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Cómo Prevenir y Erradicar La Violencia Contra Las Mujeres Desde La Familia
Cómo Prevenir y Erradicar La Violencia Contra Las Mujeres Desde La Familia
María Amarís García (2004) ha señalado que “tanto la mujer como la familia piensan
que es propio de ellas enseñar a las y los hijos normas de comportamiento,
organización y aseo”.
Bajo esta idea de que la mujer debía ser la principal o única responsable de la crianza
de las hijas e hijos, muchas mujeres decidieron quedarse en casa y abandonar su
desarrollo profesional, contribuyendo a perpetuar la desigualdad existente entre
hombres y mujeres.
Por mucho tiempo, se estableció como una norma social universal una
clara diferenciación entre los sexos: el hombre debería ser el proveedor económico
de la familia por medio de su inserción en el mercado de trabajo, en tanto que la mujer
se encargaría fundamentalmente de los aspectos reproductivos y del cuidado
doméstico de hombres, niños y ancianos.
La cultura y la sociedad ejercieron una fuerte influencia para que la mujer se
encargara exclusivamente de las tareas domésticas y de aquellas relacionadas con el
cuidado de las hijas e hijos, mientras que se esperaba que el padre fuera el único
proveedor económico del hogar, eximiéndolo por completo de su corresponsabilidad
en las labores de la casa.
Para poder influir a los que nos rodean es vital empezar a combatir el machismo desde
adentro:
1. EN LA CASA
Que un hombre lave los platos no debe ser un motivo de alabanza o alarde; es una tarea
que ambos pueden realizar. No existen roles en el hogar para él o ella. Ambos pueden
cuidar a los niños y limpiar la casa.
2. EN LA CAMA
La sexualidad sigue siendo un espacio en que se pide al hombre ser experto y a la
mujer ignorante o agazapada, pero con el encargo de “estar siempre dispuesta”. No es
cierto, la mujer es también una persona sexual y tiene derecho a vivir su sexualidad con
plenitud. Nadie está al servicio sexual de su pareja, ambos están el uno para el otro.
3. EN LA ELECCIÓN PROFESIONAL
No están establecidas profesiones y oficios exclusivos para mujeres o para hombres. La
enfermería no es sólo para mujeres, y la medicina e ingeniería sólo para hombres. Elija y
deje elegir a las personas su carrera profesional con base en sus gusto y afinidades, no en
base a estereotipos y mitos.
4. EN EL TRABAJO
Hay que entender que no está mal que una mujer sea su jefa u ocupe un puesto de
mando. Las capacidades no están definidas por el género. La personalidad, la experiencia
y la preparación de una persona son mucho más importantes.
5. EN LAS
ACTIVIDADES DE ESFUERZO
FÍSICO
Como hombre o mujer no siga reproduciendo frases que son comunes en el deporte, tales
como: “Juegue como un hombre”, o, “parecen mujeres”. Estas expresiones bastante
populares, descalifican mediante la feminización de lo negativo, y a la vez le otorgan
superioridad al género masculino.
6. EN LA CRIANZA
No refuerce estereotipos de vestimenta o afinidades. Si a una hija suya le gusta el azul y
jugar al fútbol, no la corrija diciéndole frases como: “A las niñas les debe de gustar el
rosado y jugar con barbies” . Sólo estaría imprimiendo el machismo en sus hijas e hijos
pequeños.
7. EN SU VOCABULARIO EN GENERAL
Elimine de su vocabulario diario expresiones que comparan actitudes, gestos, formas de
vestir u otros aspectos con formas de actuación estereotipadas para hombres y para
mujeres. Estas frases llevan implícitas descalificaciones, sexismo, homofobia y otras
formas de discriminación. Por ejemplo: “¡Qué marimacha!”, “parece una vieja reclamando”,
“¡Diay! No seas tan loca” (dirigido a un hombre).