno efe ~,cwtks po$ítt('.·b 1u·cC<'tlcnlc . F.s cjcrtQ d $0Citibd chil, ,nili,,s,\,-. por 1°" ~"01.i~u<'o, ~·
qut l:a I r,(1,1,,gfa~ ¡,:icchu~ u (OJu~cwlisu (al ¡u11olcs) ~ino :>oci..:<fad<:5 f"lf ti~•! nu 11~1i!n<'t. ta•
nlOii~ 1ft lt.1wl~ en nuc.~tru~ u~) ~gier(TI que la en.("-. decir, rcp1ibli<.~J.._ 1J, 1,;c1:xrJUClb'.. ol1g..1rquu::i'>
c-01i,.cnuc r~n dc1110(~tiC11 rnulta ,lir«r.i,ncnrc,, • u,•c=a.,
u 111ott.1rq • • •
C'(,tr,o ,0<·11:dJd po-Jítia prt>1in.,, de un ,·<Jntr-JtO l..o q~ se denomina cx1c\hd o,it., co~o
c~1.n· fu, jnJñiJu(tS ,¡l.M: ,i,icron tii pu<lrún ~guir M'l(ied2 1 ~h1tnd1d:a por la -.o<1t·1.fad 1!c1noc1íuc.,,
,·1·ncndo, según su ,·nlunutl, h1cr.a Je toJa r,oci(l,t r.s •r~ 1;ru ,udc-d:id ¡K>litic:1, o , ..1n :a, ~~"~de') po•
dJ.dP?1/ric-J, =ia~, (o~tnando pirtc de un:r ._~c- 1, 11•0 ~ , 1uc ,e c:odcu;rrr1in.1n1 ~011~• si lucstn bs
d~d c,nh•, P<:10 C!-';1' 1tkologia P1C1i'12, ~ lluc.\lr,J , rnnJ'lcJU~f\Cc · Je uu polígono de íucf7.l~, en d pro•
cn1cJ1rkr. c." uru SlIDJllt Í3nl!hÍ3 'I uc re;s11Jc~ de ceso de comtituci6n de um rcult1nte <tuc no es

169
otra ~ sino una sociro.td de -ole~rnido,t'1
pom.;abl~- qi,r ckcidcn <hr íomu a b ~
ci6n dctnoa4ricJ. ,\fcduntc ~u codctcmú
la ronrurucwn cmo:1gtn~ se tt,ntidcuni •
n.a- }" -Jiurodctcn1Ün.hÚ... 1->tt<> C'SU\ (i.nmalat
rettrt de 111<1,, Knüdo absoluto (b fObenanú
1111,"1crrn11i~ción ~ "1nccp1c,, rchliw,t), 1
ak~nr.,n algu.n fCfttrdo en etunr,1 nif~mtYDOa
fernnc.s p1t·.a ncgu las prctcn•1011C'\ Je Oll'ti
dJd('( ¡,olítku. l.11 Ct•n~ri1uci6n ~;100-'tka
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CUnlp<>fU. f(SJ>C'(h) J¿~ MJCicd.Jc.ks fdíricas
~ l ' i ( ) ~ • b m.:incl'il CT1t1'4> se comporu l.a
ua CS01tJ de un lcmgiujc de p.2!.abr.11 ~uc ya
lububa antes de que c,;2 gramJti<i1 (ur;~ ~
publiod~ (,in pc,jt1icio de que ('S(' lcngiuje
,. ni tcnc:r )'3 1u,1 •!>'1":lllútk:a tjcr<icb .. o no C$C
l.a gnmíti4':I ,te un idionu le cs~'ribe cn et
rncnto en cl que u:u soclMld poliri~ nc«s.iu
limir.ir su l~ngui frente a l.1 ele otrn $Ocl«f
p.rc(c!rir.as o ,'C<inu•• Pero J.i gr.tlll1tica dd id
no era el iJiom,. ni · iq11ii:,-,1 lo :autodetctmi
~:u~ de un :cnguajc prcc i ,tc-nlt', ,.. ni si11uicra
Jirnlu a ttt-Aponerlo, .,¡m, que lo smcni1t11.a
aquetlos runrus, ,obre tod, ,. en las cuales C"On\i<-Df
oponcrlo a 011os idion~ .
Uru C'Ofl\tir~n dcmocñtk:l, e, trno f.1 i(f'.iJnfci-
CI de 11.n l<"n~J~ n.atunl, n<> puede rfclinim: romo
u~a•rdlc1il.,ri de b ~ quc-t>U$l"acb~su pro-
pa nor,n.i~. Uru co:micucic,J1 dcm,,a-.ída. como
~ ~r.un:íuca. (lfcsuponc )"a clach la ,id.a 50Ci,I (o 1.11
\W_dc~Jc~jc)funáomnduy11t'.>~supl1rbni
~11,t1twru. Por dio o m-ttUri.imcnu: abstno;1, y

no 171
de que la sociedad de mercado sea la base de h 11 11111 r.itica se convierte así en un consumidor
ganización juiidica del Estado, considerado n,11 u · 1 sal (satisfecho o insatisfecho) de bienes (de
~a superestructura. El mercado de bienes <·,, 11 .qcs, de servicios médicos, de servicios de jus-

rrusmo, .ª la vez, base y superestructura. O Jo , , 1 , , de opciones de elección de representantes


1
es lo trusmo, la conformación del elector rnrn 11 l.1111cntarios, etc.). Es esta condición de consu-

consumido: no tiene lugar sólo a través de lo5 •11, 111, 11 elector la que suele identificarse con el in-
~entos o bienes, y muy especialmente de los ulr 1 1d11alisrno. Pero no cabe reconocer tal identifi-
c1dos ror_ ~l mercado, sino por su confonnarnt,n 1 111n en sentido absoluto, porque en la realidad

como_ mdiv1duo capaz de elegir a sus amigos, 3 , 11 111clividuo elector sólo actúa como tal en el se-
ene°:"~os y a sus aliados. El fundamento, renova • el· tma sociedad heredada, de un Estado que ha
d~ d1anamente, de la sociedad democrática es. ,<' 1 nder a su educación inicial como individuo,
~~ ~sto, la sociedad de mercado de consumidorr ro también a la producción de bienes y de infra-
m~viduales (sujetos corpóreos) que a la vez dctt·r 1, m:turas que desbordan el consumo individual.
mman la producción mediante su demanda. l•,I Estado del bienestar, la nueva concepción
La sociedad democrática se caracteriza fund.1 1, 1 l·.stado que, como contrafigura del Estado so-
mentalmente porque sería en ella en donde , ,, 11rn, se fue creando a partir de la Gran Depre-
conform~n los sujetos electores de los bienes. \ 11111 lle 1929 ( el New Deat, el Plan Be]veridgc,

e~~o es ~olo posible si el desarrollo de la pr:odu< 1, ), es el límite de una sociedad democrática que
cion esta asegurado y a una escala detenninada. S1 l11nda, a su vez, en una sociedad de mercado.
el proceso dialécúco de la sociedad aristocrática 11 1!1110. incluso el Estado del bienestar, se planeará a
feudal se caracteriza porque ella «conforma guc c.-.tla de la elección individual, porque sólo a esta
rreros y productores» (campesinos, artesanos) qul· 1 .1la individual comienzan a funcionar los meca-

cons~en seg6n unidades grupales (como ocurn· 111 rnos aleatorios de la elección (o si se quiere, las
tamb1en_ ~m una sociedad comunista en la que Ja 11,dlaciooes del individuo ante el repertorio de
pr~ducc1on esté orientada para un consumo distri l11l·nes que le ofrece el mercado) que son necesa-
bw~~ por unidades sociales, y no nccesarjamencc , 11>s para planear la producción masiva.
f~rwliares), la sociedad democrática se caracteriza- Pero el individuo, adecuado como elector de
ra porque ella conforma, a través del mercado al l11cnes de consumo, es precisamente el mismo
el~ctor de bienes de consumo que, a su vez, det~r- 1 lector de sus representantes en el Gobiemo y en

trunan las normas de la producción. 1 1 Parlamento de la sociedad democrática. No tie-

~ero la~ n?~mas jurídicas van referidas también ne gran sentido, por tanto, la cuestión de si la so-
ª <~bienes Jundicos». El individuo de la sociedad 1 icdad democrática es peor o mejor que la sociedad

172 173
clasista, o que la aristocracia feudal. La socu ,1 .,, , rado. Un candidato a diputado que obtiene
democrática es un resultado de la «evolución 1111 o millones de votos vale más (independiente-

la sociedad capitalista, y es un resultado de .1lg1 ' 111e de sus dotes personales, diríamos, d e su
r m odo necesario. La esencia de la sociedad dtrn ,lnr de uso») que otro candidato que obtiene
crática es la libertad, y una libertad que se conl11 1 • millones de votos (es totalmente gratuito su- 'l
1

ma en torno a la libertad de elección, que es, .1111 1, ,nn que la sociedad parlamentaria democrática
todo, la posibilidad de poder adquirir en el mcn 1 mercado constituye el último eslabón de la
do alguno de los bienes alternativos que en d , nlución política humana y el fin mismo de su
ofrecen. 1,toria).
La libertad es poder, y, por eso, la libertad , El fundamento de la d emocracia está, en reso-
elección implica capacidad de elegir bienes ofrl', j 1111 16n, en la constitución (Jystasis) de un~ sociedad
dos por el mercado. Lo que implica, a su vez, 111 ?e
11 l.1 que sea posible la libertad de eleccrón _l~s
un lado, una industria capaz de producir los bien 11 l1viduos (sujetos corpóreos) ante una muluphc~-
regularmente y de prever los mecanismos alc;11c ,1111 de bienes ofrecidos en el mercado, en su senu-
ríos de su elección; y, por otro lado, una capacid 111 tlo amplio. La libertad de elección implica, P?r
económica de los ciudadanos (capacidad que t:,r 1111to, «pluralidad porfiriana» de bienes, es deor,
en función de las unidades monetarias que cll, 11111ralidad de bienes individuales pero estructura-
puedan esperar acumular, sea por su trabajo, s, ,los en especies, géneros y clases. Un merc_:1d? de
por subsidios mínimos estatales). La libertad el l11l nes es un lugar en el que se ofrecen mú1tlp~cs
elección se aproxima así a la misma oscilación ,1 unidades» de la misma «especie», con sus va11e-
los individuos ante el repertorio de bienes ofrcn 1l.11les (múltiples unidades de manzanas, de ap~rta-
dos por la oferta m ercantil, cultural o política qur 111cntos, etc.), múltiples «especies» de un mismo
le son accesibles. El sistema sólo puede funcion.1r, 1-ténero» (frutas, habitaciones~, múlti~:es «~~ne-
por tanto, si los individuos pueden, de un modo 11 111<;» de una misma «clase» (alimentac1on, v1v1en-
otro, intercambiar dinero. Será preciso además 1111 ,I.,), a un colectivo de individuos-electores con ca-
sistema de custodia de los mercados, del orden p.11.:idad de demanda efectiva_, en virtu~ de la cu~l
público, de la producción de bienes; un sistema de 1.iles individuos puedan elegir determmada cantJ.-
custodia a cargo de otros individuos que, a su ve;,, 1Lld de unidades de una variedad específica dada de
habrán de ser elegidos por una votación acumulat1 l,icnes de una especie, o género, o clase.
va que funciona de modo análogo a la acumulación La libertad de elección constitutiva del merca-
de las unidades monetarias que conforma a los su do no necesita ser definida, por tanto, en el terre-
jetos como individuos libres capaces de elegir en el no del «libre arbitrio», tomada esta expresión en

174 175
el sentido m etafísico tradicional, que ponía l.1 11 11111cos, por ejemplo) y de «clases» diversas. No
bertad en el proceso suhjetivo de elección (un ¡110 1wccsario que la elección (mediante las votacio-
ceso muy problemático -nos remite al probll'll1 1 l tenga la forma de una compra llevada a cabo
del asno de Buridan- que nos enfrenta con L, ,1 los candidatos, o en fun ción de la llamada
cuestiones del detenninisrno). La libertad de eh, 11111pra de votos» (como ocurre en algunas situa-
ción necesaria para el funcionamiento del merC'.111, 1 ,111:s Je democracia corrupta). La <.:ompra, en to-
se define en un marco estadístico compatible rnn ¡,., .1<;0 , corre a cargo de los electores de los candi-
los procesos deterministas que pueden mover lo l 110s, que son los bienes elegidos en fi.mción de
«mecanismos» etológicos o psicológicos de 1 1 1 , crvicios o utilidades que se suponen van a rc-
elección de bienes realizada por cada individuo dt 1 1"" 1ar a quienes los elige.
colectivo. La libertad de elección se manifiesta , n l ,a lucha por las libertades demo cráticas es,
el mercado como la misma diversidad aleatoria ti 1 11 ,, tanto, la lucha por la elimin;,1ción de las barre-
las decisiones de los individuos que van eligiendo ¡ " que impiden que el pueblo pueda elegir repre-
bienes estructurados según las especies, género~ o 1111.rntes. Barreras constituidas por las normas
clases. Sólo de este modo es posible la concurn•n 11111· imponen, por ejemplo, corno cimdidato a un
cia de la demanda y la com petencia de la oferta ,1, 111cl1viduo único, dentro de una especie única, dada
bienes, así como el tratamiento estadístico de l;1 ,l,•11tro de un género Lambién único.
planificación de la producción y de la distribucion l,a estructu ra de la sociedad democrática no
de los bienes. 111 ,·csita, en resolución, fundarse en los sublimes
Si sólo hubiese una sola unidad de una espec11· p1111cipios metafísicos de la libertad , la igualdad y
de bienes, o una sola especie de un género, etc., 1111 l I fraternidad. La esu·uctura de la sociedad demo-
sólo desaparecería la libertad de mer<.:ado, sino d 1 1:itica es isomorfa con la estructura de la sociedad
mercado mismo. En lugar de mercado habría q111· ,h- mercado libre; y aun este isomorfismo ni si-
hablar de reparto de bienes. Ahora bien, los reprc •¡uicra necesita ser explicado, cuan to a su génesis, a
scntantes de los «p ode1·es del pueblo» (legislativo, p,trtir de «estructuras antropológicas más profun-
ejecutivo, judicial) en la sociedad de mercado st· ,1,s» (nosotros decimos: metamérica{}, puesto que
comportan como bienes susceptibles de ser elegi b génesis de la democracia política puede enten-
dos por el «cuerpo electoral» , y esto sólo es pos1 derse históricamente como resultado de la exten-
ble si tales bienes son múltiples y están estructura , i<>n, hasta cierto punto metafórica, de la estrnctu-
dos en «unidades individuales» (los candidatos) rn <le la sociedad de mercado libre de bienes a la
pertenecientes a «especies» distintas que, a su ve7, propia sociedad política. Esta extensión no tiene
forman parte de «géneros>> diferentes (partidos por qué interpretarse literalmente como efecto de
..1
176 177
un:a mtdíon C'Ontcpru.1I, .,,no como r<suhaJo ) por dio t1m\,1én todos los dí s tienen h1pr
uru n~tbd de coorcfirución •tcilimeota ,m\\i-ct~ de Mi,ccn gcnfucu que, aunc¡uc nr>
entre 11.. instrruciunC"'t soci~rC$. en un mon 1Jter.nn, son ,1c-mprc. •conflicto~ de partQ•.
d.1do de ,u 1IC:\,1ri-olfo, >' b \'OacdtJ polítt , , <1inl1ic10~ efe EéJtc::5~ de la wcicd:Jcl derno-
La 'lt)('Jcd:11 Je mt'te d,1> libre )' u dem,nr.-v '"" c¡uc:cbn o,cult<,t en la e:-:poqcr6o jurídic~ de:
p()Jfrrei .s · r~.il1ruc:nun, puesto que ;imb:as dc- 111,1112 corno c.v,n.\tilucr6n de un F~tado Je de-
dfn rfc lo n1i.s¡¡10, principios)', princip.1Jrncnr~. ,,., c11~n21lo J1: l:s.s person:l libres •que d«i•
la dcfiJ1ia60 ck los límit~ (lool~ n11c1<>~I~ 1 urg.ini:t:.ir su COI\\Í'/C.l\CU C\)lllO tales ~~ntc
rcrn:,cionJJc,) Jcl mtte2Jo l de l.t ~tK1cd,1d ~ • uerumicnto de sus dcbcrC$ ) obhpaoncs
C-J, ~ u que se cnrrur n f(,I, bienes c,tr1tet11 uo Je uru socicd J poüti~ ¡mn•. E.<1.t:a apo-
en especies, gémr°' y d.1S<:s. J...¡ di.lJéccjoa de cs :i~tracu (si no ide:ilisa) y e ba_g en pc-
~e,n "T.110.I cstl ,incultJJ tJ ,nj,,,aao principwdc d pnncip10 ,te la ~:ilitiad 1ni.~t11a de los ujct~
mt~dAei,,n cnrr~ l<>s límite'!$ que dcfuien
uno de lo, n11.;n;acfo-. o ~odedadc:-J po!iúcaJ.
mc1cado unh-cN:11 jmpl1ca wu polítia 1ni,.. -o1 0

en b cu:tl Jo, Um1to Je hs ºeJad~ po!íuC2Sy l\terc.:1do libn: y clc«ionc~ detnocr.itici


rne~1lo Pubrf:ln de bom.r$C: este proce'iO ideal
d que hoy COOO('Cff\OS Cómo gloh~l11~ción ... Pe (2) 1-'l )Cgun<k, c.irculo Jw«li<o cstru(tural,
M b gfob:i.Jiuci6n es s6k> un mo.;lo 2h"ttr .1c10 Je gun el cwl tiene luvr b di1Uctia real ~ la so•
con~pcwliu.r um mulúrud de pro«s{,s CQIJ,('rc,. l'ClhJ dcmocriuca ,,.1rlamrnu.ria, e!> la linei de b
tos <k 111uy Jifn-cntc c:iti rpc. uru1 r11ulurud ck pro- ~ur-1 in,cm:a que \ res 1lt mlo de 10'\ procc•
c ~ diftrffltc5 e incomp.11,bfcs c:ntre si, q~ nu <te gm ;is ronunu~d• de lo,. que hccnos h:abl:1-
nificrun h~a qué pu,nto b glc,lnli7.ad6n de b d<•. (.~,a d la d1:11éttic:-a e-,tructul'll1 mcc:r:i:a de l:i
5C hibb C:'í all!.tnct.i y asi1nétriC'.l. pe-ro no por dio u~d.1d po1i11ea que \C corrc-.por111e pní~cimi:Jt•
mcnC>S C'Í«tna. te c. in la el ialéruc-a del poder l, en I.J soacdld Jc-
La d,al~ric:a de h. socic:d d d~tica en 111ocd1 ica p31l:11nenun~ princip2h11crnc: con fa
te p~mC'r cú_'Culo de gé-noi • tiene luf,'2r i><,r lm d11lécuci del po,lcc Cónjunth·o.
"?nR1etos '!1ulttpks entre b socicdld avil, que e1
tll rcorg¡n11Jnd0k ronün~mtntc.-, mcdnnre •~ (2) Ante t«>Jo. d dl'C'Uk> de b Jdeg~!"°' et1 b
a1~te1 de co<lc1cnnin1ci6n de 5'\JS r.arcc~ en los soacd.td democritiet (que~ por el tooJunto de
c-.iut'éS ~ u nut~-a conc,i11te1ón. l...1 roctcd.2d Je- los indi,-iduos. los electores )' los dclc:~dos). FJ
o,0<rioc, rea) ~e h.1tt1 en 4lé \,('l\citfo, todos los roJtt político se supone que procede dd p•1cttio
178 179
(de la sociedad civil), que es la fuente de la sobt· 1 1 \istan los individuos capaces de votar demo-
~a. Pero este poder poütico es, en una sociedad '" .1mentc. En los años de la posguerra de la Se-
dimensiones medias, necesariamente un poder , 1111 1.1 Guerra Mundial, en los que la televisión co-
l~gado, que será ejercicio por una clase poütica. 1 11m a demostrar su alcance arrollador como
s1.stema de dele~ación del poder tiene lugar 111 1 .110 de comunicación de masas, la Cámara de
<liante el converuo del sufra!lÍo universal directo 1111crcio de Estados Unidos anuncia (19 55) su
indirecto, y Ja regla de las n~ayorías. Se ~·ata dl' ti I facción porque «los dos partidos políócos hi-

método convencional porque, de hecho, los ciu,I t , nn la publicidad de sus candidatos y de sus

danos que vot-.in se mueven dentro de un cua,I t ,, r.1mas según los métodos que ha elaborado el

de altemativ.as que les son dadas, sin que pueda h ,111crcio para vender su mercancía; comportan
blars~ de.uru?_ades reales de decisión (corno SU!,.'1 1111 elección científica de los senúaúentos a los
re la mst1tuc10n del «día de reflexión»). l\,fás hi , e hace llamamiento, una sabia repetición>>.
se parecen a las reglas de medida establecidas pa \ la dialéctica de la delegación o representa-
comp~ta~ magnitud~ in~onmensurables: de aq ••n democrática corresponden las incompatibili-
las a~.6.c10sas ªfroximac1ones, tipo Ley d'Hornl 111 1cs entre una representación ideal del pueblo o
que leJos de ser interpretables como métodos con . ,, 1cdad civil como un todo (el cuerpo electoral)
vencionales para medir o contar magnitudes con . 1,., parres en las cuales el todo está fraccionado,
me~su~ables, habría que interpretar como raciu ' , 'lue implica la ponderación de _esas partes, la
naliza_c1on~s (mediante números racionales) ., \ ,ti nación de las partes que se absncnen de la vo-
aproxunac1ones a proporciones incoomensurabl( 1l 1Ún y la definición de mayorías (definición
(irracionales). . 1111venciona1 porque «mayoría» es un concepto
La importancia de la sociedad de mercado (ele! . 11nfuso que no se sabe si representa un_ m~~or
consumidores individuales) para la democracia e ¡iodcr en el sentido de una mayor pote~~!~ física
~quí. decisiva, y no solamente porque el mercado "mtelecroal: simplemente-es una defimctop fon-
implica también la libertad de elección, sino, sobrr , ,11nal que tiene que ver con el mercado). Esta es
~od?•. como hemos dicho, porque configura a lo I , razón por la cual, incluso cuando una part~ ~~
md1viduos como electores. E l sistema democrático 1
urtido) obtiene mayoría absoluta, la ?P~s1c1on
se moldea sobre la economía del mercado de con 110 se linúte a esperar las elecciones s1gmentes.
s':"no, de suerte que la soci~dad de consumo (ind1 <>rganiza huelgas o manifestaciones, hace contra-
vidual) no es tanto el resultadodeía sociedad dl· propuestas a las que son propi~s del Par~amento y
mocrática, sino .JU condición precursorl!:, Es el 1\cl Gobierno. Y con ello esta reconociendo que
mercado de consumo individual eT que hace posible 110 acepta que la mayoría que ganó las eleccíones

180 181
represente a la sociedad política, y que, a lo s11111 111:1ble, y no por déficit democrático, sin? ~ar
sólo se limita a esperar su turno del modo mt·m i,n de estrucmra. Los ajustes y las negoc1ac10-
violento posible (el día 13 de mayo de 2001 B 1ratarán de limitar continuamente el alcance
lusconi gana las elecciones italianas; pero los ch , sle «divorcio estructural»
23 y 24 de julio del mismo año, como conseCUl'11
cia de las medidas tomadas por el Gobierno p;u' (b} A esta misma línea de la dialéctica de la re-
proteger la cumbre deJ G-8 reunida en Génuv , ,l'ntación obedecen los conflictos entre los rres
decenas de miles de personas se movilizan en lt 1 1, lt·rcs. El ejecutivo ~s el p~d~r que brega inme-
lia -en Génova, en Bolonia, en Venecia, en Re 1 .i ,mente con la sociedad civil; la escala a la que
t~a- llamando «asesino, asesino, asesino» al pr 111ueve el legislativo es más lejana y me~iata, Y
s1dente del Gobierno). " ., d lo son las cámaras las que canalizan siempre
A_!ª dial~ctica de la delegación correspond 1 ,posición al ejecutivo. El poder j~dicial e~cie~ra
tamb1en el circulo de la sustantivación de la cl:1 l 1 , ontradicción esencial de que «sm el leg1sl_an~o
política elegida por la sociedad civil. Teóricamcnr , ,ego, y sin el ejecutivo vacío» (salvo consttttur-
~quéll~ repres~nta a ésta; pero la representación ' n nn Estado dentro de otro Estado). Por ello,
1mpos1ble estnctamente, porque la sociedad civil 11 independencia teórica, fundamento del E~tado

sólo toma conciencia de sus planes y progra"ñi'a!I • 1, derecho, es precaria y, en ocasiones, casi una
g-avés de sus delegados o de los partidos-político 111 t:ión jurídica.
Estos son los que fonnan los planes y programas v
éstos rebasan necesariamente la escala en la que
pueden moverse los proyectos y deseos de los n· Democracia y conformación de los
presentados. La disociación entre la clase poütir:i electores libres
y el pueblo (o cuerpo electoral) es inevitable, y se
agrava cu~ndo las cúpulas de los partidos políticos, (3) El tercer círculo según el cual discurre la
que canalizan la representación, deciden las listas tli·lléctica de la democracia tiene que ver, no ya
de candidatos a delegados y la redacción de los n;n la estructura interna misma de la sociedad po-
planes y programas políticos. Las cúpulas dan lu li tica sino con las estructuras periféricas o envol-
gar, ~e este ~odo, a una aristocracia de hecho (la vent;s, que le son inseparables. La soci~da~ po-
«paro.~~cracta»), dentro de la democracia, y como lt úca no se circunscribe a su capa conJuntlva o
e:v0Iuc1on natural suya. El divorcio de la clase polí- cortical· debe enfrentarse también con la capaba-
?ca. y 1~ sociedad civil (sindicatos, corporaciones, <:al (in&aesrructural, económica, cultural) _que só-
\l, mst1tuc1ones, empresas, «tercer sector») se hace lo en muy pequeña medida puede considerarse

182 183
como superestructura!. En realidad es basal 10d,
aquello que contribuya a formar y mantenc, 1 l ,as relaciones entre diversas sociedades
realidad del elector libre, a asegurarle un ento1111 democráticas
(un mundo) en el que no sólo puedan darse .,1,
mento a sus células, sino a las operaciones indi, 1 (4) El cuarto círculo a través del cual se <lesa-
duales relacionadas con los actos de elección, , 11 ' , o lla la dialéctica de la democracia es el que pasa
general. 1" 11 la codeterminación entre las diversas sociedad
El llamado «ocio democrático>> resulta <;1·1 1,,,hticas (democráticas o no democráticas). Esta
desde esta perspectiva, tan básico como el trab,110 11dcterminación no es algo sobreañadido a la so-
Porque este oc..-:io conforma al incl.ividuo libre (ek-c . w, lad democrática (como un mero .apéndice, el
tor) como consumidor libre con <<opiniones pro .1, 1echo internacional privado); es algo interno a la
pias» (almque no tan originales que hagan impo, 1 p• opia sociedad democrática cuando nos retrotrae-
ble las predicciones demoscópicas). Y, por ello, 111 ' ,,e,s a los procesos de su génesis. En la «Sociedad
que la democracia habrá de prohibir no es el ocio, il1 las Naciones» suelen computarse por igual, de-
sino el ocio que disminuya las capacidades cid 111m:ráticamente, los votos de Estados con más de
<<consumidor sostenible» (tal sería el caso de la, , 11 n millones de habitantes y los de Estados de me-
drogas destructivas). 1111,; de un millón: aquí se rompe totalmente el pa-
Y aquí podríamos poner el flUldamento de J.1 , ,ilclismo entre la representación de mercado y la
tendencia de las democracias a extender el sistem,1 11·presentación democrática (dicho de otro modo,
democrático de elección de representantes a otra, l I democracia de la Sociedad de Naciones es, ante
capas de la sociedad civil, en las cuales la democrn 11>do, una fónnula ceremonial).
cia representativa carece propiamente de sentido, Una sociedad democrática recluida en los lími-
Por ejemplo, la ya citada «democratización de l:1 1r·s de un Estado no puede, en todo caso, garanti-
orquesta» (como si la buena marcha de la orquem 1,l r el proceso de su génesis permanente, porque el
dependiera de que el director o el primer violín 111crcado democrático, dado dentro de una socie-
fueran elegidos por los músicos), la «democratiza dad política, requiere el intercambio internacional
ción de la famiüa>;,, la «democratización de la es- (incluido el colonialista). En cualquier caso, las so-
cuela», la «democratización del ejército» o hast,l 1 icdades democráticas tenderán a organizar como
la «democratización de la Iglesia romana» (que re- democracias de electores-consumidores» a todas
novaría los conflictos tradicionales suscitados por las sociedades con las cuales intercambian produc-
los conciliaristas). tos: la Declaración Universal de los Derechos Hu-
manos, promulgada inmediatamente después del

184 185
final de la Segunda Guerra Mundial, define la «un l. l'Ofrentarnos desde criterios explícitos. Éste es
tología ideal» de la sociedad democrática univcr 1precio que debemos pagar.
de electores-conswnidores (ontología que idcol, Pero nos parece intolerable el proceder de
gicamente suele justificarse a partir de principu ,p11cnes, erigiéndose en perros guardianes de la or-
sublimes relacionados con la dignidad humana). ', ,,loxia democrática, como si fueran conocedores
Ahora bien, cuando determinadas sociedad ,1, la esencia moral del género hmnano, pontifican
po~ticas no se encuentren en ese «proceso de !( ,,hre lo que debe ser o sobre lo que no debe ser la
nes1s permanente» que constituye su propia na1u ll·lcvisión democrática», dando por supuesto que
raleza, sólo podrán recibir las instituciones demn dn en posesión de sus principios (los de la de-
cráticas desde fuera (desde otras sociedades n ul 111ocracia), pero sin dignarse, o sin arriesgarse, a
potentes), y a veces como una camisa de fuen.a 111.tlízarlos y ponerlos «boca arriba». Y no es po-
Los conflictos que en nuestros días se suscitan a 1wrlos boca a1Tiba, sino em'Ubrirlos,
.. apelar avalo-
propósito de la «globalización» o de la «anti-gl, 11'\ tan abstractos como los que se asocian a pala-

balización» forman parte de este circulo dialéctirn 111 :is (recitadas, gritadas o cantadas) tales como
La sociedad del bienestar, a la escala de la socieda,I Libertad», «Igualdad», «Fraternidad», « Tole-
de mercado de consumidores, requiere un nivel clr ' 111cia», «Respeto a la intimidad», etc. Estas pala-
producción en el que se ve implicada, en nuestru liras tienen interpretaciones opuestas, hasta el
dias, toda la humanidad. Pero sólo una parte de esa 1ninto de que ellas son también reivindicadas por
supuesta humanidad puede disfrutar de tal bienes Lis sociedades no democráticas (¿acaso el «antiguo
tar, y no por «egoísmo» de quienes lo detentan. S1 1cgimen» no reconocía los valores cristianos de la
el nivel de bienestar más alto conseguido se univer libertad, de la igualdad, de la tolerancia, de la co-
s~lizase, ese_nivel de bienestar, y aún Ja propia so 1 rccción fraterna, del respeto a la intimidad, etc.,
c1edad del bienestar desaparecerían. interpretándolos a su modo y manera?).
Desde el sistema de coordenadas que acaba-
mos de poner boca arriba, y en particular, desde la
Diversos tipos de relaciones entre la teoría de las cuatro familias de círculos dialécticos
sociedad democrática y la televisión que canalizan el curso del poderoso y bullente cau-
dal de las sociedades democráticas del presente,
7. Estamos en condiciones de enfrentarnos podernos interpretar las relaciones entre la televi-
con el análisis de las relaciones entre la televisió11 sión y la sociedad democrática como relaciones
y la sociedad democrática de un modo no mera que han de tener lugar en el proceso mismo del
mente «empírico», parenético o apocalíptico; y discurrir de este curso «canalizado» a través de los

186 187
cuatro círculos dialécticos de referencia. Es 1'\ 1 11.dcs se configura el ciudadano como elector, en
dente que la televisión funciona también (o h~ 11,u,to consumidor libre y responsable de los bie-
funcionado) en sociedades no democráticas, y, 1·11 111 •s que le ofrece el mercado, es evidente que la

este sentido, hay que comenzar afirmando que I• 111.1nera específica de contribuir la televisión a la
televisión no necesita de la democracia. Pero ya 1 1, 11 rnación de la libertad de elección de los ciuda-
mucho más difü:il pensar en una sociedad demu ,1.,nos es ofreciéndose como un bien público (no
crática actual sin televisión. Y esta necesidad 1111 I'' 1va<lo) en torno al cual el ciudadano pueda elc-
será postulada aquí en virtud de razones general1· 1," · Pero esta elección puede tener lugar_~e dos
(que tengan que ver, por ejemplo, con el supuesto 111.meras correspondientes a las que trad1c1onal -
«progreso de la época»), sino que tend!'á que Sl'I 1m•nte s~ llamaban «libertad d e contradicción»
derivada de la estructura misma de la sociedad ello 11 11trc la disyuntiva: «elegir o no elegir») y «liber-
mocrática, tal como ella sea entendida. 1 111de contrariedad» (elegir entre va1fos bienes al-

Desde las coordenadas establecidas, la expos, 11 rnativos ofrecidos). La libertad de elección y el

ción de estas relaciones es, al mismo tiempo, un.1 ,k1 cnninismo no son en todo caso conceptos in-
exposición diferenciada de los diversos tipos den: ' 111npatibles; son más bien conceptos conj~gados,
laciones, que de algún modo han de ser ellos mis • tl·mpre que se acepte la concepción de la hbertad
mos disociables, aunque sean inseparables. D icho ti c elección como un determinismo disyuntivo o
de otro modo: de lo que se trata, en nuestro caso, .1h ernativo. El sujeto tiene libertad de elección n~
es de mostrar los «engranajes» que la televisión ,.,neo porque su voluntad indeterminada pueda li-
puede tener en la sociedad democrática, no ya en bremente o creadoramcnte elegir cualquiera de las
general, sino en cada uno de los círculos dialécti .1lternativas que le sean ofrecidas, cuanto porq~e
cos a través de los cuales discurre la sociedad de .,e considera determinado por alguna de estas dLS-
mocrática taJ como la hemos presentado: yuntivas o alternativas cuando éstas. se le ofrecen
formando un todo lógico de alternat:1vas.
Cuando la televisión es única, la libertad de
La «papilla televisiva>> elección se limita al caso primero de la elección
disyuntiva: o la tomas o la dejas. La sociedad de-
(1) ¿Cuáles son los engranajes de la televisión mocrática parlamentaria, que se fundamenta en la
con los círculos de base constituyentes (genéticos) libertad de elección alternativa, característica del
de las sociedades democráticas del presente? mercado cuando contenga entre sus bienes a la te-
Si los procesos genéticos constitutivos de la so- levisión ~enderá a crear diversas cadenas de televi-
ciedad democrática son aquellos a través de los sión pública, incluyendo las llamadas «televisiones

188 189
privadas», que en realidad son públicas en relaciún 11l11 e en espacios colectivos o públicos, e~ los cua-
con las audjencias que pueden acceder a ellas (cua l, , iodos quedan homologados. La soctedad de-
lesquiera que sean los requisitos impuestos) y qur 111ocrática no puede correr el riesgo de que los
sólo se llaman privadas en función del carácter no ll•c:tores que la constin1yen se vuelvan de esp_aldas
estatal de las empresas que las promueven. «Tele 1 lo que es común (como ofrecido a la elecoon en
visión privada» es construcción similar a <<libro , 1111juntos de alternativas), y emprendan aventuras
privado» o a «editorial privada»: un libro es siem .,htarias que les conduzcan a desconectarse del
pre público (salvo el caso excepcional de que la 11wrcado de consumidores, cesando, por tanto, en
edición o el ejemplar único sea encerrado en un 11 condición de electores.
dominio íntimo), y es público tanto si la editorial Es indiferente, en principio, que los conteni-
es una empresa comercial particular, como si es dos ofrecidos sean de calidad o no, incluso de que
una «editora nacional». , .m «limpios» o «basura». El mensaje es el n1;_e-
La televisión introduce en la sociedad demo- . lio, siempre que el medio no ofrezca mcrcai;cias
crática una nueva y eficaz forma de conformación disolventes»: basta que sean neutrales. Y as1 co-
~e sujetos electores de bienes, al ofrecer la posibi- 1110 el medio refuerza a la familia que lo utiliza co-
li?ad de ejercitar la elección de programas me- 111unitariamente, así también puede reforzar la de-
diante el telemando y el zapeo, y con ello al contri- 111ocracia mediante el suministro de bienes de
buir a la «existencia sostenible» de los contenidos , nnsumo que, aunque susceptibles de ser consu-
ofrecidos. 111idos individualmente, y en la interioridad de la
Los contenidos ofrecidos por la televisión pue- propia casa, hacen posible la subsisten~!ª de la so-
den también considerarse como conformadores 1·1cdad común de los electores entrete¡1dos por el
básicos del propio sujeto elector, a partir del cual mtercambio. A principio del siglo XX podía tomar-
se genera continuamente la sociedad democrática. -;c como ideal de la democracia emergente el lema
Este principio queda encubierto con el concepto de Ford: «Un automóvil y un voto para cada ciu-
de «televisión de ocio». Pues no se trata de llenar dadano.» A principio del siglo XA'l este lema habría
el «ocio» (un concepto puramente negativo, res- que reformarlo: «Un automóvil y un receptor de
pecto del concepto de trabajo asalariado). El lla- televisión para cada ciudadano.» _
mado ocio tiene sobre todo un significado confor- La televisión pública, estatal o comercial, en-
mador-positivo para la sociedad democrática. En cuentra su misión democrática constitutiva asegu-
el ocio, los consumidores siguen conformándose, rnndo la distribución de una «papilla dcmocráúca
tanto o más que en el trabajo, como electores de televisiva» que, si no es de calidad excelente, tam-
la sociedad democrática mediante la participación poco tiene por qué ser, en principio, basura. Esta

190 191
función de la televisión no es menos básica (es ti, lfrdprocamente, para que la p~pilla ~elevisiv~
cir, basal, no superestructura}) de lo que pud1t•1 11t· a una audiencia lo más amplia posible, sera
serlo el salario mínimo que el Estado debiera ª" , . 1 ,.;o « rebajar>> la exquisitez o calidad de sus
gw·ar al ciudadano, por el hecho de serlo, co111n ,111l'nidos. Sólo así podá lograrse una televisión
proponen hoy algunos partidos socialdemócn1t.1 1 111:isas (con audiencia de millones) capaz de
y que acaso sin saberlo se mantienen en la línea ti, , 1111 cner «vertebrados» a los ciudadanos me<lian-
aquella propuesta que, en nombre del Partido J\1, l I participación en un mundo simbólico común
socrático, formuló en las elecciones de 1936 el d1 ,1 1 la sociedad de consumidores.
, putado José de Acuña: «Todo hombre por el ht Y utilizamos aquí los términos «masas» y
cho de haber nacido tiene el derecho a que rl . , r1cbración» en un sentido que quiere desvin-
Estado le vista y le alimente. Para ello deberá .i m, ,al irse de las definiciones «técnicas» m uy particu-
talars_e:: en toda España una especie de surtidon·,, 1 , 1 , s que les dio Ortega (en l .a r~betión de las ~iasns

semeJantes a los de la gasolina, para suminist1 ;ir 1 n &paño inve11'ebrada respectivamente). Cuan-
gramitameme la «papjlla integral». Dicha papill.1, lo hablamos de «masas», n o pensamos este con-
compuesta por las vitaminas y elementos necesa ' ¡no como correlativo a «mi norías selectas»; y
ríos para la subsistencia, no tendrá buen sabor 11 11100 hablamos de «vertebración social» no
a~nque ta~poco ,malo. De este modo el que qui· ,. 11samos tampoco en la supu esta conexión de su-
1
s1era comidas mas sabrosas tendrá que trabajar l111rdinación de las masas a las minorías. Si rcscata-
(apud Eugenio Vegas Latapie, Memorias politicm, 1110s el ténnino <<masa», p ara da rle su sentido más
tomo 1, pág. 308). 1 neral, sigiúficaremos con él algo así como «~l

La «papilla televisiva», mediante el ofrecí , 11njunto uniforme de una sociedad civil caracten-
miento a una audiencia amplia (virtualmente uni- .ula por la inercia de sus comportamient~s». Este
versal) n o sólo de ofertas de bien es de mercado , oncepto se encu entra utilizado ya en el s1~lo XlX,
universales, sino también de espacios comune~ 1111110 lo testimonia, por ejemplo, el novelista M.
«naturales» (documen tales sobre flores, aves o l•(•rnándcz y González: «Llámase con cier_ta pro-
mamíferos) o «.u·tificiaJes» (como puedan serlo los ¡11edad masas a las multitudes, porqu~ son mertes,
magazines tipo Gran Prix, de la Primera o las se- ,1 n movimiento propio y propensas siempreª. ce-
. '
r~es como Al salir de clase, de Tele 5), coo2er.cLCO,.É- der a cualquier iníluencia» (La Buena Madre, libro
d1anamente a la constitución y sostenimiento de 11 l, V). Y si queremos rescatar el término «verte-
un mundo común para todos los electores un bración» del «secuestro» que supone para él su re-
mundo que es imposible ofrecer a una sociedad de ducción al caso de una conexión entre las minorías
masas sin televisión. y las masas, y entendemos 1a metáfora en su sentido

192 193
más propio (encadenamiento de partes que St' I• 'ita es la razón por la cual los propios intelec-
granan para formar la colunma vertebral de un 1 1 In que intervienen en el plató habrá~ de ~dap-
g~i~:11º social), entonces puede decirse que l:i r 1 , u los procedimientos de la oferta d1vers1fica-
levts1on es uno de los procedimientos más e.6 __,,_.,.• ¡¡ del mercado. Ninguno de quienes debaten
para ~antener vertebrados a los individuos •¡ li a ocupar una porción de tiempo que parezca
const1tuyen las masas de las sociedades democr· , 1 ~iva del mismo modo que ningún producto

cas contemporáneas. , ,h.: s~r ofrecido en monopolio por ningún fa-


Entre los servicios democráticos más notahl 11, mte.
que la televisión presta, en orden a la format·u "ic comprende así que la publicidad sea ~a fuen-
precisamente del cuerpo electoral (es decir a 1 1'' incipal de las televisiones públicas p~~uculares
educación del juicio del ciudadano como el~cr 1, llamadas «privadas»), que son tambien carac-
en el_ r_nercado) hay que contar a la publicidad, t' ' Micas de una sociedad democrática. Solamente
fracc1on del «todo televisado» que tantos «intelec- , una sociedad no democrático-parlamentaria la
tuales», desde fuera, como presentadores, desd 1 le visión, en manos del Estado y mantenida por
dentro, consideran como la pars pudend,i de lo podría prescindir de la publicidad y, con ello, de
programas d_e televi~ión, a la que es preciso resig 1 presencia continua en las pantallas de esa. «so-
~arse como 1mperat.tvo externo económico. Esr°' rt .t:1d civil» que da puntual cuenta de los b.1enes
mtel~ctuales, 9-1ando entran en el plató, junto con ¡m tiene en oferta. Los vínculos entre la sociedad
los directores de programas, realizadores, etc., 1, mocrática y la publicidad mucho más profund?s
ado~tan, dur3:I1te los cortes publicitarios, la acritud li lo que da a entender la explicació~ superficial
~ to1ca _de quten ha de transigir con unas exigen •(li t' se conforma alegando las «neces1d~des de fi-
c1as rruserables, o sencillamente, la actitud de 11.mciación». L a prueba es que en _:1Il sistema de-
quien
. . . decide ,, .ignorar la intercalación de esa' a su 1, 10crático, la propia televisión «del Estado» de-
Ju1c10, autenttca basura televisiva que interrumpe 1,,·rá acomodar sus ofertas al nivel de las ofertas de
el curso de su actuación. No tienen en cuenta que 1,~ ou·as televisiones, si no quiere quedarse sin
es la publicidad no _Yª solamente la que sufraga los 111diencia.
gastos que ellos nusmos causan, sino sobre todo, La televisión libre, televisión de mercado, se
que ella es la que conforma al público que está con- .,tiene, por tanto, a la misma estructu~a de la?~-
templándolos como «intelectuales», y los está juz- 111ocracia de mercado. El valor de un bien televisi-
gando demo_crátic~mente~ ~echazándolos o acep- vo se mide por unidades de aud~encia. Un b~en te-
tándolos segun su libre opm1ón, como se aceptan 0 levisivo que en el mercado consigue oc~o _millones
se rechazan los bienes en el mercado. de telespectadores vale más que el que umcamente

194 195
:itrJc a ,fo\("jc,no, mif. ,\dc11ús. d n1o1:rcJ.dc, Je k el :a~cnto Jd c,,tadío de fútho1 o Jd ,cano
n~ onllnJno, a 11'.l~\ efe l:t pulltiC'ulad. c.s d 11 el 'lUC se cckbr.1 C'I mitin, d ttt\UO Jd c-.u,di~i.J.•
• rr.,,"b del <"u.,J l:is uni1t.1dc, efe .audicnC'1,1 u "'• IJ" e<>ntr.1tt11, .1,; efe ,u.,; mú,c.-ulo-.;, !IU -rter.ooali-
íornun ;us bienes en una,bJc... monctana!'>, Lt,I ,mli, id,ul-. que e, uno ,re ro~ fondJlllt'llfCK,
1thtn-.ammtc initcrlCn~licntc ,k l.1~ ,toc1nn-l> ,_,,.,.
u cu, opucsui por d c--mdi,h10, de b confia.1u.a
l .;i telc:,ii.sión en fo "-ida intenil de la 11 lJ a,cr.iión que el c-.amlirl,Ho ptc(Jc ~iur en el

:\Odcd:id d em<>critie-.1 f l l<1r.


\ ' 11tr11 \ ~, :t1¡11i ,•fll,.cm•"' .1 c1~'l)JUr-J1110~ crn1 b
(2) Lo, cngr.,n;jc:s Je la td~;sión con IM , n.bd. por no 1krir identid1d, entk 111 puhlid-
atJC)'\ dml«hC'<I\ que ,c.· dibujJn C't, b ~'Slructun ild Jcmocr-.1tica de produccos de 1nctc:ado. y bs
t<"m.1 de b ,oocd.id 1lc1l1ucn111ca soll m11d10 alll(l, I iu.~ ¡>Qlíac-.i__,; clcctot.11~ cdC'is:,J~s. Conl()
prm~ )' c.,plk,tn,. i\os limtl)n:,no\ :1 ~eii11br l•1c n -..i bid1 ►• Jo., fe)·\.-.. que pr'-"i1lcJt b 1écnic-.1 ,le
puntns que iguro· h pr.,pa¿12nth drc-tc•r.11 tclc\·ii.all.1 ,on lllU)' .1 fines :i
In IC)-CS que per5iguen el n1.írq11ciin ele un prc,duc-
(11) Ante iodo. 11)) C"ngrJn.aio con los procc,1 to, )' o.to sin ptrjuicio Je los Jesljustcs e incon-
1n 1-.mrll 1lc íorrn,,e,t>n de 1.2 rcprcsc11t.1c:icSn tic 11lCnsur:1 bíliil.tdd cícct.i~·.as entre ,llnbo:~ rrucCS,()S.
soc_i:d•ti_ polftiai .a tri, ·,; de !>ll~ tlelcl(Jdus. r~ r
lcV1:s16n 1ucga un ~¡,el J«h,i,,, en rcJo1to.; f~ pro,, (b) L:i tdc,·i~i,in tlei.cmpclla t.1mh1cn un 1upcJ
c~o~ cf~cor.1Jcs, .,..,.q,1c )Ófo l(l'WS a b tele\i r alf)" im¡x~ntc en b th:11«tiC'2 ele I■ ~V\t.anth,1•
~¡ ÓJt d l.'UéfJIO elcccor.il putdi: ter, ~r delante o oo o hiJ'Óru.sis Je 12 d1')t potiua, rrinci~hnen-
(Íonn.almrnte y en direcio) .l lo-. c.-..ndübt<h. \ licn cc en coc.11> :ic1u1:llo que cona1:rnc "b <"•-'ru..1'iw•
tn~ que: en un.1 Jen1<.JCr.i<1.1 \in tdc,,~1ón can <,l,lo , ,,,,, de la .. cupul ~'i <le fo\ p.innlos pol1ti{U'- ch I b
un ~.,so por«nujc dd cuerpo d«toraf (~•n 1 por 1lt1110tr.tC1:l~ p.1111tocr;hic-.u El 1>.1pd 11uc l.a tdC\•t·
c-1enro. un I O por ciento a In surno) timen ~m::,c, u u , ¡u...--g-~ m est<' proce.o ietua :-.i n cm~rgn por
directo ~ t, pr.:-..:11da de IO!I caooid:itos., en wu dt- nlt'c-.anismos ,li,·cnus 2 lo, que u~ lugir cn
rnocr2ci.a cclc,™cb J.i \ltunci1j11 e, cnccr Jrr1en1c 111rus cín:uluic. sin que ¡v,r elfo a.te pipd ~ me•
Ji«111t.1 (:aunqu(' b radie, r,n;J)¡fr,} ~t.1 uucw fa. lllh import.1nu:. Poorí.a tlcnrsc que d p-.1¡lel dt? l:i
\oC de fJ dcrnu.:rari:a}. b tflUhd.111 dc:I a1crpo dt'<'- 1dc\l!-1Ón ~-on.,LStc :u¡ui cn cierto 111odu en ocul.t.ir
tor,11 puede ,~r en ditl.'Cto, •~li:a.ntc b tcla-i~ián 111, q11e en publ,~r (o pub1ie1ur1,} en OC'últ,1r
for11,al, 2 Jo,; t"Jndi..J:uos :a dell:'f,C'ldos cfcl cjca1tnvo 11 lhntc el JKo«Jimicnro Je Jepr en b $0mbra
dd l(8i>ll'lt1vo Puede í>C'r<'1b1r, 11,uc:ho rnc¡or (luc (c-n !J i11ti11uJ 1J) lo-s esc~rurios (Sé•~. lug.ar~.._ de

196
reunión de personalidades políticas) en los nrnl planes, programas, estrategias y tácticas de ~as
actúan las cúpulas de los partidos. No se traL,1 IN 1 l.1s políticas, constituye uno de los m~c~~-
,11

tanto de un mero mecanismo de negación, sinc 1 1 1 más eficaces para el desarrollo de esa d1alect1-
un mecanismo de privación de televisión. Las 1 1 . le- la sustantivación «por enrocamiento» de la

maras, que acaso nos ofrecen la posibilidad dt· • 1, t' política de los delegados del pueblo.
guir con la vista a los miembros de la cúpula dl' un
partido entrando en la sala de reuniones, e incl11 (e) La televisión juega papeles muy importan-
nos dan algunas ojeadas generales referidas a 1, y muy conocidos, en el_ c~so del ejer~ci? ~e
momentos iniciales de la reunión (con lo que ,Ir 1, ucs poderes, y, por consigmente, en la dialecn-
muestran que podrían seguir televisándola), se o, 1 , la que estos poderes se ven sometidos regular-

curecen por completo cuando la reunión comicn,• "' 111e. Nos limitaremos a esbozar, más que nada
(a puerta cerrada). La cúpula se hace opaca ante la 111 razones sistemáticas, los hechos que conside-
1
cámaras, en virn1d de una decisión ajena a las posa 1 11110s más relevantes.

bilidades técnicas de la televisión. Por ello se tra11 l~l más importante es el de la diferencia de
de una privación significativa, y no de una ncg.1 , , 111 portamiento, respecto de la televisión, del po-
ción; pero éste es el único modo de que la intima i«, legislativo respecto del poder ejccu~vo (el po-
dad de las cúpulas de los partidos quede preserva ,1, 1 1udicial queda en posición intenned1a). El Par-
da rigurosamente. 1unento, en efecto, es el poder que compare~e
Esta intimidad puede, por consiguiente, consa 111tc las telecámaras con una mayor frecuencia.
derarse como intimidad constituida en el contexto ' uclen ser televisadas no solamente las sesiones
de la televisión. Insistimos: no como negación, si plenarias, y no sólo las más «dramáticas>> (como
no como privación. Porque no es lo mismo la fal ta ,quellas en las cuales se analiza el «estado de la
d~_visió~ de°:° vegeta_! y la de un animal que per Nación»), sino también muchas sesiones ?e. la~ co-
dio la vista, ru es la misma la falta de visión de un 11tisiones parlamentarias. La sociedad c1V1l uene
ciego que la de un vidente que ha cerrado o le han .111uí la oportunidad, sin necesidad de taquígrafos,
hecho cerrar los ojos. En todo caso, la «intimidad de seguir las intervenciones y debates de sus repre-
de las cúpulas», cuya existencia paradójicamente la \Cntantes. Otra cosa es que utilice esa posibilidad.
~elevisión hace patente, contribuye de modo muy 1'.n todo caso, una forma de medir la distancia (o la
importante a esa formalización y reconocimiento 1.:volución de la distancia) que en una legislatura se
de la distancia entre la clase política y la sociedad mantiene entre la sociedad civil y los representan-
civil. La preservación de la intimidad de los esta- 1es democráticos elegidos por ella, sería precisa-
dos mayores (y menores) en cuyo ámbito se tejen mente la que proceda tomando como unidad la

198 199
participación (rhare) de la audiencia en las c;c,,, ,, 1 mera de como se comportan ante las cámaras
parlamentarias televisadas. Con frec.11encia l., I' 11pulas <le los partidos o l?s cons~jos de _admi-
ticipación de la audiencia en programas depo, 11 11 ,H ión de las empresas privadas, mdustnales o
o en concursos considerados por los políticm , , ,, 11 ias: protegiendo su intimida~, reforzando
mo televisión basura supera en mucho a la p:11111 1 11p:1cidad, es decir, creándola _medi~nte la re_cu-

pación de las retransmisiones o transmision,· • 11 111 terminante de las pretens10nes mformat1vas

directo de los debates parlamentarios, aunq111 1 lu'i telecámaras. Los Jebates que se producen
n·arc del debate sobre el estado de la Nación. , d seno de un consejo de ministros forman par-
. La ap~rtura televisiva característica del lc¡.;,,I • 11 general, de los nrcn11a Imper_ii, ~uc ~stán p~o-
nvo penrute también la agudización de las s1111 1 ,, ,dos por las leyes, y no tendna mngun s:ntido
ciones dialécticas de conflicto entre eJ Iegislatn,, ,,, objetivos discretos o indiscretos los publicasen
c1 ejecutivo. Es a través del Parlamento, es dcrn 1 1, h c:uatro vientos.
través de los partidos políticos de oposición, q,11 l•:n cuanto al poder judicial, como hemos di-
su través actúan, como se controla al Gobierno \ 1 h11 sobre todo cuando han sido abiertos los «se-
partido o coalición que lo sostiene. Es a través ti ,, i'os del sumario» propios del periodo de ins-
la televisión como llegan al gran público los esr.111 1 lll ción de los juicios, y en particular en las

d~os ? corrupciones que comprometen al poclc r iones públicas, no tiene por qué interp~ncr
CJecuttvo y al poder judicial. .1p,1cidad alguna a las telecámaras. Pero los ':nbu-
E! poder ejecutivo, a diferencia del Legislativ11 11 des de justicia, y los propios jurados, man~enen
mantiene un comportamiento muy peculiar a111c 1,•mpre una reserva o recato'. más ? menos mten-
las tclccámaras. El ejecutivo tratará obviamente ,le ,. 1 de la intimidad de sus dehberac1ones «a puerta
utilizar la televisión como instrumento de su ,H , , 1 rada».
ción gubernativa. Por ejemplo, en el control ,.
orientación de manifestaciones masivas, no ya w1i
camente en contra o a favor del Gobierno: una h:i La televisión y la incorporación del pueblo
bil utilización de las telecámaras en la transmisión a la democracia
de las manifestaciones en torno a una causa deter
minada en una ciudad puede modificar el sentido o (3) La importancia de la televisión en el inter-
a~cance de las manifestaciones homólogas en otras , ;1mbio dialéctico de los círculos estructurales de
cmdades que van a tener lug-ar minutos más tarde. l;1 sociedad política democrática y los círculos en-
Pe~o, sin pe1juicio de esta utilización, el poder ejc- volventes o periféricos es muy grande. Los escena-
cuttvo se comporta más bien, ante la televisión, a rios ofrecidos por la televisión, tanto formal como,

200 201
sobre todo ahora, material, han de ofrecerse il "' modo distinto, pero compatible con los ritmos
suerte que se manifiesten las analogías y paralela 1 1110cráticos; no sólo proporciona la posibilidad
mos de la sociedad civil con la sociedad polílll 11, 111antener ocupados a millones de ciudadanos
democrática; aunque también se manifiestan 11 1111 ,1nte unas horas de «ocio>> peligrosísimo (es de-
contradicciones, distorsiones e inconmensurah1h 11 , ele millones de horas de vida transcurridas fue-

darles. Aunque no se trata de escenarios en los cua ' ,le la fábrica o de la oficina, pero no fuera de la
les pueda decirse que es pertinente tener en CUl'II ,, 1cdad civil, ni indirectamente de la sociedad
ta las relaciones estrictamente políticas, Jo cic110 ll 1litica). Durante esas horas de ocio social y polí-
es que, al menos, han de ofrecerse escenario t11 n (homólogas a las que en la sociedades feudales
compatibles, o como solemos decir, «política 1,, upaban las ceremonias religiosas) la consistencia
mente correctos», de suerte que lo que es más siJ( li la sociedad democrática se entretiene con el
nificativo será ahora lo que no aparece (lo que cn 11tlml, como se entretenían en la sociedad feudal
globamos en el concepto de «autocensura») q11 1111 el «ocio religioso».
lo que aparece. Cabría añadir -y esta hipótesis habría que
Puede decirse que, en general, la televisión co c111l1rmarla con investigaciones sociológicas-
opera continuamente con la sociedad democrátin •l'lt' el fútbol televisado contribuye más a la <<de-
de mercado, y ello de muchas maneras. Por ejem 111,icracia sostenible» que las horas dedicadas al
plo, presentando concursos que disciernen pn· 11 1hajo asalariado. Porque las horas en las que se
mios proporcionales a la sabiduría o los méritos 111;1liza, a través del fútbol televisado, la energía
demostrados por los concursantes, o bien, televi .1nal libre tras el trabajo asalariado de la fábrica o
sando partidos de fútbol, cuya estructura técnica ,1, la oficina evitan el «derramamiento» de esa
nada tiene que ver con el sistema democrático. Y 11crgía social libre por canales peligrosos o insos-
sin embargo, una sociedad democrática laica, difí l ll'c:hados.
cilmente podría «entretenerse» (pero tomando es Sin embargo, el fútbol no contribuye a la esta-
ta palabra no en el sentido lúdico psicológico, sino 111l idad democrática únicamente por estos meca-
en el sentido político estricto) si no contase con las 111-;mos de aliviadero que guardan un cierto parale-
ligas de fútbol televisado, porque sólo a través de li , mo con los mecanismos conocidos a través de
la televisión los mi les de ciudadanos que pueden los cuales se administraba el «opio del pueblo».
ser acogidos en los estadios pueden transformarse "lolo un cierto paralelismo, porque la contribución
en millones. Y el seguimiento de la liga no sola- ild fútbol a la sociedad democrática no tiene sólo
mente organiza el curso anual del tiempo de los r-ic sentido «desviatorio» de rumbos estimados
ciudadanos electores de la sociedad de mercado de , omo peligrosos: tiene también el sentido de una

202 203
educación paralela y congruente con la socit•i l 11H.:n representa.dos, a nivel municipal, por sus
democrática ele mercado, en cuanto reorgaJ111 1111pos de fútbol (los equipos de fútb?l no repre-
ción de unas relaciones sociales que la desbo1 d 111.1n a sindicatos ni a partidos políucos: no hay
por todos los lados. El fútbol es un campo de l,.11 1 111H lÍ n equipo que se tirule Comisiones Obreras

lla que ofrece situaciones de competición en l 1 1 , 0 Unión General de Trabajadores FC, o Par-
que la victoria no se obtiene directamente por ,11 11, 1111 Socialista FC). Los ciudadanos, gracias a la

fragio universal de los espectadores, sino por l::i "' 111, 1 de fútbol, pueden conocerse mu':1ament~ Y
perior técnica de un equipo frente a otro (desn111 l;icionarse del modo más directo. Miles de crn-
tados Jos casos de suerte), independientementt ti l 111a nos viajan semanalmente de unas ciuda~es a
que las posibilidades económicas de cada club sr.11 ,11 :is y gracias a ello se contraen nuevas r~lac1on~s
decisivas para lograr esa superioridad (como CH 11 11t iales, de simpatía o de aversión (relaciones ~1-
rre en toda empresa de mercado). , 1,rosamente estratificadas, por otra parte, segun

El fútbol nos ofrece así la imagen de una ~• • •tnL' las ciudades sean de primera división, de se-
ciedad competitiva en la que los contendientt 1111da, de tercera, etc.). .
son implacables, pero están sujetos sin embarg(I 1 El jefe del Estado suele ~s~s~r ~ los parndos
unas estrictas reglas de juego. Con todo, lo deme, ,lt·dsivos, y cuando la compet1c1on uene ~ugar cn-
crático del fútbol habrá que ir a buscarlo no tant11 1 i l: selecciones nacionales de Estados diferentes,

en las reglas del juego (que son propiamenic , nlonces el fútbol logra polarizar simbólicamente
<<aristocráticas», porque ellas están calculadas p.1 Pntimientos que tienen que ver con la ~dad
raque «gane el mejor», es decir, para que el pt111 11 1isma de cada nación política: los estadios se
to de llegada discrimine a los competidores ,1 1dornan con las banderas nacionales, suenan los
quienes se les concedjó una teórica igualdad dt' lumnos nacionales, los jugadores de ambos equi-
oportunidades en el punto de salida) cuanto en el l►os los escuchan a pie fume con solemnidad y, a
sometimiento a esas reglas del juego, al reglamen veces, con lágrimas, y los jefes de Estado (o de las
~o, bajo la atenta vigilancia del pueblo (que ejerce, naciones que quieren convertirse en Estado)_ acu-
J~n_to con el árbitro, las funciones de un poder ju cien al encuentro, porque en ellos toman figura
d1c1al, y muy especializado y competente, actuan- visible las sociedades políticas mutuamente en-
do en «sesión pública»). fre ntadas en batallas simbólicas incruenta,s. Se
Y no acaban aquí las contribuciones del fútbol romprende así·1a razón por la cual el fútbol, que
a la democracia televisada. Gracias a la liga de fút- fue considerado por los «intelectuales y las clas~s
bol los ciudadanos (en el sentido estricto, los que cultas,> como una de las ocupaciones de rango mas
viven en las ciudades de un Estado democrático) se l>ajo en el reino de la cultura («el futbolista utiliza

204 205
su cabeza para golpear al balón; balbucean, t·11 h , .Incleros, que, como hemos dicho, sólo por ello
gar de hablar») y que, en los comienzos de 1a 11 1 ,il1 :m ser llamados «infonnativos».
visión de masas, era prácticamente tratado av1111t 1,,\ televisión ofrece a los millones de ciudada-
lettre como televisión basura, sin embargo, l'll 1 ', de una sociedad democrática, la visión directa
época de los pai-tidos televisados a costa de 1111 101 mal de otras sociedades democráticas o no de-
gran inversión por parte de las cadenas (lo que 1111 '' ,. 11 ráticas, incluso la visión directa de batallas, no
plica una subvención íntegra por parte de las catl, , 11 1 amente simbólicas (como las de los partidos
nas que no son de pago), ha ascendido en la jet.u 111 , .. rnacionales de fútbol) sino también batallas
quía hasta niveles que lo ponen a mucha distarH 1 , 1k:s que las sociedades democráticas libran even-
de cualquier cosa que pudiera confundirse con 1 111 tlmente con otros Estados. De este modo, cada
telebasura: la caterva~de comentaristas de los pa111 111 ,edad democrática está midiendo continua-
dos de fútbol televisado subrayan hoy las «grande '"' nte (sin perjuicio de las aberraciones, sesgos o
ideas>> de un jugador <<sembrado» en un detem11 , d ipses dirigidos>> que se producen en la infor-
nado lance, o la <<genial» proeza del portero. I• 1 111 ,ción internacional) su posición relativa en el
partido semanal que la televisión retransmitía en l.1 , ,111junto de otras democracias de las que no puede
época de la dictadura y que era objeto de acerva, , pararse jamás. Esto se advierte cotidiana~en~~ a
críticas por parte de la «.izquierda», como una ma 11,1vés de las noticias televisadas sobre la s1tuac1on
niobra de entontecimiento y de opio del puebk,. ,k· las Bolsas internacionales. El alcance de estas
en nuestros días de televisión continua de fútbol 111formaciones internacionales, sin descartar todo
será interpretado como una de las «señas de iden' 11¡uello que la llamada «información» pudiera te-
tidad» del Estado del bienestar. 1\l!r de engaño o desinformación, es decir, de pro-
Y"l'J-1.." ~ ., )n L ¡ '7'-i..R,e paganda, pudo constatarse durante_ la guerra fría
l'll el Berlín dividido en las consabidas zonas de-
La televisión en las relaciones internacionales 111ocrático-parlamentarias (las zonas de la sociedad
libre de mercado) y en las zonas democrático-po-
(4) Por último, las funciones de la televisión en 1mlares (comunistas). La influencia de la televis~ó~
la dialéctica generada por la coexistencia pacífica o procedente del Berlín Oeste parece que fue decisi-
bélica de las sociedades democráticas entre sí o va se2Ún 0
muchos estudiosos, en el proceso del
con otras sociedades no democrático-parlamenta- desmoronamiento de la moral de los res1ºdentes en
'

rias son también fácilmente constatables. Y ello, el Berlín Este, controlado por la antigua @A,:
sobre todo, a través de los informativos mediante
los cuales se transmiten, en general, contenidos

206 207
Complejidad de las relaciones entre ,,, una peligrosa telebasura que podría ,arras-
televisión y democracia ' l.1.; audiencias y que, por tanto, habna 4ue
, tic las telepantallas. .
8. Una vez que hemos esbozado las coonlt 11 < >ne Lienen que ver entre sí estos contemdos
das sistemáticas desde las cuales cabe hablar, d1· 11 , 111, cuales va siendo «rellenado» el concepto
modo no meramente empírico, de los vínculm, 11 1, li·hasura? ;No ha de considerarse alarmante
ere la televisión y la sociedad democrá tica, prnl, ¡111· algún <-<~nsejo en pro de la televisió1~?~-
mos acometer w1 tratamiento de Ja tclebasma q11 "' 11i ca» quiera preservarnos <le L'.na _tel~v1Ston
esté orientado metódicamente por criterios 11111 111,1 sin haberse tomado la molcsaa s1qu1era de
formes explícitos. lii 1r su concepto, sino dándolo por supuesto?
Podemos, ante todo, evitar esas <lefinicirn11 n luµar de análisis internos, lo que estas Juntas o
condenatorias de la telebasura, oGtenidas p111 11 l'jos hacen son análisis externos. Qmencs_ha-
consenso entre organizaciones inspiradas por , 11 \, ~tos análisis proceden de este modo: coIDJCn-
cerios tan diferentes como puedan serlo los q111 1, ,cuniendo a ]os consejeros, cada uno de los
presiden las organizaciones sindicales (UG'J' 11 1 dl·S tiene ya su propio concepto de telebas~ra;
,
CC.00.), la Confederación de Padres Católico , onsejeros evacuan sus opiniones sobr_e c_uales
de Alumnos o Amnistía Internacional. Un con 111 los contenidos basw·a, y con aquel con¡unto
senso «democrático»• entre organizaciones tan 1 rnntenidos en los que exista consenso se cons-
heterogéneas sólo podrá ofrecer unas listas d1 1111 ,1 el concepto de telebasura, como un preten-
«contenidos telebasura» en los que aparecerá, un,1 1d11 común denominador que en realidad no se
vez, la descalíficación como basura de programa, ,,n~la, ni siquiera, a los contenidos ?enotados,
que representan «violaciones de 1a intimidad>)' .. ,rque su abstracción lo <lesbor?a continuamente.
otras veces se calificarán de basura a los reali; I', ro los motivos internos, en virtud de los cuales
shows y otras veces se condenará como basura a 1t1.1 consejero ha llevado a cabo la deposición de
una retransmisión de un debate en el que se justi- 11-; opiniones, permanecerán en la pe~umbra. .
fique, por ejemplo, la pena de muerte. Si quienes La ventaja de la explicitación previa de los cn-
exponen sus opiniones al respecto son familiares 11•rios y de las metodologías consecuentes, para
~e personas asesinadas, se considerarán sus expre- dt•batir sobre los programas propuestos como con-
stones como <<fruto de la emoción irreflexiva» es tl·nidos de una televisión basura, reside en que,
~decir, corno «basura psicológica». La transmisión ,11ediante ella al menos podrá intentarse funda-
por televisión de estas emociones, interpretadas 111entar la incJ~1sión de tales conte1,jdos utilizando
por consenso corno «venganza», será considerada los mismos pdncipios. La potencia mínima de un

208 209
sistema de principios dado podrá medirse por 11 l·xpone sus opiniones más íntimas sobre el
capacidad para traducir a sus coordenadas los ,,. 11111wnio sobre la inmortalidad del alma o so-
b~es fund~ment?s que cada contenido pueda r l I cxiste~cia de Dios? ¿O acaso, con el espíritu
brr ~ parar ~e _s~stemas diferentes de principi< nosticismo, tantas veces vindicado por la so-
decir, la pos1b1lidad de analizarlos y juzgarlos l 1il democrática, han de considerarse corno

ayuda de un núsmo rasero. 111 ,., de una intimidad que habrá que m~~ener
Co?sideremos, por ejemplo, algunos dt· 1 l I cea to de la vida privada a todas las optruones
contenidos que suelen ser citados como contc.- , , , ncias que una persona «abriga» en torno.al
dos característicos de la telebasura: el desvd 1, amonio a la inmortalidad del alma o la ens-
miento de una intimidad, los reality shows o la a l 1,, de Dios? ¿Es obsceno (en el sentido de re-
logfa (o no condenación) de la ejecución capital 11.inte de basura) manifestar ante las telecáma-
Después de l o que hemos dicho acerca de l.i 1 nucs~as opiniones acerca del matrimonio, la
tim.idad, después de conocer los diversos valore 11, 11 calidad del alma o la existencia de Dios? ¿No

acepciones que puede tener la idea de intimidad ,•l'l:i su intimidad el atleta que expone su desnu-
las relaciones de incompatibilidad que muchas v' prácticamente total, ante el público de un esta-
ces estos valores mantienen entre sí, se compren , 1 devisado?
qu~ tengao_i~s que denunciar la ambigüedad, in!( Fn cuanto a los talk shows televisados, circuns-
nu1dad acrtt:Ica y aun dogmatismo estúpido de une 1i1os al caso de las conversaciones «espontáneas»

propuesta de clasificación como telebasura en una , 1, los coloquios de artistas o científicos famosos
te~evisión democrática, de todo contenido ~ue im , 11 otros igualmente famosos, ¿por qué habrán de

plique el desvelamiento de una intimidad, inclusc , ronsiderados como «basura para la democra-
en el caso de que este desvelamiento esté autori7.a 11 , ¿No podrían tener también w1 significado

do por su «propietario». ¿Se refieren, al clasific.ir 11.t mcnte democrático, nivelador, por cuanto per-
la desvelación televisada de la intimidad como te 1111cn a miles y miles de personas ver en los hom-
lebasura, a la intimidad parlamentaria o a la inti 1«1 s fumosos los contenidos más vulgares y comu-
midad de un consejo de administración? ¿O acaso a ' "'' que, por tanto, resultan compartir con los
la ~~dad individual, o a la intimidad de pareja, a 1111ladanos anónimos que integran el cuerpo de
la mtmudad de alcoba? ¿Cuáles son los límites que lrrtores de la sociedad política?
separan el desvelamiento de tma intimidad clasifi ¿Considerar emos que cualquier expresión en
cada como telebasura del desvelamiento de intimi dl'fcnsa de la llamada pena de muerte haya de ser
dades que en modo alguno podrían clasificarse en 11 nida como basura antidemocrática? ¿Por qué

tal rúbrica? ¿No está manifestando su intimidad 1h., a ser antidemocrática, o incompatible con el

210 211
Estado de derecho, no sólo la institución 11 11 11 vi rtual televidente. Por consiguiente, en ,
ejecución capital (bien implantada en much.1 11 , d(:mocracia, y en una socjedad de mercado, 1
ciedadcs democráticas como es el caso de E,1.1 1111:1 que procurar siempre la rehabilitación o
Unidos) sino también una defensa televisad., d 111M:rción social del criminal más horrendo, a
institución aute las audiencias integradas t·11 11 1ll' que el cuerpo electoral y el mercado (entre
1
ciedades políticas que la han abolido? Inv111 llos d mercado televisivo) no vean mermado su
como argumento en contra de los debates .,111 l11111cn.
la ejecución capital, la vigencia de la D eclar.111 \ hora bien, este argumento, que se apoya .ºº
de los Derechos Humanos o la vigenci;1 11 , n supuestos eternos derechos humanos del m-
Q~Iinto Mandamiento (no matarás) de ley 111 1, uluo, o en supuestas normas éticas'. sino en ~re-
D10s ~abría dado a Moisés en el Sinaí pru, i. ,1 1., estrictamente político-econón11cas, relativas
demasiado. Los mismos principios valdrían 1 11 1 11crpo electoral, prueba también dema:iado. ~l
bién, en todo caso, para definir una «basura .111 111 , 1110 argumento y acrecentado debcna servu
tocrática», por lo que sólo en el supuesto (m1·1JI 1, 11 .1 <:onsiderar como antidemocrático el abort? y
sico) de que el concepto de telebasura fuer,1 , 1 rnnu·ol de la natalidad, tantas veces defendido
concepto absoluto, capaz de adquirir los mi,1111 , ,devisión, por cuanto ellos privan a la sociedad
valores cualquiera que fuera la naturaleza d, 1 1
11,htica del concurso de nuevos ciudada~os, de
sociedad a la cual se aplica, podríamos desc;1l1h ,111t·vos contribuyentes y de nuevos telcv1dentes
car como basura democrática a contenidos q11 h.il'C unos años se diría: y de nuevos soldados o de
son también, según el supuesto, basura ariston 11,1uros sacerdotes).
tica o viceversa. · f !abría que concluir que los principios que
Desde e~ ~unto de vista de los principio~ qu lwit~os considerado como coHstimtivos <le la socie-
hemos ~xphcit~do, cabría aducir, sin ernbaq•u ,1 ul democrática (en armonía en todo caso con las
una posible razon en contra de la institución d,· 1 11k,1s sobre el pluralismo, tolerancia y libertad, que
pena de muerte en una sociedad democrátic:1 \ lt.111 de i..nspirar toda constitución der1;1~crática) _no
en consecuencia, una justificación de la califa., lll·nen potencia suficiente para perm1t1r la clas1fi-
c~ón como telebasu.ra a toda acruación que p11 1 ,ción de algún contetúdo televisivo co'.no bas~a
diera representar una defensa televisada de 1 ,k mocrática, si es que cualquier contemdo podría
i~stitución: que la ejecución capital equivale lrgitimarse, al menos, como ingrediente de la pa-
siempre a la aniquilación de uno de los clecton· pilla democrática televisiva de la que hemos ha-
que componen el cuerpo electoral y 1a sociedacl hlado? No, porque de los principios presupuestos
de mercado, y por consiguiente, a la aniquilacio11 podemos obtener, por de pronto, diversas líneas

212 213
- de clasificación, en el conjunto de los contem ',111 embargo, el monopolio de los me~os tam-
ofrecidos por las telepantallas, capaces de pon ,1 y.arantiza que los contenidos s~l~coonados,
no lado aquellos títulos por los cuales algu 111111c fueran de la calidad más exqrustta, ~e~en
contenidos pueden considerarse basura de aq , , ,1similados por el pueblo. Durante ~l regimen
llos otros co~tenidos que admiten al menos, de e lliveira Salazar las emisoras de radio -Faro,
modo terminante, una tal descalificación. Por , 11111 bra Porto-- emitían constantemente música
demás, los «títulos generaleS>> para la clasifica t ll'a· p~co consiguieron par:a la educación filar-
que buscamos no nos comprometen inmedia ' 11¡~ de ]os portugueses, porque «el pueblo» se
mente en el diagnóstico de un contenido concrc 1,, 11 ría y apagaba el receptor.
que siempre estará abierto a discusión aun uul Pero en el momento en el cual las cadenas,~e
zando unos mismos principios y títulos. l,·v1sión se multiplican en la sociedad democrao-
Comenzamos constatando cómo son mue hasra el punto de que su vida H~~a a depender
más altas las probabilidades de que la televisión iur1t·cliatamente del nivel de eleccion que la au-
~a sociedad democrática segregue en su metaboe 1,cncia determine, las televisiones experimentarán
lismo mayor proporción de «basura» relativa que ,, proceso de degradación, que ha sido compara-
la que suelen segregar las sociedades no democri 11, alguna vez, como hemos dicho, con el proceso
ticas. Un conocedor desde dentro de la evolucióa 1 ,ustitución de la moneda buena por la mal_a. Es-
de la televisión, tan bien cualificado como Narciso l proceso de degradación en b~a de un mere-
Ibáñez Serrador asegura: «Es una paradoja que la ,, , nto de la audiencia puede constderarse como la
1
democracia no trajo una buena televisión y creo fm•nte interna principal de esa supue~~ mayor
que eso ha ocurrido en muchos sectores, en el c1 ,, oporción de secreción de basura televisiva en l~s
1
ne, en el teatro. Cuando se abre la censura no flo c,ciedades democráticas. ¿Habría que co:°~lutr,
rece la alta cultura. ¡Y todos aquellos que dicen por tanto, que la red o sistema de las tel~vistones
que estaban esperando las libertades ... !» (en Ler ,lt• una sociedad democrática parlamentana segre-
renzo Díaz, La televisión en &paña, 1949-1995, ~•:t basura por los cuatro costados?
Alianza Editorial, Madrid, 1994, pág. 350). No necesariamente, porque tampoco pueden
En efecto, por de pronto, las sociedades demo- . besh ......arse los mecanismos de neutralización de
~ ~· di
cráticas equivalen a la liquidación del monopolio l.'lles secreciones, y la estratifica~ón de la~ au en-
estatal de la televisión. Monopolio que hacía posi- t ,as. La cuestión está en detenmnar las ~eas que
ble plantear al menos la posibilidad de planificar ,cparan lo limpio o lo sucio, o lo más sucio, en la
una televisión más «limpia» desde el punto de vista relevisión democrática.
de la selección estética -0 moral de los contenidos.

214 215
11 lunción de la audiencia que puede recogerlo.
La contribución de la televisión a la , c1be invocar, según esto, el principio de la li-
conformación de los elementos de la 1 11.1u abso:acta, por parte de las emisoras y por
sociedad democrática 1 11 ll' de la audiencia, para justific~r la ofer~a. y la
, ,·pción de todo tipo de contenidos televisivos;
(1) En su proceso de contribución a la co11'1 1t1 podría significar la consideración del concepto

tución permanente de los fundam entos de la s01 1 1111 ,1110 de telebasura democrática como una clase
da_d democrática parlamentaria, o, lo que e, 1 11 1.1. Y ello no excluiría, en cambio, la posibilidad

nusmo, en la contribución de la televisión a la p 1, 1 otros criterios de telebasura, como pudieran


mo~ión de personas libres con capacidad de ek•l{t 1 lo los de «telebasura estética» - musical, tea-

rac1?~almente en el mercado, es obvio que las pre , ,1 -, «telebasura religiosa» -rúbrica en la que
b~b1hdades que acechan a la televisión para dt· 11111d1os incluirán a los telcpredicadores por cuen-
VJarse de estos fines es muy alta. En general, to1l1 1 1 de determinadas confesiones- o «telebasura
aquello que pueda obrar en menoscabo de la ~<rn 11111ral» -relativa a un código de n01n1as morales
munida<l de electores-consumidores libres» hahr il ulo-. El principio pertinente, en nuestro caso,
de ser c~nsiderado como telebasura. Y no h.1y t•l que se atiene pragmáticamente a las influen-
grandes dificultades en determinar qué contenidc <, ,s efectivas que los contenidos televisados puc-
ofrecidos por la televisión son, en absu·acto (st· d.111 tener, de hecho, en cada caso (si fuera posible
má?_ticamente, objetivamente), opuestos a la gem· , ,1,1blecer esta influencia), sobre el proceso mismo
rac1on permanente de esa comunidad de electorn ,111stituyente de fa sociedad democrática. Nos li-
libres o de «consumidores responsables que eligen 1111taremos a poner algunos ejemplos de esta pro-
con consentimiento informado». Las dificultade\ 1,lcmática.
comienzan en el momento pragmático de tener qm· Primer ejemplo. Un programa que se orienta
trazar la línea divisoria entre aquellos contenido~ h.1tia la apología de las drogas destructivas habrá
anticlemocráticos, cuyos efectos en la audiencia puc ,¡11c considerarlo como basura objetiva, por lo que
den considerarse también atenuados, obstativos o , 1 pudiera influir en la devaluación de todos l_os
demoledores de la democracia, y aquellos otros cu- li1cncs ofrecidos por el mercado, salvo las propias
yos efectos pueden tener un signo opuesto, en su drogas; por sl.lpucsto, también por la influencia
papel de revulsivos capaces de suscitar reacciones .,nestésica que la dr ogadicción inducida del pro-
democráticas. grama pueda tener sobre la voluntad de elegir, en
. La línea divisoria no puede ser trazada a priori ni Hcneral (por ejemplo en la forma de una huelga de
uruversalmente, sino examinando cada contenido l'Otnpras de la «basura capitalista»). Sin embargo,

216 217
y en determinadas circunstancias, por ejemple il,•st:ru~tivas, hacia la liberación de la cárcel terres-
mediante la inmediata educación crítica.del tclt·v, 11 l', puede considerarse como telebasura objetiva

dente, un programa destructivo de estas carart 111<·ompatible con la sociedad de mercado: los seres
rísticas podría sin embargo ser útil, en casos c1111 111 ,res, tras el suicidio, ya no pueden consumir oin-
cretos, como contraejemplo. ,,,m bien ofrecido por el mercado de la plaza, ni
Segundo ejemplo. Podrían considerarse come 1 lcgir a ningún candidato de los que se le ofrecen

televisión basura, desde una perspectiva democr~ ,•n el -«mercado>->- de las listas electorales, ni pueden
tica, a los programas que contienen «mensajt·, ,,·ntarse ante un televisor.
destinados a orientar a los jóvenes hacia formas d Quinto ejemplo. La publicidad falsa de pro-
vida incompatibles con la sociedad de electores 11 ductos ofrecidos por el mercado, sobre todo de
bres de mercado, aunque estas formas de vida pm ,quellos productos de consumo masivo, es teleba-
dan ser estimadas, desde otras coordenadas, como m a según los criterios que utilizamos, no tanto
los modelos de vida más limpios imaginables, pon porque induzca al engaño no nocivo (puesto que
gamos por caso: la vida ascética, la vida retirada y , ntonces podría significar un incremento de ven-
frugal, incluso la vida comunitaria de las comuna 11s y, por tanto, de vida para el mercado) sino por-
naturistas y contracultmales que aborrecen la civ1 1¡ue puede generar desengaños que contribuyan a
lización o el mercado pleno que ella compor ta y, 111inar la confianza de las audiencias en el mercado.
por supuesto, la televisión («la mejor televisión es
la que mis ojos me ofrecen cuando los abro en un
día luminoso en el campo»). La generación de telebasura en el proceso
Tercer ejemplo. Las series y programas racistas interno de la sociedad democrática
habrá que considerarlos como telebasura fabricada,
peto no ya tanto por la razón formal de que el ra- (2) También un régimen democrático de tele-
cismo sea incompatible con los derechos humanos visión plural implica probabilidades muy altas de
o con las virtudes cristianas, sino por lo que él im- j,!;Cneración de subproductos que pueden llegar a
plica de restricción de compradores-electores en constituir télebasura objetiva en la economía de la
un mercado abierto (el racismo extremado, al me- misma estructura de la sociedad democrática.
nos, lleva a prohibir participar en el mercado a los Ante todo, en el curso mismo del proceso
individuos de razas distintas de la de referencia). electoral de los representantes. La divulgación te-
Cuarto ej_emplo. Todo programa televisivo que levisiva de casos de corrupción electoral (en la
implique una justificación, y aun tma incitación, al confección de las listas de electores, en la distri-
suicidio como vfa propuesta, por algunas sectas bución de papeletas, en el llenado de las urnas, en

218 219
el escrutinio, etc.) puede contribuir a aument.11 1 11loctrinamiento comercial, político, ideológico o
abstención y el escepticismo c.:n un amplio S(.'rl11 1l'ligioso de los programadores. Se diría que si un
del cuerpo de electores. No estaríamos ante t·,1,1 partido político de oposición puede acusar al par-
de telebasura fabricada, pero sí ante casos de wl 11elo del Gobierno de «manipular» la televisión
basura desvelada. La cuestión es la de si debe ;11( (nmcediendo, por ejemplo, mayor espacio a 1a ex-
nuarse o incluso barrerse enérgicamente ck l.1 posición de sus supuestos logros, o simplemente a
pantallas esta telebasura desvel ada. Lo que nos ll1 l.1 exhibición de sus líderes) es porque está argu-
va de nuevo a plantear 1a cuestión de la censura , n 111cntando desde la suposición de que la audiencia
televisión y, muy especialmente, a poner en tela ti \l' comporta como una arcilla dócil, moldeable por
juicio el principio de que «es preciso decir siemp11 !.is imágenes que van sucediéndose en la pantalla;
la verdad». Se trata de decisiones pragmáticas q111 una arcilla plástica que tomará la forma que más
requieren n·atamientos prudenciales diferentes c:n rnérgicamente y más constantemente haya actua-
cada caso. do sobre ella. De este modo, la audiencia parece
También es casi imposible que deje de gene ser tratada por los políticos como si consistiera en
rarse telebasma «democrática>> en el momento dl 11n conjunto de sujetos pasivos que se orientasen,
utilización de la televisión en las campañas electo en promedio, en un sentido o en otro según la tasa
rales. En efecto, estas camparias se llevan a cabo tic «cstimulación doctrinaria» o de simple reitera-
desde el supuesto de la intersección de la propa dón de imágenes estéticas a las que estén expues-
ganda poütica estrict::i (dirigida a captar partida tos. Otro tanto ocurre con la publicidad: un pro-
rios) y la publicidad comercial (dirigida a la capta ducto A cuya imagen, en condiciones sirrúlares
ción de clientes compradores). La intersección «organolépticas», aparece en intervalos tres veces
entre la propaganda política y la publicidad co- más largos que otro B, alcanzará un volumen de
mercial es fuente de ambigüedades incesantes, que ventas, en el tiempo de crucero, tres veces superior
podrán afectar a los mismos planteamientos lega- a las del B. La audiencia se comportaría, ante los
les o reglamentarios de la campaña, en lo que con- tiempos de exposición de las imágenes proceden-
cierne principalmente a la distribución de los es- tes de la pantalla, de un modo tan mecánico como
pacios entre los partidos anunciantes. se comporta un recipiente con agua ante los minu-
Quienes luchan por el control de los progra- tos de exposición a una llama: su temperatura su-
mas de las cadenas de televisión parece que consi- birá en función de la intensidad del tiempo de su
deran a las audiencias como rebaños de pacíficas acción.
vacas inocentes susceptibles (hasta tanto no se vuel- Esta uúsma suposición (que, aunque estuviese
van locas) de ser pastoreadas por la propaganda o el psicológicamente fundada, sería incompatible con

220 221
los postulados de una democracia constituida por e,10, entonces será preciso reconocer la injusticia
ciudadanos libres) es la que conduce, en política, 1 ,1, 1 criterio proporcional de reparto (en diez se-
las negociaciones encaminadas a establecer riguro •.11ndos no se puede decir nada). Pero hay que su-
sas y consensuadas tablas de tiempos de participa p1mcr que todos q\Úeren ser justos. Entonces, ¿por
ción de cada partido en pantalla. Pero es en el mo ,¡ué luchar por obtener un mayor tiempo de ~re-
mento de fijar los criterios de la distribución de , ncia en pantalla? ¿Por qué ni siquiera se cons1de-
estos tiempos en donde vuelven a manifestarse l0!1 1 .1 la hipótesis de que un mayor espacio para la ar-
componentes «mecánicos» (no democráticos) de p.11mentación podría redundar en perjuicio ~e
la suposición de referencia. En efecto: ¿por qué d ,1men argumenta, si éste sólo r_u~de ofrecer_d~ctn;
reparto del tiempo no se hace según el criterio de 11:1s inciertas o proyectos utop1cos o estuptdos.
reparto a tiempos iguales? Este criterio sería el No sería mejor dar más tiempo a los partidos con-
único aceptable si admitimos que la audiencia está 1dcrados insignificantes para lograr que se hundan
constituida por individuos capaces de juzgar y ele ddinitivamente, ante una audiencia juiciosa, al
gir entre las argumentaciones que le son propues ,1m1vesar el océano de los quince minutos?
tas con un mismo grado de desarrollo. Sólo de este .\Iás bien parece que el criterio del reparto
modo, el partido minoritario gozaría de igualdad proporcional toma prestados los criterios de la p~-
de oportunidades para «explicar su doctrina», res 1,ltcidad, que se atienen a la regla: «i"1ayor capao-
pecto de los partidos mayoritarios. clad de inversión económica, mayor tiempo de
Pero el criterio que se sigue es muy distinto y presencia.» Pero este criterio vuelve a fundarse en
se atiene al volumen atribuido a los electorados de la consideración de la audiencia como un rebaño
cada partido político. De este modo, el «efecto clocil que toma la dirección que le marca el estí-
Mateo»' cornienza a funcionar a toda máquina. Un mulo más intenso y perseverante. Otra vez resulta
partido de pequeño volumen sólo dispondrá acaso i,cr el criterio mecánico-cuantitativo de la motiva-
de diez segundos para la exposición de su doctrina t 1ón («a las 42.324 veces de oír una proposición,
y otro partido de un volumen cien veces mayor •sta comenzará a ser tenida por verdadera») el que
dispondrá, si el criterio de proporcionalidad es li- marca la tendencia a incrementar a toda costa los
neal, de unos quince minutos. Ahora bien, la cues- ucmpos de presencia en pantalla de los anuncios
tió:11 es e~ta otra: ¿p~ 4.ué se prefieren siempre publicitarios o políticos.
qwnce mmutos a diez segundos? Si se responde: Pero como, en una televisión no subveociona-
porque se supone que en quince minutos puede tla, los programas que no son políticos dependen
ofrecerse a la audiencia una argumentación doctri- c.'tclusivamenre de la publicidad, y ésta de la au-
nal que no cabe en diez segundos, si se responde diencia, habrá que concluir que, de hecho, se está

222 223
razonando desde la suposición basura ele que es I I l•,n una democracia hay que aceptar sin duda, co-
volumen del rebaño el que marca los contenido 11111 n posnilado (si se prefiere: como una ficción ju-
de los programas, en general. Y no hace falta llc~.ir 1il11 a del Estado de derecho) que el pueblo tiene

a concluir, con esto, que es la audiencia quien «h., ,, 111pre juicio al elegir. Y según esto habrá que de-
ce» los programas. Los programas «le son ofrcn ,, no solamente que la audiencia, en cuanto e..xpre-
dos», sin du<la, a la audiencia, a !>'US diferentes 1 .1 , ,11 <> fractal de ese pueblo, es «causa» de la progra-
pas; pero la audiencia los elige y si rechaza unos y ' u 1<>11 (a través de la criba), sino también que es
escoge otros es porque procede por el mismo 1111· , ,ponsable» de ella. Dicho de otro modo: que ca-
canismo de la criba que, según muchos biólogos, l , pueblo tiene La televisión que se merece.
gobierna las líneas de la evolución de las especie, l(n la intervención de la televisión en los pro-
El medio no «crea» el genoma de cada especit·, ',~ de snstantivación de la clase política, podría-
pero lo criba, porque es el medio el que determina 111111 decir que la telebasura desvdada puede co11s-
que una especie set1 más viable que otra en la luch., 1III11r a veces ella misma «telebasura arrojada»
por la existencia. 1 ,11ro de la misma sociedad democrática (si, por
Ahora bien, la dificultad mayor no estriba tan j 111plo, queda violada la intimidad de un detenni-
to, me parece, en determinar si es la «audiencia» 1:i 11111 partido poütico -sus con·upciones internas,
que en to<lo caso elige los programas y criba d 11 • debilidades ideológicas- comprometiendo su

conjunto de la oferta, alimentando a unos (a travc" p11 ,tigio). Por supuesto, la telebasura fabricada (a
de la publicidad) y desatendiendo a otros o acorra ,, 1vl'S de documentos difamatorios o de progra-
lándolos a las -<<horas de prestigio» mediante suh 111 ,s calumniosos para un determinado grupo polí-
venciones ad hoc, a través de las cuaJes se decreta 11111) tiene tma calificación más fácil. Pero también
cuáles son las horas y cuáles son los programas de ,1111:1 hablar en principio de telebasura a propósi-
prestigio. 1 .. ill' los programas consensuados por las cúpulas

La cuestión no estriba, me parece, en decidir 1 b partitocracia, en los que se tiende a dar a la


no ya si es la audiencia la que en última instancia 111cl icncia la imagen idílica de una clase política
determina la programación, sino en atreverse a de l1111pia, esforzada y entregada por completo a Ja
cidir si la audiencia que elige debe ser considerada r· 11 dica <<concurrencia de pareceres». La telebasu-
(para decirlo en los rénninos que Platón utilizó en , , se produce ahora como telebasura fabricada
El político) o bien como un <-<rebaño coo cuernos» o , ,, H'nt.ada a ocultar una telebasura desvela ble: la
bien como un «rebaño sin cuernos», y, más preci ,, lt·hasura no procedería ahora tanto de la basura
samente, como un rebaño político compuesto por , , il cuanto de ia fabricación del telón con el que se
individuos o sujetos dotados de juicio. I '' 1 lende ocultarla.

224 225
No es necesario extenderse sobre la teleha1 \caso uno de los subproductos más caracteris-
que puede generarse en el proceso del juego ele "' que facilita la televisión, inspirada precisa-
da WlO de los poderes de la sociedad política l " 111c en el principio democrático de la toleran-
cuestiones se plantean aquí, sobre todo, a prop •• l s el de las tenulias de debate establecidas en
to de la basura desvelada. ¿Habría que consiclc ,1, laciones tales que el debate sólo puede ser una
como telebasura el ensañamiento en la exhibu 1 1odia de debate, y el diálogo el encubrimiento

de las eventuales corrupciones del gabinete o \ II lt un encadenamiento de monólogos sucesivos


plemente la exhibición de las decisiones impul , , 1,1puestos, o de diálogos superficiales cuando
cables que forman parte de la intimidad, de lm l 1 .1rgumentos de los dialogantes no engranan en-
cana lmperii de los ministerios o de los triburn1 11, ,1, sino sólo en puntos tangenciales que crean

de justicia? Otra vez habrá que preguntar; ¿ca 111 i1,~1logo aparente y fantasmagórico. Basta que la

otra conducta democrática que la de la luz y tac¡ 1(1n del debate televisado se organice a partir de
grafos en su expresión de basura desvelada? "' número excesivo de invitados para que ya la
puede comprometer a la propia democracia la ea 1 ,111era ronda de expresión libre de opiniones
hibidón continua de sus propias miserias, cuando , ni;uma la mitad del tiempo disponible; a partir
la exhibición no busca tanto corregir el mal cuant 1 nhí los cruces de frases de los invitados son im-
exagerarlo, en beneficio de quien promueve, ra 1 , ables (si hay diez invitados habrá cien c1:1ces; ~i
gándose Las vestiduras, la desvelación? ,111e, cuatrocientos), y por tanto, la tenulia den-
,, .1 hacia Wl caos aleatorio, si el moderador no
11 m· la energía suficiente para reconducir el deba-
Subproductos televisivos de la sociedad ' ! ,a impresión de libertad de opinión y de tole-
democrática ' "" ia a las opjniones ajenas que pretende sugerir-
, l'O estas ruedas de debates televisados es, en el
(3) Si nos atenemos al10ra a los procesos perifé ,,11 J<>r caso, engañosa. En general, ni siquiera se
ricos de los círculos internos estrictamente político, 111 oduce esta impresión, sino más bien la contraria:
en la sociedad democrática, es evidente que la tole i¡11c la «libre expresión de las opiniones» es invia-
rancia inherente al pluralismo de mercado constitu 1,I,· cuando quienes quieren expresarse libremente
tivo de esta sociedad abre posibilidades indefinida■ 1, 11ían conjuntamente.

para los subproductos basura de la televisión inte Estos «debates democráticos» suelen ser, en
grada en esta sociedad. La enunciación de esto• ••J<or, sin perjuicio de sus pretensiones, telebasura,
subproductos es tarea -:infinita. Citaremos algunos a , -,1 ella se genera tan fáci lmente es por culpa de al-
título de ilustración de la perspectiva general. runos principios absurdos de quien diseñó («con

226 227
buena intención») el programa del debate. 1'111 1•~marismo que se vuelve contra quien la practi-
palmentc el principio abstracto de la tolci.1111 1 1•<; compatible con una sociedad democrática.
el principio abstl'acto del diálogo. ¿Por qw 1 Fn cuanto al diálogo, sabemos que está muy
democracia tiene que ser tolerante o «rcspc1ut1 11 ndida la ideología del <liálogo verbal como
suele decirse, con todas las opfoiones que p11, ,1 11111,0 método democrático posible para dirimir
salir « más allá del arco de los dientes» de lo, 1 11 ,!quier conflicto. Pero no toda cuestión disputa-
dadanos? ¿Acaso la demo cracia debe ser tol1·1111 l I puede resolverse racionalmente a o-avés de un
o respemosa con todos los bienes que el m 1·11 .1 11 ,logo, y menos aún a través de U11 diálogo televi-
puede ofrecer, incluyendo los dafiinos para l:1,.,1 1110. A veces será preciso recurrir a la manipula-
pública? ¿Es suficiente advertir al consumitk11 l " ,11, al experimento o a la prueba práctica, no ver-
raque él ponga por su cuenta las medidas ch: p1 1 il Para dirimir una discusión en 1a que algujen
tccción adecuada? H ay opiniones intolerabb,, I" , usa a otro de ladrón no es suficiente el diálogo
gratuitas o estúpidas, que no merecen el 11wm ,111 e los implicados: hace falta descubrir, sobre la
respeto, y esto significa que no debe permitiN 111.11 cha si es posible, mi cartera en el bolsillo del

expresión impune, amparada en el derecho .1 t , ,1 ro, y para ello es preciso registrarlo, y no sólo

presar la propia opinión. li.1logar con él.


Y si no se quiere recurrir a una junta de ccmu Pero hay muchas otras fuentes de generación
ra previa (recurso imposible en un debate tele.. 1 ,lt basura televisiva democrática. Por ejemplo, los
do en directo) será preciso que alguien saLg.1 1 , oncursos en los cuales se entregan premios millo-
paso, en el propio debate, para neutralizar o com 111rios enteramente desproporcionados al saber
batir sus efectos. Pero esto significa que la toler.111 111·! concursante; premios aleatorios pero encu-

'
da ya no se practique de un mo do pasivo (dejantl, l11crtos bajo la capa de un premio al conocinúento.
simplemente que cada cual exponga su opinion /✓ o se puede comparar un concurso como Saber y
sin salir al paso de ella), sino de modo activo o po w111ar, de La 2, en el cual el concursante sólo pue-
lénúco (dándole beligerancia y respondiendo a 1lc ganar el premio en función de conocimientos
ella). La tolerancia pasiva no es virtud democrá11 111uy apreciables, sostenidos y difíciles, con con-
ca, sino vicio democrático, por lo que encierra ,Ir 111rsos como el dirigido por Sobera en Tele 5, en
desprecio del opinante, a quien se tolera expresar lns que se está sugiriendo que el premio depende
su opinión pero sin concedérscle siquiera el honor ill: las respuestas de conocimiento cuando éstas
de tomársela en cuenta para combatirla. Sólo la ,on casi siempre triviales, aleatorias o ayudadas.
tolerancia activa, que ejercitada en pantalla suele No hablamos de la basura desvelada por la tele-
producir paradójicamente la impresión de un visión al emitir el desarrollo de las loterías a través

228 229
dé 1.ls <:u:ilc.'I )' de1110(:r.{tJc,n1enrc:. d rnisrno e1nbros de u1u M>cicJ.1d d<'moc,,hiet • .A \·eccs
bloque pide: la ;~11ld.1.d pí,lc cambim un lffllNII
R
'
1ra t:2 Je 1»1.uri dc!ivchdJ., como es el css.o Je los
mo 11k-1torio pJ ra cr~r indh-idu0t dtsigwkt. 1ci1lim coltcO\~ pro~oc-.idos por secta, que:
putar de l.1.s CXC'C$1\>~~ rortunl~ -iuc el;,~ c)c U# 1«n nantc1'1e1 r.:onu.e11.1, Q)n persoA1S de ocro,
le.• depira. lUllUOI,.

La cclC\isión en ni ttbcioocs ~,re


~ocledade,\. po1ície-Ji:

(4) Ons r3bbns sohn.: b ~ención de cdd»


i.,uu en cont~IO'> que rit:ncn que ~~ con la dull-o-
tic:2 de 1.i. socicJ,J ,fmlOC'r.itk.t al cnf~n~ ca.
ou~,; ...x,td,dcs 1tcntocr.hias o uistncr.lócu.
¿Quién no c,fifieiní de celcl.111.urm un progn
mil cdc~1SJ.1lo en d que se defiende o s;e Jcgitin"
de un 11,odu dirttto o $\Jlil, b 1fflOlobu Jucis WI
dttcnninalio p~í~ o h-.icü ,todos lol pm,ci ertranjt
001? Pero <por qu~ coruidcrar C$tC p.vg,a,na c,o.
1110 t1:lclwun dcrnoc:r.ítiet )' no mua.mcrne romo
tclch~sur., ttiC-1 o mo~P? •~ tt:tpuc:StJI ~ tenni•
nante desde nuC"\m>s prind~ porq1>c b.tcnofo
b1i 3,Ct\u II Lll ,imuriibJt:Sdd ~doal culw
a los cxtnnjero,; que mudi.s" ciucbJes qucdc:n ex•
dui,f-'S Je ciertos nn-cfe1 de mcraJo por escaso.
de r«un.GS ccon6miCQS ,c:i, umbi~n W'I $Ubproduc-
co de b tfcmocnci:i, pno que tiene mucho ~ue ,~r
con l..1 cdcba.,un.
Un e1pítu!o esp«ttl rncrctt ~ ciudu aqu( en
<'\tC cont~o: c:I npítulo de l.t f:abricat,6n Je rcla•
c1oncs con soocd.tdcs no hwmrw. C'U}'O conmcto
podóa dC$C\tuifrbr'-" b c<,n<I-IKl.a ~riblc de lt11

llO 2JJ
5

La televisión basura en España

La televisión, fractal de la sociedad


democrática

1. La televisión es indicador privilegiado para


d análisis de cualquier sociedad del presente, no
'lólo porque es una parte «fractal.» suya, que la re-
fl eja a su modo, sino porque es también una parte
activa;,> que juega en determinados momentos
papeles decisivos en su curso.
Ahora bien, la televisión, como indicador de
111 evolución de una sociedad política determina-
dn en el presente, no ha merecido hasta la fecha
11 1Hl utilización sistemática por parte de los histo-
11:1 <lores, que prefieren tener en cuenta sobre to-
do las «fuentes de papel>->. Son los sociólogos y
l1>s psicólogos, sin embargo, quienes mayor aten-
' i6n han prestado a la televisión, si bien antes co-
1111> indicador sociológico que como indicador
l11stórico.

233
Las «décadas» del franquismo y la entrada ,11omentos saludasen a este régimen como la única
de la televisión en España 1lremativa al comunismo y al anarquismo (en
11)3 9, a raíz de la entrada de las tropas de Franco
2. La televisión entra en España en plena épo ,·n Madrid, le dice Ortega -cuyos hijos luchaban
ca del franquismo, es decir, por tamo, en una so , 11 el ejército nacional- a Marañón -cuyo hijo
ciedad política que no está constituida como de 1.1mbién luchaba en este bando-: «Querido Gre-
mocracia parlamentaria; ni podía estarlo, al meno1 ~¡orio: anteayer al conocer la noticia de la entrada
si nos atenemos a los principios que hemos esbo 1 n Madrid pusimos a usted un telegrama de albo-

zado en el capítulo 4, relativos a la necesidad del rozo y felicitación.») Lo que aquí nos importa es
desarrollo de una sociedad de mercado plena co .ubrayar que el régimen franquista no fue una de-
mo ámbito en el que puede madurar una democr2 mocracia parlamentaria y que, durante su primera
cia parlamentaria. Pero el desarrollo de España ,lccada (1936-1945) ni siquiera se definió como
como sociedad de mercado plena, aunque larga ,,na república, ni como un reino, ni como una na-
mente preparado, tuvo Jugar en la época del fran ' ión, sino que se amparó con la fórmula nueva
quismo, y no en la época de la monarquía restaura Estado español». Franco, en efecto, asumió la ti-
da en el siglo XIX, ni tampoco en e1 siglo XX, en la 1ularidad de "jefe del Estado español" (paradójica-
época de la Segunda República, que sólo superfi 111cnte esta fórmula, inventada en el franquismo,
cialmente, es decir, en el terreno de la «superes ,caso por Serrano Suñer, fue utilizada, treinta años
trucrura jurídico-política» en el que se mueven los clcspués, por las corrientes políticas de izquierda
teóricos del Estado de derecho, y efímeramente, e orno un modo, «a nivel de Estado español», de
puede considerarse como una democracia parla- ,·vitar la referencia a España).
mentaria realmente existente. En todo caso, el régimen de Franco fue evolu-
No es pertinente suscitar de nuevo en este lu- , 1onando, en el terreno político-social, determina-
gar la cuestión, todavía intensamente disputada, do tanto por su estruetura interna como por la co-
sobre la naturaleza jurídico-política y político-social vuntura internacional. Desde una perspectiva
del régimen franquista. Los primeros ideólogos del luc;tórica, y esto es lo que importa subrayar cuando
régimen la diagnosticaron emic como «democracia nos ocupamos de la televisión, difícilmente puede
orgánica»: «democracia orgánico-representativa 1educirse la génesis del régimen franquista al te-
selectivo-jerárquica». Los adversarios de izquierda 1 reno de las categorías jurídico-políticas («una

la diagnosticaron como dictadura militar y los li- , uptura de la legalidad republicana propia de un
berales calificaron al franquismo de «régimen au- Fstado de derecho») ni, por tanto, puede verse co-
toritario», sin perjuicio de que en determinados mo un -mero «paréntesis de la legalidad» que se

234 235
abrió en 1936 y se cerró en 1975 o 1978. Porq111 .tdvirtieron la perentoria necesidad de hacer inter-
una vez cerrado este paréntesis, tampoco se 11 venir al Estado, a fin de resistir al comunismo,
tauró la legalidad republicana, sino más bien 1111 transformándolo en un Estado del bienestar que
transformado de la monarquía de Alfonso X 11 , hiciera posible la democracia (el New Deal y el
Alfonso XIII (monarquía que, a su vez, se había 1111 Plan Bclveridge son los jalones más importantes
plantado me<liante la ruptura de la «legalidad rcpu ele este proceso). De este modo, tras la victoria de
blicana» representada por la Primera República) los aliados contra el fascismo y, después, tras la vic-
Desde el punto de vista histórico-social el rq.,, roria de estos mismos aliados contra la Unión So-
men ti:anq11 ista significa más bien la victoria el, 1 viética, todos los Estados desarrollados fueron
capitalismo, representado a la sazón por las potrn l'volucionando hacia la «sociedad democrfoca del
cias atlánticas (Francia, Inglaterra y Estados C 111 bienestar».
dos principalmente) aliadas contra el comunismo En este contexto, el franquismo no representa
(representado a la sazón por la Unióh Sovfétic1) ou·a cosa sino un episodio más de esta evolución
Si tomamos como punto cero de nuestra síntesis l.i lJUe, partiendo de una situación prerrevolucionaria
época que Hobson-Lenin habían diagnostic,11111 (octubre de 1934) pudo ser canalizada, lejos del
como <<imperialismo, en cuanto fase final del cap1 comunismo, con ayuda tanto del fascismo y del
talismo», podríamos ver este final, no ya como l ,t· nacional socialismo nazi, en una primera fase, co-
nin y la ill Internacional lo quisieron ver (co11111 mo también, en esta primera fase, pero sobre todo,
nn final que abría el camino al comunismo) si1111 sin embozo alguno, después en una segunda fase,
corno el fina] del capitalismo liberaJ, salvaje, colo por las potencias capitalistas, hasta desembocar en
nialista, un final rubricado por la Primera Guen ., la <<democracia del bienestar» integrada en la
Mundial (1914-1918). La guerra acabó con. la teo OTAN y en la Unión Europea. A Franco, en este
ría del Estado mínimo. La Unión Soviética levan proceso de evolución, le habría tocado simple-
tó la bandera del Estado comunista, centralizado v mente «el trabajo sucio» de lo que, en el marxismo
totalitario, orientado a la victoria final del género dásico, se llama la «acumulación capitalista», co-
humano y, por de pronto, al establecimiento dl·I mo proceso presupuesto de toda sociedad demo-
«Estado del bienestar» de las repúblicas socialista, crática de mercado.
(pleno empleo, seguridad social, educación gratui Por ello, el régimen de Franco recibió, desde
ta). Como reacción al comunísmo, cristalizó el fa:- el principio, no sólo el apoyo explícito de las po-
cismo italiano y el nacional socialismo alemán, ba tencias fascistas o nazis, sino sobre todo, el apoyo
jo la nonna del «Estado totalitario». También Sl' más o menos enmascarado, pero ya desde el princi-
acusó la reacción en las potencias atlánticas, qul' pio, de las «potencias atlánticas», que para muchos

236 237
constituían la vanguardia de la izquierda progre franquista fue especr.acular, y significó la transfor-
sista. Y cuando las potencias fascistas y nazis fue mación de la sociedad civil española en una socie-
ron derribadas, el apoyo de las potencias atlántica dad de mercado pleno, situada en décimo lugar en-
al régimen de Franco fue ya explícito (crédito dr tre las sociedades desarrolladas de mercado del
28 millones de dólares en 1949, bases norteameri mundo. Esta sociedad de mercado, incubada duran-
canas y Concordato en 1953). Ayuda cxplícir.a co te el régimen franquista (Seat 600, Seguridad So-
mo un momento más de la guerra fría contra d lial, viviendas sociales, vacaciones de trabajadores)
comunismo soviético que, para muchos, seguía l!S la misma sociedad que se transfonnó interna-
siendo la quintaesencia de la izquierda. mente («de la ley a la ley>>, es decir, «de la ley fran-
Por ello, desde un punto de vista histórico, nos 1¡uista a la ley democrática») y oficialmente, una vez
parece muy superficial la visión del franquismo co muerto Franco, en una democracia parlamentaria y
mo una mera negación, como un paréntesis o un rnronada. Desde este punto de vista tendría tan es-
interregno («el paréntesis de los cuarenta años de caso sentido «asombrarse» de la victoria pacífica
la legalidad republicana»). Porque lo que el fran rnnseguida por las fuerzas que impulsaron la u·ansi-
quismo habría representado en la historia de Espa dón democrática como «lamentarse» por la pérdi-
ña no habría sido otra cosa sino la «vía capitalista da del régimen franquista o «desencantarse»- por-
planificada» -no liberal- hacia la Sociedad de 11 ue la democracia conseguida representase una
Mercado y hacia el Esr.ado del bienestar, que im- sociedad estructurada sobre las desigualdades reales
plicaba la democracia parlamentaria. Lo que para propias de la sociedad capitalista.
el comunismo más puro fue la traición o domesti-
cación del proletariado y de ]os sindicatos de clase
en particular, para los demás (incluyendo la social- La televisión entra en España en la tercera
democracia) no fue traición, sino fracaso de los década del franquismo
propios proyectos de la ID Internacional. Victoria
de la política más realista de las fuerzas sociales 3. La evolución de la sociedad española a par-
que se mueven políticamente, más que buscando tir de 1936 puede analizarse, siempre artificiosa-
el bienestar futuro del género humano (a costa del mente, distinguiendo en ella siete décadas de las
sacrificio de las actuales generaciones) buscando cuales las cuatro prímeras corresponden a la época
su propio bienestar en términos alcanzables me- de Franco, y las tres últimas a la época democráti-
diante un control consensuado de la situación. co-parlamentaria.
El desarrollo económico, tecnológico y social La televisión comenzó en España en la terce-
que la sociedad española alcanza durante el régimen ra década (1956-1965), pero sólo alcanzó una

238 239
implantación extensiva en Ja cuarta década (1 1Jr1,, ,hTadas los principales medios de comunicación
t 97 5). Por lo demás, y aproximadamente, la tcli·, 1 ,1,, masas fueron la radio (en la que España había
síón apareció a la par que en España en Bél¡.:11 1 1tlo pionera en el conjunto de Eurnpa ya en los
Austria y otros países europeos. La transición 1111 1110s 20), el cine y, en cierto modo, el teatro. Aho-
significó ~ai~poco un corre abrupto en el curso d, 1 1 .1 bien, en la radio y en el cine (.y en el teatro) se
desarrollo de la televisión en Españ_a. Dunmt<:: l.1 li11maron los que más tarde serían los primeros
décadas de la democracia, la televisión se desari 11 ¡,1ofosionales de la televisión, tanto en calidad de
lló sin duda ampliamente, pero en su prínciptt, pi csentadores o de actores, cuanto en calidad de
continuó como televisión estata l única (un entt· 1 1;11ion:istas de programas y telediarios.
una cadena, como ocurría también en los restantt Las huellas de estos orígenes radiofónicos y ci-
países europeos). Y en la quinta década (197(1 m·matográficos (a la vez tributarios de la literatura
1985) y después en la sexta década (1986- 1995) <'P \ ele la prensa) podrían seguirse en las diferentes
mo televisión plural (las cadenas autonómicas y l.1 !,ses del curso de la televisión, tanto en lo que se
cadenas m,tl Uamadas privadas-, por razón de l.1 tl' fiere a la organización de los informativos corno
empresa). Y, por último, en la década en curso, qiu ,·11 lo concerniente a la concepción de los guiones,
comienza en 1996, se experimenta la proliferacio11 •·~cenas o formatos; que comenzaron siendo, po-
de cadenas locales, por platafonnas digitales, sale 1 Iría decirse, al menos en la época de los «bustos

lites, cable, reflejo en contenidos, estructuras dt parlantes», radio televisada, o incluso un No-Do
las audiencias, etc., de la nue11a simación técn:ic:1, 1clevisado (hasta 1959 no se utiliza el término «te-
política y económica de España, integrada plen;1 lediario», como sustitutivo de la denominación
mente en Europa, y, por tanto, clescentralizad:1 lu1bitual de «parte» o de «diario hablado», proce-
hasta unos límites que muchos consideran m11y dente de la radio). Pero no nos corresponde a no-
próximos a los de un Estado federal. ~otros profundizar en este tipo de investigaciones,
rnyos planteamientos nos lnnitamos a esbozar.

La p1·ehistoria de la televisión en Espafi.a


Funciones de la televisión en la tercera
4. Las dos primeras décadas que consideramos década del franquismo
-(1) 1936-1945 y (2) 1946-1955- fueron déca-
das sin televisión y, por tanto, no puede comenzar- 5. La televisión comienza en España, si bien a
se en ellas la historia de la televisión en España. útulo casi experimental, en la tercera década del ré-
Pero sí su prehistoria, porque durante estas dos gimen franquista (1956-1965), la década «blanco

240 241
tecnocrática», precisamente cuando el rc1-11111 1 , 1.1n necesidad y hambre del cuerpo; los tele-
Franco _ha sido ya plenamente aceptado p111 IJ 1 .1lgunos de ellos instalados en los propios lo-
mocracias parlamentarias que ganaron la ~u que habían albergado a la institución d e Au-
es decir, por las sociedades capitalistas del 11111 ' , ~ocial, distribuyeron la telepapilla cultui-al,
«occidental» (los tres cardenales con apcll1il, ,k ninguna manera puede considerarse como
«y» -Play D eniel, de Toledo; Arriba y Ca .. 11 11 ,11 ,, de la 1nisma manera que tampoco el Auxi-
Tarragona; Quiroga y Palacios, de Santiago ',ocial distribuía comida basura, sino codo lo
tregan a Franco, en diciembre de 1956, un ,1, 11ario. La telepapilla distribuida por los tele-
~ento en el que le advierten que la forma tic ¡,, no desmerecía en nada, por lo demás, de la
b1crno de España, con partido único, «se parl'<, ultura» que anteriormente se había distribuido
fascismo de Italia o al peronismo en la Argent 11111 11 l 1s Casas del Pueblo. Cuando el número de re-
el proyecto constitucional de Arrese se ralc1111 1,iores fue aumentando, hasta el punto que cada
Franco le habría dicho: «No se apure Arresc , 11 1111lia pudo contar con un receptor doméstico
, '
a fil no me importaría gobernar con la Cons111,
' 1 . uando los tejados de las villas y ciudades se po-
ción de 1876.»). ,11 rnn de antenas- los teleclubs evolucionaron
Si España fabricaba ya camiones, tractore, 1, .,.¡a las Casas de la Cultura, que todavía existen.
automóviles, si fabricaba receptores de radio y rn Sin duda, la televisión, durante esta década, fue
menzaba a fabricar aviones, no podía volver la e 1 1 televisión que podríamos llamar monista -un

pal da a la televisión. El 2 8 d e octubre de 19%, ntc único y una cadena única-, al servicio del
°:ando se inaugura oficialmente la televisión, h.1 , :obierno y de sus planes y programas. Una televi-
b~a 600 receptores en .Madrid; al año siguiente ha 11111 dirigida, con censura rigurosa y con finaüda-
brn ya 25.000. Pero la venta de receptores se dispa 1lt·\ claramente políticas y educativas, como ocu-
ra en 1960, con ocasión de la retransmisión el IS 1 na en los demás países, teniendo en cuenta los

de ~ciembre de 1960, de la boda de Baldcino ~ presupuestos del Régimen. Que, por lo demás, no
Fab1ola. En 1964 el ministro Manuel Fraga crea hacía en esto actuar paralelamente a los plantea-
los «teleclubs», que alcanzan la cifra de 4.500 en mientos que hacían todos los Gobiernos de la épo-
1974. La ~nstitución de los «teleclubs», que pode- ~-:1 (desde la Unión Soviética hasta Gran Bretaña),
rnos considerar como la gran institución del tar- 111:mteniendo un control monopolístico de la tele-
dofranquismo, reanuda así la tradición del Auxilio visión. He aquí como presenta, en 1966, el bienio
Social que el Régimen había puesto en marcha al 1959-1960, un crítico de cine del momento (Pela-
comenzar la Guerra Civil: Auxilio Social distri- yo Izquierdo): «Durante el bienio 19 59-1960 dis-
buía «papilla integral» entre todos aquellos que minuye el temor [del cine) a la televisión; muchos

242 243
productores comprenden que no se trata dl 111 11 l'cesidades del culto, por cuanto esto satisfará los
enemigo, sino de un nuevo campo de trabajo, 1 h ,beos de los creyentes y los acercará más al Esta-
nancian películas destinadas exclusivamente n , , do democrático ... >> Si sustituimos «culto» por
medio difusor(... ). En este periodo continúnn 1 cultura» y si tenemos en cuenta que la basura te-
tentes los problemas de la censura ( ...). En e, 11
'
ll·visiva también es, en todo caso, cultura, podria-
,

Bretaña un tercio de las peüculas sufre cortes :1111 1110s deducir de las afirmaciones del V Congreso
de llegar a las salas de proyección. La ccnsw., li 1lcl PCE la defensa de un Estado democrático que
decidido que el cine no debe usarse para la cn11 ~11bveno·a
b
las necesidades de basura si ello satisface
social, y menos todavía para la protesta. El secrtt , .1 los deseos de los televidentes.
rio de la Cámara de Censores dijo: "El coment.1111 ¿Puede decirse -como muchos lo dirán si se
social y el entretenimiento no se compagi11111 ks pregunta- que la televisión de la tercera déca-
bien."» En 1979 Marg·aret Thatcher tendrá q11 da del franquismo, jtmtamente con la de la cuarta
enfrentarse a la BBC por un programa favorabh- 1I década, fue ya, desde su origen, televisión basura?
IRA (sin embargo una encuesta de 1986 arroj;d11 1\ nuestro entender, esta calificación probaría de-
como resultado sorprendente que los ingleses p, 1 masiado v constituiría más bien un recurso para
ferían entre los electrodomésticos a la televisio11 una desc;lificación general, de tipo político, que
por encima del frigorífico). una descalificación específica y ajustada. Sería tan-
Por su parte, el programa del Partido Corn11 to como descalificar, como «coches basura>>, a los
nista de España (VI Congreso, 1960) declara: <• l• I Seat 600 de la época, por el hecho de haber sido
Partido Comunista luchará porque sean sustraíd, 1 fabricados bajo el Régimen de Franco; sería tanto
al control de los monopolios, instrumentos m<, como ignorar que el <<600» fue uno de los princi-
demos de formación de la opinión púb]jca tan po pales instrumentos mediante los cuales elyroleta-
derosos como la radio y, la televisión, de mane,., rütdo revolucionario que se había orgaruzado en
que puedan ser utilizados por los partidos políticm 1934 y 1936, iba a quedar canalizado por las vfas a
y las organizaciones democráticas.» También l'' Lravés de las cuales discurre la llamada «clase obre-
verdad que en la defensa del programa dd PCE cu ra consciente», que constituyó el fundamento del
el V Congreso, 1954, la época del diálogo ent,r nuevo Estado socialdemócrata o socialpopular, su-
marxistas y cristianos, el Partido Comunista clt· cesor del franquismo.
España había defendido una «visión» del Estacl(I En el caso de la televisión, la calificación deba-
democrático que tendría mucha relación con d sura sólo alcanza su significado específico, como
futuro de la televisión: «Afirmarnos que defende hemos dicho anteriormente, cuando sirve para dis-
remos que el Estado democrático subvenga a fas criminar los programas basura de los que no lo

244 245
$0n. Por clln, cttendct 21 g.:ntnco •tck,,-Wón• éy,oc:, <>bl1g,1luo a poner~ l:1..1 tttriccs can úCOl~
e21ificu1(m de b.Hun es unto coo,o rcn\llllCUI' c,cc.,n·ar11c,i 1c n.-»oños.
roti«pco. T,mf)()CO d 1nf,-tko, que ricnc ~ L.i tclc:\'L~ión ~ a de la tc:ttf.r:a Jtt;a.ta dd
tle 12 ,'iJ:i a;ft:-1wl.) 11,m.a b:uun o inmundicia frllnqumno es unl tclc,,i ·,10 ~tllÍt.a pcti> cen),1•
rodo lo q11t ~ cont:cnc en d muJ'\do de las m• rJJ~ y l>:.IC'.JtJ• -Con ,\n~s s.J~adv todo tilp~Jn.•
n.~. pui.lri clifacnci,r fiálmcn1c la b;isura de l 1m ~IMs:«,c, iL "<1'irio de b iníom1Ki6n p0Jru.
c:;tc«olcro dc b tt,~1n roruntuiJ.1 por una ,-ciada C-.J ulrigid.1 )' Je- la •UÍ\'('1':'oiún hOJtOI~•. o de Li
.Je ~b qu<- tic.ne lug.ar cm un p:ir.1"11> :iñstoc:ri • •~clón sd«u.a~l.a•, pero ~ en todo CiSO un.1
o en un pitl<io ctcrnrxntico de c:1mpc~ }' CIPOI tdevkron •cvicfaib». 1rn 1962 se los~ 1~ primcr.i
-icion~. <:oneuón tr;UU1 LISntita (,\1UJl®\-UlÓll) c»n O(ll•
Hay c¡ire rond111r, por unto, que u d il,n 1lc ~ funcnf~ Jd prcüdcnccJ. I~ Kcnn~·.
u1i11!t1Jral (19~6 Jl/6S) •fe 4 tclc-wisióo DO ~ 1'164 b 1dc:,.isi6n ,.:uhrc )~ codo el tttrlrorio
c.,nwdi:111"1~ globilmmt.: como tcl"isión ba ,1;1cio,ul. F.~ '1 ti.'l(X;I de .\bruno .\ 1cJina, .-ti
Durante b.i ptirner.l~ tnmmmones ~,;m,CftlM honihrc: <ld tk1npo-, c.lhibic:ndo al prind¡,io, Jo
Je" k lJ llml6. por putc Je il«unos, •ttlcrruNl'~ •tire t.:1'2 'W I li~ de modntb, ~llmtntc ~u brt1<>
pero" tendiendo rnú Ma, 2 ra-r.onc1. t«Ttias. )' -se le ,l bmó ~-ti ln,,(J inoorn.rprlbk.-, y 11nun~
iinP4,11so Jc un.a i,.q ,ucrd, nunrq1te:a que no d1ndo, C:Oillv~i íuocn rnc1bajés Je lJ Pru,idcnciJ,
Ji~erir el h.xho de quc- foer.a .fo D1c.-ud11r.1• lMi:tS ..rn plan 11bfl(h-O•. ~ fo tl!Pc:~'Í)i(,n que: n~
que h2Na tr•ldo 1,1 tclC\blón. ('".:ilxü ,.Jn doo.a ofrc.-cb la~ gnnt!c-s dcot0~1nCM•nc:s JÜLdic.1Jn ,kl
sifi01r romo t1,,,m1 sn11d1os de sus C'Olllt'nidos. C8 Primc.-rn 1k ,\ lnyo, 1u11to ooo urwdono .le coro,
funoi'm de lt>t aucnoi 11tilit:-1dr•s. P,ro en t ) ,l~n{.H y !>C'~•mcs rdi~foi,;U~ umliién ~Uculu ti-
c:-.i'° lt t~"trJ tcfc,.-r~1Y1 ~~gidJ pc]C' b cd<'ffliólt Jl(I S,n;, fl .rtf <'1fflcs OOIOO /J,z:ruU., +k trifoo. 1~m-
c-n F-,p:ilu Jur.111tc Cita cUci~ dtl fnnquismo ha hién Cl .l b rclC'\'Üi611 que promovía conro~ CS•
brl• de etunJn.e <OmO de un •rolmnm menor, cobre--. f t"',•.1 1 p-ltnt:t, ,Je-. D.anicl \'in,Scl: ct2 l.1
J.dlt, ('n ráminos ibsofutl)S (1micndn en cuenta el q,oo, ,le 1/ ·. ~Llfnu,dc An;,d de EchrnitjuC. l..a
rcduciJo u.nn~ ,le tc-lmdl'l'll~ )' las fl(k."2.f hun1 tcle'>-i~ que comffl1.ab:i, wmo ~n;cio rübl:oo.
~ nni~). !no 11inbiE.n en térmano.. ,d:uivoti, a o!r«cr re1nn.,mi,ion1:sgntuit.1S(fc (úrLot 'liiu•
ten endo en <'IC'llta 11 c:-cn511r,1 rigu~ que:, pot kt bttn pcrmiti1 s~•ir lu ,1d,1S de Jo~ hum!Jrc~ ilu••
meno,, h1\,ri• de aícctv en :ilgo a~ ,·;1l<>tt:t ~ uo en el rroS111r11:i Je Fi:Jcrico G1fJ,,. Étt4 n JJI
ti~ o moniJc,-., ,cgiin b{ 1tbh< dc: u ~ . l . 'lua- ritl,1, Es fJ época <le ,11n(c~t1rulc:s rc~JQS.
'1iln e, '1trto c¡uc muchos U:illl..lrin buun estld-
c.a 111 Íllm<KC> dul ,¡u<' i,),¡, <CJ\SúttS Je la pnmtr1
tuUJ" le~ ,le la 1dC'\•11iót1 b:ssuta. alcs C'OlnO .,1,.
nucl ,\bnin FC'n 1r.d, Jesús flcmúda, Alf1cdo
Amestov, Adolfo Marsillach o Jaime de Armiñan En los primeros años iO, la televisión española
La tele~sión de la tercera década era mucho m;1, .1lcanza una de las tasas de publicidad mayores del
«ortodoxa►>, moral y estéticamente hablando, qui· inundo. Aquí habría que poner -según nuestros
el cine o incluso la radio de la época. presupuestos- los verdaderos gérmenes de la
<:onstitución democrática que se avecinaba. En
11174 la publicidad disminuye casi a su mitad, pero
La «explosión» de la televisión durante la ,111 que esto pueda interpretarse como una desace-
cuarta década del franquismo ll'ración del proceso democratizador. Por el con-
11 ario, si se tienen en cuenta las razones por las
6. Durante la cuarta y última década del fran , uales tuvo lugar esta reducción drástica de la pu-
qu.ismo (1966-197 5), el llamado tardofranquismo, l1licidad (principalmente: como medida Lomada
en el que Liene lugar el «milagro económico espa por las mismas agencias de publicidad conocedo-
ñol», y en la que el príncipe Juan Carlos es nombra ..,s de la fatiga de la audiencia, para evitar la deva-
do sucesor de Franco a título de rey, traS la jura co- l11:1ción de los anuncios, subiendo los precios) ha-
rrespondiente de los Principios del Movimiento (22 liría que reconocer que estibamos ante el mismo
de julio de l 969), la televisión continúa mantenien- proceso de maduración de una sociedad democrá-
do su estructura monista, cuanto al ente, pero se di- 11ca de mercado que necesita, en un momento <la-
versifica ya en dos «personas», tras el advenirrúento 110, a fin de salir al paso de la inflación, una reva-
del UHF (el <<Segundo programa»). Aunque algu- luación de la moneda, y paralelamente, una
nos dirían que se trataba de dos personas distintas y 1educción de las siglas de partidos políticos; por
un solo Dios verdadero, Jo cierto es que la «segun- 1.into, una «selección nauual» de las empresas o
da persona» de la televisión española (La 2), se p.1rtidos más poderosos, capaces de ofrecer sus
orientó desde el principio hacia una televisión «de lucnes a la libre elección de la mayor cantidad po-
calidad» (<<televisión culrural», se la denominó muy 1ble de electores-compradores eficaces (lo que
pronto, como si los demás programas no fueran 1 onstituye la llamada «demanda eficaz» en la eco-

culrura sino naturaleza), es decir, «de elite>>, con vo- 11om ía de m ercado). No deja de tener interés el
luntad de distinguirse de la televisión universal más hecho (que sólo presentamos a título de mera
propia para la plebe frumentaria (de hecho el reina- • nnstatación) de que el puesto que España comen-
do de la «segunda persona» fue extendiéndose muy .iba a ocupar en el orden de los países desarrolla-
lentamente: empezó por las grandes ciudades y fue dos, según su P.I.B. (un puesto que fluctuaba entre
llegando poco a poco hasta las ciudades menos , 1 noveno o décimo rango) era el mismo que el
gran.des, hasta alcanzar los campos). puesto que comenzaba también a ocupar España
_, ~

248 249
(y sigue ocupando) en el orden de jerarquía" H' 1,·levisión ofrece Estudio abierto, de J osé María
el número de televisores (expresado, no ya en 11 lñigo. Se ofrecen regularmente las series de tea-
meros relativos a la población, sino en nú1111, 1ro clásico, de zarzuela, de conciertos de la Or-
absolutos de receptores: 3,9 m.Hlones en 1972 v '> 11uesta de Radiotelevisión Española. En 1973 La
en 1981). ,,lliina, de Antonio Mercero, obtiene el Premio
La extensión en audiencia y horarios detcr 1111 Montecarlo.
nó que la televisión se enfrentase a públicos t,1d Y com o final de la década, la televisión permi-
vez más amplios y heterogéneos, incluyendo a lf te seguir a millones de españoles las exequias del
turistas extranjeros que comen zaban a visitar I• Régimen: la enfermedad, pautada por el «equipo
paña en forma de oleadas masivas, en proceso il médico habitual», los funerales y entierro de Fran-
crecimiento exponencial. La audiencia se fr:A co y el comienzo del nuevo reino Guramento del
menta, pero la tendencia quedaba definida por 1 nuevo rey, sesión solemne en las Cortes, etc.). Y
segunda parte de la sentencia con la que había11io no se trata de collStatar la novedad de estos nuevos
definido la tercera década («Con Arias Salgado 10 servicios informativos, sino de subrayar la influen-
do tapado»): «Con Fraga hasta la braga.» Conwn cia que estas retransmisiones (influencias que es-
zaba a apuntarse «el destape», que estallaría wn tán por estudiar) pudieron tener en la propia
indescriptible alegría tras el advenimiento de l 1 «u·ansición pacífica». N o estará de más constatar
democracia, como «destape obsceno» (el escand., d hecho de la transfonnación de directivos de la
loso escote de Rocío Jmado en 197 6): la audien<.:1.1 Lelevisión en hombres del Gobierno del pr imer
democrática comenzaba a abonarse con telebasu gabinete: Adolfo Suárez, J uan José Rosón, Jesús
ra. Como si hubieran aplicado a estos campos de l.1 Sancho Rof, etc.
cultura la consigna que Pavón recogía para el e\ En 1972 la curva de la audiencia alcanza sus
tricto campo de la agricultura andaluza: -<-<Esta tic máximos picos con el programa Un, dos, tres ... res-
rra está fria, y hay que calentarla con estiércol.» ponda otra vez, de Narciso Ibáñez Serrador, quien,
Aparecen, sin embargo, programas que nada por cierto, no «firma» las primeras sesiones del
tienen que ver con lo que llamamos hoy telebasu- concurso (al parecer Ibáñez Serrador había fabri-
ra: en 1969 El Santo o lnrnside, así como Fauna, de cado su programa con el objetivo firme de conver-
Félix Rodríguez de la Fuente, que comienza en tirlo en un programa masivo, lo que para los puris-
1968 y se convierte en programa estrella en 1970 y tas podría ser equivalente al proyecto de un
197 l. Se amplían los concursos ofrecidos a la par- programa de telebasura fabricada).
ticipación del público en general (no sólo escolar):
Un millón para el mejor, de Joaquín Prat. Eri 1973 la

250 251
La televisión en la década de Ja transkión , informar ya sobre los programas de televisión, y
los tradicionales «ecos de sociedad» de los perió-
7 . La década de la transición (1976-1985) 1, dicos son gradualmente sustituidos por «ecos de
tiene, entre sus episodios más importantes, l., , 1devisión». E n septiembre de 1979 el Congreso
transmisión del golpe fallido de Tejero el 2 3 cl1· f ele los Diputados aprueba el Estatuto Jurídico de
brero de 1981, grabada del directo de 35 ffiln111, RTVE, creando un Consejo de Administración y
que fue retenida hasta el día siguiente y ak:111 11n Consejo Asesor de carácter ideológico-poütico
una audiencia mundial, aunque no tan alta co11111 1 pluralisra, es decir, no apolítico. Al año siguiente,
que logró ese mismo año la boda del príncipe < ., en 1980 se limitará la publicidad y, con espíritu pe-
los y Diami, que fue vista por 750 millones de: 1lagógico, se prolúbirá la de juguetes bélicos (toda-
pecta_dores en 75 países. La Lelevisíón, aunqu vía España no había ingresado en la OTAN).
manaenc su estructura monista en el sentido el, En 1982, consolidada ya la democracia, la au-
cho, evoluciona de acuerdo con la propia soci<:d.ul 1liencia más alta de televisión, a nivel mundial, la
p~lítica de la _que forma parce. Permite segu i, consiguen las retransmisiones desde España de los
millones de cmdadanos los primeros pasos de 1 campeonatos mundiales de fútbol, una audiencia
nueva situación, y contribuye a atemperar los i111 estimada en 1.000 millones ele personas (en 1972
pulsos de todos, que encuentran en el medio rl la audiencia mundial había alcanzado cifras de
modo de vigilarse y de frenarse mutuamente. AL1 2.000 millones con la retransmisión de la visita de
so sería interesante subrayar cómo en esta décacl.1 Nixon a China).
tuvo lugar el esplendor de los «programas de Ili, En septiembre de 1983 el Gobierno democrá-
toria», de los debates históricos entre tertuliano, tico socialista destiruye a José Luis Balhín como
que g~neralmente eran historiadores o poüticm director de La clave. Así también, durante el pri-
profes~onales. También fue la época de las larga, mer Gobierno socialista, se crean nuevas cadenas
entrevistas con los prohombres intelectuales de b de televisión autonómica. El primero de enero de
izquierda: Faustino Cordón -eclipsado en la si 1983 comienza a emitir Euskal Telebista ETB,
gt~iente década ame las telecámaras-, Enriqul' «con objeto de extender el euskera y potenciar la
Tierno Galván y José Luis Aranguren. Es también identidad nacional vasca»; el 16 de enero de 1984
la época de los debates políticos e ideológicos, :i comienza la emisión regular de TV-3, en catalán
través sobre todo de La clave, de José Luis Balbín, («para reafinn.ar la identidad nacional, y promover
en su primera época. la cultura y el idioma catalán>>). Tanto la identidad
Se ha observado que durante los años cruciales nacional vasca como la catalana encuentran al pa-
de la transición, en 1977 y 1978, la prensa comienza recer alimento en las versiones dobladas al vasco y

252 253
al catalán de la serie Dallas con las aventuras ti, de 197 6, al reestructurarse todos los medios au-
J. R. (por cierto, como el idioma euskera, «el uw 11iovisuales dependientes del Estado en un solo en-
primitivo de la humanidad», no había alcanzado .1 te, RTVE) había ya emanado, por «espiración» de
la sazón el nivel de metalenguaje necesario pa," la primera cadena, una segunda cadena, y ésta ten-
designar a sus propias lerras, tenía que recurrir .11 <lió a organizarse, como hemos dicho, como cade-
español para dar nombre al protagonista, prom.111 na «cultural»; pero, para más inri, en esta década,
ciando jota erre en medio de la catarata de kas, qu~ esta cadena tenderá a especializarse en la emisión
y eses euskéricas). de documentales «naturales», etológicos, en pro-
gramas llenos de delfines, de leones, de pingüinos,
de cebras y guepardos del Serengueti, aves, insec-
La televisión en la «década socialista» tos, etc., de los que se podría decir que pertenecían
más a la naturaleza que a la cultura. Sin embargo
8. Durante la década socialista (1986-1995) la estos programas etológicos no tienen nada que ver
televisión sigue ampliándose en España. El 13 d,· con la basura fabricada, aunque puedan tener mu-
enero de 1986 se inaugura la televisión matinal · cho que ver con la basura desvelada, al menos si
España es el tercer país europeo, tras Inglaterra )' aplicásemos los criterios estéticos del krausismo.
Francia, que llena también las mañanas con la tele Tengan en cuenta los actuales admiradores de
visión, y permite retener en casa a muchos paradm Krause que el maestro había aconsejado barrer del
ociosos que hasta entonces se entretenían en o trns mundo a todas las especies feas o dañinas del bes-
ocupaciones, entre ellas visitar los ambulatorio,; tiario, tales como tigres, fieras, ratas, etc.
gratuitos de la Seguridad Social; hecho detectado La misión <<cultural>> de la segunda cadena se
por encuestas de la época. Las cadenas privadas expresará ahora principalmente mediante series ad
hacen su aparición en 1990: Antena 3 el 2 5 de hoc realizadas sobre argumentos coloreados con al-
enero, con un mensaje del Rey; el 3 de marzo Te- gunas gotas «izquierdistas»: Galdós en lugar del
le 5, y el 14 de septiembre, Canal Plus. Por su- padre Coloma, Torrente Ballester, ~ajal, et~.
puesto, cada una de estas cadenas está r elacionada También es ésta una década en la que tienen cabi-
con importantes sectores empresariales naciona- da los debates ideológicos, teológicos y científicos:
les y europeos. Tribunal Papulm; Detrás del espejo, etc. Sin embargo
La televisión en España había dejado de ser la propaganda religiosa continúa en La 2 enlama-
monista (monoteísta, si se prefiere) para convertir- ñana de los domingos, junto con la invitkión a
se en pluralista (politeísta). El ente estatal (había poner una cruz en la casilla de la Declaración de
recibido esta denominación el primero de octubre H acienda. En cuanto a la influencia política de la

254 255
teleVJsión en la nueva democracia baste rec()t d 11 realidad dramática constituida por los casos, a ve-
los efectos decisivos que, según los expertos, 1"' o ces tremendos, que se iban presentando. La acti-
la intervención de José .María García (Superg.11 tud de estos «intelectuales» o personas «cultas»
cía), al aparecer u.nos minutos antes de que 111 \Cría comparable a la de quienes encuentran inso-
menzasc la jornada de reflexión, de improVJso, , 11 portable la sala de un hospital por la «vulgaridad»
un programa de gnrn audiencia, presentado p111 de las enfermedades que allf se ven.
Mercedes Milá, para predicar el Sí en el referrn Y por supuesto la televisión también ofrecía
dum de la OTAN. ,1bundante papilla democrática, al estilo de Los
Tiunbién fueron decisivas las emisiones de ,1· Morancos. En 1992, en el que lVE sigue ocupan-
ries americanas (tipo Dallas o Faico1l Crest) que l'II do el primer puesto en el orden de audiencias, los
décadas anteriores no hubieran sido contratad.,-. dos programas más vistos de todo aquel año em-
pero que en el momento jugaban un gran pap,·1 blemático de la nueva democracia fueron Que te
como apología del capitalismo, tolerancia y deft·11 den concuno (de Martes y Trece) y la película, reali-
sa de la ley del divorcio, por ejemplo. Se pro11111 zada durante la dictadura, Cateto II babor. ¿Cuánta
cionarán también los programas que poclríanw basura hay en las series de dibujos animados que
llama.r <<de servicio público», a pesar de que 11111 los matinales de todas las cadenas ofrecen invaria-
chos los consideraban como prototipo de la telcv1 blemente en las telepantallas como procedimien-
sión basura: Su medía naranja, de Jesús Puenu·, Los eficaces para entretener a los niños mientras
Quién sabe dónde, de Francisco Lobatón, y Lo qur sus padres practican su «merecido descanso» se-
necesitas es n11101; de Isabel Gcmio, programas desu manal? Simultáneamente, las «televisiones priva-
nados a resolver problemas prácticos de w1 mod,, das», conforme van creándose, tienen que comen-
que sólo la televjsión -y no la policía ni la psico 7,ar una lucha feroz por la vida mediante la
logía- podía resolver. Muchos «intelectuales» y formación o la conquista de sus propias audien-
muchas personas «cultas» consideraron insoporta cias. Y de aquí derivaní la tendencia, cada vez más
bles, por su vulgaridad folletinesca, los programas marcada, hacia programas calculados como «pro-
de Lobatón. Sin duda, su «jntclecto» o su «cultu gramas populares», en menoscabo de su calidad.
ra» no les daba lo suficiente para distinguir un
programa de televisión formal de un follctón cine-
matográfico; confundían los programas de Loba- La televisión en la década actual
tón con culebrones filmados, sin advertir que lo
que veían como vu.lgaridades no era una fabrica- 9. En la década en curso, que comienza en 1996,
ción del guionista, que no hacía sino desvelar la la «década popular>>, la extensión de la televisión

256 257
==

alcanza casi los límites de las posibilidades de 'ill ntcesit'l análisis tanto políticos corno sociológicos,
expansión. De un lado, por autonomías, por m1m1 a efectos de poder entender la propia historia de la
cipios e incluso por barrios; de ou·o utilizando t·l lelevisión.
cable, el satélite y la digitalización. El ente no ccdt Se diría que en televisión se refleja, mejor que 1
en su papel de suministrador de papilla democrát1 en ninguna otra parte, la convergencia que va pro- 1
ca abundante, y muy contaminada de basura tele duciéndose entre la izquierda y la derecha, una vez
visiva, pero se hace más intimista (a pesar de lo., que la izquierda española se avino al ingreso en la
recelos contra la violación de la intimidad): El FIIJ OTAN y a suscribir el Tratado de Maastricht. .,
tador, Gran Prix y, sobre todo, las dosis diarias dt· Ocurre como si los criterios en torno a los cuales
Corazones, que a juicio de muchos, es la mejor ex están comenzando a polarizarse las distancias en-
presión de una telebasura desvelada, casi química tre la izquierda y la derecha políticas, en España,
mente pura. Porque en Corazones, y en todos Jo., girasen, principalmente, en tomo a un punto que
clónicos de otras cadenas, además de la jet aristo tiene mucho que ver con la televisión, considerada
crática, se nos presenta una jet mesocrática~ mu seg{m su propia esU"Uctura administrativa. Nos re-
chas veces en paños menores, una plebe de «famo ferimos al debate entre el unit1rismo y el federalis-
sos» compuesta por hijas de cantantes, modelos, mo en la definición de España, y al avance de las
viudas de toreros, hijas de amantes de toreros, televisiones autonómicas. Pues la polarización del
guardias civiles desclasados, etc., que van dando debate político entre unitarismo y federalismo tiene
cuenta al minuto del estado de sus «relaciones» mucho que ver con la evolución de las televisiones
con sus <<compañeros sentimentales>> (uno de los autonómicas, a través de las cuales los movimientos
conceptos más ridículos que la televisión ha con- federalistas encuentran uno de los procedimientos
trib1üdo a propagar). Las ca.denas privadas no van más importantes para cristalizar las «señas de
a la zaga: tertulias intimistas de Ana Rosa Quinta- identidad» de las comunidades autónomas «en
na, taik shows.. . busca de Estado propjo».
Se advierte en todas las cadenas, paralelamente El comienzo de esta década es considerado por
al aumento de su madurez técnica, un descenso los mejores conocedores de la televisión española
progresivo en los programas dedicados al debate como el momento de la madurez de la televisión
ideológico, científico, politico o teológico. Pro- en España. La creación en 1996-1997 de la Acade-
gramas sustituidos por concursos, documentales, mia de las Ciencias y las Artes de la Televisión,
magazines. La gran conmoción que se produjo en gracias al esfuerzo de un animoso grupo de profe-
el año 2000 tuvo lugar con el programa Gran Her- sionales «de primera línea», es la mejor prueba del
m¡¡~o, del que ya hemos hablado, y que todavía grado de madurez que ha alcanzado la televisión
'V'l~rl"v\r"' , ., J
258 259
en España. Nadie puede olvidar que la instina 11111 tiene de las complejas relaciones entre cadenas y
de la Acadenúa fue la gran obra por medio dr 1 público. Gracias a los sistemas de audimetría de
cual Platón creó la idea de una plataforma q ue ¡,11 Sofres se sabe con exactitud y con puntualidad el
d iera servir para llevar a cabo, de un modo reg11IJ1 comportamiento de la audiencia y la respuesta de
el análisis de las «cavernas» en las que los homl11 • los telespectadores a la oferta de las cadenas. Ya
vivimos. No faltan «académicos» de otras acad, nada ocurre por casualidad o azar. GECA tiene
m ías, cuyos nombres no hace falta mencionar, cp11 como ohjetivo profundizar en estos elatos, anali-
ven con recelo la creación de una academia en 1111 zarlos, investigar las razones de esa conducta para
no a la televisión. Pero nadie con más derech o q11 consegui r que la oferta de esas cadenas y el pro-·
los que giran en torno a la televisión -que C\ la dueto que diseñan y realizan los creativos y los
realización más puntua l en nuestra época del pl.1 productores, obtenga el máximo rendimiento en ~l
tónico mito de la caverna- podía crear, como in\ mercado. Para producir y programar con eficacia
trumento de análisis permanente, una academia, e· hay que conocer muy bien al telespectador y so-
decir, una Academia de las Ciencias y las Artes de meterse al veredicto diario de la audiencia.» . __,
la Televisión. Ella constituye la mejor prueba ,h Se nos permitirá advertir cómo desde esta \
que eJ mundo de la televisión ha alcanzado en h perspectiva, la distinción entre televisión basura y
paña su madurez plena. televisión limpia cambia de sentido; pues televi-
Pmeba de esta madurez nos la ofrece tambi<:11 sión basura, en el sentido estrictO y positivo, sólo
la consolidación de diversos instrumentos de reíle puede predicarse de aquellos programas que de-
xión orientados al análisis diario del comporta ben ser barridos de las telepantallas por que no
miento de la televisión y de las audiencias. L a em son vistos, es decir, porque no cuentan con la
presa SofTes venía ya l11.ldiendo las audiencias con aprobación democrática de la audiencia. Así c~mo
intenciones estrictamente pragmáticas; pero e, no tiene ningún fundamento hablar de parudos
ahora cuando la empresa GECA (Gabinete de Es políticos basura cuando éstos han sido mayorita-
rodios de la Comunicación Audiovisual) comiel17.:1 riamente elegidos por el cuerpo electoral, así tam-
a publicar un magnifico Anuario, editado por ]os(· poco tiene fundamento alguno llamar programas
Ramón Pérez Ornia, lo que demuestra esa mismo basura a aquellos programas cuya audiencia supe-
madurez y estabilidad del sistema español de tele- ra incluso al n(unero de votantes de un partido
visión. En la presentación a la segunda edición de
,. j
1
po1t1co.
este Anuario, publicada en 1996, puede leerse: La audiencia, en la sociedad democrática, es la
<<La televisión es, sin duda, entre todos los me- que manda, y la televisión madura tiene que obe-
dios de comunicación, el que más conocimiento decer a esta demanda. Y no ya por razones éticas o

260 261
morales, sino por razones de simple supervivenci;1 Final
democrática.
Lope de Vega, hombre de teatro, conocía lnN
leyes del mercado siglos antes de la televisión: «Sa
el vulgo es necio, es justo habl arle en necio para
darle gusto.» ,

1. La principal conclusión de interés práctico


que creemos puede desprenderse de los análisis
ofrecidos a lo largo de este ensayo consta de una
parte positiva y de un parte negativa.
La parte negativa es ésta: que el concepto de
telebasura, o de televisión basura, no es un con-
cepto descriptivo que, ya sea claro, ya sea oscuro
(borroso), tenga una referencia más o menos pre-
cisa, en función de la cual fuera posible definir una
clase de «programas» delimitable en el conjunto
de los contenidos que se dibujan en las telepanta- /
Has (una clase predicativa constituida por todos los
contenidos que no tienen «calidad televisiva»), a la /
manera como el concepto de circunferencia es un
concepto con una referencia precisa, a saber, la
clase de las figuras formadas por los conjuntos de
puntos equidistantes de uno central que se dibujan
en el plano euclidiano.
La parte positiva es esta otra: que el concepto
de telebasura, o de televisión basura, es un concep-
to valorativo (axiológico) de signo peyorativo
(«negativo»), que tiende a situar a los contenidos

262 263
C"On'npondirntcs l-n d ni\'d n,h lnjo ()• en el li1m• ,le rcforc-nc1,1, dc1:i de 54:r ~,n.1 jcnrqui.1 ) se ron•
h." 3 \,te,rlos o lxirrcrlo~ h.\aa d lugJr cero) de una ,ic"c ~ unJ ol\faución 1L'O.,!•~.:H-s.11wnte nclllr2
icr-..an1uu, c..,1,lic;1r.1 o impl1, ni,~ l"::l.lid:acks o ,·.al<,. Sol.a1ncn1e c,un«fn cst1 Jeílni,to. de :.\lgím 1111ido,
~ ,,·l~n:i,'n'>. d,--..aliíiando ror tanto'"" cvcn el siMetnn llf,lJ.'1ll,ttJco ,orn:.,1K>ml1cnt1: ., b or,ft·tu ·
t11a)I."\ p!"1:H!ll\lOnc" a ti l-t\lr-'r i:11 nivele, 11\IÍ'\ ahM o dún de un evn,untoll, ,-..!,ittS, c:aLie tulbr Je 1cr..ar-
,up1:MC')f'\!, dd -r\'.1nu tle h C\thura•. quh >,J(' procesos de a.;c~nJcoci:t o de: desccn,lc nci~
P( ro 11:u je-rarquh de c.1l1tl..ad<' tclc.·vi\i,-a, im• en C'-lJ ¡er;1rqui.1, el,: ..l)l'Ogl'\!SO .. 0 ,re •1lci:r..1d.a
¡1lic.-J ,ic1nprc un;1 ord1:n:1dóo 1k ,·,ilon;..,; u de d.a• ci~n •· f ,., s\Jccsión de los 2ños o de los siglo- en h '
M."- ck v,1lorc,, aunqu" nu tfkf.J ordcn1et11n uupli• ~u del tlc.mpo(yl11'2&\o,o l<h,ittlos1)ul-dcn con·
qu~, por ,1 n,isnu, 11na iC"r2rqu(a 2Jtiol6gica Je ~,tc,~rsc cuino \'..llnrcs num1.:ncu, ,,nn1b,lcr., J b rv (
,-.atoro. l.3 urdc1ud(11\ 'l-.cc11clcncc tic lo-. \-;ti,~ ,.,ción ,fe r;1 #licrr.J cm tom,.') 1S.,¡, no puede in ter•
lle ,1111 tuncu,n nun1cnc:a, por ejemplo, tic b Íun• (Jff(2tSC. pvr ~ nüsini, cuino írtthl~ de un progn.w
ci6n r ,.1. ,lclinida en el c-..impo de los nú,ncro, u Je una dc:~.nbcicín de l.t hununidJd. ~ no .-1.un°'
n:11urah: . c.--.aNctcri7..t a unJ 'iuc~ron de ,,alol"C$ ( 1, por 5,1p1&l"Sta, cicn:l< prcrniu.< sob~ el ignific¡do
Z, 3. _., S...) 1¡uc no puede constckr1~ t"Omo una pragrn:ldro Jd propio «despl:u.,unicnto• ,te la hu-
icr:rrquu. Su¡,onc::tn()) que pira poder h:abbr lle 1n:.ni,bcl a lo l:irgo lid tic1npo. Y si cst:is prcn1i_,;a.~ se
un.a jcr.arqu1l (:a1iol1,gi~) ele valore (y no :,.ola. consi,lerJn r11craíisic:as, o por lo meno~ !,'1-.tuitas e
n1c:ntc ele un.a ~ñe ele ,~lo~) d pr«iso ponerlo, indcntoStrabll"S. lul11i que concluir que el curso or-
en ronc:tión con ri~1c1naJ ,te fines ¡,r'lfcoC'os \ incu• 1kn.1.11odc lo :años, o t.a ~\lccsión or'\ftnJda Je los~-
uuo~ a u, u¡liCrJcionC> hu11un.1s. e~ ckcir, i."Oll un;¡ glos ,te to, ~glos.. no coo..titU) ~ ninpru jcr.arqu(a, y
¡uupn:SÜC---', Yor cjc;,np!o, ~ se 1r:1t2 de l:as OJ>C'I'I• que quien ,;,"a :a• l 2 ahur:i de 101. ric:nt¡>M cld qllinto
cion~ Je •cortar- o de .,:ay,u .. unos 1nin~·r:all·S 111i)cnio pr(,"imo• no tcndr.i ¡x,r qui ser consi,tcra•
~,n otro,-, podc,uo~ orden.u lo,; diferentes -.·.alo• do, por este imple h«ho, c-n un tupr ,ni" 2ho de
rc.'i de l.t ,l11rc,..i de ~1os Cllcrpos en la ~12 jt'~ una ¡rc:rarqub Jacb de "·.alor~ ,.ue (\~1icn \,v.1.a "''"' :it •
rlrquiC".1 tic .\1oh,(, a c:ÍC'(1o,. Je mc,lir o t'\"iht:ar la Htr.t ele I°" t1c:1npo-. dd ten:cr 1oi!cn10- (y «:;\-""lO :,upo-
•c-.1Hd.1d l"1lnantc-. de un u,strumcnto tfado que nicn,ro t¡u~ la ~rcsi6n -~trura de los Ü<"1Hpos• ,en•
CSII! con111ituillo ¡,or 3f¡cuno de~) ,nincnlcs (di- '..l Jli,:ún ~lido),
rcrnos que: el di.1uun1c tiene un ,·ilor "1¡,critlr ,-, ~,o si¡.;nili(.":l llll~ unil, .alor.,ción pOSiti,'2 (~·
n,lxin10 en la ¡cr:lr\1u1,1, y 11uc d t:1kn l:a,11111:ar tic• 1.,-un !(r.11fos) o nc:giÜ\-¡ (y en d límite, 'uni dci-c:Jlifi-
ne un \-:tlor nuni1no, )', por ~1 decir, un , .1lor de c::ic:ún) no tiene J)()f 'lué intcrpti:lllNr.: (On,o d re•
basur J, e1,rno in~ttUflk•nto J11:lr2 C'f'rt:lr o N)'iAr). lA uludo Je un:i i111uidón ~b:,olut..1 ,1ul! no rcq111ricsc
~ a ele \1ohs. dcsc•nncct11.d;l de 1.-s 0¡1<r.idon~ ,1c \:,pl1caciones, ck dt'finicio~ o de r.uonimien•

.?64 26S
tos de ningún tipo. La fórmula de Kempis: «\'.,Ir
más sentir la compunción que saber definirla•> r 2. Algunos proceden como si todas las escalas
una fórmula mística. Desde ella podría sin duda lt· de valores pudieran considerarse como ordenables
gitimarse la conducta de quien descalifica como linealmente en una sola escala, o acaso en diversas
telebasura un programa dado alegando «que hicrl' escalas convergentes, como si fueran las aristas de
a su sensibilidad», es decir, que la huele, siente o una pirámide única en cuyo vértice estuviera si-
intuye como basura, aunque no sepa definirla (nu tuado el valor supremo, al cual todos los demás
aún, aunque, por haberla olido, intuido o sentido habrían de subordinarse. Pero no hay acuerdo ni l
así, no Je interese ya definirla). wnsenso sobre cuál sea la naturaleza de ese su-
Pero una valoración implica siempre, según puesto valor supremo de esa tabla de valores: ¿la 1

nuestros presupuestos, una ordenación de vaJort·, Justicia? ¿la Verdad? ¿la Vida? ¿la Libertad?
en una jerarquía. Y aun concediendo que alguien ¿Dios? ¿la Ciencia? ¿el Racionalismo? ¿la Revolu-
no pueda explicar, ni deducir, su sentimiento o su ción? ¿la D emocracia? (Si nos atuviésemos a los
intuición valorativa (atractiva o repulsiva), lo qur criterios de « televisión madura» que parecen regir
ya no podrá excusar es ordenar sus propias inn,i la actual televisión española, habría que decir que
ciones valorativas en las escalas de valores. Pero el valor supremo es «la Democracia»).
estas ordenaciones le obligarán a una serie de opl' Por nuestra parte, renunciamos a la hipótesis
raciones críticas (clasificatorias) a través de las cua de las tablas de valores estructuradas según escalas
les veremos cómo el que está valorando está tam de valores lineales convergentes y, desde luego, a
bién <:<razonando», es decir, comparando valores. escalas lineales únicas, y razonamos desde el su-
sopesando, contrastando, midiendo distancias en puesto de tablas ramificadas de valores o, para de-
la escala; está comprometiéndose, si no quier(.' cirlo figurad amente (y si no se quiere renunciar
comportarse como un cernícalo, a juzgar no sola- enteramente al «esquema piramidal») desde el su-
ment~ sobre el valor concreto del que se trate, sino puesto de ordenaciones ramificadas o distribuidas
también sobre todos los demás valores de la serie. en un conjunto de pirámides diferentes. Los valo-
En nuestro caso: si alguien descalifica un progra- res negativos, o valores «basura», tenderían a des-
ma de televisión dado como telebasura queda lizarse hacia las bases de las pirámides, como si
comprometido a descalificar a otros que Je sean fueran sus sumideros efectivos. Dejamos aquí de
comparables y, por tanto, a presentar stis criterios lado las cuestiones que se plantean a partir del su-
generales de valoración. Criterios que comprome- puesto de una tabla ramificada de valores, por
terán, a su vez, a todo el sistema de valores de la ejemplo, las cuestiones relativas a la incompatibi-
sociedad en la que vive. lidad o a la coexistencia posible entre diferentes

266 267
escalas piramidales. Lo que nos importa sc111 di <lada (como cuando se habla de la «cultura de la
mente es subrayar la amplia independenc1.1 •111 <lroga de diseño», de la «culrura del rock» o, como
hay que reconocer, por ejemplo, a las ordcn.11 ,, Snow hablaba hace unas décadas, de las «dos cul-
nes de los valores éticos respecto de la orden.u 1111 turas») tratándolas como si fueran esferas cultura-
de los valores estéticos o morales de w1a sockd 111 les. Y así se concluirá: «La telebasura es un con-
o respecto de la ordenación de los valores q111 cepto relativo a cada cultura; y lo que es telehasura
cotizan en Bols,1 o recíprocamente. para los que están inmersos en la «cultura de la
droga de diseño» dejará de serlo para quienes es-
3. De acuerdo con estos presupuestos carne tán inmersos en «la culnira del rock».» Pero las
ría de sentido todo intento de delimitación ti 1 relaciones entre las esferas cultmales entre sí (por
concepto de telebasura como si fuera un concl·pt , ejemplo, las relaciones entre la cultura maya y la
«global.» y sustantivo. A nuestro entender, hal1111 cultura del Renací.miento italiano) no son entera-
que considerarlo como un concepto funcional, qu, mente díversas a las relaciones entre los diferentes
tiene muy diversos «parámetros», correspondil'II rasgos (o temas, o pautas, o instituciones) cultura-
tes a cada una de las categorías o «pirámides de \ , les de wia misma esfera cultural. Esto es debido a
lores>>. Y si el concepto de telebasurn no es 1111 que las esferas culturales no tienen la estnictura
concepto sustantivo o unívoco, sjno funcional, h.1 compacta que se les atribuye y son antes agregados
brá que reconocer, por tanto, muchas clases de , ., (si no mosaicos) de rasgos que han ido interaccio-
lores o de calidades de la tclebasura. nando durante siglos, pero que se desagregan tam-
Pero con esta afirmación no buscamos la n·, bién constantemente.
vindicación de algún tipo de relativismo axiológit'11 Dicho de otro modo: la idea de un relativismo
o, en particular, la reivindicación en la fonna de un cultural desaparece, no en nombre de un etnocen-
relativismo cultural («lo que es basura en la esfcr,1 trismo de referencia, sino tras la disolución de las •
cultural A dejará de serlo en la esfera B» ). La idc;1 mismas supuestas «culturas» como unidades com-
del relativismo cultural se fundamenta en el trata pacr.as. Y, por la misma razón, habrá que afirmar
miento de «las culturas» (de las «esferas cu1tur$ que carece de toda profundidad la distinción entre
les») como si fueran entidades compactas, subsis el «relativismo cultural» (idea vinculada a un es-
tentes y prácticamente incomunicables, tal como cepticismo de los valores) y la «diversidad culru.ral»
concibió Oswald Speuglcr a los «organismos cu! (idea con la que se busca sugerir que las diversas es-
curales» que él estudió en su famoso libro. Y, toda- feras culturales son distintas, pero compatibles me-
vía más grave, la idea de relativismo cultural suele diante el reconocimiento y el respeto mutuos). Pe-
aplicarse hoy a simples franjas de una civilización ro si no aceptamos la sustantividad de las esferas

268 269
culturales, tanto el relativismo cultural como la d1 Lcquila). Pero habrá valores íncon~patibl~s, cu_an-
versidad cultural, referidos a las esferas culturalu, do éstos vayan referidos a una Illlsma p1ram1de,
habrán de ser retirados. cualquiera que sea la esfera cultural a la que nos
Aplicando estas ideas a nuestro caso: ni tendr~ refiramos.
sentido reconocer que puedan darse en cada un., En particular, los valores o contravalores basu-
de las culturas valores basura que no lo sean de .1I ra serán incompatibles con los que no lo so.n,
gún modo en otras, ni tampoco que existan valore, siempre que los refiramos a una institución o pau-
basura en las dif~rentes culturas que sean simple ta cultural capaz de atravesar las más diversas esfe-
mente diferentes entre sí. Porque esto equivaldri.l ras culturales. Un argumento televisivo como el de
a volver a la interpretación del concepto de basur.i El exorcista es telcbasura cuando nos movemos en
en general, y de telebasura en particular, como s, una escala de valores racionalistas, y no cabe salvar
fueran conceptos descriptivos. este argumento invocando el respeto a las .:au-
diencias formadas por creyentes en la poses1on o
4. Cuando nos atenemos a los temas, pautas, en la obsesión diabólicas». La ablación del clítoris
instituciones culturales (y no a las esferas cultura es un conn·avalor, un valor basura cualquiera que
les), entonces los valores o contravalor es de un.1 sea la esfera cultural que consideremos, y por tan-
escala o tabla dada en función de los cuales se defi- to no cabe justificarlo en nombre del relativismo
ne la «calidad televisiva>> dejan de estar sometidos cultural o de la biodiversidad cultural; los docu-
a la disyuntiva entre el <'(felativismo cultural» y la mentales televisados en los que se nos ofrecen es-
«diversidad cultural», porque las relaciones se dis- cenas de ablación de clítoris serán telebasura des-
ponen en otro terreno, a saber, el de las <<pirámides velada, pero no telebasura fabricada, salvo que
de valores». Habrá valores y contravalores de esca- sean apologéticos de esa institución. «Reconocer»
las diversas, compatibles tanto si pertenecen a un que la institución de la ablación es un valor basura
mismo círculo cultural como si pertenecen a círcu- y tratar de respetarlo como valor cultural y se~a de
los culturales diferentes, y sin que esto tenga nada identidad de algunas sociedades africanas eqwval-
que ver con el relativismo cultural ni con la diver- dría a considerar a estas sociedades como basura
sidad (o biodíversidad) cultural. Porque la biodiver- ellas mismas. Y esto no es <<etnocentrismo» más
sidad cultural no se 1·efiere ahora a esferas sino a que para quien razo11a desde la hipótesis de las es-
temas, pautas o instituciones dadas en un mismo feras culturales de la misma manera que tampoco
círculo cultural (por ejemplo, los valores de,I vino podríamos lla~ar etnocenuismo a ~a ~v:iiuación
o los de la cerveza) o en círculos culturales dife- de las mutilaciones practicadas por md1viduos de
rentes (por ejemplo, los valores del vino o los del nuestra sociedad como valores basura.

270 271
de cubrir la suciedad del ambiente con flores de
5. La idea de una televisión basura no es 11111 loto y de llenar la atmósfera con música invisible.
voca, por tanto, pero tampoco es meramente rcl.1 «Siddharta [dice Pischel) era un niño delicadísimo
tiva (en el sentido del relativismo cultura l) a las 1.1 y fue educado principescamente. Sus vestidos eran
bias de valores asignadas a una cultura o csfcr .1 del más fino lienzo de Benarés. Día y noche se ten-
cultural determinada. Es una idea práctica q111 dían sobre él blancas sombrillas para protegerle
comp romete al que la utiliza a juzgar todas las u del frío y del calor, del polvo, de la hierba y del ro-
bias de valores vinculadas al caso y a considerar co cío. En el palacio se dispusieron para él estanques
mo basura, o como afecta<los por ella al menos, .1 cubiertos con flores de loto de las más diversas cla-
todos aquellos que no comparten sus valoracion<:~ ses, y, según la época del año, vivía en un palacio de
Y si nos atenemos a 1a distinción entre telel,.1 verano, de otoño o de inviemo ... Los cuatro meses
sura fabricada y tele basura desvelada, en el sentid,, de la estación lluviosa los pasaba en el palacio de
en el que la hemos expuesto, y con todas las clifl otofio, donde le alegraba una música invisible .. .
cultades que la distinción envuelve, nos inclinaría No se le enseñó siquiera el manejo de las armas ... »
mos, por nuestra parte, a defender la conveniencia Es cierto que la tclebasura desvelada requiere
de ~~arecer todo cuanto tenga que ver con ]a pro una preparación adecuada de quien la observa, wia
moc1on de la telebasura desvelada. El cultivo de la capacidad crítica de juzgar, ponderar, templar, va-
telebasura desvelada (tanto si es política, como s1 lorar, discriminar. Sin duda los padres, los profeso-
es social; t~1~0 si es estética, como si es religio res, los amigos, ya sea <<informalmente», ya sea
sa ... ) es la urnca manera de mantener el «sentido mediante una disciplina ad hoc (como pueda ser la
de la realidad», a través de la televisión formal asignatura de comunicación audiovisual, integrada
principalmente, rasgando los velos puritanos qu~ en el currículo de los programas de enseñanza me-
la encub~en. ¿O es que se pretende «educar al ¡,ue- dia, encomendada a personas competentes), han
blo», delicadamente democrático, a la manera co- de contdbuir a la preparación de la actitud crítica
mo la leyenda dice que fue educado Siddharra, an- del niño y del adolescente, como futuros televi-
tes de que recibiera el sobrenombre de Buda? dentes responsables, de la misma manera que se
Tal parece como si quienes pretenden eliminar contribuye a su preparación literaria o a su prepa-
todo tipo de basura de Ja televisión quisieran pro- ración como radjoyentes o como lectores de pe-
ceder con el pueblo como los pad1·es de Siddharta riódicos. Pero lo que nadie debiera pensar es que
procedieron con su hijo, ofreciéndole un mlmdo basta l1abilitar a un cuerpo de profesores que ense-
hermoso, dulce, amable, sin holocaustos ni armas ñe a tratar los medios de comunic<lción. No es su-
. . . . '
m tnJse11as m enfermedades, mediante el recurso ficiente la plena dedicación de este cuerpo a su ta-

272 273
rea. Es necesario que este cuerpo de profesores { Apéndice
té en posesión de unos criterios, no sólo técnko ,
sino políticos, históricos, filosóficos, etc. Tamp0< 11 Comentarios al «Manifiesto contra la telebasura»
por haber implantado las enseñanzas de ética en 1,
enseñanza secundaria está asegurada, no ya la con
ducta ética de los ciudadanos, pero ni siquiera l 1
formación de un juicio ético basado en un siste11111
riguroso de conceptos éticos o morales, y no ea la
ocurrencias que, en nombre de la libertad de cátt·
dra por ejemplo, pueda tener el profesor de étka,
que muchas veces más contribuye a desprestigi;u Reproducimos el llamado «Manifiesto contra
la disciplina que a otra cosa. la telebasura», del 28 de noviembre de l 997, dada
Pero, en todo caso, ¿quien se atrevería a dud.u la condición que este manifiesto ha alcanzado co-
de la capacidad de juzgar, ponderar, templar, valo mo punto de referencia en los debates sobre la te-
rar, discriminar, de los individuos adultos, mayon·, lebasui-a. Acompañamos cada uno de sus_ párrafos
de edad, que constituyen el cuerpo electoral ck de un comentario orientado según las ideas ex-
una sociedad democrática? ¿Quién se atrevería ;1 puestas en este libro. El texto del manifiesto se
hablar de democracia al mismo tiempo que consi ofrece en letra cursiva y sangrado.
dera a su cuerpo electoral como si fuera el delica
dísimo cuerpo de un niño?
Manifiesto e<mtra fa_ telebasura

Diversas organizaciones, dedicadas a la defen-


sa de los ciudadanos desde diferentes ámbitos de la
sociedad civil, hemos pronwvido un manifieJto con-
tra la telebasura que busca denunciar los efectos
nocivos de esta prtíctica en auge. La telebasura no
sólo atenta cantra el derecho de los espectadores a
recibir productos entretenidos y de calidad, también
condiciona negativamente la evolución del propio
mercttdo televisivo.

274 275
Este primer párrafo del preámbulo del 111:1111 cir, del Estado, y nadie más puede arrogarse la fun-
fiesto cumple el trámite de la obligada declarac·11111 ción de defender a los ciudadanos en cuanto tales.
en un manifiesto, de la definición de la ideniid 111 Cabría incluso presentar recursos de anticons- 1
de quienes se manifiestan. No se trata, por ta11111 titucionalidad a semejante conjunto de organiza-
en este preámbulo, de una enumeración de 111 ciones dedicadas a la defensa de los ciudadanos. ~·
manifestantes (pues esta enumeración figurn ,1 Cada organización que defienda a sus socios, pero
final del manifiesto bajo la rúbrica de «los ah.1111 en calidad de tales: la AUC que defienda a sus so-
firmantes»), sino de una definición de la identid,111 cios, ni siquiera a los demás <<usuarios de la comu-
comú~1 a todos ellos; identidad que, se supo 111 nicación» que no pertenezcan a esa asociación; la
constituye la perspectiva desde la cual el manifi,·, CAVE que defienda todo lo que quiera a los veci-
to se promueve, redacta y publica. Una definicio11 nos confederados, pero que no pretenda defender
tanto o más necesaria cuanto que los «abajo finna11 a todos los vecinos de España; la CEAPA que de-
tes» no son personas individuales (<<ciudadanos . fienda a las madres y padres de sus alumnos confe-
por ejemplo), sino organizaciones o corporacionn derados, porque defender a los demás sería algo así
- Asociación de Usuarios de la Comunicacio11 como defender a los padres de los profesores;
(AU9? Unión General de Trabajadores (UGI'), CC.00. que defienda a los obreros com1sionados;
Commones Obreras (CC.00.), Confederació11 la UGT a los trabajadores unidos en ese sindicato;
~~ñola de Madres y Padres de Alumnos (CEAPA), la UCE que defienda a los consumidores uni~os
Umon de Consumidores de España (UCE) y Con por ella, pero que no se meta a defender a la m-
federación de ~ociaciones de ,Vecinos de Espafü1 mensa masa de consumidores que no pertenecen a
(CAVE)- «dedicadas a la defensa de los ciudada- esa unión con pretensiones globalizadoras, que no
nos>->. los defienda en calidad de ciudadanos. Y si cada
. P?rque siempre cabrá preguntar: ¿Y cuál es 1a organización no puede defender a sus socios en su
1denudad, no ya de cada una de las organizaciones calidad de ciudadanos> mucho menos puede de-
firmantes, sino la del conjunto de todas ellas? fender a los ciudadanos en cuanto tales una reu-
r ¿Cuáles son los títulos de ese conjunto para arro- nión coyuntural de estas organizaciones privadas.
garse la misión de defender a los ciudadanos con- Los -(<abajo firmantes», como si hubieran pre-
tra la telebasura (en esta ocasión, pero también ha- visto la posibilidad de preguntas tan incórn~das,
brí~ ?tras ocasiones en que este conjunto se parecen haber dado ya la respuesta en este mismo
decrdrese a defender a los ciudadanos contra cual- primer párrafo del preámbulo. Podríamos parafr~-
quier otra asechanza del maligno)? Pues a los ciu- searla así: los abajo firmantes lanzamos este mam-
dadanos los defienden las leyes de La ciudad, es de- fiesto, en cuanto «organizaciones dedicadas a la

276 277
defensa de los ciudadanos desde diferentes á1111 11 defender, y que, sin duda, habrá que suponer ~ue
tos de la sociedad civil». Es evidente, según c,ta son ciudadanos de esa sociedad civil, antes que cm-
palabras, que los abajo firmantes definen su idcn11 dadanos de una sociedad política (por ejemplo, es-
dad, como autores del manifiesoo, en cuanto p1·1 pañoles). Pero la ciudadanía de una s°:1~d~? civil,
sonas que dicen formar parte de la sociedad civil, y no política, es sólo una metáfora que se uuc10 en las
desde diversos ámbitos de esa sociedad civil se dt· escuelas estoicas de la antigüedad, por un lado (la
dican a la defensa de los ciudadanos. ciudadanía del «cosmopolita», o «ciudadano del
Pero ¿qué es o quién es esa «sociedad civil .. mundo»), y maduró en la Iglesia romana, princip~-
Sin duda no es o no quiere ser el Estado (la socit- mente por obra de La Ciudad de Dtos de s~n.Agus~.
dad política), ni tampoco la mera yuxtaposición dt· Pero los ciudadanos de la sociedad civil consu-
las organizaciones firmantes coyunturalmentt· tuida por la Ciudad de Dios, es decir, por la Iglesia
reunidas. La sociedad civil parece figurar aquí co romana, no son, por ello mismo, ciudadan~s ~e
mola entidad que unifica a las organizaciones Gr cualquier otra de las sociedades civiles que e'?stJ.e-
manees y les confiere la perspectiva común desdt.· ron, existen o existirán, por ejemplo, la Iglesia an-
la cual, y por encima de las diferencias, se promuc glicana, el Ku Klux Klan, la Sociedad Pr~t:ctora
ve el manifiesto. de Animales de Uganda, la Sociedad Masoruca de
Ahora bien, la sociedad civil a la que se apel:1 la Armonía de la Flor de Loto, CC.OO., etc. Estas
no tiene más entidad que la que es propia de un sociedades civiles -no políticas- no sólo son ~-
fantasma ideológico. La expresión «sociedad ci- ferentes sino muchas veces divergentes, y aun m-
vil», que comenzó siendo la simple adaptación ro• compatibles entre sí. Aun el conjun~o d_e tod~s
manee de la expresión grecolatina «sociedad polí- aquellas sociedades civiles que la globahzac1ón ret~-
tica» (Civitas =Polis= Estado), inicia un proceso de ne hoy bajo la denominación de ONG (y la Iglesia
diferenciación y aun de oposición con ésta, cuyos católica puede hoy reclasificarse como la <?NG
episodios sería aqtÚ impertinente analizar. Pero sí más antigua) no constituye tampoco una sooedad
es imprescindible subrayar que la expresión «so- civil en nombre de la cual puedan promoverse ma-
ciedad civil>>, en cuanto se utiliza con mayor o me- nifiestos dirigidos a ayudar a los ciudadanos de esa
nor ingenuidad, en correlación con la expresión sociedad civil fantasmagórica. Hablar en nombre
«sociedad política», es tributaria de una ideología de la sociedad civil es a]go casi equivalente a hablar
apolítica y, en el límite, anarquista. Ideología gue, en nombre de la humanidad (se podrá hablar de
por muy legítima que sea, no tiene por qué ser objetivos para la humanidad, pero no en nombre
atribuida, como si fuera algo evidente, a los ciu- de ella sino en nombre de alguna parte de ella que
dadanos a quienes esas organizaciones quieren se diri~e urbi et orbe a todas las demás partes).

278 279
Pero los ciudadanos de un Estado efectivo no párrafo los trujamanes se dirigen a destinatarim
nec_esitan ser ayudados en cuanto tales por estas no menos fantasmagóricos: a las «conciencias de
sociedades. Una ONG es una organización con los espectadores» y a la «responsabfüdad social de
ceptualizada por negación (<<no gubernamental»); los diferentes agentes participantes de la actividad
y la conjunción de organizaciones conccptuatiza audiovisual». Parecería que estamos escuchando
das negativamente no puede dar lugar jamás a un las exhortaciones pastorales de una conferencia
concepto positivo, como pueda serlo el de sacie episcopal que se dirige a los fieles, o bien las ex-
·dad civil. Un concepto de sociedad civil que sólo hortaciones de un párroco a sus feligreses. ¿Quién
pueda darse como la conjunción de diversas sacie puede dudar que los componentes de esta «confe-
dades conceptualizadas negativamente sigue sien- rencia de organizaciones que abajo suscriben» se
do un concepto negativo, un rótulo para denomi- comportan como un sacro colegio secularizado?
nar el agregado, mosaico o mezcla de términos tan ¿Cuántos de los miembros de esta conferencia fue-
heterogéneos que hacen de él un concepto basura, ron de hecho en su dfa clérigos, sin que por otra
sin perjuicio de la limpieza de sus componentes. pa1·te esto tenga la menor importancia para nues-
¿Cómo olvidar además que las ONG están no tra argumentación, aunque sí pueda servir para ex-
s~lamente inspir_adas, sino apoyadas por los pro- plicar el sello pastoral del manifiesto? .
pios Estados, qwenes, a través de ellas, privatizan ¿Qué quieren decir, en todo caso, los truJama-
de hecho muchos de los servicios que alternativa- nes, al hablar a las «conciencias de cada uno de
mente debieran ser atendidos directamente por el nosotros»? ¿A quién engloban en ese «nosotros»?
propio Estado? ¿A todos los ciudadanos fantasma de esa sociedad
civil fantasma? Sin duda suponen que esas con-
Este manifiesto pretende, desde la defensa de la ciencias ex.isten como tales conciencias individua-
libertad de expresión como prenúsa básica, apelar a lizadas, y además, que todas ellas son uniformes.
la c012ciencia de cada uno de nosotros co'!IW especta- ¿Y por qué suponen esto? ¿Acaso no podría haber
dores, así como a la responsabilidad social de los di- «conciencias» a quienes les interesara o agradara
ferentes agentes participantes de ta actividad uudio- precisamente lo que los trojamanes llaman teleba-
visual: profesionales de tas cadenas, directivos, sura? Los trujam.anes p iden el principio. Otro
anunciantes. tanto hay que decir cuando ellos se dirigen a la
«responsabilidad social de los agentes». ¿A qué
E:'1 el párrafo anterior, fas organizaciones que responsabilidad se refieren? ¿A la que vaya refurj
suscnben se presentaban como trujamanes de una da a sus organizaciones? Otra vez los truj;unanes
fantasmagórica sociedad civil. En este segundo piden el principio.
;/ '

280 281
Nadie puede dirigirse a supuestas concienC'i., Manifiesto:
subjetivas, o a supuestas responsabilidades de <<agt:11
tes», como si conociese ya «lo que deben ser y ha 1. El ténnino «telebasura» viene dandí) nr:mz-
cer». Se trata de un procedimiento demasiado o 1 bre, desde la. pasada década, a una forma de hacer
m~d? e ingen~~ para ahorrarse la argumentacion televisión caracterizada po't· explotar el 'ffwrbo, el
obJetlva y el analisis. sensacionalismo y el escándalo como palancas de
atracción de la audiencia.
Pt:etende también suscitar un debate social qur La telebasura se define por k,s asuntos que abor-
pe1:1,ma lieg111· a proponer un código ético de regu d/1, por Jos pe1-sonajes que exhibe y coloca en pri11.zer
lac10n de los contenidos televisivos, abierto a las d, plano, y, sobre todo, por el enfoque distorsionado al
ferentes ópticas sociales y que, en m momento. que recurre para tratar dichos asuntos y pers()'11.({jes.
pue~ servir de base para la labor del deseado y
pendiente Conse_jo Superior de los Medios Aitdio La definición de telebasura que ofrece la Con-
visuales. ferencia de Trujamanes parece basarse en la distin-
ción entre los fines opero y los fines operantis. Losfi-
Lo ~ue la Conferencia de Trujamanes preten nes operantis se resumen en uno: atracción de la
de susett~ a~or~ ~s un debate orientado a propo audiencia. Los fines operis (es decir, los efectos de la
ner un «codigo ettco de regulación de contenidos obra) que se explicitan son estos tres: explotar el
televisivos, abierto a las diferentes ópticas socia- morbo, el sensacionalismo y el escándalo.
les». Pero esta propuesta encierra una contradic• Pero, tal como está redactado el manifiesto, no
ción. Un código ético ha de ser universal, y, por parece que los trujamanes condenen formalmente
tamo, no puede estar <<abierto» (suponemos que estos efectos, sino, más bien, su «explotación» co-
para ser ~ambiado) a las «diferentes ópticas socia• mo medio para conseguir el fin del operante, la
les». Y si lo que se pretende es proponer también atracción de la audiencia.
un códig? ~nora!, la contradi~ción aumenta, por- ¿Habrá que concluir que lo que el manifiesto
que los codigos morales son diversos (según socie- condena es el fin del operante, más que los medios
dades, esferas culturales, capas sociales, religiones) que conducen a él? No parece probable, pues la
y muchas ve_ce~ enfrentados entre sí. Si los truja- atracción de la audiencia es un fin legítimo que to-
manes no distmguen entre ética y moral habrfa das las televisiones persiguen, así como también
que invitarles a que lo hagan. los propios trujamanes.
Más bien habrá que interpretar el manifiesto
en este punto como condenación de los medios

282 283
que, al parecer, la telebasura utiliza para atraer au- al documental o al informativo que nos da noticia
diencia. Como si los trujamanes se acogieran al de ellos? La Conferencia de Trujamanes podría - 1
principio: «El fin no justifica los medios.» por lo menos haber distinguido entre telebasura
Pero ¿por qué han de considerarse malos los desvelada y telebasura fabricada, aunque fu era con
medios enumerados? otra terminología.
EJ morbo, s.i n duda, en su sentido csu-icto, mé- Pretender definir la telebasura «por los asun-
dico, es malo por definición. Pero la cuestión no tos que aborda» o «por los personajes que exhibe»
está ahí, sino en dar por supuesto que lo que ellos es un ejemplo insigne de pereza mental. Desde
llaman telebasura es algo m orboso. Es evidente luego, hablaríamos de telebasura si el asunto es ba-
que si la telebasura la definen por el morbo, la te- sura y si los personajes lo son. P ero con esta defi-
lebasura será morbosa. Pero ¿cuáles son los conte- nición no iríamos más allá de aquella definición ele
nidos morbosos? Morboso, cuando se aplica fuera la luz como «movimiento luminoso de los cuerpos
de los contextos médicos (por ejemplo, el morbo lúcidos». Lo que tenían que haber hecho los truja-
gallico) y adquiere significados coloquiales dema- manes es decirnos en qué consisten los asuntos ba-
siado vagos (enfermizo, vicioso, pornográfico, es sura y los personajes basura. Si no se molestan en
decir, algo que se refiere a las p rostitutas o prosti- decírnoslo es porque dan po~ supu_esto evidente
tutos), lo hacen excesivamente oscmo como para, eme todos lo sabemos. En realidad, lo que ?c~.rre
mediante él, intentar definir un concepto tan os- es que los rrujamanes toman como referencias un-
curo como el de la basura. En cualquier caso tan plícitas ciertos modelos personales de telebasura
morbosa (causante de en fermedades) puede resul- que no logran analizar, y que dan simplem ente por
tar ser una serie d e programas de dibujos anima- conden ados.
dos capaces de fascinar a los niños, como la re- Por lo que se refiere a la expresión «enfoque
transmisión de desnudos del Museo del P rado. dístorsionador»: ¿cómo pueden creer los abajo fir-
¿Y qué tiene que ver el sensacionalismo con la mantes que con esta característica es posible defi-
telebasura? Habría que llamar telebasura a los dis- nir un concepto tan confuso como la tele basura?
positivos teatrales destinados a producir sensación ¿Distorsionado por respeto de qué? Los ejercicios
en el espectador; por ejemplo, a las fanfarrias tele- televisados de un gimnasta contorsionista que dis-
visadas que anuncian el principio de las represen- torsiona su figura: ¿son por ello telebasura? El wom
taciones de Bayreuth. aplicado a un párpado distorsiona sus proporcio-
¿Y el escándalo? Escandalosos son los asuntos n es, ¿es por ello telebasura? «No nos referimos a
de corrupción de políticos, de obispos, de magis- este tipo de distorsiones», responderán apresurada
trados, de banqueros. ¿Hay que llamar tclebasura e indignadamente los trujamanes de la sociedad

284 285
civil. Pero lo que necesitábamos los ciudadanos elementos como básicos: sexo, violencia, sensible-
protegidos por ellos era precisamente saber con ría, humor grueso, superstición.
precisión de qué distorsiones hablan nuestros pro- Pero estos indicadores siguen siendo tan inde-
tectores. terminados que no indican nada que no estuviese
ya señalado ad hoc antes. «Sexo» es el único indica-
2. Los promotores de la telebasura, en S11, bús- dor relativamente más preciso, siempre que esta
queda de un «mínimo común denonzinador» capaz palabra, tan eufemística como torpe, se utilice en
de concitar grandes masas de espectadc;res ante la el sentido «fetichista» que se ha hecho corriente
pantalla, utilizan c-ualquier terna de interés huma- (para significar todo aquello que hace referencia a
no, cualquier acontecimiento político o social como los órganos genitales de los hombres y a veces de
mera excusa para desplegar to que consideran ele- los primates). Utilizando el término «sexo» en su
mentos básicos de atracción de la audiencia: sexo, sentido no fetichista, ¿quién se atrevería a decir
violencia, sensiblería, humor grueso, superstición, que los amores televisados de Romeo y Julieta, que
en muchos casos de forma sucesiva y recurrente den- son sin duda sexuales (y heterosexuales) son tele-
tro del mismo programa. basura? Quienes dicen que el sexo televisado es te-
Bajo una apariencia hipócrit:a de preocupación y lebasura se refieren, sin duda, a las retransmisiones
denuncia, los programas de telebasura se regodean de escenas de <--:genitales en acción» (que, en nin-
con el sufrimiento; con la muestra más sórdida de la gún caso, puede confundirse con la televisión por-
condición humana; con la exhibición gratuita de nográfica, que habría que circunscribir, en aras del
sentimientos y comportamientos íntimos. Desenca- rigor, a la televisión relacionada con la prostitu-
denan wna dinámica en l,1 que et circense «más di- ción -que se supone debidamente atendida por
ficil todavía» anuncia una espiral sin fin para sor- las organizaciones sindicales- ). Pero entonces no
prender al espectador. es el «sexo» (el telesexo), en general, lo que hay
que condenar, y los firmantes del manifiesto ten-
Aquí, la Conferencia de Organizaciones reuni- drían que haberse esforzado un poco más en preci-
da para revelar los mensajes recibidos de la «socie- sar en qué momento esos asuntos sexuales televisa-
dad civil» se arriesga a indicar los --:<elementos bási- dos comienzan a ser telebasura y por qué.
cos de atracción de audiencia», se supone que de la Los demás indicadores son todavía más inde-
telebasura, si bien de un modo indirecto. Pues no terminados. ¿Qué es violencia? La filmación de es-
dicen que estos «elementos básicos» sean los cons- cenas de la kale borroka, ¿será telebasura? ¿Qué es
titutivos de la telebasura; lo que dicen es que los superstición? ¿La retransmisión de una ceremonia
<<promotores de la telebasura» consideran esos vudú, de una procesión con los santos del pueblo

286 287
para rogar la 1luvia, las apariciones de la Virgen de designar a las conductas «de cloaca o de genitales»
la Pedrera, con Pitita Ríd.ruejo a1 frente, las apari- (un eufemismo corriente, por lo demás, en el ramo
ciones de Fátima, de Lourdes, o los buenos oficios de la lencería, en donde todo el mundo sobreen-
del santón de Baza? tiende la expresión «ropa íntima»). Ahora bien,
También dan como indicador de la telebasura condenar estas exhibiciones de la intimidad en
el <<regodeo con el sufrimiento» y la <<exhibición sentido eufemístico equivale a sacralizar toda la in-
gratuita de sentimientos y comportamientos inti- timidad, como si la razón por la cual se considera-
-mos>>. Lo del «regodeo» obligaría a considerar co- sen como televisión basura las exhibiciones de
mo telebasura a la práctica· totalidad de la tragedia cloaca o de genitales fuera la de su intimidad, y no,
__clásica, a casi todas las tragedias de Sha.kespeare. por ejemplo, la de su carácter «pornográfico» o
<<Por favor, ¡no queremos referimos a ellas!», di- simplemente «fisiológico» (un carácter que tiene
rán los trujamanes. Pero entonces, que retiren ese antes un sentido estético que ético).
indicador, porque podría confundirnos.
En cuanto a la «exhibición gratuita de senti- 3. La teleb11sura cuenta, también, con una serie
mientos y comportamientos íntimos»: ¿Qué quie- de ingredientes básicos que la convierten en un fac-
ren decir los trujamanes con la palabra «gratuita>.>? tor de aculturj.%:_ación y desinforn~ación, así como en
Seguramente no quieren decir que la exhibición es un obs-:¡;¡¡;;¡;; para el desarrollo de una opinión pú-
-«debida a la Gracia de Dios», ni que es barata, si- blica libre y fundamentada:
no acaso que es «innecesaria o no exigida por el El rei,u_ccianismo, con explicaciones simplistas
argumento>>. Pero esto habría que demostrarlo en de los asuntos más complejos, fácilmente comprensi-
cada caso. ¿Podría llamarse gratuito a1 episodio de bles, pero parciales o interesadas. Una variante de
los molinos de viento del Quijote? este rediu:cionismo es el gus;o por las ~e.!..~-
Llamar televisión basura a la exhibición de :3/Qrias de no se sabe que poderes ocuTtos, ~ue en
comportamientos íntimos es sólo un acto de inge- muchos casos sirven de coartada a determinados
nuo o de grosero puritanismo, según se prefiera. personajes y [frupos de presión en su labor de intoxi-
¿A qué comportamientos íntimos se refieren los cación.
manifestantes? ¿A la transmisión televisada de la La de!!!_qgogia, que suele presentar todas las
conducta del ciudadano que entra en su aparta- opiniones como equivalentes por sí mismas, inde-
mento, se quita los zapatos y se calza las zapatillas? pendientemente de los co1wcimientos sobre los que se
No, dirán los trujamanes. Pero entonces demos- sustentan o de susfundamentos éticos. A ello contri-
trarían que la expresión «comportamientos ínti- fruye ta realización de supuestos debatesy encuestas,
mos» la utilizan como un eufemismo pacato para que no son sino simulacros de los verdaderos debates

288 289
J ttufúd.i,. J f~ ltj,s J, 11rrojlr l:r:. softT '41 ~ noacuhun? ¿Y no iníonn,, por lo n\Cn0$. dl' elb
/JI,111as (()l1tr;l111JYri t1 Mmolidar /11 id,11 drl ..,oJo ml\m:1? ·rarnbí~n estarla dc.>infonnatlo quien cie-
t~,,-. rn los OJOS Jn~ la tdcl:wura.
T11,,rf,;/n 14 dnm1gogia ft1t11ta ton tllril t•Jri1111- Luego de lo que 5C tn t.1 no es de in\'O<"r como
r,: ti dr,plirgur dr 111mS;1j<'S rsotinr<JJ. ,,,;1.t,lf""OI pcl igro!l 12 •2cuhuri2.1ción,. (in,crprc1:ando este tér-
J pJr,Jm,r,,u/11. p-mmtJ.ít,s J, jDntW ,uriiiN y en mí no corno p&did:a Je t0<h cult\lra o ,"t.-cl u si C-'-Cl-
ti ,11,ml(1 plnru, dt rr11/idfld IJllt IM llf"glrllltlllOS Jo ~h--a1e) o b de5in(~c1ón, ~lno la pre.cncu de
nntfjitM. un tipo Jeculcun >9de infon,uo6:, q~ese coru:dc-
FJ drJprtfl~ por ,l,rwbJJsfy11át111u11111/r1 ro1110 ti r.a ,neno.,; ,,..lioso que otros tipos de cultur.l >' de in-
honor, /11 ,m,,,,iMJ. ti rtt("I<>, In • (r11f1dnd o /4 fonnaci6n, ronsidend0> mL: "aboso,... Pero es aquí
prrttJJuión <k 1r.0tt11(i.,. tUJJJ <01l(ll/t,ui~11 m, p1uJ, donde h:.ibri;i que ccntnr cl 1uú.lisi.s. ,\ li tclcl:JrJSun
tkfr1tdtnt t11 111ng,in lll.JO f1fl(/.ttJ.M 11 111 /1/tm,1il dr no M: 12 puede: condcru1r por no !>Cr cultura (¿;aca.t,o es
~p, t'SlfÍ,, . p.1ne de b •nirur,ku•?), romo umpoco se put'dc
F.str dtsprrhÍJ ,t,sn,1/to,a rn /,, rroli::nriti11 dt conclen:ar :1 li :.ill.a déctrie;1 por C'S;l r.1zón. L:1 i1illo
•Jt11<m ¡,.rrolt/M»; rr1 ,/ ,,bzs:o J,I 11m,ml/irn,, y d dk1rica es un an¡t"nio culrural ,nuy 2\'2nUdo (rre-
rmi11dulo: ,11 !ti prvcnt,u,"<!n ar ratifltoniot sup11rs- ~vpunc d dC<;c.;uhri111iento de b corriente d&-tric:i y
ltm1rntr i ·rrd11Jrrw ¡,<ro 911, n, rrnlt'J.111 prvr·1t11rn de !-U~ :aplicar1ont'.\ OlC'C'lnicas). >' quienes cunden,n
t:
it ..,11":it.iJas proftsr<JtWks... pqr 11,pu.nto. ,11 d b ~,lli dtctru..1 no podthn h.zc-crlo Por li -cupucst2
llf'OIMJis ,Ir 1m,I tt/e:.,,sro11 dr '" trn,•1;1/ulutl, Mlildn ..aculturiv-.:1ci(ln,. que su uso l!etc.nrunJse.
,,, ti p,vt,1~irn10 b lo, ptTTJi#W)tS t!tl munt/.; l"WJ Los \'\JC'O"os p.1rn(c-,s ck cstt punto tc:rcerodd
y gu11/,l11. "'Ylll ni111itd11tlts y co1tflktó1 S'tllli111,1rtJt iruni6eico :arogcn t"J.rgos tonlme.ntc hc:tcrogé11cos,
frs. rr11111d<11 drsdr ti m111 d<'S<11r11do 11111.1rillrsmo, sin eluda ,qucll~ (o una selc-cción de :aquellos) ~1ue
son om, dl los ingrrJimtts tk ut11 ;nfittJ ta/s.l El b difercsu.cs reprcscnudoncs finnmtl"S fueron pre-
prol-lt7n11 ("I t<>d,n,/11 ,11ds 111ngr11nu tr11111Jdo ate ttpo ~n1~ndo en su'i reuniones. ·1¡,Jo :iquelloquc enCQn-
dt ~r.tmk~ 1< Jifim.k,J 11 ,r,r.i, de l,11 ttk-.tin"1ra trab1n t11n!a10. inJcc-c,rue o in, ,fecw,lo (ur. ,.-ett$
p1íJrl,r,u. nlJa ~li6JllD11 111ontl y l,g11/ rs 111111h,i1- ¡>Or ,notivos 1)01íucos -teorí:i..s ron\Jlirn1ori:i-.-,
.., mrr prwi11<fos iti.11 J ro/11,r.:lm~nlr ~mfff. oa-as ,.e«"\ por mou,-os técnicos~po(';)tóS d~tcs
r cn,:uc:sus--. otns ,eco por motivos :1pua1temcn-
No ~ ~'I: la r.11.ón por )'1 cui, b tdeb:1$11~ ..e tc •tidonalisu1s:.-mcn\Jjes l:'SOtériros. mifa~)
Mfl\ÍCrtc •en un Í.ICtOt Je :icu.lruriución fiupoll lo en~lot~rít\ en el con<qxo ~ ..,infecu s:llS2 anu-
Jn()!, que Jos truj:uaune:1, no quieren dcdr «i.ctdtur.\- rilra», propia JUm :1rroj11rla al rubo de la b:i~'Ur.l. J)c
ción•) o de dc:'1.inÍOfftl.lQ6n•. ¿AC2SO l.a tc!t~ura Qtc: rnod,> eon\-erririn todo lo que les , nofestt, por

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decreto, en telebasura. Pero la expresión «infecta sal-
sa amarilla» no representa ningún concepto cuando Para los abajo firmantes los contenidos de la
se descomextualiza del campo culinario. telebasura son, sobre todo, «mensajes», pero no
Por ello la única alternativa a esta <<infecta sal- sabemos de quién, para quién, ni cuáles. En lugar
sa amarilla» que pueden ofrecer los abajo firman- de damos alguna indicación sobre el particular, los
tes, al menos en las televisiones públicas, es ésta: abajo firmantes se lanzan a teorizar, por vía meta-
suministrar productos «ética y culturalmente sol- fórica, sobre los efectos de estos mensajes: son co-
ventes». Pero al no dar ni una sola pista sobre los mo virus informáticos, son como células cancero-
criterios de solvencia cultural o ética, hay que pen- sas. Pero estos efectos (que aluden a su capacidad
sar que los abajo firmantes dan por supuesto que <<autorreplicante») no nos dicen nada acerca de sus
ya sabemos (los ciudadanos protegidos por ellos) contenidos: también el fútbol televisado o las ter-
cuáles son los «contenidos solventes». ;Serán las tulias televisadas tienen esa capacidad «aut0rrepli-
obras completas de Jacjnto Benaven'"re, o de cante». ¿Habría que llamarlas por ello telebasura?
Eduardo Marquina? ¿Serán las obras de Machado,
o las retransmisiones de las sinfonías de Mahler? 5. Ha llegatk el momento de que todos los agen-
¿Será un contenido «culturalmente solvente» La tes implicados en la actividad televisiva t(lllZen con-
Revoltosa o La Verbena de la Paloma? ciencia de su responsabilidad ante la telebasura, que
por supuesto vatia en importancia según la capacidad
4. La telebasura 110 ha inventa® nnda: el hala- de cada uno de C<mdicionar las reglas del mercado.
go fácil del espectadm; el gusto p<tr el sensaci<mnlis- Responsabi1idnd, por tanto, de bJs poderes ptíbli-
mo, vienen de 11tuy antigllo. Pero en la actualidad, cos, de las cadenas, de los anunciantes. Responsabili-
la en0'17/u influencia social de bJs medios de comuni- dad de los prog,·anuzdores y de los profesionales. Y
cación de masas agranda de farota exponencial los responsabilidad, también, del ciudadrmo, que aun
efectos negativos de este tipo de mensajes. sin dejarse engañar por la falacia del «espectador
La telebasnra se encuentra hry en un momento soberano» que por su mero dlmzinio del mando tie-
ascendente de su ciclo vital. Es cwzo un cán~er, cuya ne la capacidad de modelar la oferta, debe saber que
metástasis tiende a invadirlo todo, o quizá como un su decisi6n de ver 1m programa no está exenta de
víms infomzativo que, al igual que el vintS ilifor- c011Secztmcins, ni para su. propia dignidad ni para el
mótico, amtamina lo que toca y acaba por impedir propio mercadtJ televisivo.
el mantenimiento o la aparición en las parrillas de & la televisión nos enfrentamos con un fe-nó-
otros mode/()s de información más respetwJsos con la me11() social complejo articulado en grandes compa-
verdad y con el interés social. ñías de cuya oJdetividad es lícito discrepa1: Detrás de

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/Qs medios de comunicación existen inte1"eses, poderes ¿Cuál es entonces la fuerza de esta exigencia?
y 11wdelos sociales e ideowgicos. Por t:anto, cuestio- Para decirlo en lenguaje democrático: ¿Con cuán- ...,
nar su objetividady preguntarse elpo1·qué de deter- tos votos del cuerpo electoral de nuestra sociedad
minadas insistencias en 11,n tema mientras se ign-0- política cuentan los abajo firmantes?
ran otros, es una forma de empezar a com,prender Supongamos que con muchos: pero, en todo
críticamente los mensajes tele-uisivos. caso, estos muchos o pocos habría que canalizarlos
a través de los partidos políticos, que recogerían
Conviene constatar hasta qué punto hacen en sus programas electorales las «exigencias» de
aquí uso los abajo firmantes de una teoría conspi- los abajo firmantes como proyectos o puntos del
ratoria («detrás de los medios de comunicación programa. Por tanto, nada de exigencias por parte
existen intereses, poderes ... »), a pesar de que ha- de la Conferencia de Trujamanes.
bían condenado, en el punto 3, las teorías conspi- «Exigir algo» sin tener fuerza para obligar a
ratorias corno ingredientes de la televisión basura. cumplirJo que se erige_es pura y sim~le f~nfarro-
nería. «Exigir», apelando a una «conc1enc1a de los
6. PO'r tod-0 lo anterior, los ab~o finnantes que- ciudadanos», que se supone ya conocida y actuan-
rem.()s manifestar nuestro rechazo y preocupación an- te, sin necesidad de la consulta electoral, y que se
te la telebasura y exigimos, conw garantía de ccmtrol supone también actuará espontáneamente ante la
social en una sociedad denwcrtitica, tanto la elahora- mera propuesta, es ingenuidad metafísica muy cer-
ci6n de un código ético de regulación de los amtenidbs cana además a un intento de subversión.
tekvisiuos c011zo la constitución de rm Cons~¡o Supe- En una sociedad democrática las exigencias
rior de los Medios Audiovisuales, en los términos en han ae canalizarse jor medio de los votos. Pero
los que fue ap1·obado por la mayoría de los grupos tan convencidos de sus razones parecen estar los
parlamentarios en la anterior legislatura. abajo finnanres, que ni siquiera se han dado cuen-
ta de que ellos no pueden exigir nada, en razón de
Los abajo fumantes «exigen» la elaboración de la organización a la que representan, a los ciudada-
un código ético: ¿En nombre de quién lo exigen? nos de una sociedad política. Por tanto, su mani-
¿En nombre de la «Sociedad Civil>> a quien dicen fiesto está de más, y no solamente por sus conteni-
representar, como el médium espiritista interpreta dos, sino, sobre todo, por su fonna, por su forma
a los espíritus astrales? Pero entonces su exigencia exigitiva, y por la naturaleza metafísica de la enti-
es pura retórica, al menos para quienes tienen por dad que dicen representar, la «sociedad civil>>.
evidente que esa sociedad civil, en cuanto entidad
positiva, es un fantasma.

294 295
Fímumtes:

Asociación de Usuarios de /,¡¡, Comunicación (A. UC)


Unión General de Trabajadores (UG1)
Comisiones Obreras (CC.OO.)
Confederación füpañola de Madres y Padres de
Alumnos (CEAPA)
Unión de Consumidores de Espafía (UCE) y
Con.federación de Asociaciones de Vecinos de España
(CAVE).

GUSTAVO BUENO
26 de septiembre de 2001

296
BiogTaffa

El filósofo Gustavo Bueno nace en 1924 y es autor


del sistema conocido como materialismo filosófico.
En 1960 se establece definitivamente en Asturias,
donde ejerce corno catedrático en la Universidad de
Oviedo, institución en la que colabora hasta 1998.
En la actualidad desarrolla su labor en la Fundación
que lleva su nombre, que tiene su sede en Oviedo.
Fundador de la revista El Basilisco es au.tor de nu-
merosos libros y artículos. Entre sus obras más im-
portantes deben señalarse Ensayos materialistas, Teoría
deJ cierre categorial, Et animal divino, Primer ensoyo
sobre las categorías de las Ciencias Políticas, El mito de la
cultura, España frente a Europa y su obra más reciente
TelevisiÓ'Tl: apariencia y verdad.
Otros títulos de ensayo
en Punto de Lectura

Visiones de fin de siglo


Raymond Can- (Direc.)

Las heridas abiertas


Sami Nai"r

Después de la pasión política


Josep Ramoneda

Llls torturas mentales de la CIA


Gordon Thomas

La seducción de las pa!alwas


Álex Grijelmo

Fuego bajo la nieve


Palden Gyatso
~ - - - ----------=-------=-=- ------= - _ · ~ - - __

Estilos r1Jdica!es El oro, historia de una obsesión


Susan Sontag Peter L. Bernstein

Las consolaciones de la filosofía Guerra bacteriológica


Alain de Botton Judith Miller, Stephen Engelberg, William Broad
Los Cáta1·os, la herejía perfact.11 Memorias políticas
Stephen O'Shea Joaquín Almwua

Toda E.rpaña era mza airee! Israel entre la ~1,erra y lo paz


Rodolfo y Daniel Serrano Shlomo Ben-Ami

Del Big Bang al fin del mundo Et lado activo del infinito
J osé M aría Perceval Carlos Castaneda

El retorno de la Antigüedad La red


Robert D . Kaplan Juan Luis Cebrián
Partiendo de la premisa <<sin basura nu podría-
mos \"hin,. Gusravo Bueno analiza el concepLo
de telchasura ccniendo p resente q ue «la basu-
ra m uchas ,·eces eslá en ei que ve la televisión»
y no en el propio ircdio. Para ello. ~tuvo
siguiendo la e.xperiencia de Gran Ha mano con la
mentalidad de un antropólogo, <;abiendo que
se trataba de un ob~enatorio de la realidad
e~pañola.

Tclebosura y demoeracra recoge el


brillante anilisi~ de este filó -

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