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- Linder, R., El futuro cristiano en el mundo de las religiones, Verbo Divino, Estella
(Navarra) 1985.
- Juan Pablo II, Redemptoris Missio. Sobre la permanente validez del mandato misionero,
1990 (sobre todo cap. IV y V).
- Samuel, Albert, Para comprender las religiones en nuestro tiempo, Verbo Divino, Estella
1994.
- Esquerda Bifet, Juan, Hemos visto su estrella. Teología de la experiencia de Dios en las
religiones, BAC, Madrid 1996.
- Dupuis, Jacques, Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso, Sal Terrae,
Santander 2000.
- Rodríguez Carmona, Antonio, La religión judía. Historia y teología, BAC, Madrid 2001.
- Guerra Gomez M., Diccionario enciclopédico de las sectas, BAC, Madrid 2001.
- Küng, Hans, En busca de nuestras huellas: la dimensión espiritual de las religiones del
mundo, Madrid 2004.
- Self, David, Enciclopedia de las religiones del mundo, S. Pablo, Madrid 2010.
- García Peláez R., “Un camino de muchas vías”. El pluralismo inclusivo como aportación
de Jacques Dupuis y Claude Geffré a la Teología cristiana de las religiones, UPSA,
Salamanca 2015.
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Por los datos arqueológicos que nos permiten conocer al hombre desde su inicio
sabemos que el hombre es un “animal religioso”. Más bien, desde que hay inteligencia y
humanidad en los primeros homínidos sabemos que en su cultura hay signos religiosos.
De lo que podemos deducir que hombre y sentido de Dios y de la trascendencia han
nacido juntos.
Además, las religiones, lejos de extinguirse, podemos decir que hoy gozan de buena
salud. No sólo hay una permanencia de lo religioso en toda la historia humana, sino que
hoy, en el mundo de la técnica y la ciencia, tiene signos de despertar en muchos
ambientes de nuestro planeta y de nuestras sociedades avanzadas. Hay sociólogos que
comprueban y hablan de un “retorno a lo religioso”.
Hoy nadie duda de que, recogiendo lo mejor y más noble de sus caudales de
sabiduría y espiritualidad, superando sectarismos y fundamentalismos, las religiones
contribuyen a las mejores causas a favor de toda la humanidad: luchan por el respeto a
la vida y el bien común de los pueblos, respetan y piden respeto por los derechos
humanos, la justicia; promueven de forma muy eficaz soluciones a la pobreza y
subdesarrollo, favorecen la no violencia y la paz y cuidan la preservación del medio
1
M. Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Fondo de cultura económica, Mexico 2003.
2
J. J. Tamayo, Otra teología es posible. Pluralismo religioso, interculturalidad y feminismo, Herder,
Barcelona 2011, 28.
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ambiente. Las religiones, a pesar de que a veces han sido causa de guerras, son caudales
de vida y bienestar para la familia, la humanidad y la sociedad. De lo mejor de su
esencia brotan nobles ideales y aportaciones para la vida, la justicia, la no violencia y la
paz.
Las grandes religiones siguen vivas, el número de sus adeptos no baja. Al menos la
evolución del número de adeptos ha seguido el aumento demográfico, con lo cual ha
crecido considerablemente. La mayoría de las diversas religiones gozan de buena salud
en número de seguidores y su número ha aumentado en todo el mundo. En los países
con anteriores regímenes comunistas la religión se ha revitalizado a una velocidad
sorprendente como muestran los casos de Rusia y China.
No existen hasta la fecha unas estadísticas fiables del número de seguidores de las
religiones del mundo. Cada religión suele aportar sus propios cálculos estimativos, que
a menudo suelen sumar seguidores sin criterios demasiado científicos, tales como
geografía, ritos tempranos de iniciación (bautismos, etc.) o la pertenencia familiar. En la
siguiente estadística se muestra el cálculo estimativo aportado por las diferentes
religiones. A falta de datos actualizados, aquellas que no han hecho públicos sus
cálculos muestran aquí el recopilado en el sitio adherents.com, dependiente de una
organización cristiana evangélica estadounidense.
Algunos datos aproximativos:
Entre 1946 y 2000, los cristianos pasaron de 700 millones a 1.500. En el año 2011
las estadísticas eran las siguientes:
Cristianismo: 2.100 millones
Islam: 1.300 millones
Hinduismo: 900 millones
Religión tradicional china: 394 millones
Religiones indígenas: 300 millones
Budismo: de 150 millones
Religiones afroamericanas: 100 millones
Espiritismo: 15 millones
Judaísmo: 14 millones
Baha'i: 5 millones
Gnosticismo: 6 millones
Jainismo: 4,2 millones
Shintoísmo: 4 millones
Caodaísmo: 4 millones
Zoroastrismo: 2,6 millones
Tenrikyō: 2 millones
Neopaganismo: 1 millón
Unitarismo universalista / Unitarismo + Universalismo: 0,8 millones
Rastafarianismo: 0,6 millones
Secularismo/agnosticismo/ateísmo: 1.100 millones
El cardenal Walter Kasper, nos da sobre la Iglesia católica los siguientes datos:
“Todas la Iglesias cristianas suman aproximadamente un 33% de la población mundial.
La Iglesia católica comprende, con casi 1.200 millones, aproximadamente la mitad de
los cristianos en su conjunto, por lo que es la iglesia cuantitativamente mayor.
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La Iglesia Católica en América Latina, a partir del Concilio Vaticano II, con su
opción preferencial por los pobres, se ha implicado en una dirección que ha creado
escuela más allá de América Latina. En contextos a menudo de extrema pobreza y de
injusticia social, las iglesias pentecostales suponen un reto grande. La Iglesia en el
África subsahariana crece vertiginosamente. Mientras que a comienzos del siglo XX en
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África subsahariana había menos de dos millones de católicos, 100 años más tarde eran
185 millones. A pesar de los graves problemas derivados de la pobreza, el SIDA y los
conflictos étnicos e interreligiosos, la Iglesia Católica en África es una Iglesia dinámica,
joven y vital. Hay países (como Congo o Burundi) en los que los católicos constituyen
más del 50% de la población.
El gran reto del tercer milenio será Asia. Y no sólo por la creciente importancia
económica y política de Asia, sino por el hecho de que el Cristianismo, hasta ahora (a
excepción de la situación especial de Filipinas) no ha conseguido penetrar demasiado en
estos países marcados por las grandes religiones asiáticas y por el Islam (Indonesia,
Pakistán, Afganistán, Malasia, Asia Central y otros). Por el contrario, Corea del Sur es
un ejemplo claro de que la semilla del Evangelio puede caer en tierra buena, en un país
marcado por una antigua tradición asiática y que es, a su vez, muy desarrollado
técnicamente. Mientras la Iglesia en Japón se estanca, el número de católicos en Corea
crece, especialmente entre profesionales y estudiantes. En China, desde la llegada del
comunismo al poder en 1949, el número de los católicos (las así llamadas Iglesia
popular e Iglesia clandestina en su conjunto) se ha cuadruplicado hasta los actuales 12
millones (el 1% de la población). De modo que se tiene la esperanza de que también
allí, como antes en Corea, la sangre de tantos mártires vendrá a ser semilla de nuevos
cristianos”.
Las religiones sobreviven incluso en los Estados que las niegan. Hemos visto como
después de 75 años de estados comunistas ateos, perseguidores de la religión, ésta no se
ha extinguido, sino que tiene un nuevo florecer en todos los países del Este europeo. En
pleno comunismo, la tercera parte de Estonia era católica, en Lituania se bautizaban la
mitad de los niños, en la antigua URSS no se destruyó la Ortodoxia, y se incrementaba
la religión musulmana, incluso entre los que se declaraban no creyentes. En la URSS
además aumentó con mucha fuerza el número de sectas; en China aumenta
considerablemente el número de católicos, que ya suman varios millones, etc.
3º/ El “fracaso de las ideologías” forma parte de una crisis cultural. El liberalismo
económico no produce relaciones económicas justas, ni ha reducido las desigualdades.
El materialismo de las sociedades consumistas creía poder olvidar las necesidades
espirituales del hombre. El marxismo se ha visto desacreditado por sus plasmaciones
históricas, llenas de opresión, injusticia y terror de Estado (gulags, o situación actual de
China). Ni los proletarios ni los defensores del “socialismo real” creen ya en los
“nuevos amaneceres” que cantaban y acaso todavía cantan. ¿Queda sólo el capitalismo
que hoy se practica como única opción? A la vista de la situación tan injusta que está
produciendo en las desigualdades económicas del mundo esto es muy dudoso.
pierde fácilmente. La persona entonces busca una síntesis vital que le haga el mundo
inteligible. El lenguaje simbólico y la posibilidad de abarcar lo universal que facilitan
las religiones son una buena cura contra estos males espirituales modernos.
Cuando hemos de valorar estos hechos hay que hacer discernimiento. Como
personas conscientes de la realidad, y en nuestro caso, como Universidad católica que
educa a cristianos lúcidos, hemos de saber que no todo lo religioso es auténtico, y que a
veces es más una contra-reacción a fenómenos sociales y psicológicos que un auténtico
deseo de Dios y de su Reino.
Por otra parte, hay que estar atentos a la relación entre religión, ideología y fe.
Muchas veces esto es causa de serios conflictos. La religión vive muy cerca de la
ideología. A veces la ideología dominante (ligada a una cultura o a una política) se sirve
de la religión para mantener el orden social. Ha sucedido con el cristianismo y sucede
mucho en la actualidad con el Islam. Pero no debemos olvidar que la fe supera y
cuestiona todas las ideologías. No es una ideología sustitutoria. La fe cristiana nos llama
a ser más hombres a través del camino del amor a Dios, la paz, la armonía interior, la
entrega a los demás y una vida virtuosa y justa.
religión. Excepto la Iglesia cristiana y el Islam, casi todas las religiones, sobre todo el
budismo y el hinduismo han perdido seguidores.
Por otra, parte en Occidente, está la cuestión de una mentalidad subjetivista en todos
los órdenes de la vida. Ésta lleva al intimismo, a la búsqueda de los derechos personales
y de la vida privada, olvidándose de lo comunitario. Pero sobre todo combate toda
doctrina que huela a mandamiento de Dios o de una Iglesia. Cada uno pretende hacerse
“su” religión a su medida. Una uniformación cultural secularizada y post-moderna
tiende a hacer desaparecer toda diferencia religiosa (ej. un joven marroquí musulmán y
otro español católico comulgan perfectamente en su amor por un cantante o una cierta
música, sin importarles para nada la religión). Hay una cultura del hedonismo: “el
mayor placer con el menor esfuerzo”, y de vulgarización de los problemas del hombre,
reduciendo todo a lo pseudo-psicológico que tiende a sustituir a la religión. La sociedad
pagana se inventa nuevos ritos y nuevos ídolos (cf. la botella de champagne mojando a
todos cuando un deportista llega al podio).
1.4. Conclusión
Pero más allá de las ambigüedades, lo importante es que las religiones dan
respuesta a los interrogantes más profundos del hombre, y sólo ellas pueden hacerlo.
Es verdad que las ciencias de la modernidad, tanto empíricas como humanas, han
tendido a hacer desaparecer el hecho mismo de preguntarse sobre el sentido último de la
vida, de la muerte, del universo, etc. Pero estas preguntas no han desaparecido ni
desaparecerán, siguen siendo constitutivas para la humanidad. Las religiones siguen
muy vivas en el presente y los seguirán en el futuro. Por eso tenemos que estudiar y
conocer la religión en sí y en sus plasmaciones históricas más importantes, puesto que
ellas han marcado todo el desarrollo del ser humano desde sus inicios, y son muy
influyentes en la actualidad para la mayoría de la humanidad.
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- Muchas veces se oye decir que todas las religiones valen lo mismo. Por ej. el
escritor Antonio Gala, en sus novelas sostiene a menudo esta teoría. Pero los cristianos
decimos que esto no es así.
- Nos sale al encuentro aquí la cuestión de la libertad religiosa. Esta doctrina afirma
que cada religión debe tener derecho a los medios y a la práctica propia para profesar
públicamente su fe en la sociedad moderna. Aquí se encuadra la afirmación del Concilio
Vaticano II mediante la cual la Iglesia católica reconoce solemnemente el principio de
la libertad religiosa, cf. Dignitatis humanae, n. 2 y n. 4. Es la primera vez que la Iglesia
católica reclama libertad no sólo para ella sino también para las otras religiones y para
que haya libertad de conciencia de todo ser humano.
- Ahora bien, desde el momento en que los cristianos aceptan la libertad religiosa
deben prepararse para confrontar su propia fe con las creencias legítimas que conviven
a su alrededor. Antes el problema no existía, pues se ignoraba o se ocultaba la presencia
de otras religiones, y el cristianismo era “la” religión del Occidente y del mundo
civilizado. Hoy el cristianismo quiere dialogar; según el papa Francisco “se trata de una
actitud de apertura en la verdad y en el amor con los creyentes de las religiones no
cristianas” y ello como un deber, por ser “condición necesaria para la paz en el mundo”
(Evangelii gaudium, n. 250). El diálogo interreligioso se fundamenta en la dimensión
dialógica del ser humano, hecho a imagen de Dios Trinidad, cuya esencia es relacional;
en el carácter de vaciamiento de sí y salida hacia el otro, a imitación de Cristo: en el
respeto y la solidaridad con la fe de toda persona humana en razón de su dignidad. Este
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- La declaración conciliar Nostra Aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con las
religiones no cristianas es una base sólida de la que los cristianos debemos partir. El
cardenal Bea en su presentación notaba cómo es la primera vez en la historia de la
Iglesia que un Concilio ecuménico expone con solemnidad los principios que rigen esta
materia. Son millones los hombres que no conocen a Cristo. Incumbe a la Iglesia entrar
en diálogo con ellos. Además, esta cuestión no estaba prevista en el Concilio y la idea
se fue imponiendo progresivamente. El n. 2 formula los principios más importantes de
la nueva actitud de la Iglesia: “La Iglesia católica nada rechaza de lo que en estas
religiones hay de verdadero y santo”. Señala que respeta la forma de vida de otros
creyentes y admite que en muchas ocasiones hay aspectos de las religiones que son “un
destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres”. Esta idea está en sintonía
con la doctrina de los Santos Padres de la Iglesia antigua sobre las “semillas del Verbo”
(Cristo), que se encuentran en toda la creación y dan fruto por doquier. Pero, afirmado
este respeto y reconocimiento, el n. 2 afirma también que no por eso la Iglesia debe
ocultar el anuncio de Jesucristo como salvador definitivo de la humanidad. El
documento no se queda aquí; va desgranando los lazos de comunión que ya se dan con
las diversas religiones en particular, yendo en su recorrido de las más lejanas a las más
cercanas. Primero con las religiones orientales, luego con el islam, para terminar con el
judaísmo, la fe religiosa más íntimamente unida al cristianismo. La declaración termina
invitando a la Iglesia a una nueva actitud. No hace una gran reflexión teológica, sino
que invita a desterrar toda discriminación por razones religiosas e invita a la fraternidad
universal.
- Uno de los primeros problemas que han ido esclareciéndose en este periodo es la
relación entre el diálogo ecuménico intra-cristiano y el diálogo interreligioso. Algunos
teólogos han sido partidarios de fundir ambos diálogos, para llegar así a todas las
Iglesias y a todas las religiones partiendo del diálogo intereclesial, llamándolo con una
3
“Se puede estar presente cuando los otros oran”. Cf. Eccelsia n. 2.291 (1 – 11 – 1986) 1.505.
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fórmula tan rara como: ecumenismo ecuménico (R. Panikkar). Hoy se tiende más bien a
dejar clara la diferencia entre ambos diálogos para no confundir los ámbitos donde se
mueve el diálogo. Pero a la vez se admite que ambos se interpelan, porque no por
casualidad el diálogo interconfesional entre Iglesias dio inicio en los países de misión
donde un cristianismo minoritario entendía cada vez menos sus diferencias, teniendo
que vivir y dar testimonio de Cristo ante los creyentes de otras religiones,
principalmente en Africa y Asia.
valor salvífico de las otras religiones? ¿Hay otras mediaciones con el mismo valor de la
mediación de Cristo para alcanzar la salvación?
- Otro tema, por desgracia muy actual, de primer orden en el encuentro interreligioso
es el de la violencia y el terrorismo con apoyo en la propia religión. Desde hace
decenios se dan rebrotes de extremismos y fundamentalismos, sobre todo en el Islam y
en el Hinduismo, pero por doquier aparecen conflictos violentos que tienen un origen
político mezclado con diferencias religiosas que justifican el terror y la muerte. Véase lo
ocurrido en la antigua Yugoslavia a finales del siglo XX o el terrorismo islámico
nacional e internacional de nuestros días. La pregunta que surge a muchos no creyentes,
y también creyentes, se deja expresar: ¿es la religión en sí fuente de fanatismo, división
y violencia? La respuesta es clara y contundente: justificar la destrucción, el terrorismo
y la muerte de inocentes en nombre de Dios es una blasfemia y una perversión de lo
religioso. El papa Francisco lo ha dicho en Egipto en mayo de 2017: la religión no
puede ser la causa de la violencia, sino que es parte de la solución.
hay ninguna posibilidad de colaborar a la salvación sino es sólo con la fe. ¿Se debe
llamar entonces el cristianismo religión? Sí, “religión verdadera”, pero sólo en el
sentido en que ha sido asumida por la Revelación gratuita de Dios. Las reacciones a esta
postura no se hicieron esperar y surgieron tanto en ámbito católico como protestante.
Este exclusivismo cierra toda posibilidad de diálogo. No se puede considerar
pecaminoso todo intento religioso del hombre de llegar a Dios. Además, con esta teoría
se termina con restringir el alcance de la Revelación, porque Dios no se ha comunicado
al hombre sólo para destruir sus ídolos, sino para dar plenitud a la naturaleza humana,
ya creada, para la comunión con Dios. La aspiración religiosa del hombre es una
primera respuesta con el fin de corresponder a la iniciativa de Dios, y esto se articula en
una religión, la cual es imposible que quede en una “fe pura”, aislada de lo que
significan los símbolos, ritos y prácticas religiosas. Sin embargo, es mérito de Barth el
haber señalado con claridad las fuentes irrenunciables de la teología cristiana, el lugar
central de Cristo y la Palabra de Dios, y la humildad con que la Iglesia, a pesar de ser
acusada de superioridad, debe proclamar su mensaje en fidelidad a la revelación divina.
Así pensaba la teología católica en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX
cuando hizo irrupción la teoría de Karl Rahner sobre el “cristianismo anónimo” en los
años sesenta4. Las tesis que él formula tienen trasfondo en todo su edificio teológico y
filosófico, por lo que no son fáciles de comprender a primera vista. Rahner afirma la
condición absoluta y definitiva de la revelación cristiana, como una religión destinada a
todos los hombres. Pero, puesto que a muchos hombres no llega el anuncio del
Evangelio, su religión puede considerarse legítima como camino de salvación, puesto
que, junto a sus ambigüedades y desviaciones, es el medio que muchos hombres tienen
para abrirse a la gracia de Dios. Cuando la Iglesia sale al encuentro de un fiel de otra
religión, no está simplemente ante un no cristiano, sino en cierta medida ante un
cristiano anónimo, puesto que a él también ha llegado ya la gracia de Cristo, que es
universal, aunque no de forma explícita, pues él no le conoce. En la evangelización esto
tiene una gran transcendencia: cuando llega el anuncio explícito de Cristo, éste no se
hace a alguien que ha sido radicalmente ajeno al Evangelio, sino que se debe invitar a
esta persona a tomar conciencia del don que Dios ya le ha concedido. Después se le
deberá invitar a conocer a Cristo y a formar parte de su Iglesia. Esta postura suscitó
críticas que han aclarado en que sentido se puede hablar de “cristianos anónimos” y en
cual no. En cualquier caso, y aunque se prescinda de esta fórmula, la intuición de fondo
4
Cf. K. Rahner, “El cristianismo y las religiones no cristianas”, en: Escritos de teología V (Madrid 1964)
138-154.
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de Rahner sigue en pie: el cristianismo y la gracia de Dios van más allá de los límites
institucionales de la Iglesia, porque la salvación de Dios en Cristo es universal.